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Qué es la Escritura terapéutica
Escritura terapéutica - Conceptos básicos
Ariel Puyelli
¿Qué es la Escritura terapéutica?
Es poner por escrito las emociones que nos perturban, tomar distancia de los hechos y las
personas involucradas en ellos, analizarlos desde otra perspectiva y reelaborarlos para proyectar
una mirada nueva.
La Escritura terapéutica debe ser un camino amoroso porque tendremos que iluminar zonas
oscuras de nuestro interior. Hay heridas que reclaman ser sanadas. Hay niños y niñas interiores
que piden a gritos ser rescatados y atendidos en aquellas necesidades que nunca fueron
satisfechas.
Si la energía es el Amor y el destino es comprender y aceptar, nada puede fallar en este viaje.
Queremos comprender qué nos pasa, aceptarlo para encontrarle un sentido y entonces
experimentar un renacimiento.
Cuando comprendemos no necesitamos victimizarnos ni condenar. Cuando aceptamos nos
deshacemos de las emociones que nublaban nuestro entendimiento. Nos aliviamos. Cuando
encontramos un sentido a nuestra experiencia, sentimos crecimiento interior. Nos apropiamos de
sabiduría. Nos sentimos en paz.
¿Quiénes pueden practicar la Escritura terapéutica?
Todas las personas que saben leer y escribir, sin importar edades ni niveles sociales, culturales o
económicos. Los relatos comienzan con una sola palabra. Y escribir una palabra es un gran
comienzo.
¿Es necesario saber escribir “bien” o tener práctica previa?
No, no es necesario ser hábil con la escritura. Solo basta con saber escribir.
¿Qué diferencia tiene respecto a escribir solo para hacer catarsis?
La diferencia radica en el objetivo. Mientras la escritura meramente emocional, catártica, busca el
alivio, la escritura terapéutica busca el camino de la comprensión y la aceptación.
La Escritura terapéutica tiene la intención de hacer un viaje doble: uno hacia afuera y otro hacia
adentro. El viaje hacia afuera nos conduce al papel. Allí depositaremos en palabras las emociones
que nos impiden pensar con claridad, sentir felicidad, vivir un presente pleno e imaginar un futuro
diáfano. El papel nos exige definiciones claras. No necesita excusas ni metáforas ni giros literarios.
Nos demanda la espontaneidad del alma. Las palabras ineludibles. Aquellas que en otras
circunstancias callaríamos frente a otros, pero que responden a nuestros verdaderos sentimientos.
El papel recibe sin juicios ni críticas todo lo que nosotros necesitamos exteriorizar. A partir de allí
comienza el otro viaje: el viaje interior, que parte de la interpelación al texto que nos habla de
mucho más que lo que dice. Los textos dicen algo explícito. Y mucho más.
¿Qué diferencia tiene la escritura terapéutica respecto a la escritura literaria?
La principal diferencia reside en la intención: en la escritura literaria o creativa, la intención es
estética, busca producir arte. En la escritura terapéutica, la intención es comprender y proyectar
nuevos caminos de acción.
En la escritura creativa o literaria, el motor es la búsqueda estética. En la escritura terapéutica, el
motor es la honestidad.
Las entrelíneas son el tesoro de la Escritura terapéutica. En las entrelíneas está el alma de lo que
necesitamos sanar. En las entrelíneas hallamos nuestras almas. Para encontrar esa alma es
indispensable que nada se interponga en el camino. Por eso, uno de los requisitos imprescindibles
es la Honestidad. Y para alcanzarla, es necesario desplazar al Ego.
Ser honesto con uno mismo es, en definitiva, ser uno mismo. Cualquier otra cosa es el ego y sus
proyecciones, sus ilusiones, sus escapes.
Cuando comprendemos que frente al espejo –o al papel- no tenemos absolutamente nada que
perder mirándonos –escribiéndonos- con honestidad, podemos apreciarnos –leernos- tal como
somos. El ego trabaja todo el tiempo para distraernos de nuestra verdadera esencia y pretende
que miremos con sus ojos distorsionados. Desplazar el ego es correr el gran velo que todo lo
confunde.
¿Qué tienen que ver el diálogo interior y la inteligencia emocional en este trabajo?
Escribir sin prejuicios ni críticas, atendiendo solo los hechos (o lo que creemos que sucedió),
ejercita el diálogo interior y desplaza los discursos monotemáticos y recurrentes. Instalamos otra
voz y desplegamos otras miradas sobre los asuntos.
Cuando desarrollamos estas habilidades estamos ejercitando la inteligencia emocional. Las
emociones entonces, llegan a nosotros con preavisos y mostrándose claras, transparentes, con sus
mensajes sin interferencias. Puesto así suena muy bien y en la práctica esto es difícil que ocurra, es
cierto. Pero como todo, requiere práctica y atención.
La práctica de la atención y la atención permanente para no olvidar la práctica. Es un viaje de
autoconocimiento, de diálogo y de compasión. Si en este viaje el viento es el Amor, difícilmente
zozobremos. Por eso
es crucial la interpelación despojada de culpas y juicios, el
acompañamiento de un testigo calificado y el objetivo de comprender para aceptar y luego, de
ser necesario o posible, tomar decisiones.
¿Qué aportan los talleres de Escritura terapéutica?
Estos talleres ofrecen herramientas para que las personas que necesitan trabajar situaciones
traumáticas, de estrés, enfermedades físicas u otras situaciones de conflicto, puedan expresar lo
que sienten, descubrir qué nos dicen los escritos y comprender qué acciones o actitudes nos
conveniente adoptar. Este tipo de escritura ayuda a desarrollar la inteligencia emocional, refuerza
la autoestima, protege el sistema inmunológico y reduce el estrés, entre otros.
Para comprender debemos interpelar. Y para interpelar es crucial el aporte de otras miradas. Estas
miradas deben ser neutrales y empáticas. Un familiar o un amigo, seguramente buscará
consolarnos o solidarizarse con nuestro drama. Una persona ajena a nuestro entorno –un
terapeuta o alguien cercano que pueda ocupar ese rol- puede aportar puntos de vista sin juicios ni
críticas. Es importante abordar los hechos y los sentimientos con esta actitud para poder alcanzar
una comprensión plena, desprovista de culpas, miedos y vergüenzas.
¿Cómo es el proceso de la interpelación?
La Escritura terapéutica es interpelación. Es búsqueda de otros significados. Es lo que aparece en
el texto y lo que ese texto no muestra a simple vista.
La interpelación es interrogación. Interrogamos al texto para que nos diga lo que no cuenta en la
superficie. Por qué dice lo que dice. Si es cierto tal como lo dice. Y qué es lo que no aparece. Lo
que en apariencias falta. También es analizar lo que sobra, lo que no debería estar allí porque
distrae.
Todos los escritos suponen varias capas de significados.
La reescritura sirve para ir quitando esas capas. Profundizar cada vez más contando el mismo
hecho de manera más específica, más directa, más carne viva.
En el proceso de la interpelación deben aparecer preguntas como: ¿Por qué escribí lo que escribí?
¿Por qué NO escribí aquello que sé que tendría que haber escrito? ¿Qué falta? ¿Falta algo? ¿Sobra
algo? ¿Qué sobra?
La interpelación es fomentar el diálogo interior despojándolo de pensamientos e impulsos egoicos.
Contribuye a desplegar puntos de vista diferentes, a desarrollar la honestidad, desplazar los
prejuicios y los juicios. Es pregunta y repregunta. Es transitar las distintas capas de la percepción y
la memoria.
¿Cuál es el objetivo final de todo el proceso?
Comprender lo que ocurrió y cómo fue percibido o sentido por uno, para luego aceptar y dar un
sentido a lo vivido.
Aceptar no implica justificar o perdonar. Aceptar es reconciliarse con la idea de que lo que ocurrió
debía ocurrir por algún motivo. En este sentido, las creencias personales juegan un papel
importante. Aceptar es asimilar la experiencia.
Encontrar un sentido es encontrar el “para qué ocurrió ese hecho”, qué enseñanza, provecho o
impacto positivo pudo haber dejado en la vida.
La escritura terapéutica parte de la premisa de que los llamados “hechos o experiencias negativos”
pueden ser reciclados para convertirlos, finalmente, en experiencias positivas. No se adultera el
hecho original: se trabaja la emoción que provocó ese hecho y se sana o interrumpe la
revictimización permanente o cíclica.
Ver “el lado positivo” de hechos traumáticos ¿no es alimentar una memoria falsa o una ilusión?
Los hechos no se adulteran, pero sí se trabaja en la veracidad de algunas aristas puesto que la
memoria emocional está viciada por su condición intrínseca. Cuando despojamos a los recuerdos
de la mayor cantidad posible de carga emotiva, podemos analizar más analíticamente lo ocurrido y
sus consecuencias.
¿Qué tipo de problemas suelen escribirse en la Escritura terapéutica?
Elaboración de todo tipo de duelos, abusos, separaciones o divorcios, síndrome del nido
vacío, orientación vocacional, conflictos de identidad sexual, adicciones, soledad, temores
de estar solo, pesadillas y/o terrores nocturnos, trastornos de la alimentación, relaciones
conflictivas, ansiedad, falta de autoestima, comprensión de dramas del árbol familiar,
entre otros.
¿Hay diferentes maneras de abordar estos problemas?
Sí, y cada coordinador de talleres o terapeuta elige las suyas. Yo trabajo cinco tipos de talleres y
están todos relacionados entre sí: Escritura terapéutica propiamente dicha (para hechos
puntuales), Autobiografía (para abordar relatos de vida o memorias), Rescate del Niño Interior
(para trabajar especialmente traumas de la infancia y adolescencia), Árbol genealógico o
genosociograma (para descubrir y sanar los dramas familiares) y Poesía y cuento terapéuticos
(una manera diferente de reflexión y autoconocimiento).
De todas formas, y en base a lo expuesto más arriba, habría una única manera positiva de abordar
cualquier problema: hacerlo uno mismo con honestidad y amor, conociendo las necesidades y
apropiándose de los recursos interiores con la ayuda exterior que sea necesaria.
Más información sobre Escritura terapéutica: canal Ariel Puyelli en YouTube.
Correo electrónico: tallerdepalabras2016@gmail.com
Facebook: Ariel Puyelli Whatsapp: +549 2945 466918
Libro Escritura terapéutica: cuando la palabra escrita sana, de Ariel Puyelli (disponible solo en la
República Argentina, a través de Mercado Libre o contactando al autor).