23º Festival - Diario - Día 04 - Lunes 10 de noviembre

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Regreso a Fortín Olmos

Por un inexplicable problema de impresión, desaparecieron del número de ayer de Bitácora prácticamente todas las vocales con tilde, las eñes y algunas imágenes, entre ellas los logotipos de Cinecolor, OSDE y Kodak. Tal vez para compensar tantas ausencias, se multiplicaron los espacios entre palabras. Pedimos disculpas a los lectores, a los entrevistados y a nuestros auspiciantes por semejante catástrofe, y les recordamos que la versión original (y correcta) del daily de ayer, al igual que el resto de los números, puede leerse en www.mardelplatafilmfest.com en formato pdf.

Nuevas funciones en el Cine Olympia

Imagen final

Algo para recordar

Vivir su muerte

En 1966, Jorge Goldenberg y Patricio Coll formaron parte del equipo de realización de Hachero nomás, un cortometraje documental rodado en el norte de la provincia de Santa Fe. El film abordaba la situación social de los hacheros de la región. De acuerdo a los realizadores, fuera de cuadro quedó un grupo de militantes que se había radicado allí, al que le fue dedicado aquel film. Para Regreso a Fortín Olmos, Goldenberg y Coll recorrieron muchos kilómetros en busca de este grupo de personas –muchos de ellos, curas obreros y gente vinculada a la Iglesia– que, entre 1960 y 1975, ayudaron a los habitantes del lugar a mejorar sus condiciones de vida, impulsando la creación de una cooperativa de trabajo. Como en muchos documentales recientes presentados por Cine Ojo, el film reconstruye el pasado no desde la certeza absoluta, sino a partir de los testimonios de quienes lo vivieron. Si tenemos en cuenta la célebre frase atribuida a Valle Inclán –“no son las cosas como las vemos, sino como las recordamos”–, resulta más fácil entender la propuesta de los productores Marcelo Céspedes y Carmen Guarini. Así, las imágenes de Hachero nomás se mezclan con los testimonios de aquellos militantes sociales, un mapa dibujado en una simple hoja de papel y la realidad actual de Fortín Olmos. Todo en un mismo nivel de importancia. Incluso también se concede un espacio importante a la voz disidente de una anciana maestra que afirma ser “modestia a un lado, la inspiradora intelectual y activa de todos los adelantos del pueblo”, y critica duramente a los militantes “porque aparentemente eran muy buenitos, pero estaban desgastando la educación nacionalista”. A pesar de estos testimonios, y de las dictaduras que asolaron el país desde 1966, los habitantes de Fortín Olmos dejaron de ser “hacheros nomás”, gracias a la labor de estos curas, agrimensores y médicos que hoy es rescatada de un olvido injusto.

Una de las imágenes de archivo más tajantes y míticas de los años setenta latinoamericanos es, sin duda, aquélla que filmó el camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen sobre el instante mismo en que era asesinado por los militares en una sublevación militar, tres meses antes del golpe de Estado del ´73. Paradójicamente, mientras la secuencia recorrió el mundo y llegó incluso a otras películas (es una imagen emblemática de la ya emblemática La batalla de Chile, de Patricio Guzmán), ni su autor ni su historia, así como tampoco la identidad del asesino, cobraron el protagonismo suficiente. Imagen final cuenta la historia de esa imagen que obnubila a través de un reclamo de justicia de la hija del fotógrafo y de la investigación motorizada por el periodista Ernesto Carmona, quien logró identificar al asesino, el Cabo Héctor Hernán Bustamante Gómez (fallecido a fines del año pasado), y se acercó hasta su domicilio (cuando todavía estaba vivo) en el marco de su investigación sobre qué fue de los responsables y, tal como reza mayormente la realidad latinoamericana, cómo puede ser que no hayan sido encarcelados. En el camino de la búsqueda, varias perspectivas que reconstruyen el relato y la época convulsionada se cruzan: aquélla de los todavía conmovidos amigos y compañeros de trabajo de Henrichsen; la de su hermana, que recuerda su infancia y contribuye a la descripción, y la de testigos que relatan los pormenores de aquel fatídico día y la apasionante historia sobre cómo se recuperó y se hizo pública la cinta de video que tenía registrado el comienzo de un mito. Entre la época de los hechos y la de la reconstrucción, de la mano de Carmona y más de 30 años después, el documental de Andrés Habegger encara con emoción e indignación un hecho que encarna la injusticia en su grado máximo: entre la grosera evidencia del genocidio y la absurda impunidad para sus autores.

Luis Ormaechea

Un retrato de Diego: Hoy a las 22:00 A l’intèrieur: Martes 11 a las 22:00 Thomas: Miércoles 12 a las 22:00 Perro come perro: Viernes 14 a las 18:00 Camilo: Der lange Weg zum Ungehorsam: Viernes 14 a las 20:00 Siete instantes: Sábado 15 a las 18:00 Of Time and the City: Sábado 15 a las 20:00 Idiots and Angels: Sábado 15 a las 22:00

A las 10:00 y a las 22:30, en el Colón.

Natalí Schejtman

A las 11:00 y a las 19:00, en el Paseo 4.


Back Soon Vos fumá El primer plano del tercer largometraje de la islandesa Sólveig Anspach nos muestra el majestuoso paisaje de Reykjavik con un travelling aéreo que corta el aliento. ¿Alguien puede querer abandonar semejante paraíso? Ana, cuarentona, madre soltera de dos, económicamente independiente gracias a su eficiencia implacable como dealer de marihuana y poeta aficionada, no ve la hora de salir volando en el primer avión que se le cruce. Para conseguirlo, decide vender su cartera de clientes –que no es otra cosa que su teléfono celular– al mejor postor. En las 48 horas que transcurren desde que el trato se cierra hasta que se lleva a cabo se centra Back Soon, una mezcla de road movie con comedia de situaciones que gira alrededor de la figura magnética de Ana y la particular fauna de personajes extravagantes que rodean su vida. Así, desfilan por la película: una fanática religiosa en su etapa mística, una boxeadora aficionada a las pulseadas, más de un hombre inconsciente que es trasladado en carretilla, un ganso que se come lo que no debe, un niño que sale a la calle vestido de Hombre Araña y demás ejemplares a los que Ana mantiene bajo control aun en su ausencia. Dentro de esa heterogeneidad extrema, hay algo que los personajes de Back Soon tienen en común, más allá de su afición a las drogas blandas: no juzgan. Desde viejos en traje hasta jóvenes roñosos, todos conviven amigablemente en la casa de Ana, algo que queda claro durante la fiesta espontánea e improvisada que tiene lugar sin necesidad de obtener el visto bueno de su dueña. Como pasa en las mejores familias, la relación entre los miembros se basa en la confianza. Esa calidez en el trato, en oposición al frío polar de Islandia, es una constante a lo largo de toda la película. La empatía que genera es instantánea. En el medio de una serie de acontecimientos simultáneos, la cámara sigue la acción a distancia pero con agilidad, haciendo avanzar la historia y al mismo tiempo deteniéndose en la quietud del paisaje. Al igual que cuando se mira por la ventana de un micro, lo que está cerca pasa a toda velocidad, pero el fondo apenas se mueve. Ese mismo contraste es el que vemos en Ana, que no puede estar quieta un segundo (por eso enciende un cigarrillo tras otro, o, abandonada en el medio del desierto, se pone a tocar una guitarra que aparece literalmente de la nada) pero que logra transmitir una paz interior que tranquiliza a todo su entorno aún más que el humo de marihuana. Lucas Garófalo

A las 9:00 y a las 22:00, en el Auditorium.

El cant dels ocells

Los reyes de la colina Instalado en el centro de la escena después de generar amores y odios con su primer largometraje, Honor de cavalleria (en la que relataba la historia de Don Quijote y Sancho Panza), en El cant dels ocells el catalán Albert Serra narra el viaje iniciático que los Reyes Magos realizaran en busca del Niño Jesús. Desde el comienzo, vemos a unos Reyes Magos viejos, casi ancianos, caminando encorvados y a paso lento por entre medio de las montañas, el desierto y demás paisajes imponentes que aparecen en todo su esplendor gracias a planos muy amplios y casi siempre fijos. Rodando en blanco y negro, Serra juega permanentemente con los claroscuros, aprovechando el abanico de posiblidades que la infinidad de sombras del territorio virgen le ofrece. Y, dentro de esa inmensidad, los Reyes Magos van a su ritmo, parando para descansar cuando el cuerpo lo pide o para jugar como nenes cuando el paisaje lo permite. Así como es duro ver llorar a un viejo, verlo divertirse genera una sonrisa Los puntajes de los espectadores a las películas automática. Las escenas en las que los tres nadan en de la Competencia Internacional son: el lago transparente son doblemente bellas, tanto por la perfección del plano contrapicado, con la cámara Alicia en el país sumergida, como por la inocencia que transmiten sus movimientos torpes. Back Soon Intolerantes y cascarrabias, los tres viajeros ocasionalmente se cruzan en diálogos dignos de los Monty Python Desierto adentro o de su contrapartida española Muchachada Nui. La eterna discusión acerca de si es necesario o no escalar la El artista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8,82 montaña que tienen frente a ellos es desopilante, al igual que el debate en torno a la conveniencia de cambiar de El cant dels ocells posición para seguir durmiendo en el medio del bosque. “Creo que deberíamos buscar un lugar más grande”, dice Fear Me Not . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7,95 el primero. “Es una buena idea”, apoya el segundo, acercándose a un acuerdo. “¿Y no podés levantarte sin que yo Home tenga que moverme?”, remata el tercero, volviendo todo para atrás. La discusión arranca nuevamente desde cero, Involuntary y parece que no va a terminar nunca. Medicine for Melancholy . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7,25 Pa-ra-da Cuando finalmente, extenuados, encuentran la casa del Niño Jesús, María no se inmuta. Se queda sentada con su Still Walking hijo en brazos, viendo cómo esos tres desconocidos se arrodillan y le ofrendan objetos de valor. José ni siquiera The Stranger in Me sale a su encuentro. Para tratarse de semejante hecho histórico, no difiere mucho de una entrega de FedEx. De Tokyo Sonata esta manera, Serra plantea el viaje de los Reyes Magos como algo casi ridículo. ¿Vale la pena tomar semejante Un coeur simple riesgo en la búsqueda? Claro, si uno es valiente y está lo suficientemente convencido. El catalán es uno de esos. Vil romance

Voto del público

LG

A las 12:00 y a las 19:00, en el Auditorium.

Zift . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8,32


Escenas animadas de la vida conyugal

De otro modo, no habría experimentado unas cuantas cosas, porque a mí me gustaba dibujar, pero como a muchos otros chicos… Podría haber hecho cualquier otra cosa. ¿Fue difícil insertarse en el mundo de la animación siendo mujer? El mundo de la animación fue siempre mitad hombre y mitad mujeres, porque había muchas animadoras que dibujaban el movimiento, además de directoras de películas de animación. Por otro lado, las directoras mujeres son cada vez más. En donde yo enseño hay cada vez más chicas –muy talentosas– que hombres. Debo decir que nunca encontré ningún obstáculo por ser mujer.

Proveniente de República Checa, Michaela Pavlátová es una animadora original y sensible que explora las relaciones humanas con humor y una gran capacidad de observación. Su filmografía abunda en cortometrajes animados, y en los últimos años ha experimentado también el mundo de las películas con seres humanos. Su poder de síntesis gráfico para expresar gestos e intenciones se combina con la suspicacia temática cuando aborda el complejo mundo de los encuentros y desencuentros entre las personas. Por ejemplo, su resonante corto Words, Words, Words, nominado a los premios Oscar, que va detallando por medio del dibujo animado distintos diálogos e interacciones entre variados personajes. Como uno de los panoramas del Festival, la grilla de programación incluye sus dos largometrajes “con seres humanos”, en los que unos cuantos temas recurrentes se mantienen. En Faithless Games, Pavlátová sigue la vida de una pareja joven en la que Eva, pianista, sigue a su marido compositor a un pueblo en la frontera y empieza a sentir que, así como su marido está complacido por haber encontrado un lugar idóneo para la creación, a ella le resulta difícil adaptarse y extraña su vida social en Praga. En Night Owls, la directora se dedica a retratar a una chica de 19 años que acaba de ser dejada por su novio y tiene que redescubrir su mundo sentimental, mientras trabaja de noche en un negocio. Invitada por el Festival, Pavlátová habló de sus inicios, de los temas de sus películas, de los diferentes formatos y de cómo ha cambiado la animación en su pars con la caída de Muro de Berlín y el paso del Comunismo al Capitalismo. ¿Cómo empezaste tu carrera como animadora? Empecé mi carrera por una completa coincidencia. A mí me gustaba dibujar, y después del secundario especializado en arte el camino más fácil para entrar en la universidad era a través de la puerta del Departamento de Animación, porque los otros departamentos estaban llenos. Cuando obtuve mi diploma, cinco años después, descubrí el encanto de la animación, de qué modo en animación uno es independiente en lo que está haciendo si está creando los movimientos, las historias. Como animadora podía hacerlo yo misma, no tenía que esperar que

me ayudaran otras personas, algo que necesitás si trabajás en películas con actores de carne y hueso o en animación “puppet”, en la que necesitás un set, un estudio, un lugar. Yo

Con respecto a los temas de tus cortos y largos, parece interesarte el de las mujeres y sus relaciones con los hombres… Es interesante para mí porque no tengo que crear historias, sólo tengo que mirar lo que tengo alrededor y transformar lo que siento o lo que pienso. Siempre digo que mis temas sobre hombres y mujeres tienen que ver con que no tengo imaginación para crear historias que no existen. Soy capaz de mirar, pero mi imaginación es muy pobre; no podría hacer una historia de detectives. También tiene que ver con la experiencia. Eso no significa que es un espejo de lo que he vivido o sentido, pero debo entender de qué se trata, profundizarlo, y es más fácil si la historia es sobre mujeres. También, mirar tu vida es la inspiración más fácil. ¿Cómo sentís que fue progresando tu carrera, ahora que también dirigiste dos películas no animadas? Considero que soy muy afortunada en mi carrera, porque siempre tengo nuevas chances de ir haciendo cosas. Para mí es muy importante poder disfrutar de mi trabajo mientras lo estoy haciendo. Cuando trabajás mucho tiempo en un mismo medio, como el del dibujo a mano para animación, te podés llegar a cansar un poco, entonces querés probar técnicas diferentes, documentales o alguna combinación. Estos nuevos pasos me traen un refresco. No me gusta repetirme, y no me gusta que mi trabajo sea siempre el mismo. Cuando me ofrecieron dirigir películas con seres humanos, eso no era algo que yo siempre había querido hacer. No es que escribía guiones tratando de convertirme en una directora de películas no animadas, pero un día vino hacia mí esta oferta y yo supe que quizás no podía hacerlo, pero que definitivamente quería probarlo. Ciertamente, creo que es algo que en algún punto buscan los animadores y los documentalistas, algo que les gustaría probar. Porque una película “de carne y hueso” recibe mucha más atención, se muestra en los cines. A veces, los animadores hacen una película que les lleva mucho tiempo hacer y después no hay muchos lugares para mostrarla. Es un poco frustrante. Pero también siempre quise probarlo como un paso siguiente para ver si era capaz o no de hacerlo.

empecé con dibujos, y eso es algo que podés hacer en tu casa. ¿Fue shockeante para tu entorno que te dedicaras a la animación? Vengo de una familia normal a la que siempre le gustó el arte, pero como audiencia normal, sin una mirada especializada. Debo decir que, en tiempos de comunismo, los artistas eran bastante privilegiados, entonces ser artista era como un buen paso. Podemos decir las peores cosas del comunismo, pero había una cosa: ellos apoyaban algún tipo de arte, como las ilustraciones de los nños o las películas de animación. Además de que mis padres de por sí no estaban en contra, había una importante figura que era mi tía. Ella provenía de Rusia, y como era de los “blancos” había tenido que irse primero a Finlandia para luego mudarse a Checoslovaquia. Era escultora y fue la que le dijo a mi familia que me llevaran a una escuela de arte.

¿Cómo cambió el mundo de la animación cuando cayó el Comunismo? Que terminara el régimen comunista fue lo mejor que pudo haber pasado para todos nosotros, lo que necesitábamos, lo que esperábamos, lo que no podíamos creer que sucediera, pero fue lo peor que le pudo pasar a la animación. Porque hasta entonces había un Estado que apoyaba los estudios de cortos con animación. En algún punto, como recibían la plata del Estado, ellos no tenían que pensar en el mercado porque no


había uno. Después las cosas cambiaron, como todo en todo el mundo. Ahora comenzamos un Comité de subsidios. El Estado da la mitad de lo que hace falta y cada uno debe conseguir la otra mitad. Creo que es más difícil, pero también pienso que es más justo. ¿Siempre te mantuviste en Praga? Trabajo y vivo en Praga, pero estuve un tiempo en San Francisco por unos años y después volví porque me ofrecían hacer una película de “carne y hueso”. Cuando estaba en San Francisco, que es una ciudad increíble, me di cuenta de que mientras estuviera allí nunca iba a ser capaz de hacer películas por mí sola. Fui muy afortunada en trabajar como directora en un estudio, pero era sólo comercial y con algunas películas para chicos. Yo siempre estaba trabajando para otro. Quizás en unos años podría haber logrado hacer un proyecto propio, pero ahí las reglas son muy diferentes. Es una sociedad en la que manda el mercado. ¿Cómo influyó en tu trabajo el avance de la tecnología? Al principio yo me negaba a las computadoras, y les tenía miedo como muchos de los animadores que empezamos trabajando en el método tradicional. Pero afortunadamente –y también, probablemente, porque estuve en Estados Unidos– aprendí un poquito, y ahora se me hace muy difícil trabajar sin mi computadora. Yo uso el Simple Flash para animación, que es de animación 2D; no manejo el 3D y probablemente no lo aprenda. Yo siento que tengo que renovarme un poquito porque mis habilidades se frenaron un poco cuando me fui de Estados Unidos. Pero recientemente empecé a enseñar, entonces espero que a través de mis estudiantes pueda adquirir innovaciones en cuanto a las herramientas de la computadora.

Encuentro con Sarah Polley La talentosa actriz y directora canadiense, miembro del jurado de la Competencia Internacional del Festival, brindó una charla abierta en la que reflexionó sobre su trayectoria como actriz, guionista y directora mediante una entrevista coordinada por el realizador Rubén Guzmán. Como actriz y directora, ¿de qué modo pensás que una disciplina alimenta a la otra? Creo que es muy importante la interacción entre el arte de la dirección y el de la actuación. Muchos cineastas a veces no tienen la oportunidad de ver cómo funcionan ambas, pero otras veces también es cierto que la ignorancia es una bendición, ya que mi acercamiento bidimensional a veces me hace ser demasiado autocrítica. Mi experiencia, entonces, es una ayuda, pero por otro lado soy demasiado consciente –al haber actuado durante toda mi vida– de que cualquier detalle, cualquier acento que pueda indicarle a un actor puede arruinar por completo la obra. Respecto a la relación entre ambas profesiones, pienso que no hay reglas fijas de cómo los directores deben dirigir a los actores y cómo los actores deben transmitir lo que los directores quieren: en cierta manera, todo funciona; de otra manera, nada funciona. Yo he trabajado con directores que se involucran extremadamente a fondo y con directores que prácticamente no dicen nada, y realmente disfruté y aprendí de ambas experiencias. Me parece que ésa es la belleza de la actuación, la capacidad de tomar lo mejor de cada contexto.

¿Tenés alguna película favorita dentro de tu filmografía? Me gusta mucho Carnival of Animals, que es un film que hice con mi marido. Es muy alegre, y trabajar con otro a veces lo hace muy divertido. ¿Qué estás haciendo ahora? Ahora estoy en el proceso de crear algo nuevo, que es siempre el momento más difícil. Hay muchas cosas que me gustaría hacer, y también hago cosas chiquitas, como escribir historias con ilustraciones, y estoy pensando en cortos y trabajando en algunos guiones en live action. Esa es una etapa dolorosa en la que tengo que tener la idea y tomar decisiones. Es una parte del trabajo en la que el cerebro realmente duele. Pero es necesaria y confío que algo pasará. Mientras, hago cosas pequeñas, como pequeñas animaciones en Flash para las páginas web. ¿Te gustaría hacer otra película con seres humanos? ¡Ojalá! Porque el último lo disfruté mucho. Creo que fui la única del equipo que estaba triste cuando el rodaje terminó. Todo el mundo estaba tan cansado que decía: “¡Ya nos quedan 3 días!”. Y yo decía: “¿Sólo nos quedan tres días? ¿Qué voy a hacer después?”. Vivís una vida diferente, y cuando se termina te quedas como huérfano. Natalí Schejtman

Durante tu carrera, trabajaste en películas independientes y en otras, tal vez, más comerciales ¿Cuál es tu opinión acerca de esta decisión de ser parte del cine industrial y, al mismo tiempo, hacer un cine con otro tipo de contenidos? La realidad es que mi criterio principal es el de elegir películas para actuar. Eso es lo primero que me interesa y, en definitiva, lo que me convence a la hora de encarar un proyecto. Yo no digo que no sea difícil, pero es posible hacer buenas películas con mucho dinero, como lo demuestra el cine de Terrence Malick, por poner un ejemplo. Para mí es muy importante que una película realmente me conmueva como persona, y está comprobado que esto puede venir de ambos lados.


Entrevista con Rubén Guzmán

Los horizontes de Makoto Satô

“La idea es ayudar a expandir los modos de ver, escuchar y pensar a través del cine”

Trabajaste alternadamente en Argentina y en Canadá. ¿Por qué? ¿Y cómo varía el trabajo de un país a otro? Tengo doble ciudadanía. A veces estoy viviendo en un país y a veces en otro. Trabajé allí y aquí, aunque hace más de dos años que no he regresado a Canadá. La cosa es muy sencilla: si estoy viviendo aquí, trabajo aquí, y si estoy viviendo allá, trabajo allá. En términos económicos, es prácticamente lo mismo: todas mis producciones, excepto una, son autofinanciadas. En términos de contenido, naturalmente hay diferencias. Hay proyectos específicos en cada lugar. En Argentina, tuve la oportunidad, por ejemplo, de hacer una película sobre los pastores de la llama que viven en la Puna (Entre las piedras hipnotizadas por la luna), cosa que desde luego no podía hacer en Canadá. En cambio, City of Blind Alchemists está centrada en el uranio, y resulta que Canadá es el principal productor de uranio del mundo. Y además tiene grandes problemas ecológicos a raíz de eso… así que fui a hacerla allí. Cada país ofrece diferentes posibilidades. ¿Podés vivir de tus películas? De ninguna manera. Durante muchos años viví fundamentalmente de la docencia. Ahora he dejado; estoy descansando un poco de lo académico. Tengo un trabajo más o menos estable como programador en una sala nacional, el Palais de Glace, donde programo ciclos de cine y video. En los cortometrajes más viejos que se dan en el programa, F.I.R.T. 119 y Arise!, hay una búsqueda muy característica del cine experimental, de ritmos, texturas y velocidades casi en estado puro. Los últimos, posteriores a 2006, son más políticos. ¿Coincidís? Absolutamente. Los primeros son más formalistas. Tienen más que ver con lo que comúnmente se llama cine experimental. Pero siendo un “experimentalista” (más que un artista) me gusta explorar los intersticios entre géneros, o mismo dentro de los géneros. No quedarme estancado en un lugar. Trabajar siempre en la periferia. Entonces por momentos me alejo del cine experimental duro e intento acercarme al documental de ensayo, o hago documentales cercanos al videoarte. O más políticos. Busco cosas intermedias. Trato de incorporar cosas nuevas de todos lados.

“Los documentales son espejos que reflejan el mundo críticamente. No son herramientas para cambios sociales o armas para discursos políticos, sino más bien una ‘crítica mediante la expresión visual’, un acto de observar persistentemente el mundo con un ojo desapasionado. Esta es mi modesta regla general como documentalista. Y así su naturaleza crítica corresponde agudamente al hecho de que no hay ‘verdad’ y que la realidad ya incluye a la ficción. Incluso si un fragmento inocente de realidad es reflejado en la película, el hecho de recomponer esa realidad transforma a la película en una ficción. Pienso que la naturaleza crítica del cine documental depende de la manera en que la ficción reconstruida presenta a la realidad a través de una luz crítica.” Makoto Satô Filmada y exhibida en 16 mm –con excepción de su última película, en video, Out of Place: Memories of Edward Said–, la obra del cineasta japonés Makoto Satô representa una de las apuestas más sinceras y arriesgadas dentro del panorama documental contemporáneo. Haciendo foco en lo extraño y en lo poco abordado (y generalmente descartado) del proceso creativo artístico, las películas de Satô proponen una nueva jerarquización basada en la periferia, una suerte de escritura paralela de lo que es el arte y lo que implica pensarlo. Makoto Satô murió el año pasado a la injusta edad de 49 años, justo cuando sus películas empezaban a desparramarse por el mundo. Lo afortunado, al menos, es que llegaron hasta acá. Y que en ellas el cine se mantendrá por siempre joven.

¿Pero por qué te volcaste hacia un cine más evidentemente político? ¿Sentías que con las películas formalistas no alcanzaba y había que ir más allá…? Bueno, sentí que era el momento de involucrarme políticamente y echar luz sobre cosas graves que están sucediendo hoy en el mundo y que requieren de un cambio de postura. Si no, nos convertimos en cómplices. Por ejemplo, consideremos Entre las piedras hipnotizadas por la luna: gracias a un sistema económico, se les está quitando la tierra a los pastores nómades del norte argentino. Y todo gracias a uno de los artículos de la Ley de Minería… la venta obligada de las tierras. Es algo muy concreto. Si la gente no tiene la información, no se puede generar conciencia. A pesar de todo, hay una continuidad entre los primeros cortos y los últimos. City of Blind Alchemists, una de tus últimas producciones, termina con una cita de Heidegger en la que se insta a contemplar la naturaleza con paciencia… que es justamente lo que hacés en los cortos más viejos. Exactamente. Además, los cortos comparten otra cosa: están hechos para un espectador activo. La idea es ayudar a expandir los modos de ver, escuchar y pensar a través del cine. Ezequiel Schmoller

Oxido, F.I.R.T. 119, Arise!, City of Blind Alchemists, Rebelión en la pulpería, Stock (El último día de C.) y El guardián se proyectan hoy por última vez a las 18:45 en el Ambassador 3.

Living on the River Agano Martes 11 a las 15:30, en el Paseo 1 Artists in Wonderland Martes 11 a las 17:45, en el Paseo 1 Self and Others Hoy a las 17:30, en el Paseo 1 Hanako Hoy a las 15:30, en el Paseo 1 Miércoles 12 a las 15:30, en el Paseo 4 Memories of Agano Hoy a las 19:00, en el Paseo 1 Out of Place: Memories of Edward Said Miércoles 12 a las 13:30, en el Paseo 1


Imperdibles

Cuando dentro de un par de años llegue el momento de repasar lo acontecido durante la primera década del tercer milenio en lo relativo al séptimo arte, difícilmente se pase por alto a la nueva corriente de cine independiente norteamericano que, después de probar con una exagerada cantidad de etiquetas más o menos acertadas, hemos acordado en llamar “mumblecore”. Contemplando las relaciones personales de los jóvenes de clase media de veintipico hasta descubrir los pequeños detalles que las definen, los representantes de este movimiento –reunidos en la sección Americana del Festival– llevan a Cassavetes en el alma y a Linklater en el corazón. Bajo presupuesto, cámara digital, flexibilidad en los diálogos y un montón de personajes con los que nos encantaría identificarnos viviendo las historias que nos encantaría contar. Hoy se proyectan cinco películas de la sección Americana: Nuevo cine independiente de Estados Unidos: Present Company, a las 13:00 en el Colón; Baghead, a las 15:00 en el Paseo 2; Let Them Chirp Awhile, a las 15:15 en el Paseo 3; Nights and Weekends, a las 19:30 en el Colón y Luke and Brie Are on a First Date, a las 23:45 en el Ambassador 4.

Hoy a las 21:30, en el Ambassador 3, será la última proyección de Of Time and the City, la extraordinaria elegía visual que Terence Davies le dedicó a Liverpool, su ciudad natal. Publicamos extractos del artículo que la revista canadiense Cinemascope publicó tras el estreno del film en el Festival de Cannes. Terence Davies puede haber dejado Liverpool en 1973, pero nunca se fue demasiado lejos de casa. De hecho, la relación entre el director y su ciudad natal ha sido tormentosa, prolongada y agridulce como un gran romance. En los cortos que conformarían The Terence Davies Trilogy (1984) y en sus extraordinarios largometrajes Distant Voices, Still Lives (1988) y The Long Day Closes (1992), recreó a Liverpool hasta en sus menores detalles. Las vívidas alegrías y horrores de sus viñetas autobiográficas a menudo parecen violentamente opuestas a su contexto, a ese ambiente lúgubre y sombrío, hostil a cualquier destello de color. En Of Time and the City, el homenaje alternativamente ácido y afectuoso de Davies a Liverpool, el director vuelve a ocuparse con ferocidad de su ciudad, yendo tan lejos como para despreciar a sus hijos más famosos. En la visión de Liverpool de Davies, la juventud idiota del Cavern Club se sacude al ritmo de la Segunda sinfonía de Mahler, y si a John, Paul, George y Ringo no les gusta, que se vayan a freir churros. El desdén podrá ser el modo operativo de Davies, pero su sentido del vigor y del compromiso son igualmente evidentes. Volviendo al epicentro de su mitología personal –en sus palabras, el lugar de “el hogar, la escuela, las películas y Dios”–, Davies repite todo lo que de poderoso, resonante y único tiene su estética cinematográfica. Y como ha probado el realizador en numerosas ocasiones, nada reconfigura la realidad de manera más placentera que una correcta elección musical. Aquí, “The Folks Who Live on the Hill” de Peggy Lee y la versión de los Spinners de “Dirty Old Town” de Ewan McColl (que en verdad habla de Salford) desempeñan roles estelares, con apoyo provisto por Liszt, Taverner y Mahler. Cerca del final, Davies comparte una de las líneas más celebradas de Chejov: “Los instantes dorados pasan sin dejar huella.” Y, sin embargo, Of Time and the City está repleta de esas huellas, que prueban una vez más el talento de Davies para reconstituir los momentos que más profundamente lo han marcado. Tal vez sea la obra más cálida de su filmografía. Es, con seguridad, la más divertida.



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