Ficciorama n79

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EDITOTIAL 79

Lealo con esta canción: Heart of glass (Blondie)

al punto de anhelar la redención, salir de esa prisión y alcanzar un nuevo estado a cualquier costo, incluso si debe morir en ello. A lo largo de sus ajustados 87 minutos de duración Cronenberg nos deleita con una mirada visceral sobre la incidencia del sexo y la violencia en la sociedad moderna, a tal grado que nos pueden llevar a desatar el lado salvaje, el daimonium que todxs llevamos dentro. Sin mas preámbulos exploremos entonces VIDEODROME de la mano de sus múltiples acercamientos, su incidencia en el cyberpunk y la filmografía moderna. Enjoy (gózalo) att Ficciorama / marzo de 2018

Y ahora que eres el mundo del vídeo hecho carne, ya sabes lo que debes hacer. Oponerte a Videodrome. Usarás las armas que te han dado para destruirles. Muerte a Videodrome. ¡Larga vida a la nueva carne! (Bianca O´Blivion) Pocas películas envejecen bien con el paso del tiempo. A pesar de haber sido hechas en un tiempo distinto, la vigencia de sus contenidos permite reflexionar nuestra condición social y su inserción en las lógicas del modelo de pensamiento crítico. Este es el caso de VIDEODROME (1983), uno de los grandiosos filmes de David Cronenberg (marzo 15 de 1943), una mirada a los medios y como nos llegan a transformar basado en nuestro instinto de supervivencia.

Al igual que Case, el hacker de William Gibson en Neuromante(1984), Max Renn siente como su cuerpo lo limita

Ilustración de: Chris Garofalo

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Cronenberg, inspirado en un episodio de infancia relacionado con las señales pirata que lograba sintonizar, escribe este relato en el que el dueño de una pequeña estación de televisión por suscripción en Toronto que, en su búsqueda por programas mas atractivos, encuentra en una señal pirata unas imágenes de una sesión de tortura. Max Renn decide buscar el lugar de origen de la señal ubicándola en Malasia, pero luego descubre a un eminente teórico de los medios, el profesor Oblivion (una referencia directa a Marshall Mcluhan) quien habla de una nueva contienda por conquistar la mente humana y alcanzar a “la carne nueva”. Renn localiza a Oblivion en Pittsburgh y este le comenta sobre Videodrome, no es tan solo un programa de televisión, es un experimento que utiliza transmisiones regulares de televisión para alterar de forma permanente la percepción de quien observa, causando daños irreversibles en el cerebro.

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“EL ASCO”, PILAR MANIFIESTO DE MORRISON A ‘El Asco’ hay que considerarlo como una secuela temática (no lo digo yo, lo dice el propio Morrison) tanto de ‘Los Invisibles’ como ‘Flex Mentallo’. Evidentemente no te vas a perder si no las has leído puesto que son historias completamente distintas. Pero las tres comparten muchos de los conceptos que más obsesionan a Morrison, y que por tanto más intenta desarrollar en su obra. En esta ocasión en ‘El Asco’ vemos desde los toques de “teoría de conspiración” propias, hasta su obsesión por la identidad, del quien es quien, si somos libres de nuestros actos, si nuestras vivencias son las nuestras o hay alguien manejando los hilos como podemos ver tanto en la historia del protagonista como en la subtrama de Origen Secreto (que recuerda, además, a conceptos de ‘Animal Man’). De hecho se podría decir que en ‘El Asco’ Grant Morrison intenta reunir la mayoría de los conceptos que ha despedigado a lo largo de su obra. Todo esto aderezado por una ciencia ficción con el sello surrealista propio de Morrison y el dibujo óptimo para ello proporcionado por un Chris Weston (entintado meritoriamente por Gary Erskine) que está simplemente sublime y logra estar a la altura de lo que pide el escocés. Una cosa que, aunque parezca mentira, no todo el mundo es capaz de lograr. En definitiva ‘El Asco’ es una de esas obras en las que Morrison se encuentra al 100%, llevando al lector por trece capítulos en los que uno sabe cómo empieza pero no lo que se va a encontrar. LEER EL ARTICULO COMPLETO: http://www.fancueva.com/comic/el-asco-un-grant-morrison-al-100/


CRONENBERG Y LA NUEVA CARNE

Nacionalidad, temas y personajes en el cine de Cronenberg Frecuentemente, David Cronenberg es incluido en el cine estadounidense sin prestar atención al profundo sentido canadiense que hallamos en sus obras. Sólo tres películas (La zona muerta, La mosca y M. Butterfly) pueden ser adscritas al cine norteamericano y, pese a ello, las tres fueron rodadas también en Toronto (1). Muchos de los elementos temáticos propios del cine canadiense son parte fundamental del universo creativo de Cronenberg: la importancia del paisaje natural como elemento que refleja la psicología de los personajes, el sentido de aislamiento, la constante búsqueda de una identidad, el miedo al sexo femenino, la tendencia a la observación de los distintos puntos de vista de un mismo problema sin indicar una solución a corto plazo, la indefinición política, la frialdad expositiva... Los héroes del cineasta parecen incapaces de enfrentarse al Otro y casi todos mueren. De acuerdo con autores como William Beard, este pesimismo en el que prima el sentido de la derrota y la impotencia, el dualismo de naturaleza contra conocimiento, su temerosa cautela ante un universo hostil, así como los poderos sentimientos de aislamiento y exclusión lo sitúan decididamente como un director canadiense. Los antihéroes de Cronenberg llegan a darse cuenta de que es imposible derrotar y destruir completamente al Otro, ya que los Otros son, en realidad, manifestaciones de sí mismos.

Por: Lucía Solaz

Este espíritu canadiense del director también da pie a otra lectura de su énfasis temático en la infestación y el control del Otro. Una de los principales preocupaciones de la Canadá angloparlante es que sus industrias culturales sean dominadas y controladas por las corporaciones estadounidenses. Está presente el temor a que los Estados Unidos no sólo los domine económicamente, sino también ideológicamente. Por lo tanto, su identidad cultural está en juego. Este riesgo de “contaminación moral y cultural” nos puede llevar a establecer un paralelismo entre la infestación y el imperialismo cultural. Efectivamente, en los personajes de Cronenberg la contaminación moral se manifiesta a través de la desintegración física y psicológica. Esto es algo que podemos ver más claramente en películas como M. Butterfly, Scanners o Videodrome. Sin embargo, aunque sus filmes pueden ser vistos como crítica al imperialismo cultural estadounidense, la obra de Cronenberg está infestada por él. Si el cine norteamericano se ha criticado por ser demasiado violento, gráfico y sexual, entonces el trabajo del cineasta es más americano que los americanos. Esto podría ser debido al fatalismo canadiense: no puedes ganar, no se pueden resistir las influencias del imperialismo cultural norteamericano, el Otro se ha interiorizado. Cronenberg, no obstante, emplea las convenciones de la cultura americana contra ella misma. Otra importante característica del director reside en la notable abstracción que predomina en su obra. Sus películas abor-


dan siempre temáticas muy similares, lo que las convierte en obras de ideas más que de personajes. Cronenberg persigue con su trabajo establecer un conflicto intelectual en el espectador (sobre todo en la última parte de su carrera), lo que añadido a un minimalismo formal hace que, a veces, los resultados finales sean algo confusos y abiertos a múltiples interpretaciones, algunas de ellas incluso contradictorias. Cronenberg adopta siempre una posición distanciada, nunca moralista, aunque su punto de vista se hace evidente a través del análisis de sus películas.

Dilema cartesiano cuerpo/alma: La Nueva Carne Este es el tema más ejemplar y significativo en la obra de Cronenberg. En contraposición con la moral católica, el cineasta expresa con sus películas una rotunda voluntad de eliminar el rechazo constante que el ser humano ha tenido hacia lo carnal, ocultando y despreciando los instintos de nuestro cuerpo. Para el cineasta, cuerpo y alma son variables semejantes (el cerebro no es más que otro órgano sujeto a las mismas posibilidades de metamorfosis) y están vinculadas entre sí. En Cromosoma 3, el odio acumulado se manifiesta en el cuerpo de una mujer demente; en La mosca, la progresiva mutación que sufre el científico transforma inexorablemente su personalidad. En Videodrome, Cronenberg acuña uno de los conceptos más famosos y significativos que aparecen en su obra: La Nueva Carne. Los seres humanos gozan de completa libertad para modificar su entorno. No existen leyes naturales y resulta del todo lógico que el próximo paso en la evolución humana sea la fusión entre cuerpo y máquina. Vivimos en un paisaje tecnológico en el que cada vez resulta más difícil establecer una relación emocional con nuestros semejantes y donde las instituciones intentan controlar nuestras vidas. Por lo tanto, es inevitable que interactuemos con las máquinas y establezcamos con ellas relaciones de carácter carnal. Para Cronenberg, la tecnología “es una extensión de nosotros mismos, una encarnación de la voluntad humana”. En Videodrome, la conversión de Max Renn en la encarnación del mundo del vídeo le sirve para desembarazarse del control institucional y para encontrar una nueva identidad.

En Crash, sus deshumanizados protagonistas buscan desesperados una forma de incorporar los objetos a su vida sexual y de este modo establecer contacto emocional con el resto de los personajes. Los objetos en la obra de Cronenberg tienen una significación especial y absolutamente atípica respecto al cine convencional: los instrumentos ginecológicos que aparecen en Inseparables ejemplifican la obsesión patológica que afecta a los gemelos Mantle, las máquinas de escribir parlantes en The Naked Lunch son carnosas, palpitantes y sensuales, participando de la excitación de sus usuarios y convirtiéndose en objeto de intercambio íntimo. Es todo esto subyace un deseo similar al que encontrábamos al hablar de la enfermedad: la compulsiva búsqueda de la vida en un universo deshumanizado e invadido por la materia inorgánica.

El sexo como tecnología Son varias las películas de Cronenberg que unen sexo y tecnología de un modo fetichista, siendo Crash el caso más representativo. Un elemento recurrente en la obra de Cronenberg es La Nueva Carne: fetichismo desaforado que une cuerpos y objetos en una relación indisoluble. Las máquinas y objetos suelen dotarse de una inusual sensualidad, como las vainas génicas en eXistenZ o las máquinas de escribir en The Naked Lunch. La tecnología, tan presente en las películas de Cronenberg, aparece sin embargo en M. Butterfly de un modo más sutil y austero. Para Cronenberg, los protagonistas de este filme están creando su propia sexualidad, pero no lo hacen quirúrgicamente (que habría sido el modo habitual en el que este hecho hubiese sido mostrado en los primeros trabajos del director). Crean la ópera de sus vidas a través de la imaginación. En M. Butterfly, Cronenberg estudia la naturaleza de atracción sexual y plantea una cuestión espinosa: “¿De qué nos enamoramos, del sexo de una persona, de sus características, de su personalidad?”.

Si quieres leer el artículo completo: http://www. encadenados.org/rdc/rashomon/99-no-71-davidcronenberg/2569-cronenberg-y-la-nueva-carne-fusion-entre-cuerpo-y-maquina




ElLocoPensante


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