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La olla comunitaria: cuidado y economía feminista

Katerin Castañeda Belalcazar Antropóloga Feminista

La olla comunitaria es un símbolo histórico de resistencia latinoamericana, ha sido una forma de acompañar procesos de movilización social y también de garantizar la necesidad básica y el derecho al alimento en momentos de crisis. Así mismo, ha sido histórica la participación de las mujeres en la construcción y continuidad de estos espacios. La olla nos cuenta de paciencia, trabajo compartido, solidaridad, ternura, vida. En palabras más contundentes, de economía feminista.

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Se pone la olla como punto de partida, pues su referente simbólico ilustra de manera clara y vívida lo que en este texto se pretende desarrollar, el papel de los feminismos en la construcción de una nueva política, una que irrumpe en las lógicas de la desigualdad, la guerra y la militarización.

En este sentido, la olla es la más bella representación de lo que con sudor y lágrimas se logró mantener casi por cuatro meses,1 la revuelta popular más larga en nuestra historia de nación, donde logramos dibujar otras narrativas, desde los barrios y las minorías que resultaron ser mayorías.

Se elige pensar desde olla popular las dinámicas organizativas en torno al Paro Nacional de 2021, allí muchas mujeres demostraron que la resistencia también se cuece en una olla. En ciudades como Cali y Popayán, vecinas, amigas y lideresas se organizaron en algunos puntos centrales de la movilización con el objetivo de apoyar, acompañar y cuidar a quienes se marchaban por sus derechos. Por eso, las ollas fueron llamadas “la primera línea” de la Primera Línea, porque fueron el resguardo de la resistencia.

Ahora bien, además de servir de sostén al Estallido, las ollas comunitarias también suplieron otra necesidad urgente en Colombia: el hambre. Según un informe del Programa Mundial de Alimentos, en Colombia 7 millones de personas pasan hambre, el 14% de la población del país. Y lo más probable es que el número siga aumentando, ya que según el DANE la pandemia hizo que la pobreza aumentara 6,8 puntos, un ascenso del 42,5%.

1 El Paro Nacional inició el 28 de abril del 2021 y casi cincuenta días después el 15 de junio de 2021, el Comité Nacional del Paro integrado por voceros de varias organizaciones y sindicatos anunció la suspensión temporal de la movilización. Sin embargo, se continuaron realizando actividades en barrios, plazas y universidades, en simultanea con la redacción de proyectos para ser presentados en el Congreso.

El anterior es el escenario oportuno para poner sobre la mesa la economía feminista y las formas feministas de ejercer la política. Así pues, la olla comunitaria se sirve como analogía, porque representa lo público, lo solidario; evidenciando así que el cuidado ejercido por las mujeres es condición para sostener la vida. Ahora, el asunto está en cómo hacemos de esto un proceso sostenible y no solo un evento, cómo institucionalizar esta lucha, cómo empezar a calar en el ámbito de lo privado, del cuerpo y de las instituciones, empezando por la familiar, poniendo el acento en la mujer y su rol en las dinámicas del cuidado, entendiendo lo fundamental de ellas, no únicamente en el bienestar colectivo sino en la economía global. El feminismo está en marcha luchando por reivindicaciones históricas, no sólo alrededor del cuidado, sino apostándole a una transformación del sistema y del modelo socioeconómico a una escala global. Necesitamos que se garanticen las condiciones para la reproducción de la vida y una responsable reproducción social.

La olla comunitaria es un símbolo histórico de resistencia latinoamericana, ha sido una forma de acompañar procesos de movilización social y también de garantizar la necesidad básica y el derecho al alimento en momentos de crisis.

*Isabel Gonzáles Quinceno Profesional en sistemas de gestión ambiental. Feminista, defensora de DDHH y militante de Somos Pueblo.

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