Apología a la generación del chasco

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Un hippie es aquel que fue parte de un movimiento contracultural, libertario y pacifista en la época de los 60.

Contribuyeron significativamente a la historia del arte a través de la contracultura, utilizando a la musica como un arma contra el sistema. Aunque tambien son conocidos por su cercana amistad con drogas reacreativas.

Pero principalmente fueron actores politicos; pacifistas, feministas, ecologista. Iniciaron la revolución del amor libre y abogaron para detener la guerra de vietnam.

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Eran trabajadores que ascendian basandose en la meritocracia, el gran objetivo era llegar a la silla directiva lo antes posible y permanecer ahí. Lo que los llevo a ser indiferentes a su cotexto y por ende crearón un vacio conceptual.


Pero estos árduos y jóvenes trabajadores solian llenar el vacion conceptual con actividades de esparcimiento las cuales requerian gastar el fruto de sus meritos laborales. Caracteristica que comparte con sus descendientes:

Los millennials, la generación actual, hijos de los hippies y yuppies, son aquellos nacidos despues de 1981 hasta el 2000, es decir dentro de la revolución informática.

Se caracterizan por su emprendedurismo, estar siempre interconectados y ser procrastinadores. Tambien son impacientes, se autocompadecen y buscan beneficios solo a corto plazo lo que los lleva a tener problemas para crear relaciones significativas.

Sus suceros fueron los Yuppies, “Young Urban Professional”, la generación ochentera que hastiada de la politica buscaba comodidad en sus exitos laborales.

Pero principalmente son agentes de cambio. Redefinen el éxito, desafian las convenciones sociales y abrazan la diversidad. Por ello, tiene la oportunidad de ser precursores del verdadero cambio.

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«Existe la idea de que un tal Patrick Bateman es una especie de abstracción. Porque yo no existo de verdad, sino sólo como ente, como algo ilusorio. Y aunque pueda ocultarte mi mirada fría, si me das la mano notarás que mi carne roza la tuya e incluso tal vez intuyas que es probable que tengamos estilos de vida parecidos, pero yo, sencillamente, no estoy» (Harron, 2000).

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American Psycho, es una obra cinematográfica que exterioriza, de forma brillante, lo que ser un yuppie implicaba. Hastiados del desgaste sociocultural que la guerra involucra, a los yuppies, muy a lo Soda Stereo, les hacía falta vitaminas; ese sinsentido embebido de autocomplacencia efímera. Deseo que se amparaba en la búsqueda, casi clínica, de una superación puramente elitista mas no humana. Así pues, puede que fueran de carne, que tuvieran vidas extremadamente similares, pero, lo que realmente los articulaba era su condición de autómata, ellos no estaban en su entorno, ni siquiera les interesaba su entorno. Ellos eran netamente una ilusión de humano; consumidos por el sistema neoliberal de los años 80. Esta misma descripción podría ser también un perfil psicosocial de un millennial, con la diferencia que no hubo grandes guerras que desgastaran su mente, en otras palabras esta generación decide conscientemente abrazar el vacío conceptual que crece dentro de la sociedad. Muy a pesar de ello,

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dentro de esta misma generación existe un potencial único en la historia: La revolución informática, esta ha hecho de la contemporaneidad una oportunidad alucinante para un desarrollo social, cultural y humano, como solo, en la historia de la humanidad, podría haber sido alcanzado en tiempos del hipismo. Dicho de otra forma, el millennial no es más que un yuppie sin excusas para ser uno pero, que tiene todo el potencial para ser mejor que un hippie sesentero. La revista Science en 2011 se propuso cuantificar la información que era producida y almacenada en el mundo, dentro de las barreras del Internet, el resultado que arrojó fue alucinante; solo en ese año se había

producido 600 exabytes ( un trillón de bytes). Por otra parte el director general de Google, Erick Schmidt, afirmó en 2014 que se producían hasta 5 exabytes de información diaria. ¿Qué hacen los millennials con un acceso tan extraordinario a la información?; memes. ¿Qué podrían hacer?; una primavera árabe. Para hablar de la generación del milenio es preciso entenderla como un fenómeno extrañísimo en la historia de las eras, ha logrado encerrar a los nacidos en tres décadas y, más importante aún, ha cruzado las fronteras. No se puede afirmar que el millennial estadounidense es el mismo que el boliviano, pero si se debe aceptar que todos ellos tienen imaginarios colectivos similares que influyen en su actuar, pensar y hablar. Por ende, existe un sentimiento hegemónico entre ellos. Todos aman sentirse ofendidos y son extremadamente activos en temas sociales, son feministas, ecologistas, animalistas de bolsillo. Peleando desde las trincheras digitales defienden la causa del momento por el tiempo que esta se encuentre en la agenda mediática, para luego desecharla y reemplazarla con una más polémica. Así pues, los millennials, la generación del chasco, son hedonistas procrastinadores casi innatos, siempre buscando redefinir lo escrito sobre piedra por sus progenitores. Las entrevistas arrojaron un excelente ejemplo sobre esto: la concepción del éxito. Para sus padres el éxito constaba de dos caminos, en primer lugar tenían una aspiración netamente materialista, buscaban tener propiedades a su nombre, trabajos estables y duraderos. En segundo lugar buscaban la consumación de los valores conservadores, el matrimonio era parte de su ciclo vital y un logro personal, la patria y por ende

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el respeto vmente a sus mentes, que ellos eran especiales, sui generis, que su estadía en la tierra era extremadamente importante. Pero fuera del hogar se hizo notorio la mundanidad de su persona, ahí radica que sean caracterizados por poseer una serie de enfermedades psicológicas; descubren que no pueden llenar la mentira paterna con la que crecieron. Ya que, en realidad los millennials no sufren como tal, no hay grandes o pequeñas guerras que romantizar, no hay enfermedades microbianas incurables, al contrario nacieron bajo la mano invisible y prospera de la economía, la mayoría posea la posibilidad de recibir educación superior y finalmente tiene un acceso brutalmente rápido y eficiente a la información. Pero no sacan provecho de ninguno de estos beneficios. Así pues, se podría inferir que el eje que articula dicho desaprovechamiento es la mera procrastinación combinada con el total acceso a la

información y el consumo de contenido basura que prefieren. Sin embargo, este eje no es del todo malo, por más contemporáneo que el término procrastinar suene, este es un tema tratado desde el tiempo de los griegos. Platón defendía que el ser humano puede elegir aplazar tareas o labores beneficiosas e importantes, por otras menos transcendentales, perjudicándose así adrede. Explicado mejor por los Babasonicos «Todo lo que pueda hacer hoy lo dejare para mañana». A esto los griegos lo denominaron Akrasia. Para Aristóteles (349 a. c.), en cambio, la akrasia no era una característica que se anexaba a todos por igual, para el existía dos clases de personas respecto al tema: « [El] incontinente sabe que obra mal movido por su pasión, y el continente, sabiendo que las pasiones son malas, no las sigue a causa de su razón» (1145p). Es bastante obvio a que clasificación pertenecen los sujetos en cuestión, pero, ¿por qué, concienzudamente, deciden ser incontinentes? La contemporaneidad

no le da espacio al joven para desarrollar la virtud de la paciencia, otras generaciones esperaban meses a que una carta llegara, hoy en día un mensaje tarda segundos en llegar. Gracias a ello los millennials se han convertido en la generación de la impaciencia, necesitan que todo ocurra al instante que lo requieren. Sí que existen formas de contrarrestar la impaciencia, una de ellas son las producciones cinematográficas en serie, de una manera bellísima obligan al millennial a esperar por cada temporada. Pero, no lo contrarrestan del todo y la impaciencia continúa creciendo. Debido a esto, la generación del chasco, cuando elige actuar acráticamente piensa en los beneficios a corto plazo. Para explicar mejor el punto anterior se puede tomar de muestra la educación, esta es el mejor ejemplo de una acción cuyo valor fructífero solo es demostrado en un futuro no cercano, por ello siempre es dejada para el mañana. La generación de la impaciencia quiere un beneficio inmediato, así sea menos trascendental, busca la complacencia ipso facto. La mayoría de los sujetos entrevistados apoyan el pensamiento que nace en uno de ellos

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«Existe esta idea de que el tiempo es muy finito, por ello hay que llevarlo al máximo. Si hago cosas con mucha anticipación lo sobre pienso, eso no es bueno para mí y no pensar, para que luego vengan ideas nuevas y sentirme mejor, ayuda.»

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“Yes, I lik

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ke you.”

a lo que otro entrevistado acota: «Yo pienso que la gente en términos de hacer tareas las deja para después por que sientes que toda tu vida se te va estudiando, aborrecemos la rutina.» De estos testimonios podemos inferir que la procrastinación moderada tiene una profunda relación, incomprensible para algunos, con el proceso de creatividad y esparcimiento. Conclusiones Para liquidar el tema se debe reconocer que los millennials al procrastinar consumiendo contenido basura, priorizando actividades menos significativas o no haciendo nada, en orden de dejar lo verdaderamente trascendental para el final, no es del todo malo de hecho es incluso beneficioso. Los colosos de la historia son prueba de ellos, el mejor ejemplo fue un hombre de color, con las ideas correctas, que perdido en el mar del público, un 28 de agosto de 1963, esperaba su turno para hacer uso de la palabra. Llegado el momento y con solo 11 minutos hablando el deja de lado todo aquello en lo que había trabajado y finalmente le da paso a un pensamiento de último minuto. Martin Luther King renuncia a su guion y se inmortaliza improvisando:

«Yo tengo un sueño». «Solo al saber que vas a trabajar en un problema y luego empezar a procrastinar, con la tarea pendiente en el subconsciente, se empieza a incubar una idea. La procrastinación ofrece tiempo para considerar las ideas divergentes, para pensar en formas no lineales, para hacer saltos inesperados.» (Grant, 2016). Accionar de forma acrática también da lugar a la duda y el cuestionamiento de nuestros objetivos en la realización de diferentes tareas, una vez más es conveniente tomar de referencia a personajes históricamente destacados, en este caso, Winston Churchill, su ingenio no era innato ni mucho menos planificado, es más, Franklin Theodore Roosevelt cometan, lo siguiente: « [Churchill] tenía cien ideas por día, cuatro son buenas, y las otras 96 son sumamente peligrosas.» Tener una amplitud de malas ideas en medio de la procrastinación es de hecho algo positivo, estas son las bases de la verdadera gran idea, ayudan a perfeccionar y llevar a cabo el objetivo de cierta meta de forma más creativa, original y por ende eficiente (Grant, 2016).

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Finalmente debemos reconocer que el millennial no solo tiene linaje yuppie, sino que precisamente un generación anterior, los hippies, le dejaron como legado ese impulso acrático que a ellos les funciono tan bien. Los hippies eran procrastinadores selectivos y al igual que la generación actual, también buscaban una euforia inmediata, de ahí su amistad cercana e íntima con el uso de drogas recreativas. Sin embargo gracias a ello realizaron un avance notoriamente importante en corrientes artísticas, sobre todo en la música. Nadie puede negar que los Beatles crearon Sgt. Pepper´s Lonely Hearts Club Band mientras procrastinaban fumadísimos así como tampoco podemos negar que el álbum es una genialidad absoluta además de ser un hito icónico en la historia de la música. No existe una relación directa entre la genialidad y la akrasia, sin embargo existen bastantes genios que tuvieron las mejores epifanías de su vida procrastinando. He aquí otro beneficio que incrementa el potencial de la generación del chasco, son procrastinadores moderados que si combinaran dicho comportamiento con el aprovechamiento de la

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revolución informática, se hablaría en un futuro de grandes invenciones que pueden cambiar el curso de la historia. El mundo se encuentra en tiempo ambiguo, ha visto enfrentarse a naciones enteras, surgir y caer grandes potencias, ha sido testigo de la elección que ha tomado la humanidad al empeñarse en un modelo económico que ahonda la pobreza, entre muchos otros eventos, sin embargo y paradójicamente hablando, el mundo también se encuentra en la época de las oportunidades, ahora más que nunca necesitamos procrastinadores fumadísimos que salgan una tarde con una idea que termine con este mundo e inaugure otro; necesitamos millennials

“But you can be.”


“You`re not special”

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Ilustraciones: Artista: Alex Gross. Ig: artofalexgross Sitio web: www.alexgross.com Fotografías: Fotografías de dominio público. Film “American Psycho” (Harron, 2000). Serie “Mad men” (Matthew Weiner, 2007). Artículo de fondo: “Apología a la generación del chasco” (Fernanda Baldelomar, 2018)


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