CABRALITO: EL MONSTRUO LACUSTRE DEL EMBALSE CABRA CORRAL

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“CABRALITO” EL MONSTRUO LACUSTRE DEL EMBALSE CABRA CORRAL Por Fernando Jorge Soto Roland*

Embalse Cabra Corral (Salta) Simpática representación de “Cabralito”, el supuesto “monstruo” que habita en el lugar

INTRODUCCIÓN

Coronel Moldes es un típico pueblo del norte argentino. Pequeño, tranquilo, pintoresco y con sólo 3.400 habitantes permanentes. Esta localidad de la provincia de Salta ―Departamento de La Viña― conmemora con su nombre a uno de los tantos militares revolucionarios ―José de Moldes― que, en 1816, pusieron freno, bajo la comandancia del general Martín Miguel de Güemes, al avance español desde el Alto Perú, durante las guerras de la independencia. Moldes, con sus casas bajas, coloniales y larguísimas galerías que ―a sobre nivel de la calle― le permiten a uno resguardarse de los impiadosos rayos del sol durante el verano y del frío en invierno, es la última escala antes de llegar al Embalse Cabra Corral. En enero de 2018, con mi esposa nos apersonamos en Coronel Moldes con el fin de ver pasar los extraordinarios camiones y autos de la más impactante competencia que existe actualmente: el Dakar. Y fue la Ruta Nacional 68 ―que como una espada medieval atraviesa todo el pueblo de punta a punta― la que nos sirvió de improvisada tribuna. *

Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la UNMdP (Argentina).


2 Pero no era ese el cometido principal de aquel viaje. Nuestra meta era el inmenso espejo artificial de agua que se encontraba a unos 20 kilómetros de allí y del que se contaban historias por demás extraordinarias.

Coronel Moldes (Salta) En enero de 2018 el bucólico pueblo salteño se vio alterado por el paso del Dakar

A sólo 40 minutos de viaje en colectivo desde Moldes el paisaje cambia por completo y las montañas, tapizadas por la yunga o selva andina, abren paso a un entorno en donde un lago artificial ―de 18 kilómetros de largo de norte a sur y 13.160 hectáreas de superficie― rompe el escabroso relieve montañoso, sumergiéndonos en una región de maravillas. La cuna de una misteriosa criatura que busca imponerse en el imaginario: el Dique General Belgrano y su Embalse Cabra Corral.

Embalse Cabra Corral, Salta (Argentina)

Según consignan los textos, el nombre del embalse tiene una historia por demás singular. De hecho debería haber llevado el del creador de la bandera nacional (como la presa de 93 metros de altura), pero cuando la empresa norteamericana que relevó topográficamente la zona para la futura obra publicó sus planos, en muchos de los sitios los ingenieros escribieron “cabra corral” en lugar de “corral de cabras”, que era lo que efectivamente se levantaban allí. No fue un nombre impuesto. Surgió naturalmente. Tal vez eso le de a la región un encanto adicional, evitando así llamar al su monstruo residente “Belgranito” (lo que podría ser tomado como una absoluta falta de respeto a uno de nuestros más insignes patriotas). La construcción total de esta faraónica obra demandó siete largos años ―de 1966 a 1972―, convirtiéndose en la principal generadora de energía hidroeléctrica del NOA y lugar de descanso y esparcimiento de los salteños, cuya capital se encuentra a 85 kilómetros.


3 Hasta allí llegamos en busca de “Cabralito”, una elusiva y enorme criatura que ―dicen― vive en sus profundidades y que ―de tanto en tanto― se deja ver ante la asombrada mirada de pescadores, residentes y turistas. Nosotros no tuvimos esa suerte. De todas maneras, el viaje a Cabra Corral nos permitió aproximarnos a su más grande riqueza: el imaginario local. Que, en definitiva, es lo que me ha movido desde hace años a indagar en estos temas. Lo que sigue es una crónica y al mismo tiempo un breve ensayo sobre nuestras experiencias y la mitología impuesta en la zona.

FJSR


4 PARTE 1

UN PLANETA REPLETO DE MONSTRUOS

Monstruos lacustres Personajes permanentes del imaginario

Ya sea por simple credulidad, intereses turístico/económicos, mala percepción o la escondida necesidad de mantener activo el espíritu romántico que exacerba lo misterioso, decenas de lagos, lagunas, ríos y embalses del mundo tienen, entre sus habitantes permanentes, a monstruos lacustres. Seres extraños que, especialmente en verano, suelen irrumpir en las páginas de diarios y revistas insuflándoles a esos espejos de agua un cariz más entretenido y conveniente en época de vacaciones estivales. En nuestro país el Lago Nahuel Huapi ―compartido por las provincias de Neuquén y Río Negro― es al respecto el más conocido de todos. Hasta sus orillas han acudido criptozoólogos de todas las latitudes en busca de Nahuelito, monstruo que acredita ―junto con el del Loch Ness en Escocia (Nessie) ― una altísima estima entre esos excéntricos cazadores de bestias extrañas.1 Pero no son los únicos. Muy pocos países carecen de ellos. De hecho, pareciera que esos insólitos y anacrónicos seres pululan por doquier. Cabralito no constituye la excepción a la regla. Con un breve e incompleto listado daré cuenta de ello, antes de meterme de lleno en el tema que nos convoca. 1

Véase del autor: “Jorobas cuellos largos y fantasías. La leyenda de “Nahuelito” el monstruo lacustre del Nahuel Huapi”, en La Razón Histórica – Revista Hispanoamericana de Historia de la Ideas. Disponible en Web: https://www.revistalarazonhistorica.com/31-7/


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Antigua postal del Monstruo de la serpiente del Silver Lake (mediados del siglo XIX)

Alkali: un gigantesco animal parecido a un cocodrilo, en el Walgren Lake, Nebraska, EE.UU.

Animal de Storsjön: Lago Storsjön, Suecia.

Bessie: uno de los monstruos más antiguos de los EE.UU., residente del Lago Erie.

Bunyip: monstruo australiano que habita el Lago Modewarre, Australia.

Champ: habitante del Lago Champlain, compartido por los estados de Nueva York y Vermont ―en Estados Unidos― y Canadá

Chessie: monstruo de la Bahía de Chesapeake, EE.UU.

Emela- Ntouka: monstruo de características anfibias que habitaría en la cuenca del Río Congo.

Gusano de Lagarflójt: bestia serpentiforme de Lago Lagarflójt, Islandia.

Igopogo: monstruo del Lago Simcoe, Canadá.

Issie: monstruo del Lago Ikeda, Japón.

Manipogo: natural del Lago Manitoba, Canadá.

Memphré: monstruo lacustre del Lago Memphremagog, en Québec, Canadá.

Mokele- Mbembe: bestia de los pantanos de Likouala, República del Congo.

Monstruo del lago de Bañolas: Gerona, España.

Monstruo del Lago Fltahead: Montana, EE.UU.

Monstruo del Lago Iliamna: Alaska, EE.UU.

Monstruo del Lago Labynkyr: al Este de Rusia.

Monstruo del lago Llanquihue: Chile.

Monstruo del Lago Silver: Wyoming, EE.UU.

Monstruo del Lago Tianchi: en el límite de China y Corea del Norte.


6 

Monstruo del Lago Tortuga: Canadá.

Monstruo del Lago White: Newport, Arkansas, EE.UU.

Morag: nombre del monstruo que habitaría en el Loch Morag, Escocia.

Nahuelito: habitante del Lago Nahuel Huapi, Argentina.

Nessie: monstruo del Loch Ness, Escocia.

Ogopogo: enigmático ser del Lago Okanagan, Columbia Británica, Canadá.

Shuswaggi: bestia con forma serpentina del Lago Shuswap, Columbia Británica, Canadá.

Skin Fin: en el Lago Powell, en los límites de Utah y Arizona, EE.UU.

Taho-Tessie: monstruo del Lago Tahoe, Nevada, EE.UU.

Winipogo: residente del Lago Winnipegosis, Canadá.2

En la mayor parte de los casos, los avistamientos de estas supuestas criaturas han seguido un patrón parecido, con resultados idénticos. En primer lugar nos encontramos con un testigo (o testigos) realizando actos por demás cotidianos. Gente distraída, caminando o conduciendo por la orilla, pescando o navegando plácidamente en las calmas aguas del lugar. Nada indicaría, en principio, intencionalidad alguna de “ver algo”; a no ser ―claro― las observaciones planificadas por los cazadores amateur de monstruos, que suelen invadir las costas armados de prismáticos, filmadoras y cámaras fotográficas, con la esperanza de poder captar a la bestia. En la década de 1930, después de que Nessie asomara su cabeza por primera vez en los periódicos, el Loch Ness se llenó de este tipo de curiosos, sin que ninguno pudiera dar prueba definitiva de su existencia. Nadie observó nada contundente y, cuando en ocasiones eso supuestamente ocurrió, se debió a la sugestión colectiva, retroalimentada por los 2

Para un pormenorizado estudio de todas estas leyendas véase algunas de las siguientes obras: Cohen, Daniel, La Enciclopedia de los Monstruos, Edivisión, México, 1990 (1° edición 19882). // Whittall, Austin, Monstruos de la Patagonia. Una guía erudita sobre sus gigantes, duendes, criaturas lacustres y bestias míticas, Zaghier & Uruty Publications, Ushuaia, 2011. // Hall, Angus, Monstruos y bestias míticas, Editorial Noguer S.A., Barcelona, 1976. // Aleman Berenguer, Rafael, Criptozoología. Cazadores de Monstruos, Melusina, España, 2010. // Landsburg, Alan, En Busca de mitos y monstruos, Plaza & Janés, España, 1983. // Chordá, Carlos, El Yeti y otros bichos ¡vaya timo!, Editorial Laetoli, España, 2007. // Angulo, Eduardo, Monstruos: una visión científica de la criptozoología, 451 Ediciones, España, 2007. // Keel, John, Guía completa de los seres misteriosos, Edivisión, México, 1997 (1° edición de 1970). // Rey, Carlos, Nahuelito: el misterio sumergido, Editorial Caleuche, Argentina, 2007. // Colombres, Adolfo, Seres sobrenaturales de la cultura popular argentina, Ediciones del Sol, Argentina, 1984. // Obra colectiva (sin autores detallados), Criaturas Misteriosas, Biblioteca Time-Life Books y Revista Conozca Más, Buenos Aires, 1992. // Heuvelmans, Bernard, Tras la pista de los animales desconocidos, Tomo 2, Luis de Caralt Editor, Barcelona, 1958. // Shuker, Karl P.N., Atlas de lo Inexplicable. Un guía ilustrada sobre los misterios naturales y sobrenaturales del mundo, Editorial Diana, México, 1996. // González, José y Heylen, David, Criptozoología: el enigma de los animales imposibles, Edaf, España, 2002. // Asimismo véase en Internet algunas de los siguientes artículos: Monstruos lacustres, en La exuberancia de Hades. Disponible en Web: https://laexuberanciadehades.wordpress.com/2017/03/22/monstruoslacustres/ // Cano Carmona, Francisco, Monstruos lacustres estadounidenses: los Nessie americanos. Disponible en Web: http://www.diariosigloxxi.com/texto-diario/mostrar/573392/monstruos-lacustres-estadounidenses-nessieamericanos-ii //


7 comentarios de los presentes (generalmente en grupo), la falta de experiencia y la ignorancia, no sólo de la fauna local sino del comportamiento del agua cuando se ve afectada por la acción del viento. Basta con que alguien anuncié ―excitado― haber visto algo para que los demás, casi irremediablemente, lo imiten. Los creyentes quieren ver. Y muchas veces ven lo que quieren ver u otros le dicen lo que ellos ven; por más que sea un simple tronco flotando. 3 Pero la casuística ―como le gusta decir a los criptozoólogos, mechando sus delirios con términos pretendidamente académicos― indica una primera etapa en la que predomina una aparente apatía, el desinterés y el distraimiento.

Cazadores de Monstruos. Fotos de los años 1930 y 1970 en el Loch Ness, Escocia. Los resultados han sido siempre nulos

Seguidamente viene la segunda fase. El momento axial. El instante en el que “algo raro” llama la atención: una ola poco común, una estela misteriosa en el agua, el chapoteo o salpicaduras en el espejo líquido, sin una causa conocida aparente. Es el segundo de la sorpresa. Aquel que da paso ―de no mediar un cuello largo o jorobas reales emergiendo de la superficie― a las consabidas interpretaciones que, con el paso de los segundos, terminan convirtiéndose en certezas. Si no parecía un animal conocido nadando o un objeto identificable de manera clara, ¿qué puede haber sido? Claramente, un monstruo. En estos casos juega un rol fundamental el background de experiencias y conocimientos previos del testigo, la influencia de los medios de comunicación y las historias que circulan en el lugar de la observación. Como señalamos arriba, la sugestión es una herramienta poderosa del imaginario y una de las causas principales en este tipo de asuntos. Ella puede convertir un madero a la deriva en el cuello flexible de un plesiosaurio. La tercera y última fase es de acomodación y retroalimentación. En ella el testigo se reafirma en sus dichos. Se convence de que lo que vio era, efectivamente, “el monstruo del lago”. Olvida que los humanos nos equivocamos muy a menudo y que solemos darle a nuestras percepciones más crédito del que en verdad tienen. Por otra parte, con el transcurso del tiempo, el recuerdo se reedita. 3

En las llamadas “Alerta Ovni” pasa algo parecido, aunque en estos casos los ojos miren hacia arriba.


8 Se acomoda a lo que creíamos; y de ahí al convencimiento hay un paso muy corto que, una vez dado, resulta imposible volverlo atrás. Es el momento en el que las descripciones se pulen y surgen agregados que completan una escena en principio llena de baches. Se llenan los espacios vacíos y la lectura del testigo alcanza un puntillismo inexistente en las primeras declaraciones. Es cuando los medios entran en acción y escriben con letra de moldes sus grandes titulares. Lo que antes era maleable, difuso, poco concreto, se materializa en tinta y papel, adquiriendo un estatus ontológico más firme y ―a partir de entonces― duradero. La historia llega al gran público. Alimenta la imaginación y, posteriormente, el deseo y predisposición de ver de los futuros viajeros.

Las noticias sensacionalistas son las principales catalizadoras y responsables de la neo-mitología referida a monstruos de todo tipo, en este caso de los lacustres

Todo parece indicar que en diciembre de 2011 los miembros de la familia Cabral, del bario Castañares de la ciudad de Salta, no pasaron un muy buen fin de año. El escarnio público, la burla de amigos, vecinos y familiares lejanos, había caído como una vieja maldición gitana sobre el sexto hijo del clan y todos, en especial el padre, culpaban de ello al diario de mayor tirada en toda la provincia, El Tribuno; publicación que, desde 1949, tenía por costumbre editar de a ratos noticias bizarras referidas a humanoides de supuesto origen extraterrestre en las inmediaciones de la Recta del Tin Tin o mandar reporteros a cubrir las supuestas apariciones de una bestia velluda, habitante de las yungas salteñas, conocida con el nombre de Ucumar.4 El disgusto familiar era grande y no era para menos: el vástago aludido arrastraba desde su más tierna infancia un apodo que ―hasta entonces― había estado cargado de cariño. Todos lo conocían como “Cabralito”. Pero el clima general en la provincia había cambiado desde la navidad del 2011 a raíz de una noticia: alguien había fotografiado en las aguas del Embalse Cabra Corral a un supuesto y enorme 4

Con relación a esta leyenda y sus “apariciones” véase del autor: “El viejo hombre del bosque. El Ucumar: realidad y ficción”, La Razón Histórica-Revista Hispanoamérica de Historia de las Ideas. Disponible en Web: https://www.revistalarazonhistorica.com/33-11/


9 monstruo, aparentemente serpentiforme, muy largo y de gran cabeza, bautizado por El Tribuno ―siguiendo el ejemplo del Nahuelito sureño― con el mismo apodo que el joven Cabral tenía desde hacía años. La familia elevó una queja y Noticias de Iruya.com5 la hizo pública. La protesta parecía bien fundada. Según el padre, la situación se había vuelto insoportable. “Lo han empezado a llamar Monstruo, Reptil, Cabezón… ¡Hasta Plesiosaurio!”, denunció.6 Estaban apesadumbrados. De ahí que la empresa periodística de Iruya ―quizás con la intensión de quitarle los laureles a El Tribuno y sin un dejo de clara ironía― propusiera cambiarle el nombre (al monstruo, claro). ¿Por qué no “Corralito”, en recuerdo a los malos momentos financieros vividos durante el periodo neoliberal del poco dúctil presidente De La Rúa? Era una opción, incluso cargada de cierta significación conmemorativa y premonitoria. ¿Y qué tal “Cabrie”, en clara analogía al monstruo lacustre más famoso del mundo, Nessie? Incluso podría implementarse un apodo más cheto y acorde a los gustos de la más conservadora burguesía salteña: “Goatie”, en alusión a la traducción al inglés de “Cabra Corral” (Goat Farmyard). Pero de nada sirvieron las sugerencias. “Cabralito” se había impuesto. No había nada qué hacer. Su nombre había calado hondo en el imaginario colectivo, no sólo de los salteños sino también del resto del país que, lógicamente, no tardó en enterarse del asunto. Muy a pesar de la familia Cabral el apodo quedó instalado. Hoy, a más de ocho años de los primeros avistamientos, “Cabralito” sigue vigente y ―aún sin arrastrar la fama de su primo-hermano de Bariloche― el nombre se rememora a orillas del hermoso embalse y en alguna que otra charla de fogón (incluso en las electrónicas que circulan por Internet).

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Publicación periodística que en febrero de 2018 cumplió su mayoría de edad. Véase: Noticias de Iruya.com. disponible en Web: http://noticias.iruya.com/a/sociedad/comunicacion/30402-iruya-com-cumple-hoy-21-anos-de-servicio-a-lossaltenos.html 6 Véase: “En busca de un nombre para el monstruo de cabra Corral”, Noticias de Iruya, publicado el 29 de diciembre de 2011. Disponible en Web: http://noticias.iruya.com/sociedad/comunicacion/12970-en-busca-de-un-nombre-para-elmonstruo-de-cabra-corral.html


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Antigua postal del Loch Ness


11 PARTE 2

EL PODER DE LA IMAGEN

Primer fotografía de “Cabralito” tomada el 26 de noviembre de 2011

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, pero en ocasiones se necesitan más de mil palabras para explicar, justificar y legitimar a una de ellas. Es lo que sucede con todas las fotos que se han venido tomando (y publicando) de monstruos lacustres desde la década de 1930 o con los grabados y xilografías, en bestiarios y libros de viaje, desde tiempos inmemoriales. Las imágenes de “Cabralito”, por supuesto, no son una excepción a la regla. El 26 de noviembre de 2011, en tanto la NASA hacía despegar la misión espacial “Curiosity” con dirección a Marte, un acontecimiento por demás extraño ocurría a orillas del Embalse Cabra Corral, en Salta. Leonardo “Leo” Bonani, oriundo de la provincia de Córdoba y de vacaciones en el NOA, era fotografiado por su esposa ―Graciela Chilo― mientras se mojaba las piernas, embanderado con la camiseta del equipo de fútbol de su preferencia. Todo indicaba que aquella sería una foto más. Pero no fue así. Sin saberlo, estaban dando origen a una leyenda que ―un poco a los tumbos― llega hasta nuestros días. La toma, seguramente, no podría competir en un concurso fotográfico. Es una típica escena familiar, común y corriente; pero de lo que nadie se percató al momento de oprimir el obturador de la cámara (¿o fue un celular?) es que al fondo, flotando en el agua del embalse, hay “algo raro” [Ver foto de arriba].


12 A primera vista parece redondo. Una boya. Una pelota, quizás. Nada en principio indicaría que “eso” es una criatura antediluviana. Carece de cuello, no hay jorobas emergiendo ni estala que sugiera que estaba en movimiento. Es algo confuso. Tanto que una página de Internet, adepta a ver misterios debajo de todas las baldosas, la puso como ejemplo en una nota en la que se hacía referencia a la aparición de un ovni.7 Desconozco en qué momento Leonardo Bonino advirtió la anomalía y cómo la fotografía llegó a manos de El Tribuno. Lo cierto es que, casi un mes más tarde, el 21 de diciembre de 2011, el diario la publicaba con bombos y platillos. La sagacidad de los periodistas de turno hizo que concluyeran que “eso” era un monstruo y lo bautizaron “Cabralito”. A fuer de ser sinceros, aquello podría haber sido cualquier cosa. Ni siquiera aplicando el argumento de la pareidolia uno podía observar en esa imagen la cabeza de una misteriosa criatura. Pero la influencia mediática es muy poderosa. Una vez catalogada por la prensa, más de uno creyó ver lo que El Tribuno sugería que era. En su momento la noticia (una típica serpiente de verano) no tuvo demasiada repercusión, más allá de los límites provinciales. Habría que esperar una semana para que el resto del país se hiciera eco de la “misteriosa aparición”. Claro que, a nivel local, no tardaron en asomar la cabeza los “expertos” y “autoridades”, convocados por mismo periódico. Así, aunque de manera un tanto tímida, El Tribuno colocó en su página oficial de Internet el testimonio de Jorge Santi, un policía que, en las distintas notas subsiguientes, pasó de ser buzo táctico, Suboficial Mayor de la Policía Lacustre y/o Jefe de la mencionada dependencia. En esa primera y corta entrevista, Santi brindó el primer “antecedente histórico” de Cabralito, testimoniando (y gesticulando) lo siguiente: “Era tipo ocho, nueve de la noche, y en un momento dado la familia ―que venía navegando― dice que vio algo como un animal haciendo un movimiento ondulatorio (entrando y saliendo del agua). Pero como era de noche no se le ha visto bien. Pero hizo movimiento ondulatorio. Nada más. Después se ha ido. Pero ese comentario se ha oído. ‘Hemos visto una cosa grande’… No sé, un animal subacuático. Pero no puede ser un sábalo que es lo más grande que hay en la zona…”. 8

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La nota mencionada es uno de esos típicos ejemplos en los que el texto y la foto que lo ilustranada tiene que ver entre sí. Véase: “Un comerciante asegura haber visto a un ovni”, Revista Atlántida. La esencia misma del Misterio. 9 de noviembre de 2013. disponible en Web: https://revistavocesdelmisterio.wordpress.com/2013/11/09/un-comercianteasegura-haber-visto-un-ovni/ 8 Véase: “El Sub Oficial Mayor de la Policía Lacustre de Salta, Jorge Santi, relata como fue la aparición del monstruo del Cabra Corral, mejor conocido cómo "Cabralito" en El Tribuno, 21/12/2011. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=zg-FBd6DDNE


13 El tema estaba instalado. La Policía Lacustre aseguraba que había pasado antes. Aquella navidad del 2011 el “ya monstruo” del Cabra Corral le quitó protagonismo a los renos del trineo de Papá Noel. Pero la mayor sorpresa estaba por venir y no se tardó demasiado: el 27 de diciembre ―a sólo seis días de la publicación de la foto de Bonani― el Cabralito volvió a ser noticia. Pero esta vez lo que El Tribuno publicó fue… ¡una filmación! Quiso el azar que fuera otro cordobés el nuevo protagonista de la historia, Sebastián Papetti, un pescador aficionado de 47 años quien, desde su propio barco, había podido captar con su filmadora la “apabullante” escena. Acicateada por El Tribuno, la noticia estalló y cuando fue levantada ―el 29 de diciembre de 2011― por los medios nacionales (TN, El Cronista y Clarín, entre otros), las cosas empezaron a mutar. En especial lo que se dijo que Leo Bonani había dicho unos días antes. Las preguntas dirigidas hechas por los periodistas salteños y la apresurada lectura de los medios porteños entreveraron el asunto. De ahí que El Cronista escribiera sobre “(…) un extraño animal que el autor de la foto [Bonani] había descripto como un enorme ser reptiloide asomando su gran cabeza”.9 Pero nada de eso era cierto. Leo Bonani, de acuerdo con su testimonio original, nunca habló de una criatura con esas características. Sólo se había limitado a decir: “Mucha gente dijo haber visto algo, pero nosotros no hemos visto nada. Simplemente sacamos la foto. Y bueno, después pasó lo que pasó…”.10

Como ya hemos notado, de “reptiloide” la foto no tiene nada, a no ser que se haga uso de una afiebrada imaginación. Pero quien sí agregó una detallada descripción del recién bautizado monstruo fue otra persona; un comerciante salteño llamado Lucio Temporetti que, con fecha 23 de diciembre de 2011 [4 días antes de que se hiciera pública la filmación y a 2 días de la circulación de la foto] viera publicado su largo y detallado testimonio en la página Web de El Tribuno. Los efectos de la primera (y única) fotito empezaban a dar resultados cada vez más concretos y precisos. Los medios de comunicación moldeaban las percepciones y los recuerdos. 9

Véase: “Cabralito, el nuevo monstruo acuático de Salta”, en El Cronista. Disponible en Web: https://www.cronista.com/informaciongral/Cabralito-el-nuevo-monstruo-acuatico-de-Salta-20111229-0122.html 10 Véase: minuto 3,34 del video titulado El Cabralito, Salta, Informe Bendita TV, Canal Nueve, 3 de enero de 2012. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=KlTZkdSVjA0


14 Y así, Temporetti y su hermano sacaron a la luz una experiencia personal que ―de acuerdo con sus dichos― ubicaban entre 1986 y 1988. Ambos coincidieron en ello y en los detalles de aquel ochentoso y primigenio avistamiento. “Yo tenía un crucerito que había traído de La Paz, Entre Ríos. Nos vamos ese fin de semana al dique. Llegamos a la noche. Destapo la parte del motor y veo que había agua adentro. Entonces lo llamo al chango, al mecánico de Punta Mar, donde amarrábamos nosotros, y le digo: ‘Escuchame, está entrando agua por la proa. Íbamos a salir ahora, pero tenemelo para mañana”. El otro muchacho que venía conmigo tenía una lancha igual pero de distintos colores, me dice que amarráramos las lanchas y fuéramos tirando los dos para economizar combustible… “Estaba yo (el burro adelante), mi hermano más chico, Guillermo; estaba un chango amigo mío, Fernando Miguel (Miguel de apellido); estaba el chango este, Fernando Terán y estaba Rodolfo Forte (estos dos amigos de mi hermano). “Salimos con la lancha a tiro. Un grupito iba en la lancha y yo iba adelante con Guillermo en otra lancha. Entonces arrancamos, salimos de Punta Mar. Íbamos despacio. Entonces entreveo adelante la estela típica que dejan las lanchas, pero no se veía ninguna y no había ruido ni nada. Pero la estela seguía. ¿Me entendés?... Entonces, en un momento dado, mientras seguíamos avanzando, delante de la lancha, más o menos a unos 10 metros… ¡ así (gesticula con ambos brazos señalando un gran tamaño), una marota! La cabeza de un dinosaurio, color verde oscuro, con ojos grandes. Y, vos sabés que (los vagos se han cagado de espanto) pero yo, más astuto que el diablo, la lancha que venía atada a la nuestra, la empiezo a dar vuelta. A ir cerrando (cerrándolo). Y el bicho iba girando la cabeza. Nos iba mirando, pero en ningún momento hizo el amague de atacarnos, ni nada. Hasta que en un momento dado, cuando se vio medio encerrado, yo le digo a los changos: ‘Agarren los remos porque, cualquier cosa que se nos venga encima, lo cagamos a palos”. Entonces el bicho hizo así (simula con la mano cómo se sumergió) y desapareció. Pero ahí lo vimos (muy cerca). De la lancha, ahí. Era la cabeza de un dinosaurio. Pero inmensa. Y después, como al mes, voy a pescar yo con mi hermano mayor, Pepe (…). Esa noche, me acuerdo, que no había nada de pique, y al otro día, cuando empieza a aclarar, el dique era un aceite (el agua planchada) y a lo lejos, como a 200 metros, veo algo que iba. Yo tengo prismáticos (toda la vida tuve prismáticos), los saco, lo juno (veo): el mismo marote (cabeza). Esas fueron las dos veces. Pero eso fue en 1986 ó 1987. ¡Pero ahí (cerquita) lo vimos!… ¿Qué me vengan a decir que no hay algo ahí! ¡Yo lo vi! Pero esperá que te hago hablar con mi hermano (por teléfono).”

― [Testimonio telefónico de Guillermo Temporetti]: “El tamaño de lo que yo he visto era del tamaño de la caja de una camioneta. Era como esos prehistóricos que comían pasto. Pero no tenía pelo, ni nada. Era como una serpiente grande. Yo no le vi el


15 cuerpo (…). Nosotros seguimos pescando pero definitivamente así pasó. Esto que te estoy hablando fue en 1987 ó 1988”.11

Lucio Temporetti relata su encuentro con Cabralito

Pero los Temporetti no aportaron más pruebas que sus dichos. Recuerdos que tenían un cuarto de siglo de antigüedad. Período suficiente para que se moldearan y editaran en función del olvido lógico producto del paso del tiempo y del nuevo contexto informativo que sacudía a toda Salta a fines de 2011. Parece que no mentían y nada indica que hubiera un móvil económico detrás de sus relatos. ¿Deseos de notoriedad pública? Tal vez, pero eso sería tan difícil de probar como la existencia misma del “dinosaurio” que juraron observar. 24 horas después, las páginas de El Tribuno publicaban el testimonio de Sebastián Papetti, que se propagó ―con su filmación― como reguero de pólvora.

Sebastián Papetti dando testimonio ante El Tribuno sobre el bulto que vio y filmó

“Me fui el domingo con mi novia al dique, tranquilo, piola, temprano. Tengo un barquito ahí, cerquita de Punta de Mar, donde están los buzos. Entonces me fui navegando, pasé el puente y de ahí llegué hasta el cerro de Las Tres Tetas. Entonces me quedé ahí. El dique como aceite (tranquilísimo) estaba. Hermoso. Así que como estaba lindo, tiré el ancla. Me puse a armar las anclas (…) y en lo que levanto la vista un poco, veo una estela, como a 15 ó 20 metros. Una estela alta. Y como de ida había estado jodiendo con la filmadora, ahí nomás la prendí y me puse a filmar. Vi una cabeza que se levantó, que iba a una velocidad 11

Véase: “En dos oportunidades vio a Cabralito en el dique Cabra Corral”, con fecha 23 de diciembre 2011, El Tribuno. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=KYkI-TNvmb4


16 bien rápida. Y después como una crestita allá y otra un poquito atrás. Se levantó un bulto así (y gesticula) más o menos. La seguí filmando hasta que desapareció, y ahí me quedé. ¡Lo filmé todo!”. 12

Por su parte, TN (Todo Noticias) hizo público, con fecha 29 de diciembre de 2011, segmentos de oro reportaje que el pescador diera a la prensa: “Estoy seguro de que se trataba de un animal extraño. El reptil, o lo que sea, alzó la cabeza ovalada como una pelota de rugby, pero mucho más grande, y de pronto se sumergió, apareciendo otras partes del cuerpo detrás y sobre la estela”.13

La interpretación que Papetti ofreciera a los medios no nacía de la nada. Había antecedentes frescos de varias personas que ya habían declarado públicamente respecto de un “animal extraño” en el Cabra Corral (¡si hasta nombre propio tenía!). Por tanto, no hay asepsia en la filmación. Por algo una simple estela ―en la que se ve poco y nada― le llamó al “testigo” la atención. Su objetividad como elemento de prueba tampoco es tal y mucho menos si se lo que se pretende certificar con ella es la existencia de una gigantesca criatura de 15 metros de largo.14 Pero las especulaciones estallaron y nuevos testigos, especialistas y vecinos al gran embalse empezaron a condimentar la historia.

Fotogramas de la filmación realizada al supuesto “Cabralito”

Entre el 27 y el 29 de diciembre e 2011, Jorge Santi, representante del destacamento de Policía Lacustre del Embalse Cabra Corral (como ya hemos visto), volvió a la carga. “No son nuevas estas historia ―confirmó a la prensa―. Algunos dicen que vieron un reptil parecido a un yacaré y otros juran haber visto una gran serpiente que se desplazaba con la cabeza fuera del agua. ―Seguidamente, no pudo dejar de convertirse él mismo en protagonista (medianamente 12

Véase testimonio y VIDEO en “Testigo cuenta su experiencia al ver a Cabralito”, El Tribuno, 27 de diciembre 2011, disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=ljzJ2DpWJ1o 13 Véase: “Increíble video y doble misterio por un monstruo de 15 metros en un dique de Salta”, en TN, Creer o reventar. Disponible en Web: http://blogs.tn.com.ar/creeroreventar/tag/cabra_corral/ 14 Nota importante: Según indica TN –levantando la noticia de El Tribuno― Sebastián Papetti filmó al “monstruo” el 24 de diciembre de 2011 a las 17:15 horas.


17 racional) de una historia pasada: ―Una tarde, cuando navegábamos hacia un rescate, vimos una protuberancia que emergió del agua, pero comprobamos que se trataba de un sábalo gigantesco, casi deforme. Muy raro.”15 “La noticia (del Cabralito) no me sorprendió. Desde hace años hay rumores al respecto (…). Este embalse tiene profundidades inalcanzables para los buzos y el entrenamiento que poseemos”.16

Suboficial Mayor Jorge Santi (Policía Lacustre) y uno de los recodos del Embalse Cabra Corral

Pero de todas las declaraciones posteriores una fue la que más impacto produjo, puesto que orientó el tema hacia uno de los períodos más oscuros de la historia argentina. Aquel en el que los monstruos usaban uniformes militares.

Ex Comisario Roberto Medina

En diciembre de 2011, el ex-comisario y perito criminalista Roberto Medina (por entonces de 74 años de edad) hizo un relato que llamó la atención tanto de los criptozoólogos, como la de los funcionarios de Derechos Humanos del gobierno. El policía retirado expuso:

15

Véase: “Cabralito, el nuevo monstruo acuático de Salta”, El Cronista, 29 diciembre 2011. disponible en Web: https://www.cronista.com/informaciongral/Cabralito-el-nuevo-monstruo-acuatico-de-Salta-20111229-0122.html 16 Véase: “Ya lo bautizaron como Cabralito. Misterio en Salta, dicen haber visto un gran reptil en un dique”, en Diario Clarín del 29/12/2011. disponible en Web: https://www.clarin.com/sociedad/misterio-salta-visto-reptildique_0_rJbVeWY2wQx.html


18 “Hoy, después de varios días de seguir la noticia que publica vuestro matutino sobre avistamientos y monstruos en el dique Cabra Corral, decidí contar lo que me tocó vivir a mí. (…) Estuve a punto de reconstruir, a través del relato y mediante dibujos, un secreto de las profundidades (…).”17 “En los años ’80 fui convocado de urgencia por la Policía Lacustre después de que dos buzos de la Armada, que realizaban mantenimiento en las turbinas del dique Cabra Corral, denunciaran la existencia de una serpiente de dimensiones monstruosas en las profundidades cercanas al muro de contención de la presa. El equipo naval, contratado por una empresa privada checa, abandonó la tarea. ‘No, no haremos más inmersiones –dijeron―. No tenemos seguridad’. “A mí me llamaron para que realizara algo así como un identikit de lo que habían visto. Pero se trataba de un relato que no llegué a escuchar completo, aunque parte de él estaba asentado en el sumario recibido por la policía. La versión dada por los buzos hablaba de una serpiente de 8 metros de longitud, con una cabeza como de un zapallo de los grandes. “Estaba por trabajar en el asunto, consultando bibliografía y libros sobre fauna autóctona, cuando sorprendentemente recibí una contraorden en la que se me decía, textualmente, que abortara la investigación. Por entonces gobernaban los militares (Roberto Augusto Ulloa, en Salta) y lo que venía de arriba no se discutía. ¿Por qué me mandaron a callar? La razón es simple: en mi breve trabajo en la zona, rescatamos cuatro cadáveres, arrojados con pesas de cemento, en el fondo. Si la historia del monstruo se difundía por entonces, harían venido investigadores extranjeros y habría salido a la luz una verdad más tremenda aún”.18

Lamentablemente, el identikit de Cabralito nunca se realizó. La valiente muchachada de la Armada se había retirado antes y Roberto Medina se quedó con las ganas de exhibir su arte. Es una pena porque, de otro modo, la simpática caricatura que hoy se muestra en uno de los muros de contención cercanos al puente de Cabra Corral, guardaría mayores visos de credibilidad.

Caricatura de Cabralito asustando a un buzo (Embalse Cabra Corral, enero 2018)

17

Véase: “Salta: más testimonios sobre el monstruo de Cabra Corral”, Tucumanalas7.com, Tucumán. Disponible en Web: http://www.tucumanalas7.com.ar/nacional/2011/12/29/salta-testimonios-monstruo-dique-cabra-corral-43890.html 18 Véase testimonio de Roberto Medina: TN (29/12/2011). Disponible en Web: http://blogs.tn.com.ar/creeroreventar/tag/cabra_corral/ // Asimismo oír su relato en El Tribuno. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=bnQIMJ1PN1g


19 Claro que, cuando de credibilidad hablamos, nos sumergimos en un tema que la criptozoología y la ufología comparten por igual: el peso y la confianza que los testigos deben (y puedan) generar. Puesto que sólo contamos con fotos desenfocadas, filmaciones confusas y testimonios, estos últimos deben cimentarse en personas avezadas en algún oficio para que ―de alguna manera― aparenten ser más legítimos y serios. Es un lugar común en la bibliografía sobre el tema. De ahí que sean miembros de instituciones gubernamentales, universitarias, militares o policíacas los que se convoquen a la hora de alimentar creencias previas; como si el “testigo calificado” no cometiera errores o no fuera (muchas veces) él mismo un ferviente creyente e interesado en esos temas. Los testigos nunca son sinónimos de objetividad y mucho menos de veracidad absoluta. Pero los medios e investigadores de misterios saben que mucha gente cree lo contrario. 19 Por eso buscan sus testimonios y los resaltan a la hora de acrecentar el enigma de turno. El escepticismo es el mejor punto de partida a la hora de estudiar casos como el del Cabralito, a menos que se quiere caer en el abismo del ridículo asesinando de entrada en sentido común. Por tal razón, tomar como calificadas las opiniones de personas que creen fervientemente en la existencia del monstruo lacustre, no resultaría un camino demasiado serio que digamos. Sostener una opinión crédula con otra de igual carácter es retroalimentar la historia, sin plantear contrapreguntas y eliminando la duda de entrada. Es que el prejuicio cognitivo ― actitud por la cual se tiende a creer y darle validez sólo a aquello con lo que estamos de acuerdo― es un expediente más que común en estos casos; y nos lleva a encontrar coincidencias y señales de confirmación en cualquier cosa. Por tal motivo, los testimonios que El Tribuno y demás diarios hicieron públicos ―buscando, especialmente en las jerarquías policíacas, el aval y credibilidad necesaria para convertir esos dichos en pruebas de autoridad― se cuidaron bien de no decir ciertas cosas, en especial respecto del ex comisario Medina. Omisiones que, de haberse conocido, le hubieran quitado a sus dichos el halo de experiencia académica que aparentaban tener cuando le ponían un micrófono en la boca. Por otro lado, como bien señala Carlos Chordá, “La opinión de cualquier especialista tiene la misma validez que la de cualquiera, si no se apoya en pruebas concretas ”.20 Para el conocimiento

científico los testimonios no tienen valor probatoria alguno. Máxime cuando se trata de observaciones realizadas en situaciones poco confiables y con ciertos antecedentes (noticias previas) que preparan el terreno. La psicología bien sabe que el cerebro suele hacerse una idea previa de lo que hay ahí fuera, y que la interpretación que realiza se ajusta a ella y a lo que se desea ver. La percepción es selectiva e influenciable y en circunstancias especiales vemos cosas donde no 19

Recuérdese la historia de la famosa “Foto del Cirujano”, tomada a Nessie en los años ’30 por un “prestigioso medico británico” y que, a la postre, resultó ser una fraude de proporciones. 20 Véase: Chordá, Carlos, El Yeti y otros Bichos ¡Vaya Timo!, Editorial Laetoli, España, 2007, Pág.75.


20 existen. Claro que si a eso le sumamos el paso del tiempo, la fiabilidad del testimonio es más de dudosa. Sólo ve monstruos el que cree en monstruos. Y esto ocurre igualmente con los fantasmas o los ovnis. Pero no siempre la “fe” en ellos se explicita de entrada. Hay testimonios pseudo-incrédulos. Son aquellos que amagan, al principio, dando una explicación racional/escéptica ―aparentemente bien fundada― para luego (hacia el cierre del testimonio) volver a dejar abiertas las puertas al misterio con un simple “pero…”. Nunca está demás repetir que el principio de autoridad siempre está presente. Pero, hay autoridades y “autoridades”. Un uniforme, un saco, camisa y corbata, no siempre es sinónimos de confianza (aunque lo parezca). Nos movemos en un universo lleno de prejuicios. También de deseos de creer. Por eso, si un biólogo de la universidad niega la posibilidad de que Cabralito sea un monstruo (tal y como lo describieron circunstanciales testigos) los pescadores aficionados no bastan. Hay que darle al titular el peso que el tema se merece reproduciendo testimonios “de calidad”. Es cuando entran a terciar los especialistas en todo. Convengamos que citar a un perito de la policía para que haga el identikit de un monstruo lacustre no es algo que se vea todos los días; ni que un uniformado con esas capacidades artísticas se preste a semejante tarea. Lo que nadie dijo en la prensa es que Roberto Medina era un oficial un tanto sui generis. Ya estaba acostumbrado a esos extraños menesteres. Unos días antes de visitar el dique Cabra Corral con mi esposa, viajé al bellísimo pueblo de Cachi (Salta). Mi meta no era sólo pasar unos días de relax, sino reunirme con un ufólogo amateur, protagonista de un film que se había estrenado recientemente en el cine. 21 Su nombre era Antonio Zuleta. Decía comunicarse con alienígenas y tener uno de los mejores archivos de ovnis filmados por él mismo. Don Antonio es todo un personaje en Cachi. No hay nadie que no lo conozca o deje de saludarlo amablemente. Sucede que Zuleta es una persona gentil, simpática y honesta con sus propias creencias. Los ovnis le han dado sentido a su vida y por ello tiene en su casa un pequeño museo en el que conserva decenas de artículos que hablan de la aparición de seres extraterrestres en la provincia de Salta. Muchos de esos recortes lo tienen a él como protagonista. Fue en una de esas paredes tapizadas de recortes periodísticos donde encontré un dibujo que me llamó poderosamente la atención. Era la representación de ser extraño. Una especie de fauno, pero con rostro “de otro planeta”. Cuando pregunté qué era eso, Zuleta me refirió un famoso caso 21

El film en cuestión es Al Centro de la Tierra (2015), dirigida por Daniel Rosenfeld y estrenada en Buenos Aires el 9 de noviembre de 2017. Cuenta la historia de Antonio Zuleta, su pasión por los Ovnis y legado a su familia.


21 ocurrido en el Cerro Negro en 2002, en el cual una pastora de la zona juró y perjuró haber visto a una monstruosa criatura caminando por la sierra. El Tribuno también se había ocupado del asunto.

Recortes de El Tribuno tratando la aparición de un “extraño humanoide”

Según los artículos había testigos, huellas y opiniones fundadas de “especialistas”. Uno de ellos era el Ingeniero (remarcado el título universitario) Jaime Ferrer. Claro que, a poco de leer la nota uno advertía que era “Ingeniero Automotriz” y uno de los principales investigadores del famoso… Chupacabras. La otra autoridad ―no señalada en el periódico, pero convocada por Zuleta dada su experiencia en esos temas― era el autor del dibujo que tanto me había llamado la atención (y que complementaba la puesta escena de los recortes periodísticos).

Recortes periodísticos en casa de Don Antonio Zuleta (Cachi, Salta)

De acuerdo con Don Antonio, era un identikit.


22 “Fue realizado por un comisario que los hacía perfectos ―me dijo―. Entonces lo entusiasmé para ir y dibujar lo que contaba la pastora. El relato de lo que vio la señora está perfectamente hecho en papel”.22 Afortunadamente tengo la costumbre de sacar muchas fotos mientras investigo un tema. Por tal motivo ―casi un mes después de visitar el repositorio de Zuleta en Cachi y mientras leía todo lo referente sobre Cabralito en El Tribuno y otros diarios― el apellido del ex comisario que en los ’80 estuviera (según sus propias palabras) “a punto de reconstruir un secreto de las profundidades” en el Cabra Corral, me resultó familiar. Recurrí a mi archivo fotográfico y no tardé en advertir que era el mismísimo Roberto Inocencio Medina (sólo que en el dibujo firmaba únicamente con su segundo nombre de pila). 23 Un entusiasta de los temas paranormales.

Identikit y firma de autor del mismo (detalle)

Tras el jaleo armado por los medios a fines de 2011, el “Cabralito” se llamó a silencio. Dejó de asomar la cabeza y no fue noticia rimbombante hasta mayo de 2013. De todos modos, El Tribuno se cuidó de mantenerlo en la memoria de los lectores con notas esporádicas, en marzo de 2012 y un recordatorio de lo “acaecido” un año atrás, el 30 de diciembre del mismo año. En la nota del mes de marzo un vecino y aparente baqueano de la zona del embalse, declaró ante las cámaras: “Yo nunca vi nada, pero sucede que la gente ve algo. Algunos dicen que son caimanes. Otros dicen que son boas, lampalaguas. Para mí, hay algo… En ocasiones se ven mikilos que sacan la cabeza. Pero son cabezas chiquititas. En las filmaciones se ve que es algo grande. Algo hay… La gente ha visto cosas. La 22

Testimonio de Antonio Zuleta en Cachi. Enero 2018. Archivo del autor. Para confirmar que se trataba de la misma persona me comuniqué con Zuleta adjuntándole la foto de Medina publicada en El Tribuno. “Es el mismo señor”, respondió Antonio. 23


23 gente de los pueblos de aquí no te puede dar una filmación. No son como los turistas que están siempre con las cámaras y las filmadoras. Pero la gente de los pueblos dicen que ven cosas. Yo he escuchado, incluso a un proveedor de mi restaurante. Nos dijo que hace 2 ó 3 semanas vio algo también. “Claro que conozco gente del buceo que no ha visto nunca nada. Yo vi mikilos, tortugas, pero nunca cosas grandes. Pero es que la gente de los pueblos va a pescar por orillas a donde no llegan las embarcaciones. Y ahí, comentan que ven algo grande. “No se sabe qué es, pero para mí hay algo”.24

El impulso a “romantizar” el paisaje ayuda a que la creencia se asiente. Los monstruos, en los relatos de viajeros, siempre están “más allá”, en sitios recónditos, oscuros, escondidos. Delimitan fronteras que el imaginario colectivo mueve de un lado a otro según el contexto.

El 15 de mayo de 2013, casi un año y medio después del primer video, uno nuevo salió a luz, buscando impactar a la opinión pública. No lo consiguió. La noticia no despertó gran alboroto y la filmación pasó por los medios salteños sin pena ni gloria. No era gran cosa. Aún así, los titulares y comentarios sobre las imágenes resultaron mucho más espectaculares que el video en sí mismo. Su origen era incierto. Se habló de una “familia de Salta” que estaba de vacaciones, pero nunca se brindó el nombre y apellido de ninguno de sus miembros. Era un material anónimo enviado por correo electrónico a El Tribuno y el único dato concreto era la captura de pantalla de un GPS que, según la nota adjunta, indicaba las coordenadas exactas en donde había sido visto y grabado el monstruo (S.25°16.573’/ W.065°.21.898’/ Alt. 1067 m). En este caso, la tecnología pretendió suplantar la opinión del “pescador experto”, generando una falso clima de verosimilitud (siempre buscado en estos casos). De todas maneras, la pobre

24

Véase: “Cabralito: ¿mito o realidad en Salta?, en COPENOA Agencia de Noticias, 14 de marzo de 2012. Disponible Web: https://www.youtube.com/watch?v=IAm6vQ7QRNs


24 filmación resultó una prueba más que mediocre; insuficiente a la hora de arriesgar una explicación incontrovertible.

Fotogramas de la segunda “aparición” de “Cabralito”

Si en el primer video de 2011 podía verse apenas algo, en el segundo sólo es posible observar lo que parce una estela que bien podría haber sido el producto del viento, del oleaje y la sugestión. La verdad es que hay que poner mucha voluntad para ver en ella la cabeza de una larga serpiente y menos que menos de un monstruo (dinosaurio) prehistórico, como habían sugerido los hermanos Temporetti unos meses atrás. Sería extremadamente poco probable que un juez, con pruebas tan endebles, sentenciara que “eso” es un monstruo lacustre.25

Embalse Cabra Corral, enero 2018

A partir de entonces (mayo 2013), la sombra de “Cabralito” se fue diluyendo y no se volvió a hablar de él. Fue como si hubiera entrado en hibernación mediática. Por ese motivo, cuando llegué con mi esposa a las orillas del embalse en enero de 2018, hacía ya un buen tiempo que nadie lo veía 25

Véase el video en: “Volvió a aparecer Cabralito”, El Tribuno, 15 de mayo 2013. disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=DVhnMaq3VRo


25 (o publicaba algo sobre él). Como era de esperar, fue lo primero que traté de averiguar con las personas que trabajan todo el año en el área de turismo, ubicada en la zona del gran puente. La mayoría de ellas rieron ante su sólo nombre. Otros exageraron la nota, burlándose abiertamente de mi curiosidad sobre el tema. Únicamente una mujer, que dijo ser guía (y vestía su uniforme respectivo) me refirió ciertos datos que coincidieron con los que “la gente” cuenta por ahí. Se llamaba Mirtha y este fue testimonio: “El Cabralito es una leyenda. Aún así, muchos dicen haberlo visto. Pero por acá todos creen en cosas raras. Mire, si usted averigua, más de uno le va a decir que en este lugar, durante la noche, se escuchan, provenientes de los cerros y la selva, el sonido de guitarreadas. Dicen que son los discípulos del Diablo aprendiendo el arte de tocar, en la Salamanca. También le van a hablar de ‘los faroles’. ¡Está lleno de esas historias! Del Cabralito yo tuve dos testimonios. El primero fue hace un tiempo y me lo transmitió una familia de Catamarca. Estaban acampando en la orilla, cerca de acá, camino de Coronel Moldes. Todos juraron haberlo visto. Incluso le sacaron una foto con el celular. Me la mostraron, pero yo no vi nada. Eso es lo que generalmente ocurre. “El otro testimonio me lo hizo llegar un pescador de aquí. Me contó que una noche decidieron con un grupo salir a pescar en una barcaza de gran tamaño, como la que están en el amarradero. El lago estaba planchado. Sin una ola. Entonces, estando en el embalse esperando el pique, toda la embarcación se zarandeó de un lado a otro, como si algo enorme pasara nadando por debajo, rozándola. Fue cuando dijeron: ‘Esta no es nuestra noche’ y se regresaron al muelle. “Pero son historias, no más. “¿Si hay? No lo sé. La gente dice que sí”.26

Puente en el Embalse Cabra Corral

26

Testimonio archivo del autor.


26 PARTE 3

EL PARIENTE CERCANO

Laguna Brealito, Salta (Argentina)

Escondida, de difícil acceso y enclavada dentro de un marco geográfico impactante, la Laguna Brealito, a 22 kilómetros del pueblo salteño de Secantlás, es el otro espejo de agua de los Valles Calchaquíes que, según la tradición oral, oculta en sus profundidades a un monstruo, avistado por vez primera en la década de 1980. Ya por entonces, El Tribuno se encargó de propagar la noticia a nivel provincial, recabando testimonios e historias regionales sobre la extraña criatura que, cronológicamente, antecede en varios años al Cabralito. Como todo monstruo lacustre que se digne de serlo, el de Brealito (sin nombre consignado por los medios) tiene en su haber un relato fundador, un testigo estrella de confianza y varias historias secundarias que orbitan y se alimentan de la primera. Pero hay una gran diferencia entre esta criatura y la del Embalse Cabra Corral: su manifiesta relación con fenómenos paranormales y ufológicos. Es que la región de Brealito arrastra un imaginario muy rico relacionado a “luces misteriosas” y ovnis. El carácter “mágico” que el periodismo le ha dado, contribuyó a que esa idea se difundiera y pasara ser un atractivo turístico más, entre los muchos que se buscan promocionar desde hace unos pocos años.27

27

Véase: Brealito (Salta): Programa de Desarrollo Turístico Sustentable y Solidario del NOA, 3 de febrero 2014. Disponible en Web: https://www.youtube.com/watch?v=AjNadhp0GtY


27 Aunque muchos amantes del misterio no dudan en asociar al monstruo de Brealito con fuerzas provenientes de otros planetas y fenómenos anómalos, tampoco faltan indicios que indicarían la existencia de antiguas creencias precolombinas remanentes, ―relacionadas con ciertas deidades lacustres― y la siempre presente acción de la conquista europea a través de seres antropomorfos, semejantes a las ondinas, nereidas y sirenas, tan propias de la mitología venida del otro lado del Atlántico.28 Al respecto, Daniel Sagárnaga, reportero de El Tribuno, escribió: “En la laguna [Brealito] aseguran que existe un ser que tiene varias denominaciones. Una de ellas es ‘Madre de los Pescados’. Con cuerpo de mujer y cola de sirena, cuando se pesca mucho, aparece para castigar a los pescadores. Esto puede estar unido a mitos aborígenes para quienes cada especie tiene una ‘madre’ o un ‘padre’ que la cuida de los excesos”. 29

Pero el carácter criptozoológico de la supuesta criatura tampoco está ausente. La herencia de Nessie persiste y es de amplio alcance. Sus dilatados tentáculos son capaces de llegar, sin deformarse demasiado, hasta el lejano NOA argentino. Y esto nos conduce de lleno al testimonio de la primera persona que aseveró haber visto un reptil enorme, chapoteando en la laguna. Durante largos 14 años, los reporteros de El Tribuno de Salta han intentado sembrar esa idea.30

Pescadores son a los monstruos, lo que los serenos a los fantasmas

Con fecha tan temprana como la del 4 de abril de 2001, en un artículo titulado “Brealito: la laguna misteriosa”, se hacía referencia a un agente de policía de Secantlás, conocido como el “Gringo” Guzmán, quien a lo largo de toda su vida sostuvo ―sin que le temblara la pera― haber

28

Véase primera parte de: Ribera, Antonio, ¿Existen los monstruos marino? El más grande y antiguo misterio del mar, Editorial Posada, México, 1974, pp.7-34. 29 Sagárnaga, Miguel, “¿Existe un monstruo en la laguna Brealito?”, El Tribuno, domingo 19 de abril de 2010. Citado en El Blog de Rolando Yñigo-Genio. Disponible en Web: https://rynigogenio.wordpress.com/2010/04/19/%C2%BFexiste-un-monstruo-en-la-laguna-de-brealito/ 30 Los artículos se escalonan desde 2001 hasta 2015.


28 visto a la bestia.31 Varios años más tarde, y retomando la temática, el mismo periódico publicó lo que parece fue su testimonio, recogido oportunamente durante la década de 1980.32 "Como tantas veces en su vida, el Gringo, se dispuso un día cualquiera pasar la noche a la orilla del lago que tiene una forma muy particular, de color verde intenso y rodeado de montañas y cardones que se estrecha en el sector sur en medio de un paisaje de rocas azules. Cuando llegó al lugar que le pareció más adecuado para acampar, bajo un enorme algarrobo, encendió su vieja lámpara, acomodó su bicicleta y su equipo de pesca. Acto seguido, lanzó el sedal hacia las profundidades, desconocidas hasta ahora, por lo cual muchos creen que la laguna de Brealito no es sino un ojo de mar. En ese momento, en el silencio majestuoso de la noche, escuchó una especie de chapoteo. Parecía que algo pesado había emergido. Agudizó la vista puesto que el movimiento que el Gringo percibía se daba justo donde se extinguía la luz del farol. Guzmán retrocedió unos pasos, levantó la lámpara a la altura de la cabeza extendiendo el brazo hacia adelante. El extraño ruido continuaba. En ese momento se le pasaron por la cabeza todas esas historias de hechos fantásticos y terroríficos que ocurrían en esas aparentes mansas aguas. Allí se dio cuenta que algo nadaba en el lago, muy cerca suyo. Por el oleaje producido por aquello no tuvo dudas de que se trataba de un ser vivo de dimensiones portentosas. Pero solo podía escucharlo, aunque tenía la sensación de ser observado por lo que fuera aquello que se movía a pocos metros de su presencia. Sacó coraje y decidió quedarse allí hasta ver de qué se trataba... en un momento creyó ver una figura de grandes dimensiones, pero la imagen fue fugaz. En ese momento los ruidos cesaron, pero por unos instantes se mantuvo el oleaje que confirmaba que un ente había producido el fenómeno. El policía se quedó más de una hora parado en el lugar hasta que la luz de la lámpara comenzó a extinguirse. Después de meditar qué era lo que había ocurrido volvió a su improvisado campamento y comenzó a prepararse un rico pan amasado con picadillo. Mientras comía tranquilo con la mirada perdida en la oscuridad, trataba de deshilvanar lo que acababa de suceder. Después de tomarse un trago de vino, volvió hacia la vera del lago en búsqueda de unos buenos pejerreyes, especies que le han dado fama a la laguna misteriosa. Ni bien había enganchado la unca en el anzuelo para lanzarla a la profundidad, las aguas comenzaron, nuevamente, a agitarse con gran violencia. El Gringo decidió esta vez, no quedarse para ver el desarrollo de los acontecimientos. Dio media vuelta y enfiló para el lado del algarrobo, pero en ese instante un gigantesco monstruo emergió muy cerca de la orilla. De acuerdo a su descripción, tenía aspecto de un reptil o un gigantesco pejerrey con ojos brillantes y lomo escamado y resplandeciente. Sin pensarlo partió corriendo a refugiarse en la arboleda y en su escape, cayó varias veces debido a los accidentes del terreno. Una vez alejado de la costa, se detuvo para escuchar lo que ocurría. Después de un largo rato y cuando el susto ya había dado paso a la tranquilidad, volvió a su campamento a recoger lo que allí había dejado, su bagayera, su bicicleta, sus cañas y su lámpara. Pero, cuando llegó allí encontró todo empapado, como si una gran ola hubiese caído 31

Véase: “Brealito: la laguna misteriosa”, El Tribuno, suplemento del 4 de abril de 2001. Citado en El Portal de Salta, Enciclopedia online de la provincia de Salta. Disponible en Web: http://www.portaldesalta.gov.ar/brealito.html 32 Según se indica, El Gringo Guzmán falleció en 1994. Así todo, se dice que no fue el único en ver a la criatura. Otros eventuales “testigos” aparecen citados en los artículos periodísticos que le dieron vida al “mito”.


29 sobre el lugar, que se encontraba a unos cuatro metros de la orilla. El policía regresó a Seclantás y contó la historia a sus allegados. Algunos le creyeron e incluso también fueron testigos de hechos extraños, otros no. Lo que es real es que nunca más regresó a la laguna de Brealito y definitivamente dejó la pesca”. 33

Pocos lagos y lagunas no arrastran exageraciones y errores, especialmente cuando se hace referencia a sus profundidades. La laguna de Brealito no fue la excepción. Durante décadas se habló en la zona de lo honda que era. Que no tenía fondo. Que era salada y que, con seguridad, estaba conectada al mar por canales subterráneos (lo que explicaría porqué su monstruo desaparecía por largas temporadas). Pero todo cuento tiene su final. Y en la zona de Secantlás la vuelta de página la dieron en octubre de 2015 los buzos e Ingenieros Anfibios del Batallón 121 de Santa Fe, quienes tras monitorear la laguna con equipos de última generación y sucesivas inmersiones, llegaron a la desangelada conclusión de que no había monstruo alguno, ni siquiera pejerreyes. El agua no era salada y la profundidad promedio alcanzaba sólo de 15 a 25 metros, siendo su parte más honda de apenas 41.34 En lo personal, creo que Brealito perdió desde entonces parte de su encanto. La mágica posibilidad de toparse con la criatura le daba a la laguna un toque especial. Pero que los románticos de turno no desfallezcan: siempre habrá gente dispuesta a verla y, como en el Embale de Cabra Corral, abiertos a interpretar el nado de una nutria, un tronco flotando o el mero movimiento de las aguas, como la manifestación maravillosa de un monstruo lacustre asomando su “enorme marote”.

33

Véase: “Brealito y su extraña bestia que horroriza”, El Tribuno, citado por Tres Líneas con fecha 1de noviembre de 2014. disponible en Web: http://www.3lclipping.com.ar/brealito-extrana-bestia-horroriza-n-1185315.html 34 Véase: “Fin al mito de la laguna de Brealito: con fondo y sin monstruo”, Informatesalta.com., 6 de octubre 2015. disponible en Web: http://informatesalta.com.ar/noticia/88024/fin-al-mito-de-la-laguna-de-brealito-con-fondo-y-sinmonstruo


30 PALABRAS FINALES

EL MODO DE VER LAS COSAS

Simpático cartel promocional

Con mucho menos de lo que dispone el Embalse Cabra Corral, otros lagos del mundo hicieron de sus monstruos residentes un gran negocio turístico y destino de interminables y cíclicas expediciones que los visitan con la soterrada esperanza de querer no encontrar nada. Y, aunque nunca nadie aportó hasta hoy “la” prueba que certifique ―cadáver en mano― la presencia de la criatura, las leyendas no dejaran de circular, alimentando el imaginario colectivo, siempre reacio a la ciencia y ajeno a su método de investigación. Es que esas búsquedas hablan más de los que buscan que de esas evasivas bestias acuáticas. Ellas no dejan de ser los reflejos de nuestros propios miedos, deseos y creencias. Muchos son los que se niegan a reconocer que vivimos en un mundo desencantado en el que los monstruos no existen, no hay evidencias seguras, ni las habrá nunca. “Cabralito” no existe más que en la imaginación de los pescadores desatentos o exagerados, turistas en pos de enigmas y adrenalina, buscadores de monstruos “profesionales” (criptozoólogos) y adictos a las aventuras. También la ironía entra en juego y el “hacer como si” es fundamental. De otro modo no se entenderían las múltiples manifestaciones artísticas con las que se decoran ―con una sonrisa sarcástica en los labios― puertos, ensenadas, orillas y bahías de aquellos lagos y/o lagunas que arrastran estas tradiciones prefabricadas, en parte, por los medios. Yacaré, sábalo gigante, mikilos (nutrias de la zona), tortugas, troncos, boas, lampalaguas, aves acuáticas, corrientes de aire, olas o mero espejismo, el “Cabralito” ―a pesar de su larga ausencia desde 2013― sigue alimentando la imaginación de miles y, aunque a la fecha tenga que conformarse con un humilde mural o el cartel promocional de excursiones y pesca, no se pierden las esperanzas de que algún día le levanten un monumento, intentando certificar que ―“ese algo”― es


31 real. Pero, aún si eso no pasara ―como ya dijimos―no importa. En ese caso serán las empresas de turismo y los medios masivos los encargados de mantenerlo vivo, muy a pesar de los aguafiestas que dicen lo contrario.

Imágenes promocionales de monstruos lacustres famosos Arriba (de izquierda a derecha): Champ, Issie y dos representaciones de Ogopogo. Abajo (de izquierda a derecha): Nessie y Kussie

Todos los monstruos necesitan ser vistos para ser monstruos. No en vano el gran Cicerón sostenía que la palabra latina monstrum provenía de “monstro”, que significa, “mostrar”. Pero no es aquella una exhibición producto de la vanidad. Los monstruos se muestran siempre para advertir sobre algo. Para alertar. ¿Qué será lo que “Cabralito” quiere advertirnos? ¿Sobre nuestra voluntad de naturalizar lo extraordinario y lo imposible? Tal vez. Todos los monstruos son extraordinarios e imposibles de algún modo. También encarnan el caos y, desde los bestiarios medievales, “lo Otro”, lo diferente. Lo que sale de la norma. Por ese motivo han servido para que el hombre pueda asentarse más firme dentro de sus propios límites. Han ayudado a moldear nuestras identidades, reconociéndonos a nosotros mismos por el simple contrate entre lo que consideramos normal y anormal (con todos los problemas que ello también acarreó). Los monstruos revelan lo proclive que ha sido el hombre a adorar y fascinarse por lo sobrenatural y lo irracional, especialmente en tiempos como los que corren, en los que se advierte un marcado neo-romanticismo que ataca tanto a la razón como a la ciencia, desconfiando de sus


32 logros. Ya ocurrió antes, a mediados del siglo XIX. No hay nada nuevo bajo el sol. Se reniega de la ciencia pero se busca su apoyo a la hora instalar delirios y mitos (para nada probables). “Cabralito” es una muestra más de la decadencia del racionalismo y de la vuelta de muchos a un pensamiento mágico en el que todo es posible. Una mirada maravillosa del mundo. Un cambió de timón frente a las pruebas necesarias y la clara actualización de un universo mítico que, contrariamente a lo que muchos creen, nunca murió.

BUENOS AIRES FEBRERO 2018


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