Cracken Fanzine #1

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cracken Fanzine de poesía desde el Caribe

#1 Cancún, Quintana Roo


INTROITO

, O UN MENSAJE EN LA BOTELLA ARROJADA HACIA EL 2 ATLÁNTICO

ACERVO PIRATA RUIDO CANÓNICO VERSUS POESÍA 4 MAGDALENA CHOCANO

cracken Fanzine de poesía desde el Caribe

EXILIADO DE SÍ MISMO 7 SEVERO SARDUY

CRACKEN ESTARÉ CON KEN OOSTERBROEK...

QUÉ BUENO PODER REVELARME EN UNA ASAMBLEA... 15 EDSON MARTÍNEZ

TA CHEVELURE D´ORANGES DANS LE VIDE DU MONDE 16 BEBES DE LA SOMBRA... 17 SINAE DASEIN LOS PRESTIDIGITADORES 18 MECÁNICA 19 LUIS ALBERTO G. SÁNCHEZ MODUS 20 A LA MANERA DE ODILON REDON 21 DANIEL MEDINA POEMA CARACOL 22 DAVID PIMENTEL QUEZADA

COLLAGE

PEDRO MANRIQUE FIGUEROA 23 LUCAS OSPINA

CARIBBEAN ANTS

30 ESTE POEMA TIENE NOMBRE DE GATO THAÍS ESPAILLAT

34 VII 35 VIII

NOEL ALONSO GINORIS

36 ROTTEN FRUIT PHILOSOPHY 37 (FILOSOFÍA DEL FRUTO PODRIDO)

ARMANDO BATISTA (TRADUCCIÓN DE DAVID ANUAR)

TURISTAS EN ALTAMAR

40 EL HIMEN SE AHOGA EN EL TOILET... 41 VÍSPERA DEL FIN DEL MUNDO ENRIKETTA LUISSI

42 PUNTURA DELEBLE (ASPIDOCHELONE) EDGARDO THEODORO L. MANTRA

44 LA RELIQUIA 45 CALAMIDAD DOMÉSTICA MARTÍN CINZANO

PUNTO CARDINAL

47 UN ACERCAMIENTO A LA ESTÉTICA DE LA POESÍA SOCIAL DE CÉSAIRE AIMÉ JORGE JUÁREZ

54 CINCO NOTAS SOBRE INFANCIA REMOTA DAVID ANUAR

58 CILICIO PARA LOS POETAS CUBANOS GILBERTO PADILLA CÁRDENAS

EPÍLOGO

64 UN DÍA UNO IBA A SER HOMERO.... PAULO LEMINSKI


INTROITO , O UN MENSAJE EN LA BOTELLA ARROJADA HACIA EL ATLÁNTICO

1. Todo aquel que ambiciona encontrar aquí una epopeya desperdicia su tiempo. Las epopeyas mueren en el Yo. 2. Un Cracken es una bestia parecida a la noche: es su criatura, es también su reflejo en el mar. 3. Ley (anti)marcial 1: nadie que desee imitar a la belleza merece más que un grano de arena en la palma de la mano. 4. La floritura, cuando no da muerte, asfixia.

cracken Fanzine de poesía desde el Caribe

Club editorial: José Antonio Íñiguez Aldo Revfaulknest Luis Alberto G. Sánchez Consejo: Daniel Medina Alejandro Acevedo Drapaudí de Mora David Anuar Natalia Gómez “Copyright © Todos los Derechos Reservados”. Noviembre, 2019

5. Una virtud y una tragedia del poeta en altamar: no ser ciego y no poder mirar más allá de lo que ofrece el catalejo. 6. Ley (anti)marcial 2: quien lleva mucho tiempo a la orilla del mar, acaba tarde o temprano banalizando la belleza. 7. Toda bestia mitológica es una metáfora enferma. Toda metáfora enferma es inaprensible. 7.1 Un Cracken lo es.


Acervo Pirata

Ruido canónico versus Poesía Magdalena Chocano

El trabajo de la poesía en la materia de las palabras es un lance lento, a veces acelerado por la irrupción que recibe el nombre algo desgastado de inspiración.

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os poemas son la prueba última de este trabajo, y al leerlos lo que tenemos ante nosotros la mayoría de veces son unas pocas líneas, los versos, dispuestas en un papel en blanco que podemos murmurar, leer en silencio, o francamente declamar. Este acto concreto, sin embargo, necesita una

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especie de silencio, que no debemos confundir con la reverencia religiosa, ni con un ceremonial por muy laico que se quiera; es un silencio activo para absorber las palabras escritas en una hoja, o quizá, con más suerte, las que va recitando algún/a poeta con mejor o peor entonación. Se parece más al silencio que practica el que afina el oído al oír un concierto. Hasta qué punto los comentarios de poesía propician esta disposición es muy discutible, pues las más de las veces los versos quedan sepultados por

la artificiosa preocupación de crear taxonomías, inventar genealogías de influencias prestigiosas, legitimar “escuelas” o tendencias y cosas afines. Toda esta actividad no necesariamente conduce a la mejor lectura de poesía. Es más bien un desvío, un ruido, una interferencia. Ejemplo de ello son numerosas reseñas de poesía publicadas en Babelia, el suplemento cultural del importante diario español El País. Al leerlas podemos enterarnos de las manías y preferencias del reseñador, pero apenas si loACERVO PIRATA 7


graremos entresacar un verso del poeta reseñado. En el Perú, últimamente algunos medios periodísticos han identificado la crítica de poesía con la idea de formular un “canon”. Los esfuerzos en este sentido son en realidad intentos de hacer que la poesía entre en el redil literario de una buena vez. Convertida en un bien cultural, podría ser gestionada, vigilada como una especie de patrimonio, domesticada como parte de un “capital académico” o “intelectual”. Pero hay algo en la poesía que justamente se rebela contra este proyecto, y eso es lo que debemos asumir de su práctica y de su lectura: esa dimensión de tiempo no sometido al exaltado ciclo del capital diversamente adjetivado; esa exigencia de cortar con el ruido para poder penetrar en su dominio. La precariedad misma del ámbito poético, definida por la dificultad editorial, que es básicamente la realidad de una circulación no mediada por el mercado, indica a las claras que la poesía en este momento del desarrollo capitalista es uno de los “objetos” más refractarios a convertirse en capital, lo cual, bien mirado, es un motivo para una cierta esquiva felicidad, pues afirma tenuemente la posibilidad (¡aún!) de un arte gratuito, libre, que incluso brota indiferente al maniático circuito mercadotécnico. “Aducir” la poesía como un argumento para ocupar un espacio cultural exige ante todo desoír los poemas, si bien eso (¡precisamente!) puede llevar Magdalena Chocano (Lima, 1957). Ha publicado, entre otros libros, Poesía a ciencia incierta (Lima: Safo ediciones, 1983) Estratagema en claroscuro (Lima: Instituto Nacional de Cultura, 1987) y Objetos de distracción & laberinto (Lima: ediciones imaginarias, 2017).

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al triunfo literario de un poeta o de grupos enteros de poetas. La poesía no es cultura, ni es discurso; tiene cierta relación con estos ámbitos pero los sobrepasa y los elude, por eso mismo la poesía dificulta, traba y repele la formación de “capital cultural”. Que haya interesados en establecer un canon (¡nada menos que poético!) que proclamen también su condición de poetas, es un dato de poca relevancia para la poesía, aunque pueda interesar a la sociología como indicio de la alienación que fomenta el mercado cultural-literario. Y es que la poesía no vale nada.

Severo Sarduy

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esde la calle, sobre todo cuando el tiempo es claro, el interior del Flora puede verse muy bien gracias a su veranda azulada, esa vitrina donde se exponen, como supuestos objetos de arte, los trajes que se llevarán mañana arborados por los cuerpos de ayer. El Deux Magots es mucho menos transparente. La puerta es giratoria, y eso lo cambia todo. Uno nunca sabe, una vez franqueado ese giro, adónde va a salir. Esa puerta es, en el sentido

astronómico del término, la revolución del exilio. Y a veces hasta el exilio de la revolución. Desembocamos abruptamente en algún café de Buenos Aires, el rumor de fondo es el de las voces amigas de ayer, la de Cortázar, tantas veces allí encontrado, una imagen efímera y fulgurante de Dalí, siempre algún rodaje de cine: estamos a la vez en el Rex y en el Deux ACERVO PIRATA 9


Magots; Virgilio Piñera, ondulando entre las mesas de billar, con un traje azul algo pasado, traduce el Ferdydurke, de Gombrowicz; nos asalta una risa, la tos particular de alguien, una frase escuchada en los dos cafés a la vez, el ruido de la lluvia. E n t r a r, pues, a ese exilio -los escritores no se han exilado, desde principios de siglo, ni a Francia ni a París, sino a un barrio de París, el Barrio Latino, y a dos o tres de sus caféses-, en cierto modo, anularlo. Exilarse en ese barrio es como pertenecer a un clan, integrarse a un blasón, quedar marcado

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por esa heráldica de alcohol, de ausencia y de silencio. Las generaciones de escritores y poetas suramericanos se han ido sucediendo, esa estancia inaugurada quizá, para no caer en referencias decimonónicas o arcaicas, por el ajenjo de Rubén Darío y su brillo verde irrigando, como una sangre venenosa, sus versos metálicos, bruñidos por el Olimpo de Montparnasse, aunque las musas y el lugar configuren una tautología. Darío abría también otro linaje: el de los embajadores, el de las delegaciones culturales. Nuestro exilio, hay que confesarlo, ha sido raramente quejumbroso o paupérrimo; con frecuencia, protocolar o encorbatado. La lista de agregados culturales o de embajadores coincide casi con la de las candidaturas -a veces logradas- al Nobel: es cierto que el último laureado pagó por todos los otros. García Márquez no había llegado a París en ninguna misión oficial ni ostentando las credenciales de ninguna diplomacia; su estancia, como es hoy de sobra conocido, no fue la de un aventurero de la gastronomía ni la de un caprichoso de la alta costura masculina. Llegar, pues -me sucedió hace 30 años y sin que ninguna institución ni país me expulsara o me rechazara-, a este exilio, voluntario o no, es al mismo tiempo abrazar una orden, integrarse: aceptar también, y eso es lo más duro, como la delegación de una continuidad, no puedes ser indigno de los de antes, tienes que escribir como ellos o mejor, tienes que darle a esta lejanía -la de tu tierra natal- consistencia, textura; tienes que hacer un sentido con esta falta. Ahora, parece decirte el exilio

llegada la cincuentena, te toca a ti. Entre los artistas, las categorías del exilio son tan específicas como sus propios estilos. Ninguna se parece a otra. Hay exilados propiamente dichos, exiliados -esta i, de rigurosa estirpe académica, añade al exilio una connotación de aristocracia o de rigor-, emigrados, refugiados, apátridas, cosmopolitas encarnizados, etcétera. En cuanto a mí, sólo me considero un quedado, o si se quiere -procedo de una isla-, un aislado. Me quede así de un día para otro. Quizá vuelva mañana… El verdadero salto, la privación de la tierra natal, no son fisicos, aunque nos falte el rumor del Caribe, el olor dulzón de la guayaba, la sombra morada de la jacarandá, el manchón rojizo, sombreando la siesta, de un flamboyán, y sobre todo la voz de Celia Cruz, las voces familiares de la infancia y de la fiesta. Aunque nos falte la luz. El verdadero salto es lingüístico: dejar el idioma -a veces él nos va dejando- y adoptar el francés. Muchos de los grandes escritores actuales, y de mis amigos, han dado ese salto, que es para mí el ejemplo mismo de la voluntad y del coraje: Semprún, Bianciotti, Arrabal, Manet; otros, al contrario, se han ido hundiendo cada vez más en el pasado del idioma, en lo arábigo-andaluz del español, en la fuente

misma del habla, como si quisieran con ese hundimiento, con ese regreso al origen, compensar la lejanía física. La obra de Goytisolo es el emblema mismo de esa exploración del pasado fundador, del origen, que es al mismo tiempo una germinación del presente, un enriquecimiento del castellano con el aporte, precisamente, de su punto ciego, de eso que, de su origen, nunca ha querido ver. Y, después de todo, el exilio geográfico, físico, ¿no será un espejismo? El verdadero exilio ¿no

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será algo que está en nosotros desde siempre, desde la infancia, como una parte de nuestro ser que permanece oscura y de la que nos alejamos progresivamente, algo que en nosotros mismos es esa tierra que hay que dejar? Todo el mundo cita el caso de un exilio in situ: José Lezama Lima, por así decirlo, mientras barajaba en su obra las referencias más universales y vastas y en sus párrafos se desplazaba con la mayor comodidad desde el Extremo Oriente hasta París y desde Notre Dame hasta la isla de Pascua, no sólo no abandonaba la isla de Cuba, sino que ni siquiera salía de La Habana,

de su barrio, de su casa; viajador fijo, viajero inmóvil cosido a su sillón de cuero, a los estrujados folios de Paradiso, que iba cubriendo una escritura nómada, huyendo de Oriente a Occidente y a lo largo de los siglos, en diagonal. Como el universo, el exilio está en expansión. La realidad política, por una parte, y la desertificación anímica, por otra, hacen que cada día haya más exilados. Somos tantos que ya ni siquiera nos reconocemos: no hay ya consignas ni palabras de pase; ninguna mirada precisa delata al que ha abandonado su país natal. Sólo las antologías, redactadas por celosos guardianes del patrimonio literario nacional, dan cuenta insoslayable de esta partida. O no dan ninguna. Recientemente me llamó un amigo para comunicarme la infausta noticia de que yo “no existía”, al menos en los anales recientes de la literatura nacional. Ese olvido prepóstumo no me asombró. El exilio es también eso: borrar la marca del origen, pasar a lo oscuro donde se vio la luz. ¿Cómo termina, y cuándo, el exilio? Quizá el último de los espejismos consista en creer que termina con un regreso a la tierra natal. Y es que nada recupera al hombre de algunas palabras escuchadas, y nada redime a quien las dijo. Exilado de mí mismo, ausente de una parte de mi propia escucha, de algunos sonidos, de una frase. Sólo el silencio puede responder a esa mano levantada, agitándose, alejándose en el puerto, ya perdida, diciendo adiós.

Severo Sarduy (Camagüey, Cuba, 25 de febrero de 1937—París, 8 de junio de 1993), fue un narrador, poeta, crítico literario y periodista. Fue uno de los más grandes escritores cubanos del siglo pasado.

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Edson Martínez Johannesburgo, Sudáfrica, 27 de julio de 1994 Para Alberto Caeiro en su rebaño Asunto: morir de fiebre

Estaré con Ken Oosterbroek en unos instantes si tengo suerte. Una carta es lo único que queda cuando olvidas el teléfono en el carro o el dinero para el alquiler o la manutención: escuchar la misma voz de mi llamada entrante el buzón que no sabe cómo te devoran en un autorretrato más que a un niño los corvus corax de mi Pullitzer. El gatillo no ha tenido tu mirada que a veces me sorprende en el objetivo de la Hansen. Por algún motivo me habló de ti. Me veo ahora ante el disparo del white pipe que desboco por el río de Braamfontein Spruit con el escape del coche sonriéndome y este humo que corre por la manguera. A 20 metros de la aldea supe que moriría de fiebre pero pasarán años o tal vez nunca para que el padre me defienda: después de todo obturar la imagen te calcina.

Penitenciaría de los Estados Unidos, Leavenworth, 18 de julio de 1954 Para Quaresma, el descifrador Asunto: Lista de referencia

Qué bueno poder revelarme en una asamblea dentro del armazón metálico de una Thompson: disparo quiebro contención de rejas cartucho cambio relleno y cargo. Necrosis isquémica: oxidación de un subfusil por falta de pólvora y cartucho .45 ACP generalmente por obstrucción a causa de aproximadamente 1.100 disparos/minuto en el modelo M1928 que lo irrigan. Isquemia: falla en el riego sanguíneo de la belt-fed. Por tanto: obstrucción en el calibre de la cadencia Lección: producida cuando el tejido del calibre ha estado privado de un riego efectivo: las cicatrices son el más bello asesinato. Infarto: (Machine Gun Kelly)

(Kevin Carter) Edson Martínez

(Ciudad de México, 1998) estudia la licenciatura en Literatura Latinoamericana por la UADY. Ha publicado en las revistas Bistró y Ágora. Fue becario del Festival Cultural Interfaz 2018. Forma parte del Centro de Experimentación Literaria.

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Ta chevelure d´oranges dans le vide du monde Sinae Dasein

Tu cabellera color abismo vacía de frutos vacía de silencio frente a los pesados cristales donde una mano se hunde —hurgando entre las sombras— quiméricas formas –abrasadas— rodean el espacio del corazón eres igual al amor a mi dos veces murmurante ojo que florece entre las grietas de tu sueño El tiempo se cierra de palabras como el dolor:

immerimmer

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Bebes de la sombra de la estrella que alimentó tu raíz con la semilla de un delirio-a-dos una voz —amamantada con el tufo de los pantanos— crecía hacia tu nacimiento se construía un ojo —semejante al tuyo— en el receptáculo del corazón hacia ti arrojé el lugar de los descarnados hacia ti dirigí la herida de los vientos —la palabra que coaguló entre dos noches el umbral— rodeada de miasmas que floreció sobre tu frente: la des garra dura se yergue en ti

im Meer Sinae Dasein

Ha asistido a varios talleres literarios y publicado la mayor parte de sus poemas en la revista Tropo a la uña. Fue parte del equipo que fundó la revista literaria de difusión electrónica Salvo el crepúsculo. Ganador del primer concurso de poesía en la ciudad de Cancún “Fiesta de la paz” 2019.

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Mecánica

Los prestidigitadores Luis Alberto G. Sánchez

Y han de ver ustedes ilusionistas cómo los sueños van tomando forma cómo las palabras se transforman dirigiéndose a lo más profundo para dar su afamado golpe.

Como la palabra, la imagen: polvo, galería de un radar monocromo de sincronizados alfabetos. Latidos en prolíficos caminos, conjugados en dirección al mismo espacio. Hablo desde lo verosímil y palpable: Naturaleza que me hace interlocutor de los silencios que conviven dentro de mi propio hogar: ahí donde nace y se desarrolla la palabra.

Ustedes han de presenciarlo ante los incrédulos: Ilusionistas de la vida ilusionistas verán cómo sus alegrías tocan el borde de la desesperación al ver sus actos derrumbados.

Ritmo cardiaco, sonido de un viento en donde la noche se traslada a través de las manos de una música rota. Todo me es arrancado para conectarse dentro de mí. Yo soy la vértebra, el cristal más allá de una distancia.

Luis Alberto G. Sánchez.

Radica en la ciudad de Cancún desde 2005. Ha asistido a diversos talleres de poesía y narrativa de Quintana Roo. Ha publicado en algunas revistas como Tropo a la uña, Salvo el crepúsculo y El Humo. Fue coeditor de la revista digital Salvo el crepúsculo y lo es también de Cracken.

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Modus Daniel Medina

Ha comenzado a galopar en mi cabeza. Con sus cuatro patas de cóncava imaginería ha comenzado a galopar. Golpea y se mueve en círculos. Busca. Circularmente busca y galopa: retrocede. Parece haber encontrado algo y otra vez en círculos avanza. En el camino que recorre, fatal y circularmente parecido, algunas piedras, algunos trazos. Cuatro patas que parecen forjar líneas demasiado extensas.

A la manera de Odilon Redon Los caballos son de lejos las criaturas más hermosas del mundo. De Arión hasta Pegaso en la llanura. De la tez de Brunilda hasta sus ojos. De la proximidad y del principio. Los caballos son naturaleza muerta aunque la historia te diga lo contrario.

Un animal que avanza como el miedo. Que con sus cuatro patas se repite y tiembla: hasta el cansancio busca aunque no hay nada. Sólo líneas y piedras de un paisaje repetido. Y miro su paso circular como quien espera ansioso las señales. 22 CRACKEN

Del libro El sonido de los cascos al chocarse

Daniel Medina

(Mérida, 1996) es autor de Una extraña música (Sombrario Ediciones, 2018), Médium (Sangre Ediciones, 2018) y El dolor es un ensayo de la muerte (edición digital libre, 2019). Obtuvo, entre otros, el Premio Peninsular de Poesía José Díaz Bolio 2017 y el Premio Nacional Universitario de Poesía José Emilio Pacheco 2019. Forma parte del Centro de Experimentación Literaria. Mantiene el blog Ensayoprimitivo.blogspot.com

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Collage Poema caracol David Pimentel Quezada

Acaso todo lo que pueda decirse de la poesía sea esto: los eructos de la ceiba y el hedor de los mares, su flaca identidad de manatíes varados entre mangles y una construcción inútil sobre el agua. Acaso todo lo que pueda decirse sea también la náusea: versos frágiles que claman amor y erotismos, poetas pájaros tan leves que parecen mirarnos en lo alto; rumiantes poetas de molde que se tocan con el pie izquierdo el corazón para hacernos cosquillas. Acaso todo lo que pueda decirse sea esto: un arrastrado caracol en ruina que trajo la tormenta en la destrucción, 1955.

David Pimentel Quezada

(Chetumal, Quintana Roo, 1994). Acreedor de la Beca de Literatura del Festival Cultural Interfaz, Mérida en el 2018. Sus escritos han sido publicados en las revistas independientes Materia Escrita, Gata que ladra, Sumergente , y en la revista internacional Papierówka, en el país de Polonia, así como también será publicado en la Antología Jóvenes Escritores de Quintana Roo.

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Pedro Manrique Figueroa Artista ficticio, creado por el artista plástico colombiano Lucas Ospina. En 2007, su tío, el cineasta Luis Ospina (recién fallecido en septiembre pasado), publicó el falso documental Un tigre de papel, en donde se aborda, a partir de supuestas investigaciones y entrevistas, la biografía y el trabajo de este personaje, precursor del collage, cuya biografía es hasta hoy motivo de especulación, y su obra, un fresco de la realidad política de su tiempo en Colombia.


Collage

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LUCAS OSPINA

(Colombia, 1971). Crítico y artista multidisciplinario, maestro en Artes Plásticas de la Universidad de los Andes. Es inventor de los heterónimos Luisa Poncas y Pedro Manrique Figueroa. Publica periódicamente en los medios La Silla Vacía y Esfera Pública.


Este poema tiene nombre de gato Thaís Espaillat

Las cucarachas han secuestrado el mar. Lo puedo oír pidiendo ayuda debajo de la calle de mi casa mientras me parqueo. Se han aliado con todos los gatos de la cuadra, me parece. Protegen la basura y la tapa de la alcantarilla con sus bigotes filosos y su pelo-estornudo Creo que ya huelo a enemiga porque me disparan rayos láser con sus ojos cada vez que llego en medio de sus reuniones (Tengo unas manchas en la espalda que no reconozco; recuérdenme ir al dermatólogo) He planeado pararme en medio de la calle, sobre la tapa, y brincar por lo menos cinco veces para que el mar sepa que no lo he abandonado, que la luna y yo estamos buscando las cuerdas para sacarlo del pozo vacío de peces y sales vitales Construyo puentes de tela, túneles, 32 CARIBBEAN ANTS

practico la telekinesis, teletransportación, hago hechizos en el baño, nada funciona Las cucarachas sienten las pisadas de mis tennis antes de llegar a la Caonabo y se agrupan con sus patas largas debajo de mi carro para asustarme. Cuando no funcionan sus tácticas de miedo, los gatos me miran como búhos pew pew pew Me disparan sus látigos rojos y tengo que entrar corriendo al edificio Los días siguen pasando, los gatos y las cucarachas se infiltran de este lado del portón y la luna no me coge el teléfono

Mar, no sé qué hacer contigo. Te escucho cantarle a las ballenas y las algas desde mi ventana. No me hagas llorar, que ya no tengo más velones que prenderte

Mi única esperanza es un gato gris que no huye cuando me le acerco, me dice Ten cuidado, hay ojos y orejas en todas las hojas. CARIBBEAN ANTS 33


Los murciélagos usan sus radares para espiarte a cambio de fruta

en el rectángulo abierto del que alguien se robó el zafacón

Y se aleja con sus orejas cortas antes de que lo vean en plena traición

Me arranco el pelo en la ducha como señal de solidaridad, espero por días, semanas

Creo que estoy jodida Oigo un maullido gris desde el parqueo La luna tampoco me responde por WhatsApp, por Facebook Messenger, por e-mail, por señales de humo, danza en la cueva del cuarto de servicio

Mar, te he salvado

Armando me hace una seña con las orejas Ven, ven

Las cucarachas seguro se comunicaron con sus primas ucranianas para que con sus poderes nucleares amenazaran a la luna con llenar sus cráteres de blue cheese y manchego Amigo gato gris, tienes cara de Armando. Dime la contraseña, por favor. Un día saldré armada de Baygón [y las cucarachas no podrán tocarnos. Te pagaré con atún fresco importado [desde Hawaii. Tú sabes que el mar extraña su casa, sus botes, sus atardeceres de pintura flotante, los peces que podrían hacerte cosquillas [en la barriga. Enrollo la nota en papel periódico y la dejo en la esquina favorita de Armando, CARIBBEAN ANTS 34

Me pongo unas botas de lluvia y bajo en pijama hacia la calle mientras Armando dispara sus rayos láser, un cementerio de cucarachas calcinadas. Los murciélagos vuelan como buitres, los gatos susurran desde abajo de los carros y yo me paro sobre la tapa de la alcantarilla y brinco cinco, siete, nueve veces El batallón de gatos sale de su escondite y levanta la tapa con sus colas cabeza de Medusa y miran al mar con sus ojos de fuego y la calle se va llenando de vapor que sube y sube y sube tan alto que la luna se sonroja. Thaís Espaillat

(Santo Domingo, República Dominicana, 1994). Es poeta, editora y artista visual. Su poesía ha sido publicada en México, Argentina, República Dominicana y próximamente en Puerto Rico y España. Publica intermitentemente en su blog: https://saltedeaqui.wordpress.com

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VII

VIII

Noel Alonso Ginoris Entre los dos violines de Bartók, pon un silencio y espera (...) Roberto Méndez

en el lugar del corazón de bartók una piedra y todas las válvulas posibles. bartók dividió en sílabas áureas conocidas perfectas los principales latidos de su piedracorazón. la catábasis de su vida en lento estado de muerte se debió a la fragmentada piedra y a todo su vacío en el pecho. bartók tenía una piedrasonido por corazón y un oído siniestro para interpretar los tumores del vacío. siempre se supo que después del silencio habría eternidad pero nunca nadie quiso escucharlo.

entre los susurros de las piedras se esconde la verdadera historia del hambre. no es la incómoda rutina de su muerte sino la pétrea forma de un sonido hambriento. habiendo perdido sus fuerzas los nadires se tocan los silencios huelen a protesta. las piedras y el hambre. acaso el hombre y sus sentidos o el dios que no comprendo todos juntos ensamblaron los arpegios de las cosas y se olvidaron de eso estoy seguro de escuchar la composición profunda de un lamento el éxodo de lo sólido el marasmo de las piedras.

Del libro Antífona, tres poemas inéditos

Noel Alonso Ginoris

(Matanzas, Cuba, 1995). Tiene publicados los libros De las olas (2017) y Diatribas (2018), bajo el sello editorial chileno Verbo(des)nudo; y Las causas de la humedad (2019), bajo el sello sueco Ekelecuá. Varios textos de estudios literarios de su autoría y varios de sus poemas aparecen en diversas revistas dentro y fuera de la isla de Cuba.

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Rotten Fruit Philosophy Armando Batista

“Bite that piece off. The rest is good to eat.” Momma knows best. To the worm who resided in that mushy sector it was room and board. I bit into the apple and spit out the “bad” part. I didn’t ask the worm I didn’t research property rights or make a bid on the apple estate maybe the worm would’ve co-habitated. I took what I wanted only hesitated when I saw the phylum annelida burrowed in my apple. My apple. My apple. If only the Native Americans could’ve spit out the European èmigrès who came and took their land, though they never would’ve said it was Theirs. If asked, they probably would’ve shared... Wish our apartment was really ours. Wish my dad’s car was really his. Wish my time was really mine. Wish I didn’t feel like that earthworm: dis/

/placed

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Filosofía del fruto podrido “Quítale ese trozo. El resto está bueno.” Mamá lo sabe muy bien. Para el gusano que residía en el sector pulposo, fue alojamiento y comida. Muerdo la manzana y escupo la parte mala. No pregunté al gusano no investigué derechos de propiedad tampoco hice una oferta por el bien raíz de la manzana: tal vez el gusano habría cohabitado. Tomé lo que deseaba sólo hesité cuando vi el phylum annelida enterrado en mi manzana. Mi manzana. Si los nativos hubieran podido escupir a los emigrados que llegaron y tomaron su tierra, aunque ellos nunca las dijeran suyas. Tal vez habrían compartido, si les hubieran preguntado. Desearía que el departamento fuese nuestro. que el coche de mi padre fuera suyo. que mi tiempo fuese realmente mío. Desearía no sentirme como ese gusano de tierra esperando el desalojo. (Traducción de David Anuar) Armando Batista

(1979) es un poeta, actor y educador de arte, nacido y educado en Washington Heights, Nueva York. Actualmente cursa una maestría en Escritura en la Colegio de Bellas Artes de Vermont (Vermont College of Fine Arts).

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TurIS tas en alta mar


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Víspera del Fin del Mundo

enriKetta luissi

los pájaros de Hitchcock convulsionan paisaje el himen se ahoga en el toilet nadie está allí para salvarlo

dérmicos plantan residuos pupilas dilatadas hábitos y parti tu ras

ya no porto más navajillas ni fósforos ni soga al cuello

Adán y su costilla (siete mil millones) al encuentro del último disfraz

¿comprendes querida?

profecía cristaliza la Ultima Cena tra-la-la

entre olivares y bacterias sangran dos o tres inframundos

bajo lo que se avecina ¿alguien se suicidaría por mí? (¿cómo explicar cordilleras desgastadas y amores prohibidos?)

no hablemos de sardinas y erizos

en la morfina del viento el espanto restriega: la esquizofrenia colectiva es una molécula transfinita

hablemos de velos marchitos y del azar (en la horca y hoguera mis ancestros)

dérmicos hipodérmicos pájaros apremian contracción pleuras festinan oropel

hablemos de paradigmas mientras la vida se estrella

liman Del libro de poesia Dark Matter

hablemos del rostro gelatinoso de mi madre muerta hablemos de la coagulación del frío

Olga Gutiérrez Galindo (enriKetta luissi).

Del libro Emily

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Poeta. Físico-Matemática (ITESM, Campus Monterrey). Traductora. Editora de la antología bilingüe del San Diego Poetry Annual. Forma parte de la Sociedad de Haiku de San Diego (SDHSG). Es autora de los libros de poesía en Emily, Dark Matter, Visitaciones y Binaria, entre otros.

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Puntura deleble (Aspidochelone) Edgardo Theodoro L. Mantra a Gladys

Quisiera hacer un trazo que prolongue las gardenias de tu boca para no asumir que soy nadie. Sólo el recuerdo de tu cara pez, que se convierte golondrina y luego, cocodrilo sumergido en mí; pantano comulga entre los golpes de anzuelos contra piedras que sangran. Me gustaría sacar ese reptil que es

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nadie importante, nadie envidiable, nadie peligroso, solo, representación de la dichosa nulidad que abarca comunión de iguales (distancias). Pero el intento por emerger a la superficie lo que evocas, ha despeinando las escamas del cadáver que tarda en ser visible a tu boceto. Desde lejos reconozco lo deleble en la belleza de no saber (man)tener una ilusión que me domine; el refugio donde algunas veces he querido ser, más feliz que todos.

Edgardo Theodoro L. Mantra

(San Jerónimo de Juárez “El Grande”, 1984). Estudió Sociología en UAM-X. Entre sus libros se encuentran: Prefiero ver el Box (El Under Ediciones), A la muchacha que pasa (Start-Pro), entre otros. Es director en Mantra Edixiones.

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La reliquia Martín Cinzano

pero ni ella hace ademán de contestar el teléfono público esa reliquia que tantas noches me entregó tu voz

El teléfono público de la esquina donde se transan tantos bísnes comienza a sonar música retro ha venido a interrumpir esta mañana hiperconectada las amistades hoy se rompen por medios inalámbricos nadie llora nadie ríe ya pegado al tubo del teléfono público salía a veces una moneda escupida como limosna del Estado fue desfalcado con rigor aquella tarde en que tembló en que temblamos su tronco de metal ha echado raíces negras hacia la calle y de cuando en cuando sirve de almohada a la loca del piyama

Calamidad doméstica ¿Vamos a bailar los valses de la calamidad? Cecilia Juárez

Si algún día nos separamos te alejas o te mueres te aplasta la casa en el próximo terremoto Si una noche los desplantes de la debacle futura llegaran a rozarte el cuello mientras la gata ronronea su pena

no podría leer

no podría ni mirar esos papeles tu escritura

no podría con esas letras

que ahora retumban al escribir

estas domésticas

calamidades. Martín Cinzano

que ahí tirada exhibe su ombligo el surco de pelos franco hacia el coño 46 TURISTAS EN ALTAMAR

(Guayaquil 1977) escribió el libro de crónicas Perdido (Ciudad de México, UACM), los poemarios Peatonal (Cuernavaca, La Ratona Cartonera) y Yo ya (Santiago, G0 Ediciones), además de los fragmentos de El piano de Waldstein (Ciudad de México, Mantra Edixxxiones), la nonononovela En pana (Santiago, Libros del Laurel) y el fotolibro Ejercicios/Mapas de aridez (autoedición artesanal) junto a la fotógrafa Celeste Rojas. Coedita la revista cartonera PUF! y escribe reseñas y artículos para Carcaj.cl.

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UN ACERCAMIENTO

A

punto JORGE JUÁREZ

“Un poema de Aimé Césaire (1913-2008) estalla y gira sobre sí mismo como un cohete del cual surgen soles que giran y explotan en nuevos soles [...] La densidad de esas palabras lanzadas al aire como piedras por un volcán, es la negritud que se define contra Europa y la colonización”. Jean-Paul Sartre


Cantamos las flores venenosas que estallan en praderas furibundas; los cielos de amor cortados de embolia; las mañanas epilépticas; el blanco abrazo de las arenas abismales, los descensos de pecios en las noches fulminadas por olores fieros Césaire Aimé

E

l poeta Aimé Césaire nació en Martinica (colonia francesa ubicada en el Caribe), fue (además de poeta) una figura política, intelectual y mediador simbólico entre Francia y su país. Su discurso crítico y sus prácticas políticas así como su escritura estuvieron enfocados en mostrar inequidades perpetradas por la dominación europea. El concepto de negritud con el que se asocia su figura, expresa fundamentalmente el proyecto de lucha contra el racismo hacia los negros de África y su diáspora. Su libro Cuaderno de un retorno al país natal, el que principalmente abordaremos, es una respuesta a la desigualdad social, política y económica no sólo ya de las colonias francesas sino de todos los pueblos negros colonizados. La obra se destaca por su violenta poesía de milagrosa subversión, (…), que sitúa entre el lirismo trágico y la magia épica el pasado, el presente y el futuro de los pueblos negros. La palabra revolución está en la esencia poética del autor quien proclamó en su tiempo el “Vivir libre o morir”. Por ello es indudable que su poesía se aleja de la falsedad o del lirismo de la idealidad bucólica, o bien idílica que serían recursos propios para alguien que retorna al encuentro con su pasado histórico y que sin embargo da un giro hacia el futuro, hacia la transformación desde el nombrar las cosas con las palabras precisas, aunque en ocasiones se le haya ha tachado de hermético por la imposibilidad de transmitir el mensaje propio dentro de la llamada poesía social. Sin embargo, en su obra 50 PUNTO CARDINAL

se aclara esa ambigüedad desde su prosa poética a sus líneas versificadas. Se nota por una parte una clara solidaridad en los poemas comprometidos políticamente y a la vez una intención estética que se sintetiza en imágenes donde el autor usa distinto código para mostrar dos realidades: una poética y la otra política. Y para mí mis danzas mis danzas de mal negro para mí mis danzas la danza rompe-argolla la danza salta-prisión la danza es-hermoso-y-legítimo-ser-negro para mí mis danzas y salta el sol en la raqueta de mis manos pero no el sol desigual ya no me basta enróscate, viento, alrededor de mi nuevo crecimiento pósate en mis dedos medidos te entrego mi conciencia y su ritmo de carne te entrego los fuegos donde se asa mi debilidad te entrego la cadena múltiple te entrego el pantano te entrego el intourist del círculo triangular devora desea te entrego mis palabras abruptas

Césaire hace una ruptura, o más bien continúa la línea del tiempo en cuanto a romper con la imagen peyorativa que se tiene de “lo negro”. Las ideología dominante los ha considerado salvajes desde tiempos colonizadores y por ello ese estereotipo constituido como “malo” o perverso es necesario para el autor deslindarlo de cargas negativas, como ya Baudelaire desde su estética había intentado revertir al poner a una mujer negra en un poema, haciendo así a un lado a la musa blanca, mítica y típica al que el gremio parnasiano aludía constantemente. Un ejemplo de Césaire: tierra borracha tierra gran sexo levantado hacia el sol tierra gran delirio de la méntula de Dios tierra salvaje subida de las angosturas del mar con un manojo de cecropias en la boca tierra cuya faz encrespada sólo puedo comparar con la selva virgen y loca que yo desearía poder mostrar como rostro a los ojos indescifradores de los hombres me bastaría un sorbo de tu leche jiculi para que en ti yo descubriera siempre a la misma distancia de espejismo -mil veces más natal y dorada por un sol que no descantilla ningún prisma- en la tierra donde todo es libre y fraternal, mi tierra

PUNTO CARDINAL 51


Cuaderno de un retorno al país natal, -publicado por partes en París hasta 1939- fue recibido en momentos en que el surrealismo había caído en el fetichismo de la imagen por la imagen y no había sabido salir de lo estético a lo social humano. Aimé a pesar de la cercanía de Breton parece estar alejado de la escritura mecánica muy en boga en esos tiempos y de la cual se escapa a leguas por la lírica comprometida con intereses raciales, políticos y sobre todo por su creatividad poética que dista de apostar por la irracionalidad automática. El resultado sería una mixtura que ira siendo vanguardia sin portar del todo una bandera literaria, aunque si ubicada dentro de la poesía social. Al contrario de Rimbaud, quien abandona París para radicar en un país africano, Aimé abandona una isla del Caribe de raíces africanas para ir a París a encontrar sus iluminaciones. Ahí lee todos los 52 PUNTO CARDINAL

autores posibles y, sin duda a Marx quien le aporta la base política-social que fluirá en su poética y que dará ciertos elementos contestatarios. Cuaderno de un retorno... es una declaración de principios desde la poesía que va de lo épico, lírico y mítico con distintos tonos para colaborar a una libertad colectiva mediante lo poético y, como se ha dicho con tinte de prosa poética va generando una constante polifonía con variables ritmos y una aliteración que genera equilibrio. Esos fueron los recursos necesarios para presentar una isla en debacle:

Al morir el alba, (…) las Antillas hambrientas, las Antillas perladas de viruela, las Antillas dinamitadas de alcohol, varadas en el fango de esta bahía, siniestramente fracasadas en el polvo de esta ciudad. Al morir el alba, esta ciudad chata (…) Al morir el alba, esta ciudad inerte con sus reversos de lepra (…)

Como se ve en los versos anteriores, los recursos van mostrando un presente adverso de una condición humana en degradación: imágenes de miseria espiritual que se le ha atribuido a su hermandad: los negros –son–todos–iguales–lo digo –yo (...)

acordaos–del–viejo– refrán: apalear–a– un–neg ro–es–alimentarlo, y que el autor posteriormente va dándole un giro usando evocaciones de igualdad, cantos religiosos, un sentido de pertenencia y un “yo” colectivo donde Uno es Todos y Todos es Uno. El canto del poeta ya es aquí de insurrección y se dirige hacía una acción en el futuro. Un recurso principal que habría que tomar también en cuenta es la manera en que se hace uso del recurso basado en una estructura mítica. La verticalidad en el mito de la ascensión o redención presente en el ascenso del poeta-colectivo al cielo. El lenguaje poético se mezcla con la acción política y por ello permite abstraer del libro una tendencia a la insurrección que viene desde el pasado a un presente negado. Así como de un origen adverso. El final sin duda es una ascensión de un yo-colectivo. ¡Abrázame pues! PUNTO CARDINAL 53


“…” Lígame áspera fraternidad Y luego estrangulándome con tu lazo de estrellas sube, Paloma sube sube sube (49-50).

El libro alterna los discursos sociales con ficción para generar posiblemente un discurso fraterno que incite a un evidente cambio. Las estructuras retóricas apegadas a lo discursivo se centran en ocasiones a ser una prosa política dejando de lado el ejercicio poético ya que mediante los versos se pretende transgredir la forma de expresarse, de manifestar la inconformidad. Claro que se destaca que a pesar de ello, el autor supo generar una mixtura lingüística para mostrar una poética de la resistencia, poemas significantes con una riqueza novedosa que a través de sus versos, nos comunican el sentido de pertenencia del que es parte y de los cuales solidifica una identidad por lo cual raya en los límites del panfleto, pero que su preciso giro poético lo difiere oportunamente. Al final del amanecer el sol tosiquea / y escupe sus pulmones Al final del amanecer / un pequeño tren de arena / un pequeño tren de muselina / un pequeño tren de granos de maíz Al final del amanecer / un gran galope de polen / un gran galope de un pequeño tren de muchachuelas / un gran galope de colibríes / un gran galope de dagas para desfondar / el pecho de la tierra (…) Yo declaro mis crímenes y que no hay nada que decir en mi defensa. Danzas. Ídolos. Relapso.Yo también

Masereeel Frans

He asesinado a Dios con mi pereza / mis palabras mis gestos mis canciones obscenas. 54 PUNTO CARDINAL

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Cinco notas sobre Infancia remota David Anuar

Creo en la sonrisa infinita de mi padre. En la mirada inocente de los niños que sonríen en un triciclo oxidado. En la infancia perpetua: el único deseo. Cristian Poot

C

1. Obviedades elebro, aunque con algunas reservas, la publicación de esta Infancia remota (2019), segundo libro de Cristian Poot, nacido en 1992, Felipe Carrillo Puerto. Este breve poemario compuesto por tres secciones y 17 poemas se publicó bajo el auspicio del PACMYC y el sello de Ediciones O. El autor ahonda temas que ya había abordado en Nostalgia de pájaros (2015), su primer libro. 2. Sobre el lenguaje En su ópera prima, Cristian empleó un lenguaje neutro y conceptual, sin referentes concretos, salvo en un poema titulado “El lugar del que nunca me fui”, donde desfilan nombres y topónimos anclados a la Ciudad de México (el Sistema de Transporte Colectivo Metro, la vieja calle de San Juan de Letrán y el Metro General Anaya), derivado, quizá, del asombro y la extrañeza del yo lírico migrante que se enfrenta con un nuevo contexto tan avasallador como lo puede ser la capital del país. A diferencia de su primer libro, en Infancia remota Poot se apropia del Sureste de México al crear una íntima geografía lingüística que todo habitante de la Península de Yucatán puede reconocer y reconocerse en ella. Esto se hace evidente

con mayor fuerza en los poemas “Epifanía temprana”, “Medicina tradicional”, “Indicios de mar”, “Infancia remota” y “Contemplación”, donde desfilan vocablos como milpa, sarteneja, jaltun, medicina tradicional, bahareque, ceiba y ciricote. En verdad agradezco a Cristian esta geografía hecha lenguaje, sin duda, para mí es el hallazgo más importante de este libro, su vocación de representar, de mirarse en el espejo de lo propio, arriesgándose a ponerlo en palabras y a reconocerse en ellas, como bien lo delinea “Epifanía temprana”, en mi opinión, el poema más logrado del libro: Tras el cansancio de recorrer la milpa, inclinado en una sarteneja, miro de reojo los árboles de fuego y me pregunto si el sollozo de las nubes acaso logra apaciguar su fulgurante ardor. ¿Podré saciar mi sed si me bebo toda el agua de la lluvia?, me pregunto, mientras miro sorprendido el cielo que se rompe a través del jaltun. Yo observo en él reflejado mi semblante: por primera vez me reconozco (2019: 16).

3. Sobre la edición A la luz de los tiempos que vivimos, algo que me inquieta sobre este pequeño tomo de poemas son los errores editoriales y de impresión que contiene. La elección de portada es poco afortunada, pues si bien representa en parte el contenido, refuerza una imagen estereotipada de la niñez rural del sureste del país. Por otro lado, el diseño de la contraportada es extraño al dejar la parte central vacía y colocar en los bordes elementos textuales y gráficos sin ninguna justificación visual aparente. En cuanto a los interiores, los márgenes de la caja son muy estrechos, en particular el de la cabeza; finalmente, lo que es más desconcertante es la peculiar compaginación que sitúa en páginas pares las dedicatorias, epígrafes y títulos de secciones, cuando por convención editorial estos elementos siempre se emplazan en las impares –como puede comprobarse en cualquier manual de edición. Me preocupan estos descuidos a la luz del momento político actual, cuando la cultura sufre un recorte tras otro y el acceso a los fondos PUNTO CARDINAL 57


públicos para escribir, editar y publicar libros van a la baja, como lo ha dejado patente la reciente cancelación de 12 libros del FETA o los intentos por reestructurar/suprimir las becas del FONCA. Ante este panorama, pienso que quienes tengan acceso a dinero público como el otorgado por el PACMYC para la edición de este libro, deben ser cada vez más rigurosos en su empleo y crear productos editoriales de calidad no sólo en su contenido textual sino también en su diseño material. 4. Sobre la tradición Si he hablado de cuestiones que estaban más allá del poema, ahora señalo la que considero la piedra de la discordia metida en el poemario de Cristian Poot, atribuible única y exclusivamente al autor. Recuerdo uno de los aspectos que más celebré del primer libro de Cristian que el diálogo con la tradición, sin embargo, me parece que Infancia remota cae en el tono y el lugar común de la nostalgia ya explorado por otros poetas de nuestra tradición literaria y, en general, de la poesía mexicana. El mismo Cristian hace explícitos sus vínculos con los padres tutelares de la poesía quintanarroense a través de los epígrafes que abren el libro y sus secciones, donde aparecen Juan Domingo Argüelles, Ramón Iván Suárez Caamal y Javier España. Probablemente sea con el primero de éstos con quien Cristian se asemeja más, pues ambos escriben sobre la infancia en tono nostálgico, con la diferencia del ambiente, ya que los poemas de Juan Domingo están enraizados en ese mar de la Bahía de Chetumal y sus alrededores, como en los libros Yo no creo en la muerte (1982) o Como el mar que regresa (1990). A diferencia de Poot, Ramón Iván y Javier España escriben para niños haciendo el esfuerzo de ver y sentir desde la infancia y no desde la nostalgia, sin embargo, en algunos de sus poemas es posible encontrar esa tristeza en tono menor de lo perdido. Quizás el rasgo más original e innovador del libro de Poot sea su posicionamiento lingüístico y geográfico que delata su pertenencia al corazón de la zona maya de Quintana Roo, postura que ya ha sido tímidamente explorada por Ever Canul en libros como Yabilaj (2016). Pero fuera de este posicionamiento que si bien es importante y valioso, la formula nostalgia + infancia se repite a pies juntillas en el poemario, y es que mi problema no es con la técnica de Cristian ni con la elección del tema sino con el tratamiento del mismo, ¿acaso no existen otras formas de escribir sobre la infancia que no sea desde la manida luz de la nostalgia? 5. Del jardín al mundo Ahora bien, debo reconocer que quizá mi lectura sea injusta, pues poner en relación el poemario de Cristian con la tradición literaria de Quintana Roo es un ejercicio intelectual que si bien se perfila en el

libro a través de los epígrafes, no es una condición de lectura y probablemente para el lector promedio pase desapercibida. Siendo esto así y desechando mis reclamos de la nota anterior, debo de reconocer que además de haber poemas sumamente logrados en Infancia remota como el poema de título homónimo, o “Epifanía temprana”, “Indicios de mar”, “Miedo”, “Botánica”, “Contemplación” y “Credo”, el libro en sí mismo ofrece una secuencia narrativa y un desarrollo dramático en el cual el yo lírico transita por la infancia en la primera parte, la nostalgia en la segunda y una suerte de crecimiento o maduración espiritual en la tercera. Adicionalmente, en este recorrido, el yo lírico va descubriéndose a sí mismo, va esculpiendo su identidad desde ver reflejado su rostro en el agua de una sarteneja, al serenarse con un padre nuestro y encontrar una carcajada en el espejo, hasta descubrir su fe de vida. Este libro además de ser uno de nostalgia es también uno de crecimiento, de desarrollo, de búsqueda personal e identitaria que nos conduce del jardín de la infancia y la adolescencia al mundo de un joven que migra y tiene que enfrentarse con la otredad y lidiar con la muerte de los seres queridos y, en última instancia, afirmar lo que cree. Concluyo trayendo a colación unos versos del primer poemario de Poot, donde decía: “Convaleciente de recuerdos, / indeleble, / te procuro perpetuar” (2015: 38) que me llevan ahora al epígrafe del inicio donde resuena la voz de Cristian apuntando, creo yo, no sólo su fe de vida sino también la declaración poética que da sentido a su oba: Creo en la sonrisa infinita de mi padre. En la mirada inocente de los niños [que sonríen en un triciclo oxidado. En la infancia perpetua: el único deseo (2019: 41).

58 PUNTO CARDINAL

David Anuar (Cancún, Q. Roo, 1989). Licenciado en Literatura Latinoamericana (UADY, 2013) y maestro en Historia (CIESAS, 2018). Ganador del Concurso de Cuento Corto Juan de la Cabada (2011). Autor de dos plaquettes de poesía y tres libros. Editor de Contramarea. Breve antología de poesía joven de Quintana Roo (2017, Plataforma Colectiva) y de la antología Desde otros ojos, una muestra de la poesía de Adriana Cupul Itzá (2019, Gaceta del Pensamiento) y de su obra completa Y mi cuerpo no ha muerto. Poesía recuperada (1993-2002) (2019, IMCAS).


Cilicio

para los

poetas Cubanos*

Por: Gilberto Padilla Cárdenas

S

e sabe: los poetas cubanos se multiplican en proporción geométrica; los lectores en proporción aritmética. De no frenarse en Cuba la pasión por publicar —dense cuenta que de un total de 176 libros enviados a mi convocatoria,1 121 son poemarios—, vamos hacia un país con más poetas que lectores. Eso explicaría muchas cosas… El caso es que los bardos son incansables. Batería de litio. Ejemplo al azar: The New Yorker recibe 40.000 poemas al año, de los cuales publica solo 150; lo que le cuesta una fortuna, porque necesita una persona a tiempo completo que lea todos los poemas recibidos: 800 por semana, para solo escoger tres. Lo jodido de esta estadística es que pone el dedo en la llaga: a medida que aumenta la población mundial, no aumenta el número de los que leen, sino de 60 PUNTO CARDINAL

1. A raíz de que se le hizo la observación de que no ha recomendado ningún libro de autor joven cubano en su columna Maquinaciones, el autor inicia una exhaustiva indagación en antologías de poesía actual y termina por hacer una convocatoria literaria para jóvenes creaores de Cuba emitida desde la plataforma de facebook,

los que quieren ser leídos. Los poetas cubanos no son la excepción. Alguna vez, Judson Jerome dijo que si uno fuera realmente considerado con sus lectores, debería insertar un billete de cinco dólares en cada uno de los libros que publica. Es una solución racional en una economía de mercado: si hay más oferta que demanda, y nadie está obligado a comprar, se hunden los precios hasta el punto de volverse negativos: pagar, en vez de cobrar, por ser leídos. Eso sería lo mejor: que alguien me amortizara una buena cantidad por el tiempo perdido leyendo poemarios cubanos recientes. Repito: 121. Se han hecho cálculos dantescos sobre el aumento de la población mundial, por ejemplo: el año en que no quede lugar sobre el planeta más que de pie; pero nada comparado con la emisión de poemas cubanos. Los poetas cubiches publican a tal

velocidad que nos vuelven cada día más incultos. Son como curieles: los tiras en un rincón sin nada —sin talento, sin editorial— y a la semana tienes una nueva camada en el pesebre de la Asociación Hermanos Saíz. Empecé a escribir esta columna ayer y en menos de 24 horas ya tenía referencia de nuevas y posibles antologías para auscultar: La isla invertebrada (Capiro, 2018), de Luis Manuel Pérez Boitel; la compilatoria en proceso: Temblor de Luz. Breve muestrario de poesía amorosa y erótica. 50 poetas jóvenes, de Elizabeth Reinosa & Milho Montenegro; La estrella en germen (Sed de Belleza, 2017), compilación de Sergio García Zamora con un prólogo de Roberto Manzano que ni Elton John en la banda sonora de El Rey León. (No he contemplado aquí ninguna antología circuncidada en lo que Orlando Luis Pardo Lazo denominó “Generación Años Cero”. Por dos raPUNTO CARDINAL 61


zones: 1) la etaria, y 2) revisando los mencionados libros uno encuentra una especie de polémica de tags: al parecer están los poetas de la Generación Cero, o Generación 0, o los “madre mía qué malos poetas son”). Una cosa que pasa con las antologías es que, entre que sale una y sale otra, decenas de poetas antes ignorados se han vuelto imprescindibles. Lo que podría dar la impresión de que cada vez hay mejores poetas cubanos. Y no. Recuerdo una curiosa antología digital, hecha por Raúl Heraud Alcázar, que 62 PUNTO CARDINAL

junta a 49 poetas nacidos después de 1970 que son la pera. Me admira que sea difícil encontrar 30 grandes poetas en la historia de la literatura cubana y Heraud haya encontrado 14 solo en Holguín. Maldades al margen, los invito a visitar una librería y comprar cualquier libro de Yunior Felipe Figueroa, Moisés Mayán, o Rafael Carballosa Batista; imagínense esos poemas dentro de cinco años; luego, dentro de diez; sigan sumando polvo a su imaginación y díganme si no es justo el olvido que merecen hoy. Borges se ufanaba de los libros que había leído más que de los que había escrito. Pero yo creo que la medida de la lectura no debe ser el número de libros leídos, sino el estado en que nos dejan. A mí hay dos cosas de la joven poesía cubana que me enervan. La primera es el “yo” vacuo. Mientras escribo esto pienso en Ezra Pound y en la forma inquietante en que algunos de sus poemas hablan de mí: “I have sung women in three cities / But it is all the same; […] / Lips, words, and you snare them, / Dreams, words, and they are as jewels / Strange spells of old deity, / Ravens, nights, allurement: / And they are not”. Pero, ¿cómo es posible que de un poeta norteamericano nacido en 1885 a mi vida haya apenas un paso: una conversación tan elocuente entre distintas formas de soledades? En realidad, es muy fácil: con el “yo” de Ezra Pound, el literario, sientes que el autor habla de ti. Miles de poetas cubanos hoy parten de la premisa inversa —la lírica nacional es como un carné de identidad: personal e intransferible—, cuando la poesía interesa porque, bien hecha, trata de todos nosotros. Esa es la diferencia entre lo doméstico y lo íntimo (que es lo rabiosamente universal). La segunda es la uniformidad. En principio, todo aquel que lleva la contraria me tiene de su parte. Es tan fácil sumarse al coro de lo común, al mercadeo sentimental, que la voz impar merece siempre reconocimiento. En décadas pasadas esa gente valiente

se llamó Ángel Escobar, Diáspora(s), Javier Marimón, Reina María Rodríguez, Juan Carlos Flores, etc. Ningún cuaderno escrito hoy es tan ambicioso como La foto del invernadero o Distintos modos de cavar un túnel. Es más, da la impresión que los poetas de ahora no escriben libros, sino poemas sueltos, o como se dice en la música urbana: singles. ¿Recuerdan aquella pelea de Pierre Bourdieu por la distinción? Pues no hay tal pelea. La poesía cubana resulta hoy —como ya dije en mi columna anterior, copiando a David Foster Wallace, no se engañen— “soporíferamente idéntica”. Hay mucha lengua transparente, mucho semen (“En la soledad de mis estrías, / se enfría / la natilla de tu sexo”), mucho kamasutra gay (“Agachado espero la phana. / Agachado no hay perdón. / De pie menos. / En cuatro satisface, pero no cura”), y mucha Tukola (“Un poeta que es negro como el cielo / como la Tukola”). Si hace seis años tuvimos aquel hit de Legna Rodríguez Iglesias: “Una mujer que singa / piensa”; hoy merecemos: “Si preguntas qué cosa es poesía / te respondería / que es mi teta, / una uva caleta en medio del matorral nocturno”. ¿Tenía razón o no Severo Sarduy cuando escribió que “solo en la medida en que una obra del barroco latinoamericano sea la desfiguración de una obra anterior que haya que leer en filigrana para gustar totalmente de ella, esta pertenecerá a un género mayor”? O lo que es lo mismo: ¿no es la teta poética de Darcy superior al genérico y hermafrodita “tú” (“¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo / preguntas? / Poesía… eres tú”), de Gustavo Adolfo Bécquer? Todo este sermón se me ha ocurrido leyendo Asedio a Lezama Lima y otras entrevistas(Letras Cubanas, 2009), de Ciro Bianchi, mientras creía que leía Para leer debajo de un sicomoro (Letras Cubanas, 1998), de Félix Guerra. Es una cosa que pasa poco: leer un libro creyendo que lees otro. El caso es que iba hojeando Asedio a Lezama… con

mucha pereza y di con esta definición zodiaca de poesía: “La poesía [es] un caracol nocturno en un rectángulo de agua […]. El poema es un cuerpo resistente frente al tiempo y el poeta es el guardián de la semilla, de la posibilidad, del potens. Eso lo sacraliza, es el hombre que cuida un germen, nada menos que la semilla del potens, de la infinita posibilidad”. Por ello es tan raro que uno lea después versos de este tenor: “Llegué con el cañonazo de las nueve / delator de historias confidenciales, / delator de medianoches sin PUNTO CARDINAL 63


sombrillas. / Llegué húmeda de sangre / con un corazón palpitante, / sin el menor asombro, / sin saber que llegaba, / sin los temores de una alumna aventajada / de la vida, / como una gata que se arrastra en cuatro patas”. ¿Tanta teoría y tanto perfume lezamiano para leer esta cursilería de pupitre? Por otra parte, ¿alguien sabe de una gata que se arrastre en dos patas? ¿Una gata bípeda? Apunto estas cosas ridículas, amigos, porque no solo están los malos poetas, también están los malos editores, 64 PUNTO CARDINAL

y estos “libros jóvenes”, son el paraíso, las Islas del Coco de la mala edición. ¿Y dónde está el piloto? Sabemos que editar es una forma subrepticia de opinar sobre el estado de la cultura contemporánea. Pues aquí el primer signo poético de nuestro tiempo: la logorrea. Esta vana fecundia es perfectamente erradicable con un buen editor. La joven poesía cubana está llena de lugares comunes hasta las amígdalas: “La ciudad sonríe mientras cree ver a la luna / reflejada sobre un plato vacío” (Yenys Laura Prieto); “He amado a muchos hombres / los he venerado con la fuerza de mis cartílagos / el pulso frenético de estos huesos / como se ama la desnudez de un ángel” (Milho Montenegro); en los poemas dedicados al cáncer, siempre hay “células podridas”, “olor agrio”. Una terrible angustia de las influencias de Buena Fe: “Niña que se mira en mí como si yo fuera espejo, / azulejo, / catalejo / para interpretar la distancia. / Pendejo” (Darcy Borrero): noten por debajo la prosodia del tema “Pi, 3,24”: “Aritmético / elíptico / párvulo. / Alfa / beta / gamma / rectángulo”. Poemas que infringen el código penal de lo cursi: recuerdo un poemario muy malo de Ariel Maceo (¿Sabes quiénes son los monstruos?, Guantanamera, 2016) que, a pesar de que él no se lo propone, funciona mejor que IMDb para resumir películas: “Disculpa que te pregunte pero… / ¿Sabes qué son los monstruos? / ¿Esos cadáveres que chorrean sangre de la boca? / ¿Que no tienen dedos en los pies pero sí tentáculos / en los que corren líquidos amarillos? / ¿Que tienen dos cabezas y ningún ojo? / ¿Sabes qué son los monstruos? / ¿Esos cuerpos que andan con peceras incrustadas en el cráneo? / ¿Esas sombras que esperan debajo de la cama a que te acuestes?” [Díganme si no ven aquí un perfecto blurb de Monsters, Inc (Pixar, 2001)]; “Tengo que hablar del viejo que navega en su bote / buscando el pez que devora sus sueños. / Sale a cazarlo / degollarlo

/ como sea da igual. / El viejo no tiene otro propósito / por eso sale temprano desde su Cojímar” [The Old Man and the Sea, Warner Bros, 1958]; “Les voy a contar la historia de la bailarina. / Ella no siempre fue bailarina. / Primero fue bodeguero / estibador / proxeneta” [Una onda Suite Habana (Wanda Visión & ICAIC, 2003), de Fernando Pérez]. Pero hoy vengo ante ustedes como Celestina. Mi socio Aldo nunca me perdonará esta columna, porque vengo a airar sus intimidades. Pues estaba yo en mi casa cuando apareció Aldo con un requerimiento. Obviemos todo contexto, y vayamos a la frase en sí: “Ahora que viene la Feria del Libro, necesito que me recomiendes un poemario para una jeva”. Filología y alcahuetería, ya les dije. Parecía una tarea fácil. Un malestar, luego estupor, luego un ictus rampante se fue apropiando de mi cordura. ¿Dónde puedo encontrar poemas cubanos que sirvan para flirtear? Está demás decir que Aldo no quiere nada como esto: “Por qué pienso que puedo escribir, cuando lo único que / tengo para ofrecerte / es un condón de menta y chocolate” (Damián Padilla, Phana, Bokeh, 2016), que es lo que había más a mano, sino algo en la línea “Fuera de foco”, de Reina María Rodríguez: “el toro de la primavera se me encima / estoy en celo / mi cuerpo untado de canela tiembla / como una cabra blanca. / entre tus piernas y mis piernas / un río fluye vegetal / hay ruido y mi oreja es un girasol / recién cortado. / no soy más que una línea / una espalda a contraluz / y los objetos del mundo se van todos / se elevan / para que lo difícil de nosotros / prevalezca”. ¿Y si la poesía cubana ya no sirve para flirtear, entonces, para qué es buena? Los grandes misterios de la joven poesía nacional son: 1) ¿Por qué hay tanto homoerotismo en nuestros versos y tan poco en nuestra Constitución?, y 2) ¿Dónde están

los disidentes, los “infelices anormales” (para traer el lance a Retamar); toda esa gente inoportuna? Debe de haber un gran contenedor de libros ardiendo en alguna parte o el Estado está muy feliz con los poetas cubanos. Gilberto Padilla Cárdenas.

Ensayista y profesor de Teoría Literaria de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Investigador asociado del Centro de Estudios del Caribe de la Casa de las Américas. Ha obtenido, entre otros, los siguientes premios: Premio ALBA de ensayo 2011, auspiciado por el Programa de Investigaciones sobre las culturas de América Latina y el Caribe. Premio Internacional de Ensayo Temas 2012, en la modalidad de Estudios sobre arte y literatura.

PUNTO CARDINAL 65


cracken Fanzine de poesía desde el Caribe

Cracken se imprimió en la ciudad de Cancún, Quintana Roo en el mes de noviembre de 2019. El tiraje consta de 200 ejemplares. La edición estuvo a cargo del club editorial.


www.facebook.com/crackenfanzine crackenfanzine@gmail.com


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