Revista Flymage #23 Verano 2014

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REVISTA DE PESCA A MOSCA Y FOTOGRAFร A

Nยบ #23 - VERANO 2014 www.flymage.net


CONTENIDOS RIO GALLEGOS

Por César de la Hoz

4

alaska

36

A SECA TRAS LOS PASOS DEL PADRE

44

¿simplemente moscas?

68

Por Guillermo Fesser Por Simon Cooper

FOTO PORTADA - © Bo Hermansen


EDITOR JOSÉ H. WEIGAND

COLABORADORES CÉSAR DE LA HOZ, SIMON COOPER, GUILLERMO FESSER, BO HERMANSEN, KEN TAKATA, SANTIAGO LLANO, JOHN LANGRIDGE, JOSÉ L. GARCÍA, MIKEL ELEXPURU.

DISEÑO A. MUÑOZ

PUBLICIDAD advertising@flymage.net

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La primera vez que vi una foto de Río Gallegos fue hace más de 20 años, estaba en el Instituto y desde aquel instante algo mágico se apodero de esa visión y la convirtió en un sueño. Un sueño que hoy se ha convertido en realidad.


RÍO GALLEGOS MAGIA EN MEDIO DE NINGÚN LUGAR

Texto y Fotos: César de la Hoz


RÍO GALLEGOS El río Gallegos es espectacular, tiene todo lo que necesita alguien que busca el pez de su vida. Es un paisaje maravilloso donde se pierde la vista a través de grandes praderas rodeadas de zonas volcánicas, paredes gigantes que te transportan a otra época bajo una luz nítida, casi perfecta... y truchas migratorias de tamaños espectaculares. Es un río mágico en medio de la nada que dibuja, como una serpiente azul que cruza una

meseta infinita pintada de ocres, amarillos y marrones, correderas y pozones. Es un paraíso para la pesca y para los sentidos. Y así me ocurrió que el primer día de pesca, a las 7 de la tarde, Juan Manuel me dijo: “César no paraste ni a comer...”. LLevaba pescando casi diez horas seguidas y para mi no habían pasado ni 5 minutos. Hacía mucho tiempo que no tenía esta sensación de evasión, de “flow”, de estar tan concentrado que nada más importaba. Increíble.





Durante los cinco días que estuve pescamos pozos espectaculares. Lugares míticos que tantas veces había visto en fotografías, por fin se habían convertido en realidad como el puente blanco, la pasarela del tren, la desembocadura cerca del mar con esas gigantescas formaciones monolíticas… Lugares que encierran historias mas antiguas que el hombre. Historias que, si prestas atención, casi puedes escuchar tras el aullido del viento.





JUAN MANUEL BIOTT No ha sido fácil organizar el viaje hasta Río Gallegos pues he bajado hasta allá en solitario, y apenas tenía contactos en la zona. Por suerte, hablando con Ricardo Ordóñez Díaz, GM en lavaguada.cl, apareció un nombre, Juan Manuel Biott. Juan Manuel tiene su propia empresa de pesca a mosca patagoniaaustralff.com que opera en Río Gallegos, río Pelke, lago Strobel y hace viajes de pesca al salmón King. Un tema siempre presente y realmente importante cuando cierras un viaje de este tipo por tu cuenta, sin agencia de viajes, y sin información de primera mano sobre con quien contratarlo, es la falta de confianza, las dudas, el no saber que te vas a encontrar. Pero en este caso, la confianza que me transmitió Juan Manuel desde el principio fue máxima, y no sólo por su curriculum: es guía de pesca en la región de Santa Cruz, Presidente de la Asociación de guías de pesca de Santa Cruz, instructor de lanzado de la Mel Krieger Casting School e instructor de underhand y Licenciado en

Turismo. Fue su profesionalidad la que me convenció. Una profesionalidad que luego dejó patente en el río: conoce cada rincón, lee el agua como si fuera una autopista bien señalizada y, además, lanza increíblemente bien. Sinceramente, es una garantía de éxito. Juan Manuel Biott www.patagoniaaustralff.com info@patagoniaaustralff.com





PESCA RÍo Gallegos es un río que te puede dar todo o nada. Un río que si no conoces bien puede hacerte sufrir, por lo que la ayuda de un buen guía que conozca el río es fundamental. Es muy importante saber como está el agua, a qué profundidad está el pez y cómo presentar la mosca. Es habitual pescar con líneas flotantes y puntas hundidas en diferentes grados de hundimiento. Cañas del #7-8 en una o dos manos y carretes con

un buen freno. Para mi es ideal una caña de alrededor de 12 pies de dos manos para líneas del #8. Ninfas grandes, tamaños 6-8 con cabeza dorada tipo Copper John, Bitch Creek, también streamers como Yellow Yumies o Egg Sucking Leech son una buena elección. Todas ellas, por supuesto, con una buena cantidad de patitas de goma. Ah! y es fundamental llevar siempre unos Woolly Buggers negros en tamaños del 6-8.



Pero además de saber elegir el equipo y las moscas adecuadas, tienes que pescar, y pescar bien y concentrado y haciendo caso a los consejos que te dan... No se trata de lanzar unas ninfas a

7 metros, con una “bujía” al final del bajo y una especie de línea de plástico. No. Este es un río que te va a pedir el máximo, que te va a poner en tu lugar. Que no te va a regalar peces.



A veces parece que el río juega con tu imaginación que, embriagada por el escenario, hace que a cada lance pienses que va a salir Moby Dick a devorar tu mosca. Pero no es tan fácil. El río Gallegos está aliado con los elementos, con el viento que va a intentar hacer que hinques la rodilla en cada

lance, que claudiques y sientas que el hastío hace mella en ti, una ráfaga tras otra. Es un río que te va a exigir buenos bucles, buenas presentaciones, derivas perfectas. Es duro, pero un río generoso que va a recompensar tu esfuerzo, tu paciencia y la confianza que has puesto en él, con el pez de tu vida.





Cuando pescas río Gallegos el tiempo a tu alrededor se detiene y cada enganchón de la mosca hace que notes el corazón golpeando contra tu pecho una y otra vez, mientras la línea corta la superficie del agua como una cuchilla. Tú, con atención máxima, la sigues con mirada fija sin parpadear, esperando una respuesta. El pez por puro instinto se gira y sigue la mosca.

Entonces la línea se para y tras un segundo eterno, clavas, levantas la caña con firmeza y el pez que estabas esperando comienza a nadar, y no lo puedes parar y la caña se dobla más y más y aprietas el freno del carrete pero da igual, él sigue nadando, imparable. Es algo que hay que experimentar uno mismo y que no se puede explicar con palabras.





El río Gallegos es un río que provoca que durante tu viaje de vuelta a casa quieras bajarte del avión y regresar y volver a hacer ese lance que sabes que es el definitivo. Es un río que te inunda y se aparece en tus sueños. Es uno de los ríos más especiales

del mundo. Un río que plasma como ningún otro aquella frase de Norman McLean, que un día cuando estaba en el instituto cambio mi vida para siempre: “Estoy hechizado por las aguas”. Volveré!



César de la Hoz César es uno de los grandes protagonistas de la pesca a mosca en España y un maestro del lanzado, titulado (FFF-MCI). A su pasión por la pesca une la pasión por la fotografía con excelentes fotos. Puede visitar su web: www.cesardelahoz.com


Pupa de tricóptero latex

Ninfa de verano

Tricóptero CDC

Pupa de Tricóptero II

Dánica

Buzzer

por Mikel Elexpuru

Vídeos de Montaje Flymage




ALASKA Extracto del libro

“A cien Millas de Manhattan” Por Guillermo Fesser



Vamos a partir. Doscientos diez kilómetros de travesía por el Kisaralik, un río cuya difícil accesibilidad ha preservado intacto su entorno. Tres balsas. Un guía y dos pescadores en cada una. Antes de montarnos toca charla. Marty, el líder de la expedición, nos recuerda que en las tiendas no se puede meter comida ni nada que contenga perfume. “Ni pasta de dientes, ni desodorante. ¿Entendido?” Todas las pertenencias han de dormir en una bolsa hermética a veinte metros de distancia del campamento. No queremos atraer al oso. ¿Y si se presenta sin cita previa? A eso vamos. “Lo primero: permanecer siempre unidos. Raramente atacan a un grupo de tres personas. Así que quitaros de la cabeza la idea de dar un paseo en solitario. Si aparece, los tres juntos debemos de clavarle la mirada. Como una criatura gigantesca de seis ojos. Levantad los macutos por encima de vuestras cabezas para ganar en altura y desplegad los jerséis para ensancharos. Es preciso crear un gran bulto para que se espante. Si a pesar de eso, el animal empieza a gruñir y a golpear el suelo con sus zarpas, entonces la situación cobra un matiz penoso tirando a lamentablemente grave. La

única solución es arrojarse al suelo, protegerse la cabeza con las manos y hacerse el muerto”. A partir de ahí, como decía el reportero de la CBS Edward R. Murrow en la frase de despedida que le copió el presidente Zapatero, buenas noches y buena suerte. Descendemos una media de seis metros de altura cada kilómetro y el caudal del agua es generoso, así que viajamos con rapidez. Aquí se atrapa el Dolly Varden, al que todo el mundo llama Dolly Parton. En la balsa de al lado mis amigos Jeff y John se están poniendo las botas. Cada vez que les entra uno se les escucha cantar la letra de Louis Armstrong: “hello dolly, I said hello, dolly, It´s so nice to have you back where you belong...” Yo no pillo ni uno. “¿Qué plomo estás poniendo?” Le enseño a mi guía el que uso. “Con ese no vas a coger un Dolly en tu vida. Necesitas más peso. Los Dolly están en el fondo. ¿Tú sabes para qué vale el plomo? Para que tu mosca baje a la altura en la que nadan los peces que quieres capturar. Mira por la borda, calcula cuanta profundidad tiene aquí el cauce y ponle a esa distancia esta bola de aluminio a tu sedal. Toma”. “Gracias”. Para coger un Dolly tienes que notar



en tu caña el toc, toc, toc, del plomo golpeando el suelo. “Eh, Pat, ¡ha picado!”. “¿Lo ves?” Es precioso. Comienza a llover. Da Igual: “hello dolly, I said hello, dolly...” A partir del kilómetro 24 el río se interna por los montes de Kilbuck a través de un profundo cañón. Hay que prepararse para mojarse un poquito: comienzan los rápidos. Alisos, abedules y abetos hacen su aparición en el paisaje. Llegamos a una zona revuelta que termina en cascadas. El guía nos pide que nos agarremos con fuerza al bote y afrontamos con dignidad el primer salto de un metro y medio. Aaaaay. Peligrosidad de clase tres superada. Lo que se divisa más adelante es un poquito más serio. Un cortado con una caída de cinco metros. “Este pásalo ya tu solo, Zach” le digo al guía. Descendemos para bordear el peligro por tierra. Al otro lado de las rocas descubrimos una poza que tiene más salmones que agua. Saltan como delfines, con insistencia, intentando salvar los dos metros y medio que les separan del tramo alto del río. Imposible. Marty dice que es la primera vez que se los encuentra tan arriba. Seguramente otro efecto del cambio climático. Hay Sockeye rojo y Coho plateado.

Los más pequeños miden medio metro y pesan cuatro kilos y medio de puro músculo. Saco el polly wug que me ha regalado mi primo Bob. Es una mosca que simula un ratoncillo. Lo ha fabricado él mismo con los tapones de los oídos de goma roja que le dieron en el vuelo de Alaska Airlines. Los ha abierto por la mitad con una cuchilla y les ha colocado un anzuelo del cuatro. Después de pegarlos, le ha cosido un poco de pluma roja de marabú al ojo del anzuelo, imitando la cola del roedor, y listo. Los de verdad están fabricados con pelo de ciervo teñido de rosa o de algún otro color llamativo. Se lanzan un poco por delante del salmón y se les va trayendo a tironcitos. Los salmones salen disparados como flechas a destrozarles. Lanzo. Pum. Tiro hacia mí. Wug, wug, wug. “Yes!” Atrapo el primer salmón de mi vida. Pega un tirón impresionante. Salta y sale disparado en dirección contraria. El rozamiento de la línea a tal velocidad me quema el dedo que trata de sujetarla a la caña. He soltado por lo menos cincuenta metros. Recojo lentamente. Vuelve a marcharse. Peleamos un buen rato. Lo traigo hasta la orilla. “Sabes lo que te digo, John, que yo necesito una foto


de este momento”. Le paso la cámara. Cojo al salmón con mis manos. Se supone que no debo hacerlo pero es sólo un segundo. “Corre que se me escurre”. Clic. “¿Ves? Ya está”. La miro. Ha salido movida. No había casi luz y no ha saltado el flash. Parece que tengo en las manos una mortadela de Bolonia. Magnífico. A las siete de la mañana el cielo se abre y aparece un sol espléndido. Salgo de la tienda. Vemos caribú, ardilla parka y águila calva. Caen siete u ocho Graylings y, por fin, una trucha arco iris. Revolotea en el aire,

salta, sacude la cabeza. Lucha como una campeona, pero me la traigo a la barca. Mide cuarenta centímetros. Se me saltan las lágrimas de emoción. Esta vez sí que tengo que sacar una buena foto. A punto de subir la trucha al bote escucho la voz de Marty desde la barca de al lado: “Gulermo…” Sonrío y con un golpecito suave dejo partir a mi captura. “Tampoco es para tanto”, me consuela Pat. “El año pasado en el río Kina sacamos una de setenta y tres centímetros. Pesaba tanto que no pude ni levantarla”.


Guillermo Fesser es un periodista conocido por Gomaespuma; programa de radio que compartió con Juan Luis Cano durante 25 años. Estudió periodismo en la Complutense de Madrid y cine en la USC de Los Ángeles, con la ayuda de una beca Fulbright. Ha escrito junto a su hermano Javier los guiones de El Milagro de P.Tinto, La Gran Aventura de Mortadelo y Filemón y Cándida (película que también dirigió). Es autor de varios libros, entre ellos A Cien Millas de Manhattan, que acaba de publicarse en inglés. Fesser vive en Rhinebeck, Nueva York, desde donde cada viernes comenta la vida cotidiana de América en el programa La Brújula, de Onda Cero. www.gomaespuma.com



Si está pescando esta temporada, seleccionando en su caja de moscas una imitación para una trucha que acaba de cebarse, haga una pausa por un momento. Luego mire al cielo para ofrecer una pequeña oración de agradecimiento a Frederic Halford ya que este año es el centenario de su muerte, y si alguien puede reclamar el título de ser “el padre de la pesca con mosca seca”, ese es Halford.

A seca tras los pasos del Padre

Por Simon Cooper Fotografía: Bo Hermansen, Simon Cooper y Ken Takata - www.kentakataphotography.com



F M Halford, un exitoso hombre de negocios de la época victoriana dedicó su vida (desde mediana edad hasta su muerte a los 69 años) a la pesca de truchas comunes a mosca seca en los ríos calizos del sur de Inglaterra. Decir que inventó este estilo de pesca sería un error (los Macedonios lo hacían ya antes de Cristo) pero lo que si hizo fue reunir una variedad dispar de prácticas y creencias para codificar el arte de la pesca de truchas cebándose utilizando moscas realistas, en su libro Floating Flies and How to Dress Them, publicado en 1886. Mucho se ha escrito sobre la vida y las dotes de pesca de Halford; destaca su aparente aversión hacia uno de sus contemporáneos, GEM Skues quien inventó la pesca con ninfa. Probablemente sea más leyenda que realidad, ya que los dos se reunieron en ocasiones y no hay constancia de ningún rencor. Uno de esos lugares en los que coincidían era el cabaña Oakley en en el río Test en Mottisfont Abbey, donde Halford pescó durante muchos años e hizo su último lance a una trucha. Como lugar de pesca es notable; como recordatorio de la grandeza de la pesca con mosca es imponente. El Oakley, como llamamos a este

tramo del famoso río Test de Halford, es la visión perfecta de un chalkstream inglés, donde la cabaña de juncos que construyó sigue actualmente en pie en la orilla del río. El agua es cristalina y fluye rápida sin ser un torrente. En la mayoría de los tramos la profundidad es de no más de un metro, y el lecho del río está tapizado de una brillante grava dorada sobre la que crecen ranúnculos de río suavemente mecidos por la corriente. Si tiene la oportunidad de meter la mano en el agua y pasar los dedos a través de la vegetación, a continuación, abra la palma de su mano. Retorciéndose en su mano ahuecada encontrará una muestra de la vida del río. Camarones, olivas claras y pequeños caracoles, por nombrar sólo tres. Agáchese a voltear cualquier piedra grande del lecho del río y verá canutillos, ninfas de efémera y larvas de mosquito. Es esta superabundancia de vida entomológica lo que atrae a las truchas ya su vez a los pescadores a mosca. Halford tenía una forma particular de pescar con mosca; no se trataba de lanzar una mosca que pudiera o no funcionar. Para él todo era la observación, la imitación y la ejecución.





Observar una trucha cebándose, identificar la mosca que está tomando, poner una buena imitación y entonces, como mi viejo instructor de lance me dijo una vez, “que tu primer lance sea el mejor”. Para Halford el día perfecto era detectar cuatro truchas cebándose a cuatro moscas diferentes y capturarlas con cuatro imitaciones distintas. ¿Por qué sólo cuatro?... preguntará. Bueno por aquel entonces a los pescadores se les alentaba a capturar y matar tan sólo cuatro truchas por día; la pesca sin muerte estaba mal vista.

de verano, con un gran número de pequeñas moscas oscuras copando la superficie del agua, dar con la mosca mientras las truchas se ceban frenéticamente a tu alrededor, puede ser más difícil. Esos son, por supuesto, los dos extremos de la pesca con mosca seca en ríos calizos, pero la magia de estos ríos tan especiales es que las eclosiones ocurren todos los días del año, independientemente de la época que sea. He estado el día de Navidad en la nieve para ver a distancia truchas salvajes cebándose durante una eclosión de pequeñas olivas y en el otro Los chalkstreams eran entonces, extremo, oculto bajo la sombra de y son ahora, especialmente un árbol lejos del calor abrasador adecuados para el estilo de pesca de agosto, para ver una trucha con mosca seca de Halford, porque grande tomando perezosamente hay muchos tipos de eclosiones tricópteros mientras emergían a la y las truchas son propensas a superficie. ser altamente selectivas - eso es lo que hace que el desafío entre Es extraordinario que casi ciento el hombre y las truchas sea tan cincuenta años desde que Halford fascinante. Ante tal variedad de pisó por primera vez la orilla del río insectos tienes que escoger el que Test, sus principios aún nos guíen la trucha quiere en un momento en la actualidad. Sí, los equipos han dado. Algunos días, por ejemplo cambiado, pero todavía anhelamos en el apogeo de la eclosión de la ese momento cuando una trucha efémera danica que dura unas tres se dirige a la mosca que hemos semanas, desde finales de mayo lanzado con tanta delicadeza. En hasta principios de junio cuando esa fracción de milisegundo, horas los enormes subimagos son presa o días de frustración se transforman fácil, es claramente evidente. en alegría. Siempre será un Pero bajo la luz mortecina del momento mágico y por eso hay que atardecer en una tarde sofocante agradecérselo a Frederic Halford.













Simon Cooper Simon Cooper es un pescador de mosca profesional, escritor y es el principal agente de pesca en ríos calizos en el sur de Inglaterra, incluyendo Halford’s Oakley Stream and Hut en Mottisfont Abbey. Su libro Life of a Chalkstream ha sido publicado recientemente por HarperCollins. More details of this and his fishing visit: www.fishingbreaks.co.uk


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¿SIMPLEMENTE

MOSCAS? Son nuestro contacto con el pez. Ponemos toda nuestra fe en ellas. Pasamos horas admirándolas. Las guardamos como auténticas joyas porque en realidad son algo más que... simplemente moscas.


“Deconstrucción de un streamer” - Pirañas de Venezuela.


Cangrejos para palometa.Punta Allen, MĂŠjico.


Poppers de foam.



Bomber y mosca natural. Buscando salmones atlánticos en Gaspé, Canadá.



Esperanza amarilla. RĂ­o Orkla, Noruega.



Centro de Veteranos. PenĂ­nsula de Kola, Rusia.



Adivina quiĂŠn ha trabajado esta noche... RĂ­o Gaula, Noruega.



De bombers y salmones. Rusia.



Tric贸pteros de Gallo de Le贸n sobre Ribera del Duero.



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Gurglers y su creador.



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“Chuches” para el bass.



Aguij贸n


EscĂĄpate al rĂ­o, otros ya lo han hecho.



EN PROCESO Recechando grandes truchas con Santiago Llano Pr贸ximamente en

Flymage magazine



Nº #24 Otoño 2014


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