Patologías de la verdad

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Un virus incurable D

avid Shore, creador de House, es uno de esos casos en los que, con permiso de tantos otros que jamás llegan a probar las mieles del éxito, el American dream se perfila como una realidad contundente. Socio de una firma de abogados de gran prestigio en Toronto (Canadá), a sus 32 años resolvió dejar atrás todo un pasado de respetable carrera en el ámbito jurídico para dedicarse a la que siempre había sido su vocación: el noble pero arriesgado arte de aporrear letras para Hollywood. En 1991 aquel virus creativo se dio a conocer en toda su febril malignidad, y la decisión, largamente meditada, acabó por materializarse: acompañado por un amigo, Shore llevó a cabo un viaje en coche hacia Los Angeles que cambiaría radicalmente su vida. “Fue una de las decisiones más estúpidas de todos los tiempos. Lo inteligente habría sido escribir un poco primero e ir arreglándolo desde allí… pero bajé, compré un ordenador y empecé a teclear”, recuerda el autor. Seis meses después de su llegada tendría listo su primer guion cinematográfico, un on spec en toda regla (básicamente, un guion escrito sin contrato previo, a la aventura). Una vez distribuido a algunos amigos para testarlo con sus opiniones, el creativo decidió invertir una semana en la escritura de un capítulo de televisión, también on spec. Tras leer ambos guiones, sus amigos estuvieron unánimemente de acuerdo en que su futuro, para bien o para mal, se encontraba en la televisión. Con el tiempo, Shore (y con él, todos nosotros) ha aprendido a entender hasta qué punto estar más capacitado para la ficción televisiva no es en absoluto peor o menos meritorio que estarlo para la cinematográfica. Actualmente, y teniendo en cuenta lo que ha llovido en materia de series en la pasada década, nombres como J. J. Abrams (Lost, Alias, Fringe), David Chase (Los Soprano), Joel Surnow (24) o el propio David Shore han alcanzado tanto valor y reconocimiento (y en tiempo récord) como los de Steven Spielberg, Martin Scorsese, Michael Mann o Woody Allen. Muchos profesionales del guion, como Alan Ball (American Beauty, A dos metros bajo tierra, True Blood), Aaron Sorkin (Algunos hombres buenos, El ala oeste de la Casa Blanca, Studio 60, La red social), o Diablo Cody (Juno, United States of Tara) se mueven con libertad entre dos aguas, con éxi17


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