Ficciorama n81

Page 1


EL HERALDO DEL NEW WEIRD: CHINA MIÉVILLE

Lealo con esta canción: Ernis - 1 Hour Dark Drum and Bass Mix

Son pocos los autores que han despertado mi total admiración, en especial aquellos que desafian las convenciones de la ciencia ficción. Muestra de ello son las ediciones anteriores sobre William Gibson (el padre del cybepunk) y Bruce Sterling (ideologo del cyberpunk), Philip K. Dick (el gran profeta), John Brunner, Pat Cadigan, Jorge Baradit, William Burroughs; entre otros. Agregare a esta lista al escritor inglés China Miéville, el Heraldo del New Weird. Debo agradecer al buen Rodrigo Bastidas – editor de la antología de ciencia ficción Relojes que no marcan la misma Hora – por la recomendación y a Mirabilia Libros por los primeros ejemplares que conseguí, entre esos mi primer encuentro con Miéville – curioso y atipico nombre en la industria editorial – la novela Kraken (La Factotía de Ideas, 2013). En esta Billy Harrow, quien trabaja en el museo de historia natural de Londres como conservador de cefalópodos, se ve inmerso en una contienda entre las fuerzas del caos y la magia que pueden destruir a Londres y al mundo entero, solo que Harrow parece no darse cuenta de ello, solo le interesa seguir con su vida, sabiendo que él tiene la clave para dar fin a tal conflicto. Tras un periplo de 488 páginas quede fascinado con su prosa, los personajes y los conceptos que introduce; me enganche a tal grado que me lance a conseguir sus otras novelas. Fue así que me hice a: Un Lun Dun, La Ciudad y La Ciudad, Embassytown, Los Últimos Días de Nueva París, Estación de la Calle Perdido, El Consejo de Hierro y Looking for Jake and other stories. ¿Qué conozco hasta ahora de este escritor? Bueno, que nace en 1972, en Norwich, Inglaterra. Que años después se trasladaría a Londres, futuro ambiente de la mayoría de sus

relatos. Que China, su verdadero nombre, una reminiscencia del pasado hippie de sus padres, quienes en fidelidad con aquella época estos buscaron en el diccionario una “palabra hermosa”. “China” fue su elección y la decisión se concreto cuando vieron que significa “amigo” en la jerga popular. Lastimosamente aquella unión no duro mucho y la pareja se separa cuando el pequeño China contaba solo con año y medio de edad. Que se doctoro en ciencias políticas y su compromiso político lo llevo a ser candidato por el partido laborista en 2001, eso hasta ahora. Coincido plenamente con la opinión expresada por Jared Shurin, co-fundador de los Kitchies Award y editor del blog pornokitsch.com: “Los libros de China Miéville varían libremente en categorías y clasificaciones: fantasía épica y urbana, ciencia ficción dura y blanda, crimen, terror, adultos jóvenes y más. Se dirige, baila y finalmente se aleja de las tradiciones y expectativas de cada género. Aunque se han escrito miles de palabras tratando de poner en orden el trabajo de Miéville, un libro de China Miéville es, finalmente, bien - Miévilliano. El hombre es una categoría en sí mismo.” Esta será la primera de tres entregas que haremos sobre el Heraldo del New Weird, hablaremos en principio de sus novelas Kraken, Un Lun Dun y La ciudad y la ciudad. En la siguiente entrega hablaremos de la trilogía de Bas-Lag: Estación de la Calle Perdido (2000), La cicatriz (2002) y El Consejo de Hierro (2004). En la tercera entrega hablaremos de Los Últimos Días de Nueva París (2016) y Embassytown (2012). Sin mas preámbulos bienvenidos a este periplo a vuelo de moscardón por las calles del distrito Miéville. Ficciorama, junio 6 de 2018

ficciorama n81

EDITOTIAL 81

Dirige, edita, compila, ensambla y demas gajes del oficio: FICCIORAMA a.k.a Boris Greiff Siguenos en: @ficciorama (twitter), ficciorama25.blogspot.com, @ficciorama_zine en instragram y facebook


RESEÑA DE KRAKEN por LA ESPADA EN LA TINTA China Miéville irrumpió en el año 2000 de la mejor forma posible, con Perdido Street Station (“La estación de calle Perdido”, La Factoría de Ideas en castellano en 2001); era fantasía del nuevo milenio, rompedora, inclasificable, caótica, y arrasó con todo ganando el Arthur C. Clarke Award y el British Fantasy Award de 2001, quedando nominada al Hugo, al Nebula, al World Fantasy, al Locus y al British Science Fiction Award. En ella presentaba la ciudad de Nueva Crobuzón en el mundo de Bas-Lag (de inspiración steampunk), el mismo donde seguiría con sus dos siguientes novelas, The Scar y The Iron Council, ambas multipremiadas y nominadas a tantos otros premios (y también editadas por La Factoría de Ideas como “La cicatriz” y “El Consejo de Hierro”). Quizás interesado en experimentar fuera de Bas-Lag, sus siguientes novelas, Un Lun Dun (2007), The city & the city (“La ciudad y la ciudad”, La Factoría de ideas), Kraken (2010), Embassytown (Fantascy, 2013) y Railsea (2012), las establecería en otras localizaciones, a menudo nuestro propio mundo apuntándose a lo que hoy se conoce como fantasía urbana. Muchas de ellas fueron premiadas o nominadas también, y es que Miéville parece despertar pasiones haga lo que haga. Aparte de sus novelas, China Miéville ha guionizado cómic para DC (“Hellblazer” y la actual serie de “Dial H for Hero”) y escenarios de campaña de “Pathfinder”, a parte de militar en la International Socialist Organization y la International Socialist Network, y ser candidato para el Socialist Workers Party en UK en las elecciones de 2001. Habiendo estudiado antropología social, doctorándose en Relaciones Internacionales por la London School of Economics (2001), en la actualidad enseña escritura creativa en la universidad de Warwick. Con un currículum tan impresionante, es de extrañar que pueda mantener un buen ritmo de publicaciones (académicas, además de obras de ficción), y sin embargo lo logra, manteniendo un nivel de calidad altísimo. Y es que China Miéville es un genio; y como tal, siguiendo el tópico, un excéntrico. Así lo atestiguan sus novelas, que

suelen mezclar las ideas más extravagantes con una soltura casi “vanceana” para crear mundos surrealistas, desbordantes de imaginación, y a la vez, coherentes y creíbles. Kraken, la última de sus obras publicada en España de la mano de La Factoría de Ideas (premiada en 2011 con el premio Locus a la mejor novela de fantasía), es un perfecto ejemplo de ello, la quintaesencia de Miéville y la demostración de que se pueden plantear los conceptos más retorcidos y desarrollarlos sin caer en el absurdo que un autor menos hábil no podría esquivar. Y es que Kraken parece, bajo un primer escrutinio, una locura, puro delirio: el Kraken, pieza estrella de la exposición, ha desaparecido, literalmente, del museo; ¿cómo puede alguien robar ocho metros de calamar gigante (“Architeuthis Dux”) flotando en un tanque en formol sin que nadie, ni los guardias, ni los visitantes, ni ningún encargado se percate? Billy, uno de los conservadores tampoco se lo explica, y por más que insista en su desconocimiento, extraños personajes empiezan a aparecer en su vida empeñados en que está vinculado de algún modo con todo el asunto. Una brigada especial de la policía dedicada a documentar y contrarrestar (cuando suponen un peligro) los cultos y sectas que brotan como setas en el cuerpo del Londres oculto quiere reclutarlo para la investigación al mismo tiempo que la secreta iglesia del Kraken lo reclama como profeta. El Tatuaje, el bidimensional señor de los bajos fondos, manda a capturarle a dos esbirros, Goss y Subby, cuyo mero nombre evoca las escenas más desagradables de los últimos cientos años de historia londinense. Y por sobre de todos ellos flota una sensación de malestar de origen incierto, de inminencia, un miasma psíquico de miedo y expectación que sugiere que esta vez si, esta vez el final de todo está realmente cerca. La solución de Billy ante este embrollo es una huida hacia adelante; un intento de escapar a esta situación donde se ha metido sin saber cómo ni porqué, a base de intentar resolverla. La desaparición del Kraken puede ser solo un “mcguffin” para introducirnos en el complicado submundo de Londres, una ciudad que vive a la sombra de la que todos conocemos, por donde se mueven magos, cultistas, entidades sobrenaturales sindicadas, bandas de maleantes místicos y reyes del crimen enfrentados...

Para seguir leyendo escanea el QR que te envia a la historia completa


RESEÑA DE UN LUN DUN por David Tejera Expósito China Miéville ya no es un desconocido para los lectores españoles. Después de pasar algo desapercibido en las librerías durante la pasada década, la publicación de La ciudad y la ciudad en 2012 y Embassytown en 2013 lo pusieron en el punto de mira de muchos lectores del fantástico español. Desde entonces, sus publicaciones se han sucedido continuamente en castellano: Kraken en 2013, así como el relato corto La Cuerda es el mundo en Terra Nova 3, y Covehithe y Noche de paz publicados por la editorial Fata Libelli. Quedaban realmente pocas palabras del londinense por traducir al castellano y Oz Editorial ha reducido aún más la lista con la publicación el pasado 13 de mayo de Un Lun Dun, el segundo de los tres libros del autor ambientados en Londres. La trilogía londinense de Miéville —dejando de lado la novela corta The Tain y algunos relatos recogidos en la antología Looking for Jake, ambas inéditas en castellano— comenzó en 1998 con la publicación en inglés de El rey rata, una fábula en la que el autor nos llevaba por las alcantarillas y callejones más oscuros de Londres a ritmo de drum ‘n’ bass. Kraken, por su parte, es mucho más reciente. Lanzada en inglés en 2010 y en castellano el pasado 2013, la novela era todo un ejercicio de extrañeza en el que el autor inglés se destapaba completamente para mostrarnos su lado más surrealista. En ese sentido, Un Lun Dun es un libro muy similar, pero también completamente diferente.

a la mañana se ven envueltas en un viaje a la extraña ciudad gemela, donde Zanna descubrirá que es la elegida para liberar a la ciudad de la tiranía del Esmog. El Esmog es un terrible ser hecho de contaminación que amenaza con sumir a la ciudad en una nube eterna en la que el asol (el sol con forma de rosquilla de Alondres) y la muna (la luna) nunca jamás volverán a brillar. Pero no estarán solas, claro. Contarán con la ayuda del gran Pasagüísimo, el líder de los pasaguas, quien ha conseguido una fórmula que es capaz de mantener a raya la polución del Esmog. Lo primero que hay que tener en cuenta al empezar la lectura de Un Lun Dun es que no vamos a encontrarnos con una novela extremadamente original ni que explore ideas nunca vistas hasta el momento. Un Lun Dun es una novela juvenil muy entretenida, con una trama lineal y previsible que sabemos desde el primer momento cómo va a terminar. Lo que eleva la novela por encima de otras es la manera que tiene Miéville de retorcer los temas y los personajes para convertir una historia tan manida en algo que parezca tan suyo. Y no me refiero a los elementos rocambolescos que solo podrían haber salido de la imaginación del londinense, sino a la manera tan genial con la que juega con estos supuestos y con las expectativas de los lectores para dar la vuelta a los tópicos antes del ecuador de la novela. Este borrón y cuenta nueva y la manera que tiene Miéville de dejarnos con la miel en los labios al final de cada capítulo —y tiene noventa y nueve— hacen que el ritmo de Un Lun Dun no decaiga en ningún momento a pesar de las 415 páginas de letra no demasiado grande con las que cuenta la edición en castellano de Oz Editorial. La fauna que puebla la novela es un tema aparte y se podría decir que adquiere una importancia capital a la hora de valorar las virtudes del libro. De la misma manera que ocurría en Kraken, Alondres está poblada por toda una amalgama de criaturas y objetos increíbles que campan a sus anchas por la aburbe...

Girando la válvula que nos lleva a Alondres Un Lun Dun tiene lugar en Londres y en otro Londres un tanto más extraño. No es el Londres de Abajo del Neverwhere de Neil Gaiman —a quien el autor no se olvida de nombrar en los agradecimientos—, sino Alondres, un lugar en el que la gente no usa paraguas sino pasaguas, en el que los fantasmas campan a sus anchas en su propio barrio y en el que las jirafas son unos seres carnívoros con cara de pocos amigos que recorren las callejuelas. Zanna y Deeba son dos chicas de Londres que de la noche

Para seguir leyendo escanea el QR que te envia a la historia completa


RESEÑA DE LA CIUDAD Y LA CIUDAD por Daniel Genis De vez en cuando te encuentras novelas que te dejan con la boca abierta. Prodigios de imaginación y originalidad. Es el caso de La ciudad y la ciudad, de China Miéville. A estas alturas, sin embargo, intentar decir alguna cosa nueva es bastante difícil. La novela fue un auténtico acontecimiento cuando se estrenó, en 2009, y ganó algunos de los premios más prestigiosos de los géneros fantásticos: Hugo, Arthur C. Clarke, Locus y Word Fantasy. Aunque no está claro que sea exactamente ciencia ficción o fantasía, blogs y revistas especializadas se volcaron. Lo cierto es que tal vez la etiqueta que más le va (si tenemos que elegir alguna) sea la de novela negra con toques de ficción psicológica. O algo parecido. Desde entonces, el nombre de Miéville es uno de los referentes de la literatura contemporánea del género fantástico. Su última novela, Embassytown (2012), galardonada con los premios Locus e Ignotus, lo corrobora. Las ciudades son una constante a lo largo de toda la obra de Miéville. Tal vez, como él mismo dice, porque es donde siempre ha vivido. Quizás porque es donde está la gente y, por tanto, donde pasan cosas. Nueva Crobuzón, UnLondon, Ciudad embajada, etc. En La ciudad y la ciudad no nos encontramos con una, sino con dos ciudades (o quizá incluso tres, ya los veremos luego): Beszel y Ul Qoma. Se trata de dos ciudades imaginarias al estilo de otras ciudad reales divididas, como Berlín o Jerusalén. Pero la diferencia de estas dos de ficción respecto cualquiera de sus referentes reales es que las dos ciudades conviven en el mismo plano topográfico. Seguramente este concepto sea el más original y, a la vez, el más rebuscado, de la novela. Debo confesar que al principio me costó de asimilar. Me daba la impresión de que el autor nos estaba hablando de dos realidades que existían a la vez en una especie de dimensiones paralelas (al estilo de Fringe, para entendernos), pero no es el caso. En la novela de Miéville la división entre una y otra es más mental que física y es en la autocensura de cada uno donde se tejen las autén-

ticas fronteras, lo que impedirá que beszelís y ulqomanos se interrelacionen, exactamente como si existiera algún poder que se lo impidiera. Bueno, de hecho sí existe un poder en la sombra encargado de mantener esta ficción. Se llama “la Brecha”. Un cuerpo suprapolicial encargado de perseguir a los que violan la separación entre las dos ciudades. A pesar de esta complejidad, hay que decir que el autor va desarrollando la idea poco a poco, lo que hace que la lleguemos a digerir sin muchos problemas. De hecho, no será hasta después de unos cuantos capítulos que empezamos a notar el elemento cienciaficcional. En la primera parte, “Beszel”, la novela arranca dentro de los convencionales parámetros de lo que podríamos considerar la novela negra. Los suburbios de una ciudad deprimida. Un asesinato. Una voz que nos lo va narrando todo en primera persona. El protagonista es Tyador Borlú, un agente de policía beszelí que comenzará a investigar un rutinario caso de asesinato y que, a medida que va uniendo piezas, se encuentra que todo se complica más y más. Las investigaciones lo acabarán llevando a la otra ciudad, Ul Qoma, que ocupa la segunda parte de la novela. Si en la primera veíamos la labor policial de Borlú en su terreno, acompañado por su ayudante Corwin, en esta segunda quien le hace de carabina es el agente ulqomano Qussim Dhatt. Resulta interesante el tratamiento de temas actuales como el nacionalismo, el secesionismo, el enfrentamiento entre oriente y occidente o la inmigración a través de la ficción novelesca. Entre los dos policías, por ejemplo, al principio se levanta una barrera de desconfianza mucho más efectiva que cualquier muro. También los conceptos de “desver” y “desoír” resultan metafóricamente muy interesantes. Es el mecanismo según el cual los ciudadanos (en último término los que sustentan con su actitud resignada la diferencia entre la ciudad y la ciudad) ignoran a los otros (los que visten, hablan o creen diferente). La tercera y última parte lleva por título “La Brecha”. Es más breve que las anteriores, y condensa buena parte de las escenas con más acción. La idea de que en el entramado de las dos ciudad existe un lugar que no pertenece a ninguna de las dos... Para seguir leyendo escanea el QR que te envia a la historia completa



© Cover from ‘Project Magazine


ElLocoPensante


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.