Cuentos de Navidad 2014

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Navidad cuentos de 2014

Pedro Campos Rilo

BALTASAR VIAJA A BRASIL Jorge Vara Ruiz

LA HORMIGA VALIENTE Alberto de Pablos Veiga

THE CHRISTMAS OF MIGUEL Pelayo Fernández de Mesa Torrente

UN NADAL DIFERENTE José Francisco Vieira Gárate

EL DUENDE Y RENO Juan Hidalgo Rey

THE LOST HORNS OF RUDOLF Iván Castro Díaz

VIAJE A BELÉN


Pedro Campos Rilo - Ganador del XXI Certamen Navideño de la FAPA de A Coruña.

BALTASAR VIAJA A BRASIL Un día,en la casa de los tres Reyes Magos, estaban viendo la televisión y anunciaban juguetes para la Navidad y le recordó a los Reyes que tenían que comprar los regalos; más tarde fueron al supermercado a comprarlos. Este año le tocaba pagar a Baltasar; la cajera dijo que en total tenía que pagar un millón y eso que le hicieron descuento de rey mago. Cuando Baltasar revisaba el ticket vio que la cajera se había equivocado, no era un millón, sino medio. Baltasar se lo comentó a la cajera y esta le contestó: -No se admiten devoluciones cuando utilizas cualquier tipo de descuento. Baltasar le replicó: -¡Te voy a dar descuento! -Se empezaron a pelear, pero Melchor los separó. Baltasar no tenía enemigos, hasta ahora, y esta cajera, llamada Dolores, pasó a ser su archienemiga. El siguiente día, viendo la televisión, pusieron un anuncio de unas patatas fritas. A Baltasar le dio hambre y fue a la cocina. Cuando entró todo estaba oscuro, hasta que abrió la nevera y se veía todo con nitidez. Cogió un trozo de fuet y un cuchillo para cortarlo, se dio la vuelta y… ¡vio a Dolores! Esta lo metió en un saco, le durmió con cloroformo y salió por la puerta de atrás silenciosamente. Cuando Baltasar se despertó observó que estaba en un zulo húmedo y oscuro. Dolores estaba hablando con un hombre y los dos se fueron. Baltasar estaba atado a una silla , con las manos inmovilizadas pero llegaba a su bolsillo en el que tenía el cuchillo y la cuerda del fuet. Cogió el cuchillo, cortó la cuerda que le ataba las manos y llamo a Melchor. Este que estaba con un policía cogió el teléfono y contestó: -¿Dígamelo? -Hola Melchor, soy yo, Baltasar. -¿Dónde estás? -No lo se, tengo que colgar


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-Pero… El policía localizó la llamada, ¡Era desde Brasil! Melchor y Gaspar fueron a Brasil y buscaron por las zonas de las favelas. Entraron en una casa y vieron a Dolores. La atrapó Melchor y Gaspar cogió a Baltasar y volvieron a casa. Jorge Vara Ruiz - 2.º Premio del XXI Certamen Navideño de la FAPA de A Coruña.

LA HORMIGA VALIENTE Hace mucho tiempo en un pesebre de Jerusalén había un hormiguero. En el hormiguero empezaba a escasear la comida que habían cosechado en el verano. Era invierno y el frío helado se colaba por la entrada amenazando con congelar a cualquiera que saliese. Por lo que nadie se atrevía a ir en busca de comida. Como el problema de la comida era grave, la hormiga reina decidió con su gobierno poner en un cuenco tantas papeletas como hormigas había en el hormiguero. Cinco de ellas estaban marcadas con una cruz roja,de forma que las cinco que las sacaran serian las elegidas para ir en busca de comida para el hormiguero. Las elegidas fueron Xojo, Juno, Ben, Ham y Erik. Dos días mas tarde, equipadas y bendecidas por la reina, partieron en busca de comida con el destino del hormiguero en sus patas. Una vez fuera se dividieron en tres grupos de manera que una de ellas tendría que ir sola. Convinieron en que a los dos días se reunirían de nuevo en la entrada del hormiguero. Los grupos se echaron a suertes, de forma que Xojo y Ben irían juntos, al igual que Juno y Ham, quedándose solo Erik. El frío iba en aumento y era imposible dormir, tampoco encontraron ningún insecto muerto que comer. Cumplido el plazo Erik regreso a la entrada del hormiguero, pero nadie regresaba. Erik estaba tentado de volver al acogedor hormiguero, pero su familia había depositado toda la confianza en él y en los demás y no estaba dispuesto a aceptar el fracaso. Así que emprendió la búsqueda de sus compañeros. Caminó durante horas y no los encontraba. No cejó en su empeño y siguió buscando y buscando sin ver nada ni a nadie, hasta que encontró a Xojo y Ben congelados. Invadido por la desolación los


enterró muy solemnemente y fue en busca de Juno y Ham. Los encontró igual que a los otros dos, congelados a causa del frío de la noche. Acosado por la tristeza los enterró y se puso en camino hacia el hormiguero. Era noche cerrada y Erik volvía a ciegas a casa, pero a medio camino vio una luz y por curiosidad se dirigió hacia ella. Vio lo que se parecía a una cuna. A su izquierda reclinada una mujer preciosa y a la derecha a un hombre oculto entre las sombras, delante de la cuna vio a tres reyes inclinados adorando lo que había en su interior. La hormiga, intrigada, se subió a la cuna y le sobrecogió una emoción indescriptible cuando vio a un niño envuelto en pañales. Nada mas verlo sabia que era especial, mágico… En cuanto se recupero de la emoción corrió con las pocas fuerzas que le quedaban hacia el hormiguero. Allí Erik contó a sus amigas las peripecias que había corrido, la pérdida de sus compañeras, el niño, los reyes adorándole… En el hormiguero todo el mundo comentaba los hechos y se preguntaba que si unos reyes adoraban a un niño tenía que ser muy importante y ellas deberían hacer lo mismo. Así que cogieron toda la comida que le quedaba y fueron con ella a adorarle. Dejaron toda al pie de la cuna y estuvieron la noche entera adorándole y glorificándole. Muchas hormigas murieron durante la noche a causa del frío pero nadie sugirió una vuelta al hormiguero. Al amanecer volvieron al hormiguero y, cuando llegaron, la sorpresa fue mayúscula al ver que todo su hormiguero estaba repleto de comida. Pero aún fue mayor cuando vieron a todas las hormigas que habían muerto adorándole. Estaban allí mas vivas que nunca. Pero para Erik la mayor sorpresa fue encontrarse a Xojo, Ben, Juno y Ham allí junto a él, riendo y charlando alegremente. Todos los años el hormiguero celebra ese día como el día de su salvación, por lo que llamaron al niño Mesías. Ese fue verdaderamente el primer milagro del Señor pero ha sido un secreto entre Él y las hormigas hasta hoy.


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Alberto de Pablos Veiga- Ganador en inglés en ESO

2014

THE CHRISTMAS OF MIGUEL

Miguel is poor boy very very poor boy. He lives in La Coruña , but he does not have a home to live in . He sleeps under a bridge, near the harbour a place very cold and and wet . He always plays with an old plastic ball by the wall of the church.Today is December 24th. It’s the typical winter day in La Coruña, rainy, cold and windy. Miguel is playing with his ball. He kicks the ball very hard, and it goes inside the church. Miguel goes to look for it and when Miguel sees Jesus on the cross ask to the father Juan “why is there a man on the cross”? Father Juan tells Miguel that is Jesus and that he gave his life to save us from the Original sin. Suddenly, Miguel realized than some people were speaking low, and then he asks Father Juan “What are they doing? “. He says that those people are praying. He doesn´t know what it is. Father Juan tells him that praying is the way to reach God, reach happiness and peace. Miguel asks Father Juan that he wants to learn to pray, and of course he teaches him some prayer. That night he goes to this poor home, under the bridge and just before falls sleep, he prays for a while. The next day, when he gets up, preparing to go to the rubbish dump to look for something to eat. There he meets a man who gives him food and some clothes. That man was an Angel of Jesus, He never forgot that Christmas. From that day on, Miguel prays every day to be closer to God. Merry Crhistmas! Pelayo Fernández de Mesa Torrente- Gañador en galego na ESO

UN NADAL DIFERENTE

Era unha mañá moi fría. O cruel inverno estaba a azoutar


dende finais de novembro especialmente a cidade de Madrid. A neve cubría as enormes rúas, deixando tras de si unha mesta capa de brancura. Os nenos cantaban, e os adultos ían dun lado para outro tratando de resolver os tediosos asuntos que, inevitablemente, conlevaban as festas do Nadal. Nunha casa do centro da capital, na súa habitación, meditaba tirado na súa cama un neno de doce anos. Xoán, de cabelo cincento , semblante escuro e ollos negros coma a noite, non tiña ningunha ilusión polo “insignificante” feito de que ese día fose Noiteboa. Nada no seu cuarto daba a coñecer a celebración daquela época, como se non existise. Ata rexeitaba escoitar unha conversa sobre o Nadal. A súa familia non podía entender aquel xesto, e a pesar daquilo celebrábanno. Xoán non quixo saír do seu dormitorio en toda a tarde do vinte e tres de decembro, ata quedar durmido antes da media noite. De súpeto espertou, en metade da mesta escuridade. Non sabía a razón daquilo. Mirou o reloxo, marcaba as dous e dez, e voltou durmir. O seu anoxo co Nadal debíase á morte do seu irmán de ano e medio un tempo atrás. Xoán culpou a Deus, o que fixo que rexeitase todo o relacionado coa relixión, coma o Nadal. Tódalas noites ata o día de Reis Magos estivo espertando pola lembranza do seu irmán. O cinco de Xaneiro pasou o mesmo, case. Espertou á unha en punto. Habituado a aquilo tratou de seguir durmindo; pero de súpeto, oíuse un enorme estrondo na ventá. Xoán, asustado, incorporouse rapidamente. Pola fiestra entraron tres psicópatas, na opinión de Xoán, vestidos ou disfrazados da Idade Media. Ninguén máis na casa os puido escoitar. -¿Quen sodes? –no fondo o seu medo era abafante. -Bo, vaia pregunta.... Somos os Reis Magos –respondeulle un dos tres. A cara de Xoán non puido soportar o riso. -¿De que te ris? –preguntou o máis gordo e baixo. -O parvo de Gaspar non viu a fiestra e espetou contra a fachada, perdón. -Xa, e agora os camelos voan? –preguntou Xoán con sarcasmo. -Non hai tempo para brincadeiras, temos que marchar, é tarde. Os camelos agardan no tellado. -Eu non marcho a ningures! ¿Que é isto? -Escolleute a Comisión do Ceo polos Agasallos, a CCA, para que nos axudes este ano, servirate.


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Baltasar, sen que se decatase, colleuno polo lombo e subiron ata o tellado, e pronto estaban voando cos camelos. O que fixeron foi a dura tarefa de repartir agasallos a tódolos nenos do mundo. Foron moi rápido, e a Xoán serviulle para se decatar da ledicia pola chegada dos Reis Magos de tantos nenos das bisbarras máis pobres. Era unha parvada desprezar o Nadal, con todo o que lle lembraban eses nenos ó seu irmán. Era unha mágoa. Ao regresar, sobre as sete da mañá, meteuse na súa cama tras despedirse dos Tres Sabios. Aquilo serviulle de moito. Á mañá seguinte ergueuse cunha ledicia que desde facía moitos Nadais non sentía. Os seus pais e a súa irmá non podían crer o que vían. De novo vivía o verdadeiro Nadal. No seu agasallo puido ler: «Teu irmán saúdate», e pola ventá pareceulle ver o vo dun camelo, que xa lle era familiar. José Francisco Vieira Gárate - Ganador en castellano de Primaria

EL DUENDE Y RENO

Esta historia sucedió hace muchos muuuchos años, tantos que ya no me acuerdo. Había un duende llamado Rolo, que tenía la nariz grande y roja. El duende Rolo trabajaba en la fábrica de Papá Noel, fabricando los juguetes que los niños pedían en Navidad. Rolo era muy trabajador pero casi no hablaba con nadie porque tenía miedo de que se metiesen con él, debido a su peculiar narizota roja, así que Rolo no tenía ningún amigo. Cierta Navidad, el día antes de la Nochebuena, los duendes de la fábrica tenían que terminar un montón de muñecos para llevar a los niños. Rolo, como era muy trabajador y hablaba poco, fue el primero en terminar sus muñecos, los metió en su caja de juguetes terminados y la cerró. Sin embargo el duende Zorco, que era un duende travieso y mentiroso, había estado haciendo travesuras en la sala de juguetes y se había olvidado de su trabajo. Cuando Zorco miró el reloj, vio que era casi la hora de entregar el trabajo, pero no había hecho ningún muñeco, así que se puso nervioso y no se le ocurrió nada mejor que cambiar su caja vacía de muñecos por la de Rolo que estaba llena. Al fin llegó la hora de entregar el trabajo, el jefe de los duendes iba por todas


las mesas viendo los trabajos y cuando vio la caja de Rolo vacía se enfadó tanto que decidió despedir de la fábrica a Rolo, ya que si un duende no hacía su trabajo, eso significaba que algún niño no iba a recibir su juguete, y eso en el mundo de los duendes era algo muy muy malo. El duende Rolo fue vagando por el bosque y de repente se encontró a un pequeño reno apartado de la manada. El reno le contó que se llamaba Rudolf y que lo habían dejado solo por su gran nariz roja cuando a su madre la cazó un oso, porque pensaban que era un bicho raro y que traía mala suerte. A Rolo el reno le recordó a él mismo y se hicieron amigos, jugaban juntos por el bosque; a veces Rolo fabricaba algún juguete para renos para que Rudolf pudiese jugar, y cuando Rudolf creció y se hizo grande y fuerte, dejaba que Rolo cabalgase encima de su espalda y los dos lo pasaban muy bien. Todos los años por Navidad a la nariz roja de Rudolf le pasaba algo muy curioso, se iluminaba tanto que parecía la luz de una bombilla, solo que su luz era roja. Cierta Navidad las narizotas de Rolo y Rudolf notaron un olor a humo a lo lejos y fueron a investigar, era la fábrica de juguetes que estaba ardiendo. El culpable fue Zorco que, como de costumbre, estaba haciendo gamberradas en vez de trabajar, y esta vez al querer encender un cohete de colores se le cayó la cerilla al suelo y se prendió la caja entera de cohetes y el fuego se extendió por toda la fábrica. Cuando llegaron Rolo y Rudolf, todos habían salido ya de la fábrica. Todos menos Zorco que estaba atrapado porque no podía ver la salida por culpa del humo. Él pedía socorro pero nadie se atrevía a entrar, pero nuestros amigos narizotas no se lo pensaron dos veces y entraron al galope en la fábrica. Como era Navidad la nariz de Rudolf brillaba muchísimo y así pudieron encontrar a Zorco y rescatarlo cuando ya estaba a punto de morir. Cuando llegó Papá Noel y vio lo que había pasado, aunque estaba triste por la fábrica, se alegró mucho por la valentía de nuestros amigos y se fijó en la nariz brillante de Rudolf y desde entonces decidió ponerle de primer reno en su trineo, para que con su luz iluminase el camino en las noches de Navidad y a Rolo le nombró su ayudante personal para que fuese sentado con él en su trineo porque no quería separar a los dos amigos y le agradaba tener a su lado a un duende tan valiente y bueno que fuese incluso capaz de arriesgar su vida por salvar al hermano.


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Juan Hidalgo Rey - Ganador en inglés de Primaria

THE LOST HORNS OF RUDOLF Once upon a time there was a reindeer called Rudolf. Rudolf was one of the eight reindeer of Father Christmas. He had a red nose, two big horns and he could fly. But one day when Rudolf woke up, and he looked at himself in the mirror, he realised that he didn’t have any horns. His horns had disappeared! He started to look for them in the barn, but he could not find them. He asked all the other reindeer, but nobody had seen them. He went to the mountains to get some sticks to use them as fake horns... but it didn’t work. Finally, it was Christmas day, and Rudolf was very sad because he still hadn’t found his horns. When he went to the Christmas tree he saw two beautiful horns lying there with his name on them. He tried them on and they were perfect. He was very happy.

Iván Castro Díaz - Ganador en castellano de ESO

VIAJE A BELÉN Sentí libertad. Era como si hubiese tenido unas cadenas oprimiéndome desde el principio del curso y me viese al fin liberado. Ya no tendría que preocuparme por nada relacionado con el colegio durante dos semanas. Dos gloriosas semanas. Pero, al parecer, soy el único en mi familia que podía refrenar sus tareas. Mi madre trabajaba y cocinaba sin parar, sin tomarse un mísero descanso. Mi padre tenía tantos negocios y reuniones que rara vez se le veía por casa. Yo tengo que admitir que no colaboraba en los quehaceres del hogar, pero me había ganado mi descanso, ¿no es así? Claro que sospechaba que me iban a asignar una gran tarea


y que no me iba a quedar de brazos cruzados durante mucho tiempo. Y así fue. Un par de días después de que las vacaciones comenzasen mi madre reclamó mi atención. -Javier- oí la voz de mi madre- ¿puedes venir un momento a la cocina? -Ya voy- respondí mientras me dirigía al lugar asignado. Cuando llegué a la cocina, vi a mi madre repasando con la mirada lo que parecía una larga lista de tareas, e inmediatamente comprendí que el momento que había estado postergando hasta el momento me había caído encima de lleno. -¿Me oyes?- interrumpió mi madre mis silenciosos lamentos- Te vas a tener que encargar de montar el Belén este año, y no quiero súplicas ni excusas. -Pe...pero…yo- la mirada cargada de furia de mi madre hizo que me desinflase como una pelota pinchada con una aguja- Está bien…montaré el Belén. Me dirigí con pesadumbre hacia mi habitación, y una vez allí, me encerré para pensar cómo podría evitar esta tarea, pero poco tiempo me hizo falta para darme cuenta de que aquello era imposible. Recorrí con la mirada la habitación y percibí que parte de las figuras del Belén yacían colocadas en el escritorio de mi habitación. -Aquí estáis, ¿eh?, la causa por la que no podré disfrutar de la Navidad como es debido es la colocación de unas estúpidas figuras de plástico, por no hablar del diseño del propio Belén y de la incorporación de las nuevas figuras, que por supuesto, yo tendré que comprar. Entoné mis palabras con ira que contenía en mi interior, como si realmente quisiese hacer daño a las figuritas. Me tumbé en la cama mientras decía: -Estúpido Belén, estúpidas tradiciones… Dicho esto, el sueño me embargó por completo y caí dormido. Al despertar, no sabía cuánto tiempo hubo transcurrido ni qué había pasado, pero lo que estaba claro, era que aquello no era mi habitación. Me encontraba en un espacio abierto, parecía un pequeño pueblo, salpicado por pobres casas. La blanca nieve cubría la zona y los tejados de éstas como si de un manto fino y puro se tratase y las estrellas destellaban alegremente en un cielo añil. Observé que gente sencilla marchaba de sus casas hacia un lugar común. Todas las personas parecían extrañamente ale-


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gres y me pregunté el motivo, pues todas ellas iban cubiertas con sucios mantos e iban descalzos y eso no me parecía motivo de alegría. Sólo entonces caí en la cuenta de que no me hallaba en casa, pero estaba tan interesado en aquel lugar y tan decidido a averiguar el motivo por el que había ido a llegar allí que supongo que la curiosidad venció al miedo. Y fue esa curiosidad la que me llevó a preguntarle a un hombre el motivo de su alegría y la razón de la congregación. -¡Ha nacido el Señor!, es el momento que llevábamos esperando durante siglos.- dijo el hombre, que no cabía en sí de gozo- Venga con nosotros, joven, ¡venga a ver al Mesías! -¿Qué Señor?, ¿qué Mesías?, ¿qué está…? Pero el hombre ya se había marchado corriendo dejándome con la palabra en la boca. Decidí seguirle, quería averiguar que estaba pasando aquí. -Menudo día-pensé para mí Y me encaminé a aquel misterioso lugar al que se dirigía toda la gente. Parece que me había despertado relativamente cerca del destino al que todo el pueblo se dirigía pues no tuve que andar más de cinco minutos para encontrarlo. Unas cuantas docenas de personas rodeaban una estructura que parecía un pequeño portal. Dentro de éste se hallaba un bebé recién nacido, recostado en un diminuto pesebre de madera. Estaba flanqueado por un hombre y una mujer que debían ser sus padres y parecían extremadamente dichosos. -Me pregunto si mi llegada a este paradero tendrá algo que ver con esta familia… Me acerqué cuidadosamente al portal para ver más de cerca a la familia, dudaba haber visto a una tan feliz alguna vez en mi vida. Cuándo mi mirada se cruzó con la de la mujer que se hallaba en el portal, su rostro se iluminó con una bella y agradable sonrisa. -Ah, Javier. Te esperábamos, acércate, por favor.-me dijo la bella mujer. La obedecí sin tan siquiera pensar en lo que hacía, no me planteé en ningún momento poner una objeción. La gente abrió un pequeño pasillo para que yo pudiese acercarme a la familia. El hombre iba envuelto en una túnica marrón y unas viejas sandalias, su pelo era corto y de color castaño y llevaba una barba del mismo color, rigurosamente cuidada. La mujer que se había diri-


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gido a mí con anterioridad iba vestida con vestido azul compuesto por una finísima tela y su cabello de color caramelo ondeaba ligeramente al viento. Sus delicados ojos azules se encontraron con los míos. -¿Sabes dónde estás, querido?- me dijo Cuando oí estás palabras, el lugar se había vuelto más familiar, como si lo hubiese visto año tras año. -No.-en el momento en el que la respuesta salió de mi boca, supe que no era cierto, y que se trataba del lugar que hasta ahora había menospreciado- El portal de Belén, sí…tiene sentido. ¿Por qué me habéis traído aquí? -Para que entendieses, que la Navidad no es sólo montar un árbol y un Belén. Para que entendieses que la Navidad tiene un significado detrás de todo eso.-contestó San José- Dime, hijo, ¿qué es en este momento para ti la Navidad? Ayer hubiese contestado: “es un tiempo que te dan para descansar”, o más bien “época de recibir regalos”. Pero no era así para mí, ya no. -Celebrar el nacimiento de Jesús- dije mientras volvía mi mirada al Niño, que respondió con una infantil sonrisa- estar con la familia, disfrutar con ella. Pero ante todo, es una época para regocijarse y alegrarse por uno mismo y por todos los demás. -Muy bien- me felicitó la Virgen María- no me cabe duda de que sabes exactamente qué tienes que hacer ahora. -Desde luego. -Nuestro papel ha acabado aquí, pues. Vuelve, comparte la alegría con los demás. Y recuerda, nosotros siempre estaremos contigo. Eché un último vistazo a Jesús con la intención de grabar la imagen de La Santa Familia y de no olvidarla nunca, nunca jamás. -Hasta siempre- me despedí Cerré los ojos durante un instante y pensé en la calidez de mi hogar. Al abrirlos me encontraba en mi habitación de nuevo, como si nada hubiese pasado. -Vamos, Javier-me habló una sutil voz que provenía de mi interior- ve y vive la Navidad como nunca antes.

¡Feliz Navidad!


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