Expectativas para el ciclo escolar 2013-2014 El inicio del ciclo escolar 2013-2014 nos permite reflexionar sobre las expectativas que como sociedad tenemos del acto de educar, es claro que todos creemos que la educación es el punto arquimédico por el que los futuros ciudadanos (Alumnos) estarán en posibilidades de generar mejores opciones de vida. Ahora bien, para este ciclo creemos importante el considerar las expectativas que desde diferentes visiones se tiene respecto al acto educativo. Cabe aclarar que la presente cavilación 1 se hace desde la visión de padre de tres escolares; para cada uno de ellos el ingreso al trabajo escolar se observa diferente. Para la que acudirá a la primaria, la expectativa que se observa tiene del curso, es que para este año su maestra trabaje con más amor, con menos gritos, regaños y que no sea tan aburridas las clases, en sus propias palabras “Que hagamos más proyectos porque el libro trae muy pocos”. Para la adolescente de secundaría, las cosas no son muy diferentes respecto a la de primaria; ésta manifiesta la espera de que sus maestros sean “buena onda”, que no le toquen docentes enojones, gritones y que sólo enseñan a través de la palabra, además de que comprendan que ellos son adolescentes. Por último, para el bachiller, su expectación es que su semestre no sea muy pesado y poco productivo, además manifiesta “que me enseñen”. Ahora bien, como padres esperamos entre otras muchas cosas que la escuela no sea un esfuerzo fútil y que al egresar de ella nuestros hijos tengan acceso a empleos remunerados con suficiencia para que éstos puedan vivir de manera digan, esto lo podemos pensar desde una visión a futuro; en el corto tiempo pensamos en que no haya paros magisteriales, que las peticiones de materiales no sean excesivas de tal manera que nuestra economía no se vea afectada por los onerosos gastos que implica el tener a nuestros hijos en escuelas públicas. En sí la expectativa es que este ciclo sea productivo para alumnos, maestros, padres y sociedad. La presente reflexión deja en nosotros un sabor de contrariedad, porque por una parte se es padre y por otra educador; como educador, la expectación que se genera respecto al próximo ciclo escolar, no es muy alentadora, sabemos de las reformas que vienen para nuestro ser y estar, por lo que el caos que se origina por la confusión en las ideas que respecto al tema se tienen hacen pensar en más de un futuro, sin embargo, tenemos la firme convicción del deber que como docentes tenemos para con los alumnos, esperemos que no se nos olvide educar para la emancipación, si para ello hay que luchar, habrá que hacerlo con inteligencia y con responsabilidad de los actos, de tal manera que el derecho a la educación no se vea afectado. Ya en el terreno de una supuesta normalidad, lo que como docente se puede esperar es que la carga administrativa-pedagógica sea un poco más ligera, con la intención de dedicar mayor cantidad de tiempo didáctico al proceso de enseñanza-aprendizaje. Además de que el discurso político se convierta en una realidad y no sólo en demagogia, de tal manera que las escuelas estén equipadas con lo mínimo necesario para el desarrollo de las clases. 1 Hemos de aclarar que en un principio era esa nuestra intención, sin embargo, por la amplitud de la tarea, lo hemos dejado solo en reflexión.
Como reflexión final, hemos de decir que el panorama que se avecina para la educación se ve lúgubre, debido a los movimientos en los que estamos inmerso los educadores, no dudamos de que en el camino de este ciclo escolar nos encontremos en las antípodas con la sociedad, las autoridades y las ideologías pedagógicas. Hemos de reconocer que como educadores nos hace falta cribar nuestra formación, por lo que estamos llamados a prepararnos para poder ofertarles a nuestros hijos una educación que les permita vivir mejor de lo que hasta el momento lo hemos hecho nosotros. Porque una educación transformadora para un mundo mejor ¡Es posible! Federico Martínez Gutiérrez.