Ficciorama n49

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DIRIGE Y EDITA FICIORAMA (a.k.a BORIS GREIFF COLABORAN Luis Cermeño (Editorial Milinviernos)

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El oficial científico de origen Vulcano conocido en la flota estelar como Sr. Spock ha fallecido a causa de una enfermedad pulmonar obstructiva el día 27 de Febrero de 2415. La tripulación, encabezada por James Tiberius Kirk, el médico de abordo McCoy, el ingeniero Scotty, el Sr. Zulu y la teniente Uhura expresan sus condolencias. Igualmente desde la base lunar de Von Braunville ha enviado algunos mensajes cifrados como tributo a tan ilustre Vulcano. Este servidor dedica este número a la memoria de tan inigualable personaje que daba a la serie un toque único. Larga vida y prosperidad Sr. Spock, que suenen las gaitas.

LEONARD SIMON NIMOY

1931-2015


ASDFGHJKLÑÑQWAEDITOTIALVBNMQWERTYUIOOODSFGHAJ PUEDE UNA MÁQUINA SER MÁS HUMANA QUE EL HUMANO. POR FICCIORAMA

reo que más de un lector o lectora de esta refinada publicación recordará un programa concurso que consistía en un juego de preguntas entre participantes, separados por un muro, cuyas respuestas determinarían la elección de la pareja ideal. Gracias a la telerealidad catódica de hoy día ya no existen esos concursos, sin embargo, este fenómeno ha migrado a las comunidades virtuales. Rastreando el complejo entramado de relaciones establecidas en la comunicación virtual algo es seguro: yo estoy hablando con otra “persona”, sin embargo ¿quién me garantiza que esa “persona” no es una máquina diseñada para responder como una “persona” real? ¿es realmente esa persona con la que hablo o es un algoritmo – conjunto de órdenes finitas – diseñado para tal fin?

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Esta reflexión puede rastrearse desde los inicios de la enciclopedia y la creación de autómatas – como el turco ajedrecista o el flautista, sin embargo, el nodo más relevante en esta historia es el matemático Alan Matheson Turing, el gran héroe criptopunk pionero de la “inteligencia artificial”. Turing, inspirado en un programa concurso como el que mencioné al inicio, cuestionó los alcances del desarrollo computacional para replicar el pensamiento humano en una máquina, una reflexión que sentaría las bases de la computación moderna que aún es vigente. En 1941, Turing, en una carrera contra el tiempo, cambia el curso de la guerra al descifrar el mayor secreto del ejercito nazi: el código ENIGMA, creando una sofisticada máquina de cálculo de probabilidades que acelera el proceso, a la que llamó Christopher. Años más tarde, escribe un artículo para la revista Mind titulado“¿Puede pensar una máquina?” (1950), en él describe una prueba o test que permite detectar si se habla con una máquina o un ser humano –El escritor Philip K. Dick haría un homenaje en su novela Sueñan los Androides con Ove-

jas Eléctricas (1968) con el Test de empatía Voight Kampff para detectar replicantes. Turing, nacido en Londres en 1912, demuestra desde temprana edad una privilegiada inteligencia. Se dice que a los 3 años ya recordaba palabras y, a los 8, se interesa por la química, montando un pequeño laboratorio en su casa. Hijo de un funcionario del Servicio Civil británico de la India, las oportunidades escolares no eran muy altas. Ingresa a la Universidad de Cambridge con una beca para estudiar matemáticas graduándose con honores en 1934. Para abril de 1936 pública el artículo “On computable numbers, with an application to the Entscheidungsproblem” en el que introducía el termino algoritmo y una descripción de una máquina de cálculo universal, lo que serviría de base para la creación de “Cristopher”. En esa época viaja a Estados Unidos, a la Universidad de Princeton, específicamente, en donde conoce a John von Neuman, uno de los científicos más destacados del momento; quien se interesa en su artículo y le ofrece a Turing una beca en el Instituto de Estudios Avanzados. En 1938, Turing obtiene el doctorado en matemáticas; von Neumman le ofrece una plaza como asistente pero Turing ya desea volver a casa. Para 1939 Turing es reclutado por el ejército británico para desempeñar una labor afín a sus habilidades, descifrar los mensajes en código emitidos por una máquina, diseñada para la comunicación empresarial alemana, llamada ENIGMA. Turing no solo acepta el desafío, también diseña una máquina, basada en su artículo de 1936, que permite acelerar el proceso de recodificación, que no siempre fue bien visto por su alto costo – 100.000 libras esterlinas – y los pocos resultados en su comienzo. En nuestro número anterior hicimos un acercamiento al trabajo del escritor William Gibson y su concepción del ciberespacio y la inteligencia artificial, tópicos desarrollados en cuentos como Quemando Cromo y Johnny Mnemónico, clasificados en el recién creado género del ciberpunk; ahora me pareció justo rendir un pequeño homenaje a Turing: un hombre cuya singularidad cambió radicalmente el panorama tecnológico del siglo XX.


CRIPTO PARTY CHOCONTÁ CELEBRA A TURING Por Luis Cermeño (Louise Cyphre @addkerberos) lifordo miró la pantalla de la laptop de Olafo, que corría en Arch Linux, y le preguntó qué carajos estaba haciendo:

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Estoy mintiendo.

Esa es una puta paradoja lógica, le reclamó Clifordo, y siguió con el reto de crear túneles seguros en OpenSSH. Cuando perdieron el reto, ambos se fueron renegando hasta la sala de los pcs y allí empezaron a jugar frenéticamente La Batalla por Wesnoth. Alan Turing era el homenajeado esa tarde en la Cripto Party de Chocontá. Esto significaba que por ese día terminaban los retos, la oportunidad de ganar unas buenas consolas, tomarse fotos junto las estupendas modelos de las marcas patrocinadoras, y de ganar un poco de prestigio entre la comunidad cundiboyacense de programadores y criptopunks. Lo que seguía esa tarde en la CP serían charlas de pendejos pseudo-especialistas y uno que otro activista loco que se pusiera a reclamar por los derechos de los gays en las comunidades de redes y seguridades.

nían más atentos al brillo de sus ojos inteligentes. - ¿Entonces todo esto fue creado por una marica? -Preguntó Olafo - ¿Te refieres al sol, las termales y las fresas? - No, idiota: la informática, la criptografía y los fundamentos de la computación moderna. - Por dos maricas, diría yo – dijo con la mano sobre la barbilla, Clifordo, que se las daba de intelectual. - ¿Y cuál es la otra marica? - Ludwing Wittgenstein, el más grande filósofo de todos los tiempos. - No entiendo qué tiene que ver ese con Turing. Bueno, tampoco sé quién era ese Bit Einstein y qué tiene que ver un filósofo con los elegantes algoritmos de la computación. - Era también marica, a saber. - Comprendo, pero ¿qué tiene que ver Einstein con Turing? - Einstein NO, marica: Wittgenstein, Bit Gen Stein. Discutieron toda la tarde, después de las termales, bebiendo una canasta de cervezas Pilsen. Allí Clifordo le expuso a Olafo la paradoja de Epiménides, una de las contradicciones favoritas de Wittgenstein. - ¿Ese Epiménides no es el peón de la finca de su tío? - No, ese se llama Parménides. Y solo habla que la vida es muy dura, la paradoja de él es que sigue viviendo a pesar de que afirma que ya no aguanta más esta comedera de mierda. - Ese pobre no se repone desde que su esposa, la retrasada mental de ojos zarcos, se la jugó con el jornalero de la otra finca.

¿Comunidades? Ríeron ambos al unísono, y tomaron sus mochilas para irse a pasear por el campo, disfrutar de las fresas de la región y darse un baño en las termales. El sol sabanero esa tarde arreciaba las hormonas adolescentes de los programadores que se embadurnaban con el saludable lodo de las termas. Embriagados por el día, la juventud y el software, se acercaban con más confianza y se dete-

En 1939, Alan Turing asistió a las clases de Wittgenstein, curioso, porque el austríaco nacionalizado inglés, dictaba una materia homónima a la suya: Los Fundamentos de las Matemáticas. El autor del El Tractatus logico-philosophicus se divertía escandalizando al autor de Sobre Números Computables al recordarle lo importante que era formalizar las matemáticas, puesto que según sus palabras “lo que llamamos un descubrimiento


matemático es en realidad un invento matemático”. Turing ardía de rabia y se iba de clase odiando a ese arrogante viejo. Recordemos que para esa época, el inventor de la Máquina Universal tenía 27 años, y el filósofo ya estaba en sus 50 años. Para Turing solo era formalizable los números cuyos decimales podían ser calculados por medios finitos, o sea, si podían ser leídos por una máquina. Esto significó los límites de la computación. Todo esto lo leyó Clifordo en el ensayo sobre La Historia Marica de la Computación parte 2 de Jacob Gaboury, que se puede encontrar en la dirección: http://rhizome.org/editorial/2013/mar/19/queer-computing-2/ - ¿Por qué me das un link si estamos conversando? –Preguntó Olafo - Porque no quiero que me llames plagiador. - Los buenos criptógrafos copian, los criptógrafos geniales robamos. - Cállate y róbame un beso. Esa noche pasó lo que tiene que pasar entre dos hackers jóvenes que se gustan más allá de lo físico. Pero al día siguiente ya no se querían ver, de repente ambos se repelían y no se soportaban. Al final de la tarde, al cierre del evento de Criptografía más grande celebrado en Chocontá, Olafo se acercó bruscamente a Clifordo. - Oiga, aún no entiendo cuál fue el aporte de Bit Einstein a la computación moderna y la criptografía. - Yo tampoco, pero creo que si esos dos matemáticos geniales se hubieran entendido, la informática sería algo más excepcional, una cosa monstruosa que desde nuestra perspectiva actual no alcanzaríamos a sospechar. Imagina esos dos sistemas: el de Wittgenstein y el de Turing comprendidos en uno solo, que tal vez fuera más allá de los límites de la computación que quiso fijarle Turing. - Y me contabas que ambos eran maricas, ¿será posible que hubieran tenido algo? - Es posible pero poco probable. Wittgenstein en ese entonces tenía una pareja, un inglesito espigado llamado

Skinner y, por otro lado, ya sabes que la homosexualidad se mantenía oculta, pues era un crimen en Inglaterra. - Aún hay gente tan criptíca que mantiene ocultas sus tendencias – dijo Olafo viendo con odio a Clifrodo. - Lo que me parece más probablesiguió divagando Clifordo, haciendo caso omiso a los reproches de Olafo- es que ninguno de los dos hubiera percibido la homosexualidad del otro. - ¿Estás sugiriendo que Turing pudo desencriptar la poderosa máquina Enigma pero nunca descifrar el sexo del profesor que daba su misma cátedra en Cambridge? - Turing aseguraba que las intuiciones estaban por fuera del rango de la computación, o sea de la máquina de Turing. Pasaron los años, Olafo se fue a San Francisco a abrir una Start-Up que, como todas, fracasó. Volvería a Tocancipá a montar una empresa de transporte público. Clifordo se graduó de filosofía y en ocasiones, en el colegio en donde enseñaba, mientras veía a los muchachos jugar fútbol, recordaba aquella tarde en Chocontá en que conoció el amor y lo perdió. Sacaba entonces un papelito de su chaqueta y leía el poema de Swinburne que lo definía todo: Recuerdo el día en que partimos, Y el día que nos conocimos; Esperabas que ambos estuviéramos con el corazón roto, Y sabías que ambos deberíamos olvidar. Y lo mejor y lo peor de todo esto es Que ninguno se puede culpar más Si tú has olvidado mis besos Y yo he olvidado tu nombre. (Algernon Swinburne)


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n 1991 el Instituto Pavlov, de la Unión Soviética, creó un test de empatía de Voigt; y ningún androide T-14, por lo que se sabía, había logrado burlarlo. Luego se introdujeron nuevos criterios por parte de la escala de Kampff. Un androide, por dotado que estuviera en cuanto a capacidad intelectual pura, no podía encontrar el menor sentido en la fusión que experimentaban rutinariamente los seguidores del Mercerismo, y que tanto él mismo como prácticamente todo el mundo, incluso los cabezas de chorlito subnormales, lograban sin dificultad.

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Reproducimos aquí algunos apartes del test realizado a la replicante Rachel Rosen: —Le regalan una billetera de piel de becerro para su cumpleaños — inmediatamente las agujas saltaron a la zona roja, y luego regresaron. —No la aceptaría —respondió Rachael—Y denunciaría a la policía a la persona que me la regalara. Después de hacer una anotación, Rick pasó a la pregunta número ocho de la escala de perfiles del Voigt-Kampff. —Tiene usted un niño pequeño que le muestra su colección de mariposas, y también el frasco donde las mata. —Lo llevaría al médico —la voz de Rachael era baja pero firme. Nuevamente las agujas se movieron, pero menos. Rick hizo la correspondiente anotación y preguntó: —Está viendo la TV. De pronto advierte que

una avispa avanza por su brazo. —La mataría —respondió Rachael; esta vez las agujas apenas registran un débil y corto temblor. Rick escribió su observación y eligió cuidadosamente la pregunta siguiente. —Encuentra en una revista la foto a página entera y a todo color de una chica desnuda —se detuvo. —¿Es un test para saber si soy androide o si soy lesbiana? —preguntó ácidamente Rachael. Las agujas no se movieron. —A su marido le gusta la foto —continuó Rick; no hubo respuesta. Y agregó—: La chica está tendida boca abajo sobre una enorme y bellísima piel de oso —los medidores no registraron cambios, y Rick piensa: una respuesta de androide, no ha reparado en el elemento principal, la piel del animal muerto. Se concentra en otros factores— Su marido cuelga la foto en la pared de su estudio — concluyó. Entonces la reacción se manifestó. —Ciertamente no se lo permitiría —dijo Rachael. Apartes extraidos de la novela ¿Sueñan los Androides con Ovejas Electricas? (1968)de Philip K. Dick (páginas 21, 32-34) <!DOCTYPE HTML> <html class=”is_moz is_mac no-js” xmlns=”http://www.w3.org/1999/xhtml” > <head>


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Este dispositivo ha sido inventado en Polonia y vendido a los alemanes que lo incorporó a sus protocolos de codificación de mensajes militares y diplomáticas . La máquina era el estado de la técnica y el Partido Nacional Alemán ( nazi ) asuntos experto extranjero Alfred Rosenberg se había jactado de que no se podía romper . Muchos en Gran Bretaña y América pensó que tenía razón.


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