LA IMBERBE
año 1 / Nº 4 / mensual - san miguel (tucumán) - agosto 2009 - $2.-
ISSN 1852-4788
música y cultura
Monoambiente
de cómo la mariposa alguna vez
Eduardo Perrone por Natalia Acosta
Amadeo Gandolfo Sueños de un nuevo pavimento
EE
Estación Experimental
la imberbe
Sueños Nuevo P
año 1 - nro 4 - Agosto 2009 san miguel (tucumán).
director y editor: mario tapia (malbertt71@yahoo.com.ar) corrección: mariana paterlini (retratosuobsesion.blogspot.com) fotos monoambiente: ian kornfeld invitados:
natalia acosta / amadeo gandolfo Direccion del editor: México 2859 / (4000) San Miguel de Tucumán / Argentina Consultas: malbertt71@yahoo.com.ar
los responsables de la revista, pueden coincidir total o parcialmente, o no, con las opiniones de los entrevistados.
/ se terminó de imprimir en Línea Gráfica, a fines del mes de julio de 2009. / películas y fotomontaje, Espectro. / impreso en papel obra, 106 grs., Resmatuc s.r.l.
Editorial Queridos amigos: Ya vamos por el número 4 y celebramos contando un par de cosas: Desde junio empecé a asistir a las reuniones de UMITA (Unión de Músicos Independientes Tucumanos Autoconvocados). Conocí a Eduardo Marcé haciendo la difusión de la revista y, gracias a él, el contacto para acercarme a la asociación. Este grupo había quedado en el famoso y algo desdichado, stand by. Pero este año, se reactivó la idea con las ganas renovadas de reivindicar al músico y su producción, y para ello se prepara un ciclo acústico, todos los miércoles de agosto, a las 21.30 hs, en el bar del Círculo de la Prensa. Primera invitación. En La Imberbe anterior tiramos la propuesta de comenzar a pasar nuestra música (hablamos en tono de región, en la medida de lo posible) por los bares. Tras haberlo hablado con algunos propietarios, la propuesta ha sido bien recibida, previa sensación de balde de agua fría. Algunos lugares del abasto ya son partícipes de esta arenga, aunque seguimos siendo minoría. La idea sigue en pie. El próximo paso al tanteo es el armado de un back up para incluir al mayor número posible de artistas. Espera un arduo trabajo de campo: la recopilación desmedida. Si alguien puede colaborar, más que agradecidos: malbertt71@yahoo.com.ar. Se va la segunda. Por último, aunque no menos importante, tenemos nuestro ISSN. Esta sigla extraña que viene a significar International Standard Serial Number o, en castizo, Número Internacional Normalizado de Publicaciones Seriadas, proporciona una definición precisa del término “publicación seriada”. Se supone que facilita la puesta al día y la vinculación de archivos, la recuperación y la transmisión de datos; permite que estudiantes, investigadores, especialistas de la información y bibliotecarios, puedan citar a las publicaciones seriadas con precisión y sin equívocos; admite la comunicación útil y económica entre editoriales y distribuidores porque aumenta la rapidez y la eficacia de los sistemas de distribución comercial… Vale decir, ningún moco e’ pavo... En esta edición nos acompañan, entre otros, los Monoambiente, quienes literalmente me pasaron por encima con su música, en su último recital. Debo anticipar que nada de lo que tienen grabado hasta la fecha se acerca a lo que son en vivo. Su desacople se quedó con más de un pelo de mi cabeza a la hora de armar la nota. El acercamiento a los chicos y a sus discos, ratificaron la idea de tenerlos en la revista. Si tienen la posibilidad de verlos, vayan. Consejo amigo. Estación Experimental no fue menos. El zoom potenciado sobre su obra me hizo un real fan de la banda. Y la charla con Jorge, de una manera inexplicable, sacó al periodista que nunca fui y quiero ser. Estoy convencido de que ambos, donde sea que toquen, nos van a dejar muy bien parados. Desde el costado literario, Natalia Acosta, nos ayuda a recordar a Eduardo Perrone, uno de los escritores tucumanos que más libros ha vendido por estas tierras, recientemente fallecido. Finalmente, rescatamos un artículo, algo añejo, de Amadeo Gandolfo. Este document, da cuenta de un contexto que ayuda a entender mejor lo que fue, es, y tal vez será, esta movida del pop en Tucumán. Como acostumbramos, los bienvenimos a la lectura placentera. 2
omo tenaces tortugas, un puñado de personas evolucionaron su música para pasar los largos días. No son muchas. Pero han logrado generar un circuito minúsculo de gente afín. Todo mediante recitales en casas de amigos, bares de mala muerte y el ocasional evento de mayor tamaño. Se pueden mencionar: Monoambiente, Michael Stuart, Max y Lowrey, Patricio Garcia, Roquenzo. Pero ya volveremos a ellos. Hay una cara más visible de esta ciudad en los últimos tiempos, y tiene que ver con otra faceta de vivir en ella. Como cantaban Lou Reed y John Cale: hay un solo uso para un pueblo pequeño / lo odias y sabes que te vas a tener que ir. Muchos de los que componían la escena pop tucumana se mudaron a Buenos Aires. Como una suerte de avanzada, se puede mencionar a Diosque y Klemm. Pero antes de hablar de ellos hay que entender las razones de una diferencia. Todos los grupos que he nombrado son parte de esa cosa difusa llamada “pop tucumano”. ¿Y eso qué es? Bueno, es difícil precisarlo pero podemos dar algunas aproximaciones. Yo prefiero pensar que lo que los diferencia dentro del panorama musical de la provincia es su fe en la canción por sobre todas las cosas. Lo interesante de los últimos tiempos es que se han desarrollado compositores muy personales, con grandes canciones. Alguien diría su afinidad al indie norteamericano, pero ésta se acaba cuando se descubre que no hay mimesis, que es muy difícil trazar influencias precisas. Y que esas influencias están, además, distorsionadas por una precariedad, tensión y tranquilidad que sólo pueden ser tucumanas. Y en la cual las dificultades para grabar y producir un disco, conseguir instrumentos, armar y sostener bandas son muy patentes. Todo eso produce una lente a través del cual se filtra una visión particular de la canción pop que sería lo que unifica a estos grupos. Una
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Indice Editorial
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Sueños de un nuevo pavimento
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Monoambiente
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Estación Experimental
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Eduardo Perrone
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de un Pavimento
Amadeo Gandolfo*
mezcla de optimismo y tristeza. La preocupación lírica por los pequeños detalles. Y sobre todo, estribillos y guitarras. Para hablar un poco sobre la historia del pop tucumano hay que entender dos cosas: a) La volatilidad de las bandas: si bien existen casos de bandas longevas (Los Chicles, Estación Experimental, Monoambiente) en general las cosas suceden demasiado rápido y por cada proyecto que concreta algo hay tres que no llegan a nada. Esto tiene un corolario: b) El mantenimiento del personal: que tiene que ver con lo pequeño de la escena. Hay gente con canciones de años, arrastradas a lo largo de diferentes grupos de suertes dispares. Si hay que buscar un año de inicio, probablemente sea 1995. En ese año se forman Los Chicles y Estación Experimental. Al poco tiempo se les uniría Personality Crisis. En un principio no existía algo que se conociese como pop. La verdad es que la etiqueta “pop tucumano” viene por descarte. En Tucumán lo que existe es el “rock tucumano”, versión en miniatura del rock nacional. En un principio estos grupos se movían dentro de ese territorio pero con el paso del tiempo una identidad definida terminó surgiendo. Esto tuvo que ver tanto con el crecimiento del número de bandas como con el paso del tiempo, que incorporó nuevas personas a la escena que fueron reforzando conscientemente la identidad “pop”. Los Chicles, por su capacidad compositiva y el tamaño de su obra, se han convertido en la banda legendaria. Aquella que todos escuchamos obsesivamente y cuyas canciones extrañamos. Y no es para menos, ya que hacia el final de su vida eran una máquina de hacer hits que mezclaba perfectamente una obsesión por el rock and roll más clásico y los Beatles, con bases de batería dignas de un adicto al crack. Sus letras reflejan el aburrimiento y la falta de alternativas, a la perfección. ¿Cómo no sentirse identificado con un grupo que canta algo como “Tardes de té / viendo cable / son lo mejor / de CCC”? Estación Experimental parecen Los Planetas cruzados con Steppenwolf. Una banda que existe hace más de 10 años con un solo disco editado, caracterizada por sus paredes de guitarras y sus canciones eufóricas, sensibles y ruidosas. Y por Jorge Piñero, claro, su glorioso cantante, capaz de abandonar el micrófono durante 5 minutos dejando que la banda extienda el tema a gusto y placer. Y luego volver y continuar como si nada. Personality Crisis tenían un linaje más cercano: Sonic Youth era su modelo. Muy anteriores a
mi época, en un momento uno de sus integrantes me dijo: Hacíamos recitales caóticos y luego nos íbamos a tomar Coca Cola. Lo poco que dejaron grabado suena refrescante, con un ojo siempre puesto en la melodía despreocupada. Como si pensaran que nadie lo fuera a escuchar jamás. De esas tres bandas surgiría lo que
se cumplió hasta el 2005, momento en el que dejaron de existir. Los Chicles, mientras tanto, dejaron un disco doble casi terminado que nunca se editó. Circula de mano en mano en discos genéricos y es una de las mejores cosas que se pueden escuchar en esta tierra, una combinación de grandes hits y canciones realmente tristes con estilo completamente personal, como un Frankenstein
Patricio Garcia, Los Chicles, 2003
ahora se considera “pop tucumano”. No tengo una teoría de porque “pop” y no cualquier otra denominación. Yo creo que frente a la cara de enojado del “rock tucumano”, “pop” sonaba apropiadamente contrario, además de tener un tono universal y, paradójicamente, una persuasiva opacidad. ¿El pop de la radio, el pop de Yo La Tengo, el pop de Motown? No sé. Todos. Para el 99 / 2000 ya existían bandas como Norman Bates (que contaba con canciones melancólicas y geniales), Gibré (cultor del pop etéreo y reverberado), Aguamiel (gran collage musical) que permitían que se organicen fechas y ciclos. Además, a finales de 2000 se abre en Tucumán “Velvet”, un bar minúsculo cuyo administrador más longevo fue Piñero, de Estación, primer polo de concentración militante. También fue el año en que Los Chicles sacaron su mejor disco, homónimo, cuyas canciones inmediatamente se volvieron himnos. El 2002 trajo la separación de Los Chicles, el cierre de Velvet y la formación de las Águilas Panamericanas de Oro. En las Águilas participaba Patricio García, líder chicloso, junto con un grupo de músicos absolutamente insanos. Probablemente uno de los mejores proyectos que dio Tucumán, no dejaron nada grabado. Una banda de improvisación, mucha instrumentación (que variaba: había recitales con guitarras y clarinete, otros sólo con teclados, otro con bandeja y piano, etc.), capaces de llegar a una tocada vestidos con una remera encadenada que los unía en un solo cuerpo, de tocar sets devastadores de noise durante hora y media o de hacer covers de Elvis y Stephin Merritt. Durante un tiempo su política oficial era “un show por año”. Cosa que 3
de melancolía y máquinas de ritmo. Luego Patricio sacó un disco solista íntimo y hermoso llamado La Magia y lo presentó durante un año con “su Orquesta Osos”. Grupo de corta vida, que cuenta con el merito de haber fantaseado con un disco llamado Pederasta! La segunda generación de bandas del pop tucumano llegaría en el 2004: los Melocotons, Nadando Croll y Comando Peluchengue. Lo más interesante de estos grupos son los compositores que dejarían: los Melocotons a Maxi Farber y Agustín Goytia, Nadando Croll a Juan Cruz Palacio y Comando a Bruno Masino. En cuanto al sonido, la mejor era sin dudas los Melocotons. Desfachatados, rockeros sin serlo muy seriamente, con una mística de barrio contagiosa (sus recitales solían ser auspiciados por un club ficticio llamado “3 de Febrero”) le dedicaban canciones funky al Bajo y se calificaban como “pichi polentas”. Sin embargo, las 3 bandas implotaron a principios de 2005. Ese año se caracterizaría por los proyectos de corta duración y la desorganización general. El único grupo digno de mención es Proyecto Conzelmann, que comenzó siendo la salida para las canciones de Juan Cruz Palacio y terminó convirtiéndose en una banda con todas las letras que, lamentablemente, desapareció sin cumplir con todo su potencial. A principios de 2006, las cosas se reactivarían gracias a algo que comenzaría como un juego: Bruno pidiéndole a Juan Cruz grabar unas canciones en su computadora. A partir de eso muchos otros compositores comenzarían a reunirse en el departamento de un ambiente de Juan para grabar canciones con una precaria computadora Pentium 3. El resultado de todo ello sería Monoambiente. continúa...
Federico Carlorosi, Klemm, 2009
Primero sólo un disco, luego un grupo suelto de personas reunidas para presentarlo, luego una banda. El primer “Monoambiente” es un disco múltiple y atómico. Canciones pequeñas, cortas, producidas y grabadas con los mínimos recursos. Muchos cantautores, cada uno trayendo algo a la mesa. A partir de ese disco se organizarían una serie de recitales en las que se establecerían lazos con bandas de Buenos Aires como El Mató A Un Policía Motorizado y Mujercitas Terror. Esto produciría una mini reactivación en el pop tucumano. A principios de ese año comenzarían a grabar su segundo disco. Mientras tanto, ese también fue el año en que Juan Diosque comenzó a hacerse notar en el circuito indie de Buenos Aires, a base de sus canciones entrecortadas y con espíritu techno low fi, y su desempeño como baterista de Daniel Melero. Así llegamos al 2007, en el que en San Miguel de Tucumán se siente una especie de vibración, con la producción musical más grande en años por parte de la escena (¡4 discos en un año!) y Klemm y Diosque son vistos (desde acá) como una avanzada del pop tucumano en Bs. As. En primer lugar, el disco del Monoambiente, La AM en la Efeméride Rural es una pequeña maravilla. Grabado con formato banda y sus miembros mucho más afilados compositivamente,
el disco suena a la vez como el trabajo organizado de un grupo y como un grandes éxitos de la escena. Se mueven perfectamente entre los tonos newordianos de una canción como El Bien Máximo, la tristeza y gravedad de whisky de El Desierto, el cansancio y batería marcial de El Mar, el desparpajo de El Bicho, con fondo de porteros, risas y llaves. Es un disco que se siente como un trabajo de amor conjunto, como el producto de un grupo de gente confiada en su visión, incapaz de vivir sin plasmarla en sonido. En segundo lugar, el disco de los Michael Stuart, un dueto fantástico que se caracteriza por sus letras que oscilan entre lo críptico, lo humorístico y lo conmovedor. Una canción, por ejemplo, comienza con un teclado alegre y saltarín y baterías morosas y la letra dice Te levantas / y vas a comprar el pan / para desayunar / cuídate del sol que te da cáncer y sida. ¿Su nombre? El Sida, obviamente. También hay una versión de El Desierto que parece cantada por un marinero ruso en un submarino, desolado de tanto extrañar a su esposa. En tercer lugar, Diosque es una pequeña estrella del circuito indie porteño. Diosque se especializa en hacer canciones que parecen incompletas o recortadas, justo cuando querés escuchar su estribillo, se termina. Asimismo, tiene la particularidad de rescatar pequeños 4
detalles cotidianos o ínfimos y entregar una línea hermosa. Una canción como Federico García Calor, con su descripción de la tarde en la que se toma sucoa y la noche en la que se bebe gin es una directa heredera de las observaciones intrascendentes de Los Chicles en canciones como Pibes Tristes. Asimismo, Juan tiene una capacidad extraordinaria para grabar canciones armadas con un cordel de hilo y un poco de cinta scotch. Cierta estética low fi las recubre de siseo pero no evita que la frágil voz de Diosque sobresalga transmitiendo un caudal de emoción. En cuarto lugar, está Klemm. Se iniciaron como un experimento electrónico del Chueco Ferrer y Federico Carlorosi y les tomó bastante llegar al formato banda. Sus primeras grabaciones eran medio estériles, poco atractivas. A partir del momento en que agregaron batería y bajo, dos cosas comenzaron a confirmarse: primero, que el Chueco Ferrer es un GRAN cantante, y segundo que su particular mezcla de canción romántica latinoamericana, rocanrol un tanto cabeza e indie suena condenadamente bien. Sus discos realmente no le hacen justicia, en vivo descollan. ¡Y eso no es todo! También se puede mencionar a Roquenzo, nuestro geniecillo country noise. Un artista de los extremos cuyo primer disco se llama Malísimo. Extrañísima mezcla de rockabilly y noise, cantado a grito (y corazón) pelado, con un cover de Singing In The Rain que hiela la sangre. O, Max y Lowrey, con su bizarra apropiación de los ritmos caribeños, su capacidad performática, su veta literaria y sus canciones extrañamente conmovedoras. San Miguel de Tucumán pintado como lo describo parece un territorio interesantísimo. Pero estos grupos en la ciudad pasan casi desapercibidos. Su audiencia crece lentamente y generalmente está formada por los mismos amigos de siempre. Es una escena, sí, pero endogámica e insular. Cuanto de eso se puede atribuir a la poca capacidad organizativa o a la idiosincrasia de una provincia, no lo puedo decir. Sin embargo, los grupos pop han resuelto un problema fundamental: la producción. Al menos están dejando testimonio de una subcultura por momentos vibrante. Están grabando sus canciones, registrando sus recitales, dejando maquetas, fotos y artículos. Quizás esto sirva para observar un retazo de esta historia. Pero más allá de estas consideraciones hipotéticas lo hermoso de lo que hacen estos chicos es que sus canciones parecieran crear un microclima en San Miguel de Tucumán que nos transporta a un universo paralelo. Un ambiente de continua creación y producción en el que uno puede sentir, por unas horas o minutos, que el calor no es tan tórrido, que el cielo se limpia y que vale la pena vivir en esta provincia. * Amadeo Gandolfo, nace en San Miguel de Tucumán en 1984. Crece, se dedica a la lectura y el arte clase B. Se recibe de Licenciado en Historia en el 2009. Escribe en el blog colectivo, www.elbailemoderno.blogspot.com, en las revistas Comiqueando y Avantt, en el sitio Global-Art. Tiene un libro de cuentos Breve Manual Para Adiestrar Monotremas, (2008), por la Editorial Brillovox, en la cual participa en calidad de editor. De vez en cuando oficia de pinchadiscos...
Monoambiente
de cómo la mariposa alguna vez...
Monoambiente I (2006) Grabado, mezclado y masterizado: Juan Cruz Palacio, en Estudios YoConVoz Asesoramiento y asistencia técnica: Federico Carlorosi. Post-producción: “Jure amarte siempre”, Federico Carlorosi.
s raro intentar describir al Monoambiente, ahora o en cualquier momento de su historia (http://www.yoconvoz.com.ar). Monsieur, faites vos jeux: pago doble contra sencillo. El debut: Con la intención de documentar la actualidad de las canciones de la escena local del 2005 decidimos editar un compilado ultra low fi llamado Monoambiente I. Proyecto Conzelmann, Empleado del Mes, Demelocotons, Truman, Eduardo Ferrer y las tres cuerdas que hoy están al frente de la banda: Bruno Masino (guitarra y voces), Juan Plus (guitarra y voces) y Maximiliano Farber (bajo y voces). 17 canciones, melodías sencillas y cortas, versiones acústicas la mayoría. Un abanico de voces y letras de amor de principio a fin: Quiero encontrarme con vos/ quiero salir de este laberinto// Podemos ir a pasear/ no está tan feo aunque esté nublado/… (Mandarinas); Anoche/ dormías con las zapatillas puestas// Y en una mano, escrita con tu letra mis palabras: por favor, hagamos algo (Mañana); Decime cómo
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La AM en la efemeride rural (2007) Grabado y mezclado por: Juan Cruz Palacio, en Estudios YoConVoz Producido por: Monoambiente. Post-producción: Eduardo Vardiero. es/ lo que a vos te pasa/ yo ya lo pasé una vez// Consultá al doctor/ lo que no se cura con pastillas/ se cura con amor (Dejame); Antes de verte, voy a mirarte// Y cuando estoy/ triste cuando estoy/ Triste (Antes); Te vi llegar/ mostrándome lo que quería ver/ contando historias que quería oír/ confundiendo sueño con realidad/ enseñándome que lo importante/ es intentar aun lo imposible// Que sólo hay límites para cruzar/ caminar puede ser algo especial// Te llevo yo sé que vos me ayudás (Me ayudás). Trabajamos con lo más simple de la canción, y letras muy simples, sencillas: una estrofa y el estribillo… Monoambiente, comenzó siendo mucha gente. Ahora somos 4. Pero aún seguimos perteneciendo a esos proyectos: Patricio García, Luciana Tagliapietra, Michael Stuart… producimos sus discos, poniéndonos al servicio de la idea que ellos tienen… Producción permanente, falta de espacios para canalizarla en un mercado bajo el dominio de otros códigos musicales. El precedente venía de mano de Los Chicles, que a mediados de los noventa fueron pioneros en abrirse camino bajo esta misma necesidad. Monoambiente, ese pequeño experimento gratamente recibido, 5
Sin música (2008). Grabado por: Monoambiente/Diosque. Producido por: Monoambiente. mezclado por: Juan Cruz Palacio, en YoConVoz Estudios. refrescaba la invitación. La propuesta fue acogida por unos muchos que se identificaron con el pedido de “otra cosa”. Se dijo: Hace un par de años se comenzó a hablar de pop en Tucumán porque los jóvenes comenzaron a interesarse e ir a los recitales y los medios a investigar y a sacar notas, a buscar un mundo sin tanto Karma. Hoy el pop, es lo “no popular”. Cuando el rock ya no se llame rock lo vamos a entender… Así se forjaron banda, sonido, estudio de grabación y presentaciones, desde la disconformidad, el disentimiento y la discrepancia. Siguieron recitales caóticos: muchos músicos, escasa técnica, microescenarios, experimentos sobre la marcha. Un público fresco acompañó la invitación. La oferta era variada y tendía la mano a participar a quien tuviera algo para decir. La tecnología, el glamour y los Djs, todo recurso a escena a un tiempo. Del mini estudio improvisado para la grabación de aquel primer compilado nació el sello discográfico Yoconvoz. Una cosa importante para la banda, en cuanto a la experimentación y búsqueda del sonido, es que nosotros nos grabamos a nosotros mismos. Entonces el hecho de registrarte, de grabar tus propios discos y decidir sobre todo continúa...
eso hace que manejemos mucho el material ahí, a diferencia de ir a un estudio. Pero esto surge, porque no encontramos un lugar. O sea, las grabaciones que se hacen acá, en Tucumán, no nos convencen. Por si la idea no quedó clara, Juan arremete: Es como que no está la banda: es como que vino alguien, le sacó una foto, y ya lo registraron. No importa si salió despeinado, si le gusta a él o no… ¡Como hacer un churro!... sin azúcar… Sobre sus discos: Esto es un CD-R en un sobre de plástico con cartón… y para nosotros es un disco. No nos importa el formato, porque la concepción es total. Es una consecuencia, nos hacemos cargo: no somos supertécnicos, supermúsicos, pero tenemos ganas de terminar discos, ¿entendés? Y formas de hacer música hay miles, o sea la música es la libertad absoluta… El disco que siguió fue La AM en la efeméride rural (2007). Cambios internos a la vista: el proyecto había pasado por un proceso de autodelimitación, tomando forma de banda con seis integrantes: además de las cuerdas entraron Federico Orio (batería), Luciana Tagliapietra (teclados) y Atilio Binaschi; como invitados, Goytia, Carlorosi, Ferrer y Antonio Nicolau. Esta etapa, muestra un sonido más sólido, armado y compuesto. Las canciones (aún siguen siendo canciones), cuentan con muy buenas sesiones de instrumentos: una batería rítmica, tranquila, que acompaña y sostiene, un piano sutil hace su aporte de antiquísima y clásica magia y, como en el debut, tantas voces como compositores. Este último detalle deja entrever que quizás aún faltaba un paso para la consolidación. El estilo particular de cada intérprete hizo de cada canción un ente autónomo, se extrañaba la presencia de un hilo conductor. A poco más de 2 años de la edición del disco, Bruno dispara: En La AM, Maxi entra en el tema 9. Es una cosa rara. Porque vos escuchás un montón de cosas antes que nada que ver ahora con la banda, es como que no había mucha reflexión en un punto. Los discos se graban en condiciones que después no son reproducibles. Grabamos La
AM… con un piano de verdad, y ¡nosotros no tenemos piano! ¡Y ninguno quería tocar el piano! ¡Y el pianista se fue el día que presentamos el disco! ¡Imaginate! El disco refleja un crisol de almas mundanas sean doloridas: “La AM en la efeméride rural”, “Camellito roquefort”, “Adiós”, “Al mar”, “Ciudad Anastasia”; alegres y bailables: “El
interesante. Que la banda para nosotros está buena: cómo suena, que suena sólido y resiste. Hace dos años, seguro no pasaba. Nos gustaban un montón las canciones pero no podíamos resolverlas. Entonces, como que sí, es ahora el momento. Estamos tratando de producir, desde el lado en que nosotros toquemos, y el disco sea un registro de esa situación. ¡Aunque sea uno!
bien máximo”, “Enagua”, “Desorbitada amor”; sugestivas e hipnóticas: “Articles fílmico”, “Por las noches”; o fastuosas: “Plataforma texana”. El avance en el sonido con el pulso de la batería y un piano de cola afinado medio tono abajo no bastó. El proyecto se reorganizó. Maximiliano, Bruno, Juan y Federico, tal la formación de la banda hoy, tomaron las riendas. Somos una banda que toca hace 3 años. Nos parece que estamos en evolución. Qué como que recién ahora encontramos un piso, que a nosotros nos parece
(risas). El túnel oscuro de la experimentación, coloreó su manera de tocar y ver las cosas. Creemos que no importa de donde vienen las ideas. Importa que haya una canción, y que te sirva para ordenar ideas… El filtro de los años les dio un nuevo de punto de vista. Ahora estamos más concientes, de que nuestro trabajo tiene que ser mucho más agudo en todo sentido. A medida que pasa el tiempo, se va complejizando no la canción, sino uno…
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Aquella unificación quimérica de los primeros años comenzó a tener forma. Dice Maxi: Tenemos una búsqueda de la canción. Nos gustan los temas instrumentales que tienen que ver con el pop, pero nos interesa una energía o actitud que es la del rock, una ideología, y a la vez el sonido de la música Kraut… agrega Juan: El Kraut Tiene como una tranquilidad en la expresión de las
conocemos hace muchos años y nos hemos unido a través de la música, entonces, la influencia, si bien hay preferencias y matices, es la misma. El punto de trabajo es cómo hacer para que el rasgo distintivo como compositor y lo que arrastra eso se cure dentro de la banda… Una luz al final del corredor: Sin música (2008). Tres temas, más una Revisited, forman parte del
menos pop, como despreocupado… Nos interesa complejizar eso, o sea en su estructura, en el desarrollo de la letra (…) Como que nos ponemos ante esta situación de no conformarnos (…), de pensar, que cuando uno se siente cómodo, es que algo raro está pasando…
De izquierda a derecha: Maximiliano Farber (bajo y voz), Juan Cruz (guitarra y voz), Federico Orio (batería), Bruno Masino (guitarra y voz)
cosas que van sucediendo en el transcurso del tiempo, un tema se va a desarrollar en 8 minutos (…) Tampoco es progresivo. Hay canciones Kraut que comienzan de una forma y terminan muy desarmadas, sin la intención de un final. Tenemos la idea de experimentar con ese tipo de sonido, donde por lo general la base es bastante monótona o repetitiva y sobre eso se monta otra cosa. Termina Bruno: Más que las influencias, es el punto de no influencia y no confluencia. Porque la influencia es parecida. O sea, nos
nuevo Monoambiente. Hay composiciones más elaboradas. Nos estamos alejando de la canción y estamos haciendo temas instrumentales o que tienen otro lugar que no es la canción. Hay un giro que el grupo ha adoptado con los acordes menores, en esta nueva etapa. Juan saca el pincel… el acorde menor tiende mucho a una especie de color: Puede ser un día feliz pero esta lloviendo. El acorde menor es algo más crudo, no tan cerrado como el mayor, te da la opción de las voces. Puede ser menos alegre. Hasta pareciera 7
contactos:
http://www.myspace.com/monoambiente http://www.fotolog.com/monoambientepop http://www.purevolume.com/monoambiente http://www.yoconvoz.com.ar/ http://www.brillovoxproductora.blogspot.com/
Estación Experimental
Naturaleza punk.
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5, 96 fue la fecha de nacimiento de E.E. El incierto dato proviene de una serie de sucesos, que ocultan y enmarañan las luces que alumbran ese hecho. El caso es que la sangre de Estación, vino golpeada por los desacordes, los accidentes, la insolencia, y la licencia del punk, que hizo subir a un puñado de tipos, con poco y nada por perder, a hacer de las tablas un verdadero ring side, de lo musicalmente bello de la época. Los Libertinos, se llamaban aquellos. Los libertinos hacían pop, pero con actitud punk, pero porque no podían ser otra cosa: el batero agarro los palos y desde el primer golpe, que puede ser dado por cualquier imprudente, pasó a ser EL batero; lo mismo con la viola y cada instrumento; ni hablar de las voces. La elección del género caía como un cross a la mandíbula. Entre los parroquianos de turno, podía contarse la presencia de uno de los iconos del pop en estas tierras, Patricio García… Esos registros pertenecen a las profundidades de las crónicas que hoy sobreviven con el boca en boca. Recuerdos que en la distancia del tiempo provocan la risa fácil en quienes los protagonizaron. Sin embargo, he ahí el chispazo inicial. La entelequia venía caótica. Un recital en la facultad de Filosofía y Letras, termina con una zapatilla en la cara del guitarrista, lo cual es respondido con el consecuente arrojo por los techos de dicho nosocomio del componente revoltoso, y el ajusticiamiento por mano propia, por parte de la banda, que a ese punto iba tras el agresor, con todas las intenciones de intervenirlo como para que no lo reconozca ni su madre. La cosa terminó con un pie descalzo y ya. El caos no podía durar mucho, había que sostenerlo con demasiado líquido volteante, lo que hacía de las presentaciones, grandes perdidas a los integrantes: una vez, al finalizar un reci, nadie dio cuenta, al mediodía posterior, de la mejor potencia que hasta ese momento poseía la banda para las tocadas. La resaca se curó de un instante, y el ánimo se fue por un tubo a la alcantarilla. Jorge decide, junto a su hermano, mandarse a mudar para lo que sería el siguiente proyecto. Se decide publicar en los clasificados la urgente presencia de un violero que cope la parada para nueva banda de rock. Una rencilla de vieja data, revive con el toque de timbre del postulante. Era el Emanuel, que había arrojado aquella zapatilla e insultado a la madre, de un músico de la banda anterior desde el público, y que tenía la cruz marcada de por vida por el grupo. Sin embargo, los muchachos habían crecido lo suficiente, como para entrever que el hecho no era ya para tanto, y que la ganancia con esta incorporación daba a la banda el hecho particular de contar con un letrado en música, cosa que no había sucedido hasta el
momento. Estación daba sus primeros pasos, cuando se juntaron con Emanuel. La banda se completó con el “Chino” Ruiz, en bajo. Nada importó en un primer momento. Tocaron donde los llamaran. Con las bandas más dispares. En lugares que poco y nada tenían que ver con el rock. No importaba. Con los 448, del palo del metal, con Los Chicles, del palo del pop, con la Banda de tu Hermana, en María Delirio: fueron los camaleones del under: ¡Tocaban con Gladys, la Bomba tucumana, y llenaban el cartón! Daba lo mismo: tocar para veinte incautos, treinta borrachos o cuarenta caretas. Lo que importaba era mostrar a estos sectarios, lo que era el rock mamado, digerido, desentrañado y vomitado, desde las más diversas influencias que poseían los integrantes. El programa kitsch más longevo de estos dominios, Elegidos, con el magnánimo Pablo Campos, los favoreció con el cariño de un padre al hijo prodigo (como de hecho hace con todos los artistas que solicitan su favor), y les permitió sus sombreros de cow-boys, con la sonrisa de oreja a oreja, para la interpretación play-back de El country, que hoy puede verse, a Dios gracia en Youtube. También puede verse Sin dinero, otro video de los Estación, en la zona hot de El bajo, otrora hervidero de gente de intercambio, que quedó en el olvido tras el derrumbamiento de los trenes. Los años pasaron, y con ello la creación de temas, y con ello la necesidad de desempolvar y plasmar aquello en un original. El bunker, fue el local 15 de la Galería del Sol. Ese lugar, receloso de 8
los rayos del astro, se convirtió en refugio de tertulias y sala de ensayos. Las tardes tucumanas eran propicias para ese menester. Los perros vagabundos fueron fieles testigos del desfile de los artistas al quehacer. La cocina era precaria, el plato resultó delicioso.
El disco llevó un tiempo. La crónica oficial dice que habían desfilado, hasta ese momento, siete años de banda. Por eso no sorprende la concepción minuciosa y diversa de la entrega. Tampoco debe sorprender, la cantidad de músicos que aparecen en los créditos: aquel que participó, de alguna manera u otra, o en algún momento de la banda, figura en la lista. El CD presenta nueve temas, con la firma de Jorge Piñero, más al final un bonus-track, homenaje a Los Planetas. Ellos dicen: dejamos a su criterio definir nuestro
estilo musical. La cosa no es difícil: es un disco de rock, de todas las épocas. Desde los Beatles en adelante: Jesus & Mary Chain, Virus, My Bloody Valentine, Pixies, Sumo, mucho Northern Soul, Sandro, el polaco Goyeneche, T-Rex, The Fall, Wire, Talking Heads, Go Betweens, Velvet, The Jam… todo lo que se te ocurra. Siempre podés apreciar los destellos que vienen de tal o cual influencia. Este registro, para lo que sería a la fecha, la única producción discográfica de la banda, titulada EE, fue realizada en los estudios de José Alarcón, allá por el 2005, con arreglo y producción de los EE. Los artistas Gabriel Versanyi y Sebastián Rosso, fueron los que
una cuerda, en solos eternos, escalofriantes, corrosivos; bajo rítmico y mordaz; voz mesurada, morbosa, sarcástica: Sólo yo/ sé lo que querés// Sólo vos/ sabes lo que yo sé// Voy a estar/ donde quieras que esté// Voy a morir/ si alguien tiene que morir// Inevitable fue/ soñar lo que soñabas// No me lastimés/ con vos me quiero quedar. En Pueril, suena la canción sencilla, el pasado ajeno, el reclamo guardado, la voz raspada: Allí donde estás/ oh, nadie, nadie te amará// Pasado pueril/ hoy mi sombra viene por detrás// Nunca sabrás/ ah, nunca sabrás// Que esperas de mí/ no hay lugares donde quiera ir// Nunca entenderás/ todo lo que yo te quiero dar// Ah, nunca sabrás/
Los viajes comenzaron. Los sedujo la gran capital. Allí descubrieron gente que los interpretaba, y a los cuales ellos registraban también como pares. La amistad no tardó en echar raíces. Comenzaron los intercambios de recitales y las idas y vueltas, de los de aquí y de los de allá. El mató a un policía motorizado, Victoria Mil, Leo García, empezaron a ser ampliamente difundidos aquí, mientras en la gran manzana, los Estación podían mostrar lo suyo. A las presentaciones caseras, agregaban siempre la presencia de bandas emergentes. La crónica de La Gaceta, del 8 de Marzo de 2007, da cuenta de la situación: Estación Experimental tiene la capacidad de abrir puertas
respondieron por del arte de tapa. La presentación formal se dio el 4 de junio, en el Culto Rock Festival, en El Monumental, junto a 2 Minutos, a Fidel Nadal, a Tren Loco y a 448. Hoy, pasaron 4 años del mismo. Las letras tienen posturas definidas. Dice Jorge: No les creo a los grupos con letras socialmente comprometidas. Es por ello, que las mismas hacen referencia a semblantes cotidianos, por sobre todo. Sólo yo, es un punto de referencia, tanto en la música como en el signo: batería con muchos tons, mucho redoblante; guitarras colgadas de
ah, no entenderás/ Allí donde estás/ oh, nadie, nadie te amará/ pasado pueril/ no hay lugares donde quiera ir. O, en Sin dinero: Sin dinero/ sin dinero// Sin tener a dónde/ sin tener a dónde ir/ sin ganas de ir a ningún lado// De qué sirve/ de qué sirve el domingo/ quién quería el domingo// El comercio/ el comercio muestra/ su desnudes/ desnudes espantosa/ las cortinas metálicas tienen/ una rigidez/ rigidez alucinada// Rigidez alucinada. Con frases extraídas de algunos textos de Roberto Arlt.
y voltear las paredes divisorias. Las que separan gente, estilos, lugares... Ver entre el público a integrantes de tan diferentes tribus (pop, heavy, electrónica, rock en general), no causa sorpresa cuando toca E.E., porque es la amplitud musical y estética la que lleva el ritmo de la banda…. El modus operandi de aquellas tocadas mostraban tanto una mirada hacia fuera como hacia adentro: los locales sean Empleado del Mes, o Animal Friendly, o Monoambiente, abrían la función mientras que las bandas invitadas porteñas, sean El mató…, Coiffeur, Paisaje con Disco,
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continúa...
Eduardo Perrone
(Esta es una versión modificada de una entrevista que hicieron Natalia Acosta y Lorenzo Verdasco al escritor tucumano Eduardo Perrone, en el año 2004. La primera versión del texto fue publicada por la revista El Fabulario en ese año.)
EE (2005) 1.- Claudia 2.- Sin dinero 3.- Sólo yo 4.- El country 5.- Eso es 6.- Ramazzoti 7.- Pueril 8.- Natural 9.- Hoy espero* Todas las canciones producidas y arregladas por EE Letras: Jorge Piñero, excepto (*), J. Piñero y E. Molina Grabado y mezclado por José Alarcón.
Billordo, o Matilda, cerraban la noche. Los EE, la jugaban de jamón del medio. La prensa los trató bien, pero el derrotero o el modus vivendi de Jorge, a la fecha garante de las continuidades de la banda, hicieron bien difícil conseguir material de ellos en Internet. Como diría mi amigo Martín Maldonado: Esta es una de esas bandas que a cualquiera que le hablas de ellos lo conocen, pero pocos los escucharon. Y es así. Acompañaron desde los 90, los primeros pasos del rock tucumano abriendo camino, a pata y pulmón. Y a la vez que hicieron ciclos que incluyeron tocadas de meses, también hubo meses de sequía y alejamiento, malicio que juntando energía para dar el próximo zarpazo. El último chimento es el acatamiento de la banda a ensayar un par de meses, para la grabación de lo que sería su segundo disco. Se está conversando mucho de que son una Banda de culto. Ese tipo de bandas que está con un pie adentro y otro afuera. Para Jorge, siguen siendo una banda activa, en busca de nuevos horizontes. Nos manejamos en este nivel: cargamos los equipos, armamos todo; sin contratos, sin difusión y sin apoyo, que es lo que hay acá. Tocamos para la gente a la que le gusta lo que hacemos. La Banda:
Jorge Piñero - Voz; Marcelo Piñero - Bateria; Claudio Mígueles - Bajo; Mateo Carabajal - Guitarra; Cesar Wayar - Guitarra; Emanuel Molina - Teclados; Sebastián Ricci - Trompeta.
n San Miguel de Tucumán nada bucólico es el que fomentan los paisajes urbanos diseñados por Eduardo Perrone, novelista tucumano, que no tuvo pelos en la lengua a la hora de contar con generosos pormenores sus “ficciones”, situadas en cárceles y prostíbulos en una época que podríamos identificar como fines de los ‘60 y los años ’70 en nuestro país. Los invitamos a confinarse -el tiempo que dure la lectura de esta nota- en esta zona construida con las figuras de lo clandestino, que por encubierto se vuelve magnético.
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Aún no es de noche en la esquina de Crisóstomo Álvarez y Bernabé Aráoz, sitio en el que acontecerá nuestro diálogo con Perrone. El hombre a quien queremos entrevistar vive en un vagón de tren. Nos ha estado esperando, porque el día anterior habíamos acordado una charla con él en torno a su literatura. En la vereda, conversando amistosamente con un joven agente de policía, está nuestro hombre, flaco, huesudo, la piel tostada y curtida, el cabello blanco grisáceo, la ropa percudida: camisa clara, pantalón crema y saco haciendo juego. Nos tiende la mano con buen ánimo y nos invita a cruzar la calle y sentarnos en la vereda de enfrente. Nos pide un minuto para buscar algo en el vagón. Lo esperamos: entra y sale con un fajo de papeles que son textos suyos, y retazos de diario para que no nos sentemos directamente en el suelo. Este hombre es Eduardo Perrone. Cualquiera diría que es un excéntrico. El paisaje, visto desde el frente, es esto: un terreno descampado de cierta elevación respecto de la calle, que abarca toda una acera, sobre el que se asienta el vagón de un tren, un único vagón, a la intemperie, quieto y puesto, como una escultura o una piedra que sobrevive a la floración de naturaleza y urbanidad que lo rodean. Breves datos: escritor tucumano, 63 años, autor de, entre otros textos, cuatro novelas: Preso común, Visita francesa y completa, Los pájaros van a morir a Buenos Aires, Días de llorar, días de reír. Tengo en mis manos la 5° edición de Preso común y la 4° de Visita… La lectura de su primera novela, Preso común, es, creo, una tarea ineludible para entender la vida y la obra de este ciudadano devenido en preso, devenido en escritor, devenido en célebre y extravagante dote de las letras de Tucumán, devenido en bohemio callejero, 10
habitué de intemperies, preso ahora en la ciudad, viviendo en el vagón de un tren. Esta obra, cuya primera edición data de 1973, (la 5° edición que tengo frente a mí es de 1977) cuenta la peregrinación de un grupo de jóvenes acusados de violación -grupo en el que se encontraba el mismo Perrone- a través de comisarías y su paso por el penal de Villa Urquiza. Las descripciones de la vida en la cárcel, del mundo de presos, comisarios, guardacárceles, prostitutas de Tucumán, son minuciosas, exhaustivas, despojadas, en general, de juicios de valor. Con la mayor naturalidad del mundo, Perrone nos pone en presencia de un paisaje que es hábitat poco hospitalario, donde lo sórdido persiste. Leamos este pasaje donde describe la fachada de la cárcel de Villa Urquiza: Edificio horrendo, de grises muros altos y espesos, siniestro, con torretas y luces, tiene todo el aspecto colosal de una fortaleza medieval, con almenas y vigías, quienes, dada la hora (21) hacían girar los reflectores: celosamente, matemáticamente, poblando el aciago interior con contraluces funestas [1]. O este fragmento, donde nos muestra la cotidianeidad carcelaria: Los días de pago, sábado, o vísperas de fiesta, por la noche era lo más aconsejable quedarse en la celda (…) por los muchos dopados y ebrios que circulan por los pasillos. Cuando tenía que ir a los baños escondía entre mis ropas o en un toallón el pasador de hierro de la puerta pues me podía ocurrir (y no sería raro) el ser apuñalado sin motivo [2]. Y este pasaje, donde la tensión va en crescendo: Todo esto desgasta los nervios en forma progresiva. El clima de angustia que reina en la Jefatura es remplazado por la tensión sostenida de la vida de relación llevada en delicado equilibrio para no tener dificultades. Adentro todo el mundo se trata con un respeto superficial único. El clima de cortesía y aparente indiferencia no es quebrado jamás a pesar de los chismes subterráneos. Cuando se va a pedir un favor (todos ellos celosamente contabilizados) es mejor no olvidarlo. Hay que tratar de andar bien con todos sin pasar por estúpido. El desgaste nervioso es tal que un buen día sin motivo alguien se tira del tercer piso y la única reacción de todos es un comentario irónico, producto del terrible humor
Mientras tanto, yo sobrevivía vendiendo gorros, banderines deportivos en la cancha. Vivía en un hotel, comía en el Munich, tenía mi ropita al día. Un día, viendo que el tema de las editoriales no avanzaba, me fui al C e n t r o Editor de América Latina, donde hablé con un señor a
negro que campea aún en las cosas más dolorosas y trágicas” [3]. L: -¿Cómo es que vos te decidiste a escribir Preso Común? P: -Y bueno, yo había estado preso… Pero es cierto que hay muchos que han estado presos y que no han escrito ni siquiera una carta al abogado, en realidad no tiene nada que ver. (El diálogo con Perrone se va perdiendo en los vericuetos múltiples de su memoria. De a ratos se ramifica) P: -En el ‘71 salimos de la cárcel, aunque ya veníamos saliendo en forma espaciada con licencias de 15 o 20 días. A la novela la había empezado a escribir en la cárcel. N: -¿Cómo llegó a publicarla? P: -Una vez escrita, pensaba que iba a ser fácil publicarla. Junté unos mangos y me fui a Buenos Aires. Llegué por una y otra editorial y siempre lo mismo: “Déjela que ya la vamos a leer”. Al mes volvía y el libro estaba como yo lo había dejado, lleno de tierra, ni lo habían desatado para leerlo.
quien expliqué mi situación y quien a su vez me derivó a un Sr. llamado Luis Gregorich. “No sé si se la va a publicar, pero seguro que la va a leer”, me dijo aquél. Les dejé mi novela y esperé 15 o 20 días. Rodeado de pilas de libros, Gregorich, un polaco grandote, provisto de anteojos de un vidrio tan grueso que apenas permitían distinguirle los ojitos, me dijo: “Muy interesante, usted no es un escritor, esta es su primera obra, tiene unos cuantos errores pero hay gente que se dedica a la corrección, yo ya hablé por teléfono con un editor, llévele esta carta mía.” Incrédulo, dejé la carta en el lugar indicado. El editor la leyó y, señalando que si Gregorich me recomendaba era garantía, me ofreció el contrato de edición. Estas cosas ocurren cuando a uno se le abren las puertas, aunque a veces a las puertas hay que patearlas… La cosa es que quince días antes de que salga la novela, me llama por teléfono Osvaldo Soriano, y me solicita una entrevista para el diario La Opinión. Ahí lo conocí a Soriano, quien después llegó a ser mi amigo. L: -Y después saliste en la tapa de una revista, abrazado con Jorge Asís… P: -Sí, era la revista Panorama. El titular decía: 11
“¿Qué están haciendo nuestros narradores hoy?”. Podría conseguir esa revista, pero aquí corre el riesgo de ensuciarse, o de que el perro la coma cuando ande con hambre… (Diarios, revistas, televisión. Perrone conoció la celebridad de un best seller. Ahora saca de su bolsillo su DNI ajado, lo abre, y de sus pliegues extrae un cigarrillo. “¿Le molesta el humo?”, me pregunta, porque estoy sentada a su lado. “Lo que pasa es que este cigarro no es de muy buena calidad y el aroma no es muy rico…”. Aún no anochece.) P: -El texto que ahora tengo entre mis manos es interesante, se llama Cómo hacer una novela, si quieren se los leo: Casi siempre la primera novela es autobiográfica. Un libro de recuerdos, memorias, o hechos que nos sucedieron y que nosotros consideramos como obligatorio que deben ser conocidos por el resto de la humanidad [4]. N: -¿Sus textos, Eduardo, son autobiográficos? P: -Generalmente. Yo soy un narrador testimonial, escribo sobre cosas que he conocido. Por ejemplo, el título de mi segunda novela, Visita francesa y completa, es la tarifa de los prostíbulos. (El escritor nos ha introducido ahora en su segunda novela, publicada en el año 1974, reeditada cuatro veces. En esta novela, el personaje, Gervasio, recién salido de la cárcel, se involucra por necesidad en el mundo de cafishios y de vendedores de cocaína.) P: -Lo que realmente existió de esa novela fue el conventillo, que era de la Juana G., situado en la calle Marco Avellaneda, entre San Juan y Santiago. En la novela cuento las farras que allí se armaban. Siempre había alguien comiendo, alguien borracho, alguien tomando, alguien yendo a comprar vino, alguien descansando. La dueña tenía un prostíbulo en el bajo, que estaba las 24 horas funcionando, de modo que siempre había alguien en actividad y alguien recuperándose. Yo en esa época andaba con una chica de ahí. Citemos un pasaje donde describe parte de ese conventillo: Nos ubicamos en la sala. Una chica de unos diecisiete años estaba acostada sobre su cama en bombachas y corpiño y no nos prestó mucha atención (…) la vi tan natural en su estado como a las esfinges de santos y vírgenes que nos rodeaban. En el capítulo 15 asistimos a la transa de la droga: En el baño esperé unos dos minutos y entró el cliente. Un muchacho de unos treinta años, pálido, buen mozo, vestía de sport. Bicho de luz. -¿Tenés? -Sí. -Dame dos papeles pero, primero quiero ver la “merca”. No te conozco, ¿sabés? -No hay inconveniente, tomá - dije entregándole un papel. La miró, la removió, sacó un poquito con la yema de los dedos y la acarició. Cuando despegó los dedos no había nada entre ellos. -Está bien, es buena, dame el otro papel y acá están las diez lucas, chau. Y un tercer fragmento, que subraya el pesimismo continúa...
de su personaje: -No lo hagás más, Gervasio. -¿Lo qué? -Aspirar esa porquería, te hace mucho mal (…) -La porquería no se aspira, Liliana, ya está dentro de uno. N: - En suma, escribe siempre sobre cosas que le pasan a usted… P: - No, muchas veces son cosas que me cuentan. Por ejemplo, la historia El pibe de los brillantes, un punguista que ya viejo, cuidaba autos frente al casino de Tucumán, y que dicen que murió de frío en los fondos del casino. Es un cuento que
publiqué hace poco. La historia es buena para filmarla. Habrá que leer esa historia. Por lo pronto, tengo en mis manos los originales de Cómo escribir una novela, y al leerla puedo confirmar allí una concepción de lo narrativo en un narrador a quien la teoría literaria en cuanto discurso parece interesarle muy poco. Es de noche. Difícil terminar lo que no se sabe a dónde va, pero damos punto final a la charla con Perrone. Antes le dejamos una copia de su libro, Preso común, de la cual el escritor no
guarda ni un ejemplar. Días más tarde, nos hemos enterado de que anduvo ofreciéndola por poco más de 20 pesos en la peatonal del micro-centro tucumano.
Notas al pie: [1] Perrone, Eduardo, Preso Común, Ediciones La Flor, 1977, p 59. [2] O cit, p 72 [3] O cit, p 80 [4] Perrone, Eduardo, Cómo hacer una novela, sin editar.
UMITA
Unión de Músicos Independientes Tucumanos Autoconvocados Umita es una asociación civil, sin fines de lucro, creada con el objetivo de reunir y organizar a los músicos de Tucumán, en un marco legal, con la inquietud de trabajar para mejorar las condiciones laborales, y entendiendo que la problemática de nuestra actividad, es amplia e incluye a distintos actores de la sociedad (artistas, publico, empresarios, etc.) En este contexto existen antecedentes en otras provincias que lograron, a merced de sus acciones, mejorar las condiciones de los trabajadores de la música, un claro ejemplo de ellos es la UMI (Unión de Músicos Independientes) en Bs. As. Es por esto que la principal forma de participar es asociándote. Para hacerlo mandá un e-mail con tus datos (Nombre y Apellido, DNI y domicilio) a info@umita.com.ar, y nos pondremos en contacto con vos al finalizar el tramite. O desde Internet, entrando a la pagina: http://www.umita.com.ar
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