RODANDO SUDAMERICA CON "AURORA"
- dos años viajando en motorhome Uno de los grandes placeres de la vida es, sin lugar a dudas, viajar. Lo habitual suele ser, ya sea en forma de vacaciones anuales o de pequeñas escapadas en fechas propicias. Un cambio de aire, abandonar temporalmente nuestros circuitos habituales para conocer nuevos lugares y personas. Pero Adrián y Silvana decidieron viajar de otra manera, una exp eriencia de vida más enriquecedora que una simple escapada de descanso, algo que también requirió de una gran fuerza de voluntad, espíritu de aventura y determinación. Una decisión difícil de tomar ya que fue necesario renunciar temporalmente a todo lo que los aferraba (casa, familia, afectos, trabajo) y emprender una aventura de dos años recorriendo Sudamérica , partiendo con escasos recursos económicos y "haciéndose camino al andar", como decía don Antonio Machado. El viaje lo realizaron en su propio motorhome, un viejo vehículo Mercedez Benz del año 1972 que fue restaurado por ellos y posteriormente bautizado "Aurora".
LOS VIAJEROS Adrían es oriundo de Campana, se recibió de radiólogo y viajó a establecerse en Europa, primero en Italia, luego en Barcelona, España, donde su vida dio un vuelco importante ya que decidió abandonar la radiología y convertirse en chef profesional. Al volver a Argentina se dirige a Bariloche en busca de oportunidades laborales, donde conoce a su pareja, quien sería su futura compañera de viaje. ""Nunca fui muy aferrado a nada. Algo que aprendí es que cuanto más te aferras a las cosas, mayor es el sufrimiento al tener que partir", nos cuenta Adrián al consultarle si le costó demasiado dejar todo para emprender la aventura. Silvana es de Ciudadela, docente, y estaba recorriendo la Patagonia con amigas en modalidad de "mochilera" cuando conoce a Adrían. Establecen una relación, consiguen trabajo y se quedan a vivir allí en Bariloche. Silvana y sus compañeras planeaban reali-
zar una nueva aventura al año siguiente con destino a Centroamérica, pero ella, no sin antes vacilarlo, decide quedarse con él. Este viaje postergado fue la semilla del futuro emprendimiento. Silvana cuenta que seguía los pormenores del viaje de sus amigas por Facebook, y al mirar las fotografías le decía a Adrían, en tono de broma (o no tanto), "mirá, yo tendría que estar ahí". Es entonces que comienzan a hablar de realizar un viaje de este tipo pero no en la modalidad de mochileros, Adrían quería hacerlo a bordo de un vehículo más o menos adecuado para realizar el recorrido.
"Nunca fui muy aferrado a nada. Algo que aprendí es que cuanto más te aferras a las cosas, mayor es el sufrimiento al tener que partir" "AURORA" En una de las visitas a la familia de Silvana en Buenos Aires, a Adrian le comienza a llamar la atención un viejo motorhome estacionado en el frente de un domicilio por el que pasaba varias veces en el trayecto a la casa de los padres de ella. Comienza a fantasear de que podía ser el vehículo adecuado para cumplir con lo pactado. Todavía había mucho trabajo para hacer, el estado del vehículo no era realmente bueno y tuvieron que trabajar bastante en su restauración. A pesar de ello, estaba muy bien equipado para proporcionarles ciertas comodidades teniendo en cuenta de que iba a ser su hogar ambulante por un buen tiempo. Finalmente quedaron muy conformes con el resultado de la restauración. Según Silvana quedó "como una cabañita del sur, hecha casa rodante".
HORA DE PARTIR Es momento de arreglar los detalles previos al viaje. A Silvana se le da la posibilidad de tomarse un año de licencia sin goce de sueldo, manteniendo su puesto como docente, pero debido a que proyectaban extender la travesía por más tiempo, decide directamente renunciar a su trabajo. Adrían hace lo mismo con su trabajo como chef, donde a pesar de su renuncia le mantienen las puertas abiertas para su regreso, debido a su buena relación laboral. De Bariloche se dirigen en primer lugar hacia Campana, donde viven los familiares de Adrían y allí permanecen dos meses en los que les dan los últimos retoques finales al vehículo, como algunos detalles de chapa y pintura. Silvana continuaba con la idea de llegar hasta México, pero Adrían estipula que por el estado y la antigüedad del vehículo el viaje no iba a poder extenderse más de dos años, por lo que desisten de esa idea y se
ajustan a un plan de subir por la costa del mar atlántico y bajar por el pacífico, limitando el recorrido a Sudamérica, sin llegar a Centroamérica. Acompañados por sus dos perros, Tutu y Kiki, parten hacia el sur de Brasil, en pleno invierno, con mucho frío, que recién empieza a aflojar llegando a San Pablo, Brasil.
COMIENZA LA AVENTURA Luego de 20 días de viaje y realizando algunas paradas, arriban a la gran ciudad habiendo ya agotado el dinero con el que partieron entre combustible y demás gastos. El plan fue salir con un mínimo dinero e ir estableciéndose en diferentes lugares para buscar trabajos y oportunidades que le permitan recaudar fondos y continuar viaje. Allí en San Pablo, gracias a un contacto previo, Silvana consigue trabajo rápidamente. Adrián sale a buscar alguna oportunidad laboral por su cuenta, encontrando trabajo en un restaurant gracias a sus habilidades como chef. Permanecen allí dos meses y medio, estableciendo contacto con otros viajeros como ellos con los que traban amistad, compartiendo información y experiencias, e intentando reencontrarse en diferentes puntos del viaje. También mantenían contacto por celular (whatsapp), algo que fue repitiéndose durante toda la travesía en la que establecieron una verdadera red de conexión entre diversos viajeros con los que fueron encontrándose en su camino. Deciden evitar Rio de Janeiro, ya que eran épocas previas al mundial con muchos operativos policiales y problemas con las favelas, por lo que con el dinero recaudado, siguiendo el consejo de otros viajeros, se dirigen hacia la región de Mina Gerais, un lugar muy bonito y tranquilo, con gente lugareña muy agradable. Luego de una estadía allí deciden seguir por la costa, ya que allí se encontraban las mejores oportunidades laborales. Generalmente Silvana se desempeñaba como camarera y Adrían como cocinero. Silvana también aprende a realizar artesanías, algo que poco a poco va perfec-
La hospitalidad de la gente y la simpatía e interés por este espíritu viajero y aventurero motivaba que tanto turistas como lugareños colaboraran con recursos para poder continuar con el viaje.
cionando y se convierte también en una entrada de dinero importante. La hospitalidad de la gente y la simpatía e interés por este espíritu viajero y aventurero motivaba que tanto turistas como lugareños colaboraran con recursos para continuar con el viaje. Así recorren Brasil durante un año y dos meses, siempre manteniéndose en contacto con otros viajeros solidarios que les brindan información sobre lugares a visitar, rutas, como moverse y viajar tranquilos evitando problemas. Llegan a Manaos y desde allí emprenden uno de las travesías más interesantes del viaje: navegan por el río Amazonas con el vehículo a bordo de una balsa remolcada, en un total de 6 días de navegación. Al principio del trayecto el río presenta una gran amplitud para luego ir cerrándose y bifurcándose en multiples brazos, en el marco de paisajes selváticos alucinantes, repletos de flora y fauna. Cuentan que allí avistan en varias oportunidades a los famosos manatíes (delfines de río) y una gran variedad de pájaros exóticos. Una experiencia ùnica. Una vez en tierra atraviesan una zona de reserva indígena, en donde se llegó a un acuerdo con los residentes del lugar quienes se opusieron al asfaltado de la ruta y se prohibió el tránsito durante la noche ya que es cuando ellos salen a cazar. En el camino avistan un gran grupo de mujeres indígenas que permanecen indiferentes al paso de los ocasionales vehículos.
EL PASO POR VENEZUELA Al cruzar la frontera los recibe la Gran Sabana con sus paisajes impactantes: ríos, cascadas, quebradas, las grandes mesetas y valles profundos y extensos. Allí también avistan un grupo de aborígenes realizando sus tareas diarias. Realizan una excursión al monte Roraima, la meseta más alta de la zona. La visión desde la cima la describen como "estar en otro planeta", cascadas inmensas y paisajes con increíbles formaciones de cristales de cuarzo. A medida que comienzan a acercarse a las
ciudades, la gente del lugar les transmite un clima de miedo e inseguridad, propios de la conflictiva situación socioeconómica reinante en el país. Es por esto que deciden evitar las grandes urbes. También cambian el sistema de viaje, ya no parando en cualquier lado a dormir y buscando refugio en cuarteles de bomberos o frente a estaciones de policía. Las estaciones de servicio ya no son un lugar de parada seguro debido a que no funcionan de noche. Al cruzar a Isla Margarita, la situación era algo diferente por tratarse de un lugar propiamente turístico. Se dirigen a una playa recomendada por otros viajeros por ser segura y tranquila para establecerse. Allí pasan unos quince días tranquilos, disfrutando mucho del lugar, alejados de la situación que se estaba viviendo en el país. Establecen nuevamente contacto con otros viajeros argentinos que les brindan compañía, intercambiando información sobre lugares y contactos útiles para el viaje. Es gracias a estos contactos, y debido a que no hay demasiada información disponible sobre lugares para recorrer, que reciben la recomendación de visitar un sistema de cuevas que son el hábitat natural de una gran cantidad de pájaros exóticos de gran tamaño. Lo que sólo iba a ser una visita de paso, termina convirtiéndose en una estadía de tres días, recorriendo las cuevas y observando el comportamiento de estos pájaros que durante el día permanecen en el interior y a partir del atardecer salen a cazar en grandes grupos que llegaban a cubrir casi todo el cielo. Destacan la importancia del contacto permanente con otros viajeros para no pasar por alto lugares como este y otros que vale la pena conocer pero no son ampliamente conocidos.
LA CALIDEZ DE COLOMBIA Y UNA ACCIDENTADA LLEGADA A ECUADOR El paso por Venezuela fue rápido, visitando algunos lugares puntuales. De allí siguen viaje hacia Colombia. La primera impresión, dice Adrián, es que "la gente colombiana es muy encantadora, muy parecida a los argentinos, aferrados a sus amistades, abiertos, divertidos, les gusta la buena vida y la diversión".
Siguieron por la costa hasta un punto que ya no es transitable. Según dicen la costa del pacífico allí es poco viable para viajar, hay zonas candentes, puntos de narcotráfico y guerrilla. Si bien no tuvieron inconvenientes en este aspecto, hubo lugares donde les recomendaron no parar. Sin embargo, durante el paso por uno de estos lugares, desafortunadamente el vehículo sufre una avería, algo que no paso a mayores ya que lo pudieron solucionar provisoriamente hasta llegar a un lugar seguro donde pudieron cambiar la pieza (un retén). Bajan desde el centro de Colombia, un poco más hacia al este, uniendo Cartagena con Medellin, Cali y de allí hacia la frontera con Ecuador. Durante el cruce de la cordillera sufren el mayor inconveniente de la travesía: La rotura de la bomba de agua del vehículo. Debido a problemas de importación no consiguen el repuesto, que finalmente fue comprado en Argentina. Gracias a una cadena de mails, y demostrando nuevamente el espíritu solidario de la comunidad de viajeros, consiguen que una persona que emprendía un viaje les acercara desde Argentina el repuesto hasta Lima, Perú. El envío desde allí hacia el país vecino cruzando la frontera resultaba demasiado costoso, por lo que consiguen que se lo envíen hasta la frontera. Adrián cruza la frontera a pie para buscar la bomba y regresa con ella a Ecuador "cruzando a través de un puentecito", cuentan. Mas allá de algunas pinchaduras y otros recambios de piezas frutos del desgaste, no tuvieron mayores inconvenientes mecánicos durante el viaje, aparte de éste que los tuvo varados bastante tiempo, pero donde fueron muy bien acogidos por la gente del lugar durante la estadía. Una vez con el vehículo nuevamente en condiciones, parten a recorrer la costa de país, consiguiendo trabajos en zonas turísticas, Adrían siempre como cocinero, algo que fue enriquecedor para su profesión al ir conociendo los detalles y costumbres gastronómicas de los diferentes lugares durante su recorrido, siempre intentando imitar y respetar la cocina autóctona pero también dando sus toques personales a cada plato. Suman, además de la venta de artesanías, la venta de comida como empanadas y panqueques en
En total sacaron mas de 10.000 fotografìas durante el recorrido
la playa, que cocinaban ahí en el lugar. Tambien elaboran alfajores, colocándoles la marca de fantasía "Bariloche" y siendo todo un éxito de ventas.
ULTIMO TRAMO: PERU Y BOLIVIA Manteniéndose siempre por la zona costera, llegan a Perú, y recorren el norte del país. La gente resulta muy abierta y brindada, con gran simpatía hacia los viajeros como ellos. Ya estaban en la etapa final del viaje y los tiempos de estadía en cada uno de los lugares comienzan a ser menores. Recorren varios lugares de gran valor arqueológico como Nazca y otros puntos interesantes de la zona norteña. Adrían cuenta que "el norte de Perú tiene muchos lugares lindos a nivel arqueológico, muy interesantes, las diferentes culturas, la arquitectura. Nos detuvimos mucho a disfrutar toda esa parte que desconocíamos." Quedó sin embargo pendiente Machu Pichu para una próxima oportunidad, ya que consideran que el vehículo no cumplía las condiciones para realizar esa excursión. Lima fue una de las pocas ciudades capitales en las que hacen una estadía durante su recorrido, ya que en las demás solo estuvieron de paso. Allí paran en un barrio de estilo bohemio, con acantilados que dan al mar. Al principio tuvieron algunos problemas con el personal de seguridad del barrio por instalarse allí, pero con el tiempo entran en confianza y pasan varios días allí vendiendo artesanías. Cruzan a Bolivia y visitan varios lugares de gran belleza como el lago Tiki Kaka, con paisajes que según ellos les hacen recordar a los paisajes patagónicos. Siguen hasta La Paz, donde se enteran de un conflicto minero con fuertes cortes de ruta, que tratan de evitar y salir rápidamente de los lugares en conflicto. Desde La Paz se dirigen a Oruro y a San Martin de las Sierras, para luego adentrarse en la selva boliviana, un lugar poco aconsejable pero en el que pueden circular sin mayores problemas, a pesar de intensas lluvias y peligrosos caminos de cornisa. Llegan hasta la llanura de Santa Cruz de la sierra donde ya mejora la situación de los caminos. De allí ya parten de regreso hacia Argentina.
REFLEXIONES LUEGO UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE Para Adrian, "Lo más lindo del viaje fue el aspecto social y cultural. Fue un viaje abierto socialmente a todo". "Nos encendió una mecha que no teníamos encendida", cuenta, destacando que sirvió también para sumar una gran cantidad de amistades, ya que "con to-
dos los viajeros se comparte algo, momentos vividos, experiencias, información… es como una gran comunidad con la que se permanece en contacto y se brinda ayuda mutuamente.". En cuanto a pasar tanto tiempo viviendo en un motorhome de estas características, consideran que fue algo aceptable pero con el pasar del tiempo la falta de espacio comienza a ser un factor estresante. Tutu y Kiki, los perritos que acompañaron la travesía no tuvieron problemas por su parte en adaptarse a vivir dentro del vehículo y de hecho según sus dueños "parece que extrañan estar ahí". Consultados por si el viaje sirvió para afianzar la pareja, afirman que "por momentos se afianzó, en otros momentos nos separó, por diferentes maneras de pensar y ver las cosas. Como toda pareja tuvimos nuestros altibajos.".
"Lo mas lindo del viaje fue el aspecto social y cultural. Fue un viaje abierto socialmente a todo" Silvana afirma que "es hermoso hacer un viaje como éste, pero tenés que estar también muy fuerte para enfrentar todo, como estar lejos de la familia, si sucede algo malo, si tenés un problema de salud, por ejemplo. Yo me apoyaba mucho en él, y él mucho en mí, y por supuesto en la gente buena que íbamos conociendo". Adrían por su parte afirma que "Sería hermoso vivir viajando, pero creo que tampoco es bueno vivir siempre así, siempre necesitaría un tiempo para mí, para estar en mi lugar. Yo creo que para que las cosas sean buenas tienen que durar lo justo, ni extenderse demasiado ni quedarse cortas; este viaje tuvo el tiempo justo". ¿Qué sigue ahora? ¿Repetirán la experiencia algún día? Adrían dice que "necesitamos
bajar un cambio, volver a un ritmo de vida normal, salir un poco de esta ficción de vida del viaje para pensar un poco que es lo que extrañamos, que es lo que no, valorar las amistades, valorar los tiempos que invertimos en esto. El cierre sería volver a nuestro lugar, volver a comenzar, ahí concluiríamos este viaje, pero estamos expuestos a la posibilidad de otra aventura, no sé cuándo, ni cómo ni dónde, hay muchas ideas rondando por nuestras cabezas, pero tiene que ser algo bien pensado, no tirarnos a la pileta y que nos salga mal, queremos que nos salga como éste." La última reflexión, de parte de Silvana es que "el viaje es muy particular, personal para mí, personal para él, personal para cada viajero. Es un viaje para conocerse a uno mismo, pero tenés que estar muy abierto y preparado y con todo lo positivo que es enfrentarse al mundo."