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¿Qué es la medicina personalizada?

«Nuestro código postal es más importante que el genético a la hora de determinar nuestra expectativa de vida»

¿Qué es la medicina personalizada?

Hay mucha confusión en la utilización de este término porque, por un lado, está la medicina de precisión y, por otro, la medicina personalizada, que no son lo mismo, aunque ambos términos se utilizan de manera intercambiable. Los dos hacen referencia a la provisión de servicios o tratamientos orientados por las características genéticas específicas de un paciente. El desarrollo tecnológico que ha hecho posible secuenciar el genoma humano nos permite identificar alteraciones específicas que sirven para decidir si una persona va a responder o no a un tratamiento, pero mientras la medicina de precisión viene dirigida por la genética, la medicina personalizada sería una medicina que no solo tiene en cuenta la información genética sino también la información social, memética, del paciente. Se hace mucho hincapié en llevar a cabo tratamientos dirigidos por la información genética y genómica, pero se suele obviar la información social de los pacientes.

¿Están generando los avances en genómica y la medicina personalizada falsas expectativas de salud?

Como ocurre con todo nuevo avance o conocimiento, atravesamos una burbuja de sobrevaloración de la efectividad de los hallazgos que, luego, cuando se lleva a la realidad, no se cumple. Primero, porque lo genético y lo genómico no son tan lineales como pensamos los humanos, y porque la vida es un sistema muy complejo, muy redundante y con muchas interacciones, que no siempre alcanzamos a conocer. Y, segundo, porque no todos los genes se expresan igual: la epigenética juega un papel muy importante y hace que nuestros genes se expresen de una manera diferente.

Además, estos hallazgos nunca tienen en cuenta factores humanos, de comportamiento y organizativos, que son necesarios para llevar a la realidad lo que en un modelo teórico funcionaría. Ahora mismo, la medicina personalizada es de aplicación muy pequeña. Por ejemplo, sirve para algunos pacientes con determinados tumores malignos y para fases muy avanzadas de su enfermedad. Pero todavía no estamos curando nada con medicina personalizada. A lo mejor en el futuro lo hacemos, pero no en este momento. Es más una promesa que una realidad.

¿El futuro sí que pasa por ahí?

No lo sabemos. De hecho, a lo mejor la evolución es hacia otra cosa. Predecir el futuro con la limitación del conocimiento actual es realmente difícil. Llevamos luchando contra el cáncer muchas décadas y no hemos conseguido todo lo que nos proponíamos conseguir hace 50 años.

La medicina personalizada también plantea problemas éticos, legales, económicos...

Los económicos y los éticos están muy ligados porque no solo las medicaciones o los tratamientos tienen toxicidades, también hay una toxicidad económica que está relacionada con preguntas como cuánto nos va a costar, cuánto está la sociedad dispuesta a pagar por ello o cómo se va a relacionar con el esfuerzo de investigación y el retorno de ese esfuerzo que tienen las empresas que producen tratamientos. El sistema de patentes hace que el modelo de comercialización y explotación de los fármacos sea uno. ¿Va a cambiar? No lo sabemos. Si no lo cambiamos, ¿cómo vamos a hacer esto sostenible? Es un sistema muy complejo como para poder hacer predicciones.

Con respecto a las cuestiones legales y a cómo garantizar la protección de los datos genéticos personales, que son especialmente sensibles, las cosas son complejas, porque hay que establecer un equilibrio entre el descubrimiento de cosas nuevas y la protección de la información, lo que, como todo en esta vida, entraña riesgos y beneficios. Lo que está claro es que no hay ningún sistema cien por cien seguro.

El conocimiento muchas veces avanza rompiendo reglas y la legislación tiene que garantizar los derechos de los ciudadanos. Compaginar las dos cosas es complicado, especialmente en las sociedades occidentales, porque este tema, en Europa o Estados Unidos nos preocupa mucho, pero a China, por ejemplo, parece que no le preocupa en absoluto. ¿Se van a crear diferencias globales entre países que, debido a sus características sociopolíticas, pueden romper aquello que, para los europeos o los norteamericanos, es sagrado? El problema de nuestra transformación en sociedades regidas por datos es que los problemas ya no son locales, son globales. Y, si no hay acuerdos globales, se van a producir asimetrías.

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