Ficciorama n98-99

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EDITOTIAL 98-99

FARENHEIT 451: La quema de la cultura impresa y la represión catódica Lea este texto con la siguiente canción: Fire Station del compositorBernarad Herrmann / 2 track del OST de 1966

Los años 50, la eterna fantasía del americano nostálgico promedio, ocultaba al mismo tiempo sus propios horrores. Por aquel entonces Estados Unidos vivía un álgido momento de represión bajo el recién creado Comité de Actividades Anticomunistas, ideado por el senador Joseph McCarty, conocido posteriormente como macartismo. No es casualidad que dichos momentos ayuden a producir obras memorables en la literatura como lo que ocurrió previamente con George Orwell y 1984, y Aldous Huxley y Mundo Feliz. Ray Bradbury, un prolífico cuentista de ciencia ficción esta a punto de dar un paso más allá con su novela Farenheit 451, una distopia que denunciaba el fanatismo macartista y la quema de libros en la Alemania nazi. A cien años del nacimiento de Bradbury su obra sigue vigente en estos tiempos de lenta cancelación del futuro. Publicada en 1953 y traducida al español por Francisco Abeleneda (pseudonimo de Francisco Porrua) para el sello Minotauro en 1958, esta novela esbozaba un escenario del porvenir humano en el que la mayoría de personas esta alienada por la televisión y la lectura paso a ser despojada de su valor para convertirse en un estigma social. Los libros son proscritos y el fuego, a pesar de tanto avance tecnológico, cumple una función purificadora y ejemplarizante. En ese entorno nos encontramos con Guy Montag, un oficial del departamento de bomberos, adscrito a la unidad “salamandra” encargada de “purificar a través del fuego” bibliotecas enteras ¿Cómo paso esto? ¿Cuándo dejaron de apagar incendios y comenzaron a provocarlos? Para Montag la vida era tranquila hasta ese día que decidió incautar una copia de Don Quijote de la Mancha, ese día marcaria su destino como un paria del sistema. El titulo mismo de la obra expresa su significado en términos distopicos, es la temperatura a la que se queman los libros, lo que sería 232,8 grados Celsius (8 veces la calor de Carmen de Apicala, imagínenselo). Montag ama su trabajo, es apasionado, a tal punto

que quemar es todo un placer, parafraseando a Lee Army “no hay nada mejor que el olor a queroseno en la mañana”, pero sus férreas convicciones comienzan a desestabilizarse cuando conoce a Clarisse McClellan, una joven vecina soñadora y atenta observadora, que le dará a Montag mucho en que pensar. Precisamente el “pensar”, tal como en el régimen orewelliano, está mal visto. Aquí hace su aparición Mildred, la esposa de Montag, que pasa sus horas contemplando sus tres pantallas de televisión, su anhelo mayor será tener una cuarta pantalla y asi completar su experiencia de ocio mediático. La duda se instala en la mente de Montag y esta le hace cuestionar todo aquello que lo rodea: su trabajo, sus compañeros y hasta su vida misma. Simon Reynolds en su libro “Retromanía” hace la siguiente pregunta ¿Puede ser que el peligro mas grande para el futuro de nuestra cultura musical sea… su pasado? Bradbury vaticina los realitys, el cubrimiento mediatico y la infoxicación informativa que intentan repeler el legado de la cultura impresa y los libros como dispositivos culturales, pero hemos llegado a ese futuro plagado de realitys en la que los lectores seguimos resistiendo y los libros, a pesar de su elevado costo, siguen circulando; el problema es, y eso no lo vaticino, que estamos llegando a un punto en el que parece no haber nada que vaticinar, la gran mayoría de obras actuales se enfocan en extrapolar la dura realidad a un nivel que esta quemando viejos cartuchos con el fin de captar nuevos incautos: laberintos opresivos, revoluciones juveniles, cyberpunk glam, space operas noir y mucho más. Creo que puede existir una pequeña ventana al futuro, es tan pequeña que habrá que ajustar los lentes para encontrarla, por lo pronto disfruten de este Dossier sobre esta obra canónica que nos deja muchas lecciones sobre la cultura y el comportamiento social.


FICCIROSEBUDD: ANTES Y AHORA

La sorprendente portada de Joseph Mugnaini se ha convertido en una de las imágenes más poderosas e icónicas de la literatura del siglo XX. La figura angustiada que predomina en la portada se compone de páginas de libros y se alza sobre una pila de libros en llamas, una imagen inquietante y poderosa que personifica la desaparición del pensamiento independiente y la libertad de leer.Joseph Anthony Mugnaini (12 de julio de 1912 en Viareggio, Provincia de Lucca - 23 de enero de 1992) [1] fue un artista e ilustrador. Es mejor conocido por sus colaboraciones con el escritor Ray Bradbury, a partir de 1952.

Para celebrar el 60 aniversario del clásico icónico Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, se invitó al público a diseñar una nueva portada, que se presentará en la primera impresión de la edición del 60 aniversario. Matthew Owen ganó el concurso de diseño de portada Fahrenheit 451 de Simon & Schuster y la Oficina de Libertad Intelectual de la American Library Association. La portada ganadora fue revelada en la reunión de invierno de ALA. La portada de Owen superó las más de 360 ​​presentaciones que se registraron en este blog. En realidad, es divertido desplazarse por las otras entradas y ver las diversas interpretaciones de esta obra clásica de literatura. Simon & Schuster y el estado de Bradbury juzgaron las entradas.


OPINIÓN FICCIORAMICA

TIM HAMILTON Y LA ADAPTACION GRAFICA DE FARENHEIT 451 En un futuro indefinido, los bomberos, que controlan a una población alienada por la televisión, ya no apagan fuegos sino que se dedican a quemar libros; este es el punto de partida de ‘Fahrenheit 451’, la novela que Ray Bradbury publicó en 1953 y Tim Hamilton revisa ahora en versión cómic. “Lo que el lector tiene ante sí es el rejuvenecimiento de un libro que una vez fuera una novela corta, que una vez fuera un relato corto, que una vez fuera un paseo por la manzana, un muerto viviente en un cementerio”, explica Ray Bradbury en el prólogo de esta novela gráfica, en la que también ha colaborado. Una noche como otra cualquiera Guy Montag, un bombero que disfruta de su trabajo y del olor a queroseno, está de regreso a casa cuando se encuentra con la joven Clarisse McClellan. Este primer encuentro marcará un punto de inflexión en la vida de Montag, que empezará a cuestionarse su realidad a raíz de las reflexiones de Clarisse que, con un comportamiento antisocial, charla sobre una época pasada en la que los bomberos apagaban fuegos, no ve la televisión y disfruta del rocío de la mañana.

Un clásico

rolla en una ciudad sin nombre y un momento en el futuro que desconocemos, ese era uno de los aspectos que el ilustrador quería “reflejar” mediante “una forma artística muy marcada y gráfica”. “En realidad, mi primera idea fue dibujar todo el libro en dos únicos tonos, pero al final me decidí por un paleta de colores limitada, porque las limitaciones son la madre de la creatividad”, aclara Hamilton, señalando que cada imagen fue trazada con “el menor número de colores y de líneas posible”.

Color escaso y clave En las imágenes de la novela gráfica, el uso del color es escaso pero “muy importante”. Los azules y verdes “añaden la textura fría” que discurre en la mayoría de la obra y las páginas con llamas, rojas y amarillas, “se alzan en oposición a estos tonos”. Influido por “el arte en general”, especialmente por el dibujante Egon Schiele y “cualquier tipo de anuncios”, Tim Hamilton confiesa que para la elaboración de este cómic revisó pósters Art Decó, carteles de la revolución rusa e ilustraciones de los años cincuenta. Para el ilustrador, adaptar ‘Fahrenheit 451’ fue un gran reto porque “la gente conoce tan bien el libro” que era imposible improvisar nada en la historia, de ahí su decisión de “centrarse” en la parte artística. “Estoy seguro de que surgirán críticas acerca del rápido flujo que tiene la novela gráfica, o que digan que no era necesario hacer una versión cómic de la novela original”, aclara.

Algunas críticas

‘Fahrenheit 451’ -cuyo título hace referencia a la temperatura a la que arden los libros-, fue adaptada al cine en 1966 por François Truffaut, y es una de las novelas de ciencia ficción más influyentes de la historia gracias, en parte, a la poética sociedad distópica que desarrolla.

Ya se han alzado voces críticas en Estados Unidos que temen que los niños puedan llegar a sustituir la lectura de la novela de Bradbury por esta versión “simplificada” de la historia. Hamilton se muestra de acuerdo “en cierta medida”, pero señala que su adaptación no es una novela, sino “un animal diferente”.

Para su adaptación en viñetas, Tim Hamilton huyó de la película de Tuffaut, que no vio por “miedo” a que afectase a la imagen que la novela gráfica tenía que tener para él.

“Esto es una novela gráfica, una película es una película y así sucesivamente. Demasiado de una cosa no es bueno, ese es el mensaje de ‘Fahrenheit 451’”

“Quería adaptarla como una fábula actual, así que evité ilustrar la novela de forma hiperrealista, que es un estilo que se ha hecho muy popular en los cómics actuales”, explica Hamilton en una entrevista a través de correo electrónico. La historia de ‘Fahrenheit 451’ (451 Ediciones) se desar-



POR: MIGUEL LOPEZ

FICCIPERFIL: RAY BRADBURY / 1920-2012

Ray Bradbury se graduó en la escuela secundaria en 1938, y se ganó la vida como vendedor de periódicos hasta 1942. Comenzó a escribir desde niño, pero publicó su primera historia en 1938, en una revista de aficionados. Adquirió la certeza de lo que sería su estilo cuando compuso The Lake. En 1943 dejó el trabajo de vendedor de periódicos y se dedicó a escribir a tiempo completo, publicando en diversos medios numerosos relatos breves, hasta que en 1950, con la aparición de Crónicas marcianas, comenzó su ascendente fama literaria. En sus páginas, que relatan los intentos de los terrestres por colonizar el planeta Marte, se reflejan las angustias y ansiedades que existían en la sociedad norteamericana de la década de los cincuenta, ante el peligro de una guerra nuclear. Considerados un clásico de la ciencia ficción, este conjunto de relatos interdependientes recoge no sólo las vicisitudes de la colonización del planeta Marte sino también la caída de su civilización, abarcando un período comprendido entre 1999 y 2026. Los marcianos poseen notables poderes telepáticos, lo que causa graves contratiempos a las tres primeras expediciones. La cuarta aporta al planeta la varicela, que contagia a los indígenas y acaba con su resistencia.

A continuación, se desarrolla la obra colonizadora, que aporta al planeta los aspectos más negativos de la cultura occidental. Sólo un mexicano, que conserva las esencias de su cultura indígena, consigue establecer una auténtica comunicación con un marciano que, a su vez, es depositario de las tradiciones desplazadas por la hegemonía de los colonizadores. Éstos han degradado a tal punto la civilización autóctona que en uno de los relatos un marciano utiliza sus poderes telepáticos para divertir a los nuevos amos adoptando las personalidades que le solicitan. También los negros estadounidenses establecen asentamientos para huir de la discriminación. Finalmente, el planeta casi se despuebla porque una amenaza bélica en la Tierra induce a los colonos a regresar. Los pocos que permanecen en Marte se convierten en los “nuevos” marcianos. En 1951 publicó uno de sus libros mayores, El hombre ilustrado, compuesto por varios relatos de naturaleza fantástica, y dos años más tarde otro de los más representativos, Fahrenheit 451 (título que alude a la temperatura en que los libros empiezan a arder). Fahrenheit 451 es un clásico de la literatura distópica del siglo XX, equiparable a Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y a 1984, de George Orwell. La novela narra la historia de una ciudad del futuro dominada por los medios audiovisuales, en la que se acosa el individualismo, están prohibidos los libros, y los bomberos, brazos ejecutores de un Estado totalitario, son los encargados de quemarlos. Al margen de la sociedad, un grupo de hombres recluidos en los bosques decide memorizar textos enteros de filosofía y literatura para preservar la cultura. Bradbury advierte de los peligros y las amenazas que incumben a una sociedad enteramente automatizada, olvidada de los valores tradicionales de la cultura, y próxima al exterminio atómico. Consigue climas sardónicamente alucinantes en cuentos como There will come soft rains (1950), donde una casa robotizada prosigue realizando los movimientos programados, en un mundo carente ya de vida, hasta su postrer quema liberadora, o en The Veldt (1950), donde otra casa automatizada, casi dotada de vida propia, masacra, con la complicidad de los niños, a los padres de éstos.


Jorge Lázaro / 25-09-2012

la primera adaptación filmica de fahrenheit 451

Las adaptaciones de obras literarias al cine siempre han sido un terreno muy peliagudo, algo peligroso. Normalmente, las obras que se consiguen son muy agradecidas, especialmente cuando se trata de adaptaciones de libros especialmente conocidos (El señor de los anillos, Harry Potter…) y el producto tiene un público objetivo muy amplio, que suele ser el caso. Sin embargo, en la otra cara de la moneda, te enfrentas siempre al problema del debate entre la fidelidad a la obra original, las licencias que te permites y la búsqueda de la mayor calidad en la adaptación. A menudo, una buena película basada en un libro es tremendamente criticada por alejarse demasiado del original; tanto es así, que muchas veces tenemos que cambiar el matiz de “basada en” por “inspirada en” (con obras tan conocidas como Blade Runner, incluso, pasaría algo parecido…). ¿Y a qué viene toda esta introducción, os preguntaréis? Pues viene a que la cinta que os traigo hoy se encuentra en ese frágil umbral entre la grandeza y el delirio de quien la firma. Basada en la famosa novela de Ray Bradbury (ya hice hace unos meses una crítica del libro en mi otro blog, La Pluma Rota), la dirige uno de los directores más personales, más impresionantes y más injustamente desconocidos por el público medio de la historia: el francés François Truffaut, artífice de títulos imborrables del séptimo arte como… no sé qué destacar, la verdad. Besos robados, El pequeño salvaje, El último metro… Fue uno de los iniciadores de la Nouvelle vague, y creo que eso ya basta para adorarle.

Fahrenheit 451 fue la décima película del director, estrenada en 1966, solo once años después de su primer film, Une visite, lo que ya da una idea de lo prolífico que era el francés. También fue la primera película en color que hizo, así como la única rodada en inglés. La historia sigue de cerca al argumento de Bradbury: en una sociedad futurista, leer se ha convertido en un delito, y los cuerpos de bomberos tienen como única misión llevar al fuego todo libro que encuentren. El protagonista, Guy Montag, es un bombero que adora su profesión, hasta que conoce (cómo no) a una chica bastante rara, un espíritu libre que le hará dudar de todo en lo que creía hasta ese momento. Si bien las ideas y el argumento apenas se despegan, por lo general, del texto original de Bradbury, sí que hay varios cambios de gran importancia. El personaje de Clarisse, por ejemplo, está presente toda la película (en el libro no sucede así), y es mucho más cercano al protagonista (entre otros muchos cambios… en la película es profesora de colegio, mientras que en el libro era estudiante; en la película vive sola con su tío y en el libro vive con más familiares…); por otra parte, la mujer de Montag, Linda, no está tan enfrentada a él como en el libro, y el jefe de bomberos es un personaje más plano que en el papel. Por otra parte, el compañero de Montag en la novela, Faber, no aparece en la película, lo que resulta bastante curioso.

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