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Mención Especial en Castellano GRABADO Armando Gutiérrez Rodríguez
Menciones Especiales en Castellano
GRABADO Armando Gutiérrez Rodríguez
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– Catorce hombres . Catorce…– Remarcó . E hizo una pausa señalando de nuevo hacia la pantalla del televisor de su bonita tasca, donde la obstinada lluvia de aquella gris tarde me empujó a entrar por pura casualidad . El noticiario portugués informaba del espectacular despliegue de medios en el rescate de aquel pequeño que, a más de ochocientos quilómetros de Oporto, había caído a un pozo . Se prodigó en explicaciones: Éramos unos críos . Lázaro apenas diez años, eu poco mais do que esa povre criança… Y míralo . Las minas cerradas, la gente joven como yo huyendo del abandono y la miseria . ¿Y él? Minero como padre, con dos cojones . ¡Y en la Brigada! Como agradecimiento a los que nos lo devolvieron, dice él… ¡Espera! Debajo de la bufanda del FC Porto, junto con un banderín de la Unión Popular de Langreo, colgaba un cuadro que destacaba entre los brillantes colores de las botellas . Era un grabado en blanco y negro, numerado, de Manuel
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Calvo, donde se veían unas figuras dibujadas a plumilla representando a unos mineros y, en la parte inferior, la primera estrofa del himno de Asturias: Asturias patria querida, Asturias de mis amores… Perteneció a mi padre . Trabó amistad con el dibujante y este se lo regaló . Está dedicado, mira . Descolgó el grabado con mimo y lo puso sobre la barra, boca abajo . En la parte trasera, con igual caligrafía que en el dibujo se leía clara la dedicatoria: Para mi gran amigo y compañero Eduardo Augusto Alves . La pasión une corazones y derriba fronteras . Con cariño, Manuel . Creo que se conocieron jugando al fútbol . Mi padre era un buen defensa . Militó en la Unión cuando estaba en segunda B . Un año llegaron a los octavos de la copa del rey . El Athletic los eliminó… Apuré la cerveza al ver asomar las lágrimas en sus ojos . Alegando el cansancio del reciente viaje desde Asturias y mintiendo sobre una jornada dura de entrevistas y notas de prensa al día siguiente, inicié la despedida . Yo también tenía grabada a fuego aquella fatídica noche de agosto en Nicolasa, pero preferí callar . Salió de la barra y me dio un abrazo, arrancándome la promesa de volver al día siguiente . Recordé entonces a Pessoa: ¡Volta amanhã, realidade!
Y recordé también aquella imagen de mi madre: joven, viuda, enlutada… La pertinaz lluvia lusa de enero hacía brillar los adoquines, difuminando el perfil de la Torre dos Clérigos . No abrí el paraguas . Tenía la humedad en el rostro y grabado a plumilla en el corazón, eso que ellos llaman saudade .