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JOSÉ MANUEL BERMÚDEZ
De la luz a las tinieblas
Un insólito viaje a lo desconocido
De la luz a las tinieblas
Capítulo 1
Hacía casi un mes que el sol no asomaba entre el denso manto nuboso que había traído a la zona un largo y desapacible periodo de lluvias, pero finalmente, los grises nubarrones dejaron vislumbrar un radiante astro rey que bañaba con la calidez de sus rayos la extensa y verde pradera. Aquella intensa y agradable sensación hacía mucho mas acogedor el verde y paradisiaco prado donde pastaban, plácidamente, más de cien cabezas de ganado ovino en tanto su pastor, un hombre joven y enjuto, dormitaba tranquilamente bajo un frondoso roble envuelto en una raída manta, sobre un manto de hierba seca que había enjugado ya toda la humedad acumulada al recibir, a lo largo de la mañana, los ardientes reflejos solares. Seter, un inquieto perro pastor de raza indefinida, correteaba alrededor de las ovejas manteniendo unidas a las reses, parándose de 5
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vez en cuando junto a su amo, como reprochándole la pasividad que mostraba; después de empujarle con su pata derecha y dar unos suaves ladridos volvía a su tarea con los borregos, entonces el pastor volvía a cerrar los ojos, no sin antes maldecir entre dientes al animal por sus continuas e inoportunas visitas. En su letargo, Andrés, no reparó en un extraño suceso que se iba manifestando lentamente; los suaves rayos que se filtraban por entre la espesura de la copa iban perdiendo brillantez y las sombras proyectadas sobre la hierba se disipaban progresivamente. Seter comenzó a ponerse nervioso y sus ladridos terminaron por despertar definitivamente al muchacho, que le recriminó al can su empeño en interrumpir su descanso. La luz se fue tornando tenue y grisácea al tiempo que un fresco rocío se depositaba sobre su ropa y su rostro, humedeciendo con frías y pequeñas gotas su blanco chaleco, hecho con piel de oveja, y su viejo pantalón de lana gris. Andrés miro al cielo buscando allí la repuesta de aquel repentino e inesperado cambio; para su sorpresa no vio nubes, el cielo estaba totalmente despejado y el sol seguía allí, en su cenit, pero apagándose de a poco, perdiendo intensidad sus rayos y desapareciendo ya la cálida caricia que, tan solo unos minutos antes, había hecho las delicias de animales y pastor. 6
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No había transcurrido más de un cuarto de hora y ya el gigantesco disco dorado desapareciera por completo, sin embargo la luz se mantenía, tenue, muy tenue, pero con la intensidad suficiente para poder apreciar las siluetas de los objetos y animales, lo cual le permitía moverse sin tropezar. En un primer instante Andrés se quedó paralizado, no sabía qué hacer y no comprendía nada de lo que estaba sucediendo. Sin apartar sus ojos del cielo comprobaba con asombro como la cúpula celestial estaba totalmente limpia, sin una sola nube, sin sol y sin luna ni estrellas, ¡absolutamente nada!, tan solo aquella tenue luz sin procedencia concreta y aquel rocío, casi helado, que hacía del ambiente un lúgubre y tenebroso crepúsculo. Los fuertes ladridos de Seter le sacaron de su abstracción, dirigió la vista hacia su procedencia y vio como el can se afanaba en hacer volver a una de sus ovejas al rebaño, un cordero joven que se alejaba trotando hacia una prominencia rocosa que se apreciaba, como una tétrica sombra, al final de la pequeña meseta. Viendo que el perro no conseguía su propósito y que el resto de los borregos comenzaban a dispersarse, decidió ir el mismo a por la res al tiempo que ordenaba al podenco que volviese con el grupo; anduvo unos cien metros detrás del animal hasta que vio como éste des7
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aparecía por un estrecho y escarpado sendero que nacía al final del de la llanura; en aquellas circunstancias el angosto camino se hacía casi intransitable para un humano; la tenue luz y la escarcha que se había depositado sobre las piedras sueltas que jalonaban aquella senda hacían que alcanzar al cordero fuese casi imposible; a pesar de todo Andrés no se daba por vencido, su rebaño era todo cuanto poseía y no permitiría que aquel pequeño rebelde fuese pasto de los lobos. Aunque al principio el desnivel no era muy pronunciado, unos cien metros más adelante, a la salida de un recodo, se hacía extremadamente empinado y muy difícil de transitar; la poca luz y los numerosos obstáculos naturales que Andrés debía superar a cada paso incrementaban el riesgo de partirse una pierna, y en tal situación su vida no valdría nada si algo así le sucediese; a pesar de todo, pero extremando las precauciones, decidió seguir; ya no veía al cordero pero sabía que solo podría haber continuado por aquella ruta y estaba decidido a recuperarlo. Andrés avanzaba con extremado recelo; a pesar de su decidida elección tenía miedo, un miedo intangible, desconocido, ¡miedo a la nada!; inesperadamente se apercibió de como el propio cielo desaparecía y todo su entorno era parte de un vacío estremecedor; aquel no era 8
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su mundo y se encontraba solo, estaba realmente aterrado. Seter se revolvía inquieto sin dejar de mirar hacia el pequeño sendero, llevaba ya un buen rato sin poder ver a su amo y su instinto le incitaba a ir a por él, pero su fidelidad en el cuidado del rebaño frenaba sus impulsos afectivos; ladraba sin parar pero no se separaba de las ovejas; por momentos eran aullidos lo que emitía su garganta, diríase que el propio can estaba también aterrado. El horizonte no existía, y las lejanas luces que antes destellaban indicando la existencia de la aldea que se extendía a lo largo del pequeño río, allá abajo, en la ladera de la montaña contigua, también habían desaparecido; ya no quedaba nada que les hiciese sentirse en la realidad, todo cuanto les rodeaba era un inmenso vacío, solo el prado y aquel tosco sendero hacían del lugar un territorio mínimamente mundano. Andrés llevaba andados ya más de trescientos metros pero no alcanzaba a ver el final de aquella senda, tampoco el cordero daba el menor indicio de su existencia; la situación se había tornado aterradora, Andrés se detuvo entonces asaltado por pensamientos confusos y una gran incertidumbre, tan asustado que ya ni pensaba en el animal perdido, no alcanzaba a comprender nada de lo que estaba ocurriendo pero, fuese lo que fuese, sabía 9
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que aquello le superaba, vencía incluso su valor, labrado en tantas noches solo en la montaña con sus ovejas; nunca se había considerado un cobarde pero ahora sentía pavor, un inmenso miedo a lo desconocido, a algo a lo que no podía ni sabia como hacer frente. Llevaba un buen rato quieto, sin avanzar ni un metro, esperando, ilusamente, a despertarse de un mal sueño; el interminable periodo de tiempo que estuvo allí sin moverse hizo que sus ojos se adaptasen mejor a la penumbra y a unos doscientos metros le pareció ver que aquel camino terminaba bruscamente, desapareciendo en un fondo oscuro, sin silueta, como si al final del pasaje se terminase todo; armándose de valor decidió continuar andando, concluyó que todo aquello tendría una explicación razonable y él quería saber cuál era; le extrañaba muchísimo no haberse encontrado con su oveja perdida,y no distinguir su blanca figura ante tan negro fondo le inquietaba, los lados de aquel callejón natural se erguían casi en vertical y la maleza hacía imposible acceder por su falda, por lo tanto, la pequeña res no habría podido desviarse de la ruta que él seguía, pero si aquella terminaba allí adelante, ¿dónde había ido a parar el pobre animal?, lo averiguaría en poco tiempo; aquel destino oscuro estaba cerca y allí buscaría las respuestas a sus inquietudes. 10
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Continuó avanzando, sorteando las rocas casi a ciegas; ya no escuchaba los ladridos de Seter, bien porque estos se disipaban en la distancia o porque, por alguna razón, había dejado de emitir sus llamadas; ese repentino silencio le puso aún más nervioso, pero algo superior a su sentido común le empujaba a seguir adelante. En aquella inamovible oscuridad era casi imposible saber dónde se encontraban los límites de tan escarpado camino, pero a Andrés le pareció distinguir que los laterales del mismo se cerraban sobre su cabeza, convirtiéndose en un estrecho túnel que, extrañamente, conservaba la misma intensidad de penumbra. Teniendo ante sí una especie de camino hacia la nada y no sabiendo hacia donde se dirigía ni cuando llegaría al final, el valiente pastor sopesó muy seriamente la posibilidad de volver sobre sus pasos, pero ¿hacia dónde?; tras de sí había dejado una situación tan extraña y desconocida como la que allí mismo estaba afrontando, un mundo sin sol, sin sonidos, sin estrellas y sin nada conocido; por otra parte, su curiosidad y su obsesión por recuperar al cordero, eran acicate para seguir avanzando. Mientras caminaba hacia lo inédito, por su cabeza pasaban miles de preguntas sin respuesta, no se explicaba siquiera la presencia en ese lugar de aquella extraña senda, totalmente desconocida 11
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para él hasta ese momento, un lóbrego sendero aparecido de la nada, de aquella misma nada que todo lo llenaba y que había cambiado su mundo en tan solo unos minutos. Decidido a continuar y a llegar hasta el final de aquella vía, si ese final existía, aceleró sus pasos aprovechando que el terreno, ya dentro del túnel, se hacía mucho más regular; ante sí continuaba la penumbra, pero al avanzar unos cuantos metros le pareció distinguir algo más de claridad, como si aquel oscuro conducto fuese girando hacia alguna luz esperanzadora; esa nueva circunstancia le hizo sentir un escalofrío, una extraña sensación, una extraña sensación de alivio y temor se apoderó de él; volvió a detenerse presa de la duda y la incertidumbre, ¿qué podía hacer?, ¿avanzar inexorablemente hacia lo desconocido o salir huyendo hacia la nada?; la visión de aquella claridad, en vez de animarle, aumentó su perplejidad y le frenó en seco, aunque solo por un momento, su curiosidad y su arrojo le hicieron reanudar nuevamente la marcha hacia aquel iluminado punto, fundamento de su propio miedo. A pesar de que su avance se volvió más lento y sigiloso, siguió adelante notando como aquella claridad se hacía de a poco más intensa; con el corazón encogido y todos sus músculos en tensión, luchaba por mantener la calma 12
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y por evitar el agarrotamiento de sus miembros inferiores que casi se negaban a sostenerle. En el cenit de aquella tensión, sintió unos apresurados pasos detrás de sí y antes de que tuviese tiempo de girarse noto como sobre su espalda se abalanzaba algo inesperado; el grito que surgió de su garganta llenó el silencio del estrecho túnel y el propio eco de su terror provocó en su corazón tal sobresalto que a punto estuvo de perder el conocimiento, pero justo en el momento en que intentaba huir dominado por su desconcierto, sonaron junto a su oído dos suaves ladridos, mientras una viscosa lengua recorría su cara desde la barbilla hasta la parte inferior de su oreja; sintió entonces un enorme alivio y, sin saber si reír o llorar, se giró para abrazarse a su fiel e inseparable perro que ante la tardanza de su amo y las tétricas circunstancias, decidió abandonar la manada y salir en busca de su dueño para protegerle y, probablemente, para sentirse también protegido, ya que el propio can estaba sumamente asustado y perturbado por tan extrañísimo suceso. En compañía de Seter, el camino sería más fácil, alcanzarían aquella fuente de luz que iluminaba, cada vez con más intensidad, el pasadizo, y aunque no podía quitarse de la cabeza la suerte que podrían correr sus ovejas ya no barajaba en ningún momento la posibilidad 13
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de regresar sin averiguar que estaba ocurriendo en su mundo, en su tiempo y en su propia existencia inmediata. Sintiéndose mucho más seguro en compañía de su fiel podenco acelero su marcha con el objetivo de alcanzar cuanto antes el origen de aquella luminiscencia; a pesar de que la misma se hacía cada vez más potente, no lograba ver el origen de esta debido a la forma interior del paso en pronunciada curva. Caminando cada vez con más seguridad debido a la, ya, importante, iluminación alcanzada en ese tramo y al extra de tranquilidad que le aportaba la compañía de Seter; alcanzaron juntos una zona recta en la que se encontraron de frente con una brillante luz multicolor que llenaba la pequeña salida de aquel agujero y les cegaba hasta el punto de no distinguir las paredes que les rodeaban. Jamás había visto algo tan bello y al mismo tiempo tan abrumador. Haciendo visera con los brazos para proteger sus ojos y conseguir ver al menos donde pisaba, avanzaron juntos hacia aquella hermosa luz. Mientras se acercaban Seter no dejaba de ladrar y enseñar los dientes; algo había en aquella luz que no agradaba al perro pero éste no se separó ni un momento de su amo. 14
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Capítulo 2 Aquel pesado silencio que viniera acompañando a la penumbra, se fue convirtiendo, lentamente, en un penetrante zumbido, un sonido agudo y pertinaz, como si millones de abejas sobrevolasen sus cabezas dispuestas a abalanzarse sobre ellos en cualquier instante. Seter intensificó sus ladridos y Andrés notaba como la inquietud de su can iba en aumento, el hecho de que el perro se mostrase tan desconfiado hizo crecer exponencialmente su intranquilidad; Dudó por enésima vez y se detuvo durante un momento, un largo y tenso momento. Sin embargo aquella luz le atraía cada vez con más fuerza, y a pesar de su miedo sentía un inexplicable deseo de avanzar hasta el final del túnel; una indomable curiosidad le llamaba hacia lo insólito. Las sonoras adver15
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tencias de su servil acompañante, asociadas a aquel incesante zumbido, comenzaban a irritarlo, aumentando aún más su nerviosismo, por lo cual, con voz autoritaria y firme, ordenó a Seter guardar silencio; el can, fiel y obediente, cesó en sus gruñidos pero sin dejar de mantener una actitud de rechazo y desconfianza ante aquella situación. La distancia hasta el origen de aquel hermoso destello era ya muy escasa, tan solo unos metros más y descubriría, al fin, que provocaba aquel intenso reflejo. A muy pocos pasos del final de la galería se dio cuenta que el umbral de la irradiación no tenía su origen en el mismo túnel, Éste desembocaba en una especie de valle de pequeñas dimensiones al fondo del cual se erigía, imponente, un arcoíris multicolor de penetrante brillo, casi cegador; aquel vello arcoíris era el origen de la luminiscencia que tanto le atraía. A los lados de aquella pequeña y plana extensión no alcanzaba a distinguir absolutamente nada, una repentina oscuridad confinaba su horizonte y el insistente zumbido había cesado repentinamente; no concurría más que la absoluta inexistencia; tan solo el imponente albor multicolor marcaba la presencia de algo visible, a más de una especie de hierba roja bajo sus pies, que se extendía hasta la misma luz difuminándose en el resto ante la oscuridad de aquel vacío. 16
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Antes de seguir avanzando miro a su perro, este estaba aterrado, con la grupa encogida sobre sus patas traseras y en posición de sumisa resistencia, ya ni siquiera se denotaba en su gesto la desconfianza o el rechazo; sus ojos reflejaban miedo, un miedo irrefrenable que le hacía anclarse en el terreno sin atreverse a dar un solo paso más; Andrés, sin embargo, sintió una extraña paz al encontrarse ante la imponente luz; por alguna razón, el haber llegado hasta allí sin haber sufrido ningún percance, el haberse encontrado con tan tranquilizadora claridad después de tanta penumbra, le hacían sentirse mucho mas confiado y relajado. Quizá el instinto del can percibiese algo que Andrés no alcanzaba a imaginar siquiera; de lo que no cabía la menor duda, era que aquel animal sentía pánico mientras su amo daba muestras de una confianza y una tranquilidad nada acordes con las circunstancias ni con sus sentimientos previos. Subyugado por la visión que ante sí tenía, reanudó la marcha hacia el colorido y luminoso arcoíris; Seter ni se movió, de su garganta tan solo brotaban unos aullidos casi inaudibles, como suplicas desesperadas pidiendo a su amo que no siguiese adelante; Andrés se giró para animar a su mascota a que le acompañase en el camino hacia la luz, pero el perro no obedeció; por primera vez en mucho 17
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tiempo la fidelidad del animal flaqueaba incomprensiblemente, ¿qué podía asustar tanto a Seter que le impedía seguirle, a pesar de la insistencia en sus llamadas?; intentó arrastrarlo para continuar con él, pero a más insistía Andrés más reculaba Seter; ante la imposibilidad de convencer a su fiel compañero tomó la decisión de acercarse solo. Cuanto más cerca estaba de la luz más atraído se sentía por la misma, y así llegó a situarse justo ante ella, a solo unos centímetros, tan cerca que podía tocar aquellos rayos luminosos con la mano; era una sensación inimaginable, como si todos sus miedos y desconfianzas dejasen de existir allí mismo; dio un paso más, su cuerpo contacto de lleno con aquel esplendor e inmediatamente desapareció tras el mismo; Seter comenzó entonces a ladrar como un poseso, pasó de su postura sumisa y asustadiza a mostrar una agresividad inusitada pero, a pesar de todo, no avanzó un solo centímetro, la incondicional fidelidad a su amo no lograba superar su miedo a lo desconocido.
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Capítulo 3 Inexplicablemente, al atravesar la pantalla luminosa, Andrés se encontró otra vez rodeado de tinieblas; en solo un instante dejó de percibir la calma y el sosiego que le habían atraído a la luz y le habían animado a meterse de lleno en lo inexplorado; quiso volver sobre sus pasos, huir lo más aprisa posible, pero al girarse ya no había nada, solo oscuridad; aquel portal de segadora luz y bellos colores había desaparecido y a su alrededor solo se distinguía la penumbra, la misma penumbra que le había envuelto después del extraño suceso acaecido en el prado donde, unos minutos antes, descansaba a la sombra de un roble rodeado por su rebaño y bajo la atenta mirada de su fiel mascota.
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En ese preciso momento, solo de nuevo entre la lúgubre opacidad, volvió a sentirse invadido por el miedo, mucho más intenso e incontenible esta vez. Paralizado por el pánico no conseguía reaccionar ante a la nueva e inesperada situación, ahora sí se sentía solo y realmente asustado, ni su inseparable Seter estaba allí para darle un mínimo de tranquilidad con su contacto. Debido al intenso reflejo que le había deslumbrado, tan solo unos segundos antes, se encontraba prácticamente ciego, lo cual acrecentaba notablemente su turbación; durante un buen rato se mantuvo totalmente quieto esperando algún hecho inesperado que acabase con su vida, bien mediante el ataque de algún ser desconocido o siendo victima de su propio miedo, pues al ritmo que latía su corazón no estaba seguro de que éste pudiese soportar semejante sobrecarga de trabajo. Como le ocurriese cuando se apagó el sol, a los pocos minutos, su vista se fue adaptando a la penumbra y comenzó a distinguir algunas sombras, extrañas formas oscuras que se aparecian tras unas grandes rocas negras; todo era lúgubre y macabro, no se veían colores ni reflejos, nada era blanco o, sencillamente, claro, solo oscuridad y sombras; siguió sin moverse durante un largo periodo de tiempo, en parte debido a la poca visibilidad existente 20
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y en mayor medida debido al pánico que oprimía su voluntad. Al irse adaptando sus ojos progresivamente a la penumbra, comenzó a distinguir mejor el terreno, éste era muy abrupto, jalonado de peñones y viejos árboles de troncos y hojas oscuras; todo cuanto alcanzaba a divisar eran hoscas sombras, formas que se recortaban en un intenso crepúsculo. Totalmente desorientado y perdido en aquella deprimente oscuridad, tomó la decisión de avanzar, de buscar, quizás, otra luz como la que había visto al salir de aquel pasaje, alguna pequeña esperanza en el inmenso e inquietante paisaje. Sorteando los obstáculos que se alzaban ante sí y mirando, una y mil veces, detrás de cada piedra o árbol que iba superando, se fue adentrando en aquel extraño bosque de piedra y madera muerta; el mismo rocío, frio y penetrante, que había sentido sobre sí al despertar en la pradera, podía percibirlo aquí nuevamente; la temperatura era bastante baja y a pesar de llevar ropa de abrigo, tiritaba por momentos, aunque no tenía muy claro si era por el frio o por la tensión acumulada con los acontecimientos. No había avanzado ni cien metros cuando, de repente, oyó, no muy lejos de él, algo parecido a un gemido sordo, seguido de unos golpes casi imperceptibles, se detuvo en 21
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seco y, rápidamente, oteó la penumbra buscando la causa; forzó sus ojos hasta sentir dolor, pero no consiguió ver nada más allá del lúgubre paisaje y las abrumadoras sombras. Andrés comenzaba a plantearse seriamente su estado mental, ¿estaría viviendo un insólito sueño del cual no conseguía despertar, o se encontraba inmerso en una realidad sobrenatural de la cual, por el momento, era él el único protagonista?; le costaba razonar, ante el miedo y la confusión su cerebro no funcionaba con la debida normalidad y era eso, probablemente, lo que le hacía escuchar aquellos extraños sonidos. Con el corazón oprimido por la ansiedad que le producía aquel entorno, reanudó la marcha; con más cautela que antes, dirigió sus pasos hacia el lugar que creía ser la procedencia de aquellos quejidos lastimeros, se asomó tembloroso tras un negro y corroído tronco para mirar al otro lado, al rodear el inerte madero noto ante sí un soplo cálido y maloliente procedente de un rostro indefinido del cual tan solo alcanzó a ver unos enormes y brillantes ojos negros, fue tal su impresión ante aquella inesperada aparición que el sobresalto le hizo caer hacia atrás, se levantó rápidamente y echó a correr sin rumbo, pero en aquella casi oscuridad no tardo en tropezar y dar con sus huesos nuevamente en el suelo; su mala suerte quiso que en la caída se diese un fuerte 22
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golpe en la rodilla izquierda al chocar esta contra un inoportuno peñasco tan áspero y negro como todo cuanto allí existía, giró sobre sí mismo y se quedó tendido de espaldas en la dura y fría superficie, paralizado por el pánico y doliéndose en silencio de su malograda articulación, si ya aquella situación le estaba resultando desesperada, ahora debería arrastrar el hándicap de una estúpida cojera que limitaba su movimiento y lo hacía más vulnerable a lo imprevisto. No tenía ni idea de cuánto tiempo estuvo en el suelo casi sin moverse, observando insistentemente a su alrededor, en busca de cualquier inesperada aparición que terminase por minar del todo su, ya de por sí, deteriorada moral, fueron unos momentos extremadamente tensos, pero con el correr de los minutos se fue relajando lo suficiente como para decidir incorporarse; una vez en pie, noto que el dolor en su pierna era bastante más intenso de lo que había sentido en el primer instante, le costaba mantenerse erguido y no veía nada a su alcance que le pudiese servir de apoyo; pero a cada nueva dificultad, más convencido estaba de que debería superar aquella insólita situación. Arrastrando su dolorida extremidad se dirigió de nuevo hacia el viejo tronco, frio e inmóvil unos metros delante de él; con infinita precaución y el pecho oprimido por la tensión, vadeó 23
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lentamente el impasible obstáculo, asomando su cabeza para mirar al otro lado, pero no consiguió ver absolutamente nada, tan solo la parte posterior del árbol y la constante penumbra; quizás su mente le había jugado una mala pasada. Era tal su nerviosismo que probablemente su imaginación le hacía ver aquello que solo existía en sus propios miedos, intentó convencerse de ello y esa actitud le dio renovadas fuerzas para afrontar tan angustiosa realidad.
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Capítulo 4 Sabía que la puerta luminosa que le había facilitado la entrada en aquel extraño mundo había desaparecido tras de sí, pero confiaba en que, de alguna manera, encontraría la forma de salir de allí y abandonar aquella pesadilla. Su principal objetivo, mientras se mantuviese con vida y tuviese fuerzas suficientes, sería dar con el modo de volver a su realidad, con su rebaño y con su querido y fiel amigo de cuatro patas que, a buen seguro, estaría haciendo guardia en la entrada de aquel maldito túnel esperando su regreso. Visiblemente lastrado por su herida, pero con renovados ánimos, comenzó a adentrarse en aquel extraño mundo de tinieblas y sombras; las negras y ralas siluetas que podía distinguir en un principio se iban convirtiendo en un espeso bosque oscuro, aquellos árboles muertos y petrificados iban ya apareciendo densos y frondosos, si bien en ningún momento 25
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perdían su aspecto tétrico y su fuliginoso color. Los peñascos, parte del paisaje en la misma entrada, ya no se distinguían entre la macabra maleza y formaban ahora parte de los escarpados pasos entre la densidad arbórea. Sin tener un rumbo ni una referencia en aquel desconocido laberinto de tinieblas, Andrés decidió avanzar todo lo recto que el terreno le permitía, bordeando los obstáculos y buscando siempre las zonas más claras y despejadas; confiando en que cuanta más visibilidad tuviese más seguro estaría, ya que, aunque se había auto convencido de que aquella macabra visión tras el tronco no había sido más que una mala jugada de su mente condicionada por el miedo, en su interior tenía el convencimiento de que no estaba solo en aquel lugar y que lo que podía encontrarse no sería, precisamente, una agradable compañía. Internado de lleno en la espesura ya no cabía el arrepentimiento y la marcha atrás era tan solo otra manera de entregarse a su destino, pues desde el mismo momento que se decidió a traspasar la luz toda posibilidad de regreso se había esfumado y ahora solo barajaba la opción de buscar otra salida y afrontar los peligros que su incierto futuro, en aquel extraño lugar, le deparaba.
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Con mucha dificultad y después de un buen rato caminando, afrontó una empinada colina en lo alto de la cual una prolongada muralla de piedra, no muy alta, hacía las veces de frontera entre el bosque y un pequeño prado de hierba roja, una hierba idéntica a la que alfombraba el túnel por el cual había llegado a la luz. Una vez alcanzada la cresta se asomó por encima del muro para poder distinguir lo que había al otro lado; lo que alcanzó a ver hizo que un escalofrío recorriese todo su cuerpo dejándole totalmente horrorizado, un indefinible ser se encontraba agachado engullendo con voracidad algo que no alcanzaba a distinguir; ante la primera impresión se echó rápidamente al suelo para esconderse de aquello, pero al poco tiempo comenzó a asomar lentamente la cabeza para poder dar crédito a su primera visión; aquel ser inverosímil seguía allí, arrancando a girones la carne de lo que parecía ser un pequeño animal; a pesar de la escasa luz, no le era difícil distinguir la escena, al mismo tiempo que escuchaba los gruñidos guturales que emitía la demoniaca criatura. Forzando su vista para ver con más claridad el suceso, distinguió, unos metros más allá, algo blanco sobre aquella roja majada, el único objeto de color claro que se había encontrado en todo su camino; mirando más detenidamente aquello, 27
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se dio cuenta que se trataba del pellejo de un animal, inmediatamente lo asoció con la piel del cordero que se le había escapado en el prado; aquella cosa horrenda se estaba comiendo a su borrego; había asumido tantos riesgos para recuperarlo, y finalmente se lo encontraba entre las fauces de un desconocido monstruo, aquella hiriente ironía le hizo sentirse rabioso consigo mismo, no solo no había podido salvar a su res sino que estaba poniendo en peligro su propia vida; la situación le resultaba extremadamente absurda, pero era tan real que solo podía resignarse y seguir intentando sobrevivir. Se encontraba estupefacto observando la acción cuando el abominable ser se giró hacia él levantando la cabeza, fue entonces cuando vio otra vez aquellos ojos negros, aquella mirada que le había espantado poco después de haber entrado en aquel infierno, no sabía si echarse a correr o permanecer inmóvil, cualquier decisión en aquel momento era igual de alentadora, por lo cual decidió quedarse quieto y seguir observando; aquella cosa tampoco se movía, pareciera como si también se sintiese asustada, o al menos sorprendida, por la presencia de Andrés; en tan larga observación pudo distinguir con relativa claridad las facciones del extraño ser; no medía más de un metro sesenta, aunque su posición en cuclillas y encor28
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vado no daban una referencia exacta de su tamaño, sí pudo apreciar Andrés que su cabeza era inusualmente grande, con una boca prominente y largos dientes incisivos, grandes orejas y nariz casi imperceptible, como si formase un todo con su zona bucal, una especie de hocico corto que se extendía hasta su entrecejo, a cada lado del cual aparecían aquellos negros y grandes ojos que ya viera la primera vez, sus extremidades eran largas y delgadas pero exageradamente fibrosas, finalizadas en unas manos con largos dedos provistos de enormes y negras uñas a modo de garras, sus piernas, cortas y robustas, acababan en unos enormes pies de preponderantes prolongaciones, posiblemente adaptados para trepar con facilidad a los árboles, no tenía pelo, excepto en la zona abdominal y pélvica, y su columna vertebral sobresalía exageradamente de su cuerpo, como si estuviese pegada a su espalda y no formase parte principal de esta; a pesar de su pequeña estatura aparentaba ser muy fuerte, aunque su cuerpo pareciese escuálido en proporción a su cabeza; se trataba de un ser realmente repulsivo y aterrador, sin embargo, toda la fiereza que, a simple vista, aparentaba, parecía disiparse en un comportamiento más bien tímido y asustadizo. Al cabo de un rato de estar ambos fijándose mutuamente, aquel engendro dio media vuelta y echo a correr precipitadamen29
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te, con una incomprensible facilidad para moverse en tan dificultoso terreno. Andrés dudó entre ir tras él o esperar un poco a que se alejase lo más posible antes de abandonar su posición tras el muro, finalmente optó por esto último, se mantuvo unos minutos más observando y cuando ya consideró pasado el peligro, soportando el dolor que le producía su deteriorada rodilla, saltó la rocosa pared y calló rodando al otro lado, sobre la roja hierba. El frio roció seguía calando su cuerpo y la oscuridad no daba señales de desaparecer en ningún momento; Andrés comenzaba a convencerse de que ya nunca abandonaría la noche eterna en la que se encontraba sumergido, pues ni siquiera en aquel prado escarlata había variado lo más mínimo la intensidad de la luz, siempre la misma penumbra, aunque sus ojos se habían ya acostumbrado a ver en aquella situación de sombra, como si hubiese desarrollado enormemente un sentido que durante toda su vida tan solo había utilizado limitadamente. Andrés notó, no sin sorpresa, que a pesar de aquel frío relente que le había acompañado desde el principio de su desventura, la hierba estaba seca, como si esa húmeda escarcha tan solo se depositase sobre su piel. Había tantas cosas que no era capaz de comprender, ¿cómo podían existir árboles y vegetación, 30
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aunque fuesen fuscos y lúgubres, en aquella constante oscuridad?, ¿llegaría quizás en algún momento, el albor que pusiese fin a aquella noche eterna?, ¿dónde se encontraba el firmamento conocido en aquella negra cúpula vacía?; eran tantos los enigmas que consideró mucho más sensato no buscar la lógica de aquello y dedicar toda su capacidad imaginativa a idear la forma de encontrar una salida lo antes posible. Ya no le preocupaba lo que pudiese encontrarse, esperaría la sorpresa y actuaría en consecuencia, al fin y al cabo, no dependía de él nada de lo que el inmediato futuro le deparase, tan solo le cabía afrontarlo con la mayor entereza y, sobre todo, venciendo su miedo, el principal obstáculo para reaccionar a tiempo en situaciones inesperadas. Soportando el dolor de su rodilla y con la dificultad que la misma le ocasionaba al caminar, se dirigió hacia la blanca piel que había visto estando detrás de la pared, quería comprobar si, efectivamente, se trataba de su cordero extraviado; al alcanzar la pieza y observarla detenidamente no le cupo la menor duda, era su pequeña oveja, que había corrido mucha peor suerte que él; inerte, yacía sobre aquel suelo púrpura gran parte de la razón que le había llevado a meterse en aquel submundo. Se volvió a erguir y continuó lentamente su marcha hacia adelante, aquel pequeño 31
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prado no tendría más de trescientos metros de longitud, a partir de allí, la oscura foresta volvía a engullirlo todo; entonces, nuevamente, cada uno de sus pasos dependería solo de lo que el destino le tuviese preparado detrás de cada árbol o peñasco; aquel momento de relativa relajación en la zona despejada tocaría muy pronto a su fin y, una vez más, la tensión y el nerviosismo serían el principal aliado de su supervivencia. Nuevamente internado en la espesura, confiaba totalmente su destino al inesperado discurrir de los acontecimientos, tras cada viejo tronco, cada piedra o cada sombra, le esperaba su inmediato futuro. A pesar de su decidida elección no tenía ni la menor idea de hacia donde se dirigía, ni qué podría encontrarse en su camino; arrastrando el dolor de su lesión y totalmente desorientado, solo seguía adelante, esperando que una afortunada casualidad le pusiese ante la solución de aquel dilema. Al cabo de muchos minutos, quizás horas (le resultaba imposible saberlo), vio, por segunda vez, algo blanco que destacaba en la penumbra, esta vez no se trataba de ningún objeto inerte abandonado sobre la hierba, era algo vivo, se movía a considerable altura sobre el suelo; la distancia era aún demasiada como para distinguir perfectamente la imagen, pero 32
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aquella intensa blancura era perfectamente perceptible entre las sombras. Al notar que aquello se dirigía hacia él, se frenó en seco, una vez más se vio en la tesitura de decidir entre echarse a correr o mantenerse firme en espera de poder descubrir que era lo que se acercaba, armándose de valor optó por esto último y esperó; tras la blanca entidad fue distinguiendo de a poco una silueta oscura, ya se podía formar una imagen mucho más definida; aquella cosa blanca era la barba que cubría el rostro de alguien, se le encogió el corazón al apreciar lo que parecía ser un ser humano, o al menos algo muy similar. Cuando lo tuvo suficientemente cerca pudo apreciar perfectamente que se trataba de una persona, concretamente de un anciano de tez oscura, muy alto y con una espesa y nívea barba. Su indumentaria era simple y austera; una larga bata negra, como una especie de sotana, cubría su largo y delgado cuerpo y sus pies apenas estaban protegidos por unas sandalias abiertas que parecían estar hechas de algún tipo de piel desconocida para él, una piel totalmente negra y con una textura extraña, algo así como el recubrimiento corporal de algún tipo de pez o animal acuático, algo realmente alentador, ya que significaría que en alguna parte de aquel siniestro lugar habría por lo menos donde poder satisfacer su sed; de 33
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todos modos, lo más importante era que, por primera vez desde que abandonara su mundo conocido, se encontraba con un ser humano y que, para su tranquilidad, Éste no parecía suponer ningún peligro para su integridad; de todos modos permaneció inmóvil y en silencio mientras aquel anciano seguía avanzando, lo hacía ayudándose con un palo a guisa de bastón, y sus movimientos, aunque lentos, eran seguros y decididos; llegado ya a su altura, no se detuvo, pasó muy cerca, a tan solo un par de metros de donde él se encontraba, pero ni siquiera le miró, seguía su camino con la vista perdida y sin notar su presencia. Andrés se dio cuenta al instante de que aquel viejo era ciego, a pesar de casi tropezar con él no le había visto y la fijación de su mirada en el infinito era un claro indicio de la invidencia del sujeto. Viendo que no se detenía decidió llamar su atención, era aquella la primera vez que iba a hablar con alguien desde que cruzara el arco, y más concretamente con un ser humano, desde hacía muchos días, tantos como los transcurridos desde que abandonara su aldea con el rebaño rumbo a los altos pastos que servían de alimento a sus reses. -Señor.- Dijo indeciso y sin levantar la voz.El anciano se frenó en seco y se giró inmediatamente, entre sorprendido y asustado, preguntando. 34
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- ¿Quién está ahí?-Me llamo Andrés y estoy perdido en este bosque, realmente ni siquiera sé dónde estoy, busco la manera de salir de aquí.- ¿Por qué quieres salir de aquí, acaso no es éste tu territorio?- Ya quisiera yo que así fuese, al menos tendría idea de donde me encuentro, pero realmente no sé cómo explicarle mi situación, yo no pertenezco a este mundo, mi presencia aquí es consecuencia de unos acontecimientos que resultan totalmente ilusorios para mí; quizás usted podría darme algunas respuestas.El anciano permaneció un buen rato en silencio, pensando, como si no le resultase nada extraño el comentario de Andrés; al cabo de un instante rompió su silencio. - ¿Cómo me dijiste que te llamas?- Andrés señor.- Mi nombre es Alterio y este bosque es mi hogar desde hace muchos años, tantos que ya ni recuerdo cuantos son.En sus palabras se podía entrever un vestigio de nostalgia y resignación, como si hiciese muchísimo tiempo que había perdido la esperanza de salir de aquel lugar; sin embargo, algo en su expresión hacía creer a Andrés que 35
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aquel hombre volvía a sentir la necesidad de intentarlo de nuevo. - ¿Cómo ha llegado usted aquí?- Fue hace muchísimo tiempo, recuerdo que me encontraba paseando por el bosque cercano a mi hogar, acostumbraba a hacerlo a diario, ¿sabes?; he sido siempre muy activo y uno de mis mayores placeres era recorrer el bosque al terminar mi jornada. Yo era labrador, tenía tierras muy productivas y conseguía muy buenas cosechas, aquellas internadas en el monte me hacían sentir libre, pero ese día comenzaron a suceder cosas raras, el mundo cambió en poco tiempo; sucesos muy extraños sucedieron de repente, y buscando un camino de regreso a mi hogar me introduje en un oscuro túnel, que recorrí hasta tropezarme con la luz por la cual entré en este mundo, nunca más he vuelto a ver claridad alguna y aquí continúo desde entonces.Se podía apreciar que sus respuestas eran nostálgicas, como si con el correr de los años sus recuerdos fuesen cada vez más dolorosos. El anciano rememoraba aquel momento casi con lágrimas en los ojos; estaba claro que, a pesar del tiempo transcurrido, seguía añorando su hogar, sus tierras y su tranquila vida entre los maravillosos bosques de su comarca; pero si había vivido todos esos cambios y los 36
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recordaba con tanta nitidez no podía haber sido ciego antes de los acontecimientos, su ceguera tendría que deberse a otras circunstancias. Andrés decidió preguntarle al respecto, y ante la curiosidad del pastor, Alterio evocó, no sin esfuerzo, aquellos lejanos días. - Recuerdo que yo veía perfectamente cuando sucedió, fue al atravesar la luz cuando de pronto me di cuenta que no podía ver absolutamente nada, mis ojos se apagaron para siempre en cuanto me metí en aquel arcoíris, desde entonces vago por este lugar ayudado de mi bastón.Alzó la rustica vara que sujetaba en su mano diciendo, - Son ya muchos años y me he adaptado, ahora esta oscuridad forma parte de mi existencia y ya no necesito ver para moverme de un lado a otro, pero te aseguro, que daría la mitad de mi vida por volver a percibir el mundo en colores, por volver a sentir, aunque fuese solo un solo día, el trajín de un mundo normal; apenas puedo imaginármelo.Andrés se sintió profundamente afectado al escuchar a aquel hombre; él, al menos, no había perdido la vista y, si bien su rodilla le estaba haciendo sufrir bastante, se sentía afortunado ante la situación de aquel anciano. - ¿Ha intentado usted abandonar este sitio alguna vez?- preguntó Andrés cambiando de tercio. 37
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- Todos estos años he pensado en la forma de volver pero, como ya habrás notado, no lo tengo nada fácil, ni siquiera sé dónde estoy y no puedo tampoco ver a donde voy, en estas circunstancias es muy difícil buscar la forma de salir de aquí.- Tiene razón, no ha tenido mucho sentido mi pregunta; de todos modos, ahora podríamos intentarlo juntos, usted lleva mucho tiempo aquí y yo puedo ver, quizás entre los dos podamos dar con la manera de abandonar este lugar.- Muchacho, admiro tu optimismo, pero no creo que tuviésemos mucha suerte en el intento, conozco otros individuos en este territorio, muchos llevan tiempo intentándolo y nadie lo ha conseguido, este mundo es eterno y solo nos queda resignarnos.Aquellas palabras no eran precisamente las que Andrés esperaba oír y no pudo evitar que el considerable aumento en su ilusión, al encontrarse con alguien de su especie en aquel sitio, se viniese un poco abajo después de escuchar al viejo; tenía la esperanza de que Alterio le ayudase a abandonar ese sub mundo y se encontró con la resignación. De todos modos, no desistiría en su objetivo e intentaría por todos los medios convencer al viejo para iniciar juntos la tarea. 38
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- Alterio, yo estoy herido en una rodilla y no tengo la menor idea de cómo subsistir aquí, usted sabe cómo hacerlo, como alimentarnos, además conoce esto, aunque no pueda ver, juntos podemos luchar por nuestro regreso, si nos resignamos tan solo nos queda esperar la muerte en este oscuro lugar, lejos de los nuestros y sin saber siquiera si algún día alguien llorará por nuestra falta; creo que deberíamos permanecer juntos y no darnos por vencidos, usted mismo ha dicho que daría la mitad de su vida por volver a ver de nuevo su verdadero mundo, eso puede ser posible; quizás del mismo modo que perdió la vista al entrar aquí podría recuperarla si consiguiese salir, deberíamos intentarlo.El hombre mayor se quedó pensativo durante un rato, después de tanto tiempo ya no se encontraba con fuerzas suficientes como para comenzar de nuevo aquella, prácticamente inútil, búsqueda al regreso, pero por otro lado estaba allí, ante un hombre muy joven y con fuertes esperanzas de lograr aquel cometido, aunque no aceptase por él no quería ser el causante de la desilusión de aquel muchacho, al menos, apoyándole, llegaría a sentirse bien consigo mismo; por otra parte, al cabo de tantos años casi de soledad absoluta, sería algo positivo disfrutar de la compañía de un nuevo amigo, joven y con una fuerza moral que ya no 39
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quedaba en aquel lugar. Después una larga pausa efectuada mientras pensaba en todo eso, respondió con dos escasas pero esperanzadoras palabras para Andrés. - De Acuerdo.Andrés se sintió aliviado, temía no poder convencer a Alterio y la idea de seguir solo con aquella tarea no le agradaba lo más mínimo, en compañía del viejo todo sería mucho más llevadero y posiblemente consiguiese salir adelante; si un ciego había sobrevivido allí tantos años no tenía la menor duda de que permanecer a su lado consistía una gran ventaja para su propia supervivencia, a pesar de la incapacidad visual de Alterio, entre ambos se complementarían y sus posibilidades serían mucho mayores. - Me alegra mucho su decisión, estoy seguro que entre los dos podremos encontrar la forma de abandonar este lugar.- No te hagas muchas ilusiones muchacho, hay aquí mucha más gente de la que te imaginas y una gran parte de ella han intentado alguna vez, sin haberlo conseguido, lo mismo que tú pretendes, admiro tu optimismo, pero te aconsejo que no te entusiasmes demasiado.-
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- No es una cuestión de entusiasmo, es una cuestión de persistencia, no estoy dispuesto a resignarme a pasar aquí el resto de mi vida.- Muy bien joven amigo, entonces comencemos la tarea; vayamos, antes de nada, hasta el valle del agua, ya comienzo a tener hambre y debemos descansar antes de iniciar un camino que podría ser eterno.- ¿El valle del agua?, ¿entonces hay agua por aquí?- pregunto Andrés sin poder disimular su alegre sorpresa. - Pues claro que sí, como crees que podría haber sobrevivido tantos años de no ser así, ¿acaso crees que soy un camello extraterrestre?respondió el anciano en tono jocoso y soltando una sonora carcajada. - Es verdad, no ha sido una pregunta muy acertada, debí suponer eso desde un principio, pero estoy tan desconcertado que ni se me ocurrió pensarlo.El ciego retomó su camino y Andrés le siguió incondicionalmente, arrastrando notablemente su cojera; aquel viejo hombre se movía con una soltura increíble por el espeso y abrupto bosque, con la sola ayuda de su improvisado bastón eludía todos los obstáculos que encontraba a su paso, como si pudiese ver muchísimo mejor que él mismo, parecía que 41
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aquellos ojos perdidos tuviesen una luz propia que le permitían distinguir el camino con mucha más claridad que la realmente existente en aquella penumbra. Caminaron durante un buen rato en silencio; Andrés avanzaba expectante, oteando en todas direcciones, ojeando todos los rincones pendiente de cualquier cosa que pudiese aparecer detrás de cada tronco, de cada peñasco; le extrañaba sobremanera la tranquilidad de Alterio como si tuviese la plena seguridad de que nada podría ocurrirles, no observaba en él más preocupación que la de tantear el terreno con su vara para no tropezar, por lo demás, no denotaba ni el más mínimo titubeo; Aquella decidida actitud de su compañero no conseguía, sin embargo, tranquilizarle demasiado. Casi a oscuras y en tan tenebroso lugar, Andrés no podía creer que no existiesen insospechados peligros, era más, algo en su interior le decía que no tardarían en afrontar situaciones inesperadas. Llevaban ya mucho tiempo caminando y Andrés estaba impaciente, por lo cual preguntó a su longevo acompañante de travesía. - ¿Aún falta mucho para llegar a ese valle?- Ya no muchacho, pronto estaremos allí, no seas ansioso, aquí el tiempo corre muy lentamente, ya lo irás notando.42
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- Admiro su tranquilidad, yo no podría tomármelo con esa templanza aunque quisiese, y mucho menos estando en su situación.- ¿A qué situación te refieres?- pregunto Alterio un poco contrariado. - A su falta de visión, debe ser terrible no poder ver lo que ocurre a su alrededor.- No tardarás en darte cuenta que en este lugar la vista no es el más importante de los sentidos, entre las tinieblas, el estar ciego llega a ser, muchas veces, incluso una ventaja, mis demás sentidos están mucho más desarrollados y eso me permite adelantarme a ciertas situaciones en las que la vista no me serviría para nada; me he quedado ciego pero sé muy bien que la luz no es abundante en este lugar, tampoco tú puedes ver mucho más allá de unos metros, algunas veces preferirás no haber podido ver nada.- Comienza usted a preocuparme, ¿qué podría ver que me hiciese pensar así?- Si llegase el momento ya lo comprobarás por ti mismo.A Andrés se le erizó el bello al escuchar a Alterio, aquel comentario no le tranquilizaba en absoluto, ¿que podría haber en aquel lugar como para desear no verlo?, prefirió callar y no seguir preguntando, seguro que las respuestas 43
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del viejo desencadenarían más miedo e incertidumbre en él y lo que buscaba era todo lo contrario.
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Capítulo 5 La espesura comenzó a difuminarse lentamente dando paso a una superficie mucho más regular y despejada, a pesar de lo poco que alcanzaba a ver en la sombra, fue distinguiendo de a poco una colina sembrada de aquella extraña hierba roja. Comenzaron entonces a subir una suave pendiente rumbo a la cima de aquel montículo; en aquel terreno Alterio se movía con muchísima más facilidad que él mismo; su pierna no le permitía avanzar fácilmente y el dolor iba en aumento, estaba deseando llegar a aquel valle para descansar un rato y poder observar detenidamente su herida. En lo alto de aquel altozano alcanzó a ver una especie de resplandor muy tenue, como si la luz fuese más intensa tras el collado, la variación era mínima, pero se notaba un cierto 45
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aumento en la visibilidad allí arriba. No tardaron en alcanzar la cima y Andrés sintió un escalofrío al ver lo que había al otro lado; una sensación de emoción y sorpresa recorrió su cuerpo al tiempo que pisaba la parte más alta de aquel cerro. La luminosidad en el valle, que se extendía en la falda de la colina, era mayor que en el resto del lugar, no podría decirse que desapareciese la penumbra pero, aunque tenuemente, podían distinguirse los objetos a una considerable distancia. Andrés intento descubrir el origen de aquella mayor claridad, pero, al igual que en su prado, cuando desapareció el sol, no pudo encontrar la causa, solo una negra cúpula sobre sus cabezas, y bajo sus pies la hierba que, según comenzaban a bajar, iba cambiando su color hasta transformarse en verde, como si una pequeña parte de aquel mundo comenzase a parecerse, mínimamente, a las añoradas montañas donde, no hacía mucho, compartía su vida con las ovejas y su inefable compañero y mascota. Justo a los pies de la ladera se levantaba una empalizada a modo de barrera protectora, la cerca rodeaba casi todo el valle y estaba vigilada por varios seres apostados sobre unas rústicas torres de centinela hechas de negros maderos y una especie de cuerdas fabricadas con finas lianas entrelazadas; una puerta prin46
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cipal daba acceso al recinto y la misma disponía de dos de aquellas torres, una a cada lado, las hojas del portalón estaban también construidas con maderos y sogas de liana; en el centro de aquel improvisado poblado se extendía una laguna de considerables dimensiones, sus aguas eran limpias y cristalinas; Andrés dedujo enseguida que era esa la fuente de abastecimiento de agua de aquella aldehuela y que, como había dicho el viejo, era la base de su subsistencia. Ya abajo, ante la imponente entrada, cuya altura superaba los cinco metros, su viejo compañero se dirigió a los vigilantes. - Abridnos, este muchacho viene conmigo.- Donde le has encontrado, nunca ha estado por aquí.- Respondió desde arriba el que parecía llevar la voz cantante. - Ha cruzado la luz y estaba perdido, me encontré con él en el bosque; he decidido ayudarle a buscar la salida, pero necesitamos descansar un poco y aprovisionarnos para emprender el viaje.- ¿Buscar la salida?, ¿es que te has vuelto loco Alterio?, entrad; y ya nos contarás como se te ha ocurrido semejante estupidez.Una de las enormes hojas de madera se entreabrió dejando pasar a los dos hombres, 47
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Alterio entro sin dificultades, pero a Andrés le rodearon enseguida un grupo de individuos armados con palos, uno de ellos se acercó a él y revisó sus ropajes antes de dejarle seguir tras el anciano. Estaba claro que aquellos hombres temían a algo y tomaban todas las medidas de precaución posibles para no ser sorprendidos, pero, ¿a qué temían en aquel lugar?, él había estado fuera y nada extraño le había atacado ni había visto seres posiblemente agresivos que pudiesen hacerles daño, tan solo aquel raro espécimen que se había comido a su cordero le había hecho sentir temor, pero no más del que había sentido el propio ser al verlo a él ante sí, no podría decirse que aquel extraño ente podría consistir un peligro para ellos; de lo que no tenía la menor duda era de que a alguien o a algo temían, lo cual, pensando en su inmediato viaje en busca de la salida, no era muy tranquilizador. Ya no le urgía tanto comenzar la misión, decidió que mejor se quedaría allí un tiempo para averiguar todo lo que pudiese acerca de aquellos parajes, de lo que podría encontrarse en su camino y como tendría que defenderse; prepararía bien el viaje y de paso daría tiempo a que se curase su rodilla, ya muy posiblemente debería estar en plena forma para echar a correr más de una vez. Llamó a Alterio, que estaba entrando en una choza unos veinte metros más adelante 48
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acompañado por otros dos hombres de parecido aspecto, el viejo se dio la vuelta preguntando. - ¿Qué ocurre Andrés?- ¿Tenemos algún sitio para pasar aquí unos días?, lo he estado pensando y creo que será mejor que descansemos un tiempo y nos preparemos bien antes de salir en busca de la salida.- Claro que si chico, yo vivo en esta aldea y tengo mi propia casa, podemos quedarnos allí todo el tiempo que queramos.- Ideal, entonces nos quedaremos un tiempo a descansar y prepararnos, creo que necesito ponerme al tanto de muchas cosas antes de comenzar el viaje.- Veo que comienzas a entrar en razón, el sentido común empieza a prevalecer sobre tu ímpetu.- Su compañía debe estar cambiando mi carácter.Dijo esto último convencido de que la tranquilidad y el sosiego de aquel hombre le aportaban la confianza y el aplomo suficiente para tomarse la situación de una manera menos desesperada. Una vez en el interior de la cabaña, Alterio le conto a los otros dos ancianos los por49
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menores de su encuentro, estos no parecieron sentirse extrañados ante la nueva visita y departieron durante un rato sobre los detalles de su llegada; Andrés prefirió no intervenir en la conversación, solo si le preguntaban algo respondería a aquellos hombres, no quería influir en el desarrollo del diálogo para, de esa forma, poder enterarse con más exactitud de las realidades existentes; temía que, ante la desconfianza, pudiesen ocultarle referencias importantes que serían esenciales para conseguir su objetivo. Al cabo de unos minutos charlando entre ellos, uno de los ancianos se dirigió a Andrés interesándose por su experiencia. - Dime muchacho, ¿sigue existiendo el mundo al otro lado de la luz?Andrés relató pormenorizadamente su experiencia y puso a los hombres al tanto de lo ocurrido. El relato de Andrés no pareció sorprender a aquellos canos personajes, no había la menor duda de que todos ellos habían pasado por experiencias semejantes, y que su estancia en ese sitio era un hecho común a todos cuantos allí se encontraban. - ¿Llevan ustedes mucho tiempo aquí?- Preguntó Andrés.
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- Unos más que otros, no todos hemos venido al mismo tiempo, aquí van llegando algunos de vez en cuando y otros terminan desapareciendo sin más, es posible que nosotros seamos los más longevos del lugar, pero no somos los únicos, ya lo habrás notado.- Si, lo he notado, pero me ha parecido ver también unos extraños seres deambulando por la aldea; yo he visto antes algo así en el bosque, ¿que son esos animales?Andrés se refería a unas criaturas con el mismo aspecto que aquella que él había visto comiéndose a su cordero; le resultó algo sorprendente ver a esos especímenes mezclados con los humanos y conviviendo en la misma aldea. - Son góronas, una especie entre humana y animal que forma parte de este mundo y cohabita con los que llegamos del otro lado de la luz, ellos son quienes nos proporcionan alimento, van a buscar sustento diariamente para que todos podamos sobrevivir aquí; no son agresivos y son muy serviciales, hay muchos fuera de esta aldea viviendo en estado salvaje, pero temen a los humanos y no suponen ningún peligro para nosotros.- ¿Pero que pueden cazar en este lugar?, hemos caminado durante horas sin encontrarnos un solo animal o algo que se pueda comer, tan solo 51
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he visto a una de esas cosas comerse a mi cordero, que llegó aquí, al igual que yo, atravesando la luz, pero nada más, no comprendo que es lo que pueden cazar.- Como puedes ver aquí no tenemos tierras cultivables ni existen medios para conseguir alimentos, no nos mantenemos solo bebiendo agua, necesitamos comer, y puedes estar seguro que lo hacemos, muchacho, ya iras conociendo mejor este sitio y te sorprenderás de muchas cosas que aún no has visto. Andrés opto por guardar silencio, tenía claro que descubriría muchas cosas insospechadas en aquel lugar, ya iría encontrando respuestas a sus dudas y preparándose así para su gran objetivo, el regreso a casa. Terminada la reunión, Alterio le invitó a abandonar aquella choza, una vez fuera se dirigieron, caminando entre construcciones de barro y paja, hacia el fondo de la aldea, bordeando el lago, anduvieron unos doscientos metros hasta alcanzar un pequeño saliente de madera en la líquida superficie, probablemente una zona construida especialmente para recoger agua con más comodidad. Justo allí, se encontraba un cruce donde las cabañas se repartían en dos grupos a los cuales se accedía por caminos diferentes, Alterio giró a la izquierda y enfiló un sendero de 52
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tierra mas blanda, abandonando la orilla; unos metros más adelante, tanteando con su bastón los bordes de la senda, se plantó frente a la puerta de una chacra solitaria. Empujó la hoja de tablones y esta se abrió produciendo un chirrido agudo y desagradable, prueba inequívoca de la falta de mantenimiento y el abandono; no estaba cerrada con llave, de hecho no tenía ni cerradura; la puerta, en aquella cabaña, no tenía otra misión que la de evitar que penetrase el frio aire exterior. Todo era muy austero en el interior, poco más que un camastro de paja y un pequeño soporte a modo de colgador ubicado en un rincón de la estancia; en la otra esquina, una especie de palangana confeccionada con un tronco horadado rudimentariamente y un recipiente en forma de bidón, también fabricado del mismo modo, lleno de agua; las paredes revocadas con barro y el suelo de tierra, sobre el cual se erguía una rustica mesa hecha de oscuras ramas y una banqueta de tres patas del mismo material, completaban el parco habitáculo. - Ponte cómodo.- Dijo Alterio a su invitado con un tono cargado de ironía; Andrés sonrió ante aquella invitación, estaba claro que no tenía muchas opciones para hacer lo que el viejo le indicaba, de todos modos respondió dándole las gracias, con no menos jocosidad que la 53
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que Alterio utilizare para hacerle el ofrecimiento; se sentó sobre el borde del camastro mientras el anciano lo hacía en la desangelada banqueta. - Bueno chico, ya estamos en casa, como ves aquí no disfrutamos de muchos lujos, pero esto es lo más parecido que hay a mi antiguo hogar en todo este mundo, ya habrás notado que si consigo marcharme de aquí no es mucho lo que abandono, casi me alegro de no tener herederos, sería patético dejarles esto como legado.Alterio soltó una sonora carcajada al terminar sus palabras, desde luego no sentía mucho arraigo hacia tan ínfimas propiedades. Andrés se sentía realmente cansado y su rodilla le pedía a gritos un poco de alivio, pidió permiso al viejo para tumbarse sobre el camastro y a los pocos minutos dormía profundamente, el anciano podía escuchar su agitada respiración y en su rostro se dibujó una sonrisa dulce y generosa; a él le tocaría dormir sobre el suelo de tierra esta vez, estiró sobre el mismo una vieja esterilla hecha de paja trenzada y se dispuso también él a relajar su cuerpo, ya más frescos podrían comenzar los preparativos de su misión.
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Capítulo 6 Andrés abrió sus ojos aún aturdido por el largo sueño, no sabía cuánto tiempo había estado durmiendo, pero en su cuerpo notaba que habían sido bastantes horas, se sentía mucho mejor, relajado y con más energía; estiró sus entumecidas extremidades y el dolor de su pierna le hizo recordar que seguía herido; la penumbra y la visión del interior de la choza lo volvieron a la realidad, todo lo vivido hasta entonces, para su desgracia, no había sido ningún sueño y esa maldita realidad continuaba siendo su principal problema. Alterio no estaba en la cabaña, se había despertado mucho 55
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antes que él y dedicaba su tiempo a cumplir con la rutina de siempre. Andrés se incorporó y se dirigió hacia el barril, tomó agua con la improvisada palangana y se lavó la cara con evidente placer; el frio líquido, al contactar con su piel, le proporcionó una relajante sensación y despejó su mente, estuvo un rato disfrutando de tan agradable efecto, al terminar, secó su rostro con un viejo retal colgado en la pared a modo de toalla y se dispuso a buscar a su añoso compañero. Salió de la barraca y se encaminó hacia el lago, entre la sombra alcanzó a distinguir la figura de Alterio que volvía hacia su refugio, su barba y cabellos blancos resaltaban sobre la penumbra haciendo su imagen inconfundible. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pudo distinguir en su mano un extraño pez, cuya piel era idéntica a la de las sandalias del anciano, ahora comprendía de donde había quitado el viejo el material para fabricar su calzado. - Nuestro desayuno.- Dijo Alterio sonriendo y levantando el pescado al notar la presencia del pastor. Si el cano personaje hubiese podido ver el gesto de Andrés al decirle aquello, probablemente se hubiese sentido ofendido. A pesar del apetito que sentía, aquel animal no le resultaba al pastor especialmente apetecible; jamás había visto nada parecido y mucho me56
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nos comido semejante cosa, pero ya se estaba mentalizando en que debería afrontar situaciones totalmente nuevas y desagradables y alimentarse de lo que en aquel lugar había era una de ellas; su curiosidad le llevo a preguntar la procedencia de lo que sería su primera comida en las tinieblas. - ¿Ha pescado usted eso?- No hijo, me resultaría difícil dadas las circunstancia, no tenemos aquí aparejos de pesca y coger uno de estos a mano en mi situación sería algo complicado, ¿no crees?; un górona me lo facilitó, ellos nos consiguen el alimento, a cambio nosotros les permitimos vivir en la aldea y les ofrecemos nuestra compañía, se podría decir que son como nuestras mascotas y nos lo agradecen con su fidelidad; a pesar de que la mayoría habita en estado salvaje en el exterior, y esos sí son realmente fieros, algunos se han adaptado a convivir entre nosotros.- He visto a esos seres y no parecen precisamente muy de fiar.- No te dejes llevar por su apariencia, en realidad son inofensivos y muy tímidos, el verdadero peligro no son estos, ¿acaso crees que de ser peligrosos los tendríamos aquí con nosotros?; llevo muchos años en este lugar como para no saber a qué debo temerle, y te aseguro que hay 57
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otros peligros mucho más importantes de los que cuidarse; estos góronas corren más peligro que nosotros mismos, por eso prefieren vivir aquí en la aldea, se sienten protegidos y a cambio colaboran en nuestras necesidades.- Si usted lo dice.- Respondió Andrés sin mucho convencimiento; a él aquellos híbridos entre humanos y bestias le seguían causando bastante miedo. Mientras conversaban fueron avanzando y habían llegado ya de nuevo a la choza, entraron sin preocuparse de cerrar la puerta y, una vez dentro, Alterio partió el pescado por la mitad con sus propias manos ofreciendo una parte a Andrés; éste se quedó sorprendido, no podía creer que tuviesen que comerse aquello crudo y atónito ante esa posibilidad preguntó a su anciano compañero. - ¿Es que vamos a comernos eso crudo?- Tu verás, si puedes hacer fuego de algún modo sería todo un placer para mi cocinarlo, yo jamás he conocido el fuego en esta zona y tampoco me atrae la idea de pasar hambre. Si tú no quieres padecer la sensación de estar sin comer, también deberás ir acostumbrándote a hacer cosas que nunca te has imaginado que podrías afrontar en circunstancias normales, lo siento pero las cosas son así y mientras no en58
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contremos esa salida que tanto ansías es lo que hay.Andrés estaba hambriento, pero la sola idea de desayunarse aquel horrendo pescado sin pasarlo antes por las brasas le hizo perder el apetito, no se veía capaz de consumir aquello, si ya de por sí le resultaba repulsivo a la vista cuanto más no lo sería llevárselo crudo a la boca; prefirió rechazar la invitación, al menos por el momento, quizás más adelante, cuando el hambre apretase, no le quedase más remedio, pero en aquel instante se vio con fuerzas suficientes como para resistir algún tiempo más sin ingerir alimento. - Le agradezco sinceramente su hospitalidad pero preferiría no comerme eso, no creo que me sentase muy bien, intentaré buscar la forma de hacer fuego, si no lo consigo ya me plantearé pasarme al sushi; saldré a dar un paseo y conocer un poco la zona, quizás encuentre algo interesante que nos ayude en nuestro cometido.Dejó a Alterio comiendo su ración de pescado crudo y salió a investigar los alrededores, su pierna ya no le dolía tanto pero aún cojeaba considerablemente. Tiró por el sendero hacia el lago y se dirigió luego a la zona de cabañas más cercana a la entrada, donde habían estado con los otros dos ancianos al llegar, quizás ellos pudiesen contarle muchas más cosas; 59
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en su camino, no dejaba de ojear todos los rincones en busca de algún utensilio que le sirviese para encender una pequeña hoguera; fue una más de sus tantas frustraciones, desde que dejara su rebaño en la montaña, no había encontrado nada utilizable para poder llevar a cabo su objetivo. Alcanzó la entrada principal y una vez más tuvo que someterse a las preguntas de los dos guardianes. - ¿Que buscas por aquí, por qué no está Alterio contigo?-Solo he salido a conocer un poco la aldea, no tengo intención de meterme en líos.- ¿Líos? En líos te meterás en cuanto salgas de aquí, sí es cierto lo que ha dicho Alterio sobre eso de que pretendes buscar una salida de este bosque, nadie ha regresado nunca una vez atravesada la luz, ¿por qué crees que tu sí podrías conseguirlo?- No sé si podré conseguirlo, pero no pienso resignarme a pasar el resto de la eternidad en esta penumbra comiendo engendros de pescado crudo, si no lo consigo al menos lo habré intentado.- Allá tú, pero muchos lo han intentado antes y, que nosotros sepamos, todos han terminado en el castillo de fuego, padeciendo una eterna 60
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esclavitud; solo un viejo excéntrico como Alterio podía prestarse a acompañarte en esa locura.- No pretendo arrastrar a nadie en mi tentativa; Alterio no tiene nada que perder y así lo ha comprendido, ¿acaso vosotros estáis mejor aquí que en el infierno?, este lugar es lo más parecido a ese antro que me puedo imaginar, si algo me ocurre no habrá cambiado mucho. - Pues que tengáis suerte muchacho, nosotros seguiremos esperando, es posible que algún día vuelva a salir el sol y todo vuelva a la normalidad.- Es posible, pero yo no me quedaré a esperar, Alterio lleva haciéndolo durante más tiempo del que es capaz de recordar y sigue en las tinieblas; supongo que muchos de vosotros lleváis también muchísimo tiempo aquí, ¿qué os hace pensar que todo cambiará solo, de repente?- Todo cambió de repente el día que desapareció el sol, de igual manera podrían invertirse los acontecimientos.Andrés decidió no insistir más, sabía que no convencería a aquellos hombres y optó por despedirse con una pregunta. - ¿Sabéis si podré encontrar a los dos hombres que hablaron con nosotros cuando llegamos?61
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- ¿Orgán y Dalman?- No conozco sus nombres, son los que nos recibieron al llegar.- Supongo que estarán en su choza, aquí no hay a donde ir y muy raramente salen de su casa.- Respondió el centinela de mala gana. - Gracias, espero que todo os vaya bien.- Igualmente.- Le respondieron con sequedad. Tomando el desolado camino se dirigió al refugio de los dos hombres; no tenía ni idea si aquellos sujetos estarían dispuestos a hablar con él, pero, si quería respuestas más concretas, debería intentarlo, ya que, al menos hasta el momento, Alterio no estaba despejando sus dudas; tan solo satisfacía vagamente su curiosidad con respuestas intencionadamente inconcretas, como si no quisiese preocuparle con una realidad desconocida y, quizás, mucho más oscura de lo que pudiese imaginarse.
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Capítulo 7 A pesar de la penumbra podía distinguir al borde del sendero las chozas que bordeaban el mismo, recordaba haber entrado en la tercera de la derecha siguiendo a Alterio a su llegada y hacia aquella se dirigió confiando en que Orgán y Dalman pudiesen darle más información; una vez ante la puerta dudó durante un instante, no conocía a aquellos tipos más que de verlos e intercambiar escasas palabras con ellos y no podía imaginarse cual sería el recibimiento que le dispensarían; mucho menos aun si estarían dispuestos a mantener una conversación sobre el tema, era muy probable que mantuviesen la misma reserva que Alterio al respecto, con lo cual no habría avanzado nada y corría el riesgo de que su compañero se cerrase aún más si se enteraba de su iniciativa. 63
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De todos modos, tenía una firme convicción en su propósito y todo cuanto pudiese ayudarle a conseguir su objetivo sería aprovechado, entre otras cosas, los conocimientos de aquellos dos individuos; necesitaba respuestas, ya que seguía sin comprender absolutamente nada de lo que le estaba sucediendo. La puerta estaba cerrada, Andrés golpeó tres veces en la madera sin obtener contestación, permaneció a la espera durante un rato antes de insistir nuevamente en su llamada, batió, una vez más, sus nudillos en la tranquera, está vez con algo más de ímpetu, entonces sí, a los pocos segundos la puerta se entreabrió; tras la oscura rendija apareció el rostro de un hombre con barba espesa y nariz prominente, sus ojos parecían irritados, como si terminase de despertarse en ese mismo momento; vestía, al igual que todos en aquella aldehuela, una larga bata oscura; no alcanzo a ver sus pies, los cuales permanecían ocultos tras la puerta entornada, pero pudo imaginarse que estos estarían calzados con unas sandalias similares a las de Alterio, con toda seguridad hechas también con la piel de aquellos asquerosos peces que les servían también de alimento, como el que su anciano acompañante le ofreciera para el desayuno. - ¿Que deseas muchacho?- Le preguntó el hombre, medio dormido todavía. 64
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- Hola, ¿me recuerda?, he estado ayer aquí con Alterio, hablamos con usted y su compañero. - Claro que te recuerdo, no viene tanta gente por aquí como para olvidar un rostro, ¿Qué es lo que deseas?- le repitió. - Me gustaría poder hablar con ustedes, pero no parece una buena hora, volveré en otro momento si no le importa.- No, no te preocupes, cualquier momento es bueno; aquí, donde no existen el hoy ni el ayer no tenemos preferencias temporales, dormimos cuando sentimos sueño y el resto del tiempo lo pasamos mirando la penumbra o charlando, si encontramos con quien, y parece que ahora mismo yo he encontrado con quien charlar.- Si, será un placer compartir con ustedes una conversación.- Respondió Andrés sonriendo. - Pasa muchacho, dentro estaremos más cómodos, y haz el favor de tutearnos, tenemos muy pocos amigos aquí y nos sentimos mejor en confianza.El anfitrión le facilitó el paso y, tras cerrar la pesada puerta, ambos se dirigieron al centro de la cabaña; en un rincón, sobre un improvisado camastro de paja, se encontraba el otro hombre, todavía dormido; Orgán, que había sido quien le abriera, le ofreció una de 65
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las dos banquetas que se hallaban en la estancia junto a una rustica mesa, mientras él permanecía de pie. El interior de aquel lugar era casi idéntico a la morada de Alterio, solo se diferenciaban en la cantidad de utensilios y la existencia de dos lechos en vez de uno, algo lógico teniendo en cuenta los habitantes que compartían la vivienda. - ¿Y bien muchacho, que te trae por aquí?- vosotros sois las únicas personas, además de Alterio y los guardias, que he visto desde que he entrado en este extraño lugar; con Alterio he recorrido un largo camino hasta llegar aquí, no he visto más humanos e ninguna otra parte y me gustaría saber muchas cosas sobre este sitio.- ¿Y qué podemos decirte nosotros que no te haya contado ya Alterio?- Por ejemplo que es lo que hay en el bosque, además de góronas sin domesticar, Alterio me ha hablado de algo mucho más terrible, algo que ni puedo imaginarme, pero no me ha concretado absolutamente nada, según él, los góronas no son peligrosos pero sí existe un gran peligro que no me ha explicado en que consiste; tampoco me ha dicho nada sobre este sitio, que es y porqué estamos aquí. He pensado que quizás vosotros podríais ponerme más al corriente sobre esta situación, decirme que es lo 66
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que tanto mal puede hacernos si vamos a buscar la salida.Mientras conversaban, el compañero de Orgán se despertó, mirando con extrañeza hacia él, se desperezó y preguntó - ¿Qué ocurre, que hace aquí este hombre?- No te preocupes Dalman, es el joven que ha llegado con Alterio, ha venido hasta aquí para hablar con nosotros.Dalman se irguió y se acercó a ellos, tomando la banqueta libre se sentó al otro lado de Andrés. - ¿Cuál es tu nombre?, no recuerdo habernos presentado aún.- Me llamo Andrés.- Yo me llamo Dalman y él es Orgán, los dos somos amigos desde hace mucho tiempo, y vivimos en la misma cabaña para no aburrirnos tanto, también le hemos propuesto a Alterio que se venga aquí con nosotros, pero no ha querido; él es un viejo solitario y prefiere vivir aislado, no comprendemos como ha aceptado meterte en su casa.- Serán solo unos días, luego iremos juntos en busca de la salida, ha aceptado acompañarme.- Lo sabemos, nos lo contó ayer, antes de que tú te acercases. Creo que ya te imaginas lo que 67
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pensamos sobre eso; es una locura, nadie ha conseguido nunca abandonar las tinieblas, el guardián de la oscuridad no permite que nadie lo haga, solo él decide a quien llevarse y cuando lo hace envía a sus cazadores a por el elegido, pero puedes estar seguro que no es para sacarlo de este mundo.- ¿A dónde les llevan entonces?- No lo sabemos, nadie lo sabe; se rumorea que más allá del bosque, en el confín de las tinieblas, tiene su palacio de fuego y que allí les encierra convirtiéndoles para siempre en sus esclavos, pero son solo rumores, en realidad nadie está seguro de que hace con los elegidos.- ¿Qué aspecto tiene ese guardián, es humano como nosotros?- Ojalá lo fuese, su aspecto es algo que nadie conoce, podría ser el mismo demonio, de hecho muchos aquí lo piensan.- No me extraña, esto es lo más parecido al infierno que he conocido hasta el momento.- Tienes razón, esto es un verdadero infierno, pero la eterna esclavitud, al servicio del guardián, sería infinitamente peor.- ¿Cuándo llegasteis vosotros a este lugar ya era todo igual que ahora, no existía la luz ni los sonidos de la naturaleza, tal como yo la he conocido?68
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- Así es, en todo este tiempo no ha cambiado absolutamente nada, esta penumbra es eterna; hay quienes piensan que en algún momento todo puede revertirse, que podría aparecer de nuevo el sol y regresaríamos cada uno de nosotros a su hogar, pero solo los más jóvenes especulan con esa posibilidad, nosotros, los que ya llevamos aquí un periodo incalculable de tiempo, hemos asumido que nada volverá a ser como antes; solo nos queda esperar nuestro turno hasta el día que el guardián decida llevarnos, pues aquí nadie se muere nunca, no se envejece, no transcurre el tiempo, solo se está; esto solo termina cuando los cazadores vienen a buscarte.- Pero, ¿si la vida aquí es eterna para que necesitáis entonces comer y beber?- Lo necesitamos para satisfacer nuestras necesidades, si no ingiriésemos alimentos ni agua padeceríamos, a más, el sufrimiento del hambre y la sed; no morimos pero si sentimos el sufrimiento, y estar sufriendo una eternidad no es algo que nos agrade mucho, ya sufrimos suficiente viviendo en las tinieblas, sin poder hacer nada más que esperar.- Pero Alterio me dijo que si no nos alimentábamos no subsistiríamos.- Muchacho, está claro que Alterio te aprecia, no quiere que sufras, si te ha dicho eso es para 69
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que, sabiéndote inmortal, no decidas ayunar dejándote llevar por los escrúpulos, lo que aquí comemos no es muy apetecible. Probablemente no te ha contado toda la verdad para que puedas llevar tu estancia aquí de la mejor manera posible.- No entiendo, si esto es así para que tenéis la aldea vallada y vigilantes en la entrada; si no podéis morir y estáis resignados a entregaros cuando os vengan a buscar los cazadores del guardián, ¿Qué sentido tiene vigilar?- No vigilamos para protegernos nosotros, lo hacemos para proteger a los góronas que aquí viven, son nuestra principal fuente de alimento, ellos nos sirven y nosotros les protegemos de sus congéneres salvajes; los góronas sí mueren y suelen ser atacados por los que están fuera para utilizarlos como alimento, por eso vigilamos, para que no puedan entrar aquí.- Pero me ha dicho Alterio que los góronas son inofensivos, que temen a los humanos.- Y así es, nunca atacan a los humanos pero sí se atacan entre ellos, y los que aquí habitan no están preparados para defenderse, ya que están domesticados y no conciben el poder agredir a uno de los de su especie, por esa razón les protegemos nosotros.-
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Sin duda alguna, Andrés se estaba enterando de muchas cosas, aunque, a pesar de todas las explicaciones de Orgán y Dalman, no llegaba a comprender aquel sin sentido; por mucho que intentaba toparle alguna lógica a todo aquello, le resultaba imposible asimilar lo que le estaban diciendo, de todos modos, pensó, si en verdad no podían morir, contaban con una gran ventaja a la hora de intentar la evasión. Animado por la sinceridad y la buena disposición de sus dos anfitriones, continuó preguntando. - ¿Pero por qué razón os habéis resignado a permanecer aquí si no tenéis ningún futuro?, ¿es que nunca habéis pensado en buscar la manera de salir de este macabro territorio?- Fuera de esta aldea no conocemos más que negra espesura, ni agua ni comida, no sabemos hacia donde tendríamos que dirigirnos; el guardián y sus cazadores no nos permitirían alcanzar jamás el confín de estas tierras, sería una aventura hacia la nada; al menos aquí comemos y bebemos todos los días, lo cual nos hace más llevadera la espera.- Pues yo lo tengo decidido, si finalmente he de caer en manos del guardián prefiero que sea lo antes posible, pero no me entregaré sin más, intentaré escapar de este averno como sea.-
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- Tú sabrás lo que deseas, nosotros no podemos ayudarte, tan solo podemos desearte suerte, y ojalá que lo consigas.- En serio que no os comprendo, ¿Qué es lo que tenéis que perder?, ¿acaso no os gustaría salir de aquí?- Claro que nos gustaría, pero somos realistas. Sinceramente, nos produce un inmenso temor aventurarnos ahí afuera, sino encontrásemos la manera de salir, que sería lo más probable, significaría un largo periodo de sufrir hambre y sed para, finalmente, terminar esclavizados en el castillo de fuego; te aseguro, muchacho, que si pudiésemos morir hace tiempo que lo habríamos intentado, pero pensar en padecer un interminable sufrimiento sin encontrar nunca descanso, nos produce pánico.- Le respondió Orgán. En cierto modo, el argumento planteado por Orgán tenía mucho peso, tampoco a él le gustaba la idea de soportar sed y hambre durante una eternidad, sin posibilidad de liberarse de esa penuria, pero, ¿Por qué estaban tan seguros de que no habría comida ni agua fuera de aquel recinto?; si nunca lo habían intentado no podían estar tan convencidos de ello; ante la duda la pregunta era evidente.
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_. ¿Cómo podéis estar tan seguros de que solo aquí existe agua y comida si nunca habéis salido?- Claro que hemos salido, ¿acaso no te has encontrado con Alterio muy lejos de esta aldea?, nosotros también hemos estado muchas veces fuera; además, para llegar aquí en su momento, al igual que tú, hemos recorrido un largo camino, desde que atravesamos la luz hasta encontrar este sitio tuvimos que vagar por el bosque sufriendo lo indecible, sabemos muy bien lo que se pasa y por eso no queremos repetir la experiencia. Las veces que salimos tan solo nos alejamos lo justo para poder regresar cuando lo consideramos necesario, tú has tenido mucha suerte al encontrarte con Alterio, eso te ha facilitado mucho las cosas, quizás si no hubiese sido así, no estarías ahora pensando en abandonar el poblado.Podía ser que el viejo tuviese razón, su explicación tenía mucha lógica, pero, ¿y si cabía la más mínima posibilidad de lograrlo?, ¿Se iba a quedar en aquella penumbra para toda la eternidad pudiendo tener una probabilidad de evitarlo, aunque fuese muy remota?; decididamente no era su intención dejar pasar la oportunidad de afrontar aquel reto, a pesar de los pesimistas consejos de aquellos hombres; por otra parte, contaba ya con el apoyo de Al73
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terio y su firme decisión de participar en la tentativa. Hablaría con Alterio, e intentaría convencerle para que persuadiese a Orgán y Dalman respecto a su aventura; aquellos dos hombres sabían mucho y, al contrario de Alterio, poseían intacto el sentido de la vista, lo cual les permitiría reconocer mucho más fácilmente la zona y les facilitaría enormemente moverse en aquel, para él, siniestro y desconocido bosque; si pudiese captar su apoyo se sentiría mucho más tranquilo. Mientras Andrés hacia sus cavilaciones sonaron unos golpes en la puerta, Dalman se levantó y fue a ver de quien se trataba; al abrir apareció ante sí un górona portando un pez de considerable tamaño y una especie de bolsa hecha con el mismo tipo de piel que las sandalias de Alterio y de sus dos nuevos conocidos, está bolsa estaba cerrada casi totalmente, menos en uno de sus extremos en forma de embudo, como si se tratase de una vasija de pellejo; el górona entregó ambas cosas a Dalman. Andrés pudo imaginar que aquella bolsa estaba llena de agua, sobre el pescado, ya tenía claro que uso le darían. - Gracias Gosún.- Le dijo el viejo al extraordinario individuo. Éste respondió con un gutural
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gruñido, mientras daba media vuelta y y se perdía camino abajo. Dalman cerro tras de sí y se dirigió nuevamente hacia donde ellos estaban. - Ya tenemos el desayuno, ¿quieres compartirlo con nosotros?- Pregunto dirigiéndose a Andrés. Era la segunda vez en poco tiempo que le ofrecían comer de aquel horrible pez y de nuevo debía excusar su negativa ante la generosidad de aquellos hombres, como ya había tenido que hacer con Alterio poco antes, terminaría por aceptar la imposibilidad de permanecer mucho tiempo sin probar aquel siniestro manjar. Ante la insistencia de los dos personajes, optó por excusarse sutilmente poniendo a su anciano amigo como excusa. - Os agradezco la invitación, pero debo irme ya, he quedado con Alterio para comenzar los preparativos de nuestra marcha; volveremos a hablar antes de partir, me gustaría que para entonces hayáis cambiado de idea y os decidáis a venir con nosotros.- No creo que lo hagamos amigo, tal vez sería mejor que fueseis vosotros quienes os planteaseis suspender esa tentativa.- Le respondió Dalman. 75
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- Creo que eso será más difícil que conseguir convenceros para que nos acompañéis.- Respondió Andrés sonriendo. Saludando cortésmente se dirigió a la salida, abrió la puerta y atravesó el umbral, tomando, una vez fuera, el sendero hacía el portalón de entrada al poblado y, en solo unos segundos, desapareció entre la bruma. - ¿Qué opinas?- Preguntó Orgán a su compañero. - ¿Qué que opino?, ¿Es que te estas planteando la idea de acompañarles?-No sé, quizá el muchacho tenga razón y no sea tan descabellado su plan, al fin y al cabo quedarnos aquí eternamente tampoco es una opción muy halagüeña.- ¿Estás hablando en serio?, ¿hace solo un momento estabas intentando convencerle para que desistiese y ahora te estas planteando acompañarles?, creo que no estás en tus cabales.- Su tenacidad me está haciendo pensar, ¿y si tiene razón, y si hay una manera de salir de aquí, de volver a nuestro mundo anterior, con nuestras familias, nuestra vida y también (hizo una pequeña pausa antes de soltar con contundencia) ¡nuestra muerte!? Jamás creí que algún día desearía poder morir; después de 76
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tanto tiempo, ¿no crees que sería fantástico volver a disfrutar otra vez de todo eso? - Veo que el chico te ha hecho soñar, ambos sabemos que es imposible lo que pretende, ¿qué sentido tendría seguirle en su insensatez?- No sé, es probable que me haya dejado influir por su optimismo, olvídalo.- Concluyó Orgán para zanjar el tema.
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Capítulo 8 El viejo Alterio estaba echado sobre el camastro con los ojos abiertos y clavados en la techumbre de ramas y paja, como si pudiese ver en lo alto la esencia de sus pensamientos; había dormido bastante mal en el duro suelo y, aprovechando la ausencia de Andrés, decidió reposar un poco sobre la blanda paja del jergón, El siniestro chirrido de la puerta al abrirse le hizo incorporarse. - ¿Quién anda ahí, eres tú Andrés?- Sí, soy yo, ya estoy de vuelta.- ¿Cómo te ha ido en tu paseo?- En realidad no he ido precisamente a pasear, más bien he salido a despejar algunas dudas, he estado con Dalman y Orgán.El viejo frunció el ceño ante la confesión de Andrés. - De que habéis hablado.- Preguntó interesado. 79
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- De muchas cosas, quizás usted tenga algo más que contarme.- Que podría contarte que no te haya dicho ya, he respondido a todas tus dudas hasta el momento.- ¿Seguro que no me ha ocultado nada?- ¿Que te han contado ellos?A Alterío le pilló por sorpresa el comentario de Andrés; no sabía si los otros dos le habían hablado sobre la realidad de los hechos y no quería cometer alguna imprudencia, por eso prefirió que fuese el propio Andrés quien le dijese lo que sabía. El muchacho le contó todo cuanto habían disertado en casa de Orgán, ante la evidencia, no le quedó a Alterio más remedio que entregarse a la sinceridad y abrirse con el chico. - No he querido sincerarme contigo para no desanimarte, te he visto tan decidido que he preferido no minar tu moral diciéndote cosas que, al fin y al cabo, irías descubriendo por ti mismo. Sinceramente, Andrés, lo he pensado mucho y no me gustaría que pases aquí tanto tiempo como he pasado yo, por eso estoy dispuesto a acompañarte, aunque nos arriesguemos a soportar una muy larga agonía en caso de fracasar.80
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- Pues la información que me han dado Orgán y Dalman, me ha inspirado enormemente para trazar un plan que pueda permitirnos soportar mucho tiempo sin tener que regresar, debemos comenzar ya a hacer los preparativos, necesitaremos para ello la colaboración de algún górona; ¿conoce a alguno de confianza que pueda ayudarnos?- Claro que sí, pero no sé si querrán salir de la aldea, los que se han criado aquí nunca han abandonado el poblado y le temen al bosque.- Estarán protegidos por nosotros, eso les dará confianza, necesitaremos de sus habilidades para conseguir alimento y agua ahí afuera, si es que existe, y de su fuerza y resistencia para ayudarnos a cargar con las provisiones.- Intentaré convencerle, pero no te garantizo nada.- Me basta con que lo intente. A propósito, Alterio, quisiera pedirle otro favor.- ¿De qué se trata esta vez?- He intentado convencer a Orgán y Dalman para que nos acompañen, ellos se niegan pero creo que, al menos Orgán, tienen dudas, si usted hablase con ellos, a lo mejor les convence; cuantos más seamos más oportunidades tendremos de conseguirlo, por otra parte ellos conocen este bosque, al igual que usted81
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- Claro, y además no están ciegos, ¿verdad?Apuntó el anciano con cierta contrariedad. - No se trata de eso.- Intentó disculparse Andrés, - Es solo una cuestión de seguridad, entre todos tendríamos mucho más fácil encontrar el buen camino.- Te he comprendido perfectamente, no necesitas disculparte. No te preocupes, hablaré con ellos- Gracias, sería una muy buena noticia que aceptasen acompañarnos.Alterio abandonó la barraca para dirigirse a hablar con Orgán y Dalman; mientras, Andrés aprovecho para comenzar a preparar la marcha; con un trozo de rama se afanó en escribir sobre el piso de tierra una lista de todo aquello que podrían necesitar. Para comenzar había algo indispensable que necesitarían en su viaje, el agua. Hasta hacía un rato no sabía cómo podrían acarrear agua suficiente para pervivir durante un tiempo relativamente largo, pero estando con Orgán y Dalman en la cabaña, vislumbró la solución al ver llegar, cargado con las provisiones, al górona que servía a los viejos; aquel odre de piel les serviría perfectamente para tal cometido, tan solo deberían fabricar unos de mayor tamaño, con capacidad suficiente para alma82
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cenar el valioso líquido durante varias jornadas. Necesitarían también prendas de abrigo para soportar las bajas temperaturas que predominaban en el bosque, pensó en abastecerse de capas tejidas con hilo vegetal, igual que el utilizado para coser los recipientes del agua, y sacos para descansar sin sufrir el inhumano azote de aquella persistente escarcha. Su tercera prioridad era la comida, era en este punto donde se encontraba con más dificultades; sin medios de conservación, difícilmente podría mantener en buen estado, durante más de dos o tres jornadas, el alimento, limitado en este caso a aquellos repugnantes peces; sin sol y sin el frio suficiente ni sal para curar la carne, no era sencillo garantizarse el abastecimiento en mínimas condiciones de consumo más allá de un corto periodo de tiempo. Si ya de por sí, aquellos horrendos peces eran repulsivos a la vista y al olfato, no quería ni imaginarse lo que podrían ser en cuanto comenzasen a pudrirse. Después de darle vueltas a su imaginación sin encontrar una solución viable, se le encendió la luz del ingenio; llevarían los peces vivos y los irían consumiendo según fuesen necesitándolos, para ello precisaría dos botos grandes llenos de agua, dentro de los cuales 83
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transportarían, con vida, los animales suficientes para mantenerse durante varias jornadas, esto aumentaría considerablemente su carga pero les evitaría el tener que soportar las penalidades del hambre. Finalmente, a pesar de su supuesta inmortalidad y del escaso peligro que suponían los góronas, según sus aleccionadores camaradas, tendrían que portar algún arma; no tenía la más remota idea de lo que podía esperarles allí afuera y no desecharía la posibilidad de defenderse en caso de ser necesario.
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Capítulo 9 Orgán y Dalman terminaban de comerse el pez que les había traído su servil górona cuando Alterio llamo a su puerta, esta vez Orgán pregunto desde el interior, sin levantarse para abrir. - ¿Quién es?- Soy Alterio, quisiera hablar con vosotros- Adelante, puedes pasar.Alterio empujó la cancela y saludó amablemente a los moradores de la estancia. - Hola Orgán, hola Dalman, puedo oler a racorán, (tal era el nombre que daban a aquel pescado con el que se alimentaban), ¿estáis desayunando?- Ahora mismo hemos finalizado, ¿qué te trae de nuevo por aquí?- Le preguntó Orgán, el mayor de los dos hombres.
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- Me ha dicho Andrés que ha estado aquí hablando con vosotros- Así es, no hace mucho que se ha ido, hemos estado charlando un buen rato; el muchacho tenía muchas dudas y parece ser que tú no se las has aclarado suficientemente.- Sobre eso quería hablaros, sé que le habéis dado mucha información- Tan solo hemos respondido a sus preguntas, no vemos porque razón tendríamos que ocultarle la verdad, ni entendemos porque lo has hecho tú- El muchacho está obstinado en buscar la salida de este espacio, no quería decirle nada que pudiese truncar sus esperanzas; me ha convencido con su ilusión y yo mismo me sentiría frustrado si ahora se volviese atrás, por eso tan solo le advertí de que podríamos encontrarnos con desagradables sorpresas, pero no quería que supiese cual es el futuro que nos espera en caso de no conseguirlo- Pues no nos ha parecido que le afectase mucho saber la verdad, más bien lo hemos visto aún más animado- Sobre ese tema quería hablaros, como ya os he dicho, iré con él en ese viaje, pero mi ceguera me limita notablemente y el muchacho no conoce el bosque, ni lo que allí podría encon86
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trarse; creo que sería mucho más fácil si formásemos un equipo mayor, podríamos apoyarnos unos a otros y tendríamos muchas más opciones de conseguir llegar.- ¿Nos estás pidiendo que vallamos con vosotros?.- Tanto a Andrés como a mí nos agradaría que nos acompañaseis; vosotros conocéis muy bien estos montes y estáis mucho más capacitados para ayudar al chico. Por otra parte, no me cabe duda de que desearíais, tanto como nosotros, salir por fin de este infierno.Orgán, que había estado dudando desde que hablara con Andrés, no oponía mucha resistencia a los argumentos de Alterio, pero Dalman continuaba mostrándose muy reticente ante la idea; de los dos, era el menos atrevido y no sería fácil convencerle. - Aunque nos decidiésemos a acompañaros, ¿Cómo íbamos a abastecernos para un viaje así en este lugar?, aquí no tenemos nada que podamos utilizar para evitar las penurias que nos esperarían ahí afuera, si el viaje durase más de dos o tres jornadas y no encontrásemos esa supuesta salida, podríamos permanecer para siempre perdidos en las tinieblas, sufriendo constantemente el frio, el hambre y la sed. Solo pensar en ello me aterroriza.87
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.- Comprendo perfectamente tu miedo, yo también lo tengo. Sabemos muy bien el riesgo que afrontamos pero, ¿no sufrimos acaso permaneciendo aquí por toda la eternidad, sin esperanza, sin futuro ni ilusiones y con la única seguridad de que, más tarde o más temprano, acabaremos penando infinitamente en el castillo de fuego?: pensadlo, ¿creéis realmente que permanecer como hasta ahora es la mejor elección?Los dos hombres se miraron entre sí, pero sus expresiones eran diferentes, mientras el semblante de Orgán evidenciaba un guiño de aprobación y ánimo, el gesto de su compañero era más bien de incertidumbre e indecisión. - Hmmmm…., no sé Alterio, somos muy mayores ya para afrontar esa tarea, Andrés es joven y vital, es comprensible que no se resigne, pero nosotros…,; no sé si podríamos salir adelante ante semejante reto, no quisiéramos sufrir aún más de lo que llevamos haciéndolo todo este interminable tiempo. Dalman permanecía callado, atento a las respuestas de su acompañante ante el temor de que Orgán aceptase; le preocupaba la idea de quedarse solo allí, en su interior sabía que si su amigo decidía irse él le seguiría, y a pesar de su manifiesta oposición a aquella idea no se apartaría de su inseparable colega. 88
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- ¿Tu qué opinas Dalman?- Le preguntó el mayor de los dos hombres. - Sabes que no comparto la idea de ir a ninguna parte, pero parece que tú te estás animando.- Es que lo he estado pensando y le encuentro mucha lógica a lo que nos plantean, ¿Cuánto tiempo más continuaremos viviendo en esta penumbra y qué no sufriremos finalmente cuando el guardián decida llevarnos?, si lo piensas bien no es ninguna ventaja quedarse, a lo mejor ya lo deberíamos haber intentado hace mucho.- Orgán, sabes bien que si tú vas yo también iré, conque dejo que tú decidas, aunque no me acabe de convencer la idea, reconozco que quizás tengan ellos razón - Lo pensaremos bien y te diremos lo que decidamos.- Terminó respondiendo Orgán. Alterio se sintió satisfecho con el resultado de su visita, si bien no había obtenido una respuesta concreta casi podía asegurarle a Andrés que Orgán y Dalman les acompañarían; precisamente Dalman, que era el más reacio a decidirse, parecía estar dispuesto a no dejar ir solo a su amigo. Si Orgán decidía acompañarles, algo que ya daba por hecho, Dalman también iría con ellos. 89
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Con la complacencia de haber logrado su cometido se despidió de sus convecinos instándoles a darle una respuesta lo antes posible. .- Espero vuestra decisión para comenzar juntos los preparativos.- No te preocupes, pronto sabréis algo.El anciano ciego abandonó la choza, lentamente y apoyándose en su bucólico bastón, afronto la suave bajada del sendero rumbo a su morada, en su cara podía apreciarse la satisfacción por lo acontecido, seguro que le daría una alegría a Andrés cuando le comentase el resultado de la charla.
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Capítulo 10 Andrés se movía inquieto en el interior de la choza, el tiempo de espera por el regreso de Alterio se le estaba haciendo eterno. La rodilla ya no le molestaba prácticamente y estaba como loco por comenzar a preparar todo lo necesario para emprender el viaje a la mayor brevedad; su incertidumbre en lo referente a la decisión que pudiesen haber tomado los otros dos viejos le mantenía en vilo y tuvo que contenerse varias veces para no ir al encuentro de los ancianos. La tensión y el nerviosismo que le invadían alcanzaron el cenit cuando vio abrirse la puerta y aparecer en el umbral a Alterio, éste, con cara de circunstancias, quiso darle suspense a la noticia, consiguiendo que Andrés no pudiese contenerse más. - Y bueno, dígame ya que le han dicho.-
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- Muchacho, te noto nervioso, deberías tomártelo con más calma.- Me lo tomo con calma, pero saber si Orgán y Dalman vienen con nosotros es algo que me tiene bastante inquieto y no me gustaría tardar en conocer la respuestaAlterio, ante la alteración que notó en Andrés, decidió no hacerle esperar más y le contó lo sucedido en su visita. A Andrés se le iluminó el semblante ante la noticia, cuantos más se uniesen en el viaje más fácil sería Organizar los portes y más posibilidades tendrían. Exultante por poder contar con Orgán y Dalman, casi con toda seguridad, tomo la mano del viejo y casi le arrastró al centro de la estancia, al lugar donde había escrito la lista sobre la tierra. - Mire, he hecho una lista con todo lo necesario para emprender el viaje- Alterio, frunciendo el ceño, giró la cabeza hacía Andrés como haciéndole un reprocheAndrés se dio cuenta enseguida de su desliz y se apresuró a disculparse. - Perdone Alterio, en mi emoción no he reparado en su ceguera, yo le leeré lo que he escrito y espero que usted me ayude a corregir aquello en lo que haya podido equivocarme.92
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- No te preocupes muchacho, comprendo que estés un poco ansioso y eso te lleve a cometer algún que otro traspié.Andrés, visiblemente eufórico por la noticia, le estuvo explicando a Alterio las ideas que había tenido mientras estuviera solo; Alterio le escuchaba con atención. Mientras atendía sus dilucidaciones, pensaba para sus adentros en la notable inteligencia del muchacho y cada vez se convencía más de que podrían conseguirlo. A lo largo de su exposición Andrés fue interrumpido por Alterio en un par de ocasiones con el fin de despejar algunas dudas sobre el plan del joven, pero, finalmente, dio su aprobación al proyecto. - Veo que has pensado en todo, al menos en todo lo previsible.- Supongo que aun tendremos que ultimar algún detalle pero, en reglas generales, considero que con esto debería ser suficiente, aunque no debemos descartar la improvisación, ya que no sabemos conque podremos encontrarnos en cuanto nos alejemos más allá de lo que ustedes han llegado hasta ahora.- Hay una gran diferencia entre nuestros paseos de exploración y lo que pretendemos hacer ahora; en nuestras salidas siempre hemos 93
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desistido con el tiempo suficiente para poder volver sin problemas, lo que tú planteas es una marcha sin retorno.- Lo sé, por eso debemos estar preparados para lo que surja, llevaremos provisiones para varias jornadas pero, de no alcanzar nuestro objetivo en ese tiempo, deberemos estar preparados para continuar por nuestros propios medios- ¿Tienes asumido que podríamos permanecer vagando por el ese oscuro boscaje durante toda la eternidad?- Claro que sí, ya les he explicado mis argumentos y, ni sus apocalípticos presagios, ni el lúgubre bosque que nos espera ahí afuera me harán cambiar de idea, al contrario, cada vez estoy más impaciente por comenzar la marcha.- Muchacho, no puedo menos que admirar tu valentía y sentirme seguro en tu compañía; solo nos queda confiar en que Orgán y Dalman se decidan definitivamente y nos pondremos manos a la obra con los preparativos, estoy tan deseoso como tú por empezar con esto.Ambos dedicaron el tiempo a considerar las disposiciones, como conseguir lo necesario y como construir los utensilios ideados por Andrés. Necesitarían cosas que deberían obtener 94
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en el bosque, así que deberían salir al exterior de la aldea para conseguirlas, por lo tanto, independientemente de cuantos fuesen a participar en el plan, podían ir adelantando trabajo. Dejaron la estancia y se dirigieron al portalón principal del poblado; llevaban consigo un rudimentario machete hecho de roca tallada y un saco entretejido con finas lianas. Al alcanzar la entrada, pidieron a los centinelas que les abriesen, estos no les pusieron ningún problema y así lo hicieron. Ambos hombres cruzaron el gigantesco umbral y se adentraron en la floresta, dando de esta forma, comienzo a su desconocida aventura.
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Capítulo 11 En la otra cabaña, Orgán y Dalman seguían aún debatiendo sobre la conveniencia de acompañar a los otros dos; esta vez era Orgán quien intentaba convencer definitivamente a su compañero. - Sabes que nunca te dejaría aquí solo, llevamos juntos muchísimo tiempo, ya ni recuerdo cuanto, pero deberíamos plantearnos la posibilidad de abandonar para siempre este lugar, de volver al mundo real, ¿recuerdas?, nuestra familia, nuestras aficiones y ¡la luz!, esa luz que hace tanto que no podemos disfrutar.Dalman permanecía dubitativo, pero ya no respondía con negativas sino con preguntas y planteamientos inseguros; después de un buen rato escuchando los argumentos de su amigo y pensando en todo cuanto les dijera Alterio, sus miedos fueron amainando y final-
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mente se entregó a los razonamientos de Orgán. - Está bien, iremos con ellos, solo espero que todo esto valga la pena y no tengamos que arrepentirnos.- ¿De que podríamos arrepentirnos?, ¿de llegar antes al castillo de fuego terminando así con esta insufrible espera en la nada?, yo ya no albergo la menor duda, si esto tiene que terminar de una u otra forma prefiero ser yo quien elija el modo.- Sabes que no soy tan decidido y valiente como tú, pero me has convencido y estoy resuelto a afrontar el reto, si podemos salir sería maravilloso y si no lo logramos que esto se acabe ya de una vez; vallamos a hablar con ellos.Convencido por fin, y con la firme convicción de seguir adelante, ambos individuos se dirigieron hacia la cabaña de Alterio para comunicarle a él y a su joven compañero la decisión tomada; al pasar junto a la entrada principal intercambiaron unas palabras con los centinelas. - ¿A dónde os dirigís?; no os hemos vuelto a ver desde el día en que llego Alterio con ese muchacho.Efectivamente, Orgán y Dalman no habían abandonado su pequeña casilla desde en98
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tonces y de ahí la extrañeza de los guardianes al verlos andando por aquellos senderos. - Nos dirigimos a la casa de Alterio, vamos a hablar con él.- Alterio y ese muchacho que le acompaña han salido hace un rato, se han dirigido al bosque, no los encontrareis en su choza- ¿Os han dicho a que han ido? - No, ni tampoco le hemos preguntado; desde que ha llegado con ese joven Alterio no parece el mismo, esa idea de ir a buscar la salida parece que le ha despertado su vena de aventurero.- Respondió uno de los vigilantes entre risas. - ¿No creéis que pueda tener razón ese joven?- ¿Cuantos años lleváis aquí?- Muchos, sin duda- Efectivamente, al igual que la mayoría. ¿Si nunca hemos podido salir los demás, por qué razón iba a conseguirlo ese chico que ha llegado hace tan solo un par de jornadas?; no considero que todos hayamos sido tan tontos durante tanto tiempo, me parece que ese muchacho no tiene ni idea de a lo que se enfrenta- Está bien, muchas gracias por todo, les esperaremos en su cabaña.- Cortaron la conversa-
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ción ante la incomodidad que suponía dar explicaciones a los centinelas. Se alejaron en la oscuridad, tomaron el camino que bordeaba el lago y luego, girando a la izquierda, enfilaron el sendero que conducía a la cabaña de Alterio. La puerta estaba solo arrimada, como todas en aquel poblado, empujaron por ella y accedieron al interior, sentándose, uno en el taburete central y el otro sobre el catre de paja, dispuestos a esperar el regreso de Alterio y Andrés. Orgán, que era quien se había acomodado en el taburete, descubrió en el suelo de tierra la lista escrita anteriormente por Andrés y se lo comentó a su compañero. - Mira Dalman, el muchacho ya ha estado haciendo preparativos para el viaje, fíjate lo que ha dispuesto; creo que vamos a necesitar la ayuda de los góronas para hacernos con estos utensilios, nosotros no tenemos acceso a todo esto y tampoco la habilidad suficiente para conseguirlo. - Mientras ellos vuelven, podríamos encargarnos de reclutar a Gosún para que nos ayude con los preparativos.- Comentó Dalman. - él se encargará de conseguir las pieles y peces necesarios para las bolsas y el alimento y, a lo me100
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jor, convence a algunos otros góronas para que echen una mano- Muy buena idea Dalman, seguro que cuando ellos regresen, les gustará saber que ya hemos hecho algo por la causa.- Dijo Orgán sonriendo. - Pero no sabemos el tamaño de las bolsas que pretende construir, a ver si luego no va a ser lo que él había calculado.- Supongo que tendrán que ser lo suficientemente grandes para llevar la mayor cantidad de agua y alimento posible, pero no tanto como para no poder cargar con ellas, será fácil calcular el tamaño nosotros mismos.- Sí; si vamos a formar parte de esto debemos tener también iniciativa, al fin y al cabo todos vamos a arriesgar lo mismo.- Vamos a buscar a Gosún y a ponernos con ello.Los dos amigos abandonaron la cabaña y se dirigieron, esta vez no hacia el lago, sino sendero arriba, conocían bien la aldea y sabían que los góronas vivían en la parte alta del valle; hacia allí se encaminaron, pronto llegaron a un cruce de caminos en el cual giraron a la izquierda, unos metros más adelante lo hicieron hacia la derecha y pocos metros después llegaron a una gran cabaña de dimensiones 101
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mucho mayores a las que ellos poseían, algo apartada del resto y rodeada por árboles, que crecían dentro de la empalizada que protegía a la población; llamaron a la puerta y al cabo de un momento, les abrió la misma un górona extrañado, aquellos seres nunca habían sido visitados por los humanos en su habitad, su relación con ellos había sido siempre individual, y la presencia allí de aquellos dos hombres le resultaba algo extraordinario. El górona soltó, a modo de saludo, uno de aquellos guturales bramidos que caracterizaban su lenguaje; Orgán fue quien decidió llevar la voz cantante respondiendo con un movimiento de cabeza y exponiéndole sin rodeos el motivo de su visita. - ¿Está Gosún aquí? No era fácil entenderse con aquellos individuos, por esta razón los comentarios de los hombres eran breves y palmarios, acompañados, en la mayoría de los casos, por señas para reforzar la comunicación; el górona comprendió el nombre de su congénere y se dirigió al interior de aquella nave a buscar al susodicho. Al cabo de unos segundos, apareció Gosún ante los dos camaradas, el fiel servidor que atendía a diario las necesidades de Orgán y Dalman. 102
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- Queremos pedirte que nos ayudes en los preparativos de algo que estamos proyectandoGosún sí comprendía bastante bien el lenguaje de los humanos, su contacto diario con ellos le hacía asimilar muchas costumbres y actuaciones de los hombres. Gosún asintió a sus patrones con un sordo gruñido. Orgán procedió a explicarle todo cuanto necesitarían al tiempo que le hacía entender, de manera gráfica, cual era el proyecto de Andrés. - Tendremos que transportar mucha agua y comida, para lo cual necesitaremos unos botos de considerable tamaño; también unos sacos abiertos por la parte superior y en los que quepamos nosotros, los utilizaremos para descansar dentro de ellos, protegidos del frio; vosotros tenéis el material para fabricarlos, tanto las pieles ya curadas como el hilo vegetal reforzado. Necesitaremos también peces vivos en cantidad suficiente para alimentar a varias personas durante varias jornadas, pero sobre eso ya os avisaremos, para que los cojáis en el momento adecuado, antes de emprender la marcha. De momento dedicaros a construir lo que te he chicho, de lo demás nos encargaremos nosotros.Orgán dibujó en la tierra los utensilios solicitados a tamaño real para que Gosún su103
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piese exactamente que debían hacer. El górona miro detenidamente los gráficos y al cabo de un rato se introdujo en la cabaña que compartía con sus afines, dentro de aquella especie de cobertizo, además de servirles como su hogar, disponían de lo básico y necesario para sobrevivir en aquel sitio y, lógicamente, de los materiales que utilizarían para construir los enseres que Orgán le había pedido. - Andrés nos estará agradecido cuando regrese y sepa que ya no debe preocuparse por los sacos, las capas y los odres- Esperemos que todo se haga a su gusto.- Le hemos encargado a Gosún lo que él dejo escrito en el suelo de la cabaña, no debería haber ningún problema.-
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Capítulo 12 A pocos metros de la entrada a la aldea, los centinelas divisaron dos sombras que avanzaban hacia el portón. - ¿Quién anda ahí?- Gritaron en tono amenazante. . Somos nosotros, Alterio y Andrés, ya estamos de regreso.- ¿Ya volvéis?, no debéis haber encontrado mucho por lo que parece-, Comento uno de los guardias en tono burlón. - No hay mucho aprovechable ahí afuera.- Le comentaba Andrés a Alterio; me revienta tener que darle la razón a estos dos fantoches pero, la verdad, no traemos argumentos como para 105
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rebatir sus comentarios. Al menos podremos construir las armas.Andrés traía unas cuantas varas gruesas de considerable longitud y Alterio portaba en su mano izquierda algunas lianas. Otros bejucos de mayor grosor, llenaban la rudimentaria bolsa que portaba Andrés atada a su cintura, junto con el machete que habían utilizado para cortar aquellos maderos; harían lo que pudiesen con aquellos materiales, pero no lo tenían nada fácil para llevar a cabo lo que Andrés había proyectado. La pesada tranquera, activada por los guardias mediante un sistema de poleas y lianas utilizadas como cuerdas, se abrió, una vez más, para facilitar el paso a los retornados. Ya dentro, los dos hombres se dirigieron directamente a la cabaña de Alterio, una vez en el interior de esta, Andrés se quedó un buen rato mirando las notas y dibujos que había escrito sobre la tierra. - Creo que me precipité un poco al hacer mis cálculos, no disponemos de los materiales necesarios para construir estas cosas; ojalá Orgán y Dalman se decidan a ayudarnos, probablemente ellos tengan alguna idea interesante.- Ojalá, no te quepa duda de que ellos podrían ayudarnos mucho.- Aseveró el anciano.106
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Ante el escaso material recolectado en el bosque, se resignaron. Tenían que arreglarse con lo que habían podido recoger y comenzaron a idear la forma de hacer armas utilizables con aquellas varas de madera y las pocas lianas conseguidas. La principal idea de Andrés fue construir lanzas afilando los palos con el machete, pero al no tener fuego con el que endurecer las puntas, no contaba con que el resultado final fuese el adecuado para hacerlas suficientemente efectivas; toda su ilusión se estaba viendo notablemente debilitada ante los inconvenientes para llevar a cabo su plan. Se detuvo a pensar un buen rato, mientras, el viejo no decía nada, permanecía a la espera de que el muchacho le expusiese un planteamiento razonable que les permitiese continuar con su propósito. - Alterio.- Se dirigió Andrés inesperadamente al ciego con inusitado optimismo. – ¿Cómo ha construido este machete?- No lo he construido yo, el górona que me abastece de agua y comida me lo ha dado hace tiempo, ellos trabajan la piedra de un modo parecido al de los primitivos humanos.- Podríamos pedirle a su servidor que nos fabricase las armas y lo necesario para llevar en el viaje.107
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- No sé, jamás he ordenado nada a Garan- (así se llamaba el górona que le llevaba el alimento a Alterio) - absolutamente nada, él me sirve por voluntad propia. Los góronas no son esclavos, todo cuanto hacen es por agradecimiento, a cambio de la protección que les brindamos.- Pero quizás, pidiéndoselo como un favor, podría ayudarnos.- Tal vez; podríamos intentarlo, aunque todas esas cosas no las fabrica él solo, viven en comunidad, en una gran cabaña que comparten entre todos, allí hacen todas esas cosas, los recipientes para el agua, machetes otros y utensilios, son una especie de artesanos en la nada.Explico Alterio entre risas. .- ¿Podríamos ponernos en contacto con él ahora?- Nunca he estado en su recinto, ni siquiera sé cómo se llega a él, solo conozco a Garan de cuando viene a traerme aquí las cosas y, como ya habrás notado, ni siquiera le conozco de vista; además tampoco es sencillo conocerle por su voz, ya que no tiene un legua como la nuestra, se comunican por medio de gruñidos. - ¿Cómo le ha podido decir entonces su nombre?- Es algo que he aprendido con el tiempo, relacionando sus incomprensibles berreos con su 108
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conducta y sus intentos de hacerse comprender, así, adaptando nuestro vocabulario a la fonética de sus graznidos he podido comprenderles en parte, en cambio ellos, entienden nuestro idioma relativamente bien, aprenden con bastante facilidad- Entonces podríamos hablar con él para que convenciese a sus semejantes de que nos ayudasen en esto; nada perdemos con intentarlo.Estando ambos imbuidos en aquella conversación, ideando la forma de persuadir a Garan para que les ayudase en sus propósitos, alguien golpeó la puerta; Andrés se dispuso a abrir apresuradamente, estaba excitado e intranquilo por el revés sufrido en su previsión. Ante el hueco, abierto al tirar Andrés de la gran hoja de madera, estaban Orgán y Dalman con una gran sonrisa en sus rostros, su efusivo saludo denotaba una gran satisfacción, algo que chocaba con la, momentánea, decepción de Andrés en aquel momento. Los dos amigos se introdujeron en la choza y contaron con todo detalle su actividad mientras Andrés y Alterio se encontraban en el bosque; la Expresión de estos últimos se tornó de repente alegre y sorprendida, acababa de surgir la solución a su principal problema, por sí sola, cuando más les estaba preocupando; sin duda era una excelente noticia y empujón de109
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finitivo para comenzar su aventura sin más dilación. En cuanto estuviesen listos todos los preparativos, podrían emprender la marcha. - Esperamos no haber tomado una decisión equivocada, hemos visto tus apuntes aquí y creímos que podríamos avanzar la gestión encargando a lo góronas la fabricación de algunos pertrechos.- Claro que no, habéis hecho muy bien, de hecho, nos estábamos planteando ahora mismo ese problema y, realmente, no le encontrábamos fácil solución, nos acabáis de dar una gran alegría.- Nos alegra que así sea, si vamos a tomar parte en esto, queremos colaborar en todo lo que sea posible.- ¿Creéis que los góronas podrían fabricarnos también las armas?, Me ha dicho Alterio que saben trabajar la piedra y que han sido ellos quienes han fabricado este machete, quizás pudiesen hacernos unos cuantos, y también puntas de lanza para colocarlas en las varas que hemos traído del bosque.. No creo que haya problema en eso.- Respondió Orgán. – Aunque no tengo muy claro que utilidad pueden tener las armas en esto, ningún ser que pueda habitar el bosque nos atacaría, conocen de nuestra inmortalidad en este 110
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mundo, solo el guardián o sus cazadores podrían capturarnos, y no creo que las armas sirviesen de mucho ante ellos.- Quizás a nosotros no nos ataquen, pero si a los góronas; había pensado en que alguno de ellos nos acompañase, nos serían de mucha utilidad; por otra parte no tengo tan asumido lo de nuestra indefensión ante los cazadores, yo no pienso dejarme capturar sin luchar.- Muchacho, no sé si estás más loco por una razón o por la otra, pero desde luego tu optimismo roza la demencia; si crees que podrías defenderte de los cazadores es que no estás en tus cabales; en cuanto a hacernos acompañar por los góronas, es una locura mayor que la anterior, si cabe; ¿por qué habría un górona de arriesgarse a venir con nosotros?, ellos nada consiguen con algo así, su mundo es éste y aunque consiguiésemos encontrar la luz al exterior, jamás podrían traspasarla, se quedarían solos en el bosque, probablemente sin provisiones y a expensas de ser devorados por los salvajes de ahí afuera; los góronas puede que sean feos y serviles, pero no son estúpidos, chico.- Pero según me habéis hablado, si son muy fieles.- ¿Insinúas que convenzamos a los góronas para llevarlos a una muerte casi segura?, ¿Qué 111
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les sacrifiquemos para beneficiarnos nosotros?, no cuentes con nuestra ayuda para ello, muchacho; hemos aceptado acompañaros porque nos habéis convencido de que es posible salir de aquí, pero no vamos a sacrificar, egoístamente a quienes nos han hecho más fácil y llevadero este infierno durante tanto tiempo, sería algo miserable por nuestra parte. - Podríamos garantizar su seguridad y durante el viaje enseñarles a defenderse, a utilizar las armas, podrían vivir libres para siempre sin estar sometidos a la tiranía de su propia especie; si consiguen adaptarse al bosque, vivirían por fin en libertad, igual que los demás, y nunca más deberían depender de los humanos para que les protejan.- No somos quienes para decidir qué vida les iría mejor, si vienen con nosotros deberá ser conociendo perfectamente su destino y sus posibilidades.- Muy bien; hablemos con ellos y expliquémosle todos los detalles, que sean ellos quienes decidan.Finalmente, los cuatro quedaron de acuerdo; les pedirían a los góronas que les fabricasen también machetes y lanzas; y les propondrían acompañarles, como dijera Andrés, pero no sin antes advertirles de lo que les esperaba y de los grandes riesgos que correrían. 112
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Orgán y Dalman se comprometieron a comunicarse con los góronas y hacía su cabaña se dirigieron cargando con las varas y las pocas lianas que habían conseguido Alterio y Andrés en el bosque; si todo salía como Andrés esperaba, muy pronto estarían listos para partir y tendría en su viaje mucha más compañía de la que se hubiese podido imaginar en un principio.
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Capítulo 13 Dos interminables jornadas llevaba Andrés casi sin salir de la choza, escuchando atentamente los recuerdos del viejo Alterio e intercambiando vivencias anteriores. No habían vuelto a estar con Orgán y Dalman desde el momento en que estos partiesen con la intención de convencer a los góronas para que les prestasen su ayuda en la construcción de las armas y aperos. Andrés ya se había acostumbrado a comer aquel asqueroso pescado y se encontraba en un excelente estado de forma y de ánimo para emprender, de una vez por todas, la expedición; la espera por sus otros compañeros de viaje se le estaba haciendo interminable y en más de una ocasión se sintió tentado a salir a buscarles, fueron los consejos de su viejo acompañante los que le hicieron desistir de aquella idea; si de convencer a los góronas se trataba, nadie mejor que Orgán, y su intru-
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sión podría causar un negativo efecto entre aquellos desconfiados individuos. Tan solo el servil Garan les había visitado, como cada jornada, para llevarles agua y peces, pero nada habían comentado con este sobre los preparativos; no querían interferir en la tarea que Orgán estaba llevando a cabo; aunque, notablemente inquietos e impacientes, esperarían lo necesario, hasta que los otros dos hombres llegasen con el resultado de sus gestiones. Aún dormían cuando oyeron llamar a la puerta. - Ya le atiendo yo.- Dijo Andrés, todavía medio dormido, creyendo que se trataba, como era habitual, de Garan, llevándoles su desayuno. Abrió la puerta sin peguntar quien era. Su expresión se tornó en satisfacción al ver ante sí a Orgán en compañía de su amigo Dalman y de Gosún; justo delante de los tres, Garan sostenía dos grandes peces y una bota con agua; Andrés dedujo de inmediato que aquel sería el primer desayuno que compartirían un grupo de atrevidos aventureros en busca de la libertad y la vida.
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- ¡Alterio!- Gritó emocionado, despertando definitivamente al anciano. - Lo han conseguido, por fin podremos partir.- Tranquilízate muchacho y dime lo que ocurre.- Orgán y Dalman están aquí con dos góronas.- ¿Qué tal Alterio?- Saludó Orgán desde la entrada, Gosún y Garan nos acompañaran, les hemos convencido; las armas y demás cosas estarán listas mañana mismo, solo espero que hayamos elegido la mejor opción.- Amigo, eso no lo sabremos hasta que lleguemos al final de esta aventura, confiemos en que Andrés tenga razón.- Yo también espero no haberme equivocado.Dijo Andrés asumiendo también sus dudas. Los seis sujetos comieron juntos. Mientras los cuatro humanos intercambiaban opiniones y hablaban sobre los preparativos finales, los dos góronas les miraban atentamente y se comunicaban entre ellos emitiendo sus característicos gruñidos; sentados todos en el oscuro suelo y entre la penumbra, formaban un extraño equipo conspirando en la sombra contra un desconocido opresor, al cual debían vencer para no permanecer eternamente en las tinieblas.
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Una vez finalizada la confraternal comida, todos se levantaron. Orgán y Dalman se dispusieron a abandonar el habitáculo junto a los dos góronas; habían acordado juntarse en la cabaña de estos al día siguiente para recoger allí todos los pertrechos que llevarían consigo. Garan y Gosún dedicarían su tiempo a pescar y recolectar agua suficiente para llenar los costales; mientras, Alterio y Andrés, ultimarían detalles y recogerían todo aquello que pudiese serles de utilidad, incluidas mantas y prendas que le protegiesen del frio y del pertinaz rocío. Fue aquella una jornada agitada para todos, a la creciente excitación ante la inminente partida, se sumaba una constante preocupación por no cometer errores, por no obviar ningún detalle que pudiese perjudicarles luego. Al terminar la jornada se dispusieron a descansar, esta vez tocó a Andrés utilizar el suelo de colchón; le costó muchísimo conciliar el sueño, la ansiedad y la dura superficie no ayudaban mucho a relajarse, pero finalmente, y debido al cansancio ocasionado por el ajetreo de los preparativos y la enorme tensión soportada a lo largo de los últimos días, le venció el sopor y se entregó a la tranquilidad de tan merecido reposo.
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Capítulo 14 Orgán y Dalman ya estaban activos cuando golpearon a su puerta, habían dormido poco pero se encontraban listos y espabilados. Garan y Gosún llegaban cargados con dos grandes talegas llenas de peces vivos, sumergidos en agua extraída del mismo lago; cada uno de los recipientes tenía una capacidad aproximada de unos treinta litros y en ellos había peces suficientes para alimentarse todos durante unas diez jornadas. Los góronas se habían pasado casi toda la noche pescando; aquellos seres dormían muy poco y eran extremadamente resistentes y fuertes, principal razón por la que Andrés había querido llevarles con ellos. Para los humanos acarrear todo aquello durante tantas jornadas sería una misión sumamente dura. Las armas y el resto del material se encontraban ya en la casa de Orgán desde la jornada anterior, todo estaba listo allí, solo falta119
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ban Andrés y Alterio; en cuanto llegasen podrían emprender la marcha. No tardaron en aparecer los dos hombres. - ¿Está todo listo ya?- Fue la pregunta de Andrés a modo de saludo, se le notaba sumamente excitado. Alterio, tras él, se veía mucho más sereno, tenía un aspecto tranquilo y pausado, al contrario que su joven amigo. Su experiencia y su larga vida le aportaban esa entereza que tan solo se alcanza en la vejez; el anciano sí saludó a los presentes. - Hola, ¿qué tal ha ido todo?- Perfectamente, ya tenemos listos todos los preparativos, podremos marchar cuando lo decidáis.- Excelente, habéis cumplido muy bien con vuestra parte.- El mérito es de ellos.- Dijo Orgán señalando a los dos góronas, - Se han encargado de tener todo a punto, nosotros solo les hemos convencido e indicado lo que necesitábamos.- Sin duda tenemos que estarles agradecidos; difícilmente hubiésemos podido preparar esto sin su ayuda.-
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- Así es, y nos sentiríamos muy mal si su fidelidad llegase a costarles la vida.- Apostilló Dalman, que hasta ese instante había estado en silencio. Andrés captó el mensaje, e inmediatamente quiso tranquilizar a Dalman y a su compañero. - Les protegeremos a toda costa, os lo aseguro; su seguridad es prioritaria para mí. No es mi intención utilizarles, sino todo lo contrario, ojalá pudiesen pasar con nosotros al otro lado.- Eso es imposible muchacho.- Lo sé.- Bueno.- Cortó Alterio. - ¿Qué os parece si comenzamos a prepararnos para salir lo antes posible?- Lo estoy deseando.- Respondió Andrés. Amontonados en un rincón del recinto se encontraban todos los avíos que les habían traído los góronas, incluidas las rudimentarias armas construidas en piedra y madera que les servirían para protegerse contra cualquier posible enemigo que se encontrasen en su camino. Andrés se acercó al improvisado depósito y comenzó con el reparto de los diversos utensilios. Además de los odres con peces, que ya tenían en su posesión los góronas, había a 121
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su disposición cuatro lanzas, cuatro machetes de piedra con mangos de madera, seis botas de agua de veinte litros, cuatro sacos de dormir hechos de fibras vegetales, capas para abrigarse y cuatro toscos arneses, adaptados para portar las diferentes cargas; junto a todo ello, se encontraba también una cuerda hecha de finas lianas entrelazadas, de unos veinte metros de largo. Andrés hizo el reparto de aquel material, aprovisionando a cada uno de los componentes del grupo con sus correspondientes arreos. Tan solo había armas para cuatro, por lo cual la pregunta resultó inevitable. - ¿Es que los góronas no irán armados?Fue Dalman esta vez, quien respondió a su pregunta. - No, ellos no las necesitan, son lo suficientemente fuertes y agiles como para no precisar arma alguna, sus garras pueden ser mucho más letales que las lanzas o los machetes, quizás, llegado el momento, sean nuestra más efectiva defensa, puedes estar seguro.Andrés tan solo asintió con la cabeza y prosiguió con el reparto. Los góronas cargarían, además de con sus correspondientes petates, con las bolsas de peces; debido a su extraordinaria fuerza, no suponía para ellos hándi122
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cap alguno, lo pasarían mucho peor los cuatro hombres con aquellos arneses saturados de aparejos y sacos. Andrés, el más joven y fuerte de los cuatro humanos, cargaría también con la soga y ayudaría a Alterio en determinados momentos en los que el anciano pudiese pasar dificultades. El viejo Alterio rechazó el machete sonriendo, cuando éste le fue entregado por Andrés. - ¿Es que quieres que os corte la cabeza a alguno de vosotros, muchacho?, ¿que podría hacer yo con un machete?, llevaré la lanza para utilizarla como apoyo, me será mucho más útil que mi viejo bastónLos demás hombres se miraron entre sí con un gesto de circunstancias, no habían pensado en la limitación visual de Alterio y asumían su falta de previsión al respecto, tan solo podían aceptar la razón del viejo y sonreír ante aquella enredada situación. Hacia ya algunas jornadas que a Andrés no le molestaba su rodilla, esto suponía para él un gran alivio, ya que aquella lesión habría supuesto una importante dificultad para sus planes; para su satisfacción y la de sus compañeros, se encontraba en plena forma y animado a afrontar, sin más dilación, el camino hacia su verdadera vida. 123
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Una vez pertrechados y dispuestos; todos juntos en medio de la semioscuridad, parecían un original comando primitivo de batida; toda aquella parafernalia les daba un aspecto entre ridículo y agresivo, pero aquellos eran sus limitados recursos y lo único que podría ayudarles a conseguir su objetivo una vez abandonasen aquel poblado. - Bueno señores.- Dijo Andrés con aire solemne. – Ha llegado el gran momento, ¿estamos todos listos para partir?Todos asintieron sin dudarlo, incluso Garan y Gosún emitieron un sonoro gruñido de aceptación, algo que sonó como un grito de victoria de quienes se disponían a conquistar desconocidas tierras. - Entonces vámonos de aquí.- Les animó Andrés como dando por hecho el éxito de su misión.
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Capítulo 15 Los dos centinelas les miraron con sorpresa al verles aparecer con todos los arreos, les resultaba chocante ver a aquellos seis individuos ataviados de semejante manera; nunca, en aquel lugar, habían visto tales preparativos, y mucho menos un grupo tan heterogéneo como aquel. - ¿A dónde pretendéis ir así?, ¿acaso pensáis alcanzar esa supuesta salida cargados de esa manera?, no seríais capaces de dar dos pasos con todo eso encima si os atacasen los cazadores.- No pretendemos huir de nada, vamos preparados para luchar si fuese necesario, éste es para nosotros un viaje sin retorno; saldremos de este maldito bosque y volveremos a vivir en nuestro mundo muy pronto; todo cuanto llevamos nos hará falta para alcanzar nuestro objetivo.125
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Andrés ponía todo el énfasis en su explicación, era tanta su ilusión, que no se planteaba ningún otro desenlace que no fuese el éxito total en su empeño. - Estáis totalmente locos, nunca lo conseguiréis.- Les pronosticaron los guardias desde lo alto. - Solo abridnos la puerta y deseadnos suerte, no necesitamos más de vuestra parte.- Allá vosotros.- Fue todo cuanto respondieron los centinelas mientras les franqueaban la salida. Los seis atravesaron la línea que separaba la seguridad de la aldea de los misterios y sorpresas de aquel lúgubre boscaje, subieron la pendiente que les apartaba del valle y desaparecieron tras la cima ante la incrédula mirada de los guardias; a aquella distancia ya tan solo eran unas cuantas sombras en movimiento, casi imperceptibles. Descendieron la ladera contraria, pisando ya sobre la grana hierba; a medida que bajaban, la penumbra se hacía más intensa, hasta que se introdujeron definitivamente en la negra espesura. Apenas penetrar entre la floresta, se detuvieron para orientarse y decidir el camino a tomar.
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- Bien, ya estamos en marcha, ¿hacia dónde vamos ahora?, preguntó Orgán. Andrés estuvo un instante pensando antes de tomar una decisión. - Hemos venido desde aquel lado.- Indicó señalando a su izquierda. – Si fue desde allí desde donde entramos, deberíamos dirigirnos hacia el lado contrario; deduzco que la salida tendría que encontrarse al final de este paraje.- Es decir que no tienes idea de hacia dónde se encuentra esa dichosa salida.- Le reprochó Dalman contrariado. - Debéis confiar en mí, tengo la certeza de que si nos dirigimos hacía ese lado llegaremos; no podemos renunciar ahora.- ¿Debemos confiar en ti?; nos convences para que te acompañemos y ahora ni siquiera sabes con certeza a donde nos dirigimos, ¿por qué razón deberíamos confiar en ti?- Ninguno sabemos que tan extenso puede ser este bosque, ni donde se encuentra su final, pero tengo la seguridad de que llegaremos, debemos tener fe, tan solo eso nos permitirá alcanzar nuestro propósito.- Vayamos hacia donde dice Andrés.- Intervino Alterio. - A no ser que alguno de vosotros sepa mejor hacia donde encaminarnos.127
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- Está bien, vayamos hacia allí entonces.- Medió definitivamente Orgán aceptando la teoría de Andrés. - Pero pongámonos en marcha de una vez, aquí parados seguro que no hallaremos respuesta alguna.Ante la interposición de su compañero, Dalman dio por finiquitado el debate y comenzaron la marcha. Cargando con los pesados arneses y con la duda de llevar el rumbo adecuado, comenzaron su andadura serpenteando entre la bruna arboleda; tanteando cuidadosamente el camino con sus lanzas a modo de báculos, iniciaron definitivamente su travesía hacia lo desconocido. Andrés encabezaba el elenco, abriendo camino en los tramos más complicados; ayudándose de su machete, despejaba la maleza que dificultaba su avance; tras él, los tres hombres mayores, intentaban mantenerle el paso, Garan y Gosún marchaban detrás de los cuatro, ambos seguían incondicionalmente a sus protectores sintiéndose seguros con el grupo. El trayecto no era sencillo, con muy poca claridad y teniendo que moverse entre piedras y maraña, el avance se hacía lento y penoso. Ante tan complejo escenario, Andrés pensó con ironía que, al menos, no les atrapa128
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ría la noche en el camino; en aquella perenne oscuridad, cualquier cambio en la luminosidad tan solo podía ser positivo. Su primera jornada de marcha transcurrió sin incidentes, pero el lento y complicado avance entre la maleza les dejó extenuados. Habían caminado durante un largo periodo de tiempo, haciendo una sola parada para comer y descansar un poco, pero a pesar de ello, no consiguieron progresar lo suficiente debido a la dificultad del terreno que les obligara a moverse muy lentamente. Andrés sabía que con aquel ritmo terminarían las provisiones mucho antes de recorrer la distancia esperada; si el bosque era tan grande como él creía, jamás alcanzarían su meta. Llegados a un pequeño claro de hierba escasa, decidieron pararse a dormir; depositaron en el suelo todos sus aperos y dispusieron los sacos en círculo alrededor de los mismos, sentándose cada uno sobre el suyo. Orgán se encargó de hacer el reparto de los alimentos y el agua, mientras Andrés echaba un vistazo a los alrededores para cerciorarse de que no les molestarían mientras comían. - No hemos avanzado mucho hoy, como sigamos así no llegaremos muy lejos.- Rompió el 129
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silencio Dalman para, una vez más, reprochar a Andrés.- Mañana será diferente, a partir de aquí parece que el camino no es tan complicado, he mirado entre esos árboles- señalando la zona que tenían por delante- y da la impresión de que el bosque está bastante más despejado.- Más vale que así sea o no llegaremos ni a salir del área ya conocida, nunca debimos dejarnos convencer para emprender este viaje, terminaremos sufriendo frio, hambre y sed el resto de la eternidad.- No alcanzo a comprender como aceptaste venir siendo tan pesimista; yo no he obligado a nadie a que me acompañe, si has venido es porque has querido; no estás tan lejos de la aldea, puedes volverte cuando quieras.- Le replicó Andrés, visiblemente incomodado por los continuos reproches de Dalman desde el mismo momento en que abandonaran el poblado. Una vez más, tuvieron que intervenir para evitar que la discusión se prolongase. Esta vez fue Orgán quien puso calma y tranquilizo a su amigo. - Dalman, hemos decidido venir por voluntad propia, no puedes pasarte todo el rato haciendo reproches a Andrés, no fue él quien te convenció para participar en esto, he sido yo, si a 130
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alguien quieres acusar de algo acúsame a mí, pero deja en paz al muchacho.La reprimenda de su amigo Orgán hizo que Dalman abandonase la conversación, era enorme el respeto que tenía a su compañero y no se atrevía a replicarle. Después de aquel pequeño rife-rafe, todos mantuvieron un largo silencio, que rompió finalmente Andrés al preguntar - ¿Quién hará la primera guardia?, alguien debe permanecer despierto mientras los demás descansan, no sabemos que podría ocurrirnos mientras dormimos.- Yo la haría encantado.- Dijo Alterio. -Pero os tendríais que fiar tan solo de mis oídos.- Tu será mejor que duermas viejo. Le replicó Orgán entre risas. – Yo hare esa primera guardia, luego te despertaré a ti, Andrés; tu, Dalman, harás el último turno; Garan y Gosún pueden acompañarnos, ellos duermen muy poco, no más de tres horas, entre dos tendremos el campamento bien vigilado.- Me parece bien, procuremos descansar.- Comentó Andrés dirigiéndose a Dalman. – Debemos permanecer muy atentos cuando nos toque hacer vigilia.Dalman no hizo ningún comentario, tan solo se limitó a asentir con la cabeza, e inme131
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diatamente abrió su saco y se introdujo en él dispuesto a aprovechar al máximo sus horas de sueño; Andrés hizo lo propio mientras que Alterio, que no tenía que hacer guardia, permaneció un rato haciendo compañía a Orgán y a los dos góronas que aun tardarían en tomarse su descanso.
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Capítulo 16 Se encontraban aun en la primera guardia y Orgán, acompañado por Gosún, vigilaba los alrededores del claro. Hacía un buen rato que tanto Alterio como Garan se habían quedado dormidos también; Orgán empuñaba su machete y tenía la lanza clavada en la tierra, a muy corta distancia de su posición; Gosún, mientras, se había subido a uno de los primeros árboles y oteaba el perímetro desde lo alto; no se escuchaba ningún ruido, el silencio era absoluto, tan solo la respiración de quienes dormían podía apreciarse levemente. La rotura de una rama a sus espaldas hizo girar a Orgán apresuradamente, al mismo tiempo, Gosún saltaba del árbol e iba a unirse con su protector y patrón; el silencio volvió a envolverlo todo, pero allí había algo. Orgán no quiso despertar a los demás hasta estar seguro del peligro pero permaneció muy atento, con todos sus sentidos en alerta e intentando distinguir cual133
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quier cosa que pudiese esconderse en la oscuridad, dos veloces sombras pasaron ante ellos, entre los árboles, desapareciendo rápidamente tras los gruesos troncos; Orgán no se movió; Gosún, a su lado, se encontraba listo para luchar con él, los dos expectantes y preparados. Pasaron los minutos y la situación no había cambiado, ambos personajes seguían allí, quietos y atentos, pero nada se volvió a mover en la sombra y el silencio continuaba siendo sepulcral. Al cabo de un largo periodo de tiempo, Orgán dio por hecho que, fuese lo que fuese aquello, ya se habrían ido. Considerando cumplido su tiempo de vigilia y considerablemente somnoliento, decidió despertar a Andrés para que éste comenzase su periodo de vigilancia. - Andrés.- Le llamó en voz baja tocándole suavemente el hombro para no molestar a los demás. – Ya te toca.El joven asintió y salió de su saco desperezándose para hacerse cargo de su deber. Orgán le comentó el incidente ocurrido durante su turno. - ¿Has podido ver lo que era?- Le preguntó Andrés, perceptiblemente interesado. - No, solo hemos podido ver unas sombras moviéndose rápidamente, pero no tengo la menor duda de que algo había tras los árboles, ten 134
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mucho cuidado y si algo ocurre no dudes en despertarnos.- Duérmete tranquilo, estaré muy atento.Gosún permaneció aun acompañando a Andrés, su cuerpo necesitaba muy poco descanso y tendría tiempo de sobra para echarse un rato. Nada ocurrió en el resto de las guardias. Dalman y Garan, hicieron sin incidentes el último relevo y, terminado su tiempo, despertaron a los demás para comer un poco y continuar su ruta. No tardaron en despabilarse todos ellos, se levantaron y recogieron sus sacos, montando todos los pertrechos en sus correspondientes arneses. Se repartieron dos de aquellos asquerosos peces y dieron buena cuenta de su desagradable ración, bebieron un poco y se dispusieron a remprender inmediatamente la marcha. Con Andrés siempre delante de la comitiva, salieron del claro internándose nuevamente en el oscuro bosque. Está vez, tal como dijera Andrés, el terreno era mucho más regular y despejado, la maleza era muy escasa y tan solo los negros árboles que custodiaban su evolución, suponían un mínimo obstáculo para su avance; en algunos tramos, debían superar pequeñas rocas que limitaban por momentos su regular progresión, pero, sin duda alguna, esa jornada adelantarían mucho en su camino; 135
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su único deseo era no toparse con inesperados acontecimientos. Mientras caminaban casi no hablaban, centrados en permanecer detrás del pastor, se movían en silencio, manteniéndose unidos en todo momento. A pesar de estar juntos y preparados para afrontar lo inesperado, la tranquilidad no era un factor dominante en el grupo; cuanto más lejos se sabían de la aldea, más desconcertados se sentían y su temor a lo que pudiese ocurrir iba en aumento. Garan, que marchaba el último, pudo escuchar un sordo gruñido a su espalda, se giró y, a no más de cinco metros, pudo ver a dos de sus salvajes congéneres que marchaban tras ellos, al acecho. Garan, que había crecido entre los humanos y no tenía, por lo tanto, el instinto irracional de sus parientes del bosque, se sintió asustado, e inmediatamente avisó a su compañero Gosún; al girarse este, los dos indómitos góronas habían desaparecido entre la espesa floresta; Gosún, tranquilizo a su acompañante emitiendo suaves gruñidos mientras gesticulaba, como si quisiese inculcar a Garan la seguridad que les proporcionaba el grupo; a pesar de todo, ambos góronas, apresuraron sus movimientos y se unieron a quienes les precedían, formando piña con los demás.
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Dalman, que era quien marchaba justo delante de ellos, se dio cuenta de la actitud de los góronas y le comunicó a Orgán su inquietud. - Oye, algo han visto estos dos, les noto intranquilos y asustados, pregúntales que ocurre.Orgán, que era quien mejor se entendía con los góronas, se acercó a Gosún para interesarse por lo ocurrido, el górona le explico con gruñidos y gestos lo que Garan le había expresado. Al viejo le incomodó la situación e inmediatamente hizo situarse a Gosún y Garan en medio de los cuatro y les trasladó a los demás lo ocurrido. - Nos están siguiendo góronas salvajes, probablemente son los mismos que estuvieron rondando el campamento mientras descansábamos; está claro que vienen a por estos dos.Señalando a Garan y a Gosún. -Debemos estar atentos, esos seres son muy rápidos y fuertes y, aunque no nos atacaran a nosotros, aprovecharán el menor descuido para abalanzarse sobre alguno de ellos.- Está bien, les mantendremos siempre en medio del grupo y estaremos muy atentos, no creo que se atrevan a abordarnos mientras no les vean vulnerables.- Advirtió Andrés, dispuesto 137
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a evitar como fuese arriesgar la vida de sus fieles asistentes. Con toda precaución siguieron su camino, observando atentamente todos los rincones, y muy especialmente las copas de los árboles. Ahora tenían la seguridad de que estaban siendo vigilados y que en cualquier momento podrían ser atacados, sabían que, aunque los góronas temían a los hombres, si estaban hambrientos y se veían en superioridad quizás se atreviesen a arremeter sobre ellos. Aquellos dos que les seguían solo tenían la misión de observarles, en caso de querer acometerles lo harían en manada, y eso sería un gran problema; tendrían muy difícil defenderse contra un grupo de aquellos seres, mucho más fuertes, agiles y agresivos que ellos. El temor a ser agredidos les hizo ir más a prisa y, paradójicamente, ese peligro les benefició en cierto modo, pues adelantaron mucho tiempo esa jornada. Llegado el momento de detenerse a descansar, buscaron, una vez más, algún claro entre la densidad arbórea, mas no encontraron un sitio adecuado, por lo cual debieron montar el campamento entre los mismos árboles. Esto les hacía mucho más vulnerables y les restaba capacidad para vigilar los alrededores. Sabiéndose acosados y en tan complicado terreno, les resultaría muy difícil conciliar el sueño, pero necesitaban des138
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cansar para poder continuar su marcha, por lo que Andrés, se planteó la necesidad de idear una manera de impedir que les sorprendiesen dormidos. Uno o dos vigías, no podían cubrir todos los rincones desde los cuales podrían ser abordados, por lo cual necesitaban montar algún sistema que les previniese de cualquier embate inesperado. - Orgán, vamos a cortar ramas y lianas para construir una fortificación; vosotros recolectad piedras, todas cuantas piedras podáis.- Le dijo a Dalman, quien se afano en su cometido ayudado por Gosún, en tanto, el viejo Alterio se quedó con Garan guardando las provisiones. Aquella tarea les llevaría un buen rato, pero si querían dormir un poco no tenían más remedio que reforzar en lo posible su seguridad. Una vez reunidos los materiales que pidiese Andrés, pusieron todo su empeño en llevar a cabo la obra; utilizando los machetes afilaron bien las largas ramas que habían conseguido y las fueron clavando en la tierra, tumbadas hacia el exterior, unieron las mismas con las lianas, dando varias pasadas a distintas alturas hasta conseguir crear una tupida cerca. Sobre sus cabezas montaron, sujetando varas en los árboles y uniéndolas también con lianas, una plataforma lo suficientemente alta como para permitirles moverse con facilidad bajo ella; cruzando la plataforma, en perpendicular, 139
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dispusieron largas varas afiladas, a corta distancia unas de otras y finalmente, colgaron las piedras en las ramas altas, a modo de péndulos que se desplazarían a gran velocidad sobre la fortaleza cuando ellos cortasen las lianas que las sujetaban al interior, difícilmente podría nadie penetrar desde arriba sin ser golpeado por una de las rocas o atravesado por las afiladas lanzas, y en caso de atacarles por tierra podrían acabar con ellos antes de que consiguiesen atravesar la barrera. Un par de horas después de haber comenzado a construir su defensa, pudieron relajarse dentro de su baluarte, mucho más cansados que cuando llegaron, pero notablemente más sosegados, comieron y se acomodaron para a dormir. Esta vez, fue Andrés quien hizo la primera guardia en compañía de Garan; desde luego, no sería aquella una guardia tranquila, ni mucho menos, pero esperaba no tener la necesidad de despertar a los demás, confiaba en que los góronas no se atreviesen a atacarles esa noche. El tiempo iba pasando muy tranquilo, nada hacía presagiar que pudiese ocurrir algo extraordinario; tanto Andrés como Garan, permanecían alerta, pero entre aquellos árboles no se oía absolutamente nada, ni un ruido, ni un movimiento. Andrés comenzó a pensar que los góronas habían desistido; quizás lo vie140
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ron demasiado difícil y decidieron marcharse; de todos modos, no podían bajar la guardia. Andrés consideró que ya había transcurrido su tiempo de vigilancia y decidió despertar a Dalman, a quien correspondía esta vez el segundo turno, así lo hizo, sin molestar a los demás durmientes. - Si no te importa, yo prefiero hacer mi guardia con Gosún, confío más en él.Aunque a Andrés no le gustó mucho aquella distinción que Dalman hacía entre sus dos voluntariosos asistentes, acepto sin hacer ningún comentario; al fin y al cabo, sería una ventaja para Garan, que podría disfrutar de más horas de sueño. Con el relevo ya en su puesto, el pastor se introdujo en su saco y se afanó en descansar; luego de una jornada tan dura, se encontraba totalmente exhausto. A pesar de su honda preocupación y el temor que sentía ante el inminente peligro, no tardó en quedarse completamente dormido, Garan, por el contrario, se sentó sobre su saco pero manteniéndose en vela; para él, acostumbrado a dormir muy pocas horas, era aún muy pronto; acomodado sobre su saco, encogido y con sus largos brazos apoyados sobre las rodillas, permaneció en silencio y vigilante durante un mucho rato, antes de decidirse a comenzar su descanso. 141
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No había transcurrido mucho tiempo desde el cambio en la vigilancia, cuando Dalman comenzó a dar preocupantes cabezadas, cerrándosele los ojos por momentos. Gosún estaba pendiente de la inconveniente vigilia de su acompañante e intentaba mantenerle despierto dándole pequeños empujones. Dalman hacía lo imposible por mantenerse alerta, pero el cansancio le vencía, a pesar de haber dormido el primero, aquella jornada había sido demasiado dura para él y su maltrecho cuerpo no se había recuperado aun. Al poco tiempo, apoyado de espaldas sobre uno de los árboles que limitaban su pequeña fortificación y servía de soporte a la cubierta de defensa, dormía profundamente y ni siquiera los suaves empujones de Gosún conseguían despertarle. El górona dio por hecho que le tocaría a él solo salvaguardar el descanso de los demás y, sobre todo, proteger su propia vida y la de su compañero de especie. Redobló su atención afinando al máximo todos sus sentidos y girándose inquieto en todas direcciones, intentando cubrir con su mirada cuantos posibles puntos pudiesen ser origen de un ataque. Al poco tiempo de tener que asumir su solitaria imaginaria, su fino oído percibió movimiento en los árboles, agudizó su vista en busca del origen de aquellos ruidos pudiendo distinguir las sombras que se movían con in142
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creíble rapidez por las alturas. Gosún tuvo el tiempo justo para emitir un potente rugido de alerta, en ese mismo momento, tres salvajes góronas, se dejaban caer sobre la cubierta de aquella improvisada jaula; dos de ellos no pudieron evitar ensartarse en las afiladas varas que sobresalían del entramado, pero un tercero rompió con su peso parte del tinglado superior cayendo directamente sobre Gosún, enredándose ambos en una lucha encarnizada. Los demás habían despertado inmediatamente y ya se habían hecho con los machetes dispuestos a luchar contra aquellos salvajes. Andrés, viendo el peligro que corría Gosún, descargo sin miramientos un potente golpe de machete sobre la cabeza del atacante, quien cayó muerto al instante; mientras Orgán, ayudado por Alterio, intentaba cubrir de nuevo la parte rota de la cubierta. Desde ambos lados del sendero, les acosaban unos diez góronas sumamente agresivos y otros seis intentaban introducirse en el recinto desde lo alto de los árboles; Orgán hacía uso de su lanza para proteger el hueco hecho por el górona infiltrado, mientras Alterio, totalmente limitado por su ceguera, sujetaba dos de las estacas en posición vertical, para reducir las posibilidades de que aquellas criaturas se dejasen caer en el resquicio de su fortín y les atacasen directamente dentro; sabían que si conseguían llegar a ellos, en una 143
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lucha cuerpo a cuerpo estarían perdidos, debían impedir a toda costa que superasen las señalas exteriores. Tanto Andrés como Dalman, ya totalmente despejado, ponían todo su empeño en mantener a raya a los atacantes del sendero; Gosún y Garan se abalanzaban sobre las protecciones, intentando alcanzar con sus garras a los enemigos que pretendían sobrepasar las picas; Andrés y Dalman rechazaban a los intrusos utilizando sus lanzas, ensartando con ellas a todo aquel que se ponía a su alcance, tratando por todos los medios que ninguno de ellos se colase al interior; Orgán, mientras tanto, había dado cuenta ya de un par de individuos y tenía relativamente controlados a los que intentaban penetrar desde arriba. En el lado defendido por Andrés las bajas de las bestias eran ya más que sus efectivos de ataque, razón por la cual decidieron huir, pero por donde se encontraba Dalman, seguían intentando la entrada y ya habían derribado una buena parte de la empalizada; Andrés se fue hacia allí para reforzar ese lado, pero uno de los góronas consiguió irrumpir en la jaula protectora y se abalanzó inmediatamente sobre Garan, el más débil de los dos dóciles especímenes; Los demás no podían protegerle, estaban demasiado ocupados en mantener a raya a los que aun querían entrar. Garan tenía las de 144
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perder ante aquel salvaje de su especie; mucho más fuerte y rápido, no tardó en someter al pobre Garan, pero su compañero Gosún, venciendo su temor, se arrojó sobre aquella bestia y le destrozó la yugular de un certero zarpazo, librando así a su análogo de una muerte segura. Ante la imposibilidad de vencer las defensas del grupo y viéndose seriamente diezmados, los salvajes optaron por una retirada masiva. Aquella singular batalla no duró demasiado, pero los salvajes tuvieron que lamentar un buen número de bajas sin haber logrado su objetivo. El éxito obtenido en aquella escaramuza supuso un importante estímulo moral para el colectivo; ahora sabían que no eran tan vulnerables como habían pensado, que podrían afrontar los retos que se le fuesen presentando en el trayecto hacia su meta.
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Capítulo 17 Garan había resultado herido en la pelea; su atacante le había producido un profundo corte en el pecho y necesitaba ser atendido. Algo que no pudieron preparar antes de comenzar su viaje, fueron materiales para curar posibles heridas, ya que en la aldea no disponían de nada utilizable en tales casos, por lo cual deberían improvisar para poder detener la hemorragia de Garan. El viejo Alterio se rasgó su larga túnica para utilizar parte de ella a modo de venda, le dijo a Andrés que lavase bien la herida y el improvisado apósito, con parte del agua que tenían. Una vez hecho esto, cerraron el corte con aquel vendaje y, haciendo finas tiras de una liana, crearon unas sujeciones para mantener apretada la compresa. Habiendo detenido la hemorragia, dejaron descansar a Garan, al tiempo que ellos limpiaban el lugar de las hostilidades. Lo ocurrido les haría perder el 147
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tiempo adelantado en la jornada anterior, pero al menos habían salido bien parados del enfrentamiento. Mientras alejaban del campamento los cadáveres de los góronas muertos, Orgán llamó seriamente la atención de Dalman sobre lo ocurrido; Gosún le había dado a entender el abandono de su responsabilidad en la guardia, algo que les pudo costar muy caro; Dalman no argumentó nada en su defensa, tenía claro que le había fallado a sus compañeros y se sentía culpable por ello. Finiquitada la tediosa y repúgnate tarea de limpieza, se dispusieron a descansar, ahora lo necesitaban más que nunca. - Dalman, podrías terminar tu turno y luego despertar a Orgán para que haga la última guardia.- Propuso Andrés para Organizar la vigilancia. Orgán intervino inmediatamente. - Yo tomaré ya el relevo, casi me iba a tocar hacerlo, Gosún me hará compañía.- Faltan aún muchas horas, Garan debe recuperarse y todos necesitamos dormir lo suficiente para volver a estar en forma; será demasiado tiempo para vosotros dos, también necesitáis descansar. Lo haremos en tres nuevos relevos, dentro de un par de horas más o menos 148
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despiértame, Dalman hará entonces el último turno.- Razonó Andrés. - Dormiros tranquilos, en cuanto sienta que me vence el cansancio te despertaré.Acordados los nuevos periodos de vigilancia se metieron todos en sus sacos y en poco tiempo dormían profundamente. Orgán no había querido comentar con los demás lo acontecido con su compañero y amigo, pero tampoco confiaba ya en él. Desde el principio, Dalman, se estaba tomando aquello como algo que le contrariaba, le incomodaba seguir los criterios de Andrés y, en cuanto podía, se desentendía del grupo queriendo tomar sus propias decisiones. Orgán defendería a su amigo hasta las últimas consecuencias, pero tenía claro que si Dalman se había embarcado en aquella aventura, era por seguirle a él, y cualquier cosa que pudiese perjudicar a los demás le concernía directamente, por eso no dejaría que Dalman volviese a meter la pata. Todo transcurrió sin sorpresas, al cabo de un tiempo considerable, Orgán, despertó a Andrés para poder descansar un poco, pero lo suficientemente tarde como para evitar que fuese necesario que Dalman hiciese otro turno, no deseaba que su compañero tuviese que soportar esa presión después de lo que había pasado, ya la próxima jornada, cuando estuvie149
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sen todos más tranquilos, volverían a la normalidad. Llegado el momento de reanudar la marcha, Andrés despertó a los demás, como cada jornada; deberían alimentarse y recoger todos los arreos antes de abandonar nuevamente el campamento. Nada más despertar, el viejo Alterio se interesó por el estado de Garan e, inmediatamente, Dalman se acercó al inferido, se sentía culpable de lo sucedido y aunque, probablemente, nada hubiese cambiado de permanecer él alerta, no podía evitar el cargo de conciencia que le originaba su imprudencia. El górona estaba notablemente mejor de lo que la herida hacía prever; la hemorragia se había detenido totalmente y el corte no presentaba tan mal aspecto; aquellos seres eran extremadamente resistentes y su capacidad de recuperación era asombrosa. Entre Dalman y Alterio ayudaron a levantarse a Garan; comieron todos juntos y, cargando con sus correspondientes arneses, reanudaron la marcha. Debido al estado de Garan, deberían cargar con los sacos de peces y el agua que éste llevaba entre los demás; decidieron remudarse en tal tarea, ya que era considerable el peso que tendría que soportar quien llevase esa carga extra; así fue Andrés el primero en cargar con los peces, mientras Dalman se haría cargo de la bota de agua. 150
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Capítulo 18 Hacía ya cuatro jornadas que habían abandonado el poblado; durante todo ese tiempo, exceptuando el altercado con los gónoras, nada nuevo había ocurrido, no volvieron a encontrase con los salvajes, y todo cuanto habían visto hasta entonces era el oscuro bosque jalonado a veces por algún que otro pequeño claro, las provisiones se advertían ya considerablemente mermadas y no se atisbaba el más mínimo signo de luz, o algo que se le pareciese; la situación, a pesar de que aún tenían suministros para algunas jornadas más, ya comenzaba a ser preocupante. Para más intranquilidad algunos peces estaban comenzando a morir y no sabían cuánto más resistirían dentro de aquellos sacos, donde el líquido contenedor comenzaba a pudrirse. Andrés se planteaba muy seriamente establecer restricciones con el agua e ir comiendo los peces que fuesen muriendo para, así, prolongar la duración de las 151
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existencias. Su único factor positivo era la, casi total, recuperación de Garan, quien ya, desde la anterior jornada, venia cargando con sus aperos y se le veía nuevamente ágil y fuerte. Ese día llevaban unas horas caminando; nada había variado, el único paisaje que habían podido ver era aquella penumbra y las lúgubres sombras producidas por las plantas y peñascos. Al pasar una zona de difícil transito, se encontraron un nuevo claro en la maleza y según iban avanzando este se hacía más grande y despejado. En la opacidad, no alcanzaban a distinguir sombra alguna delante de ellos; un poco más adelante salieron a campo abierto, un suelo llano y uniforme, cubierto por aquella roja hierba, tan característica, aquello le recordaba a Andrés el terreno recorrido con Alterio, justo antes de llegar al valle donde se encontraba el poblado. Aquella sensación hizo que el pastor sintiese un escalofrió, noto como se erizaba su bello y un incontrolable nerviosismo se apoderó de él, estaba emocionado ante aquel panorama, algo en su interior le decía que aquel era el camino de llegada a un nuevo poblado. Aligeró el paso mientras gritaba a sus compañeros con inusitada alegría. - Vamos, apurad. Creo que hemos encontrado una nueva aldea.-
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- ¿De qué hablas muchacho, donde has visto aldea alguna?- Preguntó Orgán sorprendido por la reacción de Andrés. - Este descampado es igual que el que atravesamos al llegar al poblado con Alterio, ¿no os resulta familiar?Los otros hombres tuvieron que reconocer la evidencia, pero ante ellos no se veía nada; el aumento de la luminosidad que caracterizaba a su antiguo poblado, las chozas, la laguna, nada de eso podían distinguir en aquel campo; quizás Andrés se estaba dejando llevar por su deseo y su pasión desbordante. Siguieron adelante, casi a la carrera, no les era fácil seguir a Andrés. Al cabo de un rato notaron como el negro horizonte se volvía algo más luminoso; fue entonces cuando la alegría desbocada les embargo a todos ellos, Alterio preguntaba emocionado que estaba ocurriendo, no pudiendo evitar un grito de satisfacción cuando le relataron lo que veían; el paso apresurado se convirtió inmediatamente en carrera, no tardando en divisar, en una zona baja, junto a un amplio lago, una población de considerables dimensiones. Al igual que sucediera cuando llegaron a la aldea de Alterio y los otros, allí la claridad era más pronunciada que en el bosque; Andrés pensó que era, incluso, más pronunciada tam153
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bién que en el otro poblado, si bien la penumbra continuaba siendo la pauta principal, si parecía, en cambio, no ser aquel lugar tan oscuro como lo era el anterior. Comenzaron a bajar la ladera dirigiéndose directamente hacia las cabañas, mucho mejor ordenadas y en una cantidad muy superior a las de ellos habitaran. Allí no había cercado ni torres de vigilancia, el poblado se levantaba en campo abierto al final de la ladera, lo más parecido a su abandonada aldehuela, era el gran lago que se encontraba a un lado de la población. También las propias calles estaban más concurridas; se podía distinguir gente en movimiento y una considerable actividad junto al lago. Definitivamente, aquello nada tenía que ver con la triste y oscura localidad donde vivieran anteriormente. Todos se encontraban sorprendidos ante lo que estaban viendo; aunque no consiguiesen su objetivo de topar la salida, al menos no permanecerían eternamente padeciendo en el bosque, aquel lugar era lo más parecido a su mundo que veían en mucho tiempo y daba la impresión que la existencia allí podía ser mucho más llevadera. Unos cien metros más adelante, poco antes de finalizar la bajada, se levantaban las primeras edificaciones a ambos lados de un 154
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ancho sendero. La gente que se encontraba en el exterior se refugió rápidamente en sus correspondientes domicilios al verlos llegar; su presencia allí estaba causando alarma en los residentes y eso les preocupaba. Continuaron introduciéndose en el poblado hasta alcanzar una especie de plaza en la cual se hallaban reunidos unos cuantos hombres. Inmediatamente, estos se pusieron tensos y les gritaron que se detuviesen. Ellos obedecieron, se miraron sorprendidos y permanecieron quietos, de pie, a unos veinte metros del otro grupo. - ¿Quiénes sois y que buscáis?- Pregunto uno de los reunidos visiblemente receloso. - Me llamo Andrés y estos son Alterio, Orgán, Dalman, Gosún y Garan.- Les respondió el pastor señalando uno por uno a sus acompañantes. .- ¿Cómo habéis llegado solos hasta aquí y que hacéis con esas bestias?- Estaba claro que en aquella población no convivían con lo góronas y que eran Gosún y Garan quienes causaban aquella espantada en la población. .- Hemos llegado solos, buscando la salida de este bosque.Andrés explicó detalladamente a los pobladores sus vicisitudes y las razones que les llevaran allí. 155
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- ¿Dices que habéis llegado por vuestra cuenta?, aquí nunca ha llegado nadie que no haya venido con los cazadores, y esas bestias que os acompañan no pertenecen a este territorio; sus dominios están a más de dos jornadas de aquí; son salvajes y peligrosos, ¿cómo os atrevéis a traerlos al poblado?- No todos son salvajes, Gosún y Garan convivían con nosotros en nuestra aldea y nos han acompañado en este viaje, jamás harían daño a un humano.- Aquí viven mujeres y niños y esos seres no pueden quedarse entre nosotros, si queréis permanecer aquí, ellos deberán marcharse.- No lo entendéis, los salvajes que habitan en el exterior son sus enemigos, les atacarían en cuanto les viesen desprotegidos, deben estar con nosotros.- En el exterior no hay salvajes, ya os hemos dicho que su territorio está a más de dos jornadas de aquí, estos dos son los primeros góronas que vemos desde que llegamos; los cazadores les impiden sobrepasar los límites de su comarca. .- ¿Entonces, son los cazadores quienes os traen a este lugar? - Así es, antes de venir aquí habitamos mucho tiempo en siniestras aldeas oscuras y solitarias, 156
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sufriendo hambre o comiendo unos asquerosos peces que hay en sus aguas. Es el guardián quien decide cuando trasladarnos y son sus cazadores quienes nos traen. Aquí estamos bastante mejor aunque las tinieblas siguen siendo eternas- Es aquí entonces a donde traen a los que capturan en las aldeas o en el bosque.- Reflexionó Andrés mirando a sus compañeros. - Lo siento pero no podéis quedaros, a no ser que esos dos góronas se queden fuera del poblado, aunque sean inofensivos la gente se sentirá asustada si permanecen aquí.Ante aquella disyuntiva deberían tomar una decisión, o se quedaban todos fuera, acampados a cierta distancia, o tendrían que hacerlo Gosún y Garan. Fue Orgán, una vez más, quien les explico la situación a los dos góronas; después de un rato intercambiando con ellos palabras y gruñidos, Orgán se dirigió a los demás. - Ellos están de acuerdo en quedarse fuera, les he asegurado que no existe ningún peligro y acamparán en el exterior, nosotros les llevaremos alimento y agua mientras permanezcan allí.- Está bien, podéis quedaros vosotros entonces, pero si viniesen los cazadores tendremos que 157
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comunicarles de vuestra presencia aquí; nadie que no haya sido elegido puede permanecer en esta aldea; si os ocultásemos seriamos castigados nosotros.- Lo comprendemos, tan solo permaneceremos un par de jornadas, lo justo para descansar, abastecernos y continuar nuestro camino.- Seréis bien atendidos.Gosún y Garan recogieron sus cosas y se dirigieron hacia la salida del poblado, mientras los cuatro hombres tomaban contacto con los demás. Los habitantes del lugar les llevaron a una cabaña vacía, al fondo de la calle principal del poblado, la cual les ofrecieron para pasar allí su estancia.- Aquí estaréis bien, podéis pescar en el lago o salir de caza, ahí tenéis el barreño con agua y esos catres para dormir, no es gran cosa pero las comodidades en este lugar no son una opción.- No os preocupéis, de un sitio mucho peor venimos, esto será algo así como unas vacaciones.- Respondieron riendo. - Por cierto, incidió Andrés, habéis dicho que podremos salir de caza, ¿acaso hay algo más que peces por aquí?158
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- En el bosque hay pequeños animales parecidos a los conejos aunque bastante más feos.Dijo riendo uno de los anfitriones. - No tienen muy buen aspecto pero su carne no sabe tan mal y son muy nutritivos.- Los cuatro viajeros se miraron con un gesto de agradable sorpresa.- Por fin podrían dejar de comer aquellos repugnantes peces. - Estaremos como en un hotel de lujo.- Bromeo Alterio. - Si, pero nuestro destino final no es éste, no lo olvidéis.- Quiso dejar claro Andrés ante el temor de que sus acompañantes decidiesen permanecer allí definitivamente. - Lo sabemos, no te preocupes, yo, al menos, seguiré adelante.- Respondió Orgán notando la desconfianza del muchacho. - Yo también continuaré.- Se animó Dalman viéndose, quizás, comprometido por su error en el campamento y renovada su confianza en Andrés al haber encontrado ese nuevo poblado. Alterio, por su parte, permaneció callado, dadas sus limitaciones no tenía claro que continuar con ellos fuese la mejor opción. Andrés tampoco insistió, comprendía la actitud del viejo y, por otra parte, quizás fuese mejor para todos; aunque le había tomado mucho 159
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aprecio tenía que reconocer que era más un lastre que una compañía. Dejaría que decidiese él mismo y aceptaría su disposición. Después de haber estado un rato charlando y respondiendo a las preguntas de sus pródigos, optaron por descansar; no habían dormido en condiciones desde que partiesen hacía cuatro jornadas, y esta vez podrían hacerlo sin sobresaltos y en cómodos catres de paja. Andrés se levantó pronto a pesar de haberse acostado sumamente agotado, posiblemente, la impaciencia por recorrer aquel nuevo poblado, tan diferente a la aldea en que habían estado la última vez, con mucha más vida, más actividad y más luz, habían contribuido a limitar sus horas de descanso; estaba ansioso por conocer mucho más de aquella población. Cuan diferente era todo allí con respecto a su anterior experiencia. ¿Sería aquello un claro indicio de su cercanía a la definitiva liberación, al regreso a su mundo? Una vez más, estaba deseando obtener respuestas, aclarar sus dudas y conocer los motivos por los cuales las cosas, en aquel lugar, eran tan diferentes. Salió a recorrer las callejuelas de aquella pequeña villa, entre tinieblas. Por primera vez, desde que atravesase la dichosa luz, veía muje160
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res y niños, como si aquella localidad fuese ya el destino definitivo de una humanidad normal, el mundo concluyente, en el cual estaba establecido su futuro y el resto de su existencia. En su devenir por las oscuras calles pudo ver niños jugando, algo que ni siquiera podría imaginarse la jornada anterior, mujeres acarreando agua y alimentos y hombres dedicados al mantenimiento de sus chozas; una actividad mucho mas acorde al normal desarrollo de una sociedad tal y como él la había conocido siempre; era lo más parecido a una villa corriente, de las que había dejado atrás antes de introducirse en aquella pesadilla, aunque las tinieblas, las incomodidades y la falta de fuego y elementos necesarios para una actividad humana medianamente convencional, seguían siendo la principal diferencia, pero sobre todo, aquel oscuro bosque que definía los límites entre su iluminada libertad y su triste eternidad en la penumbra. Definitivamente, no era aquel el lugar que deseaba encontrar para poner fin a su aventura. Durante su largo paseo, fue recabando toda la información posible de los lugareños; no le era fácil relacionarse con aquellas personas, ante su presencia, solían retirarse, como claro signo de desconfianza hacía un desconocido. Después de recorrer distintos rincones del 161
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poblado llegó a la orilla del lago, donde dos mujeres de mediana edad se encontraban llenando de agua unos grandes barreños de madera; se acercó a las señoras y entabló conversación con ellas. Al principio, las dos damas se mostraron reticentes a hablar con el desconocido, pero finalmente accedieron a mantener con Andrés una pequeña plática. - Hola, me llamo Andrés, hemos llegado ayer con unos amigos y nos dirigimos hacia el portal de salida; hemos encontrado este poblado por casualidad.- Ya hemos sabido de vuestra llegada, aquí las novedades se saben enseguida.- Desde que he entrado en este extraño mundo, solo he visto oscuridad y clausura, en la primera aldea que he estado no había niños ni mujeres, ni se veía a la gente por las calles como aquí. No entiendo la razón de tan notable diferencia, si aún seguimos estando en las tinieblas, ¿por qué aquí vivís mucho más acorde con la vida exterior?- A esta aldea van trayendo los cazadores a quienes consideran preparados. Todos entramos como tú en este mundo y todos hemos tenido que padecer la estancia en esas infernales aldeas; algunos nunca salen de ellas, pero otros somos elegidos para instalarnos aquí, con más claridad, más alimento y más facilidades para 162
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relacionarnos. Los que somos traídos aquí ya nunca seremos trasladados al castillo de fuego, éste es nuestro destino definitivo, donde pasaremos toda la eternidad, sin envejecer y sin morir jamás; pero vosotros no habéis sido elegidos, deberíais haber permanecido en vuestra aldea hasta qué los cazadores del Guardián fuesen a recogeros, al haberos escapado y desafiado al Guardián, podéis estar seguros de que en cuanto se entere, enviara a sus cazadores a por vosotros y, seguramente, os internaran para siempre en el castillo de fuego como esclavos suyos, por eso debéis abandonar cuanto antes este poblado.- Lo sabemos, tan solo permaneceremos aquí el tiempo justo para aprovisionarnos y descansar, luego seguiremos nuestra ruta.Las mujeres se iban marchando mientras escuchaban sus últimas palabras, no se encontraban a gusto a su lado y querían alejarse de él cuanto antes; nadie en aquel sitio deseaba que pudiesen relacionarle con aquel grupo de hombres. Estaba claro que temían alguna represalia por parte de los cazadores, ya que su presencia allí les incomodaba visiblemente. Decidió regresar a la choza donde estaban descansando y contarles la conversación a sus compañeros. Si no querían causarles pro163
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blemas a aquellas personas, lo mejor sería continuar cuanto antes su camino, no deberían comprometerles. Una vez en la barraca, conversaron los cuatro sobre el asunto y decidieron ultimarlo todo para retomar la marcha. - Por lo que he podido averiguar, significamos un peligro para esta gente permaneciendo aquí, en este poblado viven los elegidos del Guardián y han sido todos seleccionados en las diferentes aldeas de paso, como la que nosotros habitábamos; al haber llegado aquí sin ser elegidos, se nos considera ilícitos en este pueblo y fugitivos de los cazadores, deberemos irnos lo antes posible. - No es esa una agradable noticia, este lugar me gusta para quedarme en caso de no querer seguir adelante, estaríamos mucho mejor aquí que donde hemos estado hasta ahora y seguramente mucho mejor que en el castillo de fuego- Dijo Dalman. - Comprendo que para ti, dadas tus reservas desde el principio hacia esta misión, sería algo muy positivo quedarte, en este lugar no estarías solo, tendrías amigos y tu vida sería mucho menos aburrida, pero seguirías estando en las tinieblas, soportando la rutina de una eternidad condicionada.164
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- También yo preferiría esto al castillo de fuego.- Le replico Orgán, pero no es el castillo de fuego lo que buscamos sino la salida al mundo de la luz, no pensamos en el fracaso, lo conseguiremos; después de ver esto, yo confió mucho más en que estamos siguiendo la ruta correcta, y ahora, teniendo caza en el bosque y pudiendo cargar mucha más agua, crecen considerablemente nuestras posibilidades.- Solo bromeaba, ya os he dicho al llegar que seguiré con vosotros.- Lo arregló Dalman, que ya comenzaba a sentirse cómodo en aquel lugar. Alterio sin embargo, ya no quería continuar, se sentía un lastre, sabía que retrasaba su marcha debido a su ceguera y estaba extremadamente cansado; si tuviese la ocasión de quedarse en aquel lugar lo haría encantado; para él la aventura ya había terminado, probablemente su salud no resistiese las difíciles jornadas que aun restaban. Convencido de que sería lo mejor para todos comunicó a los demás su decisión. - Muchachos.- Comenzó diciendo. –He decidido quedarme aquí; espero que los habitantes de este lugar me acepten y pueda evitar a los cazadores; de seguir con vosotros sería un estorbo y todos sabemos que mi ceguera es un inconveniente que tan solo os aporta retrasos y 165
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preocupaciones; si queréis ayudarme hablaremos con los dirigentes de esta comunidad para pedirles que me dejen quedar, será lo mejorLos otros tres hombres se miraron entre ellos asintiendo con la cabeza, sabían que el viejo tenía razón, aunque no les resultaba fácil separarse de él sabiendo que nunca jamás volverían a verle, pero su propuesta era lo más lógico dadas las circunstancias. Los cuatro juntos, se dirigieron a buscar al grupo que les había acomodado al llegar; pensaban pedirles a ellos la autorización para que Alterio se quedase allí a vivir. Después de recorrer varios senderos, guiados por quienes tuvieron a bien responderles, consiguieron llegar a una cabaña, relativamente grande, que se encontraba casi al fondo de la aldea, según les habían indicado, allí vivía Heraán, quien, supuestamente, era el que llevaba la voz cantante en aquel poblado, una especie de cacique que, junto a unos cuantos consejeros, tomaba las decisiones importantes que afectaban a la sociedad. Llamaron a la puerta y no tardó en aparecer el individuo, sin invitarles a pasar les preguntó a que se debía la visita; Andrés le explico lo que habían hablado. El hombre, sin comprometerse a nada, les respondió que debería convocar a sus conse166
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jeros y decidirlo entre todos, que aquello podía ser una situación peligrosa. Saliendo de su choza, recorrió con ellos no más de diez metros. Apiñadas en el mismo lugar se encontraban varias chabolas como la de él; Heraán llamó en todas las puertas y de cada una de ellas salió un individuo. Cinco fueron los hombres que se juntaron a deliberar la proposición de los viajeros dentro de una de las casas mientras afuera, impacientes, esperaban los cuatro compañeros. Un largo rato después, salieron los cinco sujetos; Heraán tomó la palabra. - Hemos estado hablando sobre vuestra petición y llegamos al acuerdo de que si se queda será bajo su propia responsabilidad, si los cazadores se lo llevan nada haremos nosotros, solo les diremos que llegó solo y ciego y que por este motivo decidimos dejarle aquí; no arriesgaremos nuestro futuro por defenderle. Si estáis de acuerdo con la decisión puede quedarse en la choza donde estáis ahora- Me quedo.- Se adelantó a decir Alterio antes de permitir que opinasen sus compañeros.- ¿Está seguro Alterio? Le preguntó Andrés. – Podría no permanecer mucho tiempo si los cazadores le encuentran, y ya sabe lo que le esperaría. 167
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- Lo se muchacho, pero ya no quiero seguir luchando, me siento muy cansado, después de tanto tiempo ya es hora de que llegue mi destino definitivo- Pero usted deseaba poder salir de aquí, fue el primero en animarse a venir conmigo, ¿a qué viene este cambio?- En realidad nunca he estado convencido, he aceptado acompañarte porque te veía con un gran convencimiento y no me he atrevido a negarte mi ayuda, pero ahora yo ya no soy necesario, estas mucho mejor acompañado por Orgán y Dalman e iréis mucho más rápido sin mí. - Si usted está decidido nosotros solo podemos desearle buena suerte- Lo mismo os deseo yo – - Bien, comenzaremos ahora mismo con los preparativos e iremos a despedirnos de usted antes de partir- Estaré en la cabaña esperándoos.Mientras Andrés y Dalman disponían los preparativos para reiniciar el viaje, Orgán salió del poblado llevando algo de comida y agua para los dos góronas, que estaban acampados a las afueras; al subir la ladera alcanzó a verles unos metros más allá, en el llano. Habían decidido acampar en campo abierto y allí 168
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permanecían, sentados junto a sus arneses. Orgán se acercó a ellos y, mientras les entregaba la comida, les puso al tanto de la nueva situación, quedando en unirse a ellos en cuanto estuviesen listos para continuar. A su regreso se encontró con Andrés y Dalman en plena faena a la orilla del lago, mientras el segundo llenaba las botas de agua y organizaba los aperos, Andrés estaba construyendo un arco con uno de los palos que habían utilizado como lanza, concretamente el que trajera Alterio y que ahora ya no necesitaría. Como cuerda utilizaría parte de aquella soga que habían cargado al comienzo. - ¿Construyes un arco?, ¿crees que podremos necesitarlo?- Se interesó Orgán. - Heraán nos ha dicho que por aquí hay caza en el bosque, esto nos ayudará a no tener que seguir comiendo ese asqueroso pescado, nos alimentaremos de carne fresca.- Si es que somos capaces de cazar algo con eso.- algo conseguiremos. En cuanto estemos en el bosque cortaremos unas ramas adecuadas para hacer flechas, con esto y con las lanzas deberíamos tener suficiente.Unas horas más tarde estaban ya listos para restablecer la marcha, pero antes debían des169
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pedirse de Alterio, tal y como le habían prometido. Se dirigieron a la cabaña donde el viejo ya se había instalado y entraron sin llamar. - Bueno Alterio, estamos listos, ya nos vamos.- Espero que tengáis mucha suerte y consigáis llegar, es una pena que sea tan mayor y no pueda ver, me hubiese gustado poder seguiros.- Si lo conseguimos será en parte gracias a usted, sin su colaboración nunca habríamos tomado esta decisión.- Andrés recordaba al decirle esto la inestimable ayuda del viejo para convencer a sus otros dos compañeros y como le animó en todo momento para seguir adelante con su locura. - Bueno chicos.- Alcanzo a decir Alterio casi llorando. – no me olvidare nunca de vosotros- Ni nosotros de ti.- Le respondió Orgán mientras se abrazaban los cuatro. Debidamente abastecidos y acompañados por Heraán tomaron el camino que les llevaba a las afueras, al llegar al borde de la ladera se despidieron de su anfitrión, agradeciéndole toda su colaboración a pesar del riesgo que corrieron al cobijarles en su aldea. Ya finalizado el protocolo de las despedidas, subieron la ladera y recogieron a Gosún y Garan que les esperaban, preparados ya para echar a andar con ellos. 170
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Capítulo 19 Internados de nuevo en el oscuro bosque, siguieron la ruta establecida intentando desplazarse lo más recto posible entre aquellos árboles. Ese fin de jornada, Andrés sorprendió a sus compañeros con su habilidad para manejar el arco al cazar, a la primera, un tépur, (nombre dado por los aldeanos a aquella especie de conejo feo pero de nutritiva y sabrosa carne). El animal pesaba unos dos o tres quilos, ración suficiente para todos en aquella frugal comida. Durante un par de jornadas más, su recorrido acaeció a través de la maleza y los sombríos y frondosos árboles, pero cuando llevaban la mitad de la tercera jornada transitada, la fuliginosa arboleda se convirtió en una escarpada colina, casi desierta, jalonada de grandes y cortantes rocas negras. Sería una difícil misión desenvolverse en aquel terreno tan agreste. Probablemente, allí iban a necesi171
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tar la cuerda en más de una ocasión para poder superar algunos obstáculos realmente complicados; no sería nada fácil moverse en esa montaña y su evolución se vería considerablemente contenida. Fueron ascendiendo con mucha dificultad a través de los abruptos desfiladeros que aparecían de vez en cuando entre los peñascos, teniendo que abandonar los mismos, cada cierto tiempo, para trepar por elevados barrancos, el ascenso era sumamente duro y tedioso. Después de una muy larga jornada, consiguieron alcanzar la cima de aquella infernal montaña; una vez en lo alto, pudieron divisar bajo sus pies un inmenso acantilado, casi vertical, del cual no alcanzaban a ver el fondo debido a la escasa luz. Sería una labor harto complicada encontrar la forma de bajar de aquel cerro, pero ya buscarían la manera de hacerlo después de un merecido descanso. En esta ocasión tendrían que alimentarse con el pescado que llevaban en las sacas, pues en aquel, escabroso lugar, no había la menor posibilidad de conseguir caza alguna. Andrés volvía a preocuparse, habían abandonado los bosques y, quizás a partir de allí, las posibilidades de mantenerse con presas obtenidas por medio de la caza se hubiesen desvanecido; si había calculado mal las provisiones, no les durarían más de dos días y se verían obli172
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gados a sufrir las consecuencias del hambre, algo nada beneficioso para mantener las fuerzas suficientes que les permitiesen seguir su camino. Después de haber dormido durante un largo periodo y con fuerzas renovadas, levantaron nuevamente el campamento y se dispusieron a encontrar un camino en aquel abismo que les llevase hasta fondo del despeñadero; echaron a andar a lo largo de la cima, bordeando el vacío, con la esperanza de hallar una zona transitable que les condujese hasta abajo, Marcharon durante varias horas, hasta que la estrecha cresta comenzaba a extenderse en una suave pendiente que llevaba a un sendero entre las rocas, peligrosamente inclinado, pero accesible con la suficiente cautela. Iniciaron el descenso en fila india y unidos entre sí mediante la cuerda, si alguno resbalaba, las posibilidades de despeñarse serían mucho menores, y de hacerlo debería arrastrar a los otros cuatro, algo poco probable; se sentían, por lo tanto, mucho más seguros y el descenso sería más tranquilo. Andrés, como casi siempre, marchaba delante, seguido de Orgán y de Dalman, por último estaban Garan y Gosún, quien cerraba el grupo. Durante más de una hora, estuvieron descendiendo por aquel vertiginoso desfiladero, 173
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antes de divisar en el fondo, un extenso valle mucho más iluminado de lo normal. La espesa bruma que cubría absolutamente todo por encima de sus cabezas, era la causante, con toda seguridad, de que no hubiesen podido distinguir, desde lo alto de la montaña, la inmensa llanura que se extendía ante ellos El origen de aquel repentino aumento de la claridad, se encontraba a una considerable distancia. Un enorme fuego, que se extendía a lo largo del horizonte, era la causa. Pero desde tan lejana atalaya, no conseguían distinguir el origen del mismo, aún tendrían que caminar mucho para aproximarse a aquel lugar. Descendieron los últimos metros que les quedaban para llegar al valle, una vez abajo, decidieron tomarse un descanso y reorganizarse antes de continuar. Andrés no tenía muy claro si encaminarse hacia el origen del fuego o evitarlo; había oído hablar demasiado del “castillo de fuego” y aquello podría ser ese lugar al que tanto temían todos; resultaría bastante patético que se metiesen allí por sí mismos, sin siquiera haber sido capturados por los temibles cazadores; decidió que lo mejor sería soslayarlo, aunque acercándose lo suficiente como para ver de qué se trataba, y así se lo hizo saber a los demás; todos estuvieron de acuerdo y emprendieron la marcha nuevamente. Como habían acordado, se dirigieron hacia 174
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un punto en el horizonte por el cual pasarían a considerablemente alejados de aquel insólito fuego, pero podrían distinguir que era lo que lo causaba. La distancia engañaba bastante en aquel juego de luz y penumbra, y lo que creyeron un punto accesible en más o menos media jornada, se tornó en un lejano objetivo; debieron detener la marcha mucho antes de alcanzar su propósito, tendrían que alimentarse y dormir, para reanudar su expedición al día siguiente. La intensidad de aquel fuego era tanta que habían errado estrepitosamente en sus cálculos; comieron algo y se quedaron dormidos, solo Gosún se mantuvo de guardia aquella noche; en la inmensidad de la llanura no percibían ningún peligro inminente, la visibilidad allí era bastante buena y las características del terreno les permitían observar a gran distancia, pudiéndose preparar para cualquier posible irrupción con la suficiente antelación. Ya más reposados y con mejor disposición enfilaron nuevamente la ruta marcada, no mucho después de emprender el recorrido, vieron en la distancia un nutrido grupo de seres de gran tamaño dirigiéndose directamente hacia ellos; estaban aún muy lejos pero no esperarían a reconocerles, echaron a correr todo lo aprisa que podían intentando escapar de aquellos desconocidos, confiaban en que no les hu175
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biesen visto aun, y debían encontrar un sitio donde esconderse en aquel interminable llano. En su desenfrenada carrera por evitar a aquellos sujetos, llegaron a una zona en la cual la hierba era aún poco más alta, se echaron al suelo confiando que los pastos cubriesen sus cuerpos y fueron reptando hacia la zona donde se creían más seguros. Garan, que se había anticipado en su carrera, iba unos cuantos metros delante de los demás. Andrés podía distinguirle arrastrándose entre el herbaje, hasta que, de pronto y sin motivo aparente, desapareció ante sus ojos, como si se lo hubiese tragado la tierra. - Garan.- Gritó Andrés llamando al górona. Los demás intentaron también localizar con la mirada al congénere de Gosún. - ¿Dónde se ha metido?- Preguntó Orgán preocupado ante la inesperada desaparición de Garan. - No lo sé, estaba unos metros delante de mí y fue como si se lo tragase la tierra.- Vamos, debemos averiguar que le ha ocurrido.- No es conveniente que nos movamos ahora, esos monstruos que vienen hacía aquí podrían descubrirnos, mejor esperarnos quietos hasta que se hayan ido.176
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- a lo peor ya nos han visto, parece que se dirigen directamente hacia nosotros.- Esperemos que no sea así, pero preparémonos para defendernos.Durante un buen rato permanecieron inmóviles, esperando a ver que reacción tendrían aquellos individuos al llegar a su altura. Los tres hombres sujetaban con fuerza las empuñaduras de sus machetes, dispuestos a defenderse. Gosún, no apartaba la mirada del lugar donde desapareciera su compañero, estaba enormemente preocupado por la suerte que éste habría corrido; no parecía muy dispuesto a luchar contra los monstruos en caso de ser descubiertos, como si supiese de antemano que nada podrían hacer para vencerles si fuesen atacados; quizá su instinto, o quizás algún natural conocimiento, hacía que no estuviese inclinado a lidiar con aquellos seres. Los minutos, en aquella situación, se hacían interminables; la incertidumbre de no saber lo que ocurriría cuando se acercasen les mantenía en una insoportable tensión. Cuando el desconocido grupo estuvo lo suficientemente cerca, Andrés pudo distinguir con claridad su fisonomía; aquellos personajes eran realmente tétricos. Pudo contar hasta diez gigantescas bestias de cabezas inusualmente pequeñas, enormemente desproporcionadas en relación a 177
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unos cuerpos de considerables dimensiones. Se envolvían totalmente en unas largas capas negras que solo dejaban ver sus manos, unas manos completamente cubiertas de pelo, también negro, y rematadas en unas enormes garras, muy parecidas a las que tenían los góronas, pero de superior tamaño. En la abertura delantera de la capucha que cubría sus pequeñas cabezas, apenas se podía distinguir un rostro de rasgos espeluznantes, sus ojos eran dos brasas ardiendo y estaban provistos de unos grandes y afilados colmillos, no tenían nariz, o al menos, Andrés no había conseguido vérsela; los pies, que apenas asomaban debajo de las largas capas, eran pezuñas de animal, pero con una especie de garra en su parte trasera, sobresaliendo de lo que podría denominarse el talón. Viendo aquellos monstruos a tan poca distancia, un escalofrío recorrió su cuerpo. Orgán, tumbado de frente a Andrés, y por lo tanto de espaldas a la escena, pudo notar en el rostro del muchacho, todo el terror que este estaba sintiendo ante aquella visión, y él mismo se contagió de aquel miedo; Dalman ni siquiera veía lo que estaba ocurriendo, tendido boca abajo, mantenía su cara pegada al suelo y cubría su cabeza con las manos, como si se estuviese protegiendo de algún mortal objeto caído del cielo; Gosún, en cambio, permanecía
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impávido, con la mirada fija en el punto donde desapareciera Garan. Los diez acechantes sujetos se detuvieron a escasos metros de donde ellos estaban intercambiando unas incomprensibles palabras, uno de ellos señaló al sito donde se encontraban los tres asustados aventureros, y hacia ellos se dirigieron sin vacilación, estaba claro que les habían visto. Inmediatamente, los tres hombres se levantaron y echaron a correr hacia el sitio donde desapareciera Garan; a solo unos metros de donde habían estado tumbados, la tierra desapareció bajo sus pies y se precipitaron en un agujero oculto entre la hierba; pero Gosún ni se movió, permaneció quieto y sin cambiar un ápice la expresión de su rostro, mientras los gigantes oscuros se abalanzaban sobre él, destrozándolo literalmente; en muy pocos segundos, la vida de aquel pobre górona había llegado a su fin entre escalofriantes gritos de terror y desesperación, tal como temiese en su momento Orgán cuando accedió a convencerles para que les acompañasen, y Andrés nada pudo hacer por evitarlo, no había podido cumplir su promesa.
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Capítulo 20 Cayeron durante varios segundos, rodando por aquel túnel casi vertical hasta dar con sus huesos en una oscura galería varios metros bajo tierra, en la entrada del conducto podían oír las guturales e incomprensibles palabras de quienes acababan de terminar con la vida de Gosún, pero, por suerte para ellos, no les siguieron en su caída; maltrechos y magullados, pero sin lesiones importantes, se incorporaron desconcertados. - Esos deben ser los cazadores.- Comentó Orgán aun afectado por el miedo.- Eso parece, y aquellas llamas que hemos visto a lo lejos, debe ser el castillo de fuego, el infierno donde habita el guardián, posiblemente somos los primeros hombres que conseguimos escapar de ellos.-
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- Yo no estaría tan convencido de haber escapado, no sabemos si nos estarán esperando ahí afuera. ¿Cuánto tiempo podremos permanecer aquí sin asomarnos?- Intervino el siempre pesimista Dalman. - Buscaremos la forma de avanzar por estas galerías, no pienso arriesgarme a que me capturen esas bestias.- Aseveró Andrés. - ¿Crees que esto llevará a alguna parte?- No lo sé, pero en todo caso se debe estar más fresquito aquí que en el castillo de fuego, no seremos esclavos de nadie.- ¿Acaso pretendes que permanezcamos aquí eternamente, sufriendo los rigores del hambre y la sed?- Le preguntó Dalman. - No, pretendo seguir adelante y encontrar la luz que nos libere de una vez por todas.- Tu optimismo llega a ser exasperante a veces.- Por cierto, ¿a dónde habrá ido Garan, el también debió haberse colado por este túnel?- Es cierto, si no está por aquí es que ha encontrado algún camino.Una vez sus ojos se adaptaron de nuevo a la penumbra, pudieron ver frente a sí, al final de la pequeña galería, un estrecho pasadizo y hacia él se dirigieron: En su ajetreada huida 182
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habían tenido que dejar sus arneses con todas las provisiones, tan solo sus machetes habían caído con ellos en el hoyo, en aquellas condiciones, sin carga alguna, les sería fácil moverse por aquellas brechas, aunque el futuro inmediato sería extremadamente duro sin nada que comer y sin agua; solo la expectativa de encontrar a Garan, quien había caído con su arnés puesto, les hacía sentirse algo más esperanzados. Se introdujeron en el estrecho corredor, solo podían pasar de uno en uno y con cierta dificultad, difícilmente habría podido ir por allí Garan llevando los aperos consigo, pero no vieron más salida que aquella y estaba claro que el górona no había regresado por el mismo agujero por el cual cayera, de algún modo habría conseguido colarse por aquel angosto pasadizo. Algunos metros más adelante aquel conducto se volvía más ancho, al tiempo que comenzaba a descender considerablemente;: deberían avanzar con mucha más precaución pero, al menos, tenían mucho más espacio, incluso podían marchar los tres agrupados sin grandes aprietos. Andrés dedujo entonces que, dados los pocos metros en los que el túnel era sumamente estrecho, probablemente Garan fue empujando el arnés delante de él hasta alcanzar la parte ancha del pasaje, donde podría 183
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cargar nuevamente con las provisiones sin grandes dificultades. Después de un buen rato bajando por aquella crujía, llegaron a una segunda galería, mucho más grande y alta que la primera. Inexplicablemente estaba mucho más iluminada que el resto de la cueva; en uno de los laterales de la misma caía una pequeña cascada, la cual formaba un lago en el centro antes de volver a fluir por un nuevo pasadizo que arrancaba desde el fondo de la gruta. - ¿Que os parece?- Preguntó Andrés. - Si el agua fluye es que hacia alguna parte se dirige, es posible que desemboque en algún río más adelante.- ¿Seguimos el curso del agua entonces?- ¿Es que tenemos otra opción?, o eso o darnos la vuelta.- Expuso Dalman con cierto sarcasmo. - Bueno, hay que reconocer que lo que dices tiene mucho sentido.- Le replicó Andrés sonriendo ante la actitud algo provocativa de Dalman. Estaba claro que no era una gran amistad lo que les unía, pero ambos sabían que debían superar sus diferencias; incluso después de tantas peripecias juntos, Dalman, no perdonaba a Andrés que hubiese utilizado al viejo Alterio para convencer a Orgán de que abandonase la aldea, él nunca se habría marchado a 184
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no ser por la decisión de su amigo; Andrés sabía la razón que llevaba a Dalman a enfrentarse a él siempre que tenía ocasión, pero en todo momento procuró tener una actitud conciliadora con el viejo, en cierto modo comprendía su recelo. Tomaron el nuevo pasaje siguiendo el curso del regato, la mayor luz existente, probablemente producida por algún reflejo desconocido en la superficie líquida, les permitía progresar a muy buen ritmo; unos cientos de metros más adelante el reguero acuoso cogía velocidad y el conducto por el cual se desplazaban se iba reduciendo hasta convertirse en una estrecha grieta horizontal por la cual apenas cabía una persona. Llegados a ese punto se detuvieron, aquella alternativa no parecía muy segura, pero si querían continuar no había otro camino; Andrés fue quien tomó la iniciativa, ante lo cual, Orgán, quiso preguntarle. - ¿Estás seguro de que podrás hacerlo?- ¿Veis a Garan por alguna parte?- Pregunto Andrés a modo de respuesta. - No, está claro que por aquí no está.. Entonces es que ya él tomo antes este mismo camino, si él lo ha logrado nosotros también lo lograremos.-
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Lo que Andrés les decía era de una lógica aplastante, a no ser que Garan estuviese atascado en algún lugar del natural desagüe; de todos modos, ellos no podrían fallecer en el intento, pero tampoco les seducía la idea de pasar toda una eternidad atrancados en una grieta subterránea. Finalmente, Andrés se introdujo en el agujero y avanzó deslizándose hacia abajo ayudado por la caída del agua que le empujaba; Orgán le siguió después de un rato de indecisión, últimamente fue Dalman quien se introdujo en la grieta. Después de pasar varios minutos de agobio, Andrés vio ante sí la salida de aquella angostura, a unos veinte metros se vislumbraba la silueta irregular de un boquete por el cual evacuaba aquel arroyo; ante la mayor inclinación que cobraba el terreno y no teniendo conocimiento de lo que se encontraría en la desembocadura, decidió frenar su caída haciendo cuña con sus pies en las paredes del túnel, recibiendo un fuerte golpe al chocar contra él sus dos compañeros, que venían resbalando detrás; por suerte para todos, pudo resistir el envite y apenas se movieron un poco más hacia adelante, lo justo para ver el exterior y darse cuenta de la gran altura existente desde la boca hasta un lago que se extendía por la base del acantilado; un problema añadido se presentaba ante ellos, no podían permanecer allí 186
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arriba para siempre, pero la considerable altura que les separaba de las mansas aguas bajo sus pies, no les invitaba a saltar, mucho menos sin conocer la profundidad de la laguna. Durante un buen rato estuvieron debatiendo qué decisión tomar, pero, esta vez, las alternativas eran totalmente nulas; o saltaban o se quedaban allí definitivamente, ya no podían dar marcha atrás, era imposible ascender nuevamente por aquel estrecho pasadizo. Una vez más, tuvieron que optar por seguir adelante y, a pesar del vértigo, saltaron al vacío. Andrés, como siempre, lo hizo el primero, los otros dos permanecieron atentos, hasta que contactó con la líquida superficie y lo vieron emerger al cabo de unos segundos, sano y salvo, hacía la superficie, fue entonces cuando, ambos compañeros, se animaron a imitar al pastor. Una vez hubieron saltado los tres y se encontraron flotando sin haber sufrido ningún percance, nadaron hacia la orilla; salieron del agua trepando por unas resbaladizas rocas y se echaron a descansar sobre la hierba que rodeaba aquel estanque, una hierba que, en ese lugar, ya era totalmente verde; el panorama era diferente, mucho más parecido al mundo real que todo cuanto habían visto antes, aunque no se disipaban las tinieblas y los árboles, que una vez más volvían a formar parte del paisaje,
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seguían siendo tan lúgubres y oscuros como siempre. Habiendo reposado un buen rato consideraron que era el momento de ponerse en movimiento, la baja temperatura existente, unida a sus empapadas vestimentas, estaba haciéndoles tiritar de frio. Debían moverse pronto para recuperar algo del calor corporal perdido, y que mejor manera de hacerlo que siguiendo adelante en su empeño. Se internaron nuevamente en la espesura, siguiendo un sendero marcado previamente por un caminante que les precedía; con toda probabilidad, Garan había estado por allí. Andrés no sabía a donde podía dirigirse el górona; su destino no estaba junto al de ellos y no tenía mucho sentido que continuase adelante él solo, pero estaba claro que era lo que había hecho hasta el momento. Cuando llevaban ya un par de horas caminando, divisaron un cuerpo inmóvil, sentado y apoyado de espaldas sobre un grueso tronco, enseguida pensaron en Garan; se acercaron a él rápidamente y allí estaba el górona, herido y exhausto, a su lado se encontraba el arnés que el pobre Garan había arrastrado consigo en todo momento. Orgán intentó comunicarse con el hibrido, pero no consiguió que pronunciase ni un solo gruñido, aquel ser estaba gravemente herido, solo su descomunal resistencia y, probablemente, su natural instinto de supervi188
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vencia, le habían hecho llegar hasta allí. Seguramente desconcertado, tomo la decisión de avanzar, con la esperanza de encontrarse con sus compañeros en la ruta. Aun no conocía la suerte que había corrido su camarada y en su situación ya tampoco era conveniente comunicárselo, Garan se estaba muriendo y no podían hacer nada por evitarlo. Se quedaron con él hasta que exhaló su último suspiro. Andrés y Orgán estaban desolados, les habían prometido la libertad entre los suyos y, en cambio, les habían llevado a su encuentro con la muerte; Dalman en cambio, aprovechó, una vez más, la triste circunstancia para echarle a Andrés en cara todos los males ocurridos por haberle seguido en su plan; el muchacho no dijo nada esta vez, no tenía respuestas ni ánimo. Cubrieron a Garan con ramas y piedras a modo de sepultura y sin decir palabra emprendieron nuevamente la marcha, cargando el propio Andrés con el arnés que el górona había conservado, al menos tenían unos cuantos peces y algo de agua. Aquella larga travesía les estaba agotando, habían pasado muchas más jornadas de las que en un principio creyeron necesarias para encontrar la salida, pero aún no habían podido encontrar nada, seguían allí, inmersos en las tinieblas y recorriendo indefinidamente aquel oscuro bosque; una vez más, la fe que 189
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Andrés había puesto en la misión comenzaba a flaquear peligrosamente, pero no podía desistir ahora, Orgán y Dalman nunca se lo perdonarían. Sin decir nada y sin siquiera mirar a sus compañeros, marchó con la cabeza baja delante de sus dos seguidores; iba abatido y muy pensativo, estaba perdiendo la esperanza de encontrar esa luz que les llevase de nuevo a su mundo; comenzaba a pensar seriamente que Dalman había tenido razón en todo momento y que aquella locura les haría sufrir eternamente perdidos en la nada, sin agua ni alimentos, vagando eternamente entre los oscuros árboles y padeciendo el frio roció que penetraba constantemente su piel. Orgán se dio cuenta del decaimiento del muchacho tras la muerte de Garan, en todo el viaje jamás le había visto así y eso le preocupaba, era él quien les daba ánimos para continuar y ahora estaba totalmente descorazonado; de algún modo debería hacerse cargo de la situación y retomar la idea que les había llevado hasta allí - Vamos, ya nada podemos hacer por ellos, sigamos adelante, tengo la corazonada de que falta poco para llegar a nuestro destinoOrgán tomó la delantera y apuro el paso, como si intentase darle nuevas fuerzas al grupo; tenía la seguridad de que Andrés volve190
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ría a recuperar su optimismo y se saldría definitivamente con la suya; cada jornada que pasaban juntos más confiaba en el muchacho y más ilusionado estaba él por conseguir cruzar al exterior. Ya solo tres, de los seis que habían salido de la aldea, continuaban la marcha tras tantas jornadas de penuria. En esos momentos se planteaban la inconveniencia de haber dejado la última aldea por la que habían pasado; al menos allí, la subsistencia podría haber sido mucho más llevadera, hubiesen podido acampar en las afueras y así no comprometer a los habitantes; allí tendrían caza para alimentarse, podrían abastecerse de agua y dispondrían de todo lo necesario para llevar una vida más soportable, al tiempo que estarían cerca de lo más parecido a su verdadera cotidianidad en mucho tiempo, pero ya habían llegado demasiado lejos como para deshacer ahora su camino, sus destinos dependían solo de la suerte; ya no cabía la ilusión ni las corazonadas, las cosas no estaban saliendo como Andrés esperaba y tan solo la providencia estaba ahora en posesión de su futuro. Estaban muy cansados, esa jornada había sido agotadora y estaban psicológicamente destrozados por los desgraciados acontecimientos sucedidos; la muerte de los dos góronas les había afectado mucho. A Andrés, sobre todo, 191
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le remordía terriblemente la conciencia; al fin y al cabo, había sido el responsable de que les hubiesen acompañado, a pesar de saber que las posibilidades que tendrían, en caso de llegar a la luz, eran mínimas, pues ellos nunca podrían atravesarla. Ese pensamiento le estaba torturando y su ánimo lo reflejaba, sus pasos tendían a ser lentos, su actitud era totalmente negativa, se había entregado a la desazón y definitivamente la situación le estaba superando; el no haber encontrado ya la luz, verse casi sin provisiones y la muerte de Garan y Gosún, le habían hecho perder casi toda esperanza. Orgán asumió que el muchacho ya no lideraba aquella marcha, pero él no estaba dispuesto a darse por vencido después de haber llegado hasta allí, encontrasen o no la salida, pensaba seguir mientras sus fuerzas se lo permitiesen. Tomó la firme decisión de ser él quien, a partir de ese momento, llevase las riendas de la situación. Descansarían y repondrían energías, pero en cuanto reanudasen la marcha, hablaría muy seriamente con Andrés, no permitiría que todos sus sacrificios hubiesen sido en vano.
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Capítulo 21 Orgán expuso a Andrés su decidida intención de continuar con aquello a pesar de su bajo estado de ánimo, dejándole claro que sería él mismo quien encabezase la marcha a partir de ese momento; con comprensión, pero al mismo tiempo con dureza, dejó claro al muchacho que no permitiría que su deprimente actitud echase por tierra todo cuanto habían conseguido hasta ese instante. Orgán estaba convencido de que su objetivo final no podía encontrarse ya muy lejos y no abandonarían en el último momento. La decisión del viejo no afecto en demasía el ánimo de Andrés, éste acepto, sin poner ningún obstáculo, la nueva situación, no se sentía con fuerza para seguir dirigiendo a aquellos hombres. Sus decisiones habían provocado la muerte de dos seres y no 193
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podría resistir que alguien más sufriese por una disposición suya; siguió a Orgán, que esta vez encabezaba al pequeño grupo buscando el camino correcto. El espeso bosque seguía siendo, por el momento, su único problema, pero ya habían pasado dos grandes praderas, era muy posible que se encontrasen con más. Allí la luz era algo más intensa, y en campo abierto se sentían más seguros. Escucharon ruido de varios seres avanzando; no podían verles pero oían sus pasos sobre la hojarasca del boque. Inmediatamente pensaron en los cazadores, debían evitar que les viesen o se terminaría, allí mismo, su aventura. - ¡Vamos, rápido!, subámonos inmediatamente a un árbol y esperemos que no les dé por mirar hacia arriba.Andrés trepo rápidamente por un grueso tronco de ramaje muy bajo, los dos hombres de mayor edad tuvieron más dificultad para alcanzar la altura, pero ayudados por el muchacho desde arriba y haciendo un esfuerzo, lo consiguieron. Entre aquellas ramas eran prácticamente invisibles, la espesura de aquellas negras hojas y el tamaño de las brozas en las que se sostenían, hacían casi imposible ser vistos desde el suelo, pero sus corazones bombea-
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ban con tanta fuerza, que temían que pudiesen ser oídos por los monstruos. Asomando cautelosamente entre unas hojas, Orgán pudo ver como pasaba debajo de ellos un nutrido grupo de cazadores avanzaban dispersos cubriendo una considerable zona del terreno. Esta vez eran cerca de treinta, estaba claro que les estaban buscando y que habían ido a solicitar refuerzos. - Permaneceremos aquí arriba hasta que hayan descartado esta área. Venían de frente, no siguiéndonos; eso significa que intentan cortarnos el paso para evitar que avancemos, lo cual podría ser indicativo de que protegen alguna zona a la que no desean que lleguemos, si peinan toda esta parte seguirán avanzando en dirección contraria y tendremos el frente despejado; espero no equivocarme.Permanecieron mucho tiempo sobre aquel árbol, quizás horas; querían estar totalmente seguros de que no se toparían más con aquellos seres y quisieron asegurarse de su lejanía. Una vez consideraron seguro volver a pisar tierra, fueron bajándose, uno a uno, de entre las ramas; tanto tiempo allí arriba, sin moverse, les había entumecido las extremidades y ello les dificultó bastante la maniobra, pero, finalmente, alcanzaron el suelo. 195
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Emprendieron el camino hacia el lado contrario por el que desaparecieran los cazadores, intentando seguir las huellas dejadas por estos; avanzaban muy a prisa, ambicionando alejarse lo antes posible de aquellos sujetos. El hecho de haber venido muchos más a buscarles, habiéndolo hecho por el lado contrario y no siguiéndoles, les hizo pensar que quizás sí existiese esa salida, y que fuese misión de los cazadores impedirles alcanzarla. Instintivamente, aligeraron considerablemente el paso, casi se echaron a correr; de pronto volvieron a sentir que podrían alcanzar su meta y tenían el presentimiento de que ya estaban muy cerca. No tardaron mucho en volver a salir a campo abierto; una vez más, tenían ante sí una enorme superficie llana y sin árboles, solo hierba, más verde y esplendida que nunca. Aquel tramo de terreno despejado, estaba mucho más iluminado de lo que habían visto jamás desde que se introdujeran en aquel oscuro territorio, lo suficiente como para alcanzar a ver su final, que no era un nuevo bosque, sino unos escarpados peñascos que se erguían al fondo; tras los peñascos, emergía un potente resplandor, indicativo de que al otro lado existía algo extremadamente luminoso. No querían hacerse demasiadas ilusiones ya que aún les quedaba por recorrer el peligrosísimo tramo en campo abierto que podría dar al traste con todo su 196
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sacrificio, pero los tres tenían la seguridad de que tras aquellas grandes rocas se encontraba la tan deseada luz que les permitiría abandonar aquel mundo de tinieblas. Su principal propósito en ese momento, era superar aquel último escollo; se sentían tan cerca de su objetivo que la premura por alcanzarlo podría hacerles cometer algún error irreparable y echar por tierra todo cuanto habían conseguido. Entonces nada habría valido la pena, las muertes de Gosún y Garan habrían sido en vano y toda esperanza futura quedaría limitada al eterno sufrimiento en el castillo de fuego. Aquella luz, que surgía majestuosa detrás de los farallones, era la guía de su inminente camino hacia la libertad; la tensión era máxima, por un lado la sensación de sentirse más cerca que nunca de la posible salida, y por otra parte el enorme peligro que correrían atravesando aquellos cientos de metros sin un solo lugar donde ocultarse; si los cazadores regresaban serían una presa demasiado fácil. Esperaron durante mucho rato antes de tomar una decisión, los riesgos eran evidentes y sus posibilidades de éxito dependían, única y exclusivamente, de su suerte. - ¿Qué hacemos.- Preguntó Andrés bastante recuperado ya de su decaimiento moral. - Está claro que debemos arriesgarnos, hemos llegado muchacho, tu tenías razón y ahora estamos aquí, a tan solo unos cientos de metros 197
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de la libertad; nada de todo cuanto hemos pasado habrá valido la pena si ahora nos falta el coraje de recorrer el tramo que nos separa de nuestro objetivo.Andrés se debatía entre la pena que le invadía por la muerte de los góronas y la inmensa excitación que sentía al verse tan cerca de lo que había sido su principal razón de existir desde que decidiese desoír las advertencias de su can. - Yo no abandonaré ahora.- Dijo Andrés. En cambio Dalman, permanecía callado; por alguna razón se sentía mucho más temeroso que sus dos compañeros, como si presintiese que jamás podría alcanzar la soñada libertad; incluso estando tan cerca continuaba siendo reticente al avance y su actitud no difería mucho de la que venía teniendo desde que abandonasen la aldea. Fue Orgán quien tomó la palabra. - Tenemos que decidirnos, cuanto más tiempo estemos aquí sin hacer nada más tiempo les damos a los cazadores a que regresen; antes o después verán las huellas de nuestro paso por el bosque y al no encontrarnos volverán aquí, sabrán que hemos conseguido llegar y entonces ya será imposible cruzar ese maldito campo.
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- Tienes razón, no tenemos otra elección, y cuanto más tardemos en decidirnos menos oportunidad de conseguirlo vamos a tener, dejemos aquí todo cuanto nos pueda estorbar e intentemos correr lo más a prisa posible, es nuestra única y mejor alternativa. Ambos miraron a Dalman, esperando que les diese su opinión, pero éste se limitó a devolverles la mirada con una marcada expresión de temor en su rostro; ante la insistente contemplación por parte de Orgán y Andrés, en espera de su respuesta, asintió levemente con la cabeza y comenzó a deshacerse de sus sandalias, ropas de abrigo y todo cuanto pudiese limitar su capacidad para desplazarse lo más aprisa posible por la llanura; los otros dos hombres hicieron lo mismo, abandonando todo aquello que pudiese serles un estorbo, lógicamente no llevarían tampoco el arnés con los pocos víveres restantes, con lo cual aquella decisión, marcaría definitivamente su destino, una vez echasen a correr ya no habría vuelta atrás, solo podían sucederle dos cosas. Los dos hombres mayores se estaban quedando rezagados anta la superior agilidad y poder físico del joven pastor, sobre todo Dalman, a quien le resultaba sumamente difícil mantener el ritmo, incluso el de su amigo Orgán que, pese a su mejor estado de forma, notaba las limitaciones de la edad y la falta de 199
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actividad debida a tantos años en la aldea casi sin salir de su choza. Andrés corría sin mirar hacia atrás, en aquella desenfrenada carrera nadie esperaba por nadie; en alcanzar aquellos peñascos lo antes posible consistía la diferencia entre la libertad y la eterna esclavitud; llegados a aquel momento la solidaridad no era posible, cualquiera que se detuviese a esperar por su compañero correría la misma suerte que éste, y eso era algo que ninguno se podía permitir ya. No necesitaron mirar atrás para notar la cercanía del grupo de cazadores que se acercaba rápidamente. El sonido galopante de sesenta pezuñas machacando la hierba y acercándose a ellos a una velocidad endiablada les hizo sacar fuerzas de su propio cansancio, Orgán aceleró inusitadamente su carrera casi alcanzando a Andrés; era realmente sorprendente como corría aquel viejo para poder evitar un penoso destino; Dalman, por el contrario, se estaba quedando rezagado, su viejo corazón no le permitía moverse más aprisa. Orgán miro hacia atrás un momento viéndole quedarse en la distancia mientras los temibles cazadores ya le daban alcance; berreó intentando dar ánimos a su amigo, pero ya los desesperados gritos de Dalman mientras le atrapaban los cazadores llenaban el silencio del extenso prado. Orgán continúo corriendo como un poseso mien200
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tras por sus ojos se deslizaban unas lágrimas incontrolables al comprender que acababa de perder, para siempre, a quien durante tantos años había sido su inseparable compañero; Andrés se dio cuenta inmediatamente de la afección de Orgán y gritó con todas sus fuerzas animándole a continuar. - No te detengas, ya falta muy poco, nada podemos hacer ya por él.Orgán ni siquiera respondió, continuó corriendo. Faltaban menos de cien metros para llegar a las rocas y los cazadores aún podrían darles alcance sin dificultad, ya que se movían con una rapidez endiablada, pero, sorprendentemente, se dieron la vuelta y, llevándose consigo a Dalman, quien aún continuaba pidiendo ayuda, se alejaron camino al castillo de fuego abandonando la persecución. Andrés y Orgán alcanzaron los peñascos y comenzaron la escalada entre las grietas del alcor; la prominencia no era muy elevada y pronto lograron llegar a la cumbre de aquella barrera de granito, al otro lado vieron como nacía, en la misma falda del cerro, un muy bien definido camino que conducía hacia una luz cegadora, era aquel destello lo que iluminaba toda la pradera, ahora con mucha más fuerza; aquel sendero entre las rocas, iba directamente a su origen. 201
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Poseídos por una inmensa emoción, ambos hombres descendieron la pedregosa ladera y se dirigieron al punto luminoso que marcaba el final de aquella senda; con toda seguridad el final de su estancia en aquel infierno de tinieblas. - Lo hemos conseguido, Andrés, hemos encontrado la salida.- Gritaba Orgán emocionado mientras caminaban decididos hacia el resplandeciente círculo. - Si, lo hemos conseguido.- Tan solo alcanzó a responder Andrés con los ojos inundados en lágrimas. Les costaba creer que estuviesen allí, El mismo Andrés había dudado seriamente de que la salida existiese y ahora la tenía ante sí, a menos de cien metros y sin ningún obstáculo que le impidiese traspasar, por fin, aquella anhelada luz de regreso. Llegaron hasta ella y se detuvieron a escasos centímetros de la misma, algo les oprimía el pecho ante aquella deslumbrante visión, tan solo deberían dar un paso para volver a vivir en un mundo de colores, luces y vida, era una sensación indescriptible, estaban tan cerca que hasta dudaban de que todo aquello fuese real, llegaron incluso a recelar de tomar la decisión final, tal era su nerviosismo en aquel momento. Durante un buen rato estuvieron allí para202
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lizados, sin atreverse a atravesar aquella refulgente barrera. Finalmente fue el propio AndrĂŠs quien se introdujo decidido en la luz, siguiĂŠndole inmediatamente el viejo OrgĂĄn.
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Capítulo 22 Un negro espacio interminable envolvió a ambos hombres al otro lado, sus cuerpos quedaron flotando en la nada, en una total oscuridad. La impresión de una perpetua caída fue todo cuanto experimentaron, una caída eterna donde no existía el fondo ni el final; una enorme sensación de angustia se apoderó de ellos, ya no tenían noción de la reciente compañía entre uno y el otro; todo cuanto habían pasado, sus aventuras juntos, los acontecimientos ocurridos hasta entonces, nada, absolutamente nada, ocupaba sus mentes en ese momento, solo aquel perenne viaje hacia la inexistencia, en total soledad y sin ningún otro recuerdo ni futuro pensamiento. Inexplicablemente, aquella luz no les había transportado a ninguna parte, simple205
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mente les había hecho desaparecer. En aquel vacío, solo existía esa sensación de intensa zozobra que se fue transformando, rápidamente, en una muestra espiritual, una paz infinita que formaba parte de algo inmaterial. Aquella luz hizo desaparecer todos sus miedos, todas sus necesidades, todos sus pensamientos y preocupaciones, no existía ya más el sufrimiento; podría decirse que habían entrado en un estado de interminable descanso. Nada de su mundo real ni de aquel mundo de tinieblas, del cual habían logrado escapar, formaba parte de esa imperecedera inexistencia. Eran dos nuevos espíritus, totalmente relajados y felices, en un inmenso y oscuro, pero agradable, infinito. Aquella larga travesía intentando salir de la penumbra les había llevado a la total desaparición real, habiéndoles convertido en entes puros e incorpóreos, impregnados de una sublime felicidad eterna. La caída hacia la ausencia era, probablemente, el recorrido final de su regreso, y cada uno de los dos aparecería en el mismo lugar donde habían comenzado su increíble viaje a lo desconocido, al mundo de oscuridades en el que estuvieran atrapados desde el día en que vieran desaparecer el sol.
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Epílogo Hacía más de un mes que el muchacho había abandonado la aldea con su rebaño y su fiel mascota, y a pesar de su costumbre de pasar grandes temporadas en la montaña con sus reses, nunca había permanecido tanto tiempo sin regresar, mucho menos en la situación meteorológica que esos días se había dado en la zona. Esa inusual tardanza, unida a la circunstancia de que no se había abastecido de provisiones suficientes para mantenerse por tan largo periodo de tiempo sin bajar a su casa, hizo preocupar enormemente a la madre de aquel joven pastor, quien decidió dar la voz de alarma en el poblado para que alguien saliese en busca de su hijo. En poco tiempo se organizó una cuadrilla de rastreo preparado para dar con el paradero del joven. 207
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Un numeroso grupo de hombres rudos y decididos subía por la ladera y varios perros, igualmente acostumbrados a desenvolverse por aquellos abruptos terrenos, acompañaban a la comitiva. Conociendo perfectamente el lugar donde solía ir Andrés con sus ovejas se dirigieron directamente hacía allí, gritando su nombre mientras los perros subían ladrando sin parar hasta la elevada pradera; Seter respondió con fuertes ladridos a sus congéneres, al tiempo que llamaba la atención de los expedicionarios para indicarles el lugar exacto donde se encontraban. Así fue como, guiados por las desesperadas llamadas de Seter, localizaron a Andrés, tumbado bajo un frondoso roble, con la espalda apoyada en el voluminoso tronco, inerte y frio. Seter permanecía allí, sin separarse de su amo, con la cabeza apoyada sobre el regazo del pastor y una lastimera expresión en su mirada. Las noches de frio y lluvia que el muchacho había pasado a la intemperie, obsesionado en mantener unido a su ganado, habían sido demasiado duras, incluso para alguien como él, acostumbrado a soportar las situaciones más adversas; las altas fiebres padecidas a consecuencia de muchos días durmiendo al raso y con sus ropas empapadas, le impidieron emprender el regreso cuando amainó la tormenta. Bajo aquel roble, y recibiendo ya los 208
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rayos del sol que salía entre las nubes, fue agonizando, acompañado siempre por su fiel Seter, que repartía su tiempo entre la atención a su amo y los cuidados del ganado. No hacía mucho que había fallecido debido a su exposición a la inclemente lluvia durante tanto tiempo, pero su cuerpo presentaba ya el frio rigor de la muerte cuando sus vecinos lo localizaron; mantenía aún una expresión dulce y relajada. Incluso viendo llegar su propio fin, se sintió, en todo momento, arropado por su can y su rebaño. Su perro no le abandonó ni un solo instante; a pesar de que hacía ya muchas horas que su cuerpo no daba indicios de vida, permaneció junto a su amo en todo momento. No muy lejos de allí, en una población a no más de treinta kilómetros, habían fallecido, hacía muchos años, en un extraño accidente en la montaña, dos buenos amigos aunque de muy diferentes personalidades; uno de ellos, había sido un hombre bueno y solidario llamado Orgán; su amigo, era conocido como Dalman, un hombre de principios menos sólidos, persona poco dada a la indulgencia y ejecutor, a lo largo de su vida, de varios actos moralmente reprobables. Mucho antes de eso, en algún otro lugar, un anciano de barba y cabello canosos, en uno 209
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de sus paseos por el bosque al terminar de trabajar en sus tierras, había sucumbido ante una inoportuna y brutal caída que le llevó hacía una intensa luz, a través de la cual se introdujo en un sub-mundo de oscuridad y vacío. Aquel labrador, llamado Alterio, continúa esperando su eterno destino, en compañía de muchas otras almas indecisas, en una lóbrega aldea del infinito reino de las tinieblas.
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