Facultad de Medicina Buenos Aires, Argentina
Dicen que Hipatía está muerta Emmanuel Belantonio
Ocio Nicolás Piatigorsky Grinberg
Seminarios Especiales de Embriología Aplicada Anigma Sailacles
La cultura que nos representa Ana Saidón
El edificio de nuestra Facultad. Crisis en la Babel educativa en ciencias de la Salud Pedro Mariano Politi
La relación médicopaciente Marcelo Álvarez
El desafío del dolor
Martí
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Revista La Brancaleone
Escritores Emmanuel Belantonio Nicolás Piatigorsky Grinberg Anigma Sailacles Ana Saidón Sebastián Goin Escritores invitados Pedro Politi Marcelo Álvarez Javier ??? Colaboradores Jesica Acevedo Victoria Wolf Sonia Rojas Delfina Recart Ignacio Bocles
Diseño de cubierta e interior: Julieta Vela y Florencia Macri
Primera edición Buenos Aires, (Editorial), 2013
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テ君DICE
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EDITORIAL
Quien agarre estas páginas desprevenido podría verse tentado de pensar
que tiene en sus manos una revista. A ese lector, advertimos: esto no es una revista; esto es una apuesta. Decidiendo ir francamente a contramano de cierto prejuicio que existe en nuestra facultad acerca de que el estudiante de medicina no tiene otros intereses más que ir “de casa a la facultad y de la facultad a casa”, quienes motorizamos este espacio apostamos a la tésis contraria: existe entre un extenso sector de nosotros una profunda necesidad de encontrar un ámbito para reflexionar sobre nuestra vida como estudiantes y futuros profesionales, para poder hacernos preguntas acerca de la medicina, la ciencia, la pedagogía y un sinfín de aristas más que atraviesan nuestra formación. Y si esta necesidad existe es porque esas preguntas ya están ahí, flotando entre las contradicciones que nos surgen desde el día que atravesamos por primera vez las puertas de nuestra facultad. En algunos de nosotros las inquietudes son más definidas, casi urgentes pulsiones que nos atraviesan con cada libro que abrimos, con cada paciente que escuchamos; en otros, están más solapadas, quizás entumecidas por el cotidiano correr entre programas y fechas de examen. Pero están ahí, acompañándonos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, y si no encuentran -si no encontramos- dónde expresarlas, donde compartirlas con nuestros compañeros, es justamente porque una de esas contradicciones es la que surge de la ausencia de un espacio de reflexión crítica sobre nuestra formación. No existe en nuestra facultad, ni física ni programáticamente, un espacio en donde los futuros profesionales de la salud podamos juntarnos para pensar y pensarnos, para intercambiar preguntas, para iniciar debates, para criticar experiencias, para imaginar salidas. En definitiva, no existe ám-
bito alguno en donde los estudiantes de la facultad de medicina de la UBA podamos ser parte activa en nuestra propia formación. Nuestra apuesta es a crearlo.
Las interrogantes, las reflexiones y las intuiciones que existen entre quienes transitamos nuestra facultad son tan profundas como extensas, e intentar abarcar en una editorial lo que anhelamos sea el fruto de numerosas ediciones sería tan arduo como improductivo. Al fin y al cabo, la formación de profesionales médicos -en el sentido más amplio de la palabra- involucra al menos dos campos tan vastos como son la ciencia y la educación, y con miras a nada menos que a arribar a una práctica concreta en torno a conceptos de a momentos tan esquivos como salud y bienestar. Es por eso que una de nuestras apuestas es a abrir el juego por completo a la libertad de reflexión:
en estas páginas podrán encontrarse desde reflexiones antropológicas sobre la medicina hasta discusiones epistemológicas sobre el conocimiento científico, desde críticas sobre las currículas de nuestras carreras y debates sobre métodos pedagógicos hasta denuncias sobre el estado de nuestro edificio, pasando por la discusión de hechos de actualidad de naturaleza diversa, sean éstos de nuestra facultad, del país o de cualquier rincón del planeta. Aspiramos a conjugar debates en apariencia disímiles, ya que
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nuestra apuesta es, ante todo, a promover el pensam- algo para aportarles y para denunciar nuestras iniento crítico como escalón indispensable en la construcción dignaciones cuando ese sea el camino. Si a algo de una herramienta transformadora de la realidad. apostamos, es a que este proyecto sea ante todo Estas generalidades son apenas un intento de un terreno fértil que, libre de necias mezquininsinuar algunas de las miles de preguntas que un dades, permita crecer a toda propuesta crítica y enorme sector de los estudiantes de las distintas transformadora que esté teniendo lugar en nuescarreras de nuestra facultad nos hacemos en algún tra facultad y -por qué no- llamarse y encontrarse u otro momento. Cada uno de nosotros se hace a quienes tengan alguna nueva idea para poner en unas por sobre otras, y las respuestas ensayadas práctica. distan de ser idénticas, pero las interrogantes Quienes integramos este proyecto querríamos, son una realidad que se palpa en el aire y que antes de redondear estas líneas, incurrir en una no podemos seguir eludiendo, porque con cada necesaria confesión: en más de un nivel, es la indía que pasa la necesidad de ensayar respuestas certidumbre el principal motor de este espacio. y, por sobre todo, de intercambiar esos inten- Como partícipes del proceso que intentamos detos, se vuelve más y más urgente para muchos scribir en los párrafos previos, nosotros mismos de nosotros. Hasta tal punto es así que ya hay sentimos la impostergable necesidad de generun montón de indivíduos o grupos más o menos arnos este ámbito. Si bien no somos un grupo establecidos intentando dar salidas prácticas a homogéneo, compartimos ante todo una visión estas interrogantes: desde grupos de estudio que crítica y propositiva de la vida que es madre de intentan ir más alla de memorizar información intensos sueños y duras frustraciones a la hora de para escupirla en un final hasta cuerpos docentes encarar el camino de la formación como profeque se organizan colectivamente para encarar una sionales de la salud, lo que nos termina llevando renovación pedagógica, pasando por incaculables casi inevitablemente a tomar cartas en el asunto charlas de pasillo que surgen espontáneamente cuando algo no nos convence. Y si algo nos fue para llegar a cuestionarse nuestras cursadas o uniendo en convicción a quienes por azar nos nuestros programas de estudio y a fantasear con conocimos fue la determinación de que debíamos la manera de mejorarlos; el entramado de expe- darle una salida a todo lo que estábamos percibiriencias y contenidos que circula en el ambiente endo en nuestro lugar de estudio. Pero fuera de es entusiasmantemente abrumador. Es por eso eso, esta historia está y necesariamente seguirá que también apostamos a abrir estas páginas de par estando en constante escritura: no tenemos un en par a todas esas prácticas transformadoras que ya guión pre-redactado ni tenemos las respuestas están sucediendo, a sacar de la invisibilidad a todo anotadas en la palma de la mano. Simplemente un abanico de iniciativas que se encuentran aisla- tenemos serias inquietudes y la necesidad de ir das entre sí. Estamos decididos a romper el cerco poniéndonos techos cada vez más altos en nuestra de soledad que tan seguido nos separa a quienes búsqueda de respuestas. compartimos una visión crítica de la salud, de la ---------------------------------------------------------------educación y de la sociedad, a darle una tribuna a todos aquellos que tienen algo para decir en ese sentido, a construir una verdadera ventana que nos permita interiorizarnos acerca de los proyectos que muchos de nosotros estamos encarando para transformar nuestra formación, una tribuna para abrir nuestras propuestas a quienes tengan
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icen que Hipatía murió. Dicen algunos. Otros todavía la ven. La encuentran cada vez que una mujer se destaca en su profesión, cada vez que se impone en un medio eminentemente machista por el solo hecho de tener probadas cualidades. Sin embargo Hipatía fue más allá de un símbolo feminista, tomado dieciséis siglos después de su época. Su persona trasciende cualquier conflicto de género, y se ubica entre los denominados “sabios” del mundo. Hipatía de Alejandría nace en la segunda mitad del siglo IV y muere a principios del siglo V. Su época está marcada por profundos cambios que alterarían la fisionomía del mundo occidental; aunque son tanto el progresivo debacle de la religión romana politeísta como el ascenso del cristianismo, los elementos que influirán dramáticamente sobre el paisaje cultural de esta era, y de su historia. Hija de teón de Alejandría, reconocido matemático que disertaba en la Biblioteca Serapea (descendiente de la antigua gran biblioteca ptolemaica), desde pequeña estuvo en contacto con el ambiente científico. Al tiempo que perpetuaba el “negocio familiar”, busco sin embargo ir más allá de las ciencias básicas. “Matemática, astrónoma y filósofa” rezaría su matrícula profesional hoy en día. Su curriculum
DICEN QUE HIPATÍA ESTÁ MUERTA Por Emanuel Bellantonio
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vitae se engalanaría al detallar casi con certeza que fue la primera matemática de lo que llamamos “la Antigüedad”. Redactó, describió, investigó, criticó, inventó y educó. Hacia el final de su vida encabezó la “Escuela neoplatónica de Alejandría” de la que era seguidora y maestra. Entonces, recapitulando, tenemos en los inicios de la Edad Media a una mujer científica y filósofa, inventora y educadora; no pecaríamos de ingenuidad si afirmamos que claramente no es lo que esperaríamos encontrar en esas épocas. La Historia enseña. Según Sócrates Escolástico no negaba a nadie su enseñanza, fueran paganos o cristianos; varios de ellos viajaban sólo para escucharla (así como muchos de nuestros compañeros); enseñaba en su domicilio y tuvo una gran cantidad de discípulos.
Apelando a los muchos o pocos, ricos o pobres, conocimientos que tengamos de aquel momento estamos en condiciones de preguntarnos cuál era su relación con el poder (político y religioso, representado este último por el cristianismo en veloz ascenso). Las fuentes indican que curiosamente era bien tolerada. De hecho, entre sus discípulos encontramos a quien sería el obispo de Ptolemaida, Sinesio de Cirene, y al prefecto de Egipto, Orestes. Más allá de las particularidades históricas, en realidad estamos hablando del conocimiento, del pensamiento crítico, de los avances científicos y los debates de ideas. De eso queremos hablar Y es acerca de aquello lo que justifica haber evocado la imponente figura de esta mujer de hace dieciséis siglos. Fundamentalmente por esto decimos que Hipatía no está muerta. ¿Murió o no, entonces? Pareciera que esta disyuntiva se constituye en el nudo de conflicto del presente ensayo. Por lo tanto, recorramos las circunstancias del final de su vida. No nos resulta extraño imaginar que una persona que se dedica a dilucidar la verdad de las cosas, que se compromete a difundirla y que se encarga de perpetuarla, pueda herir la susceptibilidad de algunos individuos. Y cuando nos referimos a esos individuos hacemos alusión a sus intereses. Otra vez nos detenemos y remarcamos que en este punto hablamos de intereses. Pero, ¿acaso no todas las personas los tienen? ¿Hipatía misma no los tenía? Sí, claro está, por eso es válido aclarar que en nuestro reparo hablamos de ciertos intereses. Si el objetivo de la filósofa alejandrina es clarificar hechos con vistas a descubrir formas de describir más adecuadamente al mundo, la meta de quienes se oponen a eso es evitarlo. Evitar la dilucidación del conocimiento es oscurecer. Manipulando fenómenos, impidiendo la investigación y su posterior difusión, falseando verdades y negándonos al debate, son algunos de los medios con los que oscurecemos. En este mo-
mento del discurso ya no nos es ajeno que los sucesos aquí planteados no sólo se perpetuaron a comienzos del siglo V, en una cosmopolita ciudad del África. Pasan en todo tiempo (con ciertas variaciones al patrón según la época) y suelen seguir las mismas vías. Personas o grupos de personas con cierta tendencia a la curiosidad y la experimentación, a la duda y la discusión; que frente a un hecho deciden estudiarlo, comprenderlo, que frente a una idea deciden debatirla, ponerla en práctica, educando y difundiendo. Al principio son tolerados mientras sus acciones o ideas no se vuelvan excesivamente peligrosas y no toquen los intereses
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del grupo de personas antes mencionado. ¿Qué intereses son éstos? Estaríamos tentados a encontrar en ciertos sectores mayores responsabilidades que en otros. En efecto, aquellos que detentan el poder tienen intereses que por definición son poderosos, y cuanto más poderosos más grande es el miedo a la pérdida, más celosos se vuelven al sentirse tocados. Sin embargo, si únicamente estos grupos fuesen responsables de defenderlos sería ingenuamente sencillo contrarrestarlos. Aquí es necesario hablar de un “interés colectivo”, parafraseando a Jung, o mejor dicho de un “interés defendido colectivamente”; el que es detentado por las sociedades que o bien a expensas de aquellos poderosos o bien por propia cuenta delegan sus responsabilidades, niegan su compromiso, rechazan su individualidad y se disponen a defender con un excesivo celo, a veces tan grande como el de quienes resultan beneficiados, el “statu quo”. Hipatía fue víctima de esto. Ya sea si nos basamos en fuentes que benefician los motivos religiosos, o si atendemos a quienes deciden hacer primar el complejo entramado político de la época y las distintas tensiones que fueron apareciendo (opción que parece más probable de acuerdo a los historiadores que analizan el caso de forma más imparcial o con menor corrupción del paso del tiempo, como el mencionado Sócrates); el accionar de la pensadora pagana incomodó tanto a los grupos gobernantes (representantes del poder secular, entre quienes se destacaba Orestes, discípulo de la filósofa) como al obispo Cirilo de Alejandría (representante del poder eclesial y futuro Doctor de la Iglesia). Diversos juegos de poder entre el poder político que ejercía el emperador y el patriarca de Constantinopla, que era detentado en la ciudad por Orestes; y entre el prestigio y poder local que ostentaba el nombrado patriarca de Alejandría pondrían de manifiesto los mecanismos que vinimos anticipando. Dicha tensión llegó hasta un punto crítico. Muchas veces estos momentos álgidos suelen canalizarse hacia un chivo expiatorio. Todo chivo expiatorio conviene. Hipatía fue acusada de ser la causante del desarreglo entre Orestes y Cirilo, al ser pagana, maestra del primero, bruja, hechicera y cualquier otro oprobio que imaginemos. Un día del mes de Marzo durante la Cuaresma, Hipatía fue interceptada camino a su hogar por una turbamulta que la aprehendió, la tiró de su carro, la desnudo, la ultrajó, la arrastró hasta el Cesareo (templo que celebraba la victoria de Augusto sobre Marco Antonio), la apedreó, la laceró con tejas (u ostras según la traducción), la mató,
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la descuartizó y finalmente la incineró. ¿Fueron los grupos políticos o los religiosos quienes llevaron a cabo estos horribles sucesos? No sabemos. Con seguridad, fueron quienes hostigaron a la plebe para que actuara. ¿Contaban con tan funestas consecuencias? Tampoco lo sabemos. Podemos conjeturar. No es poco habitual ver a lo largo de la Historia a un grupo que detenta el poder (a veces el saber, otra forma de poder) que se vale de grupos menos favorecidos para llevar a cabo sus intenciones y al ver la radicalización y desenlace de los hechos que ellos mismos instigaron deciden hacerse a un lado. No podemos afirmar categóricamente si la causa se encuentra en el poder secular de quienes defendían la primacía del emperador o si debemos buscarla en la jerarquía político religiosa que estaba cooptada por la variante niceana del cristianismo. El estado de tensión popular fue generado por la coyuntura de ambas. Las circunstancias favorecieron a los últimos. Si bien el prestigio del obispo fue manchado por este hecho, supo hábilmente pasar a la historia eclesiástica por haber sido el vencedor del Concilio de Éfeso y por tanto paladín de la fe católica. Si algo podemos afirmar es que nada hubiese llegado a tal punto de no mediar la irracionalidad, dirigida, sí, pero irracionalidad al fin. Cirilo pudo
haber arengado en contra de Hipatía, pero hubo quienes escucharon las arengas y las aceptaron De esta forma quienes pretenden oscurecer, lo logran. “Incluso el esclavo es libre” reza un dicho popular entre los adeptos a la filosofía. Sin adentrarnos en una discusión que excede el alcance de estas líneas, exclamamos que si no desarrollamos un pensamiento crítico, corremos el riesgo de ser engullidos por esa oscuridad. Somos estudiantes de Medicina, que en un futuro entraremos en contacto con personas a quienes gracias a nuestros saberes y a los refinados procesos de diagnóstico (notar el “gnosis” latente en la palabra) podremos tratar y eventualmente curar; a quienes mediante la difusión de determinados conocimientos podremos prevenir. A su vez no nos es desconocida, activa o pasivamente, la investigación y la docencia; como tampoco nos resultan extraños los vaivenes que de ellas resultan en los distintos períodos históricos. Hipatía fue astrónoma, matemática y filósofa; no médica, pero el testimonio de su vida se sobrepone a las particularidades de cada arte y cada ciencia y resulta de una innegable fuerza para enmarcar las ideas aquí expuestas No todos podemos ser como Hipatía No todos podemos defender con nuestra vida los ideales más elevados. Pero sí todos podemos hacer el esfuerzo para evitar masacrarla. Aplicando el pensamiento crítico, tomando conciencia, dándole la importancia que se merece a la educación, las artes y las ciencias. Si nos comprometiéramos en esto, Hipatía no habría muerto. Al menos no su espíritu. Dirán entonces que Hipatía vivió. ----------------------------------------------------------------
*astrolabio es un antiguo instrumento que permite determinar la posición de las estrellas.
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OCIO Por Nicolás Piatigorsky Grinberg
trando y desencontrando para formar un entramado verdaderamente inconmensurable. Y es esa
Probablemente la mayoría de los que estudiamos en el colosal edificio de la calle Paraguay pocas veces nos hayamos detenido a pensar más de un instante en el tiempo que pasamos dentro de ese edificio y lo que representa para nosotros. Más allá de las cursadas que nos corresponden por nuestro programa de estudio, son incontables las horas de nuestras vidas que se acumulan dentro de él, como incontables son las experiencias que nos toca atravesar entre sus muros. ¿Cuántos estudiantes hay en promedio en la Facultad de Medicina en un momento dado? ¿Cinco mil? ¿Siete mil? ¿Diez mil? Lo cierto es que por nuestros pasillos deambulamos, corremos entre clases, comemos –invariablemente apurados- , y a veces hasta nos dormimos. ¿Cuántas horas de vida tiene el hall en cada baldosa? ¿Cuántos libros tiene leídos cada butaca de la biblioteca? Somos miles los que, generación tras generación, dejamos jirones de nuestra juventud en los rincones de ese imponente edificio; miles las horas que cada uno va apilando en la historia de ese inmueble. Pero lo que es ciertamente infinito es la posibilidad que tienen las horas de cada uno de nosotros de entrecruzarse entre sí. Escondidos en los pasillos de nuestra Facultad hay otros caminos: los de la vivencia cotidiana de cada uno de los estudiantes de la salud y cómo nuestras vidas se van encon-
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INFINITA RED DE EXPERIENCIAS HUMANAS la verdadera materia prima de los cimientos de nuestra facultad. ¿O acaso la medicina trasciende a las relaciones humanas? Quien escribe estas líneas está convencido de que no. Pero semejante afirmación no viene desprovista de peligros: afirmar que una institución está no solo sostenida sino –y esencialmente- constituida por relaciones entre personas antes que por títulos pomposos y ladrillos lustrosos debería llevar a una reflexión acerca de tales sujetos y de la dinámica que ponen en juego, tarea cuyo valor solamente se ve superado por su dificultad. Pero si retomamos las primeras líneas de este artículo quizás encontremos un atajo, un salvoconducto que nos permita empezar a jugar con algunas ideas respecto de cómo nos relacionamos quienes estudiamos -o enseñamos, o trabajamos, o deambulamos de algún manera y por algún motivo (o sin él)- en nuestro querido rascacielos. La metáfora-hipótesis es la siguiente: con un poco de imaginación y espíritu crítico, podemos encontrar reflejadas nuestras relaciones interpersonales en la disposición misma de los espacios de nuestro edificio. Empecemos por lo que, de tan obvio, resulta esquivo: en la misma manzana, distantemente adheridos, hay al menos tres edificios. Coexistimos -¿convivimos?- de manera autista las comuni-
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5 M I L -------------------7 M I L -------------------10 M I L --------------------
ALU MNOS
dades de tres facultades distintas en una misma manzana, con mínima noción la una de la otra, aunque sin estar demasiados seguros la mayoría de nosotros si se trata de un mismo edificio, de dos, de tres o de una gran ilusión óptica. Pero dejado semejante nimiedad de lado, me permito partir con una pregunta: ¿qué nos encontramos cuando ingresamos a la facultad? Permítanme asumir que entramos por la calle Paraguay. Pasamos las escalinatas, la antesala y entramos a un hall que parece intentar escupirnos de allí con cada paso que damos ¿Recibimiento? ¿Indicaciones? ¡De ninguna manera! Poco espacio, entrada (siempre bajo llave) a un aula magna que será sustancia de párrafos venideros y una disposición que grita:
“PROHIBIDO PERDER EL TIEMPO”. Las únicas dos insinuaciones de explanada en donde podría fantasear con encontrarse un grupo humano están a los lados, organizando el destierro: frente a los eternos ascensores y los interminables pasillos cuya función es llevarnos a algún lugar supuestamente más productivo. Desde allí, piso a piso, el encuentro siempre es con puertas cerradas: prohibido entrar en un aula a menos que sea para sentarse tímidamente a escuchar a un profesor; prohibido siquiera fantasear con utilizar cualquier espacio de la facultad sin antes transitar los áridos laberintos de una burocracia
LABERINTOS DE UNA
BUROCRACIA
----TRAN S ITAN
E N M E D I C I NA
más bien circense. Desde los salones del subsuelo -que hasta hace no tanto tiempo tenían el solidario hábito de quedar abiertos durante el día- hasta los grandes anfiteatros de teóricos, todos los espacios que no son de tránsito se encuentran preventivamente sellados. Únicamente en los oscuros y atemporales pasillos tenemos permitido improvisar un encuentro. Nuevamente, los estudiantes solamente tenemos derecho a transitar por nuestra facultad, pero nunca a permanecer; como
ETERNOS EXTRANJEROS , vivimos años de exilio en nuestra propia casa de estudios. Síntesis de esto es el Aula Magna. Es prácticamente lo primero que cualquiera que ingrese por la entrada principal podrá ver y sin embargo se encuentra completamente vedada para actividades estudiantiles no adictas al gobierno universitario. Tantas son las cerraduras que resguardan este altar expulsionista y tan poco quienes tienen las llaves que en muchas ocasiones ni siquiera ciertos profesores pueden acceder a ella. Su puerta constituye una verdadera frontera cuyo visado es, sencillamente, el dinero: la presteza con la que se habilita para recibir congresos y conferencias (relacionadas o no con la medicina) que abulten las arcas de los “recursos propios” de la facultad producen la ilusión óptica de que se encuentra abierta. Pero, indefectiblemente, amables señores de traje nos recuerdan nuestro carácter de ajenos y nos invitan a no intentar ingresar.
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¿Y qué decir de nuestra querida biblioteca? Es quizás el último reducto de cotidianeidad con el que contamos esos pertinaces nómades que somos los estudiantes de la salud. Su sala parlante, específicamente, es uno de los pocos espacios que, mate de por medio, nos permiten escalar las pilas de libros para vernos las caras a través de sus mesas redondas en uno de los pocos ambientes con luz natural en todo el edificio. Paradójicamente, el único lugar pensado desde el diseño y el gobierno de la facultad para el encuentro de estudiantes para razones meramente académicas termina siendo el punto más propicio para el encuentro humano, en oposición a un bar estudiantil que tanto por su concepción espacial como por su modo de administración parece tan solo otro pasillo gris. Lamentablemente, y aunque la denuncia no sea la finalidad de esta nota, quien escribe no puede ni quiere dejar de mencionar el lamentable estado de la misma, que con sus cintas de seguridad nos recuerda a todos que nuestro edificio es una
chos que podemos plantearnos. ¿Qué pasaría si las aulas estuvieran permanentemente abiertas, como sucede en otras facultades? ¿Qué sucedería si pusiéramos a disposición de todos los patios y terrazas de la facultad? ¿Y si tuviéramos un bar en donde nos encontráramos profesores y estudiantes? ¿O un sector de la facultad plenamente consagrado al ocio y al encuentro humano? En otras palabras: ¿qué pasaría si pusiéramos en el centro de la facultad a quienes la caminan todo el día? La pregunta queda abierta, así como las páginas de esta revista para quienes se animen a imaginar salidas e improvisar respuestas. ----------------------------------------------------------------
RATONERA MORTAL DE LA QUE DE MILAGRO SALIMOS ILESOS CADA DÍA Ante este panorama de desencuentro, valen la pena algunas preguntas: ¿quién y por qué diseñó este edificio de esta manera?, ¿por qué no está contemplada la necesidad de encuentro humano? Parece ineludible el paralelismo entre un edificio enajenante con una concepción de la medicina cosificante, que trata al sufriente como un objeto roto antes que como una persona con un padecimiento que acude al encuentro con otro ser humano en busca de comprensión y alivio. ¿La vivencia del mundo de los pasillos no es acaso una vivencia muy similar en muchos aspectos a la de la carrera en general? Sin preguntas ni espacio donde plantearlas: simplemente un laberinto que tenemos que atravesar sin hacer demasiado ruido. Pero no tiene por qué ser así. Si los ladrillos de la facultad son de algo más que piedra, si su verdadero cemento somos las personas -los estudiantes que aspiramos a hacer de la medicina (en el sentido amplio de la palabra) una práctica realmente viva, los docentes y profesores que no se contentan con repetir sino que nos desafían a pensar juntos, los trabajadores que están orgullosos de poder decir que gracias a ellos se mueve esa bestia que es la facultad de medicina- son otras las preguntas que podemos hacernos, otros los te-
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¿QUÉ PASARÍA DE LAS AULAS ESTUVIERAN PERMANENTEMENTE ABIERTAS, COMO SUCEDE EN OTRAS FACULTADES?
¿QUÉ PASARÍA SI PUSIERAMOS EN EL CENTRO DE LA FACULTAD A QUIENES LA CAMINAN TODOS LOS DÍAS?
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Ubicados en el aula magna de la facultad, se desarrollarán bajo los títulos de “Salud y salud pública” y “Modelo productivo y Salud”
2º SEMINARIOS ESPECIALES DE EMBRIOLOGIA APLICADA 15
SEMINARIOS ESPECIALES DE EMBRIOLOGÍA APLICADA Por: Anigma Sailacles Desde hace tiempo ya, los estudiantes ayudantes de Embriología de la I unidad académica de la carrera de Medicina de la UBA nos organizamos en pos de mejorar la calidad de las clases y el funcionamiento de la cátedra; con esto en mente creamos material didáctico nuevo, desarrollamos una página oficial de la cátedra y, en diversas formas, comenzamos un camino hacia la homogeneización de ciertos criterios académicos. En el transcurso de ese trabajo, reforzado por nuestras propias diferencias, surgieron múltiples discusiones que, a fines de este articulo, circunscribimos en temáticas como pedagogía, filosofía de la ciencia y nuestra formación como médicos; así nos surgió la necesidad de crear un ámbito que hasta entonces no existía, aquel donde pudiéramos desarrollar, profundizar y actuar sobre temas que nos movilizan. Así nació el proyecto de seminarios extraprogramáticos abiertos a la comunidad enfocados en puntos tratados superficialmente en nuestra currícula. Inicialmente el núcleo de estas actividades estaría centrado en la temática del aborto, el cual es tratado en las distintas materias de forma parcial y discrecional (por ejemplo en bioética se lo analiza únicamente desde el aspecto moral/ético y con francas variaciones entre docentes). Con este objetivo en mente empezamos a planificarlos apuntando a desarrollarlos desde las bases del plantel docente.
Durante estas reuniones debatimos y replanteamos el contenido de estas actividades considerando oportuno agregar temáticas que compartieran las características expuestas. Frente a la práctica docente de cumplir con las cuatro horas de clase reglamentadas, decidimos profundizar en nuestro rol y formación al desarrollar esta propuesta y con este acto intentamos redefinir, aunque sea para nosotros, al docente-estudiante. El resultado fue un pliego construido con tres pilares (anticoncepción, aborto y diagnóstico y tratamiento prenatal) que fue bienvenido por coordinador de la materia, quien, además, propuso agregar como cuarto tópico fertilización asistida. Con el aval de la Titular y la gestión por parte del coordinador (que nos facilitó, entre otras cosas, la disponibilidad del aula de la tercera cátedra de Farmacología) restaba, por un lado, reunirnos con los disertantes para darles plena libertad en la confección de sus respectivas exposiciones y, por otro, solucionar los aspectos logísticos de los mismos. Con más o menos detalles, ya estaban delineados los Primeros Seminarios Especiales de Embriología Aplicada, ideado y organizado desde las bases del plantel docente. Finalmente disertaron, frente a 400 personas, ocho profesionales que representaban distintas áreas de la salud y el derecho.
ANTICONCEPCIÓN
ABORTO
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El 28 de Septiembre dio apertura a las jornadas Maria Paz Bidondo, Médica genetista y docente de Embriología de la cátedra organizadora, seguida por su colega genetista, el Dr. Boris Groisman. A lo largo de las exposiciones, surgieron como puntos claves el desarrollo de nuevas técnicas de diagnostico prenatal en las últimas décadas y la importancia del conocimiento de las mismas por el personal de salud, con el objetivo de mejorar las condiciones para la toma de decisiones informadas por parte de los pacientes. Asimismo se puso en evidencia la utilidad efectiva de cada prueba diagnóstica en particular y sus disponibilidades restringidas a ciertos subsistemas de salud. En otro eje se destacó la importancia del trabajo multidisciplinario profundizado con la creación de un medio virtual que, a su vez, propició la construcción del primer proyecto de vigilancia epidemiológica de anomalías congénitas. En cuanto a fertilización asistida se mostraron dos enfoques, uno centrado en lo técnico a cargo del Dr. Rey Valzacchi y otro en el desarrollo de la ley de fertilización asistida en manos de la Dra. Verolín. Mientras que por un lado se aclararon los diversos conceptos referidos a la temática y se describieron las distintas técnicas, por otro se profundizo en las implicancias de la legislación, siendo resaltadas por la disertante la filiación entre el aportante de gametas y el eventual individuo; las limitaciones en la investigación sobre los embriones producidos y no implantados y la cobertura que tendría la utilización de la técnica.
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El 5 de Octubre tuvo lugar el segundo encuentro, en donde se discutió la temática del aborto de una forma más amplia. Empezaron con las definiciones legales y se enfocó en las realidades vividas en espacios como un centro periférico de salud y el hospital Italiano. Se discutió también sobre las aristas políticas y culturales, sociales y médicas, así como se evidenciaron distintas interpretaciones sobre los “datos duros” tanto internacionales como nacionales. Desde todos los enfoques, provenientes de distintas áreas de la salud y el derecho, destacaron la necesidad de regular urgentemente este problema desde la salud pública y el derecho. El saldo de esta actividad se vio reflejado en distintas aristas. Por empezar, la apuesta fue respaldada por el aula de seminarios repleta en ambas ocasiones; en un seguir, se genero, fuera de lo previsto, un espacio de encuentro que se materializó en la gesta de nuevos proyectos entre los disertantes que, quizás, no se hubieran encontrado de otra forma; en ese mismo espacio se hicieron tangibles, en sus preguntas, las distintas ópticas y posicionamientos de los profesores asistentes. Durante ocho horas, los disertantes y los asistentes desarrollaron los tópicos, a partir de la evidencia presentada, desde un plano crítico, óptica a la cual, lamentablemente, no estamos acostumbrados. ----------------------------------------------------------------
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Es por todo esto que instamos a que este tipo de propuestas crezcan, se multipliquen y profundicen en los próximos tiempos; quizás así recuperemos buena parte de lo que creemos hace a nuestra formación.
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LA CULTURA QUE NOS
REPRESENTA Por Ana Saidón
Hoy el famoso cuadro reproducido aquí* es conocido por cualquier estudiante de las carreras de la salud, por ser comúnmente utilizado, como imagen de tapa de los libros de anatomía, atlas, textos de biofísica, etc, con el fin de retratar nuestras clases y formación. La imagen data del 1632, cuando el gremio de cirujanos de Amsterdam le pidió a Rembrandt que retratase la clase pública de anatomía que tenía lugar todos los años en el teatro de anatomía de dicha ciudad. Hasta 1575, año en que se fundó la Universidad de Leiden, no había gran cantidad de médicos en Holanda; los pocos “matriculados” habían estudiado en Francia o en Italia. El cuidado de los enfermos estaba, en esos tiempos, cien por ciento en manos de los cirujanos y las “amas de casa”. Por este motivo, en 1555 y bajo el pedido insistente del gremio de cirujanos, se le otorga al mismo un permiso para realizar, una vez al año, una disección pública. Instruir a todos para evitar y reducir los errores comúnmente cometidos a la hora de atender a un enfermo era el objetivo de este evento social anual. “para que no se cortasen venas en vez de nervios o nervios en vez de venas” es la frase del permiso que resume estas intenciones. Un corriente e invernal día holandés el “público” y “los maestros” se reunían alrededor de un cuerpo. Éste debía ser el de algún criminal ejecutado y la disección debía ser llevada a cabo en los meses de invierno para evitar las molestias provocadas Médico docente a sus alumnos en UDH mientras por el olor desprendido (estas disecciones dura- explica cómo acercarse a un paciente. ban como mínimo, varios días).
“Esto es como en anatomía, o pueden horrorizarse por ver al cuerpo como un todo, o pueden ponerse felices de encontrar el nervio mediano.”
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Estas clases prácticas públicas siguieron realizándose durante años, de hecho continuaron un tiempo una vez abierta la Universidad de Leiden. Fue en este contexto que, en 1632, el Dr. Nicolaas Tulp, un reconocido cirujano holandés y encargado de dar la lección dicho año, le pidió a Rembrandt que retratase el evento. Ahí nace el famoso cuadro. La historia e información que se esconde en el cuadro es más que peculiar. Empecemos por centrarnos, al igual que lo hace la imagen, en el muerto: Aris Kindt. Capturado por haber robado una billetera (o algo de similar valor) a un hombre en una feria, crimen le costó la vida. Fue asesinado por las fuerzas de seguridad de Ámsterdam como castigo, siendo el cuerpo entregado al gremio de cirujanos para ser co-protagonista de la clase pública a ser realizada en esos días. Para ciertos autores, esto demuestra que la clase media holandesa de esa época (suponiendo que esto ha cambiado) suponía como pena correspondiente a dicho crimen no sólo la muerte mas también la disección pública, el desarme poco a poco, músculo por músculo, fascia por fascia, del cuerpo de quien horas antes había tomado del bolsillo de algún otro una simple billetera. En cualquier caso, hacía falta un cuerpo para la clase de anato, lógico ¿no? Contrapuestos al muerto aparecen, claramente, los vivos; representados en este caso por los médicos; aquí retratados vistiendo sus mejores ropas. Todos prestan suma atención al Dr Tulp, de hecho, ninguno mira al cuerpo de Kindt. Las miradas fijas en su superior o en su defecto en un libro que los enfrenta, nada más y nada menos que un atlas de anatomía, muestran cómo el tratado y los gráficos en él dibujados resultan más importantes que el cuerpo, ejemplo, real. Rembrandt, como el buen observador que era; habiendo percibido estas contradicciones, ubica como protagonista central de la escena, al paciente/criminal/cuerpo demostrando así ser el único que realmente lo ve dado que los pertenecientes
al gremio simplemente se ubican a su alrededor cual si fuera un centro de mesa. Si bien el retrato del asesinado no es proporcionalmente perfecto, el pintor parece ser el único en reparar en las sombras en él impuestas, en la expresión triste y dolorosa de sus facciones, en su color pálido-verdoso. El orden con el que comienza la disección es igualmente notorio. Dada la ubicación temporoespacial del hecho, lo lógico hubiera sido comenzar por las vísceras y sus continentes, dado que son lo primero en descomponerse y en perder su integridad. Sin embargo, el cuadro refleja que se ha decidido comenzar por lo que quizás fue el arma material del “crimen”: la mano izquierda. Es llamativo, y quizás sea por pura casualidad, que este orden sea (también) el mismo que el llevado a cabo por la mayoría de las cursadas actuales de anatomía en la UBA. En el retrato de dicha mano reside un misterio en sí mismo. En la porción correspondiente de la pintura, se pone de manifiesto la historia, el sentido y el objetivo del retrato: la disección. Siendo éste el punto más crítico y tenso del cuadro, todo se va rápidamente por la borda. Es aquí donde el pintor, probablemente de forma deliberada, “falla”. La mano perfectamente pintada, si bien un poco desproporcionada y grande, debía ser la porción ventral (la palma) de la mano izquierda, sin embargo, al prestar especial atención se revelará que los músculos y tendones allí exhibidos son los correspondientes al dorso de una mano derecha común y silvestre, tal cual estaría representada en un libro de anatomía. Las posibilidades de que Rembrandt se halla equivocado resultan escasas y poco creíbles. Sus profundas nociones sobre anatomía humana eran de público conocimiento e indudables. Resulta más factible, que la ruptura de la composición no sea otra cosa que una demostración más que el pintor hace sobre la violencia impuesta sobre Aris Kindt por parte de los médicos y la sociedad espectadora y, por lo tanto, cómplice. Ahora bien, que uno de los mejores cirujanos de
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Holanda haya aceptado semejante falacia como representativa, manifiesta otro punto alarmante con respecto a este error; problema para el cuál no hay aún, teorías explicativas fuertes. Hay muchas preguntas que se disparan a partir de lo expuesto: ¿Por qué se insiste en que lo real encaje en lo teórico (el cuerpo real, en el esquema del libro de anatomía)?, ¿Por qué los médicos, quienes debieran procurar por el bien, la integridad del paciente, son los que menos atención le prestan al mismo?, ¿Por qué seguimos siendo representados por este cuadro en los libros de nuestras carreras?. A quien haya leído estas líneas como una simple crónica, lo invito a releerlas pensando en sus cursadas actuales y pasadas, no sólo de anatomía sino de cualquier materia que haya tenido lugar bajo las carreras de Ciencias de la Salud. Que un retrato pintado en 1632 siga siendo un reflejo tristemente acorde a nuestra formación y oficio actuales, debe por lo menos, alertarnos. ----------------------------------------------------------------
* La lección de anatomía del Dr. Nicolaes Tulp, Rembrandt, 1632.
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EL UNIVERSITARIO Por Victoria Wolf
El que explora. El de la búsqueda incesante, llena de altibajos, de certezas partidas, de dudas que construyen, de preguntas que caminan y hacen avanzar. El que crece, no importa la edad que tenga, y a la vez es niño y explora y cuestiona y no entiende y repite e intenta hasta que algo,.. algo suena y se acomoda.
Ramas que se tocan, se juntan, se separan, se enroscan, se quiebran, les salen hojitas, y flores, y se caen, y renacen.
El adolescente y niño y adulto a la vez: esa síntesis de tiempos en el cuerpo y en las expresiones, pero también en la mirada y en las conclusiones y razonamientos, en las salidas. El explorador, la curiosa, el hijo del rigor, la estricta, el parcimonioso, la disciplinada. El hippie, el jodón, los artistas. El que milita, el justiciero, la que enfrenta, el que no se calla, la que calla todo, los artistas.
Cada puesta en escena tiene sus protagonistas, por ende historias, porque el solo cuerpo habitado cuenta.
El universitario que rota de roles, el versátil. Es amigo, acompañante terapéutico, padre, laburante, docente, docente honorario, es hijo, alumno, estudiante, zafante, investigador, militante, voluntario, hermano, trabajador, psicólogo, paciente, médico sin título, músico, actor, bailarín, improvisador.
Hace música, con método e improvisación. Hay Mozart y hay jazz.
El que vive en un universo lleno de universos: porque no renunciamos a la pertenencia, a la aceptación, a la compañía, al amor, a la amistad, a ser personas, artistas. A empaparnos de los demás. Cuánta es la riqueza que tienen todos estos personajes, en todos estos universos, y versos, y prosas y poesías, este espiral de roles como ramas infinitas de un tronco inmenso y enraizado.
¿Cómo no pensarnos como artistas de nuestros caminos?
El universitario maneja roles, tiempos, emociones, iluminaciones, síntesis y fracasos e historias. Cambios de vestuario, de escenografías, de públicos, de intenciones, de matices. De paradigmas.
Es, por qué no, deportista, repleto de metas, objetivos, entrenamiento, focalizado. Lleva en su mano la pluma y el pincel, y deja huellas y filamentos, palabras y fragmentos, por donde camine y comparta. Y es papel absorbente de experiencias y conclusiones y aprendizajes de hermanos y amigos y compañeros que transitan el camino del conocer. ----------------------------------------------------------------
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CRISIS EN LA
BA BE
EDUCATIVA EN CIENCIAS DE Prof. Dr. Pedro M. Politi
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Verdadera metáfora de la situación, el edificio
L LA SALUD
donde transcurren muchas horas semanales de docencia e investigación, viene deteriorándose progresivamente. Las condiciones habitacionales son sencillamente indignas e inseguras. Una institución que declara formar profesionales de la Salud exhibe amplios sectores públicos saturados de humo de tabaco, basura a la vista de todos, falta de gas – y por tanto, abuso y peligrosa sobrecarga de la vetusta instalación eléctrica - e insuficientes y antihigiénicos servicios sanitarios (luego… ¿cómo pretendemos educar en pautas de higiene y responsabilidad profesional para reducir la transmisión de infecciones?). La fachada exhibe carteles de “obras”… sin fecha comprometida de finalización.
¡Si sólo eso fuera el problema! El edificio viviente de la Facultad es la comunidad (¿comunidad?) universitaria que lo habita: partida en bloques incomunicados, en dicotomías interminables: “los de Medicina”, no se comunican con la gente de “Conexas”; la brecha entre docentes y no-docentes es amplia; la “clase dirigente” sólo se digna enviar algún e-mail a sus “dirigidos” (no necesariamente representados) cada cuatro años – para reclamar el voto calificado de un círculo cuyo acceso (concursos) está manejado por los mismos “dirigentes”, no necesariamente en función de méritos académicos, sino de acuerdos espurios1. Se proclama meritocracia: se actúa en base a amiguismo y “trenzas”. Esto, sumado a las antinomias clásicas: básicos versus clínicos; UDH versus “la Facultad”, hospitales “importantes” y “periféricos”, y así se podría seguir. Esta Babel tiene subpoblaciones que hablan diversos idiomas.
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EL EDIFICIO DE NUESTRA FACULTAD Hay escasas instancias de reflexión, y esto es muy bueno para quienes detentan el poder: no hay tiempo para cuestionamientos; esto es una “carrera”. En la vida estudiantil, la muerte aparece en los cadáveres de Anatomía, para ser luego escamoteada. Como si nuestra misión fuese erradicarla. El paciente, el Otro, irrumpe desde el comienzo de la Unidad Hospitalaria: su desamparo y la per2 versidad del “sistema” impactan duramente. No hemos alcanzado un consenso sobre qué clase de profesional de la Salud se busca formar; no sorprenderá que estemos perdidos.
Quizás las autoridades tengan razón, después de todo:
¿PARA QUÉ MANTENER ESTO? (más allá de lo obvio: para mantener sus beneficios y estructuras de poder: derechos adquiridos). Deberíamos preguntarnos si sería posible tener una Facultad sin edificio ni autoridades (¿un “que se vayan todos” universitario?) y qué seguiría funcionando:
- el entusiasmo de muchos/as estudiantes y de no pocos docentes y no-docentes - el concepto de la “Universidad como motor de ascenso social”
“Esta Facultad tuvo Premios Nobel”… sí, claro… a uno, le hizo la vida imposible, tanto que colegas extranjeros hicieron una colecta para ayudar a su laboratorio; otro aquilató sus logros en el exterior, lejos de aquí. El último Premio Nobel argentino en ciencias biológicas fue ganado hace casi 30 años – dos años antes del Mundial `86. Es hora de un sinceramiento. La mayoría de los que trabajan en la Facultad, no cobran sueldo. Y la mayoría de los que cobran… Por otra parte, ningún estamento de la vida universitaria puede desentenderse de sus obligaciones. Como botón de muestra: el uso responsable de las instalaciones es la excepción, y las pocas mejoras que algunos grupos pudieron ofrecer fueron vandalizadas.
- el trabajo de construcción de un pensamiento crítico profesional, no alineado con la industria farmacéutica, el complejo industrial diagnóstico-terapéutico, ni el poder político. Con la Salud del paciente como supremo interés.
VIVIMOS COMO EN UN HOTEL:
1
SUPONEMOS QUE “ALGUIEN” VENDRÁ A LIMPIAR O REPARAR.
“Más y mejores medicongas” fue en el pasado un lema electoral, mientras las malas perspectivas post-graduación y el trabajo esclavo siguen rampantes para los jóvenes graduados. El deterioro tiene muchos “padres” y se alcanzó con muchos silencios e inacciones.
El edificio de la Facultad da vergüenza; por sus cañerías y cables sube un hedor inocultable. Convocamos a familiares y amigos a las entregas de títulos, pero … ¡que no vean cómo vivimos aquí! Quizás por esa cínica visión (“sigamos; no son capaces de rebelarse ni reaccionar”), las cosas están como están. Por eso es de celebrar que se apueste a un debate, a una reflexión y toma de conciencia. Nos vemos en el camino. Al menos un concurso para Profesor Titular de Farmacología fue declarado “inválido y nulo” por “discriminación ideológica” (Politi vs UBA; fallo unánime, Sala III, Cámara Federal en lo Contencioso Administrativo; 2012). Además, han sido infructuosos los intentos por evitar que los miembros del Consejo Directivo se autoseleccionen como jurados (votan dos veces: en el jurado y en el Consejo) o los elijan “a dedo”. 2 Sistema: Conjunto de cosas que relacionadas entre sí ordenadamente contribuyen a determinado objeto. En: Diccionario de la Real Academia Española. www.rae.es
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LA RELACIÓN MÉDICO-PACIENTE
Por Marcelo Álvarez
INTRODUCCIÓN La relación médico-paciente (RMP) es el eje central del desempeño profesional, no solo de los médicos sino de todos los profesionales de la salud. Debería llamarse relación médico-persona, ya que el término paciente involucra un prejuicio, podría incluso considerarse peyorativo y suele ser la base sobre la que se estructura la asimetría de la relación. La RMP no es comunicación médica, ni entrevista médica, es mucho más que eso. Una de las acepciones de relación es conexión y, más precisamente los médicos, podríamos llamarla compromiso Este compromiso es profesional, a través del juramento hipocrático, y humano a través del carácter netamente social de la medicina como ciencia, concepto muy declamado en los discursos pero poco llevado a la práctica. Por este carácter social de la RMP, ésta no es universal; hay tantas RMP como personas, ya que son diferentes los contextos, las culturas, las creencias y los valores, que le confieren individualidad a ese momento y lo hacen único.
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La relación médico-paciente está estructurada so- entendiéndose como una inequidad a una bre el principio de la medicina como ciencia social. desigualdad, pero con tres características, que es El fuerte desarrollo tecnológico desde mediados del siglo pasado ha ido deteriorando esta relación y dando lugar a un fetichismo tecnocrático que ha alejado el compromiso del médico con las personas. Además ha incrementado la asimetría de la relación, de un lado todo el poder y del otro la sumisión. Es así que los profesionales no escuchan ni hablan con sus pacientes, les muestran sus estudios en películas. Nuestra interpretación de los hechos exige describir lo que nosotros llamamos dos paradigmas en pugna: el paradigma sociológico-humanista y el paradigma biomédico-cientificista, que estructuran una forma de hacer y de ser en la relación médico paciente.
-Ser médico no solo es dominar un saber y una tec-
nología, sino también hacerse cargo de los valores y preocupaciones de las personas.
CUIDAR LA SALUD Y ATENDER LA ENFERMEDAD
Llama la atención la ligereza con la que se utilizan las palabras salud y enfermedad como si fueran antónimos o las dos caras de una misma moneda. En primer término deberíamos intentar definirlas. Si bien son muchas las definiciones de salud, nosotros preferimos concebirla “una construcción cultural muy compleja y un estado progresivo de resolución de las inequidades sociales”. La salud es un fenómeno de construcción comunitaria y esta construcción es cultural y dependiente de la historia, de las creencias, de los valores, de las redes de significados comunes, de la estructura económica, de la estructura política, etc. Por este motivo es muy compleja y se explica por qué es muy difícil establecer estándares de salud ya que, por ser la medicina una ciencia social, son las personas las que deben definir qué es salud para ellas. Cobra así valor el concepto de calidad de vida (véase el Cap. 2 Calidad de vida relacionada con la salud: conceptos y campo de aplicación en Medicina), que es un valor percibido como estado saludable y que define el paradigma sociológicohumanista de la RMP, que se centra en el cuidado de la salud y cuyo principal objetivo es proporcionar el mejor cuidado a las personas, que les permita desarrollar su proyecto de vida, entendido esto, en sentido amplio, como calidad de vida. El primer paso para lograr este objetivo de calidad de vida es la resolución de las inequidades sociales,
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innecesaria y evitable y por ende injusta. El Dr. Ramón Carrillo, primer Ministro de Salud de la República Argentina, al comienzo de la década de 1950, frente al entusiasmo mundial por el descubrimiento de los antibióticos, expresó: “frente a las enfermedades de la pobreza, la miseria y la marginación social, los gérmenes son una pobre causa de enfermedad”, estableciendo con claridad cuál debía ser la prioridad; primero resolver las inequidades sociales. Al otro paradigma, centrado en la atención de la enfermedad, lo denominamos biomédico-cientificista. Es necesario definir dos palabras: cuidar y atender. Cuidar es ir hacia las personas, atender es esperar que las personas vengan. Estas dos palabras definen y estructuran la ideología de cada uno de los dos paradigmas. Un ejemplo que puede parecer extremo, puede ayudar a la comprensión conceptual: un hospital es un lugar de atención y una visita domiciliaria es una actividad de cuidado. Otro ejemplo, que puede parecer banal, deja en claro esta diferencia: dos madres dejan a sus niños en la cuna para hacer los quehaceres domésticos; una lo va a ver cada 15 minutos y, la otra, solo cuando lo escucha llorar; la primera lo cuida y la segunda lo atiende.
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La salud es una construcción cultural muy compleja, es un estado progresivo de resolución de las inequidades sociales. Definir enfermedad es el otro polo del problema, con etimología hebrea, enfermedad es debilidad, es una definición mecanicista centrada en lo biológico. Encuadra con los principios del paradigma biomédico-cientificista, atender el cuerpo no la persona. Sin embargo, el término enfermedad puede ser interpretado de acuerdo con otra etimología proveniente de un dialecto judío antiguo, que la traduce como “sin proyectos”. Esta acepción es concordante con el concepto de calidad de vida, eje del paradigma sociológico-humanista. El deterioro biológico del ser plantea limitaciones pero, lo relevante, es cómo estas limitaciones influyen en el proyecto de vida de las personas. Si lo interrumpen, la persona estará gravemente enferma, si no lo afectan, no se modificará su condición de salud.
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La enfermedad es la circunstancia personal que interrumpe el proyecto de vida.
Adviértase que no hay una relación directa entre la magnitud del daño biológico y la magnitud del daño sobre el proyecto vital. Así, pequeñas modificaciones biológicas pueden destruir un proyecto de vida y otras, de magnitud, pueden no afectarlo. Es el caso de las personas que concurren en repetidas ocasiones a la consulta en busca de ayuda por síntomas menores e inespecíficos que alteran su vida cotidiana, pero que médico minimiza y, frente a los cuales, en general luego de solicitar una amplia batería de estudios complementarios para “descartar” diferentes enfermedades, entrega como única respuesta “usted no tiene nada”. Por otro lado, el famoso físico inglés Stephen Hawking, autor de la teoría del agujero negro, está cuadripléjico, afásico, con incontinencia de esfínteres y alimentado por una sonda nasoyeyunal. El paradigma biomédico-cientificista lo consideraría un paciente terminal, gravemente enfermo. El paradigma sociológico-humanista lo considera sano, ya que, como él mismo expresara “tengo algunos problemas pero me siento bien” y, además no ha modificado su proyecto de vida que, últimamente le ha permitido cuestionar su propia teoría. Este contraste entre ambas visiones se debe, a nuestro entender, a la falta de medición del impacto, es decir de cómo los deterioros biológicos influyen sobre los proyectos vitales y cómo el accionar de los médicos modifica estas situaciones. Son las personas las que tienen que decir si están mejor o peor y qué significa eso para ellos. No es el valor de la glucemia o del hematocrito o de la tensión arterial lo que define la calidad de vida. La calidad es un valor percibido y es, en este concepto, en el que se percibe con claridad el enfrentamiento entre los dos paradigmas. El sociológico-humanista cuida la salud y valora el deterioro biológico de acuerdo con su impacto sobre la calidad de vida. El biomédico-cientificista atiende la enfermedad e informa a las personas sobre su gravedad en relación directa con el deterioro biológico que padecen. La identificación del profesional de la salud con uno u otro paradigma va a resultar en dos relaciones médico-paciente totalmente distintas.
“Se escucha a diario decir que en la actualidad existe una pandemia de diabetes cuando lo que existe en realidad es una pandemia de hábitos y estilo de vida no saludables, que se modifican con educación, empezando por la de los propios médicos.”
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PARADIGMAS Y RELACIÓN
MÉDICO-PACIENTE La relación médico paciente puede ser definida por cuatro características que son diametralmente opuestas en los dos paradigmas antes descritos.
En el SISTEMA DE ATENCIÓN DE LA ENFERMEDAD (SAE) del paradigma biomédico-cientificista, la relación médico-paciente es biologicista, individualista, pragmática y autoritaria. En el SISTEMA DE CUIDADO DE LA SALUD (SCS) del paradigma sociológico-humanista, la relación médico-paciente es biográfica, sociológica, dogmática y responsable. En el SAE la RMP es biologicista porque focaliza su atención en los órganos y los sistemas. Intenta hacer un mapa del daño biológico, como si se tratara de las piezas de un motor descompuesto; el enfermo no es la persona sino el hígado. La estrategia de comunicación en la entrevista médica es el interrogatorio, con preguntas y respuestas de acuerdo a un protocolo estructurado con anterioridad a la relación. En el SCS la RMP es biográfica porque el momento actual tiene un pasado y una historia de vida en la que suele haber claves de la situación presente. La enferma es la persona y no sus órganos o sistemas. La estrategia de comunicación en la entrevista médica es la anamnesis que significa ayudar a recordar; el médico escucha a la persona y trata de ayudarla en su recuerdo solo con preguntas puntuales. En el SAE la RMP es individualista porque el problema de la enfermedad es un problema individual. El médico suele hacer un prontuario del paciente y luego dicta un veredicto y una sentencia: “Usted es hipertenso, diabético y padece insuficiencia renal avanzada, no tiene muchos años de vida y en pocos meses deberá someterse a hemodiálisis”. El paciente es culpable, no tiene cómplices, no hay un contexto social y los hábitos y estilo de vida que lo llevaron a esta situación son perversiones personales. La atención está centrada
en las consecuencias y no en las causas. En SCS la RMP es sociológica porque no existe un individuo sano en una sociedad enferma. En este contexto resulta vital comprender que el 40% de
la morbimortalidad se debe a hábitos y estilos de vida no saludables, y el 30% a factores ambientales; el otro 30% se lo reparten el factor biológico (20%) y las deficiencias en la atención de la enfermedad (10%). Como se puede ver el 70% de la morbimortalidad está relacionado con factores como la mala alimentación, el sedentarismo, el tabaquismo, el estrés cotidiano, la polución ambiental y la carencia de agua potable y de cloacas, que son claramente factores socio-comunitarios. Sin embargo, al momento de asignar los recursos, el sistema de atención de la enfermedad se lleva el 90% de ellos porque en la atención de la enfermedad se concentra los intereses de rentabilidad de la atención médica, en especial el de las industrias farmacéutica y de la tecnología médica. Las bases de esta inequidad son claras: centrar la atención en las consecuencias y no en las causas. Se escucha a diario decir que en la actualidad existe una pandemia de diabetes cuando lo que existe en realidad es una pandemia de hábitos y estilo de vida no saludables, que se modifican con educación, empezando por la de los propios médicos.
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biologicista / biográfica
individualista / sociológica
pragmática / dogmática
autoritaria / responsable
En el SAE la RMP es pragmática, hay una solución para cualquier problema y no importa el costo, el paradigma es la panacea (un remedio para todo). En nuestro país el 80% del presupuesto de salud se gasta en los 3 últimos meses de vida de las personas, cuando el daño ya está avanzado, suele ser irreversible y se perdieron las oportunidades del cuidado. Entonces se aplican los fármacos y recursos tecnológicos más costosos en las salas de terapia intensiva, no para prolongar la vida sino para prolongar una agonía. En el SCS la RMP es dogmática, basada en el dogma que surge de la etimología de la palabra médico (del griego medeos: cuidar). Sin embargo, siempre se hace referencia a los médicos como “los profesionales del arte de curar”. La persona del médico es el principal recurso terapéutico y el menos costoso. Investiga cómo el paciente simboliza su enfermedad y le permite actuar con la eficacia simbólica del hombre que acompaña a otro hombre, completando y enriqueciendo la eficacia del tratamiento biológico. Confortar en el sentido antropológico, es comprometerse a ayudar al enfermo en la búsqueda del significado de su sufrimiento, porque cuando se tiene una idea sobre ese significado, se deja de sufrir, quizás siga el dolor, pero, solamente el físico. En los tiempos de la supremacía tecnológica, se suele utilizar el término “alta complejidad” para la aplicación de recursos técnicos en medicina. Se deberá advertir no obstante, que la complejidad que conlleva el aprendizaje de saber escuchar y acompañar a las personas es también una alta complejidad, pero humanística. La palabra del médico puede curar como el mejor fármaco y también puede enfermar como el peor de los gérmenes. Pero no habrá nunca fármacos ni desarrollos tecnológicos que quiten el miedo, infundan alegría y aumenten la autoestima de las personas. En el SAE la RMP es autoritaria porque el médico ordena un curso de acción y el paciente debe cumplir, no existe el libre albedrío. En muchos casos la situación parece ser una amenaza de muerte: “si usted no se opera hoy, se muere mañana”. En el SCS el médico es responsable porque informa sobre lo beneficioso y advierte sobre lo perjudicial, pero no obliga a lo primero ni juzga ni condena si el paciente no sigue sus recomendaciones. Lo acompaña en ese difícil camino del sufrimiento, no lo abandona, trata de encontrar nuevos puntos de equilibrio y se concentra en su calidad de vida.
“Entonces se aplican los fármacos y recursos tecnológicos más costosos en las salas de terapia intensiva, no para prolongar la vida sino para prolongar una agonía.”
CONCLUSIÓN Las expectativas que tenemos los médicos sobre los resultados de nuestro accionar suelen no coincidir con las percepciones que tienen nuestros pacientes sobre su salud. Reflexionar sobre la ideología de los paradigmas expuestos puede aumentar estas coincidencias y conducir a una relación médicopaciente más gratificante, completa y eficaz. ----------------------------------------------------------------
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Se llama Augusto, se llama Sandro, la de más allá es Nora y ese que mira sin ver por la ventana es Gustavo. Del otro lado del biombo está Juana, la viejita alemana y al lado Mara. Todos comparten algo más que la sala de internación, algo más que esas cuatro paredes. Y al principio me costaba entender por qué todos intentan poner la mejor cara cuando alguien se les arrima o pasa a revisarlos. Todos intentan fingir un cuerpo completo que sonríe, pero el cuerpo les llora: o por los ojos, o por la cara, o por la boca, los gestos, la mente o el trato. Afuera de la sala espera el resto, deambulando en un vaivén incesante, en un de aquí para allá sin destino. Son sus familiares y un puñado de amigos, que esperan sin saber muy bien que esperan. Son las “visitas” como les dicen. Y uno creería que las visitas son algo pasajero, que esa gente anda de pasada nomás, pero no, ni cerca. Son internados también, y es verdad que sin cama ni enfermedad: andan tirados por donde pueden cuando la cabeza
EL DESAFÍO
DEL DOLOR
les dice basta y anda andando el resto del día buscando respuestas y buscando preguntas también, porque el día es largo y hay que entretenerse con algo.
Afuera se oye de todo: “Quiero saber cómo está mi marido”, dice una señora, “pero acá no te dicen nada”. Y otra: “¿Que tiene doctor, que tiene? Dígame”. Y un grito: “No puede ser que no sepa nada de ella después de tres horas acá afuera“. Y no hay voz que calme el alma incansablemente preocupada de los acompañantes. De los pacientes, la mayoría están bastante bien, alguno mejor que otro, es verdad. Sólo uno andan mal: Augusto.
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Por Sebastián Goin
Hace varios días que entró y la realidad es que parecía que andaba un poco triste, con algo de fiebre y poco más. Hoy s e est á apagando, se e s t á y e n d o, s e n o s e s t á y e n d o. Augustito ¿qué pasó? ¿Qué te pasó? El no escucha o no contesta. Y se comenta que el panorama está complicado. En el pasillo esta su hermano, de unos setenta y largos. Anda siempre con su cara de preocupado como si de un solo sorbo, la vida, le hubiese dado un trago amargo que día a día su garganta recuerda, sin poder olvidar. Desde el primer momento está acompañando a su hermano y es otro de los que duerme donde puede. Cada vez que entra a verlo, Augusto intenta poner su mejor cara, como si su dolor se fuera a volar por la ventana un ratito, mientras dura la visita. Se muerde los labios del dolor, putea por dentro por estar sufriendo tanto, pero no dice nada y hasta se ríe diciéndole a su hermano que se hace el pendejo. “Pendejo de setenta y pico ¿A vos te parece?”. Juega a cambiar los roles. Él que se está apagando hace un enroque para meterse a jugar en la vida. Parece, la vida, nunca distraída, no le acepta el cambio y lo empuja de una patada a su cama de hospital, a su última estación y los últimos boletos. No entiendo bien por qué, pero en la memoria me cae, como un aluvión, el recuerdo latente y ardiente de lo que me contaba un pibe preso en un penal bonaerense, hace algunos años atrás. Le pregunté si la policía le pegaba y me dijo que sí. Le pregunte por qué le pegaban y me dijo porque son así. Le pregunté si le habían dado duro y me dijo que la última paliza fue tremenda. Le pregunte si le había contado a su mamá y casi se le cae una lágrima, pero se la escondió rapidísimo en el bolsillo de la camisa. “Sí, me preguntó que me había pasado y primero se lo negué pero después de un rato le dije la verdad”. Balbuceaba las palabras desbordadas de tristeza, pero en la cara, dura como piedra y curtida a palazos, no se movía ni un solo sentimiento, ni un gesto de temor, ni mucho menos una gota de llanto. “A mi mamá, le pedí que no llorara, porque los del servicio -penitenciario- disfrutan cuando ella llora. Los hace sentirse bien. Cuanto más llore, más contentos están”. Y siguió: “ Yo me banco las palizas y no digo nada. No quiero que mi vieja llore por verme mal, sé que ellos se alegran de verla así, pero no les voy a dar el gusto.”
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Pensaba y pienso a Augusto como un preso, intentando que los demás no lloren la desgracia ajena. Intentando que nadie llore su desgracia. Se aguantaba él solo los palazos que le daba su propio cuerpo, y le curtían la piel los pinchazos uno tras otro. Él no quería que se vuelque ni una lágrima, ni se desperdicie un instante en él, porque en el fondo pensaba que de su cama se iba a terminar levantando y más temprano que tarde iba a estar por la vereda de la vida, gambeteando los dolores y agitando una bandera bien grande que diga: dale vida a la vida. Se va yendo de a poco, tiene cables por todos lados y mangueras que como tuberías entran y salen de su cuerpo. S e e s t á y e n d o . S e v a . El muro interminable entre su cama y el pasillo donde está su hermano. El agujero inmenso que separa lo que queremos y lo que podemos. El abismo al otro lado de la ventana de la habitación. El pibe castigado por la policía. Augusto sufriendo sin llorar. Una despedida inesperada, y una imagen que no se borra: un hombre en su cama muriendo, siete médicos a su alrededor, su hermano afuera, y la parca merodeando la sala. Chau Augustito, no pude saludarte porque no me pude comer las lágrimas. No pude hacer lo que hiciste vos y el pibe de allá del penal también. Yo necesité llorar, llorarte, llorarlos. Te prometo, no fueron en vano estas lágrimas. Te prometo vamos a cambiar las cosas. Sobre todo te agradezco. Paso por la sala de espera, donde todavía nadie sabe lo que pasa adentro. Lo miro a su hermano, su compañía, su amigo fiel, su perpetuo amor de sangre. Va a doler compañero, seguro va a doler, porque si no duele es porque no sentimos. Por dentro todo es doloroso. Entonces, vale la pena que duela: porque cuando nada duele, nada sentimos, nada decimos, nada hacemos. El desafío es que hacemos con ese dolor. El trueque es cambiar ese dolor por amor y acción. Tremendo desafío. Hermoso desafío. -------------------------------
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IDEARIO PEDA GÓ GICO
José Julián Martí Pérez
G
ran bendición es esa de la abundancia en el número de escuelas y los escolares; pero mayor sería si la educación que en ellas reciben los niños se asemejase en lo sólido, amplio y espacioso a los edificios en que se distribuye; si el carácter, hábitos y formación del cuerpo de maestras se acomodasen a la hermosura, independencia y orden que rebosan en los providentes y elegantes textos que regala a los niños el Estado […]// ¿Qué vale acumular reglas, repartir textos, graduar cursos, levantar edificios, acumular estadísticas, si las que se ocupan de esta labor son mujeres vencidas en la batalla de la vida, que endurece y agria, o jóvenes descontentas e impacientes que ven como los pájaros afuera de la escuela, y tienen su empleo en esta como un castigo injusto de su pobreza, como una prisión aborrecible de su juventud, como una preparación temporal incómoda a los fines mas gratos y reales de su vida? […]// No solo se ve la existencia principalmente por el aspecto de la necesidad de bastar con el trabajo a sus menesteres; sino que se la ve exclusivamente por ese aspecto.// Esta es la preocupación de todos, el miedo, la fatiga. De eso han padecido sin cesar, de eso padecen, el legislador que dispone los cursos, el experto que los aconseja, la maestra que ha de enseñarlos. //
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A eso proveen: a evitar la angustia que ellos mismos han sentido, a dar al niño los medio rudimentarios de pelear con algún éxito por la existencia. Gran bendición, sería, si las escuelas fuesen aquí como son en mayor grado en esto en Alemania,
CASAS DE RAZÓN DONDE CON GUÍA JUICIOSA SE HABITUASE AL NIÑO A DESENVOLVER SU PROPIO PENSAMIENTO,
y se le pusiera delante, en relación ordenada, los objetos e ideas, para que deduzca por sí las lecciones directas y armónicas que le dejen enriquecido con sus datos, a la vez que fortificado con el ejercicio y gusto de haberlos descubierto.// […aquí] son las escuelas meros talleres de memorizar, donde languidecen los niños año sobre año en estériles deletreos, mapas y cuentas […] donde el tiempo se consume en copiar palabras y enumerar montes y ríos; donde no se enseñan los elementos vivos del mundo en que se habita […]// Contar, sí, eso lo enseñan a torrentes.// Todavía los niños no saben leer una sílaba, cuanto ya les han enseñado ¡a criaturas de cinco años! a contar de memoria hasta cien.// ¡De memoria! Así rapan los intelectos como las cabezas. Así sofocan la persona del niño, en vez de facilitar el movimiento y expresión de la originalidad que cada criatura trae en sí, así producen una uniformidad repugnante y estéril y una especie de librea de las inteligencias. De raíz hay que volcar este sistema […] // El remedio está en desenvolver a la vez la inteligencia del niño y sus cualidades de amor y pasión, con la enseñanza ordenada y práctica de los elementos activos de la existencia en que ha de combatir, y la manera de utilizarlos y moverlos. // El remedio está en cambiar bravamente la instrucción primaria verbal en experimental, de teórica en científica, en enseñar al niño, a la vez que el abecedario de las palabras, el abecedario de la Naturaleza […] // Hombres vivos, hombres directos, hombres independientes, hombres amantes, -eso han de hacer las escuelas, que ahora no hacen eso. Se dan clases de Geografía Antigua, de reglas de Retórica y de antañerías semejantes en los colegios: pues en su lugar deberían darse cátedras de salud, consejos de higiene, consejos prácticos, enseñanza clara y sencilla del cuerpo humano, sus elementos, sus funciones, los modos de ajustar aquellos a estas, y ceñir estas a aquellos, y economizar las fuerzas, y dirigirlas bien, para que no haya después que repa-
HOMBRES VIVOS, DIRECTOS, INDEPENDIENTES, AMANTES
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rarlas. Y lo que falta no es ansia de aprender en los discípulos, lo que falta es un cuerpo de maestros capaces de enseñar los elementos siquiera de las ciencias indispensables en este mundo nuevo. No basta ya, no para enseñar, saber dar con el puntero en las ciudades de los mapas, ni resolver reglas de tres ni de interés , ni recitar de coro las pruebas de la redondez de la tierra, ni ahilar con fortuna un romancillo en Escuela de Sacerdotes Escolapios, ni saber esa desnuda Historia cronológica infantil y falsa, que se obliga a aprender en nuestras universidades y colegios. Naturaleza y composición de la tierra, y sus cultivos; aplicaciones industriales de los productos de la tierra; elementos naturales y ciencias que obran sobre ellos o pueden contribuir a desarrollarlos: he ahí lo que en forma elemental, en llano lenguaje, y con demostraciones prácticas debiera enseñarse, con gran reducción del programa añejo, que hace a los hombres pedantes, inútiles en las mismas escuelas primarias.// Alzamos esta bandera y no la dejamos caer. La enseñanza primaria tiene que ser científica.// El mundo nuevo requiere la escuela nueva. ¿De qué vale aprender en las escuelas palabras cuyo sentido no se entiende, números cuyas combinaciones caprichosas huelgan en la mente cual en caja de médico dislocados y fríos huesos, y esos o aquellos límites geográficos, que un ala de la memoria trae al cerebro, y otra ala se la lleva? […] Puesto que a vivir viene el hombre, la educación ha de prepararlo para la vida.
EN LA ESCUELA SE HA DE APRENDER
EL MANEJO DE LAS FUERZAS
CON QUE EN LA VIDA SE HA DE LUCHAR. Escuelas no debería decirse, sino talleres. Y la pluma debía manejarse por la tarde en las escuelas; pero por la mañana, la azada.
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