Embajador de la Esperanza - agosto de 2015

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Embajador de la Esperanza Edición 95. Agosto 2015 www.fazenda.org.br

PRESENTAR LA ESPERANZA

“Ustedes tienen dos remedios: el ambiente familiar y el mensaje de esperanza” Cardenal Mons. Stanislaw Rylko

Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos


En los encuentros con Mons. Stanislaw Rylko y con el Papa Emérito Benedicto XVI nuestros fundadores fueron incentivados a llevar el carisma a todos los que lo necesitan

U

na familia nace a partir de las diferencias. Los padres traen consigo cualidades y defectos de sus antepasados y sus hijos también heredan estos aspectos. Con el pasar del tiempo, los hijos aprenden lo que es realmente bueno y llega el momento de elegir el camino a seguir. Es el momento de la madurez. Las familias espirituales también nacen de las diferencias y, para ellas, también llega el momento de mostrar que son capaces de hacer de su carisma una luz para el bien del mundo y de la Iglesia. Este año celebramos la madurez de la Familia de la Esperanza, pues la Iglesia reconoció su carisma de forma definitiva. Él se expresa de varias maneras: en la recuperación de los dependientes químicos; en la acogida que se da a los hermanos portadores de SIDA; en la educación que se entrega a través de los jardines infantiles y escuelas; en los hospitales; en medio de la sociedad con los Grupos de Esperanza Viva (GEV); etc. Son diferentes formas de expresar un único fin: la esperanza. En estos más de 30 años como Familia, cerca de 600 personas, de cualidades, problemas, culturas, y pueblos distintos asumieron vivir el Carisma de la Esperanza, o sea, firmaron un documento prometiendo transmitir la esperanza para quien la necesite. Fray Hans Stapel, ofm, fundador de la Familia de la Esperanza, asevera que la alegría que produce el reconocimiento eclesial es muy grande, pero que esto también implica una gran responsabilidad que él comparte con todos. “¿Cuál es nuestro origen? Es, la simplicidad. Nuestro origen no es académico, lleno de estudios o cosas grandes. Nelson, cuando se encontraba con los primeros drogados en la esquina, no hacía sermones, no quería ser más que los otros. Nunca debemos abandonar las cosas simples, porque a través de ella podemos llevar la esperanza”. De este modo simple de amar al otro nació la Fazenda de la Esperanza y ya se difundió por el mundo.

2 - Boletín del Embajador - Edición 95 - agosto 2015

Después vinieron los otros trabajos, ya citados.

Ofrecer la esperanza Los jóvenes que se recuperan en las Fazendas de la Esperanza llegan con muchos dolores provocados por el uso de drogas y alcohol. La debilidad corporal y espiritual, la falta de sueño, el egoísmo que las drogas causan, la ausencia de una auténtica relación familiar. En el mes de mayo, cuando recibió a los fundadores y algunos miembros de la Familia de la Esperanza, en el Vaticano, para entregar el decreto de Reconocimiento Definitivo del Carisma, el Cardenal Stanislaw Rylko, Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos, recordó que cuando compartió algunos momentos con los jóvenes de la Fazenda, comprendió que la comunidad tiene dos remedios para darles. “El primero es el ambiente familiar que el mundo no ofrece. Ellos buscan al padre y a la madre y los encuentran en ustedes. El segundo remedio es la esperanza. Los jóvenes comprenden que la droga no es la última palabra”. “Ustedes – continuó el cardenal Rylko – no ofrecen medicamentos para que ellos se desintoxiquen, sino que presentan un mensaje de esperanza y muestran que Cristo es más fuerte que sus propias debilidades”.

Una familia entre los jóvenes En varias de nuestras comunidades los jóvenes tienen un referente de familia entre sus responsables, ya que muchos son casados y viven dentro de la Fazenda, por supuesto, en sus propias casas. Esta posibilidad presenta al recuperando, justamente, un modelo como referencia cuando él completa su año y vuelve a su casa. Es un estímulo para volver y tener una buena


Sucedió conmigo

Esperanza: un don para las familias relación con sus padres y hermanos. “Yo sé que él se realiza con cada cosa que hace, ya sea junto con los jóvenes, como aquí en casa junto conmigo y Juan Miguel. En ciertos momentos, dejarlo libre para la Fazenda, también es un acto de amor nuestro. Soy mamá de Juan Miguel, pero también me siento madre de todos los jóvenes que están aquí”, nos cuenta Ana Paula Lemos, esposa de Lauzimar Junior, responsable de la Fazenda San Liborio, en Guaratinguetá/SP. Para Junior, que está hace 15 años en la Fazenda, son dos oportunidades de formar familia: en casa y con los jóvenes. “Después que me reconcilié con mi padre, cuando llegaba el día de la visita tenía el deseo de amarlo. Esto también me ayudó para poder ser hoy un buen padre. También busco estar siempre con los jóvenes, haciendo familia con ellos”.

¿Y mi familia? Aun si no somos dependientes de drogas o alcohol, muchas veces en nuestra casa las relaciones no son armoniosas y, crear un ambiente agradable es desafiante. En un momento en que la familia de Nelson, fundador, vivía así, él se sintió motivado a tomar pequeñas actitudes dentro de su casa, como preparar un café para su padre y, luego, salir juntos a caminar y conversar. Poco tiempo después la motivación era hacer familia con los jóvenes que usaban drogas en una esquina. El tiempo pasó y ese simple acto de amor genero muchos otros. En las Fazendas, los jóvenes que estaban perdidos en el mundo de las drogas también expresan su amor cuando arreglan la cama o lavan la ropa de otro; o cuando ofrecen su tiempo de descanso para ayudar a quien está en el trabajo. Podemos mejorar nuestra relación familiar con gestos simples y variados. Ya que vienen del corazón.

Llegué a la Fazenda en agosto de 2014 con muchos problemas en mi familia. Tenía muchas dificultades con mi padre, yo lo culpaba a él por todo lo que había sucedido. Con el tiempo me fui entregando a las drogas y al alcohol. Perdí el respeto por las personas, hasta por mi esposa y mis hijas, estaba ‘deshecho’, ya no sabía más quién era. El comienzo de mi recuperación fue difícil, porque necesitaba entender que había llegado el momento de recomenzar, pero cuando aprendí a vivir la Palabra sentí la alegría de hacer las cosas por amor hasta en los pequeños gestos. Una experiencia notable fue con mi padre. Yo estaba en el noveno mes de mi recuperación y él nunca me había visitado, hasta que él vino a visitarme en el mes de junio. Me emocioné mucho, porque pensaba que él nunca iba a venir y fue un momento muy especial. Nos pedimos perdón el uno al otro y escuché una palabra de parte suya que nunca había escuchado: “¡te amo!”. Y yo también pude retribuir ese cariño. Después de dos días, me llegó la noticia que mi padre había fallecido. Sentí las manos de Dios en ese momento, y a pesar de la tristeza, quedé feliz, porque mi padre me vio recomenzando y sentí más fuerzas para seguir caminando. Durante ese periodo pude confortar a mi madre y a mi esposa, pues ellas no sabían cómo iba a reaccionar. Ahora creo que el amor de Dios con nosotros es muy grande. Aquí en la Fazenda aprendí a ser familia, a amar al hermano y tengo la certeza que en aquel momento coloqué en práctica todo esto. Uno aprende a amar en la Fazenda en los gestos más simples: colgar una ropa que está en el suelo, esperar al hermano que quedó más atrás mientras vamos a la capilla. Es como dice el sacerdote en la homilía, “es la mano de Jesús que está extendida esperando a que nos aferremos a ella”. Aquí en la Fazenda yo me siento un papá, al recibir a quien está llegando, incluso si es más viejo que yo. Siempre quiero mostrar este nuevo estilo de vida, intentando compartir el amor con cada uno y, por eso, creo que puedo llevarlo a más personas. Cuando termine mi año de recuperación voy a llevar el carisma de la Esperanza a mis familiares. Ellos todavía no me conocen como Hombre Nuevo. Creo que seré también un nuevo padre. Adriano Delarissa, 30 años, San Paulo/SP


Destacable

La voluntad de Dios en cada momento

El monasterio Mater Christi existe desde hace 17 años y se encuentra dentro del Centro Masculino, en Guaratinguetá/SP. Son diez hermanas Clarisas que viven en el monasterio, rezan por los jóvenes, y los atienden con misericordia y palabras de conforto.

Hans, Nelson, Luci e Irací. Esto enriqueció mucho más los momentos y creó oportunidades para intercambiar experiencias. La visita a lugares importantes para la Familia de la Esperanza, como Asís, Roma, Loppiano, fortalecieron las raíces espirituales de cada una.

La vocación de las hermanas Clarisas de clausura es la oración y la vida fraterna. La vida diaria del monasterio es muy simple, pero bien lleno de actividades. Comienza a las 05:30 hrs y a las 06:00 ya comienzan sus oraciones. A lo largo del día están los momentos de formación, trabajo y convivencia y se concluye con la misa, cena y oración antes del descanso. Domingos y días de fiestas es un poco más diferente ya que queda tiempo para lecturas, escribir, películas; es un día con más tiempo libre a nivel personal.

En Loppiano se realizó por la primera vez el encuentro de las diversas comunidades de la vida consagrada de la Iglesia Católica, con el cardenal João Braz de Aviz, Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. En Lamezia Terme las hermanas participaron de la inauguración de una de las unidades de la Fazenda de la Esperanza y una vez más recibieron una invitación especial del obispo del lugar, de abrir un monasterio junto a esta Fazenda, en Italia. “Somos una comunidad pequeña y esta invitación nos tocó el corazón. Nosotras sentimos que necesitamos rezar y entregar en las manos de Dios esta posibilidad”, afirma la hermana María Cristiane de la Eucaristía.

En junio las hermanas Clarisas recibieron una invitación de Mons. Luigi Cantafora, obispo de Lamezia Terme/Italia, visitar los lugares que tienen un gran significado para su congregación en dicho país. Una experiencia sobresaliente fue el poder contar con la providencia para viajar, ya que ellas tienen el voto de pobreza. “El día que nos comunicaron la posibilidad de poder realizar este viaje, todas comenzamos a rezar por la providencia, porque por nuestras propias fuerzas no teníamos condiciones financieras...”, cuenta la hermana María Antonieta de Jesús.

Las hermanas nos dejan un mensaje final sobre lo que fue este viaje: “Pudimos percibir una mayor madurez en todas las hermanas, tanto espiritual como personal. Los encuentros nos ayudaron a hacer crecer nuestro amor por esta Familia. Estamos aquí por amor, por eso estos momentos de fraternidad son tan importantes”.

Este viaje tuvo un significado especial para las hermanas. Ellas hicieron una experiencia en familia y en comunidad, porque fueron acompañadas por los cuatro fundadores de la Fazenda de la Esperanza: fray

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www.fazenda.org.br OBRA SOCIAL NOSSA SENHORA DA GLÓRIA - FAZENDA DA ESPERANÇA Departamento Retorno à Vida - Caixa Postal 529 - CEP 12511-970 Guaratinguetá-SP Tel.: (12) 3128 8900 E-mail: adm.rv@fazenda.org.br


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