octubre 2018
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Profesor titular de Cirugía y director médico del Hospital Clínico de San Carlos, el doctor Julio Mayol es, además, patrono y vicepresidente de la Fundación para la Investigación Biomédica San Carlos. Con la perspectiva que le proporciona esa experiencia profesional, explica en esta entrevista qué es la medicina personalizada y sus diferencias con la medicina de precisión. A partir de los avances tecnológicos que las ha hecho posible, aborda los trascendentales retos a los que se enfrenta la medicina, la sanidad y la sociedad en su conjunto, en un momento que él mismo considera «más de preguntas que de respuestas». Dr. Julio Mayol, director médico del Hospital Universitario Clínico San Carlos de Madrid
«Nuestro código postal es más importante que el genético a la hora de determinar nuestra expectativa de vida» Meritxell Tizón
¿Qué es la medicina personalizada? Hay mucha confusión en la utilización de este término porque, por un lado, está la medicina de precisión y, por otro, la medicina personalizada, que no son lo mismo, aunque ambos términos se utilizan de manera intercambiable. Los dos hacen referencia a la provisión de servicios o tratamientos orientados por las características genéticas específicas de un paciente. El desarrollo tecnológico que ha hecho posible secuenciar el genoma humano nos permite identificar alteraciones específicas que sirven para decidir si una persona va a responder o no a un tratamiento, pero mientras la medicina de precisión viene dirigida por la genética, la medicina personalizada sería una medicina que no solo tiene en cuenta la información genética sino también la información social, memética, del paciente. Se hace mucho hincapié en llevar a cabo tratamientos dirigidos por la información genética y genómica, pero se suele obviar la información social de los pacientes. ¿Están generando los avances en genómica y la medicina personalizada falsas expectativas de salud? Como ocurre con todo nuevo avance o conocimiento, atravesamos una burbuja de sobrevaloración de la efectividad de los hallazgos que, luego, cuando se lleva a la realidad, no se cumple. Primero, porque lo genético y lo genómico no son tan lineales como pensamos los humanos, y porque la vida es un sistema muy complejo, muy redundante y con muchas interacciones, que no siempre alcanzamos a conocer. Y, segundo, porque no todos los genes se expresan igual: la epigenética juega un papel
muy importante y hace que nuestros genes se expresen de una manera diferente. Además, estos hallazgos nunca tienen en cuenta factores humanos, de comportamiento y organizativos, que son necesarios para llevar a la realidad lo que en un modelo teórico funcionaría. Ahora mismo, la medicina personalizada es de aplicación muy pequeña. Por ejemplo, sirve para algunos pacientes con determinados tumores malignos y para fases muy avanzadas de su enfermedad. Pero todavía no estamos curando nada con medicina personalizada. A lo mejor en el futuro lo hacemos, pero no en este momento. Es más una promesa que una realidad. ¿El futuro sí que pasa por ahí? No lo sabemos. De hecho, a lo mejor la evolución es hacia otra cosa. Predecir el futuro con la limitación del conocimiento actual es realmente difícil. Llevamos luchando contra el cáncer muchas décadas y no hemos conseguido todo lo que nos proponíamos conseguir hace 50 años. La medicina personalizada también plantea problemas éticos, legales, económicos... Los económicos y los éticos están muy ligados porque no solo las medicaciones o los tratamientos tienen toxicidades, también hay una toxicidad económica que está relacionada con preguntas como cuánto nos va a costar, cuánto está la sociedad dispuesta a pagar por ello o cómo se va a relacionar con el esfuerzo de investigación y el retorno de ese esfuerzo que tienen las empresas