Maestra Lina Reyes Ocádiz

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Reflexiones sobre la Revolución Mexicana

Maestra Lina Reyes Ocádiz

Introducción Una revisión de material historiográfico sobre la revolución mexicana da cuenta de pocos consensos y si de variados disensos sobre el alcance de un proceso revolucionario, así como algunos esfuerzos teóricos para la caracterización del movimiento armado en México y su contribución al andamiaje institucional vigente, a la modernización y desarrollo económico, social y político del país. La idea de que un proceso revolucionario acarrea invariablemente cambios de gran calado en los fundamentos económicos y en las estructuras sociales y políticas de un país, referiría con más o menos precisión lo acontecido en el continente europeo (Francia y la Unión soviética) incluyendo repercusiones a nivel mundial. La revolución mexicana no generó cambios en el ámbito mundial, pero si de gran significación en la reestructura de la producción sectorial de México, de su comercio exterior, de la tenencia de la tierra y producción agrícola y en el avance institucional que dieron cauce a una nueva relación entre el Estado y los grupos de poder y con la sociedad en conjunto, también marcaron pauta en la construcción del Estado moderno mexicano, redefiniendo sus funciones en el ámbito económico, que nos llevan a través del tiempo desde políticas gubernamentales muy activas hasta prácticamente su desistimiento como promotor de desarrollo. En el terreno social, esos cambios logran una cohesión de los diversos grupos sociales vinculada a estructuras políticas que emanan del proceso revolucionario; asimismo, dan lugar a una inserción de México en la economía mundial

que igualmente se ha modificado en el devenir. La

reconstrucción del México posrevolucionario fue relativamente pausada pero constituyó la simiente de un vigoroso desarrollo económico ulterior en el país, de la reconstitución del tejido social y del desarrollo y fortalecimiento de institucional.


El historiador Tannenbaum1 afirma que “el movimiento revolucionario mexicano trajo consigo la disminución del tutelaje extranjero para la solución de problemas internos, …que a través del constituyente de 1917, se expresaba un autodescubrimiento de México y el nacimiento de un nuevo pueblo con su propio lugar e influencia en el mundo.” Aunque la reducción del tutelaje es un aspecto controvertido por otros historiadores, parece existir consenso en que

la

constitución de 1917, ciertamente estableció cimientos para la organización de la producción en la época posrevolucionaria, por ejemplo, la prohibición de monopolios, la declaratoria de los derechos de propiedad de la nación sobre las riquezas del suelo, subsuelo y aguas territoriales; la prohibición de latifundios; las garantías individuales, los derechos y organización de los trabajadores,

para

garantizar una vida digna a los pobladores del país. En materia de organización política la prevalencia de los tres poderes, ya establecidos en la constitución de 1857, el ejecutivo, el judicial y el legislativo, el cual se organizaría bajo un esquema bicameral, el fortalecimiento del federalismo, la creación del municipio libre y la no reelección. Los últimos años de Díaz Las circunstancias previas al estallido del movimiento armado fueron de crisis económica, por las fuertes fluctuaciones de las cotizaciones internacionales de la plata, alza en precios de bienes salario, condiciones climáticas desfavorables, inestabilidad políticas en el interior del país, fricciones en la relación con Estados Unidos, todo ello acompañado de un creciente descontento social. En el ámbito político durante los últimos años del porfiriato sobrevino una crisis interna. En junio de 1903 la Convención Nacional liberal dio el anuncio de una nueva reelección de Díaz, no obstante, el malestar de diferentes grupos de poder se hacía manifiesto y pertinaz, situación a la que el gobernante respondió por un lado con declaraciones a periodistas extranjeros sobre su retiro de la presidencia y la constitución de un partido independiente. En un simulada maniobra de sucesión, 1

Citado en Womack John, pp 405.

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entre 1908-1909, se da apertura a tres candidatos a la presidencia: al general Bernardo Reyes, ministro de guerra quien presidia un movimiento que aglutinaba a industriales del norte del país y su frontera, a estudiantes, clases medias y al ejército; José Yves Limantour surge como un segundo candidato, se desempeñaba como funcionario de hacienda y lideraba al llamado grupo de los “Científicos”, un tercer aspirante fue Joaquín Baranda ministro de Justicia e Instrucción Pública.

Díaz, hábil estratega, propició pugna entre

los llamados

Reyistas y los Científicos y con el tercer aspirante, de forma que Reyes dimitió para reelegirse como gobernador de Nuevo León,

Limantour, renunció a la

candidatura para ocupar el puesto de secretario de hacienda,

este personaje

tendría a su cargo la reforma política para contener la insurrección en 1911. El otro posible sucesor de Díaz quien también renunció a su candidatura, aceptó la dirección del Banco de Londres. Todo ello dejando sin competencia a Díaz para que se mantuviera de nueva cuenta en el poder. Los tres aspirantes tuvieron un papel relevante en la organización de la población descontenta y en contra Díaz en la capital del país durante 1911. Esa crisis política interna que logró sortear favorablemente el gobernante para mantenerse en el poder se acompañó

del creciente disgusto de los

estadounidenses por las facilidades que otorgara Díaz a la inversión inglesa, francesa

y

alemana

en

actividades

mineras,

petroleras

y

ferrocarriles

principalmente.

Las fricciones del gobierno porfirista con Estados Unidos La hostilidad de Estados Unidos contra Díaz data del inicio de su mandato, a pesar de ello, la inversión directa norteamericana en México pasó de 200 millones de dólares en 1897 a

1,100 millones en 1911. El capital ingles creció de 164

millones en 1880 a 300 en 1911 y el francés lo hizo de cerca de 100 millones en

3


1902 a 400 en 1911.

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Algunos datos señalan que la inversión europea para el

último año referido representaba el 65 por ciento de la inversión extranjera total en el país.,

derivado de la estrategia porfirista de diversificar el origen de las

inversiones y resultado de la fuerte promoción que realizara Limantour en Europa para el arribo de inversiones a México, además de las facilidades que recibiera la inversión inglesa para participar en la rama petrolera así como en la construcción de líneas de ferrocarril. Particularmente el ferrocarril de Tehuantepec, constituyó un motivo adicional de deterioro en la relación de Díaz con Estados Unidos. Dos eventos adicionales exacerbaron esa dañada relación: el coqueteo del presidente con japoneses para canalizar inversión en la Bahía de la Magdalena en el Golfo de California,

ante lo cual

la marina americana reclamó el

emplazamiento de una base, para impedir toda implantación japonesa. Presión a la que finalmente Díaz tuvo que ceder. Afirma (Meyer, J.) que según palabras de un embajador norteamericano “Su flirt con Japón costó al presidente Díaz la presidencia”.

A inicio de 1910 el apoyo del gobierno mexicano a la huida del

presidente liberal nicaragüense José Santos Zelaya

quien fue perseguido y

obligado a dimitir por haber ejecutado a mercenarios americanos, lo que Estados Unidos considero como una declaratoria de guerra.

En el fondo de esta

provocación estaba la preservación de los intereses de la bananera United Fruit y la posibilidad de desarrollar un canal a través del Istmo de Centroamérica con capital alemán y japonés en lugar del Canal de Panamá que contaba con la aprobación estadounidense. Al igual que Díaz, Zelaya mantuvo desacuerdos y una relación tensa con Estados Unidos; el apoyo que Díaz brindó a Zelaya le valió un franco rechazo del gobierno estadounidense a su gestión presidencial y urgencia por su retiro del poder. De esta forma, tanto el ambiente político interno como la creciente tensión con los gobernantes estadounidenses, constituyeron elementos favorables para derribar la dictadura de Díaz.

2

Cifras referidas por Granados Roldán, pp. 13.

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El movimiento anti reeleccionista y la lucha armada A las circunstancias previas se sumó la activa participación de Madero, quien llevó a cabo una intensa campaña anti-reeleccionista y la constitución Partido Nacional Antirreelecionista cuyo propósito fue lograr procesos de elecciones libres la restitución de la democracia y las garantías políticas y la restitución de tierras a campesinos despojados.

Bajo los principios de “Sufragio Efectivo y

No

Reelección”, su campaña a lo largo de las entidades del país le generó adeptos y la irritación de Díaz quien lo hizo aprender en San Luis Potosí

acusado de

sedición días previos a la elección de junio de 1910, en la que es proclamado ganador absoluto. La solicitud de la anulación de la elección fue desoída por Díaz, pero Madero salió de prisión bajo fianza y se exilió en Texas, desde donde emitió el “Plan de San Luis” en el que convocaba a la población al levantamiento armado para el día 20 de noviembre con la finalidad de llamar a nuevas elecciones entre tanto Madero presidiría e instauraría un gobierno provisional. En una investigación reciente (Garcíadiego, 2007)3 refiere la plena identificación que la policía del gobierno tenía de los miembros del movimiento anti reeleccionista que residían en áreas urbanas. Por ejemplo la familia Serdán que fuera asesinada en Puebla el 18 de noviembre, antes de la fecha prevista

por Madero para el levantamiento,

Otros golpes de menor notoriedad fueron la aprensión de Alfredo Robles Domínguez y la de Francisco Cosío Robelo, quienes comandaban la insurrección en la ciudad de México y sus alrededores, con esto se debilitó la organización del movimiento armado desde la ciudad de México hasta guerrero. Sin embargo, el ambiente de descontento social y las revueltas

armadas se presentaron en

diferentes puntos del país, desde mayo de 1910. Así, se registraron alzamientos en Valladolid Yucatán, en los meses de mayo y junio, dirigidos por el coronel Maximiliano R. Bonilla quien aglutinó a peones de varias haciendas, antes de ser vencido y fusilado;

un mes después,

en Veracruz el levantamiento de San

Ricardo, encabezados por Cándido Aguilar y por Enrique Bordes; en Acayucan, el de Santana Rodríguez, alzado como magonista y muerto en combate a mediados 3

Garcíadiego, Javier, pp.48.

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de octubre; en Tlaxcala, los violentos disturbios de Zacaltenco y Panzacola, sitios en los que las celebraciones independentistas devinieron en violentas protestas anti porfiristas. Un aspecto que destaca el autor arriba citado

es la incorporación a la lucha

armada de ejércitos populares, al amparo del artículo 3º.

del Plan de San Luis

Potosí, en el que se precisaba la necesidad de revisar la estructura de la propiedad agraria, la restitución de tierras a despojados y la indemnización correspondiente en su caso, favoreció la adhesión de grupos rurales populares a quienes importaba la obtención de tierra más que la renuncia de Díaz. En el norte del país se incorporaron las fuerzas armadas dirigidas por Pascual Orozco y por Francisco Villa. En esta División del Norte, se aglutinaba campesinos, jornaleros agrícolas, aparceros, medieros,

rancheros pobres, miembros de ex colonias

militares, grupos de vaqueros, ferrocarrileros, mineros y obreros.; y al sur las fuerzas comandadas por Emiliano Zapata. La incorporación de estos ejércitos a la lucha trastocó el propósito Maderista de un movimiento opositor electoral, revolucionario que redefinió la historia y el futuro del país. En mayo de 1911 Orozco y Villa

se enfrentan a tropas federales en Ciudad

Juárez, desobedeciendo las instrucciones de Madero quien había regresado de su exilio en Texas en el mes de febrero, animado por los levantamientos en diferentes regiones del país. El general Navarro al mando de los federales decide rendirse y retirar sus tropas por consejo del propio Madero, a fin de evitar mayor derramamiento de sangre. Mientras tanto al sur del país el ejército zapatista tomaba la ciudad de Cuautla Morelos. Estos hechos que atemorizaron a terratenientes, financieros y en general a las clases altas porfirista, fueron un incentivo para que Díaz convocara a Madero y a las fuerzas insurrectas para el cese de hostilidades en el territorio nacional. En el marco del “Acuerdo de Ciudad Juárez”4 del 21 de mayo de 1911, se establecía la renuncia de Porfirio Díaz a la presidencia de la república, al igual que la renuncia de Ramón Corral a la 4

Garciadiego, Javier, Documento 19, Pp. 109-­‐117.

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vicepresidencia. Por ministerio de ley Francisco León de la Barra, secretario de relaciones exteriores de Díaz,

asumiría el interinato del gobierno del país y

convocaría elecciones conforme lo preveía la constitución. Otra parte del acuerdo fue que el gobierno analizaría e indemnizaría, en su caso, los daños causados por la revolución, el cese de las hostilidades entre el gobierno de

Díaz y el

movimiento de la revolución para restablecer la paz y el orden público. Por último, se establecía el compromiso de restablecer las vías de comunicación telegráficas y ferrocarrileras dañadas. Los firmantes de dicho acuerdo fueron: en representación de Díaz, Francisco S. Carvajal, y en la de Madero: José Ma. Pino Suárez, Francisco Madero padre y Francisco Vázquez Gómez. Díaz presentó su renuncia a la cámara de diputados el 25 de mayo y salió a su exilio en Francia. Este triunfo de la revolución marcó su primera etapa con la dimisión de Díaz, pero estaban por resolverse los problemas de propiedad agrícola que Madero en ningún momento consideró como parte de acuerdo alguno. De forma tal, el ala más radical del movimiento armado, representada por Orozco en el Norte y por Zapata en el Sur, fueron renuentes a abandonar las armas hasta en tanto no se efectuara la restitución de la tierra a los campesinos despojados a través de la llamada Ley Lerdo. Orozco apoyó la propuesta de Zapata plasmada en el plan de Ayala del 25 de noviembre de 1911. En el documento también se desconoce la presidencia de Francisco I. Madero por

su traición a los compromisos

establecidos con el campesino. La adhesión de Orozco al Plan de Ayala la signó en 1912 para mayo del año siguiente, en razón de la alianza que efectuara con el usurpador Huerta, Zapata reforma dicho Plan y en su artículo 1º desconoce la presidencia del usurpador, rompe con Pascual Orozco a quién había combatido Huerta por instrucción de Madero durante su corto mandato, al igual que al ejército del Sur. El mandato de Madero subsistió sólo 16 meses y sucumbió ante Huerta en la llamada Decena Trágica, en la cual personajes del régimen porfirista estuvieron coludidos, como Rodolfo Reyes, Félix Díaz y el embajador estadounidense Wilson. Durante este corto mandato simplemente se restablecieron las posiciones de los 7


grupos porfiristas, y en un esfuerzo para negociar la pacificación se creó La Comisión Agraria para que realizara estudios sobre las condiciones que prevalecían en el sector agrícola. La gestión de Huerta como presidente, al igual que la de Madero, tuvo corta duración y fue incapaz de restablecer el orden, pero impulsó de manera indirecta cambios en el sistema político, económico y social heredados del porfiriato.

La

campaña antihuertista fue especialmente intensa en los estados norteños, se extendió al noreste y posteriormente al centro del país esto hacía inminente la salida de Huerta ya que había perdido el territorio en el que ubicaban los intereses petroleros norteamericanos. El ejército federal enfrentaba escases de recursos para cubrir pertrechos y salarios a soldados por lo que para el reclutamiento acudió a la leva. Finalmente en abril de 1914 los marines norteamericanos invadieron Veracruz para impedir que Huerta recibiera armamento proveniente de Alemania. El ejército federal finalmente había sido aniquilado y con él también Huerta. . El triunfo del ejército constitucionalista, no tuvo sin embargo un camino fácil para concretar un proyecto propio en beneficio de los sectores obrero y agrarista. Aún debían dirimir diferencias con ejércitos de la División del Norte y con el del Sur; generar las condiciones para el desarme y la pacificación del país, lo cual no sucedería sino hasta 1920. Las dificultades para los acuerdos no eran menores, incluso al interior del grupo constitucionalista se externaban diferencias entre moderados y conservadores. Mediante la promulgación del “Plan de Guadalupe” la coalición revolucionaria había acordado la reorganización de un gobierno constitucional que tuviese origen en la voluntad popular y no en un movimiento revolucionario. Hemos de recordar aquí que en dicho Plan Carranza llegó a la ciudad de México como primer jefe del ejército constitucionalista, no como presidente interino de acuerdo a lo estipulado en la Constitución de 1857. La organización de su gabinete estuvo conformada

por un conjunto de “oficiales

mayores” en las diferentes áreas de responsabilidad, emitió bajo su cuenta y riesgo papel moneda sin garantía alguna y decretó cambios de competencia 8


exclusiva de la cámara de diputados. Estos actos generaron animadversión de Obregón y de Villa quien desconociera a Carranza como primer jefe del ejército y encargado del despacho presidencial. En el pacto de Torreón efectuado en septiembre de 1914 los villistas y los constitucionalistas acordaron convocar a la discusión de las propuestas políticas y sociales que requería el país, a la realización de elecciones federales y la implementación de la reforma agraria. Lejos de ello, nuevamente se restableció la guerra entre las facciones revolucionarias a partir de septiembre de 1914. El triunfo de los Constitucionalistas sobre los Convencionistas (Villa y Zapata) se concreta en 1915. El tan esperado programa de reformas político-sociales fue presentado por los constitucionalistas en Jojutla, Morelos en 1916. En él se contenía una ideología agrarista que ya no tenía la posibilidad de consolidarse como un gran proyecto nacional, en virtud de que en la facción convencionista sólo prevaleció el zapatismo y esta convención fue diluía en 1916.

En 1917 se dan a conocer las

reformas a la constitución de 1857, con adiciones importantes en materia de derechos de

los trabajadores y sociales así como

aquellas que restituían al

Estado poder para conducir y promover el desarrollo económico. En abril de 1920 mediante el Plan de Agua Prieta se desconoce la presidencia de Carranza. Entre 1920 y 1935 los gobiernos en turno enfrentaron los problemas de la reconstrucción económica, que impuso la necesidad de la edificación de un conjunto de instituciones capaces de dar ordenamiento a la organización de la producción, del trabajo, la reformulación de la producción en el sector agrícola y minero así como en el petrolero. Los avances institucionales “… los diez años de guerra civil que siguieron al llamado de Madero a las armas y las convulsiones militares y políticas que tuvieron lugar las siguientes dos décadas, representaron un giro importante en la historia del país, y provocaron 9


cambios significativos y a menudo irreversibles. El perfil de México del siglo XX estuvo moldeado por el proceso revolucionario,.. no se puede negar su influencia en aspectos fundamentales como la formación del Estado posrevolucionario, las características de sus instituciones, la relación entre el Estado y la sociedad, la ideología predominante y las formas políticas que determinaron el ejercicio de la dominación estatal y la relación entre las elites dominantes y los grupos subalternos” (Ávila, 2007)5 La desaparición del Estado Porfiriano y su orden jurídico, dio cause a nuevos actores que ejercieron el poder político, es decir, a los miembros del ejército, quienes velaban por entidades federativas o regiones. Esto les permitió vincularse con empresarios, otorgar concesiones y realizar jugosos negocios, estrechando en este sentido el poder político con el poder económico. El arribo de Cárdenas a la presidencia modificó ese escenario y subordinó el poder militar al poder civil. La constitución del nuevo Estado estuvo dominada por clases medias y sensibles a los reclamos de los sectores populares que habían participado en la revolución (campesinos y obreros urbanos). Aunque ese nuevo Estado no resultó democrático, se construyó con una fuerte identidad nacionalista, sin vínculos ni posturas procedentes del antiguo régimen y algunos otros aspectos de la estructura política en México revelan que la estructura formal de poderes del gobierno mexicano desde antes de la revolución

buscó sustentarse en el

“equilibrio” de poderes entre el ejecutivo, el legislativo y el judicial en el terreno formal. En la práctica esta división ha funcionado poco o casi nada. Asimismo, la forma Federal de gobierno

ha sido usualmente otra fricción ya que

tradicionalmente el poder político ha estado centralizado tanto geográficamente como institucionalmente. No obstante, el avance institucional emanado de la revolución ha sido incuestionable, con certeza es uno de los pocos consensos a que arriban los economistas

e

historiadores.

Pero

las

instituciones

que

en

el

México

5

Ávila, pp 91.

10


posrevolucionario fueron el soporte del crecimiento económico y de un Estado de Bienestar e instrumentos para la cohesión social, se ha venido desdibujando en los últimos 25 años, con consecuencias alarmantes, por lo que refiere a la exclusión de grupos sociales, al debilitamiento de instituciones, que proveyeron de reglas más o menos claras y a veces antidemocráticas, que han generado “vacios” que asumen grupos de interés ajenos al avance democrático de la nación y a un crecimiento económico con alguna visón de equidad. Releer la historia de México, y aprender de su riqueza es nuestra responsabilidad como universitarios. Conmemorar entonces cien años de la Revolución Mexicana, nos debiera conducir a una profunda reflexión sobre el valor de instituciones, diferentes de la institución mercado, que contribuyan a incorporar en su quehacer un concepto de desarrollo más incluyente,

una economía que se torne

competitiva, al desarrollo de capital humano de la más alta calificación, a la revaloración de factores culturales de identidad, porque la globalización no es sinónimo

de individuos universales sin identidad, por el contrario,

su

fortalecimiento conduce a una inserción más rica en el ambiente globalizado. Así, a través de

acciones reflexivas, la revisión de nuestra historia, enriquece en

mucho ese acto de conmemoración y seguramente abre espacio para vislumbrar las cualidades y cambios necesarios a instituciones para nuestra economía y sociedad.

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