Imagen de cubierta: Jesús García-Villaraco Sánchez (4º de E.S.O.)
© Los trabajos pertenecen a sus autores y al Colegio de Fomento El Prado. Queda prohibida su reproducción por cualquier medio sin autorización escrita de los propietarios. Edita: Equipo Técnico de Lengua castellana y Literatura del Colegio El Prado. C/ Costa Brava, 4 28034 Madrid Teléfono 91 735 57 10 Correo electrónico: revistareposos@gmail.com Diseño: 267estudiográfico
Ă?ndice
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Gerardo Diego
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Rosa mística
Ayer, hoy, mañana
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Juan de Dios Antón Larrú
Versos de amor
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Juan Manuel Díaz Conradi
Me muero...
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Pedro Lobera Peláez-Campomanes
Zamora
11
Rodrigo Pérez Adrada
La vida
12
José María Maher Martín
La verdad / Para triunfar
13
Guillermo Ortiz Silva
Oda a una patata frita
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Álvaro Jiménez González
Receta para una tarde de estudio
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Pepe Sánchez Guitián
Selección de microrrelatos
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Varios Autores
Dibujo
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Pablo Flores Tasende
Soñar
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Francisco Martín de la Hoz
Mí sostenido
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Juan Vicente Elías Doral
Estampas colegiales. La locomotora
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Carlos Rego Bárcena
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Homenaje Gerardo Diego (Santander, 3 de octubre de 1896 – Madrid, 8 de julio de 1987)
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Rosa mística Era ella. Y nadie lo sabía. Pero cuando pasaba los árboles se arrodillaban. Anidaba en sus ojos el Ave María y en su cabellera se trenzaban las letanías, Era ella. Era ella. Me desmayé en sus manos como una hoja muerta. Sus manos ojivales que daban de comer a las estrellas. Por el aire volaban romanzas sin sonido. Y en su almohada de pasos me quedé dormido.
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Juan de Dios Antón Larrú (3º de E.S.O.)
Ayer, hoy, mañana. Mañana recién despertada, aurora aún adormecida, noche que se disipa, colores de madrugada. Silencio que dice palabras, noche que da paso al día, sombras en la luz convertidas, nubes que parecen pintadas. El alma despierta obligada, dibuja una suave sonrisa y ve a Dios en su mirada. Ayer ha quedado olvidada, hoy es sueño todavía, futuro no será hasta mañana.
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Juan Manuel Díaz Conradi (2º de E.S.O.)
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Versos de amor Estando una mañana sentado bajo el balcón; rosas a lo lejos, a su lado una bella flor. Estando una mañana sentado bajo el balcón, escribía un niño poeta un poema de amor.
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Pedro Lobera Peláez-Campomanes (2º de E.S.O.)
Me muero… Me muero… Oh, Señor, mi vida languidece, se va, mas mi cuerpo permanece. Di, ¿por qué me castigas? ¿acaso no hice lo que me pedías? Me muero… El sufrimiento me abruma. (yo tengo bondad, me confieso con la pluma el dolor de mi enfermedad). Me muero… Mi momento se ha presentado; no lo puedo soportar. Mi vida se ha quebrado, la felicidad no voy a alcanzar. Me muero…
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Rodrigo Pérez Adrada (2º de E.S.O.)
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Zamora Sobre el Duero está alzado un puente que llega a una ciudad muy bella, toda hecha de piedra buena y no es para nada indecente. Es paseada por su gente, y admirada lo es también. Zamora, «la Cerrada», es la que no se gana en una hora. Llamada grande y bella es Zamora, Zamora, Zamora.
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José María Maher Martín (2º de E.S.O.)
La vida Esta vida de miseria, llena de drama y tragedia, en verdad es solo un libro donde todos escribimos. Después todos lo leemos, vemos qué vida tenemos. Creemos en un Bien supremo y ¿vendrá el fin que merecemos? Nadie entiende esta gran vida porque esto es un entrelíneas. Si hay saludo, hay despedida… del bendito Bien es víspera.
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Guillermo Ortiz Silva (2º de E.S.O.)
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La verdad La verdad a veces duele, mas siempre por delante irá; aunque algunas personas piensan que la verdad es un mal.
Para triunfar Al trabajo, esfuerzo; al esfuerzo, continuidad; a la continuidad, esperanza. Así alguien en la vida serás
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Álvaro Jiménez González (2º de E.S.O.)
Oda a una patata frita. Pequeña patata frita dorada y pequeñita, aunque la gente diga que contienes calorías, yo pienso que eres la rubia más rica. Y aunque tengas sal, mi corazón no parará hasta encontrarte. Ya estés en el Burger o en el Mac, siempre buena estarás. ¡Oh, mi pequeña rubia frita! ya sea con kepchup o no mi estómago siempre te acogió.
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Receta para una tarde de estudio
Pepe Sánchez Guitián (2º de E.S.O.)
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Ingredientes: Una dosis de buen humor. 5 ó más kilogramos de esfuerzo. 3 dosis de paciencia. 10 cucharadas de atención. Preparación: Colocamos, primero, los utensilios que vamos a usar (bolígrafo, libros, mesa, etc.) de forma ordenada. A continuación mezclamos todos los ingredientes en la mesa. Batimos intensamente. A veces, esta operación puede resultar excesivamente fatigosa, pero al final el resultado es siempre muy goloso. Una vez conseguida la pasta, dejamos en el horno para que suba y se forme adecuadamente. Por otro lado, cocemos los deberes a fuego lento, para conseguir un buen cuaderno. Finalmente, emplatamos con cuidado, listo para ser servido cuando sea menester.
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Selección de microrrelatos La máscara. Mucha gente se maquilla para que los «yas» parezcan «todavías». La universidad. Pensaba que esta vez sí, pero sonó el despertador, como todas las mañanas Álvaro Gallo Llorente (1º de E.S.O.) La universidad. Cuando abrí la puerta de la universidad me encontré con el mundo real, gente todo tipo, gente diferente a mí. Me dije: así es la vida Manuel Antón Cabrera (1º de E.S.O.) Persecución. Amanece un nuevo día, otro país, la misma búsqueda. Mi carrera policial dependía de este caso; de repente, lo vi, eché a correr, le di alcance y... no era él. Alfonso Martínez Gayá (1º de E.S.O.) Luna llena. ¡No, no lo voy a permitir!, pensó. Ahora que tenía hijos no lo iba a permitir, tenía que protegerlos. — Papi, ¿dónde vas? — A ningún sitio hijo, vete a dormir. Vio sus ojos y tenían ese color. Iba a empezar Pablo González Calvo (1º de E.S.O.)
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La Universidad. Al entrar ahí, no sabía cómo salir. Tomás Aramburu Aneiros (1º de E.S.O.) El laberinto. Otra mañana en el laberinto, todo seguía igual, cuando, oh, casualidad, la salida me encontró. Diego Muñoz Cubillo (1º de E.S.O.) Corrupción. El político persiguió al ladrón y ambos acabaron detenidos. Pablo Corrales Camacho (1º de E.S.O.) Luces apagadas. Cuando apagué la última luz, todo desapareció. También yo Jaime Crespo Cuevas (1º de E.S.O.) Otra dimensión. Perdido en el infinito, soy un náufrago espacial. «Naufrago llamando a Tierra: necesito otra dimensión, cambio…» «OK, procediendo a imaginación, cambio y corto» Javier Aparicio Alfaro (1º de E.S.O.) El avaro. Cuando estaban peleándose por sus pertenencias, encontraron su testamento: «Enterradme con lo que más quiero». Martín Iglesias Torralbo (1º de E.S.O.)
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Universidad. Y toda mi infancia se quedaba en la puerta de la Facultad Álvaro de Castro Miranda (1º de E.S.O.) Colorín colorado. Y la caperucita hambrienta se comió al lobo Pablo Pradillo Lumbreras (1º de E.S.O.) Peligro. Sobreviví al peligro, no sobre él. Fernando Paramo Soto (1º de E.S.O.) Sentido equino. El caballo era tan listo que nadie lo había visto Álvaro Martínez Martínez (1º de E.S.O.) La pelota. La pelota moría en medio de las zarzas. Pelayo Brey Gallart (1º de E.S.O.) Otoño. La hoja descendía tan lenta como el papel / La lluvia la posaba sobre las ramas del amanecer Francisco Javier Arizón Ribó (1º de E.S.O.) Interminable. Todo empezó cuando terminó todo Álvaro Martínez-Atienza Lorenzo (1º de E.S.O.)
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Chop. Todas las mañanas sacaba a pasear a mi perro Chop. Me acompañaba a todos los recados. Lástima que nunca me regalaran uno. Jaime Eslava Herranz (1º de E.S.O.) Anticipación. El niño empezó a llorar antes de que sus padres empezaran a discutir Luis Málaga Santaella (1º de E.S.O.) Imaginación. Cuando el niño se puso a botar el balón se dio cuenta de que no lo tenía Juan Jiménez Pumar (1º de E.S.O.) Empatizar. Arrastrado por el tiburón, el pescador descubrió lo que era ser pescado. Jacobo Díe Morales (1º de E.S.O.) Universidad. La puerta de la sabiduría estaba abierta, pero él siempre prefirió atravesar la pared. Pablo Marcos Ramos (1º de E.S.O.) Universidad. ¿¡Es que el colegio no fue suficiente!? Pablo Albareda Úbeda (1º de E.S.O.)
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Mar.
Sol y olas, ¡cómo disfruta el mar! Santiago Porras de Sola (1º de E.S.O.)
Por el ojo de la aguja. El camello había pasado ya la mitad de su cuerpo por el ojo de la aguja cuando se dio cuenta de que solo había dicho media verdad. Le creció la joroba de atrás y se quedó allí atrapado para siempre Fernando Benito Martín (1º de E.S.O.) Autoestima. El caballero era noble, guapo, divertido, valiente... Era tantas cosas que no podía con ellas. Juan Pablo Leal Martínez (1º de E.S.O.) Los que van a nacer. …Y al nacer, lloran de alegría Emilio Varela Guibelalde (1º de E.S.O.) Universidad. Lugar para el recuerdo, aulas de aburrimiento, baúl de amistades y, sin duda, dudas. Jaime Moreno Fernández (1º de E.S.O.) La bandera. Cuando llegué a su casa, se encontraba tendido en el suelo. Sobre él, una bandera blanca hecha girones. Pablo Páez Ramos (1º de E.S.O.)
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Universidad. Cuando me di la vuelta, empecé a notar su presencia. Carlos Tejada Méndez (1º de E.S.O.) Seguridad. Cada vez que le enviaban a buscar un lugar seguro, no quería volver. Guillermo Garrido Ferrer (1º de E.S.O.) Estaba en la biblioteca, solo, leyendo, cuando, de repente, en una página ponía: cuidado, te estoy mirando. Ricardo Deben Colado (1º de E.S.O.) Malas noticias. Se moría de ganas por verla… Le mató la mala noticia Diego Martínez Fernández-Valdés (1º de E.S.O.) La Universidad. Hay tantos futuros recorriendo las aulas, que no me caben en el bolsillo. Ignacio Siegrist Echevarría (1º de E.S.O.) El tiempo. Un día vas al colegio y, al siguiente, doce años inolvidables. Pablo Juárez Maestro (1º de E.S.O.) ¿Quién llama? Me llaman desde hace un mes, pregunto sin respuesta, a veces escucho, cuelgo, me desespero ¿Qué espíritu me aterra, que llama pero no contesta?
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Álvaro Fernández Meseguer (1º de E.S.O.) Tener o no tener. Tengo lo que quiero, pero no quiero lo que tengo. Gonzalo González León (1º de E.S.O.) La papelera. La gente piensa que no, pero una papelera es de las cosas más útiles, porque lo que unos tiran otros recogen. Nada se desprecia Julián García Reinoso (1º de E.S.O.) La mota. Siempre pasa desapercibida. Nadie se fija en ella. Pero, cuando la leve brisa mañanera la hace despegar y en tu ojo se acomoda, ni un mar de lágrimas puede hacerla callar. Marcos González San Antonio (1º de E.S.O.) La clave. Sonrisas y lágrimas son la clave de la felicidad. Luis Moreno González (1º de E.S.O.) La música de la lluvia y el viento. Las calles asoladas, la lluvia haciendo de las suyas, el viento que azotaba las glorietas más célebres anunciaba el temporal de terror a punto de estallar. Ignacio Barbero del Peso (1º de E.S.O.)
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Pablo Flores Tasende (2ยบ de E.S.O.)
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Francisco Martín de la Hoz (Profesor de Educación Primaria)
Soñar ¿Qué tienen de malo los sueños? ¿Qué tiene de malo soñar? Si sueño con esa estrella, ¿por qué no la he de alcanzar? ¿Qué tienen de malo los sueños? ¿Qué tiene de malo soñar? Si sueño con esos ojos... ¿por qué no me han de mirar? ¿Qué tienen de malo los sueños? ¿Qué tiene de malo soñar? Si sueño con esa sonrisa dulce como la brisa, ¿no la podré contemplar? ¿Qué tienen de malo los sueños? ¿Qué tiene de malo soñar? Si sueño con esa espuma´ de la mar marinero, ¿no seré el primero en poder navegar? ¿Qué tiene…? Y, Dios mío…, ¿Y si sueño con esa luna…? ¿No me podrá acompañar durmiendo junto a mi cuna?
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Juan Vicente Elías Doral (Profesor de Educación Primaria)
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Mí sostenido La razón por la que escribo no es otra que la de ahogar la piedad hacia mí mismo; sujetarme al compás, rematar, retomar el timón de un barco hundido y salvarme en muerte ajena, sostenido. Siendo consciente, alumbró conmigo mi madre a mi enemigo. Un grito. Un grito solo. La razón por la que ahora escribo no es otra que la de ahogar el grito; es vivir que no he nacido. Alguien ha ocupado mi Boli. Nada escrito.
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Carlos Rego Bárcena (Profesor de Educación Secundaria)
Estampas colegiales. La locomotora. La alegría no permanece atrapada en unos labios estirados, ni la tristeza desaparece con las lágrimas que se evaporan. Tampoco el hierro y la madera de aquel tren que sesteaba en el colegio contenían la admiración que nos causaba. Era una locomotora vieja, de las de vapor, con su chimenea y su caldera para el carbón. En tiempos fue haciendo cabeza sobre un achacoso vagón que le seguía, pero ahora ambos dormitaban sobre unos mínimos raíles, que se estiraban esforzadamente para sostener aquella maravillosa extrañeza. Aquella locomotora era digna de veneración. Era majestuosa y paciente, como lo son las personas que han vivido mucho, no por acumulación, sino por vocación. Más allá de sus desperfectos superficiales —que bien podrían ser consecuencia de nuestros juegos—, se intuía fácilmente que sus años de servicio fueron largos y trabajosos. Largos y monótonos. Largos y abnegados. Largos como todos los raíles del mundo dispuestos uno tras otro en dirección al horizonte; aunque no lo suficiente como para traspasar nuestro patio de recreo. Allí quedó dulcemente varada, y con ella todo el largo, largo mundo que pervivía en sus costados. Ahora, actualizando la estampa, diría que ese tren era especial porque estaba en nuestro colegio, y no al revés. Seguramente, durante su época en activo recorrería miles de kilómetros sobre las mismas vías, una y otra vez,
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de forma eficiente, como se espera de una máquina. Hacía lo que se esperaba de ella. En el colegio, sin embargo, la férrea obligación que dictaban los raíles no existía, pues esa locomotora se movía al ritmo de nuestra imaginación. Y, así, un día cruzábamos América a toda velocidad, tratando de librarnos del acoso de los Sioux; y al siguiente atravesábamos la India, cargados hasta los topes, como en aquella película en la que el país ardía en llamas. Otras veces, no obstante, aquel tren permanecía donde estaba, en el patio del colegio, y nos servía de pantalla para escondernos de quien fuera menester. No sé, en verdad, si aquel producto decimonónico dormía ahí como metáfora de la fugacidad de la vida —como si fuera una copla de Manrique que azuzara las interioridades de cada cual—, pero lo cierto es que de alguna manera aquella máquina vieja y en parte oxidada, nos interpelaba. De aquella antigualla que dormitaba en lo más alto del colegio, orientada hacia la ermita, emanaba un canto a la belleza por sí misma, a lo sublime de una vida de trabajo sencilla, sin éxitos aparentes, que apunta a lo más alto. Y eso a pesar de que a veces, quizá, sólo viéramos en ella unas cuantas toneladas caducas.
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