El potencial del cerebro

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Selecciones Reader's Digest, septiembre 2017

El Dotencial del Recientes avances revelan que la

mente influye en la salud de maneras insospechadas. POR

a sid o u n gran añ o para el cerebro, esa arrugada masa de 1.36 kilos de ma­ teria gris que rige nuestros movimien­ tos, pensamientos, recuerdos, gustos, anhelos y sueños. Es el órgano que nos hace ser quienes somos. También puede quitarnos lo que somos con en­ fermedades degenerativas com o el Alzheimer, que afecta casi a la mitad de los mayores de 85 años. Y hoy sabe­ mos que tiene mucho más que ver con la salud general de lo que creíamos. Recientes avances técnicos han re­ velado información inédita sobre cómo funciona el cerebro y cómo se enferma,

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FERBER

lo que a su vez ha traído novedosas maneras de curar sus males. La ciencia también ha descubierto que la mente, bien usada, tiene un poder asombroso para sanar el cuerpo. Éstos son algu­ nos de los fascinantes hallazgos:

I» ATLAS DEL CEREBRO Septiembre de 2006 marcó un hito en la neurociencia, al completarse el Atlas Cerebral Alien, primer mapa genético de este órgano. Todo comenzó cuando en 2002 el filántropo estadounidense Paul Alien, cofundador de Microsoft, reunió a eminentes científicos de todo IL U S T R A C IÓ N : B R Y A N C H R IS T IE



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el mundo y les encomendó la tarea de revolucionar el estudio del cerebro hu­ mano, para lo cual donó 100 millones de dólares y fundó el Instituto Alien para la Ciencia del Cerebro, con sede en Seattle, Washington. Con robots y programas informá­ ticos diseñados al efecto, 60 inves­ tigadores estudiaron 250,000 mues­ tras de tejido de cerebro de ratón (lo bastante parecido al humano para que la mayoría de los resultados se consi­ deren válidos para nosotros) y locali­ zaron los puntos cerebrales en que se activan los 21,000 genes de la especie (cada tipo de neurona activa distintos conjuntos de genes, lo que produce una combinación única de proteínas con la que cumple su función: guar­ dar un recuerdo, coordinar un movi­ miento, etc.). El mapa reveló que cerca de 80 por ciento de los genes del cuerpo (más de lo que creíamos) se activan en el cerebro; por eso, si la industria farma­ céutica no es cautelosa, medicinas di­ rigidas a otros órganos podrían tener efectos secundarios en él. El mapa también aportó pruebas que podrían ayudar a desentrañar complejos tras­ tornos cerebrales como la esquizofre­ nia y el autismo. El resultado es un atlas tridimen­ sional (brain-m ap.org) del cerebro del ratón que sirve al neurocientífico como un mapa de yacimientos aurí­ feros a un minero: le permite llegar al punto de interés y actuar, dice el doc­ tor David Anderson, profesor de bio­ logía del Instituto Tecnológico de Ca­ lifornia y asesor del proyecto. 36

l i GENES DE LA MEMORIA Gracias al Atlas Alien los científicos ya encontraron oro. El doctor Dietrich Stephan, director de estudios neurogenómicos en el Instituto de Investi­ gación Genómica Traslacional (TGen) de Phoenix, Arizona, lo ha usado para estudiar el gen kibra, que afecta la me­ moria de hechos recientes. El atlas re­ veló que el gen se activa en el hipo­ campo, pequeña estructura cerebral que ayuda a guardar los recuerdos. El TGen planea comercializar medica­ mentos para reducir la amnesia (sobre todo de hechos recientes) propia de la edad avanzada.

II MÁS ARMAS CONTRA EL MAL DE ALZHEIMER Las medicinas usadas hoy para tratar el Alzheimer mejoran la memoria y dan a muchos pacientes varios años más de lucidez, pero no detienen la muerte de las neuronas ni el daño con­ siguiente. En cambio, los nuevos fár­ macos experim entales están pensa­ dos para atacar el problema de raíz e impedir que la presunta responsable, la proteína betaamiloide, se acumule en el cerebro y mate neuronas. Para Anna Hickerson, de 71 años, residente del pueblo de Indiahoma, Oklahoma, uno de esos fármacos ya es un éxito. Hace tres años olvidaba los pedidos en la florería que tiene con su esposo, James, de 75 años. Tam­ poco recordaba qué día era, y como se perdía mucho, dejó de conducir. El doctor Ralph Richter, profesor de neu­ rología y psiquiatría del Colegio de


Medicina de la Universidad de Oklahoma en Tulsa, le diagnosticó Alzheimer incipiente. En noviembre de 2004 Anna se ins­ cribió en la tercera fase de las prue­ bas clínicas del Alzhemed (tramiprosato), fármaco experim ental de los laboratorios canadienses Neurochem, que parece haber detenido su mal. Ahora, a más de dos años de tomarlo, hace arreglos de flores para la iglesia y conduce sola 37 kilómetros hasta un poblado vecino sin perderse. “Estoy más lúcida y me siento mejor”, dice. “Fue una bendición”, añade su esposo. En 2006 los investigadores difun­ dieron en una publicación de neuro­ logía los alentadores hallazgos de la segunda fase de las pruebas clínicas

del Alzhemed. En promedio, los pa­ cientes mantuvieron su puntuación en una prueba estándar de función mental de 30 puntos (quienes toman los medicamentos actuales suelen per­ der tres puntos al año). Además, el Alzhemed redujo la concentración de betaamiloide en el líquido cefalorra­ quídeo, lo que hace pensar que la pro­ teína nociva también disminuye en el cerebro. En abril de 2007 se obtuvie­ ron los resultados de la tercera fase en Estados Unidos y Canadá, y a fines de año quizá se demuestre en defini­ tiva la eficacia del fármaco. En un lapso de dos a cinco años terminarán las pruebas clínicas de al menos ocho fármacos de otros laboratorios, y tam­ bién parecen alentadoras. 37


Quizá una genoterapia con VAA alivie el parkinso­ nismo avanzado al reparar un circuito cerebral hiperactivo que causa los sínto­ mas de lentitud y rigidez característicos de la enfer­ medad. Este circuito actúa como una traba al impedir el movimiento del enfer­ mo. Hoy día los neurocirujanos quitan la traba im­ plantando una especie de marcapaso que neutraliza el circuito, pero el trata­ miento, llamado estimula­ ción cerebral profunda, su­ pone tres meses de visitas semanales a un centro de neurocirugía, lo que no es El neurocirujano M ichael K aplitt halló una fácil si se vive a cientos de m anera de in sertar genes en el cerebro. kilómetros, dice el neuro­ cirujano Michael Kaplitt, del Colegio » TERAPIAS CON GENES Médico Weill Cornell, en Nueva York. La genoterapia con VAA de Kaplitt Las genoterapias, en las que se inser­ quita la traba llevando ácido gammatan genes sanos en partes del cuerpo aminobutírico, un neurotransmisor, a enfermas por la presencia de genes defectuosos, podrían beneficiar a quie­ las neuronas cerebrales. En una prueba nes padecen afecciones cerebrales que clínica terminada en 2006, esta tera­ pia resultó inofensiva y, en los casos los fármacos tradicionales no curan. En otro tiempo resultaron más peligro­ de dosis mayores, tan eficaz como la sas de lo que esperaban los científicos, estimulación cerebral profunda. Si el y la muerte en 1999 de un adolescente hallazgo se confirma en un estudio más extenso, quizá en el futuro un enfermo en unas pruebas clínicas en Arizona de parkinsonismo avanzado pueda so­ atrasó años su estudio. Sin embargo, un nuevo método para transportar ge­ meterse a la implantación quirúrgica de un gen en la parte afectada del ce­ nes al cerebro usando como vehículo un microorganismo inofensivo lla­ rebro e irse a casa a los dos días. “Es­ mado virus adenoasociado (VAA) de­ peramos que esta terapia se extienda a muchos pacientes más que la nece­ mostró ser seguro en pruebas clínicas sitan”, añade Kaplitt. preliminares con seres humanos. 38

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Después de la prueba de 2006 se realizaron seis ensayos preliminares de otras genoterapias con VAA: tres para el parkinsonismo, dos para tras­ tornos cerebrales infantiles mortífe­ ros y uno para el mal de Alzheimer. Si vuelven a resultar inofensivas y efi­ caces, podrán tratarse trastornos ce­ rebrales muy destructivos.

II TRAS LA BARRERA HEMATOCEREBRAL La ciencia empieza a sortear uno de los mayores obstáculos para tratar las afecciones del cerebro: hacer que las m edicinas lleguen a él. Noventa y ocho por ciento de los fármacos de posible eficacia no pasan de la sangre al cerebro, a diferencia de lo que ocu­ rre con otros órganos, explica el doc­ tor William Pardridge, profesor de la Universidad de California en Los Án­ geles. De ahí que haya muy pocos para afecciones cerebrales. La mayoría de los fármacos no llega al cerebro porque en él las paredes de los vasos sanguíneos actúan como guardias fronterizos ante una ame­ naza terrorista: no dejan pasar sino a los agentes que tienen una misión esencial. Para que los fármacos burlen la barrera hematocerebral, Pardridge recurre al contrabando: con ingenie­ ría genética los combina con un anti­ cuerpo que tiene permitido el paso. En un estudio realizado en 2006, uno de estos híbridos, administrado a ratas dos horas después de causar­ les una apoplejía, redujo en dos ter­ cios la consiguiente lesión cerebral. El fármaco contiene una proteína, nor­

malmente presente en el cerebro, que estimula el desarrollo neuronal, pero que no suele hallarse en cantidad su­ ficiente para prevenir las lesiones apo­ pléticas. Urgen fármacos como éste, que preserven las neuronas y reduz­ can las lesiones en caso de apoplejía, pero en la última década ninguno ha superado las pruebas clínicas. La firma ArmaGen Technologies, fundada por Pardridge para comercializar su téc­ nica, realizará un ensayo clínico del nuevo antiapoplético en seres huma­ nos a fines de 2007. La estrategia del contrabando puede funcionar con cualquier fármaco para el cerebro, explica Pardridge, y ArmaGen los está desarrollando para el Alz­ heimer, el parkinsonismo y un grupo de afecciones cerebrales hereditarias que causan defectos congénitos, retra­ so mental y otros trastornos graves.

II CÓMO NOS CURA LA MENTE Uno de los más asombrosos hallazgos de la neurociencia es que el cerebro parece colaborar con el sistema inmunitario para combatir la enfermedad. Descubrirlo le llevó al doctor Kevin Tracey 20 años de experimentación, y la ayuda de una paciente de 11 meses llamada Janice. “Me cambió la vida”, dice de ella Tracey, neurocirujano, inmunólogo y director del Instituto Feinstein de Investigación Médica en Manhasset, Nueva York. En la primavera de 1985, cuando Tracey atendía urgencias en el Hos­ pital de Nueva York, se le presentó el caso de Janice: mientras la niña ga39


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teaba en la cocina de su abuela, en Brooklyn, la mujer tropezó con ella y le derramó encima una olla llena de agua hirviendo. Janice sufrió quema­ duras de segundo y tercer grados en el 75 por ciento del cuerpo. A la se­ mana de su ingreso contrajo sepsis grave, una infección bacteriana en la que las defensas del organismo se di­ rigen por igual contra el agente infec­ cioso y los propios tejidos. Janice pasó dos semanas y media al borde de la muerte, mientras Tracey y sus colegas recurrían a todos los me­

sores que instruyen a las células inmunitarias para no producir sustan­ cias que causan inflamación y otros daños. En un estudio realizado en 2006, Tracey descubrió un circuito ce­ rebral que estim ula el nervio vago para que desactive la inflamación. En conjunto, los estudios demos­ traron una relación genética entre el cerebro y el sistema inmunitario, que Tracey llama “reflejo inflamatorio”. Si en condiciones normales una inflama­ ción se extiende, el cerebro ordena al sistema inmunitario desactivarla. En

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TAL VEZ PODAMOS CONTROLAR ^ NUESTRO CEREBRO PARA CALMAR LA INFLAMACIÓN Y COMBATIR LA ENFERMEDAD. V ____________________ __________________________y' dios para salvarla. La pequeña pudo celebrar su primer cumpleaños en la unidad de quemados con sus padres, su abuela y empleados del hospital, y se esperaba darla de alta pronto, pero al otro día murió. “Es la única paciente con la que he tenido pesadillas”, dice Tracey. “No debería haber muerto”. Como entonces se ignoraba la causa de la sepsis grave, Tracey se propuso averiguarla. Dos décadas después su trabajo está dando fruto. En una serie de estudios iniciada en 2000, demos­ tró que la estim ulación del nervio vago —importante vía nerviosa que va del tronco cerebral al abdomen y regula el latido cardiaco, la respira­ ción y la digestión— cura la sepsis grave al hacerlo emitir neurotransmi40

enfermos de sepsis grave como Janice, ese reflejo no existe. Quizá en el futuro se pueda redu­ cir la inflamación leve crónica (como la que caracteriza la enfermedad de Crohn y la artritis reumatoide, y pro­ picia la insuficiencia coronaria) con fármacos activadores del reflejo. Tra­ cey también considera útil la medita­ ción. Podemos reducir nuestro ritmo cardiaco regulando la actividad del nervio vago, lo cual indica que podría­ mos controlar nuestro cerebro para calmar la inflamación y combatir la enfermedad. “Es lo más fascinante en lo que he trabajado”, dice. Calmar la mente y el cuerpo quizá frene incluso la propagación de cier­ tos tipos de cáncer. Según un estudio


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del virólogo Ronald Glaser, del Cen­ tro Médico de la Universidad Estatal de Ohio, publicado en noviembre de 2006 en C áncer Research, la hormona del estrés noradrenalina estimula en células cancerosas cultivadas la pro­ ducción de dos sustancias que las ayu­ dan a moverse por el cuerpo y metastatizar. Una tercera sustancia provee de nutrientes a los tumores en desa­ rrollo. Por tanto, reducir el estrés puede combatir el cáncer.

II EJERCITA TU MENTE Estudios como los de Glaser y Tracey “dan credibilidad a las terapias basa­ das en la influencia de la mente sobre el cuerpo, antes rechazadas por las co­ munidades científica y médica”, afirma la doctora Esther Sternberg, directora del Programa Neuroinmunitario Integrador del Instituto Nacional de Salud Mental estadounidense. Ahora médicos y científicos van a dar el si­ guiente paso: encauzar el inmenso poder del cerebro para ayudar a la gente a curarse por sí sola.

¿QUÉ

Por ejemplo, científicos de la Uni­ versidad Stanford y de la firma biotecnológica Omneuron enseñaron a los participantes de un estudio a ali­ viar el dolor crónico visualizándolo en un equipo de resonancia magné­ tica funcional (el cual muestra el ce­ rebro en acción) y controlándolo. Al­ gunos lograron reducirlo en más de 40 por ciento, dice el doctor Sean Mackey, especialista en dolor y codirector del estudio. M ackey espera que algún día los médicos nos enseñen a com batir la depresión, las adicciones y las fobias con visualización por resonancia mag­ nética. Quizá dentro de algunos años, añade, vayamos a centros de visuali­ zación cerebral como hoy vamos al gimnasio, y ejercitemos las partes del cerebro que aumentan el rendimiento, la memoria e incluso la inteligencia. O

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NO T I E N E S

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Cuando tu apellido es Angel, eres objeto de todo tipo de bromas. En cierta ocasión, mi esposa y yo fuimos a una capilla metodista a tomar una taza de té. Después pedimos un taxi por teléfono, que llegó media hora más tarde. —Lamento el retraso —nos dijo el con­ ductor—, pero cuando leí el mensaje que me habían dejado en el tablero, pensé que se trataba de una broma. Decía: “Recoger a dos ángeles en la iglesia metodista”. DAVID AN G EL, Estados Unidos 41


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