ADABI DE MÉXICO
Andrea Marichal Memoria, sueño y tiempo Juan Manuel Herrera
Para Soledad, Teo y Carlos Marichal
E
n toda colección, archivo o biblioteca, hay algo que siempre está escondido, pese a estar a la vista. El misterio de lo que conocemos y podemos consultar o leer o apreciar. En ese estar y en esa ausencia habita una de las grandes enseñanzas de la memoria. Recuerdo que mi padre me dijo que su biblioteca empezó a formarse siendo un niño, el día que guardó el primer libro suyo en el buró de su habitación. Es decir, la memoria como un lugar y un vínculo tan personal con aquello que se atesora, que es algo que está por definición cerca y es valioso. Esa ilusión está descrita de manera inmejorable en la Oración del 9 de febrero de Alfonso Reyes, cuando en el sueño, al despertar, encuentra que está cerca de lo que sueña. Un día, Juan Pascoe envió una foto y al fondo se veía un librero con una parte de la colección del Taller Martín Pescador. Un tesoro mayor que solo es dable conocer virtualmente. Quien conserve ejemplares de ese catálogo que los guarde como joyas. Somos testigos de cómo se construye ese catálogo a lo largo del tiempo, día con día, una obra tras otra. Ahora que lo virtual adquiere la presencia de lo cotidiano en forma omnívora, ver en una pantalla algo importante de un acervo bibliográfico, por ejemplo, nos recuerda que no podemos ver lo real que
está en los libreros de las bibliotecas que están cerradas. Es cierto, las bibliotecas lejanas también son espacios cerrados por la distancia, pero lo virtual abre puertas, de ahí su maravillosa e inagotable condición de estar a la vista. Después de los sismos de 1985 viajé con Leonardo González a una reunión de archivos a Ottawa, organizada por Margarita Vázquez de Parga y los Archivos Públicos de Canadá, y una cosa que me sorprendió, entre otras, es que era posible consultar en horas de la noche los materiales que se re-
BOLETÍN DIGITAL DE LA FUNDACIÓN ALFREDO HARP HELÚ OAXACA • NÚMERO 02 • NOVIEMBRE DE 2020 49