E D I T O T I A L
6 2 por: Ficciorama
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ENCUESTA DE SATISFACCIÓN INMOBILIARIA
Disculpe, le haré unas preguntas, es para una publicación sin animo de lucro capital pero sí simbólico, son solo cinco, ¿preparado? Vale, aquí van:¿conoce a los especuladores de Corb-u-513-r? ¿sabía que los agentes inmobiliarios no son humanos del todo?¿de verdad no reconoce los adefesios alienígenas que han invadido la urbe? ¿cree que los planes de limpieza de ollas urbanas mejoran su percepción del espacio público? ¿el ladrillo será desplazado por el aluminio y el vidrio? ¿cómo dice? ¿no sabe o no responde? Está bien, es cierto, me aceleré y no le he contextualizado del tema apropiadamente. Verá usted, señor, señora, señorita, joven; una ciudad, cualquiera que sea, es un espacio en el que convergen varias fuerzas: económicas, políticas, sociales y culturales. Antes de seguir, usted ¿vive en casa propia o en arriendo? Se lo pregunto porque de ello depende su percepción sobre este asunto. Si vive en casa propia usted ha empeñado su alma a la malvada corporación bancaria, mes a mes le drenan su dinero y terminará pagando tres veces el valor de su inmueble, sí, eso le cuento, un banco nunca pierde ¿verdad? Pero al menos es suy@ mientras siga pagando puntualmente. Ahora, si vive en arriendo le toca lidiar con los vecinos invasores del trópico, los regueñangas, las doñas especuladoras, los gamonales y uno que otro marxista de cafetín. Volviendo al tema, mire, le voy a confesar algo: el sueño de un urbanista es que la ciudad funcione como lo planea desde su maqueta. La verdad, es una utopia. La ciudad no funciona así, tanto usted como yo podemos transformar la calle en un escenario múltiple, por lo menos así lo declararon los situacionistas ¿no sabe de ellos? Solo le diré que eran un colectivo que buscaba recuperar el homo ludens, el hombre lúdico, que ha perdido el homo faber, el que trabaja. Un grupo de pelaos, por ejemplo, convierte una acera en un Wembley y hace su picadito de micro, los skaters, sí, esos que andan con gorras y patinetas, cogen las escaleras de un edificio estatal y la
transforman en su rampa de práctica. Qué me dice de las estatuas humanas o los cantantes: todo eso hace parte de la ficción inmobiliaria. Hay una confabulación entre los especuladores que huyeron del planeta Corb-u-513-r, es muy cerca de alfa-centaury, cuando llegaron compraron a precios razonables las casas de familia, luego en el mismo sitio construyeron torres de apartamentos que vendieron a precios descomunales, las familias que no pudieron comprar fueron forzadas a irse a la periferia mientras que los directivos y corporativos se hicieron a los suyos. Ya en la periferia enviaron escuadrones de ratas y cucarachas para desvalorizar el sector y comprarlo a precios risibles; usted ya sabe el resto: el escuadrón policial saca a la gente a las patadas, los de arriba niegan todo y zas!, de repente un centro comercial, un parque o en su defecto un proyecto de “interés” social. Lamento dañarle el rato, en serio, pero así es como funciona el mundo. Hay dos clase de personas: los que tienen el billete y los que cavan ¿cuál que cree que somos, eh? Usted parece una persona que acepta lo que ve porque sabe que no es real, cree que está en una alucinación consensual, una matriz creada como zona de confort; pero no, esto es mas real de lo que usted cree. No haga esa cara, es mejor sonrojarse un rato que estar colorado toda la vida. Más bien tenga, le entrego este fanzineroso plegable que le brindará una guía más amplia de lo que le expuse. Está escrito por expertos en la materia, no, no son especuladores, son escritores con aguda mirada crítica y largos colmillos de resistencia. ¿que cuánto cuesta? Nada, si le gustó es bueno que se lo pase a otra persona que lo requiera. Ya sabe, nada de irle contando a todo el mundo, ellos no están preparados para quitarse la venda como usted lo ha hecho. Gracias por su amable atención, aquí tiene un silbato antirrobo, su teaser y agua bendita ¿que para qué? Para protegerse del mal, por supuesto. Que me le vaya bien, que el conocimiento me lo proteja y que la sabiduría me lo ilumine.
por: Luis Cermeño “La pluma de ganso acabó con la conversación. Disipó el misterio; dio arquitectura y ciudades; trajo caminos y ejércitos, la burocracia: Fue la metáfora básica con que empezó el ciclo de la civilización, el pasaje de la oscuridad a la luz en la mente. La mano que llenaba la página de pergamino edifica una ciudad.” Marshall McLuhan El sector inmobiliario se instaló en nuestros imaginarios y se piensa establecer un buen tiempo. El desahucio es el gran tema de la sociedad contemporánea, como lo vio Thomas Disch en su extraordinaria novela 334, y las consecuencias de haberlo experimentado en los años posteriores, se rumora, lo llevaron a suicidarse. La ciencia ficción no es indiferente a estos problemas de inmueble porque es el género que mejor da cuenta de la transformación y el devenir de la experiencia, las relaciones del ser humano, sus fronteras y contexto de artificialeza. El desplazamiento de ciudad y campo, los temas de migración, los traslados de barrios tradicionales a nuevos espacios tomados por nuevas clases emergentes y economías: SON UN PROBLEMA INMOBILIARIO.
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LA FICCIÓN INMOBILIARIA COMO GENERO LITERARRIO
na Einstürzende Neubauten: su nombre alude al colapso de las “nuevas edificaciones” que se levantaban en la devastada Alemania post-guerra. De hecho muchos asentamientos alemanes llevan como nombre Neubauten. También, jugaban con el hecho histórico del colapso del Hall del Congreso de Berlín, lo que significó la caída de un ícono alemán. El ex integrante de Neubauten, FM Einheit maniobra con elementos de construcción: en donde muchos ven material crudo, como ladrillos y cables, él ve potenciales instrumentos capaces de ampliar el sonido de nuestro tiempo. De hecho, esta mutación de la vida industrial a la música industrial es la que permite al escritor colombiano Luis Fayad escribir el cuento “Música Privada”, en donde sin buscarlo demasiado, el personaje de Un espejo después, Leoncio, se transforma en un músico contemporéano al nivel de los Throbbing Gristle.
Lo que hoy llamamos retrofuturismos fueron en su tiempo soluciones arquitectónicas para un mundo cambiante que exigía nuevas y excitantes maneras de enfrentarse a los retos de vivienda. Para comprender Rascacielos de Ballard se requeriría una mirada a las construcciones de arquitectura brutalista que invadieron Londres en los años 60; entre ellas, se destaca el proyecto Robin Hood Gardens, que en su tiempo recibió innumerables críticas por ser unas edificaciones que para muchos carecían de sensibilidad humana para darle privilegio a la aspereza del hormigón.
Luis Fayad no se convertiría solamente, como lo dijo García Márquez, en el primer autor de una novela urbana en Colombia, sino al tiempo, Los Parientes de Ester, es una magnífica muestra de Ficción Inmobiliaria a la colombiana. En cine, por supuesto, el mejor representante del género inmobiliario en Colombia es: La estategia del Caracol, y la frase que corona esta apropiación magnífica del tema es: “Ahí tienen su hijueputa casa pintada”. Un paisaje arquitectónico de edificios vivientes es posible imaginarlo desde una literatura cyberpunk, como la novela Idoru, de William Gibson, en el que se describen estas nuevas urbanizaciones como pinturas de ciudades hechas por H.R. Giger, y de hecho, retomadas, por el escritor latinoamericano Jorge Baradit en la novela Ygdrasil. Estos nuevos escenarios literarios se pueden concebir como extrapolaciones inmobiliarias de los sistemas inteligentes de vivienda conocidos como domótica.
Para el escritor británico, Ballard, en estos nuevos asentamientos humanos (los polígonos empresariales, las comunidades cerradas o los complejos turísticos) se desarrollaba lo más fascinante de las neurosis propias de la clase media, y esta clase media burguesa, para el autor de Crash, era al parecer el grupo más interesante de la sociedad actual, compartiendo este parecer con Tom Wolfe, para quien este grupo es “la forma más alta de evolución humana: la burguesía!”
Varios asuntos urbanísticos que tratan de resolver el problema de la densidad poblacional privilegian el tratamiento inmobiliario a otros temas sucedáneos, como los de la ecología o preservación de patrimonios de interés histórico; en esta configuración del devenir de los habitantes y las ciudades mismas, se configura necesariamente una nueva narrativa que plantea inquietudes, pesadillas y ambiciones sobre esta relación entre el espacio y la vida: LA FICCIÓN INMOBILIARIA.
Cuando pienso en cómo sería la música de una ficción inmobiliaria lo primero que pienso es en la banda alema-
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MUERTE DE UN AGENTE INMOBILIARIO por: Don Payo
En el mundo de los bienes raíces, todos somos dones. Desde el maestro de obra, el pintor, pasando por el jardinero, los interesados en compra o arriendo, los agentes comisarios, arquitectos, diseñadores, ingenieros, si bien no somos unos dechados de virtud sí somos dones.
han sometido a una suerte de enclaustramiento sicológico que han hecho que el viejo transforme su loft dúplex en un bochornoso cambuche que amenaza la convivencia comunal. La orden de desalojo ya se entregó y yo debo ir a hacer el inventario de entrega por tarde el viernes.
Para nosotros, los agentes, todo es por la comisión. Doña Ina ha estado insistiendo en cerrar el negocio con Don Alberto porque la foto de whatsapp junto al regente la convence de que será un buen residente. Aunque estoy en riesgo de perder ese trato, la idea de compartir fifty fifty con ella no me satisface. Llamo a Don Iván a ver si Don Tomás ya desocupó el 334.
¿Cómo se hace un inventario de entrega de apartamento? Se procede a ver los daños en la estructura, el estado de pintura, tubos, grifos y mobiliario. En una agenda se va llenando un informe como si se desarrollara un análisis de escombros en una zona de catástrofe. Se estudia la sicología de la persona que entrega el inmueble y con un objeto punzante se le va señalando todo daño con un ánimo incontrovertible de corrección. La persona tratará de negar toda culpa y en ese momento será cuando aflora el verdadero talento del agente inmobilario como fiscal de la humanidad. En cuanto más se logre avergonzar a la persona, más se le responsabilizará por gastos de reparación y todo esto en beneficio de la persona que tome en seguida la vivienda.
La historia de Don Tomás parece un microcuento escrito por Chéjov: Un hombre gasta todo su dinero en un intento de suicidio, está tan agitado comprando y preparando todo para la hora definitiva que cae agotado al sillón, al otro día se levanta y con la luz solar se da cuenta de que, aunque esto implique que tenga que vivir arruinado por un buen tiempo, prorrogará su suicidio un par de años más. Ahora Don Tomás se ha quedado atrasado en las cuotas de la administración y sus vecinos del edificio Bosques van der Hammen (Club House), lo
Como todo profesional, los agentes también tenemos nuestros propios ritos para asegurar una sostenibilidad en el duro mercado. A mí principalmente me gusta, en la noche anterior del feliz momento de la entrega de llave, probar cada rincón del inmueble con una suculenta amante, haciéndole el amor hasta el último recodo de todas las habitaciones, probando las mesas de la cocina mientras se sostiene con sus frondosas nalgas, abriendo las duchas mientras la clavo por detrás y poniéndome de pie sobre las tazas de baño mientras traga la leche que sale en señal victoriosa al cerrar un nuevo negocio. Al siguiente día el nuevo residente tropezará con un líquido viscoso y, con una ligera risa astuta, se le dirá que se trata de un poco de sellante que dejó por descuido el pintor. Entonces, el residente se sentirá satisfecho porque creerá que se le entrega una obra terminada. Es viernes en la noche y este inventario me ha dejado exhausto. Vimos a Don Tomás caer desde el sexto piso de su loft, explotando su cráneo contra el asfalto. Pienso en la palabra “asfalto” mientras conduzco una de las avenidas que atraviesan la antigua llamada Reserva Forestal van der Hammen. Este material satanizado por ambientalistas que nunca entendieron que el problema de esta zona al norte de Bogotá nunca fue ecológico sino inmobiliario. Bendito sea el regente, que nos entrega clientes como Don Alberto, a personas honradas como Doña Ina y como yo, Don Nadie.
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Llamaré a Doña Ina a ver si se anima a un par de cocktails en la zona G. Tal vez, con un poco de suerte, pueda conocerle su punto G. Je, je, je. Como dice un viejo chiste, que nos gusta a los agentes inmobiliarios: en una cita, el hombre se pregunta si tendrá suerte mientras la mujer ya lo sabe.
HABITAR, CONSTRUIR, PENSAR Fragmento de MARTIN HEIDEGGER (filósofo inmobiliario)
¿Qué pasa con el habitar en nuestro tiempo? Se habla por todas partes, con fundamento, de la penuria habitacional. No sólo se habla, se pone manos a la obra. Se intenta solventar la penuria por medio del acondicionamiento de habitaciones, por medio de la construcción de viviendas, por medio de la planificación de todas las construcciones. Tan dura y amarga, tan paralizante y amenazadora como sea la crisis habitacional, sin embargo, la auténtica crisis de habitación no consiste ante todo en que falten habitaciones. La auténtica crisis de habitaciones es más vieja que la Guerra Mundial y que las destrucciones ; más vieja que el aumento del número de la población sobre la tierra y que la situación del trabajador industrial. La auténtica crisis del habitar estriba en que los mortales tendrían ante todo que buscar nuevamente la esencia del habitar y que tendrían que
aprender ante todo a habitar. ¿Qué sucedería, entonces, si la falta de hogar del hombre consistiera en que éste aún no medita, en absoluto, la penuria habitacional en cuanto la penuria. Sin embargo, tan pronto como el hombre medita la falta de hogar ésta no es ya ninguna miseria. Es, meditada rectamente y mantenida adecuadamente, el único llamado que invita a los mortales a habitar. Pero, ¿ de qué otra manera podrían los mortales responder a ese llamado que intentando ellos por su parte, llevar por sí mismos el habitar a la plenitud de su esencia? Realizan eso, sí construyen a partir del habitar y piensan para el habitar.
CALLE DE LA MISERIA Fragmento de La muerte de Virgilio, de Hermann Broch
En verdad, había poca razón para el alborozo; y menos aún podía ofrecerla la garganta de esa calle. La subida de chatos escalones era oscura, poblada por toda suerte de sombras, sobre todo de bandas de chiquillos, que corrían locamente, a pesar de la hora avanzada, escaleras arriba y escaleras abajo, bípedos en la sombra a los que se agregaban, si se miraba más de cerca, también cuadrúpedos, porque en todas partes a lo largo de los muros, con sogas más cortas o más largas, estaban atadas cabras; las ventanas sin vidrios y en su mayoría también. sin batientes, miraban oscuras a la garganta, negros los negocios abovedados como sótanos, parecidos a oscuras cuevas, de donde salía la cháchara de toda clase de regateo menudo, el regateo de la pobreza, el regateo para las necesidades de las próximas horas, mientras al lado se realizaba la labor manual, golpeando, rechinando, con ruido de latas, miserable, servida por sombras, destinada a la sombra, con débil ruido y, aparentemente, sin necesitar ya de luz para ser cumplida, porque aun allí donde tímidamente destacaba el resplandor de una mecha en aceite o del pábilo de una vela, los hombres permanecían agazapados en la sombra. La vida de todos los días, al paso de la miseria más mísera, independiente de cualquier acontecimiento exterior, se cumplía allí realmente desprendida del - tiempo, como si la fiesta imperial estuviera a mil millas de esa calle, como si sus habitantes nada supieran de lo que ocurría en los otros barrios de la ciudad y por eso el improviso paso de la litera no significaba nada que provocara sorpresa y sí en cambio una molestia muy desagradable o, mejor dicho, muy hostil. Y comenzó casi un juego de duendes, es decir con los chicuelos y aun con las cabras, porque los unos y las otras caían entre las piernas de los portadores y no los evitaban, balando los cuadrúpedos, chillando los pequeños bípedos que surgían de todos los rincones de la sombra para volverse a ocultar en ella; comenzó con que querían arrebatar la antorcha al joven guía, por cierto sin resultado ante su salvaje resistencia; de todos modos esto no hubiera sido lo más desagradable, porque, aunque lentamente, sin embargo adelantaban —peldaño a peldaño subía la calle de la miseria—, no, no eran desagradables estas molestias,
sino que lo eran las mujeres; ellas eran lo peor, ellas; estas mujeres saliendo por las ventanas, aplastadas sobre los antepechos, agitando hacia abajo sus desnudos brazos como serpientes con manos parecidas a lenguas; y eran también los insultos locamente gruñidos en que se convertía su charla, apenas veían aparecer el cortejo; y era al mismo tiempo la biliosa locura, grande como toda locura, elevada hasta la acusación, elevada hasta la verdad, siendo insulto. Y entonces aquí, donde casa tras casa emanaba un hedor bestial de heces a través de las abiertas fauces de las puertas, aquí en esa marchita alcantarilla habitada, por la que iba en andas sobrellevada la litera, de modo que podía mirar dentro de los pobres cuartos, que tenía que hacerlo, impresionado por las maldiciones que las mujeres le lanzaban salvajemente y sin sentido a la cara, impresionado por el lloriqueo de los niños de pecho, en camas de trapos y harapos, enfermizos, por todas partes herido por el humo de las teas de pino fijadas en las paredes agrietadas, herido por la olorosa suciedad de los hogares y sus sartenes de hierro grasientas y cubiertas de vieja roña, herido por el cuadro estremecedor de los ancianos momificados, casi desnudos, por doquier agazapados en los negros agujeros de las casas, aquí comenzó a invadirle la desesperación, y aquí, entre las guaridas de los piojos, aquí, ante esa extrema degeneración y esa putrefacción la más mísera, aquí ante ese encarcelamiento en lo más hondo de la tierra, ante ese lugar de nacimientos malignamente dolorosos y de reventar con una maligna muerte, la entrada y la salida de la existencia entretejidas en la más estrecha hermandad, oscura intuición la una y la otra, sin nombre la una y la otra en el espacio sombrío de un mal sin tiempo, aquí en esa nocturnidad y lujuria sin nombre, allí tuvo que cubrirse por primera vez el rostro; tuvo que hacerlo bajo la risa gozosa e insultante de las mujeres; tuvo que hacerlo para una deliberada ceguera, mientras era llevado, peldaño a peldaño, por la escalera de la calle de la miseria..
Mrs.
ARMANTOV
Era ucrania, no rusa. Yo no distingo el acento, menos la fisonomía, pero Raheem insistió en que eran muy diferentes, y que yo no podía olvidarlo. Me explicó también que, literalmente, era Mrs. Armantov una mujer de armas tomar, y que ella misma se encargaba de los inquilinos que no pagaban el alquiler, subía al apartamento en cuestión con su remington, al parecer algunas veces la había disparado, hacia el techo claro, los inquilinos morosos del caso habían huido y ella había cambiado las cerraduras de las puertas. Mrs. Armantov tiene un acento obtuso y un inglés precario, se le entiende muy poco de lo que dice, pero el idioma de las balas lo entendemos todos. En otros edificios, me decía Raheem, los caseros contrataban a matones para hacer eso, pero Mrs.Armantov no, ella misma resolvía sus problemas. Después de hablar con Raheem subí los dos pisos a mi apartamento, iba prepararme algo de comer, pero mi compañera de apartamento vio las latas de atún en la despensa y las botó. Para ella es comida de pobre, pensé, y me fui al Deli de los dominicanos a comerme un sandwich. Dije que le pusieran ración extra de salsa y el dominicano no quiso, “te sale muy
Por: Diego Guerra / 68revoluciones.com
caro, primo”, me dijo. Mientras me preparaban el sandwich entró un niño, pidió un pan con mantequilla porque no le alcanzaba para nada más. Me acordé de las latas de atún echadas a la basura viendo al niño, y empecé a pensar que era un mal día, me acordé de que era fin de mes y que había que hablar con Mrs. Armantov, y supe que era sencillamente el peor día de toda mi vida. Y no es mi culpa, ni siquiera es culpa de Courtney, mi room mate, si no de Phil, el apartamento lo arrendó él, y Courtney y yo le dábamos nuestra parte de la renta puntualmente todos los meses, pero Phil, al parecer, siempre encontró una razón para gastar ese dinero en otras cosas y no dárselo nunca a Mrs. Armantov, y para además no decirnos nada a nosotros y un buen día, desaparecer. Ayer en el periódico decían que en el Hudson habían encontrado un cadáver con el rostro desfigurado que al parecer llevaba varios días en el río, debo confesar que deseé primero que ese cadáver fuera Phil, pero luego me sentí mal conmigo mismo por pensar eso, y deseé más bien que Phil apareciera por
la puerta con los seis mil dólares de la renta atrasada, que le pagáramos a Mrs Armantov y que luego nos fuéramos todos a un bar cercano a beber y reírnos un rato. Supe, mientras subía las escaleras, que más allá de mis deseos, era mucho más posible que Phil fuera el cadáver descompuesto del Hudson a que ocurriera un regreso inesperado de nuestro ex amigo. Saqué mis cuentas y descubrí además que ni siquiera podía permitirme lo de las cervezas. Al llegar a mi piso veo una mala señal, la puerta está abierta y se oyen voces, Me acerco lentamente, la imagen es muy extraña, Courtney y Mrs. Armontov sentadas en ese viejo sofá lleno de pelos de gato conversando como si fueran las mejores amigas del mundo, como si fueran madre e hija, como si fueran compañeras de colegio. Se miran, se sonríen, una dice una cosa y la otra comenta, se siente una complicidad entre ambas, una familiaridad y una confianza como si se conocieran de toda la vida, a la derecha en la mesa veo a Martin, el novio de Courtney, que me ve y me sonríe, me hace señas, me le acerco, Martin me habla en voz baja, las voces de las mujeres inundan el apartamento, Martin me explica que todo está bien, que Courtney le ha explicado todo a Mrs. Armantov, que tenemos un mes más para irnos, que como el contrato no está a nuestro nombre no tenemos obligación legal de pagar nada. Escucho a Martin como si fuera un sueño, casi quiero pellizcarme, él me mira y sonríe, me pregunta que por qué no vamos abajo, al bar que queda a dos cuadras, ahí donde solo ponen new wave de los 80 y regalan raciones de pizza, que él invita. Y yo le digo que sí.
NOCHES DE GALPON Los edificios se construyen para erigir ruinas; ya sean los destinados para encerrar humanos, o animales hominizados, o muertos a los que se les ha impuesto la singladura de una vida que dejó de serlo. Y los sarcófagos y los muros y los establos se vienen abajo pero el espacio que ocuparon se queda con la vejez propia de la ausencia enfatizada. En el galpón donde metían a miles de pollos para que se engordaran hasta que no pudieran caminar, el calor aumentaba con el paso de los días que precedían la noche de la muerte de las aves, cuando el olor a agua hervida y a desplumamientos se fundía con el de la sangre que caía sobre los cubos de plástico mientras los pollos emitían sus últimos aleteos, amarrados patas arriba de un palo, y se desangraban por una ranura trazada en sus gargantas. Dagoberto, el que retiraba los cadáveres para lanzarlos a las ollas de agua caliente, decía que no les dolía. El galpón empezó a hacerse ruina gracias un sismo. No tenía animales adentro, era un espacio lleno de vacío. Dagoberto está preso porque cambió el sacrificio de pollos por la venta de cocaína. Lo encerraron en una cárcel y él espera a que haya un terremoto y los muros se caigan y él pueda escapar sobre los escombros o morirse.
TEKKONKINKREET: MITO Y TERRITORIO Por: Conde CeroUno
Aunque se le ha dado el nombre de Blanco y Negro, el título original de esta obra nos pone ya en sintonía con el tema de la ficción inmobiliaria: Tekkonkinkreet es un anagrama de tekkin concrete (tekkin konkurito), que en japonés significa hormigón reforzado con acero, la carne y los huesos del cuerpo de una ciudad. Y efectivamente, el escenario del manga de Taiyou Matsumoto es tan protagónico como los dos personajes representados por la polaridad acromática fundamental: Kuro y Shiro (Negro y Blanco en la lengua nipona), son los amos y señores de Takara-machi (Ciudad Tesoro), una ciudad imaginaria, o más bien un gran barrio o comunidad dentro de una ciudad mayor, que podría ser cualquier gran ciudad asiática (o incluso, cualquier megalópolis del mundo). Apodados “los gatos”, dado que se mueven sobre todo en los tejados y cielorrasos de las construcciones –al punto de que muchos creen que vuelan–, Kuro y Shiro nunca han salido de Ciudad Tesoro, son tan parte de ella como sus edificios y mercados tradicionales, como sus baños públicos o sus parques infantiles. El conflicto empieza cuando Hebi (Serpiente) llega para apoderarse de Ciudad Tesoro con el fin de convertirla en un nuevo complejo urbano, centro de sus negocios turbios. Para ello se asocia con un clan Jakuza, cuyos miembros empiezan a aterrorizar a las pandillas locales, tratando de ponerlas a su servicio o simplemente eliminándolas. La estrategia urbanística de Hebi es simple pero efectiva, además de cercana a la realidad: la construcción de un gran parque de diversiones que lleva el mismo nombre de su corporación:
“El Castillo de los Niños”, una inmensa atracción que seduce a los locales pero que sobretodo los distrae, mientras el nuevo poder se instala en el barrio y va desplazando o eliminando a los antiguos. Sin embargo, Kuro se enfrenta a las fuerzas Jakuza y gana varias batallas, así que Hebi decide emplear su arma más poderosa para vencer a los gatos: un equipo de tres asesinos sobre humanos que ya han cumplido esta labor en otros territorios previamente apropiados por la serpiente. Mientras esta gran batalla se despliega, la policía observa y acompaña las acciones sin mayor intervención. Se trata de una guerra de fuerzas marginales que se baten por un tesoro simbólico y material. Y como la estrategia de Hebi consiste en empezar conquistando el público infantil, los héroes que se le enfrentan son, a su vez, dos niños: uno cándido y transparente, suerte de niño místico (Shiro) y otro turbio y anárquico, pero poderoso (Kuro) que alberga una oscuridad que debe ser controlada o amenaza con destruirlo todo. A través de esta historia, Matsumoto nos ofrece una aguda metáfora sobre las transformaciones urbanísticas y las fuerzas sociales que las emprenden y padecen. Pues el tesoro por el que aquí se lucha no es otra cosa que el rostro humano de la ciudad, del barrio. Sus lugares de reunión, sus espacios rituales, sus paisajes construidos en ese inmenso patchwork colectivo que es cualquier entorno habitado por una comunidad. Nada lo expresa mejor que el diálogo entre Suzuki (Alias el ratón), veterano lugarteniente del ejército Jakuza, y el jefe de su clan, completamente entregado al plan y a las ideas de Hebi, la serpiente:
Ante esta lógica implacable, Taiyou Matsumoto solo encuentra una solución narrativa: la brutalidad racional de la lógica urbanística global solo puede ser derrotada por la fuerza irracional del mito. Así, esa oscuridad que ubicábamos en el corazón de Kuro toma la forma de un demonio legendario, Itachi o el minotauro, que se apodera del niño cuando cree que su amigo Shiro ha sido eliminado por los superasesinos de Hebi. Por fortuna, tras derrotarlos Shiro vuelve a aparecer (estaba bajo la custodia de los policías, en su única intervención activa) y le devuelve la serenidad a su compañero, en un triunfo parcial de la ciudad humana. Pero la metáfora no acaba con la ciudad tesoro: Hebi y sus secuaces sobrehumanos, y los mismos Yakuza, parecen simbolizar el embate del cáncer urbanístico global, que aunque en este caso está encarnado en fuerzas marginales, puede estarlo también, en el mundo real, en las fuerzas del mercado o en los gobiernos nacionales y locales, cuando privilegian el concreto, los centros comerciales (¿qué otra cosa son, sino inmensos Castillos Infantiles, tanto para niños como para adultos infantilizados?) y el diseño urbanístico impuesto verticalmente sobre las comunidades y sus necesidades, e incluso sus vicios y marginalidades. La Ciudad Tesoro, que en la versión animada de Michael Arias toma la forma cartográfica de un Ojo, gracias a la impresionante concepción visual de Shinji Kimura, se vuelve una isla distópica que refleja en su pupila el paisaje fragmentado de una y mil ciudades, que desde la estratósfera no son otra cosa que una especie de sarcoma de escala planetaria.
FICCIÓN INMOBILIARIA es un proyecto del Museo de los Desplazados, que surge del colectivo Left Hand Rotation: consta (hasta el momento) de tres documentales en que se abordan los espacios urbanos como un ambiente que recrea los paisajes de las películas para generar una reflexión macro en torno a las inquietudes inmobiliarias en la vida moderna. En este collage de ficciones en las que la ciudad y sus habitantes son los protagonistas se esconde el registro de los conflictos urbanos asociados al modelo socioeconómico de una época. De igual manera, sus desenlaces proyectan un abanico de soluciones sólo limitadas por la imaginación. La secuela de Ficción Inmobiliaria recopila materiales encontrados en películas de ficción donde las problemáticas asociadas a la cuestión de la vivienda (especulación inmobiliaria, procesos de gentrificación y consecuencias de la globalización en la ciudad contemporánea) aparecen en la trama principal o con cierta relevancia en su línea narrativa. Quizás podamos apreciar el cine de ficción por sus revelaciones documentales, y otorgar nuevas resonancias y significados a este sugerente orden narrativo. http://www.lefthandrotation.com/museodesplazados/
GENTRIFICAME LA FRITANGA: MANUAL DE AUTO CONSTRUCCIÓN Por: Luscus/Radio Aleta
La receta de la gentrificación está más o menos clara y como tal reposa en nuestra arenga de red social. Un barrio popular en un sector estratégico sufre un proceso de abandono estatal que provoca que sus predios se devalúen. El sector financiero silenciosamente se hace con parte de la ganga, mientras gobiernos cómplices emprenden planes de revitalización. Una ingenua y supuesta clase creativa entra en escena mudándose al barrio, trayendo más acción y un ecosistema económico que los moradores originales no pueden soportar. Emigración interna urbana en apartado modelo. Inmigración deseada de capital en las arcas de los especuladores. Protestamos airadamente apuntando a los culpables usuales —el despreciable banquero asociado con el político—, absortos en la ficción de que no hacemos parte de alguna de las permutaciones usuales de la mezcla que soporta los desplazamientos. Mas cabe preguntarse qué papel tenemos en los planos secretos de la ignominia. Una extraña combinación ontológica-urbana que yace en nuestro comportamiento paranoide bien sirve a los constructores de desigualdad. Por un lado, vivimos en ciudades, supuestos prodigios evolutivos de la colaboración; pero por el otro, estamos tan asqueados del vecino, del amigo o de la simple imagen etérea del habitante, que corremos afanosos a las vitrinas del consumo para aplicar concreto al reflejo deseado de nuestro ego con la masturbatoria utopía personal y seductora de la diferencia. No hago parte de la masa, imagen de mortero para adherir los uniformados ladrillos del aburrimiento. Soy especial. Y entonces, fatigamos las playas vírgenes en búsqueda
de la postal única para con ello abrirle el camino a los complejos hoteleros. Abrazamos una cultura popular que antes despreciábamos esperando estar a la vanguardia de los otros despreciadores. Más alto, por encima de los otros, en mi torre de marfil, en un viaje infinito de selfis por parajes exóticos donde obtuvimos la experiencia de color local y cama barata que progresivamente le es negada a quien originalmente la poblaba. ¿No es esto gentrificación? Sé que extiendo el argumento como plan de crecimiento apócrifo. Sin embargo, la analogía cede con facilidad, ya que la gentrificación no solo es pulpo que devora cuadras, eleva plusvalías y expande manzanas grises, sino que es metáfora de nuestra sociedad que demuele sus propias entrañas en una suerte de obra brutalista donde pelamos el cobre y el acero. Así, si puedo proyectar la idea, la ficción inmobiliaria es solo una instancia de la gentrificación de la cultura. La plaza de mercado como escenario fotográfico de un catálogo de ropa producida por esclavos en Bangladesh. Explotación trasatlántica interconectada usufructuando el falso limbo virtual-real, donde los sótanos de bits y las fachadas de aluminio convergen vertiginosas y resuenan con el “chinchín” de vasos de Whisky empuñados por usureros que observan el circo desde el “penthouse”. El exclusivo condominio de los pocos con dominio... y esto no lo leerás en un fanzine de galería ¿Ya ahorraste para tu cuota inicial de autosatisfacción? Luscus// www.radioaleta.net // proyectado en render pirata