Gran hotel viena revelaciones (2010)

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GRAN HOTEL VIENA REVELACIONES Por Fernando Jorge Soto Roland

INTRODUCCIÓN «En nuestros días, no existe duda alguna de que la historia del mundo debe ser reescrita de vez en cuando. Esta necesidad no surge, sin embargo, del hecho de que se descubran entretanto numerosos acontecimientos hasta entonces desconocidos, sino de que se han originado nuevas opiniones, debido a que el compañero tiempo que va transcurriendo llega a unos puntos de vista desde donde puede dirigir una nueva mirada hacia el pasado…» Goethe, Geschichte der Farbenlehre.

Fue “amor a primera vista”. Desde que vi una de sus fotografías, tomada en el año 2003, me quedé perplejo, sin aire. Recuerdo que respiré muy hondo frente al monitor de la computadora y, casi en un grito, llamé a mi mujer: «Vení a ver esto. ¡Es increíble!¡Parece sacado de una película de ciencia ficción!» No exageraba un ápice y cuando Verónica se asomó a la página de Internet, allí estaba el Gran Hotel Viena, una enorme mole de concreto moldeada racionalmente, majestuosa, impactante y, aún así, desmoronándose y casi en ruinas.

Historiador. Profesor en Historia por la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del Plata.


2 Su estilo, típico de la década de 1940, se imponía en el paisaje desolado que lo rodeaba y por varios minutos no pudimos quitar los ojos de él. Fue entonces cuando intuí que ese edificio, para mí desconocido, sería un mojón axial en mi vida. Era mediados de febrero de 2009 y hacía muy pocos días que habíamos regresado de la ciudad cordobesa de La Falda, tras unas relajadas vacaciones en la sierra. En lo personal, venía sorprendido e intrigado por la historia del Eden Hotel, un elegante complejo hotelero semi-abandonado, construido en 1898 y con una profusa tradición en la que espías nazis, conspiraciones y rumores de fantasmas se daban la mano. Era como si todos los tópicos del imaginario que siempre me habían interesado se reunieran en un único lugar para llamar mi atención. Casi de inmediato me puse a buscar bibliografía sobre el hotel del Valle de Punilla y a poco de empezar me topé con una realidad historiográfica que desconocía: el material publicado hasta entonces no era para nada abundante. Fuera del bien documentado libro del historiador local, Alfredo Ferrarassi1, no había gran cosa, a no ser citas circunstanciales en libros sobre criminales nazis en Argentina escritos por periodistas/investigadores y algún que otro artículo publicado en la Web. Ese escueto corpus bibliográfico me entretuvo los primeros dos meses del 2009, respondiendo algunas de las dudas que me habían surgido, despertando —como es lógico— muchas otras. Así, prácticamente de la noche a la mañana, me encontré sumergido en un trabajo de heurística que condujo mis intereses profesionales hacia el poco indagado universo de los hoteles abandonados de la Argentina. Nunca antes me había interesado el tema. Pero aquella mañana de enero, en el Eden Hotel, se puso algo en movimiento. Un mundo nuevo se desplegaba en abanico, lleno de “misterios”, mitos, romanticismo, pactos de silencio y decadencia. Desde hacía muchos años no me sentía tan a gusto con un tema y la adrenalina me condujo por senderos insospechados. Que todo esto ocurriera a mis 46 años no era algo que pasara todos los días. De hecho, no me sentía tan entusiasmado por un tema desde 1998, fecha en la que dirigí una expedición al amazonas peruano siguiendo los pasos de Manco Inca, uno de los últimos soberanos del Tahuantinsuyo en resistir la conquista española desde la legendaria ciudad de Vilcabamba «La Vieja». Pero aquel atrayente universo de hoteles abandonados que me cautivaba no quedaba tan lejos. Lo tenía prácticamente al alcance de la mano. Razón por la cual aproveché cuanto feriado se cruzó en el calendario para viajar e indagar más al respecto. En poco tiempo me vi acumulando un ingente número de carpetas que resumían las historias de los hoteles que consideré más emblemáticos del país: el Eden Hotel, por supuesto; pero también 1

Ferrarassi, Alfredo (2006). Eden Hotel y Pueblo La Falda, , Córdoba, Edición del Autor.


3 información sobre el Boulevard Atlántico Hotel, de Miramar (provincia de Buenos Aires), el bonaerense Club Hotel de la Ventana, vecino a la villa homónima, el Hotel Villavicencio de Mendoza, el Hotel Termas El Sosneado, cercano a la ciudad de San Rafael, en la misma provincia cuyana y el Hotel Balneario Melincué (provincia de Santa Fe). Pero cuando el Gran Hotel Viena de Miramar —al borde la Laguna de Mar Chiquita (provincia de Córdoba)— apareció, desplazó a todos los demás de un plumazo, absorbiendo por completo toda mi atención. ¿Qué fue lo que tanto me atrajo de ese viejo edificio carcomido por el agua salada? ¿Acaso su actual estética en ruinas? ¿Su racional estilo venido a menos? ¿O fue el contexto general en el que está enclavado (un pueblo tapado por un mar interior gigantesco que, desde 1977, venía devorándose lo que había a su alrededor)? Seguramente, un poco de cada cosa. Pero sobre todo fue el hecho de que no había nada escrito sobre él. Todo en el Gran Hotel Viena despierta la curiosidad. No conozco a nadie que haya permanecido imperturbable ante el edificio. Es imposible no sorprenderse. Cual un enorme barco varado sobre la costa, el Viena sobrecoge, y creo que en parte eso es así porque nos revela la muerte de aquellos ideales que le dieron vida y anuncia, sin quererlo, el inevitable destino de decadencia al que estamos condenados. Vilcabamba, y otras ruinas andinas, denuncian lo mismo. Debilitan nuestro construido sentido de «Progreso». El Viena es también hijo de su época. Encarna el espíritu de mediados del siglo XX, que fue el momento en que se construyó; y por más que su vida útil la podamos prolongar hasta 1985 (año en el que cerró definitivamente sus puertas) su espíritu es de los cuarenta, una época complicada e interesante, como señala una conocida maldición china.2 Complicada porque se enmarca en un contexto de conflicto mundial en el que el nazismo, y toda su rémora de miserias y miserables, siguen generando debate, movilizando excrementos e historias que muchos no desean que salgan a la luz. Y lo han logrado con relativo éxito. La documentación local que atañe al hotel es muy exigua, casi inexistente. Desapareció en 1946 cuando su propietario y constructor la cargó en unos camiones y se marchó de Miramar. Lo que quedaron son rumores que circulan desde hace sesenta años de boca en boca. Constituyen la tradición oral del pueblo, que se alimenta de la buena memoria de los más ancianos, de los recuerdos de los no tan viejos y también, porqué negarlo, de la fantasía y la exageración. Aún así, cualquier intento por reconstruir esa historia tan llena de claroscuros, es una tarea que debe hacerse; negando la inercia de aquellos que pontifican que «no hay nada que investigar del Viena». 2

«Ojalá te toque vivir una época interesante».


4 Guiado por la curiosidad —tan propia del gremio de los historiadores— me dispuse a indagar un poco más allá de los dichos, tratando de buscar datos —que los confirmen o refuten— en archivos nacionales de la Capital Federal, así como también en fuentes secundarias que aluden. muy por arriba, a ciertos personajes ligados a la historia del hotel. La triangulación de la información recabada ha dado resultados interesantes que nos permiten confirmar algunos dichos de la tradición oral y apuntalar ciertas opiniones que por décadas se consideraron un tanto arriesgadas. En mis primeros ensayos sobre el Gran Hotel Viena me abstuve de ratificar muchas de esas historias y aún así, limitándome sólo a difundirlas, fui depositario de algunas duras críticas. Se ponía en marcha, una vez más, el ya típico modelo de coerción que sentencia: «hay que matar al cartero». «¿De dónde ha sacado usted lo que dice?», me preguntaban. «¿Acaso no se da cuenta de que todo es fantasía? ¿Cómo se atreve a decir tal o cual cosa sobre el constructor del hotel y algunos buenos vecinos de Miramar? ¿De dónde sacó usted que el Hotel Viena se asocia con el nacionalsocialismo alemán?¡Usted ofende el buen nombre y honor de mucha gente!» En principio quiero dejar bien en claro que no hay motivo personal alguno que me aliente a denigrar la memoria o el buen nombre de nadie. No fui quien ideó las historias que transcribí al papel. Existían muchos años antes de que yo naciera. Los vecinos de Miramar pueden dar testimonio de eso. Ellos constituyen el archivo parlante más rico y en él indagaron los miembros de la Asociación Amigos del Gran Hotel Viena. Ella fue quien dio el puntapié inicial, a pesar de la mucha oposición que tuvo. Mi tarea ha sido menor: poner por escrito lo que “todos dicen” y hacerme algunas preguntas, que traté de responder consultando las pocas fuentes arriba señaladas, destacando coincidencias que son coherentes con la historia que se pretende «no interesa a nadie». De todos modos, lo que expresé —y voy a expresar en este trabajo— no es el producto de una transcripción acrítica. En lo personal tengo muchas preguntas pendientes respecto de algunos temas relacionados con el hotel. Como dije en una oportunidad anterior, «los nazis venden bien» y es ese atractivo el que muchas veces ha conducido a los escritores/periodistas especializados en «cazar nazis» por caminos no del todo serios, dejándose atrapar por las fantasías que divulgaron los aliados en los últimos meses de la Segunda Guerra Mundial o por un profundo antiperonismo, que terminó convirtiendo a Juan Perón en el constructor de un imaginario IV Reich con sede en Argentina. Estoy convencido de que algunas tradiciones orales parten de esos errores. Pero no deja de ser interesante conocer los motivos que las generaron y las causas por las cuales se asociaron a ese hotel y no a otro. Por otro lado, el deambular de ciertos personajes extraños en las cercanías del Viena, con pasados turbios en Europa, también son señales a tener a cuenta. Ya hemos hecho referencias a ellos en


5 un trabajo anterior. Por lo tanto, detrás de algunas exageraciones y fantasías se esconde, muchas veces, algo de verdad. Lo dijimos antes: la década de 1940 es complicada. Como complicado es el período 1976-1983 de la historia reciente de la Argentina, cuando una dictadura militar derrocó la democracia con el apoyo de un importante sector de la población civil. ¿Quién colaboró? ¿Quién la resistió? ¿Qué sectores se beneficiaron o tomaron partido en aquella situación? ¿Qué mentiras se dijeron y se dicen? ¿Son todos sospechosos por el sólo hecho de haber vivido en aquella época? Algo parecido ocurre cuando se estudia el accionar de los inmigrantes y residentes alemanes en nuestro país durante los años ’40; especialmente cuando sobrevuela en el imaginario la idea de que la Argentina era un «nido de nazis». No voy a ahondar en un tema que otros historiadores han estudiado inmejorablemente. 3 La tarea a la que me encomiendo es la de relacionar todo lo que se ha escrito antes con la historia, conocida a medias, de ese fantástico complejo hotelero del pueblo de Miramar: el Gran Hotel Viena.

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Véase al respecto: Newton, Ronald (1992). El Cuarto Lado del Triángulo. La “amenaza nazi” en la Argentina (19311947), Buenos Aires, Editorial Sudamericana; Medig, Holger M. (1999). La Ruta de los Nazis en Tiempos de Perón, Buenos Aires, Emecé; Weber, Gaby (2005). La Conexión Alemana. El lavado del dinero nazi en Argentina, Buenos Aires, Edhasa; Klich, Ignacio y Buchrucker, Cristian (compiladores) (2009). Argentina y la Europa del Nazismo. Sus Secuelas, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI; Rapoport. Mario (1988). ¿Aliados o neutrales? La Argentina frente a la Segunda Guerra Mundial, Buenos Aires, EUDEBA; Scarzanella, Eugenia (comp.) (2007). Fascistas en América del Sur, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica; Klich, Ignacio (1999). Inmigrantes, refugiados y criminales de guerra en Argentina de la segunda posguerra, número monográfico de Estudios Migratorios Latinoamericanos, año 14, nº 43; Senkman, Leonardo (1998). “La Argentina de Perón y los criminales nazis fugitivos”, en Reflejos, Universidad Hebrea de Jerusalén, Nº 7; Silvia Kroyer (2005). Deutsche Vermogen in Argentinien 1945-1965. Ein Beitrag uber deutsche Direktinvestitionen im Ausland, , Fráncfort del Meno, Vervuert; Mario Rapoport, Andrés Musacchio y Christel Converse (2006). Las inversiones alemanas en Argentina entre 1933y 1945: ¿base material de la expansión de los nazis Universidad de Buenos Aires, Ubacyt, E-030 y E-8Iberoamericana, VI, 21; Alemann, Eduardo (1966): “La cooperación argentino-alemana en el terreno industrial”.. Buenos Aires, en Cámara de Comercio Argentino-Alemana: 1916-1966; Esteban, Juan Carlos/Tassara, Luis Ernesto (1958): Valor industrial y enajenación de DINIE, Buenos Aires: Cátedra Lisandro de la Torre; Harispuru, Adela/Gilbert, Jorge/Regalsky, Andrés (2000): “La Junta de Vigilancia, el estado y la propiedad enemiga”. En: Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, X, 19; Kannapin, Klaus (1968): “Sobre la política de los nazis en la Argentina, de 1933 a 1943”. En: Hitler sobre América Latina. México, D.F.: Fondo de Cultura Popular; Klingenfuss, Karl (1966): “La Cámara de Comercio Argentino Alemana a través de cinco décadas”.En: Cámara de Comercio Argentino-Alemana: 1916-1966. Buenos Aires; Musacchio, Andrés (1992): “La Alemania nazi y la Argentina en los años ’30: crisis económica, bilateralismo y grupos de interés”. En: Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, II, 2; Newton, Ronald/Converse, Christel (2000): “Las inversiones nazis en la Argentina: el caso de la Banca Wehrli y de las empresas del grupo Mandl”. En: Ciclos en la historia, la economía y la sociedad, X, 19; Ruiz Moreno, Isidoro (1997): La neutralidad argentina en la Segunda Guerra Mundial. Buenos aires: EMECE; Sommi, Luis V. (1945): Los capitales alemanes en la Argentina. Buenos Aires: Claridad.


6 HISTORIA Y VERDAD «La historia no es más que una perpetua crisis, una quiebra de la ingenuidad». E.M. Cioran, Adiós a la Filosofía.

Contrariamente a lo que muchos creen, la historia contemporánea es más difícil de escribir que cualquier otro tipo de historia; y hay varios motivos para que ello ocurra. En primer lugar, porque es inevitable que nos impliquemos directamente en los hechos, creando la falsa percepción de una “acientífica” postura subjetiva frente al objeto estudiado. En segundo término, porque —aunque parezca una paradoja— es mucho más difícil disponer de fuentes, más o menos elaboradas. La realidad nos muestra que hay documentos «clasificados»/ «secretos» fuera del alcance del investigador, otros que no salen a la luz por ser «privados», permaneciendo en archivos familiares, sin posibilidad de acceso y, por último, la circulación de tergiversaciones que traban cualquier intento de reflejar «los hechos tal cual ocurrieron», como sostenían los viejos historiadores positivistas del siglo XIX, abocados de lleno —como estaban— a una historia fáctica, «acontecimiental» y delegando —en su afán por ser fríamente objetivos— cualquier tipo de interpretación. Pero este paradigma histórico, este espíritu factográfico y estrictamente descriptivo, «ya no arrastra a ningún auténtico historiador».4 Hoy la historia es mucho más que una efemérides. Es ante todo interpretación, comprensión y análisis; a veces a partir de meros indicios. Los historiadores somos concientes de que es imposible captar “toda” la verdad (por más que les pese a los positivistas). La percepción humana es limitada y cada sociedad, cada generación, posee y capta un solo aspecto de la mítica «realidad objetiva». Ello nos vuelve más modestos y humildes que antaño. La “verdad absoluta” está fuera de nuestro alcance humano. Sólo accedemos a verdades parciales, lo que no significa que sean mentiras o errores. Como dijo Adam Schaff, «una verdad parcial no es absoluta, pero es objetiva”. Lo que siempre tenemos que tener claro es que todo hecho histórico debe ser captado en un contexto determinado, siendo ese contexto el que lo convierte en un fenómeno calificado. Lo que importa son los nexos que establece con una totalidad. Y en el devenir del Gran Hotel Viena, esos nexos existen, autorizándonos —«sine ira et studio»— a escribir o reescribir su historia; siempre guiados por criterios de valoración que nos permitan analizar los acontecimientos con una mirada diferente, considerando al conocimiento histórico como un proceso y no una realidad fija y definitiva.

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Schaff, Adam (1974). Historia y Verdad, México, Editorial Grijalbo, pág.11.


7 Pero para que todo eso ocurra debemos acudir a las fuentes que, como ya hemos dicho, en nuestro caso particular son por demás escasas. Esto nos plantea la necesidad de considerar al testimonio oral como fundamental y subvertir ciertos prejuicios que pesan sobre ellos. Desde el siglo XIX, cuando la historia como disciplina se convirtió en ciencia, «lo oral» fue relegado a un segundo plano, cayéndose de ese modo en un culto casi pagano al documento escrito. Todo aquello que estaba plasmado sobre un papel fue considerado indefectiblemente cierto. «Scripta manent, verba volant», dijeron los sabios, y así se estructuró como principio un impermeable escepticismo que, como actitud intelectual, es tan poco fecundo como la más absoluta credulidad. De creer en todo se pasó a no creer en nada que proviniera de la oralidad y con ambas actitudes el avance del conocimiento se estancó. Como sostenía el ya célebre maestro, Marc Bloch, «No hay que aceptar ciegamente los testimonios históricos. No todas las narraciones son verídicas. Las falsas reliquias se han vendido desde que hubo reliquias».5 Entonces, ¿qué hacer ante una mentira? La respuesta es lógica: investigar la causa de la misma. ¿Quién miente? ¿En qué miente? Y, fundamentalmente, ¿por qué lo hace? De este modo, la situación se da vuelta por completo y la mentira se transforma en una fuente más de información, derivando la investigación por caminos antes impensados. «Una mentira, como tal — decía Bloch—, es a su manera un testimonio». Situaciones de este tipo no deberían frenarnos ni desalentar el trabajo. Mentiras, ocultamientos, testimonios orales de dudosa procedencia y escasez de documentos escritos bien pueden convertirse en estímulos, más que en trabas. «Indudablemente —escribió Lucien Febvre— la historia se hace con documentos escritos, pero también puede hacerse, debe hacerse, sin documentos escritos si éstos no existen. Con todo lo que el ingenio del historiador pueda permitirle utilizar para fabricar su miel, a falta de las flores usuales. Por tanto (…), con signos. Con paisajes y tejas (…). Con exámenes parciales (…). En una palabra: con todo lo que siendo del hombre depende del hombre, sirve al hombre, expresa al hombre, significa la presencia, la actividad, los gustos y las formas de ser del humano. ¿No consiste toda una parte y, sin duda, la más apasionante de nuestro trabajo como historiadores en un constante esfuerzo para hacer hablar a las cosas mudas, para hacerles decir lo que no dicen por sí mismas sobre los hombres, sobre las sociedades que las han producido, y en constituir finalmente entre ellas esa amplia red de solidaridades y mutuos apoyos que suple la ausencia del documento escrito?»6 Estas palabras del gran maestro francés nos confirman que hemos aprendido bien sus lecciones. 5 6

Bloch, Marc (ed., 1982), Introducción a la Historia, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, pág.65. Febvre. Lucien (ed. 1970). Combates por la Historia, Barcelona, Ediciones Ariel S.A., pp. 232-233.


8 Como historiadores sabemos a ciencia cierta que estamos condenados a ser superados en el futuro. Nuestro trabajo debe ser renovado constantemente. Nuevos datos, nuevos testimonios orales, documentos inéditos o criterios de análisis distintos se combinarán en el futuro para reescribir la historia. Así como nosotros vemos mucho más lejos que las generaciones que nos antecedieron, las futuras notarán muchas más cosas que nosotros. Y cambiaran la preguntas y, por ende, muchas respuestas serán complementadas. «Ser historiador es no resignarse nunca».7 Su tarea es la llenar los vacíos de información con ingenio. ¿Puede equivocarse…? Por supuesto que sí. Pero eso no debería amilanarlo sino «lanzarlo veinte veces por un camino lleno de promesas. No importa, se vuelve a empezar. Se vuelve a atar cabos con paciencia, recogiendo los hilos rotos, enmarañados y dispersos».8 Armar la historia del Gran Hotel Viena es, ni más ni menos, hacer todo esto, guiados por un único faro concreto: el de la honestidad intelectual asociada a una teoría preconcebida que haga de guía —única guía— en el camino científico de la investigación. Porque sin una teoría es imposible iniciar nada. «Cuando no se sabe lo que se busca tampoco se sabe lo que se encuentra».9 Nosotros creemos saber lo que buscamos porque tenemos una teoría previa que conduce la búsqueda; que no es arbitraria en absoluto, sino que parte de un contexto muy determinado y que guía nuestra selección. Por último, una reflexión final. El historiador no es un juez. Lo hemos aprendido bien de nuestros maestros en el oficio. Por lo tanto, no nos arroparemos con la clásica y circunspecta toga del jurista. No es nuestro trabajo. No nos corresponde hacerlo. «La historia no es juzgar, es comprender y hacer comprender».10

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Ibídem, pág. 233. Ibídem, pág. 233. 9 Ibídem, pág. 236. 10 Ibídem, pág. 167. 8


9 VERSIONES

«¿De qué proviene que en la vida la rebelión tenga algo de falso, mientras que la resignación da siempre la impresión de lo verdadero?”. Cioran, Adiós a la Filosofía.

¿Cuántas versiones son las que circulan de la historia del Gran Hotel Viena? ¿Qué cuentan cada una de ellas? ¿Qué esconden? Y, por sobre todas las cosas, ¿en qué tipo de pruebas se sustentan? Vayamos al grano. Según la versión más edulcorada, a la que muchos denominan «la historia oficial», el impulso que movió a Máximo Pahlke a construir el hotel no fue otro que el enorme agradecimiento que el empresario alemán sintió por la localidad cuando las propiedades curativas de la laguna de Mar Chiquita (Mar de Ansenuza) sanaron, definitivamente, a su hijo mayor de la soriasis que sufría. Para ello, y tras una inversión varias veces millonaria, Pahlke levantó por etapas un complejo hotelero fuera de lo común en una región todavía aislada del noreste cordobés. Este generoso acto de gratitud, que circuló de boca en boca hasta la actualidad, es cuestionado por muchos y tomado en serio por muy pocas personas. Es que les cuesta creer que semejante desembolso de capital —unos 25 millones de dólares, según dicen11— haya sido originado por una causa tan sensiblera y romántica. Los empresarios, calculadores, materialistas y siempre con los pies sobre la tierra, no suelen comportarse de ese modo, sostienen. ¿Quién arriesgaría tanto dinero por un motivo como ése? ¿Un soñador? Posiblemente. Tal vez Pahlke lo era. Aún así, los vecinos de Miramar miran con desconfianza esta historia. Les suena demasiado desinteresada, por demás «políticamente correcta». Una fábula moral que huele a cuento chino. La segunda versión de la historia es la más controvertida. En gran parte se deriva de las insuficiencias que tiene la primera y es la que despierta el debate más enconado. Según ésta, el origen del Gran Hotel Viena estaría ligado a una operación de «lavado de dinero nazi» y su propietario, Máximo Pahlke, no sería otra cosa que un «testaferro» de los intereses del Partido Nacional Socialista Alemán (NSDAP) en Argentina. Para todos aquellos que sostienen esta tesis, transmitida desde el momento en que el hotel fue abandonado en 1946, existirían una serie de indicios que llevarían a creer en ello. Pero, ¿están justificadas de algún modo las sospechas de la influencia nazi en la historia del hotel, o es todo una infundada quimera? ¿Cuáles son las pruebas circunstanciales que generan dudas y comentarios de ese calibre? ¿En qué se basan? Y, en todo caso: ¿existen, más allá de los testimonios orales, documentos escritos que avalen de alguna manera esta historia? ¿Hasta qué punto el contexto 11

No tengo a la fecha ninguna documentación que certifique fehacientemente esta cantidad de dinero.


10 en el que se dan los indicios nos habilita a conjeturar de que «hay algo podrido en Dinamarca»? ¿Cuál es el límite entre lo real y lo inventado? ¿Qué factores son los intervienen en la «construcción» de las exageraciones y fantasías que —a no dudarlo— hay en torno a la historia del Gran Hotel Viena? ¿Cuál es el «núcleo duro» a partir del cual se construyó el “misterio”? ¿Es que detrás de toda leyenda se esconde algo de verdad? Éstos y otros interrogantes son los que trataré de responder en el presente ensayo.


11 EL CONTEXTO HISTÓRICO

1938 fue un año lleno de acontecimientos premonitorios y grandes decisiones. En tanto que Europa aceleraba su camino hacia la guerra, acicateada por el ímpetu expansionista de Hitler, en Miramar (provincia de Córdoba, República Argentina) la vieja Pensión Alemana de doña María Trementzberger cambiaba de nombre por el de Pensión Viena, a sugerencia de Máximo Pahlke, su nuevo socio en la empresa; coincidiendo cronológicamente con la anexión de Austria al Tercer Reich, en el mes de marzo. Tras la ampliación y mejoramiento de la vieja propiedad — se construyó un nuevo pabellón con 16 habitaciones—, la sociedad entre Trementzberger y Pahlke se disolvió. 12 La pensión dejó de ser pensión y —al año— empezó a convertirse en lo que sería el Gran Hotel Viena. Menos de treinta días después de la anexión de Austria en marzo de 1938, el 10 de abril, unas 10.000 personas, simpatizantes todos del NSDAP (Partido Nacionalsocialista de los Obreros Alemanes), se reunían en el predio del Luna Park de Buenos Aires, reeditando las multitudinarias convocatorias que el Führer organizaba en Berlín para celebrar la aludida incorporación de Austria a la Madre Patria. La tradicional sede boxística porteña se embanderó de svásticas, y numerosas canciones e himnos nazis, acompañados de encendidos discursos racistas y xenófobos, retumbaron en pleno centro de la capital sudamericana. En aquella oportunidad se vivó a Hitler y a Mussolini como pocas veces ocurriría fuera de Europa. Empleados, empresarios de compañías alemanas y nacionalsocialistas vernáculos se dieron cita esa noche anunciando, como un peligroso iceberg, el naufragio de las democracias liberales y la puesta en marcha de «(…)un gran esfuerzo de organización, apoyo nacional, (…) negocios cruzados y un creciente flujo monetario desde y hacia Alemania.»13 Un mes después, en noviembre del mismo año, los nazis de Argentina —cuya filiación al partido no superaba los 2500 miembros oficiales, pero que nucleaba a muchos otros que simpatizaban y concordaban con el Nuevo Orden impuesto desde el Reich alemán 14— tuvieron otro motivo de regocijo: la Noche de los Cristales Rotos, una razzia inmisericorde contra los judíos germanos y sus negocios, que anunció a todas luces el futuro holocausto que se desataría sobre ellos pocos años después.

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1939: Por desavenencias, la sociedad se rompe. Pahlke le compra a su ex socia la parte que le correspondía e inicia la construcción del “su” hotel. 13 Muchnik, Daniel (2008). Negocios son Negocios. Los empresarios que financiaron el ascenso de Hitler al poder, Buenos Aires, Edhasa, pág. 16. 14 Para número y tipo de afiliados al NSDAP en Argentina véase: Meding, Holger (1999) La Ruta de los Nazis en tiempos de Perón, Buenos Aires, Emecé, pág. 51.


12 No cabe duda: 1938 fue un buen año para el NSDAP y sus seguidores. Todo parecía anunciar que el milenio augurado por Hitler para su poderoso Reich era una realidad palpable, una promesa que se cumpliría inexorablemente por la fuerza de la voluntad. Tenían porqué festejar: la Alemania prometida por el cabo austríaco estaba al alcance de la mano y muchos fueron los que la recibieron con los brazos abiertos y los pechos henchidos de resentido patriotismo. Un año después, en setiembre de 1939, con la invasión a Polonia y el inicio de la Segunda Guerra Mundial, el «Paraíso Nazi en la Tierra» empezó a tomar forma. Una forma mucho más concreta y para 1940, tras la dominación completa del continente europeo —a excepción de Inglaterra—, pocos ponían en duda que el futuro mundial quedaría en manos de regímenes parecidos al instaurado por Hitler en Alemania. Pero esas proyecciones no resultaron ser ciertas. Tras el fallido intento de anexionar a la URSS en 1941, la buena estrella del Tercer Reich empezó a declinar. Para 1943 todas las mentes preclaras sabían que la guerra estaba perdida. Sólo era cuestión de tiempo. Dos años más tarde, en 1945, el Führer se suicidaba en su bunker berlinés y el Reich nacionalsocialista se transformó en un nostálgico proyecto inconcluso, que muchos se resistieron a creer había terminado definitivamente. El saldo era una Europa en ruinas y más de sesenta millones de muertos. El mundo no sería el mismo desde entonces. Fue en ese contexto de invasiones, traiciones, muerte, intransigencia y dolor, que el Gran Hotel Viena nació como parte de un proyecto empresarial sin igual en el pueblo de Miramar. Su “etapa alemana” (aquella regenteada directamente por Máximo Pahlke, director a su vez de la compañía germana Tubos Mannesmann, con casa central en la zona del Ruhr y sucursal en el barrio porteño de Avellaneda) coincide, casi mes por mes, con el desarrollo de la Segunda Guerra. Este emprendimiento privado ganó velocidad entre 1940 y 1943, cuando Pahlke mandó a construir la parte frontal (VIP) del hotel, destinada a un turismo de elite, generalmente de origen europeo y atendido por personal bilingüe (español-alemán), contratado especialmente en Buenos Aires y trasladado a Miramar para cumplir sus funciones. El trienio (1940-1943), coincidentemente el más optimista para la causa nazi en Europa, encuentra su correlato en la inversión millonaria que se estaba practicando a orillas de la Laguna de Mar Chiquita. Finalmente, la edificación del ala hospitalaria o de clase media, erigida en momentos no tan alegres para la expansiva vocación del Führer (1943-1945), engrosa aún más las sospechas que sobrevuelan la historia del Viena. Dadas estas equivalencias, no es del todo ilógico imaginar —incluso comprender— que el imaginario haya hecho circular el rumor de que el hotel era un hospital para veteranos de guerra y criminales nazis, que empezaban a huir del campo de operaciones europeo.


13

El cierre abrupto del Gran Hotel Viena en marzo de 1946, pocos meses después de la rendición incondicional del Tercer Reich ante los Aliados, aumentaron las suspicacias mencionadas. Máxime si consideramos que la inauguración de la última ala del edificio había terminado de construirse en diciembre de 1945. Concluida la temporada de verano, Pahlke cerró las puertas del hotel, cargó toda la documentación en un par de colectivos y se desligó del Viena para siempre, no volviendo nunca más a Córdoba. Sin este «telón de fondo» internacional, sin la guerra y la expansión nacionalsocialista en Europa, difícilmente hubieran surgido tantos comentarios oscuros respecto de la seminal «etapa alemana» del Gran Hotel Viena. Las coincidencias cronológicas que el emprendimiento hotelero tuvo con el ascenso y caída del nazismo seguramente actuaron como catalizadores de las numerosas interpretaciones conspirativas que circulan en la tradición oral y en la muy escueta historiografía sobre el tema. De todos modos, y a fuer de ser sinceros, la pruebas documentales siguen siendo circunstanciales y escasas. Carecemos de certezas absolutas que avalen muchas de las historias locales, como aquella que defiende la posibilidad de que el Viena haya operado como subrepticio hospital para criminales de guerra terminado el conflicto mundial. Hasta donde sabemos, nunca se pudo comprobar eso; pero convengamos algo: dada la situación general, y el particular contexto político-ideológico de la Argentina de entonces (1938-1946), no es para nada descabellado que comentarios de ese tipo hayan proliferado hasta hoy. Insuficiente en sí mismo, el contexto del que hablamos nos ayuda a justificar culturalmente los dichos, al tiempo que nos estimula a seguir haciéndonos muchas preguntas en ese sentido.


14 EL CONTEXTO IDEOLÓGICO ARGENTINO

Desde el inicio de la gran depresión y el primer golpe de Estado en Argentina en 1930, nuestro país entró de lleno en una larga época de violencia y retracción democrática. La ruptura del orden institucional y la toma del poder por militares nacionalistas y pro-germanos implicó la restauración de un orden político conservador y fraudulento conocido por la historiografía como la “Década Infame”, que se extendió desde 1930 a 1946. Si bien es cierto que el proyecto fascista del general José Félix «von Pepe» Uriburu15 no duró mucho, el ideario político de aquellos que se autodefinían como nacionalistas se extendió rápidamente por toda la sociedad, ejerciendo una marcada influencia en el ejército, en la literatura, las escuelas, universidades, poetas, historiadores revisionistas, periodistas y hasta en la propia iglesia católica.16 Fue el nacionalismo un movimiento con rasgos fundamentalistas, violento y dictatorial que expresó de manera clara los proyectos de una extrema derecha profundamente conservadora. Se lo ha caratulado de muchas maneras. Hay historiadores que no dudan en decir que fue fascista. Otros, en cambio,

prefieren

etiquetarlo

como

“nacionalismo

oligárquico”,

“integrismo católico” o

“filofascismo”. De todas maneras, constituyó un importante abono para que germinaran con fuerza las ideas nacionalsocialistas, hacia fines de los años treinta y mediados de los cuarenta, durante al etapa hegemónica de Adolf Hitler. Tradicionalista, ultracatólico, con vínculos muy estrechos con el ejército y la iglesia, el nacionalismo arraigó entre intelectuales de prestigio y desparramó su ideario a través de diarios, libros y discursos encendidos, con los cuales pretendieron transmitir verdades absolutas, inmutables y mesiánicas. Partidarios de la desigualdad social y del orden jerárquico, tomaron las palabras de San Agustín como guía. Donde el santo católico describía al universo como un orden jerárquico encabezado por Dios, en lo que “lo superior” regía sobre “lo inferior”, los nacionalistas vieron una sociedad que «debía organizarse como un sistema ordenado y armonioso en gobierno y obediencia (…) a las dos comunidades de la Iglesia y el Estado».17 Para ellos el mundo se inscribía únicamente dentro del contexto de la llamada «civilización occidental y cristiana». Todo aquello que relativizara o combatiera esos principios debía ser erradicado. Por eso fueron esencialmente antiliberales, antidemocráticos y, por supuesto, anticomunistas.

15

Primer militar en derrocar a un gobierno democrático en Argentina (el de Hipólito Yrigoyen), el 6 de setiembre de 1930. Véase: Rock, David (1993). La Argentina Autoritaria. Los nacionalistas, su historia y su influencia en la vida pública, Buenos Aires, Editorial Ariel. 17 Ibídem, pág.27. 16


15 Abiertos partidarios de un régimen mandón que estuviera guiado por la espada y la cruz —igual que en tiempos de la conquista y la colonia— rechazaban la modernidad, el racionalismo y la herencia ideológica de la revolución francesa, buscando instaurar el viejo ideal de un Estado en donde el poder pudiera estar legitimado sólo por Dios. Consideraban que los partidos políticos eran sectas de politiqueros demagógicos y propusieron (en la teoría) una organización corporativa y verticalista, obediente y sumisa, “como Dios manda”. Pero, aunque influyente en los sectores altos y medios de la sociedad, el nacionalismo siempre fue una facción pequeña y dividida, incapaz de galvanizar el apoyo de las masas populares. Razón por la cual, su mayor debilidad fue la de no constituir nunca un partido político orgánico. Pero, de igual manera, su veneno se esparció por muchos espacios sociales. Sólo los grupos nacionalistas se autodefinieron como fascistas y fueron, a criterio de muchos historiadores profesionales, «la variante local del fascismo transnacional».18 Por eso mismo, en un contexto ideológico donde nacionalismo y fascismo eran sinónimos (o al menos eso era lo que los propios nacionalistas sostenían), no es de extrañar que el ejército y la iglesia terminaran convirtiéndose en sus “padres adoptivos”.19 Posteriormente, entre el golpe de Estado de 1943 y la ascensión de Juan D. Perón a la presidencia en 1946, el país siguió siendo —en una medida mucho menos exagerada y sensacionalista de lo que se ha escrito y creído— la madre putativa de otros nacionalistas que, desde Europa y ante la realidad de una guerra perdida, buscaron refugio en estas pampas, ayudados por las instituciones arriba nombradas. Claro que, para que ello se concretara con relativo éxito, el terreno venía siendo preparado desde las décadas de 1920 y 1930. Esta realidad ideológica —exacerbada tras el inicio de la guerra fría (1947-1991)— coincidió con el nacimiento y primera etapa («etapa alemana») del Gran Hotel Viena; aspecto que no pasó desapercibido y contribuyó a abonar las hipótesis que vinculan el hotel con la versión germana del fascismo italiano. La presencia de croatas ustachas o nacionalistas eslovacos, colaboradores del régimen nazi, en Miramar e inmediaciones del Hotel Viena, como también la más que certificada presencia de nacionalsocialistas en la provincia de Córdoba —antes y después de terminada la guerra— son los ingredientes que despiertan y proyectan muchas dudas; y sobre las cuales se han erigido las “historias” que siguen circulando hasta el día de hoy. 18

Finchelstein, Federico (2008). La Argentina fascista. Los orígenes ideológicos de la dictadura, Buenos Aires, Editorial Sudamericana, pág.20. 19 Ibídem, pág.15.


16 LAS SOSPECHOSAS INVERSIONES “NAZIS” EN ARGENTINA

El 27 de marzo de 1945 el presidente de facto Edelmiro Farrell firmó un decreto por el cual se le retiraba la personería jurídica a las empresas alemanas instaladas en Argentina y embargaba títulos de propiedad, bienes y valores pertenecientes a ciudadanos germanos. Esta medida, tomada dentro del contexto del Pacto de Chapultepec, suscrito por nuestro país y en el que se estatuía poner bajo severo control la propiedad enemiga, transfiriéndola a manos del Estado, eliminando así mismo a los miembros del Eje de los principales puestos directivos, era una consecuencia directa de la tardía declaración de guerra que Argentina suscribiera hacia el final de la Segunda Guerra Mundial. Alemania era, finalmente, una potencia enemiga y, bajo la presión ejercida por los Aliados, sus bienes e inversiones en el país pasaron a estar bajo el control estricto de un Consejo de Administración. Poco tiempo después, esos bienes terminaron siendo confiscados y en el mes de mayo del mismo año fueron transferidos a la recién creada Junta de Vigilancia y Disposición Final de la Propiedad Enemiga o adquiridas tiempo después por Estado, según el informe de la Comisión Interministerial Decreto Nº 23.699/50. Una de las empresas que quedó bajo el control de la Dirección Nacional de Industrias del Estado (DINIE) fue Tubos Mannesmann, cuyo director no era otro que el propietario y constructor del Gran Hotel Viena, Máximo Pahlke.20 Desde mediados del siglo XIX, Alemania invirtió en Argentina. Empresas como Cervecería Bieckert SA en 1860, Siderurgia La Cantábrica en 1902, Compañía de Productos Conen SA en 1903 y Siemens Argentina SA en 1908, son algunos buenos ejemplos de ello. Ya por entonces los servicios financieros de bancos germanos resultaron muy importantes para el financiamiento de estas industrias, ayudando a la expansión e instalación de muchas otras. Para fines del siglo XIX y principios del XX, Argentina se había convertido en uno de los mercados más importantes para la industria eléctrica alemana. De todos modos, esas primeras empresas constituyeron un liderazgo muy modesto al lado de las inversiones británicas ya existentes. Con el estallido de la Primera Guerra Mundial las firmas alemanas se sintieron seriamente afectadas y en 1916 se funda en nuestro país la Cámara de Comercio Alemana, que núcleo entre sus socios a las empresas más importantes de la colectividad. Durante los años de la República Weimar (1918-1933) las dificultades continuaron, pero con la llegada del NSDAP al poder las empresas se fueron transformando sustancialmente, entrando en un período de prosperidad y sustanciosas

20

Regalsky, Andrés, Harispuru, Adela, Gilbert, Jorge (1999). «La Junta de Vigilancia y la Disposición Final de la Propiedad Enemiga», en Informe Final CEANA, pp.64-75. disponible en WED: < http://www.bnaibrith.org.ar/PDFs/CEANAINFORMEFINAL.pdf >


17 ganancias.21 Y el embajador alemán en Argentina, Edmund von Thermann, resultó el artífice y nexo necesario para esa mejoría. «Antes de partir hacia Buenos Aires en 1933 (…) von Thermann recibió instrucciones de boca del canciller Hitler. Charló (…) con el general Wilhelm Faupel en misión militar en la Argentina y fue presentado (…) en los círculos patricios argentinos. Antes de zarpar, el nuevo representante visitó a todos los grandes empresarios de la cuenca del Ruhr que tenían negocios en la Argentina: Mannesmann, Vereinigte Stahlwerke, Kolchner, Thyssen y Humboldt Deutz, entre otras».22 El trabajo del embajador nazi fue fructífero. Por su intermedio las empresas citadas recibieron contribuciones y créditos, y para 1935 muchas de ellas colaboraban con dinero a la sistemática campaña de propaganda, orquestada por Willie Koehn, el comisionado del NSDAP para América del Sur.23 Por este motivo, terminada la guerra de 1939-1945, estas empresas fueron intervenidas. «Entre ellas se encontraban el banco Alemán Transatlántico, el Banco Germánico de América del Sur, Siemens y Tubos Mannesmann (…)»24, como ya hemos visto más arriba. Pero la conexión entre el Gran Hotel Viena, su propietario (director de Mannesmann) y otras empresas ligadas al gobierno del NSDAP, no terminan aquí. Estudiando los planos originales del hotel (aparecidos hacia fines del 2009, después de muchos años de estar en el olvido) encontramos otras firmas que participaron en la construcción del complejo y que también resultaron encuadradas como “compañías propiedad del enemigo”. Ellas son: Compañía Platense de Electricidad Siemens Schuckert S.A. Instalación eléctrica Fecha del plano: 23/10/1942 Grüen y Bilfinger SRL Buenos Aires Fechas en los diferentes planos: 18/5/1942 - 2/6/1942 - 16/9/1942 - 31/8/1943 Sociedad Tubos Mannesmann Lda. Tanques intermedios y Máquina Lavar ropa Fecha en plano: 25/2/194325 21

Cortes, Ricardo (2008). Nacionalsocialismo y negocios: los lazos del empresariado local con el nazismo en Argentina (1930-1945), Caseros (Pcia. de Buenos Aires). I Asociación Argentina de Historia Económica Universidad Nacional de Tres de febrero XXI Jornadas de Historia Económica. Disponible en Web: < http://xxijhe.fahce.unlp.edu.ar/programa/descargables/Cortes.pdf > 22 Muchnik, D., op.cit. pp. 23.24. 23 Véase Cortes, Ricardo, op.cit. 24 Cortes, Ricardo, op.cit. 25 Archivo del autor.


18

En nuestra opinión, todos estos datos explican y justifican los comentarios y rumores que relacionan al Gran Hotel Viena con los nazis. Por otro lado, el nombre de su propietario aparece en la nómina de personas a las que se les incautó dinero personal, por ser sospechoso de tener lazos con el NSDAP.

Mario Rapoport y Andrés Musacchio escriben lo siguiente en el Informe Final de CEANA: « Si las transacciones de oro, del BCRA con otros bancos no dan demasiados indicios de referirse a transferencias de “oro nazi”, otros libros presentan algunos datos más controvertidos, en los cuales la falta de información adicional no nos ha permitido hasta el momento extraer conclusiones precisas. Nos referimos aquí especialmente a los balances del BCPA, que da pistas de dos conjuntos de riquezas que podrían involucrar vinculaciones con el "oro nazi". El primer conjunto se refiere a los depósitos en Argentina de diversas personas (muchas de ellas mujeres) de nacionalidad alemana, e incluso con residencia en aquél país, que fueron incautados y puestos a disposición de la Junta de Vigilancia y Disposición Final de la Propiedad Enemiga, la cuál los depositó, a su vez, en el BCRA. La desagregación comienza a aparecer en el balance de 1945 y el número de cuentas continúa incrementándose en los dos años posteriores. En el Balance de 1947, algunas cuentas se encuentran desagregadas, pero se trata generalmente de aquellas que involucran a empresarios que poseían acciones de las empresas expropiadas y el detalle se refiere a las cantidades de acciones. En los casos de los depósitos de residentes alemanes no existe referencia alguna y no hemos hallado hasta el momento documentación adicional sobre el origen y la forma de ingreso de los fondos al país . Cabe destacar, de todas maneras, que generalmente se trata de sumas pequeñas y que ninguna alcanza el millón de pesos, equivalente a unos 300.000 dólares de la época. Sólo dos cuentas superan los 500.000 pesos (Waltraut Berger y Enrique Nellen) y otras dos más (Hugo Nobel y Ericka Berger de Hernpel) los 300. 000».26 En el cuadro número 8 de dicho informe se detalla lo siguiente: CUADRO 8 FONDOS DEPOSITADOS EN EL BCRA POR ORDEN DE LA JUNTA DE VIGILANCIA Y DISPOSICIÓN FINAL DE LA PROPIEDAD ENEMIGA En pesos moneda nacional J.

26

Riedel-E. De Haen A.G. (Berlín) 190.836,59 Marin Arnold Stoop 236.098,00 Karl Naegele 8.036,05

Rapoport, Mario y Musacchio, Andrés (1999). “Transacciones del Banco Central de la República Argentina en oro y divisas con países del Eje y neutrales y su relación con el comercio internacional en Argentina” , en Informe Final CEANA, Buenos Aires, pp. 294-298.


19 R. Schameling 120,18 E. T. Gleitsmann (Dresde) 1.743,00 Gutk y Wolf (Guterslok) 435,00 Fischer y Krecke (Bielefeld) 96,00 Friedr y Müller (Freital) 759,00 Diedrich Wieda 10.914,62 L. V. Mollenbeck de v Schaffel 57.914,56 Vera von Schaffel 12.765,34 Alfredo Rathgeber (Mühlhausen) 78.687,32 Martha Schmit de Rathgeber (Mühlhausen) 2.374,31 Martha Peters de Frick (Lens) 8.819,59 José Shilling (Berlín) 2.838,53 Carlos Trurnit 485,13 Carlos Giesecke 5.056,12 Federico Albrich 2.523,09 J. Ranniger Sohn (Munich) 49,33 Max Karl Werner (Hamburgo) 9,68 Emilio Berger 102,15 Apotheker A. Herbert 745,00 Goossens y van Rossen 1.516,75 Gebrüder Salzer (Nürenberg) 933,68 Forberg R (Leipzig) 15,53 Breitkopf y Hartel (Leipzig) 326,53 Belaieff N. A. (Leipzig) 5.780.67 Bennefeld Albert (Berlín) 80,05 Günter y Schultz 615,68 Maschinenfabrik Noenus AG 2.574,70 Anton Maurer y Wally G. De Maurer 107,90 Günter Hollbein 135,00 Kerl Malmendier (Colonia) 1.762,00 H. Lichtenberg (Magdeburgo) 60,00 Juanan Haufstingle de Varela 836,90 Nicolás Uhl 1.857,37 I. A. Henckelds 664,46 Paul Dick 1.035,80 Rudolf von Schröder 7.200,00 Kurt Heinlein (Alemania) 137.000,00 Dr. Martin Arndt 222.705,59 F. W. Bloch 35.318,25 Augusto Noss 120.000,00 Máximo Pahlke 3.246,7127 Guy A. Zumpart 3.246,71 Martha Frohling de Hubner (Alemania) 459,00 Pablo Wassman (Berlín) 7.642,58 Job Moritz Rump (Altena) 465,83 J. Deutschbein (Emskirchen) 651,66 St. Beissel (Aachen) 3.596,70 Sociedad Conrad H. Donner (Hamburgo) 5.975,63 Karl Dolitzch (Hamburgo) 748,00 Helena W. Kramer y F. Herder (Solingen) 2.508,05 Herman Bick y otros (Solingen) 883,16 Delia D. De Moritz 41.841,61 Heriberto Denker 56.050,04 Juan Denker 97.609,09 27

Marcada por el autor [FJSR].


20 Carlota A. De Scholothenberg 11.640,84 Wolfgang Hoffman y Dora Beck de H. 17.172,02 Carlos Alpheus 11.960,30 Robert Welter 7.041,90 Agnes Lupcke de Kuhnt 1.696,88 Bartels y Luth 634,58 Catarina E. De Engehansen 2.906,30 Conrad Donner 7.425,72 Conrad Donner (Cta. R.M.) 733,25 José Atlio Migone 0,36 Juana Niemeyer 221,40 Hans Malmberg (Hamburgo) 3.204,83 Hans Gercke 4.143,26 Waltraut Berger 971.891,44 Erika Berger de Hempel 371.844,06 Berger y Wirth 1.937,82 German Nabel 73.879,.18 Enrique Nellen 599.620,95 Bocklenberg y Motte (Wuppertal –R.) 3.804,49 Jorge Grajes 9.031,72 Heinz G. Jaburg 742,55 Hugo Nobel 439.185,00 Gunther Lubowsky 6.520,81 Ilse L. De Wendelsadt (B. Godesberg) 35.950,00 Gerog Winkelmann 18.600,00 D. Raaspe Soehne 260.858,26 E. Reiche 24.344,89 W. Lindt y Cia 527,93 Juan Vogel (Asunción) 380,68 C. Kaltenbach de Kreutz o Vicente Kreutz 18.475,83 Máximo Pfister (Munich) 236,81 Oscar Ottelben O Robert O. Callen 14.888,10 Herman Samson 175,92 Liesel Fuld 1.138,65 Kittu Ranz 1.134,09 Juan Schmerl 177,66 Hermann Kornblum 2.075,07 Fritz Brann 887,78 Hermann Hartling (Alemania) 4.475,15 Jacobo Dietz o Marta Kroh de D. 26.175,00 Enrique Arps 39,47

Estos datos demuestran que las vinculaciones establecidas entre el Gran Hotel Viena, Pahlke y supuestos capitales provenientes del NSDAP no son elucubraciones arbitrarias y caprichosas, ni fantasías o mentiras sin sustento en donde apoyarse. Por el contrario, los datos mencionados avalan la sospecha razonable que circula desde hace años en Miramar. Es un error sentenciar que «nada permite establecer conexiones entre los nazis y el Gran Hotel Viena», como algunos nos reprocharon. La conexiones existen, por más que no sea posible —hasta ahora— certificarlas al ciento por ciento.


21 Los avance de la historiografía en los últimos años, gracias a la apertura y desclasificación de archivos alemanes y norteamericanos, permiten plantear nuevas y renovadas preguntas respecto de la relación existente entre el capital nazi y las empresas, alemanas y criollas, instaladas en Argentina. Por ejemplo, los más recientes trabajos sostienen que los objetivos e intereses del nazismo con el capitalismo estuvieron muy entrelazados, influenciándose mutuamente y entablando firmes lazos. Los motivos para ello fueron variados. En primer lugar, los beneficios obtenidos por el programa de rearme, asegurándose de esta forma una fusión de intereses entre la industria, el partido y el ejército. Las ganancias fueron colosales. Por otro lado, las duras medidas desplegadas por el partido en contra de los gremios y sindicatos, así como el empleo posterior de mano de obra esclava, engrosaron los bolsillos de poderosas firmas industriales. Tal como indica Ricardo Cortés, la rentabilidad de las grandes industrias se multiplicó de manera astronómica entre 1939 y 1944. Demás está decir que Tubos Mannesmann se encontraba dentro ese selecto grupo de compañías.28 En Argentina, el comienzo de la guerra auguró suculentos negocios, pero la invasión nazi a la URSS en 1941 demostró que los intereses de Hitler se orientaba hacia las materias primas de esa región del mundo y no hacia las de estas pampas. Por este motivo Daniel Muchnik concluye que «desde la década de 1940 las adscripciones al nazismo (del gobierno y ejército argentino) ya no podrán justificarse en el interés comercial. Sólo han de encontrarse por un férreo acuerdo con la ideología, las lógicas geopolíticas de los militares y en las simpatías políticas forjadas en el pasado. Ya poco y nada contaban los negocios (…)».29 La simpatía por los nazis era una cuestión de coincidencia filosófica. Argentina era un puerto seguro para desplegar negocios, aun después de que se vislumbrara en el horizonte la debacle total. De todas manera nada de esto nos habilita a seguir repitiendo el difundido y conspirativo viejo mito de un IV Reich en Sudamérica.

28 29

Por algo Hitler envío el embajador von Thermann a conversar con sus propietarios antes de partir hacia la Argentina. Muchnik, D., op.cit. pp.32.


22 LAVADO DE DINERO

Una de las sospechas que circulan en torno al capital invertido en la construcción del Gran Hotel Viena es la que lo relaciona con el supuesto lavado de dinero proveniente del NSDAP y de las compañías alemanas instaladas en Argentina que, ante la inminente derrota militar y confiscación de sus activos por los aliados, habrían decidido desembarazarse de todo ese dinero colocándolo a nombre de testaferros —«hombres de paja»—, fieles y nostálgicos de las ideas nazis en decadencia. Esta historia tiene una doble vertiente. Por un lado, el enorme costo que significó construir el Viena (unos 25 millones dólares, según dicen) y, por el otro, la intempestiva decisión de Máximo Pahlke de cerrar y abandonar el hotel en marzo de 1946, para nunca más volver ni reclamar el edificio como propio. Al respecto, el historiador cordobés, Carlos Ferreyra, Director del Museo de la localidad de La Para, sostiene con claridad: «Al hotel lo cierran a poco de caer Berlín, lo cual es bastante sugestivo. Y en el caso de los Pahlke es evidente que el tipo dinero que hace falta para construirlo, y el tipo de historia poco real que contaban ellos por las razones que habían construido el hotel, no se las cree nadie.¿Cómo vas a creer vos que alguien construye semejante hotel, que costó tantos millones de dólares de aquel entonces, solamente en agradecimiento a la mar porque la laguna le curó de soriasis a tu hijo? También los croatas de Miramar dicen que la capilla y el convento franciscano de la localidad se construyó gracias a la venta de un libro escrito contra el Mariscal Tito. Hay cosas que no las podés creer y estas historias son parte de esas “historias oficiales”(…). Todas estas coincidencia de datos y testimonios nos llaman la atención. Yo creo que si los dueños del Gran Hotel Viena hubieran sido los Pahlke, mínimo se hubieran llevado una cuchara y no haber cerrado el hotel con llave y no llevarse nada. Nada más que la ropa. Claramente hay un mensaje ahí. Ese mensaje es: “este dinero no es nuestro”. (…).»30 Así todo, debemos movernos con cuidado y no generalizar a partir de pruebas circunstanciales. La verdad sea dicha: no hay ningún documento que nos indique fehacientemente el rol de testaferro de Máximo Pahlke. Para la «historia oficial», el empresario levantó el hotel por etapas utilizando las ganancias recaudadas en las temporadas previas a 1940, es decir, mientras duró la explotación de la vieja 30

Véase: Mar de Ansenuza, PPIX documental COLLECTIONS, ATP/30 min., Dolby Digital, 2007.


23 Pensión Alemana (1938) y la rebautizada Pensión Viena (1939).31 Claro que sin los libros contables ni los balances originales de esos emprendimientos, esta versión es tan circunstancial e inconsistente como la primera. Si el costo del complejo se acerca a los veinticinco millones de dólares que la tradición oral transmite, aquellos dos veranos de fines de la década del ’30 debieron haber sido más que prósperos. ¿Fue posible recaudar tanto dinero en sólo dos temporadas estivales? ¿Tan redituable resultaba el «turismo salud» en un pueblito perdido al NE de la provincia de Córdoba? ¿Acaso Pahlke invirtió parte de ahorros previos en el proyecto? ¿Tan acaudalado era? No estamos en condiciones de responder todavía estas preguntas. Aún así, analizando el contexto en el que se dio la inversión y construcción del Viena, podemos aclarar algunos puntos que nos resultan sumamente interesantes. Respecto del lavado de dinero nazi en Argentina, la bibliografía actualizada plantea más dudas que certezas, generando un debate intelectual fructífero que estimula a seguir investigando. Es lógico que así sea. En principio por tratarse de una actividad clandestina, el lavado de dinero no suele dejar un reguero de documentos a disposición del historiador o de las autoridades del Estado. De por sí, todos sus trámites son esquivos a la hora de intentar reconstruirlos y, por ese motivo, susceptibles de contaminarse con cierta mitología que circuló —y circula— en relación con esos capitales secretos; los cuales, tras la Segunda Guerra Mundial, habrían estado destinados a levantar un IV Reich en Sudamérica. Detrás de los rumores sobre el Gran Hotel Viena se asoma la leyenda del archiconocido «oro nazi». Somos concientes de que no todo lo que es concebible y posible aconteció en realidad. En el caso que analizamos, el planteo de especulaciones e hipótesis de trabajo es algo perfectamente legítimo, siempre y cuando no las presentemos como hechos reales comprobados. Así todo, «la crítica a quienes promueven leyendas es insuficiente para comprender la formación de mitos, ya que éstos presuponen el requisito de una necesidad colectiva (…), especialmente en períodos críticos y épocas de transformaciones(…).»32 Como estableció Karl Popper, la teorías conspirativas son una suerte de «superstición religiosa secularizada».33 Entonces, ¿la hipótesis de que el Viena es el resultado del lavado de dinero del NSDAP, se encuadra dentro de estas interpretaciones conspirativas? ¿Es concebible y aún posible que el hotel haya sido el resultado de una gran operación clandestina de ese tipo? 31

Véase cronología actualizada del hotel en el apéndice. Schneppen, Heinz (2009). “De Todas las Odessas, aquélla de Perón”, en Argentina y la Europa del Nazismo, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, pág.228. 33 Popper, Karl (1997). Vermutungen und Widerlegungen, Teilband II, Tuebingen, pág. 495. 32


24

La posibilidad del lavado de dinero en Argentina, organizado por las altas cúpulas del NSDAP, se funda principalmente en un informe redactado por un agente secreto del Departamento de Estado norteamericano que operaba en Francia, en el mismo momento en el que las tropas alemanas de ocupación abandonaban el país. Este documento, desclasificado en el 2000 —pero disponible mucho antes a investigadores especializados— hace referencia a una reunión llevada a cabo en el Hotel Maison Rouge de la ciudad de Estrasburgo (Francia) el 10 de agosto de 1944 y en la que participaron «(…) los más importantes industriales alemanes»34, convocados por miembros del partido. En ella, el grupo habría planificado el giro encubierto de capitales al exterior, entregados a diversos empresarios fieles al nazismo para solventar un minucioso plan de escape y la posterior resurrección de un IV Reich. Dice el documento en una de sus partes: «(…) Se llegó a la conclusión de que la guerra estaba prácticamente perdida, pero que la lucha debería continuarse (…). Se dijo que las industrias alemanas debían aumentar la fuerza de producción con sus exportaciones [año 1944]. También debían prepararse para financiar el partido nazi cuando éste se viese forzado a retirarse a posiciones defensivas (…). De ahora en adelante el gobierno [NSDAP] asignaría grandes sumas a los industriales para que cada uno de ellos estuviera en condiciones de crearse una base segura de posguerra en el exterior. Las reservas financieras ya existentes en el extranjero debían mantenerse a disposición del partido para que fuese posible crear un fuerte Estado alemán después de la derrota. También era urgente y necesario que los grandes establecimientos d Alemania establecieran pequeñas sucursales y oficinas que diesen la imagen de ser totalmente independientes, no hallándose en relación visible con el establecimiento de origen. Estas oficinas recibirían planos y diseños de nuevas armas, además de toda la información que necesitaran para continuar sus investigaciones. De ninguna manera deben caer en manos del enemigo. Las oficinas se instalaran en grandes ciudades, donde son fáciles de esconder, o en ciudades pequeñas donde puedan fingir (…).35

Y más adelante agrega: «La existencia de estas oficinas sólo es conocida por un muy pequeño círculo de industriales y dirigentes del partido nazi. (…) Cuando éste vuelva a tener fuerza como para recuperar el poder en Alemania, los industriales serán recompensados por sus esfuerzos y colaboración con concesiones y privilegios. (…) Estas 34

Informe sobre la conferencia de Estrasburgo, Wolgang Michalka (ed.), das Dritte Reich-Dokumente zur Inmen-und Aussenpolitik, vol. 2, dtv, Munich, 1985, pp. 319-21, en Klich, Ignacio y Buchrucker, Cristian (compiladores) (2009). Argentina y la Europa del nazismo, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, pág.355. 35 Ibídem, pág. 356.


25 reuniones parecen indicar que (…) los industriales exportaron todo el capital posible al exterior con apoyo del gobierno. (…)Ahora el Partido Nazi (…) los impulsa a colocar su capital en el exterior a fin de salvarse. Los industriales alemanes (…) colocan su capital especialmente en países neutrales (…)».36

Este informe secreto es por demás controvertido. No todos los historiadores le dan la misma importancia. Algunos, incluso, lo consideraron durante un tiempo una falsificación. Pero todo indica que no lo fue. En la década de 1960, el celebre «cazador de nazis» Simón Wiesenthal y el servicio de Inteligencia de Alemania Oriental (la Stasi)37 lo tuvieron en cuenta como una pieza muy importante a la hora de probar el lavado de dinero del NSDAP y la participación de altos jerarcas del Partido en dichas operaciones. Pero hacia la década del ’70 algunos investigadores plantearon sus dudas. No sería la primera vez que informes secretos redactados por espías aliados exageraban la nota o, lisa y llanamente, se equivocaban. Tomar esos documentos como “verdades reveladas” ha sido el gran error de muchos periodistas sensacionalistas que, basándose en documentos de ese tipo, llegaron a sostener la delirante idea de un Adolf Hitler viviendo en Bariloche o mismo en la provincia de Córdoba.38 Actualmente, aunque se considere cierta la reunión en el Maison Rouge, los investigadores coinciden en afirmar que «el informe de Estrasburgo» fue analizado acríticamente, exagerando sus alcances. Detrás de esa historia no hubo nunca una resolución determinante ni resolutiva tomada por las «altas esferas del nazismo».39 Como señala Ignacio Klich, puede que haya sido una «compilación de fragmentos obtenidos de charlas de gerentes intermedios (de tercera o cuarta línea) de la economía».40 Con esto no se descarta para nada el lavado de dinero. Lo que se pretende erradicar del imaginario colectivo es la creencia en existencia de una organización centralizada nazi, encargada de todos esos asuntos. En síntesis: ¿se lavó dinero nazi? ¿Qué es verdad y qué es mentira? Numerosos estudios han confirmado en los últimos años el “lavado” de dinero nazi en nuestro país durante las décadas del ’40 y ’50 del siglo pasado. 41 Del mismo modo han surgido innumerables 36

Ibídem, pág. 357. Considerado el más eficiente servicio secreto de la historia. 38 Véase: Soto Roland, Fernando Jorge (2009). “El Gran Hotel Viena. Un Pacto de Silencio”, en Diario La Arena, Santa Rosa, La Pampa, Sección Cultura, Domingo 1 de noviembre de 2009. 39 Se llegó a decir, sin sustento de ningún tipo, que Martin Bormann y Albert Speer habían estado presentes en la reunión. Nada en el documento sugiere o indica eso. 40 Klich, Ignacio y Buchrucker (2009). «El fin del tercer Reich y la “Conexión Argentina” en la bibliografía revisionista», en Klich, Ignacio y Buchrucker, Cristian (compiladores) (2009). Argentina y la Europa del nazismo, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI, pág. 263. 41 Las tres posible formas de hacerlo fueron: (a) el depósito de divisas en cuentas secretas, (b) guardadas en billetes o lingotes de oro en cofres de seguridad y (c) invertidas mediante testaferros en acciones e inmuebles. 37


26 libros que explotan el mito más arraigados de la Segunda Guerra Mundial: el de la llegada de jerarcas y oro nazi en submarinos, pocos antes de la rendición alemana. Según la investigadora alemana Gaby Weber, el transporte de lingotes de oro hasta la Argentina “(...) es poco probable, no sólo por la distancia geográfica, sino por el peligro que implicaba el dominio de Inglaterra sobre las rutas marítimas. Es cierto que, poco después de finalizada la contienda, los submarinos alemanes U-530 y U-977 se rindieron a las autoridades en Mar del Plata. Pero se presume que fueron intentos individuales de fuga y no una transacción coordinada.”42 Es también necesario recordar que por aquellos días las cosas no eran tan fáciles, ni la ideología neoliberal se había desparramado por el mundo. Los estados vigilaban mucho la transmisión de dinero de un lado a otro y “(...) a partir de 1942 se dificultaron los giros del exterior a las cuentas argentinas, el Banco Central exigió declaraciones juradas sobre la finalidad de las transacciones: realizar una transferencia encubierta habría requerido demasiadas complicaciones.”43 Por lo tanto, según Weber, “sólo fue posible ocultar el dinero que ya se encontraba en Sudamérica, pero no el que aún debía ser transportado. Antes del fin de la guerra, la filial argentina del Deutsche Bank recibió la orden de transferir el saldo de su cuenta en pesos en Buenos Aires a la Compañía Argentina de Mandatos Sociedad Anónima.”44 Ese tipo de operaciones se volvieron muy comunes. Todos sabían que el nacionalsocialismo tenía los días contados y que los vencedores iban a confiscar los bienes pertenecientes a Alemania en todas partes del mundo. Por ese motivo, los nazis residentes en nuestro país —organizados en la “Gau Ausland” (Comarca Extranjera)— “procuraron evitar la confiscación de sus propiedades transfiriendo las mismas a testaferros.”45 En este contexto podemos ubicar las inversiones millonarios de Máximo Pahlke hechas en el Gran Hotel Viena. La época coincide46, pero no hay pruebas documentales. De todos modos, si seguimos la línea argumental de Weber: “según la documentación obtenida hasta ahora, fueron sólo unas pocas transacciones [las de lavado de dinero] y la mayor parte de ellas fallidas. Algunas fueron confiscadas por el gobierno argentino(…), otras fueron reconocidas ilegalmente como propiedades de los «hombres de paja».”47

Que no es el caso del antiguo propietario del Gran Hotel Viena, por el momento. 42

Weber, Gaby (2005). La Conexión Alemana. El Lavado del dinero Nazi en Argentina, , Argentina, Edhasa, pág.22. Ibídem, Pág.22. 44 Ibidem, pág.22. 45 Ibidem pág.22 46 La coincidencia se da muy especialmente con la construcción del sector de clase media u Hospitalario (1943-1945), supuestamente levantado (según la tradición oral) para acoger a heridos de guerra y alemanes SS en fuga. Posible, pero extremadamente poco probable. Incluso hasta Hitler se arguye que estuvo allí (¿!). 47 Ibidem pág.22 43


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De todas maneras, como sostiene Ronald Newton y Christel Converse 48, entre 1931 y 1945 las operaciones financieras y económicas encaradas por el NSDAP, empresas privadas y organismos del Estado alemán, se presentan todas entremezcladas, quedando a la vista que los grupos dispusieron de fondos clandestinos provenientes de diferentes fuentes. Entre 1939 y 1944, según los servicios secretos norteamericanos —que trabajaban en la llamada Operación Safehaven (Puerto Seguro)— la embajada alemana en Argentina habría recibido, por canales convencionales y no convencionales, la suma de 13.900.000 pesos que destinó a propaganda y espionaje a favor del III Reich; además de recibir fondos provenientes de donaciones hechas por partidarios y no partidarios (simpatizantes), desde 1935. Es decir que «dinero sucio» hubo disponible antes, durante y después de la guerra. Por ese motivo no es de extrañar que numerosos informes de inteligencia de los Estados Unidos hablen de la «dispersión de bienes de las empresas alemanas antes de su liquidación por la Junta de Vigilancia» y de denuncias que ponían sobre el tapete prórrogas que permitían ganar tiempo, diluyendo los fondos en operaciones encubiertas. Claro que inferir que con ello se pretendía crear una «caja chica secreta» para levantar un IV Reich organizado por grupos ultrasecretos es una especulación fantasiosa y exagerada, aunque muy atractiva para la novelística y el cine. A pesar del tiempo transcurrido queda aún mucho por investigar, especialmente en temas relacionados a la inversión, especulación y dispersión de dinero nazi en la escena argentina de mediados del siglo XX. Por ejemplo, hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, un nazi renegado (y mentiroso en opinión de R. Newton) confesó que en 1943 la embajada de Alemania dejó en manos de testaferros la suma de 300 millones de pesos. ¿Es cierta esta información? No lo sabemos. Pero de lo que sí estamos seguros es que se necesita una indagación más profunda. Lo mismo cabría decir respecto de los dichos vertidos por el señor Cristian Freudenberg, vecino de Miramar y cuya familia estuvo relacionada con el Gran Hotel Viena por operar el casino que funcionó en el complejo después de la inundación de 1977:

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Newton, Ronald y Converse, Christel, Inversiones nazis en Argentina utilizando empresas fachada, en especial los casos del Banco Welrli y las empresas del grupo Mandl. Disponible en Web: <http://www.bnaibrith.org.ar/PDFs/CEANAINFORMEFINAL.pdf>


28 «Era el [hotel] más grande que teníamos en la localidad y creo dentro de la zona. (…) En la época que se hizo fue lo más esplendoroso, lo más lujoso que podríamos haber visto. La tecnología en el año 1943, cuando se construyó esto, con las maquinarias que vinieron, me contaba mi padre, que era algo fabuloso. Esto era algo muy completo. No dejaban entrar a cualquiera porque hubo muchas habladurías de que era un refugio nazi. Pero realmente esto fue una inversión de varias compañías de Alemania y la principal era WANDORF COMPANY que vino acá a invertir en tiempo de guerra porque sabían que ya a Alemania le quedaba poco (…)».49

49

Video Enigmático Hotel Viena (2010). Disponible en Web: < http://www.cordobes.com/30dias/2010/01/museo-granhotel-viena-miramar-cordoba/> Córdoba, Argentina. NOTA DEL AUTOR: Cabe decir que en los listados de empresas confiscadas por la Junta de Vigilancia en 1945 no hay ninguna empresa con este nombre. Es lógico que así sea puesto que la Wandorf Company SA estaba radicada en la ciudad de Montevideo ,Uruguay, según consta en el Registro de Dominio Nº 22621 folio 28.622 certificado por es escribano Alfredo Uceda (ciudad de Córdoba) con fecha 20 de agosto de 1965. En este documento se deja expresamente asentado que Melita María Fleischeberger de Pahlke, Ingeborg Gertrudis Erica Pahlke y el doctor Máximo Wolfgang Otto Pahlke —herederos del primero, ya fallecido— «venden a la entidad WANDORF COMPANY SA que gira en la ciudad de Montevideo, debidamente representada, los inmuebles donde está ubicado en Gran Hotel Viena en la localidad de Miramar». Todo este tema está aún por investigar.


29 «BUENOS MUCHACHOS» La inmigración clandestina, protagonizada por criminales de guerra nazis y colaboracionistas europeos al régimen de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial (croatas, eslovacos, franceses, italianos y belgas), fue sostenidamente exagerada por la bibliografía de los últimos sesenta años. Periodistas e investigadores —no tanto historiadores profesionales— se dejaron llevar por documentos falsos, testimonios de dudoso origen, ideología y comentarios intencionados generados por los servicios de inteligencia durante la Guerra Fría, contribuyendo así a crear una imagen inflada del fenómeno que, alimentado por una supuesta amenaza de infiltración nazi en Sudamérica (particularmente en Argentina) estimuló la creencia —difícil todavía de erradicar— de que nuestro país se había convertido en el nuevo nido de la serpiente del cual nacería un renovado régimen nacionalsocialista destinado a crear un poderoso IV Reich. Gran parte de lo dicho es falso. Nunca existió entre los nazis un plan maestro para conquistar Argentina y convertirla en lo que el mito cuenta. Todo ha sido el producto de una sistemática campaña de desinformación, mentiras y malos entendidos, iniciada primero por Gran Bretaña y seguida por los Estados Unidos después. El objetivo desde 1941 en adelante fue presionar a nuestro país para que le declarara la guerra al Eje y, algo más tarde, estimular las confiscaciones de propiedades, marcas y capitales alemanes. Según el historiador Holger Meding: «De esta manera (…), se eliminaría la fuerte competencia de otros tiempos y se fortalecería la hegemonía norteamericana sobre el subcontinente».50 El mito yanqui se retroalimentó con las fantasías de la prensa y los exagerados resultados obtenidos por la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas, creada por el gobierno nacional entre 1941 y 1943, que, a cargo de los diputados Silvano Santander y Damonte Taborda, son los responsables de haber tomado como ciertos muchos delirios y falsedades que alimentaron el error por décadas.51 Como la criptozoología, que busca monstruos mitológicos en selvas y desiertos, así surgió una criptohistoria encargada de buscar a Hitler y sus secuaces más allá de 1945, recreando un universo onírico, infinito e inagotable, muy propicio a los buscadores de misterios. De este modo, si nos dejamos llevar por el arrebato irracional del imaginario colectivo —alimentado por teoría francamente conspirativas— nos encontraremos al final del camino con una trama de hechos no comprobados y una vocación por la fantasía digna de una película de ficción política en la que los deseos y miedos de la 50

Meding, Holger (1999).La Ruta de los Nazis en Tiempos de Perón, Buenos Aires, Emecé, pp. 164-165. Desde la posible huída de Hitler a nuestro país, hasta los delirantes planes de Hitler por incorporar la Antártida y la Patagonia a la soberanía del Tercer Reich, por citar sólo algunos. 51


30 sociedad se materializan de un modo burdo —casi cómico por momentos— en una serie de sucesos que carecen de sustento histórico y parecen apoyarse en meras conexiones provenientes de rumores y dichos de testigos, de los cuales no se duda. Los juicios previos —prejuicios— construyen así la historia de un Hitler deambulando por toda la geografía del país o de “decenas de miles” de nazis jugando a las escondidas en el territorio nacional.52 Pero atención: nada de lo antedicho significa negar el ingreso de nazis a la Argentina, ni dejar de considerar la simpatía germanófila de políticos y sectores de la sociedad. Menos aún negar el antisemitismo de la época, las posiciones claramente antiliberales y autoritarias, ni el hecho de que muchos vieran en los nazis modelos ideales a imitar y proteger. Seamos claros: ingresaron ilegalmente nazis al país y su número fue más alto que lo deseable y conveniente. Lo único que mantenemos es que se exageraron mucho los tantos.53 Es cierto que Juan Perón ayudó a esa inmigración y que coordinó el viaje de muchos alemanes perseguidos por los tribunales aliados en Europa. Pero no fue el único en hacerlo. Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania Federal y demás países de occidente hicieron lo mismo con la intensión de capitalizar para sí la capacidad, conocimiento y tecnología del enemigo que acababan de vencer. Además, dentro de un contexto de guerra contra la URSS, el uso de criminales nazis (declarados anticomunistas) estuvo bastante extendido, encontrando oficiales de las SS trabajando para la CIA o colaborando con el asesoramiento a las dictaduras de derecha en América Latina y Cercano Oriente.54 Hoy ya no es correcto ni lógico seguir repitiendo que “miles de criminales nazis” buscaron refugio en Argentina.55 Lejos estamos de los 50 o 60 mil asesinos que nos hablan algunos escritos.

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Gracias al trabajo conjunto de historiadores de todo el mundo, nucleados oportunamente en la CEANA (Comisión para el Esclarecimiento de las Actividades del Nazismo en la Argentina), se identificaron

52

Nota: entre los delirios más recientes están los supuestos planes nazis de crear una formula de la eterna juventud para mantener al Führer vivito y coleando más de lo que la naturaleza lo permite o el aún más “siniestro” experimento de crear gemelos en Brasil, un aparente derivado de las experiencias de Josef Mengele en los campos de concentración con el fin de generar ejércitos de arios puros. A tal efecto recomiendo divertirse leyendo: De Nápoli, Carlos (2009). La Fórmula de la Eterna Juventud y otros experimentos Nazis, Buenos Aires, Editorial Norma y Camarasa, Jorge (2008). Mengele. El Ángel de la Muerte en Sudamérica, Buenos Aires, Editorial Norma. 53 Para una mejor acercamiento al tema de los pasaportes en blanco expedidos por el gobierno peronista para los fugitivos, véase: Klich, Ignacio y Buchrucker (2009). «El fin del tercer Reich y la “Conexión Argentina” en la bibliografía revisionista», en Klich, Ignacio y Buchrucker, Cristian (compiladores) (2009). Argentina y la Europa del nazismo, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI. 54 Véase: Serra, Alfredo (2008). Nazis en las Sombras. Siete Historias Secretas, Buenos Aires, Editorial Atlántida. 55 Véase: Newton, Ronald (1995). El Cuarto Lado del Triángulo. La “amenaza nazi” en la Argentina (1931-1947), Buenos Aires, Sudamericana. Nota: sin duda el mejor documentado y más serio trabajo sobre la temática nazi en nuestro país. 56 Camarasa, Jorge (1995). Odessa al Sur, Buenos Aires, Editorial Planeta, pp. 317-318.


31 fehacientemente 180 de ellos.57 Número presentado como parte de un universo mayor (razonablemente extendible a unos 260), pero que de ningún modo alcanza las cifra de decenas de miles.58 De la misma manera, es un error creer en la existencia de una organización del tipo de la mítica ODESSA. ODESSA:

«Organisation Der Ehemaligen SS-Angehörigen» [Organización de Antiguos Miembros

de las SS] popularizada por el novelista Frederick Forsyth habría sido una organización secreta cuyos objetivos eran: rehabilitar antiguos hombres de las SS en profesiones de la nueva República Federal Alemana, infiltrarse en los primeros peldaños de la actividad de los partidos políticos, pagar la mejor defensa legal a favor de cada asesino SS conducido ante un tribunal y, por todos los medios posibles, entorpecer el curso de la justicia. También era su función asegurar a los camaradas SS en el comercio y en la industria y finalmente propagar entre el pueblo el punto de vista según el cual los SS habían sido soldados patriotas que cumplieron con su deber. Pero sobre todas las cosas su misión era ayudarlos a escapar al exilio, dándoles identidad falsa con la incierta esperanza de crear un nuevo Reich. Nada de esto es cierto. La realidad muestra que tanto las fugas —como las operaciones de lavado de dinero— fueron un tanto desorganizadas, dependiendo de cada individuo en fuga y de los contactos (muchas veces circunstanciales) que podían establecer de manera individual. Sin mencionar la participación (más que probada) de la Cruz Roja Internacional y el Vaticano, servicios de inteligencia aliados y organizaciones argentinas, contextuados en el marco de la Guerra Fría contra el comunismo internacional.59 «El modo de arribo de criminales de guerra y otros prófugos no respondió a una organización centralizada, como la mítica ODESSA, cundiendo la improvisación en su lugar (…)».60 Tras la guerra, con una Alemania prácticamente inexistente, sin representación diplomática ni coordinación posible, «los inmigrantes tenían que defenderse solos y lo único que podían esperar era que los ayudaran sus familiares y conocidos».61 Hace un tiempo, en un ensayo previo, me detuve a estudiar a tres personajes muy interesantes que vivieron en Miramar, a pocas cuadras del Gran Hotel Viena.62 Todos ellos tenían algo en común. En primer lugar, compartieron un pasado algo turbio, poco conocido y, en gran parte, condimentado por 57

Klich, I., op.cit, pág.304. Goñi, Uki (2002). La Auténtica Odessa. Fuga Nazi a la Argentina, Buenos Aires, Editorial Paidós, pág.4. 59 Véase: Astor, Gerald (2006). Mengele. El último Nazi, Buenos Aires, Editorial Vergara, pp. 189-193. 60 véase: Klich, Ignacio y Buchrucker (2009). «El fin del tercer Reich y la “Conexión Argentina” en la bibliografía revisionista», en Klich, Ignacio y Buchrucker, Cristian (compiladores) (2009). Argentina y la Europa del nazismo, Buenos Aires, Editorial Siglo XXI. Pág. 305. 61 Meding, Holger (1999).La Ruta de los Nazis en Tiempos de Perón, Buenos Aires, Emecé, pág.229. 62 Soto Roland, Fernando J. (2009). Apostillas a la Historia del Gran Hotel Viena. Disponible en Web: <http://letrasuruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/apostillas_a_la_historia_del_gran_hotel.htm> 58


32 los dichos y diretes de la localidad (lo que nos obliga ser cautelosos a la hora de aceptar todo lo que la tradicional oral nos transmite). En segundo término, los tres coinciden en ser inmigrantes posteriores a la Segunda Guerra Mundial, estando —en especial dos de ellos— directamente relacionados con regímenes europeos autoritarios —pro-nazis— de mediados del siglo XX. En tercer lugar, sobre todos sobrevuelan sospechas de peso por haber sido cómplices (ya sea por acción u omisión) de muchas de las atrocidades cometidas por el nazismo y sus aliados. Finalmente, los tres se ligan —directa e indirectamente— con la historia del hotel. Este es sin duda otro importante elemento que contribuye a que el imaginario colectivo conecte al Viena con el devenir de los nazis. La presencia de “inmigrantes indeseables” en sus inmediaciones —incluso en su patio central— constituye un condimento significativo a tener en cuenta. No es algo menor. Representa una nota de peso ya que revela la existencia de una aparente red de solidaridades inorgánicas, muy propias de los fugitivos post-Segunda Guerra Mundial, según hemos visto en líneas precedentes. El hecho de que en un radio tan pequeño como Miramar se concentraran representantes de tres de los regímenes más oprobiosos de la Europa de mediados del siglo XX, no es algo que se pueda dejar pasar, ni tampoco una consecuencia del más puro azar. Al menos esto es lo que piensan muchos vecinos comprometidos con la reconstrucción de la historia local. Veamos quienes eran.63 Sin temor a equivocarnos, el Jefe de Seguridad del Viena —entre 1943 y 1948— es el personaje más enigmático y el que mayores sospechas despierta en toda la historia del hotel. Mucho se dijo y se sigue diciendo sobre él, pero recién el año pasado (2009) fue que pudimos certificar su verdadera identidad y auténtica existencia, contrariando a aquellos que ponían en duda su realidad histórica. No era para menos. La historia del «Ingeniero» —así era conocido en Miramar— estuvo inmersa en un acalorado debate en el que se llegó a discutir no sólo su presencia en el hotel, sino también el verdadero nombre que tenía. Durante décadas —por lo menos desde 1946— no existió ningún documento escrito que lo citara o hiciera referencia a él. Todos los archivos comerciales y privados del Hotel Viena desaparecieron cuando Pahlke decidió cerrarlo al terminar la Segunda Guerra Mundial. Por ende, el apellido y nombre del encargado de seguridad se transmitió sólo de boca en boca y la memoria local olvidó —o nunca se preguntó— cómo se escribía correctamente, ni si ésa era su denominación completa. Por años la gente 63

Parte de la información expuesta a continuación es el resultado de la investigación publicada en Soto Roland, Fernando J. (2009). Apostillas a la Historia del Gran Hotel Viena. Disponible en Web: <http://letrasuruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/apostillas_a_la_historia_del_gran_hotel.htm>


33 habló de Martin Krüegger (sin tilde en el nombre de pila y con doble “G” en el apellido). Así fue escrito una vez, y así se transmitió en unos pocos artículos periodísticos publicados en el diario La Voz del Interior de la provincia de Córdoba.64 La tradición oral hizo caso omiso al preciosismo de si se escribía con una o con dos “G” y de ese modo, sin más indagación, el «Ingeniero Martin Krüegger» pasó a la historia regional. ¿Quién era este personaje? Cuando el Gran Hotel Viena fue abandonado por Max Pahlke en marzo de 1946, la propiedad quedó enteramente bajo el cuidado y vigilancia de este enigmático Jefe de Seguridad. No tenemos siquiera una sola fotografía que nos ilustre cómo era; pero si nos dejamos llevar por las descripciones que circulan en el pueblo, podemos decir que era alto (más de un metro ochenta), de fríos y celestes ojos, siempre impecablemente vestido con un traje gris y sus zapatos muy lustrados. En una palabra: el estereotipo de teutón ario del que nos habla la mitología racista del nazismo; altero, poco sociable y distante. Al respecto, la señora Luisa “Chichi” Zambelli (vecina de Miramar y ligada desde chica a la historia del hotel) sostuvo —en un video documental producido en Córdoba— que «Era seco, era malo… Ni los perros lo querían. Perro que ladraba, perro que moría».65 Leal a sus funciones de «vigilante», Krüegger permaneció en el hotel hasta marzo de 1948, fecha en la que su cuerpo inerte apareció envenenado en una de las habitaciones que hay sobre las cocheras. Se adujo suicidio y su cadáver fue remitido, tras un corto velorio organizado por tres compasivas vecinas al hotel (entre las que estaba Chichi Zambelli), hasta la localidad de Balnearia, donde fue inhumado. Actualmente no existe ninguna lápida que señale en dónde descansan sus restos. Hace un tiempo, La Voz del Interior argumentó que ante la falta de familiares directos que reclamaran el cuerpo y transcurridos los años establecidos por las normas del cementerio, sus huesos fueron desenterrados y enviados al osario municipal, mezclándose así con los otros (hoy) anónimos vecinos de la región.66 ¿Qué otros datos tenemos del Jefe de Seguridad del Gran Viena? ¿Hay pruebas materiales de su paso por el hotel, más allá de los testigos que dicen haberlo conocido? La respuesta es, desde hace poco menos de un año, un rotundo sí. En el transcurso de una investigación que llevé a cabo en archivos porteños, llegué a una conclusión provisional que deseo expresar claramente en estas líneas. Según los datos de la tradición oral miramarense, Martín Krüegger (alias “El Ingeniero”) había nacido en Berlín y tenía el grado de coronel, siendo condecorado en la Segunda Guerra. Pero hasta la 64

Incluso en mis primeros ensayos sobre el hotel, yo mismo lo escribí siguiendo la tradición. Mar de Ansenuza, PPIX documental COLLECTIONS, ATP/30 min., Dolby Digital, 2007. 66 Véase: “Los Secretos del Mar”, artículo publicado por La Voz del Interior. Citado íntegramente en Gran Hotel Viena. Su Historia, Editado por la Asociación Civil Amigos del Gran Hotel Viena, Miramar, Córdoba, sin fecha. 65


34 fecha no había ningún documento escrito que así lo confirmara. En setiembre de 2009, consultando en los archivos del CEMLA (Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos) en la ciudad de Buenos Aires no encontré que ningún «Martin Krüegger» hubiera ingresado al país. Lo qué si revelaron los archivos es la presencia de un «Carl Krüeger» (con una sola «G»), ingeniero, soltero, de 46 años al momento de entrar a la Argentina el 30 de octubre 1925, en el barco Ornia y nacido en Alemania en la ciudad de Polzin. Este nombre aparece tres veces con fechas de ingreso diferentes en años sucesivos, (28 de setiembre de 1928 y 16 de noviembre de1930) probando que salió del país y volvió a ingresar en sucesivas ocasiones en el buque Cap-Polonio, procedente de la ciudad de Santos, Brasil. Unos días antes de consultar la base de datos de CEMLA, hice un viaje relámpago a Miramar. Existía un motivo de peso para ello: tras casi 70 años de olvido y búsqueda infructuosa, habían encontrado, en posesión de un vecino del pueblo, los planos originales del Gran Hotel Viena. Allí estaban las firmas estampadas de los arquitectos e ingenieros, de las empresas contratistas, del propio dueño del hotel y de los carpinteros que se encargaron de disponer los placares y puertas en toda la obra. Fue una sensación reconfortante confirmar que la mayor parte de la información recabada del «boca a boca» era cierta. Por ejemplo, que la empresa alemana Gruen-Bilfinger (la misma que levantó el obelisco de Capital federal) era la responsable de la primera parte del complejo. 67 . También nos enteramos de que el Ingeniero Civil E. Pinasco, de la empresa Geppel y Pinasco SRL, había sido el quien puso el hormigón armado de las columnas (Obra Nº/2-Plano Nº 25/VII/44) y que la obra de ampliación, practicada en 1944, era responsabilidad del constructor Ángel F. Stamati (plano con fecha julio 15/44). Así mismo, la empresa Utting & Trovato de la ciudad de Rosario, había instalado el sistema de calefacción y calderas en 1943. Pero no fueron esos planos los que más nos llamó la atención, sino uno dibujado con lápiz, a mano alzada y algo desprolijo. No es un plano “oficial” (de esos que se tienen que presentar en los municipios para que se los acepte). No tiene el nombre de ninguna empresa constructora. Es un plano “casero” que hace referencia a nuevos tanques de agua fría y caliente, eventualmente a colocar en el edificio. Pero lo más importante es un sello (con una firma por debajo) colocado en el ángulo inferior derecho. Un sello algo corrido y despintado que dice; «CARL M. KRÜEGER- 1947»

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Nota: Esta información había sido desmentida por muchos lugareños en años anteriores, según me informara Patricia.


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A primer vista la «M» parece una «H», pero analizada y ampliada se observa claramente que es una «M» (seguramente la «M» de Martin). Por su parte, el año señalado (1947) indica que ya para entonces Pahlke no estaba en Miramar y que el Gran Viena se encontraba bajo el cuidado del “Ingeniero”. Es el primer documento en el Krüeger (con una sola G) aparece. Con esos datos fui posteriormente hasta el CEMLA. De ser la misma persona que está en los archivos, Krüeger no era berlinés, ni entró al país en 194368, sino antes, y sus condecoraciones debieron haber sido ganadas en la Primer Guerra Mundial, no en la Segunda como dice la tradición oral.69 Por otro lado, el hecho de que haya sido ingeniero (no panadero, agricultor o artesano) también permite suponer que el conocimiento con Max Pahlke haya venido a través de la Empresa Tubos Mannesmann, en la que el último era gerente.70 De acuerdo a los testigos que aún viven, Krüger debería tener entre 60 y 70 años al momento de morir; dato que coincide también con la información de los registros del CEMLA: si en 1925 —al momento del primer ingreso— contaba con 46 años de edad, en 1948 tenía 69 años. Los dichos vuelve a concordar con los escasos documentos que pudimos hallar. Si Carl Martin Krüger fue nazi no lo sabemos. Es probable que haya visto con buenos ojos el ascenso de Hitler y la recuperación de Alemania entre 1933 y 1939, como tantos otros alemanes que arrastraban la humillación de Versalles. Pero el imaginario y las habladurías no tardaron en identificarlo con el régimen del NSDAP y una serie de historias no del todo confirmadas taxativamente.

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Año en el que se dice se hizo cargo de la custodia del Gran Viena. Siempre me resultó raro que una persona condecorada y con el grado de coronel haya migrado a la Argentina en pleno conflicto (1943) para hacerse cargo de un hotel en América del Sur. Si la fecha hubiera sido 1945, habría sido más comprensible ya que se podría aducir que Krüger era parte de la huída de criminales de guerra, tras la derrota inminente del Reich alemán. 70 Según los archivos de CEMLA, Pahlke también era ingeniero. 69


36 De todas las historias que circulan en torno a Krüger hay una que habla de guardias armados y uniformados a su cargo. Según testigos entrevistados por Patricia Sosa, el Viena tenía una decena de hombres bien pertrechados cuya misión era la de proteger las instalaciones del hotel. Cuentan que el ingreso al edificio estaba por demás restringido y que el «Ingeniero» había dispuesto a uno de sus «soldados» en lo alto de la torre de agua de más de 20 metros, desde donde se tenía una panorámica de todo el terreno circundante. La gran duda que surge a raíz de todo esto es ¿por qué el hotel requería de un servicio de seguridad tan complejo en una población tan pequeña, de sólo 1600 habitantes, a mediados de la década de 1940 en medio del NE cordobés? Y como es natural, se sucedieron otras: ¿qué escondían dentro del Viena? ¿Qué protegían con tanto ahínco? ¿Tal vez alguna personalidad relevante procedente de Europa e instalada en el hotel tras la partida de Pahlke en 1946? ¿No confirmaría esta historia que el Viena fue un hospital y centro de rehabilitación de oficiales nazis tras la derrota europea? En mi opinión sería decir demasiado. Especulaciones de ese tipo se vieron retroalimentadas por los grandes baches que hay en la vida —y muerte— del propio Carl Martin Krüger que, como es lógico, se rellenan con historias improbables, aunque coherentes dentro de un contexto en el que campea la falta de información y la ignorancia.71 Cuando Carl Martin Krüger falleció envenenado en una de las habitaciones que están encima del sector de las cocheras en marzo de 1948, un anodino eslovaco llamado Koloman Kolomi Geraldini se convirtió en el nuevo «casero» del Gran Hotel Viena. Este personaje es por demás interesante y hay dos motivos claros para que así sea: en primer lugar, por su pasado en la Europa de la Segunda Guerra Mundial, y en segundo término por intercalarse en la historia del Viena en una fecha tan temprana como es el año1948.

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Sobre Krüger se han tejido numerosas de historias (incluso sobrenaturales) y todas ellas nos remiten a un supuesto pasado autoritario, violento y muy proclive a la ideología del NSDP. El hecho de que Adán R. Sosa —a cargo del hotel durante la mayor parte de la década del ‘60— haga referencia al «Ingeniero» anunciando que hacia 1964 el mayor cazador de nazis del mundo, Simón Wiesenthal, creyera que no era otro que Martin Bormann (la mano derecha de Hitler) es algo a tener en cuenta ya que nos habla de lo extendido y duradero que ha sido el rumor sobre su persona y las relaciones existentes entre el Gran Hotel Viena y el nazismo. Véase en Web: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/gran_hotel_viena_conflictos.htm Escribe Simón Wiesenthal: “El paradero de Martin Bormann sigue siendo el mayor misterio nazi por resolver. El principal lugarteniente de Hitler ha sido el que ha dado pie a más rumores y leyendas y ha hecho correr más tinta impresa de todos los jefes nazis. La pregunta: «¿Ha muerto Bormann?», siempre es buen asunto para la portada de una revista alemana de gran tirada. Ningún otro nazi famoso ha sido declarado muerto y luego tantas veces resucitado. Unos testigos declararon que fue enterrado en mayo de 1945 en la sección moabita de los terrenos de la Feria de Berlín, tras escapar de la Cancillería de Hitler, pero en 1964, la policía del Berlín Occidental hizo excavaciones en aquella zona y no lo encontró.” Por lo visto Bormann estaba en boca de mucha gente en ese año. Véase: WIESENTHAL, Simón (1967). Los Asesinos entre Nosotros. Memorias, Barcelona, Editorial Noguer, pág. 279.


37 De acuerdo a la información recopilada por Patricia Sosa entre los ancianos de Miramar —y confirmada posteriormente por un informe redactado en la década de 1970— 72, Koloman Kolomi y su esposa —Helena Novak de Kolomi— entraron al hotel como jardineros, permaneciendo en el mismo hasta 1964, año en el que el hijo del por entonces ya fallecido Máximo Pahlke, los sacó del Viena para colocar a un hotelero cordobés —Adán Ramón Sosa— a cargo del complejo quien, desde entonces, se convirtió en el más enconado enemigo del eslovaco. Pero, ¿qué hacía Koloman Kolomi en Miramar? ¿Quién era este «casero» que, desde 1954 y por espacio de diez años, ejerció la función de improvisado hotelero, usufructuando del hotel? Koloman Kolomi Geraldini había nacido en Terchová, Eslovaquia, un 24 de octubre de 1908. Tenía 40 años cuando arribó al NE de Córdoba y una prolífica historia como escritor, traductor e intelectual. Esas cualidades le habían permitido ocupar un destacado cargo en el gobierno de su país, que ejerció desde 1939 a mediados del la década del ’40. Época “densa” desde el punto de vista ideológico en la Checoslovaquia de entonces: el gobierno pro-fascista, ejercido por un sacerdote católico llamado Josef Tiso, había ocupado el poder y conseguido, gracias a la ayuda de Hitler, la independencia de Eslovaquia el día 14 de marzo de 1939, convirtiéndose en un «estado títere» del Tercer Reich. Bajo la dictadura de Tiso se adoptaron medidas antisemitas y se deportaron unos 58.000 judíos y miles de gitanos a los campos de exterminio nazi, colaborando directamente con el holocausto y convirtiendo a muchos de sus funcionarios, lisa y llanamente, en criminales de guerra. Pero en abril de 1945 el ejército soviético invadió Eslovaquia. Derrocó al régimen, persiguió a Tiso, lo atrapó, juzgó y colgó dos años más tarde. Entre tanto, muchos colaboradores de la sangrienta dictadura buscaron refugio fuera de Europa; ente ellos quien fuera Ministro del Interior de Tiso, Ferdinand Durcansky, y con su hermano, Jan Durcansky, que huyeron a la Argentina, llegando —el segundo— a ocupar un puesto relevante en la Dirección General de Migraciones, en 1947. Desde esa holgada posición de funcionario del estado peronista, Jan Durcansky colaboró en la fuga de muchos otros eslovacos. Koloman Kolomi fue uno de ellos, entrando al país en 1948, previo paso por Austria, Baviera y, finalmente, Italia. El periodista e investigador Uki Goñi encontró, en el archivo de la embajada argentina en Roma, el expediente de Migraciones, cursado por la Comisión de Acción Eslovaca, en el que aparecen nombrados los fascistas católicos que se unieron a los hermanos Durcansky en nuestro país. Entre ellos aparece Koloman Kolomi Geraldini.73 Una vez más, amigos, conocidos y compatriotas en el exilio auxiliaron a fugitivos reclamados por la justicia de los Aliados. 72 73

Véase en Web: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/gran_hotel_viena_conflictos.htm Véase: La Autentica Odessa, op.cit. Pág. 241.


38 Ese mismo año de 1948 (famoso por el masivo ingreso de indeseables al país) Koloman Kolomi llegó a Miramar. Debió hacerlo unos pocos días antes o después de la muerte de Krüeger (mes de marzo) puesto que se alojó en la casa de doña Ana María Scorchuber de Trenetzberger, ex socia de Pahlke y propietaria del Hotel Alemán, ubicado a menos de cien metros del Viena. Fue en esas circunstancias en que Kolomi resultó nombrado “casero” y jardinero del enorme complejo hotelero. ¿Quién autorizó eso? Máximo Pahlke, aunque ausente de Miramar desde el ’46, todavía vivía. Todo indica que estaba en Brasil por esos días. ¿Acaso no conocía el empresario alemán los antecedentes del eslovaco? ¿O fueron justamente esos antecedentes los que inclinaron la balanza a su favor? Lo cierto es que Kolomi y su mujer entraron al Viena empezando desde muy abajo, olvidando sus antiguos días de funcionario e intelectual. Dieciséis años después, en 1964, cuando Adán Sosa lo desplazó del hotel, se desató entre ambos una guerra personal que salió a la luz en un texto escrito por Sosa en el que se dice lo siguiente: «Cuándo llega este individuo [Kolomi] a Miramar, no he podido precisar fechas, parece que pasó muy desapercibido, como indudablemente será cuando se vaya o se muera. «El generoso pueblo de Miramar lo resivió [sic] como a todos los aventureros entre los que me incluyo, ese pueblo que parece la Legión Extranjera, no pregunta de dónde vino o si se ha cambiado el nombre con tal que venga a trabajar.Doña María Scborkhber de Trementzberger [sic] que residía de 1932 en Miramar le facilita una casa y le ayuda económicamente, inclusive le da ropa para sus hijos.- Al fallecer el Ingeniero Krüegger [sic] (puede haber sido Borman [sic] como lo menciona en su libro Simón Wiessenthal que vive en 6.-Zalztorgasse [sic].-CP.-1070-Viena, capital de Austria) que estaba la cuidado del Hotel Viena, lo busca a él como casero, pero parece que de la casa de Doña María se lleva varias cosas, quien personalmente se las hace devolver (…)».74

La comparación con la Legión Extranjera, esa casi perfecta. Hoy sabemos que este grupo de soldados franceses, acantonados en África, aceptaba en sus filas a todo tipo de personajes, sin importar el prontuario que llevaran en sus espaldas. Criminales, violadores, desertores, asesinos y hasta miembros de las SS fueron parte constitutiva de la famosa “Legión”. Holger Meding, historiador alemán especializado en las rutas de escape de los nazis hacia la Argentina, escribe: «(…) la totalidad de las SS había sido declarada sumariamente por las potencias vencedoras como “organización criminal”. Este veredicto fue (…) un medio de presión para que los hombres de las SS se alistaran en la Legión Extranjera

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Véase en Web: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/gran_hotel_viena_conflictos.htm El subrayado en nuestro.


39 francesa, paso que aceptaron con desesperado fatalismo muchos soldados jóvenes que querían salvarse de caer prisioneros de guerra». 75

¿Fue Koloman Kolomi un infortunado e inocente «perseguido político» de la justicia aliada? La mayoría de los asesinos nazis —alemanes, croatas o eslovacos— arguyeron eso en la posguerra, exaltando el escarnio que habían sufrido o sufrirían en caso de caer en manos de los «criminales comunistas» vencedores de la guerra. Pero ese no fue el caso de Koloman Kolomi. El eslovaco falleció en Miramar el 27 de octubre de 1994. Más allá de lo que algunos periodistas hacen con lo que encuentran en los archivos, está la información cruda —libre de cualquier interpretación— que ellos sacan a la luz. De ahí que, aunque críticos en muchos aspectos, somos concientes del ingente trabajo heurístico que han realizado en pos de convertirse en «cazadores de nazis». A uno de ellos en particular —Jorge Camarasa— le debemos los datos que poseemos sobre un viejo vecino de Miramar: Ante Elez. Según consigna Camarasa76, Elez llegó a Buenos Aires el 1 de abril de 1947 en un barco de bandera panameña llamado Philippa, procedente del puerto de Génova. Veinticuatro horas después del arribo, el diario argentino Clarín —con fecha 2 de abril de 1947— informaba, citando como fuente al periódico italiano L’Unita, sobre la llegada en el mismo buque de unos treinta ustachas croatas, embarcados como «colonos» pero que Yugoslavia reclamaba como criminales de guerra ante las autoridades británicas acantonadas en Italia.77 En el listado se consignaba a Ante Eletz (con T antes de la zeta).78 Un mes después, ya en nuestro país, Elez sacó una cédula para extranjeros (Nº 3.435.802) con que debió moverse hasta que en 1951 fue procesado por lesiones. Dos años más tarde, en 1953, volvió a tener problemas con la Justicia, siendo procesado por defraudación. En 1958 reincidió en actividades 75

MEDING, Holger (1999). La Ruta de los Nazis en tiempos de Perón, Buenos Aires, Argentina, Emecé, pág. 199. Camarasa, J. op.cit. pp. 313-315. 77 Goñi, U. op.cit. pág. 419. 78 Ante Elez escapaba de Yugoslavia acusado de ser criminal de guerra. Había sido oficial del ejército croata de Ante Pavelic, líder del partido ultracatólico, conservador y anticomunista, denominado Ustacha. Pavelic fue presidente de la Croacia independiente a instancias de Hitler desde el 10 de abril de 1941. Elez, por su parte, se desempeñó como Teniente en el campo de extermino de Jasenova y subordinado del criminal ustacha Dinko Sakic, comandante de ese campo de la muerte y posteriormente extraditado de Argentina en 1998, condenado a 20 años de prisión. Elez tuvo más suerte que su antiguo jefe. Nunca fue aprendido ni extraditado, a pesar de tener varios problemas con la Justicia local. Según comentarios recogidos en Miramar, el viejo ustacha se jactaba de haber pertenecido al grupo comando que rescatara a Benito Mussolini del Monte Sasso, asistiendo en el operativo a los nazis. Así mismo circula el comentario que Don Antonio (como habían españolizado su nombre de pila) solía contar que había liquidado a judíos y curas ortodoxos durante sus días como patriota croata. La ayuda a los acólitos de Ante Pavelic provenía del arzobispo de Sarajevo y, desde 1943 Director del Seminario de San Girolamo en Roma, Padre Krunoslav Draganovic. Éste no sólo otorgó refugio temporal a asesinos ustachas (también a nazis alemanes), sino que les consiguió, vía la Cruz Roja, pasaportes falsos. Fue de ese modo que Pavelic entró en Argentina en noviembre de 1948. Para entonces, Elez hacía un año que estaba aquí. 76


40 ilegales —esta vez procesado por contrabando—, pero al año los tribunales lo absolvieron de culpa y cargo. Recién en 1965 Elez se instaló definitivamente en Miramar (Córdoba) y abrió el Hotel Copacabana, de larga fama en el pueblo. 79 En 1968 insistió —sin éxito— en obtener la ciudadanía argentina. Según se consigna en documentos clasificados de los EE.UU., para realizar dicho trámite Elez buscó tener un certificado de trabajo, que le fuera entregado por una empresa llamada Textil Danubio. Ésta aparece en los archivos norteamericanos como un emprendimiento empresarial de capitales nazis. A pesar del fracaso, el viejo croata no se resignó, obteniendo finalmente su naturalización como argentino el 5 de setiembre de 1989. Elez falleció en Miramar el 23 de julio de 1995. Su tumba aún está en el cementerio del pueblo.80 Pero cuando Elez llegó a Miramar a mediados de la década de 1960, hacía veintiún años que Máximo Pahlke había dejado de regentear el Gran Hotel Viena.81 Por ende, es muy probable que jamás se hayan conocido. De todos modos, el imaginario local insiste en mezclarlos.82 A la historia incompleta del Viena se le agregan así «satélites» que, independientemente de los datos cronológicos, contribuyen a acentuar las sospechas que sobrevuelan sobre él y que, en este caso en particular, entendemos por completo infundadas.83 De haber sido Miramar una ciudad grande, lo más probable es que Elez nunca hubiera sido relacionado con el Hotel Viena, pero lo reducido de su trazado urbano, el aislamiento que el pueblo aún tiene y las habladurías que han circulado por décadas, explican las supuestas solidaridades que — indefinidas como en toda leyenda— el hotel entabló con algunos criminales de guerra.

79

Hoy desaparecido como consecuencia de las inundaciones que asolaron el pueblo desde 1977. Véase: Soto Roland, F.J., op.cit. Apostillas a la Historia del Gran Hotel Viena. Disponible en Web: <http://letrasuruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/apostillas_a_la_historia_del_gran_hotel.htm> 80

81

Véase: Soto Roland, Fernando Jorge (2010). La Legión Extranjera. Gran Hotel Viena. Conflictos y relaciones interpersonales como fuente de información. Disponible en Web: <http://letrasuruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/gran_hotel_viena_conflictos.htm> 82 Nota: Una de las leyendas más difundidas en Miramar habla de la «hipotética» presencia de Adolf Hitler por esas costas y de la posibilidad de que haya estado alojado en el Hotel Viena, más precisamente en la habitación 61 del sector VIP. Ya hemos dicho antes que tal historia carece de fundamento. Así todo, logró perdurar en le tiempo. A mediados del año 2009, una productora norteamericana visitó las ruinas del hotel para filmar un capítulo de la serie de TV Ghost Hunters Internatinal, que puso al aire con el título Hitler’s Ghost [El Fantasma de Hitler]; una penosa forma de publicitar el al Viena en el exterior pero que encuentra raíces muy profundas en la historia del imaginario colectivo, fuera y dentro del país. [Véase: Hitler y los Misterios del Gran Hotel Viena disponible en Web: <http://letrasruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/hitler_y_los_misterios_del_gran.htm>]. Los dichos que circularon oportunamente en el pueblo hablaban del Führer alemán paseándose por la costa del la laguna de Mar Chiquita, vistiendo un largo sobretodo verde y sombrero al tono. Es interesante rescatar un dato brindado por algunos vecinos: Ante Elez solía recorrer el litoral con prendas del mismo tipo e idéntico color. La enmarañada urdimbre de las leyendas suelen mezclar todo. 83 A quien sí Ante Elez debió conocer fue al eslovaco Koloman Kolomi, quien por aquellos días (1964) abandonaba las instalaciones del Hotel Viena para entregárselo a un nuevo empresario: el hotelero Adán Ramón Sosa.


41 Ustachas, alemanes y guardias armados, eslovacos que huyen de los aliados y un asilo franciscano construido por croatas a poco menos de 300 metros del Viena, levantado con el dinero recaudado por la venta de un libro de innegable ideología ultraderechista 84, son los condimentos que justifican en gran medida los dichos y las sospechas que giran en torno al Gran Hotel Viena. Si las solidaridades mencionadas en el exilio efectivamente fueron una realidad, el reducido ámbito del pueblo de Miramar y toda esa fauna humana recorriendo su diminuta geografía urbana permiten rechazar aquella postura que niega categóricamente la posibilidad de establecer nexos entre el hotel y la cosmovisión del NSDAP. Tal vez sea una exageración decir que el Viena y su pueblo hayan sido un «nido de nazis», pero convengamos que hay demasiadas variables que habilitan la suspicacia. En el caso de que estemos tratando con otro mito producto de la posguerra, sería un mito en apariencia muy bien sostenido por eventos circunstanciales que encajan a la perfección en un discurso previo, digno de ser estudiado a fondo.

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Nota: La capilla San Antonio se construyó en 1957, junto al Hogar de huérfanos. Según se informa el un artículo del Diario La Zona (13 de Agosto 2005), la capilla fue financiada gracias a la venta de un libro titulado El Comunismo sin Máscara, escrito por un sacerdote croata llamado Blas Stefanic (misionero por la zona del caribe y Cuba en épocas del dictador Fulgencio Batista). De acuerdo con la investigación realizada por Uki Goñi para su libro La Auténtica Odessa, en el National Archives de EE.UU. y el Public Record Office de Gran Bretaña, los trámites en migratorios para traer a la Argentina un contingente numeroso de ustachas fue iniciado en épocas de Perón por el Primado Copello y Blaz (con “Z”) Stefanic, quien oficiaba de agente de Draganovic en nuestro país desde la década de 1930 y también acusado en Yugoslavia por ser criminal de guerra. (pp.- 413-414). B. Stefanic «pronto se convirtió en activo militante anticomunista y pilar de la comunidad croata en Argentina» (Pág. 25).Para mayores datos véase: <http://letrasuruguay.espaciolatino.com/aaa/soto_fernando/apostillas_a_la_historia_del_gran_hotel.htm>


42 NAZIS Y EMPRESARIOS

Mucho se ha escrito sobre las inversiones alemanas en Argentina y el rol de sus empresarios durante la hegemonía del NSDAP en Europa (1933-1945). Mucho se ha exagerado también; siendo éste un campo de estudio en el que las confusiones entre mito y realidad aparecen más frecuentemente. La idea de que existió una estrecha relación entre los capitales alemanes y la expansión del nazismo argentino está hoy muy cuestionada. Artículos como el de Andrés Musacchio, Mario Rapoport y Christel Converse85 prueban que las hipótesis abonadas en varios documentos del Departamento de Estado norteamericano no son suficientes para concluir que las empresas alemanas en Argentina actuaron desde las sombras como parte de un plan elaborado meticulosamente para imponer la hegemonía nazi en toda la región. Muchos de esos documentos están viciados de intensiones políticas y son parte de una campaña de propaganda cuyo objetivo era doblegar el neutralismo de Buenos Aires durante la Segunda Guerra y justificar sus intervenciones en la política argentina más tarde, durante los ’40 y ’50. Por ende, concluir que las empresas alemanas no eran más que un vehículo para la difusión del nacionalsocialismo es una generalización errónea, basada en supuestos endebles; como aquel que sostiene que hubo un fuerte vínculo entre los hombres de negocios y los miembros del NSDAP. Los últimos estudios historiográficos concluyen que no hay información confiable que certifique estos dichos, difundidos sin crítica por periodistas adictos a las leyendas, el sensacionalismo y las teorías conspirativas. La documentación existente no permite asegurar que los jerarcas nazis actuaran coordinadamente con empresas alemanas en un plan estratégico de penetración nacionalsocialista. 86 Lo único cierto —y esto sí es importante— es que la relación entre el empresariado alemán y el NSDAP en Argentina estuvo plagado de matices. Hubo de todo. Estuvieron aquellos que adhirieron convencidos a la ideología nazi y los que llevaron una relación difícil y conflictiva con el partido. Incluso estaban los que se hicieron nazis por conveniencia económica. Es en este heterogéneo contexto en el que debemos ubicar a Máximo Pahlke, Tubos Mannesmann y el Gran Hotel Viena. Siempre se sospechó de que Máximo Pahlke mantenía relaciones con el nazismo, pero nunca pudo encontrarse documentación que lo certificara cabalmente. El hecho de que la Junta de Vigilancia 85

Mario Rapoport, Andrés Musacchio y Christel Converse (2006). Las inversiones alemanas en Argentina entre 1933y 1945: ¿base material de la expansión de los nazis Universidad de Buenos Aires, Ubacyt, E-030 y E-8Iberoamericana, VI, 21 86 Véase: Cortes, Ricardo (2008). Nacionalsocialismo y negocios: los lazos del empresariado local con el nazismo en Argentina (1930-1945), Caseros (Pcia. de Buenos Aires). I Asociación Argentina de Historia Económica Universidad Nacional de Tres de febrero XXI Jornadas de Historia Económica. Disponible en Web: < http://xxijhe.fahce.unlp.edu.ar/programa/descargables/Cortes.pdf >


43 le confiscara parte de su capital personal, es un dato a tener en cuenta y que justifica la sospecha mencionada. Por otro lado, que la empresa Tubos Mannesmann aparezca citada en numerosos informes y declarada “propiedad enemiga”, habilita una pregunta lógica y es: ¿hasta qué punto un funcionario de alto nivel como Pahlke, a cargo de intereses económicos alemanes, se pudo mantener al margen, sin tener nada que ver con el DNSAP? Contrariamente a los hermanos Eichhorn —propietarios del célebre Eden Hotel de La Falda (Valle de Punilla, Córdoba)—, Pahlke nunca recibió una foto autografiada de Adolf Hitler en agradecimiento por los aportes económicos hechos al partido durante la campaña electoral del ’33, ni fue invitado a participar con honores en ceremonias públicas celebradas en Berlín. Tampoco tomó el té con el Führer o fue destinatario de cartas llena de afecto por parte del líder alemán.87 En tanto que los Eichhorn fueron nazis declarados, de Pahlke no puede decirse lo mismo. Que se sepa, nunca hizo proselitismo abierto a favor del NSDAP. De hecho, hay testimonios de parientes que afirman que el empresario fue decididamente antinazi. Pero ciertas actitudes, registradas por vecinos de Miramar en 1939, nos permitirían relativizar un poco esa última afirmación. José Carlos Devallis es el autor de un libro de memorias ambientado en la Miramar de principios del siglo XX en el cual es posible reeditar no sólo anécdotas familiares y personales, sino también parte de la historia del balneario cordobés. Es una fresca estampa de época en la que muchos miramarenses se ven seguramente reflejados.88 Escribe Devallis: «Quiero destacar un hecho ocurrido a fines de diciembre de 1939, más precisamente el 30 de ese mes. Las Señoras de la Comisión de Damas del Club Atlético Miramar fueron a pedirle a mi padre el salón del Comedor para realizar un baile, dejándole a cambio de esa prestación el usufructo, la utilidad del despacho del Bar. Mi padre en un primer momento les comunicó que no podía ser, por el poco tiempo, a escaso un mes de la desaparición de su esposa le parecía que no correspondía realizar un baile. Nosotros, que estábamos presente en esa conversación, Horacio y yo, le dijimos que aceptara, que nosotros no lo veíamos mal y que mamá, desde allá arriba, no lo tomaría como un desaire, un desdén a su recuerdo, sino que lo aprobaría. Bien, se realizó el baile (que dicho sea de paso, fue un éxito) pero, en lo más lindo del baile, en lo más animado que estaba, de pronto, súbitamente, irrumpieron en el salón de trece a quince muchachos jóvenes, rubios, de ojos celestes, la mayoría vestidos de la misma manera, aparentaban tener de 20 a 25 años. Eran los marineros del Graf Spee, que dos días antes habían arribado a Miramar; en coche motor a Balnearia desde Santa 87 88

Véase: Ferrarassi, Alfredo (2006). Eden Hotel y Pueblo La Falda, , Córdoba, Edición del Autor. Devallis, José Carlos (2008). Miramar. Memorias del Pasado, Córdoba, ediciones del autor.


44 Fe, donde estaban alojados, y habían ido a pasar unos días invitados por la Gran Pensión Alemana y por el Sr. Máximo Palker [sic], que estaba construyendo un hotel que fue después el Gran Hotel Viena (el Sr. Palker [sic] era Gerente General de los Tubos Mannesmann). Por lo imprevisto, repentino de esa entrada, ese ingreso inusitado, hubo un desbande de bailarines y de mozas sobre todo. Las chicas estaban “derretidas” por ellos».89 El hecho de que Pahlke invitara a la tripulación de un acorazado nazi, hundido en el Río de la Plata a instancias de su propio capitán, es un dato significativo que, de seguro, influyó en la ola de rumores que circularon en torno a su persona por años. Quizás haya sido éste el motivo por el cual Devallis, algo más adelante, suscribe tajantemente que: «Los Palkhe [sic] era un matrimonio de origen alemán vinculado al nacionalsocialismo».90 Esta aseveración ha sido fuertemente cuestionada por algunos vecinos y descendientes del empresario, quienes con total derecho han dado su propia versión de la historia, reafirmando el carácter antinazi de Pahlke apoyándose, entre otras cosas, en un argumento hasta hace poco desconocido: que su esposa, la austríaca Melita Fleishesberger, era de origen judío. Pero una vez más, las historias que circundan al Gran Hotel Viena se llenan de dudas y zonas ciegas, ya que los archivos parecen no decir lo mismo. Una consulta exhaustiva al banco de datos del CEMLA (Centro de Estudios Migratorios de Latino América) —archivo en el que están registradas todas las entradas legales practicadas a la Argentina— permite reconstruir parte del trajinar de Pahlke desde 1906, año en el que entró al país por Buenos Aires (un 27 de enero) procedente de Hamburgo, a bordo del buque Cap. Ortegal. En esa primera oportunidad, declaró ser ingeniero, soltero y de religión protestante. Las demás fichas consignan lo siguiente. 

El 11 de junio de 1913, el alemán Max Pahlke, de 34 años, soltero y director de profesión, entra por segunda vez a Buenos Aires procedente de Hamburgo en el buque Cap. Arcona. En el ítem «Religión» está registrada la palabra VARIAS.

EL 16 de marzo de 1928, Max Pahlke, con 49 años de edad y comerciante de profesión, entra al puerto de Buenos Aires, procedente otra vez de Hamburgo, a bordo del buque Cap. Arcona. En esta ocasión su estado civil es de «casado» y evangélico de religión. Además, por primera vez aparece el lugar de su nacimiento: Berlín. En el mismo buque

89 90

Ibídem, pp. 216-217. Ibídem, pág. 258


45 —y con la misma fecha— lo acompaña Melita María Pahlke, de 35 años, nacida en Viena (Austria), que declara practicar la religión católica y no tener profesión. Junto con ella viene, con solo 1 año de edad, Max Pahlke, argentino de nacionalidad (no indica la ciudad donde nació). 

Con fecha 26 de octubre de 1930, ingresan al puerto de Buenos Aires (procedentes de Hamburgo), a bordo del buque Cap. Arcona, el comerciante alemán Max Pahlke, de 52 años, protestante y nacido en Berlín, junto con Melita Pahlke, de 38 años, protestante y profesión desconocida, y dos menores: Max Wolfgang Pahlke, de 3 añitos (nacionalidad argentina) y Ingeborg Pahlke, de 1 año de edad, también de nacionalidad argentina.

El 13 de mayo de 1938, Max Pahlke, comerciante alemán, evangélico, de 59 años de edad, entra al puerto de Buenos Aires en el buque Augustus, procedente de Río de Janeiro (Brasil).

Máximo Pahlke entra a Buenos Aires, procedente de Montevideo (Uruguay), con fecha 10 de diciembre de 1938. En esta ocasión, Máximo Pahlke, de 60 años, y religión y profesión desconocidas, entra a la Argentina a bordo del Cap..

18 de diciembre de 1939: Max Emil Hermann Pahlke (por primera vez el nombre aparece completo), de 60 años, comerciante y evangélico de religión entra a la Argentina procedente de Río de Janeiro en el buque Augustus.

17 de junio de 1939: Max Emil Hermann Pahlke, de 60 años, comerciante y evangélico ingresa a Buenos Aires procedente de Santos (Brasil).

Lo que sobresale a primera vista de los datos recabados en el archivo del CEMLA es que en las muchas oportunidades que Melita Pahlke entró a la Argentina, declaró (o al menos eso anotaron los empleados de aduana) ser católica (en 1928) y protestante (en 1930). Nunca judía. A partir de esta contradicción con los dichos actuales podría sospecharse que no lo declaró por el manifiesto antisemitismo vigente en Europa y en Argentina; pero ese sentimiento repudiable se disparó recién después de la llegada de Hitler al poder en 1933. Sabemos que muchos países latinoamericanos (el nuestro entre ellos) ponían trabas al ingreso de judíos y que algunos declaraban practicar otra religión para escapar de la represión nazi. Pero esa represión no empezó sino hasta 1935. ¿Quién se equivoca? ¿Quién dice la verdad o miente?


46 Además, de estos pocos datos recabados, se deduce otro aspecto importante que atenta contra la historia oficial, especialmente contra la “teoría” que sostiene que Pahlke construyó el Viena en agradecimiento por la sanación de soriasis de su hijo adolescente. El hijo de Máximo —Max Wolfgang—, que tenía 1 año en 1928, nunca pudo haber tenido 16 en 1936 (que es cuando, según la tradición, la familia va a Miramar a curar la soriasis de su vástago). De todos modos, si convenimos que tenía 8 años y no 16, la historia oficial no cambiaría sustancialmente. Ahora bien: si efectivamente tenía 16 cuando fue a Miramar por primera vez, dado que en 1928 tenía 1 año, el joven debería haber llegado a Mar Chiquita en 1943 y, para entonces, el Hotel Viena ya estaba en pleno proceso de construcción. ¿Agradecimiento por adelantado a la laguna por curar a su hijo? Muy extraño. Pero más allá de estas contradicciones entre los hechos documentados y los dichos —muy sugerentes por cierto—, nada nos indicaba de manera clara y directa la posición ideológica del dueño del Gran Hotel Viena. Como ya hemos sostenido antes, «los vínculos de los hombres de negocios con el régimen [nazi] fueron dinámicos y para nada homogéneos». Por este motivo, y para despejar cualquier duda residual que pueda quedar sobre el tema, es de fundamental importancia el testimonio —olvidado hasta hoy— de quien fuera el embajador alemán-nazi en Argentina: Edmund von Thermann. Edmund von Thermann fue enviado a nuestro país por Adolf Hitler en 1933 como Representante de Negocios de la Delegación Diplomática Alemana y adquirió el puesto de embajador en 1936, cuando la delegación adquirió el rango oficial de embajada. Von Thermann era uno de los pocos diplomáticos de carrera afiliado al NSDP, además de detentar un cargo importante en la organización SS. Según consigna la historiadora Carlota Jackisch91, von Thermann era un entusiasta difusor de la concepción nacionalsocialista del mundo y se sintió muy cómodo en un país que veía incrementar el número de afiliados al

NSDAP

años tras año (por ejemplo, en 1931 —año en el se inaugura el NSDAP

local— había sólo 25 afiliados; en 1936 éstos ya llegaban a 2110). En poco tiempo, el embajador se convirtió en un defensor acérrimo del Tercer Reich en todos los frentes, especialmente en el campo de la comunicación, protestando formalmente en contra de los argumentos y opiniones antinazis de algunos periódicos o gestionando la quita (anulación) de títulos universitarios de aquellos alemanes

91

Jackisch, Carlota (1987). “Los Refugiados Alemanes en la Argentina”, en Todo es Historia Nº 244, Buenos Aires, pp.1011.


47 que, viviendo en nuestro país, no apoyaban al régimen hitleriano (el mejor ejemplo de ello es el caso de Ernesto Alemann, dueño del periódico antinazi Argentinische Tageblatt). Thermann fue el rostro oficial del Nuevo Orden Nazi y uno de los mejores conocedores de las redes de colaboradores, espías, propagandistas y adeptos al NSDAP en nuestro país. Por esta razón, su testimonio —obtenido tras el fin de la guerra en un interrogatorio llevado a cabo por los aliados— es tan importante y, en el caso particular de nuestra investigación, en extremo revelador ya que por primera vez en un documento aparece consignado el nombre y apellido del propietario del Gran Hotel Viena. Von Thermann dijo en 1945: «(…) muy pocos gerentes o funcionarios importantes de las firmas alemanas eran nazis convencidos; muchos, sin embargo, eran oportunistas que “seguían la corriente” para proteger su posición comercial. Por lo común (…) los nazis ardientes se encontraban sólo entre los empleados de menor rango y los oficinistas que intentaban usar su afiliación al partido para acelerar su ascenso en la firma: este tipo de cosa enfrentaba una resistencia decidida en la cúpula. Algunos gerentes alemanes, aunque eran integrantes del partido, se veían aun así hostigados por los fanáticos ya fuera porque se corría el rumor de que tenían sangre judía (por ejemplo Eduard Herrman del Banco Alemán) o porque no participaban de las actividades partidarias con el entusiasmo suficiente. Los oportunistas más notables eran: Grotewald del sindicato Cóndor, Alfred Moll de Anilinas Argentinas, Alejandro von der Becke de Schering, Pahlke de Mannesmann, Ernest Sacheffer de Thyssen, Marten de Norte German Lloyd, Antonio y Eduardo Delfino de Hamburg-Süd, Beutelspacher de la librería homónima, Otto Deckert de Sedalana, y Luti del Banco Germánico».92 Nazis oportunistas es algo bien distinto a ser antinazis. Por último, un nuevo aporte que —indirectamente— confirma lo que los registros de migraciones señalan respecto de la religión de la esposa del director de Tubos Mannesmann y dueño del Viena. Muy cerca del NSDAP existía una organización que afectaba de manera directa la vida y el trabajo de los alemanes argentinos. Era el Frente de Trabajo Alemán (DAF o Deutsche Arbeist-Front) y su órgano en nuestro país, el Der Deutsche in Argentinien, que reunía alrededor de 12.000 trabajadores, 92

Interrogatorio de Thermann (3).Interrogatorio sin señas y sin fecha; cons.pol. de los Estados Unidos en Alemania 599, Francfort, 11 de julio de 1945, USNA, RG59, ABB, caja 26. También en USNA (S), RG84, BAPR 1945 ©, CAJA 66 archivo 820.02. Newton, Ronald (1995). El Cuarto Lado del Triángulo. La amenaza nazi en Argentina (1931-1947), Buenos Aires, Sudamericana, Pág. 100.


48 miembros —la mayoría— que trabajaban en empresas alemanas del Gran Buenos Aires, como Klöckner, Mannesmann, Thyssen, Siemens, Merck, Bayer, el Deutsche La Plata Zeitung, varios bancos y el Hospital Alemán. Este órgano político/partidario del NSDAP se encargó de llevar a cabo una violenta campaña antisemita que consistía, especialmente, en exponer supuestas conspiraciones judías en el mundo empresarial alemano-argentino, “escrachando” y —como vimos antes— hostigando a aquellos empresarios que tenían sangre o parientes judíos.93 No hay a la fecha ningún documento o testimonio oral que indique que Tubos Mannesmann y sus directivos sufrieron alguna presión de este tipo.

93

Véase: Newton, R. op.cit. pág.101.


49 CONCLUSIONES

A lo largo de este trabajo hemos intentado responder —guiados por una indagación de fuentes que van más allá del mero testimonio oral— a una de las grandes preguntas que todavía se discuten en torno a la historia del Gran Hotel Viena: ¿Son por completo injustificadas las sospechas de una influencia nazi? ¿Es todo el resultado de una fantasía sin ningún sustento? La respuesta provisional es que hay fundamentos para mantener una sospecha más que razonable y que los rumores que han corrido —y siguen corriendo en Miramar— se sostienen en indicios justificados. La época, la nacionalidad del propietario, el nombre del Hotel, la empresa en la que aquel trabajaba, el contexto argentino, el alto monto invertido, el corto tiempo que el hotel permaneció abierto, la presencia de inmigrantes acusados o sospechados de ser criminales de guerra, la contratación de un ultraderechista eslovaco como “casero”, el aislamiento del edificio respecto del pueblo, las empresas que participaron en su construcción, las leyendas de la tradición oral y. finalmente, el contundente testimonio del embajador alemán del nazismo en Argentina, son lo que explican esas relaciones. Como en todo tema que carece de un corpus documental importante, el mito y la realidad también se mezclan. Así todo, la punta de iceberg es hoy mucho más grande que la que teníamos hace unos años atrás.

Fernando Jorge Soto Roland Profesor en Historia UNMdP sotopaikikin@hotmail.com Julio de 2010


50 APENDICE

GRAN HOTEL VIENA

CRONOLOGÍA

1938: Máximo Emilio Germán (Max Emil Hermann) Pahlke se asocia con doña María Trementzberger (propietaria de la Pensión Alemana) y realiza una ampliación y mejoramiento de la vieja propiedad, convertida al nombre de Pensión Viena. Comienza a funcionar un nuevo pabellón con 16 habitaciones.

1939: Por desavenencias, la sociedad se rompe. Pahlke le compra a su ex socia la parte que le correspondía e inicia la construcción del “su” hotel.

1940-1943: La empresa alemana Grüen y Bilfinger construye el pabellón termal y el sector principal o VIP (frontal) del Gran Hotel Viena. 28 habitaciones con baños privados y balcones con vista al mar.

1943-1945: Se levanta el sector de Clase Media (u hospitalario). 35 habitaciones individuales con baño privado. El hotel termina en diciembre del 45 de ser construido en todos sus sectores.

Diciembre 1945 - Marzo 1946: Máximo Pahlke explota el hotel por unos pocos meses antes de irse de Miramar para no volver nunca más (falleció en Alemania —Frankfurt— en 1958). Durante el período en que Pahlke administró el hotel el número de huéspedes no superó los 8 a 16 hombres, solamente.

1946-1948: Carl Martin Krüeger (Jefe de Seguridad) se queda a cargo del hotel, que permanece cerrado y habitado sólo por él. El Gran Viena oficialmente no recibe huéspedes.

1948-1954: Tras la misteriosa muerte de Martin Krüeger (envenenado), los jardineros del hotel, la familia compuesta por Koloman Kolomi Geraldini y su esposa, Helena Noval de Kolomi, permanecen en el edificio ocupándolo y manteniendo sus instalaciones.

1954-1964: Los Kolomi abren el hotel al público. Lo explotan empresarialmente. De jardineros pasan a ser hoteleros.

1964-1980: Un empresario de Córdoba (capital) Adán Ramón Sosa se hace cargo del hotel. Lo abre al turismo. Es la “Edad de Oro” del Gran Hotel Viena (desde un punto de vista comercial). Todos sus sectores son puestos a disposición de los huéspedes. El negocio fue redondo. No paga alquiler a nadie y todas las ganancias las embolsa él mismo. No hay inversiones y lentamente el hotel empieza a venirse abajo. Según se dice, Sosa es uno de los responsables de su desmantelamiento. Se llevó muchas de las cosas que quedaban en el edificio.

1980: La inundación —iniciada en enero de 1977— llega a los pies del Gran Hotel Viena. Emprendimientos de corta vida mantuvieron al edificio ocupado y en funciones. En 1978, tras el anegamiento del Hotel Copacabana, el


51 casino que funcionaba en él fue trasladado al Gran Viena hasta 1980, año en que la sala de juego pasó a la ciudad de Villa Carlos Paz. A partir de entonces el sector principal (VIP) fue alquilado al señor Leonardo Bergia, quien lo explotó por espacio de dos años. También en la misma década funcionó una boite por una corta temporada. No hay inversiones ni mantenimiento. La decadencia se acentúa. 

En 1982 a 1985 aprox. Daniel Fontana (peletero local y propietario del actual hotel Miramar) obtiene la concesión del comedor y bar del hotel. Lo preparan como “boliche”. Usan los espejos de los placares para ambientar el local.

1985: El agua salada de la laguna alcanza los subsuelos del Gran Viena. El hotel cierra por completo sus puertas.

1985 a 2003: Vivieron en el hotel circunstanciales cuidadores (ellos son los que afirman haber visto y sentido fantasmas en la derruida edificación). Se inicia la etapa “mitológica” del Viena.

2007: Nace la Asociación Civil Amigos del Gran Hotel Viena. El hotel (en ruinas) se convierte en Museo de sitio y se inicia la investigación dirigida a recopilar la “historia oral” del emprendimiento hotelero. El edificio es declarado Patrimonio Histórico Municipal.

2010: Después años de ausencia y olvido, parientes de Máximo Pahlke reclaman el hotel como propio. La cuestión está en juicio.

GRAN HOTEL VIENA


52

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