Filosofía y Tecnología
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Wilbert Tapia Meza
Filosofía y Tecnología (Antología)
Wilbert Tapia Meza
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Filosofía y Tecnología
ÍNDICE Pág. Introducción……………………………………………………………
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Oh Hada Cibernética .................................................................
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PRIMERA PARTE: ANTECEDENTES HISTÓRICOS Y CONTEXTO El pensamiento sobre la tecnología en la historia, Adoni y Arzóz .........................................................................................
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Breves antecedentes sobre ciencia, tecnología y desarrollo en América Latina, Francisco Sagasti ........................................
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Problemática de la ciencia, tecnología e innovación tecnológica en el Perú, CONCYTEC ..........................................
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SEGUNDA PARTE: TÉCNICA, TECNOLOGÍA, TECNOCIENCIA La ciencia, la técnica y la tecnología, Aquiles Gay .....................
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Ciencia básica, ciencia aplicada y técnica, Mario Bunge ............
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Caracterización de la técnica, Miguel Ángel Quintanilla..............
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Tecnociencia, Mario Bunge........................................................
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TERCERA PARTE: PROBLEMAS GENERALES Problemas filosóficos de la tecnología, Miguel Ángel Quintanilla.................................................................................. 137 Filosofía de la tecnología, Eduardo García y otros ..................... 163 El impacto social de la innovación técnica, Mario Bunge ........... 183 Subdesarrollo, ciencia y tecnología, Francisco Sagasti .............. 209
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CUARTA PARTE: PROBLEMAS ACTUALES Tecnología y sabiduría, Emmanuel G. Mesthene .......................
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Las tecnologías de las comunicaciones y la filosofía de la técnica, Javier Echevarría ..........................................................
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Implicaciones onto-epistémicas de la mejora humana: Una defensa del posthumanismo, Daniel Peres ................................
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INTRODUCCIÓN
El desarrollo del hombre está marcado por la presencia de la técnica y la tecnología, su influencia es tan determinante que incluso se llega a considerar que son parte misma de la naturaleza humana. Esta idea puede constatarse revisando los diferentes elementos técnicos y tecnológicos que se han producido a lo largo de la historia, pero también observando directamente los objetos que nos rodean, casi todos de carácter artificial. La filosofía no es ajena a esta realidad y ha formulado una serie de reflexiones acerca del fenómeno tecnológico. Todavía no se observa un tratamiento sistemático más o menos homogéneo, pero sí se pueden encontrar diversidad de enfoques y planteamientos en relación a la tecnología. En el presente libro se ha seleccionado una serie de textos que abordan diferentes temas que han sido objeto de reflexión en la doctrina filosófica. En primer lugar, hay una breve revisión histórica del pensamiento acerca de la tecnología. La segunda parte se dedica a los conceptos de ciencia, técnica y tecnología. En tercer lugar, se presentan algunos de los problemas generales de la filosofía de la tecnología. Finalmente, se abordan algunos de los problemas actuales de esta disciplina filosófica. La lectura de estos textos constituye una invitación a pensar sobre problemas de intensa actualidad, la reflexión filosófica puede contribuir a proporcionarles cierta claridad.
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Oh Hada Cibernética cuándo harás que los huesos de mis manos se muevan alegremente para escribir al fin lo que yo desee a la hora que me venga en gana y los encajes de mis órganos secretos tengan facciones sosegadas en las últimas horas del día mientras la sangre circule como un bálsamo a lo largo de mi cuerpo
Carlos Germán Belli (Del libro Dentro & fuera, 1960)
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PRIMERA PARTE Antecedentes históricos y contexto
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EL PENSAMIENTO SOBRE LA TECNOLOGÍA EN LA HISTORIA
Alonso Adoni e Iñaki Arzóz (2003). Carta al Homo ciberneticus. Madrid: EDAF, pp. 39-72
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DEL COMIENZO DE LA TECNOLOGÍA Y DE LA UTOPÍA La tecnología constituye un factor fundamental en la historia de Occidente en tres sentidos: como realidad, como proyecto y como sueño. Es importante recordar estas tres facetas porque son las que marcan la diferencia con otras culturas y sus correspondientes tecnologías. La tecnología es una forma especial de cultura que afecta a los demás productos culturales y que a su vez es modificada por ellos, y así ha ocurrido hasta la época moderna. Si esto es cierto, entonces es posible recorrer nuestra historia cultural y ver en cada momento los hitos que se han ido estableciendo en el tiempo. Desde luego en la época en que vivimos, la tecnología se ha convertido en un tema recurrente desde ángulos muy diversos, incluido naturalmente el pensamiento. Pero sería un error entender todo este esfuerzo reflexivo como algo que surge solo en el siglo XX. Las raíces del pensamiento sobre este tema son muy profundas. Ello se debe a que la tecnología es también una clave interpretativa fundamental, por lo que se puede afirmar que nos explicamos qué somos a través de ella, en una suerte de pensamiento sub specie tecnológica. Hemos oído en numerosas ocasiones que es precisamente el desarrollo de la técnica lo que hace que el homo se convierta en sapiens. Y en la actualidad, incluso se especula con que los límites están ya en el cyborg, donde se estaría produciendo el siguiente salto evolutivo. En este recorrido de varios miles de años se percibe cómo esa realidad tecnológica del Homo sapiens se lanza al futuro en un proyecto que, convertido a veces en sueño y a veces en pesadilla, va a determinar el futuro de la humanidad. -9-
Wilbert Tapia Meza No son otra cosa los mitos griegos, como el de la Atlántida, que en muchos sentidos marcan el talante occidental hacia la utopía. Esa Atlántida, recordada por Platón en diversos diálogos (Critias, Timeo), como pasado perdido o ficción, pero donde se recrea la primera utopía tecnológica, o tecnoutopía, que aparecerá como un tema recurrente en nuestro acervo cultural, como forma de mitotecnología. Son los griegos los primeros en establecer el primer pensamiento sobre lo técnico. No en vano el mito de Prometeo nos muestra cómo el fuego, una de las primeras tecnologías, robado por un hombre a los dioses, es aquello que nos distingue de los animales y nos permite sobrevivir en un entorno hostil. En esa esfera de lo mítico se encuentra otro relato que muestra ese interés primordial por lo técnico: el mito de Ícaro. Hijo del perverso Dédalo (autor de una maquinaria para que Perséfone pudiera mantener un coito con un toro, y de esa unión nace el Minotauro), muere porque en su vuelo para escapar del Minotauro se aproxima demasiado al Sol, que derrite sus alas de cera. El mito sugiere así que el abuso de la técnica conduce al desastre porque tienta al hombre con el orgullo (hubris). En el llamado albor del pensamiento occidental, en el paso del mito al logos, el helenista Benjamin Farrington (Mano y cerebro en la antigua Grecia) propone que ese cambio se debe en esencia a un modo de pensar técnico. Este método habría de basarse por fuerza en la observación, experimentación y refinado de los procesos, lo que lleva a prestar un interés más preciso por el entorno. El ámbito geográfico donde nace esta nueva forma de pensar es, por encima de todo, un lugar de comerciantes y técnicos que tienden a ver la naturaleza como un conjunto de procesos comparables a los procedimientos artesanales; así, la naturaleza produciría seres de forma similar a como los artesanos fabrican telas o vasijas. Por otra parte, curiosamente, será ya el pitagorismo griego, el pensamiento de aquella secta que combinaba especulación matemática con mística religiosa, el que colocará el primer pilar del proyecto tecno-hermético de la tecnología occidental, que alcanza su plenitud en la cibercultura contemporánea. La realidad pitagórica estaba compuesta en su último extremo - 10 -
Filosofía y Tecnología por números, por lo que el estudio y desarrollo de las matemáticas deviene así en una suerte de contemplación de lo divino. Pitágoras adoptará con el tiempo la figura del sabio hermético, del sacerdote de arcanos geométricos, cuya aura irá transmitiendo a otros legendarios magos, magos de la técnica, como el rey Salomón, mítico arquitecto del Templo de Jerusalén. De esta manera se asienta esta oscura y primordial convicción en el imaginario humano de que el conocimiento técnico sirve para realizar maravillas. La tecnología, el pensamiento sobre la tecnología, contendrá así desde el principio ese ingrediente irracional de magia y maravilla, que no nos abandona ni siquiera en la actualidad. Durante el periodo de los sofistas, la técnica se entiende como el proceso de humanización, tal como sostiene Protágoras. Anticipando en siglos las propuestas del progreso material y apoyándose en el legado mitológico, afirma que gracias a ella los seres humanos son capaces de sobrevivir en un entorno hostil. La primera invención importante es, según Protágoras, el lenguaje, que permite la creación de sociedades como forma de defenderse de los ataques de animales y de la dureza de la naturaleza. Pero también es cierto que la técnica griega es diferente a la contemporánea, no solo por sus resultados, sino también por su concepción. La ciencia, el conocimiento de los procesos naturales, que marca la originalidad del pensamiento griego, se limita a un conocimiento especulativo, contemplativo, pero en su mayor parte, ajeno a sus posibles aplicaciones prácticas. Tal vez el uso de esclavos, como propone Farrington, fuera la causa del desinterés por construir maquinarias que ahorrasen esfuerzo físico. En cualquier caso, es curioso recordar cómo Calicles, en el Gorgias de Platón, utiliza la palabra bánausos (trabajador mecánico, artesano) como insulto, afirmando que nadie dejaría que su hija se casase con un hombre de tan baja condición. Esta anécdota señala una característica de la historia de nuestra tecnología que continuará hasta bien entrado el siglo XVI. Platón considera que el verdadero conocimiento ha de residir no en qué sea la naturaleza, sino en las cualidades racionales y morales del ser humano. Su obra codifica por primera vez la idea de conocimiento del alma y de las virtudes o conocimiento humanístico, en contraposición al - 11 -
Wilbert Tapia Meza conocimiento de la naturaleza o científico. Sin embargo, su discípulo Aristóteles no fue tan severo con esta división y aceptó que la observación de la naturaleza sí merecía la atención del filósofo (y de ahí sus profundos tratados de biología comparativa). De esta manera, su trabajo recopilatorio y su actitud investigadora alentó el nacimiento de toda una generación de griegos que se dedicó a la experimentación y construcción de todo tipo de maquinarias. Por ello, no se puede pensar que esta opinión elitista y despectiva respecto a la técnica fue la tónica constante en la cultura griega. Al contrario, el ingenio heleno tiene sus mejores representantes en Arquímedes, autor de diversos inventos como los espejos ustorios y la ley de la palanca, o en Herón de Alejandría, mítico fabricante de los primeros robots y autor de De Neumática, un tratado sobre el vapor que anticipa el motor de la revolución industrial del siglo XIX. Algunos descubrimientos arqueológicos sorprendentes, como la célebre máquina de Antiquitera (una especie de reloj que reproduce el movimiento de algunas constelaciones), nos indican que existía un arte mecánico de gran complejidad, que lamentablemente se ha perdido. También la excavación de túneles o el mismo faro de Alejandría son muestras de una pericia técnica muy avanzada, que no se ajusta al tópico de un total desprecio griego de la tecnología. Pero este ya es otro periodo histórico, tras la caída de las grandes polis como Atenas y Esparta, que ahora se encuentran subsumidas en el imperio creado por Alejandro Magno, el gran mecenas de la tecnología y la filosofía de la Antigüedad. Justamente en una ciudad fundada por el conquistador, en la Alejandría de Egipto —patria oculta de la utópica Atlántida y motivo del fascinado género aegiptiaka, de Heródoto o Hecateo de Abdera—, se funda la gran biblioteca que reúne varios cientos de miles de libros y que además contaba con centros de investigación, colecciones de animales, etc. Alejandría terminará formando parte de la tradición tecnoutópica occidental hasta que Napoleón, en el siglo XVIII intentará reconstruir su anhelo totalizador durante su fracasada expedición a Egipto, esta vez gracias a científicos franceses, con el matemático Charles Fourier a la cabeza, al impulsar la Description de L’Egypte, magna obra de la ciencia ilustrada, comparable a la - 12 -
Filosofía y Tecnología Encyclopédie. 2.
DE LA FILOSOFÍA CRISTIANA A LA NUEVA ATLÁNTIDA Llegará la decadencia de Grecia y por Occidente pasarán los imperios, como el romano, cuya extraordinaria contribución a la tecnología ingenieril es bien conocida, pero que no aportaron nada significativo respecto al pensamiento de la tecnología. Durante la Edad Media se mantiene la división entre artes mecánicas y artes liberales porque el pensamiento regresa a la actitud contemplativa del saber, tras el breve lapso alejandrino. Las artes mecánicas son propias de hombres de baja extracción, mientras que las artes liberales (trívium y cuadrívium), como su propio nombre indica, son practicadas por hombres libres. Este pensamiento de origen platónico se perpetúa ahora porque lo más importante de la vida humana se conoce por revelación de la divinidad. Por otra parte, el trabajo manual es simplemente un castigo ante el pecado original...Pero no sería justo resumir este amplio periodo histórico de forma tan sumaria. El cristianismo aporta varias ideas sobre la tecnología, provenientes de su origen hebreo, que se añaden al pensamiento griego. La magia, como forma de prototecnología, está presente en el cabalismo judaico, en la construcción de golems o criaturas artificiales, y el cristianismo acepta la verdad de la magia aunque la prohíbe por herética. En esta época comienza a tomar cuerpo el precedente de la química, la alquimia, que es en realidad la versión práctica del hermetismo nacido entre el siglo II y III en Alejandría. Combinando filosofía griega, cristianismo y religión neoegipcia, aparece una corriente de pensamiento en donde la magia activa, transformadora del mundo, se convierte en una suerte de ideología subterránea que empapará el pensamiento tecnológico de nuestra cultura. En esta época se producen acontecimientos, descubrimientos y concepciones filosóficas que marcan decisivamente la comprensión que tenemos de la tecnología. Jean Buridán, Pedro Grosseteste, Hugo de San Víctor, Roger Bacon o Raimon Llull (Los filósofos medievales) son exponentes de esta fecunda diversidad. Grosseteste y Buridán introducen de nuevo la necesidad del experimentalismo aristotélico y de la observación de la naturaleza. Hugo de San Víctor escribirá un tratado sobre las - 13 -
Wilbert Tapia Meza artes mecánicas, asignándoles un lugar considerable en el conjunto del conocimiento humano. Su concepción de la tecnología es muy diferente al de la cultura griega; dada la naturaleza pecadora del ser humano a causa del pecado original, la tecnología es necesaria para que este recupere su bienestar en este mundo, aunque su uso ha de ser armónico y equilibrado. De acuerdo con David Noble (La religión de la tecnología), esta concepción de Hugo de San Víctor influye poderosamente durante la llamada revolución científica del siglo XVI y XVII; la necesidad de buscar o, mejor dicho, reconstruir la naturaleza humana con la ayuda del conocimiento y la tecnología es una idea tan poderosa y sugestiva, que todavía hoy alienta el desarrollo tecnocientífico actual. Por su parte, Roger Bacon inventa todo tipo de artilugios como las gafas bifocales y es capaz de predecir la construcción de aviones o submarinos, pero más importante aún, propone la experimentación como forma de encontrar la verdad, una verdad que es completamente necesaria a fin de salvar al ser humano del Anticristo. Y finalmente hay que recordar a Raimon Llull, pues este monje y escritor mallorquín fue el primero que, basándose en el precedente árabe de la zairja, imaginó la posibilidad de automatizar el pensamiento. Su máquina de pensar, dos círculos concéntricos divididos en casillas, que giran entre sí, constituye la primera propuesta práctica para entender el razonamiento como un ars combinatoria; reducido el conocimiento a sus partes mínimas, pensar no significaría otra cosa que combinar, lo que le permitía supuestamente razonar mecánicamente la existencia de Dios. Esta concepción es el planteamiento protocibercultural más importante de la Edad Media y tendrá sus continuadores en Mistas como Giordano Bruno, Marsilio Ficino o G. Leibniz, convirtiéndose, según Martin Gardner (Máquinas y diagramas lógicos), en un antecedente de la informática. El Renacimiento es el periodo histórico en el que se alcanza el momentum necesario tanto para el desarrollo tecnológico occidental como para comenzar de manera estricta y sistemática su reflexión. A partir de este periodo la tecnología comienza a formar parte no ya de una faceta de la cultura sino - 14 -
Filosofía y Tecnología de un proyecto general para el ser humano. Los propios artesanos o técnicos, como Georg Bauer (también conocido como Agrícola, autor de De Re Metallica) o Bemard de Palissy (artesano vidriero, buscador del esmalte blanco), reclaman un lugar en la consideración del saber, en contra del dictum de Platón. Sus voces son escuchadas por los grandes de la época como Leonardo, Galileo o el mismo Francis Bacon, quienes valoran con entusiasmo la ayuda de los inventos mecánicos en la mejora de las condiciones de vida. Siguiendo las ideas de Hugo de San Víctor y de Roger Bacon, es necesario reconstruir esa mítica Atlántida platónica, a fin de que los seres humanos recuperen la máxima expresión de su naturaleza. En un periodo relativamente breve aparecen los grandes tratados utópicos en los que se propone una reconstrucción de la sociedad humana en virtud del conocimiento científico. A partir de la Utopía de Tomás Moro, el inventor del concepto de «utopía» o no- lugar, Occidente recupera su visión de una sociedad perfecta en la que las reformas sociales, la ingeniería social, van de la mano de las aportaciones tecnológicas. Tomasso Campanella entiende que el nuevo pensamiento científico conlleva un aumento de libertad, y por ello defiende a Galileo Galilei. Su libro La ciudad del Sol es todo un manual para el diseño de un Estado mundial (un lejano antecedente de la globalización) en el que el conocimiento científico ha de ser una herramienta primordial para su buen gobierno. Pero es sin duda en la utopía, de título tan significativo, de la Nueva Atlántida, de Francis Bacon donde se destila el pensamiento científico de la época de manera más intensa y premonitoria. Bacon propone que el conocimiento es básicamente poder, poder de transformar la naturaleza, y que los límites de esa transformación apenas existen. La invención de la pólvora, la brújula o la imprenta son acontecimientos que transforman a la humanidad de forma radical. En la Casa de Salomón, una suerte de laboratorio situado en el centro de la isla de Nueva Atlántida, los científicos inventan y ofrecen sus ingenios a la sociedad, aunque al mismo tiempo controlan el uso y el conocimiento, ya que pueden ser potencialmente peligrosos. Y son los científicos quienes finalmente conducen a la sociedad a su verdadero orden y esplendor. En su obra teórica La Instaurado Magna coloca las bases para ese progreso basado - 15 -
Wilbert Tapia Meza en la invención y el descubrimiento que permitirá a la humanidad llegar a la perfección social, una restauración de la naturaleza adánica. 3.
LAS ALTERNATIVAS: EL MECANICISMO Y EL LUDISMO Justamente, este ideal que nace en la Nueva Atlántida, de reconstrucción técnica de la sociedad, es el que impulsará a la tecnología occidental a reconstruir, mentalmente desde luego, todo el universo. Ello es posible si en realidad el mundo, el universo, con todo lo que contiene, no es más que un inmenso autómata y los seres que en ellos habitan también lo son. Descartes (Tratado del hombre) propone el mecanicismo para explicar el comportamiento de los seres vivos, exceptuando el ser humano que posee un alma o res cogitans. Más consecuente, Julien Offroy de La Méttrie (El hombre-máquina) considera que incluso los seres humanos son simplemente mecanismos más o menos complejos pero esencialmente no distintos a los autómatas que comienzan a proliferar precisamente en esa época. Y de ahí no es difícil llegar a la conclusión de que la grandeza del ser humano consiste precisamente en reproducir o inventar mecanismos, emulando así a la naturaleza. La capacidad inventiva se convierte en el camino para recrear la naturaleza y al mismo tiempo para inventamos como seres humanos, y los únicos límites son los que nosotros decidamos. Esta euforia ante la ciencia y la técnica alcanza su máxima expresión en la labor del filósofo Augusto Comte, para quien el cientificismo es una prueba de la madurez de la propia humanidad. En su Catecismo positivista, Comte predica ante una mujer la necesidad de la ciencia y la aparición del nuevo héroe, el ingeniero, que salvará a la humanidad de los problemas a los que se enfrenta y que también la salvará de sí misma. En el final del siglo XIX, un momento esplendoroso de la cultura según George Steiner, se vive la convicción de que la ciencia y su aliada la tecnología nos van a conducir hacia la utopía. Liberados del yugo de las condiciones que la naturaleza nos impone y corregidas las enfermedades sociales que la falta de racionalidad han impuesto en la humanidad, el futuro aparece glorioso y su nombre es «progreso». Pero junto a estas - 16 -
Filosofía y Tecnología reflexiones optimistas pronto comienzan a aparecer sombras en este aparentemente triunfal camino de la técnica. En un principio existe la confianza de una sociedad que realmente sea mejorada por la técnica, pero para ello es necesario el establecimiento de un nuevo orden social. Utopistas como Charles Fourier y el conde de Saint-Simon tratan de encontrar una alternativa al desarrollo científico-técnico, endurecido por el capital, que realmente haga posible una convivencia social armónica (curiosamente, Julio Verne, uno de los primeros grandes escritores de ciencia-ficción muestra simpatías ante estos proyectos utópicos donde la ciencia ordena y la tecnología facilita la vida en común). Pero estos proyectos utópicos, de tecnología alternativa, buscando muchas veces la autosuficiencia, fracasan ante la apisonadora de un capitalismo que encuentra en la tecnología su combustible principal: la competitividad. Y por ello no es de extrañar que las utopías deriven, como la de León Tolstoi en su finca de Yasnaia Poliana, hacia una ascesis de lo técnico, hacia una vuelta a la vida natural, evitando los excesos y conflictos del desarrollo generalizado. El desarrollo tecnológico no acontece sin provocar disturbios, dificultades y graves problemas sociales. La revolución industrial nos muestra un claro caso de este malestar en el ludismo, un movimiento que marca el signo de violencia de la tecnología moderna. También es el primer caso de una visión de pensamiento plenamente activista en la historia de la tecnología. Lo que comienza como una defensa ante el trabajo y del modo de vida de los tejedores ingleses de 1830, acaba convirtiéndose en una actitud crítica, compartida aún hoy en día por grupos alternativos y filósofos como David Noble o John Kipatrick Sale, frente a los perjuicios que la aceleración tecnológica está causando. La literatura toma cartas en el asunto, y entre los numerosos autores que introducen un pensamiento crítico respecto a la tecnología merece la pena destacar al menos estos cuatro: Samuel Butler, William Wordsworth, lord Byron y Mary Shelley. Butler expone en Erewhon un ludismo avant la léttre, y propone por primera vez la idea de la evolución aplicada a la tecnología (una oculta crítica a Charles Darwin) como un camino peligroso que puede acabar con la humanidad. Wordsworth, desde la poesía, - 17 -
Wilbert Tapia Meza contrapone la belleza de la naturaleza intocada frente a la fealdad del fruto más granado de la revolución tecnológica, las ciudades. En su Inglaterra natal ve con horror cómo pequeños asentamientos como Manchester se transforman de la noche a la mañana en centros fabriles con decenas de miles de trabajadores viviendo en condiciones penosas. El humo de las chimeneas, el reloj y los tumos en las factorías marcan el ritmo de una vida a la vez despiadada y frenética, sin apenas tiempo libre para la reflexión. Londres se transforma en una nueva cruel Babilonia que se alimenta de la sangre de los millares de trabajadores que la mantienen en funcionamiento. Por su parte, Byron, en su alegato proludita en el Parlamento británico, es testigo de la inflexibilidad del nuevo capital, pues para acabar con los disturbios de unos pocos centenares de destructores de máquinas, el imperio acantona más de diez mil soldados y ejecuta en la horca a más de una docena en un solo día. El progreso técnico entonces se presenta como una fuerza arrolladora, que destruye a todo el que se oponga a su avance. Mary Shelley es consciente de estas atrocidades pero da un paso más allá. Su Frankenstein o el moderno Prometeo, tantas veces llevado al cine y convertido en icono de la cibercultura cyborg, es una conmovedora fábula crítica que resume como pocos ensayos la gran cantidad de los dilemas éticos a los que se enfrentan los científicos de entonces y de ahora, tales como la responsabilidad de las propias acciones, la incapacidad de predicción de los resultados o el compromiso ético ante el resto de la humanidad. 4.
EL IMPACTO DE LAS GUERRAS MUNDIALES Y LA FILOSOFÍA DE LA TECNOLOGÍA Las nubes se siguen cerniendo sobre el cambio de siglo y muchos escritores temen la debacle final. En París el dibujante Albert Robida imagina una guerra del futuro en la que predice escenas de combates aéreos y de submarinos, e incluso armas bacteriológicas o «miasmáticas». En Viena, patria de la física moderna (Ludwig Bolzmann), se presiente el malestar, e ingenieros como Robert von Musil convertidos en novelistas del espíritu de su tiempo, analizan con temor la sociedad venidera. El culto a la máquina comienza a alistar a sus críticos y, de - 18 -
Filosofía y Tecnología acuerdo con Karl Kraus, la modernidad nos tienta con inventos maravillosos que revelan al tiempo nuestra incapacidad para estar moralmente a su altura. Incluso la ciencia contempla esta nueva humanidad masificada como un peligro. Karl Escherich, un entomólogo alemán, contempla las plagas de insectos como masas, no muy diferentes a las que infectan las ciudades y los países. A partir de sus trabajos se desarrollará la técnica de fumigación, que en su último término llevará a la creación del tristemente conocido Zyklon B, empleado en las cámaras de gas nazis. La Primera Guerra Mundial será el estallido de la tormenta que muchos temen, y, tras ella, Europa y el mundo no volverán a ser iguales. Por primera vez el mundo asiste al potencial desencadenado de una tecnología que se vuelve contra el ser humano y lo destruye por millones. La investigación militar se invierte en el motor de una tecnología que se presenta por vez primera no como creadora de la utopía, sino como causante de una devastadora distopía. El gas, los conatos de guerra biológica, la aviación, las comunicaciones con la manipuladora propaganda a la cabeza...todas estas tecnologías se convierten en herramientas para destruir las masas que el mismo capitalismo tecnológico-industrial ha recluta- do en los decenios inmediatamente anteriores. Ernst Jünger, voluntario en el frente francés (Tempestades de acero), ve con sus propios ojos una guerra en la que tanto recursos materiales como humanos se administran del mismo modo. Las nubes de gas que se extienden por la frontera franco-alemana no distinguen entre civiles, enemigos, animales o plantas. Y en esta movilización de masas, recursos y técnica, también los científicos son alistados para contribuir a la defensa, es decir, a la masacre del enemigo. Los grandes físicos alemanes de la época, Plank, Roetgen y otros, firman un manifiesto An die Kulturwelt (Llamada al mundo civilizado) el 4 de octubre de 1914 en el que apoyan a su país en la guerra. Parecidos manifiestos se publican en el lado aliado a favor de una ciencia patriótica, en la que los sabios son llamados a salvar al mundo civilizado solo de la barbarie y destrucción enemigas. Paradójicamente, se entiende que en pleno darwinismo social, la mejor ciencia y la tecnología más eficaz, capaces de aniquilar al enemigo, es la prueba palmaria de una civilización superior. - 19 -
Wilbert Tapia Meza La Primera Guerra Mundial revela de forma brutal el carácter que puede adoptar la tecnología. Y por ello es por lo que su estudio filosófico adquiere poco a poco un carácter sistemático. Ciertamente hay predecesores, como la obra de Ernst Kapp, quien utiliza por primera vez la expresión «filosofía de la tecnología» a finales del siglo XIX. Pero justamente el valor ambiguo de lo tecnológico —mejora de las condiciones humanas junto a su destrucción pavorosa— lleva inmediatamente al análisis de su esencia, su fenomenología y su axiología. Se suceden escritos sobre el tema de todo tipo, desde los económicos (Rathenau) a los sociológicos (Max Weber), en los que la efímera República de Weimar, la perdedora de la primera gran guerra, según Tomás Maldonado (Técnica y cultura), se convierte en un semillero de estos análisis. Se advierte premura en estos planteamientos porque de alguna forma se intuye la posibilidad de otra gran crisis bélica a escala mundial. En su conferencia de 1919, De la vocación interna a la ciencia, Weber entiende básicamente que la ciencia y la técnica se han convertido ya en nuestro destino, pero que al mismo tiempo son incapaces de darnos el verdadero sentido de la vida y de las cosas. Sin embargo, al vivir en una cultura racionalista, acostumbrada a que lo científico calcule las decisiones, tendemos a abandonar nuestra responsabilidad ante las decisiones vitales y dejamos que, como advierte Langdom Winner, la política no sea ya una técnica, sino más bien que la técnica se convierta en nuestra política. Y esta llamada de atención se extiende por toda Europa. En Alemania el pensamiento de Martin Heidegger, el fundador oficioso de la filosofía de la tecnología, comienza a extenderse entre diversos ámbitos, y discípulos como Karl Löwith o Hans Joñas elaboran su propio pensamiento como crítica de la razón instrumental. José Ortega y Gasset el pionero español en esta materia, en 1933 imparte un curso en la Universidad de Santander que se convertirá en un clásico: Meditaciones de la técnica. Se aborda la técnica como expresión de una cultura; cada una habrá de adoptar un tipo específico de invenciones que den respuesta a mis valores. Por lo tanto, no existe la pretendida neutralidad tecnológica y hay que ser conscientes de que cada decisión tecnológica también lo es sobre nuestros - 20 -
Filosofía y Tecnología valores, los cuales a menudo se escamotean tragados por la masa informe de la sociedad contemporánea... De nuevo comienzan a formarse las negras nubes que conducirán hacia el desastre de la Segunda Guerra Mundial. En el interregno también se fragua, sorprendentemente, una comprensión novedosa de la ciencia en su relación con el pensamiento. En los años veinte, Ludwig Wittgenstein retoma el trabajo filosófico, y en su Tractatus afirma, como Weber, que los problemas vitales no pueden ser considerados ni resueltos científicamente. En un prólogo no publicado para las Investigaciones filosóficas afirmará posteriormente que el espíritu de la época se manifiesta en una homogeneización sin precedentes, gracias a la ciencia y la técnica, que son, junto a la industria, quienes organizan las guerras. Sin embargo, y en oposición a su pensamiento, la nueva filosofía de la ciencia, surgida paralelamente a su compañera la filosofía de la tecnología, especialmente el neopositivismo, cree que un adecuado ordenamiento de la razón solo puede ser obtenido desde el desarrollo científico. El llamado Círculo de Viena plantea que debe ser el conocimiento científico lo que garantice la claridad de pensamiento y por lo tanto la justa acción política. Uno de sus defensores más retóricos, Otto Neurath, trata de construir una enciclopedia unificada del pensamiento que sirva para guía de la acción política, que ha de tener carácter marxista. La recién nacida URSS es el experimento social donde la tecnología adquiere una puesta en práctica más colosal. Lenin define el nuevo comunismo como «soviets más electricidad» y la planificación centralizada del desarrollo del país lleva a delirantes proyectos tecnológicos, tal como estudia Loren R. Graham (El fantasma del ingeniero ejecutado); por ejemplo, la construcción del canal del mar Blanco, la presa de Dneprostoi o la ciudad siderúrgica de Magnitogorsk. Solo a principios de los noventa se tendrá noticia cabal de lo que esta planificación desorbitada conllevó: centenares de miles de muertos, ejecuciones sumarias por no cumplir los imposibles objetivos productivos, descuido de las condiciones de la clase trabajadora (que se suponía defendía el Partido) y una cada vez más maltrecha economía que todavía hoy está pagando el ex bloque comunista por el colapso de la producción planificada. - 21 -
Wilbert Tapia Meza En pleno entusiasmo por las voces que apoyan un régimen basado en la defensa de los más desfavorecidos, apenas se oyen a críticos como los ingenieros Peter Palchinsky (ejecutado sumariamente) o Yevgeni Zamiatin (autor de Nosotros, la primera novela de ciencia-ficción distópica), perseguido por Stalin, y que en sus informes y obras literarias advierte de los abusos de un sistema afectado de gigantismo y que aplasta al pueblo con sus órdenes y planes quinquenales, y que nos conducen hacia una distopía cientificista. Frente al comunismo, pero tomando muchos de los elementos de su política, el nazismo comienza a ascender y pronto se convertirá en un sistema altamente tecnocrático, basando sus enunciados racistas en una biología evolucionista, en una concepción de la eugenesia social (de origen británico) y en una planificación ingenieril de la política. En cualquier caso, el Estado nazi se organiza gracias a una profunda y detallada planificación, apostando decididamente por organizar la ciencia al servicio del Estado y la guerra. Algunos intelectuales como Emst Jünger parecen fascinados por la tecnología y el nuevo hombre, para el que preconizan una forma diferente de enfrentarse a la vida. Este hombre se enfrenta ante la máquina con un riesgo constante ya que esta le niega su interioridad, su cualidad humana, pero asume el riesgo como un juego. El trabajador es una respuesta ante el crecimiento de la masa esclavizada por la tecnología, en la que Jünger aboga por este «trabajador» de sangre fría, señor de la máquina y aventurero en un territorio desconocido. En cierto modo se crea todo un ambiente, cuya actitud se refleja en muchos autores, por ejemplo, en Oswald Spengler (Hombre y técnica), para quien la tecnología es producto del afán depredador de la naturaleza humana. Ciertamente, esta primera idea desaparecerá con el final de la guerra mundial. Lo mismo ocurre en Italia, donde el futurismo alaba la rapidez y la fuerza de coches y motores, la poesía de las turbinas y el milagro de la electricidad. El fascismo acogerá este movimiento como impulsor de una nueva sociedad tecnoutópica, como ilustran en proyectos arquitectónicos de Antonio Saint Ellia. Durante el desarrollo de la guerra todas las partes en conflicto optaron por el mismo camino: convertir la guerra en un - 22 -
Filosofía y Tecnología gigantesco proceso industrial. Esta alianza entre industria y tecnología al servicio de la guerra no estuvo exenta de paradojas. Por ejemplo, de acuerdo con Edwin Black (IBM y el Holocausto), la gran multinacional de máquinas informáticas no hubiera conseguido su actual volumen de negocios a no ser por las ventas al régimen nazi. Por otro lado, el Gobierno nazi no hubiera logrado tal perfección en la «limpieza racial» si no hubiera contado con el apoyo de las tarjetas perforadas Hollerith que IBM le vendía. Las tarjetas y las máquinas permitieron a la burocracia nazi elaborar los censos de los países ocupados y establecer las líneas de parentesco y el consiguiente grado de «judeidad» de sus habitantes. Y esta venta se produjo incluso cuando Alemania entró en guerra con Estados Unidos. La Soah es un perfecto ejemplo de la increíble escala tecnológica, con la movilización de innumerables recursos, para poder construir factorías de muerte en masa que eran los campos de exterminio. Pero si se ha de elegir un proyecto que simbolice la escala de esta implicación entre tecnología, industria y guerra, sin duda la construcción de la bomba atómica es el caso paradigmático. Todo comienza con una carta de los físicos afincados en EE. UU. expresando el temor de que la Alemania nazi construya una bomba atómica. Aceptada esa posibilidad se comienza a desarrollar el programa Manhattann en Los Álamos, para adelantarse a esta eventualidad. Muchos expertos colocan en este año, 1942, como el nacimiento de la «Big Science». Y hay un objetivo, construir una bomba, que en ese momento es solo una propuesta teórica plagada de infinidad de problemas técnicos e ingenieriles. Por eso, además de los grandes físicos como Richard Oppenheimer, Enrico Fermi y Richard Feymann, el Gobierno norteamericano ha de reclutar a gigantes empresariales como Du Pont, Union Carbide y Kodak para que resuelvan las cuestiones prácticas (construir las plantas de tratamiento del uranio en Handford, las técnicas de separación de los isótopos o los problemas electromagnéticos, respectivamente). La investigación se aborda como un problema de management empresarial; el tiempo es proporcional al número de recursos, tanto humanos como económicos, que se emplean para resolver el problema. Se puede afirmar con razón que nos - 23 -
Wilbert Tapia Meza encontramos ante el primer caso de I + D + I (Investigación + Desarrollo + Implementación) de la historia contemporánea. Tras la guerra se extiende una desconfianza generalizada ante el desarrollo científico y técnico. No es casual que en esos años aparezcan un continuado pensamiento crítico y una llamada de advertencia ante los peligros de la tecnificación que han conducido al desastre de la Segunda Guerra Mundial. El fogonazo causado por las bombas de Hiroshima y Nagasaki todavía no se ha disipado de los ojos y ya la carrera armamentística comienza con un ímpetu renovado. Las atrocidades nazis, realizadas en nombre de la ciencia, se muestran en los juicios de Núremberg, en donde por primera vez se establece como norma ética para la medicina el «consentimiento informado», o dicho de otra forma, que el paciente sepa en todo momento qué prácticas va a sufrir y consienta en que se le realicen. En 1948 Georges Orwell escribe 1984, y en 1953 Aldous Huxley Un mundo feliz, presentando las dos versiones —comunista y capitalista— de la terrorífica perspectiva de una sociedad guiada por la política totalitaria y basada en el desarrollo tecnocientífico para su control. En todos los ámbitos, desde la prensa a la política, se escribe sobre la deshumanización de la tecnología y sus consecuencias totalitarias. Justamente en 1953, Heidegger pronuncia, casi clandestinamente, su conferencia fundamental, La pregunta por la técnica (curiosamente un Heidegger todavía no «desnazificado» y oficialmente invitado por la Academia Bávara de las Bellas Artes), y poco después se celebra el Coloquio de Darmstadt donde Ortega habla del El mito del hombre más allá de la técnica (en Meditaciones de la técnica). Heidegger expone cómo la cultura occidental ha convertido a la tecnología en su destino, ocultando la actitud respetuosa hacia el «ser» metafísico que se alumbra en los seres humanos. Esta actitud de admiración y respeto ante las cosas devendrá en el deseo de equilibrio con la naturaleza de algunas corrientes ecológicas. La influencia de Heidegger será muy poderosa en la filosofía de la tecnología, en la obra diversa de Hans Jonas, Albert Borgmann o Hubert Dreyfus. La década de los 50 del siglo XX es testigo de numerosas advertencias contra la tecnología desatada. Jacques Elull y Hans Jonas son dos de - 24 -
Filosofía y Tecnología sus mayores críticos desde una postura religiosa. Elull, un sociólogo francés católico, propondrá en La societé technologique (El siglo XX y la técnica) la aparición de una nueva forma de tecnología que se determina por ella misma y que está fuera de todo control humano. Esta tecnología, tal como afirmaron Ortega o Heidegger, es muy diferente de la técnica tradicional, pues se ha convertido en un fin en sí misma. Jonas, discípulo de Heidegger afincado en EE. UU., tiene la misma impresión y considera que al ocurrir este proceso de ensimismamiento tecnológico corremos el peligro de destruir la vida en todo el planeta. De ahí la urgente necesidad de apelar a una ética —como su «principio de responsabilidad»— que sea capaz, de poner límites y salvarnos de esa destrucción. Pero también la tecnología es, en estos momentos, una necesidad ineludible para reconstruir una Europa y un Japón destruidos. La eficacia del desarrollo tecnológico, que se ha demostrado tan alta en la guerra, puede convertirse en igualmente beneficiosa para la paz. Muchas organizaciones científicas e ingenieriles se plantean esta actitud de vigilancia y uso correcto de la tecnología. Al fin y al cabo, la tecnología es parte de la actividad humana y por ello es susceptible de valores, de «virtudes» en términos aristotélicos. En 1959 Charles Percy Snow habla, en las Conferencias Redde, del abismo que ha ido creciendo entre dos modos de cultura occidental: la cultura científica y la cultura humanística (Las dos culturas). Tal vez si se tienden puentes sobre esa fractura sería posible un mayor control e iniciativa ciudadana, y precisamente la tecnología puede ser una tercera vía para unir ambas (esta idea ya la había prefigurado John Dewey en su The Public and its Control a principios del siglo XX). Ese entusiasmo recorre paralelo a las advertencias. Es la década en la que el presidente de EE. UU., Harry Truman, promotor del Plan Marshall, afirma, en su Inaugural Address (1949) ante el Congreso norteamericano que el desarrollo económico aportado por la tecnología es la verdadera baza para garantizar el mundo libre y democrático. Parece cierto que la tecnología mejora las condiciones de vida, impulsa la alfabetización y aumenta la esperanza de vida, y justo cuando es posible crear un bienestar generalizado, al alcance de las masas, es posible - 25 -
Wilbert Tapia Meza hablar de libertad democrática. La herencia tecnológica de la Segunda Guerra Mundial, en principio positiva, también es enorme. Se han producido avances en la energía atómica, la aviación, la medicina, la informática...Los científicos que antes trabajaban en el esfuerzo bélico anuncian una era de prosperidad que originará un creciente bienestar durante la época de los sesenta. Como señala Lewis Mumford, la unión de la investigación militar con sus aplicaciones civiles supondrá una continua cascada de patentes y nuevos sistemas al alcance del gran público. Y justamente este bienestar, enfrentado a una tensión política mundial —el conflicto entre las superpotencias—, lleva a temer una vuelta de la guerra que ahora aparece en conflictos localizados como el de Vietnam. Al tiempo que surgen estos conflictos, y tal vez como respuesta de los propios científicos y tecnólogos, comienza a generarse un pensamiento de clara apuesta por el progreso entendido como avance tecnológico. Este es el caso de Norbert Wiener, quien intenta encontrar un equilibrio entre las innovaciones técnicas y la sociedad (Inventar). 5.
NUEVAS DISCIPLINAS TECNOLOGÍA
SOBRE
LA
CIENCIA
Y
LA
La tecnología no fue materia de estudio continuado de la filosofía tras la guerra, pero sí la ciencia. En los años cincuenta y sesenta el neopositivismo comienza a eclipsarse y la ciencia se explica como la representación racional del mundo sometida a un proceso de «falsación» (tal como propone Karl Popper). En esa tradición conviene recordar a Hans Reinchenbach y su división entre contexto de justificación y contexto de descubrimiento, que será crucial para entender el quehacer científico. El primero refiere cómo una teoría dada se integra dentro del corpus científico; el segundo, a las condiciones históricas y sociales en las que se producen tales descubrimientos científicos. En un principio, solo interesa el primero, pero las corrientes posteriores, donde confluye la sociología del conocimiento científico; la historia de la ciencia y de la tecnología, supondrán un cambio radical del planteamiento sobre la ciencia. Un historiador, con interés en - 26 -
Filosofía y Tecnología la filosofía de la ciencia, Thomas Kuhn, establece un cambio en la concepción del desarrollo científico (Qué son las revoluciones científicas). En su opinión, la ciencia no trata de la acumulación progresiva de descubrimientos y acercamientos a la verdad (tal como proponía Popper con su método de falsación), sino de revoluciones marcadas por «paradigmas» y con la práctica de dos modos distintos de ciencia; ciencia normal (dentro del paradigma) y ciencia posnormal (la practicada por el paradigma emergente o rival del corriente). La idea de paradigma se convierte en una moneda común en los distintos saberes y forma actualmente parte del bagaje cultural contemporáneo. El planteamiento de Kuhn también recibió una radicalización, anarquizante, especialmente en la obra de Paul Feyerabend (Contra el método), donde el elemento social contamina de forma determinante el método de investigación científica, proponiendo la expresiva sentencia «todo vale» (anything goes) a la hora de alcanzar un determinado desarrollo científico. Por supuesto, estas concepciones del pensamiento científico no han sido universalmente compartidas, y hay escuelas de filosofía de la ciencia, como el estructuralismo, que aceptan parte de estos planteamientos pero no su consecuencia última. Sin embargo, es cierto que los trabajos de Kuhn y Feyerabend han permitido entender la ciencia como algo más cercano a la realidad social e histórica que naturalmente asignamos a otras actividades humanas. Y esto también ha tenido su impacto en el estudio de la tecnología. La filosofía de la tecnología, contando con los precedentes mencionados, adquiere relevancia con la Escuela de Francfort (especialmente con (Jürgen Habermas y su discusión de la técnica moderna), que en los años setenta consideraba este tema de gran importancia. Por otro lado, hay un acercamiento a la filosofía de la tecnología desde su hermana la filosofía de la ciencia, especialmente con Mario Bunge. Bunge, con una postura agudamente racionalista, considera el camino tecnológico como el único que permitirá redimir a la condición humana de los peligros en los que se encuentra. Pero aparecen pronto otras filosofías de la tecnología basadas en el pensamiento de Husserl (Don Ihde), en el de Heidegger (Albert Borgmann) y en Dewey (Paul Durbin), que señalan el asentamiento de una filosofía, a caballo - 27 -
Wilbert Tapia Meza entre la teoría (epistemología) y la ética (activismo), que continúan creciendo en la actualidad. Por eso hay una diferencia específica para la filosofía de la tecnología, pues si bien tiene elementos epistemológicos provenientes en parte de la filosofía de la ciencia, es, dentro de la división tradicional de la filosofía, de carácter práctico, por sus implicaciones y voluntad éticas. El reflejo más importante de ese acercamiento de la ciencia a otras actividades humanas se percibe más claramente en la aparición de la sociología del conocimiento científico. Existe un precedente para esta en la sociología del conocimiento en Karl Manheim y en la obra primera de Robert Merton, quienes investigaron la ciencia no tanto desde su interior sino de su contextualización social, esto es, como el «producto final» de una actividad científica que se acomoda a la sociedad en la que se desarrolla. Pero si Kuhn tiene razón y existen rupturas en el pensamiento científico —saltos entre paradigmas—, entonces quizá las razones para estos cambios se encuentren en el contexto social y no en el ámbito científico. Merton introducirá la noción de código ético, de las normas, que las comunidades científicas incorporan en su trabajo y que suponen una evidente influencia social. A partir de esta irrupción de lo social en el desarrollo de la actividad científica surgirán los diversos programas de investigación como el Strong Program de Edimburgo (David Bloor, Conocimiento e imaginario social) o el trabajo de Harry Collins y Trevor Pinch (El golem), donde el factor social interviene de forma decisiva en el propio proceso de producción del conocimiento científico. Incluso nacen investigaciones de corte antropológico, como las de Bruno Latour (La vie dans le laboratoire), que practica una «etnometodología de la ciencia», investigando las prácticas en el laboratorio y el discurso que generan los científicos, esto es, su retórica (qué y cómo dicen lo que dicen). En su trabajo la ciencia es entendida como «acción»; cómo se producen determinados hechos, comunicaciones o publicaciones que, luego, se aceptan como «ciencia». Lógicamente, esta indiscreta atención de la sociología hacia la ciencia ha sido considerada por muchos científicos y filósofos de la ciencia como una intromisión inaceptable.
- 28 -
Filosofía y Tecnología Y desde luego no se puede olvidar el protagonismo de los propios científicos en el pensamiento, tanto las extrapolaciones científicas hacia la sociedad, la divulgación de la ciencia y la crítica de la ciencia. La última puede resultar quizá la más sorprendente, aunque tiene una larga trayectoria. De hecho, el desarrollo de determinadas tecnologías coloca a los científicos ante dilemas éticos a los que deben responder individualmente. Esos dilemas alentaron en el periodo de entreguerras el pacifismo ante la potencialidad mortal de la ciencia aplicada a usos bélicos. Justo después de la guerra se funda la asociación «Átomos para la paz», a la que pertenece el propio Einstein, en un intento de disuadir a los gobiernos de perseverar en una carrera armamentística completamente irracional. El movimiento de Pugwash es un buen ejemplo de activismo científico para evitar el impacto de un conocimiento científico incontrolable. Joseph Rotblat es otro caso significativo de científico preocupado por las implicaciones éticas de la ciencia, pues, asociado al proyecto Manhattan, lo abandonó cuando tuvo constancia de que los alemanes no iban a desarrollar una bomba atómica. Esto le costó innumerables persecuciones hasta que le fue concedido el premio Nobel de la Paz. Carl Mitcham señala la importancia de este pensamiento científico ético en las diversas asociaciones creadas por los propios científicos para controlar éticamente su trabajo como la Federación de Científicos Americanos (FAS) o.la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). Entre todos los eventos y reuniones de este signo merece la pena destacar la conferencia de Asilomar, donde los científicos autolimitan su campo de investigación, en este caso el ADN recombinante, estableciéndose un antes y un después en la ética científica, de carácter indudablemente organizada y activista. Con este hecho lo que los científicos apuntaban ineludiblemente es que no todo conocimiento es licito, ni ético ni moral, aunque sea posible gracias a la ciencia. De forma similar, los ingenieros y tecnólogos ya cuentan desde el siglo XIX con asociaciones que velan por la correcta práctica deontológica, en sentido ético, de sus actividades. Se trata de una visión cercana al humanismo de la tecnología, como señala Mitcham (Thinking Trough Technology). Pero quizá el caso más notable de autocrítica científica sea el grupo liderado por el físico Jean Marc Lévy-Leblond, que entre las diversas - 29 -
Wilbert Tapia Meza críticas —económica, social política— define la aparición de un «cientificismo» como nueva forma religiosa que suplanta a las demás religiones del mundo contemporáneo ((Auto)crítica de la ciencia). No obstante, en ocasiones, la crítica se dirige desde la ciencia a las humanidades, rechazando lo que se ha etiquetado de forma muy vaga como «pensamiento posmoderno», caracterizado como un enfoque crítico con la racionalidad tradicional y cercano a ese anything goes de Feyerabend. La manifestación más palpable de este rechazo la protagonizó Alan Sokal en 1996 con su célebre texto parodia y que finalmente se materializó en Imposturas intelectuales (con Jean Bricmont). Considerándose a sí mismo como el «Elliot Ness» de la intelectualidad contemporánea, Sokal critica a un pensamiento que abusa de la retórica científica y cuyo mayor problema sea quizá su excesivo en claustramiento en los ámbitos académicos... Además de la sociología de la ciencia aparece la correspondiente sociología de la tecnología. Ciertamente, el cambio que produce la tecnología en la sociedad, el llamado «impacto tecnológico», es tan evidente que no puede escapar a la mirada del analista social. La revolución industrial del siglo XIX es un buen ejemplo de cómo se reestructura la sociedad de arriba abajo con la introducción de los métodos de producción. Uno de los primeros en analizar pormenorizadamente este hecho será precisamente Karl Marx. Los medios de producción, amplificados tecnológicamente, son el motor de la historia. Desde el punto de vista político, esta sociología es completamente necesaria porque la falta de comprensión del impacto tecnológico en el tejido social puede conducimos a situaciones indeseables. Esta falta de estudios provocó el fracaso de sistemas tecnológicos de gran escala como el Minitel, la red informática francesa. Análisis ejemplares como los de Wieber Bijke tratan de hacer comprensible el entramado de actores y redes que se concitan en el hecho tecnológico, donde la industria, el sistema de patentes, la moda imperante, etc., son elementos fundamentales para comprender enteramente el cambio tecnológico. La historia y la sociología de la ciencia tras la Segunda Guerra Mundial suponen una novedad fundamental a la hora de - 30 -
Filosofía y Tecnología enfrentarse a la cuestión de la tecnología. Sin duda, si la división de Hans Reichenbach tiene vigor para el desarrollo científico, no puede decirse lo mismo respecto a la tecnología, ya que esta es una actividad social, comprende una serie de decisiones ante diversas posibilidades y un contexto histórico y político que es posible que la ciencia no tenga (aunque los sociólogos actuales no estarían en absoluto de acuerdo). A la vez, es en esta mitad del siglo XX cuando comienza a conocerse una historia de la tecnología que difiere del tradicional catálogo de hechos y avances al uso glorificando la inventiva humana. Sigfried Giedieon (La mecanización toma el mando) y Lewis Mumford (Técnica y civilización) tratan de encontrar factores que expliquen el desarrollo tecnológico histórico como una trayectoria social, intentando hallar una visión global de por qué hemos elegido la senda tecnológica por la que caminamos. El primero señala el afán de automatización sin límites, lo que produce una tecnología desbocada. Mumford, por su parte, denuncia la creación de una «megamáquina» (un complejo de tecnología y burocracia que se impone ante toda la sociedad, no importa si se trata de la construcción de las pirámides o de la bomba atómica). En estos dos autores se hace patente no solo el estudio desapasionado o meramente descriptivo de la historia de la tecnología, sino su deseo de proporcionar soluciones a un asunto que para entonces se sentía como una amenaza global que era necesario analizar. A menudo resulta muy difícil encontrar la diferenciación neta entre divulgación y extrapolación científica. Lo que comienza siendo el esfuerzo por acercar al profano un conocimiento cada vez más esotérico y fragmentado acaba convirtiéndose en ocasiones en la proclamación propagandística de una ideología que no se quiere manifestar claramente, ya que contradice la propia esencia de lo científico: la claridad, racionalidad, provisionalidad y neutralidad. Quizá la forma más sorprendente de esta ideología, denunciada en parte por Feyerabend y Lévy-Leblond, sea un cientificismo que ahora se vuelve sincrético respecto a la religión tradicional, aceptando soterradamente muchos de sus mitos trascendentes. Se sabe que la religiosidad, incluso el misticismo, está presente en muchos de los grandes científicos —Boyle, Newton, Cavendish - 31 -
Wilbert Tapia Meza Maxwell, Einstein…—, y en la actualidad se ha producido una suerte de nueva recuperación del diálogo con la religión alentada por una cierta ciencia, o ciertos científicos poco autocríticos. Esta tendencia, que hemos denominado tecnohermetismo, es una resurrección amplificada de una ciencia actual con un supuesto poder salvífico. Ha aparecido una nutrida generación de científicos que mezclan las más absurdas extrapolaciones sociales y espirituales con una supuesta base teórica. Mezclando religiosidades «New Age» con antiguallas filosóficas como el pensamiento de Joaquín de Fiore y Teilhard de Chardin, ven en el avance tecnocientífico el camino para fundar una agustiniana Nueva Ciudad de Dios (Andoni Alonso e Iñaki Arzoz). El físico Frank J. Tipler no tiene inconveniente en formular matemáticamente el Espíritu Santo o muchos constructores de inteligencia artificial, en presumir de ser descendientes del rabino Löw y estar creando realmente el nuevo golem (Wiener, Minsky y Moravec). Otra orientación de este tecnohermetismo es la tendencia teosófica de algunos físicos como David Bhom al mezclar pensamiento budista con la física de partículas o teorías cristianas con biología (Rupert Sheldrake). 6.
LOS ESTUDIOS DE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD (CTS) Todos estos saberes —filosofía, historia, sociología, de la ciencia y de la tecnología— son los que producen el medio conceptual y académico para un debate que comenzó siendo fundamentalmente activista pero que pronto contó con el respaldo de las universidades. Carl Mitcham propone que el comienzo de los estudios CTS tiene lugar durante lo que se podría denominar como la primera revolución ecologista. La publicación, en 1962, del libro de Rachel Carson Primavera silenciosa, significa la referencia visible del nacimiento de un movimiento de corte filosófico, ideológico y científico. En los años sesenta se produce una confluencia de inquietudes y corrientes culturales, en las que la filosofía juega un importante papel, que desemboca en un campo de estudios activista y académico conocido como CTS. Así, el primer programa de CTS se introduce en 1969 en la Universidad de Stanford. A este le siguen los de las Universidades de Leigh (Pennsilvania, - 32 -
Filosofía y Tecnología 1970), Massachusetts Institute of Technology (M.I.T., 1972) y los de Penn State University (1973). En la actualidad se puede hablar de una corriente CTS norteamericana, que continúa siendo la más poderosa, junto a la europea, en la que habría que incluir a países como Noruega —talleres de consulta sobre ciencia, o «Science Workshops»—, Dinamarca —comités sindicales de evaluación tecnocientífica—, Suecia —estudios sobre el futuro—, Inglaterra y Francia —sociología de la ciencia y la tecnología. En estos años setenta surge una de las figuras más importantes de CTS, Iván Illich. Illich contempló la época Truman de entusiasmo por el desarrollo tecnológico y comprendió pronto las dificultades que esta gran empresa iba a acarrear. Influido por Mumford y Elull, percibió cómo el hombre contemporáneo se convierte en un «needy» (necesitado) de energía, educación y medicina. El monopolio de estos servicios, junto a la apuesta por su ilimitado crecimiento, eran, aparentemente, las soluciones para la felicidad en esta tierra, pero de hecho conducían al desastre ecológico, la homogeneización cultural y la iatrogénesis médica (enfermedades causadas por la propia medicina). Illich también representa el inicio de la tendencia activista de CTS (de la que carecía su predecesora, la filosofía de la tecnología), cuyos planteamientos críticos sobre la educación (La sociedad desescolarizada) han inspirado movimientos como el rechazo a las escuelas regladas de EE. UU. y Canadá. Símbolo de una época de transformación y crítica contra las instituciones, su pensamiento cambió en la década de los ochenta y noventa, volviéndose más pesimista, respecto al poder mediador de CTS. Si es cierta la interpretación de Mitcham, hay que conceder al activismo un fuerte papel en el desarrollo de los estudios CTS. De hecho, muchos de esos centros CTS tratan de «democratizar» la tecnología, y se puede afirmar que tienen un evidente impacto social, como afirma Langdom Winner. La segunda generación de estudiosos CTS como Cari Mitcham (Thinking Through Technology), Albert Borgmann (Crossing the Post Modern Divide), Langdom Winner (La ballena y el reactor), Don Ihde (Technology and the Character of Contemporary Life) - 33 -
Wilbert Tapia Meza o Andrew Feenberg (Critical Theory of Technology) es un buen ejemplo de cómo el pensamiento asimila el problema de la tecnología como un elemento fundamental para entender no solo la situación en la que vivimos, sino además una característica determinante del ser humano: su capacidad para crear y emplear instrumentos y la necesidad de establecer un código de valores al respecto. También, y a tenor del panorama intelectual planteado anteriormente, es claro que estos estudios han de ser forzosamente interdisciplinares. Pero tal como señala Stephen Cutcliffe (Ideas, Machines and Valúes), es necesario ser cuidadoso con estas definiciones. En su opinión, todavía no existe un enfoque realmente interdisciplinar que permita encontrar un método unificado. Los estudios CTS han incorporado también discusiones como el género, retomando así los trabajos pioneros de Sandra Harding y otras feministas sobre el papel de lo masculino en el diseño de la tecnología ( Judy Wacjmann y Helen Longino, Science As Social Knowledge). Lo importante es que CTS abre un espacio social para la discusión sobre temas de tecnología que no aparece en otras disciplinas, debido a ese carácter activista que incide especialmente en los valores puestos en juego por la tecnología. También es cierto que se ha producido un desplazamiento de estos estudios hacia la política científica y la gestión de los programas de investigación, convirtiéndose así, en gran medida, en perfectamente institucionales. La política asume la tecnociencia como parte de su programa y la universidad forma a los expertos teóricamente neutros que median entre científicos y políticos. Esto también es CTS y una de las consecuencias de su voluntad activista al desplegarse en los cauces institucionales. Como también lo es, y muy positiva, su introducción en la enseñanza reglada, y justamente en ese momento cuando la sociedad parece que puede asimilar de manera natural la necesidad de control sobre la tecnología. No obstante, quizá la crítica más radical a los estudios de CTS la haya realizado el propio Illich (¿El final de los estudios CTS?), precisamente desde el interior de una disciplina consagrada académica y socialmente. La sociedad se ha acostumbrado a los desastres tecnológicos y ya no confía en la ciencia como hace 70 años, pero se percibe que el - 34 -
Filosofía y Tecnología desarrollo tecnocientífico es la única posibilidad de seguir adelante, porque no se ve otra manera de resolver los problemas provocados por la propia tecnología. Hemos entrado en la era de la hipertecnologización acelerada, en la que la interpretación crítica del estudioso de CTS parece superflua por irrelevante para los grandes planes del todopoderoso progreso. El abuso de la terminología políticamente correcta de la tecnología sostenible parece haber sido el único fruto de estos enfoques críticos que ha sobrevivido, pero algunos, como Illich, entienden que se trata de pura retórica, porque el propio enunciado es contradictorio; si es sostenible, ha de pararse en algún momento, y, si es desarrollo, sigue teniendo las mismas características que la idea tradicional de progreso. La única alternativa que tímidamente se abre paso es la de los heterogéneos movimientos antiglobalización, aunque a veces también en estos movimientos cae una sombra de duda sobre su eficacia, pues, al igual que en los estudios CTS, se puede producir el inevitable proceso de institucionalización, que los puede convertir en empresas multinacionales solidarias, como ocurre con algunas ONG ecologistas. Algunas organizaciones ecologistas tienen más poder económico que muchas de las empresas que dañan el medio ambiente y entran en el juego de inversiones para rentabilizar los fondos, a veces colaborando involuntariamente con la degradación medioambiental. Lo que los estudios CTS, sumidos en una cierta crisis de éxito, no de identidad pero sí de objetivos y estrategias, no pueden ignorar, es el impacto general de la revolución digital y de la globalización. La era de la globalización es una consecuencia de las telecomunicaciones y las cibertecnologías, pero al mismo tiempo redefine el pensamiento posible sobre la tecnología. De hecho, tal como Manuel Castells señala (La Galaxia Internet), nos encontramos ante un nuevo paradigma informacional que absorbe y redefine las tecnologías anteriores en clave de bits. Ante este panorama, los estudios CTS, dado el alcance del impacto de la cibercultura, en algunos casos entregados a una refundación teórica, empiezan a comprender que, sin abandonar su estudio de las tecnologías tradicionales, han de - 35 -
Wilbert Tapia Meza volcarse en el estudio del decisivo impacto de las cibertecnologías. La cibercultura ha creado sus propios medios de expresión y también diversas actitudes activistas que requieren un análisis detallado de los estudios CTS. Los nuevos modos de investigación —superdocumentados, comunitarios, globalizados— y de aplicación social y política que permite la misma cibertecnología de la informática y la red constituyen la otra cara de la moneda, positiva, y que en absoluto ha de desdeñarse por estar alejada de los circuitos académicos. Podría decirse que el pensamiento progresista, abandonadas las ideologías tradicionales y los medios convencionales, se ha refugiado y renacido en el ciberespacio. La proliferación de plataformas reales-digitales y de comunidades virtuales donde el activismo ha superado ampliamente el conformismo reflexivo de CTS en crisis, pueden abrirle los ojos a esta joven disciplina a nuevas y enriquecedoras experiencias. En este aspecto, hoy, el tema de la tecnociencia ya no es más cuestión de meros especialistas sino de todos los ciudadanos, tal como los fundadores de los estudios CTS afirmaron desde el principio. La invasión tecnológica ha llegado a tales extremos que, como en la época de la guerra fría, se han encendido las luces de alarma. Las amenazas y los desafíos son tantos y de tal magnitud que el sentido de CTS ha de cambiar y adaptarse para dar respuesta a esta nueva era en la que vivimos. En consecuencia, nunca podremos prescindir de la reflexión —la tradición filosófica de CTS—, pero la operatividad que buscaba al desligarse de la filosofía de la tecnología convencional, ha de ser estimulada en este nuevo entorno cibercultural y partidario de una globalización alternativa, por nuevos usos y maneras activistas. Los estudios CTS de la cibercultura deben entrar directamente en el debate social y aun en la construcción social de alternativas, para mediar entre los sordos poderes fácticos y la ineficacia de cierto sector crítico, demasiado complaciente o atrapado todavía por el trasnochado utopismo antitecnológico de radicales como Unabomber y Zerzan. No nos cabe duda de que, para salir de su peculiar crisis, los estudios CTS deben desarrollar su vocación activista, una de cuyas primeras labores es acercarse a los nuevos contextos sobre el pensamiento sobre la tecnología, en aras a ampliar sus conocimientos y sus métodos, y sobre todo, de buscar alianzas, - 36 -
FilosofĂa y TecnologĂa colaboraciones y simbiosis que puedan extender sus valores reflexivos, activistas y constructivos.
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Wilbert Tapia Meza
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Filosofía y Tecnología
BREVES ANTECEDENTES SOBRE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y DESARROLLO EN AMÉRICA LATINA Francisco Sagasti (2013). Ciencia, tecnología, innovación Lima: Fondo de Cultura Económica, pp. 52-59
Pese a las diferencias entre las culturas prehispánicas latinoamericanas, la amplia extensión geográfica que habían logrado controlar las culturas inca y azteca, así como el intercambio entre ellas y con otras culturas menos avanzadas, confirieron a toda Latinoamérica ciertos rasgos comunes, sobre todo en comparación con la situación mucho más heterogénea prevaleciente en otras regiones del mundo en desarrollo, como África y Asia. Más aún, la presencia colonizadora ibérica en toda América Latina —incluso tomando en cuenta las diferencias entre Portugal y España— ayudó a configurar durante los siglos de la Colonia una cierta semejanza entre las diversas regiones de América Latina que, a grandes rasgos, permite tratarla como un conjunto. Reconociendo que existen muchas variaciones locales, es posible distinguir cinco grandes períodos en la historia de América Latina: el período prehispánico, caracterizado por la generación y utilización de conocimientos y técnicas tradicionales; el período de dominación ibérica, en el cual predomina el pensamiento escolástico transmitido por las órdenes religiosas y se superponen las bases tecnológica europea y técnica latinoamericana; la llegada de la Ilustración y la independencia política de las colonias, que generaron un prematuro optimismo acerca de las posibilidades de desarrollo latinoamericano; la incorporación de las antiguas colonias como naciones independientes a la división internacional del trabajo, que coincidió con el auge y la crisis del positivismo; el período de industrialización por sustitución de importaciones, en el cual echaron raíces y empezaron a crecer la ciencia y la tecnología industrial modernas; y, por último, el período de crisis económica, social y política de fines del siglo 20, marcado por la liberalización económica y los cambios estructurales en los sistemas productivos - 39 -
Wilbert Tapia Meza de la región. 1.
AMÉRICA PREHISPÁNICA Las culturas prehispánicas más avanzadas mostraron grandes adelantos en la generación de conocimientos a partir de la experiencia directa y el dominio de las actividades artesanales. Antes de la llegada de los españoles a América, las civilizaciones maya, azteca e inca, así como las culturas subregionales que les precedieron, habían alcanzado importantes niveles de desarrollo material, social e intelectual. Sus logros en agricultura e irrigación, arquitectura y urbanismo, medicina y saneamiento, metalurgia, textiles, cerámica y elaboración de calendarios dan fe del alto grado de desarrollo técnico que alcanzaron. La base técnica de que disponían — construida a través de la sistematización de la experiencia empírica, pero sin una concepción teórica que la orientara— evidenció adelantos significativos, tal como lo demuestra el elaborado control vertical de pisos ecológicos en la zona andina. La variedad y diversidad de actividades productivas, la satisfacción de los requerimientos alimentarios (a tal punto que en muchas de estas culturas no se conocieron hambrunas hasta la llegada de los conquistadores), y la compleja organización social para disponer de los excedentes de producción, atestiguan la adecuación de las actividades productivas y de servicios a las necesidades básicas de la población. Todo esto tuvo lugar en el contexto de una organización social y política centralizada y autoritaria, imbuida de una cultura religiosa y caracterizada por una rigidez en los patrones de interacción social. En los grandes imperios, las tecnologías de guerra y de organización social permitieron conquistar amplias extensiones territoriales y mantenerlas —en forma precaria y con altibajos— unidas hasta la llegada de los españoles. El pensamiento especulativo en el período prehispánico no evolucionó en la dirección de la manipulación sistemática de las abstracciones y su cotejo con la realidad. Sus vinculaciones con la evolución de la base técnica se produjeron, como en otras culturas y regiones, a través de las tareas agrícolas y la - 40 -
Filosofía y Tecnología astronomía, y a través de los mitos que codificaron las prácticas vinculadas a las actividades productivas. 1 Las relaciones entre la base técnica y la producción fueron muy estrechas, al punto de que el acervo de técnicas de producción y la gama de actividades productivas eran casi indistinguibles. Por otra parte, las concepciones cosmogónicas, mediadas por los grupos religiosos, se constituyeron en la base y fuente de legitimidad para las técnicas de organización social. De este modo, pese a sus indudables logros, las sociedades y culturas prehispánicas no evolucionaron por un camino que las hubiera llevado de manera independiente hacia algo parecido a la revolución científica europea. A la llegada de los conquistadores españoles, el mundo prehispánico transcurría por senderos totalmente diferentes a los europeos y también a los de otras regiones del mundo, tales como China, que no tuvo impedimentos de orden intelectual sino más bien de orden social y político para establecer una base científica y tecnológica endógena 2.
DOMINACIÓN IBÉRICA Para comprender la forma en que Occidente llegó a América Latina, es necesario considerar la situación de la península ibérica antes y durante la Conquista. Este análisis debe iniciarse en la época de la Iberia medieval, con su peculiar e inestable convivencia de las culturas cristiana, judía e islámica durante varios siglos. Luego se debe examinar el carácter castellano: austero, devoto, ambicioso e implacable; la forma en que se expulsó a los árabes y los judíos y las consecuencias que esto tuvo en el desenvolvimiento intelectual de España; la filosofía, al mismo tiempo materialista y religiosa, que justificó la Conquista; la cambiante posición de España y Portugal con respecto a la ciencia moderna en la Europa de los siglos 15 a
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Aunque todas las altas civilizaciones de la América precolombina mantuvieron registros bastante precisos de sus observaciones astronómicas, fueron los mayas quienes más se adelantaron en la observación sistemática de los fenómenos celestiales. Esto se relaciona con el hecho de que desarrollaron un lenguaje escrito, su evolución matemática incluyó el uso del cero y sus avances en astronomía permitieron la predicción de eclipses.
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Wilbert Tapia Meza 17; y la forma en que diversos agentes (órdenes religiosas, militares, administradores coloniales, aristócratas) actuaron como mediadores en la transmisión de la condición intelectual, económica y política de Iberia hacia América Latina. Sin entrar a describir en detalle la situación de la ciencia, tecnología y producción en España, es necesario mencionar la involución que sufrió el ambiente intelectual durante la Contrarreforma y la mayor parte del siglo 17, lo que afectó negativamente el desarrollo de la ciencia en América Latina debido al aislamiento que la potencia colonial se impuso a sí misma y a sus colonias. Por otra parte, lo exiguo de los logros tecnológicos de España en esa época, así como el carácter esencialmente mercantil y agrícola de su economía, no contribuyeron a crear las condiciones para la aparición de una base científica y tecnológica propia en Latinoamérica, ya que estas condiciones no existieron ni en la propia España. La implantación de lo occidental en América Latina dio origen a diversas respuestas locales, cuya variedad se afirmó cuando empezó a desmantelarse el aparato imperial que había introducido cierta homogeneidad superficial en los territorios que antes ocuparon las culturas prehispánicas. Una constante fue la desarticulación social de estas culturas, que rompió con la organización productiva (sobre todo con la agricultura) y tuvo como consecuencia hambrunas generalizadas y la disminución vertiginosa de la población, agudizada por las enfermedades contagiosas europeas. Otro factor fue la transferencia de técnicas indígenas a los conquistadores, quienes aprendieron a desenvolverse en un medio ambiente nuevo absorbiendo los conocimientos locales necesarios para establecerse en la región. Se produjeron también respuestas variadas a los intentos de conversión religiosa y un entrecruzamiento de concepciones e ideas míticas y religiosas, que aún perdura en muchos lugares de América Latina. En el orden del pensamiento especulativo se produjo un doble proceso de mestizaje y de superposición de lo occidental con lo autóctono; en lo tecnológico se perdieron muchas respuestas técnicas locales, y se produjo una fusión de técnicas europeas e indígenas en diversos campos. - 42 -
Filosofía y Tecnología Finalmente, se reorientaron las actividades productivas, priorizándolas en función de los intereses de las potencias coloniales, subordinando la minería a la exportación de metales preciosos, la agricultura a la minería, y la estructura del comercio a las necesidades del mercantilismo español y portugués. Todo esto llevó a una ruptura de las tenues vinculaciones entre el pensamiento especulativo y la base técnica prehispánica. Se introdujo una cuña —la orientación hacia los mercados de la metrópoli colonial— que separó la base técnica heredada de las culturas prehispánicas de las actividades productivas locales durante la colonia. Más aún, desde entonces Occidente se convertiría en un condicionamiento externo inamovible para América Latina: la evolución del pensamiento especulativo sería un pálido reflejo, filtrado primero a través de España y luego de otras potencias, del desarrollo intelectual de Occidente; la transformación de la base tecnológica estaría cada vez más condicionada por sus contrapartes europea y norteamericana; y las actividades productivas responderían a los intereses internacionales vinculados primero a la expansión europea y luego a la norteamericana. La evolución subsiguiente del pensamiento especulativo durante la Colonia y la época republicana está marcada por el predominio de la escolástica y por la influencia de las órdenes religiosas en la educación. Los primeros trabajos científicos en América Latina fueron el resultado del esfuerzo de unos pocos hombres de talento. Un actor importante en la introducción de la ciencia occidental en América Latina durante esta época fueron las órdenes religiosas, y especialmente los jesuitas, quienes prácticamente monopolizaron la educación en los territorios españoles y portugueses durante el siglo 17 y parte del 18. Por otro lado, las universidades hispanoamericanas, algunas de las cuales se fundaron al inicio de la Colonia, se constituirían en el principal escenario institucional para el desarrollo científico e intelectual de la región hasta mediados del siglo 20. 3.
ILUSTRACIÓN E INDEPENDENCIA
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Wilbert Tapia Meza La Ilustración llegó a la América española y portuguesa durante la segunda mitad del siglo 18 con fuerza explosiva. En todo el continente, las universidades iniciaron una transformación que modificó la influencia que habían ejercido la teología y la filosofía en las actividades intelectuales, y se introdujo una perspectiva científica en la enseñanza de disciplinas tales como la botánica, la medicina y las ciencias físicas. Por ejemplo, en 1771 el virrey del Perú, Manuel de Amat y Juniet, aprobó un nuevo plan de estudios que incluía las enseñanzas de Leibniz, Bacon, Gassendi y Descartes, y un decenio más tarde Juan Benito Díaz Gamarra publica sus “Errores del entendimiento humano” que introdujo los conceptos de filosofía moderna en México y que planteaba que la sabiduría consiste en tener conocimiento de todas las cosas necesarias y útiles. Hacia mediados y fines del siglo 18, la influencia predominante de la Ilustración correría en paralelo con los primeros intentos de establecer actividades científicas modernas en la región. La base técnica e incipientemente tecnológica continuó desarrollándose de manera fragmentada, mientras se reducía la variedad de respuestas técnicas autóctonas y se ampliaban lentamente los componentes de la base tecnológica de origen externo. La Revolución Francesa produjo en España una serie de intentos para interrumpir el flujo de las ideas revolucionarias asociadas con la Ilustración hacia las colonias americanas, tal como lo demuestra la decisión del Tribunal de la Inquisición en Cartagena en 1789 de prohibir la difusión de la Declaración de los Derechos del Hombre que surgió de ese movimiento. No obstante, este esfuerzo resultó poco efectivo, y las influencias inglesas y francesas aumentaron de manera significativa al finalizar el siglo 18. Una serie de misiones científicas de Europa hacia América Latina realizadas durante este período tuvieron como protagonistas a personajes que luego tendrían un papel destacado en la configuración de las incipientes comunidades científicas en la región. Entre ellos se tiene a José Celestino Mutis y la misión botánica a Nueva Granada (Colombia), Félix de Azara y la misión histórica y geográfica al Río de la Plata, y - 44 -
Filosofía y Tecnología Alexander von Humboldt que visitó varios países de América Latina y estimuló la creación de sociedades científicas y el estudio de las ciencias naturales. Hipólito Unanue, prócer de la independencia del Perú, fue un destacado médico e investigador que impulsó la creación de la escuela de medicina San Fernando, promovió la enseñanza de las matemáticas y la anatomía en la Universidad de San Marcos, y contribuyó a la publicación de El Mercurio Peruano, una de las primeras revistas científicas en la región que difundió las teorías de científicos europeos contemporáneos. Sin embargo, las guerras de la independencia y la agitación social que éstas significaron no proporcionaron un marco propicio para la incipiente y embrionaria comunidad científica de aquel entonces. La inestabilidad política y social continuó hasta mediados del siglo 19, lo que conspiró contra el crecimiento ordenado y acumulativo de las actividades científicas y el desarrollo tecnológico. En el caso del Brasil, sin embargo, la llegada de la corte portuguesa y la independencia a principios del siglo 19 tuvieron como consecuencia una profunda transformación de la sociedad, proporcionaron un estímulo a las actividades literarias y científicas, y motivaron la fundación de nuevas universidades. 4.
INTEGRACIÓN A LOS MERCADOS MUNDIALES En la segunda mitad del siglo 19 se produce un renacimiento científico en toda América Latina, debido a la creciente influencia del positivismo y al logro de condiciones económicas y políticas más estables. Estas últimas fueron el reflejo de la integración de la región a los mercados mundiales creados por los avances en los medios de transporte y la expansión del capitalismo, en los cuales las economías latinoamericanas asumieron el papel de proveedores de materias primas y alimentos a las potencias industriales en el marco de la división internacional del trabajo. En toda América Latina el positivismo modificó profundamente la forma de pensar la religión y la filosofía, y tuvo además un gran impacto en el desarrollo de las ciencias aplicadas. Su influencia fue particularmente evidente en México, donde - 45 -
Wilbert Tapia Meza determinó las reformas políticas introducidas a partir de 1860 y dio un gran impulso a la educación y la enseñanza, estableciéndose así las precondiciones necesarias para el desarrollo de la ciencia moderna. En Brasil la frase “Orden y progreso” de Augusto Comte, padre del positivismo, fue adoptada como lema para su escudo y su bandera. Sin embargo, hacia finales de siglo surgieron conflictos de carácter político e ideológico que afectaron negativamente al sistema educativo y llevaron al estancamiento de la ciencia en ese país. La última parte del siglo 19 presentó una imagen mixta de la situación de la ciencia y la tecnología en el resto de América Latina. El impacto de las ideas positivistas, junto con la creciente demanda de tecnología asociada con la expansión económica y una industrialización incipiente, estimularon la realización de investigaciones científicas y tecnológicas. Sin embargo, al igual que en el caso mexicano, los problemas de carácter político, económico e institucional impidieron que estos avances tuvieran un carácter acumulativo. A comienzos del siglo 20 ninguno de los países de América Latina había logrado establecer una base de actividades científicas que fuera capaz de aportar elementos significativos al conocimiento universal, y que contara con el respaldo de las autoridades políticas y de la sociedad en su conjunto. Esto se debió, en gran medida, a la carencia de una demanda social por la ciencia como resultado del incipiente grado de desarrollo económico y productivo, a la ausencia de actitudes y valores propicios para el desarrollo de la investigación científica, y a la inestabilidad política y económica de los países de la región. En forma adicional, cuando la tecnología y las actividades productivas modernas ingresaron de lleno a América Latina en los primeros decenios del siglo 20, la ciencia local no había aún echado raíces y sólo pudo vincularse a ellas en forma esporádica, por lo que no pudo contribuir efectivamente a su adaptación y perfeccionamiento.
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Filosofía y Tecnología 5.
INDUSTRIALIZACIÓN COMPETITIVA
SUSTITUTIVA
Y
CRISIS
La evolución de la ciencia y la tecnología durante el siglo 20 estuvo estrechamente vinculada al crecimiento de la industria, y en menor medida a la expansión de la agricultura y la medicina. Los esfuerzos de industrialización empezaron a crear paulatinamente una demanda de actividades científicas y tecnológicas aplicadas. La construcción de ferrocarriles, que empezó en los últimos decenios del siglo 19, constituye un buen ejemplo de las oportunidades, y también de las limitaciones, que ofrecieron las obras de infraestructura para la ciencia y la tecnología locales. El desarrollo de las ramas de ingeniería en la región fue, en gran medida, el resultado de las demandas generadas por estas obras, pero el gran componente de conocimientos, equipos e insumos importados, unido a la debilidad de las instituciones de educación superior, no permitieron un desarrollo intensivo y amplio de la industria local vinculada a estas obras de infraestructura. La creación de escuelas de ingeniería a fines del siglo 19 y principios del siglo 20, unida a la creciente demanda de servicios tecnológicos, condujeron al establecimiento de varios centros de investigación y laboratorios industriales en los países de la región. Los gobiernos comenzaron a prestarle atención a la ciencia y la tecnología a medida que las actividades productivas, y en especial la industria, cobraron mayor importancia. Por su parte, las actividades de fabricación artesanal empezaron a modernizarse y se orientaron principalmente hacia el suministro de implementos para la minería, la agricultura, la construcción de carreteras y el transporte, así como para los bienes durables y de consumo requeridos por el sector moderno de la población vinculado a las actividades de exportación y servicios. La sustitución de importaciones fue el camino hacia la industrialización que siguieron la mayoría de los países latinoamericanos después de la crisis económica de los años treinta y de la segunda guerra mundial. Bajo este esquema, las actividades productivas primarias continuaron condicionadas por su orientación hacia el mercado internacional, mientras que - 47 -
Wilbert Tapia Meza la industria se volcó hacia el mercado interno detrás de barreras arancelarias y contando con una serie de beneficios adicionales (crédito subsidiado, monedas sobrevaloradas, control de precios, preferencia en las compras estatales). Esto permitió el crecimiento de un buen número de empresas industriales, que se suponía estarían en condiciones de competir en los mercados internacionales luego de un período de aprendizaje durante el cual disminuiría progresivamente la protección. A su vez, estas industrias fomentaron la investigación tecnológica aplicada y permitieron la consolidación de algunos núcleos de capacidades científicas endógenas en los países más grandes de la región. Sin embargo, presiones de orden político para preservar intereses creados impidieron reducir los niveles de protección industrial, lo que aisló a las empresas latinoamericanas de las fuerzas competitivas mundiales y no estimuló esfuerzos para aumentar la productividad, mejorar la calidad y reducir el precio de los productos manufacturados. Durante el decenio de 1980, los procesos de liberalización comercial, la crisis de la deuda externa y la reducción de las tasas de crecimiento en toda la región, hicieron colapsar a buena parte del aparato productivo latinoamericano que había crecido al amparo del proteccionismo industrial. Esto llevó a una “reprimarización” de la mayoría de las economías, y redujo la demanda efectiva de las actividades tecnológicas, proceso que continuó durante el decenio de 1990. La reducción en los ingresos fiscales obligó a recortar los presupuestos públicos, y muchas veces las instituciones científicas y tecnológicas, así como las universidades estatales, sufrieron fuertes disminuciones en sus asignaciones de recursos por parte del Estado. En algunos casos, esto hizo que prácticamente desaparecieran sectores industriales enteros que habían logrado un nivel razonable de capacidades en ciencia y tecnología, pero que no estaban en condiciones de adaptarse a un brusco y acelerado proceso de liberalización comercial, a una moneda sobrevaluada y a la competencia muchas veces subsidiada de productos importados. En el caso de México, el tratado de libre comercio con los Estados Unidos y Canadá llevó a un - 48 -
Filosofía y Tecnología extraordinario aumento en la inversión extranjera y en las exportaciones, lo que a su vez permitió establecer nuevas fábricas y mejorar las capacidades tecnológicas en los sectores de exportación. Sin embargo, al mismo tiempo llevó al cierre de muchas empresas orientadas hacia el mercado interno que no fueron capaces de competir con los productos importados. Pese a varias crisis, durante los últimos dos decenios Brasil logró mantener un nivel relativamente alto de capacidades tecnológicas asociadas a la industria, la agricultura, el sector energético y algunos servicios, como telecomunicaciones y finanzas, y también logró vincular a la ciencia, la tecnología y la producción en el sector agropecuario y en algunas ramas industriales. Al iniciarse el siglo 21, Brasil cuenta con los elementos necesarios para ampliar significativamente su base científica y tecnológica endógena, algo que dista mucho de suceder en la mayoría de los países medianos y pequeños de la región —con las excepciones parciales de Chile, Colombia y Costa Rica en algunos sectores vinculados principalmente a la agricultura y la agroindustria.
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PROBLEMÁTICA DE LA CIENCIA, TECNOLOGÍA E INNOVACIÓN TECNOLÓGICA EN EL PERÚ CONCYTEC
Problemática en la generación de conocimiento científico tecnológico 1. Resultados de investigación y desarrollo tecnológico no responden a las necesidades del país. Los resultados de investigación no responden a las necesidades sociales, económicas y ambientales del país por las siguientes razones: escasa vinculación de programas de formación con las necesidades sociales, económicas y ambientales; escasa vinculación de los centros de investigación con las necesidades sociales, económicas y ambientales; y bajos incentivos para proteger la propiedad intelectual. A continuación presentamos con más detalle cada una de las razones expuestas: a. Los programas de formación con orientación a la investigación que ofrecen las universidades no están alineados con las necesidades sociales, económicas y ambientales y presentan escasos aportes a la solución de los problemas de dicho sector. Adicionalmente, los institutos superiores tecnológicos presentan débiles lazos de cooperación con las empresas y sus programas no responden a las necesidades económicas. Esta situación hace que las empresas y el sector público demanden servicios de CTI desde el exterior en lugar de recurrir al mercado interno. • b. Los centros de investigación y desarrollo tecnológico, además de sus debilidades en infraestructura y equipamiento, presentan poca vinculación con las necesidades sociales, económicas y ambientales, dado que realizan proyectos de investigación y desarrollo con bajos niveles de aplicación práctica y, por lo tanto, con poca demanda en el sector empresarial. La falta de - 51 -
Wilbert Tapia Meza capacidades técnicas y recursos económicos limitan las posibilidades de que los centros puedan atender los problemas recurrentes de los sectores sociales, económicos y ambientales. A esto se suma la poca vinculación entre ellos y con centros de investigación internacionales que les permita compartir y adquirir conocimientos. c. La protección de la propiedad intelectual en el Perú es un tema que se encuentra rezagado. El sistema de protección de la propiedad intelectual es débil y desprotege la capacidad inventiva de los actores generadores de conocimiento tecnológico (empresas, centros de investigación y desarrollo, inventores) debido al poco desarrollo del marco normativo y la escasa normalización (normas técnicas) teniendo como resultado final un reducido número de registro de patentes y propiedad intelectual. 2. Insuficientes incentivos para CTI Los insuficientes incentivos para la CTI son explicados por las siguientes razones: insuficientes fuentes de financiamiento (instrumentos), insuficientes instrumentos de promoción para la absorción, transferencia y difusión tecnológica, inadecuadas fuentes de financiamiento (altos costos financieros) e inadecuado acompañamiento del emprendimiento tecnológico. A continuación presentamos con más detalle cada una de las razones expuestas: a. Las empresas no cuentan con suficientes mecanismos de financiamiento para sus actividades de innovación tecnológica. Mientras el sector financiero privado no ha creado productos en este ámbito debido a la naturaleza riesgosa de estas actividades y a la falta de una masa crítica de empresas que se dediquen a ellas, el Estado por su parte no ha implementado instrumentos financieros suficientes para promover la innovación tecnológica. Asimismo, no existen suficientes mecanismos de financiamiento para el desarrollo de investigación básica y aplicada que sustenten las actividades de innovación tecnológica por parte de las empresas. Estos proyectos de investigación básica y aplicada se realizan principalmente en las universidades e
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Filosofía y Tecnología institutos públicos de investigación, sin contar con financiamiento suficiente para realizar estas actividades.
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b. El mercado ni el Estado han generado mecanismos suficientes que permitan a las empresas peruanas, en especial a las medianas y pequeñas, tener acceso a tecnologías existentes y/o participar de procesos de transferencia tecnológica. Las empresas tienen bajas capacidades para llevar a cabo procesos de absorción y transferencia tecnológica (TT) y no encuentran en el mercado suficientes servicios de acompañamiento a estas actividades. Por otro lado, los centros de investigación no han desarrollado capacidades para transferir el conocimiento que generan hacia la sociedad. Estas capacidades implican el ámbito del capital humano especializado para gestión y TT, adecuada normatividad de la PI y TT, promoción de una cultura emprendedora en los centros de investigación, entre otros. c. Los instrumentos financieros que ofrece el mercado a las empresas para actividades de innovación tecnológica son reducidos o inexistentes, por lo que tienen que recurrir a fuentes alternativas de financiamiento que, dada la naturaleza de las actividades, son más costosas, lo que reduce la probabilidad de que las empresas emprendan estas actividades. Por otro lado, las escasas fuentes de financiamiento provenientes del Estado solo se concentran en subsidios entregados directamente a las empresas. d. Los emprendimientos tecnológicos requieren de diversas facilidades y condiciones durante las etapas por las que deben transcurrir. Los problemas que deben enfrentar los emprendedores van desde la presencia de barreras burocráticas, pasando por reducida capacidad para gestionar negocios y actividades tecnológicas, y reducida oferta de servicios relacionados (incubadoras, aceleradoras, vigilancia tecnológica, etc.), para finalmente llegar a incipientes o inexistentes mecanismos e instrumentos de financiamiento (capital semilla, inversionistas ángeles, capital de riesgo). Adicionalmente, es necesario que la sociedad tenga predisposición a realizar actividades emprendedoras y científico-tecnológicas. Para ello, es importante generar incentivos para crear una cultura de innovación que valore la ciencia y tecnología. - 53 -
Wilbert Tapia Meza e. La innovación tecnológica es una actividad sumamente riesgosa e incierta. Por esa razón, no hay mercados que abunden para lanzar nuevos productos y servicios. Los gobiernos en distintas partes del mundo hacen uso de sistemas de compras públicas, así como de otros instrumentos de demanda para facilitar que las innovaciones en formación puedan contar con condiciones favorables o, por lo menos, menos adversas. Problemática en la formación de capital humano para la CTI 3. Insuficiente masa crítica de investigadores y recursos humanos calificados La insuficiente masa crítica de investigadores y recursos humanos calificados se explica, principalmente, por las siguientes razones: insuficientes y deficientes incentivos para atracción y retención de talento, baja calidad de los programas de formación, reducida oferta de programas de formación y bajos niveles de educación básica. A continuación presentamos con más detalle cada una de las razones expuestas: a. El Perú no cuenta con un sistema adecuado para atraer y retener talentos y menos para aquellos que están relacionados con la actividad científica. Existe un reducido número de programas de formación, empresas innovadoras, centros de investigación, centros de extensión tecnológica, etc. en los que puedan insertarse profesionales con altos niveles de formación. Los salarios y asignaciones económicas son limitados y el nivel y prestigio de los centros no constituye incentivos que atraigan talentos. Por su parte, el Estado no ha desarrollado que contribuyan a la atracción y retención de talentos. b. En términos generales, la calidad de la educación en el Perú es una de las más bajas de Latinoamérica. Esto se debe a múltiples factores: los centros de formación no cuentan con una masa crítica de docentes con niveles elevados de calidad; la infraestructura y equipamiento son inadecuados; la gestión administrativa y académica es deficiente y existen limitaciones en el acceso a fuentes de información (literatura, bases de datos, etc.). Estos factores hacen que en general los programas - 54 -
Filosofía y Tecnología de formación profesional y los centros de enseñanza superior tengan bajos niveles de calidad. Una prueba de ello es que ningún centro de enseñanza ni programa de formación aparece entre las 500 primeras ubicaciones de los rankings de calidad. c. El número de programas de formación superior (maestrías y doctorados), especialmente los relacionados a ciencia y tecnología, es reducido. A pesar de haber aumentado significativamente el número de universidades e institutos tecnológicos, estos están concentrados en carreras poco vinculadas a la ciencia y tecnología, no cuentan con los estándares de calidad que aseguren buenos resultados de investigación ni un sistema de acreditación que garantice ello. Los pocos programas de formación de calidad están altamente concentrados en la capital y las regiones donde se desarrollan las actividades productivas no cuentan con el soporte de programas de formación relacionados. d. La educación técnica en el Perú cuenta con bajo nivel de calidad académica, la infraestructura es deficiente y los contenidos académicos no están alineados con las necesidades del país en materia de ciencia, tecnología e innovación tecnológica. A esto se suma que los institutos/centros de educación técnica no mantienen relaciones de colaboración entre ellos y con otros centros de mayor nivel. e. Los resultados de exámenes internacionales de rendimiento escolar dan cuenta del bajo nivel que presenta la educación básica peruana. Esta situación impacta negativamente en las posibilidades que tienen los estudiantes para acceder a la educación superior de calidad. Los bajos niveles de educación primaria son una restricción determinante a lo largo de la formación de las personas pues estudiantes con bajo nivel académico tienen menos probabilidades de culminar con éxito su formación profesional y menos aún de acceder a estudios de mayor especialización (maestrías y doctorados). A esta problemática se suma el poco manejo de otros idiomas, en especial el inglés, que limita el acceso a publicaciones académicas de calidad y a los avances en investigación y generación de conocimiento, y la falta de promoción de una
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Wilbert Tapia Meza vocación por las ciencias, las tecnologías, las ingenierías y matemáticas. Problemática en el desarrollo y fortalecimiento de la infraestructura científico - tecnológica 4. Bajos niveles de calidad de los centros y laboratorios de investigación Los centros y laboratorios de investigación presentan bajos niveles de calidad principalmente por las siguientes razones: deficiente infraestructura y equipamiento, bajas capacidades y poca vinculación con otros centros de investigación, deficiente asignación de los RRHH para investigación, restricciones a la incorporación de nuevos investigadores, y una inadecuada distribución geográfica de las capacidades de investigación. A continuación, presentamos con más detalle cada una de las razones expuestas: a. El Perú cuenta con una amplia red de entidades de investigación y desarrollo tecnológico que necesitan mejorar su dotación de recursos físicos y equipamiento de sus laboratorios. También existe un deficiente equipamiento relacionado con un sistema de calidad, lo que se traduce en un insuficiente número de laboratorios acreditados con reconocimiento internacional. b. Los centros y laboratorios de investigación y desarrollo han experimentado un largo período de estancamiento y su capacidad de investigación es débil. La contratación de nuevo personal es limitada, las calificaciones de personal son bajas y la edad promedio de los investigadores es alta. Se dedican principalmente a proveer servicios y formular investi gación desconectada de las necesidades sociales, económicas y ambientales del país. c. La regulación laboral desalienta al personal altamente calificado para incorporarse y permanecer en los centros, lo que resulta en una insuficiente masa crítica para inv estigación de excelencia y acumulación exitosa de competencias. Solo unos pocos centros de investigación y laboratorios cuentan con - 56 -
Filosofía y Tecnología acuerdos internacionales. Sin embargo, tienen bajos niveles de colaboración en investigación con entidades extranjeras. Además, no cuentan con una estrategia de internacionalización ni una cultura de trabajo coordinado y en equipo con otros centros nacionales de investigación. d. En los últimos veinte años, las leyes anuales de presupuesto han establecido diversas prohibiciones y restricciones para gestionar adecuadamente la carrera pública, lo que impide que los centros públicos de investigación puedan subir los salarios del personal, menos aún atraer personal altamente calificado. Ello se ha traducido en la falta de estrategias para asegurar la idoneidad del personal en las tareas fundamentales de investigación, ausencia de métodos meritocráticos de ingreso y ascenso, distorsiones remunerativas y carencia de información que permita conocer las habilidades, conocimientos y desar rollo en la carrera. e. Si bien existe un número importante de centros de investigación en las regiones y centros de Lima que tienen sucursales en provincia, estas realizan escasa investigación y desarrollo, y casi no interactúan con las necesidades de las regiones. En el caso de los Institutos Públicos de Investigación IPI, más del 65% del personal labora en la sede central. f. En las regiones existen pocos actores para la implementación de proyectos de investigación que generen valor agregado o resuelvan desafíos de la economía regional. Los programas y subsidios no crean nuevos centros o masa crítica de investigadores al interior del país. 5. Insuficiente información sobre las condiciones del SINACYT La insuficiente información sobre las condiciones del sistema es explicada por el déficit de mecanismos y servicios de vigilancia tecnológica, inadecuados sistemas de información (generación, recopilación, gestión, difusión y uso) e inadecuada infraestructura de comunicaciones (redes banda ancha y otros). A continuación, presentamos con más detalle cada una de las razones expuestas: - 57 -
Wilbert Tapia Meza a. El sistema nacional de innovación tecnológica no cuenta con mecanismos ni servicios de vigilancia tecnológica que permitan identificar y acceder a nuevas tecnologías con factibilidad de aplicación y que permitan brindar una solución de los problemas prioritarios del país. Esta situación limita las posibilidades de reducir las brechas tecnológicas y de innovación que enfrenta el país y reduce las posibilidades de desarrollo. b. El SINACYT no cuenta con un sistema de información que le permita gestionar (recopilación, sistematización, almacenamiento y comunicación) los datos que se genera en la ejecución de sus actividades. Cada institución integrante del SINACYT tiene sus propios mecanismos de gestión, hecho que dificulta compartir y homogenizar la información. Esta situación no permite gestionar adecuadamente la CTI, evaluar los niveles de avance de las actividades y evaluar los resultados de las mismas. c. El Perú es un país deficitario en infraestructura de comunicaciones. Aún son bajos los niveles de acceso de la población a servicios de banda ancha de Internet y lo mismo ocurre a nivel de las instituciones que operan en el SINACYT. Esta situación es aún más precaria a nivel regional, habiendo regiones donde la conectividad a través de este medio es muy limitada. Esta situación dificulta el intercambio de información, la coordinación y la toma de decisiones. 6. Deficiente institucionalidad y gobernanza del SINACYT La deficiente institucionalidad y gobernanza del SINACYT se debe a las siguientes razones: incipiente e inadecuada regulación del SINACYT, débil capacidad operativa del ente rector, escasa legitimidad del sistema ante la población y deficiente capacidad de gestión de las organizaciones del SINACYT. A continuación presentamos con más detalle cada una de las razones expuestas: a. La regulación del SINACYT presenta deficiencias que se traducen en la falta de claridad y delimitación de las funciones de las instituciones que lo componen. Esta situación hace que exista superposición de funciones, encontrándose instituciones - 58 -
Filosofía y Tecnología que ejecutan acciones con objetivos similares y enfoques distintos, sin la posibilidad de coordinar para optimizar el uso de los recursos. En algunos casos ello deriva en situaciones de conflicto debido a los escasos recursos con los que cuenta el Estado para las acciones de CTI. Además, la regulación inhibe la innovación, desde trámites engorrosos para importar material e insumos usados en la investigación hasta reglamentos técnicos obsoletos que pueden impedir el lanzamiento de productos al mercado. Esta situación genera sobrecostos al sector exportador, inhibe la difusión de una cultura de calidad en el país, desincentiva la difusión y el uso de normas técni cas, entre otros. Esta problemática tiene su origen en el inadecuado e insuficiente marco normativo que rige el funcionamiento del SINACYT. b. El CONCYTEC, como ente rector del SINACYT, presenta serias debilidades relacionadas a su capacidad operativa. Su diseño y tamaño responden a una realidad que históricamente se ha caracterizado por limitados recursos para cumplir sus actividades, falta de claridad en sus funciones y la inestabilidad en su ubicación funcional (constantes cambios en su ubicación dentro de instancias del Estado). A esto se suma que no cuenta con un sistema de seguimiento y evaluación de las actividades de CTI que le permita conocer los avances, logros, limitaciones e identificar buenas prácticas que pueden ser replicadas y escaladas. Estos problemas hacen que dentro del SINACYT no exista adecuada coordinación entre las políticas e instrumentos que implementan los diferentes sectores (i.e coordinación horizontal) y los diferentes niveles de gobierno (i.e coordinación vertical) c. Las actividades de CTI no se encuentran dentro de las prioridades temáticas de la población y políticos, existe poco interés en el tema y, por lo tanto, poco conocimiento sobre su importancia en el desarrollo del país. La juventud muestra poco interés en la CTI y ello se ve reflejado en la poca predisposición a orientar sus actividades educativas y, posteriormente, sus actividades laborales, en estos campos. Califican a las carreras relacionadas a la CTI como difíciles, aburridas y de difícil acceso. Este bajo nivel de apropiación de conocimiento de parte de la sociedad se explica, entre otras razones, por la insuficiente - 59 -
Wilbert Tapia Meza difusión de los resultados de investigación y su importancia para la solución de los problemas cotidianos. Las familias, y en especial los jóvenes, no llegan a entender y, por lo tanto, a valorar, lo que la ciencia (conocimiento) hace para mejorar su calidad de vida. d. Las instituciones que integran el SINACYT muestran pobres resultados, lo que se debe, entre otras razones, a la deficiente capacidad de gestión institucional. El sistema, en general, presenta limitaciones en relación a recursos humanos especializados en gestión de la CTI, lo que hace más difícil la coordinación interna y externa, así como la toma de decisiones. Este problema se agrava con las excesivas trabas burocráticas que sirven de desincentivo para el desarrollo de las actividades. e. Limitada presencia regional y enfoque territorial de las políticas de CTI, evidenciada en consejos regionales de ciencia, tecnología e innovación con debilidades estructurales que incluyen escaso personal, limitación en los recursos asignados, poca incidencia regional y una ausencia de coordinación con las políticas nacionales de ciencia, tecnología e innovación tecnológica. Esta situación limita la dinamización del SINACYT e impide impulsar un modelo de crecimiento económico sostenible que reduzca las brechas que enfrentan las regiones del país. f. La problemática descrita anteriormente es la causa directa de un bajo desempeño de la ciencia, tecnología e innovación tecnológica en el país, lo que en conjunto genera desatención de las necesidades sociales, económicas y ambientales. En síntesis, mientras el Perú presente un bajo desempeño de la ciencia, tecnología e innovación tecnológica, el desarrollo soc ial y económico, así como la sostenibilidad ambiental, serán altamente vulnerables, tanto a factores internos (económicos, sociales, medio ambientales) como externos (shocks externos), limitándose las posibilidades de desarrollo del país en el largo plazo.
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SEGUNDA PARTE Técnica, tecnología, tecnociencia
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LA CIENCIA, LA TÉCNICA Y LA TECNOLOGÍA
Aquiles Gay. TecnoRed Educativa
En la realidad técnica hay una realidad humana. Vivimos en un mundo donde la tecnología marca el ritmo del progreso y las pautas de vida. En otras palabras, vivimos en un mundo modelado por la tecnología; y en el concepto de tecnología están implícitos los de la ciencia y la técnica. Estas tres palabras clave, ciencia, técnica y tecnología, están vinculadas a actividades específicas del hombre y ligadas indisolublemente al desarrollo de la civilización. Trataremos de aclarar los conceptos de estos tres términos, que abarcan tanto la actividad (investigación, desarrollo, ejecución) como el producto resultante (conocimientos, bienes, servicios), y que son consecuencia de respuestas a inquietudes y necesidades del hombre. Frente al mundo natural, el hombre siente el deseo o la necesidad de conocerlo para sentirse más tranquilo y no como flotando a la deriva, y de actuar sobre el mismo, tratando de adaptarlo a sus requerimientos para hacer su vida más confortable y segura. Como consecuencia, el hombre se plantea por un lado, conocer y comprender la naturaleza y sus fenómenos asociados, y por el otro, controlarla y modificarla, o al menos transformar el entorno que lo rodea. Esto significa que para el hombre el mundo es objeto de indagación y de acción. Teniendo en cuenta esto, podemos hablar de dos grandes campos vinculados al quehacer humano, muy ligados entre sí pero - 63 -
Wilbert Tapia Meza substancialmente diferentes: el campo de la ciencia (la indagación) y el campo de la técnica y la tecnología (la acción). EL CAMPO DE LA CIENCIA Este campo responde al deseo del hombre de conocer y comprender racionalmente el mundo que lo rodea y los fenómenos con él relacionados, deseo que lo lleva a investigar científicamente. Normalmente, el resultado de las investigaciones científicas incrementa el cuerpo metódicamente formado y sistematizado de conocimientos. Esta actividad humana (la investigación científica) y su producto resultante (el conocimiento científico), es lo que llamamos ciencia. En este campo, la motivación es el ansia de conocimientos, la actividad es la investigación y el producto resultante es el conocimiento científico.
Aquí se va de lo particular a lo general, pues como dice Bertrand Russell: "la ciencia, aunque arranca de la observación de lo particular, no está ligada esencialmente a lo particular, sino a lo general. Un hecho en ciencia no es un mero hecho, sino un caso”.1 O en palabras de Mario Bunge: "el conocimiento científico es general: ubica los hechos singulares en pautas generales, los enunciados particulares en esquemas amplios”.2 EL CAMPO DE LA TÉCNICA Y LA TECNOLOGÍA Este campo, por su parte, responde al deseo y la voluntad del hombre de transformar su entorno. Esto es, transformar el mundo que lo rodea, buscando nuevas y mejores formas de satisfacer sus necesidades o deseos. En este campo prima la voluntad de hacer - 64 -
Filosofía y Tecnología (construir, concebir, crear, fabricar, etc.). Esta actividad humana y su producto resultante, es lo que llamamos técnica o tecnología, según sea el caso. En este campo, la motivación es la satisfacción de necesidades o deseos, la actividad es el desarrollo, el diseño y/o la ejecución y el producto resultante son los bienes y servicios, o los métodos y procesos.
En este campo se va de lo general a lo particular. Sintetizando, podemos decir que la ciencia está asociada al deseo del hombre de conocer (conocer y comprender el mundo que lo rodea), mientras que la técnica y la tecnología se vinculan a la voluntad del hombre de hacer (hacer cosas para satisfacer sus necesidades o deseos). A continuación trataremos de aclarar los conceptos de ciencia, técnica y tecnología. CIENCIA El término "ciencia" cubre un campo de actividades y conocimientos tan amplio, que cualquier definición corre el riesgo de ser incompleta. Por ello, planteamos su objeto de estudio, que es el conocimiento de las cosas por sus principios y causas. La ciencia surge cuando el hombre busca descubrir y conocer, por la observación y el razonamiento, la estructura de la naturaleza. Si bien esta observación de la naturaleza y los fenómenos naturales se remonta a los orígenes mismos del hombre, la ciencia es algo más que la mera observación. Fundamentalmente, también es razonamiento, y nace cuando se abandona una concepción mítica de la realidad y se la enfoca con una visión objetiva y reflexiva. En Occidente, la ciencia comienza con los griegos, que fueron los primeros en desarrollarla en forma racional, abocándose - 65 -
Wilbert Tapia Meza fundamentalmente a una ciencia pura de carácter especulativo, al saber por el saber mismo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el ideal de la época era el conocimiento desinteresado. La concepción actual de la ciencia se remonta a los siglos XVI y XVII, ya que, a pesar de tener raíces profundas en el tiempo, fueron Galileo Galilei, Francis Bacon, René Descartes e Isaac Newton entre otros, quienes sentaron los fundamentos de la ciencia moderna. La nueva concepción de la ciencia fue esbozada por Galileo (1564-1642) y completada por Newton (1642-1727). Con ambos se inician la investigación objetiva y experimental de la naturaleza y la búsqueda de la cuantificación y expresión matemática de los fenómenos naturales. Galileo estableció el principio de la objetividad del conocimiento científico y basó sus conclusiones en la observación y la experimentación, y aunque posiblemente buscó hacer una ciencia más demostrativa que experimental, sus trabajos dieron nacimiento al método experimental en las ciencias. Planteó asimismo la observación empírica como método básico de la investigación y la expresión de las leyes físicas con fórmulas matemáticas. El método científico que nace en la época de Galileo -aplicable a las ciencias fácticas-, se puede esquematizar planteando tres etapas básicas: 1) "La observación" de ciertos hechos, para descubrir la(s) ley(es) principal(es) que los rige(n). 2) "La formulación de hipótesis", entendiendo por hipótesis una respuesta tentativa que permita explicar los hechos observados. 3) "La comprobación de la hipótesis", mediante la experimentación y el análisis.
Si la comprobación confirma la hipótesis, esta pasa a ser una "ley", válida hasta el momento en que el descubrimiento de nuevos hechos pueda plantear la necesidad de introducir modificaciones en su formulación. En el lenguaje de la ciencia, una ley es una proposición general, vinculada al conocimiento de algún sector del universo y cuya veracidad ha sido suficientemente comprobada.
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Filosofía y Tecnología Podemos decir que con Galileo comienza una profunda transformación en la forma de pensar y actuar del hombre. Se despierta la mentalidad científica que presupone aceptar como cierto sólo aquello que sea empíricamente verificable. Hasta entonces, la ciencia de la época estaba encuadrada en un modelo meramente especulativo; con él, asistimos a un cambio sustancial, al contacto con la realidad, a la tecnificación de la ciencia. En otras palabras, a la determinación de técnicas precisas para analizar los fenómenos naturales y medirlos con exactitud matemática, y a la introducción de elementos de la técnica en el proceso de investigación científica. Esto marca el comienzo de una nueva etapa en el desarrollo de la ciencia, signada por la complementariedad entre ciencia y técnica, actualmente, ciencia y tecnología. Se inicia además en esa época la cientifización de todos los conocimientos. TÉCNICA Desde un punto de vista general, la técnica es el procedimiento o conjunto de procedimientos que tienen como objetivo obtener un resultado determinado (en el campo de la ciencia, la tecnología, las artesanías u otra actividad). También podemos decir que se trata de el o los procedimientos puestos en práctica al realizar una actividad (construir algo, efectuar una medición o un análisis, conducir un auto, tocar el piano, vender algo, nadar), así como también la pericia o capacidad que se pone de manifiesto cuando se realiza la actividad. Estos procedimientos no excluyen la creatividad como factor importante de la técnica. Como vemos, el término "técnica" tiene un campo de aplicación bastante amplio, aunque desde nuestro punto de vista podemos restringirlo diciendo que es el o los procedimientos prácticos que tienen como objetivo la fabricación de bienes (transformación consciente de la materia) o la provisión de servicios. La técnica implica tanto el conocimiento de las operaciones, como el manejo de habilidades, las herramientas, los conocimientos técnicos y la capacidad inventiva. Históricamente, las técnicas se han basado no sólo en conocimientos empíricos transmitidos, sino también en la - 67 -
Wilbert Tapia Meza experiencia o en la intuición. Últimamente, bajo el influjo de la ciencia, muchas han perdido su carácter fundamentalmente empírico. La técnica no es privativa del hombre, se da en la actividad de todo ser viviente y responde a una necesidad para la supervivencia. En el animal, es instintiva y característica de la especie (por ejemplo, todos los horneros utilizan la misma técnica para construir sus nidos y todas las abejas construyen sus panales en la misma forma). En el ser humano, surge de su relación con el medio y se caracteriza por ser consciente, reflexiva, inventiva y fundamentalmente individual. El individuo la aprende y la hace progresar. Sólo los humanos son capaces de construir con la imaginación algo que luego pueden concretar en la realidad. En este artículo consideraremos la palabra técnica como implícitamente referida a la técnica humana, es decir que se excluye del concepto todo lo que signifique acciones instintivas. La técnica es creativa, el hombre no se limita simplemente a repetir procedimientos conocidos, sino que busca desarrollar otros nuevos. La técnica le ha permitido expandirse por todo el globo y vivir en climas y condiciones muy diferentes sin necesidad de una adaptación biológica. Desde el punto de vista biológico, evolución es la adaptación del organismo al medio ambiente, mientras que desde la óptica técnico-tecnológica, evolución es la adecuación del medio ambiente al organismo. La técnica, al sobrepasar la satisfacción de las necesidades elementales del hombre, pasa a pertenecer al orden de la cultura. Integra así, junto a la tecnología, un sector de la cultura denominado cultura material. A partir del Renacimiento, la técnica en Occidente se desarrolló en forma acelerada, contribuyendo a cambiar la faz del mundo. Si bien la expansión geográfica de la civilización occidental -desde su cuna en Europa hacia prácticamente todo el planeta-, respondió a consideraciones de orden político, social y económico entre otros, fue factible gracias a los adelantos técnicos que permitieron el gran despliegue de poder y eficacia que posibilitó a Europa imponer su poderío y su cultura en el mundo. - 68 -
Filosofía y Tecnología Recordemos que en la Edad Media tanto en China como en los países árabes existía un nivel técnico comparable (y en muchos casos superior) al de Europa. No obstante, todo comienza a cambiar a partir de los siglos XIV y XV, aproximadamente. El desarrollo técnico adquiere en Europa una fuerza impensable debido a muchas y muy complejas razones, algunas de las cuales analizaremos más adelante. Sin embargo, lo que nos interesa sobre todo son las consecuencias de este progreso técnico que, unido al científico, condujo finalmente a la Revolución Industrial, el nacimiento de la industria y de la tecnología moderna. TECNOLOGÍA La palabra tecnología data del siglo XVIII, cuando la técnica históricamente empírica- comienza a vincularse con la ciencia y empiezan a sistematizarse los métodos de producción. Si quisiéramos hacer extensivo el término a épocas anteriores, deberíamos hablar de tecnologías primitivas. La tecnología surge al enfocar determinados problemas técnico-sociales con una concepción científica y dentro de un cierto marco económico y sociocultural. Está íntimamente vinculada con la ciencia, y la complementariedad entre ambas se acrecienta cada vez más. En el pasado, generalmente ciencia y técnica marcharon separadamente sin complementarse. Podemos recordar, por ejemplo, la Grecia clásica donde la ciencia no estuvo vinculada con aplicaciones técnicas, o mencionar la ingeniería romana o del medievo, donde había una técnica sin ciencia subyacente. Hoy, la tecnología y la ciencia marchan indisolublemente ligadas. La tecnología utiliza el método científico, comprende un saber sistematizado y en su accionar se maneja tanto a nivel práctico como conceptual. Es decir que abarca el hacer técnico y su reflexión teórica. Actualmente, se utiliza la palabra tecnología en campos de actividades muy diversos. Sin plantear la corrección o no de su uso en determinados contextos, en este análisis la vinculamos específicamente a la concepción y elaboración de bienes, procesos o servicios. De esta manera, tomamos la palabra tecnología con un sentido restringido. - 69 -
Wilbert Tapia Meza Desde esta óptica, podemos definir tecnología diciendo que es el conjunto ordenado de conocimientos y los correspondientes procesos, que tienen como objetivo la producción de bienes y servicios, teniendo en cuenta la técnica, la ciencia y los aspectos económicos, sociales y culturales involucrados. El término se hace extensivo a los productos (si los hubiera), resultantes de esos procesos, que deben responder a necesidades o deseos de la sociedad y como ambición, contribuir a mejorar la calidad de vida. Por otro lado, desde un punto de vista más estructural, podemos plantear la siguiente definición: tecnología es el resultado de relacionar la técnica con la ciencia y con la estructura económica y sociocultural, a fin de solucionar problemas técnico-sociales concretos. La tecnología proviene entonces de analizar determinados problemas que se plantea la sociedad y buscar la solución, relacionando la técnica con la ciencia y con la estructura económica y sociocultural del medio, abarcando: - La técnica: los conocimientos técnicos, las herramientas y la capacidad inventiva. - La ciencia: el campo de los conocimientos científicos. - La estructura económica y sociocultural: todo el campo de las relaciones sociales, las formas organizativas, los modos de producción, los aspectos económicos, la estructura cognoscitiva, el marco cultural, etc.
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“A los fines de su clasificación, en lo que respecta a los métodos de producción utilizados, se puede hablar de dos grandes ramas de la tecnología, las denominadas ‘duras’ y las denominadas ‘blandas’. Las tecnologías ‘duras’ son las que tienen como propósito la transformación de elementos materiales con el fin de producir bienes y servicios. Entre ellas pueden distinguirse dos grandes grupos: las que producen objetos en base a acciones físicas sobre la materia y las que basan su acción en procesos químicos y/o biológicos”.3 Entre las tecnologías duras podemos mencionar la mecánica, la electrónica y la biotecnología. Las tecnologías ‘blandas’ (también llamadas gestionales), se ocupan de la transformación de elementos simbólicos en bienes y servicios. Su producto, que no es un elemento tangible, permite mejorar el funcionamiento de las instituciones u organizaciones en el logro de sus objetivos.
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Wilbert Tapia Meza “Entre las ramas de las tecnologías blandas se destacan entre otras las relacionadas con la educación (en lo que respecta al proceso de enseñanza), la organización, el marketing y la estadística, la psicología de las relaciones humanas y del trabajo y el desarrollo del software”. Teniendo en cuenta que la tecnología está íntimamente vinculada con la estructura sociocultural, lleva implícita ciertos valores y por lo tanto, podemos decir que no es ni social ni políticamente neutra. No puede plantearse la tecnología desde un punto de vista puramente técnico-científico, ya que los problemas asociados a la misma son también socioculturales. La dificultad de aislar la tecnología de su contexto sociocultural tiene implicancias muy importantes en el tema de la transferencia de tecnologías. La tecnología integra técnicas con conocimientos científicos, valores culturales y formas organizativas de la sociedad. Johan Galtung escribe en un interesante estudio preparado para la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo), cuyo título es El desarrollo, el medio ambiente y la tecnología (Naciones Unidas, Nueva York, 1979): “Una forma ingenua de entender la tecnología sería considerarla meramente como cuestión de herramientas (equipos) y aptitudes y conocimientos (programas). Claro que estos componentes son importantes, pero constituyen la superficie de la tecnología, como la punta visible del iceberg. La tecnología también comprende una estructura conexa, e incluso una estructura profunda. Los conocimientos en que se basa constituyen una determinada estructura cognoscitiva, un marco mental, una cosmología social que actúa como un terreno fértil en el que pueden plantarse las semillas de determinados tipos de conocimientos para que crezcan y generen nuevos conocimientos. Para utilizar las herramientas hace falta una cierta estructura del comportamiento. Las herramientas no funcionan en un vacío, las hace el hombre y las utiliza el hombre y para que puedan funcionar requieren determinadas circunstancias sociales. Incluso una tecnología de la producción totalmente automatizada implica una estructura cognoscitiva y del comportamiento, es decir de distanciación del proceso de producción. Por lo general se tiene muy poca conciencia - 72 -
Filosofía y Tecnología de estas estructuras que acompañan a las tecnologías. […] hay tendencia a reducir las tecnologías a técnicas”.4 Como hemos planteado, los problemas vinculados a la tecnología no son meramente técnico-científicos, sino también sociales. El objeto de la tecnología es la satisfacción de necesidades sociales concretas. La tecnología es la suma total de nuestros conocimientos, capacidades y habilidades para resolver problemas técnico-sociales, y abarca todos los medios de que dispone el hombre para controlar y transformar su entorno físico, así como para convertir los materiales que le ofrece la naturaleza en elementos capaces de satisfacer sus necesidades. Involucra además un proceso intelectual que, partiendo de la detección de una demanda, se aboca al diseño y la construcción de un objeto o producto determinado y culmina con su uso. En ella confluyen la teoría y la práctica (la ciencia y la técnica). En el concepto de tecnología están implícitos aspectos vinculados a la concepción y la fabricación así como también a la comercialización y el uso de los productos tecnológicos. Los tres ejes del quehacer tecnológico son la fiabilidad, la economía y la aceptabilidad. El término "tecnología" se hace extensivo a los productos tecnológicos (objetos tecnológicos o situaciones tecnológicas), que son portadores de dimensiones no sólo técnicas y científicas sino también económicas, culturales y sociales, y cuyo objetivo ideal debería ser mejorar la calidad de vida. OTRAS DEFINICIONES DE TECNOLOGÍA Para ampliar nuestra visión sobre el tema y teniendo en cuenta que el término tecnología puede admitir otras interpretaciones (no totalmente coincidentes con la nuestra), transcribimos a continuación otras definiciones, pero sin entrar a analizarlas. - Mario Bunge, Epistemología: "un cuerpo de conocimientos es una tecnología si y solamente si: (i) es compatible con la ciencia coetánea y controlable por el método científico, y
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Wilbert Tapia Meza (ii) se lo emplea para controlar, transformar o crear cosas o procesos, naturales o sociales”.5
- John Kenneth Galbraith, El nuevo estado industrial: "tecnología significa aplicación sistemática del conocimiento científico (u otro conocimiento organizado) a tareas prácticas”.6 - Samuel Bowles y Richard Edwards, Understandig capitalism: "tecnología es la relación entre los factores de la producción y los bienes producidos (la entrada y la salida) en un proceso de trabajo”. "Un proceso de trabajo es una transformación de nuestro entorno natural con la intención de producir algo útil (o que se piensa es útil)”.7 (Los factores de la producción son: capital, trabajo y recursos naturales.) - Lynn White, Tecnología y cultura: "tecnología es la modificación sistemática del entorno físico con fines humanos.”8 - Webster's new collegiate dictionary, 1977: "tecnología es la totalidad de los medios empleados para proporcionar los objetos necesarios a la subsistencia y al bienestar humano”. - Louis-Marie Morfaux, Diccionario de ciencias humanas: "tecnología: Reflexión filosófica sobre las técnicas, sus relaciones con las ciencias y las consecuencias políticas, económicas, sociales y morales de su desarrollo”.9 DIFERENCIAS ENTRE TÉCNICA Y TECNOLOGÍA Buscaremos marcar las diferencias entre técnica y tecnología, ambas vinculadas a la resolución de problemas concretos dentro de un campo específico de la actividad humana, el campo del "hacer". Fundamentalmente, la técnica abarca los conocimientos técnicos y las herramientas, mientras que la tecnología tiene en cuenta además los conocimientos científicos, la estructura sociocultural, la infraestructura productiva y las relaciones mutuas que surgen. Podemos plantear que la tecnología es técnica más estructura (estructura económica, sociocultural, de conocimientos, etc.). En la
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Filosofía y Tecnología técnica está el "cómo" hacer, mientras que en la tecnología están además los fundamentos del "por qué" hacerlo así. Históricamente, la técnica se basó en conocimientos corrientes (experiencias comunicadas, resultados del método de prueba y error, aplicación del sentido común, de la intuición), pero actualmente también utiliza muchas veces conocimientos científicos. En tanto, la tecnología se basa en conocimientos científicos, aunque utiliza también conocimientos empíricos. Mientras en la técnica se habla de "procedimientos" (puestos en práctica al realizar una actividad), en la tecnología se habla de "procesos" (que involucran técnicas, conocimientos científicos y también empíricos, aspectos económicos y un determinado marco sociocultural). Refiriéndonos a la tecnología, podemos hablar de teorías tecnológicas, y refiriéndonos a la técnica, más bien de concepciones técnicas. Podemos decir entonces que, en general, la técnica es unidisciplinaria y la tecnología interdisciplinaria. Al referirnos a la fabricación artesanal hablamos de técnica, y cuando nos referimos a la producción industrial hablamos de tecnología. Sin embargo, no existe un consenso universal sobre las diferencias entre técnica y tecnología. Como caso típico, podemos mencionar títulos de libros como Historia de las técnicas (original en francés) e Historia de la tecnología (original en inglés), que prácticamente abarcan los mismos temas. DIFERENCIAS ENTRE CIENCIA Y TECNOLOGÍA Hemos planteado dos grandes campos del quehacer humano: uno asociado a la ciencia y otro a la tecnología. Analizaremos ahora las diferencias entre ambos. Para ello, comenzaremos transcribiendo algunos comentarios sobre el tema - Thomas S. Kuhn, La estructura de las revoluciones científicas. "Parte de nuestra dificultad para ver las diferencias profundas entre la ciencia y la tecnología debe relacionarse con el hecho que el progreso es un atributo evidente de ambos campos. Sin embargo, puede sólo aclarar, no resolver nuestras dificultades presentes el - 75 -
Wilbert Tapia Meza reconocer que tenemos tendencia a ver corno ciencia a cualquier campo en donde el progreso sea notable”.10 - George Basalla, La evolución de la tecnología. "Aunque la ciencia y la tecnología supongan procesos cognitivos, su resultado final no es el mismo. El producto final de la actividad científica innovadora suele ser una formulación escrita, el artículo científico, que anuncia un hallazgo experimental o una nueva posición teórica. En contrapartida, el producto final de la actividad tecnológica innovadora es típicamente una adición al mundo artificial: un martillo de piedra, un reloj, un motor eléctrico”. 11 - John J. Sparkes, Un programa de educación recurrente: el curso de tecnología de la Open University. “Se piensa a menudo, y quizás también lo pensó en un principio el comité de planificación de la Open University, que la tecnología es una especie de ciencia aplicada o de matemática aplicada. Pero los primeros profesores de la materia (tecnología) que ingresaron en la Open University hicieron saber muy pronto que ésa no era su concepción de la tecnología. No sólo se trataba de una inexactitud, sino de un verdadero error”.12 - J. Rey Pastor y N. Drewes, La técnica en la historia de la humanidad. “Considerar, según se acostumbra, la técnica como ciencia aplicada y, por lo tanto, posterior a la ciencia pura, es concepción que contradice la realidad histórica. Más bien han nacido las ciencias puras de una previa y no siempre sistemática acumulación de conocimientos técnicos. Del valioso saber astronómico de los caldeos y de su técnica astrológica se elevaron Hiparco, Aristarco y Ptolomeo a la teoría astronómica, y las dificultades y complicaciones técnicas con que se tropezó al aplicar la teoría geocéntrica durante catorce siglos incitaron a Copérnico a buscar una teoría mejor.”13 - Jorge A. Sábato y Michael Mackenzie, La producción de tecnología. "Es particularmente perjudicial la creencia generalizada de que la tecnología no es otra cosa que ciencia aplicada, y que, por lo tanto, para obtener aquélla es suficiente producir esta última”. 14
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Filosofía y Tecnología Como vemos, es bastante corriente confundir tecnología con ciencia aplicada: esto es un error, ya que la tecnología no es solamente ciencia aplicada. Si bien es cierto que se basa en conocimientos científicos, también se basa en la experiencia, utiliza muchas veces conocimientos empíricos y tiene en cuenta muchos otros factores (algunos ajenos a la específica aplicación de determinados conocimientos científicos), como por ejemplo los aspectos prácticos de la construcción o de la producción industrial, los modos y medios de producción, la factibilidad económica, la adaptación del producto a las costumbres del usuario, la aceptación que el producto pueda o no tener en el público, etc.. Además la tecnología está, sobre todo, vinculada a cosas que el hombre hace, a cosas artificiales. Como ejemplo, podemos tomar la última parte del párrafo identificado como Ref. 23, en el que se plantea que un geólogo aplicado puede predecir un deslizamiento de tierra (ciencia aplicada), mientras que un ingeniero, proyectando y supervisando las adecuadas obras de defensa, puede llegar a evitar el deslizamiento de tierra (tecnología). Con el objeto de marcar claramente la diferencia entre ciencia y tecnología, podemos decir que la ciencia se ocupa del conocimiento, mientras que la tecnología fundamentalmente del hacer (de la acción eficaz). Sin embargo, es evidente que para hacer hay que conocer, por lo que el tecnólogo busca informarse y conocer, pero no por el conocimiento en sí mismo, sino para saber cómo hacer. En el libro Tecnología: un enfoque filosófico, Miguel Angel Quintanilla expresa: "a diferencia de las ciencias, que son sistemas de conocimientos, las técnicas son sistemas de acciones de determinado tipo que se caracterizan, desde luego, por estar basadas en el conocimiento, pero también por otros criterios, como el ejercerse sobre objetos y procesos concretos, y el guiarse por criterios pragmáticos de eficiencia, utilidad, etc. […] las acciones técnicas son la forma más valiosa de intervenir o modificarla realidad para adaptarla a los deseos o necesidades humanas”.15 En resumen, la ciencia busca entender la naturaleza de las cosas, la tecnología busca hacer cosas en forma óptima y eficiente (lo mejor posible dentro de las condiciones impuestas).
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Wilbert Tapia Meza En la ciencia podemos ver un intento racional y ordenado del hombre por conocer y explicar el mundo físico; en la tecnología un intento, también racional y ordenado del hombre- para transformar y controlar el mundo físico. Esta distinción se puede plantear como la diferencia entre la búsqueda del "cómo son” y el "porqué" de las cosas, y el saber "qué hacer" cuando se debe solucionar un problema. La tecnología tiene un carácter social y está enmarcada dentro de pautas culturales, no se encuentra vinculada sólo al sector de la producción, sino también al del consumo. Ya en la antigüedad, se planteaba la diferencia entre ciencia y técnica: la ciencia era filosofía y la técnica era el arte del artesano, decían los maestros constructores de la catedral de Milán en 1392. 16 La ciencia estaba alejada de los asuntos técnicos, y los progresos técnicos eran más bien el resultado del trabajo de los artesanos. A lo largo de su historia, la técnica no ha tenido mucha vinculación con la ciencia; el hombre hizo objetos de hierro sin conocer su composición química ni la naturaleza de los procesos metalúrgicos, así como máquinas y aparatos, muchas veces sin profundizar demasiado en los principios de la mecánica. En referencia a este tema, en el libro de André-Yves Portnoff y Thierry Gaudin, La revolución de la inteligencia, leemos: "basta sin embargo examinar la realidad para comprobar que el conocimiento científico es útil, pero que no siempre es el que origina las innovaciones […]. Se ha vuelto trivial recordar que la máquina de vapor precedió a la termodinámica, que la metalurgia fue puesta en práctica antes que una ciencia de los metales ayudara a concebir aleaciones”.17 Con el correr del tiempo, se fue estableciendo una relación cada vez mayor entre la ciencia y la técnica, y la aplicación de la primera a la segunda ha permitido el pasaje de las técnicas de tipo artesanal a lo que hoy llamamos "tecnología". La tecnología se basa cada día más en conocimientos científicos y la ciencia, por su parte, utiliza cada vez más los desarrollos tecnológicos. Actualmente, no es posible pensar en un desarrollo tecnológico de avanzada sin contar con el inapreciable aporte de los - 78 -
Filosofía y Tecnología conocimientos científicos, como no es posible hacer ciencia sin contar con el apoyo de la tecnología que suministra los sofisticados aparatos y equipos necesarios para la investigación. En el mundo moderno, sin ciencia no hay tecnología, así como sin tecnología no se podría hacer ciencia. Ambos campos están ligados por una relación de interdependencia muy grande, pero las actividades vinculadas a uno u otro son substancialmente diferentes. Como referencia, transcribimos a continuación un párrafo del libro de Elí de Gortari, Indagación crítica de la ciencia y la tecnología: “la tecnología no sólo es mucho más antigua que la ciencia, sino que su desenvolvimiento a lo largo de la historia ha tenido una influencia mucho mayor sobre el avance científico, que la ejercida por éste en las innovaciones tecnológicas. Todavía durante los primeros doscientos años de su desarrollo, la ciencia moderna tuvo mucho que aprender de la tecnología y fue relativamente poco lo que pudo enseñarle en cambio. En realidad, no fue hasta el último tercio del siglo XVIII, con la iniciación de la Revolución Industrial, cuando el impacto de la ciencia sobre la tecnología empezó a tener una importancia decisiva. Luego, los resultados de la investigación científica sirvieron de base para la creación y el desarrollo de ramas industriales enteramente nuevas, como la industria química y la eléctrica, por ejemplo. Al mismo tiempo la ciencia seguía progresando bajo el impulso de las necesidades tecnológicas y aprovechando los aparatos e instrumentos puestos a su disposición por el avance de la técnica. Finalmente, en el transcurso del presente siglo, el desarrollo del conocimiento científico y el progreso de las realizaciones tecnológicas, que han alcanzado ya niveles prodigiosos y prosiguen avanzando de manera incesante a pasos astronómicos tanto literal como metafóricamente se vienen realizando dentro de la más estrecha vinculación y a través de una influencia recíproca cada vez mayor entre la tecnología y la ciencia”.18 Con respecto a este tema, Carl Mitcham dice: "se puede argumentar razonablemente que el uso de la mecánica en la ciencia (como en la ‘mecánica celeste’ de Newton), deriva de las primeras modernas tecnologías (especialmente la de relojes). Así, en cierto sentido, esa ciencia podría ser descrita con precisión como tecnología teórica”. 19
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Wilbert Tapia Meza Refiriéndose a la relación entre la ciencia y la tecnología, H.L..Nieburg expresa: "la ciencia y la tecnología no son autónomas, sino aspectos estrechamente unidos e inseparables. La deuda que los conocimientos teóricos tienen contraída con la tecnología resulta clara en todos los terrenos. […] El desarrollo de las matemáticas por Copérnico, Kepler y Galileo dependió de los notables progresos de la ingeniería mecánica en el siglo XV, y en especial de la creación de mecanismos de relojería y de juguetes mecánicos de gran ingenio”.20 La tecnología está regida por un pensamiento de estructura interdisciplinaria, se maneja con una lógica sintética y destaca abiertamente su carácter utilitario: toda solución de un problema tecnológico se orienta a satisfacer una necesidad. En tanto, el pensamiento de la ciencia posee más bien una lógica analítica, una estructura unidisciplinaria y destaca, por lo menos como tendencia, su carácter desinteresado: su objeto principal de estudio es la relación entre causa y efecto. La ciencia está guiada por la razón teórica; la tecnología por la razón práctica (si bien se fundamenta en conocimientos científicos). La ciencia está vinculada al conocimiento; la tecnología al desarrollo socioeconómico y al poder. Hoy, la tecnología es poder, a una escala jamás imaginada antes por el ser humano, poder que puede utilizarse tanto para construir un mundo mejor como para destruirlo. Mientras la ciencia tiene un carácter universal (no hay ciencia regional o local), la tecnología puede ser local ya que determinadas tecnologías son útiles en determinadas regiones y no en otras, o para determinados sistemas sociales y no para otros. Al señalar las diferencias entre ciencia y tecnología, Jorge A. Sábato y Michael Mackenzie dicen: "mientras que la ciencia emplea exclusivamente el método científico, que es el único que acepta como legítimo, la tecnología usa cualquier método (científico o no) y su legitimidad es evaluada en relación con el éxito que con él se obtiene”.21
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Filosofía y Tecnología La tecnología se fundamenta en conocimientos científicos (tanto de las ciencias básicas como de las aplicadas), pero también utiliza conocimientos empíricos y tiene en cuenta muchos otros aspectos, como pueden ser los teóricos y prácticos vinculados a la producción industrial. Los datos y conocimientos científicos en que se fundamenta la tecnología son generalmente de libre disponibilidad: cualquiera puede obtenerlos y utilizarlos (el resultado de las investigaciones científicas normalmente se publica). En cambio, la tecnología como cuerpo de conocimientos muchas veces está protegida por patentes o es conocida por un grupo limitado de personas y forma parte de ese "saber cómo hacer” que en inglés recibe el nombre de "know how" (el resultado de las investigaciones o desarrollos tecnológicos no se publica, sino que más bien se patenta). Desde este punto de vista, la tecnología es un bien comercializable; además de su valor de uso tiene un valor de cambio. Esta es otra diferencia fundamental entre ciencia y tecnología. Como lo observa Derek De Solla Price (1960): el científico publica (es papirófilo), el tecnólogo oculta sus hallazgos (es papirófobo). En general, no existen documentos tecnológicos (de investigación y desarrollo) de acceso público porque el tecnólogo no comunica abiertamente sus conocimientos, sino que a menudo los oculta para obtener ventaja comercial frente a sus competidores. Price define la tecnología como "la investigación en la que el producto principal no es un documento, sino una máquina, un medicamento, un producto o un proceso de cualquier tipo”.22 Si quisiéramos plantear un ejemplo de lo que terminamos de decir, podríamos referirnos a las teorías científicas en que se basan numerosos dispositivos o máquinas y que son de público conocimiento, mientras que las tecnologías que son necesarias para su fabricación están muchas veces protegidas por patentes o son del conocimiento de un limitado número de personas, por lo cual no son de libre disponibilidad. Buscando marcar las diferencias entre la actividad del científico y la del tecnólogo, reproducimos a continuación un párrafo del libro La investigación científica de Mario Bunge, donde plantea el tema de la - 81 -
Wilbert Tapia Meza predicción científica y de la previsión tecnológica. Además muestra un ejemplo muy claro, que nos permite decir que predecir la órbita de un cometa es tarea del científico, mientras que planear y prever la órbita de un satélite artificial es tarea del tecnólogo: LA PREVISIÓN TECNOLÓGICA "Para la tecnología, el conocimiento es principalmente un medio que hay que aplicar para alcanzar ciertos fines prácticos. El objetivo de la tecnología es la acción con éxito, no el conocimiento puro, y consiguientemente toda la actitud del tecnólogo cuando aplica su conocimiento tecnológico es activa en el sentido de que, lejos de ser un mero espectador, aunque inquisitivo, o un diligente registrador, es un participante directo en los acontecimientos. Esta diferencia de actitud entre el tecnólogo en acción y el investigador -de especialidades pura o aplicada- introduce algunas diferencias también entre la previsión tecnológica y la predicción científica. En primer lugar, mientras que la predicción científica dice lo que ocurrirá o puede ocurrir si se cumplen determinadas circunstancias, la previsión tecnológica sugiere cómo influir en las circunstancias para poder producir ciertos hechos, o evitarlos, cuando una u otra cosa no ocurrirán por sí mismas normalmente: una cosa es predecir la órbita de un cometa y otra completamente distinta planear y prever la trayectoria de un satélite artificial. Esto último presupone una elección entre objetivos posibles, y una tal elección presupone a su vez cierta previsión de las posibilidades y su estimación a la luz de un conjunto de desiderata. [...] La predicción de un hecho o proceso situado fuera de nuestro control no cambiará el hecho o proceso mismo. Así, por ejemplo, por muy precisamente que prediga un astrónomo el choque de dos astros, este acontecimiento se producirá según su propio curso. Pero si un geólogo aplicado consigue predecir un deslizamiento de tierras, podrán evitarse algunas de sus consecuencias. Aún más: proyectando y supervisando las adecuadas obras de defensa, el ingeniero puede hasta evitar el deslizamiento de tierras, es decir, puede trazar la secuencia de acciones capaz de refutar la predicción inicial.”23
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Filosofía y Tecnología DESCUBRIMIENTO, INVENCIÓN E INNOVACIÓN Para aclarar más los conceptos de ciencia, técnica y tecnología, es interesante señalar que la ciencia avanza con el descubrimiento de hechos o leyes que explican los fenómenos, mientras que la tecnología lo hace mediante la invención o la innovación en el campo de los objetos, productos o procesos. Trataremos de explicar en pocas palabras la diferencia entre descubrimiento, invención e innovación. Antes, podemos decir que el descubrimiento está siempre relacionado a algo que ya existía (pese a que no se lo conocía), mientras que la invención es algo nuevo, es una creación. - Descubrimiento: es el hallazgo de algo que era desconocido, pero que existía. En nuestro campo de análisis podemos decir que es la puesta en evidencia de una estructura (una ley) de la naturaleza. Por ejemplo, Newton descubrió la gravitación universal y Copérnico descubrió que la tierra gira alrededor del sol. La ciencia progresa gracias a los descubrimientos. - Invención: es todo nuevo dispositivo, mecanismo o procedimiento concebido por el espíritu humano; la acción y el efecto de encontrar la idea de un nuevo producto o procedimiento. Se puede decir también que la invención es la propuesta de un nuevo medio técnico para obtener un resultado práctico. Como ejemplo, Edison inventó la lámpara incandescente y Watt la máquina de vapor. Generalmente, la invención es un hecho técnico. "La invención es artística y difícil de planificar, en tanto que la tecnología depende esencialmente de la buena planificación y de la aplicación de técnicas conocidas”.24 Una invención pasa a ser socialmente útil cuando las condiciones económicas y sociales posibilitan su producción, uso y difusión: en este caso podemos hablar de una innovación. - Innovación: (en el campo técnico-tecnológico) "es la incorporación de un invento al proceso productivo. Sin embargo no todas las invenciones llevan a innovaciones, y no todas las innovaciones tienen éxito. En realidad la mayor parte de las ideas y de las invenciones nunca se aplican o quedan sin desarrollar por - 83 -
Wilbert Tapia Meza largo tiempo hasta que surgen las condiciones apropiadas para que se produzca la innovación”.25 La idea o invención que se transforma en innovación puede ser la propuesta de un nuevo producto o proceso, así como también una mejora en un producto o proceso ya existentes. Podemos hablar de innovación cuando la idea propuesta corresponde a algo técnicamente posible y que, por otro lado, el medio ambiente requiere y/o acepta. Al referirnos al medio ambiente debemos tener en cuenta las expectativas del consumidor, las condiciones financieras, administrativas, políticas y culturales, entre otras. Por lo tanto, la innovación tecnológica no es sólo un hecho técnico sino algo que, además de ser técnicamente realizable y económicamente factible, es deseado o aceptado por el medio ambiente económico y humano: la innovación fundamental de la Revolución Industrial fue la introducción de la máquina de vapor para accionar las máquinas de tejer. Así, una innovación es el resultado de lo técnicamente posible con lo socioeconómicamente deseado o aceptado, y desde el punto de vista de la sociedad o de la producción, puede ser relativamente insignificante como potencialmente revolucionaria. La innovación es un hecho tecnológico. Sin embargo, la innovación en sí misma puede no tener mucha importancia social. Para que el impacto sea significativo debe tener gran aceptación, es decir que deberá tener difusión. La difusión es lo que transforma, en última instancia, la innovación en un hecho económico-social, y así como la invención y la innovación, la difusión es un proceso estrechamente vinculado al contexto económico, social y político del medio en el que tiene lugar. J.H.Hollomon (del Departamento de Comercio de EE.UU.) afirma: "la secuencia, necesidad percibida, invento, innovación (limitada por factores políticos, sociales o económicos) y difusión o adaptación (determinada por el carácter organizativo y por el incentivo de la industria) es una de las que encontramos más frecuentemente en la economía civil o regular”. 26 Intervalo de tiempo entre invención e innovación para treinta y cinco productos diferentes - 84 -
Filosofía y Tecnología Invención
Innovación
Producto
Inventor
Fecha
Empresa
Fecha
maquinilla de afeitar de seguridad lámpara fluorescente
Gillete
1895
1904
Bacquerel
1859
1938
79
Zworykin Hertz
1919 1889
Guillete safety razor company General electric westinghouse westinghouse Marconi
Intervalo entre invención e innovación (años) 9
1941 1897
22 8
Fessenden
1900
1908
8
de Forest
1907
1914
7
De Forest
1912
National electric signaling Company The radio telephone and telegraph westinghouse
1920
8
Hargreaves
1765
Hargreaves
1770
5
Highs
1767
Arkwrights
1773
6
Crompton
1779
1783
4
máquina de vapor máquina de vapor Bolígrafo
Newcommen
1705
1711
6
Watt
1764
1775
11
I.J. Biró
1938
1944
6
máquina segadora de algodón tejidos inarrugables
A. Campbell
1889
Fabricantes de maquinaria textile Empresa inglesa Boulton and Watt Empresa argentina International Harvester
1942
53
Company Scientists
1918
1932
14
DDT
Company Chemists Sir O. Lodge
1939
Tootal Broadhurst Los Company ltd J.R. Geigy Co Cotrell’s
1942
3
1909
25
televisión telégrafo sin hilos teléfono sin hilos
tubo de vacío con tres electrodos radio (oscilador) máquina de hilar hiladora (telar hidráulico) hiladora mecánica intermitente
precipitación eléctrica
1884
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Wilbert Tapia Meza refrigerante freon
T. Midgley, Jr. A.L. Henne
1930
1931
1
1908
56
1909
8
1929
Química cinética Inc (Gral motors and Du Pont) Anschütz Knempfe Crosfield’s of Warrington Rolls Royce
compás giroscopio endurecimiento de grasas motores de reacción turbomotores de reacción discos de larga duración grabación magnética
Foucault
1852
W. Normann
1901
Sir F. Whittle H. von Ohain
1943
14
1934
Junkers
1944
10
P. Goldmark
1945
1948
3
V. Poulsen
1898
1903
5
plexiglás, lucita
W. Chalmers
1929
1932
3
nylon
W. Carothers H. Vickers
1928
Columbia records American Telegraphone Co Imperial Chemical Ind. Dupont
1939
11
1925
Vickers, inc.
1931
6
Marconi, Taylor, Young
1922
1935
13
reloj automático
J. Hardwood
1922
1928
6
vaciado de revestimiento estreptomicina teryloene, dacron
J. Croning
1941
1944
3
Waksman Whinfield, Dickson
1939 1941
1944 1953
5 12
reducción de titanio
Kroll
1937
1944
7
xerografía cremallera
Carison Judson
1937 1891
Societé Française, Radio Electrique Hardwood Selfwinding watch Fundición de Hamburgo Merck and co Imperial Chemical Ind., Du Pont U.S. Government Bureau of mines Haloid Corp Automatic Hook and Eye Company
1950 1918
13 27
energía dirigida radar
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Filosofía y Tecnología LA TECNOLOGÍA Y LAS DEMANDAS DE LA SOCIEDAD La tecnología es, por intermedio de los productos tecnológicos (bienes, procesos o servicios), el factor de mediación entre las necesidades o los deseos del hombre y los recursos disponibles.
De este modo, se concreta en los productos tecnológicos que responden a demandas de la sociedad. Distinta de la ciencia, que busca el conocimiento pero que no crea cosas, la tecnología crea productos (bienes, procesos o servicios). El proceso tecnológico es, en última instancia, un acto de creación. En el caso de la producción de objetos, la tecnología se aproxima más al arte que a la ciencia, como vehiculizador del impulso creador humano, pero a diferencia de la obra de arte en la que, como planteo general, no existe una preintencionalidad de obtener un resultado determinado de antemano, el objeto tecnológico responde a demandas bien definidas. Es esencialmente utilitario, racional, responde a necesidades y ha sido concebido y realizado mediante una acción concreta. La creación tecnológica es la síntesis de recursos y conocimientos: una síntesis "formal", pero también una síntesis "temporal" (el tiempo está indisociablemente unido al objeto tecnológico). El tiempo no condiciona la existencia y el valor de las leyes científicas, que pueden permanecer inmutables durante largos períodos, mientras que no sucede lo mismo con la tecnología y sus productos, que dependen del tiempo y varían fundamentalmente a lo largo del mismo.
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Wilbert Tapia Meza Se puede hablar del tiempo técnico: es decir que, a la relación que hemos planteado entre las necesidades o deseos por un lado, y los recursos por otro como condicionantes del hecho tecnológico, se debe agregar el factor tiempo. La solución correcta de un problema tecnológico es la solución posible en un momento dado y no una solución ideal pero perdida en el tiempo, como tampoco un proyecto hermoso pero irrealizable. Jamás en su historia la sociedad humana estuvo tan condicionada por los desarrollos tecnológicos y nunca dependió tanto de la tecnología como en el mundo de hoy. En este contexto, los avances tecnológicos plantean expectativas muchas veces totalmente disímiles, que van desde quienes piensan en un crecimiento sin límites que permitiría a todos nadar en la abundancia a los que sin ser tan exageradamente optimistas, confían en un futuro promisorio, con un enriquecimiento de la calidad de vida resultado de los progresos científico-tecnológicos, pasando por quienes ven en esos progresos una deshumanización del hombre y un futuro incierto, producto entre otras causas de la degradación del medio ambiente y el agotamiento de los recursos no renovables, y con la espada de Damocles de una autodestrucción casi total.27 En los Contenidos Básicos Comunes para la Educación General Básica del Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, se comenta: "el desarrollo y la aplicación de la tecnología tiene aspectos positivos y aspectos negativos. Toda opción tecnológica implica un compromiso entre ambos aspectos, ya que el uso de la tecnología puede producir, además de los beneficios buscados, graves daños sociales y ecológicos. En consecuencia su enseñanza y desarrollo deben estar indisolublemente asociados a los valores plasmados en la Constitución y en la Ley Federal de Educación, y a la concepción ética de la sociedad argentina”.28 En el libro de E.F.Schumacher, Lo pequeño es hermoso, leemos: "los progresos de la ciencia y la tecnología durante los últimos siglos han sido tales que los peligros han crecido aún más rápidamente que las soluciones. Ya existe una evidencia abrumadora de que el gran sistema de equilibrio de la naturaleza se está convirtiendo persistentemente en desequilibrio particularmente en ciertas áreas y puntos críticos”.29
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Filosofía y Tecnología El tema es complejo, y debemos reconocer que realmente existen problemas muy graves debido a enfoques incorrectos, inapropiados o simplemente sin control de determinados desarrollos tecnológicos. Creemos sin embargo que la responsabilidad es de quienes en su desmedido afán de comodidad, lucro o poder, utilizan recursos tecnológicos sin analizar previamente las consecuencias ecológicas, sociales y humanas que su uso y abuso pueden acarrear. Dicho de otro modo, "los problemas sociales asociados a la tecnología provienen de la utilización que de ella se hace y no de la propia naturaleza de la tecnología”.30 Recordemos que si bien el hombre a lo largo de su historia trató por todos los medios de superar las barreras que le imponía la naturaleza (por ejemplo, construyendo puentes para salvar ríos o precipicios o barcos para extender su campo de acción), durante siglos aceptó sus leyes y aún más, se sometió a sus caprichos sin cuestionar su papel tutelar. Pero todo esto cambió a causa del espectacular desarrollo de la ciencia y de la tecnología: el hombre pasó a sentirse dueño de la naturaleza y dominarla fue uno de sus objetivos fundamentales. Sin embargo, el uso indiscriminado y sin control de su poderío tecnológico está provocando consecuencias de carácter imprevisible, que pueden llegar incluso a afectar seriamente su propia existencia. Frente a esta realidad, posiblemente sea necesario replantear la relación hombrenaturaleza sobre la base de una mayor reciprocidad. Actualmente, "el hombre no se siente parte de la naturaleza sino más bien como una fuerza externa destinada a dominarla y conquistarla”.31 Esta situación debe revertirse, y para ello es imperioso una toma de conciencia acerca de la importancia de la tecnología y su impacto en el medio ambiente, y la necesidad de que quienes estén directamente vinculados al tema lo analicen en profundidad.
1 2
RUSSELL, B. La perspectiva científica. Barcelona, Editorial Ariel, 1983, p.48. BUNGE, M. La ciencia, su método y su filosofía. Buenos Aires, Ediciones Siglo veinte, 1987, p. 19 y 27.
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Wilbert Tapia Meza
3
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7 8
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BOWLES, S.; EDWARD, R. Understanding capitalism. Harper Collins College Publishers, p. 45. WHITE, L. El acto de la invención. In: Kranzberg, M.; Daveport, W.H. (eds.).Tecnología y cultura. Barcelona, Editorial Gustavo Gili, 1979, p. 247. MORFAUX, L.-M. Diccionario de ciencias humanas. Barcelona, Ediciones Grijalbo, 1985, p. 336. KUHN, T.S. La estructura de las revoluciones científicas. México, Fondo de Cultura Económica, 1971, p. 249. BASALLA, G. La evolución de la tecnología. Barcelona, Editorial Crítica, 1991, p. 45. SPARKES, J.J. Un programa de educación recurrente: el curso de tecnología de la Open University. In: Revista Perspectivas (París, Unesco), Vol.IV, Nº 1, 1974. (Reproducido en: Aprender y Trabajar. París, Unesco, 1980, p. 308.) REY PASTOR, J.; DREWES, N. La técnica en la historia de la humanidad. Buenos Aires, Editorial Atlántida, 1957, p. 106. SABATO, J.A.; MACKENZIE, M. La producción de tecnología. México, Editorial Nueva Imagen, 1982, p. 14. QUINTANILLA, M.A. Tecnología: un enfoque filosófico. Buenos Aires, EUDEBA, 1991, p. 29-30. Annali della Fabbrica del Duomo di Milano, Milán, 1877
17
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SABATO, J.A.; MACKENZIE, M. Op. cit. p. 35.
22
PRICE, D.J. DE SOLLA. Science and technology. In: Barnes, B. Sociology of science. Londres, Penguin, 1972, p. 166-180.
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Filosofía y Tecnología
23 24 25 26 27 28
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29
SCHUMACHERS, E.F. Lo pequeño es hermoso. Buenos Aires, Ediciones Orbis S.A., 1983, p.30. 30 DICKSON, D. Tecnología alternativa. Madrid, Ed. Orbis HYSPAMERICA, 1985, p. 2. 31 SCHUMACHERS, E.F. Op. cit., p. 14.
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Wilbert Tapia Meza
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Filosofía y Tecnología
CIENCIA BÁSICA, CIENCIA APLICADA Y TÉCNICA
Mario Bunge (1997). Ciencia, Técnica y Desarrollo. Bs. As.: Sudamericana, pp. 31-45
El primer problema que enfrenta quien estudia, diseña o pone en práctica políticas científicas y técnicas es el de distinguir la investigación científica de las actividades relacionadas con ella. No es que sea imposible efectuar tal demarcación sino que a menudo se la hace incorrectamente, como cuando se dice que el automóvil, la radio y la bomba atómica son resultados científicos, simplemente porque se basan sobre conocimientos científicos. Un ejemplo de esta lamentable confusión es el que ofrecen dos expertos en la materia, Sardar y Rosser-Owen (1974, pp. 538-539) cuando escriben, sin que se les mueva un solo músculo de la cara: “¿Qué papel desempeña la política científica en el desarrollo? La función de la política científica en un país en desarrollo es suministrar un análisis sistemático de sus necesidades de desarrollo doméstico. El gobierno y otras instituciones políticas del país utilizan los criterios provistos por dicho análisis en su esfuerzo por asignar recursos adecuados, conocimiento y personal científico a esas necesidades de desarrollo. En este caso, ¿qué clase de desarrollo se necesita? Nos ocupamos de este asunto más adelante, pero en suma no es un acontecimiento cultural, implícito o no, sino una estrategia o un conjunto de estrategias que permitan al país utilizar sus recursos naturales en la forma más ventajosa para él mismo; mejorar su posición comercial en relación con los mercados más adecuados a sus requerimientos; mejorar la calidad de la vida para sus ciudadanos; mejorar el gobierno y la economía del interior; facilitar el gobierno eficaz de las áreas fronterizas; mejorar las comunicaciones físicas y políticas; mejorar la capacidad de defensa, etc. La ciencia y la técnica nativas, y el personal empleado por - 93 -
Wilbert Tapia Meza ellas, deben estar al servicio de esas necesidades, no al de algún punto de referencia exterior, y tampoco en el espíritu de la conciencia de la clase internacional o de la privación social”. Como se ve, estos autores tienen una visión estrechamente economicista del desarrollo, confunden ciencia con técnica y política científica con política económica. Para peor, ignoran que toda ciencia es parte de una cultura y parecen creer que los científicos pueden ser programados para que produzcan lo que se les ordene. El problema de la distinción entre ciencia y técnica se presenta cada vez que se discuten políticas de desarrollo científico y técnico, en particular cuando se discute la distribución de fondos entre una y otra. Por lo pronto, suele unirse ciencia y técnica en una sola rúbrica, “Investigación y desarrollo” (I&D en inglés). Así, por ejemplo, se dice que los gastos de investigación y desarrollo insumen el 0,3% del producto bruto interno en la Argentina y en Venezuela, el 0,6% en México, el 0,9% en Canadá, y el 2,3% en EE. UU. y Alemania occidental. Pero estos datos agregados no nos informan acerca de la atención que se presta a la ciencia propiamente dicha en esos países. Para adivinar qué fracción del presupuesto total de I&D se dedica a la investigación básica, es preciso aplicar la regla empírica: por cada 10 dólares del presupuesto total de I&D, u$s 1 se dedica a la investigación básica, u$s 2 a la investigación aplicada, y el resto, o sea u$s 7, se emplea en investigaciones que culminan en el diseño y producción de un prototipo. Pero es hora de que introduzcamos las diferencias que suelen ocultarse. Empecemos por un ejemplo. He aquí un físico que estudia las interacciones entre la luz y los electrones, en particular el efecto fotoeléctrico, principio de la célula fotoeléctrica (o fotovoltaica). Esta persona hace ciencia básica, sea teórica o experimental, si lo único que se propone es enriquecer el conocimiento humano de las interacciones entre la luz y la materia. En el laboratorio contiguo otro físico estudia la actividad fotoeléctrica de ciertas sustancias particularmente sensibles, con el fin de comprender mejor cómo funcionan las células fotoeléctricas, lo que a su vez podrá servir para fabricar dispositivos fotoeléctricos más eficaces. Este investigador hace ciencia aplicada (teórica o experimental) porque aplica conocimientos obtenidos en - 94 -
Filosofía y Tecnología investigaciones básicas. Desde luego, no se limita a aplicar conocimientos existentes: lejos de esto, busca nuevos conocimientos, pero más especiales, puesto que no se refieren a la interacción de la luz y la materia en general, sino entre luz de ciertos colores y materia de ciertas clases. (El lector encontrará fácilmente ejemplos en otras ramas de la ciencia, tales como el virólogo que se interesa por las propiedades comunes a todos los tipos de virus, y el que estudia con particular ahínco virus que causan determinadas enfermedades humanas.) Pasemos ahora de los laboratorios científicos a los industriales. Como bien dice Jorge Sabato (1979), si los visitamos como turistas superficiales no advertiremos gran diferencia: en ambos veremos a gentes protegidas con guardapolvos blancos que se afanan en torno a aparatos controlados por instrumentos, o que discuten entre sí frente a pizarrones llenos de fórmulas o diagramas, o que estudian artículos recientemente aparecidos en publicaciones periódicas. Sin embargo, la diferencia es radical: el laboratorio industrial no produce ciencia sino técnica: es, como dice Sabato, una fábrica de técnicas. Por ejemplo, en él acaso encontremos también a un investigador que estudia células fotoeléctricas, pero ya no tan sólo para saber cómo funcionan, sino también para diseñar una batería de células fotovoltaicas, montada sobre un satélite artificial que se mantenga encima de una ciudad, para proveerla de energía eléctrica. Esta persona no es un científico sino un ingeniero (de alto nivel, por supuesto) y, como tal, su mirada está puesta sobre artefactos útiles. Para él la ciencia no es un fin sino un medio. (Cámbiese el ejemplo: en lugar del ingeniero póngase al farmacólogo empeñado en encontrar o sintetizar una droga capaz de destruir los virus que provocan la gripe. También en este caso la finalidad no es enriquecer el conocimiento por el conocimiento mismo, sino poner a punto un procedimiento, una técnica, para manufacturar artefactos.) Finalmente, pasemos del laboratorio de I&D a una fábrica que manufactura en escala comercial las baterías de células fotovoltaicas diseñadas por nuestro ingeniero (o las drogas analizadas o sintetizadas por nuestro farmacólogo). La finalidad de esta actividad es diferente de la que animaba a las actividades del científico y del ingeniero: ahora se trata de obtener ganancias, sea para los accionistas de la empresa, sea para la sociedad. Ni siquiera el artefacto, meta para el ingeniero (o el farmacólogo), es - 95 -
Wilbert Tapia Meza ahora una meta; si su comercialización no es provechosa, los dirigentes de la empresa ordenarán a sus técnicos que diseñen artefactos de otro tipo. Esto es claro y, sin embargo, muchos expertos siguen confundiendo productos industriales, o servicios, con productos científicos. Distinguir tipos de actividad no implica separarlas. Todos sabemos que lo que comienza como investigación desinteresada puede terminar como mercancía (p. ej., un televisor) o como servicio (p. ej., un tratamiento médico). En la época moderna, a diferencia de todas las épocas anteriores, hay un flujo incesante de la investigación básica a la aplicada, de ésta a la técnica, y de ésta a la economía (producción, comercialización y servicios). Si el flujo es intenso, también lo es el reflujo. Así, por ejemplo, la industria provee, tanto a la técnica como a la ciencia, medios indispensables tales como aparatos, instrumentos de medición, drogas, e incluso animales de experimentación. En suma, los cuatro sectores indicados —ciencia básica, ciencia aplicada, técnica y economía— son diferentes pero interactúan vigorosamente. (Si no fueran diferentes, no podrían interactuar.) Por ello es tan equivocado negar las diferencias como exagerarlas. Puesto que los cuatro sectores son distintos, no hay que confundirlos; y puesto que se necesitan el uno al otro, no hay que separarlos. (Analogía: distinguir al marido de la esposa no equivale a divorciarlos; y elogiar la solidez de su unión no equivale a confundirlos.) Hay más: los cuatro sectores de marras están en estrecha liga con otros dos, que los expertos en política científica y técnica no suelen mencionar: la filosofía y la ideología. En efecto, no hay investigación científica sin supuestos filosóficos acerca de la naturaleza y de la sociedad, así como la manera de conocerlas y transformarlas. Ni hay técnica sin ideología, ya que ésta fija valores y, con éstos, fines. En resumen, al tratar de ciencia y técnica es preciso recordar que forman parte de una red compleja y dinámica: véase la Figura 2.1
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Filosofía y Tecnología Figura 2.1 Esquema del sistema de producción y circulación de conocimientos, artefactos y servicios en una sociedad moderna.
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Wilbert Tapia Meza La distinción entre ciencia básica, ciencia aplicada y técnica es un problema típico de la filosofía de la ciencia y de la técnica. (Cf. Bunge, 1980.) Empecemos por el primer par. Se dice a menudo que no hay ciencia aplicada sino aplicaciones de la ciencia. Confieso que la diferencia se me escapa, ya que la ciencia aplicada puede definirse como el conjunto de las aplicaciones de la ciencia básica (o pura). Un par de ejemplos nos ayudará a comprender la diferencia. Quienes estudian la flora de un país hacen botánica, y quienes investigan recursos vegetales hacen botánica aplicada: buscan y estudian plantas, árboles u hongos de posible utilidad en la alimentación, la medicina o la industria. Los botánicos aplicados no se ocupan del proceso de transformación de los vegetales en alimentos, drogas o materiales de construcción: éste es materia técnica, no científica. Los botánicos aplicados son científicos que, en lugar de ocuparse de problemas básicos y generales, tales como la genética, la evolución o la fisiología, utilizan conocimientos básicos para individualizar, clasificar, describir y analizar especies vegetales de posible utilidad práctica. Está claro que, en el curso de su investigación, el botánico aplicado podrá hacer descubrimientos de interés para la ciencia básica; por ejemplo, podrá descubrir especies o variedades caracterizadas por un número anómalo de cromosomas o por mecanismos de autorregulación no empleados por otras. En todo caso, el científico aplicado utiliza el mismo método que el científico básico. La diferencia estriba en que uno y otro aplican el método científico a problemas de tipo diferente. El científico aplicado utiliza (habitualmente sin cuestionar) resultados de la investigación básica, y busca nuevos conocimientos en vista de posibles aplicaciones prácticas, aun cuando él mismo no emprenda ninguna investigación técnica (p. ej., el problema de diseñar una planta piloto para extraer y elaborar drogas medicinales). Nuestro segundo ejemplo será el estudio de contaminantes que afectan los recursos hidrobiológicos de una región. Estos contaminantes podrán ser domésticos o industriales y, en ocasiones, provocar cambios radicales en la flora y fauna de la región, los que a su vez podrán tener consecuencias económicas desastrosas. (Ejemplo: la disminución drástica de los bancos de anchoa a lo largo de la costa peruana, provocada en parte por la matanza en masa de - 98 -
Filosofía y Tecnología plancton causada por efluentes industriales.) El estudio de los efectos de semejante contaminación exige la colaboración de diversos especialistas: oceanógrafos, químicos, biólogos marinos, etc. Los resultados de semejante estudio consistirán en un conjunto de datos técnica y socialmente neutros. Cabe al técnico decidir si vale la pena ensayar disminuir la contaminación y, en caso afirmativo, proponer medios para ello. Y cabe al funcionario o al legislador estudiar y poner en práctica las recomendaciones del técnico. (El buen gobernante actúa en este caso como técnico social.) En resumen, tanto la investigación básica como la aplicada utilizan el método científico para obtener nuevos conocimientos (datos, hipótesis, teorías, técnicas de cálculo o de medición, etc.). Pero mientras el investigador básico trabaja en los problemas que le interesan (por motivos puramente cognoscitivos), el investigador aplicado estudia solamente problemas de posible interés social. De aquí que, mientras la investigación aplicada se puede planear a largo plazo, la básica no se puede: el investigador básico debe proponerse él mismo sus planes de investigación y debe quedar en libertad de cambiarlos cuando lo crea necesario. (Es frecuente el caso de cambio de rumbo no sólo porque se ha descubierto alguna nueva técnica sino también porque la investigación ha planteado un nuevo problema, más interesante o más tratable que el problema inicial.) Y mientras al investigador aplicado se le puede encargar que haga esto o aquello con el fin de resolver tal o cual problema, el investigador básico —a menos que sea un aprendiz— debe elegir él mismo sus problemas y sus métodos. Por estos motivos, la planificación centralizada de la investigación básica, que preconizan algunos funcionarios y políticos, es una manera eficacísima de matarla. En cuanto a la diferencia entre ciencia (básica o aplicada) y técnica, se resume en esto: mientras la primera se propone descubrir leyes a fin de comprender la realidad íntegra, la segunda se propone controlar ciertos sectores escogidos de la realidad con ayuda de conocimientos de todo tipo, en particular científicos. Tanto una como otra parten de problemas, pero los problemas científicos son puramente cognoscitivos, en tanto que los técnicos son prácticos. Ambas buscan datos, formulan hipótesis y teorías, y procuran poner a prueba estas ideas por medio de observaciones, mediciones, - 99 -
Wilbert Tapia Meza experimentos o ensayos. Pero muchos de los datos, hipótesis y teorías empleados en la técnica son tomados de la ciencia y, en todo caso, se refieren a sistemas controlables, tales como carreteras o máquinas, praderas o bosques, minas o ríos, consumidores o enfermos, empleados o soldados, así como a sistemas compuestos por hombres y artefactos, tales como fábricas o mercados, hospitales o ejércitos, redes de comunicación o universidades, etc. Al técnico no le interesa todo el universo sino tan sólo lo que pueda ser recurso natural o artefacto. Deja el estudio de las estrellas y se ocupa en cambio de lo que se explota o podría explotarse en la corteza terrestre. Ocasionalmente especulará sobre la posibilidad de explotar los recursos minerales de la Luna y de algunos asteroides, pero sus especulaciones quedarán limitadas al sistema solar, al menos por ahora. La investigación científica se contenta con conocer; la técnica emplea partes del conocimiento científico, y agrega conocimiento nuevo, para diseñar artefactos y planear cursos de acción que tengan algún valor práctico para algún grupo social. Tanto la ciencia como la técnica se hacen en laboratorios y gabinetes, pero la técnica no es tal a menos que salga al campo, a la fábrica o a la calle. Esto es, el proyecto técnico es un plan de acción agropecuaria, fabril o social que moviliza a trabajadores de distintos tipos y les encomienda la producción, transformación o comercialización de cosas, sean artefactos inanimados (máquinas), vivos (plantas, animales, hongos o bacterias) o sociales. Mientras la ciencia puede tener algún resultado utilizable incluso sin proponérselo, la técnica puede producir conocimiento científico aun sin querer. Cuando se considera un ciclo científico o técnico íntegro no hay posibilidad de confundirlas, ya que en un caso el producto final es conocimiento, a la par que en el otro el producto final es un artefacto o un plan de acción que promete resultados de valor práctico para alguien. Terminaremos este capítulo exhibiendo unos pocos ejemplos de la cuaterna ciencia básica-ciencia aplicada-técnica-economía: véase el Cuadro 2.1 en la página siguiente.
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Filosofía y Tecnología CIENCIA BÁSICA Matemática Astronomía
Física nuclear
CIENCIAS APLICADAS
TÉCNICAS
Todas Óptica de telescopios, radiotelescopios y telescopios de rayos x; bolometría Estudios de fisión y fusión; radioquímica de combustibles y productos nucleares
Todas Diseño de procedimientos para fabricar telescopios y bolómetros; arquitectura de observatorios Diseño de reactores nucleares; metalurgia de combustibles nucleares; métodos de eliminación de desechos radiactivos Diseño de radios, televisores y computadoras
Física atómica
Física de semiconductores
Química
Química de contaminantes del agua Botánica y zoología de especies de posible utilidad
Biología
Sociología
Sociología del desarrollo
zootecnia, medicina
Fabricación y mantenimiento de radios, televisores y computadoras Construcción y mantenimiento de plantas de purificación de agua Industrias agropecuarias; servicios de salud
desarrollo o político
Implementación de planes de desarrollo
Ingeniería química del agua Filotecnia y medicina y veterinaria Planeación de económico, cultural
PRODUCCIÓN, COMERCIALIZACIÓN O SERVICIOS Consultorías Industria óptica, industria fotográfica; mantenimiento y reparación de instrumental astronómico Industria nuclear: fabricación de reactores y armas nucleares; ingeniería de plantas nucelares
Cuadro 2.1: algunos de los compañeros aplicados, técnicos y económicos de algunas ciencias básicas
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Wilbert Tapia Meza
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Filosofía y Tecnología
CARACTERIZACIÓN DE LA TÉCNICA
Miguel Ángel Quintanilla, Tecnología: un enfoque filosófico Madrid, FUNDESCO, 1989, pp. 33-47
Hemos visto en el capítulo anterior algunos rasgos relevantes de la tecnología actual. Sabemos que la tecnología moderna, a partir de la revolución industrial, configura de forma decisiva todo el ámbito de la experiencia humana: altera la realidad, nuestra forma de representarla y explicarla y nuestros criterios para valorarla. Así, tenemos una buena cantera de problemas filosóficos ante nosotros. Lo primero que debemos hacer, sin embargo, es desbrozar el camino, aclarando algunas cuestiones casi terminológicas. En primer lugar, el propio concepto de técnica. 1.
LA NOCIÓN GENERAL DE TÉCNICA Los términos "técnica" y "tecnología" son ambiguos. En castellano, dentro de su ambigüedad, se suelen utilizar como sinónimos. En la literatura especializada se tiende a reservar el término "técnica" para las técnicas artesanales precientíficas, y el de tecnología para las técnicas industriales vinculadas al conocimiento científico. Por otra parte, los filósofos, historiadores y sociólogos de la técnica se refieren con uno u otro término tanto a los artefactos que son producto de una técnica o tecnología como a los procesos o sistemas de acciones que dan lugar a esos productos, y sobre todo a los conocimientos sistematizados (en el caso de las tecnologías) o no sistematizados (en el caso de muchas técnicas artesanales) en que se basan las realizaciones técnicas. Por último, el concepto de técnica se usa también en un sentido muy amplio, de forma que incluye tanto actividades productivas, artesanales o industriales, como actividades artísticas o incluso estrictamente intelectuales (como la técnica para hallar la raíz - 103 -
Wilbert Tapia Meza cuadrada). En este libro utilizamos el término "técnica" en sentido genérico y distinguiremos dos grandes clases de técnicas: las técnicas artesanales o preindustriales y las técnicas industriales de base científica. Para estas últimas reservamos el término tecnología. Nuestro propósito ahora será caracterizar informalmente el concepto genérico de técnica, desde la perspectiva de considerar prioritarios para la definición de una técnica los procesos y acciones involucrados en ella. A partir de este concepto genérico podremos dar cuenta de otros sentidos en que se usa la misma noción. Conviene antes de nada establecer una distinción entre lo que es una técnica propiamente dicha y lo que son realizaciones o aplicaciones concretas de una técnica y formulaciones de una técnica. Las técnicas son entidades culturales de carácter abstracto1, que pueden tener distintas realizaciones o aplicaciones y se pueden formular o representar de diferentes formas. Supongamos, por ejemplo, la técnica de tornear madera utilizando un torno mecánico. El manual de operaciones del torno sería una formulación más o menos estándar de esa técnica (que incluirá la descripción de la máquina, el tipo de materiales que se pueden tornear con ella, las operaciones que hay que realizar para utilizarla y, seguramente, información adicional sobre el "arte” de tornear con esa máquina). El uso o aplicación de la máquina para tornear un determinado trozo de madera sería una aplicación o realización concreta de esa técnica. La técnica en cuanto tal sería una entidad abstracta que podríamos definir como el conjunto de todas las realizaciones técnicas concretas posibles con esa máquina. Generalizando, la técnica del torneado de madera sería el conjunto de todas las técnicas con máquinas 1
En mi trabajo Quintanilla (1988), donde avancé las ideas básicas que estoy desarrollando aquí, no quedaba suficientemente clara la distinción entre técnicas, como entidades abstractas, y sistemas técnicos concretos, como realizaciones o aplicaciones de una técnica. Debo agradecer a Jesús Mosterín el haberme hecho notar la importancia de la distinción en cuantas ocasiones (y han sido varias) hemos tenido de discutir estos temas. Espero que la exposición presente haga finalmente justicia a sus objeciones.
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Filosofía y Tecnología de tornear madera, etc. En principio, para caracterizar una técnica podríamos explicar o relatar su "manual de operaciones", o bien mostrar una concreta realización técnica y explicar la clase de realizaciones que consideraremos equivalentes a ésa. Paralelamente, para caracterizar el concepto general de técnica podemos o bien caracterizar el tipo de contenido que se supone común a todos los manuales de operaciones o formulaciones de una técnica, o bien determinar el tipo de acciones o procesos que caracterizan a cualquier realización de esa técnica. Aquí seguiremos este segundo enfoque, que intentaremos justificar en el siguiente apartado. Por consiguiente, empezamos caracterizando informalmente la noción de realización técnica. En el próximo capítulo desarrollaremos el aparato formal que nos permitirá precisar estas primeras nociones intuitivas. Una realización técnica es un sistema de acciones humanas intencionalmente orientado a la transformación de objetos concretos para conseguir de forma eficiente un resultado valioso. Una técnica es una clase de realizaciones técnicas equivalentes respecto al tipo de acciones, a su sistematización, a las propiedades de los objetos sobre los que se ejercen y a los resultados que se obtienen. En todo caso el concepto de técnica se refiere a acciones2. Pero conviene hacer algunas aclaraciones. En primer lugar, no cualquier tipo de acción humana intencional será considerada como una acción técnica. Concretamente, el hecho de realizar una acción valiéndose, de instrumentos o herramientas no es suficiente para considerarla una acción técnica (aunque el empleo de herramientas propiamente dichas, es decir, de instrumentos creados para realizar acciones específicas con mayor eficacia, sí supone una técnica: la de la producción de esas herramientas). Cuando Pascual Duarte mata de un tiro a su perro está realizando una 2
En Quintanilla (1980) utilicé por primera vez la noción de sistema de acciones para definir la técnica, aunque la definición que entonces propuse me parece incorrecta.
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Wilbert Tapia Meza acción intencional valiéndose de instrumentos, pero no una acción técnica. En cambio, cuando el matarife sacrifica un animal, siguiendo unas pautas establecidas y orientadas a la consecución de su objetivo de acuerdo con ciertos criterios de utilidad (mejorar la calidad de la carne, evitar el sufrimiento del animal, garantizar condiciones higiénicas, etc.), sí está aplicando una técnica, por elemental que pueda ser. Así pues, las técnicas son sistemas de acciones, no acciones aisladas o esporádicas. Esta es una primera restricción que establecemos para el uso del concepto genérico de técnica. Por otra parte, sólo utilizaremos el concepto de técnica para referirnos a sistemas de acciones intencionalmente orientados. Esto excluye del ámbito de las técnicas las acciones llevadas a cabo, de forma sistemática pero instintiva, por algunas especies animales, como es el caso de la construcción de nidos, madrigueras o colmenas. No excluye, sin embargo, la posibilidad de que una técnica involucre acciones no deliberadas de individuos humanos. Un remero, un ciclista o un obrero en una cadena de montaje pueden ejecutar una técnica de forma mecánica, una vez aprendida; pero el conjunto de acciones que realizan ha sido intencionalmente sistematizado, a través de un proceso de aprendizaje o por una planificación consciente, para conseguir el máximo rendimiento, el mínimo esfuerzo o la mayor regularidad. Lo que es esencial es que el conjunto de las acciones que constituyen una técnica esté intencionalmente sistematizado para conseguir los objetivos o resultados de esa técnica. En la medida en que la actividad intencional no es patrimonio exclusivo de la especie humana, nuestra noción de técnica no excluye posibles técnicas animales, en el sentido de técnicas aprendidas o inventadas por animales no humanos, de las que hay ejemplos en la literatura etológica. No profundizaremos, sin embargo, en este tema. Seguramente, como en el caso de otros aspectos de la cultura, la diferencia entre técnicas animales y técnicas humanas tiene más que ver con el grado de complejidad de las mismas, y sobre todo con las posibilidades de transmisión, innovación y "progreso”, que con la naturaleza misma del tipo de operaciones que unos y otros pueden realizar.
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Filosofía y Tecnología Introducimos también en nuestra caracterización de la técnica la referencia a la transformación de objetos concretos. De esta forma nos apartamos de un uso aún más genérico del término "técnica" que le hace equivalente a "método”, al incluir no sólo operaciones reales sobre cosas reales, sino también operaciones conceptuales. Podemos caracterizar un método como un procedimiento —una sucesión de operaciones— para resolver un problema. Si el problema es de tipo práctico, las operaciones necesarias serán en su mayoría acciones concretas sobre cosas concretas, y el método constituirá una técnica en sentido estricto. Si el problema es puramente conceptual, las operaciones pueden ser también estrictamente conceptuales o abstractas. El método para resolver ecuaciones de segundo grado es de este último tipo. Sin embargo, casi todos los métodos conceptuales involucran acciones concretas y, más aún, para muchos problemas conceptuales existen métodos de resolución que consisten estrictamente en realizar operaciones concretas sobre objetos concretos: desde los métodos de resolución de problemas geométricos con regla y compás hasta los de construcción de modelos a escala para resolver sistemas complejos de ecuaciones en ingeniería civil o aeronáutica (es decir, en la parte de la actividad técnica de los ingenieros que es puramente conceptual, la construcción y evaluación de modelos teóricos, aunque su objetivo sea práctico). Más aún, la tecnología de la información tiene un componente estrictamente conceptual (lo que llamamos el software o soporte lógico de un sistema informático), y además permite construir modelos procesables por computador para tratar en principio cualquier problema conceptual que pueda ser definido con precisión. Sin embargo, sigue siendo útil mantener la separación entre métodos conceptuales y técnicas concretas: la filosofía de la técnica no se solapa con la metodología de la ciencia. Un procedimiento para resolver problemas conceptuales constituirá una técnica, en el sentido en que aquí usaremos este término, si se lo considera desde el punto de vista de las acciones u operaciones que hay que realizar sobre objetos concretos para resolverlo; constituirá un método, pero no una técnica, si se lo considera desde el punto de vista de las operaciones conceptuales que involucra. La virtualidad de esta distinción se puede apreciar con un ejemplo elemental: en un - 107 -
Wilbert Tapia Meza método abstracto para resolver sistemas de ecuaciones la función del papel y el lápiz no es esencial; lo esencial es la sucesión de operaciones algebraicas abstractas (transformaciones de fórmulas) que hay que realizar, independientemente de que las operaciones se realicen con papel y lápiz o con tiza y pizarra, con números, con letras o con figuras. Sin embargo, una técnica para la resolución del mismo sistema de ecuaciones por computador exige adaptar el método abstracto a operaciones concretas que deberá realizar la máquina. Desde luego, la representación del algoritmo o programa informático que resolverá el problema puede hacerse también en abstracto, pero la formulación definitiva del mismo de forma apta para que sea procesado por el ordenador se reduce a una serie de operaciones concretas sobre el soporte material de la memoria del ordenador. Y este último proceso (el de programar la máquina) constituye estrictamente una técnica. Lo mismo vale para "técnicas" y métodos en el ámbito de la literatura, la música y en general las artes "inmateriales". La idea de ordenación del sistema de acciones a la consecución de un resultado valioso es algo más problemática que las anteriores. Las nociones de resultado de una acción y de valor de un resultado son ambiguas. No es lo mismo el resultado que obtiene el pintor al pintar un cuadro que el que obtiene un ingeniero al construir un engranaje. Para distinguir las técnicas productivas de las artes se suele decir que en el arte no existe una intencionalidad previa de conseguir un resultado predefinido utilizando para ello los medios que se consideran más adecuados, sino que el resultado de la obra se va definiendo a medida que ésta se realiza3; por el contrario, en los oficios o técnicas productivas el resultado perseguido condiciona todo el proceso. Esto es sólo verdad a medias. En realidad, no es un despropósito que un concepto genérico de técnica como el que estamos utilizando pueda aplicarse tanto a técnicas artísticas como productivas. La diferencia entre unas 3
Rogers (1983) Las relaciones entre arte y técnica son objeto frecuente de reflexión filosófica y de estudio histórico: Munfor (1934, 1952) y Frankstel (1956) son referencias obligadas. La última obra publicada por Ellul, (1980) está dedicada al análisis de la significación del arte en una sociedad sometida al imperio de la tecnología (Ellul, 1954, 1977) .
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Filosofía y Tecnología y otras depende del criterio de valoración de los resultados que rija en cada caso. En principio cabe suponer que las realizaciones técnicas las juzgamos prioritariamente con criterios pragmáticos, de utilidad para resolver problemas prácticos, para modificar el medio que nos rodea de forma que se adapte a nuestras necesidades o para controlar de acuerdo con nuestros deseos el comportamiento de la realidad. Frente a esto las obras de arte las valoramos con criterios no necesariamente pragmáticos. Sin embargo, conviene no olvidar que, de hecho, en la mayoría de obras técnicas, es difícil diferenciar los componentes estéticos de los funcionales o utilitarios; desde el hacha de sílex hasta la más avanzada obra de ingeniería civil, cualquier obra técnica se puede juzgar con criterios estéticos, prácticos o económicos. Hay, sin embargo, una última nota en nuestra caracterización de la técnica que es más relevante a este respecto: el criterio de eficiencia. No es fácil definir la eficiencia de una acción. Por el momento podemos contentarnos con la noción intuitiva, según la cual una técnica es más eficiente que otra si consigue el mismo resultado con menor coste (bien sea económico, energético, de tiempo, etc.), o si con el mismo coste consigue un resultado más valioso, siempre que los valores de los resultados de ambas sean comparables. La dificultad, sin embargo, reside en la valoración objetiva de los resultados y los costes4. Este es un asunto en el que tendremos que profundizar más adelante… Por el momento, baste con señalar que la presencia de una valoración de costes y beneficios (aunque no tenga por qué ser en sentido económico) en la caracterización de la técnica implica que la ordenación del sistema de acciones técnicas a la consecución del resultado previsto se rige por principios de adecuación de medios a fines, es decir, por principios de racionalidad práctica o instrumental 5. La obra de arte se 4
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Bunqe (1983, vol 2, págs. 140 ss.) analiza el concepto de eficiencia tecnológica en relación con el de verdad científica demostrando su irreductibilidad. Tobar-Arbulu (1988) define la eficiencia tecnológica reduciéndola a la eficiencia termodinámica. Muchos filósofos distinguen tajantemente entre racionalidad práctica (referida a los fines de la acción humana) e instrumental (referida a los
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Wilbert Tapia Meza valorará fundamentalmente por su capacidad expresiva y en esa medida la ineficiencia de su realización, como la inutilidad de su resultado, puede no sólo no ser un disvalor, sino ser incluso una parte importante de su valor estético. Seguramente ésta es la razón que justifica las preferencias estéticas por las obras de artesanía frente a los productos industriales. Conviene señalar, sin embargo, que este criterio de expresividad frente a eficiencia y funcionalidad no es el único posible para la valoración estética. El auge del diseño industrial, o la incorporación de criterios estéticos a la arquitectura funcional, nos indican que hay otros criterios de valoración en que se conjugan la eficiencia y la funcionalidad con el agrado o el gusto estético. Hasta aquí nuestra caracterización inicial del concepto genérico de técnica. A partir de él se puede dar cuenta de otros usos del mismo término en un sentido derivado. Ya hemos indicado que es usual referirse con él no sólo a un sistema de acciones, sino también al resultado de esas acciones, a veces a los materiales sobre los que se ejercen esas acciones (la técnica del hierro, la tecnología del silicio, del carbón, etc.), e incluso al sistema de reglas operacionales o de conocimientos teóricos y prácticos que son necesarios para llevar a cabo las acciones. Así, la historia de la técnica se concibe generalmente como la historia de los artefactos técnicos (lo único que conocemos, muchas veces, de las técnicas del pasado) o de los conocimientos técnicos (que inferimos a partir de los artefactos que conocemos o por testimonio directo de escritos en los que se exponen esos conocimientos); rara vez se entiende la historia de la técnica en el sentido primario que aquí damos al término. Pero en general la existencia de estos usos derivados del término no debe plantearnos ningún problema grave. La identificación de una técnica con un tipo de artefactos que son sus resultados es una metonimia perfectamente natural, puesto que los resultados de una acción constituyen un buen medio para designar esa acción. Pero nos parece importante insistir medios) y existen fuertes discusiones acerca de la naturaleza de la racionalidad tecnológica. Véase Mosterín (1978 y 1986), Quintanilla (1981). Muguerza (1986). Liz (1988) y Valdivia y Villanueva (comps) (1988)
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Filosofía y Tecnología en la referencia primaria de nuestro concepto genérico de técnica, para abarcar con claridad todo el ámbito de problemas de la filosofía da la técnica. Concretamente la filosofía de la técnica no es sólo una teoría de lo artificial o de los artefactos entendidos como entidades, sino de la realización de artefactos. Y en especial, la filosofía de la técnica no es sólo una teoría del conocimiento técnico, sino de la acción guiada por ese conocimiento6. 2.
TÉCNICA Y CONOCIMIENTO La práctica de una técnica exige disponer de determinado tipo de conocimientos: hay que conocer los materiales a que se aplica y las condiciones que deben reunir, los objetivos que se persiguen con su aplicación y lo que hemos llamado el "manual de operaciones", es decir, el conjunto de reglas o normas de actuación que deben seguirse para obtener los resultados previstos y las instrucciones que indican en qué orden hay que aplicar esas reglas. En realidad, se trata de componentes cognoscitivos necesarios para cualquier acción intencional compleja. Sin embargo, la presencia de un factor cognoscitivo en toda técnica ha llevado a veces a caracterizar las técnicas como formas específicas de conocimiento práctico. A partir de aquí, caben todavía dos alternativas filosóficas: la de quienes consideran que el conocimiento práctico tiene un núcleo irreductible, no formalizable, y la de quienes consideran que sí es posible formalizar tal tipo de conocimiento. Desde nuestro punto de vista, que considera las técnicas como sistemas de acciones, éstas involucran conocimientos y concretamente un tipo específico de conocimientos operacionales o prácticos. Tales conocimientos son en principio formalizables, es decir, susceptibles de ser formulados de forma precisa en un lenguaje, y en ese sentido no hay ninguna forma de conocimiento técnico de carácter inescrutable. Lo que ocurre, sin embargo, es que, además de conocimientos, las acciones técnicas incluyen otros componentes no cognoscitivos, en concreto las habilidades o capacitaciones de los agentes que ponen en práctica una
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Bunge (1985)
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Wilbert Tapia Meza técnica y las instrucciones o mandatos que figuran en el manual de operaciones. En inglés se utilizan las expresiones know that y know how para expresar dos tipos de saber o de conocimiento7, que podríamos traducir por conocimiento representacional y conocimiento operacional, saber que ocurre tal cosa o que tal objeto tiene tales propiedades, y saber cómo se hace tal o cual cosa. El conocimiento que se necesita para aplicar una técnica es de los dos tipos. Necesitamos conocimiento representacional acerca de las propiedades de los objetos que pretendemos transformar o de los instrumentos o máquinas que vamos a utilizar, así como de los resultados que queremos obtener, y conocimiento operacional acerca de cómo actuar para, a partir de una situación dada, obtener el resultado deseado de la forma más eficiente posible. El conocimiento representacional de que disponemos es generalmente de dos tipos: representaciones de hechos individuales y representaciones de propiedades generales, regularidades o leyes. La representación de hechos concretos solemos expresarla o formularla mediante enunciados singulares del tipo "tal y cual cosa tienen en tal momento tal y cual propiedad". La representación de regularidades o leyes la solemos formular mediante enunciados universales implicativos del tipo "para todo objeto x, si x tiene tal propiedad entonces x tiene también tal otra” o "si un objeto x tiene tal propiedad, entonces habrá otro objeto y que tendrá tal o cual propiedad", etc. Estos enunciados implicativos (o nomológicos) son muy importantes para entender la estructura del conocimiento operacional8. En efecto, lo que llamamos conocimiento operacional en realidad incluye varias cosas diferentes. Por una parte, el conjunto de las acciones que se pueden realizar en las diversas situaciones o estados de cosas para los que es relevante una tecnología. Por otra, el conjunto de instrucciones ordenadas que hay que seguir para obtener un resultado determinado a partir de una situación dada. Podemos denominar reglas a los 7
Ryle (1949) dio carta de naturaleza epistemológica a esta distinción.
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Constituyen la base científica de las reglas operacionales (Bunge, 1982)
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Filosofía y Tecnología enunciados que describen los tipos de acciones que se pueden llevar a cabo en cada situación, e instrucciones a los que indican qué reglas hay que aplicar (y en qué orden) para pasar de una situación a otra. Las reglas en realidad se pueden formular como conocimiento representacional de las propiedades de los objetos y de las acciones que se pueden realizar sobre esos objetos. Las instrucciones, en cambio, tienen forma de mandatos. Una regla tiene la forma “si en las circunstancias C se realiza la acción A, el resultado es R", mientras que un mandato tiene la forma "en las circunstancias C, si se desea el resultado R, hay que realizar la acción A”. Las reglas tienen, pues, la misma forma que los enunciados representacionales nomológicos, con la diferencia de que se refieren, entre otros hechos o propiedades de los objetos, a un determinado tipo de hechos que son las acciones, mientras que las instrucciones incluyen la misma información que las reglas más algo que podemos llamar un operador pragmático (la expresión "hay que"), que no puede interpretarse como una representación de objetos, propiedades o hechos9. De forma que en realidad el know how se reduce a know that referido a determinado tipo de hechos, que son las acciones, más instrucciones o mandatos. Pero los mandatos no son una forma de conocimiento: podemos conocer un mandato, instrucción u orden; pero mandar, dar instrucciones o proferir órdenes no es una forma de conocimiento, es más bien un tipo de acción. Así pues, cuando hablamos de que alguien dispone de determinados conocimientos operacionales o que "sabe cómo" hacer algo o conseguir un objetivo, lo que queremos decir es que tiene un conocimiento representacional de un trozo de la realidad y de las acciones que se pueden llevar a cabo sobre ella y que conoce además una serie de instrucciones o 9
La distinción entre leyes, reglas e instrucciones se corresponde con la que hace Bunge entre enunciados nomológicos. enunciados nomopragmáticos y reglas (Bunge. 1982, págs. 694-697). Preferimos la terminología aquí utilizada: 1) porque responde mejor al uso del término “regla" en lógica, en lingüística, en inteligencia artificial y en general en contextos tecnológicos; 2) porque resalta la presencia de un componente imperativo (no representacional) en las instrucciones (en las reglas, según la terminología de Bunge)
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Wilbert Tapia Meza mandatos cuyo cumplimiento garantiza la consecución del objetivo. ¿Es esto todo lo que se quiere decir cuando se afirma que existe una forma irreductible de "conocimiento práctico"? En realidad el uso normal de la expresión "saber cómo" se hace una cosa se confunde con la noción de "saber hacer" esa cosa. Y cuando en contextos tecnológicos nos referimos al saber práctico o al conocimiento práctico, solemos confundir ambos conceptos. Por ejemplo, decimos que las técnicas preindustriales se basaban fundamentalmente en la experiencia práctica de los artesanos, en su "saber hacer", mientras que las técnicas industriales se basan cada vez más en el conocimiento científico. Sin embargo, el "saber hacer" y el "saber cómo hacer" son cosas completamente diferentes. Es conocida la anécdota de Piaget, quien pidió a sus colegas del Centro Internacional de Epistemología Genética que le explicaran cómo se anda a cuatro patas. Todos sabían naturalmente andar a gatas, pero ninguno sabía cómo se hacía10. La situación inversa es igualmente normal: uno puede saber perfectamente cómo se hace una cosa sin ser capaz de hacerla. El maestro de canto sabe cómo debe cantar una soprano pero él no tiene una voz adecuada para cantar. Un físico (o mejor un ordenador adecuadamente programado) puede describir todas las jugadas posibles para conseguir carambola en un billar, pero puede ser incapaz de mover el taco de la forma adecuada a cada caso. En realidad, lo que llamamos “saber hacer" no es saber, es poder, no es conocimiento, es capacidad para actuar, mientras que lo que llamamos "saber cómo" hacer algo sí es conocimiento, pero no garantiza la capacidad para hacer. Seguramente la confusión de ambos conceptos tiene que ver con algo que tienen en común: las dos cosas se aprenden. La 10
En Piaget (1974, cap. I) se describen los resultados de la observación sistemática de este fenómeno en los niños, como parte de una investigación acerca del proceso psicológico de darse cuenta (la prise de conscience) de las razones del éxito de acciones que se realizan inconscientemente. El problema vuelve a tratarse en la actualidad desde el punto de vista de las investigaciones en inteligencia artificial Chapman y Agre (1988)
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Filosofía y Tecnología diferencia está en que aprendemos cómo se hace una cosa mediante la instrucción (la transmisión de información operacional), mientras que aprendemos a hacer esa cosa mediante el entrenamiento. El entrenamiento no se reduce a la transmisión y procesamiento de información, incluye además procesos físicos de adaptación (muscular, neuronal, sensitiva, etc.). Podemos instruir a un jugador de billar enseñándole las leyes de la mecánica, las propiedades de elasticidad y fricción de las bolas, el tablero y las bandas de la mesa, las reglas operacionales basadas en esa información y las instrucciones que le permitirán maximizar el número de carambolas consecutivas, etc. Pero para jugar al billar de forma eficiente necesitará además entrenamiento, es decir, ejercitarse en esas operaciones hasta conseguir que la posición de su cuerpo se adapte adecuadamente a las exigencias de posición y dirección del taco en cada caso, que el movimiento de su brazo se adapte a las exigencias de transmisión de energía cinética a las bolas, que su vista se acostumbre a percibir rápidamente la disposición de las bolas y su inteligencia a concebir la secuencia de jugadas más eficiente, etc. La distinción entre este componente de habilidad práctica y el componente cognoscitivo del know how es fundamental para entender problemas importantes del cambio tecnológico y, en concreto, el problema de la transferencia de tecnologías entre países con tradiciones culturales diferentes: no es un simple asunto de transmisión de información o de conocimientos. Para que un país del Tercer Mundo pueda acceder a una tecnología de un país desarrollado se necesitan al menos tres condiciones: que pueda disponer de los materiales y equipos necesarios, que reciba la información operacional precisa y que disponga de personal capacitado (entrenado) para ponerla en práctica. Nos ocuparemos de este tema más adelante... Señalemos por el momento el hecho comprobado de que en la mayoría de los casos el cuello de botella definitivo para el desarrollo tecnológico de un país es el de la capacitación del personal autóctono. Terminemos este apartado señalando algunas consecuencias para nuestro enfoque de la filosofía de la técnica: las técnicas son sistemas de acciones. Para aplicar una técnica se requiere - 115 -
Wilbert Tapia Meza disponer de un conjunto de conocimientos representacionales y operacionales más un conjunto de capacidades o habilidades para actuar. Podemos representar una técnica como un sistema de conocimientos e instrucciones. Pero disponer de tal información no implica automáticamente disponer de la técnica; para ello se necesita además la capacidad de ejecutar las instrucciones, y ésta no es una forma de conocimiento, sino una habilidad. Lo que se suele llamar conocimiento práctico (y en concreto el conocimiento técnico) es en realidad una mezcla de conocimientos representacionales u operacionales y de habilidades o capacidades prácticas adquiridas por entrenamiento. 3.
TÉCNICA, CIENCIA Y TECNOLOGÍA Uno de los tópicos obligados de la filosofía de la técnica es el de las relaciones entre ciencia y técnica, así como el de la distinción entre técnica y tecnología, que tiene que ver con el anterior. Ya hemos dicho que reservaremos el término "tecnología” para el tipo de técnicas productivas que incorporan conocimiento y métodos científicos en su diseño y desarrollo. Son precisamente las tecnologías las técnicas que mayor interés filosófico suscitan, y es la importancia del conocimiento científico en los procesos técnicos a partir de la revolución industrial la que justifica el creciente interés de los filósofos de la ciencia por la filosofía de la técnica. Sin embargo, las relaciones entre ciencia y técnica son más complejas de lo que a primera vista pudiera parecer. Hay tres posibles enfoques de estas relaciones que revelan distintos enfoques filosóficos del fenómeno técnico. El enfoque que denominaremos intelectualista considera que las técnicas son aplicaciones de conocimientos, previamente disponibles, a la resolución de problemas prácticos. La tecnología se reduce en último término a ciencia aplicada. La investigación que realiza el tecnólogo para el diseño de un artefacto se limita a aplicar conocimientos científicos relevantes para el problema práctico y a diseñar normas de actuación basadas en esos conocimientos. El enfoque que llamaremos pragmatista - 116 -
Filosofía y Tecnología considera, a la inversa, que la base de todo conocimiento es la experiencia práctica (la habilidad técnica) y que los conocimientos científicos son formulaciones teóricas que pretenden fundamentar o explicar esos conocimientos obtenidos a través de la práctica. La ciencia evoluciona a partir de las técnicas, y las tecnologías son complejos técnicos promovidos por las necesidades de organización de la producción industrial, que promueven a su vez nuevos desarrollos de la ciencia. Seguramente ningún filósofo de la técnica se sentiría a gusto clasificado como intelectualista o pragmatista puro, aunque en cada uno se pueden observar sesgos de uno u otro tipo. La postura más razonable parece, pues, que debería ser una postura ecléctica, que reconozca al mismo tiempo la autonomía de la técnica, como parte de la cultura humana, y su interacción con otras partes de la cultura, como las manifestaciones artísticas o la misma ciencia. Aquí seguiremos este criterio. Los principales argumentos en contra del intelectualismo son los siguientes: 1) Las técnicas, como ya hemos dicho, incorporan elementos no reducibles a factores cognoscitivos, las habilidades o capacidades técnicas. 2) El diseño de un artefacto o de una técnica no es una simple operación de "aplicación" de conocimientos a situaciones o problemas prácticos definidos de antemano. Por el contrario, por una parte incluye un elemento de invención o de creación práctica (el descubrimiento del problema práctico, la ideación de un nuevo objetivo para la acción) y, por otra parte, el uso de criterios específicos de evaluación, en especial criterios de rendimiento, eficiencia, fiabilidad, etc. En ambos casos se puede utilizar y aplicar el conocimiento científico, pero se hace algo más que eso. 3) El diseño de una técnica no sólo se basa en el conocimiento científico previamente disponible, sino en los resultados de investigaciones expresamente emprendidas para el propósito técnico. 4) Existen ciencias tecnológicas en sentido estricto, es decir, sistematizaciones de conocimientos científicos orientadas a problemas prácticos (resistencia de materiales) o referidas a la organización de acciones (investigación de operaciones). - 117 -
Wilbert Tapia Meza En cuanto al enfoque estrictamente pragmatista baste decir que en realidad es lógicamente inconsistente: si pretendemos que el conocimiento científico no es más que una forma de representar en abstracto la experiencia técnica habría que preguntarse cuál es la razón de que esa decantación de la experiencia aumente no sólo nuestro conocimiento representacional o teórico de la realidad, sino también las posibilidades de enriquecer la propia experiencia técnica. Dicho en otros términos: si el único contenido informativo del conocimiento científico es el de la experiencia técnica en que se basa, ¿qué sentido tiene que juzguemos las teorías científicas con criterios de verdad, precisión, exactitud, etc. mucho más exigentes que los criterios de utilidad, eficiencia, etc. con que juzgamos los conocimientos operacionales de las técnicas? En realidad, las relaciones entre ciencia y técnica son mucho más complejas, multifacéticas y problemáticas de lo que permite ver cualquiera de los dos enfoques unilaterales. He aquí un resumen de tales complejidades: 1) El empleo de conocimientos científicos de carácter teórico y abstracto para diseñar y construir artefactos no es específico de las modernas tecnologías industriales. Los principios teóricos de la estática, la hidrostática y la dióptrica ya se utilizaban en la Antigüedad para diseñar y construir máquinas y artefactos de varios tipos. 2) A partir de la revolución industrial se generaliza la explotación sistemática de los nuevos conocimientos científicos para aplicarlos a la producción industrial y agrícola (motores, fertilizantes) así como a los servicios (transportes y salud principalmente), pero sobre todo al diseño de nuevos artefactos o productos de consumo (telégrafo, teléfono, radio, televisión, ordenadores personales, etc.). Sin embargo, no todas las nuevas tecnologías de la sociedad industrial son resultado de aplicaciones directas del conocimiento científico: las máquinas de vapor, por ejemplo, son anteriores a la formulación de la termodinámica. 3) Existen, por lo menos desde el siglo - 118 -
XVIII
formas
Filosofía y Tecnología institucionalizadas de agrupar las profesiones de ingenieros y de organizar la elaboración, sistematización, desarrollo y transmisión de conocimientos específicamente tecnológicos. Éstos generalmente se basan en la ciencia y en el método científico, pero no se reducen a ella (incluyen el aprendizaje y desarrollo de procedimientos operacionales, no sólo de teorías científicas). 4) Tanto en las tecnologías preindustriales como en las industriales la invención, el diseño y la innovación creativa son factores decisivos para el desarrollo de una técnica, y estas operaciones no se pueden entender como simples procesos de aplicación de conocimientos científicos previamente disponibles. 5) Cada vez es más frecuente que la innovación tecnológica sea el motor de la investigación científica tanto de carácter aplicado, para aportar conocimientos que ayuden a resolver problemas tecnológicos, como de carácter básico, para aportar un fondo de conocimientos sobre el que puedan florecer nuevas iniciativas de innovación técnica 6) Por último, la tecnología ha dado lugar al surgimiento de nuevas ramas de la investigación científica y a nuevas teorías que, como la mecánica en sus orígenes, son al mismo tiempo estrictamente científicas, por su generalidad e incluso su carácter abstracto, y estrictamente tecnológicas, por su carácter eminentemente operacional11. La teoría de la información, la cibernética, la teoría matemática de la decisión, la programación lineal, la investigación operativa, son todas ellas teorías científicas básicas, aunque de carácter tecnológico (se refieren a operaciones técnicas y a artefactos). Así pues, no hay un único modelo de relaciones entre ciencia y técnica. De forma que cuando reservamos el término "tecnología" a las técnicas en las que el conocimiento científico tiene una importancia especial, debemos ser conscientes de la diversidad de situaciones que caen bajo esta denominación.
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Bunge (1985)
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Wilbert Tapia Meza Quizá fuera más esclarecedor delimitar este difuso concepto de tecnología atendiendo, más que a la multiforme relación de la tecnología con el conocimiento científico, a las peculiaridades del diseño y desarrollo de las técnicas en las sociedades industrializadas. En efecto, la diferencia fundamental entre las técnicas artesanales y las tecnologías modernas reside, más que en la estructura o el contenido de las mismas, en su dinámica, en lo que podríamos llamar la "lógica de su desarrollo". 4.
EL DESARROLLO TECNOLÓGICO Uno de los temas importantes de la filosofía de la técnica consiste en el análisis de las formas de evolución de las técnicas y de los problemas planteados por su desarrollo. Hay al menos dos tipos diferentes de cambio tecnológico: la modificación de una técnica y la invención o diseño de una nueva técnica. En cada caso los cambios se pueden producir de diversas formas, en especial por composición de técnicas preexistentes, por incorporación de nuevos conocimientos, diseño de nuevos objetivos, etc. Los factores que influyen en el desarrollo tecnológico pueden ser de carácter que podemos considerar "interno" (mejora de la eficiencia de un proceso, de la duración de una máquina o de la fiabilidad de un dispositivo) o "externo" (factores sociológicos, demográficos, económicos, culturales, etc.). Y por último, el desarrollo de las técnicas puede revestir diversas formas: puede ser acumulativo o disperso, gradual o a saltos, rápido o lento, caótico o progresivo. El estudio de los procesos de cambio en el desarrollo de las técnicas y de los factores que influyen en él, así como el análisis de categorías como la de progreso técnico, invención, etc., son temas importantes de la filosofía de la técnica. En relación con el problema del apartado anterior, señalemos una posible consecuencia del análisis de las formas de desarrollo técnico para precisar la distinción entre técnicas precientíficas y tecnologías científicas: A) Frente al desarrollo de las técnicas preindustriales, el desarrollo tecnológico está presidido por la búsqueda - 120 -
Filosofía y Tecnología sistemática de procedimientos y bases teóricas para maximizar los criterios de eficiencia técnica (y los relacionados de efectividad y fiabilidad). Una parte decisiva del papel del conocimiento y la investigación científica en el desarrollo tecnológico se debe a este principio de maximización de la eficiencia: ésta se logra utilizando los medios más adecuados para conseguir un fin propuesto Y ello depende de dos cosas: de que conozcamos mejor la realidad que pretendemos transformar y de que conozcamos mejor las consecuencias derivadas de las transformaciones de la realidad que nos proponemos hacer en un proyecto tecnológico. En ambos casos la solución es incrementar nuestro conocimiento de la realidad utilizando el método científico. B) La segunda razón para que aumente la importancia del factor científico en los sistemas tecnológicos se debe a otra característica de la "lógica" de su desarrollo: la vigencia del imperativo de innovación constante. En general, el desarrollo técnico está presidido por la innovación. La innovación no es un accidente en la historia de la técnica, es una constante. Pero mientras en las técnicas preindustriales la innovación se produce generalmente como consecuencia de la maduración interna de la propia técnica, en la tecnología actual la innovación es un imperativo con el que se cuenta de antemano. Una técnica tradicional se diseñaba (y se enseñaba y se ponía en práctica) como si fuera "para toda la vida". En el diseño tecnológico actual los artefactos se diseñan "para ser mejorados" de inmediato, en ingeniería civil se tiende a investigar una solución específica para cada problema y cualquier proyecto tecnológico de envergadura, aunque sea de un tipo para el que se dispone de técnicas bien contrastadas, supone el inicio de un proceso de investigaciones y ensayos que permitan encontrar una solución original y completamente adaptada a la situación. Curiosamente, frente a la opinión más extendida, las técnicas tradicionales suelen ser rígidas, mientras que las tecnologías modernas se hacen cada vez más "a la medida", lo que supone un continuo caudal de innovaciones y de investigaciones ad hoc. Ésta es otra de las vías para - 121 -
Wilbert Tapia Meza vincular el conocimiento científico a la tecnología: la ciencia es un reservorio de ideas y un medio para la innovación racional. Así pues, las dos notas características de las tecnologías modernas serán la preeminencia del principio de maximización de la eficiencia y del imperativo de innovación. Y ellas son las responsables de las múltiples formas de imbricación con la ciencia que caracterizan a la tecnología. 5.
TECNOLOGÍA Y SOCIEDAD Es obvio que los rasgos característicos de la tecnología moderna no son ajenos al papel que ésta desempeña en el sistema productivo y a las leyes económicas que imperan en él12. La maximización de la eficiencia puede tener un valor económico evidente en una economía competitiva; y el imperativo de innovación, más allá de ser un factor interno al desarrollo de los sistemas tecnológicos, es también, casi siempre, una constricción impuesta por las leyes del mercado y una forma universalmente aceptada de generar beneficios y aumentar la competitividad de un sector productivo por la vía del incremento de la oferta de productos y servicios. Pero sería ilegítimo extraer de aquí la conclusión de que existe una sintonía perfecta entre la lógica del desarrollo tecnológico y las leyes del mercado en una economía capitalista. Por el contrario, los conflictos entre los valores de eficiencia tecnológica y los de utilidad económica son continuos, salvo que a priori se decrete que la eficiencia es por definición equivalente a la utilidad. Pensemos, por ejemplo, en el debate actual respecto a la tecnología de la fisión nuclear para la producción de energía eléctrica: la discusión se plantea principalmente en términos de eficiencia tecnológica, aunque la cuestión subyacente sea de política económica. Y por lo que
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Schiller (1986), Braun (1986). La obra de Noble (1987) demuestra la inextricable interdependencia de las transformaciones tecnológicas y sociales que se produjeron en los Estados Unidos a finales del siglo XIX y principios del XX (la “segunda revolución industrial") y analiza el papel de los ingenieros como artífices del doble cambio, tecnológico y social, operado por la aparición del “capitalismo monopolista”.
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Filosofía y Tecnología se refiere al imperativo de innovación, es obvio que puede ser económicamente funcional en determinados sectores productivos y disfuncional en otros; en general facilita la obtención de beneficios en sectores donde las inversiones en capital fijo tienen un ciclo corto de realización, pero arruina a sectores que requieren largos períodos de amortización del capital. Con la técnica bajo el capitalismo sucede lo mismo que con cualquier otro aspecto de la cultura actual: el capitalismo la ha hecho posible y la ha adulterado, ha abierto las puertas a la creatividad, al bienestar y a la belleza y ha procurado siempre someterlo todo a la ley del máximo beneficio. Por suerte o por desgracia la tecnología, como la pintura, la literatura, la religión o el deporte ni son ajenas al resto de las actividades sociales ni se limitan a reflejar mecánicamente las necesidades de otras partes de la estructura social. La tecnología actual es inseparable de la ciencia y de la industria, y ésta es una de las principales actividades económicas. Pero estaríamos ciegos si pretendiéramos reducir todos los problemas del desarrollo tecnológico y también todos los valores o disvalores que en él se encierran a los problemas de la economía y a los valores y disvalores de la actividad económica.
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Wilbert Tapia Meza
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Filosofía y Tecnología
TECNOCIENCIA
Mario Bunge (2015). Evaluando Filosofías Barcelona, Gedisa, pp. 79-86
Introducción La prensa diaria y casi todos sus lectores suelen confundir ciencia con técnica. Por ejemplo, en la sección «Ciencia» de casi todos los periódicos suelen darse noticias de novedades en ingeniería y medicina. En cambio, Science and Nature y las demás revistas científicas de punta publican casi exclusivamente textos en investigaciones desinteresadas. Los gobiernos conservadores suelen dar preferencia a investigaciones científicas que prometan resultados prácticos. Estas promesas son engañosas porque no se puede prever ni inventar a pedido, excepto pequeñas modificaciones del diseño original. De esta manera, esos gobiernos cortan el chorro de la innovación y también un número incognoscible de carreras científicas. La confusión de ciencia con técnica ha sido recientemente consagrada por el neologismo «tecnociencia». Esta advenediza se ha difundido por Internet y entre los escribas posmodernos y los sociólogos de la ciencia improvisados. Cabe, pues, advertir contra ella, aunque sólo sea para calmar el miedo a la ciencia. La cohetería, rama de la ingeniería, es peligrosa, pero la «ciencia de la cohetería» es inofensiva, porque no existe. 1.
DESCUBRIR E INVENTAR La confusión de ciencia con técnica es vieja. Francis Bacon, el - 125 -
Wilbert Tapia Meza gran filósofo moderno, fue uno de los primeros en incurrir en ella y en argüir a favor de la investigación científica por sus supuestos frutos prácticos. Pero Bacon concibió la ciencia como la descripción detallada del mundo visible por un equipo de observadores meticulosos, laboriosos y sin imaginación, antes que como la aventura del pensamiento que fue para Galileo, Harvey y sus seguidores. La diferencia entre ciencia y técnica debiera de ser evidente y lo es para la mayoría de sus practicantes. Mientras los científicos estudian la realidad, los técnicos estudian cómo cambiarla. Más aún, mientras los científicos trabajan para conocer, los tecnólogos trabajan para hacer. Por ejemplo, los físicos nucleares estudian núcleos atómicos, en tanto que los ingenieros nucleares usan unos pocos hallazgos de los primeros para diseñar reactores o bombas nucleares. Los biólogos estudian organismos y los investigadores médicos usan algunos de sus resultados para diseñar terapias. Los psicólogos estudian el aprendizaje y los pedagogos estudian métodos de enseñanza. Y los sociólogos estudian empresas para averiguar cómo están organizadas y lo que hacen los expertos en management es estudiarlas para mejorar su rendimiento. Henry Petroski (2010), el conocido estudioso de la ingeniería, da un ejemplo sencillo y elocuente. Mientras el astrónomo sabe detectar meteoritos que se dirigen hacia la Tierra, el ingeniero busca desviar sus trayectorias. También el ayatollah Khomeini, el primer líder de la revolución islámica en Irán, conocía la diferencia entre ambos campos, cuando la periodista Oriana Fallaci le preguntó qué haría con ellos, contestó sin titubear: «Permitiremos la técnica porque es útil, pero prohibiremos la ciencia porque es peligrosa». Otro aspecto de la cuestión debe quedar bien claro y es que hay ciencias que aún carecen de «traducciones» tecnológicas. Ejemplos: la cosmología, la arqueología, la paleoantropología, la historiografía antigua, la lingüística, la filología, la musicología y la economía matemática. Al final, está el aspecto socioeconómico. El científico produce - 126 -
Filosofía y Tecnología bienes públicos y el técnico produce bienes privados. En efecto, los inventos de posible utilidad práctica son patentables y, por lo tanto, comercializables, en tanto que los científicos no lo son. Piénsese, en concreto, en teoremas matemáticos y en hallazgos arqueológicos. Por algo el elocuente alegato de Philip Mirowski (2011) contra la comercialización de la ciencia alcanza hasta las ciencias aplicadas, como las biomédicas, pero sólo toca las básicas, como la física de las partículas, en lo que se refiere al recorte de los subsidios estatales. 2.
PRIMADO DE LA PRAXIS Pese a las marcadas diferencias entre la ciencia básica y la técnica, muchos intelectuales siguen confundiéndolas. Algunos por mera ignorancia y otros porque desean desviar la atención de la contemplación a la acción. Este último es el caso de los pragmatistas. El caso de la exaltación de la praxis por Heidegger y otros existencialistas es diferente. Desean exaltar la práctica ciega y denigrar el conocimiento. En todo caso, la confusión de marras es ontológicamente errada, porque ignora que toda técnica se ocupa de sistemas artificiales, como herramientas, viviendas, granjas, organismos genéticamente modificados, talleres, escuelas, hospitales y tribunales: todos estos sistemas son de factura humana. Ya Aristóteles había notado la diferencia radical entre lo artificial y lo natural, lo hecho y lo encontrado. Los primeros pensadores modernos la pasaron por alto, quizá porque estaban empeñados en construir una cosmovisión enteramente naturalista. La confusión en cuestión también es gnoseológicamente errada porque, mientras los científicos procuran entender objetos naturales o sociales que encuentran o descubren, el técnico innovador intenta diseñar cosas que aún no existen, tales como nuevos medios de transporte, cultivos, animales de granja, fármacos, televisores, empresas, recetas de cocina y códigos legales.
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Wilbert Tapia Meza Finalmente, la confusión de técnicos con científicos también es axiológica y praxiológicamente errada, como se advierte observando lo que hacen unos y otros. En efecto, hay que notar que, mientras los científicos no evalúan sus objetos de estudio, los técnicos sólo se interesan por cosas o procesos de posible utilidad práctica. Tan es así, que los diseños técnicos originales son patentables, en tanto que los hallazgos científicos no lo son. Por esta razón algunas empresas hacen donaciones a laboratorios farmacológicos y no a observatorios astronómicos. En otras palabras, la técnica y la ciencia aplicadas son utilitarias, mientras que la ciencia básica es desinteresada. El desinterés es una de las peculiaridades de la investigación básica. Como lo señaló Robert Merton (1973), otras dos características son la universalidad y el comunismo (el compartir problemas y hallazgos). La nueva ola de sociólogos del conocimiento —como David Bloor, Harry Collins, Steve Fuller, Bruno Latour y Andrew Pickering— muestran presuntas excepciones que podrían refutar la tesis de Merton. Pero todos esos casos han sido tomados de la intersección de la ciencia con la técnica. La mera inspección de las principales revistas dedicadas a las físicas nuclear y atómica, las sospechadas habituales, mostrará que una gran mayoría de los artículos en estos campos no prometen aplicaciones prácticas; son producto de la curiosidad y el deseo de reconocimiento de los pares, como diría el mismo Merton 3.
CONSECUENCIAS DE LA CONFUSIÓN En definitiva, la ciencia y la técnica son ontológica, gnoseológica, axiológica y praxiológicamente muy diferentes entre sí. La confusión entre ambas es uno de los tantos errores filosóficos difundidos por los medios de comunicación masiva desde sus comienzos. Este error impide ver la zanja existente entre ciencia y técnica y, por lo tanto, obstaculiza el tendido de puentes entre ellas. También impide comprender que el intento de convertir al investigador básico en ingeniero o, incluso, en empresario genera un derroche de recursos humanos.
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Filosofía y Tecnología Un ejemplo reciente se refiere a los pleitos generados por las patentes médicas, no ya de terapias, sino de los genes involucrados en ellas. Si se tomaran en serio ciertos fallos judiciales, resultaría violado el más básico de todos los derechos: el derecho a la propiedad del propio cuerpo. David Koepsell (2009) ha explorado estas cuestiones escalofriantes en su libro ¿A quién perteneces? La confusión de ciencia con técnica también sirve para fundamentar políticas culturales miopes. Aquí es donde el epistemólogo puede intervenir eficazmente para evitar que se mate a la gallina de los huevos de oro. En efecto, puede enseñar a quienes diseñan políticas culturales que la ciencia básica es la fuente de la civilización moderna, ya que alimenta a la técnica, la que a su vez nutre tanto a la industria como al Estado: Industria Ciencia
Técnica Estado
4.
«TRADUCCIÓN» TÉCNICA
DE CIENCIA A INDUSTRIA VÍA LA
Las flechas del diagrama precedente simbolizan procesos extremadamente complicados, que son objeto de investigaciones especiales y que en inglés suelen llamarse translational research. Este campo junta a investigadores básicos con técnicos y, en el caso de la medicina, tiene sus revistas especializadas. Por ejemplo, no es obvio cómo «traducir» un descubrimiento bioquímico a una terapia, o sea, cómo pasar del laboratorio a la fábrica, y de ésta a la clínica. La fabricación en escala industrial de una nueva molécula que se ha analizado o sintetizado en el laboratorio suele plantear desafíos al ingeniero químico y al gerente de la fábrica. Algunos de estos desafíos son puramente técnicos y otros son económicos, pero otros son morales. Por ejemplo, suele - 129 -
Wilbert Tapia Meza ocurrir que el proceso industrial sea contaminante, lo que plantea el problema de contenerlo o, incluso, de buscar una reacción química «verde» que produzca los mismos compuestos a partir de reactivos menos contaminantes. También suele ocurrir que el patentado de un nuevo fármaco eficaz permita a los empresarios venderlo a un precio inaccesible para la mayoría de los pacientes. La industria farmacéutica alega que esto se debe a los costos elevados de los procesos de investigación básica y de traducción. Pero la verdad es que la mayoría de estos procesos no tiene lugar en laboratorios privados, sino en universidades y laboratorios estatales. Esto es tan verdadero que algunos gigantes farmacéuticos están clausurando sus laboratorios de investigación. Por ejemplo, la misión principal de los National Institutes of Health, del Estado norteamericano, es «traducir» ciencia básica a industria, lo que representa el costo de unos 32.000 millones de dólares por año. De modo que el contribuyente estadounidense paga tres veces por la investigación involucrada en la producción de un fármaco cualquiera: cuando lo compra, cuando paga su impuesto federal y cuando paga la universidad que educa a sus hijos. 5.
TECNOCIENCIAS AUTÉNTICAS En conclusión, hay marcadas diferencias entre la investigación básica y la técnica. ¿Podemos concluir, entonces, que no hay tecnociencias? No, ya que hay campos multidisciplinarios, como la ingeniería, la medicina, la agronomía, la economía y el Derecho, que son cultivados por científicos y técnicos, como también por científicos que ayudan a diseñar cosas nuevas y por técnicos que estudian artefactos físicos, químicos, biológicos o sociales de manera científica. Por ejemplo, algunos ingenieros inventan materiales nuevos, unos procuran utilizarlos y otros más estudian sus propiedades físicas o químicas. En medicina hay investigadores biomédicos que estudian enfermedades pero no atienden a enfermos; hay quienes escudriñan los mecanismos celulares subyacentes a - 130 -
Filosofía y Tecnología las terapias, mientras otros estudian sus efectos a nivel organísmico. Hay epidemiólogos, higienistas sociales y economistas que hacen ingeniería social. Hay abogados que median en conflictos de interés y juristas que estudian códigos legales. Hay criminólogos que estudian la criminogénesis y quienes buscan cómo disminuir la tasa de delincuencia. Todos estos estudiosos y profesionales son tecnocientíficos en la medida en que usan el método científico y emplean resultados de la ciencia básica para estudiar, controlar o diseñar procedimientos o cosas artificiales, tales como máquinas, organismos, tratamientos médicos, escuelas, empresas, etcétera. Pero, salvo rarísimas excepciones, estos individuos han sido predominantemente técnicos. Sólo unos pocos (Arquímedes, Galileo, August Liebig, Joseph Henry, Louis Pasteur, Nikola Tesla y Enrico Fermi) hicieron tanto gran ciencia cuanto hicieron gran técnica. Sería tan ridículo calificar a Newton y Darwin de técnicos, como a Marconi y Edison de científicos. La motivación más fuerte del investigador básico sigue siendo la curiosidad, no la utilidad. Por ejemplo, la biología molecular fue motivada por el deseo de conocer la composición química y estructura molecular del material hereditario. Y CERN, el consorcio científico europeo, invirtió mil millones de dólares en la construcción del «Large Hadron Collider» para poner a prueba teorías como la que prevé la existencia del bosón de Higgs. Nadie espera recuperar siquiera un euro de esta gigantesca inversión en saber por saber. Aristóteles habría admirado este proyecto porque creía que la curiosidad es la madre de la investigación. CONCLUSIONES El neologismo tecnociencia se originó en una confusión y consagra tanto la superstición popular del científico loco, como el economismo en las ciencias sociales y la política científica miope de los gobiernos conservadores. Por lo tanto, se lo debe usar con suma prudencia. De hecho, es preferible emplear la expresión ciencia aplicada, - 131 -
Wilbert Tapia Meza la que se aplica a la investigación científica que procura resultados de posible utilidad práctica, como moléculas promisorias para la terapia médica, alteraciones genéticas de cultivos y programas de control del delito. El cuadro siguiente resume las características de los tres campos del conocimiento involucrados en la discusión anterior: Ciencia básica
Ciencia aplicada
Técnica
Estudio desinteresado de la realidad
Investigación de posible utilidad práctica
Diseño de artefactos
En resumen, la ciencia y la técnica son campos bien distintos de la cultura intelectual. Pero separarlas sería tan errado como confundirlas, puesto que alguna ciencia —cuanta más tanto mejor— es traducida a técnica. Por ejemplo, el diseño de tratamientos médicos requiere un conocimiento de los mecanismos de las enfermedades y éstos sólo pueden ponerse al descubierto mediante investigaciones básicas. Moraleja: es preciso distinguir la ciencia de la técnica al mismo tiempo que se apoya a ambas y a su vigorosa interacción. BIBLIOGRAFÍA Agassi. Joseph. 1985. Technology: Philosophical and Social Aspects, Dordrecht/Boston, D. Reidel. Becker, Gary S. 1976. The Economic Approach to Human Behavior, Chicago, University of Chicago Press. Bunge, Mario. 1963. «Tecnologia, ciencia y filosofia», Revista de la Universidad de Chile, CXXI, n° 126, págs. 64-92. .1985. Treatise on Basic Philosophy, vol. 7, part 2, Life, Science Social Science and Technology, Dordrecht/Boston/Lancaster, Reidel. - 132 -
Filosofía y Tecnología Koepsell, David. 2009. Who Owns You?, Nueva York, WileyBlac- kwell. Kranzberg, Melvin (comp.). 1996. «Toward a philosophy of technology», Technology and Culture, 7, n° 3, págs. 301-390. Merton, Robert K. 1973. Sociology of Science, Chicago, University of Chicago Press. Mirowski, Philip. 2011. Science-Mart: Privatizing American Science, Cambridge (Massachusetts), Harvard University Press. Mitcham, Carl. 1994. Thinking through Technology, Chicago, University of Chicago Press. Ortega y Gasset, José. 1939. Meditación de la técnica, Buenos Aires, Espasa-Calpe. Petroski, Henry. 2010. The Essential Engineer, Nueva York, Alfred A. Knopf. Quintanilla, Miguel Ángel. 1988. Tecnología: Un enfoque filosófico. Madrid, Fundesco. Susskind, Charles. 1973. Understanding Technology, Baltimore. Johns Hopkins University Press.
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Wilbert Tapia Meza
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Filosofía y Tecnología
TERCERA PARTE Problemas de la Filosofía de la Tecnología
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Wilbert Tapia Meza
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Filosofía y Tecnología
PROBLEMAS FILOSÓFICOS DE LA TECNOLOGÍA Miguel Ángel Quintanilla, Tecnología: un enfoque filosófico Madrid, FUNDESCO, 1989, pp. 15-32
La técnica siempre ha merecido la atención de los filósofos en sus reflexiones acerca de la acción humana; pero sólo en las últimas décadas se ha ido configurando la filosofía de la técnica como una especialidad académica de importancia creciente1. Tradicionalmente la relevancia filosófica de la técnica se circunscribía al problema de cómo podemos transformar la realidad, cuestión ésta aparentemente secundaria, si se la compara con otros problemas filosóficamente más interesantes, y que sólo recientemente ha merecido un tratamiento sistemático2. Sin embargo, en nuestros días la técnica afecta a todos los aspectos de la vida humana y los más genuinos problemas de toda la historia de la filosofía (cómo es la realidad, cómo la conocemos, qué debemos hacer) están condicionados por la influencia de la técnica sobre la configuración de la realidad en que vivimos, sobre la ciencia y sobre la moral. Ello se debe a las transformaciones que ha ido experimentando la técnica a lo largo de la historia y a la trascendencia que ha llegado a tener en las sociedades actuales. 1.
DE LA TÉCNICA A LA TECNOLOGÍA INDUSTRIAL Herramientas, máquinas y planes racionales de acción han existido en las sociedades humanas desde hace milenios. Los
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Para una visión panorámica de las investigaciones en filosofía de la técnica de las tres últimas décadas, véase Skolimowski (1968) y Rapp (1982) Mitcham y Mackey (1973), proporcionan la información bibliográfica más completa en la fecha de su publicación, y la revista Technology and Culture ofrece revisiones actualizadas de las aportaciones más recientes en este campo Kofarbmsky (1965)
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Wilbert Tapia Meza antropólogos usan como criterio de identificación de fósiles como pertenecientes a la especie humana la capacidad para fabricar y usar instrumentos. El homo sapiens se identifica como homo faber. La historia de las civilizaciones es la historia de sus técnicas, y en las más antiguas encontramos la presencia de grandes realizaciones técnicas relacionadas con la agricultura, la caza, la ganadería, el transporte, la guerra y el control de la organización social. Los períodos de la prehistoria se identifican por grandes transformaciones técnicas relacionadas con la fundición y aleación de metales, y la aparición de las técnicas de escritura se usa convencionalmente para señalar el comienzo de la historia propiamente dicha. Desde muy antiguo han existido máquinas en el sentido que hoy damos a este término como dispositivos capaces de transformar una fuerza de determinada naturaleza para realizar un trabajo útil de carácter mecánico3. Incluso han existido desde la antigüedad tratados teóricos acerca de la construcción y funcionamiento de dispositivos mecánicos (lo que llamaríamos hoy teorías tecnológicas)4. Así pues, no sólo las técnicas primitivas supuestamente relacionadas con la supervivencia, sino también complejas técnicas artesanales y teorías abstractas de carácter tecnológico, son componentes muy primitivos de la experiencia y la cultura humanas. Sin embargo, lo que hoy entendemos por tecnología, y el papel que la técnica desempeña en las sociedades de nuestros días, es algo radicalmente diferente a lo que supuso en épocas anteriores. El origen de la tecnología actual hay que buscarlo en la revolución industrial de los siglos XVIII y XIX5. En esta época se produjeron los cambios más decisivos para explicar la posterior evolución de la técnica: el sistema de producción de bienes materiales se vio alterado por la sustitución generalizada de las herramientas artesanales por las máquinas, la introducción de una nueva fuente de energía utilizable para 3
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La definición de máquina que ofrece Reuleaux (1875) se ha convertido en clásica “Una máquina es una combinación de partes sólidas dispuestas de tal forma que por medio de ellas se pueda hacer que las fuerzas naturales produzcan movimientos de un tipo determinado” M. Medina (1985). (Braun, 1986)
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Filosofía y Tecnología el trabajo mecánico, la máquina de vapor, que permitió independizar el proceso de producción industrial de la disponibilidad de fuentes de energía tradicionales (el viento, el agua, la fuerza muscular), y la organización de la producción en factorías o manufacturas6. En su origen, el trabajo en las manufacturas inglesas era del mismo tipo que el trabajo artesanal que desde hacía centenares de años se había ido desarrollando en pequeños talleres o en unidades de producción de carácter familiar. De manera que en un principio la revolución industrial no supuso una innovación radical de carácter tecnológico, salvo en el aspecto exclusivo de la organización social del trabajo. Pero supuso un cambio de perspectiva en la "lógica" del sistema productivo, si se nos permite hablar así, que tuvo consecuencias decisivas para el desarrollo de nuevas técnicas, nuevos instrumentos y nuevas máquinas; pero sobre todo para acelerar el ritmo del cambio tecnológico y para generalizar la incidencia de las innovaciones técnicas en toda la organización social. La nueva "lógica de la producción" radica en la separación del capital y el trabajo, y en el sometimiento consiguiente de todo el proceso productivo al principio de maximización del beneficio en un mercado competitivo. La disponibilidad de capital y la autonomía del capitalista para invertirlo hacen posible que se incorporen a la producción innovaciones técnicas cuyo origen puede haber sido completamente ajeno al proceso productivo. Y el hecho de que tales innovaciones consigan un aumento de la productividad del trabajo hace que, en el sistema capitalista, su incorporación a la producción sea, en la práctica, necesaria. Así es como el desarrollo de la minería o de las manufacturas textiles propició la incorporación al proceso productivo de máquinas (bombas, telares, etc.) movidas por ruedas hidráulicas y pronto hizo necesario disponer de fuentes de energía baratas y fácilmente utilizables en cualquier lugar. Surgió con ello una demanda potencial de máquinas como la de Newcomen (1712) capaces de utilizar el calor y la presión atmosférica para producir energía mecánica 6
Forbes (1979), p. 150
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Wilbert Tapia Meza útil para un propósito determinado (en principio, extraer agua de las minas o elevar agua para hacer funcionar la rueda hidráulica de los telares), lo que a su vez produjo una cierta ventaja competitiva a las factorías que disponían de ella y una posible línea de desarrollo de nuevos dispositivos capaces de mejorar su eficiencia y con ello de nuevo su competitividad. Una innovación artesanal en un sistema productivo preindustrial podía dar una cierta ventaja a su poseedor, pero su existencia estaba vinculada a su usuario y el proceso de su difusión era semejante al de la propia tradición artesanal en que tenía lugar la innovación: se transmitía de padres a hijos, o de maestros a aprendices de una forma lenta y a veces en ámbitos de difusión geográfica bien localizados. En el sistema de producción industrial capitalista, la tecnología como factor de producción es asunto del capital y éste se rige por la ley del máximo beneficio. De manera que el aumento en la eficiencia de una máquina se traduce inmediatamente en aumento de productividad, y con ello lo que antes podía contemplarse tan sólo como un logro esporádico, una curiosidad intelectual o un instrumento específico que daba ventaja a su poseedor en una coyuntura determinada (las máquinas bélicas, por ejemplo), se transforma ahora en un factor decisivo para la dinamización de todo el sistema productivo y con ello de toda la vida social. Así pues, con la revolución industrial y el capitalismo el cambio tecnológico se ve sometido a una presión que acelera su ritmo y aumenta su difusión de forma al parecer imparable. Con ello entramos en una nueva era de la civilización y con ello aparece una dimensión esencial de la tecnología que, a pesar de las líneas de continuidad y las analogías, supone una fuerte ruptura con la actividad técnica preindustrial. No es, pues, casual que las primeras reflexiones filosóficas en torno a la técnica sean de pensadores que, como Marx, se preocuparon por los grandes problemas sociales surgidos de la revolución industrial capitalista7.
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Las ideas, hoy bastante extendidas, respecto a la función de las máquinas y, en general, de la ciencia y la tecnología, en la producción industrial y sus electos sobre las relaciones sociales están expresadas
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Filosofía y Tecnología Sin embargo, la importancia de la técnica en el sistema productivo del capitalismo no justificaría por sí sola el creciente interés filosófico por el fenómeno técnico. Si acaso explicaría un tipo de reflexión específicamente orientado a problemas morales, políticos y sociales. Pero hay otras características de la tecnología industrial que justifican un interés filosófico más general. A lo largo del siglo XX la tecnología industrial ha evolucionado en relación cada vez más estrecha con el desarrollo del conocimiento científico. Esto ha tenido consecuencias importantes. Por una parte la ciencia se ha instalado, incluso institucionalmente, en las empresas de producción industrial, y eso ha hecho que cambie profundamente la organización de la investigación, y en cierto modo la naturaleza del conocimiento científico y de los problemas filosóficos que plantea su desarrollo. Por otra parte la propia innovación técnica adquiere un papel motor de la actividad económica, en la medida en que, cada vez más, se producen procesos de innovación industrial empujados por la innovación técnica, en vez de tan sólo procesos de innovación técnica reclamados por la necesidad de renovación industrial. Al estar la innovación tecnológica directamente relacionada con la investigación científica, aparece en el seno mismo del sistema productivo un factor de dinamización interna que se impone incluso a las exigencias “naturales” del mercado, abriendo posibilidades de aumento de la competitividad más allá de lo exigido por la situación dada. Este factor de industrialización de la ciencia y la técnica es decisivo para entender las dimensiones que en las sociedades de nuestros días adquiere el fenómeno técnico. No se trata tan sólo de que en torno a él se plantean problemas de carácter moral, económico o político, sino que aparecen también problemas relativos a nuestro conocimiento del mundo, a la forma como las exigencias técnicas condicionan, potencian o retrasan nuestras empresas intelectuales más característicamente humanas. con llamativa clarividencia en los borradores de El Capital que Marx preparó entre 1857 y 1858. Marx (1972), vol II. págs 216 ss.
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Wilbert Tapia Meza Hay algo más. Se ha dicho que en el entorno físico de una sociedad industrialmente avanzada no existe ya nada natural: la vida cotidiana de los individuos se desarrolla rodeada de artefactos, el paisaje es producto de diseños urbanísticos y hasta los parques naturales se conservan gracias a costosos procesos de intervención tecnológica en los que cooperan biólogos e ingenieros. Es también éste, sin duda, uno de los aspectos relevantes de la sociedad que hemos construido a partir de la revolución industrial. Y es también un dato significativo para explicar el papel crecientemente central de la técnica como objeto de reflexión filosófica: no es sólo nuestro conocimiento de la realidad o nuestra forma de comportarnos ante ella, sino la sustancia misma de la realidad que nos circunda la que es intrínsecamente tecnológica o artificial. La teoría filosófica de la realidad no puede ya pasar por alto la teoría de lo artificial. 2.
LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS La revolución industrial del pasado siglo abrió las puertas a una nueva etapa de la civilización. A partir de entonces la tecnología ha invadido todos los rincones de la vida humana. Sin embargo, para apreciar en su justa dimensión lo que esto significa en la actualidad, hay que abandonar la asociación del concepto de tecnología con el de producción industrial de artefactos mecánicos. Los avances científicos del siglo xx y sus repercusiones en el diseño y desarrollo de nuevas tecnologías han hecho cambiar por completo, en pocos años, el panorama de la tecnología actual. Por una parte se han creado nuevas fuentes de energía que alteran por completo el repertorio de fórmulas disponibles para el desarrollo de energías mecánicas. La enorme potencialidad de la energía nuclear hace palidecer cualquier sueño respecto a las posibilidades de transformar la realidad. La síntesis de nuevos materiales con propiedades insospechadas (semiconductores, superconductores, cerámicas) altera por completo el elenco de los componentes disponibles para realizar nuevos artefactos. La tecnología láser permite utilizar la luz como fuente de energía no sólo extraordinariamente potente, si se desea, sino también insospechadamente versátil y adaptable tanto a trabajos de tipo mecánico como a funciones de comunicación o - 142 -
Filosofía y Tecnología de procesamiento de información. La biotecnología permite por primera vez la síntesis de organismos vivos con características predefinidas y siguiendo procesos enteramente artificiales (más rápidos y posiblemente más eficientes que las viejas técnicas de selección genética). La electrónica digital, la informática y las tecnologías de las telecomunicaciones suponen por último la aparición de un nuevo ámbito de desarrollo tecnológico que trasciende al sector tradicional de la producción de bienes materiales para invadir el terreno del procesamiento, almacenamiento, producción y transmisión de información8. Este conglomerado de nuevas tecnologías con su implacable invasión de todos los ámbitos de la vida humana supone una configuración de la técnica completamente nueva en la historia de la humanidad. Nunca como hasta ahora había estado la sociedad en su conjunto tan articulada en torno a la actividad tecnológica, y nunca la tecnología había tenido tan fuertes repercusiones sobre la estructura social, y en especial sobre la estructura cultural de una sociedad. 3.
TECNOLOGÍA Y CULTURA Podemos entender por cultura el conjunto de ideas, valores y pautas de comportamiento que caracterizan a una sociedad. En este sentido la interacción de técnica y cultura ha sido constante a lo largo de la historia de la humanidad9: las técnicas aparecen y se desarrollan en un determinado ámbito cultural y contribuyen, a su vez, a configurar la cultura de la sociedad. Lo específico de la tecnología actual es el tipo de cultura que demanda y la intensidad con la que influye en el
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Castells (y otros) (1986) La documentación actual acerca de las repercusiones sociales de las nuevas tecnologías, y en especial de las tecnologías de la información, es muy abundante y heterogénea: UNESCO (1982) sigue teniendo actualidad y valor informativo sobre las repercusiones sociales de la revolución científica y tecnológica. En el campo concreto de la informática, véase Kalbhen (y otros) (1983), Castilla (y otros, comps.) (1986), así como el informe de la OIT (1987) centrado principalmente en las repercusiones de la informática sobre el empleo. Margolis (1978)
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Wilbert Tapia Meza cambio cultural. Hay en concreto dos tipos de valores culturales demandados por la tecnología actual: por una parte, el conocimiento científico; por otra, determinado tipo de valores morales de carácter racional10. Las relaciones entre técnica y ciencia son complejas11 y tendremos ocasión de volver sobre este tema a lo largo del libro. Por el momento señalemos tan sólo dos notas, ambas igualmente relevantes: 1) el desarrollo de las tecnologías actuales depende enteramente del desarrollo del conocimiento científico; 2) el avance del conocimiento científico está profundamente condicionado por el desarrollo tecnológico. Como ocurre en las relaciones entre productores y consumidores, la tecnología es el principal demandante de conocimiento científico y, en esa medida, condiciona la oferta científica (la dirección de la investigación científica). Algo parecido sucede en relación con los valores morales12. Hay un esquema ingenuo de las relaciones entre tecnología y valores morales según el cual la técnica es neutra y es la sociedad, o son los individuos, quienes utilizan una técnica u otra al servicio de unos objetivos cuya valoración moral es ajena a la técnica utilizada. Esto es sólo la mitad de la verdad13. La realidad es algo diferente. En primer lugar porque el desarrollo de la técnica exige la vigencia de determinados valores en la sociedad, como el valor de la eficacia, de la racionalidad económica, el ideal de la coherencia en los sistemas de preferencias y en general alguna forma de moralidad racionalmente aceptable. Por otra parte el propio proceso de innovación tecnológica, al ampliar el campo de lo posible y lo realizable, altera los contenidos de los sistemas de preferencias, demanda nuevos valores y los hace cristalizar. 10
Este apartado y el siguiente son adaptaciones de trabajos anteriores del autor Quintanilla (1981) y (1986). 11 Véase la discusión de Rabi (1965) y Brooks (1965) 12
Boulding (1977). Durbin (1972)
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Pero es un componente importante del "mito de la ciencia" (Quintanilla. 1976.a). de ascendencia positivista.
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Filosofía y Tecnología Un ejemplo notable por sus repercusiones sociales es el desarrollo de las técnicas de control de la natalidad, que ha acabado con algunos de los prejuicios morales más arraigados en nuestra sociedad, o las tecnologías de fecundación in vitro que obligan a cambiar los códigos jurídicos para dar cabida en ellos a situaciones inconcebibles hace sólo unos años para las que no existen aún en la sociedad pautas de valoración moral14. Pero lo mismo ocurre en relación con tecnologías de carácter físico, ecológico o social: ¿cuáles son los valores que deben guiarnos en relación con situaciones bélicas cuando el potencial tecnológico de destrucción es total a escala planetaria? ¿De qué forma se ve afectada nuestra valoración de la naturaleza como objeto de dominio humano, una vez que la capacidad de dominio (y de destrucción) llega a los límites que nos permiten las tecnologías actuales15? ¿Cómo se ve alterada nuestra valoración de las decisiones políticas ante la evidencia de que existen soluciones técnicas bastante bien definidas para muchos de los problemas generados por la convivencia social? En definitiva, pues, la tecnología actual tiene efectos decisivos en los componentes más peculiares de nuestra cultura: nuestros sistemas de conocimientos y nuestros sistemas de valores. Y ello no de una forma esporádica y accidental, sino de manera sistemática, continua, intensa y general. Existe, sin embargo, la idea de que el tipo de cultura que promueve el desarrollo tecnológico es deshumanizadora y alienante. Muchos filósofos piensan en concreto que la tecnología actual nos lleva a una situación cultural en la que la única forma de expresión de la libertad y de los valores e ideas más característicamente humanos es la que se pueda manifestar a través de las diversas formas de la
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El problema se está afrontando en los últimos años con diferente fortuna. En España la regulación legal de algunas de las actuales posibilidades de la tecnología biológica acaba de ser aprobada por el Parlamento. El proyecto de ley se ha apoyado en un informe previo elaborado en la legislatura anterior Palacios (comp.) (1987). 15 Doménech (1986)
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Wilbert Tapia Meza contracultura16. Este temor, presente en muchas reflexiones sobre la técnica, tiene sus raíces en una idea más profunda, pero equivocada, acerca del poder de la técnica y acerca de la naturaleza del conocimiento científico promovido por la innovación técnica. En efecto, está muy extendida la idea de que la técnica moderna es omnipotente, no tiene límites, de la misma manera que se piensa que el conocimiento científico es definitivo e infalible. Pero ambas ideas son completamente falsas17. En primer lugar los sistemas tecnológicos, como las propias teorías científicas en que se apoyan o que promueven, son sistemas en desarrollo, nunca están completos o, dicho de otra manera, nunca es posible controlar completamente todas las variables que intervienen en el sistema. En segundo lugar, gracias precisamente al desarrollo de los sistemas tecnológicos y del conocimiento científico, hemos aprendido que las consecuencias de una acción son múltiples y que la evaluación de una tecnología es una compleja cuestión que sólo a la luz de nuevos conocimientos y nuevos desarrollos tecnológicos podemos ir precisando poco a poco. A la postre toda tecnología mala termina revelándose como una mala tecnología y todo problema surgido como resultado de una tecnología se resuelve desarrollando una tecnología mejor. La lógica del desarrollo tecnológico impone de hecho una continua ampliación de la perspectiva, hasta el punto de que cada vez hay menos problemas tecnológicos limitados y, cada vez más, cualquier problema tecnológico tiene un carácter global. Estas exigencias internas del desarrollo tecnológico tienen también repercusiones culturales importantes. Sirven, por ejemplo, para promover investigaciones interdisciplinares o para relativizar y contextualizar los valores sociales, para rechazar los dogmas y los deberes morales absolutos, para desacreditar las decisiones irracionales y para prevenirnos de iniciar acciones con grandes repercusiones sociales sin dotarnos de sistemas de control y de seguimiento. Todo ello supone, en efecto, grandes transformaciones culturales, pero 16
Marcuse (1964)
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Quintanilla (1980)
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Filosofía y Tecnología de un tipo que no encuentro razones para que haya que considerarlas opuestas a la dignidad del hombre. Por el contrario, me parece que las demandas culturales así entendidas están en la misma línea del ideal de la libertad y la racionalidad inherente a la mejor tradición de la cultura occidental. Otro tanto puede decirse del tipo de conocimiento científico exigido por el desarrollo tecnológico. Es cierto que el valor fundamental del conocimiento técnico no es la verdad, sino la utilidad, y que en este sentido supeditar la ciencia a la técnica podría llevarnos a un estancamiento de la tradición científica culturalmente más apreciada18. Pero aunque la técnica no siempre necesita conocimientos profundos y precisos, cada vez necesita más de la ciencia, en todas sus dimensiones, como caldo de cultivo para la innovación. Si hubiera que resumir en una sola expresión el valor cultural de la técnica de nuestros días, habría que decir que ante todo la tecnología promueve todos los valores relacionados con la innovación racional. 4.
EL OCIO Y LA TÉCNICA Hasta ahora hemos hablado de tecnologías industriales, de la técnica como un factor de producción, como un medio de transformación de la realidad material y de construcción de artefactos, de entidades nuevas, de carácter también material. La técnica, pues, como algo perteneciente al ámbito del “negocio", de la producción material, cuya influencia sobre el ámbito de lo espiritual, de la creación desinteresada, de la cultura o del “ocio" se lleva a cabo a través de la promoción del conocimiento y de la renovación de los valores sociales. Pero una de las características de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación es precisamente su capacidad para subvertir incluso el sentido mismo de la distinción entre producción y cultura. Es éste un fenómeno que una filosofía de la técnica a la altura de nuestro tiempo no puede pasar por alto. De acuerdo con los teóricos de la revolución científico-
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Bunge (1983), Skolimowski (1970)
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Wilbert Tapia Meza técnica)19, una de las contribuciones más importantes de la moderna tecnología a la sociedad consiste precisamente en liberar tiempo de trabajo productivo y aumentar el tiempo de ocio20. En esa medida cabe suponer y esperar que la tecnología contribuya también al desarrollo y difusión de la cultura. Sin embargo, la cosa no para aquí. Lo que es específico de las nuevas tecnologías y en especial de las tecnologías de la información es, por una parte, que han invadido el ámbito del ocio y, por otra, que han hecho que el ocio sea productivo. Si se me permite el juego de palabras: la técnica ha transformado el negocio en ocio y el ocio en negocio. Esta subversión de las relaciones entre la producción y la cultura tiene sus precedentes también en la revolución industrial. Actividades típicamente culturales, no productivas, como la actividad de la imaginación estética, el diseño de modelos, la investigación científica, hace tiempo que se incorporaron a la producción. Y por otra parte el desarrollo de los instrumentos técnicos ha transformado algunas actividades productivas en actividades ociosas, en aficiones o hobbys. Pero hay a este respecto un cambio más profundo que sólo se ha materializado con la difusión de las tecnologías de la información. La información es, en cierto modo, un producto "espiritual", inmaterial; al menos en el sentido de que una misma información puede darse en soportes materiales diferentes. Hasta muy recientemente las tecnologías relacionadas con la información no tenían otro objeto que el de proporcionar diferentes soportes materiales para transmitir, almacenar o reproducir información. Naturalmente estas tecnologías "clásicas" ya comportan una influencia decisiva en 19
Richta (y otros) (1969), Gvishiani (1982)
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La idea se encuentra en los borradores de Marx (1972, pág. 229) quien veía en ello una contradicción insuperable del régimen capitalista de producción. En realidad, hay que decir que lo peculiar de la moderna tecnología es la magnitud y la intensidad de su contribución a la liberación de tiempo de trabajo necesario algo que. en un grado u otro, caracteriza, sin embargo, a todas las técnicas, como muy bien supo resaltar Ortega (1939)
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Filosofía y Tecnología la configuración de esa información a través de mecanismos como los expuestos en el apartado anterior: al abrir nuevas posibilidades expresivas y comunicativas promueven nuevos géneros, estilos y tipos de información. El cine, el videoclip, el cómic, son géneros de expresión artística promovidos por innovaciones técnicas,’ Sin embargo, las nuevas tecnologías de la información, basadas en la informática, hacen algo más. En primer lugar no se limitan a almacenar, transmitir o reproducir información. Además de todo eso procesan la información. En segundo lugar el procesamiento de la información permite al usuario de las tecnologías informáticas crear nuevos tipos de información. Por último, la tecnología informática genera nueva información. Estas afirmaciones pueden parecer exageradas, y requieren alguna precisión. Pensemos en la naturaleza de un programa de ordenador. Físicamente no es más que un conjunto de marcas magnéticas, eléctricas o físicas depositadas en un soporte adecuado (una cinta, un disco magnético u óptico o un circuito electrónico). Culturalmente es una entidad conceptual, concretamente un algoritmo, una "entidad" lingüística o matemática. Suele decirse, desde luego, que en cuanto objeto cultural un programa es siempre un producto de la mente humana, no del artefacto tecnológico al que se aplica. Lo cual es cierto. Pero hay algo más: en primer lugar, con los programas de ordenador se pueden realizar operaciones intelectuales que la mente humana por sí sola no puede hacer. Ningún humano es capaz de realizar en un tiempo adecuado todos los cálculos que se precisan para hacer predicciones meteorológicas a partir de los miles de datos proporcionados por el sistema mundial de observación atmosférica. Nadie había sido capaz, sin utilizar ordenadores, de demostrar el teorema matemático de los cuatro colores, y nadie había podido, antes de la aparición de los ordenadores, hacer el tipo de composiciones musicales o pictóricas que son posibles ahora. Podría decirse que ninguna de todas estas nuevas posibilidades es realmente extraordinaria: el ordenador sería simplemente un nuevo instrumento que, como el microscopio, amplia las capacidades humanas21, no las sustituye. Ya sería, sin embargo, 21
Bunge (1985, págs 227 ss.)
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Wilbert Tapia Meza suficientemente extraordinario que en este caso la ampliación de la capacidad humana se refiera directamente a la capacidad intelectual. Como en la producción de artefactos industriales, en los que cada vez vemos más la impronta de la máquina y menos la mano del hombre, con la tecnología informática empiezan a aparecer productos intelectuales sin rastros aparentes de la inteligencia humana. Pero es que además el propio proceso de aprendizaje de la programación y la tarea misma de modificar, alterar o producir programas nuevos, es reducible en principio a tareas de procesamiento de información: un programa generado por ordenador, lo mismo que un poema o un cuadro, son entidades culturales estrictamente nuevas, en cuyo origen estará desde luego la inteligencia humana, pero cuya configuración peculiar no se puede decir que sea un producto intencional del programador. Son en cierto modo productos creativos de la máquina22. De todos estos nuevos productos informáticos los más relevantes filosóficamente son los propios programas de ordenador23, esas ideas en forma de algoritmos capaces de 22
Podemos definir la creatividad de forma que, por definición, las máquinas no puedan ser creativas. Por ejemplo, si sólo consideramos creativa una tarea libremente emprendida por un sujeto. Las máquinas no pueden crear nada, en realidad no pueden hacer nada para lo que no estén programadas. Pero se puede programar una máquina para que cree cosas nuevas: las estructuras gráficas generadas por programas de ordenador basados en conjuntos de Mandelbrot se pueden vender como obras de arte. 23 En la actualidad la autoprogramación de ordenadores es más un postulado teórico que una realidad. En la práctica lo que resulta rentable es la programación de ordenadores asistida por ordenador. Pero no hay ningún impedimento lógico para que un ordenador pueda autoprogramarse. Para construir un programa de ordenador hay que hacer dos cosas fijar el objetivo del programa (lo que tiene que realizar) y escribir la secuencia de operaciones que conducirán a ese objetivo. La primera parte es característica de la actividad intencional, pero podemos programar un ordenador para que tome decisiones respecto a los objetivos que conviene perseguir en determinadas circunstancias. Y la segunda parte se reduce a un proceso de manipulación y ordenación de fórmulas, para el que ordenadores digitales están especialmente dotados. De hecho, la forma como un sistema experto de inteligencia artificial soluciona un problema nuevo constituye un ejemplo de autoprogramación ante una situación, el sistema “decide’' qué objetivo
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Filosofía y Tecnología revertir a su vez en el proceso productivo. La tecnología informática conlleva también una alteración radical de la forma de integrar la actividad intelectual o la cultura en el sistema productivo. La tecnología preinformática hizo posible la separación entre el trabajo físico y el trabajo intelectual y la incorporación de éste a la producción en las tareas de control, diseño de productos, de máquinas, etc. Lo nuevo con la tecnología informática es que estas tareas intelectuales se pueden incorporar a la propia actividad de las máquinas. Lo que diferencia a un robot de una máquina automática es que en el robot las funciones de control son independientes de la configuración mecánica y eso hace posible la realización de múltiples tareas en función de las exigencias del medio, es decir —se tome como se tome el sentido de esta expresión—, hace posible el comportamiento "inteligente" de las máquinas. En último término un robot no es nada más y nada menos que un dispositivo técnico que controla el uso de energía para transformar la realidad a través de una idea, es decir, de un programa. 5.
MITOS TECNOLÓGICOS Generalmente la tecnología actual genera tanto en el filósofo como en el hombre de la calle más desasosiego que complacencia. El desasosiego se trasluce vívidamente en algunos de los mitos tecnológicos de nuestra época, como el mito de las máquinas pensantes, o el de la rebelión de las máquinas, es decir, de los robots24. Una de las razones para propiciar la reflexión filosófica sobre la técnica es la necesidad de destruir los prejuicios irracionales que subyacen a estos mitos, entre otros la idea de que los patrones de la racionalidad tecnológica son incompatibles con los intereses humanos, la de que el poder de la tecnología es absoluto y la de que el desarrollo tecnológico conduce inevitablemente a la pérdida de la libertad y por lo tanto es intrínsecamente perverso.
es más conveniente perseguir y construye una secuencia de operaciones (un programa) para conseguirlo (Cuena. 1987). Desde luego, el sistema está programado para que haga programas, pero no por ello los programas que hace son menos originales 24 Quintanilla. 1986, pp 68-74
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Wilbert Tapia Meza El mito de las máquinas pensantes no consiste en suponer que pueda haber máquinas capaces de realizar tareas intelectuales características del pensamiento humano, sino en interpretar esa realidad como si ello significara la suplantación del pensamiento humano por el "pensamiento de las máquinas". Una de las consecuencias de este mito, paradójicamente, es que da pie a la reivindicación de formas de pensamiento irracional como únicas merecedoras del valor de lo humano: ya que las máquinas pueden pensar racionalmente, y hacerlo incluso mejor que nosotros, será que lo que realmente merece el calificativo de humano es solamente el pensamiento irracional. En realidad las máquinas piensan, si es que entendemos, como Turing en su famoso artículo25, que pensar es la condición para comportarse inteligentemente. Pero su capacidad para suplantar al pensamiento humano no es mayor que la capacidad del hombre para suplantar la realidad de la que se ocupa en sus pensamientos. Una máquina inteligente es un modelo de una parte de la inteligencia humana, y el comportamiento inteligente de una máquina es una simulación del comportamiento inteligente de algunos humanos. La respuesta afirmativa a la pregunta de Turing se basa en dos supuestos muy plausibles: 1) que todo proceso intelectual humano es susceptible de formalización; 2) que cualquier proceso adecuadamente formalizado se puede reproducir (simular) mediante un programa de ordenador. Gracias a eso precisamente es posible construir modelos de procesos intelectuales y simular esos procesos en un ordenador programable. Lo peculiar de estos modelos, sin embargo, es que, en la medida en que lo que nos interesa en un proceso intelectual son justamente sus aspectos formales (lo que nos interesa de una inferencia deductiva es que obtenga conclusiones verdaderas a partir de premisas verdaderas, no las reacciones químicas que se producen en las neuronas de quien la ejecuta), la simulación del proceso es equivalente a su realización. Pero sabemos que ningún modelo formal puede agotar (ni suplantar) la realidad y, más aún, que ningún sistema formal puede modelizar todos los aspectos formalizables del 25
Turing (1950)
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Filosofía y Tecnología pensamiento (teorema de incompletud de Godel). Así que las máquinas pueden pensar, pero no suplantar al pensamiento humano. Hay, sin embargo, una forma de facilitar las cosas para que al final parezca que es así: que los humanos dejemos en manos exclusivas de las máquinas el pensamiento racional y nos dediquemos tan sólo a cultivar la irracionalidad26. El mito de la rebelión de las máquinas es la versión actualizada del aprendiz de brujo y, como en este caso, tiene fácil solución: basta con vigilar las consecuencias de nuestras acciones para evitar que desencadenen procesos irreversibles que no podamos controlar. La peculiaridad del mito actual no se debe a la idea de que las máquinas o los robots puedan actuar por su cuenta, sino a la idea de que nos pueden llegar a dominar (podemos ser controlados por las máquinas, por la tecnología, no en el sentido de que nos impidan hacer lo que queramos, sino en el de que lleguen a determinar lo que queremos hacer: ¡el poder de la tecnología de la comunicación!)27. Se dan cita en este mito varios prejuicios atávicos: la existencia de poderes absolutos (que ahora atribuimos a la técnica y hace algunos siglos a la divinidad), la idea de que el desarrollo científicotécnico es autónomo e independiente de nuestra voluntad, o la idea de que toda transformación de la realidad es una violación de la naturaleza que merece su castigo. El mito tiene su adecuada versión sociológica y política para los tiempos que corren: la tecnología actual, que es hija del capitalismo, ha heredado la perversidad de su padre. 26
Weizenbaum (1976)
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Hay una versión biotecnológtca tanto del mito de las máquinas pensantes como del de la rebelión de los robots; el mito de los "replicantes", tan bien recogido en la película Blade Runner. heredero indirecto de Frankenstein y directo del Brave New World. El problema filosófico específico del mito de los replicantes es el de si individuos creados artificialmente, pero dotados de todas las propiedades características de lo humano, son verdaderamente humanos. Los creadores del mito se inclinan claramente a pensar que sí. Y yo creo que llevan razón. Otra cosa es que el objetivo tecnológico de crear individuos humanos con dotación genética completamente controlada sea factible y moralmente razonable. Respecto a esto último comparto la que parece ser opinión mayor nana en nuestros días: la ley que se acaba de aprobar por el Parlamento español prohíbe este tipo de investigaciones
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Wilbert Tapia Meza Es demasiado abigarrado el conjunto de supersticiones y prejuicios que se dan cita en este mito de nuestro tiempo como para poder despacharlos en cuatro líneas. Digamos tan sólo que, para empezar, se basan en unas cuantas ideas confusas y equivocadas acerca de la tecnología actual: 1) las tecnologías de la información nos permiten automatizar la toma de decisiones en muchos campos, pero gracias a ello podemos concentrar el ejercicio de nuestra libertad en otros muchos más importantes y determinantes para nuestra sociedad; 2) las tecnologías de que disponemos — y más aún seguramente las tecnologías de que dispondremos en el futuro— son extraordinariamente poderosas; sin embargo, la tecnología "total", la "hipermáquina” todopoderosa, es imposible28; 3) el desarrollo tecnológico responde a ciertas pautas peculiares de racionalidad práctica, pero depende de valoraciones y de actividades humanas, no es autónomo29; 4) la tecnología no es perversa, pero los usuarios, los inventores o los promotores de una tecnología sí pueden serlo, y para evitar que los perversos decidan el futuro tecnológico, lo mejor que podemos hacer los hombres buenos es procurar proveernos de mejores tecnologías que ellos; 5) aunque el capitalismo fuera intrínsecamente perverso, los hijos de los malhechores pueden ser buenas personas y la tecnología es necesaria para cualquier proyecto social que quiera tener posibilidades de éxito, sea socialista o anarquista. Lo que subyace a los mitos tecnológicos de nuestro tiempo, son, pues, generalmente prejuicios irracionales. El desarrollo de la filosofía de la técnica quizá pueda ayudar a entender mejor lo que nos está pasando y a descubrir que la tecnología es ante todo un motivo de esperanza, no de temor, para la humanidad. 6.
EL SENTIDO DE LAS TEORÍAS FILOSÓFICAS Hay muchas formas diferentes de entender las misiones y los métodos de la filosofía. El enfoque que aquí vamos a adoptar es clásico en la medida en que suponemos que los problemas
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Véase Cap V
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Véase Cap VI
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Filosofía y Tecnología filosóficos o los aspectos filosóficos de cualquier problema intelectual son los que como tales han sido reconocidos a lo largo de la tradición filosófica occidental. En síntesis: cómo es la realidad, cómo podemos conocerla y qué podemos (o debemos) hacer. Pero dentro de este amplio marco adoptamos una perspectiva naturalista y racionalista y entendemos, como en la tradición de la filosofía analítica, que la misión más importante de la reflexión filosófica es aclarar problemas conceptuales. El naturalismo consiste, dicho en pocas palabras, en considerar que todas las cosas reales están compuestas en último término de elementos que se dan en el mundo físico o natural 30. El racionalismo (compatible con el naturalismo), en suponer que no hay otra forma mejor de aumentar nuestro conocimiento de la realidad que no sea aplicar el método científico y promover el desarrollo de la ciencia. Desde esta perspectiva el hombre es parte del mundo natural y los valores que guían la acción del hombre son convenciones que asumimos o cambiamos en función de lo que consideramos valioso para nuestra existencia. Respecto a la tradición analítica, lo que aquí recogeremos de ella es el giro hacia una reflexión de segundo orden que el análisis filosófico supone, así como el uso de instrumentos precisos y formales cuando sean necesarios para el análisis conceptual31. Cuando hablamos de reflexión de segundo orden queremos decir lo siguiente: frente a algunas concepciones románticas o irracionalistas de la filosofía, según las cuales el filósofo accede al conocimiento de la realidad con métodos específicos (de forma que se suele hablar de un "acceso filosófico" a la realidad que permitiría supuestamente una comprensión más 30
Naturalismo en este sentido es sinónimo de materialismo. Se trata de categorías filosóficas de extraordinaria generalidad que, por eso mismo, no son susceptibles de definición precisa. A lo más que podemos aspirar es a caracterizarlas de forma suficiente. Véase Esquivel (comp.) (1982), Quintanilla (1981, págs. 139 ss., y 1982), Bunqe (1981)
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Muguerza (comp.) (1974). Ferrater Mora (1974). Quintanilla (1976)
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Wilbert Tapia Meza profunda y "auténtica" de ésta), aquí supondremos que la reflexión filosófica se instala sobre conocimientos previos de las ciencias o del sentido común. Concretamente, no habrá una teoría filosófica del mundo además de una teoría científica, sino aspectos filosóficos, es decir, generales, en el conocimiento científico del mundo, o supuestos implícitos en la estructura conceptual del sentido común (o del lenguaje ordinario, si se adopta una perspectiva lingüística, que, sin embargo, no siempre es la más adecuada) cuando se razona acerca de cuestiones humanas. La filosofía, pues, no pretende teorías alternativas frente a las de la ciencia o las del sentido común, sino reflexiones teóricas, aclaraciones conceptuales o propuestas interpretativas en continuidad con las de la ciencia, las teorías humanísticas o las ideas del sentido común. Así, la mayor parte de las reflexiones y teorías filosóficas serán de segundo orden: no acerca de los átomos como componentes de la materia, sino acerca de las teorías atomistas; no acerca del bien y de la obligación moral, sino acerca de los códigos morales. Incluso cuando el filósofo haga propuestas sustantivas sobre la estructura de la realidad o la obligación moral, su única justificación será la idoneidad de las mismas para aclarar problemas planteados en las teorías científicas o códigos morales. Por ejemplo, ninguna teoría científica se ocupa directamente de dilucidar el concepto de causalidad o determinación física, aunque muchas teorías den por supuestos estos conceptos y sea una tarea típica de la filosofía indagar en su sentido o aclarar su significado. O equivalentemente: ningún código jurídico o moral se ocupa explícitamente de aclarar las condiciones de consistencia de un sistema de normas, sino que dan por supuesto que deben ser consistentes, y es el filósofo, con ayuda de la lógica deóntica, quien se ocupa de aclarar la noción de consistencia o de racionalidad aplicada a un sistema de normas. La técnica, como la ciencia, es una parte importante de la actividad humana. La idea que presidirá nuestro enfoque de la filosofía de la técnica es paralela a la que está generalizada en el ámbito de la filosofía de la ciencia: aquí la reflexión filosófica es una reflexión de segundo orden sobre la realidad y de primer orden sobre el conocimiento científico de la realidad. La filosofía de la técnica es una reflexión de segundo orden sobre - 156 -
Filosofía y Tecnología la acción humana de transformación de la realidad y de primer orden sobre las representaciones y formulaciones — sistematizadas, elaboradas o ingenuas— que nos hacemos de esas acciones técnicas. El propósito es lograr una mayor comprensión intelectual del fenómeno de la técnica y una mayor profundidad en el análisis de los problemas filosóficos especialmente relevantes en la técnica. Además de objeto de reflexión filosófica, la técnica es también objeto de estudio científico por parte de múltiples ciencias sociales: la historia, la sociología, la psicología y la economía pueden ayudarnos a conocer mejor el fenómeno técnico, y una filosofía de la técnica debe tomar en consideración sus aportaciones. Pero conviene señalar las diferencias entre estudios científicos sobre la técnica y teorías filosóficas: el enfoque filosófico será teórico, conceptual, no empírico. Podremos proponer teorías generales acerca de la acción técnica, de la estructura de los sistemas tecnológicos, de los factores relevantes para su desarrollo o de la lógica de la evaluación de proyectos tecnológicos. Todo ello puede ser de utilidad a la economía, la sociología, la politología o la historia de la ciencia, pero no es nuestro propósito competir con ellas, sino aclarar los problemas de carácter ontológico, conceptual o valorativo que subyacen a la técnica y que, en sus aspectos generales o básicos, no son objeto específico de ninguna disciplina empírica. La perspectiva "metarreflexiva", o de reflexión de segundo orden, que asumimos en filosofía, conlleva una consecuencia que no siempre se toma suficientemente en consideración. Me refiero al componente valorativo que es inherente a la reflexión filosófica así entendida. De nuevo la filosofía de la ciencia nos puede servir como paradigma: el supuesto básico del que parte es que la ciencia es valiosa en su función de conocimiento racional de la realidad. Con otras palabras: la ciencia puede ser objeto de interés económico, cultural, estético, psicológico, etc.: para la filosofía es un objeto de interés epistémico, es decir, en tanto que forma de conocimiento objetivo de la realidad. La idea de conocimiento objetivo, de teoría verdadera, de capacidad explicativa de una teoría, de progreso científico en el conocimiento de la realidad, son ideas - 157 -
Wilbert Tapia Meza filosóficas, son ideas centrales para la filosofía de la ciencia. Y todas ellas conllevan una carga valorativa: al asumir un concepto de explicación científica el filósofo no sólo describe o interpreta las explicaciones de fenómenos naturales que proporcionan las teorías científicas, sino que además les asigna un valor epistémico. En este sentido la filosofía no es sólo analítica, sino además normativa o, si se prefiere, evaluativa. De hecho las tareas de la filosofía de la ciencia se podrían resumir así: análisis y evaluación de las teorías y métodos científicos desde el punto de vista de su función y su valor cognoscitivos32. ¿Cuál es la perspectiva equivalente en el caso de la filosofía de la técnica? A diferencia de las ciencias, que son sistemas de conocimientos, las técnicas son sistemas de acciones de determinado tipo que se caracterizan, desde luego, por estar basadas en el conocimiento, pero también por otros criterios, como el ejercerse sobre objetos y procesos concretos, y el guiarse por criterios pragmáticos de eficiencia, utilidad, etc. En este sentido la filosofía de la técnica es una reflexión de segundo orden sobre una clase de acciones humanas, y su problemática está a caballo de la filosofía práctica (filosofía de la acción, filosofía moral, etc.) y la teórica (epistemología, ontología). El supuesto normativo básico de la filosofía de la técnica es que las acciones técnicas son la forma más valiosa de intervenir o modificar la realidad para adaptarla a los deseos o necesidades humanos. La dilucidación de las nociones de transformación de la realidad, eficiencia técnica, racionalidad técnica, etc. conlleva compromisos valorativos respecto a qué consideramos una buena técnica o una buena tecnología, de forma semejante a cómo en filosofía de la ciencia nos obligamos a definir una buena teoría científica. De manera que podríamos decir que el objeto de la filosofía de la técnica es el análisis y evaluación de los sistemas técnicos y de las operaciones involucradas en su desarrollo desde el punto de vista de su función y su valor prácticos, es decir, de su función y su valor para controlar la realidad de acuerdo con los deseos humanos.
32
Quintanilla (1987. b)
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Filosofía y Tecnología 7.
TAREAS DE LA FILOSOFÍA DE LA TÉCNICA Así pues, la técnica de nuestros días, fruto de la revolución industrial, del capitalismo y de la investigación científica, es un dechado de problemas filosóficos y un banco de pruebas para medir la relevancia de las teorías filosóficas33. He aquí, a título de ejemplo, algunos de estos problemas: 1) Problemas ontológicos: estructura de la acción intencional, entidad de los artefactos, causalidad instrumental. 2) Problemas epistemológicos: el conocimiento operacional y su estructura (know how), la naturaleza de una invención, relaciones entre conocimiento científico y tecnológico, estructura de las teorías tecnológicas, la creación de diseños. 3)
Problemas valorativos: criterios de evaluación de tecnologías, los objetivos de la acción tecnológica, implicaciones morales, políticas, económicas y culturales del desarrollo tecnológico.
Se trata sólo de una lista de problemas abiertos. Pero es suficiente como ejemplificación de la tesis que estamos exponiendo: en la tecnología actual se plantean continuamente problemas que tienen un evidente interés filosófico, de acuerdo con las pautas tradicionales de lo que se considera que es el objeto de la reflexión filosófica. Podría incluso decirse algo más: apenas es posible imaginar alguna cuestión filosófica importante que podamos plantearnos en la actualidad sin toparnos con la relevancia de factores tecnológicos: en filosofía de la ciencia nos encontraremos con los condicionantes técnico-económicos del desarrollo científico; en ética, con el paradigma de la racionalidad instrumental que impone la tecnología como modelo de acción racional; en filosofía política, con las constricciones que la racionalidad tecnológica impone a la adopción de decisiones de interés colectivo; en 33
Bunge (1977)
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Wilbert Tapia Meza filosofía del arte, con las repercusiones que para el proceso creativo tienen las tecnologías de la comunicación y la información. Así pues, no es extraño el actual auge de la filosofía de la técnica. El fenómeno se inicia en torno a los años 30 de nuestro siglo. Seguramente la obra que más influencia ha tenido desde su publicación es la de Mumford (1934), de carácter histórico y sociocultural. Desde entonces la filosofía de la técnica ha seguido varios derroteros, predominando tres orientaciones: la histórico-sociológica (Ellul, 1954), la críticoética (Habermas, 1968) y la epistemológica (Laudan (ed.), 1984). En las últimas décadas se asiste al desarrollo de una serie de tradiciones académicas que confluyen de una forma u otra en el campo de la filosofía de la técnica, contribuyendo a configurar la situación actual. En primer lugar, la historia de la ciencia se va desplazando de los planteamientos internalistas clásicos hacia una mayor atención a los factores externos, sociológicos, económicos, etc. del desarrollo científico34. Esto ayuda a su vez a que los historiadores se preocupen cada vez más de la historia de la técnica, junto a la historia de la ciencia. Al mismo tiempo las repercusiones de la obra de Kuhn35 tanto en historia como en filosofía de la ciencia establecen un puente entre las dos comunidades académicas y una transferencia de problemáticas y de centros de interés36. La técnica empieza a ser así objeto de reflexión entre especialistas en filosofía de la ciencia, que, por otra parte, constituyen uno de los grupos de filósofos más pujantes en las últimas décadas. En los últimos años además se opera un gran trasvase e intercambio de enfoques entre lo que podríamos llamar el ámbito anglosajón de la filosofía contemporánea, heredera de la tradición analítica y, en cierto modo, del empirismo lógico, por una parte, y el ámbito continental, más vinculado a tradiciones filosóficas, 34
Lafuente y Saldaña (comps.) (1987) proporcionan una buena panorámica de las tendencias actuales en la historiografía de la ciencia 35 Kuhn (1962) 36
Cutting (1984)
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Filosofía y Tecnología como la fenomenología, la hermenéutica, la dialéctica, el existencialismo, donde los problemas antropológicos, sociales, políticos y éticos han producido también aproximaciones al fenómeno de la técnica contemporánea37. La situación actual se caracteriza por una amplia difusión de estudios, publicaciones, congresos e instituciones dedicados a la filosofía de la técnica. Pero al mismo tiempo, por una gran dispersión de enfoques y métodos y una gran indefinición del propio campo de investigación. Un indicio de ello es, por ejemplo, el hecho de que cualquier trabajo sobre la filosofía de la técnica (incluido el presente) se ve en la obligación de empezar delimitando el propio concepto de técnica o tecnología y proponiendo un esbozo del área de investigación en que se pretende ubicar. La distinción entre técnica y tecnología, el tema de las relaciones entre conocimiento científico y tecnológico, la cuestión de la evaluación de la tecnología siguen siendo problemas abiertos de carácter previo en cualquier contribución a la filosofía de la técnica. Nuestra intención es precisamente delinear un esbozo de filosofía sistemática de la técnica, desde una perspectiva que conecta, desde luego, con la tradición de la filosofía de la ciencia, tanto por las motivaciones profundas que guiarán nuestra reflexión, como por el tipo de métodos analíticos y de enfoques que adoptaremos. Esto no significa, sin embargo, que vayamos a considerar la técnica simplemente como ciencia aplicada y la filosofía de la técnica como una extensión de la filosofía de la ciencia. Se trata más bien de ensayar en filosofía de la técnica un tipo de enfoques que han resultado fructíferos en filosofía de la ciencia con el intento de articular en lo posible, de forma sistemática, este nuevo campo de investigación. Por lo demás, la filosofía de la técnica no es ni siquiera —como lo es la filosofía de la ciencia— una rama de la epistemología. En cierto modo se puede entender más bien como una rama de la filosofía moral, aunque mejor aún como un área especializada de la reflexión filosófica que abarca prácticamente todos los campos de ésta: la ontología, la 37
París (1973) es un ejemplo temprano de esta orientación en la filosofía española actual
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Wilbert Tapia Meza epistemología y la ética. Para el enfoque que aquí adoptamos existen precedentes notables que es preciso señalar. Entre los clásicos, por su claridad, su carácter precursor y su enfoque, al mismo tiempo global y ajustado a lo específico del tema, es obligado reivindicar la breve pero interesante obra de Ortega y Gasset. Su Meditación de la técnica (1939) debería seguir siendo hoy un motivo de inspiración para quien pretenda construir una teoría filosófica general de la técnica38. Y entre los autores actuales, la obra de Mario Bunge39 es, en mi opinión, el mejor punto de referencia para construir una filosofía de la técnica de carácter riguroso.
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Un ejemplo notable de esa inspiración son los ensayos de Laín Entralgo (1986) dedicados a este tema Sin embargo, la herencia intelectual de Ortega en este campo como en tantos otros, ha sido también adulterada por el escolasticismo. 39 Son muchos los escritos de Bunge dedicados a filosofía de la técnica Entre otros Bunge 1963. 1974, 1976. La exposición más sistemática y completa se encuentra en el último volumen (el 7 Bunge 1985, part II) publicado hasta el momento de su monumental Treatise en Basic Philnsophv (1974 1985)
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Filosofía y Tecnología
FILOSOFÍA DE LA TECNOLOGÍA
Eduardo García Palacios y otros (2001). Ciencia, tecnología y sociedad: una aproximación conceptual. Madrid: Organización de Estados Iberoamericanos, pp. 47-60
En el ámbito de la reflexión filosófica sobre la naturaleza de la tecnología se identifican tres grandes formas de abordar el pensamiento sobre la tecnología, según lo propone Mitcham (1989a). La primera de ellas, con manifestaciones desde el siglo XVII, denominada de carácter ingenieril, está representada por los trabajos de Ernst Kapp, Peter K. Engelmeier y Friedrich Dessauer, entre los más destacados. A ella le sigue otra gran tradición humanística, asociada a los nombres de Lewis Mumford, José Ortega y Gasset, Martin Heidegger y Jacques Ellul. Y, finalmente, nos encontramos viviendo una nueva etapa, caracterizada por una discusión histórico-filosófica sobre la cuestión ética y, en general, sobre la responsabilidad moral en la tecnología, que nosotros abordaremos a través de las actividades de la Asociación de Ingenieros Alemanes. Vamos a desarrollar con un poco más de detalle alguna de las reflexiones clásicas en filosofía de la tecnología, siguiendo básicamente a Carl Mitcham (1989a, 1994)…
1.
LA FILOSOFÍA INGENIERIL DE LA TECNOLOGÍA La filosofía ingenieril de la tecnología se caracteriza por su énfasis en el análisis de la estructura interna y la naturaleza de la tecnología. En ella la tecnología se acepta como algo dado, no cuestionable por una filosofía que se limita a analizarla y a extender sus exitosos modelos a otros ámbitos del pensamiento y de la acción.
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Wilbert Tapia Meza Una de las primeras figuras en la filosofía ingenieril de la tecnología es Ernst Kapp, quien divide su vida entre lo que hoy es Alemania (de donde es expulsado en 1849 acusado de sedición y adonde retorna después de la Guerra de Secesión Norteamericana) y Estados Unidos. Hegeliano de izquierda, intenta materializar en su primera gran obra, Geografía general comparada, de 1845, el pensamiento idealista de Hegel, insuflándole elementos de la nueva ciencia geográfica de Ritter, quien sostenía el influjo de la geografía en la formación del orden sociocultural. Líneas fundamentales de una filosofía de la técnica, de 1877, hará que sea considerado el acuñador de la expresión “filosofía de la técnica”, por ser el primer libro que lleva en su título tal expresión. A lo largo de sus páginas desarrolla un interesante análisis de los elementos de la cultura (técnica, arte, lenguaje, estado) como progresiva proyección de los órganos del cuerpo humano. En una sección de la fenomenología del espíritu, Hegel analiza la dinámica de lo que considera una de las relaciones sociales fundamentales: la que se produce entre el amo y el siervo. Según Hegel, el amo arriesgó en la lucha su ser físico y, por consiguiente, al vencer se transformó en amo. El siervo tuvo temor a la muerte y, en la derrota, con tal de salvar su vida física, aceptó la condición de siervo, se convirtió en un ser dependiente del amo. A partir de este momento, el amo utilizó al siervo, le hizo trabajar para él, limitándose a gozar de las cosas que el siervo le construía. En este tipo de relación se llevó a cabo un movimiento dialéctico, que acabaría por provocar una inversión de papeles. En efecto, el amo terminaría por convertirse en dependiente de las cosas, dejaría de ser independiente, porque ya no sabría hacer lo que hacía el siervo, mientras que éste, al hacer las cosas, acabaría por independizarse de ellas. Es decir, el siervo, a través de su trabajo técnico, alcanzaría su propia dignidad, independientemente de la opresión de otros seres humanos. Para Hegel, mediante esta tarea, el siervo era capaz de transformar el mundo, que de este modo era mucho menos noble que él mismo. Del trabajo del siervo surgió el deseo por el desarrollo tecnológico, el cual sería capaz de liberarle del entorno físico, lo que posibilitaría el nacimiento de la idea de una nueva sociedad libre e igualitaria. - 164 -
Filosofía y Tecnología Ernst Kapp recoge esta tesis de la reflexión hegeliana para formular su filosofía de la tecnología. Para Kapp, las herramientas y artefactos deben entenderse como diferentes clases de proyecciones de los órganos humanos. Es una idea presente ya en los escritos de Aristóteles; sin embargo, fue Kapp quien le dio una elaboración detallada y sistemática. Así, el ferrocarril se define como una externalización del sistema circulatorio, y el telégrafo como una extensión del sistema nervioso. Ahora bien, la filosofía de Kapp no se reduce a elaborar una analogía de los instrumentos y los órganos humanos, sino que uno de los puntos centrales de su filosofía es la aplicación de su teoría a diferentes formas de organización social, planteando, por ejemplo, que el Estado es una extensión de la vida mental. Ahora queda por resolver la cuestión de cómo fueron construidas las primitivas herramientas y utensilios y cómo lo son todavía hoy en alguna medida en los pueblos culturalmente más atrasados. Para responder, debemos esclarecer brevemente algunas cuestiones terminológicas. La palabra griega “órganon” mentaba en primer lugar un miembro corporal, a continuación, su imagen, el instrumento, y luego incluso el material, el árbol o madera con que había sido fabricado. El idioma alemán gusta intercambiar, aunque sólo en su uso fisiológico, las expresiones órgano e instrumento, sin establecer diferencia alguna entre órgano de la respiración e instrumento de la respiración, por ejemplo, mientras que en el terreno de lo mecánico habla únicamente de instrumentos. No cabe una distinción precisa entre el órgano de la fisiología y el instrumento de la técnica. Del mismo modo que en la división interna del cuerpo denominamos órganos a aquellas formaciones que se ocupan de proporcionarle nutrición y sustento, y asimismo a aquellos sentidos que median como umbrales entre el exterior y el interior en la percepción de las cosas, corresponde también la denominación de órganos a la estructura externa, a las extremidades (Kapp, 1877, p. 111). - 165 -
Wilbert Tapia Meza Otro de los precursores de la filosofía ingenieril de la tecnología es Peter K. Engelmeier. Engelmeier utiliza el término “filosofía de la tecnología” por primera vez en 1894, en un artículo publicado en un periódico alemán, en el que exige una reflexión general sistemática y una aplicación social de la actitud ingenieril hacia el mundo (Mitcham, 1994, p. 26). Según Engelmeier, los tecnólogos y los ingenieros piensan que su meta es elaborar productos tecnológicos útiles. Sin embargo, ésta es sólo una parte de su tarea profesional, puesto que tecnólogos e ingenieros forman parte de los puestos más altos dentro del estatus social, convirtiéndose incluso en hombres de poder. Esta extensión de las funciones y de la influencia de los ingenieros y técnicos en la vida social, según Engelmeier, no sólo puede considerarse positiva, sino que es una consecuencia del enorme crecimiento económico de la sociedad moderna y es una buena señal para el futuro de las sociedades. Se plantea entonces la cuestión de si los técnicos e ingenieros modernos están preparados para responder a esas nuevas demandas. Únicamente tras haber comprendido las interacciones que se dan entre la tecnología y la sociedad, se podrá responder a esta cuestión. Por tal motivo, sostiene dicho autor, es necesario investigar lo que representa la tecnología, cuáles son sus metas, qué clase de métodos utiliza, cuáles son las áreas vecinas dentro de la actividad humana que rodean a la tecnología, cuáles son sus relaciones con la ciencia, el arte, la ética, etc. En este sentido, Engelmeier apuesta por un trabajo interdisciplinar, en el que técnicos, ingenieros y filósofos trabajen en estrecha colaboración con el objetivo de clarificar el concepto de tecnología, de forma que se pueda evitar que lo que escriban los pensadores carezca de rigor técnico, y que lo que escriban los ingenieros no tenga el suficiente rigor analítico. Los tecnólogos generalmente creen que han cumplido su cometido social cuando han elaborado productos buenos y baratos. Pero esa es sólo una parte de su tarea profesional. Los tecnólogos bien preparados de hoy no se encuentran solamente en las fábricas. Las - 166 -
Filosofía y Tecnología carreteras, los medios de transporte, la administración económica, la urbana, etc., están ya bajo la dirección de ingenieros. Nuestros colegas profesionales están accediendo a lo más alto de la escala social; incluso el ingeniero se convierte ocasionalmente en hombre de Estado. Sin embargo, el tecnólogo tiene que permanecer siempre como tecnólogo [...]. Esta ampliación de la profesión técnica parece ser no sólo bienvenida, sino que es consecuencia necesaria del enorme crecimiento económico de la sociedad moderna y es buena señal de su futura evolución. La pregunta surge en torno a si el tecnólogo moderno está preparado para responder a las nuevas demandas. Tal pregunta parece difícil que pueda ser respondida afirmativamente, porque no sólo incluye el manejo de nuestra especialización en el sentido de tecnología práctica, sino también alude a una visión de gran alcance: las interacciones entre tecnología y sociedad (Engelmeier, “Allgemeine fragen der technick”, Dinglers Polytechnisches Journal, 311, núm. 2, 14 enero 1899, p. 21; citado por Mitcham, 1989a, pp. 32-33). Engelmeier construye así un sistema filosófico en el que tanto los aspectos sociales de la tecnología como las cuestiones analíticas son elementos fundamentales en la definición de la tecnología, la máquina, la creatividad tecnológica, la invención, etc. En un documento de 1911: “La filosofía de la tecnología”, Engelmeier comienza con una descripción de lo que denomina el “imperio de la tecnología”. Así, con la creación de la Asociación Universal de Ingenieros en la Unión Soviética en 1917, Engelmeier comienza a defender lo que en Estados Unidos se había convertido en el movimiento tecnocrático: la idea de que los negocios y la sociedad deberían transformarse y gestionarse de acuerdo con los principios tecnológicos (Mitcham, 1994, p. 28). En definitiva, Engelmeier se propuso como objetivo defender la necesidad de desarrollar un programa filosófico que abordase - 167 -
Wilbert Tapia Meza la tarea de definir el concepto de tecnología, los principios de la tecnología contemporánea, en el que se analizase la tecnología como un fenómeno biológico y antropológico. Este programa filosófico estaba también preocupado por analizar el papel de la tecnología en la historia de la cultura, las relaciones entre la tecnología y la cultura, la tecnología y la ética, y la tecnología frente a otros factores sociales. Otra de las principales figuras en el ámbito de la filosofía ingenieril de la tecnología es Friedrich Dessauer. Dessauer fue doctor en filosofía natural, en medicina, en ingeniería y en teología. De ahí que se trate de un autor que conocía tanto la tecnología desde dentro (por su condición de ingeniero y de médico), como desde fuera (por ser filósofo y teólogo). Por este motivo, Dessauer propuso una filosofía de la tecnología de índole ecuménica. De hecho, aunque defendía la filosofía con todo el vigor que poseía, siempre estaba abierto al diálogo con aquellas personas no tan favorables a la tecnología, como los existencialistas, algunos teóricos sociales y teólogos. Como señala Mitcham (1994), se puede resumir la filosofía de la tecnología de Dessauer a través de la comparación de su obra con la de los filósofos de la ciencia, quienes se ocupaban de analizar la metodología del conocimiento científico o discutían las implicaciones de determinadas teorías para la antropología y la cosmología. Según Dessauer, ambos enfoques estaban equivocados al no reconocer el poder del conocimiento técnico, que se había convertido en el mundo moderno en una nueva forma de existir para los seres humanos. Los filósofos de profesión se citaron unos a otros, pero casi nunca a los autores procedentes de la técnica. Tampoco pidieron a los técnicos instrucción, información u opinión. El tema les tuvo que permanecer ajeno, y, por tanto, nacieron necesariamente errores y toscas simplificaciones (Dessauer, 1956, 373). En 1926 publicó su libro Philosophie der Technik, que tuvo una gran difusión hasta que fue prohibido por el régimen
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Filosofía y Tecnología nacionalsocialista. En 1956 edita un nuevo libro, Streit um die Technik (Discusión sobre la Técnica). No obstante, en el prólogo del mismo señala que, en realidad, se trata de una reedición del libro de 1926. Este libro se presenta como una defensa de la técnica en un momento en el que se multiplican los ataques contra ella. El objetivo fundamental de Dessauer era ofrecer un análisis kantiano de las precondiciones transcendentales del poder tecnológico, así como reflexionar sobre las implicaciones éticas de su aplicación. Dessauer defendía que había que añadir una cuarta a las tres críticas kantianas del conocimiento, de la moral y de la estética: la crítica de la producción tecnológica (Mitcham, 1989a, p. 46). En la Crítica de la razón pura, Kant trataba de buscar las condiciones del conocimiento, y defendía que éste está necesariamente limitado al mundo de los sentidos, al mundo de los fenómenos, de forma que el conocimiento nunca puede llegar a conocer a las cosas-en-símismas. La Crítica de la razón práctica y la Crítica del juicio mantienen la existencia de una realidad transcendental de los fenómenos como una precondición para el ejercicio del deber moral y del sentido de la belleza. Tomando como marco de referencia estas tesis kantianas, Dessauer defiende que la producción, en especial bajo la forma de la invención tecnológica, proporciona un contacto positivo con las cosas-ensí-mismas. La esencia de la tecnología no se encuentra ni en la manufactura industrial (que simplemente da lugar a la producción en masa de artefactos) ni en los productos (que sólo son consumidos por los usuarios), sino en el acto de creación o producción tecnológica (Mitcham, 1994, p. 31). Dessauer identifica la inspiración creativa del técnico y la del artista con el objetivo de relacionar la ingeniería con las humanidades. Para Dessauer, la primera característica de los objetos técnicos es su vinculación con las leyes naturales. Un microscopio, un avión, etc., funcionan siempre de manera causal y mediante un proceso que se basa en las leyes de la naturaleza. Hay una armonía entre la creación tecnológica y las leyes de la naturaleza. Ahora bien, según Dessauer, la naturaleza y los propósitos humanos son condiciones necesarias pero no - 169 -
Wilbert Tapia Meza suficientes para la existencia de la tecnología. A diferencia de los procesos naturales, en la producción técnica la finalidad está marcada por la imagen del objeto imaginada por su creador humano. En este sentido, el trabajo interior del técnico pone al inventor en contacto con una cuarta realidad, la de las soluciones preestablecidas para los problemas técnicos. Para Dessauer está claro que lo que no existe no puede ser hallado. Los inventos técnicos son, pues, realizaciones de las potencialidades o de los entes posibles, no creaciones de la nada absoluta. Por tal motivo, el trabajo interior del ingeniero implica el contacto con las cosas-en-sí-mismas transcendentales de los objetos técnicos. Para Dessauer, en el proceso de invención de un artefacto hay dos hechos fundamentales: que la invención, como artefacto, no es algo que se encuentre previamente en el mundo de la apariencia, y que cuando ésta hace su aparición a través de la labor del ingeniero, el aparato realmente funciona. Por tanto, la invención como tal no es sólo un sueño, sino que surge a partir de un encuentro cognitivo con la esfera de las soluciones preestablecidas a los problemas técnicos. El hombre, como ser que no acaba en la naturaleza, construye su medio ambiente, su esfera de percepción y de actuación por sí mismo. La naturaleza virgen ofrece al cuerpo humano lo mismo que a los animales, pero el hombre amplía sin cesar su medio ambiente en “percepción” y en “acción”, construyendo todo aquello que corresponde a las facultades y necesidades de su alma, y que designamos con el término general de civilización. Civilización es lo que está más allá de la naturaleza, superando lo físico, lo vegetal y lo animal, y que procede del cuidado humano (Dessauer, 1956, p.185). 2.
LA FILOSOFÍA DE LA TECNOLOGÍA HUMANISTA Al contrario que la tradición ingenieril en filosofía de la tecnología, la filosofía humanista de la tecnología presta una mayor atención a las relaciones externas de la tecnología con el mundo social, político, etc. La tecnología no es el modelo a - 170 -
Filosofía y Tecnología imitar sino el tema para una reflexión de índole más externa, crítica e interpretativa. El análisis filosófico de Lewis Mumford se enmarca dentro de la tradición naturalista romántica norteamericana, que se extiende desde Ralph Aldo Emerson hasta John Dewey. Esta tradición es mundana en cuanto se preocupa por la ecología ambiental, la armonía de la vida urbana, la preservación de la naturaleza y la sensibilidad hacia las formas orgánicas. Y es romántica porque defiende que la naturaleza material no es el punto final de la explicación de la actividad orgánica, al menos en su forma humana. Para estos autores la base de la acción humana es la mente y la aspiración de autorrealización creativa (Mitcham, 1994, p. 40). En 1930 Mumford publicó un breve artículo donde defendía que las máquinas deberían ser analizadas en términos de sus orígenes psicológicos y prácticos, y evaluadas tanto en función de su validez ética y estética como tecnológica (Mitcham, 1989a, p. 53). En 1934 se edita su libro clásico, Técnica y civilización, donde trata de realizar un recorrido por los cambios que la máquina ha introducido en las formas de la civilización occidental, y de explicar los orígenes psicológicos y culturales de la tecnología. Según Mumford, el desarrollo de la máquina se ha producido en tres oleadas sucesivas, que van desde los primeros aparatos que se servían del viento y el agua (fase eotécnica), pasando por las máquinas que empleaban el carbón y el acero entre 1750 y 1900 (fase paleotécnica), para terminar con las eléctricas, compuestas de diferentes aleaciones metálicas a partir de 1900 (fase neotécnica). Mumford piensa que las máquinas imponen una serie de limitaciones a los hombres fruto de los accidentes que han acompañado su evolución, que surgen del rechazo de lo orgánico y de lo vivo. Por tanto, si la máquina es una proyección de los órganos humanos, como defienden algunos filósofos en la tradición ingenieril, lo es sólo entendida como limitación. En su obra El mito de la máquina, Mumford tiene como objetivo explicar las fuerzas que han determinado la tecnología desde - 171 -
Wilbert Tapia Meza los tiempos prehistóricos, y como éstas han configurado al hombre moderno. Mumford no se limita a un análisis de la sociedad moderna, sino que va a los orígenes de la cultura humana. Así, por ejemplo, rechaza la idea del progreso humano como consecuencia del control de herramientas y el dominio de la naturaleza. Demuestra cómo las herramientas, en sí mismas, no pueden desarrollarse al margen del lenguaje, la cultura y la organización social. Para Mumford, el hombre ha de considerarse no homo faber sino homo sapiens. La base de la humanidad no es la manipulación sino el pensamiento, no son los instrumentos sino las mentes. Es decir, para Mumford la esencia de la humanidad no es la manipulación sino la interpretación y el pensamiento. No podemos comprender el papel que las técnicas han jugado en el desarrollo humano sin una visión más profunda de la naturaleza histórica del hombre. Con todo, esta visión ha estado empañada durante el último siglo, condicionada por un ambiente social en el que ha proliferado un gran número de nuevas invenciones mecánicas, suprimiendo los procesos e instituciones antiguas, y modificando la concepción tradicional tanto de las limitaciones humanas como de las posibilidades técnicas (Mumford, 1967, p. 4). La tecnología no puede ser vista como la principal vía de avance de la humanidad. Los avances técnicos son importantes porque permiten al hombre utilizar y desarrollar toda su capacidad, pero tienen una menor importancia en tanto que instrumentos que facilitan, por ejemplo, el control de la naturaleza. La creación de la cultura simbólica a través del lenguaje es incomparablemente más importante para el desarrollo humano que la invención de cualquier instrumento. En este proceso de autodescubrimiento y autotransformación, las herramientas son útiles como instrumentos auxiliares en sentido estricto, pero no pueden ser consideradas como el agente principal del progreso humano; las técnicas, hasta nuestra época, nunca han estado separadas de la cultura en la que el - 172 -
Filosofía y Tecnología hombre, como hombre, se ha movido siempre. El término griego ‘téchne’ no distinguía entre la producción industrial y la creación artística y simbólica; y durante la mayor parte de la historia humana ambos aspectos fueron inseparables (Mumford, 1967, p. 9). A partir de estas consideraciones, Mumford clasifica las tecnologías en dos grandes grupos: las politécnicas y las monotécnicas. Las poli o biotecnologías son las formas básicas de manipulación; en un principio, según Mumford, las tecnologías estaban orientadas a la vida, manteniendo una estrecha relación con la cultura. Sin embargo, las monotecnologías o tecnologías autoritarias que se basan en el conocimiento científico, se centran en la expansión económica, en la superioridad militar, etc., y producen eventualmente la destrucción de la cultura y de la vida humana. El resultado es que las tecnologías monotécnicas, basadas en la inteligencia científica y en la producción cuantitativa orientadas fundamentalmente a la expansión económica, la satisfacción material y la superioridad militar, han ocupado el lugar de las tecnologías politécnicas, cimentadas sobre todo, como en la agricultura, en las necesidades, aptitudes e intereses de los seres vivos (Mumford, 1970, p. 155). El principal ejemplo de monotecnología es, sin duda alguna, la tecnología moderna. Sin embargo, Mumford defiende que ésta no surge durante la Revolución Industrial, sino que hay que remontarse muchos años atrás. Sus orígenes se encuentran en lo que Mumford define como la “megamáquina”: el desarrollo de una organización social rígida y jerárquica. Los primeros ejemplos de megamáquinas los encontramos en los grandes ejércitos de la antigüedad o en los grupos de trabajadores de las pirámides de Egipto o de la Gran Muralla de China. Por supuesto, la megamáquina puede ofrecer importantes beneficios, pero siempre al coste de deshumanizar y limitar las aspiraciones y deseos de los seres humanos. Con la llegada de la Revolución Industrial, la megamáquina se hizo algo cotidiano. La consecuencia fue el mito de la máquina, o la - 173 -
Wilbert Tapia Meza noción de que la megatecnología es necesaria y siempre beneficiosa (véase Mumford, 1970, cap. 10). Otro autor destacado de esta tradición es José Ortega y Gasset. Ortega integra sus estudios de la técnica dentro de la corriente que él mismo definía como “raciovitalismo”, que, como programa de investigación ontológica, nos permite acceder a un marco de interpretación en el que los caracteres esenciales del fenómeno estudiado —en este caso la técnica— se ponen de manifiesto a través de su vinculación con la vida humana. El objetivo de Ortega es una investigación de índole “trascendental” que busca establecer los rasgos de la técnica desde un a priori racio vital: el hombre es un ser técnico, y de lo que se trata es de averiguar por qué lo es, atendiendo para ello no a condiciones empíricas sino “histórico-vitales” (Martín Serrano, 1989, p.119). A través de este programa de investigación Ortega elabora una perspectiva ontológica sobre la técnica, que complementa otros puntos de vista desde los cuales dicho fenómeno puede ser considerado. Esta visión ontológica es, sin duda, pionera como modelo de indagación que, junto a ideas de Heidegger en torno a este mismo tema, ha de ser tomado como punto de referencia ineludible de toda especulación sobre el sentido de la técnica y su papel en la vida humana. Ortega concibe la técnica como una serie de actos específicos del hombre realizados con el objetivo de satisfacer sus necesidades, modificando o reformando la naturaleza, y haciendo que haya en ella algo que no había. La técnica es vista como una adaptación del sujeto al medio. Ortega basa su filosofía de la tecnología en la idea de que la vida humana está íntimamente relacionada con las circunstancias. Ahora bien, no se trata de una relación pasiva, sino de una respuesta activa: el hombre crea esas mismas circunstancias. Como señala Mitcham (1994, p. 46), en este proceso de creatividad hay dos etapas. La primera es la imaginación creativa de un proyecto del mundo que el ser humano desea conseguir, y la segunda es la realización material de este proyecto. Ahora bien, una vez que la persona ha imaginado y - 174 -
Filosofía y Tecnología desarrollado creativamente cuál es su proyecto, hay ciertos requisitos técnicos necesarios para su realización. En función de esta tesis, Ortega defiende que hay tantas clases de técnicas como proyectos humanos. Ortega define a los seres humanos como homo faber. No obstante, hay que precisar que aquí faber no se reduce a la fabricación material, sino que incluye también la creatividad espiritual. Ortega divide la historia de la técnica en tres etapas: las técnicas del azar, las técnicas del artesano, y las técnicas de los ingenieros. El modo en el que uno descubre los medios que considera oportunos para la realización de su proyecto personal se presenta como el elemento diferenciador entre estos tres tipos de técnicas. Así, en la primera etapa Ortega defiende que el azar es el técnico, puesto que es el que proporciona el invento. En ella los actos técnicos casi no se diferencian del conjunto de los actos naturales; para el primitivo hacer fuego es prácticamente lo mismo que andar, nadar, golpear, etc. En la segunda etapa, el repertorio de los actos técnicos se ha desarrollado considerablemente, por lo que es preciso que ciertos hombres se encarguen de ellos y les dediquen su vida: los artesanos. Únicamente en la tercera etapa, con el establecimiento del modo analítico asociado al nacimiento de la ciencia moderna, es cuando surge la técnica o tecnología del ingeniero, y es precisamente en ese momento cuando se puede hablar propiamente de tecnología. A mi entender, un principio radical para periodizar la evolución de la técnica es atender la relación misma entre el hombre y su técnica o, dicho en otro giro, a la idea que el hombre ha ido teniendo de su técnica, no de ésta o aquella determinadas, sino de la función técnica en general [...]. Partiendo de este principio podemos distinguir tres enormes estadios en la evolución de la técnica: a) La técnica del azar. b) La técnica del artesano. - 175 -
Wilbert Tapia Meza c) La técnica del técnico. La técnica que llamo del azar, porque el azar es en ella el técnico, el que proporciona el invento, es la técnica primitiva del hombre pre y proto-histórico y del actual salvaje [...]. Pasemos al segundo estado: la técnica del artesano. Es la técnica de la vieja Grecia, es la técnica de la Roma pre-imperial y de la Edad Media [...]. Ya hemos señalado algunos de los caracteres del tercer estadio. A éste le hemos denominado “la técnica del técnico”. El hombre adquiere la conciencia suficientemente clara de que posee una cierta capacidad por completo distinta de las rígidas, inmutables, que integran su porción natural o animal. Ve que la técnica no es un azar, como en el estadio primitivo, ni un cierto tipo dado y limitado del hombre — el artesano— (Ortega y Gasset, 1982, pp. 75 y ss.). La aparición de la tecnología en la tercera etapa lleva inevitablemente, según Ortega, al desvanecimiento de la facultad imaginativa. En la antigüedad, las personas eran totalmente conscientes de las cosas que eran capaces de hacer, de sus limitaciones y restricciones. Así, después de haber imaginado un determinado proyecto, una persona debía pasar varios años intentando resolver, por ejemplo, los problemas técnicos necesarios para la realización del proyecto. En la actualidad, siguiendo a Ortega, las ilimitadas posibilidades que la tecnología abre ante nosotros y la facilidad de su realización, anula el desafío de los proyectos humanos y apaga el brillo de la voluntad individual (Mitcham, 1994, p. 48). Otro tratamiento filosófico clásico en la tradición humanística es el que realiza el filósofo alemán Martin Heidegger. Heidegger se propone una reflexión sobre la tecnología en un sentido general, con el objetivo de alcanzar un marco comprensivo acerca de la tecnología moderna. Como Ortega, Heidegger aborda el tema de la tecnología desde la - 176 -
Filosofía y Tecnología perspectiva de la ontología. Heidegger plantea la reflexión sobre la tecnología en estrecha relación con la cuestión del ser. Heidegger piensa, incluso, que la reflexión sobre la tecnología puede ayudar a comprender la cuestión fundamental del ser. Heidegger reflexiona sobre la tecnología en diferentes obras, pero sobre todo en la que lleva por título La Pregunta por la técnica (1954). En ella, Heidegger plantea la cuestión: ¿qué es la técnica? Dos son las respuestas comunes: la técnica es un medio para ciertos fines, y la técnica es un obrar del hombre. Heidegger afirma que, si bien estas definiciones son correctas, no dan cuenta de lo más característico de la técnica. Estas definiciones no muestran la esencia de la técnica y, precisamente, a él le interesa la pregunta por la esencia de lo que es la tecnología. La tecnología es un desocultar, un sacar a la luz, un producir con características particulares. La tecnología es una clase de revelación que transforma y desafía la naturaleza para generar una clase de energía que puede ser almacenada de forma independiente y ser transmitida posteriormente. Esto no sucedía con la técnica antigua. Por ejemplo, las aspas del molino de viento estaban abandonadas al movimiento de éste y desarrollaban un trabajo pero no abrían las energías de la corriente de aire para almacenarlas. El trabajo del campesino no provocaba al campo, sino que más bien lo cultivaba y lo cuidaba, esperando que creciese el trigo y produjese el grano. Según Heidegger, hoy día se provoca al aire para que proporcione nitrógeno; el cultivo del campo se ha convertido en industria alimenticia; el suelo es provocado para que suministre mineral, por ejemplo uranio; y éste es provocado, a su vez, para que proporcione energía atómica, que puede ser usada para la destrucción o para utilidad y fines pacíficos. Es decir, en la técnica moderna se da un constante solicitar, un provocar. La tecnología moderna desafía a la naturaleza. Mientras que el molino de viento se mantiene en una estrecha y respetuosa relación con el medio ambiente (por ejemplo, depende de la tierra de un modo que la tecnología moderna no necesita; los molinos sólo trasmiten la energía a través del movimiento, de forma que si el viento no sopla no se puede hacer nada), la central eléctrica rara vez se ajusta o - 177 -
Wilbert Tapia Meza complementa a la naturaleza (no sólo contamina el medio ambiente sino que su localización viene determinada por las necesidades urbanas y no por las características del paisaje, como en el caso de los molinos tradicionales). Además, las tecnologías modernas tienen una forma interna que es rehén de cálculos estructurales, de forma que exhiben siempre el mismo carácter sea cual sea el lugar donde se instalen, al margen de las características del paisaje. Un último autor que vamos a mencionar brevemente en esta tradición es el filósofo francés Jacques Ellul. Para Ellul la tecnología es el fenómeno más importante del mundo moderno. Así, defiende que el capital ya no es el motor de la sociedad tal y como sucedía en el pasado; ahora es la tecnología la fuerza motriz de la sociedad, que define como la totalidad de los métodos a los que la racionalidad ha llegado y la eficacia absoluta en todos los campos de la actividad humana. El objetivo de Ellul en su obra clásica de 1954, La Technique, es estudiar la tecnología del mismo modo que Marx estudió el capitalismo un siglo antes. Ellul distingue entre lo que denomina las operaciones tecnológicas y el fenómeno tecnológico. Las operaciones tecnológicas son múltiples, tradicionales y determinadas por los aspectos contextuales. El fenómeno tecnológico (o la tecnología) es único y define el marco que determina el modo exclusivo de hacer y utilizar los artefactos, de forma que éstos sean capaces de dominar otras formas de la actividad humana. La distinción entre operaciones tecnológicas y fenómeno tecnológico es similar a la distinción mumfordiana entre las tecnologías biotécnicas y las monotécnicas. Del mismo modo, recoge la clasificación de Ortega en la medida en que las tecnologías del azar y las tecnologías del artesano son, en cierto modo, operaciones tecnológicas. 3.
DISCUSIÓN HISTÓRICO FILOSÓFICA SOBRE LA CUESTIÓN ETICA. EL COMITÉ “HUMANIDAD Y TECNOLOGÍA” DE LA ASOCIACIÓN DE INGENIEROS ALEMANES
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Filosofía y Tecnología Uno de los intentos más fructíferos para superar la dicotomía entre la tradición ingenieril y la tradición humanista en la filosofía de la tecnología se halla en la apuesta de la Asociación de Ingenieros Alemanes (Verein Deutscher Ingenieure: VDI). La Asociación de Ingenieros Alemanes se fundó en el año 1856, jugando desde sus inicios un papel protagonista en la articulación y promoción de la filosofía de la tecnología en Alemania. El objetivo de la VDI ha sido poner fin a la demonización de la tecnología, y por ese motivo ha tratado de recuperar y promover el prestigio de la tecnología. Así, por ejemplo, en 1909 creó un boletín informativo, que después de varios títulos se denominó Técnica y Cultura. Dicho boletín nació con la tarea de reflexionar acerca de la dimensión cultural de la tecnología. La VDI dejó de publicar el boletín durante el régimen nacionalsocialista, después de que éste tratase en vano de aproximar a la asociación a sus puntos de vista. Después de la II Guerra Mundial, la tradición ingenieril de la filosofía de la tecnología experimentó un importante crecimiento, debido en gran parte al sentimiento de responsabilidad por el papel que los ingenieros habían jugado durante la guerra. Como resume el ingeniero Albert Speer en su memoria Dentro del Tercer Reich: Deslumbrado con las posibilidades de la tecnología, dediqué mis años más importantes a servirla. Pero al final mis sentimientos sobre la tecnología son muy escépticos (Speer 1970, p. 619, citado por Mitcham, 1994, p. 66). Para abordar el tema de la responsabilidad de los ingenieros, los miembros de la Asociación de Ingenieros Alemanes empezaron a reunirse de manera sistemática, de forma que en 1947 se reinstituyó la Asociación con una conferencia inaugural en la que se abordaba el tema de los aspectos éticos y culturales de la tecnología. Durante la década de los 50, ingenieros y filósofos alemanes se reunieron con el fin de analizar los desafíos que la II Guerra Mundial había impuesto a - 179 -
Wilbert Tapia Meza los primeros, para discutir sobre los posibles desarrollos futuros de la tecnología. Entre los temas abordados en estas reuniones destacan, por ejemplo, la responsabilidad de los ingenieros, el ser humano y el trabajo en la era tecnológica, el cambio de la humanidad como consecuencia de la tecnología, y el ser humano en el ámbito de la tecnología. En 1950, casi cien años después de su fundación, la Asociación creó el comité “Hombre y Técnica”, que nacía con la tarea de analizar el papel del ingeniero en su profesión y en la sociedad en general. Este comité se dividió en varios subcomités: “Pedagogía y Tecnología”, “Religión y Tecnología”, “Lenguaje y Tecnología”, “Sociología y Tecnología” y, finalmente, “Filosofía y Tecnología”. Filósofos de la tecnología alemana de reconocido prestigio, como Hans Lenk, Simon Moser, Friedrich Rapp, Günter Ropohl, etc., participaron intensamente desde las primeras sesiones en estos subcomités (Mitcham, 1994, pp. 66-67). Gracias al debate estimulado por la VDI, Lenk, Moser, Rapp, Rophl, etc., desarrollaron un nuevo enfoque dentro de la filosofía de la tecnología. Para estos autores, la tarea de la filosofía de la tecnología era la de desarrollar un análisis sistemático de las actividades tecnológicas, que hiciese posible la aproximación de los políticos y del público al trabajo de los ingenieros a través de la explicación de este tipo de quehacer. La filosofía de la tecnología debía proponer también medidas éticas para la evaluación de la propia tecnología. En definitiva, como señala I. Hronzsky, la filosofía de la tecnología debía conducir a una alfabetización tecnológica del público, y a un impulso de la dimensión ética de la tecnología para suscitar cierta conciencia ética acerca del desarrollo tecnológico (Hronzsky, 1998, p. 101). En su obra Hacia una filosofía de la tecnología interdisciplinar y pragmática: La tecnología como el centro de una reflexión interdisciplinar y una investigación sistemática, Hans Lenk y Günter Ropohl (1979) mantenían que los problemas del mundo tecnológico, dado su carácter multidimensional, sólo pueden abordarse con alguna posibilidad de éxito partiendo del presupuesto de una participación activa de los generalistas de las ciencias sociales y los universalistas de la filosofía; y resueltos de forma - 180 -
Filosofía y Tecnología adecuada contando con la aportación de los expertos en ingeniería. Para estos autores se hace necesaria una cooperación efectiva entre ingenieros y filósofos que se extienda por los obsoletos departamentos y rompa con las fronteras académicas. Uno de los proyectos iniciales del comité “Humanidad y Tecnología” fue la evaluación crítica de las diferentes interpretaciones de la tecnología. Esta labor analítica generó una serie de artículos publicados en su VDI-Nachrichten (su periódico semanal), compilados en los volúmenes anuales de la Asociación. Durante los años sesenta, la Asociación realizó su labor a través de subcomités y mediante informes ocasionales; sin embargo, a partir de 1967 instituyó el “día de los ingenieros”: un congreso bianual que se enfrentaba a temas relevantes. En 1970, organizó un congreso en Ludwigshafen sobre las consecuencias económicas y sociales del progreso tecnológico, que recibió un extenso seguimiento por parte de los medios de comunicación (Mitcham, 1994, p. 71). Durante los años setenta y ochenta, la ética ingenieril, y en especial los códigos éticos de los ingenieros, se convirtieron en temas centrales para la VDI. Desde principios de los setenta la Asociación realizó un considerable esfuerzo para alcanzar una comprensión adecuada de lo que es y cómo se debería realizar la evaluación de tecnologías y la ética de los ingenieros. Un grupo de trabajo de la VDI, entre cuyos miembros destacan Lenk, Ropohl, Huning y Rapp, elaboró la Guía de la VDI, donde se formula un código compuesto de ocho valores que tratan de conciliar principios ingenieriles, económicos y éticos, y donde se recomienda a los ingenieros que se rijan por ellos.
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Filosofía y Tecnología
EL IMPACTO SOCIAL DE LA INNOVACIÓN TÉCNICA
Mario Bunge (2012). Filosofía de la tecnología y otros ensayos. Lima: Universidad Inca Garcilaso de la Vega, pp. 21-46
INTRODUCCIÓN Todos sabemos que algunas innovaciones técnicas tienen un fuerte impacto social. Basta pensar en los cambios causados en la manera de vivir por el transporte automotor y la corriente eléctrica. San Auto y Santa Tele tienen hoy más devotos que San Antonio. También sabemos que mientras algunas innovaciones son beneficiosas, como las vacunas, otras son maléficas, como la bomba nuclear. Pero no todos estamos de acuerdo en lo que respecta a las fuentes de la innovación técnica, ni a su valor, ni a la mejor manera de controlarla en bien de todos. Cuando no hay acuerdo sobre un asunto es preciso estudiarlo y debatirlo. Y cuando el asunto es complejo y de gran trascendencia social es menester estudiarlo de la mejor manera posible, o sea, científicamente, ya que en materia social no hay nada más peligroso que la improvisación y el curanderismo. En nuestro caso es aconsejable recurrir a cuatro disciplinas: historia, sociología, politología y filosofía de la técnica. (Véase la Fig. 1.)
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HISTORIA
SOCIOLOGÍA
TÉCNICA
POLITOLOGÍA
FILOSOFÍA
Figura 1. Las cuatro principales disciplinas que estudian la técnica
La historia de la técnica suministra casos y tendencias que sirven de materia prima para el estudio y análisis. En particular, sugiere y pone a prueba hipótesis generales sobre las relaciones entre técnica, ciencia, industria, Estado y público. La sociología de la técnica estudia el impacto de la técnica sobre la sociedad, así como las condiciones sociales que facilitan o entorpecen el desarrollo técnico. La politología de la técnica analiza las relaciones, buenas o malas, de la comunidad técnica con el poder político y, en particular, cómo éste apoya o entorpece la innovación técnica y cómo administra las relaciones entre la técnica y el resto de la sociedad. Finalmente, la filosofía de la técnica analiza los conceptos mismos de ciencia, técnica, innovación, producción y sociedad, así como los conceptos de bien y mal. Además, el filósofo no resiste la tentación de formular hipótesis generales acerca del puesto de la técnica en el sistema de los conocimientos, e incluso acerca de sus funciones sociales actuales y posibles. Dado que el filósofo puede guiar o extraviar, conviene escucharle así como desconfiar de él tanto como del comerciante ansioso por vendernos un artefacto o del político empeñado en que apoyemos su programa. Caveat emptor. 1.
TÉCNICA TRADICIONAL Y TÉCNICA CIENTÍFICA Hay técnicas tradicionales tales como la culinaria, la carpintería artesanal y el arte de matar a mano. Y hay técnicas científicas, tales como la ingeniería en telecomunicaciones, la informática y la investigación operativa. Las técnicas científicas, nacidas después de la Revolución Científica del siglo XVII, se fundan - 184 -
Filosofía y Tecnología sobre las ciencias. Es verdad que también las técnicas actúan sobre las ciencias al suministrarles artefactos. Pero el hecho es que, a partir de comienzos del siglo XIX, el flujo principal ha ido de la ciencia a la técnica, y de ésta a la industria y al Estado, que a su vez han actuado sobre el público. (Véase la Figura 2.)
INDUSTRIA CIENCIA
TÉCNICA
PÚBLICO ESTADO
Figura 2. La ciencia básica, fuente de la técnica contemporánea, que a su vez alimenta a la industria y al Estado, los que actúan sobre el público. Los reflujos existen pero en la sociedad moderna son mucho más débiles que los flujos.
El esquema precedente contradice el difundido dogma según el cual la praxis siempre precede a la ciencia. El dogma en cuestión vale para parte de la ciencia y la técnica antiguas pero no para las modernas a partir del siglo XIX. En efecto, la electrotecnia se inspiró en las investigaciones desinteresadas sobre el electromagnetismo; la electrónica, en las investigaciones sobre rayos catódicos; la ingeniería nuclear, en la física nuclear; los ordenadores se diseñan utilizando la física del estado sólido, que se basa sobre la mecánica cuántica; la química industrial utiliza la química básica, que a su vez usa la física atómica; la agronomía hace uso de la botánica y de la genética; la farmacología utiliza tanta bioquímica como fisiología; la biotecnología aplica biología molecular, hija de la genética; la psicotecnología y la psiquiatría serias se fundan sobre la psicología experimental y la neurociencia; y todas las sociotécnicas hacen uso, bueno o malo, de la matemática y de las ciencias (mejor dicho, semiciencias) sociales. En resumen, en la sociedad moderna casi siempre la ciencia básica precede a la técnica, la que a su vez precede a la producción.
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Wilbert Tapia Meza No podría ser de otro modo, porque todo diseño técnico moderno utiliza conocimientos científicos, y antes de poder aplicar un conocimiento es preciso haberlo producido o tomado prestado. (Baste pensar en el cúmulo de fórmulas teóricas y datos experimentales contenidos en cualquier manual del ingeniero.) En suma, el técnico moderno no puede empezar su trabajo antes que el científico haya terminado el suyo. Por este motivo el estudiante de cualquier técnica empieza por cursar asignaturas de ciencia básica, y el técnico creador está alerta a la novedad científica. Por el mismo motivo no puede haber independencia económica sin una ciencia original capaz de alimentar una técnica propia. Es verdad que no hay técnica avanzada a menos que la sociedad, o parte de ella, la requiera. No hay técnica moderna donde no hay industria moderna ni Estado moderno. Pero la sociedad no genera técnicas: éstas son producidas por técnicos provistos de cerebros creadores capaces de adquirir y utilizar conocimientos básicos. La investigación científica y el diseño técnico son por cierto empresas colectivas. En efecto, cada investigador y cada diseñador aprende de los demás y todos trabajamos montados sobre las espaldas de nuestros predecesores. Pero las ideas originales, sean científicas o técnicas, nacen en cerebros individuales, no de la sociedad, puesto que ésta carece de cerebro. En suma, aunque el desarrollo técnico es estimulado o inhibido por la sociedad, ésta no rezuma técnicas. . 2.
ALGUNAS INNOVACIONES QUE CAMBIARON EL ESTILO DE VIDA Una innovación técnica puede actuar sobre la sociedad directa o indirectamente. La técnica social actúa directamente; por ejemplo, al cambiar la legislación o al diseñar o rediseñar organizaciones sociales, tales como empresas y dependencias estatales. En cambio, el impacto social de la técnica industrial es indirecto, pues se realiza a través del consumo masivo de mercancías y servicios, que crea hábitos y problemas que eventualmente provocan la necesidad de nuevas leyes u ordenanzas.
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Filosofía y Tecnología La intensidad y el signo del impacto social de una innovación técnica dependen de varios factores: la originalidad y utilidad de la innovación; el precio y la promoción del producto; la capacidad adquisitiva y el nivel educacional de la población; y el que el nuevo artefacto o la nueva organización sea amigable tanto para con el usuario (user-friendly) como para con el ambiente. Los ejemplos siguientes aclararán lo que se acaba de decir. El estribo y el acero cambiaron la técnica bélica: el primero dio predominio a la caballería, y el segundo desplazó las armas de bronce. Los dos contribuyeron a la victoria de las hordas bárbaras sobre las falanges romanas y, de este modo, a la caída del Imperio Romano. El arado, la collera del caballo de tiro, el yugo para uncir bueyes, y el molino de molienda de granos revolucionaron la agricultura medieval y fueron una fuente de prosperidad de los países situados al norte de los Alpes. La imprenta popularizó la cultura y contribuyó de este modo al nacimiento de la democracia. La máquina a vapor hizo posible la primera Revolución Industrial, con todas sus maravillas y todos sus horrores. Todas esas innovaciones técnicas cambiaron el modo de vida. En particular, favorecieron la urbanización, el aumento de población, la acumulación de capital, el comercio internacional, y la colonización y esquilmación del Tercer Mundo. Obsérvese que ninguna de ellas requirió conocimientos científicos. Antes bien, contribuyeron a la emergencia de la economía capitalista, que a su vez estimuló la investigación científica y la cultura en general. Una vez nacida como fruto de investigaciones desinteresadas, y al amparo de la industria y de gobiernos ilustrados, la ciencia moderna hizo posible la invención de técnicas antes inimaginables. No las había imaginado ni siquiera Leonardo da Vinci, porque consisten en domar entes invisibles, tales como campos electromagnéticos, electrones, núcleos atómicos, y genes, primero postulados y después descubiertos por científicos básicos. Estas técnicas científicas alimentaron a la industria, el comercio y el Estado, los que a su vez introdujeron cambios revolucionarios en la vida diaria, tanto de los pueblos - 187 -
Wilbert Tapia Meza industrializados como de los subdesarrollados. (Véanse p. ej. las historias de Burke, 1978 y Williams, 1982; así como las revistas Technology and Culture y Technology in Society.) 3.
¿QUÉ HARÍAMOS SIN TÉCNICA? Para poder dar su justo valor a la técnica moderna imaginemos por un momento un hogar sin luz eléctrica, teléfono, televisor, nevera, aspiradora, ni lavarropas, tal como la casa en que yo pasé mi primera infancia. Imaginemos un laboratorio, taller o fábrica sin motores eléctricos. Imaginemos una oficina sin medios modernos de comunicación ni ordenadores. Imaginemos una explotación agropecuaria sin maquinarias ni taller para repararlas. Imaginemos un supermercado sin refrigeración ni artículos de plástico. Imaginemos una ciudad sin autos, autobuses, ni metros, Imaginemos un país sin usinas eléctricas ni telecomunicaciones, sin camiones, tractores ni bulldozers. Imaginemos un Estado totalmente desprovisto de medios técnicos modernos. Semejante mundo imaginario no es otra cosa que la Europa y la Norteamérica de hace un siglo. Incluso el Cuarto Mundo dispone hoy de algunos de los recursos mencionados, si bien en su mayoría sólo están al alcance de las clases dominantes. En lugar de evocar un pasado pretécnico bastante reciente imaginemos ahora un futurible o scenario. Supongamos que una banda terrorista inspirada en los manifiestos antitécnicos del existencialista Martin Heidegger o del teólogo Jacques Ellul da un golpe de Estado y ejecuta a todos los técnicos y científicos de una nación industrializada o a medio industrializar. ¿Cuánto tiempo podrán seguir funcionando el suministro de energía eléctrica y de agua corriente, las fábricas, las explotaciones agrícolas avanzadas, los comercios, los transportes, las comunicaciones, los hospitales, las escuelas, las oficinas públicas y los hogares, todos los cuales dependen de millones de máquinas y motores cuyo mantenimiento y reparación exigen conocimientos especializados? ¿Cuánta gente moriría de frío, hambre o enfermedad al cabo de pocas semanas, y qué porcentaje sobreviviría al cabo de un año? ¿Cuánto demoraría esa sociedad en pasar de la civilización a un estado aun peor que - 188 -
Filosofía y Tecnología la barbarie, ya que sus miembros no están preparados para vivir sin artefactos? Aterra pensar adonde puede llegar el oscurantismo tecnofóbico. Aterra tanto o más que la tecnofilia acrítica con la que nos hemos encaminado alegremente al borde del abismo, ya que la técnica, bien utilizada, ayuda a resolver problemas, en tanto que la ignorancia técnica sólo los empeora. 4.
IMPACTO DE LAS TÉCNICAS DE COMUNICACIÓN De todas las técnicas científicas, las de la comunicación son quizá las que más han afectado la convivencia, porque alteran profundamente al manejo de la lengua. Todos concuerdan en que la comunicación, sea oral o escrita, cara a cara o a través de un canal, es el principal vehículo de las relaciones sociales, sin las cuales no somos propiamente humanos. Tan es así, que la incomunicación es una de las peores torturas. Mediante la palabra expresamos y modificamos conocimientos y emociones, y formulamos preguntas e instrucciones. El intercambio de señales intensifica tanto la rivalidad como la cooperación. En particular, puede intensificar la solidaridad o cohesividad del grupo social, al producir la sensación de “identificación con el grupo” o pertenencia al mismo (Véase Collins, 1981). Además, la comunicación hace posible la organización del trabajo y, en particular, la división del mismo. También hace posible la democracia, que requiere el diálogo constante para formular y negociar diferencias de intereses y opiniones: no hay democracia sin diálogo. (Véase Ackerman, 1980.) De esto no se sigue que el vínculo social sea lingüístico ni que el hecho social sea un discurso o texto y, por consiguiente, que la investigación sociológica se reduzca a la lectura e interpretación de textos. Las expresiones lingüísticas, así como los gestos y ademanes, son expresiones o vehículos de estados mentales. Son el continente, no el contenido, de las relaciones sociales. La tesis de que todo lo social es “discurso” o “texto”, y, por tanto, objeto de la semiótica o de la hermenéutica, no es sino una variante delirante del idealismo - 189 -
Wilbert Tapia Meza filosófico. Éste obstaculiza la comprensión científica del mundo social y pretende reemplazar al reformador social por el escritor. (Para una crítica del textualismo véase Ferrater Mora, 1990.) Los nuevos medios de comunicación, en particular la televisión y el correo electrónico, no sólo permiten transmitir y solicitar informaciones e instrucciones a distancia. También permiten manipular a distancia actitudes y emociones. En particular, la radio y la televisión se usan para fabricar simpatías y antipatías comerciales, políticas y religiosas, y para refinar o embotar la sensibilidad. El negociante, el político y el predicador que pueden comprar espacios televisivos venden mercancías, o compran votos o conciencias de a millones y sin moverse de sus despachos. Desde luego, esos mismos medios masivos de difusión también se usan ocasionalmente para difundir noticias verídicas, despertar la curiosidad científica o la inquietud política, suscitar emociones nobles, o promover causas justas. Que también hay de esto lo prueban el Masterpiece Theatre de la BBC, el MacNeil-Lehrer Report del PBS, los programas de divulgación científica “Nova”, y “National Geographic Magazine”, unos pocos noticiosos, y la fenecida audición literaria “Apostrophe”, dirigida por Bernard Pivot. Desgraciadamente, sólo una pequeña parte del público aprovecha los programas televisivos de calidad. En la mayoría de los casos los nuevos medios de comunicación no sirven para llevar la cultura superior (artística, científica o técnica) a las masas, sino para propagar una pseudocultura producida en escala industrial con propósitos exclusivamente comerciales y políticos. El poder político de los nuevos medios de comunicación no es menor. La televisión hace y deshace presidencias y dictaduras. El pillo tiene asegurado su éxito electoral si tiene buena imagen en la pantalla, mientras que el político honesto tiene la contienda perdida si no la tiene. Un ejemplo sensacional del poder de la televisión fue su contribución a los movimientos de reforma social ocurridos en Europa Central y Oriental entre - 190 -
Filosofía y Tecnología 1989 y 1990. En estos casos el televisor llevaba la conmoción social a la intimidad del hogar, de donde salía la gente a la calle para propagarla. Pero no hay que exagerar: la televisión puede reforzar o debilitar movimientos sociales pero no puede desencadenarlos. Al fin de cuentas su precursor, el circo romano, fue inventado para distraer y apaciguar, no para soliviantar a las masas. ¿Qué hubiera sido de las reformas sociales de Reagan y Thatcher si los millones de nuevos pobres y desocupados no hubieran ahogado su amargura en la contemplación pasiva de la fascinante pantalla? En suma, no hay duda de que los nuevos medios de elaboración y difusión de la información tienen un impacto social creciente. Pero no hay que exagerar y sostener que estamos viviendo en una sociedad “posindustrial” basada sobre la información, como lo vienen sosteniendo Daniel Bell y Alain Touraine. La información interviene en la producción y circulación de mercancías, así como en la prestación de servicios, pero no es independiente de ellas sino que está incorporada a ellas. No comemos información ni la calzamos, no la bebemos ni nos calentamos ni lavamos con ella. La economía siempre tendrá sus sectores extractivo, agropecuario e industrial, por más que éstos sean informatizados. (Más aun, el agro y la industria producen hoy más que nunca, en parte debido a su tecnificación y a la propaganda comercial.) Los motivos son obvios: si dejásemos de comer, dejaríamos de existir; y si dejásemos de producir y utilizar artefactos, dejaríamos de ser humanos. Lo que sí ocurre en las sociedades técnicamente más avanzadas es que la mayor parte de los trabajadores están empleados en el sector terciario, el que a su vez está siendo informatizado rápidamente. En resumen, por más que avancemos nunca seremos posmineros, posagropecuarios, o posindustriales. En cambio existe el peligro de que nos volvamos posilustrados y retrocedamos a un modo de vida premoderno. (Recuérdese el parágrafo 3.) Que esto no suceda depende de que el público - 191 -
Wilbert Tapia Meza no se deje seducir por el “posmodernismo”, que no es otra cosa que una reacción contra la razón, la ciencia y la técnica, combinada con la comercialización y degradación masivas de la cultura. (Véase Harvey, 1989.) Lo que corresponde no es declamar contra la técnica sino bogar por su control democrático para bien de todos… 5.
EL PROGRESO TÉCNICO ES AMBIVALENTE A primera vista una innovación técnica puede ser intrínsecamente benéfica, como la máquina de coser, la calculadora de bolsillo y el cereal de alto rendimiento; maléfica, como el bombardero, el gas de nervios y la silla eléctrica; o ambivalente, como el auto, la televisión y la aviación. Vista de cerca, esta valoración es simplista, porque ignora el contexto social. Por ejemplo, en las comunidades rurales la innovación en las técnicas agrícolas y ganaderas aumenta la productividad pero tiende a ensanchar las brechas entre hombres y mujeres, y entre ricos y pobres. Lo primero, porque en esas sociedades la maquinaria sólo es confiada a hombres. (Véase Dash y Saran, 1990.) Lo segundo, porque quienes disponen de maquinarias, semillas seleccionadas, abonos, bombas de agua y canales de riego desplazan fácilmente a quienes no pueden adquirirlos. (Recuérdese el atraso social causado en la India por la Revolución Verde.) En el centro de la ciudad el automóvil es más estorbo que comodidad: quien lo conduce causa y sufre congestiones tránsito, contaminación ambiental y ruido. La televisión, a menos que sea firmemente controlada por padres educados, torna a los niños pasivos, y disminuye así su actividad física y su curiosidad intelectual. Además, al habituarlos a la contemplación de la violencia los vuelve tolerantes a ésta. El efecto de la televisión sobre los adultos no es menos nefasto: suele convertirlos en dóciles consumidores de basura comercial, política y cultural. Todo esto es archisabido pero conviene repetirlo mientras nada se haga por corregirlo. En todo el mundo, la vacunación y las redes de obras sanitarias han contribuido más a la salud pública que todos los - 192 -
Filosofía y Tecnología medicamentos juntos. Pero, como es sabido, este progreso ha conducido a la sobrepoblación, que causa la explotación excesiva del suelo, la desecación, la industrialización desenfrenada y la desocupación. Naturalmente, no es que el mejoramiento de la salud sea intrínsecamente malo, sino que no debe buscarse separadamente del progreso en otros sectores. (Es preciso estudiar la sociedad íntegra y reformarla de manera global, no parcial. La llamada ingeniería social por partes [piece meal social enginering], resultado de una visión sectorial de la sociedad, puede tener resultados tan desastrosos como las revoluciones improvisadas. Sólo la ingeniería social sistémica puede triunfar, y esto por la sencilla razón de que toda sociedad es un sistema, no un agregado de individuos inconexos.) El ordenador es otro ejemplo de artefacto ambivalente. Sus virtudes son evidentes: permite hacer trabajos intelectuales (p.ej. cálculos complejos) antes imposibles; como parte de un robot, ahorra tareas manuales monótonas o peligrosas; como parte de un sistema experto, da acceso a la mejor pericia del momento; acoplado a un teléfono, permite la transmisión casi instantánea de información a casi cualquier parte del mundo; etc. Pero al mismo tiempo el ordenador es una nueva fuente de trabajo monótono; disminuye el peso de la crítica, al limitarse a elaborar la información que se le proporciona; contribuye al uso y difusión de información de baja calidad; restringe la posibilidad de criticar y protestar; y permite eludir responsabilidades morales y cívicas, al permitirle decretar al burócrata que el ordenador dixit, y se acabó. Toda innovación técnica es ambivalente por ser tan destructiva como creadora. En efecto, hace caer en desuso los artefactos que reemplaza y margina a quienes no pueden adaptarse a la novedad, al punto de eliminar profesiones íntegras. Semejante caída en desuso de cosas, procesos y habilidades involucra un derroche gigantesco y trágico de recursos naturales y humanos. Obviamente, este despilfarro no beneficia a todo el mundo. - 193 -
Wilbert Tapia Meza Pero éste es tema del próximo apartado. 6.
¿A QUIÉN BENEFICIA LA INNOVACIÓN TÉCNICA? ¿A quiénes beneficia la innovación técnica? Obviamente, a quienes puedan pagarla y a quienes puedan adaptarse a ella. En el mundo actual estas condiciones excluyen a la gran mayoría de la población. Incluso en las sociedades altamente industrializadas, la innovación técnica pone en desventaja al pequeño empresario, quien no tiene suficiente capital para adquirir los nuevos medios de producción; al joven sin educación superior y al viejo sin capacidad para reciclarse; al técnico, obrero u oficinista que ha invertido años en aprender la rutina que ahora cae en desuso; y sobre todo al habitante del Tercer Mundo, que contempla impotente cómo el progreso industrial de los países centrales se hace frecuentemente a costillas suyas. En suma, la innovación técnica puede conducir al aumento de las desigualdades entre individuos, organizaciones y naciones, poniendo así en jaque a la democracia. Detengámonos un momento en los problemas que la innovación técnica plantea a la empresa. Ésta no puede expandirse ni competir ventajosamente sin renovarse. Pero tampoco puede favorecer la innovación revolucionaria, ya que ésta requiere una renovación a fondo de la maquinaria y un reentrenamiento del personal. Semejante renovación exige habitualmente que la empresa se endeude con bancos, deje de pagar dividendos durante un largo período, o lance a la bolsa nuevas acciones de valor incierto. Estos aspectos desfavorables explican por qué las grandes corporaciones capitalistas no han sido cuna de innovaciones radicales tales como la xerografía, la cámara polaroid y el ordenador personal. En general, la capacidad innovadora de una empresa es inversamente proporcional a su tamaño. (Véase Abernathy, 1978.) Dado que la innovación técnica perjudica a mucha gente, no debiera sorprender que sea resistida por muchos. Marcel Mauss (1934), el discípulo predilecto del gran sociólogo Emile - 194 -
Filosofía y Tecnología Durkheim, observó hace más de medio siglo que “las sociedades, incluso las más avanzadas, incluso la nuestra, son terriblemente rutinarias; las masas siempre, y las elites casi siempre, rehúsan someterse a toda innovación”. Según esto, excepto para unos pocos, “[e]s mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer”. Hoy, sin embargo, las cosas han cambiado, aunque no de raíz. Nuestras sociedades industriales son (a) abiertas a la innovación industrial (sed de nuevos gadgets), (b) semiabiertas a la innovación cultural, sobre todo si viene incorporada en una nueva mercancía industrial, y (c) cerradas a casi toda innovación social progresiva, a punto tal de quienes causaron el derrumbe del “socialismo” estatista intentan resucitar el capitalismo de la época de la Reina Victoria, hace tiempo fenecido en los países capitalistas avanzados. ¿Cómo afecta la innovación técnica al movimiento obrero? De dos maneras. Por un lado, los trabajadores de empresas que usan técnicas avanzadas pero ya establecidas, tales como las fábricas de automores, tienden a agruparse en “sindicatos de señoritos”, que mantienen relaciones privilegiadas con las corporaciones y son indiferentes cuando no hostiles a los obreros no calificados. Las grandes corporaciones suelen llevarse bien con estos sindicatos de aspiraciones casi exclusivamente económicas. Pero, por otro lado, las empresas que hacen uso de nuevas técnicas de avanzada (high tech) prefieren emplear personal no agremiado. Esto es así no sólo porque los patrones odian las huelgas, sino por un motivo técnico y psicológico interesante: cuanto más compleja y costosa es una máquina o una herramienta, tanto más necesario se hace confiar en que quien la maneja lo hará con cuidado, evitando que se averíe y procurando producir productos de alta calidad; obviamente, esta confianza se adquiere estableciendo una relación privilegiada entre la dirección y el personal, sin mediación de terceros (una alternativa es, desde luego, la autogestión). El beneficio para el patrón es obvio. El beneficio del obrero consiste en un salario y condiciones de trabajo superiores a las del trabajador de una empresa que emplea técnicas menos - 195 -
Wilbert Tapia Meza avanzadas. Este es uno de los motivos por los cuales los sindicatos de los países industrializados sólo agrupan a una minoría de la clase trabajadora. En resumen, el progreso técnico puede traer aparejado un retroceso social al aumentar las desigualdades sociales y minar el movimiento obrero ¿Cómo impedir que esto ocurra? Hay dos maneras. Una es convenir en una moratoria de la innovación técnica. Esta solución, de corte luddita, equivale a igualar por debajo, lo que no es viable ni deseable, ya que aún hay mucho por perfeccionar y puesto que la meta no debiera ser eliminar lo bueno sino distribuirlo mejor. La segunda solución es rediseñar la sociedad para adaptarla a la innovación y para adaptar la innovación a las necesidades auténticas y a los deseos legítimos de la gente. De esto nos ocuparemos en el parágrafo nueve. Pero antes debemos echar un vistazo a la técnica en los países subdesarrollados. 7.
TECNOFOBIA EN EL TERCER MUNDO El nivel alcanzado por la técnica en una nación es un indicador objetivo de su grado de desarrollo. Un país que sólo produce una pequeña fracción de los productos manufacturados que consume, o que los produce todos con ayuda de técnicas importadas, es subdesarrollado aunque sus comercios ofrezcan de todo. No es que el desarrollo técnico sea el único componente del desarrollo nacional, pero sí es un componente necesario del mismo. Ahora bien, a pesar de las consecuencias negativas del desarrollo industrial no se puede dar por descontado que éste sea deseable. Ninguna persona razonable puede tolerar la contaminación ambiental por desechos industriales y el agotamiento de recursos naturales, sin contar con el tedio del trabajo en cadena y los cinturones de “villas miseria” o “ciudades perdidas” que se forman en torno a las ciudades industriales del Tercer Mundo. Sin embargo, curiosamente, estas consecuencias negativas del desarrollo industrial sólo suelen ser apreciadas por un pequeño sector de la población: el sector educado que simpatiza con los movimientos ecologistas, - 196 -
Filosofía y Tecnología pero no suele proponer medidas concretas para evitar las consecuencias negativas de la industrialización. En el Tercer Mundo las corrientes anti-industrialistas, y por lo tanto tecnófobas y anticientíficas, tienen raíces diferentes. Una es la oligarquía terrateniente y ganadera, y otra es la intelectualidad de izquierda. La actitud de la primera se comprende, no sólo porque se inspira en una ideología medieval, sino también porque la burguesía industrial tiende a desplazarla económica y políticamente. El choque de las dos clases es un replay del mismo conflicto que se resolvió en Europa hace uno o dos siglos, y que nunca existió en los EE.UU. Lo que no se justifica es el anti-industrialismo de la izquierda tercermundista. Ya a principios del siglo XX el Partido Socialista Argentino, llevado por su hostilidad a la Unión Industrial Argentina, preconizaba el librecambio, que sólo podía perjudicar a la naciente industria nacional y favorecer a los industriales de Manchester. (El librecambio, como la libertad en general, sólo acarrea beneficios mutuos entre iguales.) Hacia 1960 surgieron en otras partes de Latinoamérica los teóricos de la dependencia, que se opusieron a la política de industrialización preconizada por la CEPAL, creada y dirigida por el eminente economista Raúl Prebisch. (Véase Prebisch 1981.) Aquellos teóricos o, mejor dicho, ideólogos, sostenían que la industrialización aumenta la dependencia respecto de las potencias centrales. No ofrecían estadísticas en favor de esta tesis ideológica, ni habrían podido obtenerlas porque la tesis contradice la propia definición de “dependencia”. En efecto, una condición necesaria de dependencia es la carencia de producción propia y la consiguiente necesidad de importar productos y know how a los precios que fije el vendedor instalado en un país central. Se dio así la paradoja de un contubernio tácito entre la oligarquía terrateniente y una fracción de la izquierda. Su contrapartida en economía política es lo que el economista Hirschman (1981) llamó la “alianza blasfema” de los teóricos de la dependencia con los economistas ortodoxos, en particular - 197 -
Wilbert Tapia Meza los monetaristas, contra los economistas del desarrollo, desde el jamaicano Sir Arthur Lewis hasta el argentino Raúl Prebisch. En esta, como en otras cuestiones, es preciso no dejarse engañar por las etiquetas políticas tradicionales. A veces, la disyuntiva inteligencia/ingenuidad es más pertinente que la carcomida dicotomía izquierda/ derecha. Todo esto no implica aceptar la llamada política “desarrollista”, que identifica el desarrollo nacional con la industrialización incontrolada, así como la equivalencia de lo nuevo con lo bueno. Es preciso comprender que el desarrollo auténtico y sostenido es integral, no sectorial: que abarca no sólo la industria sino también el agro; ni abarca sólo la economía sino también la cultura y la política (véase Bunge 1980,1989). También es preciso reconocer que la industrialización y la innovación incontroladas pueden ser nocivas. El problema es dar con estímulos justos, que no privilegien a un sector a expensas de otros, y con controles inteligentes, que no asfixien la inventiva y la iniciativa. Un problema conexo es el de evaluar las innovaciones propuestas antes de llevarlas a cabo, o sea, hacer technology assessment. Es preciso procurar anticipar si tal innovación radical o cual megaproyecto habrá de satisfacer necesidades básicas o aspiraciones legítimas, o no hará sino satisfacer caprichos de privilegiados y perjudicar a los más. (Para los conceptos de necesidad básica y aspiración legítima véase Bunge 1989.) Regresaremos a este tema en el parágrafo 9. 8.
CÓMO FOMENTAR O RETARDAR EL AVANCE TÉCNICO Supongamos admitida la necesidad de la técnica para mejorar las condiciones de vida de la población y para resolver problemas globales tales como el déficit de alimentos, el exceso de contaminación ambiental y el agotamiento del petróleo y otros recursos no renovables. ¿Qué puede hacerse en el Tercer Mundo para fomentar el desarrollo técnico? Lo más obvio parecería ser fomentar el desarrollo industrial y la racionalización de la empresa y del Estado, aprovechando la experiencia extranjera aunque sin copiarla senilmente.
- 198 -
Filosofía y Tecnología Esto es más fácil decir que hacer, porque los técnicos y administradores científicos no se forman de la noche a la mañana. Los recursos humanos especializados de las empresas y del Estado se forman en las escuelas y universidades en el curso de tres a cuatro lustros. Esto supone la existencia de personal docente competente, lo que a su vez supone la inversión de cuantiosos recursos. Sin maestros idóneos, motivados, dedicados y bien pagados no puede haber técnica nacional, ni menos aún técnica original y apropiada a las necesidades del país. Pero la enseñanza, con ser necesaria, no basta. También hacen falta la investigación y el desarrollo, aunque sólo sea porque cada región tiene sus propias necesidades y sus propios recursos y, por lo tanto, sus propios problemas. Ahora bien, la investigación científica y tecnológica sólo pueden hacerse en las buenas universidades y en unas pocas grandes empresas. Las empresas pequeñas, al no poder sostener laboratorios científicos y talleres de desarrollo técnico, están condenadas a copiar o improvisar, a menos que tengan la extraordinaria fortuna de contar con un inventor talentoso capaz de diseñar un producto que, como el velero, no exija inversiones enormes. Sin embargo, este problema tiene solución: la colaboración de la empresa con la universidad. La Fundación UniversidadEmpresa, que funciona con éxito en Madrid desde 1975, es un ejemplo digno de ser imitado (Fundación Universidad-Empresa 1990). Esta fundación hace de intermediaria entre las empresas y los departamentos o institutos universitarios de investigación. Pone en contacto al empresario enfrentado a un problema técnico con la institución universitaria dispuesta a estudiarlo, y ayuda a formalizar el contrato correspondiente. De esta manera pone al alcance de la empresa el vasto cuerpo del conocimiento público, así como talentos y equipos técnicos, a cambio de lo cual provee a la universidad de una fuente de ingresos. Un ejemplo muy diferente, pero no menos interesante, fue el Instituto de Cálculo que funcionó en la Facultad de Ciencias Exactas de Buenos Aires de 1958 hasta 1966, año en que lo clausuró la dictadura militar de turno. El Instituto hacía modelos - 199 -
Wilbert Tapia Meza y cálculos para empresas privadas y estatales, y de esta manera se autofinanciaba y entrenaba a asesores técnicos. Hay, pues, maneras de fomentar el progreso técnico en un país subdesarrollado, pero todas ellas exigen el desarrollo concomitante de la comunidad científica. Desgraciadamente, en esos países es común que se confunda ciencia con la técnica, o incluso se menosprecie la ciencia básica y se exija a los científicos que hagan de técnicos. La confusión de marras revela la ausencia de reflexión filosófica acerca de las diferencias entre ciencia y técnica. También hace manifiesta la ignorancia acerca de las diferencias psicológicas entre el buscador de la verdad y el inventor, entre el explorador y el diseñador. El menosprecio por la ciencia básica evidencia, ya filisteísmo y orgullo de ser ignorante, ya izquierdismo infantil. Y la exigencia de que el científico básico se transforme en técnico equivale a pedirle peras al olmo, ya que la capacidad para diseñar cualquier cosa que no sea experimentos requiere una formación, una actitud y un interés diferentes de la capacidad para averiguar cómo son las cosas (véase p. ej. Sábato, 1979, Bunge 1980,1985). En todo el Tercer Mundo, y especialmente en Latinoamérica, en los años sesenta y setenta tanto la extrema izquierda como la extrema derecha montaron una ofensiva contra la ciencia básica y la política cultural que llamaban despectivamente “cientificista”. Sostenían que la ciencia es un lujo que un país pobre no puede pagarse; que sólo hace de sirvienta de los centros científicos de los países centrales; y que en cambio descuida los problemas nacionales. El Dr. Cereijido, distinguido fisiólogo argentino hoy radicado en México, vivió esa experiencia y nos cuenta lo que sucedió: ‘‘Comenzaron a proclamar que se destinarían fondos exclusivamente para lo que denominaban ‘La Ciencia Aplicada’. Si bien nadie logró explicar cómo habríamos de aplicar una ciencia que no teníamos, el infundio trajo como consecuencia que una buena parte de los mejores científicos desatendieran su trabajo serio y se disfrazaran de ‘aplicados’, y que se instituyeran proyectos a través de los cuales jamás se - 200 -
Filosofía y Tecnología logró una aplicación sensata y económicamente justificable” (Cereijido, 1990 pp. 148-149.) Eso es lo que se gana con adoptar falsas filosofías y sociologías de la ciencia: despilfarrar recursos humanos y dinero, perder oportunidades y perpetuar el subdesarrollo y la dependencia. (Véase Goldstein, 1989 para las oportunidades perdidas en el terreno de la biotecnología.) En resolución, la ciencia y la técnica son distintas pero se fecundan recíprocamente; es posible y necesario hacer ciencia y técnica originales, aunque inicialmente modestas, en el Tercer Mundo; y es indispensable hacerlas si se quiere elevar el nivel cultural y el estándar de vida, así como transformar la dependencia en interdependencia. 9.
TÉCNICA Y DEMOCRACIA La técnica confiere poder económico y político, tanto mayor cuanto más avanzada. Ahora bien, el poder puede ejercerse para bien o para mal: puede usarse para trabajar o guerrear, oprimir o libertar, elevar o aplastar, esclarecer o embrutecer. Dadas la potencia y la ambivalencia de la combinación de la técnica con el poder político, cabe formularse la siguiente pregunta. ¿Es prudente y justo que, en una democracia, simulemos que la técnica es o debiera ser neutral, tanto como la ciencia básica, la música, la poesía lírica o el ajedrez? De hecho la técnica no es socialmente neutral, puesto que tiene dueños e impactos sociales, ya positivos, ya negativos. La cuestión es encontrar la manera de maximizar sus efectos benéficos y minimizar sus efectos maléficos. En otras palabras, la cuestión es (a) limitar la libertad de innovación técnica para evitar, dentro de lo previsible, que tenga efectos sociales negativos y (b) reentrenar periódicamente la fuerza de trabajo y la población para que puedan sopesar y enfrentar las innovaciones industriales y sociales. A primera vista toda medida de control de la innovación técnica atenta contra el progreso, ya que el inventor necesita tanta libertad de creación como el investigador científico. De hecho no hay tal cosa, porque la actividad del ingeniero, sea industrial o social, está limitada por las metas que le señala su - 201 -
Wilbert Tapia Meza empleador y por los recursos que éste pone a su disposición. En efecto, al técnico no se le dice que investigue lo que le plazca, sino que se le ordena que diseñe o rediseñe tal o cual artefacto, organización o proceso con el que se espera hacer dinero o gobernar con mayor eficiencia. El técnico nunca manda como tal, sino que siempre está a disposición de su patrón. Por grande que sea su poder intelectual, carece de poder de decisión crucial. El técnico propone y su patrón dispone. Si no obedece es despedido. Por este motivo, es falso que el avance técnico sea incontenible. Puesto que el técnico es un servidor, en una democracia auténtica debiera servir al bien público, o al menos no debiera servir intereses antisociales. O sea, el técnico debiera obedecer tanto al pueblo como a su empleador. ¿Cómo instituir este control democrático de la comunidad técnica? Se puede pensar en diversos mecanismos de control. Un modo concebible de control sería instituir un juramento hipocrático generalizado a todos los técnicos, algo así como “[m]e comprometo a participar sólo en proyectos que no pongan en peligro el bienestar social, y alertaré al público contra todo proyecto que viole esta condición. Si así no lo hiciere, que el pueblo me lo demande”. Desgraciadamente, tal compromiso sería insuficiente, ya que los elevados principios morales no intervienen en el contrato de trabajo, el que, excepto en una cooperativa, es asimétrico. Un segundo mecanismo posible sería el control por parte de las corporaciones profesionales. Pero tampoco esto funcionaría, y ello por un motivo similar. En todo caso, hasta ahora las corporaciones profesionales no han logrado evitar el despido de técnicos con conciencia social. Un tercer mecanismo posible sería un código de conducta profesional incorporado a la legislación del trabajo y supervisado por el Estado, que estaría facultado para imponer sanciones tanto a los empresarios como a sus técnicos. Sin embargo, también este medio sería insuficiente, como lo es toda ley que no esté respaldada por las costumbres o por movimientos sociales. Por ejemplo, en muchos países los - 202 -
Filosofía y Tecnología fabricantes prefieren pagar por el derecho a contaminar, a modificar sus instalaciones de modo que éstas no produzcan tóxicos y basura o los reciclen in situ. En suma, la ley no basta porque, como dice el refrán, hecha la ley, hecha la trampa. Pero la constatación de que la ley no basta no implica que ella sobra. La cuestión es crear mecanismos sociales extrajurídicos que fuercen la adopción y el cumplimiento de leyes y ordenanzas justas. Por ejemplo, un sindicato obrero puede forzar el cumplimiento de una ley del trabajo, o de una ordenanza de salubridad; una comisión vecinal de fomento puede bogar por el cumplimiento de una ordenanza municipal; y un partido político puede velar por el cumplimiento de un artículo constitucional. Otra herramienta de socialización y control de la técnica es el cooperativismo. Las cooperativas lecheras argentinas y canadienses, de buen nivel técnico y gran éxito comercial, son modelos. Pero el mejor ejemplo hasta la fecha es el complejo industrial Mondragón, del País Vasco, por ser una cooperativa diversificada y autofinanciada, y por tener sus propias escuelas de capacitación técnica y administrativa. Para ser eficaz, el control democrático del avance técnico tendría que involucrar no sólo a los técnicos, sus corporaciones profesionales y el Estado, sino también a las empresas (privadas o cooperativas), a los consumidores, y a todos aquellos a quienes podrían afectar las innovaciones técnicas. La participación ordenada de estos grupos diferentes, con intereses a menudo encontrados, iría construyendo gradualmente una sociedad tecnodemocrática o, si se prefiere, demotécnica. El autogobierno sin técnica es incompetente, así como la técnica sin control público informado puede obrar contra el interés general. Hoy día la democracia plena se compone de autogobierno, igualdad y competencia técnica: en una palabra, es tecnodemocracia. Que ésta aún no exista no prueba que sea imposible, sino sólo que aún no ha sido buscada con el esfuerzo necesario. (Para la problemática ciencia-técnicademocracia véase Agassi, 1985, Bunge, 1989, y Goldstein, - 203 -
Wilbert Tapia Meza 1989.) En otras palabras, la técnica, que hasta ahora ha sido en gran medida propiedad privada, debiera convertirse en un bien público y someterse a controles democráticos a fin de que pueda ser disfrutada por el mayor número posible de personas y de evitar sus usos antisociales. Estos controles debieran operar a todos los niveles, así como en todos los grupos y sectores: lugar de trabajo, sindicato, patronato y corporación profesional; asociación vecinal de fomento, sociedad de defensa de los consumidores, y otras organizaciones voluntarias; escuelas y universidades; partidos políticos; gobiernos municipales, provinciales y nacionales; legislaturas y magistraturas; y organizaciones regionales e internacionales. En todos los casos los controles debieran ser colegiados, no autoritarios. En particular, debieran contar con la participación de los técnicos, ya que sólo así éstos asumirían su responsabilidad social, cumplirían la función de informantes y consultores, y se sentirían respaldados cuando tuviesen que alertar contra proyectos antisociales. En resolución, dado el enorme poder de la técnica para bien o para mal, y dado que este poder aumenta exponencialmente junto con el conocimiento científico, es irracional e inmoral seguir permitiendo que la técnica sólo favorezca a un pequeño sector de la humanidad y que siga dando medios para desheredar a nuestra posteridad o aun para aniquilar a toda la humanidad. Al fin y al cabo, la técnica se nutre de la ciencia, bien común de la humanidad, y casi todos los técnicos adquieren su formación en escuelas públicas y, por lo tanto, a expensas del erario. Si todos pagamos por el avance técnico, todos tenemos derecho a participar en su orientación para el bien común. Y si todos pagamos por los malos usos de la técnica, todos tenemos el deber de impedirlos. CONCLUSIÓN La palabra ‘técnica’ es polisémica, pues denota (a) la actividad - 204 -
Filosofía y Tecnología consistente en diseñar cosas o procesos nuevos, (b) el cuerpo de conocimientos y prácticas que resulta de esa actividad, y (c) la comunidad de los técnicos. En cualquiera de estos casos, lejos de ser autónoma y neutral, la técnica depende de otros campos de la actividad humana y afecta a la vida diaria y a la evolución social. En particular, la técnica depende de la ciencia y afecta a la industria, el comercio y el Estado, los que a su vez la guían o extravían. Esto no es todo: algunas técnicas, en particular la arquitectura, el diseño de enseres domésticos y la publicidad, dependen del arte, el que a su vez es influido por ellas. Además, las políticas de desarrollo (o subdesarrollo) técnico dependen de la filosofía, pues ésta puede promover o impedir la adquisición, difusión y utilización del conocimiento. Y todos estos factores dependen del público, en particular del consumidor y del ciudadano. En resumen, la técnica no es autónoma sino que es uno de los componentes de un sistema muy complejo. Éste puede representarse como un hexágono centrado en la técnica y cuyos vértices son el público, el Estado, la industria y el comercio, la ciencia, el arte y la filosofía. (Véase la Figura 3.)
FILOSOFÍA CIENCIA
ARTE TÉCNICA
ESTADO
INDUSTRIA PÚBLICO
Figura 3. La técnica, lejos de ser autónoma, es un componente de un sistema muy complejo. Cualquier cambio importante de uno de los componentes de éste puede alterar a los demás.
Dado que la técnica es afectada por tantos campos de la actividad humana, y a su vez afecta a todos los aspectos de la vida moderna, es peligroso seguir permitiendo que sea monopolizada por grandes empresas y Estados, cuyos intereses no siempre coinciden con el bien público. Si queremos mejorar las condiciones de vida, ampliar la democracia, y sobre todo asegurar la supervivencia de la especie humana, tendremos que rediseñar y reformar nuestras sociedades - 205 -
Wilbert Tapia Meza de modo tal que la innovaciĂłn tĂŠcnica sea controlada de manera inteligente por todos los interesados y en bien de todos excepto los fabricantes y mercaderes de la muerte y los piratas del planeta. En una palabra, debiĂŠramos bregar por la tecnodemocracia en todos los grupos en que actuamos.
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Francisco Sagasti (1977). Tecnología, planificación y desarrollo autónomo. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, pp. 19-33
a.
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DE LA RELACIÓN ENTRE CIENCIA, TECNOLOGÍA Y SUBDESARROLLO En los últimos dos decenios la tecnología se ha vuelto un factor cada vez más importante en las relaciones entre los países desarrollados, así como en las relaciones existentes entre países desarrollados y subdesarrollados. El progreso tecnológico ha contribuido más que cualquier otro factor al crecimiento económico y hasta muy recientemente los recursos destinados a la investigación y al desarrollo en los países industrializados han aumentado a una tasa elevada. Además, el contenido tecnológico de los artículos manufacturados se ha vuelto una de las principales determinantes de los patrones comerciales existentes entre los países desarrollados y también entre los países desarrollados y subdesarrollados1. La mayor parte de los países subdesarrollados han visto aumentar constantemente el contenido tecnológico de sus importaciones. Se han dado cuenta, al mismo tiempo, que se está volviendo cada vez más difícil manufacturar artículos de exportación para competir con empresas y países cuya capacidad científica y tecnológica es muy superior. Para los
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Véase los trabajos en el volumen editado por R. Vemon, The Technology Factor in International Trade, Columbia University Press, Nueva York, 1970; y Harry Johnson, Technology and International Trade, St. Martin’s, London, 1975
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Wilbert Tapia Meza países subdesarrollados que han seguido el camino de la sustitución de importaciones para iniciar su industrialización (los países latinoamericanos, por ejemplo), cada nueva etapa de sustitución de importaciones generó una demanda de equipo cada vez más complejo y avanzado. En general este equipo se obtenía en el exterior, porque la incipiente infraestructura científica, tecnológica e industrial de los países subdesarrollados carecía de la capacidad requerida para su producción. Estas condiciones han llevado a una creciente dependencia de la tecnología extranjera, y en consecuencia a una mayor dominación tecnológica2. Los intentos de iniciar la industrialización han conducido a una mayor dependencia tecnológica. Más aún, los rápidos avances científicos y tecnológicos en los países desarrollados están haciendo de la tecnología el principal vehículo de dominación en la segunda mitad del siglo veinte. Un país que no desarrolle por sí mismo su capacidad científica y tecnológica sin duda se volverá dependiente tecnológicamente y será dominado por los países más avanzados. Bajo estas circunstancias, existe un riesgo enorme de que sus empresas y otras unidades productivas, obligadas a adquirir técnicas de fuentes extranjeras (a menudo en condiciones desfavorables), se vuelvan económicamente dependientes de estas fuentes y sean dominadas por ellas. Traspasado cierto límite, la independencia política y cultural del país se verá amenazada por estas formas de dependencia y dominación. Casi toda la tecnología de que se dispone en el mundo actual se ha creado en los países desarrollados. El grupo Sussex 3 ha 2
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Véase los trabajos de A. Herrera, Ciencia y política en América Latina, Siglo XXI Editores, México, 1971; F. Sagasti Towards a Methodology for Planning Science and Technology in Underdeveloped Countries, Tesis Doctoral, Universidad de Penn- silvania, Filadelfia, 1972; y A. Sánchez Crespo, Esbozo del desarrollo industrial y sus principales implicaciones sobre el sistema científico y tecnológico, Departamento de Asuntos Científicos, OEA, Washington, 1970. Sussex Group, Science, Technology and Underdevelopment: The Case for Reform, Declaración introductoria para el Plan Mundial de Acción de
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Filosofía y Tecnología estimado que el 98% del gasto mundial en investigación y desarrollo se hace por los países desarrollados. Por otra parte, el 2% que gastan los países subdesarrollados muchas veces se usa mal y se dedica a trabajos de investigación con menor productividad que el promedio de sus equivalentes en los países desarrollados. La actividad de investigación y desarrollo en los países desarrollados se concentra en unas cuantas corporaciones grandes o en organizaciones apoyadas por el gobierno, como revelan los estudios de la OCDE4 y los escritos de Cooper y Chesnais5. Estas condiciones han conducido a la formación de oligopolios de investigación y desarrollo en casi todas las ramas de la actividad económica, y particularmente en aquellas de gran intensidad tecnológica. Todo esto concentra el poder para ejercer un dominio tecnológico en un número bastante reducido de empresas en los países avanzados. Estas empresas ejercen un monopolio virtual en el suministro de tecnología, especialmente en su relación con los países subdesarrollados. Más aún, la existencia de una tradición científica y tecnológica acumulativa en los países desarrollados hace muy difícil para un país subdesarrollado, o incluso para un grupo de ellos, alcanzar los niveles de éxito que obtienen los países industrializados en casi todas las áreas de la ciencia y la tecnología. Como consecuencia, gran parte del conocimiento tecnológico y científico de que se dispone corresponde a las necesidades y se adapta a las condiciones que prevalecen en los países desarrollados, que poco tienen en común con las de los subdesarrollados; por ejemplo, tecnologías que requieren grandes cantidades de capital, producción en gran escala, y
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Ciencia y Tecnología de las Naciones Unidas, Universidad de Sussex, Brighton, 1970. Organization for Economic Cooperation and Development (OECD), The Overall Level and Structure of R and D Efforts in OECD Member Countries, Paris, 1967. Charles Cooper y François Chesnais, “La ciencia y la tecnología en la integración europea”, Integración política y económica, O. Sunkel (ed.), Ed. Universitaria, Santiago, 1970.
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Wilbert Tapia Meza mano de obra altamente calificada. Sobra decir que estas condiciones difícilmente corresponden a las situaciones que prevalecen en los países del Tercer Mundo. Por otra parte, como se destaca en el Libro Blanco sobre Ciencia y Tecnología de Japón6, el curso actual de la investigación científica y tecnológica intensificará esta divergencia. Entre las tendencias características en el desarrollo de la nueva tecnología se puede identificar cierto giro hacia instalaciones y equipos más automatizados que emplean mano de obra altamente calificada y en forma limitada, y hacia el aumento de la escala económica de las unidades productivas. Asimismo, hay una tendencia hacia el desarrollo de nuevos materiales sintéticos, que potencialmente tienen peligrosas implicaciones para los países subdesarrollados cuyos ingresos de divisas dependen en gran parte de la exportación de materias primas y otros productos primarios. Los países subdesarrollados se enfrentan así a una falta de opciones tecnológicas adecuadas. Frecuentemente se encuentran ante la alternativa de escoger entre la producción industrial usando técnicas modernas, generalmente intensivas en capital, o privarse de las oportunidades de aumentar su producción si esto significa mantener niveles relativamente altos de empleo por medio de técnicas arcaicas y obsoletas. La falta de opciones tecnológicas viables y eficientes junto con la baja capacidad científica y tecnológica de los países subdesarrollados, imponen un desafío difícil, especialmente si se contemplan las condiciones explosivas de crecimiento demográfico, desempleo y subempleo. En algunos casos la falta de posibilidades viables y la ignorancia del comprador de tecnología en los países subdesarrollados ha llevado al derroche de recursos escasos, particularmente de capital. La capacidad de crear tecnología, e incluso de absorber tecnología importada, no existe en la mayoría de los países subdesarrollados. Como consecuencia del carácter pasivo de 6
Gobierno del Japón, Libro Blanco sobre Ciencia y Tecnología, traducción al español en Comercio Exterior, México febrero, 1971.
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Filosofía y Tecnología su crecimiento económico, sus demandas de tecnología generalmente se han satisfecho desde el exterior, a través de la importación de equipo y de asistencia técnica proporcionada por técnicos extranjeros. Como la tecnología extranjera se adquiría fácilmente, se ejerció poca presión sobre la comunidad científica local para generar alternativas tecnológicas, especialmente en la industria manufacturera. Las políticas de industrialización han propiciado la dependencia tecnológica, acentuando la brecha entre la comunidad científica local y las necesidades científicas del país. En consecuencia, los países subdesarrollados son incapaces de crear y satisfacer sus necesidades tecnológicas e incluso incapaces de seleccionar y absorber la tecnología importada menos inadecuada dentro del limitado campo disponible. Más aún, como se desprende de los estudios realizados en el Pacto Andino7, las tecnologías extranjeras se adquieren con frecuencia en condiciones muy desfavorables, que incluyen altos costos implícitos y explícitos y restricciones en su uso. Debido a que los sectores productivos ejercen poca presión de demanda, los científicos, profesionales y técnicos se orientan hacia la comunidad científica internacional, y eligen tópicos de investigación de moda, tratando con ello de contribuir al avance de la ciencia como empresa internacional, y descuidando las necesidades de investigación de sus respectivos países. Mientras las comunidades científicas locales ignoren estas necesidades, solo podrán mantener su identidad orientándose hacia el exterior. Por ello las comunidades científicas de muchos países subdesarrollados nos parecen alejadas de su propio contorno, y al defender tan celosamente la libertad de investigación y los valores de la ciencia universal, actúan en detrimento de su potencial contribución al desarrollo de sus países. El conocido fenómeno de la “fuga de cerebros” es una de las manifestaciones extremas de este tipo de enajenación.
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Véase C. Vaitsos, Comercialización de tecnología en el Pacto Andino, Instituto de Estudios Peruanos, Lima, 1973; y G Oxman y F. Sagasti, La transferencia de tecnología hacia los países del Grupo Andino, OEA, Washington D. C., 1972.
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Wilbert Tapia Meza La comunidad científica internacional, por error de omisión más que deliberadamente, ha contribuido a aumentar esa enajenación. Los científicos no han puesto suficiente atención a los problemas científicos y tecnológicos propios de los países subdesarrollados. Sachs8 postula que el carácter europocéntrico de la ciencia occidental ha tenido un efecto retardatario en los empeños científicos de los países subdesarrollados. De acuerdo a los estimados del grupo de Sussex9, menos del 1% de toda la investigación de los países desarrollados, con los que está relacionada en principio la comunidad científica, tiene que ver directamente con los problemas del subdesarrollo, aunque la cantidad puede ser del mismo orden de magnitud que la gastada por los propios países subdesarrollados. Se confiere prestigio a los investigadores que trabajan sobre tópicos avanzados y exóticos cuya elección a veces es dictada por la moda científica o la novedad. Casi ninguno de ellos tiene algo que ver con los problemas técnicos y científicos que enfrentan los países subdesarrollados. La insistencia en el carácter internacional y universal de la empresa científica, el rechazo a todo tipo de guía en la selección de tópicos y áreas de investigación, y la importancia que se da a la objetividad de la ciencia y a la búsqueda de la verdad, han sido propuestos como características de lo que Polanyi10 llama la “República de las Ciencias”. Estas características, que muchos consideran condiciones indispensables para hacer ciencia, han tenido también efecto en la conducta de la comunidad científica de los países subdesarrollados. Cualquier intento de reorientar los esfuerzos científicos locales, ajustándolos a las necesidades del país, es combatido por los científicos, quienes piensan que se pone en peligro la integridad de su misión al inmiscuirse en la libertad de investigación.
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Ignacy Sachs, La découverte du Tiers Monde, Flammarion París, 1971.
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Sussex Group, op. cit.
10
M. Polanyi, “The Republic of Science”, Criteria for Scientific Development, Public Policy and National Goals, E. Shis (Ed.), The MIT Press, Cambridge, 1969.
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Filosofía y Tecnología Los defensores de la libertad científica irrestricta han puesto poca atención a la guía implícita de la actividad científica en los países desarrollados por medio de la manipulación de los recursos disponibles para la investigación. No se toma en cuenta el hecho de que las inversiones en la investigación se hayan incrementado después de la Segunda Guerra Mundial, principalmente en defensa, en energía atómica y en la investigación espacial. Los científicos, los profesionales y los técnicos, preocupados por la libertad de elegir sus temas de investigación individual, por lo general no prestan atención al hecho de que la orientación global del progreso científico y técnico ha sido determinada principalmente por consideraciones de tipo político, militar y económico. Debe subrayarse que los científicos en los países subdesarrollados han actuado de una manera “racional” en este proceso de enajenación. Dada la falta de demanda efectiva de sus servicios en sus países y la estructura de la comunidad científica internacional, no les era posible —si querían permanecer como científicos— sino elegir temas de investigación sancionados por la comunidad científica mundial para los cuales se podría conseguir recursos más libremente. Esta no es sino otra instancia del divorcio que existe entre la racionalidad individual y la colectiva en los países subdesarrollados. Los párrafos anteriores se han explayado en los aspectos de la organización actual de las actividades científicas y tecnológicas que no parecen contribuir al desarrollo económico en los países subdesarrollados. Esto se hizo porque en la literatura sobre este tema se ha destacado las contribuciones positivas de la ciencia y la tecnología al desarrollo. Este punto de vista optimista debe templarse por el hecho indiscutible de que la ciencia y la tecnología de las naciones desarrolladas no son, en esencia, la clase de ciencia y tecnología que necesitan los países subdesarrollados, la parte que puede ser de utilidad por lo general no se puede obtener en condiciones favorables y, si se obtiene, con frecuencia falta capacidad para hacer uso de ella. Esto no niega que la ciencia y la tecnología puedan contribuir y - 215 -
Wilbert Tapia Meza contribuirán al desarrollo. Sólo los “ludistas” de nuevo cuño se negarían a reconocer su contribución potencial. Durante la Segunda Guerra Mundial, Inglaterra y otros países aliados, que se consideraban en estado de emergencia, y reclutaron la ayuda de la mayoría de sus científicos, hicieron un esfuerzo sin precedentes para utilizar la ciencia y la tecnología. Así se demostró lo que es posible lograr en poco tiempo si se realiza un esfuerzo conjunto y decidido11. No hay razón para que una movilización similar que ataque los problemas del subdesarrollo no produzca también resultados espectaculares. En resumen, la ciencia y la tecnología tienen el potencial para contribuir, tal vez más que otro factor, a superar las condiciones de subdesarrollo. No obstante, las estructuras actuales de las actividades científicas y tecnológicas tanto en los países desarrollados como en los subdesarrollados son tales que su potencial no se ha realizado del todo. Al contrario, parecen reforzar, por lo menos parcialmente, las condiciones del subdesarrollo. b.
CONDICIONES PARA HACER EFECTIVA LA CONTRIBUCIÓN POTENCIAL DE LA CIENCIA Y LA TECNOLOGÍA AL DESARROLLO Del análisis anterior se deduce que si la ciencia y la tecnología han de contribuir al desarrollo del Tercer Mundo, es necesaria una gran transformación en las estructuras del esfuerzo científico y tecnológico mundial. Los cambios necesarios, que requieren del compromiso firme de los países desarrollados y subdesarrollados, se pueden clasificar en tres categorías: a. modificaciones de la división internacional del trabajo y de la orientación de las actividades científicas y tecnológicas a nivel mundial; b. generación de una capacidad científica y tecnológica en los países subdesarrollados;
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Véase J. P. Baxter, Scientists against time, MIT Press, Cambridge, 1968.
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Filosofía y Tecnología c. plena incorporación de la ciencia y la tecnología a la planificación del desarrollo. El primer grupo de cambios incluiría medidas para asegurar que una porción mayor de los gastos mundiales en investigación y desarrollo se dedique a problemas relacionados con el subdesarrollo. El grupo Sussex 12 y las Naciones Unidas13 han propuesto objetivos para el porcentaje de gastos en investigación y desarrollo de los países desarrollados que debería dedicarse a los problemas de los países subdesarrollados (se han mencionado cifras del 3 al 5 por ciento), y para el porcentaje total de ayuda de los países desarrollados a los subdesarrollados que debe orientarse hacia el establecimiento de una capacidad científica y tecnológica en estos últimos14. Otra propuesta trata de establecer fondos de investigación y desarrollo multilaterales a nivel mundial y regional. Estos fondos operarían con sus propias fuentes financieras independientes y estables, que podrían suministrarse por medio de impuestos especiales u obligaciones sobre actividades que se realicen a nivel mundial (por ejemplo, Sachs [comunicación personal] ha sugerido que los programas para controlar la contaminación del mar sean financiados con impuestos recaudados de los barcos que operan en aguas internacionales). Las contribuciones voluntarias hechas por los países subdesarrollados e igualadas por los desarrollados podrían proveer fondos adicionales, pero no reemplazar una fuente independiente y estable de dinero. Sin embargo, la disponibilidad de fondos en sí no constituye una garantía de que la ciencia y la tecnología financiadas con ellos tengan un impacto en el desarrollo del Tercer Mundo. Si estos fondos se administraran por científicos de los países subdesarrollados 12
Sussex Group, op. cit.
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United Nations, Science and Technology for Development, Nueva York, 1971. 14 Canadá, a través de su Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, está dando pasos para hacer que la ciencia y la tecnología sean componentes significativos de sus programas de ayuda. Suecia ha tomado una iniciativa similar.
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Wilbert Tapia Meza alejados de su propio ambiente o por científicos de países desarrollados que desconocen las complejas interrelaciones entre ciencia, tecnología y subdesarrollo, es muy probable que se refuercen las distorsiones que actualmente existen en el mundo científico y tecnológico. Los cambios que se operen en el nivel internacional deberán incluir también una cooperación cada vez mayor entre los países subdesarrollados en asuntos relacionados con la ciencia y la tecnología. En último análisis, una colaboración más intensa allanará el camino para una eficaz integración científica y tecnológica. Sin embargo, la experiencia ha demostrado que los acuerdos de cooperación son relativamente fáciles de conseguir cuando se trata de asuntos de naturaleza puramente científica, pero cuando los programas de cooperación e integración implican actividades de investigación que puedan tener aplicación económica directa —y que beneficiarían a un país o incluso a una empresa particular— el acuerdo es mucho más difícil de conseguir. En consecuencia, la integración científica y tecnológica en los países subdesarrollados sólo puede conseguirse en paralelo con su integración económica y política. También existe la necesidad de establecer un grupo de presión que actúe sobre la comunidad científica mundial y que motive a los científicos para que intervengan en proyectos de beneficio potencial o directo para los países subdesarrollados. En vista del creciente diálogo entre el Este y el Oeste (incluyendo tal vez el acuerdo sobre cuestiones nucleares) esto podría ser tarea del movimiento Pugwash. Una nueva generación de activistas científicos que tomara la bandera de la ciencia y la tecnología para el desarrollo del Tercer Mundo podría dar mayor sentido al movimiento Pug wash. Si esto fallara, será necesario organizar un nuevo grupo de presión, tal vez dentro del marco de instituciones como el Grupo de los 77 de la UNCTAD, y la organización de países No-Alineados para exponer estos temas ante la comunidad científica internacional. La lista de posibles medidas en el nivel internacional podría ampliarse para incluir la introducción de una “dimensión tecnológica” en la evaluación de proyectos financiados por los - 218 -
Filosofía y Tecnología bancos o agencias de desarrollo internacionales, el establecimiento de mecanismos para premiar a los científicos que trabajen sobre problemas relacionados con el desarrollo (una vez se sugirió el establecimiento de un Premio Nobel a este efecto), y la introducción de un criterio de “mérito de desarrollo” para evaluar los proyectos de investigación que se propongan. El segundo grupo de cambios requiere una acción en el nivel nacional. En consecuencia, estos cambios deben adaptarse a las particularidades de una situación nacional determinada. Los países subdesarrollados no son un todo homogéneo y las proposiciones concretas para mejorar sus capacidades científicas y tecnológicas deben tomar en cuenta las diferencias de tamaño, recursos, niveles de modernización, patrones culturales y muchos otros factores de naturaleza semejante. Sin embargo, pueden definirse algunas acciones necesarias para el desarrollo de una capacidad local para propiciar el avance de la ciencia y la tecnología. Primero, es necesario que se formulen claramente objetivos a largo plazo, que se defina el “estilo” de la ciencia y la tecnología que el país trata de desarrollar, y cómo se relaciona dicho estilo con toda la estrategia de desarrollo económico y social. Segundo, deben considerarse las interacciones entre la ciencia y la tecnología y el medio económico, educativo, político y cultural del país. El medio afecta tanto la demanda de los conocimientos producidos por las actividades científicas y tecnológicas como las posibilidades de generarlo en el nivel local. En particular, las características del sistema económico y de muchas políticas económicas contienen un conjunto de políticas científicas implícitas —que son tal vez más importantes que las políticas explícitas— y que frecuentemente contradicen los objetivos del desarrollo científico y tecnológico. El desarrollo de una infraestructura local institucional para la ciencia y la tecnología constituye un tercer aspecto que también debe tomarse en cuenta. Las instituciones son los medios a través de los cuales se canalizan los recursos hacia - 219 -
Wilbert Tapia Meza las actividades científicas y tecnológicas. Un conjunto amplio y bien organizado de instituciones es una condición necesaria para obtener un nivel aceptable de desarrollo científico y tecnológico. No se puede esperar que los países subdesarrollados sobresalgan en todos los campos de la ciencia y la tecnología. Por ello, el cuarto aspecto que hay que considerar es la necesidad de una estrategia de especialización que debe seguirse al generar una capacidad interna en ciencia y tecnología. Esto implica elegir los dominios en los que el país subdesarrollado se convertirá en un centro de investigación de avanzada, a los que se destinarán recursos con prioridad. En otros campos o dominios se importaría tecnología, aunque sería necesario controlar las importaciones para evitar los efectos negativos que a menudo las acompañan. Sin embargo, esta estrategia no implica abandonar el apoyo que la actividad de investigación fundamental requiere para proporcionar, entre otras cosas, una base de actividad científica y de personal calificado en el campo de la ciencia y la tecnología. Debe llegarse a un balance entre la concentración de recursos en algunos campos y el apoyo que debe recibir la investigación fundamental. El último aspecto que hay que considerar se refiere a la disponibilidad de recursos para la ciencia y la tecnología. Los recursos humanos, financieros y físicos, deben ser proporcionados por encima de la masa crítica mínima, particularmente en los dominios de especialización escogidos. La base de recursos humanos para la ciencia y la tecnología en los países subdesarrollados es bastante limitada, y su escasez tal vez constituya el principal obstáculo para el desarrollo científico y tecnológico. Para superar esta deficiencia es necesario poner en práctica medidas que tengan resultados a corto plazo, como los programas para repatriar personal calificado que trabaja en el extranjero; a mediano plazo, tales como programas que acerquen a los científicos y a los profesionales a los avances de la ciencia y la técnica modernas; y, también a largo plazo, tales como cambios en el sistema educativo. Deben asimismo aumentarse los recursos financieros y físicos, aunque parece haber mayor necesidad de - 220 -
Filosofía y Tecnología un uso más racional de los fondos y de las instalaciones existentes. El tercer grupo de cambios está orientado a hacer de la ciencia y la tecnología parte integrante de la planificación. La primera tarea consistiría en hacer que los planificadores y los políticos tomen conciencia del papel que juegan la ciencia y la tecnología en el proceso de desarrollo, destacando que la dominación tecnológica agrava el subdesarrollo. Es necesario señalar que los planes y las políticas de desarrollo frecuentemente contienen medidas negativas implícitas en lo que se refiere a ciencia y tecnología, y que socavan los esfuerzos por salir del subdesarrollo. La preocupación por fijar políticas y hacer planes en materia de ciencia y tecnología es de origen relativamente reciente. Prueba de ello es que aún no existen métodos comprobados y aceptados ni criterios que pudieran recomendarse y aplicarse con absoluta seguridad. De ahí que otra tarea de primer orden consista en el desarrollo de procedimientos y su experimentación para diseñar y fijar políticas relativas a la ciencia y la tecnología. El método científico deberá utilizarse al planificar el desarrollo de la ciencia y la tecnología. El hecho de que los planificadores y los políticos estén conscientes de la importancia que para el desarrollo tienen la ciencia y la tecnología, y la disponibilidad de métodos adecuados para la planificación científica y tecnológica, podrían combinarse con el fin de legitimar la incorporación de la ciencia y la tecnología al campo de la planificación del desarrollo en su sentido más amplio. Los tres grupos de cambios descritos obligan a una transformación radical del esfuerzo científico y tecnológico mundial. Considerando los antecedentes históricos, es muy poco probable que tales cambios se produzcan en forma automática. Si se llegan a realizar, serán el resultado de la acción decidida de quienes luchen por ellos. Por lo tanto esta transformación debe ser exigida e iniciada por los países subdesarrollados.
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Wilbert Tapia Meza Sin embargo, es muy difícil que el esfuerzo individual de un país por modificar la división internacional del trabajo en ciencia y tecnología y por cambiar las normas que regulan la conducta de la comunidad científica mundial dé frutos a corto o mediano plazo. En consecuencia, los países subdesarrollados deberán empezar por organizar su propia capacidad científica y tecnológica —aún en escala limitada— aumentando sus esfuerzos en este campo y buscando unir fuerzas con otros países del Tercer Mundo para iniciar la transformación. En último análisis, ésta será la única manera de que el futuro de los países subdesarrollados quede en sus propias manos.
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Filosofía y Tecnología
que no tienen, un mundo, por otra parte, que tiene que ser bastante aburrido, porque sin los seres vivos debe ser silencioso, sin sabores ni olores ni colores…
CUARTA PARTE Problemas Actuales
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Wilbert Tapia Meza
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Filosofía y Tecnología
TECNOLOGÍA Y SABIDURÍA
Emmanuel G. Mesthene (2004). En Filosofía y Tecnología, Mitcham y Mckey (Eds.) Madrid: Encuentro, pp. 155-167
El objetivo de este escrito es el de sugerir algunas de las implicaciones más generales de lo que es novedoso en nuestra época. De ahí que pueda resultar oportuno comenzar por apuntar lo que tiene de novedoso nuestra era. El hecho mismo de que haya algo novedoso no es nuevo. Toda era ha tenido algo de novedoso; de otra manera, no habríamos podido distinguir una de otra en la historia. Lo que necesitamos examinar es qué es lo específicamente nuevo de nuestra época, pues lo nuevo no lo es menos sólo porque lo viejo fuera también nuevo alguna vez. Tampoco la preeminencia de la ciencia y la tecnología en nuestra era es, por sí misma, sorprendentemente novedosa. Hace dos siglos una verdadera explosión de tecnología industrial dio nombre a toda una era, y es dudoso que ninguna idea científica deje en el mundo una huella tan penetrante y de tanta extensión como hizo la de Isaac Newton un siglo antes. Por último, no está claro que lo que tiene de novedoso nuestra era sea la velocidad a la que cambia. La evidencia parcial que tenemos en el campo restringido de la economía, por ejemplo, indica más bien lo contrario. La curva de crecimiento de los más o menos cien años que pueden rastrearse es suave, y no servirá para apoyar afirmaciones de un cambio explosivo o de un aumento discontinuo. En lo que se refiere al resto de los ámbitos, nos faltan la estabilidad - 225 -
Wilbert Tapia Meza conceptual, la precisión del método intelectual y los datos necesarios para poder elaborar enunciados fiables acerca de la velocidad del cambio social en general. De ahí que todo argumento que diga mostrar que la novedad comienza con nosotros, o que las enormes influencias científicas y económicas comienzan con nosotros, o que la rapidez del cambio social comienza con nosotros sea susceptible de sospecha. A mi juicio, afirmaciones de este tipo derivan de un fervor revolucionario y de un deseo de persuasión, más que del conocimiento probado y del deseo de instruir. Y, sin embargo, hay algo claramente nuevo cuyas implicaciones son importantes. Creo que nuestra era es distinta de todas las precedentes en dos sentidos muy importantes: primero, disponemos, en términos absolutos, de una cantidad asombrosa de poder físico; segundo, y más importante, hemos empezado a pensar y a actuar con conciencia de este hecho. De modo que somos la primera era que puede aspirar a ser libre de la tiranía de la naturaleza física, que ha asediado al hombre desde sus comienzos. I La conciencia de nuestra limitación física ha tenido una historia larga y deprimente. Se podría especular que comenzó con el sobrecogimiento de los primeros hombres ante la brutalidad y la obstinación de la naturaleza. La tierra, el aire, el fuego y el agua — los elementos eternos e inmutables de la física antigua— imponían sus exigencias a los hombres, les hacían parecer pequeños, les sobrevivían, permanecían indiferentes, cuando no absolutamente hostiles, hacia ellos. El mundo físico dominaba los asuntos de los hombres, y éstos eran impotentes ante él. Homero consiguió este hecho imbuyendo la naturaleza de dioses, y los filósofos más antiguos lo reconocieron, erigiendo a cada uno de los elementos naturales —agua, aire, tierra y fuego— como principios fundamentales de toda existencia. Desde entonces hasta nuestros días tan sólo ha cambiado el lenguaje, a medida que las eras sucesivas se topaban con la necesidad física, con ese «fondo de roca» de la naturaleza, e intentaban aceptarla. En el teatro ateniense los hombres se - 226 -
Filosofía y Tecnología sometían a ella, entendiéndola como el destino. Fue conceptualizada como ignorancia por Sócrates, y como un asunto metafísico por sus discípulos. Fue catalogada como mala por los precristianos. Ha sido exorcizada como demonio, condenada como carne o dictaminada como ilícita por la Iglesia. Ha sido el principio de la irracionalidad en la filosofía moderna; bajo la forma de sustancia en John Locke, como el agregado sin forma de Immanuel Kant o como la duración pura de Henri Bergson. Ha conquistado el terreno místico como nirvana; la psique como el Ello; y, a algunos franceses contemporáneos, como el objeto ciego de un compromiso existencial. Lo que los hombres han querido decir de maneras tan diferentes es que la naturaleza física parece tener una estructura, casi una voluntad propia, que no ha cedido fácilmente a los designios y propósitos del hombre. Ha sido una facticidad brutal, un residuo, un tipo de estadio existencial último que permitía, aunque también limitaba, el juego del pensamiento y de la acción. Sería difícil sobrestimar las consecuencias, en el pensamiento y en las perspectivas de los hombres, de esta obstinación de lo físico. Durante la mayor parte de la historia, éstos han aprendido a planificar y a actuar en torno a un reino permanente de imposibilidad. El hombre podía viajar por mar a vela, a remo o a braza, pero no podía viajar dentro del mar. Podía recorrer la tierra a pie, a caballo o con ruedas, pero no podía volar por encima. Leyendas tales como las de Dédalo y Poseidón celebraban en el arte aquello a lo que los hombres no podían aspirar de hecho. El pensamiento estaba circunscrito de manera similar. Había miles de posibilidades en la existencia, pero éstas no eran ilimitadas, porque no incluían alterar la estructura física de la existencia misma. El hombre podía, en principio, saber todo lo que era posible, de una vez por todas y para siempre. ¿Qué es, sino esta posibilidad de conocimiento completo, lo que atribuye Platón a la Idea de lo Bueno? La tarea del pensamiento era la de discernir, comparar y seleccionar dentro de este campo de posibilidades fijo y eterno. Las opciones del pensamiento no se extendían más allá de ese campo, al igual que las opciones del jugador de ajedrez no se extienden más allá de aquéllas permitidas por el tablero y las piezas del juego. Había una ley natural, decían los hombres, y toda ley humana - 227 -
Wilbert Tapia Meza estaría siempre a su servicio; esta ley natural fijaba los patrones y los hábitos de lo pensable. En todo este tiempo, de manera ocasional, tenía lugar una invención que inducía un cambio físico. De esta manera se hacía posible algo nuevo, algo equivalente a añadir un peón al juego de ajedrez. Las nuevas posibilidades físicas son el resultado de la invención; de la tecnología, como la llamamos hoy en día. Esto es lo que significan invención y tecnología. Cada invención —desde la rueda hasta el cohete espacial— ha creado nuevas posibilidades que antes no existían. Pero las invenciones en el pasado eran pocas, raras, excepcionales y maravillosas; eran salidas inesperadas de la norma; eran sorpresas a las que se ajustaban las sociedades después de que se produjeran; es más, eran, por lo general, suficientemente infrecuentes como para que los ajustes pudieran hacerse lentamente y de manera no consciente, sin alterar radicalmente las visiones del mundo o los patrones tradicionales de pensamiento y de acción. La Revolución Industrial, como la llamamos, fue revolucionaria precisamente porque chocó con actitudes, valores y hábitos de pensamiento y acción que no estaban preparados en absoluto para comprender, aceptar, absorber y cambiar con ella. En nuestros días, si se me permite decirlo de una manera paradójica, la tecnología está haciéndose menos revolucionaria, en la medida en que reconocemos y perseguimos el poder que nos proporciona. Las invenciones son ahora muchas, frecuentes, planificadas y, cada vez más, dadas por sentado. No nos sorprendió lo más mínimo llegar a la luna. Por el contrario, nos habría sorprendido mucho el no haberlo hecho. Estamos empezando a usar la invención como una manera deliberada de tratar con el futuro, en lugar de verla como un trastorno no controlado del presente. Ya no esperamos que la invención tenga lugar de manera fortuita; la fomentamos y forzamos, porque la vemos como una salida de las —hasta ahora— inviolables limitaciones que la naturaleza física nos impuso en el pasado. En el siglo XVI, Francis Bacon fue el primero en ver el potencial del poder físico en el conocimiento científico. Lo que quiero sugerir aquí es que nosotros somos los primeros en tener realmente al alcance de la mano el poder suficiente para crear nuevas posibilidades casi - 228 -
Filosofía y Tecnología a voluntad. Mediante cambios físicos enormes, provocados deliberadamente, podemos, literalmente, extraer nuevas alternativas de la naturaleza. La antigua tiranía de la materia ha llegado a su fin, y lo sabemos. En el siglo XVII descubrimos que el mundo físico no era en absoluto como pensaba Aristóteles, ni como nos enseñó Tomás de Aquino. Hoy en día hemos dado aún un paso más, y hemos llegado a comprender que el mundo físico no necesita ser como es. Podemos cambiarlo y moldearlo para adecuarlo a nuestros propósitos. En resumen, la tecnología ha llegado a la mayoría de edad no meramente como capacidad técnica, sino como un fenómeno social. Tenemos el poder de crear nuevas posibilidades y la voluntad de hacerlo. Al crear nuevas posibilidades nos proporcionamos a nosotros mismos una mayor posibilidad de elección. De este modo, tenemos más oportunidades. Con más oportunidades podemos tener más libertad y, con más libertad, podemos ser más humanos. Esto, a mi juicio, es lo que tiene de nuevo nuestra era. Nos damos cuenta de que nuestra destreza técnica rebosa, literalmente, de la promesa de una nueva libertad, una mejora de la dignidad humana y una aspiración sin límites. Aunque con retraso, también estamos cayendo en la cuenta de las nuevas oportunidades que nos ofrece el desarrollo tecnológico de cometer errores nuevos y potencialmente graves. II Así, la tecnología es, en el mejor de los casos, liberadora. Y, sin embargo, muchos la temen cada vez más por esclavizante, degradante y destructiva de los valores más preciados del hombre. Es importante percatarse de que esto es así e intentar entender el porqué. Se me ocurren cuatro razones: En primer lugar, no debemos ignorar el hecho de que la tecnología, ciertamente, destruye algunos valores. La tecnología crea un millón de posibilidades con las que no habíamos soñado hasta ahora, pero también hace imposibles otras disfrutadas hasta ahora. El automóvil hace realidad la legendaria tierra extranjera, pero también hace legendarios los valores, reales en cierta época, de la antigua plaza del mercado. La producción en serie coloca a Bach y a Brueghel en todas las casas, pero también priva al artesano meticuloso de un - 229 -
Wilbert Tapia Meza mercado para sus buenos productos en los que pone su destreza y orgullo. La fontanería moderna acaba con la fuente del pueblo, y las ciudades modernas se muestran hostiles al deseo de echar raíces y de crecer sobre un trozo de tierra. No cabe duda de que algunos valores pertenecen ya al pasado; tratar de restituirlos es inútil, y deplorar simplemente su pérdida, estéril. Pero es perfectamente humano lamentarlo. En segundo lugar, la tecnología revela, a menudo, lo que ella misma no ha creado: por ejemplo el coste en trabajo humano embrutecido de los pocos casos de civilizaciones del pasado cuyos valores sólo una reducida elite podía disfrutar. Las comunicaciones revelan ahora lo escondido y hacen público lo secreto. El transporte muestra lo mejor a aquellos cuya suerte ha sido peor. El incremento de productividad compra mejor educación, con lo que más gente lee, aprende, compara, confía y se muestra insatisfecha. De modo que, a menudo, la tecnología parece ser la gota que colma el vaso, cuando, no obstante, tan sólo ilumina —y no aumenta— la carga de la humanidad. Tercero, la tecnología podría ser considerada como un mal, ya que es incuestionable que el mal es una posibilidad que encierra: con la tecnología podemos explorar el cielo o destrozar el mundo; podemos curar la enfermedad o envenenar a poblaciones enteras; podemos liberar a millones de esclavos o esclavizar a millones más. La tecnología sólo augura posibilidad y, en este sentido, es neutral. Su poder masivo puede llevar a errores masivos, cometidos de manera tan eficiente como para resultar prácticamente irreversibles. La tecnología, claramente, no es sinónimo de lo bueno. Puede conducir al mal. La última razón (y, en cierto aspecto, la más reveladora) de la causa del temor a la tecnología es que ésta es perturbadora porque complica el mundo. Se trata de una preocupación vaga, difícil de precisar, pero creo que es una inquietud real. Las nuevas alternativas que crea la tecnología requieren el esfuerzo de examinarlas, comprenderlas y evaluarlas. Se nos ofrece una mayor posibilidad de elección, lo que hace ésta más difícil. Nos enfrentamos a la necesidad de cambiar, lo que altera rutinas, inhibe la confianza en el hábito y requiere reajustes personales a posturas más flexibles. Nos vemos ante peligros que exigen que exa- 230 -
Filosofía y Tecnología minemos los valores constantemente, una y otra vez, así como que estemos dispuestos a abandonar los viejos compromisos por otros nuevos, más adecuados a la experiencia cambiante. Toda la empresa del vivir parece hacerse más dura. Este lado negativo de la tecnología se confunde a veces con el todo de la misma, lo que puede enturbiar la comprensión en dos sentidos que merecen ser destacados: puede conducir a la desconfianza generalizada en el poder y en el mecanismo de la mente humana, al construir una falsa dicotomía entre la labor científica y tecnológica modernas, por un lado, y una concepción precientífica, estática e idealizada de los valores humanos, por otro. También puede teñir la discusión sobre algunos temas actuales importantes que surgen del impacto de la tecnología en la sociedad, de manera que se oscurezca, en vez de que se amplíe, su comprensión y, por tanto, no se facilite, sino que, más bien, se inhiba la acción social necesaria para solucionarlos. Debido a que la confusión y las preocupaciones asociadas a la tecnología son más inmediatas y a veces, por consiguiente, prevalecen sobre la consideración de su poder y sus posibilidades, la tecnología se presenta ante algunos como un intruso extraño y hostil en el ámbito humano. De esta forma no parece distinguirse de ese otro intruso más antiguo, extraño y hostil: esa necesidad física, fundamental e infranqueable, de la que he hablado. Y como los hábitos no se pierden fácilmente, ocurre, entonces, una de esas inversiones curiosas de la imaginación que no son desconocidas en la historia. Nuestro recién descubierto control sobre la naturaleza no se ve más que como la forma última de la tiranía de la naturaleza. El conocimiento y, por tanto, el dominio del mundo físico que hemos ganado, las herramientas que hemos extraído de la naturaleza y las maravillas humanas que estamos incorporando a ella, todo ello es temido como una técnica desenfrenada, incontrolable, impersonal, que sin duda terminará, se nos dice, por despojarnos de nuestros medios de vida, de nuestra libertad y de nuestra humanidad. No es un síndrome desconocido; recuerda al prisionero permanente que puede rehuir la responsabilidad de la libertad prefiriendo la falsa seguridad de la celda a la que está acostumbrado. Recuerda, incluso más, a Sócrates preguntándose si a ese otro prisionero, en la caverna de la ignorancia, no le dolerían los ojos si se viese - 231 -
Wilbert Tapia Meza forzado a mirar la luz del conocimiento, «de modo que intentaría escapar y volverse hacia las cosas que podía distinguir claramente, convencido de que eran realmente más claras que estos otros objetos que se le enseñaban». ¿Es una forma de escapismo tan diferente a ésta atribuir despersonalización y hostilidad al conocimiento y a las herramientas que nos pueden liberar, por fin, de la despersonalización y la hostilidad permanentes de una naturaleza física recalcitrante? La tecnología tiene dos caras: una que está llena de promesa, y otra que puede desanimarnos y vencernos. La liberación de la tiranía tradicional de la materia —del mal que hemos conocido— que supone nuestro poder lleva consigo la responsabilidad y la carga añadidas de aprender a tratar con la materia y de atemperar el mal, junto con todos los demás problemas que siempre hemos tenido que tratar. Esto es otra forma de decir que más poder, más elección y más libertad requieren más sabiduría, si se quiere que resulte más humanidad. Pero esto, sin duda, constituye un reto para hacernos sabios, no una invitación a la desesperación. Una actitud de desesperación puede también, como he sugerido, enturbiar la comprensión específica de problemas concretos y, por consiguiente, obstruir una acción inteligente. Por ejemplo, creo que ha distorsionado el debate público sobre los efectos de la tecnología en el trabajo y en el empleo. De manera persistente el problema ha adoptado la forma de miedo a que las máquinas dejen a la gente sin trabajo de manera permanente. Ese miedo ha impedido distinguir entre dos cuestiones esencialmente diferentes. La primera es una cuestión de análisis económico y de política económica y de recursos humanos, sobre lo cual se sabe mucho; algo que es susceptible de análisis por medio de métodos muy desarrollados y rigurosos, y sobre cuyas dimensiones e implicaciones hay un grado muy alto de consenso entre los profesionales competentes. La opinión general es que las consecuencias probables de la automatización en el empleo apenas entrañan una novedad significativa. La automatización no es sino la última forma de la mecanización, que ha sido reconocida como un factor importante de cambio económico, por lo menos desde la Revolución Industrial. Lo - 232 -
Filosofía y Tecnología que sí es nuevo es la agudizada conciencia social de las implicaciones que tienen las máquinas para los hombres, que se desprende de esa escalada sin precedentes en la preponderancia y la notoriedad de la innovación tecnológica moderna. Esta es la segunda cuestión. Es, también, una cuestión sobre el trabajo —qué duda cabe—, pero no sobre el empleo en la connotación económica del término. Es una cuestión bien diferenciada, que con excesiva frecuencia ha sido confundida con la económica, porque ha sido formulada incorrectamente como una cuestión de automatización y de empleo. Esta cuestión, no ya tanto la de si la gente será contratada, sino la de lo que la gente puede hacer de manera más útil, dado el amplio abanico de elección que la tecnología puede poner a nuestra disposición es menos una cuestión económico-técnica que una cuestión de valores y calidad de trabajo. No es una cuestión de qué hacer con el tiempo libre cada vez mayor, sino de cómo definir nuevas ocupaciones que combinen la utilidad social con la satisfacción personal. En otras palabras, no veo ninguna evidencia de que la sociedad vaya a necesitar que se realice menos trabajo un día en el futuro, cuando las máquinas puedan estar satisfaciendo en gran parte sus necesidades materiales, ni de que la sociedad no vaya a valorar ni recompensar ese trabajo. Por otra parte, y en primer lugar, mientras queden sociedades que sean menos prósperas que otras, nos encontramos aún muy lejos de ese día. Y, en segundo lugar, queda aún trabajo pendiente, en educación, integración, producción, y erradicación de la enfermedad y la infelicidad, que difícilmente puede ser cubierto mientras la mayoría de la gente deba trabajar para producir los bienes que consumimos. Cuantas más máquinas puedan hacer lo que hacemos nosotros, más podremos hacer lo que no pueden hacer las máquinas. Esto también es liberación: la liberación de los esclavos de la historia, para ser finalmente personas... III Estos temores básicamente irracionales a la tecnología tienen su contrapartida en el temor popular a la ciencia misma. También aquí la desesperación anticipada, a la vista de algunos problemas - 233 -
Wilbert Tapia Meza genuinos suscitados por la ciencia y la tecnología, puede enturbiar la comprensión. Por ejemplo, hay que reconocer que es horrible contemplar el mal no intencionado, implícito en la ignorancia y la falibilidad del hombre, cuando éste lucha por controlar su medio y mejorar su suerte. ¿Qué efectos adversos de los medicamentos que hoy curan nuestras enfermedades podrían sufrir nuestros nietos? ¿Qué monstruos podríamos generar, sin ser conscientes de ello, mientras aprendemos a manipular el código genético? ¿Cuáles son las tensiones de la psique humana en un mundo automatizado, frío y rápido? ¿Qué desastre político estamos incitando, proporcionando al Gran Hermano de 1984 todas las herramientas que necesitaría? No sería mejor, tal vez, en palabras de Hamlet: ...sobrellevar los males que tenemos en vez de volar hacia otros que no conocemos. ¿Por qué no detenerlo todo? ¡Alto a la automatización! ¡Alto a la alteración de la vida y la herencia! ¡Alto a la carrera al espacio sin sentido! El grito es antiguo. Sin duda, se oyó ya cuando se inventó la rueda. La tecnología de la bomba, el automóvil, la máquina de hilar, la pólvora, la imprenta; todo ello provocó un trastorno social acompañado de gritos similares de «¡Alto!». Bien, entonces: ¿por qué no detenernos ahora, cuando todavía puede quedar un minuto antes de que el reloj dé las doce? No paramos, creo, por tres razones: no queremos hacerlo, no podemos hacerlo sin dejar de ser hombres y, por tanto, no debemos hacerlo. No está claro en absoluto que las bombas atómicas lleguen a matar a más gente de lo que ya han hecho las guerras, pero la energía proveniente del átomo podría, un día, eliminar la brecha alarmante entre los pueblos del mundo más favorecidos y los menos. ¿Fue más trágico infectar a cien niños con una vacuna de polio defectuosa de lo que habría sido el permitir que la epidemia reinara libre para siempre? No está claro que el monstruo que pueda crear el laboratorio, en la búsqueda del secreto de la vida, sea más monstruoso que los que producirá la naturaleza sin ayuda, si sus secretos permanecen ocultos para siempre. ¿Está realmente tan - 234 -
Filosofía y Tecnología claro que la multiplicación desenfrenada de la especie sea un destino final mejor para el hombre, que sufrir, pero eventualmente superar, los errores que acompañan a la investigación? La primera razón por la que no nos detenemos es que, mirándolo bien, no creo que decidiéramos realmente que queremos detenernos. La segunda razón es que no podemos mientras sigamos siendo hombres. Aristóteles vio ya hace mucho tiempo que «el hombre desea conocer por naturaleza». Investigará y aprenderá todo aquello a lo que le mueva su curiosidad y le permita su mente, mientras haya vida en él. Los que han intentado detenerlo en el pasado, al final siempre han perdido; ya intentaron detener a Sócrates, a Cristo, a Galileo, a Einstein, a Bonhoeffer o a Boris Pasternak. Aquellos a los que se quería convertir en víctimas son hoy los héroes. No nos detenemos, por último, porque no querríamos dejar de ser hombres. No creo que, siquiera aquellos que más condenan la ciencia admitieran de buen grado que la raza ha mostrado ya ser incapaz de arreglárselas con sus propias creaciones. Admitir esto sería lo último en la deshumanización, pues supondría renunciar a las cualidades mismas de la inteligencia, la valentía, la visión y la aspiración que nos hacen humanos. «Alto», a la postre, es el último grito desesperado del hombre que abandona al hombre porque está derrotado por la responsabilidad de ser humano. Es el último fracaso del valor. Traigo a colación esta expresión célebre del «fracaso del valor» con el fin de presentar un tercer y último ejemplo de cómo el temor y el pesimismo pueden enturbiar el entendimiento y confundir nuestros valores. Es el ejemplo de quienes ven, en el dominio confiado de la naturaleza por parte del hombre, el pecado del orgullo. He tratado este tema anteriormente pero me permito repasarlo brevemente una vez más, porque pone de relieve el verdadero significado de la tecnología de nuestra era. La expresión «el fracaso del valor» la utilizó por primera vez el eminente estudioso clásico Gilbert Murray para caracterizar el cambio de temperamento que tuvo lugar en la civilización helenística con el final de la era. Los griegos de los siglos V y IV a. de C. creían en la inteligibilidad última del universo. No había nada - 235 -
Wilbert Tapia Meza en la naturaleza de la existencia o del hombre que tuviera la característica inherente de la imposibilidad de ser conocido. De acuerdo con esto, creían también en el poder de la inteligencia humana de conocer todo cuanto se podía conocer acerca del mundo, y de guiar la carrera del hombre en él. Las guerras y la mezcla de culturas que marcaron el período subsiguiente trajeron consigo la vicisitud y la incertidumbre, que dieron una sacudida a esta fe clásica en la inteligibilidad del mundo y en la capacidad de los hombres para conocer y para hacer. A partir de ese momento, habrá un campo de conocimiento y acción accesible sólo a Dios, no sujeto a la razón o al esfuerzo humano. Los hombres, en otras palabras, se volvían cada vez más a Dios para que hiciera por ellos lo que ellos ya no se sentían seguros de poder hacer por sí mismos. Ese fue el fracaso del valor. La idea central que estoy repitiendo es que los tiempos están cambiando. Tenemos el poder y la voluntad de investigar y de cambiar la naturaleza física. Dios, el alma humana o los misterios de la vida ya no son objetos impropios de investigación. Estamos preparados para examinar todo aquello a lo que nos mueva nuestra imaginación. De nuevo estamos convencidos, por primera vez desde los griegos, de la inteligibilidad esencial del universo: no hay nada en él que sea, en principio, no susceptible de ser conocido. Como ha dicho el sociólogo Daniel Bell: «Hoy en día sentimos que no hay secretos inherentes al universo, y éste es uno de los cambios significativos en el temperamento moral moderno». Lo que equivale a decir: «Lo que es nuevo en nuestra era». Estamos siendo testigos de una recuperación generalizada del valor. ¿Es pecado esta confianza? Según Gilbert Murray la mayoría de la gente «se siente inclinada a creer que sin cierto fracaso y sentimiento de fracaso, sin un corazón contrito y la convicción del pecado, el hombre apenas puede alcanzar la vida religiosa». Sospecho que esta afirmación sigue siendo verdad para la mayoría de la gente, aunque está claro que cierto número de teólogos contemporáneos van adoptando una concepción diferente. Considerar un sentimiento de fracaso como una condición para la experiencia religiosa es una reliquia histórica que data de un tiempo en que una naturaleza indiferente y un mundo hostil abrumaba tanto a los hombres que abandonaron el pensamiento por el consuelo. - 236 -
Filosofía y Tecnología Persistir en esa concepción hoy, cuando la naturaleza está siendo cada vez más controlada como resultado de la confianza y el poder humanos restablecidos, equivale a distorsionar la realidad y a devaluar la religión. No hay duda de que no glorifica a Dios el hacer descansar su poder en la impotencia del hombre. El reto de nuestra fe restablecida en el conocimiento y en el poder del conocimiento es, más bien, un reto a la sabiduría, no a Dios. Quienes han tenido una visión más clara y con mayor perspectiva en décadas recientes han advertido una descompensación creciente entre las capacidades del hombre en el terreno físico y en el social. John Dewey, por ejemplo, dijo: «Hemos desplegado suficiente inteligencia en el campo físico para crear el instrumento nuevo y poderoso de la ciencia y la tecnología. Todavía no hemos tenido suficiente inteligencia como para usar este instrumento deliberada y sistemáticamente para controlar las operaciones y consecuencias sociales del mismo», Dewey dijo esto hace más de treinta años, antes de la televisión, antes del poder atómico, antes de los ordenadores electrónicos, antes de los satélites espaciales. Es más, llevaba diciéndolo, por lo menos, treinta años. Vio pronto los problemas que surgirían cuando el hombre aprendiera a hacer cualquier cosa que quisiera, antes de aprender lo que quería. Creo que el tiempo sobre el que nos advirtió Dewey ha llegado. Mis amigos científicos más precavidos me cuentan que ahora tenemos, o sabemos cómo adquirir la capacidad técnica de hacer casi cualquier cosa que queramos. ¿Podemos... controlar nuestra biología y nuestra personalidad, encargar el tiempo atmosférico que nos conviene, viajar a Marte o a Venus? Por supuesto que podemos; si no ahora, o en cinco o diez años, seguro que sí en veinticinco, cincuenta o cien. Pero si la respuesta a la pregunta de qué podemos hacer es «cualquier cosa», entonces el énfasis se vuelca, mucho más que antes, en la pregunta «¿qué deberíamos hacer?». El compromiso con la inteligibilidad universal implica responsabilidad moral. El abandono de la creencia en la inteligibilidad hace dos mil años fue bien descrito como un fracaso del valor, porque era el preludio de la rendición moral. Los hombres abandonaron el esfuerzo de ser sabios porque lo encontraron demasiado duro. La renovada - 237 -
Wilbert Tapia Meza creencia en la inteligibilidad dos mil años más tarde significa que los hombres deben retomar el árido trabajo de llegar a ser sabios. Y ahora es un trabajo mucho más duro, porque tenemos mucho más poder que los griegos. Por otro lado, los beneficios de la sabiduría son también potencialmente mayores, porque tenemos en nuestras manos los medios para hacer la vida buena aquí y ahora mismo, en vez de limitarnos a seguir contemplándola en el cielo de Platón. La pregunta «¿qué deberíamos hacer?» no es, por tanto, una pregunta vana, sino que nos interpela a cada uno de nosotros. Este es, a mi juicio, el principal reto moral de nuestro nuevo mundo. De esto trata todo el griterío por la preocupación creciente sobre las relaciones entre la política de la ciencia y la tecnología, y sobre el impacto de la tecnología en la sociedad. Nuestro casi total dominio del mundo físico comporta un reto para la inteligencia pública en un grado hasta ahora desconocido en la historia. Traducido por Susana Badiola Dorronsoro (Revisado por Ignacio Quintanilla Navarro)
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Filosofía y Tecnología
LAS TECNOLOGÍAS DE LAS COMUNICACIONES Y LA FILOSOFÍA DE LA TÉCNICA1
Javier Echevarría (2004). En Filosofía y Tecnología, Mitcham y Mckey (Eds.) Madrid: Encuentro, pp. 513-520
1.
INTRODUCCIÓN Las tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) plantean un importante desafío a la filosofía de la técnica. Hablando en términos generales, cabe decir que la mayor parte de los pensadores que han reflexionado sobre la técnica han estado influidos por lo que podríamos denominar el prejuicio fisicalista, conforme al cual se conciben las técnicas como operaciones o acciones sobre objetos físicos, o en su caso biofísicos. Así como el positivismo lógico pretendió reducir todo el conocimiento científico a lenguaje fisicalista y consideró a la física como la ciencia básica, sobre cuyo modelo de cientificidad habían de fundamentarse las demás ciencias, así también la filosofía de la tecnología del siglo XX ha estado profundamente marcada por el predominio de los objetos físicos a la hora de reflexionar sobre la técnica. Como resultado, las técnicas humanas han sido concebidas casi exclusivamente como acciones sobre la physis, que generan nuevos objetos (inventos) o transforman objetos previamente
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Este artículo ha sido elaborado en el marco del Proyecto de Investigación sobre «Axiología y dinámica de la tecnociencia», financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología durante el período 2000-2002.
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Wilbert Tapia Meza existentes. El propio programa baconiano, que orientó la ciencia y la técnica hacia el dominio de la naturaleza, está profundamente influido por la primacía de lo físico a la hora de pensar las acciones científico-técnicas. La corriente materialista de raigambre marxista constituye otro buen ejemplo de ese reduccionismo fisicalista, en este caso materialista. Conforme a esa tradición, las técnicas surgen para solucionar necesidades materiales de los seres humanos. Consecuentemente, la necesidad física y material determinaría el desarrollo de las técnicas en las diversas culturas. Estos planteamientos pueden ser válidos para reflexionar sobre numerosas técnicas, pero resultan insuficientes a la hora de abordar las tecnologías simbólicas, en cuyo marco se sitúan las TIC, al operar con signos, no con objetos. Si abordamos el problema en toda su generalidad, las TIC plantean, como mínimo, tres grandes retos a la filosofía de la técnica: A) Con ellas no se manipula la materia, sino la información, entidad ésta que desborda el marco de lo físico, aunque tenga soporte físico. El hardware es indispensable para el funcionamiento de las TIC, pero lo importante es el software, nueva modalidad de tecnología que opera con objetos abstractos: números, signos, imágenes, etc. Esta digitalización previa de los objetos es la gran novedad de las TIC y por ello Negroponte habló de mundo digital2. Obviamente, hay numerosos precedentes históricos de este tipo de tecnologías simbólicas, empezando por las matemáticas o la música y siguiendo por la imprenta. Sin embargo, la digitalización y la informatización de todo tipo de objetos se ha generalizado de tal modo que las infotecnologías han provocado una auténtica revolución tecnocientífica, a la que ha de adecuarse la filosofía de la técnica. Así como se distingue entre ciencias formales y ciencias físico-naturales, en filosofía de la técnica hay que distinguir entre tecnologías formales y tecnologías físicobiológicas. La informática y las telecomunicaciones pertenecen al primer grupo, si consideramos a la informatización como el formalismo que predomina en la actualidad.
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N. Negroponte, El mundo digital, Barcelona, Ediciones B, 1995.
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Filosofía y Tecnología B) La segunda novedad que queremos resaltar en este artículo tiene un interés filosófico todavía mayor: las TIC modifican ante todo las relaciones, más que los objetos. Más concretamente, modifican las relaciones espaciales y temporales entre las personas físicas y jurídicas, transformando radicalmente las sociedades, más que la naturaleza. En términos aristotélicos cabe decir que, así como las biotecnologías inciden directamente sobre la categoría de sustancia, modificando las nociones de vida, cuerpo y especie, las TIC afectan ante todo a las categorías de relación, espacio y tiempo. Por eso cabe proponer la hipótesis del tercer entorno: las TIC generan un nuevo espacio social, el espacio electrónico o tercer entorno, que difiere netamente por su estructura espacial y temporal de los otros dos grandes entornos humanos, la physis y la polis3. C) Las TIC posibilitan a los seres humanos actuar a distancia, generando de esta manera una nueva modalidad de acción, que tiene pocos precedentes en la historia. Además de las telecomunicaciones, las TIC facilitan las teleacciones: por ejemplo la guerra a distancia, el telecontrol de satélites y aviones, las teleoperaciones o el envío de virus informáticos a través de las redes telemáticas. La comunicación no es más que una modalidad de acción humana. Pues bien, en el espacio electrónico no sólo son posibles las telecomunicaciones entre personas, sino las teleacciones en general. Veremos más adelante que este tipo de acciones requieren una reflexión filosófica específica. En lo que sigue nos centraremos en estas tres grandes cuestiones. No son las únicas novedades aportadas por las TIC, pero sí algunas de las más importantes. Entendemos que el actual proceso de globalización está basado en estas tres características de las TIC, aunque no vayamos a argumentar aquí a favor de esta hipótesis. Al final concluiremos que es preciso un giro informacional en filosofía de la técnica, abandonando el viejo prejuicio fisicaiista. Las infociencias y las infotecnologías devienen una nueva referencia en filosofía de 3
Para el desarrollo de esta hipótesis, ver J. Echevarría, Los Señores del Aire; Telépolis y el Tercer Entorno, Barcelona, Destino, 1999.
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Wilbert Tapia Meza la tecnología, además de la física, la biología y la ingeniería mecánica. 2.
TRANSFORMAR LA INFORMACIÓN Si retomamos la distinción aristotélica entre materia y forma, hay que decir que las TIC transforman la forma, no la materia. Puesto que los filósofos de la técnica del siglo XX se han centrado principalmente en las acciones técnicas sobre la materia, es decir en el impacto de la técnica sobre la naturaleza, el giro informacional implica asumir que las TIC transforman ante todo las formas, y más concretamente las formas sociales: de ahí su tremendo impacto sobre la cultura, la política, el derecho y la vida social. En otros términos, las infotecnologías trascienden el programa baconiano, porque no están orientadas al dominio de la naturaleza, sino al de las sociedades. La emergencia actual de la sociedad de la información, que muchos autores consideran como equiparable en importancia a la sociedad industrial, ilustra suficientemente la potencia transformadora de las TIC sobre las sociedades, que se muestra claramente en el proceso de globalización, cuyos impactos sobre las culturas y las sociedades son evidentes. Puesto que no hay materia sin forma, transformar la materia implica modificar la forma que posee la materia. Por ello cabe decir que las tecnologías siempre transforman la forma, sea ésta física, biológica, social o simbólica. Diremos que las tecnologías, sean del tipo que sean, son una acción transformadora de las formas del mundo. El problema consiste en lo que entendamos por mundo. Lo que, parafraseando la terminología de Putnam para la filosofía de la ciencia, podríamos denominar concepción heredada en filosofía de la tecnología, se ha caracterizado por concebir al mundo desde una perspectiva físico-biológica, es decir como naturaleza (physis). Para reflexionar sobre las TIC es preciso adentrarse en una nueva modalidad de mundo, el infomundo o tercer entorno. Por ello nos parece indispensable partir de la hipótesis de los tres entornos para hacer filosofía de las infotecnologías. El mundo que transforman las TIC es un mundo simbólico, o si se quiere mental. Tiene sentido incluso retomar la distinción de - 242 -
Filosofía y Tecnología Dilthey entre las ciencias de la naturaleza (Naturwissenschaften) y las ciencias del espíritu (Geisteswissenschaften) y ampliarla al mundo tecnológico, distinguiendo entre unas tecnologías de la naturaleza y unas tecnologías del espíritu. Las TIC se integrarían en este segundo grupo. El problema es que los filósofos de la técnica se han ocupado casi exclusivamente de las primeras. Aun así, aquí no exploraremos este camino, manteniéndonos en la distinción de los tres entornos (naturaleza, ciudad, espacio electrónico) y de sus correspondientes tecnologías. Aunque, como subraya Castells, todas las sociedades humanas han utilizado información, y por ende técnicas de la información, la emergencia del espacio electrónico supone un salto cualitativo en ese uso: en el tercer entorno la información pasa a ser la fuente principal de la riqueza y el poder4. Por ello hay que insistir en que las potencialidades de las TIC no están orientadas al dominio de la naturaleza, sino al poder en las sociedades. Desde esta perspectiva, las reflexiones de grandes filósofos de la técnica (Heidegger, etc.) resultan insuficientes, porque se enmarcan en la oposición entre naturaleza y técnica. Una excepción es Ortega y Gasset, cuya Meditación de la técnica puede ser releída en clave informacional, precisamente porque Ortega insistió mucho en que la técnica genera mundos artificiales (la sobrenaturaleza, como la denominó) que puedan satisfacer mejor los deseos y los proyectos de los seres humanos5. Las TIC inciden ante todo en las formas mentales humanas y por ello son nootecnologías, como ha afirmado Sáez Vacas6. Aunque se trate de una expresión exagerada, cuando se habla de sociedad del conocimiento se está aludiendo a la importancia creciente de las tecnologías del conocimiento en las sociedades contemporáneas.
3. 4 5 6
TECNOLOGÍAS DE LA RELACIÓN Ver M. Castells, La Era de la Información, Alianza, Madrid 1996-98, vol. I, p. 47. Para esa reinterpretación, ver J. Echeverría 1999, op. cit., apartado 1.2. Ver. F. Sáez Vacas, Meditación de la infotecnología, Ed. Iberoamérica, Madrid 2000.
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Wilbert Tapia Meza Un segundo aspecto a tener en cuenta, más ontológico, tiene que ver con el marco categorial que se utiliza en filosofía de la técnica. Desde Aristóteles, la tradición filosófica occidental ha privilegiado la categoría de sustancia, y la filosofía de la técnica del siglo XX no ha sido una excepción. Como ya hemos argumentado en otro contexto7, entendemos que en filosofía de la ciencia y la tecnología hay que partir de un marco categorial distinto, el de Frege, convenientemente perfeccionado por la teoría de sistemas. De acuerdo con ello, las técnicas no sólo son acciones que transforman el mundo, sino sistemas de acciones, en los que cabe distinguir entre agentes, objetos, relaciones, funciones y estructuras. Las TIC inciden ante todo sobre las relaciones entre los agentes, entre los objetos y entre agentes y objetos. El mundo que transforman es un mundo relacional y formal, no sustancial. Por ello difieren netamente de las tecnologías de la naturaleza. Veamos brevemente cómo sucede esto. Las TIC posibilitan las interrelaciones a distancia entre los seres humanos: es el caso del teléfono, de la televisión, del teledinero (o dinero electrónico) y también de Internet. En lugar de estar determinados por el entorno próximo, como tradicionalmente ha sucedido en las diversas culturas humanas, las infotecnologías generan un nuevo espacio de interrelación, a distancia y en red. En dicho espacio electrónico no se requiere la presencia física de los agentes, ni tampoco la de los objetos sobre los que se actúa. Por ello suele denominársele mundo virtual. En cambio, es imprescindible contar con representaciones artificiales de los sujetos y de los objetos. El tercer entorno es representacional, y por ello forma parte de la esfera simbólica. Las personas actúan a través de sus máscaras digitales, sean éstas imágenes televisivas, tarjetas de crédito o protocolos de navegación por el ciberespacio. Las TIC transforman representaciones, no presencias, aunque la simulación de la presencia que ofrecen puede producir a veces mayor impresión de realidad, precisamente porque esas representaciones han sido tecnológicamente construidas con el fin de producir impresión de realidad, como ocurre con la 7
Ver J. Echeverría, Ciencia y Valores, Destino, Barcelona 2002, capítulo 1.
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Filosofía y Tecnología televisión, los videojuegos o las tecnologías de realidad virtual. En otros términos: las TIC producen una ampliación o expansión de la realidad, porque son capaces de generar en nuestras mentes impactos reales, aunque sea a través de representaciones artificiales. A través de esas teleacciones se incide en lo más específico del espíritu humano: los deseos, la memoria, los símbolos. Las TIC están diseñadas para transformar nuestras mentes, nuestras percepciones, nuestras sensaciones y nuestros recuerdos. Por eso se alejan del programa baconiano, o si se quiere, lo amplían al mundo espiritual. El simple ejemplo de la televisión basta para comprobar su eficiencia en la transformación del mundo al que se dirigen, tradicionalmente denominado mundo espiritual. El nuevo poder informacional suscita profundas críticas8, pero no por ello deja de ejercerse y difundirse por todo el planeta. Los políticos y los empresarios se relacionan con los ciudadanos a través de los medios de información y comunicación, y otro tanto ocurre con los espacios musicales, deportivos y de entretenimiento. Incluso nuestra relación con la naturaleza está profundamente mediatizada por las imágenes televisivas de lo que, mejor que naturaleza, conviene denominar telenaturaleza9. Esta profunda transformación del espacio relacional afecta en particular a las categorías de espacio y tiempo. Las TIC generan una nueva modalidad de espacio-tiempo social, el tercer entorno, donde las relaciones entre las personas se desarrollan a distancia y en red. Buena parte de las interrelaciones humanas (comunicación, comercio, producción, consumo, trabajo, diversión, etc.) pueden desarrollarse en el espacio telemático, incluida la actividad política, empresarial, militar, científica e intelectual. Dichas relaciones pueden ser asincrónicas, rompiéndose la segunda gran limitación de las 8
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Popper, por ejemplo, ha considerado a la televisión como un peligro para la democracia (K. Popper y J. Condry, La television, un danger pour la démocratie, Anatolia, París 1994). Desde otra perspectiva, Sartori (Homo videns, Madrid, Taurus, 1998) y muchos otros han insistido en el tremendo cambio cultural y simbólico suscitado por este tipo de tecnologías. Ver J. Echeverría, Telépolis, Destino, Barcelona 1994.
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Wilbert Tapia Meza interrelaciones humanas: la simultaneidad o coincidencia temporal, aparte de la presencia y proximidad espacial. Podemos resumir estas tesis, que podrían ser ampliamente argumentadas y justificadas10, diciendo que las TIC transforman profundamente algunas de las categorías aristotélicas del ser, y concretamente las de relación, espacio y tiempo. El mundo informacional no está estructurado como el mundo de la physis ni como el de la polis. Por ello conviene distinguir tres modalidades de mundo y analizar por separado las técnicas relevantes en cada uno de ellos 4.
ACCIONES TECNOLÓGICAS A DISTANCIA La tercera gran cuestión filosófica suscitada por las TIC no tiene que ver con la información y el conocimiento, sino con la acción. Cuando Newton postuló la existencia de acciones físicas a distancia (atracción entre el Sol, los planetas y los cometas, hasta constituir un sistema solar), se suscitó una gran polémica. La teoría einsteiniana del campo gravitatorio proporcionó siglos después un marco conceptual adecuado para ese nuevo tipo de acciones físicas, que no eran por contacto, como en el cartesianismo, sino a distancia. Pues bien, las TIC suscitan un problema similar, pero no en el ámbito de las acciones físicas, sino en el de las acciones humanas y sociales. Siendo importante la transformación que inducen sobre la información y las comunicaciones, a nuestro modo de ver la novedad mayor consiste en que las TIC permiten a los seres humanos actuar a distancia, y por supuesto que otros actúen a distancia sobre ellos. La teledestrucción que produce un virus informático es un ejemplo canónico de este tipo de acciones a distancia. Además, las teleacciones en red son multiacciones, es decir: una sola acción, informáticamente replicada a través de las redes tecnológicas, impacta en breve plazo sobre millones de ordenadores o sobre millones de mentes a la vez, caso de la televisión. Las TIC incrementan exponencialmente la capacidad de actuar de los seres humanos, y por ello constituyen una de las nuevas fuentes de poder social. La aparición de esta nueva modalidad de acción
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Ver J. Echeverría, 1999, op. cit.
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Filosofía y Tecnología exige repensar a fondo las teorías de la acción técnica, tradicionalmente basadas en el paradigma presencial y de proximidad. No entraremos aquí en estas cuestiones, por no disponer de espacio para ello. A título de conclusión, diremos que la reflexión filosófica sobre las TIC ha de partir de marcos conceptuales muy distintos a los del paradigma fisicalista, o concepción heredada en filosofía de la tecnología. El giro informacional que propugnamos implica muchas cosas: nuevos focos categoriales para la filosofía de la técnica, rompiendo con el prejuicio fisicalista, distinciones entre diversos tipos de tecnologías (de la naturaleza, de la sociedad, del espacio electrónico), una teoría de la acción tecnológica que difiera netamente de las teorías tradicionales de la acción humana, etc. Dicho cambio de dirección conceptual acerca a la filosofía de la tecnología a los estudios sociales de la ciencia y la tecnología (estudios CTS), incluidos los problemas políticos, jurídicos, económicos y culturales suscitados por la implantación y el vertiginoso desarrollo de las TIC en las sociedades contemporáneas. Junto a las biotecnologías, las TIC suponen todo un reto para la filosofía. Siendo tecnologías del espíritu, sorprende la escasa atención que los filósofos les han prestado hasta hace muy pocos años.
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IMPLICACIONES ONTO-EPISTÉMICAS DE LA MEJORA HUMANA: UNA DEFENSA DEL POSTHUMANISMO DESDE EL CONCEPTO DE CUERPO CYBORG Y LA CRÍTICA DE LAS NARRATIVAS TECNOLÓGICAS
Daniel Peres Díaz Universidad de Granada Recibido: 30-12-2016 Aprobado: 11-7-2017 Resumen El objetivo del presente artículo es analizar la problemática del posthumanismo como nuevo horizonte para el pensamiento contemporáneo. En un contexto de avance y desarrollo científico, en el que las tecnologías NBIC son una realidad cercana y se asiste a la consolidación del ciberespacio como categoría de acción y pensamiento, el cuerpo está llamado a ser el vehículo de transición hacia nuevas ontologías y epistemologías emergentes e híbridas. Así, se analizan las implicaciones de la “mejora humana” y se apuesta por la defensa de una postura posthumanista articulada desde el concepto de cuerpo cyborg y la crítica a las narrativas tecnológicas. Palabras clave: posthumanismo, transhumanismo, cuerpo, cyborg, narrativas tecnológicas Abstract The aim of this article is to analyze the posthumanism problem as a new horizon for contemporary thought. In a context of scientific advancement and development, in which NBIC technologies are a - 249 -
Wilbert Tapia Meza close reality and we assist at the consolidation of cyberspace as a category of action and thought, the body is called to be the vehicle of transition to new emerging and hybrid ontologies and epistemologies. Thus, the implications of “human enhancement” are analyzed and it is committed to the defense of a posthumanist posture articulated from the concept of the cyborg body and the criticism of technological narratives. Keywords: posthumanism, technological narratives
transhumanism,
body,
cyborg,
1. Introducción La convergencia entre nanotecnologías, biotecnologías, tecnologías de la información y ciencias cognitivas (NBIC) aparece hoy como una de las cuestiones más interesantes del pensamiento contemporáneo. Y es que la posibilidad de alcanzar en el futuro un estado de desarrollo científico y tecnológico lo suficientemente avanzado que permita la manipulación, transformación o rediseño de la especie humana es un hecho que, como es lógico, abre interrogantes dignos de ser examinados por la filosofía. Algunas aplicaciones reales de la tecnología como la creación de fármacos génicamente especializados; la inserción de genes con rasgos favorables; la clonación y reemplazo de órganos; la modulación del comportamiento y de la respuesta fisiológica; la mejora de las capacidades cognitivas, funcionales, metabólicas o inmunológicas; la integración de dispositivos auxiliares para procesar e interpretar información masiva; la prolongación de las expectativas de vida y el retraso del envejecimiento; o la conexión directa del cerebro a una base de datos infinita son ejemplos de lo que viene denominándose “mejora humana”. En términos generales, la “mejora humana” —expresión usada fundamentalmente en la literatura anglosajona sobre bioética— hace referencia a los distintos debates acerca de la licitud o ilicitud del uso no terapéutico de los avances biomédicos. A este respecto, cabe señalar que no es este un trabajo que profundice sobre las consecuencias morales de la mejora humana, sino un estudio exploratorio de las implicaciones ontológicas y epistémicas que se derivan del surgimiento del posthumanismo, el cual pone de relieve
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Filosofía y Tecnología la urgencia de pensar la tecnología, el cuerpo y la emancipación en una misma red de significados. Ni que decir tiene que esta temática está compuesta de diferentes capas, cada una de las cuales es susceptible de ser analizada y examinada desde distintos enfoques, ópticas y metodologías. La cuestión del posthumanismo, en ese sentido, tiene consecuencias de calado para la ontología y la epistemología, pero también para la ética, la estética, la política, la economía y otro sinfín de ramas del pensamiento. Por ello, un trabajo de estas características no puede sino ser aproximativo. En cualquier caso, se plantea aquí un esbozo de propuesta posthumanista; a tal fin, podrá observarse, a la luz de la reflexión filosófica y de la prospectiva científica y tecnológica, cómo el posthumanismo, en cuanto postura a medio camino entre el bioconservadurismo y el transhumanismo, propone la ligazón entre el cuerpo —en tanto que entidad abierta— y la tecnología, dando lugar, de esta forma, a una estrategia de emancipación individual y colectiva. El concepto de cyborg, como espacio de disolución de las dicotomías del pensamiento binario, permite sentar las bases para la construcción de unos nuevos ideales de comunidad desde la diferencia y la hibridación. Así las cosas, el texto se estructura en tres partes fundamentales. En primer lugar, se realiza una breve incursión conceptual y terminológica cuyo objetivo es el de diferenciar entre distintas corrientes o enfoques de pensamiento en torno a la mejora humana; con ello, estaremos en disposición de delimitar claramente los contornos del posthumanismo y presentar los argumentos iniciales a favor del mismo. En segundo lugar, se expondrán las tesis nucleares de dicho posthumanismo, prestando especial atención al concepto de cuerpo cyborg, hilo conductor del presente trabajo, y de la distinción entre “alotécnica” y “homeotécnica”. Y, en tercer lugar, se procederá a un análisis deconstructivo de las narrativas tecnológicas, fundamentalmente de las distopías de ficción, poniendo de relieve sus falacias más recurrentes y argumentando a favor de una postura que permite articular los elementos de una comprensión cibercultural y, en línea con ello, emancipatoria de la tecnología.
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Wilbert Tapia Meza 2. Algunas precisiones conceptuales y terminológicas Es habitual observar en la literatura científica y filosófica sobre el posthumanismo una confusión terminológica en el lenguaje empleado. Sin pretender ser exhaustivos, y solo a modo de aclaración en lo que sigue, habría que diferenciar, como mínimo, entre “humanismo tecnológico”, “transhumanismo”, “posthumanismo” y “metahumanismo”. El criterio demarcador que nos va a permitir distinguir entre cada uno de estos conceptos es el rol que se le asigna al cuerpo en cada caso. La confusión más habitual se produce entre los términos “posthumanismo” y “transhumanismo”. A grandes rasgos, se puede afirmar que el primero es una postura que defiende la mejora del ser humano mediante la tecnología con el fin de consolidar la apertura de nuevas subjetividades y un nuevo proyecto emancipatorio, pero sin suprimir el cuerpo y la historia como elementos transversales de lo que somos, mientras que el segundo es un movimiento que defiende la superación del ser humano en una alteridad totalmente otra, esto es, en una condición o naturaleza no humana. El posthumanismo no pretende eliminar “lo humano”, es decir, no busca la superación de la naturaleza humana, sino su transformación, su apertura. Como señala González R. Arnáiz (2007: 218), “el posthumanismo no prohíbe hablar de condición humana, de humanismo o de causa del hombre. Pero tampoco nos autoriza a hablar de significatividad de lo humano, de cualquier manera, ni a cualquier precio”. En este sentido, el posthumanismo está a medio camino entre el bioconservadurismo —aquel pensamiento que dice que la esencia humana natural es valiosa y debe ser conservada— y el transhumanismo, del que vamos a ver sus detalles a continuación. En ocasiones, el posthumanismo se presenta como el estadio final del transhumanismo, y viceversa, motivos por los cuales la confusión puede llegar a ser aún mayor. Sería más riguroso establecer el posthumanismo —que modifica el cuerpo y lo hace más plástico mediante el uso de la tecnología (Haraway, 1991)— en la base de una pirámide que tendría diferentes grados; tras él,
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Filosofía y Tecnología estaría el metahumanismo,1 el cual entiende el cuerpo como conjunto de fuerzas relacionales (Val et al., 2011); y, en último lugar, nos las veríamos con el transhumanismo, movimiento que postula la supresión del cuerpo en una conciencia o esencia de carácter eterno, inmutable y ahistórico. El lector perspicaz ya habrá observado que el grado de “eliminación” del cuerpo es la clave que permite explicar la transición de una escala a otra. Por lo demás, el cuarto en disputa, a saber, el humanismo tecnológico, es un concepto mucho más sencillo, toda vez que constituye una adaptación del humanismo clásico; y esta adaptación se transmuta en un proyecto emancipatorio basado en un ideal de humanidad que emplea la tecnología como un medio para la realización de dicho ideal, de modo que el cuerpo y la tecnología siguen siendo entidades separadas. Ejemplos de humanismo tecnológico los tenemos en obras como la de Ortega (Esquirol, 2012), pues en este caso el proyecto humanista es vital y pretécnico, siendo la técnica el espacio que permite la reflexión del hombre volcada hacia el mundo y la apertura de nuevas posibilidades; o, también, en Molinuevo (2004), quien plantea el uso de las tecnologías de ciudadanía —tecnologías de la información y la comunicación en su dimensión política— como base para un nuevo ideal humanista. Desde posturas bioconservadoras, algunos autores (Varela, 2014) han sostenido, erróneamente, que el posthumanismo propone una eliminación y fluidificación de los límites que impiden la apertura del 1
En el punto primero del Manifiesto Metahumanista (Val et al., 2011), se establece que el metahumanismo es una crítica de las premisas fundamentales del humanismo clásico como el libre albedrío, la autonomía y la superioridad del anthropos en función de su racionalidad. Y que “profundiza en la visión del cuerpo como campo de fuerzas relaciónales en movimiento y de la realidad como devenir relacional, encarnado e inmanente que no necesariamente se orienta a la producción de formas e identidades definidas, sino que puede proliferar en una amorfogénesis permanente. Los monstruos son estrategias prometedoras para desarrollar este alejamiento del humanismo”. Sobre esta premisa fundamental, en sus puntos 3 y 5 profundiza en la idea de un cuerpo común relacional y post-orgánico, postulados que lo alejan de una postura posthumanista que sigue asumiendo, a pesar de la plasticidad del cuerpo, la idea de que este es el elemento individualizador del sujeto.
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Wilbert Tapia Meza hombre a la alteridad. En línea con ello, argumentan que se está negando así también su identidad y, tras esto, paradójicamente, quedaría obstaculizada la posibilidad misma de la apertura. En realidad, es justamente lo contario, a saber, el resquebrajamiento de los límites es el mecanismo que permite una mayor apertura, en la medida en que es el límite, en tanto que condición de posibilidad, el espacio desde el que se extraen nuevas formas de subjetivar la experiencia del ser humano y, con ello, de elaborar coordenadas que nos permitan habitar el mundo desde distintos modos de ser. Otros autores, en una línea parecida, aunque más reaccionaria, critican el posthumanismo desde postulados morales y religiosos, advirtiendo del peligro incesante de la eugenesia y apelando constantemente a un concepto metafísico y divino de dignidad humana. Tal es el caso de Ballesteros Llampart (2011), quien afirma que el posthumanismo niega las características básicas del ser humano y su condición de “criatura”, como son la enfermedad, el sufrimiento o la muerte; o el caso de Ferrer (2006), quien, recurriendo a un concepto excesivamente difuso de dignidad humana, a medio camino entre Aristóteles y Habermas, impugna el proyecto posthumanista arguyendo que “la persona ya es cuando es consciente de sí, y su ser mismo consiste en tener una naturaleza. Por relación a la naturaleza tenida se pone de relieve la facticidad de la persona humana” (Ferrer, 2006: 186). Esa naturaleza sería la que el posthumanismo quiere destruir, a juicio del autor. Habría espacio para criticar largamente las falacias en las que incurren los discursos bioconservadores, pero a modo ilustrativo comentaremos solamente dos. En primer lugar, incurren en una falacia naturalista, puesto que derivan un deber ser, esto es, una normatividad, de una descripción supuestamente fáctica que define qué es la naturaleza humana. Así, critican el posthumanismo porque este propone algo que no se debe hacer —modificar el cuerpo humano mediante la tecnología—, arguyendo que ello destruye, pervierte o lesiona nuestra naturaleza —que, según el caso, equivale a “fragilidad”, “condición de criaturas”, “esencia natural”, “biología”, etc.—. Es esta confusión entre juicios de hecho y juicios de valor lo que resta credibilidad al discurso bioconservador, toda vez que no hay consistencia lógica alguna en la tesis que afirma que, de ser ciertas algunas de esas descripciones de nuestra “naturaleza”, debemos comportarnos con arreglo a las susodichas - 254 -
Filosofía y Tecnología descripciones. Baste un ejemplo sencillo: si descubriéramos que nuestra naturaleza consiste en ser agresivos, de ello no se deduciría que tuviéramos que promover la agresividad como un valor moral o político deseable. Por lo demás, el posthumanismo, como se verá a lo largo del artículo, no pretende suprimir la condición o naturaleza humana, signifique eso lo que signifique, sino, en todo caso, hacerla más flexible, más plástica, puesto que es una naturaleza mixta, híbrida; en otras palaras, cyborg. En segundo lugar, el discurso bioconservador incurre en una flagrante falacia de la pendiente resbaladiza. Se argumenta que, de continuar con la manipulación genética de los seres humanos, terminaremos por practicar la más cruel de las eugenesias. Esta idea, que por lo demás no tiene soporte probatorio alguno, impide el avance de la discusión misma y, además, obvia el papel de los estudios sociales sobre la ciencia y la tecnología (CTS) y del debate político, el cual tiene que ser abierto y público, centrado en pensar cuál ha de ser la dirección en la que deba orientarse el desarrollo científico-técnico. Imputar una negatividad misma a la tecnología biomédica o NBIC lleva a una ceguera conceptual que impide ver las enormes posibilidades emancipadoras de dichas tecnologías. En última instancia, la crítica bioconservadora al posthumanismo se articula desde la defensa acérrima de una noción “clásica” de dignidad humana y la preservación de la condición ontológica esencial del ser humano. El cyborg, en ese sentido, es inherentemente posthumanista en la medida en que supone una transgresión radical de los límites biológicos del cuerpo humano y de la esencia, orden o estado natural de las cosas. Pero esto se analizará en profundidad más adelante. Sea como fuere, a efectos de continuar con el hilo conductor del presente trabajo, la clave fundamental está en diferenciar el posthumanismo del transhumanismo, para así evitar equívocos y llegar a una correcta caracterización de la tesis que se defiende en el presente trabajo. El transhumanismo (o “humanity+”), en tanto que movimiento cultural, defiende la idea de que “en el futuro, la humanidad cambiará de forma radical por causa de la tecnología. Prevemos la viabilidad de rediseñar la condición humana, incluyendo [...] la psicología indeseable, el sufrimiento, y nuestro confinamiento al planeta Tierra” (Asociación Transhumanista - 255 -
Wilbert Tapia Meza Mundial, Declaración Transhumanista, Punto 1). En consecuencia, se arguye que las nuevas tecnologías serán capaces de cambiar nuestro mundo a tal nivel en los cien o doscientos próximos años que nuestros descendientes, en muchos aspectos, no serán humanos, sino “algo diferente” a los humanos, o sea, transhumanos. El eje central que articula la posición transhumanista se basa en la idea de que es deseable desintegrar el cuerpo físico en un espacio de líquido- fluido posbiológico, y trasladar la conciencia a dicho espacio (Aguilar, 2012). De este modo, el transhumanismo postula un ser trascendental, abstracto, puro, para lo cual no se necesita un anclaje humano de tipo orgánico; al contrario, este se convierte en un impedimento para la existencia posbiológica, motivo por el cual debe ser suprimido. En definitiva, la transferencia de la conciencia a un formato informatizado tiene por objetivo la perpetuidad de la conciencia humana más allá de la contingencia que caracteriza la facticidad de la existencia corpórea.2 Así pues, el transhumanismo se manifiesta como totalmente iconoclasta y alejado de cualquier idea de humanidad, pues busca el “bienestar de toda conciencia (sea en intelectos artificiales, humanos, animales no humanos, o posibles especies extraterrestres) y abarca muchos principios del humanismo laico moderno”. Además, es apolítico, ya que “no apoya a ningún grupo o plataforma política determinada” (Asociación Transhumanista Mundial, Declaración Transhumanista Punto 7), elemento clave que lo diferencia del posthumanismo, el cual es intrínsecamente 2
Francis Fukuyama (2004), de un modo un poco torpe, ha calificado el transhumanismo —sin diferenciarlo de otros movimientos cercanos— como la idea más peligrosa del pensamiento actual. Para el autor, la única finalidad del transhumanismo es la de sustraer al ser humano de sus dependencias biológicas; frente a ello, propone actuar en defensa de la naturaleza e identidad humanas. A la crítica de Fukuyama contesta Ronald Bailey (2004) afirmando que precisamente es la búsqueda de una menor dependencia y una superación de nuestras limitaciones lo que el ser humano ha perseguido a lo largo de su historia. En todo caso, el debate no es preciso terminológicamente, toda vez que transhumanismo puede significar, en este caso, posthumanismo o humanity + (superación de lo humano), según el contexto, sin tener en cuenta otros conceptos empleados tan vagos como es el de “naturaleza humana”, el cual ha perdido el vigor del que disfrutaba antaño y se muestra más como una entelequia que como una idea con poder explicativo.
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Filosofía y Tecnología (bio)político en la medida en que la emancipación es una lucha en, desde y por el (bio)poder. En cualquier caso, y dejando al lado los problemas científicos relacionados con el intento de “absolutización” de la conciencia humana, el transhumanismo se enfrenta a serias objeciones que lo invalidan como opción filosófica viable; problemas, por ejemplo, como el que plantea la existencia de una conciencia sin cuerpo o la superación de leyes físicas como la entropía. Asimismo, el transhumanismo tiene dificultades para defender con solidez su interpretación teleológica del proceso evolutivo o evitar caer en la confusión entre los medios (la tecnología) y los fines (la supuesta eternidad- inmortalidad). No podemos, por exigencias de brevedad, hacernos cargo de todas estas críticas; sí es posible, sin embargo, sacar a relucir las fallas del transhumanismo desde su comparación con el posthumanismo, a través del concepto de cuerpo cyborg, el cual vehicula la argumentación del apartado siguiente. 3. Claves para una propuesta posthumanista: La tesis del cuerpo cyborg Las claves para articular una propuesta posthumanista sólida y coherente se cifran en la necesidad de pensar, al menos, dos realidades. En primer lugar, que el cuerpo es mezcla, compuesto híbrido de dualidad, es decir, un cyborg. Y, en segundo lugar, pensar la técnica y su producto más evidente, la tecnología, diferenciando entre aquella técnica que es útil y buena para la modulación de ese cuerpo plástico —homeotécnica— de aquella técnica que nos hace daño, que tiene “efectos secundarios” indeseables o que, simplemente, tiene consecuencias inaceptables —alotécnica—, ya sea desde el plano individual, ya fuere desde el plano colectivo. La tesis del cuerpo cyborg, entendido como punto de arranque del posthumanismo que aquí se quiere defender, parte de una observación y de un compromiso ontológico. La observación remite al hecho de que, en nuestros días, el cuerpo importa, y mucho. El cuerpo es centro de transformación, experimentación, cambio y manipulación constante, eje referencial básico de nociones tan elementales como la vida, la libertad, la identidad, la conciencia, el poder, etc. En ese sentido, la idea de un cyborg consiste en abogar - 257 -
Wilbert Tapia Meza por un cuerpo más “plástico”, esto es, menos condicionado, menos limitado biológica e informacionalmente; este es uno de los puntos de conexión más elementales entre el posthumanismo y el concepto de lo cyborg. En segundo lugar, el compromiso ontológico —puesto que es un a priori indemostrable— hace referencia a la idea de que somos cuerpo, de que nuestro ser es primariamente y ante todo corporalidad; este compromiso se plasma de un modo clarividente en el concepto de cuerpo cyborg, un cuerpo que quiere progresar, avanzar, superar sus limitaciones, y dejar atrás al cuerpo “natural” y obsoleto (Stelarc, 2012). Los elementos contradictorios de ese cuerpo que es a la vez cárcel y única vía de escape se sintetizan de forma elegante en las siguientes palabras de Barreto Vargas (2011): Las dicotomías entre materia y espíritu, cuerpo y alma, arrinconaron toda la dimensión histórica y social del cuerpo al reprimir sus deseos y anular el placer, resistiéndose así a estudiar sus manifestaciones. Y, al mismo tiempo, el cuerpo es concebido como algo inmutable y con unos límites fijos a lo largo de la historia. Sin embargo, en las últimas tres décadas, la posmodernidad, la modernidad líquida, la era digital o posindustrial, el capitalismo tardío o incluso la hipermodernidad, han convertido el cuerpo en un fecundo lugar donde se producen múltiples intersecciones disciplinarias, otorgándole un carácter transdisciplinar bastante provocativo, que permite reflexionar la sociedad contemporánea a través del mismo. (p. 18)
El cuerpo es el lugar de intersección de todas esas disciplinas porque, en la actualidad, se ha convertido en uno de los principales espacios de pensamiento. Y ello porque, de hecho, el cuerpo presenta las características idóneas para “torsionar”, mediante su manipulación, nuestras concepciones filosóficas, culturales, sociales y políticas más elementales. Es precisamente a partir de esta premisa básica, a saber, la del potencial transformador del cuerpo, cuando surge el momento en que el posthumanismo adquiere un objeto de estudio que le es propio, que no es sino la relación entre ese cuerpo interfaz, la tecnología y las posibilidades de transformación del sujeto humano: La idea de considerar al cuerpo como una interfaz, o la posibilidad de entender la prótesis como una parte extensiva del cuerpo (no como un reemplazo o sustitución de algo defectuoso sino como un aumento de
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Filosofía y Tecnología las posibilidades orgánicas) [...] Este tipo de estrategias se sustentan en la premisa del posthumanismo, corriente que postula que el ser humano como especie se encuentra en un estado de modificación radical de su corporalidad en virtud de las relaciones que se establecen con la tecnología. (Radrigán, 2013: 215).
El caso es que la indagación de las raíces corpóreas del ser humano es un fenómeno actualmente muy presente en los debates en filosofía y ciencias sociales, pero el análisis tendente a la desnaturalización esencialista del cuerpo sigue sin emprender un giro que permita entender que siempre fuimos cyborgs (Maureira, 2016). Por eso, el aporte original del posthumanismo, más allá de otros estudios filosóficos sobre el cuerpo —existencialismo, fenomenología de la carne, filosofías de la ciencia biológica, neurociencias y filosofías de la mente, entre otros muchos—, radica en la asunción sin reservas de nuestra naturaleza mixta, híbrida, desde un comienzo y de forma radical. Pero ¿cuáles son, prima facie, los cambios más importantes que introduce el posthumanismo en relación a la reflexión sobre el presente? Y más aún, ¿cómo conectamos la propuesta posthumanista con el concepto de cuerpo cyborg? Vayamos por partes. En relación a la primera pregunta, según Romero Bachiller (2008), el posthumanismo produce dos desplazamientos transformadores de nuestro paisaje ontopolítico y epistémicometodológico, uno de carácter topográfico y otro temporal. El primero haría referencia a la materialidad espacial de las entidades relacionales emergentes o articuladas, mientras que en el segundo: Las entidades pierden la rigidez de sus fronteras, la solidez de sus límites, puesto que estos van reconfigurándose de forma recurrente, por la reiteración de las relaciones que los configuran y que posibilitan que las entidades se mantengan. La ruptura con la imagen de estaticidad y durabilidad que poblaba el mundo de las sustancias, con sus límites claros y definidos, rompe, así mismo, con la imagen de la temporalidad lineal. (Romero Bachiller, 2008: 142)
Esa ruptura de la temporalidad lineal hace referencia a la era del ciberespacio, de la que nos es imposible escapar, y la cual induce una transformación en la concepción del individuo y del yo, que ya no son sustancias, sino, a lo sumo, “eventos”. Así, gracias a la interconexión digital, se produce una torsión del centro de gravedad - 259 -
Wilbert Tapia Meza de la metafísica tradicional, dependiente en exceso de una ontología monovalente incapaz de dar cuenta del nuevo paradigma de la información, que es cambiante de por sí e introduce una reconfiguración constante de los presupuestos que empleamos para interpretar el mundo (Peres Díaz, 2016b). Ahora bien, el posthumanismo no solo bebe del desarrollo científico a la hora de establecer su hoja de ruta, sino que es heredero también de su propia tradición filosófica. Así, el posthumanismo va a caminar por el surco abierto con la crisis del humanismo clásico y los procesos históricos deshumanizantes del s. XX, y aparece con entidad propia desde el momento en que “empezaron a ponerse en cuestión los ejes programáticos de la modernidad y, en concreto, la hegemonía de su lógica racionalista, futurista (utópica) y humanista” (García Selgas, 2008: 9). Por lo tanto, de un lado, gracias a los avances tanto de la cibernética como de las biotecnologías, se han sentado las bases del proyecto posthumanista,3 “porque sus descubrimientos han permitido a filósofos y científicos imaginar un mundo construido más allá de los postulados humanistas, con seres que traspasan los límites biológicos que son propios de nuestra naturaleza humana” (Chavarría, 2014: 98); y, de otro lado, la crisis de la razón y de los presupuestos metafísicos durante el s. XX han permitido la emergencia de alternativas al ideal de hombre propio de la filosofía de la Ilustración. Este entorno de realidad y virtualidad que es el ciberespacio ofrece posibilidades a los sujetos humanos de “acceder a la de/re construcción de sus identidades y estereotipos, haciendo una alabanza a la performatividad del propio sujeto y su resignificación social. Es la era de la creación de una nueva biopolítica, ajena de lo biológico como destino y como impositor político y de poder” (García Manso, 2006: 47). Y esa reconstrucción/reescritura se hace, opera, en el cuerpo, que de ahora en adelante se entiende como un cyborg, contestándose así la segunda de las preguntas planteadas unas líneas más arriba.
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Para una introducción a la historia y evolución transhumanismo/posthumanismo, véase Bostrom (2011).
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del
Filosofía y Tecnología Pero ¿qué es un cyborg? El cyborg, abreviatura de cybernetic organism, fue un término ideado en 1960 por Clynes y Kline para hacer referencia a aquella fusión entre un organismo vivo y una máquina cuyo objetivo fuese mejorar las funciones orgánicas mediante altas tecnologías (Sánchez Perera, 2013). Se trata de un ser con partes orgánicas que se corresponden con órganos fundamentales del cuerpo humano, como por ejemplo el cerebro, y por materiales inorgánicos, producto de nanotecnologías y robótica avanzadas (Mestres, 2010). El cyborg es una “figura paranoide y esquizofrénica, anuncia la imposibilidad de trazar márgenes precisos para las dicotomías animal/humano o humano/máquina, ya que es siempre resultado, nunca origen, del contrabando de contradicciones y la eclosión de las paradojas; o lo que es lo mismo: ¿quién hace y quién es hecho en la relación entre lo orgánico y la máquina?” (Sánchez Perera, 2013: 45). Esta mezcla de organismo y máquina pone de relieve una condición humana que es híbrida por defecto, a medio camino entre la biología y la cultura, entre la esencia inmutable y la trascendencia de la idea. Se trata de la construcción de una naturaleza de segundo orden. Como afirma Haraway, “la naturaleza no puede preexistir a la construcción” (Haraway, 1990: 123), razón en virtud de la cual el cuerpo es un texto, o sea, un espacio susceptible de ser escrito, traducido, codificado, recodificado y, en última instancia, manipulado. Ello es posible gracias a la biología moderna, la cibernética y el descubrimiento del ADN a partir del proyecto Genoma Humano: En las biologías modernas, la traducción del mundo a un problema de codificación puede ser ilustrada por la genética molecular, por la ecología, por la teoría evolucionista sociobiológica y por la inmunología. El organismo ha sido traducido a problemas de codificación genética y de lectura. La biotecnología, que es tecnología de la escritura, informa ampliamente de la investigación. (Haraway, 1991: 161)
Cabe decir que la escritura o reescritura del sujeto humano tiene importantes implicaciones ontológicas, empezando por la desubicación con respecto al mundo y terminando con la disolución del pensamiento binario categorial. En esa línea, Broncano (2009) habla de que los cyborgs “sufren melancolía”, una melancolía que - 261 -
Wilbert Tapia Meza no es una enfermedad del alma, sino fruto del desarraigo. Este desarraigo no ha de entenderse necesariamente en un sentido negativo, pues es la condición de posibilidad misma del sentimiento de extrañeza respecto del mundo. Según Broncano (2009: 24), “los cyborgs tienen nostalgia de un mundo al que no pueden volver. Su desarraigo es tan completo que la nostalgia se transfigura en distancia y en identidad desarraigada, en desarraigo de la identidad”. Por lo tanto, su existencia protésica les hace saber de su extrañeza en el mundo y esa extrañeza es el origen de la melancolía, que es, en último término, la posibilidad misma de pensar el mundo como lo otro. La extrañeza es la clave de bóveda de la condición fronteriza del ser humano-cyborg, es decir, no habría tal cosa como una “condición humana” incondicionada y ahistórica, sino que las trayectorias de los humanos son siempre sendas de exiliados, de suerte que “exiliados de, entre otras regiones, su propia condición, los humanos vagan por la historia emigrantes de sí mismos, asustados por sus actos y producciones, como multitudes que necesitasen un horizonte abierto que, a la vez, les asusta y les atrae” (Broncano, 2012: 109). El exilio hace del cyborg un nómada, un sujeto a medio camino entre las cenizas de la civilización que forma parte de su pasado (modernidad) y el horizonte de un futuro tecnológico incierto, que es a la vez y de forma ambivalente posibilidad de emancipación y de servidumbre; por eso, el posthumanismo cyborg “no contempla las producciones técnicas y culturales como corazas que asfixian un espíritu libre o una naturaleza pura, sino como prótesis que, a la vez que molestan, permiten y posibilitan” (Broncano, 2012: 109). La “monstruosidad” del cyborg se traduce en la idea de que la identidad es reducida a una condición impura y problemática según la cual no tiene sentido insistir en la separación radical o en la discontinuidad ontológica. La especificidad de lo humano no habría que buscarla apelando a la separación, a la mitificación de la identidad, sino “profundizando en el estudio de la diferencia — presente en la identidad—, en la indagación del sentido de las diversas relaciones históricas que se han ido tejiendo con otros seres y que dejan su huella en lo humano” (Cuadros Contreras, 2010: 328).
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Filosofía y Tecnología En última instancia, la propuesta aquí defendida implica una reorganización de la ontología en una ontología cyborg, esto es, en una ontología de la diferencia en la que la disolución de las categorías binarias actúa como fuerza subversiva del orden hegemónico proveniente de la imagen del mundo occidental de los últimos dos milenios (Peres Díaz, 2016a). Así, el cyborg, como nuevo sujeto emancipatorio (posthumanista), sobre la base de lo híbrido como consecuencia del proceso histórico de la filosofía occidental (dialéctica), puede sustraerse de las categorías, el pensamiento binario y la metafísica monovalente de la presencia mediante un cuerpo textual. Ahora bien, esa sustracción, que es emancipación, no debe realizarse desde una perspectiva acrítica o ingenua. Como bien señala Raúl Villaroel (2015), es menester realizar un análisis biopolítico de la evolución de la sociedad contemporánea y la determinación de su ingreso en la lógica de administración de la vida desde las referencias políticas. En tal caso, se puede presumir que el transhumanismo o, incluso, el posthumanismo, es una fase más de ese control de la vida, de esa biopolítica. En consecuencia, es necesario hacer un serio escrutinio respecto de sus implicaciones biopolíticas y no abordar el problema “únicamente desde la precaución bioética fundada en el reconocimiento o el desconocimiento de la dignidad —que es cuanto hasta ahora más ha ocurrido—, [lo que] parece una opción completamente decisiva para la reflexión contemporánea” (Villaroel, 2015: 187). Si asumimos que el sujeto cyborg, como transgresión de la subjetividad moderna, nos otorga una nueva ontología, una nueva epistemología que nos ubica intrínsecamente ligados a sistemas técnicos, debe también ofrecernos la ocasión para interrogarnos por la cultura y la política que queremos construir en el nuevo escenario tecnocultural y quiénes y cómo participan de ella. Esto “implica reconocer la tensión en la que se halla el nuevo sujeto cyborg: entre estructuras y sistemas de control y de poder y un sueño de libertad y de indeterminación en ciernes” (Rueda Ortiz, 2004: 76). Pero, sea como fuere, cualquier apuesta por el concepto de cyborg debe hacerse cargo de la distinción entre alotécnica y homeotécnica, pues ni toda tecnología es buena o mala en sí misma, ni toda tecnología es simplemente emancipatoria o alienante, sino que
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Wilbert Tapia Meza existen diferencias de grano fino que requieren ser examinadas en cada caso concreto. En este sentido, Sloterdijk (2000) habla de “reglas para el parque humano” para referirse a la idea de que el objetivo perseguido por la educación y por las biotecnologías es el mismo, a saber, la mejora humana, razón por la que el uso de la biotecnología no debería de ser criticado. Con todo, es menester introducir la distinción entre tecnologías inteligentes y tecnologías lesivas (Sloterdijk, 2004), ya que no todas van a ser útiles para la construcción de los futuros posthumanos. Así pues, partiendo de la base de que desde el proceso de hominización —el paso evolutivo que va de los simios antropoides a los homínidos— el homo sapiens se ha caracterizado por la mezcla entre naturaleza y cultura, no tiene sentido criticar el uso de la tecnología para modificar la naturaleza humana. Al menos, no a grandes rasgos y sin discriminar tipos de técnica y tecnología. La clave está, según Sloterdijk, en tomar conciencia de las posibilidades del “hombre auto-operable”, o sea, del hombre con capacidad para modificar su código, su estructura, desde unas “tecnologías del yo” (Foucault, 1990). Es ese código el que le permite interaccionar con su entorno generando un mundo, es decir, un espacio abierto donde las respuestas no están dadas y donde la técnica es la condición de posibilidad del pensamiento. Entonces, el punto central del debate no es si debemos usar la tecnología o no para “auto-operarnos”, sino qué tipo de tecnología es mejor y, en consecuencia, es la que debemos emplear. En este marco, gracias a los avances científicos, está emergiendo una forma de operatividad no dominante —homeotécnica— que trabaja con la información realmente existente y de forma no violenta, permitiendo el surgimiento de nuevos estados de inteligencia. Esta homeotécnica es la que serviría para reducir la “errancia” y producir espacios de satisfacción y vínculos positivos. En último término, las biotecnologías y nanotecnologías permitirían nutrir a un sujeto refinado y cooperativo. Si el humanismo ha fracasado como empresa, es decir, si lo que tenemos frente a nosotros cuando mentamos la palabra “hombre” es un proceso anónimo biocultural que se expone biológica e - 264 -
Filosofía y Tecnología históricamente, “entonces no hay algo que debamos abandonar con mayor premura que la idea de una esencia humana que se repite en todos y cada uno de los representantes de la especie” (Méndez Sandoval, 2013: 181). De este modo, el concepto de hombre autooperable, que Sloterdijk esgrime para plantear su oposición a la noción clásica de hombre (y con ello del humanismo en sentido clásico), es análogo a grandes rasgos al concepto de cyborg, ya que coincide en lo esencial, a saber, un compuesto híbrido que usa la técnica para modificarse a sí mismo y abrir espacios de subjetivización. No obstante, la apertura de esos espacios de subjetivación no será exitosa si antes no se ha deconstruido el imaginario colectivo sobre la propia idea de un ser poshumano, imaginario que todavía es excesivamente tecnófobo. 4. Crítica de las narrativas tecnológicas Una vez expuesta la tesis del cuerpo cyborg como elemento articulador de la propuesta posthumanista, conviene emprender un ejercicio de crítica de las narrativas tecnológicas con el fin de deconstruir el imaginario colectivo sobre el cyborg y las sociedades futuristas, sobre todo en su faceta distópica. La crítica de las narrativas tecnológicas es, pues, el segundo elemento de defensa de la propuesta posthumanista. ¿En qué sentido? En el sentido de que una reapropiación de los significados acerca de la naturaleza de las tecnologías de mejora humana constituye el paso previo del debate inevitable sobre la manipulación y el rediseño de la especie humana. El caso es que las narrativas tecnológicas obvian el papel de la acción humana y cómo esta puede alterar el curso de la tecnología. Las distopías tecnológicas son ahistóricas —por eso presentan siempre el producto final de la sociedad tecnológica, ya deshumanizada y totalmente alienada— y, además, no tienen en cuentan el componente ideológico y de construcción política de la tecnología —precisamente por ello hay tan pocas distopías que muestren el proceso político y social de instauración de las tecnologías alienantes—.
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Wilbert Tapia Meza Un análisis de las manifestaciones narrativas sobre la tecnología durante la segunda mitad del siglo XX muestra claramente cómo esta visión totalmente anacrónica de las tecnologías es imperante y ha conseguido, en cierto modo, crear un imaginario colectivo sobre las mismas, sobre el futurismo tecnológico y sobre los cyborgs de cariz bastante negativo. La imagen que trasmiten la literatura de ficción, el cine distópico o las series de televisión responde a una visión determinista del ser humano en la que la tecnología es alienante de por sí. Algunas obras como Matrix, Fahrenheit, 1984, Un mundo feliz, Gattaca, Black Mirror o Yo Robot son ejemplos claros de esa lógica determinista y deshumanizante propia de la Nueva Izquierda tecnófoba de segunda mitad de siglo XX y principios del XXI, la cual viene a decir que el modelo de racionalidad moderno (ilustrado) responde al esquema científicotécnico-industrial que termina en una cosificación del ser humano y en el nihilismo más absoluto. Pero “la tecnofobia no tiene cabida en la caracterización de la sociedad actual, ni en ninguna otra anterior, siempre que se comprenda al lenguaje como una tecnología, la sociedad actual es un tecnosistema mediado por tecnologías que trasmiten otras tecnologías, y que todas estas a su vez conforman o dan forma a la sociedad y a lo más esencial de esta: a los sujetos humanos” (García Manso, 2006: 45). La tecnofobia plantea, como hemos avanzado, un determinismo que rompe la continuidad entre ser humano y tecnología. El caso es que proyectan un escenario ya distópico, sin presentar el proceso, es decir, sin mostrar los elementos de lucha política y resistencia y su evolución, porque, de hacerlo, el mensaje sería menos contundente y, por supuesto, la conclusión no sería nihilista. De hecho, es común observar en estas distopías la existencia de pequeños grupos de anarquistas que usan una tecnología menos avanzada para luchar contra el poder constituido, lo que, en el fondo, vendría a dar la razón a aquellos que defienden que el problema no es tanto la tecnología en sí, sino el tipo de tecnología y los fines paras los cuales esta es empleada. En efecto, no son pocos los casos en los que las propias distopías confunden la tecnología como elemento de alienación con el uso alienante de la tecnología en manos de unos poderosos. En la novela Un mundo feliz (1932), de Aldous Huxley, se usan drogas para extinguir la tristeza, la ansiedad y otros sentimientos negativos, - 266 -
Filosofía y Tecnología pero la ingesta del “soma”, que es el nombre que recibe la droga, no es producto de una elección libre debido a todo el condicionamiento previo orientado precisamente a su ingesta. La tecnología no es puesta en práctica para mejorar ni para incrementar las capacidades y el bienestar de los seres humanos, sino para ejercer un absoluto control sobre ellos con un fuerte potencial deshumanizador. En este sentido, “los crakers tampoco se podrían clasificar como posthumanos porque son seres incapaces de amor, de deseo, de pensamiento crítico y simbólico. No son seres humanos mejorados por la robótica, sino seres diferentes con capacidades inferiores a las de las personas” (Brunori, 2012: 29). Otro caso lo tenemos en Ghost in the Shell (1995), película de animación dirigida por Mamoru Oshii, donde el cuerpo es expuesto como una mercancía tecnocolonizada, es decir, como simple repuesto para personas cuya humanidad no reside en lo físico, sino en lo mental. Aquí “el cuerpo es un armazón, perfectible, reutilizable, mercantilizado, que solo pueden poseerlo aquellos que detentan capital económico, político e informacional” (Ariel del Vigo, 2015: 111). Por lo tanto, el problema no es tanto de la tecnología, que podría estar al servicio de un proyecto posthumanista emancipador, sino de la mercantilización de la tecnología en manos de corporaciones malvadas que solamente buscan esclavizar a los ciudadanos. Las críticas hacia la tecnología y el mundo virtual tienen sentido cuando se parte del supuesto de que el mundo virtual es una sustitución del mundo real. Pero no cuando se constata que, al margen de abusos, es posible, se da de hecho, una convivencia no problemática e incluso una integración de los mundos virtuales y los físicos reales. Especial atención merece en este sentido Blade Runer (1982), película dirigida por Ridley Scott y basada en la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968). En la película nos encontramos a un hombre aislado y confundido en un mundo donde las fronteras entre realidad y ficción han quedado destruidas en una ciudad del futuro, que se presenta como un “lugar infernal e inhabitable en el que dominan la violencia, la soledad y la pobreza. Pero ese mundo, por otra parte, se presenta como ultra-tecnologizado, hasta el punto de haber
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Wilbert Tapia Meza creado replicantes (seres biomecánicos, en casi todo iguales a los seres humanos)” (Talavera, 2015: 284). La narración cinematográfica no solo muestra el efecto deshumanizador externo provocado por la hipertecnologización, sino que lo proyecta también sobre un ámbito más íntimo y radical, a saber, la propia identidad de lo humano. Y es que “las intervenciones de la tecnología resultan tan invasivas y penetrantes que han provocado la pérdida de identidad de lo natural y de lo humano, reduciendo toda la realidad a una sola naturaleza, la del objeto y, por tanto, radicalmente manipulable” (Talavera, 2015: 285). Y así es como la posmodernidad encumbra el fin de los metarrelatos legitimadores (Lyotard, 2007); no en vano algunos autores (Pastor et al. 2014) plantean que el surgimiento del transhumanismo-posthumanismo tiene su génesis en la ruptura de la modernidad y el paso a la posmodernidad como época filosófica imperante. Así y todo, frente a lecturas tecnófobas, también hay en el cine representaciones del cuerpo como evento, como apertura o tránsito en relación con la tecnología, lo cual es indicativo de la importancia que tiene el cuerpo para la propuesta posthumanista. El caso de Crash (1996), película dirigida por el director y guionista canadiense David Cronenberg, parte de una “interpretación audiovisual de la novela de J.G. Ballard y aborda las fantasías de hibridación del yo con el otro, de lo orgánico con lo inorgánico, de lo masculino con lo femenino, en definitiva, de cuerpos en tránsito” (Rodríguez Ahumada, 2014: 109). En este caso, David Cronenberg expone el cuerpo como algo que se revela y que repugna. Se trata de un cuerpo que está extendido tecnológicamente, conectado por cables con el mundo, superando los límites orgánicos. También existen otros espacios artísticos que, como réplica a las distopías tecnológicas, presentan al cyborg como un organismo capaz de integrar componentes externos para expandir las funciones que autorregulan el cuerpo y adaptarse a nuevos entornos en un sentido positivo. Tal es el caso de la obra de Sterlac, Marcel Antúnez o Eduardo Kac, ejemplos de artistas que hibridizan su cuerpo con la máquina, y quienes junto con Orlan, convierten su propio cuerpo en arte; en concreto, “un arte ciborgizado que demanda no solo su propia reinvención, sino también la del cuerpo - 268 -
Filosofía y Tecnología orgánico. El cuerpo como interfaz permite posibilidades evolutivas que el arte recoge en sus propuestas” (Potero et al. 2013: 386). Este bioarte se implica en la crítica posthumanista de la pretendida omnipotencia de la humanidad con el orden natural y abre nuevas preguntas para aquellos que apuntalan la investigación científica. Así, tal y como afirma Miah (2012): El desarrollo tecnológico para mejorar la resistencia o el estilo de vida de la humanidad no es la premisa con la que se podría justificar el bioarte. Por el contrario, el valor de esta obra se halla en su capacidad para generar nuevas perspectivas para la humanidad que podrían orientar el tipo de ciencia que se desea y el valor intrínseco de crear nuevos encuentros estéticos que alterarían nuestra apreciación del mundo que nos rodea y el papel de la humanidad en él. (p. 101)
En última instancia, la disputa por la construcción del sentido, del imaginario colectivo sobre el cuerpo y la tecnología está a la orden del día y revela los intereses en pugna. En esa línea, la deconstrucción de las distopías es, junto con la reivindicación de nuestra naturaleza cyborg, uno de los pasos fundamentales para la defensa del posthumanismo. 5. Conclusiones finales Hemos visto a lo largo del presente artículo las diferencias entre el posthumanismo y otras corrientes afines. De este modo, se han esbozado las claves teóricas de lo que es el proyecto posthumanista en relación a la problemática de la mejora humana mediante el uso de tecnologías. La tesis principal se ha configurado en torno al concepto de cyborg, como hilo conductor de la argumentación, el cual, junto con la distinción entre alotécnica y homeotécnica, así como acompañado de una crítica de las narrativas tecnológicas, permite sentar las bases de un futuro proyecto emancipatorio. En torno a todo ello, es menester superar la dicotomización producida por bioconservadores y transhumanistas, visibilizando la posición posthumanista como espacio intermedio de discusión y diálogo, y focalizando el debate en el cuerpo. A ello, debe incorporarse la prospectiva científica y tecnológica, lo que nos permitirá distinguir entre tipos de tecnologías y potenciar las - 269 -
Wilbert Tapia Meza homeotécnicas. Asimismo, y más allá del debate estrictamente filosófico, conviene abrir un debate público y democrático, incorporando la perspectiva social y política a la cuestión aquí planteada, invitando a que el tema del posthumanismo sea analizado y examinado desde una pluralidad de enfoques en un marco interdisciplinar. En última instancia, el presente trabajo quería dar cuenta de la riqueza y complejidad que supone la manipulación científica y tecnológica del ser humano, y cómo de ello se desprenden importantes implicaciones epistemológicas y ontológicas que requieren de una reflexión en profundidad de toda filosofía que quiera hacerse cargo de su tiempo. Bibliografía Aguilar, Teresa (2012). Ontología Cyborg. El cuerpo en la sociedad tecnológica. Barcelona: Gedisa. Ariel del Vigo, Gerardo (2015). Ghost in the Shell: Nueva carne, viejas dolencias. Questión. Revista especializada en Periodismo y Comunicación, 1 (47), 111-118. As. Kirtchev, Chirstian (1997). Un manifiesto cyberpunk. Disponible en: http://project.cyberpunk.ru/idb/manifesto_es.html (consultado el 27 de diciembre de 2016). Asociación Transhumanista Mundial (1999). Declaración Transhumanista. Versión en línea (consultado el 28 de diciembre de 2016). Bailey, Ronald (2004). Transhumanism: the most dangerous idea? Versión en línea (consultado el 28 de diciembre de 2016). Ballesteros Llampart, Jesús (2012). Más allá de la eugenesia: El posthumanismo como negación del homo patiens. Cuadernos de Bioética, XXIII, 15-23. Barreto Vargas, C. Marina (2011). Transgresiones corporales, rituales de belleza y seres poshumanos. Revista Atlántida, 3, 17-34. - 270 -
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