Ilustración de: Zkyng
Nueva época
Abril/junio 2012
Año 2 No. 6
Directorio Dirección y edición José Manuel Vacah Consejo de redacción Fernando Cervantes Radzekov Eduardo García Manríquez Dirección artística Fátima Martínez Irineo Diseño Fátima Martínez Irineo Difusión César Ruiz Galicia
Colaboradores Alberto Sándel Atzin David Anuar Diana López Fernando Narváez Irma Torregosa Israel Rojas Natalia Bocanegra Jaime Velasco Estrada Juan Francisco Juventino Sevilla Karloz Atl
Jonathan Gómez Aguilar Escríbenos a: revista.hysterias@gmail.com Encuéntranos en http://revistahysterias.blogspot.com/ Síguenos en Facebook http://facebook.com/revista.hysterias Número de Dictamen previo: 04-2010-112312511100-01.ISSN en trámite. Cada autor es responsable de sus textos. Revista Hysterias respeta todas las opiniones y promueve la libertad de expresión. Eres libre de compartir el material citando a su autor y la fuente. No debes alterar las obras. Esta revista sobrevive gracias al apoyo moral de nuestros hystéricos seguidores y amigos.
Editorial
Queridos lectores, están abriendo una vez más las páginas de Hysterias. Una nueva entrega que nos alegra, porque siempre será de motivo de celebración que sigan apareciendo nuevos números de las revistas independientes. En el mercado hay muchas, lo sabemos, tantas como gustos pueden existir, pero lo alegre no es que existan, el motivo de alegría es que las ya existentes sigan apareciendo, porque son necesarias: la función de una revista, entre otras cosas, es generar lectores, ¡cuánta falta hacen lectores en este país! Este número seis tiene un contenido temático, el cual es la Naturaleza. Aunque el tema parezca arbitrario no lo es, existieron razones previas que nos llevaron a conducir el hecho de que estas páginas se cubran con una temática natural. La primera de ellas, es que la Naturaleza es hermosa. Al menos, a nosotros nos parece así, habrá quienes prefieran la urbe y sus bellas catástrofes, en gustos se rompen géneros. El segundo motivo fue una presión ecológica, sabemos que poco a poco el mundo está agotándose, es decir, estamos agotando al mundo. Es importante señalar el deber que tenemos de cuidar nuestros entornos naturales, todos sabemos los motivos de está atención necesaria, la consigna está: cuidar la naturaleza ¿a qué situación irremediable queremos llegar para cambiar nuestras actitudes nocivas? Otro motivo es que cuando esta publicación pueda ser leída habrá comenzado la primavera. Y finalmente, la última razón debe ser leída con mucha atención, ya que está escrita con sumo cuidado, este motivo corresponde a un problema grave que aqueja nuestro entorno últimamente ¿qué hay más grave que ver crecer muertos en lugar de flores? Ojala todas nuestras acciones sean encaminadas por el respeto, el amor y la paz, y que así sea, será mejor hablar un poco de la naturaleza antes que recordar la cada vez mayor cifra de muertos. El día que la violencia, la corrupción y la injusticia terminen, será un gran día para comenzar a cultivar jardines en los poemas, mientras tanto, hay que seguir cultivando jardines donde sea necesario.
Jonathan Gómez Aguilar
Contenido
06
Verdes (fragmentos)
07
Noche de tormenta
08
Lagartijas
09 10 11 13 14 18 20
Destellos (fragmentos)
22 27 28 30 32
Habakuk
Tu ropa huele a humo Sueño de lluvia y mar Desde lo bajo Naturaleza del hombre infrahumano El alebrije Aunque ande en valles de la muerte, no temeré mal alguno (fragmento)
Reseña de Paria de José Vicente Anaya Entrevista con Óscar de la Borbolla Voces-Autores La lección del día
La Frase Milan Kundera
La verdadera bondad toda su
del hombre con
pureza y libertad s贸lo puede
conocerse cuando lo que la recibe no tiene
fuerza alguna.
05
Verdes (fragmentos) I Respecto del hombre ya no quiero saber nada solamente quiero oír a los pájaros trinar.
Voz A
II Me vieron muchachos lejos de ustedes caminando entre rosales me veían murmurarle a las plantas tocarles las espinas comprensivo materno socialmente loco. III Quise recostarme en la tierra húmeda para tocar las piedrecillas que me parecen pequeños corazones helados pero no lo hice quise quedarme en el huerto la noche entera para aprender del canto de los grillos y las aves pero no lo hice porque tenía tareas y venían a verme personas. IV Miremos a ese insecto que tropieza cada vez más ebrio y más risueño hecho de viento entra en las habitaciones de las flores lo reciben sin preguntar su nombre o su biografía y lo ocultan montaraz de los jardines esposo.
06
Poesía
Noche de tormenta Dios juega con nosotros cuando llueve. Sus crujientes tormentas lanzan preguntas a la noche eléctrica, abro la luz del vidrio con mis manos, respuestas ladra mi perro a la lluvia. Y Dios sigue jugando: él allá —quién sabe dónde—, yo extrañándote toda en esta lluvia de espejos. Durante unos minutos el mundo se oscurece, estas palabras siguen siendo oscuras, en el instante se ven unos gritos, como si todo el cielo abriera su boca y se fulmine de ánima blanca. Dios juega con nosotros cuando llueve. La plática que tengo conmigo se hace lluvia, cada gota es una palabra dicha, las magnolias se bañan en líquidas palabras; desciende el río de luz, sus raíces, sus vástagos, su cuerpo iluminado, recortan este cielo: ya soy un río de luz celestial, dentro de la burbuja de las sombras.
Poesía
Voz B
Dios juega con nosotros cuando llueve. En los muros las sombras se acarician, se desgarran, se desvanecen juntas en este iluminado espacio en guerra; anegado fulgor encima de los muertos, ondulaciones fúlgidas que salen de la tierra. Ya nunca supe con quién hablé a solas, (como en todos mis sueños, nunca recuerdo qué me dije a mí) dime, diluvio vivo, ¿cuándo muera seré agua como tú?
07
Lagartijas Voz C
Solitaria, apenas disimulando su ego gigantesco, sale al mediodía en busca del más alto pedernal rocoso, no tanto para reanimar su fría sangre de reptil, sino para exhibirse ante la pueril naturaleza, para recordarle la superioridad de su ascendencia. Algo somnolienta echa un vistazo a la historia, le gusta repasar sobre todo los días aquellos en que sus antepasados dominaron el mundo, en que lo aterraron. No es fortuita la soberbia que siente en la sangre, en la piel. Los ojos amarillentos y recelosos examinan el mundo con desconfianza. Piensa que cualquier animalejo está al acecho del más mínimo descuido para destronarla. Por eso sólo disipa su regia actitud de vigilante cuando se dispone al consabido ejercitar de los músculos. Da una última mirada alrededor, con la cabeza erguida de dignidad, y luego extiende las manitas que, dicho sea de paso, no sirven para nada más que ejercitarlas. Sube y baja con la confianza de estar impresionando a la creación toda. Pero si acaso escucha pisadas fuertes, o presiente otro ser cualquiera que se acerca presuroso, olvida todo, todos los sueños se esfuman y huye como vil reptil, llena de terror, en busca de un rincón oscuro, único lugar donde se sabe a salvo. Algunas ya han sido escarmentadas. Corre el rumor de que existe un ser de natural fiero que las persigue despiadadamente y les arranca la sideral cola de sus sueños. Y ¿qué es una lagartija con los sueños rotos, o sin ellos?
08
Cuento
Destellos (fragmentos) Voz D
“Peces voladores” Al golpe del oro solar Estalla en astillas el vidrio del mar. José Juan Tablada
XI En el manglar de nuestro cuerpo Al caer de la lluvia Resuenan Las ramas de nuestros dedos
XIII La estrella Danza en el vientre del agua Y crecen de noche Delfines de algas Poesía
09
Tu ropa huele a humo A madera quemada Y traes la manta Y te arropas con la raíz Le hablas al hueco hendido por el rayo Corteza sin entrañas Ya no soy un árbol. Noche, tinieblas y nueces con moras. Nada más.
Tu ropa huele a humo Voz E
Y a ti te entra la nostalgia del hogar De la madera quemada Vuelve a casa, vuelve. Avellanas y miel con aguijones En las ramas un nido. Largas manos descarnadas Buscan el cielo y encuentran las aves Entonces tú hablas, dices, árbol. Y todo lo verde vuelve a ser verde Y todo crece y recuerda lo verde que fue Verde en la mañana y verde al anochecer. Pero a ti te vuelve la nostalgia del hogar De la madera quemada Vuelve a casa, vuelve. Dices, árbol eres grande y árbol Pues ya en las savias no se detienen Retoños y hojas nuevas brotan Gritas, árbol eres grande y árbol Mas nada te quitará la nostalgia De hogar y madera quemada Vuelve a casa, vuelve. Quizá un día nos encontraremos Tú ante el hogar Y yo en el humo que abraza tu ropa.
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Poesía
Sueño de lluvia y mar Voz F
Andrés salió dos horas antes de que amaneciera con la esperanza de encontrar agua. Soñó lluvia, escuchó llover. Hacia las tres de la madrugada, cuando la oscuridad era densa y abrazaba la tierra, hubo un gemido seco de aire o bestia. Tal vez eran las nubes, por fin cuajadas, apunto de romperse y eyacular sobre la tierra. Se vistió tranquilamente: camisa de manta, pantalón de mezclilla, chaleco. Anudó las cuerdas de sus botas. Salió al firmamento negro y estuoso que aplastaba la llanura de polvo. Tuvo la sensación de que las estrellas se burlaban de sus pasos áridos, de su apariencia de perro flaco y desvalido que camina entre la noche hacia la luna. Bajó al río. Se sentó en la orilla del esqueleto de basura y piedras, deshidratado, maloliente. Imaginó entonces un caudal de agua fresca que corría con el reflejo de la noche y los árboles hasta que casi estuvo apunto de sumergirse en su delirio. Lo detuvo otro gemido, ahora sigiloso. El sonido provenía del río seco, de la oscuridad bajo los árboles. El hombre se puso en pie, bajó a la cuenca de deshechos y caminó hasta hallar el lugar de donde provenía. Una mujer deforme se aferraba a un trozo de caucho; agónica. Su cuerpo retorcido yacía sobre la tierra, cubierto de lama, de piel verde, de moho. Quizá no sólo estaba muerta sino podrida y llevaba así por lo menos una semana. Pero se quejaba. La masa verdusca se movía despacio y emitía chillidos hoscos. Pensó en llevarla a su casa y ver si aún podía hacer algo. La arrastró despacio y después la sostuvo entre sus brazos, dispuesto a levantarla. -El tiempo es tiempo y se va, alguna vez se va.- dijo con voz apenas audible. Él la miró desconcertado. No somos inmortales eternamente, subsistimos sólo a las épocas. -No hables, te vas a desgastar.- el hombre disimuló su incomprensión. -Morirás también, aunque en menos tiempo. Todos lo hacemos alguna vez.- la mujer continuó susurrando.- Déjame aquí, no tiene sentido. Andrés le miró el rostro en medio de la oscuridad. Sus ojos contenían una fosa de cadáveres verdes que lo obligaron a sucumbir en el terror de la sequía, en la muerte como un infierno exponencial. Murió un par de veces dentro de la memoria de aquellas pupilas.
Cuento
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Zkyng
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Amanecía. El sol brotaba en el horizonte entre una estela de luces diáfanas, doradas. Cuando la cargó entre sus brazos pudo mirarla claramente, cabello ondulado y azul, extendido hasta su cadera, terminado en un cúmulo de puntas blancas. Rostro cubierto de escamas, sin nariz, y al final de sus piernas, sus pies se unían con una capa delicada de cutícula de pez. Tenía los labios rotos de sed y la piel de las manos, calcinada. Caminó algunos pasos cuesta arriba hasta llegar a un capulín mientras ella volvía a hablar. -Morirás, todos lo hacemos, hasta los más inmortales. Debe haber un lugar, tal vez la playa... Luego expiró. Andrés se sentó bajo el árbol, impotente, con el cuerpo entre los brazos. Tal vez la playa. La abandonó bajo la sombra del tronco y anduvo largos días hasta la costa. Una suave luz se destila entre las rendijas de la ventana. Amanece sobre las sábanas frías y revueltas. Se escucha un aullido siniestro de un hombre que sumerge los pies en una infinita capa de sal sobre la arena. Cuento
Desde lo bajo Voz G “una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo” Alejandra Pizarnik
Canto a la voz que resuena bajo los pasos de la tierra por las manos del aire que aún acarician tus mejillas y el golpeteo del agua en mis cavernas. Grito tu nombre en el campo abierto que es esta alcantarilla y las flores brotan de aquel montón de basura. Soy la niña que platica con la muerte y el huracán que arroja aquella mariposa. La idiota que baila con las hierbas y abre sus labios a los besos de la lluvia. Soy los pies que se hunden al tacto de la ola y la mujer que antes de nacer fue palmera. Soy los peces y las aves el respiro de la sangre el árbol que ampara tus libros las sonrisas que caben en tu silencio por la mañana.
Poesía
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Naturaleza del hombre infrahumano Voz H En el espiral del viento la inasible nota carmesí idea la sangre en el primer sol la sombra del primer fuego un presentimiento Tierra/sangre todos las mares para tu sed rojo como el cíclope guardián de la montaña, la cueva que fue el alba de tus días todos tus sudores todas tus rutinas un ciclo de científicas certezas Mas tú participaste de la farsa del dios sin dios De tu pecho no extirpaste la falsa ave ni acercaste tu nada al labio del agua al recuerdo primigenio de los gusanos erosionados en la médula de Adán necesidad de herir las tinieblas
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Poesía
En todo un rompecabezas de grietas muros blancos un signo vedado sí no hay un ave y un espejo en azogue catacumba las costras de tus ojos Y desembarcar en los lindes de la vida y sólo encontrar la serpiente entre las ramas de un roble que no reconoces los murmullos de la madre tierra la madre muerte que te escudriña y una voz adentro símbolos lucidez todos gritan: “Ya no eres árbol Te arrancaste te moviste te has negado te has secado ¡Maldito! ¡maldito si aún crees que eres árbol!”
Poesía
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Isabela GuillĂŠn de la Rosa
El alebrije Voz I Los monos son demasiado buenos para que el hombre pueda descender de ellos.
Nietzsche
Habitantes de la Suprema Corte de Justicia, fieles conservadores de los títulos atiborrados de superlativos, los alebrijes deambulan por corrales y siempre escuchan la voz replicante del Supremo Juez que divide las mercancías mientras grita al unísono: “silencio pollos pelones ya les van a echar su maíz”. Naturalmente, caminan entre los desperdicios de los otros habitantes de la comarca; atrapados en la peste de su inmundicia han ideado múltiples formas de maquillar sus atrocidades. Disfrazados con atavíos más emplumados que los mexicas en día de desollado, parecen fieles defensores trasnochados de la vieja galantería francesa, prosélitos del prestigio de bodegas de sueños que calcan en su frente, pecho y manos el versículo que reza: “Soy Totalmente inn-Humano”. Cuento 18
Jonathan Gómez Aguilar
De sus hábitos carnívoros se sabe que se comportan como buitres carroñeros y que comen a la sombra de untuosos puestos callejeros; ahí devoran lenguas, tripas, ojos y demás pedazos de carne vendida bajo slogans de virilidad y civilización. Las hembras –o bien podemos llamarlas esfinge, en el sentido mitológico, seres con cara de mujer y cuerpo de león, antecedente primitivo del alebrije− han dado en mirar su reflejo sólo en fragmentos para así no morir del espanto; su herramienta de vida llamada espejo les sirve para empanizarse con Mary Kay o Angel Face tal y como se hace con Menen las nalgas de un bebé. Además toman pastillas que les ofrecen los doscientos cincuenta y tres beneficios que les ofrecen la toronja y la sábila juntas; y perdidas, como son en sí, se pasean con zancos de quince centímetros por donde apenas se puede andar con huaraches; y digo que son alebrijes porque más folclor no puede haber en sus cabellos rubios de carnaval veracruzano siempre a tono para la fiesta de disfraces a la que todos pertenecemos. No se niega la posibilidad de que quizá sea un favor desmerecido dar cualidades tan fantásticas al ganado bovino, endémico del altiplano, que llaman abogado.
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Aunque ande en valles de la muerte, no temeré mal alguno (fragmento) Voz J
nacemos de la muerte, nacemos de la amistad del clítoris y las erecciones, nacemos del vértigo al madurar el trueno, de la sorpresa al excitarnos y de la lubricante señal de paso en las miradas. tenemos por misión provocar el suicidio de las mujeres lindas, de las que vuelan y escupen. es necesario, a riesgo de inundarnos, provocar al mismo tiempo la felicidad y la decadencia entre los que escriben poesía y cantan desnudos. se nos ha otorgado por nombre pajaritos de piedra. nuestro viaje por la vida radica en no ser la vida. radica en consentir depresiones sobre las propias tormentas, sin llegar a ser caníbales. no podemos, nos es imposible, amar, sostener la euforia junto con el viento. nadamos e inventamos el barro y las lagunas en que hace frío y no llueve. marcamos la arena y luego gracias a dios, desnudos también nacen los árboles y los volcanes. lo sagrado y el inconsciente. la naturaleza y la guerra.
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Poesía
Ver贸nica Villegas
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Habakuk* Voz K
Aún no clareaba el alba cuando fuertes golpes cimbraron la vieja puerta hecha de rajas de madera, los paredones de varas cubiertas de barro transmitían los sonidos amplificándolos. Entre sueños profundos el espíritu de Habakuk regresó súbitamente a la materia inerme en que se había convertido el cuerpo andrajoso del brujo, como regresando de un largo viaje su respiración fatigosa inicio su estertórea función. Medio despierto alcanzó, con la sucia mano que llevaba años sin conocer el jabón, un pedazo de vela llorosa que siempre tenía bajo la cama para estas emergencias, justo al lado del afilado machete de monte. No sin pasar trabajos logró prender el cerillo y el cabo de vela. La mortecina luz llenaba el pequeño espacio cortando la oscuridad. Pacilento se encaminó a la portezuela entre cuyas ranuras silbaba un helado viento decembrino. —¿Quén es?— musitó apenas. Del otro lado la vieja Atanasia le contestó: —Soy Atita siñor dotor, le traigo un encargo de don Leónidas: ¿Qué si puede irlo a curar a su casa? —Otra vez el mentado don Lión, ya me tiene harto, y de seguro otra vez está mirando visiones. Ta’güeno nomás cargo mis medecinas en el chiquipil y pa’lla mencamino, gracias Atita. La gente ya se agolpaba a las puertas de la casona de don Leónidas, el cafetalero más rico de la selva de los Tuxtlas. Sabían de sus visiones porque él siempre les contaba, a veces era un guajolote que se le aparecía por las noches, otras un burro sin rabo que le hablaba al pasar entre el monte, pero siempre le ocurría algo. El “dotor Habakuk” como lo llamaba la gente a falta de un verdadero galeno que se hiciera cargo de la salud de los jornaleros, llegaba en esos momentos; sin chistar palabra alguna se encaminó hacia una ceiba milenaria que estaba pegada a la puerta de la casa, con parsimonia se quitó del cuello una bolsa de ixtle que contenía una ollita de barro que aún humeaba con sabrosos frijoles negros; el rico olor impregnó el ambiente nebuloso haciendo que más de uno babeara del hambre… ¡esa maldita hambre que nunca se acababa y con la que seguramente se irían hasta la tumba! Abrió la puerta de la casa como si de la suya propia se tratara. Sin saludar se apersonó al lado del enfermo.
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Cuento
Ver贸nica Villegas
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—¿’Ora que fue lo que vido don Lión?— el enfermo tomó una gran bocanada de aire fresco y se arrellanó sobre la almohada, como para dar inicio a su sermón. —Mire dotorcito ayer por la noche oyí ruidos en el corral, salí en friega para ver que pasaba y ay estaba la cosa aquella, era un animalón más negro que la noche, como de diez palmos de altura a la cruz, cabeza con ojos llameantes, nomás de verlo me entró la grima, cuando menos lo pensé ya estaba tirado en el catre tiemble y tiemble de muina y terror, y ansina me encuentra. Habakuk, quién había permanecido quieto y silencioso como una piedra, despertó de su letargo. Lo primero que hizo fue salir apresuradamente hasta el patio. Dio órdenes a los criados para que amarraran a los perros de la casa ya que de esta manera no asustarían a los duendecillos que seguramente a su llamado acudirían para sanar al enfermo. A doña Atita le encargó traer del gallinero un par de huevos recién puestos y que, de ser posible, fueran de una gallina tan prieta como la mugre de sus patas, dijo mientras se las mostraba. La mujer se embozó con el chal y ya se encaminaba por el encargo, regresando el sabio Habakuk una vez más al lado de su paciente. Todos sabían de sus grandes dotes, no en balde provenía de la semilla más antigua de brujos del lugar. Prendió el fogón de la cocina y preparó un té compuesto por tres variedades distintas de ciertas hierbas que sólo él conocía; lo endulzó con un pedazo de piloncillo y regresó otra vez al lado del enfermo. —Pues mire don Lión, pa’mí que alguien lo quiere perjudicar, matándolo de un güen susto me parece, y como ya me estoy cansando de que otro brujo se ande metiendo en mis terrenos, viniendo a espantarme el gallinero, yo creo que le voy a poner un estate quieto para siempre; vamos poniéndonos a trabajar— y diciendo y haciendo colocó los huevos de gallina negra que en esos precisos instantes llegaban sobre un plato de barro; rezó a sus santos patronos y los bendijo primero; después los escupió con cierta rabia, se acercó a la cabecera del catre y ahí los dejó, amenazando. —Naiden los vaiga a quitar de aquí, el mal que le lanzaron a don Lión ya debe tener jarta hambre y en cuanto vea el huevo fresco en prontito se mete a comerse la yema y, cuando ya este adentro, se quedara allí mismito atrapado para que el buen Habakuk lo aplaste a sus anchas, curando ansina al patrón.
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Cuento
Verónica Villegas Tendía un viejo jergón al lado del catre y ya se disponía a dormitar cuando la tal Atita intrigada le preguntó: —Oiga aste siñor dotor y dispénseme ¿pa’ que colgó la ollita de frijoles en la rama de la ceiba? —Doña Atita son secretos de mi profesión, pero le voy a confiar: siempre que hago un trabajo pongo antes de comenzar algo de comida en la puerta para que así en cuanto llegue la muerte se ponga primero a comer y ansina me dé tiempo mientras ella come de curar al enfermo. No había terminado de decirlo cuando un gigantesco perro negro se le vino encima buscando afanosamente morderle el pescuezo. Habakuk sin pensarlo dos veces desenfundó su afilado machete de monte que siempre lo acompañaba y de certero golpe cercenó la cabeza del animal. Entraron todos los jornaleros al escuchar los gritos de terror de doña Atita. —No les digo, ese nahual ya no volverá a asustar a naiden, y dejará de entrometerse en mis asuntos— sentenció Habakuk. Ya había clareado la luz del día cuando el cuerpo del perro fue agarrando forma humana y en la cabeza se habían asentado las facciones de doña Chona, la mujer de don Leónidas. —Miren nomás si era su mujer doña Chona la malora, ni modos patrona esto no era nada personal, puro jodido trabajo. Habakuk tomó el morral, su ollita de frijoles y se guardó en la luida camisa los veinte pesos que le regaló el patrón, perdiéndose poco a poco entre la tupida selva; mientras la gente del lugar apresuraba los magnos funerales de la patrona.
3.Septiembre.2011 * Habakuk palabra maya que se pronuncia jabakuk y significa “quetzal enterrado”.
Cuento
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Anahi Hernรกndez Galaviz
Reseña Paria de José Vicente Anaya Puedes leer la reseña aquí http://revistahysterias.blogspot.com/
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Entrevista Voz en cuestión
Entrevista con Óscar de la Borbolla Puedes leer la entrevista aquí http://revistahysterias.blogspot.com/
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Voces-Autores
Voz A Juan Francisco (Tehuacán, Puebla. 1990) Ha publicado en revistas independientes y en la revista electrónica Círculo de poesía. Fue miembro del consejo editorial del blog Poetas por la paz. Colaborador en los libros Mujeres de las Américas, y Mujeres y movimientos armados en América. Estudiante de la licenciatura en Estudios Latinoamericanos por la UNAM. Voz B Atzin Su nombre náhuatl, quiere decir “agua venerable”. El primer contacto con la poesía fue su nombre. Nació un 4 de diciembre de 1991 en Toluca, Estado de México. Reside desde hace tiempo en el Distrito Federal. Apasionado por las letras desde pequeño, su formación siempre consistió en los libros. Estudia la licenciatura en Comunicación social en la Universidad de la Comunicación. Voz C Jaime Velasco Estrada Nació en Copainalá en 1988. Voz D David Anuar González Vázquez (Cancún, Q. Roo, 1989) Actualmente cursa el último año de la licenciatura en Literatura Latinoamericana de la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY). Becario de la revista académica Temas Antropológicos. Fue miembro del Taller de creación literaria de la Facultad de Ciencias Antropológicas, coordinado por Lourdes Cabrera Ruiz, (2008-2009). Participó en el Primer Encuentro de Creación Literaria de la UADY en la Casa del Escritor Bacalar (2009), con conferencistas como Fernando de la Cruz, Agustín Labrada Aguilera, y Ramón Iván Suárez Caamal. Primer lugar en el Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada (2011), y tercer lugar en Narrativa en corto (2010). Ha publicado en las revistas La Pluma del Ganso, Hysterias, Grietas, Círculo de poesía, Cinosargo, ICOR y en el suplemento cultural Unicornio. Voz E Alberto Sándel (8 de abril de 1990- 21 de junio de 2011) Desde que lo bajaron de la horca no ha podido reponerse del trauma. No hizo nada de su vida. Sólo esperó a la luna. Voz F Diana Laura López Díaz Escapó del monte Olimpo hace milenios dejando a un conejo blanco encargado de su labor. Escondida en las ciudades, edificó un palacio de papel para vivir como viven los humanos reales...
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Voz G Irma Torregrosa (Mérida, Yucatán. 1993) Cursa la Lic. en Comunicación Social por la Universidad Autónoma de Yucatán. Egresada de la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes. Ha sido becaria de verano por la Fundación para las Letras Mexicanas en 2011 y tercer lugar en el “Premio Nacional de Poesía Joven Jorge Lara Rivera” en 2010. Voz H Israel Hernández Rojas (México DF. Octubre, 1984) Estudiante de letras hispánicas en UAM-I, ha publicado cuentos en las revistas Aguja al Norte y Albedrío. Actualmente dedicado al terrorismo literario y a la colección de fracasos. Voz I Natalia Bocanegra (Ciudad de México, 1989). Estudiante de Lengua y Literaturas Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Melómana en sus ratos libres, es considerada por sus aledaños como el ejemplo del miembro de la “generación perdida”. Gusta de los perros, la pasta y la prosa de Arreola. Escribe una columna mensual en la revista Migala. Voz J Carlos Ascención Ramírez Méndez “Karloz Atl” (Cd. de México, 1988) Estudiante de la Licenciatura en Desarrollo y Gestión Interculturales, FFyL, UNAM. Coordinador del Colectivo “PoesíaYTrayecto”. Durante 2011 desarrolló los proyectos: 1° Festival Poesía Re-apropiada (Cd. de México); Slam poético con temática infantil (1° Slam poetry dentro de la instalaciones del STCMetro); Diversidad cultural en espacios públicos, ejercicio de difusión mediante el acto poético e intervención de espacios (Ponencia impartida en el 1° Coloquio de Estudiantes de DyGI, Mérida, Yucatán); Taller Performance poético e Intervención de espacios (Cd. de México) Corto-Documental “El poeta es un revólver en medio del dolor del mundo” (En colaboración con Racconti Producciones, dentro del movimiento internacional “100 mil poetas x el cambio”). Actualmente se llama Valeria Carpintero alias el Karloz Atl. Voz K Dr. Juventino Sevilla Pineda (México, D.F., 1964) “La vida me ha colmado de grandes cosas que no tienen un valor monetario; como la amistad de mis hijos y el respeto de todos mis pacientes, y a estas últimas fechas el ánimo de empezar a escribir”. Voz L Fernando Narváez Dicen que nació por primera vez en 1989 en el lugar y el tiempo equivocados. Escribe para matar el tiempo y llenar los silencios que hay entre una derrota y otra. Estudia Literatura Inglesa en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sin premios literarios ni aspiraciones, aunque en alguna ocasión le dijeron que leerlo era un poco mejor que no hacer nada y, por alguna razón, se lo creyó. Algún día sabremos si eso fue mejor que la soga en el cuello.
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Zkyng
Hoy aprendimos que el universo surgió de una gran explosión de ansiedad por la vida; que las estrellas son pequeños recordatorios de nuestra miseria con brillo propio. Aprendimos que la tierra gira alrededor de la nada y que el tedio y la gravedad la mantienen girando mientras obligan a todo a apuntar hacia su corazón, incluso a nosotros. Aprendimos que el caos se compone de dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno; que el hombre es la única creatura dotada de razón suficiente para el ejercicio de la locura. Aprendimos que hay sesenta suspiros en un minuto y trescientos sesenta y cinco silencios en un año. Aprendimos que Pi por radio es la fórmula de la eternidad; que los animales pueden ser carnívoros o herbívoros mientras que los hombres son redentores o corderos, presas o cazadores. Aprendimos que la historia se divide en antes y después del Ego y que el Estado existe por el miedo común de los hombres. Pero lo más importante, aprendimos que sólo nosotros podemos saberlo todo con absoluta certeza porque somos las sombras favoritas de la voluntad.
La lección del día Voz L