Diálogo Extraordinario Nueva Época /Derechos indígenas y Fuerzas Armadas:razones de un desencuentro

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Nueva época, Año 4, No. Extraordinario

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Guatemala, diciembre de 2004

Derechos indígenas y Fuerzas Armadas: razones de un desencuentro Santiago Bastos*

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on el apoyo del Programa Fortalecimiento de Organizaciones Sociales en Temas de Seguridad (FOSS), FLACSO-Guatemala realizó la investigación Relaciones interétnicas y Fuerzas Armadas, trabajo exploratorio sobre la forma como el Ejército ha concebido la diversidad étnica del país, a partir de los cambios que pueden haber ocurrido con ocasión de la firma de la paz.

Por medio de este diálogo extraordinario se ofrece un resumen de tal investigación, cuya publicación completa será publicada a inicios del próximo año. FLACSO agradece al FOSS y al Programa de Estudios de Seguridad Democrática (PESD) el apoyo brindado para la realización de este proyecto.

* Doctor en antropología social por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México, investigador de FLACSO-Guatemala desde 1988, de nacionalidad española y residente en el país.


“En el proceso de construcción de la nación, mientras que la sangre de algunos ciudadanos fluye por la corriente principal, otras sangres se derraman por el suelo... No todas las sangres son iguales, pero los preceptos de las ideologías nacionalistas exigen que todos los grupos subordinados sangren por la nación del mismo modo”. (Brackette Williams, antropóloga afroamericana)

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n las páginas del Libro de Defensa Nacional de Guatemala, presentado públicamente el 28 de noviembre de 2003, puede leerse que “éste es un país en el cual la diversidad está presente en todo el ámbito, en lo étnico, en lo lingüístico y en lo cultural... La identidad nacional, [está] formada por una convergencia multiétnica, multicultural y plurilingüe”. También en el documento que se presentó en mayo de 2004 para la discusión de la doctrina militar, se decía que “...el Ejército de Guatemala se integra de guatemaltecos y guatemaltecas provenientes de todos los estratos sociales de la Nación, en el que convergen distintos pueblos y etnias de acuerdo al carácter multiétnico, pluricultural y multilingüe”.

El texto es responsabilidad del autor.

Publicación mensual de FLACSO-Guatemala y elPeriódico Secretario general de FLACSO Francisco Rojas Aravena San José, Costa Rica CONSEJO ACADÉMICO DE FLACSO-GUATEMALA Víctor Gálvez Borrell-director Virgilio Álvarez/Walda Barrios-Klee/ Virgilio Reyes/Edelberto Torres-Rivas Tel. PBX (502) 362-1431 Fax: (502) 332-6729 Correo electrónico: flacsoguate@flacso.edu.gt Página web: http://www.flacso.edu.gt Coordinación de edición: Hugo de León Edición: Víctor Gálvez Borrell Diagramación: Hugo de León Corrección: Mario Maldonado

30,000 ejemplares

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“El choque”, Alfredo Gálvez Suárez

Estas citas provienen de documentos oficiales del ejército de Guatemala, y parecerían mostrar que esta institución estaría sumándose a la transformación que, poco a poco, va dándose en la sociedad y el Estado guatemaltecos en torno del reconocimiento de la diversidad étnica del país y los derechos de los indígenas que en él residen. Con ello, se reconsideraría la relación que históricamente han mantenido con esta importante parte de la población, cuyo episodio más triste son las masacres cometidas a inicios de la década de 1980. A partir de ese momento, sus actuaciones respecto de la diversidad étnica del país y de su misma composición deberían regirse por el respeto a la diferencia y la promoción de los elementos que la marcan. Sin embargo, las evidencias recogidas en el curso de una investigación que recién se culminó en FLACSO, muestran que las cosas no son tan sencillas. Si bien por primera vez en los documentos públicos del Ejército se reconoce el carácter diverso de la nación, en las prácticas cotidianas y en el pensamiento de sus integrantes se puede apreciar aún, una forma de percibir la diferencia que hace difícil la comprensión y aceptación de los derechos indígenas 1.

aspecto en que no parecen haber incidido los cambios producidos en el país en los últimos treinta años, y más tarde en el proceso de paz. Por lo que se puede saber, la proporción de indígenas entre los oficiales del Ejército ha venido aumentando a partir de algún momento que podría situarse entre la mitad de los años setenta y la mitad de los ochenta, pero la proporción sigue siendo mínima. Podríamos decir que pasó de cero o 5% a una proporción situada entre 15% y 20% como mucho, suficiente para que pueda ser notada entre los compañeros pero insuficiente para que sea cuantitativamente destacable 2. Sin embargo, este aumento relativo en la proporción de oficiales no sería producto de una política interna; se debería a los cambios que se han venido dando entre la población indígena de Guatemala desde mediados del siglo XX, dando como resultado que ciertas fracciones se han integrado a ocupaciones propias de los sectores medios, entre las que está la oficialidad militar. Pero quizá el dato importante es que lo indígena no aparece sea cual sea la proporción real; en el Ejército se sigue actuando como si no hubiera ningún indígena entre sus oficiales.

La integración de las Fuerzas Armadas de Guatemala sigue reflejando de forma exagerada el perfil de la diferencia étnica en el país: la gran mayoría de la tropa es indígena, y la mayor de los oficiales no lo son. Éste es un

Desde 1994 el servicio militar dejó de ser obligatorio, con lo que cesaron las tristemente célebres "agarradas", que convertían lo que debería ser un deber de todos los guatemaltecos en una cacería casi animal de una parte de ellos, en una de las muestras más asumidas del racismo institucional del país. También ha terminado la posibilidad de que el reclutamiento conlleve la muerte o tener que matar a un igual. Pero hay cosas que no han cambiado: la inmensa mayoría de los soldados sigue siendo indígena, como ocurre desde

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Las evidencias de la inmovilidad

El resultado completo de la investigación saldrá a la luz en la publicación titulada Etnicidad y Fuerzas Armadas en Guatemala: Algunas ideas para el debate. Aquí se presentan algunos elementos surgidos de la conclusiones

Estas cifras son absolutamente hipotéticas y se basan en un análisis ponderado de las percepciones de los actores entrevistados, dado que no fue posible contar con ningún tipo de listado del cual poder obtener indicadores de esta presencia.


hace más de cien años. Ya no es la agarrada, sino el hambre y el analfabetismo lo que los empuja a las filas del Ejército. El trato hacia ellos sigue basándose en un paternalismo que combina la educación con el castigo. Para los oficiales de hoy, la diferencia étnica es causa de atraso, y debe ser a través de la educación, sobre todo, como los indígenas se integrarán al desarrollo. Se da la paradoja de que el Ejército funciona como si los reclutas no fueran indígenas, pero el trato que reciben se justifica precisamente porque lo son. Quizá el fruto más evidente del proceso de paz es que la represión sistemática de la divergencia política, entendida como "comunismo" o "subversión", ya no es la principal tarea de las Fuerzas Armadas. Pero eso no es óbice para que el Ejército como institución, y sus miembros en particular, justifiquen la violencia desmedida de que fueron artífices, en concreto la represión y masacres ocurridas de finales de la década de 1970 a mediados de los años ochenta. No se acepta la visión que podemos llamar "oficial" dada por la Comisión de Esclarecimiento Histórico; se sigue planteando que todos aquellos a quienes se mató eran combatientes insurgentes que ponían en peligro la continuidad e institucionalidad del Estado y la independencia de la nación guatemalteca. Según ellos, son esas mismas fuerzas las que aún intentan acabar con la institución militar a través de tergiversaciones de la historia como el REHMI o la misma labor de la CEH 3. No ha de extrañar entonces que el concepto de genocidio, como forma de calificar la violencia institucional que 3

Para algunos, remarcar esta actitud del Ejército es de “necios, inconformes, frustrados, amargados y deprimidos” (Raúl Minondo Ayau, elPeriódico, 22 septiembre 2004), categorías un tanto vagas para el análisis social.

Moises Castillo

se dio contra la población indígena, tampoco goce de aceptación. Es difícil construir una nueva relación con la población civil, y sobre todo con la indígena, sin reconocer el grado de violencia y la continuada militarización que se les impuso. La impunidad que lleva esta falta del reconocimiento de culpa, supone una militarización de la conciencia, una continuidad de la represión a nivel psicológico,que aún sigue en pie en muchos lugares. Existe un consenso entre quienes forman y formaron los mandos de las Fuerzas Armadas en la forma de percibir la diferencia étnica dentro de la institución y el país en general. Y esta forma no concibe que Guatemala pueda estar formada por grupos culturalmente diferenciados, con una serie de derechos

propios a los que haya que reconocer y promover como tales. Hay una discrepancia entre las declaraciones institucionales y la ideología étnica concreta de quienes forman la institución. Y esto es algo que debería preocupar a quienes están en este dilema. Es una situación relativamente común en diversas áreas del Estado guatemalteco,integradas sobre todo por población no indígena que fue formada en una ideología étnica que se basaba en la idea de la supremacía de una cultura – occidental, moderna– sobre las otras – atrasadas, tradicionales, periféricas– que existían en el país. Por tanto, piensan que el Estado debe regirse sólo a través de la primera de esas culturas,que es la única que debe promoverse y deberían compartir "todos" los guatemaltecos. Como consecuencia,aunque por presión o por conveniencia política, algunas instituciones estatales aceptaron o promueven el uso de los términos y la construcciones ligadas a la idea multicultural; las personas que han de llevar a la prácticas tales ideas no lo hacen porque no las comparten. Esto puede llevar a la ilegalidad. Para comprender esta divergencia entre discurso oficial e ideología y prácticas cotidianas, es necesario recomponer la forma en que, al menos desde la segunda mitad del siglo pasado, se ha concebido y llevado a la práctica la presencia de la diferencia étnica dentro del Ejército, superando –pero no negando– la explicación sencilla de la existencia de racismo, y buscando las raíces ideológicas de ese comportamiento racista que, de hecho, diferencia a las personas según su origen a partir de una ideología que dice que todos somos iguales.

Moises Castillo

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Revista Crónica

Los efectos de una política supuestamente igualitaria El manejo de la diferencia por una institución estatal como es el Ejército se basa en la ausencia de políticas explícitas sobre el origen étnico de sus miembros. A ello se agrega una labor "educadora" de talante asimilacionista y una realidad segmentada que no corresponde a ninguna política concreta, sino a la situación estructural forjada por la exclusión histórica y la permanencia del racismo en la ideología cotidiana de quienes componen la institución. Después de un primer intento de "ladinizar" la tropa, las Fuerzas Armadas no han desarrollado políticas institucionales de ningún orden en relación con el origen étnico de sus soldados. En esto se comportan como una institución puramente liberal, que parte de los principios de "igualdad ante la ley" e "igualdad de oportunidades" y actúa como si en Guatemala todos fueran iguales, obviando que no es así, que en muchos aspectos la sociedad es más estamental que clasista. Al no tenerlo en cuenta, sus políticas acaban siendo lo que supuestamente quieren evitar ser: discriminatorias.

el indígena que entra en la oficialidad de alguna manera tiene que dejar de serlo. Porque como nicho de la "clase media", la oficialidad está asignada dentro de la división simbólica de los espacios sociales, a los "ladinos". No es que haya ninguna política explícita que diga que así ha de ser; pero, de hecho, el indígena que entra en el Ejército, sufría y sufre los problemas asociados a los límites de la oferta de la "ladinización": tener que renunciar a su pasado –representado en la familia, la comunidad y los rasgos culturales–, y, además, no acabar de ser aceptado entre los no indígenas como uno de ellos, porque finalmente siempre es y será "un indio". Sólo en un momento histórico se podría hablar de una "atención especial", étnicamente diferenciada del Ejército hacia la población guatemalteca: fue cuando, a inicios de la década de 1980, los estrategas militares se

dieron cuenta que, sí querían separar a las fuerzas insurgentes de lo que ellos consideraban que era su base social,debían entender cómo pensaba ésta. Y ahí, entonces, se pensó que los indígenas, además de una fuerza manipulable, sumisa o ignorante, podía tener códigos culturales propios, cuyo manejo por parte del Ejército facilitaría la derrota del enemigo. Pero esta atención no conllevó ningún tipo de respeto o consideración hacia los indígenas: se llevó a cabo a la vez y como parte de la estrategia de tierra arrasada. Además, la atención fue puramente estratégica; cuando se hubo conjurado el peligro militar, se regresó a la ausencia de políticas étnicas como forma de tratar la diferencia. Si acaso, decir que ya se asumió que sí había una población indígena, pero debía "modernizarse" para entrar a la vida política como "maya autorizado". Para lograrlo, la labor asimilacionista salió de los cuarteles y se convirtió en eje de las "políticas de desarrollo" realizadas en los Polos de Desarrollo y Aldeas Modelo. Que la mayoría de la tropa sea indígena y la oficialidad no lo sea, no se debe a las políticas institucionales, sino a la ausencia de políticas que rectifiquen los desniveles étnicosociales que existen de hecho, y conviertan al Ejército en una institución igualitaria y nacionalizadora. Si el Ejército hubiera querido que "todos los guatemaltecos" prestaran el servicio militar –puesto que es "su derecho y su deber”–, tendría que haber aplicado medidas que nivelaran el hecho de que, si sólo se recluta a los más pobres, los más desvalidos, los analfabetas, se acaba reclutando sobre todo a los indígenas. La ausencia de una política étnica acaba llevando a comportamientos étnicamente marcados.

Lo mismo ocurre con los oficiales, pero al revés. Nadie dice que los oficiales no pueden ser indígenas, pero la oficialidad es un espacio para personas con ciertos estudios y que dominen las claves nacionales. De forma implícita, las personas que entran en la carrera militar no suelen ser indígenas, porque los indígenas no suelen cumplir esas condiciones. A nadie se le ocurre que haya que tener algún tipo de políticas, para asegurar que los indígenas entren y así, de verdad, la oficialidad represente a la nación. Se asume que la nación no es indígena y, por tanto, ocurre lo contrario: Revista Crónica

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Asimilación y patria ladina Este comportamiento es habitual en las instituciones que se rigen por la ideología liberal, pero se acentúa en el Ejército por la importancia que tiene el nacionalismo y la imagen de una patria unida en su ideario y la definición de sus políticas. El imaginario de nación creado con la independencia fue el de la "nación criolla", en que los rasgos que la caracterizan son aquellos heredados de los españoles, como forma de diferenciarse de "los indios" y "las castas", ambos de sangre impura y degradada. Por tanto, lo que debería ser visto como "lo que nos une a todos" es de hecho, para la mayoría de la población, un rasgo diferenciador que les impide pertenecer a ese "todos". Cuando la unidad nacional se convierte en un objetivo superior en sí mismo, como ocurre en el Ejército, son quienes corresponden a la imagen nacional –los "ladinos"– quienes pueden –y deben– llevarla a cabo, mientras que los "indígenas" han de sumarse a ella pasivamente, a partir de las políticas educativas de asimilación Al ser prácticamente los únicos que cumplen con el servicio militar, la labor de nacionalización desarrollada a través de la enseñanza en el Ejército se aplica sólo a los indígenas. ¿Será porque se considera que el resto de los guatemaltecos ya están "nacionalizados"? La imagen de lo nacional se correspondería entonces con la imagen de lo que por ahora podemos llamar "lo ladino". Es decir, aquellos sectores étnicosociales cuyo origen y rasgos les hacen meritorios de pertenecer al grupo nacional. Lo ladino es uno de los rasgos de la identidad militar, por ser uno de los elementos implícitos de la identidad de quienes forman la nación en plenitud de condiciones, de una forma simbólica y en relación al otro implícito ausente: el indígena. Visto así, las Fuerzas Armadas son una de las instituciones que, desde la Revolución Liberal, al menos, han venido construyendo la imagen y la práctica de una sociedad bipolar, en que la pertenencia étnica se asocia a los derechos políticos, siempre de una forma implícita y sin políticas institucionales que lo respalden. Puesto en el marco de la existencia de una serie de colectivos culturalmente diferenciados, lo que estos "ladinos" llaman "nacional", es considerado por los indígenas como "ladino" a secas, pues no incluye las claves para que ellos se sientan incluidos. Y también es visto así por los mismos "ladinos": la inclusión en el conjunto nacional ha de hacerse desde sus propios códigos, que ellos no ven como "étnicos" –propios sólo de su grupo– sino que entienden como "universales".

En este sentido, entenderíamos aquí por "ladinos" a quienes pertenecen a esa categoría etno-política creada desde el Estado: aquellos que representan cultural y étnicamente al conjunto nacional, y que sólo existen en comparación al que no lo es. Invirtiendo los

desde luego, corre dentro de ella, más cerca que la de los indígenas, cuya sangre sólo se requiere para defender la nación –a veces de ellos mismos–. Esta nación así construida no es incluyente, sino al contrario: excluye a quienes no cumplen con los rasgos que definen políticamente al ciudadano. El Ejército es un ejemplo de cómo la falta de definición explícita de las políticas, su carácter supuesta y legalmente no étnico, esconde unas prácticas y una institución que al ser "nacionales" son de hecho "ladinas": blancas, castellano-parlantes, "modernas"... racistas. La asimilación se convierte en una forma de segregación que acaba reforzando la diferencias que de hecho existen. Para evitar la discriminación implícita en la homogeneidad y lograr unas políticas realmente igualitarias, habría que reconocer que existen grupos cultural, histórica y socialmente diferenciados dentro del conjunto nacional.

Por todo esto, les cuesta tanto a los oficiales que han sido formados en esta idea de la nación, y del Ejército como su salvaguarda, entender que puede haber otras bases fundacionales de la nación guatemalteca, además de la "criolloladina-occidental". Consideran que lo suyo es "lo universal", y no entienden que esa universalidad oculta la imposición de una parte sobre el todo. Por ello piensan que todo reconocimiento de otras bases culturales supone una ruptura de la "igualdad" que supuestamente disfrutan todos los guatemaltecos. Al partir de la idea de la no etnicidad de las políticas Revista Crónica institucionales, cualquier reconocimiento suena como un privilegio de una parte sobre el todo. El caso de los idiomas es claro: términos habituales, indígena sería "el que no no se considera que la castellanización sea una es ladino", y quienes no son ladinos, deben imposición sobre los mayahablantes; pero, en aprender a serlo para disfrutar de los beneficios cambio, la oficialización de los idiomas mayas de la nación. Así, el grupo "ladino" puede incluir sí es vista como una imposición sobre los que a personas que provengan de un origen no los hablan. indígena: es la oferta de la "asimilación" o la "ladinización", que supone que el cambio cultural y la renuncia a la identidad –la pertenencia– pueden "limpiar" los defectos de la sangre. Supone aceptar –o al menos no cuestionar de forma pública– la superioridad de "lo ladino", precisamente por su carácter nacional, "incluyente". Dentro de ello, el Ejército es menos abierto a posibilidades de arreglos: por su "nacionalismo", exacerba lo "ladino" como común y, por tanto, coloca a los oficiales indígenas en una situación ambigua, esquizofrénica, débil. Si siguiéramos la metáfora de Brackette Williams, expuesta al principio, quizá la sangre de estos "ladinos" no es la que corre por el centro de la "corriente principal" de la nación, pues tiene que disputar este espacio simbólica, política y económicamente a los criollos. Pero,

La segregación interna La ideología liberal que rige la práctica de las Fuerzas Armadas se refuerza y toma un carácter propio, por el hecho que la estamentación étnico-social existente en el país coincide con la jerarquización interna propia de la institución. Si los indígenas no pueden como tales estar entre los oficiales, es porque su espacio está en la tropa. Las categorías militares se superponen a las étnicas y se asume que en el Ejército existen tipos diferentes de personas, y que unas están por encima de otras, correspondiendo la barrera interna con la étnica. diciembre 2004, Extraordinario /

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colectivo y sistemático de las masacres y la tierra arrasada. Así es como de la represión se llegó al genocidio.

Dada su experiencia, los oficiales ven al indígena asociado al soldado, y se refuerza la imagen de un sector estamentalmente definido, de una casta inferior, gente de otro tipo. Se trata de una pervivencia de las formas estamentales basadas en la segregación de espacios, que deberían estar en contradicción con el igualitarismo liberal, pero que no lo está por la preeminencia que se le da a lo "nacional" como "universal". Esta ideología impide que se vea al otro de una forma horizontal, y que lo étnico contrapese lo jerárquico. El trato puede ser muy diverso, pero siempre desde esta distancia: como "padres", tienen que "civilizar", aunque sea a la fuerza. Esta labor "civilizatoria" muestra los límites de las políticas de asimilación dentro de las Fuerzas Armadas. El "liberalismo" que practica el Ejército está asociado al que se implantó a finales del siglo XIX, que tenía a la segregación como política básica de acción pese al discurso asimilacionista. El Ejército practica un asimilacionismo que podríamos llamar estamental, jerárquico, o directamente segregador, que parte de la idea de que se civiliza al inferior a la fuerza, pero no para aceptarle como igual. Es una aculturación que no tiene como fin la integración, sino el control y la sumisión. El indígena-soldado nunca formará parte del "nosotros" ladino-oficial.

Finalmente, esta idea de que los indígenas forman un cuerpo diferenciado e inferior predispone en contra de los reclamos de derechos no sólo en equidad, sino específicos. Es una razón más HHugo de León que ayudaría a explicar la animosidad en contra, no sólo de las demandas, sino sobre todo de quienes las hacen. En el ideario militar es imposible que la tropa pueda reclamar y menos funcionar de forma autónoma. Por ello cuesta concebir a los indígenas con capacidad propia para plantear sus propios intereses, y que pueda proponer comportamientos nuevos a los no indígenas. A veces, más que un tema en sí,lo que no se acepta es que venga "impuesto" por los mayas. Además, ante la histórica concepción de una minoría de edad, intelectual y organizativa, la nueva capacidad de acción y propuesta es vista como una continuación de la movilización por parte de "intereses extranjeros" o algo que podríamos llamar "neocomunistas".

Racismo y reconocimiento En definitiva, el Ejército de Guatemala actualmente reconoce de forma oficial la diversidad cultural y, por tanto, los derechos de los pueblos indígenas. Pero, dada la forma en que en se crearon y rearticularon las justificaciones ideológicas en torno del manejo

de la diferencia étnica en su interior y de cara a la sociedad, es muy difícil que las personas que forman la oficialidad acepten la capacidad de los mayas para plantear equidad ciudadana y unas propuestas de autogobierno que rompen muchos moldes ideológicos. Para superar esta situación, debería asumirse que la supuesta falta de políticas explícitas no ha servido para que se dé la igualdad de hecho entre los miembros de las Fuerzas Armadas –y de toda la sociedad–, que la declaración liberal de la igualdad ciudadana puede ser una trampa cuando la sociedad está de hecho dividida. Como decía doña Juana Batzibal, una indígena entrevistada: Hay racismo, pero no lo asumen como tal. Entonces es un poco complicada la situación, ¿verdad?... Mientras no haya realmente una voluntad de ir cambiando actitudes hacia la aceptación de otros pueblos, esto, pues, lo que se habla tanto de un Estado pluricultural, eso es mentira, nunca se va a dar. Para llegar a ello, sin afán de dar recetas que por sí son evidentes, las acciones que se tomen deben incidir, de forma paralela, en las concepciones y en las prácticas, aspectos que se alimentan mutuamente y de forma continua. Pero ésta no es una tarea sólo del ejército de Guatemala. Una mirada atenta a diversas instituciones sociales y estatales nos develaría cómo esta ideología que considera que "lo único" guatemalteco es lo que se asocia a "lo ladino" está impregnada en muchos espacios, limitando las posibilidades de acabar con el racismo y lograr una igualdad real de oportunidades para todos los guatemaltecos y guatemaltecas.

Podemos pensar cuando, desde mediados de la década de 1970, los indígenas fueron mostrando que no querían ser asimilados, sino ser "otros" en igualdad de condiciones; las ideas de la asimilación por la fuerza y de un "otro" extraño e inferior se fueron reforzando en la visión militar, y fueron las que "permitieron" la realización de masacres, la versión más salvaje del segregacionismo racista, desde una óptica de "civilización" y "defensa de la patria". Si la justificación ideológica de la represión se montó sobre la base del nacionalismo anticomunista, la idea estamental de los indígenas como un cuerpo social diferenciado, despersonalizado e inferior, fue lo que permitió el carácter

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HHugo de León


Biblioteca y Centro de Documentación Edelberto Torres-Rivas, punto de encuentro para la consulta en ciencias sociales

L

a Biblioteca y Centro de Documentación “Edelberto Torres-Rivas” funciona en FLACSO-Guatemala desde 1990. Es la unidad encargada de seleccionar, adquirir y registrar técnicamente, documentos relacionados con las ciencias sociales. Cuenta con sala de lectura, servicio de internet y fotocopiado. Ofrece servicios de consulta interna de documentos para el público y de préstamo externo para estudiantes de posgrado e investigadores de la Facultad. El acervo bibliográfico del Centro está constituido por más de 25 mil documentos, entre libros, revistas, folletos, documentos inéditos, recortes hemerográficos, discos, casetes y otras publicaciones en archivos electrónicos, lo que hace de éste uno de los centros de documentación especializados en ciencias sociales más importantes de Guatemala. La biblioteca del Centro es desde hace varios años depositaria de colecciones privadas, donadas por profesores universitarios como Edelberto Torres-Rivas, Gabriel Aguilera Peralta, René Poitevin y Víctor Gálvez Borrell. En 1999, al dejar el país la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados ACNUR , el acervo documental del Centro se vio enriquecido con la donación que las autoridades de dicho organismo hicieron de sus archivos, los cuales contienen copiosa información sobre los refugiados guatemaltecos entre 1986 y 1999. Recientemente, dos colecciones más se sumaron a la lista de títulos del Centro: la del los licenciados Carlos Enrique Centeno Cordón, recordado profesor universitario, víctima de la represión a principios de la década de 1980, dada en usufructo por su viuda, Edna de Centeno, y la de Alfonso Figueroa, otra de las víctimas de aquel oscuro periodo que vivió el país, donada por Margarita Carrillo v. de Figueroa.

Vista parcial de una de las secciones del archivo vertical

Durante el año que culmina se atendieron a más de dos mil usuarios, entre hombres y mujeres, y se reprodujeron cerca de 169 mil fotocopias para servicio interno y externo. El Centro de Documentación y Biblioteca es coordinado por la licenciada Martha Peitzner de Cuéllar, quien cuenta con el apoyo de la licenciada Yolanda Corzantes de Carillo, analista documental, Ingrid Elizabeth Rodríguez, asistente de procesos técnicos e Ingrid Sucely Rivas, asistente de referencias.

AÑO 2004 TOTAL DE USUARIOS Estudiantes FLACSO Investigadores FLACSO USAC URL UMG

Otros

100% 26% 10% 22% 16% 6% 18%

2243 590 230 500 365 150 408

Más de 3,700 libros donados por FLACSO-Guatemala en 2004 Estos ejemplares, producto de diversos estudios en ciencias sociales realizados por investigadores de FLACSO y algunos investigadores independientes,contienen temas muy sensibles para entender la sociedad guatemalteca y para coadyuvar a la formación de los jóvenes educandos del país. Dos de los principales beneficiarios de estas donaciones fueron los ministerios de Educación y Cultura, con cuyas autoridades se coordinó la entrega de cientodiez colecciones que, en su conjunto, sumaron 2,640 ejemplares con valor en el mercado de más de Q 115,000.00 Otras cuarentiséis instituciones (entre centros de investigación, ONG, bibliotecas y centros de documentación públicos y privados) recibieron en donación 1,067 libros, con un costo aproximado de Q 64,020.00. En la fotografía aparecen la ministra de Educación, Inga. María del Carmen Aceña, la viceministra del ramo, Licda. Floridalma Meza y el Dr. Víctor Gálvez Borrell, director de FLACSO-Guatemala, durante el acto de donación de libros para Educación

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ara FLACSO, el año que finaliza ha sido uno de los más importantes en el área de difusión e incidencia, al alcanzar la Facultad una cifra record en libros donados a distintas instituciones y organizaciones del país.

En total, FLACSO donó 3,707 volúmenes, que hoy están a disposición de guatemaltecos y guatemaltecas en centros de documentación y bibliotecas de muchas regiones del país. Durante 2005, la Facultad seguirá promoviendo el interés por el libro de ciencias sociales y estrechando el lazo que le une a la sociedad guatemalteca. diciembre 2004, Extraordinario /

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Primer encuentro “Lo que hacemos en investigación”

A

ntigua Guatemala fue escenario de la realización del Primer encuentro “Lo que hacemos en investigación”. Dicha actividad tuvo lugar el 18 y 19 de noviembre del año en curso, con la participación de autoridades, cuerpo de investigadores, estudiantes de postgrado (maestría y doctorado), así como becarios del Programa multidisciplinario de estudios sobre pobreza de FLACSO -Guatemala. El Encuentro estuvo dirigido a discutir entre los miembros de la Facultad los propósitos y metodologías de los estudios que en ella se realizan; a establecer puentes de comunicación para un mejor intercambio académico; a avanzar en la construcción de lenguajes comunes, necesarios para el intercambio adecuado de experiencias y hallazgos; y a permitir el debate académico que conduzca a la incorporación de nuevas visiones y teorías en las investigaciones que se realizan en esta Facultad.

Próximas publicaciones Terminar la guerra, traicionar la paz, es una crónica reflexionada de los últimos años de la vida política y social guatemalteca, desde los Acuerdos de Paz hasta las elecciones de 2004. En la misma, se pueden entender las grandes limitantes y los avances que tiene la construcción de la democracia en el país y la necesidad de un compromiso social hacia la construcción de una nueva Guatemala.

Con el apoyo de:

Publicación según contrato RESS - PS04 - 1504 FF-FLACSO

8 /diciembre 2004, Extraordinario

En esta obra el autor ofrece acciones y acontecimientos políticos acaecidos en la segunda mitad del siglo veinte; unos conocidos y otros menos conocidos; unos más controversiales que otros. El subtítulo “Años de paz y años de guerra”, obedece a que, a partir de 1963, Guatemala se vio afectada por conflictos internos a la par que experimentó años de paz. No todo el tiempo fue, como se podría creer, de guerra. Ello explica el análisis que el autor hace, tanto del conflicto armado como de otros hechos ajenos al mismo.

Esta publicación ha sido posible gracias al apoyo de USAID y no necesariamente refleja su punto de vista


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