REVISTA
ENGENDRO
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MAYO
2020
EDITORIAL Termina la sección deportiva del noticiero. El televidente apaga la aparato y el desasosiego es el mismo. ¿Podrá consolarse más tarde esa noche, rezando en la oscuridad de su habitación mientras se esfuerza por creer que la enfermedad y la muerte son parte del plan de Dios, que sus tiempos son siempre perfectos? La religión, la política, el deporte, el skin-care, la monotonía de la vida cotidiana y hasta el amor. Todos nuestros sistemas de sentido, esas ficciones que nos levantamos a edificar todas las mañanas para irnos a la cama convencidos de que vale la pena despertar al día siguiente han fracasado en explicarnos qué está sucediendo y por qué. La Revista Engendro ha despertado de su parálisis para brindarle a sus lectores otra edición. Como la anterior, esta se sitúa en pie de lucha por un propósito tan quimérico como necesario: comprender. ¿Habrá quien encuentre en las páginas siguientes algún tipo de alivio a lo absurdo, aterrador, soez y en ocasiones divertido de estos tiempos? Cada lector habrá respondido a esta pregunta al llegar a la última página. Lo que es seguro es que el talento de los participantes no será desperdiciado, que la sangre invertida en el proceso de crear no ha sido derramada en vano. Si este número no consuela a nadie, no libera a nadie del horror, servirá por lo menos para comprender; comprender implica muchas veces derribar y muy pocas veces volver a construir. Los trabajos incluidos aquí constituyen un todo heterogéneo y diverso, una combinación de partes que tal vez fueron concebidas para ir juntas; en otras palabras, un engendro. Se trata de Radiografías del Fin, instantes, ideas y emociones inmortalizadas antes de que todo termine (de una forma u otra).
REVISTA ENGENDRO
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RADIOGRAFÍAS RADIOGRAFÍAS
DEL FIN SEBASTIÁN GOMÉZ ALZATE
Una fotografía del interior del cuerpo sin tener que diseccionarlo, ¿qué dice sobre su composición a quién puede leer las manchas de la película plástica que se ve mejor con un fondo luminoso? Captura de un suceso vivo que se mueve, se expande y se contrae, se moviliza, pero el estatismo del medio lo muestra inmóvil y permanente, lleno de sombras que contrastan con el vacío del material, correspondiendo con lo lleno de la parte del cuerpo puesta entre rayos X. Imágenes fragmentarias de un organismo que busca el entendimiento de su interior sin descomponerse. Un borde, caricia entre límites de algo que se conoce y algo por reconocer, último paso antes del abismo o de subir el próximo escalón. El inicio de algo presupone el final de su estado anterior, y ese existir con el amanecer que no es como ningún otro porque ya está sucediendo cuando se le nombra, tan irrepetible como las nubes incesantes en los cielos de cada día. La terminación acontece sin la 3
necesidad de que alguien la note, cuando se le identifica la novedad ya comenzó, y la sensación de incertidumbre está ahí suspendida y febril por no saber sobre el grado del cambio, ni del esfuerzo y estrategia para atender al propósito de la novedad. Aceptemos que estamos aquí pero aún no hemos llegado. Y el aquí resulta que no es tan confortable, y el aún no aquí se escapa cómo mercurio entre los dedos ¿o no? Las incertidumbres se han puesto en el comedor para ser devoradas o para devorarnos, pero esa hambre de los participantes y lectores de esta edición es la de los cuerpos sin agrupar, carecen de identidad común, solo hay alteridad, tienen tan diferentes síntesis y preocupaciones sobre lo que está pasando que no existe un curso de acción definido común para la comunicación de estos pensamientos y gestos que les hacen corresponder. Incluso nuestros cuerpos se han puesto en entredicho con el acontecimiento presente que pasará a los libros de historia como la segunda recesión económica global del siglo XXI y como la primera gran epidemia del mismo siglo, estos cuerpos hechos a la medida de los que les adiestraron en el arte de la humanidad, que tienen hambre, desasosiego, miedo por el encierro y el no-futuro, ansiedades convulsas carentes de la adictiva dosis del otro que es mi amigo o simplemente se acostumbra uno a encontrárselo en cualquier esquina de su vida cotidiana. ¡Salud por los que pueden vivir el aislamiento, y un sentido pésame por los que sobreviven a la no- sociedad del consumismo depredador que con o sin pandemia ya llevaban sobre sus sienes el peso de los desposeídos, no nos alcanzó el tiempo para tener lo suficiente en esta emergencia de la que sí fuimos avisados, pero siempre de manera indirecta, nadie quiso callar para sentir esas voces que nos enseñaron que la naturaleza no necesita de la humanidad para nada! Las radiografías del fin son tan múltiples como quienes las narran, las palabras y las imágenes se aferran al momento pandémico como una hormiga en el tobillo descalzo de un niño que salta la cuerda, y las 4
mandíbulas diminutas clavadas son causa y consecuencia de lo interrumpido del saltar. Y el niño seguirá haciéndolo sabiendo que las hormigas volverán y que la cuerda solo lo lleva hacia arriba con la promesa de volver a caer. A nadie se le enseñó el verdadero sentido del saber parar. Explicar sin describir hizo de la resignación y las utopías un vertedero circular que no se renueva desde que nos dejaron la Ilustración, desde eso somos los mismos deseando lo de los otros pocos, y los pocos ahí porque son los que nos cuentan sobre lo verdadero y lo propio. Ahora, nos conformamos con que una buena explicación es una descripción en sí misma, situada en el lugar que le corresponde, es decir, sin sustraerle las intenciones de retratar, narrar, informar y entretener. La historia de lo humano es la historia de los errores que se cuentan después como triunfos o hitos acumulativos que cimientan el trasegar de un imparable presente que arrastra todo lo conocido hacia adelante, y que el futuro no es algo concreto que se pueda conocer, pero las ficciones en diferente escala temporal son lo que nos mantiene a flote en un mundo que es tan real que nos encandila y nos hace usar las vestiduras que nos quedan justo a la medida, las que nosotros mismos fabricamos y lucimos para la fiesta a la que no fuimos invitados, pero que a veces agrada, a veces fastidia. Estamos llenos de contagios, alguien en algún momento nos tocó, nos untó un poco de sí sin saber que nos enfermaría de empatías y modos de hacer, pero ¿cómo se vive en esta novedad obligatoria?
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C Ó M O
EXTINGUIRSE
Y NO FALLAR EN
EL INTENTO [
F
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CASA VIEJA
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Entre el desconcierto, la ansiedad y el aburrimiento la mente se perturba con los hechos del momento. Hemos olvidado nuestra naturaleza, nuestra historia y la debilidad que nos caracteriza como escuetos eslabones de la cadena alimenticia. Y mientras el orden mundial enceguecido por la locura del poder construye las bases de un mundo sin sentido, las verdades indescifrables del universo, en silencio y a su ritmo, cumplen las profecías de los miedosos. No hay héroes ni villanos. No hay sobrevivientes ni legados. No hay escapatoria de la muerte. No hay escapatoria del olvido.
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INSTRUCTIVO PARA LEVANTARSE TARDE TODOS LOS VIERNES SARA MARÍA BERNAL JIMÉNEZ
Ser impuntual todo el tiempo no es fácil. Contrario a lo que piensan los Puntuales, es un estilo de vida que requiere constancia y concentración. Quien pretenda aprender cómo levantarse tarde todos los viernes debe ser consciente de ello, a menos de que quiera correr el riesgo de sólo levantarse tarde algunos viernes. Además, debe asegurarse de contar con una alarma tenue y con la opción de Snooze, es decir, el anglicismo que traduce “5 minutitos más”. Cualquier persona que cumpla con este requisito puede aprender a levantarse tarde todos los viernes. Para empezar, gaste, entre el lunes y el jueves, toda la energía disponible para la semana (la actividad puede ser elegida libremente). El jueves tome todo el café que sea necesario para evitar conciliar el sueño antes de medianoche; o en su defecto, encuentre una actividad interesante en la que no pueda dejar de pensar, como un infortunio amoroso. (Si quiere obtener mejores resultados puede añadir una cena que cause malestar gástrico). Programe la alarma (referida anteriormente) para sonar a una hora 12
apenas justa para llegar a tiempo y, al momento de ir a la cama, posicione su cuerpo de tal manera que asegure el adormecimiento de alguna de sus extremidades en la madrugada (para garantizar algunos minutos más de insomnio y evitar la posibilidad de salir corriendo y estropear lo logrado al levantarse tarde). Verifique, además, la presencia de un espacio en la ventana suficiente para que puedan ingresar mosquitos y corrientes de viento, con o sin sonido tétrico. Hecho esto, espere en silencio el amanecer y concilie el sueño una hora antes de la programada en la alarma. Cuando suene, sin pensarlo, aplace por primera vez la alarma y reconcilie el sueño. Pasados los primeros cinco minutos, y al escuchar la nueva alarma reprogramada, entréguese libremente a la reflexión existencial sobre la futilidad de sus actividades diarias y, con base en los resultados, aplace la alarma nuevamente. Al tercer sonido, el resultado está casi asegurado; sin embargo, aplace la alarma una vez más sin ser consciente de ello. Felicidades, en este momento ha sonado la cuarta alarma, ha logrado postergar al menos 20 minutos de vida al levantarse tarde y, aun haciendo sus mayores esfuerzos, jamás logrará llegar a tiempo. ¡Ánimo, aún quedan infinidad de actividades en el día que puede realizar impuntualmente! No pierda la concentración.
Manizales, 2017 13
CREEP GRL ACRÍLICO SOBRE PAPEL Creepgrl Art creepgrlart 14
CYBERPANDEMIX CYBERPANDEMIX CYBERPANDEMIX CYBERPANDEMIX CYBERPANDEMIX CYBERPANDEMIX CYBERPANDEMIX CYBERPANDEMIX CYBERPANDEMIX CYBERPANDEMIX 15
DOLOR HERMÉTICO KATALINA CASTILLO Imaginar mi cuerpo como una superficie hermética. Imposible. Los sonidos me invaden a modo de una tela de bocas pegadas gritando tapabocas, tapabocas guantes, lleve los guantes los tapabocas, a mil a mil. De repente el señor de al lado pasa excesivamente cerca. Hay filas para todo, rostros cubiertos con un trozo de tela. Si antes eran anónimos con sus ojos cansados, hoy son máscaras que emiten un fuerte significado, delatan un miedo que se hace perceptible físicamente con un tapabocas, ¿el miedo a la enfermedad? Más bien, al dolor que ésta produce y a la muerte que eventualmente llega. Nos piden un hermetismo casi absurdo. ¿Cómo cubrir mi cuerpo de tal manera que quede algo parecido a una bolsa hermética? ¿Cómo? Tendría que dejar de sentir, no podría experimentar la luz del sol a
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medio día, ni oír tus palabras, o ver tu cara cansada cubierta con un trozo de tela; no sería soportable el tacto con las cobijas. Como bolsa hermética prefiero ser papel en ella. Si fuera una hoja puesta en una bolsa hermética, reposaría sobre una sola superficie lisa, sin más reparos que ocupando un espacio geométrico, de lados con medidas iguales, un área regular. Pasa una moto verde soportando a dos policías, pobre moto verde. Ese verde repugnante del que sale una repugnante voz chillona: Sepárense, Sepárense, un metro de distancia. Me arrebata mi ensoñación de papel, me hace aterrizar a la penosa condición humana, sí hay tapabocas de dos mil a mil, de dos mil a mil. Miedo al abismo de lo que sentimos más bien poco y nos aterra mucho, el dolor.
Manizales. 30 de marzo del 2020 17
TODOS LOS
DÍAS
El día se encontraba en la cúspide de su resplandor. Eran alrededor de las 12 del medio día, y por la ventana de mi habitación con la persiana entreabierta penetraban unos caóticos rayos de luz, tornando el lugar en un escenario aún más agobiante que la vorágine que estaba hecha mi mente. Allí solo había lugar para la multitud de conflictos entre los que parecían ser varios yos. Iban y venían una cantidad exagerada de pensamientos de manera tan tormentosa que apenas podía reconocerlos. No encontraba siquiera la capacidad de otorgarles juicios de valor, no podía distinguir si eran lo suficientemente buenos o suficientemente malos para tener el discernimiento de mantenerme sintonizada en unos u otros, convirtiendo mi cabeza en un completo caos. Físicamente es una experiencia emancipante, como si la mente se apartase del cuerpo y perdiera todo control alguna vez dominado. Empieza el desespero. Quiero huir, quiero que mi verdadero yo salga de allí. Quiero cortarlo de raíz, que se acabe y no volver a verme en esta situación nunca más. Pero me siento atascada. 18
Mientras más lucho contra ello, más fuerte se vuelve. Tengo una vista casi completa de mi habitación, pero, aunque reconozca cada detalle de ella la escena me hace dudar inclusive de su propio carácter real. Ya cada aspecto está dotado de un surrealismo que me impide distinguir siquiera mi propia existencia. Todo se nubla, inclusive los fuertes rayos de sol que me perturban se empiezan a percibir opacos. Si no existo físicamente, ¿por qué sigo experimentando agobio? Mi cuerpo empieza a tener movimientos involuntarios, y en medio del caos vuelvo a percatarme de la experiencia física, y rompo en llanto. Es un llanto inexplicable e incontrolable. Es tal vez la acción culminante que me permitirá expulsar -aunque en el fondo sé, solo momentáneamente- todos mis tormentos inmateriales e inexplicables. Uno supondría que solo en la discordia de la noche salen a flote los terrores más profundos e irracionales de la mente. Sin embargo, con todo este tiempo libre para pensar, en cualquier momento del día se desata el suplicio ocasionado por una mente que se ha convertido en un constante campo de batalla de los pensamientos más caóticos jamás imaginados.
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TODOS TODOS TODOS TODOS TODOS TODOS TODOS TODOS TODOS TODOS 20
LOS LOS LOS LOS LOS LOS LOS LOS LOS LOS
DÍAS DÍAS DÍAS DÍAS DÍAS DÍAS DÍAS DÍAS DÍAS DÍAS
EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE
MONSTRUOS CAMBIO DE PIEL [
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ANDRÉS AGUDELO
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EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS EL SUEÑO DE LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS EL SUEÑO DE LA MAMA SONE CONRAZÓN UN HOMBREMONSTRUOS QUE CREIA PRODUCE EN LOSDE VAMPIROS EL SUEÑO LA RAZÓN PRODUCE MONSTRUOS 22
Quaerens Quem Devoret - A l'Heure de l'observatoire: Les amoureux
CAMBIO CAMBIO CAMBIO CAMBIO CAMBIO CAMBIO CAMBIO CAMBIO CAMBIO CAMBIO
DE DE DE DE DE DE DE DE DE DE
PIEL PIEL PIEL PIEL PIEL PIEL PIEL PIEL PIEL PIEL
LA HISTORIA CAMBIANDO DE PIEL
Isabella Varela - Andrés Agudelo
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EL PAÍS DE LA
ANIMADVERSIÓN [FRAGMENTO DEL LIBRO Mis Mis y un Tareas]
EDUIN ALEJANDRO CASTAÑEDA MORENO
Tanta muerte, tanto odio... Ustedes seres insensatos, arrogantes y perversos merecen cada aspecto miserable en sus vidas desgraciadas. Merecen que la bonanza apenas sea una ilusión y que la dicha algo precioso de poco durar. Lo merecen, por el silencio, por la avaricia, por su apatía. Todo aquello que se les atora en la garganta y el sabor nauseabundo de la bilis, lo merecen. Me apena, y bastante, que la bondad del mundo sea mancillada, me duele y asquea, mucho más, ver cómo lo puro es pervertido, arrebatado y desechado. A estas alturas me vanaglorio con absoluta convicción de conocer la no existencia de un Dios, diablo, castigo o infierno porque seguro no hay horrores más grandes e imaginables que de los que se jacta la humanidad misma con el mero hecho de existir. 24
A las personas, cuya existencia me es grata ante lo que en el mundo es bueno, les doy gracias y comparto mi más sincero aprecio y pesar porque ustedes, amados seres, no merecen tanto de esto tan repugnante que se nos ofrece a manos llenas. También he de decir, con sinceridad plena, que el día que me vaya de este mundo agradeceré con creces la paz que viene con la tumba porque así no tendré que aguantar más a una humanidad tan hambrienta, tan horrenda, tan sola y desgraciada.
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EL LABERINTO JUAN CAMILO L. RESTREPO
En un siglo que ya pasó, en una nación extinta en nuestros tiempos, existía un enorme laberinto. Se decía que en ese lugar habitaba un monstruo, una criatura mitad bestia y mitad hombre. Un día un joven decidió ir allí y demostrar que no hay monstruos o bestias capaces de vencer al ingenio humano. ¡Estoy preparado, seré el héroe más grande de esta era!, gritó a los cuatro vientos. La bestia te devorará, nadie ha vuelto nunca de ese laberinto y no serás la excepción, le advirtió el anciano del pueblo. ¡Yo volveré y traeré la cabeza de la bestia! le respondió el joven sin hacer caso a su consejo. Entró en la madrugada del día siguiente. Mientras se adentraba en el complejo notó que en sus paredes había esqueletos y cadáveres, cada uno con distintas heridas: cortes finos, desmembramiento, decapitaciones, ahorcamientos… actos que solo un monstruo podría realizar. Sin embargo, el joven no entró en terror. Al contrario, siguió adelante con mucho más interés: le esperaba la fama y la fortuna. Al avanzar más y más hacia el corazón del laberinto aparecieron letreros: “Sigue, adelante hay un gran tesoro”; “En el centro del 26
laberinto está lo que deseas”; “Continúa, no te retrases por nada ni por nadie”. El joven los estaba leyendo cuando una silueta se dibujó a lo lejos. Pensó que se trataba del monstruo, que lo había encontrado. Se acercó con cuidado, sacó su daga; no preguntó, no vaciló, ni siquiera se detuvo y al cabo de un segundo la hoja afilada había perforado la garganta de la horrible bestia. Pero cual fue su sorpresa cuando vio que no se trataba de ninguna criatura mítica o un animal digno de colgar como trofeo. Entre sus manos, una joven mujer se desangraba. ¿Por qué me mataste? le preguntó la muchacha antes de morir. Yo no te he hecho nada… El joven siguió su camino sin reparar de lo sucedido, y mientras recordaba las palabras que había leído antes se encontró con un hombre malherido. Este le pidió ayuda, pero el joven imaginó que tal vez se trataba de un truco, una trampa del laberinto para desviarlo de su objetivo. No ayudó a aquel desdichado. Por el contrario, saqueó las cosas de valor que traía consigo; no le importó, de todas formas nadie lo sabría, la culpa sería de la bestia. Al llegar al centro del laberinto el joven se encontró con unas enormes puertas de madera. He llegado. La bestia, el monstruo, se encuentra del otro lado. Lo mataré y seré el más grande héroe de mi era. El joven se regocijaba frente a su destino. Pero al mover las pesadas puertas se encontró con otra sorpresa. No era una bestia, no era un monstruo, no era ningún tesoro: era un espejo. La bestia no existía realmente y no había nada en el laberinto salvo cuerpos desmembrados, decapitados, ahorcados y él mismo, el asesino de aquella mujer, el ladrón de aquel moribundo. El joven entró en cólera: sin un monstruo, ya no podría reclamar su gloria y riqueza como héroe. Sin embargo, meditó las palabras que el 27
anciano le había dicho antes de partir. Nadie había vuelto. Y si él era el primero en regresar, pensó, sería un héroe, aunque nunca hubiera enfrentado a ningún monstruo. Pero había un problema: no estaba solo en el laberinto. A parte de él mismo y de los cadáveres, el complejo alojaba a todas las personas que habían intentado su empresa y todavía seguían con vida, sumidos en su agonía mientras esperaban por alguien que viniera a rescatarlos. A lo lejos se escuchaban sus lamentos y sus llantos. Esas personas… pensó el joven. Si salen vivas de aquí contarán la verdad, le dirán a todo el mundo que el laberinto no alberga ningún monstruo. Nadie lo sabrá… se dijo después de reflexionar unos minutos. El espejo de la estancia reflejaba al verdadero monstruo, a la verdadera bestia, mientras sacaba su daga de la vaina y se dirigía silenciosamente a donde provenían los llantos y los lamentos. Cuando regresó al pueblo el joven se convirtió en el héroe más grande de su nación. El título no era para menos, había derrotado al monstruo del laberinto.
Manizales, Caldas, Colombia. 4 de abril 2020 28
BURROS SENTADOS EN UNA MONTAÑA DE ORO [PLUMILLA
Y
ECOLINES]
CAMILO ÁNGEL PACHECO 29
DE ORO BURROS SENTADOS EN UNA MONTAÑA DE ORO BURROS SENTADOS EN UNA MONTAÑA DE ORO BURROS SENTADOS EN UNA MONT SENTADOS EN 30
CINCO NUEVE NUEVE JCAM Óigame madre, padre, también usted que se engarzó en la letra… Cuan delicioso es el sabor de la excitación. Léame, recórrame, viaje conmigo; aunque he de advertir, no sé cuál vaya a ser el final, y si hemos de separarnos en algún punto, igual toda esta tierra es vagabunda, todo su contenido. Mi mirada se carga con picardía al decir que de todas maneras algo es seguro, para ti (perdón si mi trato se excede en confianza), para mí y para cualquier clase de conjugación del artículo gramatical, en invariable cuantía e invariable nombre. Parece que perecer es el destino y verlo llegar es el tránsito ¿No es así? Una pregunta con dos respuestas: no y sí, de ahí en adelante los granos de arena de una playa que también llegan hasta el lecho marino, justificaciones y habladurías para la dubitación, por qué si, por qué no. Porque sin necesariamente verlo, en esas nos la pasamos. En ese vaivén suceden un montón de cuadros, tic tac a cualquier escala, complejo como un mecanismo suizo, como una sombra estelar, como un reloj atómico. Hay risas y llantos por dentro y por fuera de las pintorescas caras, identificación de meros cuerpos, todos, hasta de las mentes que crearon esas complejidades, partiendo de lo que ya lo era; hay espacio para emocionales sensaciones, otra manera de ver la analogía de las aguas que te decía. Mientras tanto la condena se 31
acerca… el viaje podemos hacerlo en quietud o en cualquier transporte, cosa que es irrelevante ante la fluidez que se requiere al estar acá; y por cierto ¿dónde estamos ahora? Dímelo tú, aunque yo lo sé bien. Estoy contigo, lugar incierto, como el destino, cuando lo advertí. Entonces al saber quién eres voy a saber dónde estoy, y así quizá pueda comprender quién soy. Hablar de muchas cosas y saberlas no es lo mismo que conocerse. Tus ojos hablan de excepcionalidades. Al verme yo te veo, lo decido. Podríamos estar mirando hacia otro lado, pero así no funciona esta hipnosis. Salir del trance. Yo sé qué estás viendo ahora, y si vuelves a mirarme, de nuevo hallarás el picante fuego en mis ojos. Algo me dice que nos estamos entendiendo, tu y yo, y cada quien. Me encontraba conspirando cuando caíste ante mi mirada que también es la letra, nos hemos embarcado. Yo sé a dónde has ido y donde no, cuando me dejes continuaré haciéndolo porque no puedes dejar de pensar en mí, te lo aseguro, tan seguro como la parada, como la advertencia, perdona si parezco recalcitrante, ya comprenderás que no es así. Ahora un giro, a lo Copérnico, para decir que, si bien el destino baila entre la certeza y la incertidumbre, está ensayando, sin saber si en el gran salón de la muerte podrá seguir bailando o quedará dormido, tanotoico, sin volver a soñar. No alcanzan las ofrendas para agradecer por la música, cantidad de melodías que acompañan nuestros estados. Los sueños, las aspiraciones, más formas de identificar… Juez puede ser cualquiera y cualquiera puede creer que es capaz de impartir justicia. Una cosa es ver los detalles y otra es tener la lengua larga. Cuando sacas la tuya yo saco la mía, vamos a verlo. Así nos conocemos más. Pasado todo este tiempo diré que me gusta verte y me gusta que me veas, aunque no hay evidencia de que siempre sea así, yo soy como tú, eso es lo que dice el espejo, letras no necesariamente escritas, y ha llegado el punto en el que debemos separarnos, momentáneamente, con estas quinientas noventa y nueve palabras. 32
SEBASTIÁN GÓMEZ ALZATE
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Nuestros sueños la relidad nuestros sueños la realidad está dormida nuestros sueños son más vivos que ella más brillante la realidad toma su tiempo el tiempo toma su tiempo. No podemos ser libres pero conoces bien las razones, las conoces de memoria. No puedes ser libre, pero mover los dedos ya es estar en otro lugar. No puedes ser libre yo sé que ningún día se parece pero no puedo ser libre pero yo sé que ningún día se parece. No puedes ser libre pero hemos recorrido juntos ratos del camino y hemos intercambiado nuestros números. No puedes ser libre pero puedes hablar mucho rato con los perros, con locos, con [policias, con tu mano.] Nos decimos ya encontrarás lo que necesitas dices necesito todo lo que pueda encontrar. Y mis sueños son a veces lo que más miedo me da un sueño joven... un sueño de joven un sueño que envejece, un sueño de viejo un viejo sueño un viejo compañero, una vieja amistad celosa.
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No puedes ser libre pero solo puedes enfadarte contigo mismo tienes un poder enorme, y te debes todo lo que mereces. No puedes ser libre, pero ya conoces el fin de la historia y puedes contarla como quieras. Puede cambiar de forma de hablar y tu manera de pensar, convertirte en un nuevo amigo. Y si un relámpago brilla en nuestro ojos y el sol sobre tus dientes ya todo comenzó bien. Podrías ser libre, pero te olvidas de lo que hay debajo de tus pies. Y te debes todo lo que mereces. No puedes ser libre, pero te puedes tomar de la mano a ti mismo, y [salir afuera.] Soñarte como un pez, como un león, una rana y tener un apetito [voraz.] No puede ser libre, pero sabes quien te necesita, siempre hay alguien en alguna parte que te espera que no conoces.*
*Adaptación del poema Nuestros Sueños de Ronán Cheneau 36
SUEÑOS SUEÑOS SUEÑOS SUEÑOS SUEÑOS SUEÑOS SUEÑOS SUEÑOS SUEÑOS SUEÑOS 37
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RADIOGRAFÍAS
DEL FIN ANDRÉS AGUDELO
Nuestro planeta, la Tierra, gira sobre su propio eje a una velocidad de 1700 km/h y orbita alrededor del sol unas sesenta veces más rápido, a 107000 km/h aproximadamente. El catálogo de referencias del que disponemos para comprender la velocidad se ha quedado sin llenar en las páginas correspondientes a la velocidad de nuestro planeta, de manera que esta nos resulta desconcertante y aterradora. Un automóvil de Fórmula 1 puede superar los 350 km/h y, de acuerdo con la ciencia ficción, una nave espacial puede surcar el universo a la velocidad de la luz. Ambas magnitudes nos resultan perfectamente comprensibles; sin embargo, ¿qué son 1700 km/h? Para la mente infantil es perfectamente normal preguntarse cómo podemos movernos tan rápido y no sentir nada, e interrogar al adulto más cercano por una respuesta que la mayoría de las veces resulta insatisfactoria. La respuesta es sencilla: no sentimos el movimiento de la Tierra porque este es constante. 38
Los seres humanos vivimos y comprendemos la Historia a través de una relación similar a la que tenemos con la velocidad de nuestro planeta. Al igual que este, la Historia se encuentra en constante movimiento; de hecho, podría decirse que el movimiento es la esencia de la Historia, la materia de la cual está hecha. Sin embargo, existe una gran diferencia entre el movimiento del planeta y el movimiento de la Historia: mientras el primero es constante, el segundo no lo es. Por el contrario, este último está sujeto a una condición inexorable que lo opone radicalmente al movimiento de la Tierra: el cambio. El movimiento de la Historia es un movimiento de cambio permanente. De aquí una segunda diferencia: mientras la Tierra viaja por el universo en una travesía sosegada e imperceptible, la humanidad se mueve por el tiempo padeciendo la brusquedad de los cambios en su marcha, así como los pasajeros de un autobús sufren los sobresaltos cuando el conductor acelera para rebasar o frena de golpe frente a un semáforo en rojo. Claro está que estos cambios no son siempre perceptibles, o no son perceptibles para todo el mundo al mismo tiempo. Podemos pasar toda nuestra vida sin percatarnos del movimiento de la Historia. Esta se moverá a nuestro alrededor, pero no nos daremos cuenta. La infancia es un periodo privilegiado en este sentido: rara vez un niño rememora su pasado y por esto mismo los cambios nunca toman lugar. Los niños viven en un eterno presente y el paso del tiempo no significa nada para ellos hasta que alcanzan la adolescencia. Sin embargo, algunas personas se hacen adultas e incluso mueren sumidas en este sopor infantil. Nacen en el lugar correcto en la época correcta y sus condiciones materiales son las adecuadas para no experimentar nunca el desasosiego del cambio, de las cosas que son y dejan de ser. El 11 de septiembre de 2001 el movimiento de la Historia viró de forma vertiginosa en una dirección difícil de prever. Sin embargo, como un movimiento telúrico que se debilita conforme nos alejamos 39
de su epicentro, no todos los habitantes del planeta sintieron el cambio en la misma magnitud. A diferencia de las circunstancias actuales, no todo el mundo llegó a asegurar que se encontraba viviendo un “acontecimiento histórico”. La mayoría de estadounidenses tuvieron esta certeza. Para ellos, Nueva York es la encarnación material de las virtudes sobre las que se cimenta su identidad como Nación, de dónde vienen y hacia dónde van. Por este motivo el atentado representó no solamente una vejación a las fronteras del país sino una aberración violenta e inesperada en el movimiento de su Historia. Pero esto no fue así para el resto del mundo. Los cambios estuvieron allí, por supuesto; de hecho, los atentados del 11 de septiembre fueron el primer gran cambio que sufrió la Historia en el presente milenio. A partir de esta fecha el mundo cambió en formas demasiado drásticas y complejas como para resumirlas aquí. Si todos nos vimos afectados, la pregunta es por qué no todos experimentamos el vértigo del cambio. ¿Qué hace falta para que sintamos el movimiento de la Historia? El lector atento ya se habrá adelantado a la respuesta: para sentir el cambio hace falta que este se reduzca a la pequeña escala de nuestra vida. Un mercader afgano comprende que su historia ha cambiado cuando debe pasar por un puesto militar extranjero para llegar a su trabajo; cualquier idea sobre la Historia de su pueblo, su religión y su cultura está antecedida por la pequeña y contundente revelación de que su vida ya no va a ser la misma. El movimiento de la Historia es de cambio permanente. El cambio, al ser constante, puede asemejarse al movimiento del planeta y dar la impresión de no estar ahí. Un cambio que sea percibido no es más drástico ni más trascendental que uno que no lo sea. Junto con el 11 de septiembre la masificación del internet es otro de los cambios fundamentales que ha experimentado la humanidad en el curso de 40
los últimos veinte años. No obstante, ¿alguien se atrevería a comparar la experiencia de acceder por primera vez a la web con la de ver las Torres Gemelas derrumbarse sobre sí mismas en el corazón de Manhattan? ¿Estamos viviendo un acontecimiento histórico? Probablemente. El mundo entero lo sabe, o por lo menos lo intuye. La vida cotidiana de todos se ha visto perturbada. Sin embargo, la verdadera gravedad del acontecimiento solo la estimará el futuro. Por el momento, al igual que intuimos la gravedad del cambio mientras veíamos a los aviones impactar contra los edificios, es el pasado, o la Historia, lo que nos permite intuir que de ahora en adelante nada va a ser igual. Que la brusquedad del movimiento nos haya sacudido a nivel global es una oportunidad que la Historia, en su errática y desigual marcha por el tiempo, no nos brinda muy a menudo. ¿Quién se encontrará todavía sumido en el sopor infantil? Ahora que hemos advertido el movimiento ¿seremos capaces de hacerlo virar en una dirección un poco más favorable? El futuro no está escrito.
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