Más que ovarios

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Es el tercer día que llueve sin parar. Las ventanas se empañan. Es como una transpiración fría en los cuerpos de vidrio cuadrados. ¿Se imaginan la canchita de la plaza? Yo sí. Con charcos, poco pasto y un barro extraordinario. Ideal para un fulbito. Yésica quiere ir a jugar pero no tiene con quien. La única persona con la que juega – su hermana – trabaja hasta las 22. Apenas llega Maitena quiere bañarse, comer y dormir para seguir con la lúdica rutina de la semana. El sueño de Yesi siempre fue jugar a la pelota profesionalmente. Hoy con sus 18 años aún cree en esa posibilidad. Sin embargo, hace dos meses empezó a trabajar en la panadería del barrio y su sueño se desvaneció entre las flautas de pan. No hay domingo en que la chica no siga los partidos femeninos por CrónicaTv. El único canal que los transmite. Hay medios alternativos que siguen la difusión de las mujeres corriendo la pelota, pero son eso: Alternativos. Por lo tanto, no tienen la llegada que tiene un medio nacional. ¿Alguna vez han escuchado un partido de mujeres de clubes como; Uai Urquiza, Boca Juniors o River relatado en una radio grande?

Yésica es hincha de Uai Urquiza. Aunque ella viva en zona Sur, fue hasta la cancha de San Martín a alentar al equipo un montón de veces. Las sigue a las jugadoras en las redes sociales y vaga con la idea de jugar con ellas. O al menos, con alguna de ellas. Lejos de pensar en un sueldo, un auto lujoso y fiestas privadas, sólo imagina una cosa: honor y gloria. Su realidad sigue siendo otra. A las 06.40 de lunes a sábados, la alarma suena más de una vez, para despertarla de estar en la cancha y de diez jugadoras más que la rodean acompañándola para meter un gol en el arco rival. Se tiene que levantar, tomar unos mates con el viejo “Don Ernesto” y partir hacia la panadería. Entra las 07, pero le queda a dos cuadras. En un abrir y cerrar de ojos ya está en su lugar de trabajo. Hay una situación que a Yésica la pone incómoda todos los días en el local. Cuando llega a comprar Marisa. Siempre pide dos kilos de pan con cuernitos anotado. Yésica se angustia. Sabe que al dueño no le gusta dar de fiado. Sobre todo ahora que el alquiler y los servicios aumentaron de nuevo. No queda otra. Yésica anota igual. Se pone a pensar en los siete hijos de Marisa y en lo importante que es tener el pan todos los días en la mesa.


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