Gan, un elefante blanco de hermosos colmillos de marfil, vivĂa junto a su familia elefanta, su esposa y su hijo.
Su hogar quedaba en un lugar muy seco y ĂĄrido. Esto le obligaba a recorrer todos los dĂas largas distancias para buscar agua, al igual que los demĂĄs animales del lugar.
Gan era muy grande y de mucho peso. Andaba a pasos lentos y avanzaba poco. Algunos animales, al verlos pasar en sus diarias caminatas al arroyo, reĂan y buslaban de ĂŠl:
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Y juntos aceleraban su marcha dejando atrĂĄs a Gan, quien, mientras los oĂa, bajaba sus orejas para escuchar menos las risas y las burlas.
sin responder, seguía empecinado en buscar el vital líquido. Día a día, a pesar de todo, repetía sus viajes pues sin agua, el y su familia no podían vivir.
Una noche, muy cansado, de vuelta ya en casa, se durmiĂł. Y empezo a soĂąar. SoĂąo que era una mariposa y volaba rumbo al arroyo sin ser notada siquiera por los otros animales
Llegó muy rápido a él. Tomó toda el agua que pudo y, dejando atrás a la gacela, al tigre, al mono y a la cebra, regresó a su hogar. Quizo dar de beber a su hijo, pero había olvidado en su entusiasmo que éste era elefante y la gota que traía era lo mismo que nada para él.
Gan revoloteó frente a los ojos de su hijo. El no lo reconoció. Revoloteó mucho rato más, pero todo fue en vano. -¿Qué hacer? - susporaba, mientras veía que su pequeño elefante se moría de sed. Y, entre suspiro y suspiro, se despertó.
-De modo que sólo ha sido un sueño!-Exclamo gozoso. Partió entonces hacia el arroyo y, a su paso, escucho de nuevo las voces de los demás animales con sus burlas y risas: Pero esta vez no le importó. Tomo agua tranquilo y satisfecho regresó a su hogar.