Aquel hombre conocido por todos, prefería la tranquilidad de su soledad, lejos de las miradas curiosas y las conversaciones superficiales, la intimidad de su hogar era su refugio, la paz que encontraba en la contemplación de sus propios pensamientos, era la fuente de su serenidad
Intentar conocerle era como querer mirar a través de una ventana cuyo cristal opaco difumina la luz del sol, creando una barrera entre el mundo exterior y su refugio interior.
Una cortina translúcida que permite la entrada de la claridad y la de nuestra imaginación, pero que apenas nos deja vislumbrar los detalles, dejándonos con un cuadro de sombras y formas borrosas ...
Su lugar, cualquier lugar
Su casa, la de cualquier hombre
Un detalle, no vive solo
El fruto del árbol de la vida
La soledad de quien no está solo
Su amigo, el bosque que le cuida y protege
Y cada día, hacer que la vida siga
Sentir que la vida pasa y el otoño llega
la pérdida del ser querido
Saber esperar a que el paso del tiempo no perdone