2 minute read
Al compás del viento
Érick Gonzalez Camacho
“Carnales, la música es el puente donde siendo distintos nos podemos encontrar”. La maldita vecindad
Advertisement
Eran alrededor de las 5:30 de la tarde cuando decidió salir a la calle en busca de alguna clase de compañía. Caminó durante 10 minutos y, al ver que no encontraría lo que buscaba, tomó un camión a la explanada local, donde pudiera observar a las personas que caminaban frente a él.
Se sentó cómoda y discretamente en una jardinera cercana con sombra (era un día caluroso) para poder concentrar su atención en la gente. Se colocó el par de audífonos conectados a su celular, reproduciendo aleatoriamente una de las listas de música que conservaba desde hace 3 años, de entre las mismas 232 canciones de siempre, ese conjunto era su favorito. Al cabo de unos minutos enfocó su atención en una bolsa de plástico que volaba al compás del viento, a una altura considerable. Se preguntó si él era el único que la miraba, así que echó un vistazo a su alrededor; de inmediato notó que, efectivamente, él era el único que lo hacía y pensaba “¿Habrá quien la observe aunque yo no los note? Posiblemente le anuncian a sus acompañantes, asombrados, que está allí”. Mientras todo esto sucedía, se escuchaba una canción peculiar en su celular: “Pachuco”, de la famosa banda mexicana La maldita vecindad y una vez más se preguntaba: “¿Cuántas personas están escuchando la misma canción que yo en este momento? ¿Cuántos chavorrucos con espíritu de pachucos se quedaron con esa tendencia del siglo pasado? ¿Cuántos de nosotros no tuvimos un familiar que viajó del “Sur del sur” para cruzar la frontera entre México y su vecino del norte como “Mojado”? ¿Cuántos de nosotros tenemos historias a la altura de “Crónicas marcianas” para contar a cualquier persona que le interese? ¿A cuántos nos engañaron los medios de comunicación haciéndonos pensar que vivimos en “El país de no pasa nada”, cuando, saliendo a la calle, nos damos cuenta de todo lo contrario? ¿Cuántos de nosotros tuvimos un compañero de escuela que terminó viviendo en “Un gran circo” lanzando fuego en un semáforo? ¿Cuántos de nosotros no nos entregamos a esa mujer, a esa “Morenaza” que nos volvía locos, por miedo al rechazo? ¿Por qué siempre nos faltó esa emoción, ese entusiasmo, esas ganas de tomar nuestra mochila y viajar como un “Pata de perro”, conocer más gente, culturas, costumbres, hábitos y, desde luego, aprender de ello? ¿Por qué decidimos tener “Amnesia” cuando nos conviene, sin pensar que de tanto hacerlo podemos olvidar esos viernes por la tarde cuando solíamos jugar “Fut callejero” y que nos divertíamos (¡Cómo nos divertíamos!)?
¿Cómo es que, a pesar de todo lo que vivimos, seguimos haciendo nuestro mejor esfuerzo por ser diferentes; que, a pesar de que se nos reventó “El barzón” sigue la yunta andando?”
El joven se levantó de la jardinera, dio tres pasos adelante, y se volvió a donde aquella bolsa de plástico revoloteaba. En su lugar, la luna redonda iluminaba todo alrededor.