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La música en el Colegio del Estado y un esbozo del ambiente cultural en Guanajuato

Arturo Pérez López

Durante el siglo XVIII las innovaciones del conocimiento se basaban en la Ilustración, se emprendieron áreas de estudio en las ciencias naturales, lenguas modernas, así como doctrinas filosóficas recientes de la época. Las misiones evangelizadoras, los círculos de alfabetización y el curso de artes, quedaron suspendidos con el destierro de los jesuitas en 1767 y durante 17 años la población quedó privada de los servicios educativos. Desde 1792, cuando el Coronel Juan Antonio de Riaño y Bárcena tomó posesión de la Intendencia de Guanajuato, hubo una mayor preocupación por el progreso del plantel y el nuevo intendente corregidor apoyó su desarrollo decidiendo su ampliación curricular en la rama de las humanidades; además de las cátedras de latín, gramática y filosofía, se agregó el estudio de la música y el dibujo.

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En la segunda mitad del siglo XIX, la institución se iba desarrollando gracias a un ambiente cultural y político que se impulsaba a través de la participación de personas destacadas en el arte, la política, ciencia, tecnología y la educación. La apertura de las ciencias y humanidades transformó al Colegio en Universidad de Guanajuato en marzo de 1945.

La educación musical en esta institución surgió por la preocupación de impartir una enseñanza que complementara una formación en ese ámbito. Los jesuitas, no desconocían la formación artística, primeramente se ocuparon de la enseñanza de materias básicas y de tipo clerical como: primeras letras, gramática, matemáticas y las de artes. Es indudable que además de las enseñanzas evangelizadoras, la alfabetización y el curso de artes (que en esa época se refería al estudio de la filosofía, la gramática y el latín) se impartieron materias artísticas. El antecedente más remoto de la música como disciplina ya propiamente artística y como materia en los programas de estudio en el Colegio, apareció en el año de 1792:

“El Coronel Juan Antonio de Riaño y Bárcena tomó posesión de la Intendencia de Guanajuato, hubo una mayor preocupación por el progreso del plantel y el nuevo Intendente Corregidor apoyó su desarrollo decidiendo su ampliación curricular en la rama de humanidades, además de las cátedras de latín, gramática y filosofía, se agregó el estudio de la música y el dibujo” .

Años más tarde la música se incluyó primeramente como una actividad en las horas de descanso:

“Creada también por la misma Ley del 29 de agosto de 1827 una Junta de Inspectores de Instrucción Pública que se encargara de hacer las gestiones del caso para la ampliación y reformas convenientes al edificio del Colegio [...] en consecuencia se previno también que ya no habían de usarse los trajes talares que acostumbraban los alumnos, sino conforme a los usos del país; que cuanto los jóvenes vean y practiquen en el colegio, les inspirase sanas ideas de moralidad y los principios de una educación fina y delicada. Finalmente que las horas de descanso y en los días convenientes, se dedicara a los alumnos a diversiones útiles y agradables, como el manejo de las armas, el del caballo, la lucha, el blanco, la música, el baile y otras adecuadas” .

Los estudios que hasta entonces habían estado limitados a latinidad, lógica, gramática, teología, matemáticas, retórica y derecho canónico se ampliarían a otras asignaturas nuevas. Además de estos cursos quedaron aún subsistentes los de la carrera escolástica, una academia de pintura, escultura, arquitectura y las de música; en las cuales se aprecian los orígenes de las carreras artísticas que se fundarían hasta 1952 en la Universidad de Guanajuato.

Para darnos cuenta de cómo la música era necesaria para diversas actividades tanto académicas así como para diversos eventos presentadas por alumnos y maestros del Colegio, se tuvo la necesidad de enseñarla de manera formal e insertarla en los planes de estudio, debido a que su aprendizaje dependía de técnicas y métodos progresivos que requerían los alumnos para ejecutarla correctamente.

También podemos apreciar que posteriormente se fueron añadiendo materias teóricas básicas e importantes en virtud de que la comprensión de la música requiere de asignaturas como solfeo, teoría, historia, armonía, apreciación musical y el análisis de partituras.

Esta descripción que se han hecho sobre el Colegio y en lo referente a lo musical, nos hace reflexionar que ésta tenía una finalidad: el aprendizaje y enseñanza para interpretarla o ejecutarla para diversos eventos tales como: premiaciones, festividades religiosas, misas, ceremonias cívicas, marchas, serenatas, audiciones, conciertos y hasta para funerales. Por ejemplo, de las actividades musicales de los alumnos del Colegio, Agustín Lanuza describió lo siguiente:

“Concluidas las mejoras hechas al Colegio por el gobierno de Montes de Oca, se dispuso que los tres Colegios, el de esta Capital, y los de Celaya y San Miguel de Allende, se inauguraran de una manera solemne en el mismo día, esto es el 2 de febrero de 1828, aplazándose para el día 24 del mismo mes y año […]. La apertura se verificará el día 24 por la tarde a cuyo fin deberá preceder un paseo, al que se dará toda la magnificencia posible. La junta lo ha ideado de este modo: abrirá la marcha la tropa de niños de la escuela Lancasteriana, seguirá un carro alegórico tirado por otros niños que irán entonando himnos, acompañados de una buena orquesta, tras el carro irán […]. En la noche habrá serenata en la Plaza Mayor y también habrá fuegos de artificio a la hora acostumbrada […]. Al día siguiente se cantará una Misa de gracias con asistencia general: después de ella se pronunciará un discurso y luego se cantará un “Te Deum”. Por la tarde habrá música militar en el paseo y allí mismo se echará un globo. En la noche se repetirá la serenata junto al Colegio” .

Nótese la participación de los alumnos en diferentes formas y géneros musicales: misa, himnos, marchas y música popular (serenatas) mediante coros y música instrumental. Los alumnos internos y becados, conocían las diferentes alabanzas de las partes de una misa debido a que era protocolo del régimen interno del Colegio que, todos los días a las seis de la mañana, se celebraba misa en la capilla del establecimiento a la que tenían que asistir, obligatoriamente, los internos.

Otra anécdota que nos relata el mismo autor, nos da a conocer sobre la existencia de una orquesta, los instrumentos que se tocaban de los cuales se deduce el tipo de música que interpretaban. Ésta que registro, es debido a que se hace referencia a los músicos, los instrumentos musicales que conformaban la orquesta del Colegio y de un organista en el coro de una iglesia (hoy Iglesia de la Compañía de Jesús) y con relación a Manuel Doblado (alumno del Colegio y futuro Gobernador del Estado de Guanajuato), que Agustín Lanuza lo describe como sumamente inquieto, travieso y aventurero.

“[…], en el año de 1831 era rector del Colegio de la Purísima Concepción de Guanajuato el P. Prepósito del Oratorio de San Felipe Neri, José de Jesús Fuentes, cuando llegó becado un jovencito llamado Manuel Doblado. Fue alumno de la carrera de foro, impartió cátedras de latinidad y derecho natural, posteriormente ocupó un lugar en la historia local por los hechos que realizó dentro de la Magistratura en el Supremo Tribunal de Justicia del Estado […].“Ya se vengaba de un músico que le perseguía untándole sebo a las cuerdas de su violín, con lo cual quedaba sin tocar y el artista con derrama de bilis. Ya introducía un trozo de hielo en una trompa que sonaba destemplada. Ya se ponía a comer limón gesticulando frente a un flautista que con la boca aguanosa no daba tonos. Una ocasión se introdujo al coro de una iglesia y con suma sutileza y disimulo rajó los pliegues de los fuelles del órgano y produjo un ronquido ruidoso y ridículo que hizo carcajear a los fieles cristianos” .

Con esta descripción y la anterior se deduce sobre la importancia de las actividades musicales litúrgicas que eran obligatorias para los alumnos, además de la participación en las ceremonias del Colegio se menciona por ejemplo, sobre la premiación de los alumnos y también su participación en la canción de una marcha en 1838 y posteriormente una “Canción Fúnebre” en la capilla del colegio el 16 de marzo de 1840:

“En la solemne distribución de premios que se verificó en nuestro Plantel el 30 de agosto de 1838, se cantó una marcha que conservo impresa y que dice: “Marcha, que en el Colegio de la Purísima Concepción de Guanajuato, se cantó en el acto de la distribución de premios, el día 30 de agosto de 1838”

La música en esta institución ha tenido como finalidad dos aspectos importantes: la formación y la difusión. En el comentario anterior nos hace ver la aplicación de la música en los eventos del Colegio. Hoy día se sigue por la misma línea, hay una participación muy activa por parte de maestros y alumnos de la Escuela en diversas ceremonias de la Universidad. Cabe mencionar para dar un ejemplo muy claro, que el coro de esta Institución participó en la premiación de los alumnos destacados y de mejor aprovechamiento en diversos ciclos escolares.

Los documentos históricos son muy relevantes e interesantes debido a que no sólo nos hacen conocer el desarrollo de la enseñanza musical y las demás disciplinas artísticas en determinadas épocas, también nos dan a conocer sobre las diversas materias que se cursaban en el Colegio, en las ciencias exactas, filosóficas, sociales así como el Derecho.

Además estas fuentes refieren y dan detalle de la vida estudiantil de personajes del plantel que posteriormente fueron intelectuales egresados del Colegio que han servido a la cultura mexicana como políticos, hombres de Estado, jurisconsultos, literatos, poetas, periodistas y hasta músicos. Podemos citar a Manuel Doblado, Manuel Siliceo, Remigio Ibáñez, Ponciano Burquiza, Antonio Lemus, Miguel Bribiesca, Casimiro Licéaga, Octaviano Muñoz Ledo, Montes de Oca, Lucas Alamán. Los poetas y literatos como Juan Urbina, José Rosas Moreno, Ramón Valle y Eduardo Licéaga. Este último, profesor de diversas materias en el colegio, médico de profesión y además fue maestro de acústica y fonografía en el Conservatorio Nacional de Música.

Posteriormente, siendo rector José María

Lozano distinguido jurisconsulto, durante los años 1861 a 1863, hizo mención sobre la cátedra de música en un discurso de fin de cursos al finalizar el año escolar de 1861, esto en la distribución de premios de ese año:

“Los adelantos de los alumnos se han dado a conocer en el resultado de los exámenes, cuyas calificaciones acaban de leerse, en los actos públicos, en los dibujos y pinturas que están a la vista y en el himno que acaba de cantarse por los alumnos de la cátedra de música que cuenta con muy pocos meses de establecida”.

Y añadió diciendo que la enseñanza no sólo era científica, sino que preparaba a los alumnos en otros ámbitos dejando ver la parte humanista que conformarían las bases de la universidad:

“El Colegio no se ha limitado a cuidar de la enseñanza de los jóvenes, ha dirigido su atención muy especialmente a su educación, es decir, a que los alumnos adquieran esos hábitos que más adelante los hagan dignos de los honores públicos y les abran las puertas de la sociedad. Estoy íntimamente persuadido de que la República no necesita muchos sabios, pero sí necesita ciudadanos virtuosos capaces de cumplir con sus deberes, cualquiera que sea la órbita en que éstos se contengan. Por esta razón, el Colegio ha cuidado con esmero de la parte moral de la educación […]. Las más veces, el talento es un don de la naturaleza que no todos pueden adquirir; pero la buena conducta y los buenos hábitos están al alcance de todo el mundo […]. Por esta razón los alumnos premiados son […], en música D. Cipriano Cruces […]. El himno que se cantó en esa memorable distribución, por los alumnos de la cátedra de música, fue compuesto por el profesor Alejandro Hernández, con letra del poeta Miguel Bribiesca” .

La descripción anterior se ha recuperado porque nos permite reflexionar sobre los premios que, como hasta ahora, sirven para motivar a los alumnos mas destacados, de mejor aprovechamiento y de que se hace públicamente la distinción. También porque aparecen por primera vez, el nombre de uno de los profesores de música y la del alumno premiado, además de la composición de un himno.

La música como programa de estudio.

En las instalaciones del Colegio del Estado se estableció una escuela para preparar a profesores de enseñanza básica. Dentro de su programa estaban comprendidas las siguientes materias musicales: solfeo, ejercicios en piano o armónico (especie de órgano) y armonía. Estas asignaturas fueron impartidas para que los alumnos egresados ya en calidad de profesores, adquirieran una formación básica musical en virtud de que en el ámbito laboral y propiamente en las escuelas primarias, son indispensables en los estudios de la enseñanza de los niños. En esa época, la Secretaría de Educación Pública contemplaba en sus programas la educación artística dando importancia a lo musical. Los programas oficiales contemplaban cantos cívicos, cantos escolares diversos para los primeros grados y música en general para diversas festividades. Por tales circunstancias era necesario que el maestro, además de su formación en otras áreas de estudio, adquiriera la capacidad y sobre todo las habilidades para solfear, esto es, leer e interpretar las partituras, conocer la armonía básica y la ejecución de un instrumento, debido a que requería en primera instancia, de acompañamientos musicales.

“Siendo gobernador interino del Estado Manuel Lizardi, por decreto número 51 del Séptimo Congreso, de fecha 14 de diciembre de 1877 se mandó establecer la Escuela de Profesores de Primera Enseñanza en el Colegio del Estado. Se dispuso que dicha carrera se hiciera en cinco años, comprendiendo cada una de las materias siguientes: primer año: psicología, lógica, moral y teodicea, gramática general, dibujo, música y solfeo. Segundo año: pedagogía, metódica y didáctica filosófica e histórica [...] Música, Solfeo, Ejercicios en Piano o Armónico. Tercer año […], música, solfeo y ejercicios en piano o armónico. En el cuarto año […] armonía teóricopráctica” .

La cita anterior nos describe con precisión tal comentario y es pertinente mencionarla debido a que es otro dato significativo con relación al estudio musical.

Manuel Leal estuvo al frente del plantel en tres diversas épocas durante el año 1859, de los ciclos escolares 1874 a 1876 y de 1879 a 1887. En su última etapa, la estructura curricular del colegio estableció la cátedra de orquesta que en 1884 contaba con 21 alumnos. Ee esta cátedra se enseñaba el repertorio musical y, que por consecuencia, los alumnos también recibían su clase de manera individual de acuerdo a su instrumento, en virtud de que el conocimiento de éste requería tiempo adicional para la técnica, lectura y estudio de las dificultades inherentes de las obras del repertorio orquestal. Esta clase estaba dirigida por el maestro Leopoldo García Jiménez que fue el primer director de orquesta del que se hace mención en la historia del Colegio.

“Contó el mencionado rector con valiosos elementos en el cuerpo del profesorado de los cursos preparatorios, como el de los profesionales de las diversas carreras establecidas. Entre ellos destacan el profesor de música, Leopoldo García Jiménez, maestro también de pedagogía y armonía. En la cátedra de física y castellano, Jesús Gasca, quien era muy devoto de la música y amante cultivador de las bellas letras”.

Existe un importante documento que da testimonio de los alumnos de la clase de orquesta en el Colegio en que se registró: grupo de alumnos de la clase de orquesta en el año de 1884. La clase de orquesta estaba formada por dos secciones: instrumentos de cuerda y de aliento. Posiblemente los alumnos de la carrera de profesorado no tenían que cursar esta materia debido a que es de suponer que no era obligatoria, ya que no estaba considerada en sus planes de estudio; tal vez algunos alumnos la cursaban de manera extracurricular. Al hacer una observación de la fotografía a detalle, se aprecia que los integrantes de dicha orquesta en su mayoría eran adolescentes entre 13 a 18 años de edad. Esto nos indica y nos hace deducir sobre los niveles de estudio: básico y medio superior. También es pertinente y con el afán de dilucidar lo que nos muestra la imagen, seguir analizando lo que nos dé referencias musicales. Podemos observar el área de cuerdas: ocho violines, un violoncello y un bajo, formado por once alumnos (todos de pié en la parte de abajo).

El director de la orquesta, con su batuta en el brazo derecho. Arriba se encuentran de pié el área de alientos: dos flautas traversas, un fagot, tres oboes dos trompetas y dos cornos, todos de pié, nótese el traje al estilo de la época. En total son 21 integrantes (la mitad de músicos de la Orquesta Sinfónica que se fundó hasta 1952). Con los instrumentos que se aprecian, nos podemos dar cuenta de los géneros musicales que se tocaban: marchas, valses, himnos etc.

Además de la Orquesta, en esta Institución se desarrolló el canto coral mediante el Orfeón fundado en 1924 por su director el Maestro Carlos Licéaga Téllez, profesor de piano, coro, armonía y composición. El orfeón se presentaba en audiciones tanto en el Colegio como en el Teatro Juárez de la misma ciudad. Sus integrantes eran reconocidos alumnos del Colegio que mas tarde llegaron a figurar dentro de la política, la ciencia y la cultura, como por ejemplo: Euquerio Guerrero, Manuel M. Moreno y José Ibargüengoita, entre otros.

El 20 de octubre de 1928, en el Teatro Juárez, Carlos Liceága Téllez presentó a sus alumnos de Instrumentos en una audición entre los que participaron: Agustín Lanuza jr. interpretando Rapsodia Húngara número 12 de Franz Liszt, en flauta y violín participaron Gonzalo Silva y Manuel Quiroz. El Orfeón fue dirigido por él mismo y estando como pianista acompañante, Agustín Lanuza. Se interpretó “Sólo tú”, Canción jalisciense de Tomás Escobedo, “Qué es imposible” y “Canción mexicana”, además de otras piezas de acuerdo a la época. Con este dato se confirma sobre la finalidad de los orfeones con respecto a difundir la música mexicana vocal.

El conjunto sinfónico también hizo su presentación en esta audición, integrada por tres violines primeros, un segundo, viola, violoncello, contrabajo, flauta, clarinete, piano y armónica. Quienes interpretaron “Canción de la India” de Rimsky Korsakov.

La materia de orfeón se impartía de forma curricular, caso que se comprueba con una boleta de calificación del Colegio del Estado, fechada el 15 de octubre de 1930 que dice: cátedra de orfeón. El alumno Ángel González asistió a esta cátedra y fue aprobado en el presente año.

En noviembre de 1936, el día 19, se presentó en el patio de estudios del Colegio del Estado la audición musical del orfeón “Carlos Licéaga” y algunos alumnos de la cátedra de piano, ambos grupos dependientes del plantel. El programa incluyó las siguientes piezas musicales: “Te quiero, dijiste” de maría Grever, “Soñando” de Schumann y “Canto al Colegio”. También se incluyó en esa audición a otro profesor de piano: Reinaldo Cabrera.

Para darnos una idea sobre el repertorio que se tocaba en realidad no ha cambiado, debido a que la metodología para piano ha sido con contenidos de autores europeos principalmente. Se tocaron piezas básicas del método de Burgmüller: “Progreso”, “Arabesco”, “Melodía Estiriana” y “La Graciosa”; “minuetos” de Beethoven y lo más avanzado era el nocturno “Sueño de Amor” de Liszt y el “Vals Caressante” de Ricardo Castro; interpretadas por los alumnos Agustín Álvarez y Juan Hefferman respectivamente .

BREVE PANORAMA MUSICAL EN GUANAJUATO: GÉNEROS, INSTITUCIONES, ORQUESTAS Y PERSONAJES.

A principios del siglo XX, el gobierno del presidente Porfirio Díaz influyó en Guanajuato mediante la Política de Modernidad que, en sus directrices, se dió un impulso tanto a la tecnología y la educación, como al desarrollo artístico. Prueba de ello lo ejemplifican los grandes teatros que se construyeron en esa época de belleza inigualable como el de Bellas Artes en la ciudad de México y el Teatro Juárez en Guanajuato, entre otros. El mismo presidente, inauguró este último en el año de 1903, interpretándose para memorable ocasión, la Ópera de Aída del compositor italiano G.Verdi. La sociedad guanajuatense de clase acomodada engalanaba sus fiestas con música de salón, se escuchaban los valses vieneses y mexicanos, el piano era un instrumento favorito que permitía interpretar las melodías francesas, la canción italiana y por lo general, música europea que hacía distinción en las clases socioeconómicas.

La música popular fue tomando una fuerza mayúscula en el sentimiento mexicano, ya que la producción folklórica en México ha sido vastísima. La alegría surge en el jarabe popular, la canción mexicana, los textos poéticos de las canciones; las fiestas y las danzas estuvieron representadas con música de acuerdo a sus tradiciones y costumbres.

Los compositores guanajuatenses lograron magníficos triunfos en diferentes épocas. La música de concierto debe a Juventino Rosas (violinista nativo de Santa Cruz de Galeana, población que hoy lleva su nombre), uno de los más bellos y famosos valses de todo el mundo: “Sobre las Olas”. Por lo que se refiere a la música popular, Silao fue cuna de Antonio Zúñiga, creador de temas como: “Marchita el Alma”, “Sombrero ancho”, “La cruz del coral” y otros.

La lista de compositores incluiría al penjamense Joaquín Pardavé que, además de actor, fue conocido por la composición de sus canciones: “Varita de nardo”, “Negra consentida”, “Ventanita morada”, “La panchita” y muchas más. En León, nació María Grever, cuyo verdadero nombre era María Joaquina de la Portilla, a cuya inspiración se deben temas como: “Júrame”, “Cuando vuelva a tu lado”, “Alma mía” y “Te quiero, dijiste”.

En 1928 Jesús Elizarrás, oriundo del barrio de Mexiamora, en la capital estatal, estrenó “Tierra de mis amores”, que muchas personas consideran la mejor composición que se ha dedicado a la ciudad de Guanajuato. En Dolores Hidalgo, José Alfredo Jiménez con “Caminos de Guanajuato” y muchas canciones rancheras que han hecho una época en todo México y Latinoamérica. También es justo mencionar a intérpretes como el cantante y actor Jorge Negrete nacido en la Plazuela del Ropero en Guanajuato y el tenor Pedro Vargas de San Miguel de Allende.

Es así como la música popular tuvo un resurgimiento, que más tarde con el Maestro Manuel M. Ponce al estilizar los temas folklóricos fue la revelación para los músicos que vieron como fuente de inspiración la música de nuestras raíces e ir proyectando el Nacionalismo Musical.

La Secretaría de Educación Pública sostuvo más asiduamente el interés por nuestra música, por su producción y emprendió el “Plan Cultural” que en esos años del porfiriato y posteriormente con José Vasconcelos, crearon el proyecto para la nación que aglutinaba todas las artes.

“Una de las estrategias de la Secretaría de Educación fue la de reunir un buen número de cantantes y ejecutantes en el Conservatorio Nacional, para impartir la enseñanza musical en toda su amplitud, en la Dirección de Solfeo y Orfeones, se disponía de cantantes que a la vez enseñaran a otros la música popular vocal. Esta actividad también se reflejó en otros Estados del país, entre ellos Guanajuato”.

Entre otras Instituciones musicales que se crearon a principios del siglo XX, es el Conservatorio de Bellas Artes de Guanajuato, institución muy importante debido a que fue un antecedente de estudios musicales con pretensión de ofrecer una formación con carácter profesional:

“Por decreto del Gobierno del Estado se establece en esta ciudad un Conservatorio de Bellas Artes en que se enseñe gratuitamente la escultura, la pintura, el dibujo en todos sus ramos y la música en sus diferentes formas”.

La disposición incluyó que el establecimiento estuviera “en el antiguo local que ocupó el Colegio del Estado, en la calle del Cerero”, la actual calle Lascuraín de Retana que ocupa el edificio central de la Universidad de Guanajuato.

“Al parecer no era en contra del Colegio esta disposición, sino más bien la secuela de lo que se discutía en aquellos años respecto de la instrucción que podían impartir las instituciones religiosas heredadas del porfiriato y que inició la nueva confrontación del estado hacia la iglesia”.

El hecho de que existan aún materiales de estudio para los alumnos del Conservatorio confirma que se llevó a cabo dicho decreto. Este dato es el encontrado en el archivo de la Universidad en el que se encuentran varios métodos de música registrados con el sello que dice: Conservatorio de Bellas Artes de Guanajuato. Sobre puesto en uno de los sellos dice: Colegio del Estado de Guanajuato. Esto parece indicar que el Colegio también tuvo injerencia en el Conservatorio, así lo muestra un oficio en donde se menciona que el profesor José Prado es maestro de las cátedra de música y es director de dicho Conservatorio; él solicitó en octubre de 1915 que se entregaran los instrumentos musicales del Colegio para el Conservatorio, además porque en 1917 se suprimieron las cátedras de pintura y música, por tal motivo se pidió que los instrumentos musicales regresaran al Colegio del Estado.

“En 1915 se desalojaron las instalaciones del Colegio por mandato del gobernador villista José Siurob para establecer en ellas un Conservatorio de Música, Dibujo, Pintura y Escultura; dos años funcionaron las cátedras del Colegio del Estado en el edificio que actualmente ocupa la Escuela Normal Primaria y hasta el 26 de febrero de 1917 vuelven las cátedras a su edificio propio”.

La formación de bandas militares y bandas civiles fueron otras alternativas en la difusión musical, siendo de carácter tradicional y necesarias en los actos públicos de diversa índole. En las principales ciudades de los estados, había bandas municipales sostenidas por el Estado, habiendo sido famosas en el país la de Guadalajara y la del Primer Ligero de Guanajuato, fundada esta última, aproximadamente en 1864.

“Acerca de los maestros de pueblo que conformaron esta Banda, se recuerda a Daniel Sámano y a Jesús García, del pueblo de Santa Cruz de Juventino Rosas, quienes tocaban todos los instrumentos, Atilano e Irineo Martínez, de Silao, al clarinetista Valentín Mena de la ciudad de León. Don Sabino X, creó la Orquesta de las Fuerzas del Estado, los maestros Julián Espinosa, José González Caballero, Manuel Rosas y Roberto Belmonte, en distintos períodos dirigieron la Banda del Estado de Guanajuato” .

Esta agrupación musical fue una institución en la que se formaron infinidad de músicos guanajuatenses y de otros lugares del país. La formación que ahí recibían era eminentemente práctica, donde era básica la ejecución instrumental y el solfeo. El ambiente musical que prevalecía en Guanajuato a principios de ese siglo, fue propicio en su desarrollo y sirvió de preámbulo para crear nuevas necesidades de formación en los músicos.

Además de Julián Espinosa y los maestros arriba citados, Fausto Flores ha sido uno de los últimos directores, así como Pedro Jiménez Rosas, Ignacio Alcocer, Pedro Tudón, Vicente Barrientos y actualmente dirigida por José Manuel Sandoval Ascencio, todos ellos profesores de la Escuela, hoy Departamento de Música. Actualmente recibe el nombre de Banda Sinfónica del Estado de Guanajuato.

Dicha agrupación interpreta en sus presentaciones un gran y extenso repertorio propio para bandas, en diferentes géneros, estilos y formas musicales. Los autores han sido innumerables, no obstante, también ha abordado obras de gran dificultad: compositores como Rossini, Wagner, Mozart y llegando a tocar un arreglo de la Sexta Sinfonía de Beethoven. En esa época (como actualmente), la Banda del Estado tenía una participación constante y en la que se hacía imprescindible en los desfiles militares, ceremonias cívicas, festividades, así como las serenatas que se escuchaban cada domingo y cada miércoles o jueves en los kioskos de los jardines más concurridos.

El ambiente musical de Guanajuato se complementó con la música que tocaban los estudiantes del Colegio que se agrupaban con guitarras, mandolinas y panderos, imitando a los “tunos” españoles. Porfirio González organizó la primera estudiantina en el Colegio. También se formó la Orquesta Típica fundada por Juan Rodríguez. Estas agrupaciones fueron las de mayor tradición y representativas de la cultura musical popular y estudiantil las cuales reflejaban por un lado, las costumbres y formas de ser en la sociedad mexicana, y por otro, las influencias novedosas de la música española que se arraigó no sólo en Guanajuato sino en las principales ciudades de la región central de México.

A finales del siglo XIX, en la parte posterior del Convento de la Compañía de los jesuitas, lugar que actualmente es la Calle del Sol, se asentó la escuela de Artes y Oficios, que funcionaba con actividades de diversas expresiones artísticas. Desde 1875, el Colegio absorbió esta Escuela, antes sostenida separadamente por el gobierno del estado y el municipio. En ella había cátedras de dibujo, pintura al óleo, solfeo, canto, piano, violín, guitarra, teneduría de libros, idiomas, geografía, carpintería y doraduría.

“En noviembre de 1875, siendo rector del Colegio Manuel Leal y gobernador el general Florencio Antillón, se crearon varias cátedras, se impulsó y se dio iniciativa al profesorado de las primeras letras mediante la ley de 1870 en las que se fundaron las Escuelas Normales […]. Hizo todavía más el General Antillón en bien de la Instrucción Pública: fundó en esta Capital la Escuela de Artes y Oficios encomendando la dirección del Establecimiento al muy culto artista y reputado maestro don Luis Monroy”

Luis Monroy pertenecía a una brillante generación de pintores mexicanos que, bajo la dirección de Santiago Rebull, se había distinguido en la Academia de San Carlos en México.

“Más no sólo en la Escuela de Artes y Oficios fue cultivada con éxito la pintura bajo la dirección de Monroy, produciendo a varios sobresalientes discípulos, también fueron enseñadas y cultivadas otras bellas artes, tales como la escultura, la música y el dibujo; despertando en la juventud de entonces el gusto por el arte y elevando la cultura estética de aquella sociedad”.

En la citada Escuela se formó una generación de artistas, además de artesanos muy hábiles que dieron prestigio a esa Institución con sus trabajos. Asimismo, la mujer guanajuatense encontró allí también un nuevo campo en que ejercitar y desarrollar sus aptitudes.

Esta institución se asemeja en gran medida a la enseñanza que imparten actualmente las Casas de Cultura de cada Municipio, tanto en las materias que se cursan de manera básica, como en su financiamiento, en virtud de que éstas también están sostenidas por el gobierno estatal y municipal. Sin embargo, parece ser que la diferencia estriba en que el nivel artístico era distinto

Las Escuelas de Artes y Oficios se establecieron en diversos estados de la república con la finalidad de que las personas con estas inquietudes, aprendieran a trabajar mediante algún oficio, artesanía o a desarrollar las bellas artes. En algunos lugares como en Morelia por ejemplo, éstas escuelas se denominaban establecimientos y estaban dirigidos a niños internos infractores.

Volviendo a intentar describir el contexto musical de Guanajuato, a finales del siglo XIX, la difusión que hubo en esta localidad en relación a la llamada música “ligera”, ésta estaba representada por Compañías de Zarzuela que tenían continuas presentaciones en el Teatro Principal de esta ciudad. Además se mencionan a grupos ambulantes reconocidos como Teatro de Segundo Orden, artistas que llegaban de otros lugares teniendo un modo de vida muy peculiar, debido a que se caracterizaban por divertir a la gente por medio de representaciones teatrales, con música que se denominó género chico (composiciones escritas en forma libre como barcarolas, fantasías, arias de operetas, entre otras, de carácter narrativo). De alguna manera estas representaciones motivaron a la población y, si se pudiera determinar el impacto educativo (aunque no era su objetivo), se consideró como una forma de aprendizaje artístico más libre, realizado de una manera más informal, donde los participantes exhibían sus cualidades desarrollando en gran medida la improvisación.

“El Teatro de Segundo Orden en Guanajuato, lugar de diversión, apuestas, baile, juegos de azar; era un sitio ideal para romances de estudiantes de la época y en donde los alumnos podían exponer sus aptitudes como actores en las pastorelas, como bailarines y se desarrollaban como cantantes e instrumentistas. “Teatro del Segundo Orden”: así empezaban los carteles y programas para anunciar al público las festividades religiosas a finales del siglo XIX en adelante […]. Más en la época de las pastorelas aquel “desplumadero” se convertía en un lugar de esparcimiento sano y entusiasta […], pero en el interior de la plaza no había desórdenes, sino diversión pura de la gente del pueblo y sobre todo de los estudiantes, quienes se desvelaban y desvivían por las pastorcillas, jóvenes honestas y algunas muy agraciadas” […] “Unos, se inclinaban por el arte de la declamación, otros por el del canto y muchos otros por el de la música, como compositores y ejecutantes, y hubiera querido que, arriba del zaguanzote de aquella plaza, en lugar del gallo que era un símbolo, fueran colocadas como en el Teatro Juárez, sino las siete musas, cuando menos tres artísticas estatuas de Euterpe, Terpsícore y Talía […]. Algunas zarzuelitas del género chico, y la bonita pastorela “Felísaro el Pescador” fueron composiciones de Eugenio Aguilera, el Director de la Orquesta, o de Dolores Morelos y las polkas, valses, mazurcas y danzas, piezas todas que electrizaban al oírlas tocar por aquella orquesta de los sacristanes, como se les decía y otras composiciones de Concho Álvarez o de Beltrán, todos guanajuatenses, maestros de jóvenes que pronto ingresaban a la misma orquesta o a la Banda del Batallón del Primer Ligero. No se ha vuelto a saber que haya en Guanajuato voces como la de Natalia Cervantes, Pepa Ciprés, Catarina Flores las Jasso, Tomasa Venegas y María Zavala; y como la de los Heraclios, uno tenor y el otro bajo, Anastasio Ramírez y Vicente Reyes y pintores como Ramón Cárdenas, Fortino Morales y Felipe Herrera; y no es que no haya quiénes posean iguales o mejores disposiciones, sino que carecemos de escuelas donde se inicien los genios y se den a conocer. ”

Las descripciones aquí citadas sin duda son muy interesantes ya que de alguna manera, se pueden conocer casi a detalle varios conceptos entorno a esta actividad artística: en qué consistía y cuál era la función de la música, qué géneros artísticos y musicales se interpretaban, lugares, compositores, actores, músicos, poetas, la participación estudiantil, formas musicales, títulos de obras y la finalidad en la que se concreta que la música se enseñaba para la formación de los estudiantes, para ser apreciada en eventos sociales a través de su difusión que era de forma evidente . La redacción y contenido en su conjunto de este artículo, nos hace ver, sentir y conocer a través de imágenes mentales, lo que podemos recrear de esa época.

Arturo Pérez López

Doctor en Historia y Ciencias de la Música por la Universidad Autónoma de Madrid

Profesor de tiempo completo. Departamento de Música y Artes Escénicas de la Universidad de Guanajuato. arturo.lopez@ugto.mx

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