Leni Riefenstahl El triunfo de la voluntad 1
Muñozcoloma www.munozcoloma.com.ar munozcoloma@yahoo.com Artículo aparecido en la sección «La Casa de Asterión» ESCÁNER CULTURAL Revista Virtual de Arte Contemporáneo y Nuevas Vanguardias N° 81 - Marzo de 2006
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Hoy llueve, el cielo está tan gris como el de los acorazados, el viento mece los álamos y ya está oscureciendo. Como todas las noches de lluvia la soledad me invade con cierta violencia. Podría recorrer las habitaciones de esta casa en busca de algún espíritu errante, pero no quiero. Tampoco quiero salir y el sueño lo he extraviado por completo. Busco algo (que por cierto, no sé) en la ventana y la luz comienza a escasear. Al final mi deseo desemboca en el alcohol como era de esperarse y esta vez me inclino por el coñac (muy oportuno para este tipo de días). Al ir hacia el bar, paso por delante de esa puerta que nunca me he animado a abrir (una de tantas) 3
y me tiento, no con la esperanza de encontrar algo o a alguien, sino por simple desidia. La habitación es un cubo perfecto (a simple vista), y las paredes laterales tienen repisas desde el cielo hasta el piso llenas de latas de películas. La pared del fondo es blanca, inmaculada, incómoda. Y en medio de la sala hay un proyector de 16 mm, un sofá, una copa, una botella de coñac y un cenicero con los cigarrillos correspondientes (el mechero lo tengo yo). Todo demasiado y sospechosamente perfecto, pero me alegro de encontrar todo esto, puede hacer más soportable el tiempo. No deben ser menos de 500 películas, me imagino a Fellini, Kusturica, Kieslowski u otros muy específicos, que no valen la pena mencionar. Todas están etiquetadas y numeradas (como me gustan), comienzo a revisar y tomo una al azar, su etiqueta dice: EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD. De inmediato se me viene algunas imágenes a la mente, Leni Riefenstahl, Hitler, las svásticas y las multitudes perfectamente ordenadas (todo en blanco y negro, como es de suponer). Definitivamente no estoy para ver algo así, hoy por lo menos no, así que la dejo en su lugar y saco la siguiente: EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD, me asombro y comienzo a sacar una tras otra de diferentes partes de las repisas, todas están rotuladas con: EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD; luego de un par de horas me doy cuenta que tengo una habitación muy cómoda, ventilada, una botella de coñac y 618 películas iguales.
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Imágenes sobre EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD
Siempre he pensado que lo escrito, escrito está. Así que comencé a ver la película con unas cuantas copas encima. Aunque sin ánimo al principio, éste comenzó a invadirme discretamente con esa mixtura de imágenes tan perfectas, esa sucesión de picados y contrapicados, esa música precisa, una verdadera joya. La Riefenstahl generó en esa obra de 100 minutos una lección, una clase magistral de cómo hacer un documental de propaganda; hasta el día de hoy los sabiondos audiovisuales le dan el título de pitonisa, reina y mejor documentalista de la historia. El único problema (si lo podemos llamar así) es el tema que utilizó Leni en su película: El Congreso Nazi de 1934 en Nüremberg, con Adolf
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Hitler como protagonista, así que algunos la ningunean como locos. Yo, hoy, sólo quiero hablar de ella, de su personalidad, de su vida, de su sino; sin intentar entrometerme en cuestiones políticas (de seguro que no lo logro), para que no me acusen de antisemita, o de antinazi, o de católico, o de promilitar, o de antimilitar, o de cualquier cosa... hoy no quiero que me juzguen, por lo menos hoy no.
Los orígenes de la perfecta Berta Helen Amalie Riefenstahl llegó a este mundo el 22 de agosto de 1902 en la ciudad de Berlín. En ese momento Lenin terminaba de escribir su libro ¿QUÉ HACER? y Alemania emprendía una período de decaimiento general, producido, fundamentalmente, por el poco manejo político interno del Káiser Guillermo II, que a la larga sería incapaz de mover armoniosamente a ese monstruo orgulloso de 58 millones de habitantes; el cual bajo la conducción anterior del Canciller Otto von Bismarck se había transformado en una de las dos potencias mundiales junto al Reino Unido. Grosso modo, esa fue la situación que le tocó conocer en su infancia a Leni. Sus padres, Alfred Riefenstahl y Berta Sherlach, conformaban un matrimonio burgués que se mantenía gracias a la firma que poseían dedicada al negocio de la calefacción y ventilación. Ella fue la mayor de los hermanos y hay que hacer notar que desde la infancia lo tradicional ni siquiera la rozó. A los 5 años de edad se sentaba frente la ventana de su habitación y escribía poemas hasta que llegaba la noche, 6
en la cual le daba por caminar y dormir a la vez, ya que era sonámbula. Muchas veces la encontraron en el techo de la casa comunicándose con los astros o con el rayo verde, detrás del sol negro (como diría Miguel Serrano). Cuando no estaba durmiendo bajo la bóveda celeste, su padre le enumeraba, con nombre y apellido, cada estrella, cada constelación. La misma Leni señala en sus memorias que su padre, Alfred, sufría depresiones nerviosas por enumerarle con tal asertividad y precisión cada estrella que podía ver. Esa manía la heredaría y la volcaría en su trabajo fundamentalmente, eso de buscar lo perfecto en cada toma, en cada encuadre en sus miles y miles de metros de películas. Entre las estrellas, la poesía, el sonambulismo, el deporte y el mundo feérico transcurrió su niñez. Pero a los 16 años descubriría una pasión que se vio potenciada por todos esos elementos: la danza. Su familia, su padre principalmente, intentó impedírselo ya que no era posible que una mujer de sus características y clase social perdiera el tiempo en algo tan inútil y peligroso como el baile y su ambiente tan cercano a la bohemia. Pero la Reifenstahl estaba decidida, su voluntad era más fuerte que los impedimentos y prejuicios de una sociedad aún decimonónica. Desde su primer espectáculo, efectuado en Berlín el 23 de octubre de 1923, vinieron una seguidilla de presentaciones en diferentes ciudades, cada noche un lugar diferente. Ella volaba sobre el escenario, descalza y su pálida figura se transformaba en una luciérnaga erótica en contra del fondo negro de la escenografía. Al darse cuenta del talento de su hija y de la excelente crítica por parte de los medios especializados, Alfred se resigna y 7
no le queda más remedio que aceptar el carácter mágico de Leni; así que decide ofrecer la mejor educación posible para la danza. Leni aprende de Eugenia Eduardova todo lo referente a la metodología clásica y de Jutta Klamt y Mary Wigman, todo sobre la incipiente y extraña (para esos tiempos también) danza moderna. En corto tiempo se acercaba a convertirse en una celebridad de la danza, realizando funciones en varios países europeos. Una noche de junio de 1924, en Praga, en medio del escenario y con el teatro colmado de bote a bote, realiza un salto tremendo, que la acerca nuevamente a las estrellas, el tiempo parece detenerse y Leni aterriza con precisión sobre una de sus piernas, pero un «¡track!» profundo ensordece a los espectadores y enmudece a las estrellas. La rodilla de la bailarina sucumbe ante el peso del destino, una grave lesión de meniscos la aleja para siempre de su pasión, pero muy lejos de frustrar para siempre a la Reifenstahl, este proceso no hace más que recanalizar su insoportable genio y creatividad. Es así, que sin poder ensayar ni menos bailar, comienza a peregrinar en la ciudad, como esperando nuevamente una señal del firmamento, la cual no se hace esperar. Una noche se enfrenta a un afiche que anuncia una película, MONTE DEL DESTINO de Arnold Franck. En la sala de cine queda cautivada por la producción, cada minuto, cada cuadro la va envolviendo, volcando su obsesión hacia el Séptimo Arte. Tanto así que logra conocer a Franck gracias al actor de esa película Luis Tenker. Desde ese momento su vida dará un giro tremendo hacia el cine, inicialmente hacia la actuación. Al poco andar se convierte en la actriz favorita para los roles 8
de montaña de Franck (que más que películas parecen documentales sobre la naturaleza), aunque siempre sus personajes fueran peligrosamente parecidos, en cada producción. Como señala María Sánchez (autora del texto citado en las fuentes): «una mujer que simboliza el elemento trágico y disgregante en el entorno natural de las montañas». Pero no fue sólo la actuación lo que le da Franck a Leni, también comienza a darle la oportunidad de observar por el lente de la cámara, cosa que de a poco va tomando un carácter de deseo en la mujer.
Leni Riefenstahl acrtiz
La primera película que protagoniza fue LA MONTAÑA DEL DESTINO, realizada en 1926. Desde ese año hasta 1932 Leni aprende sin cesar lo que es el trabajo en el lenguaje cinematográfico que comenzará a volcar luego en sus futuras producciones. También se involucra con labores de montaje y escenográficas. Su trabajo con Franck se tradujo en un sinnúmero de producciones, además del aprendizaje de las técnicas mencionadas. Hay que señalar que Franck era un neorromántico empedernido y muy proclive al racismo, y a la idea de exaltar la comunión de lo natural con lo humano, pero no con cualquier tipo de humano sino con personas 9
jóvenes, fuertes y sanas; características que se transformarán en la base de la ideología Nazi. Ahora bien, con Franck trabajó como actriz en las películas LA MONTAÑA DEL DESTINO (1926), EL GRAN SALTO (1927), LA TRAGEDIA DE PIZ PALÜ (1929), TEMPESTAD EN EL MONTE BLANC (1930), PRISIONEROS DE LA MONTAÑA (1931) y SOS ICEBERG (1933), pero en 1932 realiza un salto cuántico, al quedar muy entusiasmada luego de ver la obra de Einsenstein, EL ACORAZADO POTEMKIN, decide dedicar su tiempo a dirigir, en ese año realiza su primera producción, LA LUZ AZUL (premiada en Venecia), en la cual trabajará con un guionista de origen húngaro llamado Bela Balazs, que vendrá a influir de manera dramática en la contradictoria ideología de la Riefenstahl. Este húngaro era un marxista empedernido, uno de los románticos rojos de principios de siglo; se podrán imaginar la mixtura: una mujer sonámbula, perfeccionista, artista con influencias xenófobas y marxistas, que a la larga desembocará en el nazismo más puro. LA LUZ AZUL será el punto de partida en el cine como realizadora, esa producción dejará profundas huellas en el resto de sus películas, hasta llegar a su más grandiosa obra de arte: EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD. Su búsqueda de lo esencial, de la fuerza, de la pureza, de la naturaleza y del mito como medio de unión entre las personas deja un discurso claro de su visión de lo que será el cine de propaganda del Nacionalsocialismo. Aún así, algunos se atreven a afirmar que Leni no fue simpatizante ideológica del Nacionalsocialismo... ¡pamplinas!, una mujer con su inteligencia no hacía nada al azar, tendría que haber sido tan 10
ciega como Borges para no darse cuenta de lo que hacía (así como cuando Jorge Luis Borges vino a Chile a saludar a Pinochet, ya vendrá un artículo de eso). ¡No!, no olvidar que Riefenstahl estaba muy consciente de lo que hacía... y, al final, lo hizo de manera perfecta.
Hitler: ¡Cuando conocí a Leni Riefenstahl quedé loco! La consagración fue inmediata, luego de algunos premios, como la medalla de oro en la Bienal de Venecia de 1932, Leni dio salto hacia la fama, inclusive de Hollywood la requerían, pero ella no estaba dispuesta a despilfarrar la libertad de su trabajo por unos cuantos dólares (en ese momento por lo menos). Ese estoicismo y su calidad laboral hizo que cosechara una gran cantidad de admiradores (en esta época diríamos que se trataba de una cineasta alternativa que rayaba en el under), entre ellos estaba el joven Adolf Hitler quien ya se perfilaba como un gran movedor de masas. El futuro dictador insistió en conocerla, y obviamente lo logró, según algunos fue en 1932, y según otros fue el 31 de enero de 1933, cuando la cineasta estaba a punto de partir a Groenlandia para actuar en una película de la Universal. Hitler estaba radiante, se había preparado para la ocasión. Había lustrado las botas con total esmero y había afeitado su bigote con precisión matemática, la admiraba con pasión, porque consideraba que era una mujer que no se dejaba dominar por nada y su juventud, fuerza y belleza inundaban todos los espacios por donde se movía. Hitler estaba alborotado, tenía un profundo interés por todo lo que se
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relacionaba con ella, casi obsesivo (el «casi» es un eufemismo).
Adolf Hitler y Leni Riefenstahl
Quién le presentó a Hitler fue, el futuro Ministro de Propaganda del III Reich, Joseph Goebbels, por quien le brotó un profundo rechazo que se fue acrecentando con el pasar del tiempo. En esa dinámica Hitler la cita a la Costa Báltica para solicitarle que realice una película de propaganda para el Partido Nacional Socialista. Leni comenzó a trabajar de inmediato en lo que luego se convertiría en LA VICTORIA DE LA FE (1933) (producción que está perdida hasta el día de hoy), un corto sobre el Congreso de la Victoria que reunió en Nüremberg a más de medio millón de seguidores. Ahora bien, hay que ser justos con los personajes de esta relación, así como Hitler había caído rendido a los pies de la creadora, ella quedó embobada con la labia y pasión del hombre del bigotillo. Luego de su primera producción para el Reich, comenzó a preparar lo que sería su obra cúlmine, el documental sobre el Congreso Nacional Socialista de 12
Nüremberg, realizado en septiembre de 1934, realizando tomas revolucionarias para esos tiempos, la casi nula existencia de diálogos, miles de personas enfervorizadas en las concentraciones, esvásticas y águilas imperiales saltando por doquier, el protagonista (Adolf Hitler) agitando a las masas hasta más no poder en una gesto mesiánicoguerrero-hiptonista... sin dudas, para los alemanes que veían esa tremenda producción no cabía la posibilidad de no amar al Führer, Leni había logrado una lección magistral de cómo hacer un documental de propaganda, fue una obra titánica, fueron 130.000 metros de películas (70 horas), trabajó con 16 operadores y la misma cantidad de ayudantes, 30 cámaras, 4 equipos de sonido, un dirigible para las tomas aéreas y 30 reflectores de alta potencia, entre otras cosas. O sea, estamos hablando de casi un recital de Pink Floyd en nuestros días, y lo de Leni fue en 1934. La creadora pedía y el Führer le daba. El resultado: una obra maestra, una joya del cine, una lección para los jóvenes que fue difundida al interior de Alemania, con mayor frecuencia en plena guerra, encendiendo los corazones con el suspiro del propio Hitler, haciendo que los alemanes fueran como borregos a la muerte dispuestos a dar su vida por ese ideal plasmado en los interminables metros de cinta. EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD (1935) obtuvo las Medallas de Oro en la Bienal de Venecia y en la Exposición Universal de París de 1937. Leni estaba en el pináculo de la fama y Hitler estaba contra la pared por el juicio racista que la comunidad internacional tenía en contra de él, así que la mejor solución para el Reich fue organizar los Juegos Olímpicos de Berlín de 1936 para demostrar lo bueno de 13
Alemania, y qué mejor que hacer un documental de la mano de la propia Riefenstahl para obnubilar, ahora, al mundo entero.
Diploma de la Exposición Universal de París de 1937 para la película EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD
Leni comenzó con los preparativos y como siempre tuvo que innovar para lograr lo que quería, no sólo en cuestiones formales dentro del lenguaje del cine, sino también en aspectos técnicos «duros». Para los Juegos Olímpicos contó con 60 operadores, colocó ruedas en las cámaras para seguir a los atletas en sus competiciones, cavó fosos donde se parapetó con la cámara como soldado en su trinchera, utilizó un lente de 600 mm, al parecer el de más largo alcance utilizado hasta ese momento en la industria cinematográfica, una cámara subacuática para los saltos de trampolín y una 14
cámara aérea en un globo. El resultado fueron 400.000 metros de película, con un montaje que duró cerca de 2 años, el resultado: OLYMPIA (1938). Un documental compuesto por dos partes: «Fiesta de los pueblos» y «Fiesta de la belleza» un nuevo trabajo con el sello «Riefenstahl», un mega documental que resaltaba la superioridad de la raza aria, los blancos como dioses del Olimpo. Pero Jesse Owen se transformó en el punto «negro» de la producción al ganar 4 medallas y batir 3 récords olímpicos, el negro norteamericano dejo su sello y Leni lo mantuvo en su cinta a pesar de las críticas de los organismos nazis, e incluso de Hitler. Pero el espíritu fuerte de la mujer (ese que le gustó tanto al Fürher por no dejarse doblegar) se mantuvo. Eso de incorporar algún negro en las fiestas blancas vendría a ser un precedente de los últimos trabajos de la directora alemana. El estreno de OLYMPIA se realizó el día del cumpleaños de Hitler, el 20 de abril de 1938. El éxito fue inmediato, excelente crítica y un León de Oro en el Festival de Venecia.
Imágenes de Olympia
En toda Europa la requerían, luego de pasearse como diva, decide viajar a Estados Unidos a mostrar su producción, pero los deseos del pueblo yankee se vieron frustrados ya que nadie se atrevió a distribuir la cinta por temor a represalias 15
de la Liga Antinazi, agrupación que cada vez adquiría mayor fuerza en el país del norte. Cuando vuelve a Alemania comenzaron los problemas con Goebbels a raíz de Ernst Jäger, antiguo redactor de Film-Kurier quien acompaña en el viaje a Norteamérica a la directora, y aprovechándose de su cercanía solicita en préstamo grandes sumas de dinero a nombre de Leni. Obviamente Jäger, de un día para otro, desapareció con el dinero.
Leni, una vez iniciada la guerra, decide continuar con la producción de TIERRA BAJA, trabajo que había abortado por falta de presupuesto unos años antes. Lamentablemente para ella, esta vez también tuvieron que abortarla por falta de dinero cuando grababan unos exteriores en España (obviamente con el consentimiento rastrero de Franco), así que decidieron volver a Alemania y se trasladaron a la región montañosa de Karwendel donde construyeron una aldea española perfecta y como extras utilizaron a un grupo de 16
gitanos de una aldea cercana (según otros, traídos de los campos de concentración), cosa que luego le traería nefastas consecuencias.
Todo se vuelve oscuro Durante la guerra Leni tuvo que trasladarse a Kitzbühel, Austria, junto con sus películas. En ese lugar se iniciaron una seguidilla de tragedias que comenzaron a socavar a la creadora, éstas partieron con la muerte de su hermano destrozado por una granada cuando luchaba en el frente ruso y, obviamente la derrota sufrida por Alemania y el suicido de Hitler. Los Aliados llegaron al pueblo y la detuvieron en muchas oportunidades, sin embargo ésta siempre se las arregló para librarse de las acusaciones y de sus captores, pero un día de vuelta del cuartel se encuentra con la sorpresa de que su casa había sido confiscada, lo que la obligó a trasladarse a un pueblo cercano junto a su madre y su marido. Muy poco le duró la tranquilidad en el nuevo caserío, ya que de ahí la sacaron para interrogarla y encarcelarla, situación que duró por tres meses, hasta que los «americanos» se retiraron del Tirol. Pero llegaron los franceses a hacerse cargo de la situación, los mismos que años antes la aplaudían a rabiar, le lanzaban suspiros, le agitaban pañuelos blancos y la cubrían con premios y medallas doradas por sus producciones; esta vez no habría nada de eso. Le confiscaron lo poco que le quedaba incluyendo todo su material fotográfico y el poco dinero que había logrado rescatar para vivir. En su desesperación buscó ayuda en la casa de su amigo-maestro Alnold Franck quien 17
en buen chileno «le pegó la tremenda desconocida», el asombro y decepción la cubrió por completo, ante la carencia de ayuda debió trasladarse a vivir a un cuartucho, con su marido y su madre, en la más completa miseria, que se acrecentaba día a día. Sus ojos de fuego y la mirada altiva aún la acompañaban, aunque pensó en el suicidio siguió luchando, aunque la abandonó su marido siguió adelante, aunque un amigo íntimo la traicionó apropiándose de sus películas que cuidaba por encargo de ella, se paró nuevamente. Pero una mañana nefasta llega a su casa (si se le pudiera llamar así) un camión militar a detenerla nuevamente, pero en vez de llevarla a prisión, como de costumbre, la internan en un manicomio, donde estuvo conviviendo con los dementes (otros) y sufriendo el tratamiento de «desnazificación» utilizado por los Aliados. Largas y dolorosas sesiones de electroshocks para sacarle el fantasma negro que habitaba en su alma con la idea de sanarla, de exorcizarla (si fuera por eso yo tendría a varios candidatos para que metieran los dedos en el enchufe). De ahí para adelante interminables acusaciones y juicios para terminar demostrando que ella sólo tenía una relación comercial con el Reich, que si bien simpatizaba con Hitler nunca militó en las filas del Partido Nacionalsocialista. Intentó reconstruir su carrera con el estigma de ser nazi, la novia de Hitler, la preferida; pero cada vez que comenzaba a despegar levemente aparecía el poder subterráneo para recordar a los medios y al público en general su pasado nefasto. Aunque hay que mencionar que tuvo hasta su muerte a muchos defensores, entre los que destacan las personalidades de Werner Herzog, Francis Ford Coppola, 18
George Lucas, Peter Seller, Mick Jagger, Jean Cocteau y Walt Disney (aunque después lo negó a pies juntillos). En la década del 50, luego de estar 4 años prisionera en Francia, logra, por fin, estrenar TIERRA BAJA; producción donde había utilizado a los gitanos; sin antes luchar para recuperarla de los franceses quienes se habían apropiado de la película para comercializarla. Escribió guiones, produjo películas que nunca llegaron a terminarse, pero Leni estaba muy lejos de dejarse vencer por las circunstancias, su ímpetu indomable la hacía seguir hacia delante como una loba hambrienta en busca de su presa. También en la década del 50 comenzó el rodaje de una nueva película, CARGAMENTO NEGRO (la cual tampoco terminaría), lo que la obligó a trasladarse a África para filmar los exteriores. En su periplo por el Continente Negro sufrió un accidente automovilístico, así que fue trasladada de manera urgente al hospital de Nairobi, Kenya, donde tuvo la oportunidad de ver, entre algunas revistas de Tarzán, la Revista Stern, en la que aparecía la fotografía de unos guerreros africanos, musculosos y larguiruchos: Los Nuba. Quienes obsesionaron a la abuela Nazi. Ni el doctor Livingstone había tenido contacto con esta tribu, sólo algunas fotografías dispersas en algunas revistas daban cuenta de su existencia. La cineasta fiel a su carácter bregó para incorporarse a una expedición con fines etnológicos y se dirigió, con sus lustros en el cuerpo al sur de Sudán a soportar la naturaleza más violenta, más frondosa (una lucha que había realizado en cada una de las películas en las que le 19
tocó trabajar como actriz), pero con un objetivo demencial: Encontrar a los Nuba.
Leni en África
Obviamente, Leni logró su objetivo, y en 1968, se integró a la tribu de los Nuba; aprendió su lengua y sus costumbres. Los guerreros le dieron la oportunidad de presenciar no sólo su cotidianeidad más doméstica, sino también ritos ancestrales iniciáticos, fiestas relacionadas con la muerte y muchas otras actividades vedadas para el ojo occidental, y sobre todo femenino. Las fotografías y filmaciones realizadas por Leni dieron la vuelta al mundo, ella nuevamente se encontró en la cresta de la ola gracias a sus guerreros formidables, «cero grasa»; pero sin lugar a dudas, la mayor parte de su triunfo era producto de su propia persistencia. Las producciones realizadas en África entre 1968 y 1997 se transformaron en un sinnúmero de exposiciones, cintas, libros, etc. Destacan 2 libros de fotografías: «Los Nuba» (1974) y «Los Nuba de Kau» (1976) 20
Leni quería mucho a sus guerreros, así que cuando tuvo la oportunidad de volver a visitarlos, en 1998, se llevó una gran decepción. No sólo la afectó otro terrible accidente que sufrió, esta vez en helicóptero, del cual se salvó sólo por milagro. También al ver a los nativos quienes la recibieron con mucho entusiasmo, sus orgullosos guerreros estaban vestidos con los despojos del mundo occidental, poleras (remeras) roñosas cubrían sus cuerpos, las marcas occidentales de las grandes trasnacionales ocupaban, ahora, el lugar que alguna vez fuera de símbolos atávicos y poderosos; mágicos y bellos. Ya no parecían guerreros africanos, estaban más cerca de los negros del Bronx, de esos que han olvidado a propósito su arraigo, su cultura y su pasado (¡Qué asco!). La Riefenstahl quedó conmocionada, el sabor mustio de la decepción la invadió por completo, la pobre mujer de 96 años de edad resistió su desazón y continuó con su vida. Retomó la otra parte de su carrera, la de la vida submarina; años antes, a los 72 recién cumplidos había aprendido a bucear para fotografía arrecifes de coral, tema que utilizó más tarde para filmar su última película: IMPRESIONES BAJO EL AGUA (2002), una cinta de 45 minutos sobre los arrecifes de Papúa-Nueva Guinea, ya con 97 años; para la cual haría más de 2.000 21
inmersiones. También editaría 2 libros de fotografías con temas submarinos: «Jardín de corales» (1978) y «Maravillas bajo el agua» (1990). Cansada de tanto trabajar y de luchar en contra de la corriente, Leni falleció de cáncer en su casa, en Starnberg (sur de Alemania) el día 8 de septiembre de 2003, a los 101 años de edad, sin haber podido mostrar su trabajo en su patria.
Velorio de Leni Riefenstahl
A modo de resumen tendría que citar dentro de sus trabajos: Como actriz: LA MONTAÑA SAGRADA O DEL DESTINO (1926), EL GRAN SALTO (1927), EL DESTINO DE LOS HABSBURGO (1928), LA 22
TRAGEDIA DE PIZ PALÜ (1929), TEMPESTAD EN EL MONTE BLANC (1930), PRISIONEROS DE LA MONTAÑA (1931), SOS ICEBERG – Versión Alemana (1933) y SOS ICEBERG – Versión Italiana (1933). Como directora / actriz: LA LUZ AZUL (1932) Y TIERRA BAJA (1954) Como directora: LA VICTORIA DE LA FE (1933), EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD (1935), corto sobre las WEHRMACHT (1936), OLYMPIA (1938) e IMPRESIONES BAJO EL AGUA (2002).
A la Riefenstahl la podrán acusar de todo lo que quieran, pero ella dejó una lección, no sólo estético-técnica, sino de vida, de la persistencia en el arte. Sin dudas ella es quien mejor representa el triunfo de la voluntad. Amén.
Fuentes: · «Leni Riefenstahl: La estética del triunfo». María Inmaculada Sánchez Alarcón. Becaria del Depto. Historia y Comunicación Social. Servicio de Publicaciones, Universidad Complutense. Madrid. 1996. · Artículo «Leni Riefenstahl, su historia». · Artículo «Las mujeres de Hitler». www.editorialbitacora.com · Artículo «El continente preciado» de Alejandro Yamgotchian. Junio de 2004. www.arte7.com.uy 23
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