¿Se educa en sexualidad y en el uso de psicoactivos?

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多Se educa en sexualidad y en el uso de psicoactivos? una pregunta por la ense単anza, la escuela y el maestro. El deseo del grito, del placer de romper.



¿Se educa en sexualidad y en el uso de psicoactivos? una pregunta por la enseñanza, la escuela y el maestro. El deseo del grito, del placer de romper.

Paola Andrea Roa García Leslie Alexa Sánchez Reyes Deysi Liseth Serrato Rodríguez Carolina Vargas Niño



Tabla de Contenido

Introducción

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Del arte de romper. El sujeto como estrategia.

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» Experiencia. Escuchar: el reconocimiento de la singularidad.

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» Historia: Cuestionando los universales

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» Familia: la pregunta por la soledad, el deseo de

acompañamiento.

» El ser maestro. Salvando a los otros, al mundo. ¿Y yo?

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» Buscando la salvación de todos los problemas.

Entre soluciones, recetas y la pregunta por el cómo » Sexo, sexualidad y psicoactivos. Del placer por naturalizar

las prácticas y el deseo de otros tránsitos

» La investigación. Condición de romper y crear.

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El Cuerpo. Cuestionando el saber » ¿Sexualidad o sexo? Tengo prácticas sexuales todo el tiempo

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» Género: De las instantáneas al movimiento permanente.

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» Lo normal y la enfermedad. La igualdad como problema.

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» El cuerpo perfecto: sin señales del vivir ¿Una desrealización del cuerpo?

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» Deseo y placer. Reflexiones e interrogantes a propósito de las sensaciones y el sentir

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» Otras apuestas e interrogantes hacia el placer y el deseo

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El Amor. Fuerza de configuración

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» Del para siempre al nunca.

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» Sexo ¿Con amor?

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» Libertad?, Decisión?.

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Bibliografía

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“No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: tú puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre…”

Whitman. 1819 - 1892



Introducción Trayectos y Aconteceres: estudios del ser y el que hacer del maestro desde la pedagogía como espacio de interrogación y creación, viene hace varios años indagando, generando otros pensamientos acerca de las prácticas relacionadas con la sexualidad y mas recientemente sobre los psicoactivos. Al observar este permanente afán, se visibiliza que la preocupación, no son lo rótulos (violencia, sexualidad, psicoactivos, consumo, sexo, biología), sino el sujeto, su configuración, sus posibilidades, sus limitaciones y emergen entonces categorías como cuerpo, placer, enfermedad, amor, normalidad, entre otras. Es así, que se han iniciado senderos de búsqueda que más allá de encontrar la receta universal y definitiva, han pretendido con los sujetos construir, romper y posibilitar movimiento de sí mismo. Donde la investigación desde la mirada arqueológica – genealógica ha sido la urdimbre que permite tejer y destejer, encontrar mil formas de ver y no reducirse al tamiz del conocimiento y la verdad. De allí, surge la perspectiva de asumir la vida como experiencia, no como el ejercicio rutinario o antagónicamente nuevo, sino como el vivir, como las acciones que hacemos y que nos hacen, que no solo pasan por la palabra, sino que son gesto, color y sensación, constituyendo relaciones, que superan las formas estereotipadas y que hacen de los hechos, acontecimientos singulares en el entramado del sujeto, que en instantáneas se ha pretendido definir, analizar y sanar. 11


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De este modo, como maestros, es decir como sujetos que se piensan ética, estética, pública y políticamente, nos hemos puesto el reto de interrogarnos a sí mismos, comenzando por lo que un día nos motivo a ser profesores, la biología, allí, comienzan a emerger relaciones que la han desbordado y nos tocan a cada uno como historia singular, trasladándonos a la pregunta por la enseñanza, el conocimiento, la ciencia y las prácticas necesarias que se nos han adjudicado como profesores. Entre ellas salvar a los adolescentes irresponsables que se enferman con bebes y marihuana. A través de las investigaciones realizadas desde 2000, los programas de formación propuestos, los talleres con estudiantes y profesores, emerge el PFPD, como modo de seguir en el camino de visibilizar de otro modo, lo que hemos aprendido como problemas de salud pública; así, se constituye en experiencia que más allá de dar la receta y continuar reforzando lo aprendido, pretende con los profesores, con su ser sujeto (historia, sentires, miedos, vivencias), visibilizar que el foco no es la nominación problema ni mucho menos la solución, sino preguntarse por cómo hemos llegado a convertir lo que era un acontecimiento maravilloso en un problema –ser madre-, así como asumir que lo sicoactivo se rotula con la legalidad y sus prohibiciones. Así surge el deseo por el grito y el placer por romper, como metáfora de anunciar aquello que por años se nos impuso silenciado y que ahora se nos obliga a publicar, es grito por lo fuerte que resulta a nuestros oídos, por la molestia e irritación, pero también por la posibilidad de visibilizarlo y construir. Es sensación, sentir de franquear, de encontrar los quiebres, para que el grito se cuele por los diminutos espacios retumbando el interior, generando movimiento, duda e inquietud. Deseo y placer como modos de llegar al sujeto, de reconocer su singularidad y superar la universalización de lo que es único, la vida como experiencia. De este modo, este escrito emerge como expresión del grito y como otro modo de romper, a partir de las discusiones realizadas por el equipo académico que formula y orienta el desarrollo del PFPD, pero también de la sistematización de las sesiones de trabajo realizadas con los profesores involucrados en el espacio, así se constituyen tres capítulos que dejan entrever cómo se

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piensa el problema, en este caso no solo la sexualidad y los psicoactivos, sino el cómo posibilitar la problematización de los maestros como sujetos y desde la pedagogía, sobre la enseñanza de la sexualidad y los psicoactivos. Por tanto, el primer capítulo muestra cómo la estrategia de tal problematización es el sujeto, es decir, iniciar y terminar en él, a través de un acercamiento a su ser por medio de la escritura, la fotografía, la música, que le permita hablar, escuchar y ser escuchado, dejando entrever su irreductibilidad y lo básico de la universalización de las prácticas, señalando la experiencia como modo de construir otras relaciones y acercamientos que superen la información y el señalamiento, así cobra importancia sus historias de vida, las opiniones, las tensiones en las que se encuentra como sujeto y profesor, y la investigación como posibilidad de creación para sí. El segundo capítulo evidencia el sobre saber sobre el cuerpo, que pretende ser reducido a materialidad, que es superada con las prácticas y que esta cargado de sentidos, significados, sentires que dan paso a acciones que no se pueden ver solo desde las verdades instauradas desde el conocimiento, es así que se exponen las categorías de mayor discusión durante el desarrollo del PFPD, al pie que se muestra que más allá de la sexualidad y lo psicoactivos, está las nociones de cuerpo, enfermedad, normalidad, puestas en juego para el abordaje de estos asuntos en la escuela. El tercer capítulo presenta el amor como fuerza de configuración, dado que aparece como el fantasma sobre el cual se justifican todas las acciones, así en este apartado se presentan las categorías que comúnmente aparecen asociadas a éste y que ponen de fondo la pregunta por la decisión, la libertad, el plan de vida, pero sobre todo por el sujeto que elige, que crea y no deja de soñar. Es entonces el PFPD un sueño realizado, en tanto permite poner a funcionar discusiones realizadas durante más de 10 años, generar otras, pero sobretodo, permitir el volver a soñar, soñar con otros, en un retorno a sí mismo, que cuestiona el ser, el soy y el somos, constituyendo la intelectualidad que no se reduce a la mayordomía del conocimiento, sino a la escucha, diálogo y escritura del sujeto, desde si mismo, para si mismo, consigo mismo, viéndose al espejo con otros.

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Un espejo que reconoce las palabras contundentes y ensordecedoras de los maestros participantes, el compromiso en largas jornadas de discusión, la apertura al rompimiento y la disposición a la creación, visibilidad que lo imposible es solo una mentira instaurada como verdad. Así el agradecimiento a la UPN y la SED Bogotá por ser condición de posibilidad del encuentro, con los maestros, con los sujetos, y a ellos, por ser, por estar. A los cómplices (profesores, tutores y auxiliares) que hora a hora permiten poner en juego su intimidad, y dejar visible sus miedos, sueños y creaciones, que dan la mano, el brazo y todo el cuerpo como gesto de presencia incondicional. Por la intelectualidad y el ser maestro que permite recrear y hacer sueños realidad.

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Del arte de romper. El sujeto como estrategia

Recorrer búsquedas en relación con el abordaje de las prácticas de la sexualidad y los psicoactivos ha llevado a transitar por varios lugares, entre documentos, talleres, investigaciones, seminarios, conversatorios, audiovisuales, y diferentes encuentros con el saber y con las experiencias de los sujetos, en medio de esos trayectos han quedado puntos de enlace sobre los cuales se ha podido construir una estrategia, de la misma manera como asumimos el tejido de una urdimbre, con la posibilidad de crear diferentes formas a través de hilos de singularidad. Ahora bien, ¿Cómo se asume la estrategia? Se toma distancia de ciertas formas de entender la estrategia como la receta a la pregunta desesperada por ¿qué tengo que hacer? sin hacer un cuestionamiento por lo que está pasando particularmente con los sujetos y cómo esa situación ha sido posible, entonces la estrategia no es el conjunto de técnicas, actividades, secuencias, o acciones inmediatas que están predeterminadas para ser aplicadas esperando un efecto regulador y totalizador; la estrategia la se asume como un espacio de investigación, creación y movilización que posibilita abordar las prácticas de la sexualidad y los psicoactivos desde los sujetos, desde los modos como se constituyen y desde sus experiencias singulares.

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Asumir al sujeto como estrategia se constituye en un ejercicio de pensamiento que se permite como maestros y como sujetos que tienen su propia historia de vida, se trata entonces de un arte de romper esquemas y posibilitar rupturas para poder llegar al sujeto, reconocer otras experiencias, voces, historias de diferentes tiempos y espacios, formas de ser familia y de acompañarse, modos de ser maestro, problemas o preguntas que convocan y prácticas normales así como irregulares o discontinuas en relación con la sexualidad y los psicoactivos; entonces la estrategia se teje a través de posibles puntos de encuentro entre las experiencias y los hilos de singularidad.

Experiencia. Escuchar: el reconocimiento de la singularidad “Todos los secretos se dicen en voz baja porque quieren liberarse del ensordecedor ruido que produce escucharlos” Caro Vargas. Cada día, miles de personas se cruzan en nuestro camino, cada día, vemos como la rutina se hace parte del presente y los sueños enmarcan la posibilidad del futuro, cada día comienza y termina con la esperanza de haber hecho algo mejor que el anterior y de haber conseguido el sustento para mañana. Pero cada día se olvida del actor que teje los caminos y construye la estrategia del arte de la vida, es decir el protagonista de la historia, el sujeto, el yo, parece que se pierde en la inmensidad de labores de trabajo, roles de familia, de amigos, de compañeros, de administrativos en fin, todos los roles que la sociedad impone cuando de formar una sociedad ejemplar se trata. En qué momento del día se piensa en el yo?, ¿en mi? ¿cuando es la hora de comer? ¿cuando es la hora de descansar? ¿cuándo? ¿realmente se piensa? si diariamente es el subconsciente quien trabaja porque ha comprendido las funciones básicas para estar despierto, caminar, trabajar, operar máquinas y hablar, y el conciente espera silencioso su turno de actuar cuando la tarea se complejiza y se comienza a pensar.

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Pero no el pensar como el recordar información o ubicar un recuerdo de un ser o un objeto, el pensar, como la infinita curiosidad e inquietud, como la duda y la pregunta por la incertidumbre que molesta la tranquilidad del ser. Seamos aún más rigurosos, será acaso que la vida que escogemos, la escogemos porque se construye un deseo por vivirla de la manera en que lo hacemos? o será que construimos unas metas como propias, pero son ideas implantadas por un colectivo social que gobierna el estilo de vida, sentires y actuares que deben encajar y hacer parte de dicha sociedad?. Para desenredar el cuestionamiento, la vida que decides vivir, realmente la elegiste? tomaste la decisión o tal vez seguiste parámetros como los de estudiar, graduarse, hacer una carrera universitaria que tenga status social, conseguir un trabajo digno, pagar un crédito para el posgrado, conseguir otro trabajo mejor remunerado, conseguir un crédito para la casa y otro para el carro, buscar un prototipo de hombre o mujer que pueda acompañarte en esa consecución de estabilidad y en la idea del amor para siempre, y planear en lo posible los hijos...suena a felicidad y a una vida soñada ¿no? Cada decisión que tomaste en la vida, la tomaste pensando que sólo había dos posibilidades una buena y una no tan buena, un cielo en el cual creer o un infierno al que caer si no te comportas como “debe” ser, un deber ser, que comienza a moldearse desde la temprana edad: el niño, un niño que va a la escuela y que comienza a imaginar un mundo inexistente, pero que pronto sus profesores le dibujan de colores y en cuadrícula, el que realmente existe, y comienza la sensación de la “verdad” , la que se aprende y se busca incansablemente porque es un camino directo a la felicidad, o al menos eso es lo que nos enseñan. Ese niño comienza a crecer y con él las vivencias y momentos en compañía de su familia, amigos, compañeros y los otros desconocidos que harán parte de su mundo, comenzará a descubrirse a sí mismo y a los demás, continuará la búsqueda por la verdad, por encajar, por ser, por pertenecer, por identificarse y por ser lo que la sociedad con representación en la familia, quiere que sea.

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Pero sólo cuando se llega a ser adulto, aún sin tener claro con qué edad se identifica esa etapa de la vida, se vuelve a recordar, a sentir, a vivir lo que en la infancia y en la juventud marcaron el sujeto único que hoy vuelve a sí, a redescubrirse por la incertidumbre ante la vida, inconforme ante las acciones y reflexivo ante las decisiones. Es allí ,en cualquier instante, en donde se llame a la reflexión sobre sí, donde ese niño que guardó secretos por miedos y dudas, por no ser juzgado o lo que es peor, no escuchado, quiere decir a gritos todas esas condiciones de posibilidad de su contexto que hicieron lo que hoy es como adulto, padre, madre, esposo y maestro. La experiencia comienza a cobrar otro sentido, no significa acumular años o momentos de vida en los que se realiza una acción, significa precisamente perderse un poco en la comodidad de lo aprendido, de la verdad y volver a dudar y a encontrar un sinsentido entre el ser y el quehacer, y eso se logra con lo que se ha denominado como “romper”. Esta fractura en tiempo y espacio, se logra con algo sencillo, un ejercicio que no muchos están dispuestos a realizar: escuchar, porque cuando me encuentro con otro y escucho sus experiencias de vida, pasa algo mágico, se identifica un sujeto único y singular con los momentos de la vida que definieron lo que hoy hace y piensa, y qué reconfortante es saber que los secretos son oídos, que las canciones, las formas de vestir, de hablar, de sufrir y hasta de reír construyen sensaciones y sentimientos. Son las mismas dudas y certezas, y por ello, cuando se pierde la verdad y se entrega a lo inimaginable del pensamiento, cuando se desestabiliza la razón y se desconfigura la imagen de cuadrícula de la mente y se escucha algo diferente, se entrega al arte de romper, de romper y transformar, de escuchar de reencontrarse consigo mismo de volver a sentir y sobre todo de comprender a ese sujeto que yacía terminado, como un sujeto singular y con posibilidades de ser lo que quiere ser y de comprender el mundo de forma diferente. Algunos dirán que comprender es sencillo, que ceder es algo necesario para la vida en pareja y en comunidad, pero realmente como cuesta hacerse, comprender es complejo, porque ese sujeto singular que de niño no tiene voz

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ni voto, solo comienza a callar y a ocultar, a aparentar y a esconder lo que su voz interior y su deseo le dictan, solo demuestra lo que la sociedad quiere ver de si, un sujeto ejemplar, con buenas y correctas formas de hablar, de ser, de sentir, de hacer las cosas y de tomar decisiones, por ello en la inteligencia de la supervivencia, el hombre construye máscaras para jugar al juego de la vida, en donde se complace al otro, desconociéndose a uno mismo, se esconden los deseos, se vive y se cumple pero siempre con la añoranza de salir y encontrar el espacio para gritar lo que el pecho guarda y duele en silencio ..esos secretos. Que nos convoca entonces como sujetos?, el deseo por decir lo que no podemos por miedo, o el miedo mismo, cuantas veces el miedo a equivocarse gana la batalla al tomar decisiones, el miedo, parece ser el más sincero sentimiento humano por experimentar, y tal vez el único que motiva a ser y no a parecer...el miedo hace que lo desconocido se convierta en la oportunidad latente de poder fracturar y romper la mente, los esquemas y los pensamientos, la crisis, hace que se active el pensamiento y busque otras formas de construir conocimiento, por eso, el arte de romper depende del miedo como insumo, para desestabilizar y pretende dejar en el aire a ese sujeto seguro de estar preparado para la vida, con una brusca sensación al evidenciar el miedo que hace parte de sí y que lo invita coquetamente a ser y pensar diferente. Todas esas situaciones y decisiones que atraen el miedo como sentimiento y la crisis como consecuencia hacen que el sujeto se busque, se piense, retorne de manera silenciosa a sí mismo, que se identifique como único, como poseedor de habilidades y sentimientos, de saberes, de verdades y mentiras que ha construido en su propio mundo: su experiencia de vida, que es única y singular como lo es el sujeto, entendiendo al sujeto como un ser que es diferente en su constitución biológica, política, ética y moral, de los otros, y que es un sujeto que tiene la posibilidad de transformarse a sí mismo. Es por ello, que la pregunta, la duda, la infinita curiosidad que hizo posible el racionar y el pensar, no cese, no termine con verdades inmutables y conocimientos estructurados, con lecciones aprendidas, con pruebas científicas y con ejemplos de vida. La duda y la inquietud son los motores del desarrollo del ser, son el marco de posibilidad para pensar y construir diferente, 21


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son el inicio y la oportunidad para comprender que aunque genere miedo, el sujeto siempre actuará diferente frente a las situaciones de la vida, y que nunca estará absolutamente preparado para vivirla, que los errores no son tan malos, si son vistos desde otra forma de pensar y que la vida termina no con la muerte, sino con la conformidad y negación a vivirla. Por ello el arte de romper, surge como posibilidad del pensamiento, como posibilidad de redescubrir al sujeto que se ha escondido en el juego de la vida, una posibilidad de aceptar la duda y el miedo como fuentes de expresión de los secretos, de encontrarse con el otro, de escuchar y ser escuchado y de comprender que la decisión de vivir la vida depende única y exclusivamente de cómo quiere vivirla y que es tan singular y única como el sujeto actor y soñador de esa experiencia indefinida en tiempo y espacio, llamada vida.

Historia: Cuestionando los universales “Lo que quería introducir aquí es, en consecuencia, exactamente lo inverso del historicismo. No interrogar los universales utilizando la historia como método crítico, sino a partir de la decisión de la inexistencia de los universales para preguntar qué historia puede hacerse” (Foucault, 2007; 19) Al cuestionar la historia de los sujetos en la forma como recuerdan lo que fueron y han sido es común encontrar una añoranza del pasado, como si todo tiempo pasado fuera universalmente mejor, sin embargo en ese mismo ejercicio de interrogación desde el sí mismo se puede ver que en cada historia hay unas marcas singulares que rompen con las condiciones de ser niño, adolescente, joven, adulto o profesor; ahora bien es importante reconocer de dónde vienen esas marcas que se insertan en la constitución de lo que somos y se encuentran las melodías, movimientos y aromas de otros tiempos como formas de cuestionamiento sobre sí. Antes de abordar la historia como modo de llegar al sujeto, vale la pena hacer unas precisiones sobre la forma cómo se entiende la historia, y en ese sentido es importante mencionar que no estamos constituidos de antemano,

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que si bien hay unas prácticas discursivas1 en unos momentos determinados, no se puede hablar de relaciones homogéneas, o relaciones causa- efecto, se asume por el contrario que el modo como se constituyen los discursos, es decir, lo que se dice y se hace en relación con lo que se debe ser, posibilita en los sujetos prácticas sobre sí mismos y que en esa misma posibilidad se encuentran también únicas formas de ser y vivir. Entonces, teniendo en cuenta lo que menciona Foucault (1970) no se trata de hacer una historia ni un análisis de los sujetos, no es una indagación de los aspectos psicológicos o vividos por ellos, se trata es de mirar la función que tienen, la posición que han ocupado y de allí las relaciones que han establecido consigo mismos, de las cuales pueden resultar modos de sujeción de acuerdo a unas exigencias de poder o a unas identidades formadas, o pueden derivarse posibilidades de pensarse y liberarse de sí. Entre las opciones de configurar historias en los sujetos se encuentra la música, el vestuario, el baile, los alimentos, los libros de texto, publicidad, medios de comunicación, políticas, películas, dibujos, entre otras expresiones, como prácticas que hablan sobre cómo debemos ser, es decir, cómo vestirnos, comer, bailar, sentir, de qué cosas debemos y podemos hablar, qué y cómo debemos pensar y vivir, son entonces juegos en los que se envuelven los cuerpos y los sujetos, no para constituir un único cuerpo sino para pensar en las relaciones que nos atraviesan y que nos hacen ser lo que somos. De ahí que se encuentra que los cuerpos son y han sido históricamente distintos, así en diferentes momentos históricos se han producido unas verdades sobre cómo se deben constituir los cuerpos, algunas de las cuales han permanecido, otras se han olvidado o ausentado, por ejemplo, a pesar de algunas mutaciones se encuentran lo que Foucault (1984) menciona como prácticas disciplinarias que permanecen en la escuela, puesto que el espacio escolar genera unas distribuciones espaciales y temporales así como elementos de 1 Las prácticas discursivas se asumen como las relaciones de saber, poder y sujeto que según Foucault (1970) pueden formar grupos de objetos, conjunto de enunciaciones, juego de conceptos, series de elecciones teóricas, y se encuentran en acción en textos jurídicos, expresiones literarias, reflexiones filosóficas, decisiones de orden político, frases cotidianas, y opiniones.

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clasificación y control, así es como este espacio hace posible una combinación de fuerzas que recaen sobre los cuerpos para hacerlos dóciles u obedientes al mismo tiempo que hacen de la organización un aparato eficaz y útil. Entre otras prácticas se encuentra la constitución de un cuerpo higienizado, una preocupación que llegó a la escuela a principios del siglo XX dadas las relaciones con la herencia, la vigorización racial y la evolución entendida como progreso y civilidad, de ahí la constitución del niño “como el ciudadano que la patria necesita” (Roa, et al., 2010), y ¿cual es el niño o ciudadano que se necesita para los tiempos actuales? Entonces valdría la pena mencionar que según (Sánchez, 2012), los ciudadanos se constituyen como sujetos que deben formarse para enfrentar las condiciones de vida actual, deben saber de ciencia y tecnología, ser competentes, tener compromisos sociales y ser responsables con ellos mismos y con las comunidades a las que pertenecen en pro de una mejor calidad de vida y un desarrollo sostenible y sustentable. Se puede ver que hay allí un ejercicio de poder que le define a estos sujetos unos modos de vivir, de manera que de acuerdo a los intereses de cada momento histórico se configuran unas verdades sobre lo que se debe saber, hacer y ser, y en ese mismo ejercicio la escuela conduce a los sujetos a un campo de intervención sobre sus vidas, sin embargo haciendo un juego contrario surgen preguntas como ¿es posible hacer otras historias que rompan con dichas verdades? ¿es posible configurar otras historias sin llegar a esos universales? Entonces es allí donde se da lugar a las historias singulares, donde se abre el espacio para hacer rupturas de tiempo y espacio y donde se puede llegar al sujeto para pensar su devenir y crear su historia, seduciendo pensamientos con prácticas de otros tiempos para hacer una mirada de las propias prácticas, ¿qué hablo? ¿qué hago? ¿qué pienso? ¿qué callo? y ¿cómo he llegado a hacerlo? ¿qué posibilidades tengo? ¿qué opciones elijo? Ciertamente, la historia es un modo de seducir, de jugar y crear, es un punto de ruptura entre lo que ha sido y podido ser, y en esa misma condición de posibilidad se encuentra el sujeto como estrategia, entrelazado por diferentes relaciones con la opción de tejer y destejer, configurando así un tejido singular, su propia obra de arte.

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Familia: la pregunta por la soledad, el deseo de acompañamiento “La fotografía: el arte de detener el tiempo” Entre los hilos con los que se tejen historias en los sujetos se encuentran las relaciones con los otros, y entre ellos la familia que se constituye como un lugar que convoca y a la vez se separa de otras dinámicas sociales, es un lugar del cual emergen múltiples experiencias que son capaces de romper esquemas predecibles, es a la luz de esa multiplicidad de experiencias, que se pueden ver en las fotografías o momentos memorables, que surge la pregunta por el sí mismo y las relaciones que se establecen con lo otro y los otros. De este modo, haciendo una lectura de los álbumes que contienen las fotos familiares, suelen emerger frases como “siempre fuimos varios hijos”, “vivíamos en el campo y había mucho espacio para jugar y crecer” “no teníamos mucho pero éramos felices” “mi madre siempre estaba allí mientras mi padre trabajaba” y la visión de esas fotos en blanco y negro dejan una sensación de una estructura de familia organizada y numerosa, donde eran visibles la figura de padre y madre y los hijos consecutivos sonriendo y posando desprevenidos para la foto. Si en la actualidad observamos una foto de familia, se recurre a un aparato tecnológico como celular , tablet, o pc, en donde la brillantez del color y la pose preparada e histriónica de los sujetos, llama la atención de los ojos que luego de enfocar incentivan la pregunta por ¿quiénes son? y emergen las siguientes frases: “mis amigos y yo de paseo” “mi madre y su novio con los hijos de él y mis hermanos” “mi mapi, porque mi padre es transgénero” “mis hermanos y mi madre con los abuelos” “de fiesta ..en un lugar bonito”...y de verdad que hay que hacer un esfuerzo por comprender el lugar y la estructura de la familia, ¿que ha pasado? ¿Cómo la familia ha llegado a ser lo que es hoy en día? Si bien la familia es un término que da lugar a hablar de experiencias singulares, también ha sido una construcción histórica mediante la cual se han definido ciertas reglas y códigos de comportamiento que se reflejan en otras prácticas sociales como lo que se hace en la escuela, el trabajo, la calle, la comunidad, entre otros escenarios; la familia para el momento actual se constituye en una institución

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que debe velar por ciertos valores ligados a la productividad (autonomía, ciudadanía...) dadas las exigencias y condiciones de este momento; ahora bien, dentro de la dinámica actual de la familia se encuentra una añoranza por lo que fue y no será, ¿será probablemente reflejo de lo que se asume como crisis de las instituciones del cual se deriva la pérdida de valores, inestabilidad y disfuncionalidad? Si realizamos una descripción de las familias de nuestros padres, se identifican claramente: un ser con autoridad y ejemplar, más bien estricto y callado, incansable, que comienza una jornada de trabajo temprano y que termina en la noche sentado presidiendo la mesa para cenar, un ser que da miedo y respeto, que autoriza y que apoya, que castiga y corrige, que otorga y suprime, que ama pero a su forma: el padre. Un ser que siempre huele a harina y dulce, que tiene brazos y piernas fuertes, que abraza y agarra, que consciente y regaña, que es cómplice y delator, que reconforta con manjares y que tiene magia para que la ropa y la casa se vean limpios y cálidos, que tiene todas las recetas para las enfermedades, que sonríe y escucha y que siempre estuvo allí: la madre. Y por supuesto los otros, que pegan, que lloran, que se escapan, que delatan, que ocultan, que muestran, esconden y enseñan, que acompañan, que dañan, que hacen la vida infeliz y feliz al mismo tiempo, que hacen que las fiestas y los paseos nunca sean aburridos, que se meten en problemas o colocan parámetros a seguir: los hermanos. Si continuamos la descripción, es posible que nos encontremos en un lugar especial por una fotografía o como fiel compañía a unos seres callados, que huelen a pomada y pastillas, que acompañan y guardan, que parecen ausentes y que no escuchan muy bien pero que siempre están atentos: los abuelos. Ahora bien, los tiempos de esas familias parecían estar llenos de posibilidades, de espacios abiertos, de verdes prados, de casas grandes, de juguetes y de amigos de barrio, de parques y jornadas de calle, de escuela en donde se castigaba el cuerpo por lo que el comportamiento y la mente hacían mal. Pero siempre estaba la familia para solucionar o callar, para esconder o elogiar, para crecer y porque no para impedir o apoyar...la edad no era definitiva, el trabajar era prioritario y la enseñanza un lujo, y el afán por tener casa y conformar familia se constituía en los pilares de la vida. 26


Autores: Paola Andrea Roa García, Leslie Alexa Sánchez Reyes, Deysi Liseth Serrato Rodríguez, Carolina Vargas Niño

Así los abuelos criaron a los padres y a los hijos que son ahora padres, no obstante algo cambió en ese devenir histórico, social y político, las casas se redujeron a apartamentos de no más de tres dormitorios, los parques se llenaron de concreto, los juegos se conviertiron en un encuentro con la computadora, los amigos se limitaron, las jornadas de calle desaparecieron, la escuela no castiga el cuerpo, ahora juzga la mente y mantiene el matoneo en sus corredores, los juguetes son incomprables y los niños se comparan por la marquilla de sus trajes y accesorios. Y la familia...la familia pasa de una época en donde los conflictos se solucionan y se arreglan, a otra, donde si surge un problema, se separa y olvida, donde el trabajo se convierte en el único alimento para el cuerpo, donde acumular sin necesitar es una meta, donde el lujo y el confort sólo se consiguen con dinero y no con tranquilidad, donde formar una familia es lo último que se desea, y por el contrario las posibilidades se cierran para pertenecer a una familia, ahora solo hay individuos competentes, eficientes, eficaces y efectivamente solos. Las familias de ahora son diversas, algunas, son de tres integrantes, una madre que parece que no decidió serlo, un padre que por suerte asumió su rol, y un hijo que crían los profesores y no sus padres; algunas madres jóvenes que parecen jugar con muñecos y que sufren por su experiencia porque dejan de lado la vida misma, sin padre conocido, y un hijo que se convierte en carga económica y de afecto para los abuelos y en un problema para la sociedad; familias que son de padre y madre divorciados que unen los hijos resultantes de sus experiencias en una sumatoria de esfuerzos por la felicidad de todos y a la vez de ninguno; familias que son de hijos de madres y padres jóvenes que crían los abuelos mientras los padres siguen estudiando y trabajando. Definir y describir las familias que en la actualidad existen, se distinguen por una pregunta ¿soledad?, tanto los padres como los hijos, se acercan peligrosamente en generaciones, lo que incrementa que la urgencia económica por mantener las necesidades básicas, aleje la compañía y el disfrute de la experiencia de conformar una familia, ya que al parecer, la familia, ahora se hace por equivocación y no por convicción, o por lo menos eso es lo que prima en la sociedad. 27


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A través de este recorrido por lo que ha pasado con la familia alrededor de las últimas tres generaciones se puede notar que es una historia ligada a procesos sociales y culturales, de modo que las transformaciones de la estructura, composición y campo de acción que se han generado responden a relaciones de diferentes órdenes que han hecho que los sujetos tengan ciertos intereses, de residencia, ingresos, reproducción, socialización, entonces a la luz de la historia no hay mejores o peores condiciones para la organización de la familia, no se mide en pérdidas o ganancias, “la familia de hoy no es ni más ni menos perfecta que la de antaño: es distinta porque las circunstancias son distintas” (Segalen, M., 1992; 2) Lo interesante de hacer una mirada de los modos en que se ha organizado y funcionado la familia tiene que ver con las relaciones de afecto que surgen de allí, tanto de su dinámica propia que por ejemplo hace que se constituya como un lugar de refugio, como de las relaciones externas que hacen posible que se establezcan y se extiendan las redes de socialización, en ello la escuela juega un papel importante para hacer que los sujetos se involucren con la dinámica social del mismo modo como se generan unas formas de relacionarse particulares en el encuentro de los sujetos, entonces se puede hacer una lectura de sí, de las marcas y afectos que se han cruzado y han emergido de las propias historias familiares, es allí en ese lectura donde se cruza la pregunta por la soledad y el deseo de acompañamiento. Ahora bien, de acuerdo a las relaciones que se extienden hacia otros escenarios se encuentra la escuela, y allí los límites son difusos de manera que es posible arrojar como pregunta ¿y si para algunos la escuela es la familia?, así es importante reconocer el modo como se establecen estas relaciones, entonces, “La escuela, en primer lugar, sustituye a los padres incapaces de educar a sus hijos. Poco a poco, la imposición de la escuela sobre la vida familiar se acentúa a lo largo del siglo XIX, la escuela ya no es una prolongación de la educación familiar, sino el lugar de la producción de la familia por la escuela” (Segalen, 1992; 33) En ese mismo sentido, cada vez en la escuela, como la pequeña institución de la gigantesca sociedad, es más común encontrar jóvenes embarazadas, y el asunto se vuelve problemático no sólo para ella y su familia sino para la comunidad educativa en general y el gobierno en particular, entonces el

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asunto de la decisión, del placer y hasta del amor, que sólo involucra al sujeto singular, se ha convertido en asunto de un colectivo que parece tener las normas para sentir y hacer desde el cuerpo y la mente de los jóvenes, que llegan al colegio y que además dictaminan una serie de órdenes y procedimientos que reposan redactadas excelentemente en las políticas, queda desde luego la pregunta por ¿quienes están embarazados? Entonces, de acuerdo a lo que se dice, los hijos son padres cada vez a más temprana edad, y esto se cuestiona y se señala, cuando los abuelos de los abuelos concibieron en esas mismas edades, pero claro eran otros tiempos, donde el embarazo y un hijo era una condición de posibilidad de la felicidad y de la familia, ahora un embarazo suele ser no deseado y un hijo se convierte en un obstáculo para continuar con la vida, y por ende en un problema para que la familia se mantenga unida o se conforme una nueva; qué antitesis ésta, en donde el origen de una vida se da por curiosidad e irresponsabilidad, falta de prevención y educación, y al contrario de felicidad causa destrucción, como reacción en cadena de los implicados alrededor del nuevo ser, la pregunta que queda es ¿dónde están las relaciones de afecto que es lo que convoca a la familia? ¿dónde está el refugio y el deseo de acompañamiento? Si esa vida llega a ser posible, la madre debe haber pasado por una serie de señalamientos, reflexiones y rechazos que devienen del fenómeno de la sexualidad adolescente y del consumo de sustancias psicoactivas que como efecto de la soledad en el crecimiento de estos nuevos hijos deja como consecuencia, sin embargo y apesar de estas verdades predecibles ¿cual es la lectura de lo que pasa con los sujetos? ¿qué pasa con sus cuerpos y sus vidas? ¿qué pasa en la relación con el otro como pareja o como hijo? Estos son diferentes ejes de experiencia que conforman a la familia, y de allí surgen otras preguntas como modo de llegar al sujeto y cuestionar sus prácticas: ¿hay embarazos no deseados? ¿en qué momento el embarazo se volvió deseo?, ¿el embarazo es un deseo colectivo (de la pareja) o individual? ¿ hay una edad para ser madre? ¿los miedos y dudas los tiene sólo una mujer joven? ¿cómo se sabe la edad adecuada para dar vida y para ser madre o padre? ¿qué te hace madre o padre? ¿la familia se elige? ¿que posibilita o limita la soledad? ¿que opciones de acompañamiento posibilito y elijo?

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El ser maestro. Salvando a los otros, al mundo. ¿Y yo? “El docente: tiene status y reconocimiento social, el profesor: profesa su saber, el maestro enseña y aprende y reflexiona sobre su ser y quehacer” Pensar al sujeto inevitablemente pasa por pensar la escuela, y lo que ésta institución llena de acontecimientos singulares genera en sus actores, lo que les posibilita en términos de formar o deformar sus vidas, de construir con otros y de retornar a sí mismos, por eso, estas líneas están dispuestas a pensar el sujeto maestro, desde su ser y quehacer, sus exigentes responsabilidades sociales y sus posibilidades. Muchos profesores comienzan su labor cada día adaptándose a una realidad que no les pertenece, pero que se hace propia con cada ser que se recibe en el aula de clase, con cada situación que sobrepasa el conocimiento y el saber que se expone en el aula, que rebosa los formatos de la gestión educativa, y que parece ajena a las normas y políticas que designan el deber ser y hacer , los manuales de convivencia y las leyes y decretos que quedan como trozos de papel ingenuos e inocentes ante la realidad cruel y dura que se da en la institución de la escuela. El maestro en su aula, se convierte en el padre, la madre, el amigo, el que escucha, y hasta el protector de cada uno de sus estudiantes, en el ser que admirar y quien da ejemplo. Ese ser que parece tener una doble vida una en la escuela, en los pasillos y en las aulas, y otra vida con una familia que también escucha y se sorprende por el futuro de la sociedad; pero ¿qué es ser maestro?, y entonces aquí es donde vale la pena reconocer la historia del maestro, es decir, las transformaciones que han generado diferentes experiencias de ser, es así como, el maestro no siempre se ha pensado en función de los estudiantes ni de su aprendizaje, no siempre estuvo en función de un plan de trabajo, un horario, unos compromisos sociales, unos problemas de la población, sino que también tiene un lugar para sí y su transformación; entonces, la idea de escuela, enseñanza y método no lo subordinan sino que su historia le ha dado otros lugares de experiencia.

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Según Quiceno (2010), el término “maestro” tiene una historia particular que muestra su forma de existencia en la antigüedad cuando como condición única estaba la transformación de uno mismo por uno mismo, es así que “el maestro” no procede de educar a otros en la escuela, sino de educarse y de educar a otro, otro que se llamó discípulo y no alumno. Maestro tiene, pues, un sentido mucho más antiguo que el maestro de escuela. Maestro fue, primero que todo, la actitud de educarse a sí mismo y después educar a otra persona, pero sólo a una sola” (Quiceno, 2010; 1) Es paradójico que aún cuando se reconozcan formas de existencias como maestros, así como los que había en la educación de los filósofos y sofistas, se haga referencia a este término como la persona encargada de otros asuntos actuales, lejos de la preocupación por sí mismo y por el otro individual, luego entonces, ¿no es posible que existan maestros en la actualidad?, aquí vale mencionar que más allá de los cambios de denominación lo que importan son las prácticas, y que en ese mismo sentido vale la pena preguntarse ¿la transformación de sí mismo por sí mismo es una regla que constituye nuestra experiencia? Ante estas inquietudes no se hace en vano resaltar que los maestros estamos convocados a salvar el mundo en términos de formar el ciudadano que se requiere, entonces parece trivial la pregunta por la transformación de sí mismo, al parecer esta pregunta ha sido desplazada por otras exigencias más inmediatas y globales, como lo menciona Saldarriaga (2002) volver al niño más autónomo e independiente, institucionalizar el proceso de enseñanza- aprendizaje, enseñar saberes más complejos, y tener el método como herramienta fundamental para exponer de forma clara, sencilla y muy simple el conocimiento. Retomando a Quiceno, “Docente es el que educa la población. Educar la población no requiere transformación de ser, del cuerpo y del alma. No pone en juego el alguien, porque ese alguien es un cualquiera. Docente es un espacio que cubre o llena un cualquiera según las necesidades y urgencias de la población, que son sobre todo de transmisión de saberes, disciplinas y códigos. La población requiere de saberes técnicas y tecnologías y para ello necesita de un cualquiera que produzca esa transmisión en cualquier aparato de educación y por cualquier medio” (Quiceno, 2010; 3)

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En esta posición “cualquiera” se encuentran los docentes, y es muy fácil ocupar ese lugar cuando hay un estatuto que aprueba su perfil como cualquier profesional idóneo en términos de desempeño y competencias de procesos educativos incluso externos a su práctica pedagógica, es decir, externo a las relaciones particulares con los sujetos, con el saber y consigo mismos, así lo expresa el actual estatuto docente “La función docente, además de la asignación académica, comprende también las actividades curriculares no lectivas, el servicio de orientación estudiantil, la atención a la comunidad, en especial de los padres de familia de los educandos; las actividades de actualización y perfeccionamiento pedagógico; las actividades de planeación y evaluación institucional; otras actividades formativas, culturales y deportivas, contempladas en el proyecto educativo institucional; y las actividades de dirección, planeación, coordinación, evaluación, administración y programación relacionadas directamente con el proceso educativo” (MEN, 2002) Ante la cantidad de funciones que hay que cumplir, sumado a las evidencias que cada actividad supone, la preocupación por el sí mismo y por el otro pasa a otro plano o entra a hacer parte de las crisis y tensiones presentes; tal vez en el reconocimiento de esa crisis es que se pueden generar otras experiencias, por ejemplo la escritura, la investigación, éstas como formas de empoderamiento de la propia práctica y de movilización de la posición “cualquiera”, crisis que puede impedir el olvido del sujeto, su saber y su hacer singular para que no sea reemplazado por otros objetos o virtualidades. Ahora bien, ante la diversidad de prácticas culturales o identidades ciudadanas, y ante el desbordamiento de la escuela a otros escenarios sociales, se requiere a un formador, que ya no solo está interesado en enseñar disciplinas y códigos, sino que en términos de Quiceno (2010) le interesa un saber hacer y saber ser que deviene del saber profesional, el mismo que puede funcionar en una institución educativa, en un banco, en una empresa, o una agencia, entonces, “Educar, en la actualidad, consiste en atravesar la población-gente para asignarle los nuevos lugares productivos, y educarla en relación a los problemas relativos a ella. Para ello se requiere un formador, aquel sujeto cuyo saber consiste en pensar la población y hacerla entrar en formas de organización, administración y gestión”. (Quiceno, 2010; 13)

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Como efecto de los intereses actuales que tienen que ver con conducir la población hacia ciertas formas de pensar, hacer y ser, se generan otras experiencias y formas de existencia del “maestro” como formador, de ahí se encuentra la formación como práctica que cruza el ser y el quehacer del maestro, y que tiene como punto de encuentro el deber de formarse y de formar a otros, en este punto se encuentran posibilidades de involucrar la experiencia como lugar de formaciones, transformaciones, o deformaciones propias, así como se abren espacios para hacer, pensar y poner en juego otros modos de relación que lleven a un lugar propio desde donde pensar-se, formar-se o deformar-se. Dentro del abordaje de la historia del maestro y pensando en sus posibilidades de ser, vale la pena arrojar ciertos interrogantes como, ¿cuál es el lugar, el campo de saber propio del maestro, desde el cual puede pensar su práctica y pensarse en relación con ella? ¿Existe un lugar que permita interrogar las relaciones con los sujetos?, entre nuestras prácticas ¿hay lugar para interrogar el presente? la pregunta por el lugar es por tanto la pregunta por la regla que constituye nuestra experiencia como maestros, ¿el conocimiento? ¿la información? ¿la producción? ¿la formación? ¿el ser? ¿la moral? ¿la pedagogía? ¿la ética? Preguntarse por el lugar o la regla de nuestra experiencia, es decir, lo que nos hace ser los maestros que somos, nos permite tomar una postura propia de otras que se nos ha asignado, como por ejemplo el de ser salvadores del mundo, que aun cuando lo aceptemos en cierta medida o no, o aun cuando sobre semejante responsabilidad se sienta algo de culpa por no cumplirlo del todo, podemos pensar que hay un lugar para sí mismo que no necesariamente corresponde con las exigencias de afuera aún más cuando son exigencias que no se involucran con la experiencia propia del sujeto, entonces más allá de un propósito egoísta está la posibilidad de encontrar una relación donde el sujeto se transforme e incite la transformación de otros. De ese modo, teniendo en cuenta la postura de Runge (2003) frente al modo de entender la formación como posibilidad de elaboración singular y movimiento de transformación de sí, se encuentra una relación pedagógica en tanto el maestro tiene como condición necesaria la autoformación a través de prácticas como la filosofía en términos de la interrogación sobre sí

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y el mundo, la investigación como forma de problematizar sus prácticas, la escritura y la voz como potencias del maestro, la práctica pedagógica y la inquietud para incitar la autoformación de los otros, no se trata de señalar el camino a la verdad, es decir lo que deben saber y ser que se refleja en la inocente pregunta ¿así profe?, sino de incitar la continuidad o el tránsito de unos recorridos propios, se trata de una relación pedagógica sobre la base de la libertad y la relación con uno mismo que implica el reconocimiento del otro en su “irreductibilidad”. Desde luego, de acuerdo a esta postura no se puede hablar de un maestro que por ser figura pública es ejemplo del cual los estudiantes reproducen sus prácticas, si bien cada maestro como autor de lo que hace puede aceptar o no ser ejemplo o modelo de otros, sí es importante reconocer en los otros la posibilidad de elegir y no únicamente de reproducir, y así también se encuentra una relación posible en tanto el maestro reconoce al otro o a los otros y se reconoce en relación con el otro, en eso consiste la intersubjetividad y el retorno sobre sí mismo que menciona Filloux (1996) y que vale la pena tomar en cuenta para cuestionar nuestro lugar de salvadores y darle lugar a la pregunta por sí mismo, ¿cómo nuestras prácticas visibilizan un retorno de sí mismos? ¿cuáles son los propios deseos de enseñar? ¿Qué saberes enseño para mi vida y para otras vidas? ¿cómo a partir de estos saberes, deseos e intenciones posibilito un retorno de sí mismos en los otros?

Buscando la salvación de todos los problemas. Entre soluciones, recetas y la pregunta por el cómo Retomando las anteriores líneas como forma de llegar al sujeto como estrategia, es decir, como posibilidad de creación de su propia vida, de lo que es y deja de ser, es importante darle lugar a las relaciones que se entrelazan para generar en los sujetos unos intereses y preocupaciones que se involucran con sus prácticas de vivir, de modo que se encuentran en una incesante y cada vez más ambiciosa búsqueda de la salvación a todos los problemas, de ello surge como pregunta ¿en qué momento se multiplicaron los problemas? ¿cómo salvarse en medio de este desquiciado mundo lleno de recetas?

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Pensar en los problemas que hoy nos convocan y el tipo de soluciones que se requieren, implica pensar la dinámica del mundo actual, de modo que se puedan generar espacios de interrogación y no únicamente de reproducción de respuestas inmediatas, recetas y herramientas formuladas, verdades e innovadoras soluciones que no pasan por pensar ¿cómo es que eso ha llegado a ser problema u objeto de preocupación?, es decir, más allá de las respuestas predecibles se trata de abrir un posible campo de acción. En el camino a la salvación es imprescindible pasar por problemas de diversa índole, actualmente hay problemas de salud, salud sexual, salud mental, impactos de la ciencia y la tecnología así como de las actividades humanas sobre el medio natural y los ecosistemas, problemas de crecimiento de la población humana, crecimientos de embarazos adolescentes y otras enfermedades sexuales, problemas de energía y agotamiento de los recursos naturales, problemas de pobreza y violencia, problemas de consumo de psicoactivos y sus desencadenantes efectos asociados a comportamientos de riesgo. Son estos problemas que lejos de preocuparse por lo que pasa con los sujetos que vivencian estas situaciones se exige de éstos unos valores, actitudes y apropiaciones que correspondan con comportamientos aceptables, por ejemplo, el ser responsable y de ahí tomar decisiones responsablemente, pero, ¿ser responsable es cumplir con las tareas que asignan otros? ¿cómo hacerme responsable de algo que no comprendo? ¿cómo tomar decisiones responsables de una vida que otros han elegido? De ninguna manera se quiere negar la importancia que tiene el hecho de tomar decisiones y ser responsable, pero sí se cuestiona el modo como se inserta en las prácticas de los sujetos y los conducen a una vida predefinida que en muchos casos está alejada de las experiencias de los sujetos, por eso es importante pensar al sujeto para que desde allí se asuma relaciones de afecto sobre sí mismo, su cuerpo y el cuerpo de los otros, de esta manera hay lugar para elegir y tomar opciones de vida. Gracias a la multiplicidad de problemas que nos invaden se han formulado a su vez cantidades de soluciones y recetas que se agotan y que incitan a buscar más, entonces ¿cuál será la receta de la salvación? ¿cuál será la fór-

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mula para evitar bebés, enfermos y locos?, ante estas preguntas la respuesta parece obvia, la “prevención”, pero ¿qué se previene? ¿quienes previenen? ¿a quienes se previene? ¿para qué se previene? Aunque el término “prevención” circula por una inmensidad de discursos sus prácticas son muy difusas, se consideran desde luego unas acciones que se toman desde la educación, puesto que se asume “que el primer paso para la prevención es la educación, brindarle a los jóvenes los conocimientos suficientes sobre los riesgos a los que están expuestos para que eviten caer en la drogadicción, porque la ignorancia los hace más vulnerables”. (SED, 2010) Entonces entre las estrategias de prevención que se han hecho desde la educación se rescata el hecho de incluir dentro de los programas o proyectos educativos y transversales, información sobre los riesgos, la salud y los entornos saludables, se han implementado actividades como la construcción de jardines que impidan la venta de estas sustancias, así como talleres, conferencias, foros, campañas, y en general acciones que más que ser represivas promueven unos estilos de vida en los jóvenes. Ahora bien, más allá de la reproducción de la información y de las actividades que parecen atender más a los requisitos y a la inmediatez que al acontecer diario de la escuela y a los procesos de los sujetos, valdría la pena pensar en estrategias que superen la información y lleguen a la experiencia singular de los sujetos, que superen estilos de vida predefinidos para ofrecer elementos a través de los cuales pueden crear sus vidas y sentirse actores de sí mismos, que superen el libreto aprendido donde los estudiantes saben cómo responderle al profesor de acuerdo a lo que el profesor quiere escuchar, para darle lugar al arte de vivir en su misma existencia, son entonces estas acciones las que rompen con la fórmula para tener más opciones y posibilidades de creación. Romper esquemas bajo los cuales hemos sido formados y hemos querido formar a otros es mucho más complicado que seguir en la rutina, por eso muchas veces se adopta la posición cómoda de creer que lo que se ha hecho de alguna forma ha funcionado y que es responsabilidad de los otros si no atienden a lo que se les informa, finalmente parece que la vida de los maes-

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tros no ha pasado ni pasará por ninguno de esos problemas, primero porque se considera que son adultos responsables, y segundo porque el hecho de ser maestro lo pone en el lugar del experto, el que sabe, el que sabe cómo ponerse un condón, el que sabe decir no, entre otras cosas que se supone siempre ha sabido. Al parecer son los jóvenes los que son vulnerables a estos problemas, son ellos por falta de “experiencia” y “tiempo vivido” los que no saben y hay que decirles lo que deben hacer, son ellos los que deben ir a la escuela para evitar todos los peligros de la calle, son ellos a los que hay que prevenir pero también de los que hay que prevenirse porque muchos de ellos llegan con prácticas “anormales” como traer hijos al mundo a temprana edad, enfermarse con ETS, drogarse, cantar canciones destructivas, bailar pornograficamente y usar objetos o marcas extrañas en sus cuerpos, sin embargo quedan preguntas como ¿qué es ser joven, tener prácticas extrañas? ¿son los jóvenes los únicos que traen “bebés no deseados” y los que pueden llegar a ser enfermos y locos? ¿cuáles serían las potencias de la condición de ser joven? ¿y si en vez de prevenirles sus vidas contra el sexo y las drogas les permitimos otras relaciones que los lleven a potenciar sus vidas, asumir sus cuerpos y las relaciones con los otros de un modo reflexivo y creativo? De acuerdo a lo que se considera problema, sujetos vulnerables y soluciones, es claro que esos esquemas y fórmulas se agotan frente a esa multiplicidad de relaciones que se encuentran y desencuentran en la experiencia de los sujetos sobre sexualidad y consumo, agotan el saber experto que se supone universal y verdadero porque establece lo que es normal, lo que es legítimo e incluso legal, se agota el saber experto proveniente de campos de estudio de la sexualidad y psicoactivos como la medicina, la fisiología, la biología, la psicología, y se pone al mismo nivel del saber que circula en la calle, la escuela y los medios de comunicación porque aunque correspondan con diferentes umbrales de legitimación lo importante no es si es verdad o no sino la experiencia en relación con ello, y cómo esa relación con el saber le permite a los sujetos pensar sobre sí mismos y realizar ciertas prácticas sobre sexualidad y psicoactivos, es decir, el abordaje de estas prácticas implica ir más allá de los discursos que circulan sobre ello, más allá de la noción de problema para referirse y preguntarse por el sujeto. 37


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Por lo anterior y con toda la exigencia y responsabilidad que se le adjudica a la escuela y a sus maestros de asumir una educación en estas prácticas, lo que se problematiza es ¿se educa en sexualidad y uso de psicoactivos? ¿qué implica educar en estas prácticas en el escenario de la escuela? ¿qué reflexiones sobre estas prácticas se hacen desde la enseñanza? es aquí donde vale la pena preguntarse por lo distinto que hacen los maestros, no sólo por los saberes que se construyen y que ponen a circular sino por las relaciones particulares que se dan con los sujetos lo cual permite un espacio de movilización, un espacio de pensamiento y creación del maestro y de los sujetos que construyen con él. En la singularidad y el acontecer de este espacio no caben las recetas, no hay salvavidas, sólo hay elementos que permiten movilizar porque mueven las fibras de los sujetos, elementos para tomar elecciones de vida y entre estos elementos se encuentran las preguntas, la constante interrogación e inquietud por sí mismos, la pregunta por cómo he llegado a ser lo que soy hoy, cómo posibilito mi devenir singular, es decir, lo que soy y dejo de ser, ligada a la práctica de tejer y destejer mi propio tejido, y entonces aquí lo esencial no es cómo salvarme o evitar los problemas sino cómo movilizarme a otros lugares y configurar otras relaciones que permitan nuevas posibilidades de vida.

Sexo, sexualidad y psicoactivos. Del placer por naturalizar las prácticas y el deseo de otros tránsitos “Lo interesante de una persona son las líneas que la componen, o las líneas que ella compone, que toma prestadas o que crea” Deleuze La pregunta central que nos ha llevado a hablar de los sujetos es si ¿es posible educar en la sexualidad y el uso de psicoactivos?, está en términos de pregunta y no de afirmación porque los tránsitos nos han mostrado que el asunto desborda la estrategia política de controlar y gobernar los cuerpos y la población de acuerdo a ciertas prácticas que se deben naturalizar en los modos de ser de los sujetos, y este desborde implica que no es suficiente con los proyectos de educación sexual, o la política nacional de SPA, sino que 38


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hay que comprender el cruce de los discursos alrededor de los sujetos en el marco de la cultura y las condiciones históricas en las que se encuentran, así como las marcas singulares que cada uno en su propia historia compone. Como parte de las prácticas discursivas que se producen alrededor de la sexualidad y los psicoactivos se encuentran algunas verdades y lugares comunes que circulan en diferentes escenarios y que emergen a propósito de unas preocupaciones del momento, como el ser asuntos de salud pública por los efectos que algunas prácticas generan en la población y la productividad de la sociedad, entonces se constituyen sujetos problema como los adolescentes embarazados, los enfermos de ETS, y los drogadictos, quienes no pueden continuar con el “plan de vida establecido”, y a quienes se les niegan los tránsitos recorridos en su experiencia de vida y lo que pueden vivir por no cumplir con la única manera que tienen de vivenciar la sexualidad y la relación con los psicoactivos de forma que sea saludable y responsable, y entonces ¿cómo pensar esas discontinuidades u otras relaciones que no corresponden a la verdad? Como forma de vivenciar la sexualidad se encuentran las prácticas sexuales asociadas al acto genital y la información en torno a éste, aún más cuando se trata de los riesgos que se presentan en la salud de la población, de ahí que se debe educar en derechos sexuales, como el derecho a la procreación, a la toma de decisiones, a obtener información, a decidir responsablemente cuántos y cada cuanto tener hijos, a la atención en salud sexual y reproductiva para evitar conductas de riesgo como embarazos no deseados y contagios de transmisión sexual, entonces, la sexualidad se reduce en términos de sexo, órganos reproductores, género, enfermedad, reproducción y métodos de anticoncepción, desplazando al sujeto y todo lo que pasa con él, con lo que sabe sobre sí mismo y lo que decide sobre su cuerpo, y no porque no pueda ejercer sus derechos sino porque no hay lugar para problematizar sus propias prácticas. Si bien la sexualidad pasa por comprender aspectos fisiológicos de las prácticas sexuales no se agota allí, valdría la pena mirar todas las relaciones que acontecen en la experiencia de sí para notar que no es cuestion de información y conocimiento, por esa misma razón los intentos por universalizar 39


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e instaurar un saber sobre sí mismos generan tantos conflictos cuando las prácticas se salen de lo normal y lo validado, prácticas marginales cercanas al ser o estar loco o enfermo. En relación con las prácticas de consumo de psicoactivos se asume desde una perspectiva negativa del mismo, sin embargo es importante problematizar la noción de consumo de manera amplia, aún más cuando se considera que la sociedad actual desde las lógicas del nuevo capitalismo se caracteriza por ser una sociedad de consumo, entonces no sólo se consumen psicoactivos, “la publicidad, la imagen y los medios de comunicación promueven y fortalecen la sociedad de consumo y crean los imaginarios culturales para formar al ciudadano consumidor de símbolos propios de la sociedad semiotizada, que supera las formas del conocimiento tradicional y crea nuevos patrones culturales difundidos a través de la T.V., los videojuegos y la informática” (MEN, 1998) Ahora bien, la denominación “sustancia psicoactiva o SPA” que desde el lugar común se instala, es problematizadora, pues desde una mirada fisiológica muchas de las sustancias que se consumen son psicoactivas debido a que ejercen algún tipo de efecto sobre el sistema nervioso central, encontrándose dentro de ellas la cafeína, la teína, el alcohol y otros compuestos que es posible hallar en diversos alimentos o bebidas de consumo cotidiano que son consideradas sustancias legales, entonces, es pertinente cuestionar e interrogar lo que se comprende por SPA, las relaciones que se tejen a propósito de éstas y las prácticas de los sujetos. Problematizar e interrogar el consumo de psicoactivos más allá de considerarlo como un problema de salud e inclusión social se constituye en objeto de pensamiento de sí mismo pues remite precisamente a unos modos de ser, entonces, sin el ánimo de aceptar verdades alrededor del consumo de psicoactivos y tampoco sin querer ignorar estas prácticas y sus múltiples efectos en el cuerpo y la población, este objeto de pensamiento que hoy nos convoca es una posibilidad para pensar el sujeto y las discontinuidades desde unas líneas de fuga o resistencia que propicien el retorno a sí mismo, el pensar y visibilizar las opciones y elecciones de vida que se toman a lo largo de su devenir reconociendo los tránsitos, lo que han sido y pueden ser.

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Entonces pese a que hay un afán por naturalizar las prácticas sobre cómo se debe vivir en relación con la sexualidad y los psicoactivos también hay unos tránsitos que se desvían de esos modos de ser, que más allá de su condición de imposibilidad, de negación y muerte, puede ser asunto de pensamiento para generar movilizaciones y para establecer otras relaciones que emergen de la experiencia. Ahora bien, como parte de las prácticas en relación con los psicoactivos y la sexualidad que se vivencian en la actualidad, se ha encontrado una fuerte preocupación por lo público y lo privado, ahora las prácticas que antes eran solitarias y en espacios privados se salen a un espacio de visibilidad y permiten otras relaciones que hacen que sean prácticas grupales, lo primero que este objeto de preocupación deja entrever es que las prácticas no aparecen de un momento a otro ni han permanecido ocultas, tal vez han existido bajo unas formas de legitimidad y entre esas formas actuales está el hecho de mostrar ciertas prácticas que en palabras de Ferres (2000) se encuentran en una cultura del espectáculo, y entonces ¿qué se quiere mostrar? Ante las condiciones actuales es importante reconocer la velocidad, las relaciones con lo virtual y los efectos de la imagen en las maneras de pensar, hacer, sentir y ser, tal vez entre esas condiciones está la posibilidad de mostrar de una manera más dinámica y más implicativa la experiencia que se construye con otros y consigo mismos, de ahí que la sexualidad hace parte del espectáculo, sin embargo el asunto se vuelve conflictivo cuando estas prácticas se encuentran en espacios de visibilidad y socialización como las instituciones y entre éstas la escuela, de hecho “La misma institución escolar se siente confusa y desorientada a la hora de asignar responsabilidades por sus propios fracasos e incapaz de ofrecer a la sociedad respuestas satisfactorias. ( ) los responsables de los planes de estudio no parecen haberse preguntado seriamente qué comporta ese hecho, qué cambios profundos implica en las nuevas generaciones y qué cambios profundos debería implicar en el sistema educativo” (Ferres, 2000; 41) Entonces al pensar estas relaciones que acontecen en el escenario de la escuela y que le generan una exigencias en términos de las respuestas, el control y el manejo que debe ofrecer, habría que preguntarse por el modo de

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ser de la escuela hoy, sus cambios y las dinámicas que establecen los sujetos que la habitan para pensar en apuestas que le apunten a esa realidad y que a su vez permitan interrogar lo que está ocurriendo con nosotros mismos, donde pase un proceso reflexivo de lo que vemos y decimos, de las imágenes que producimos y ponemos a circular; apuestas donde se pueda estar presente en “los vientos que soplan y mares que surcan” en este momento. Es importante reconocer esos movimientos, la fuerza y las múltiples relaciones que se establecen dentro de las condiciones actuales, entre los intersticios o espacios que se derivan, que escapan de los filtros de comportamiento se generan otras experiencias, marcas singulares y por tanto mundos posibles, y más allá de la fantasía y el deseo por reconocer esos tránsitos está la posibilidad de entender a nivel general lo que pasa en este momento histórico y cultural y a nivel singular lo que pasa con los sujetos.

La investigación. Condición de romper y crear. Dirigir la mirada con incertidumbre a aquello que le interesa al sujeto, que lo incita y lo moviliza, más que constituirse en un ejercicio esporádico y realizado en el marco de la academia, es una forma de vida, una experiencia que trasciende y posibilita establecer relaciones con el saber desde otros lugares, en esa medida aquí el saber termina atravesando al sujeto brindándole otros elementos para su constitución y para ver, sentir, pensar el mundo y entrar a construir con el otro. En esa medida, la investigación se constituye en un ejercicio que se configura desde los gustos y pasiones, desde las tensiones que se generan y los cuestionamientos que emergen al problematizar lo que se dice y se piensa. Por tanto, ésta se asume como una forma de resistencia creativa y liberadora, un modo de subjetivación, pues lleva a preguntar por el sí mismo y por el sujeto que se cree ser y no para consolidarlo, sino para entrar a deconstruirlo de tal manera, que se dé lugar a otras posturas y lugares de pensamiento que enriquecen las prácticas y los intereses. Entonces, no es en vano visibilizar que la práctica investigativa termina configurándose en una experiencia singular que toca el adentro y el afuera, que genera nuevos pliegues y que permite la consolidación de puntos de fuga donde lo marginal es potencia para crear. 42


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Desde esta perspectiva, la investigación pensada desde la pedagogía no se asume sólo desde su carácter productivo sino como un espacio donde el maestro tiene la oportunidad de dirigir la mirada a sí mismo y a su práctica pedagógica para lograr interrogarla, por tanto aquí se hace una apuesta a pensar la pedagogía como un saber que se teje en las relaciones con otros saberes, un espacio propio del maestro que se constituye a través la reflexión a propósito de la escuela, la enseñanza, el aprendizaje, la educación entre otros aspectos. En esa medida, se evoca la investigación como un ejercicio de pensamiento que invita a deslocalizarse de la idea de que el maestro sea un reproductor de conocimiento y por el contrario asumirlo como un intelectual y ser intelectual “…es un estado, una experiencia, un estilo de vida que se preocupa de producir libertad, de luchar por la libertad, de crear libertades, no para otros, sino para sí mismo, para su propio ser como sujeto.” (Quiceno, 2005, p. 101) Por tanto, la investigación y la pedagogía se acogen como elementos fundamentales que permite pensar lo que acontece en la escuela, lo que desde allí se construye y circula, además, de permitir diferentes miradas y posicionamientos frente al quehacer del maestro dentro del marco de la globalización, posibilitando la creación de espacios de resistencia que le permitan moverse y pensarse desde otros lugares y desde la distancia de aquellos discursos que atraviesan la escuela y la enseñanza. Por tanto, para los objetos de interés que el PFPD como espacio de formación convoca, la sexualidad, la educación sexual, el cuerpo, los psicoactivos, consumo, entre otros que surgen a propósito de prácticas y discursos que cruzan la escuela y la práctica del maestro, es importante pensar la investigación como posibilidad para interrogar estas prácticas y generar abordajes que surjan de las experiencias y la problematización de sus propias prácticas pedagógicas, en términos de lo que se dice y se hace sobre los sujetos y lo que se debe saber sobre sí mismos, de esta forma se da lugar a la pregunta por el sujeto y por sus relaciones consigo mismos, lo otro y los otros. En ese sentido surgen preguntas como ¿Cómo se está pensando la escuela y sus interrelaciones con la ciudad, la familia? ¿cuales son las prácticas actuales de la sexualidad y el consumo en la escuela? ¿cual es el lugar que toma el maestro en relación con estos discursos y prácticas? ¿cual es la lectura de los sujetos en la escuela? ¿cual ha sido el abordaje de estas prácticas? ¿Cómo se puede constituir una estrategia de abordaje que incluya lo anterior? 43


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Lo que se puede notar a lo largo de las líneas anteriores es que hay unos tránsitos que generan rupturas de espacio y tiempo, que transitan de lo legitimo a lo ilegal, de lo conocido a la novedad, de la curiosidad al placer, del placer a lo válido, de las búsquedas a las verdades, de las recetas a las preguntas, de la información a la vivencia, de las instituciones al espectáculo, de los viajes al retorno a sí mismo; es decir, finalmente no hay una única direccion posible de vivir la sexualdiad y el uso de psicoactivos, no hay una sola forma de contar su historia, de constituir familia, de ser maestro, ni mucho menos de ser, los tránsitos singulares muestran que la estrategia desde la cual se abordan estos asuntos rompe con la regulación, universalización y aplicación de técnicas, y se encuentra en un sistema de relaciones que se envuelve y desenvuelve desde las experiencias particulares de los sujetos, desde los tránsitos que permiten ir configurando el tejido singular de su existencia como obra de arte. La estrategia como arte de romper, de permitir tránsitos y movimientos singulares trasciende el escenario curricular, no es una predeterminación de acciones, no es una propuesta estática, es más bien el espacio de pensamiento, de interrogación como modo de llegar a los sujetos, de hacer el retorno a sí mismos y hacernos actores de nuestra existencia, artistas y creadores de posibilidades de ser y vivir.

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El Cuerpo. Cuestionando el saber Pensar el cuerpo como superficie de inscripción y creación del sujeto mismo, de sus deseos, experiencias y resistencias, implica ampliar la mirada sobre éste, tomando distancia de su mera existencia biológica y tangible, para asumirlo como un potencializador de la vida misma, de la emocionalidad del sujeto, de su movilidad a través del pensamiento y sentimiento. Un cuerpo que a modo de apuesta creativa posibilita otros modos de ser y estar lo que conlleva “...reconocer múltiples posturas, otras luminosidades en torno al cuerpo que le permitan a cada uno descubrir la luminosidad propia de su cuerpo desde la experiencia singular, desde los modos de existencia en particular. (Jaramillo, 2011, p: 2) Sin embargo, desde lo que circula el cuerpo se ha constituido en objeto sobre el cual recaen diversas prácticas y saberes que actúan como moduladores del mismo pues “El cuerpo ha sido domesticado y direccionado a través de la historia, se le han atribuido formas de moverse desde los buenos hábitos, las simbolizaciones y condiciones impuestas por otros cuerpos. El cuerpo ha llegado a ser objetivado desde las culturas, es objeto del poder y de los saberes legítimos.” (Bernal y Serrato, 2011, p: 32).

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Saberes como la medicina y la antropología que desde la historia se han reconocido por normalizar unas formas de cuerpo y excluir otras, constituyéndolo así en un objeto medible y cuantificable, sometido a procesos regulación y estandarización que son materializados en instituciones dentro de las cuales se moviliza el sujeto como la iglesia, la familia y la escuela, entonces: “Este proceso de estigmatización y estereotipación corporal estuvo avalado por el modelo médico positivista, el cual se nutrió de saberes provenientes de la fisiología, de la psicología experimental, de la criminología y de la antropología física. Para esta última “ciencia” las cualidades del hombre se derivaban de su apariencia morfológica, dando especial importancia para el rendimiento escolar a las relaciones existentes entre el volumen del cerebro, las dimensiones del cráneo y las capacidades intelectuales. La antropometría utilizada en la escuela fue una máquina de clasificar y jerarquizar cuerpos” (Scharagrodsky, 2007, p:9) Es entonces a partir de esta clasificación y jerarquización de los cuerpos que se visibiliza con más fuerza el discurso de lo considerado normal y anormal, cuyas prácticas se materializan en referentes como el cuerpo enfermo y el cuerpo saludable, el cuerpo ideal y el cuerpo no deseado, el cuerpo heterosexual y el cuerpo homosexual, formas establecidas del cuerpo que niegan e invisibilizan lo particular o singular que el sujeto entreteje a propósito de su experiencia. De esta manera, el tejido escritural que se comienza a develar muestra aquellos fuerzas moduladoras que actúan en la superficie del cuerpo y en su configuración desde el lugar de lo legítimo y de lo instaurado, sin dejar de lado aquellos interrogantes y acontecimientos que a modo de resistencia se constituyen en punto de fuga para pensar lo impensado y para visibilizar que la cuestión del cuerpo es un asunto que de hila desde lo singular y desde el sujeto mismo. Por tanto, a continuación se mostrarán elementos que permiten realizar un acercamiento al cuerpo desde diversas perspectivas (cuerpo- sexualidad, cuerpo ideal, cuerpo deseo y placer), no con la pretensión de establecer una verdad sino con el propósito de realizar una mirada problematizadora al asunto y mostrar otras posibilidades para pensar.

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¿Sexualidad o sexo? Tengo prácticas sexuales todo el tiempo La sexualidad se caracteriza por ser una experiencia singular que posibilita la constitución y configuración del sujeto mediante las relaciones que establece con los otros, lo otro y consigo mismo. Una experiencia entendida como “... un acto de transformación de sí mismo, es decir, es estética y como posible modificación de los otros...es ética y como transformación de la realidad es política” (Barragan, 2011:10). Una experiencia que en términos de la Línea Trayectos y Aconteceres: estudios del ser y quehacer del maestro desde la pedagogía (2010) se caracteriza “... porque toca a los sujetos, hace que éstos se movilicen, los afecta a á partir de las interrelaciones que se generan y del territorio donde se encuentran de modo que cuando unos sujetos están inmersos en una experiencia ya no son los mismos que eran antes de involucrarse con ésta, cada una de estas experiencias impone un sello particular en sus vidas, éstas afectan directamente a los sujetos” (p. 05) En esa medida, la sexualidad entendida como experiencia se constituye en potencia del sujeto que se construye y deconstruye permanentemente, un sujeto cambiante que fluye desde su corporeidad y creatividad, que se pliega y repliega a través de la duda y del interrogante a propósito de sí mismo en el continuo contacto y pensamiento con lo otro. Sin embargo, al dirigir la mirada hacia lo que circula, se encuentra que la sexualidad como experiencia se ha visto reducida y cruzada por aquellos discursos legítimos que circulan en relación a ella desde varios campos de conocimiento y saber como lo son la medicina, la psicología y la sociología entre otros , apareciendo entonces la relación sexualidad- género- sexo-miedoenfermedad, lo que conlleva a pensar la sexualidad desde la perspectiva de la genitalidad , la responsabilidad hacia el cuerpo y el cuidado de este desde la salud y la productividad.

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Teniendo en cuenta lo anterior y profundizando en lo enunciado, se hallan posiciones que asumen la sexualidad desde procesos biológicos y reproductivos exclusivamente, realizando una mirada desde la anatomía y fisiología, tal y como lo plantea Parra (2003) “La sexualidad está soportada en la corporeidad orgánica, por lo tanto, en cada individuo su ejercicio sexual dependerá de su constitución biológica y orgánica particular.” p. 82. Mostrando entonces una sexualidad dependiente del sexo, reducida en su amplitud pues se desconoce las maneras y formas particulares de ser de cada sujeto independientemente de su constitución biológica. Es aquí entonces, donde se abre el espacio para pensar de otro modo el sexo y la sexualidad, sin que una solape a la otra y reconociendo algunas de las particularidades de cada una, el sexo entendido como aquello condicionado por aspectos biológicos que posibilitan las relaciones o prácticas genitales; sexualidad como una apuesta que se hace desde la experiencia históricamente singular del sujeto, donde se visibilizan cruces de relaciones de saber y poder en relación al cuerpo, a la emocionalidad, al placer, al deseo, al sentir particular de cada uno, elementos que si bien pueden llegar a estar condicionados por una formación histórica, social y cultural no se encuentran determinados, es decir se hace la apuesta a problematizar la existencia de una “sexualidad objetivada” más aún cuando es el sujeto quien la configura y le otorga distintos matices. En ese sentido, al continuar problematizando la relación sexo- sexualidad se evoca a Guasch (2003) quien retomando a Foucault enuncia que “La sexualidad aparece como una forma de ordenar socialmente el sexo. Ello se hace por medio de unos dispositivos que ya desde Foucault aprendimos que no meramente regulan la sexualidad sino que la multiplican y la expanden.” (Guasch, 2003, p. 210). Es así, que al reducir la sexualidad al sexo es posible pensar que la primera en términos de Foucault se configuraba como un dispositivo de poder que permitió desde su invención, la regulación de los sujetos en las sociedad modernas, por dos vías principalmente: la primera a través los cuerpos individuales y disciplinados mediante la vigilancia y control que cada quien hace de su deseo y la segunda a través de la regulación de las poblaciones y de procesos vitales y biológicos de éstos (natalidad, mortalidad, higiene) , en pocas palabras Foucault definía la sexualidad como un mecanismo de invención para administrar la vida cuando ésta se pensaba netamente desde los procesos biológicos o desde el sexo. 50


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Aquello que plantea Foucault, se materializa en diversas prácticas que desde la lógica capitalista pretenden moldear una sexualidad para toda la población, estableciendo así un deber ser alrededor de ella, pues “Cuando es el capitalismo el constructo social elegido, la sexualidad es modelada, controlada, explotada y reprimida…” (MacKinnon, 1987, p: 7) y es allí donde entra en juego la educación sexual como una forma o estrategia de normalizar e instaurar comportamientos “adecuados” alrededor de la sexualidad, el cuerpo y las subjetividades desconociendo miles de elementos anteriormente nombrados que hacen que la sexualidad sea irreductible.

Género: de las instantáneas al movimiento permanente El sexo como temática biológica que remite a pensar en la función reproductora de la especie se ha extrapolado y establecido relaciones con el campo social siendo condición de posibilidad para posicionar el género como elemento discriminador y diferenciador entre hombre y mujer, masculino y femenino, a través de elementos que se consolidan y legitiman por parte de la sociedad y la cultura, entonces es usual encontrar que : “...se suele equiparar las nociones de sexo y género, para establecer diferencias entre hombres y mujeres, sin embargo se debe tener en cuenta que aunque desde la noción de género se tomen elementos de una categoría biológica como es sexo, el género tiene que ver con una construcción social y cultural de lo femenino y masculino; ciertos condicionamientos culturales en una respectiva sociedad terminan por marcar roles de género a los sujetos que allí confluyen.” (Bernal y Serrato, 2011) En esa medida, el género se asume como una construcción que se ve permeada por distintas relaciones que instauran unos modos de ser del sujeto y unos roles que los mismos deben desempeñar a modo de verdad única. Entonces es visible que “...la relación género-sexo involucra un conjunto de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores que la sociedad elabora a partir de la diferenciación sexual. (Barbieri, 1993). Es precisamente

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este conjunto de prácticas las que dan forma y consolidan tanto una identidad como unos roles de género ligado también a los estereotipos establecidos.” (Jaramillo, 2011: 53) Así mismo, desde lo que circula la interacción social logra fortalecer la constitución de los géneros masculino- femenino, observándose la predominancia del primero sobre el otro, pues es el hombre el que contribuye a la consolidación de la mujer y el que la posibilita como tal. Por tanto, “…la sexualidad de las mujeres sigue siendo construida de acuerdo con las condiciones de la supremacía masculina; las mujeres siguen estando definidas socialmente como mujeres en relación a los hombres.” (MacKinnon,1987, p: 18), es así que la sexualidad aparece como un constructo social de poder masculino: definido por los hombres, impuesto a las mujeres y constituyente del significado de género, por tanto, la sexualidad, desde esta perspectiva, se vuelve social, relacional, construyendo y construida por el poder. Posicionarse desde esta perspectiva del género, implica así mismo pensar que los objetos de deseo de los sujetos se encuentran establecidos , asumiendo entonces exclusivamente las relaciones hombre - mujer, desconociendo otras opciones relacionales entre los sujetos que no deben ser generalizadas (homosexualismo o heterosexualismo) y justificadas a partir de lo enunciado como identidad de género, pues a propósito de la identidad Pereira (2009) dice que “...se comprende el rechazo de Foucault de un sujeto que posee una identidad. Al no considerar al sujeto como algo dado, se abren posibilidades de tener una relación distinta con uno mismo y con el mundo” (p.54), en esa medida, se reconoce que las prácticas y experiencias pueden estar condicionadas por la formación histórica y social en la que se encuentra el sujeto pero nunca están predeterminadas por otros. En esa medida, se interroga la categoría género y lo que ella implica, invitando entonces a abrir la mirada y el pensamiento asumiendo que: “La sexualidad es un componente inherente a la naturaleza humana que se manifiesta en el ser y hacer personal, somos sexuados y estos nos determina en todo momento de nuestra vida…la sexualidad debe involucrar los componentes del ser persona…para toda persona el 52


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centro de experiencia es ella misma, vive en su propio mundo del cual observa los demás mundos. Por tanto, no existe una sexualidad, existen tantas sexualidades, como personas, como vivencias, así también tantas maneras de vivir la sexualidad.” (Parra, 2003, p: 76) De ahí que esta evocación posibilite visibilizar aquellas particularidades que contribuyan a interrogar la homogenización que tanto la identidad como los roles de género tienden a instaurar, homogeneizaciones que indiscutiblemente permean y afectan los modos de vida, de sentir, actuar y ser.

Lo normal y la enfermedad. La igualdad como problema La sexualidad a pesar de constituirse como una experiencia singular que vive y configura el sujeto, se ha visto atravesada por diversas relaciones que han hecho de ella un objeto pensado desde el miedo, la seguridad y las condiciones y limitaciones que de estas subyacen, promoviendo así ciertos comportamientos y acciones a propósito del cuerpo que se consideran como correctas e ideales y que por tanto contribuyen a prevenir ciertos riesgos. Es así, que se encuentra que la reflexión a propósito de la enfermedad, la prevención, la seguridad y el miedo a propósito de la sexualidad podrían localizarse dentro de los discursos de la vida y la muerte, en esa medida se observa como desde lo que circula se han instaurado ciertos mecanismos y estrategias encaminados a decir que es lo correcto en sexualidad, que se tiene que prevenir y cómo hacerlo, aspectos que podrían llegar a problematizarse y deslocalizarse desde lo que Foucault denominó como biopolítica y biopoder, desde éstas la “…población y la vida aparece como problema político, como problema a la vez científico y político, como problema biológico y como problema de poder. “ (Berros, 2009, p. 7) En ese sentido, la vida se coloca en el centro del poder, mediante la regulación de los procesos vitales, entonces se posibilita la gestión de la vida, y cobran importancia las estimaciones, las estadísticas y las medidas globales, y de acuerdo a lo que éstas indiquen se hace pertinente prolongar la vida, mejorar su calidad, pero sobre todo el diseñar estrategias que permitan nor-

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malizar la vida de la población y hacer frente a la muerte pues aparece como el fin de la vida, se ubica entonces por fuera de la capacidad de acción del poder, en esa medida la prevención y la enfermedad alrededor de lo sexual y los psicoactivos aparecen como fenómeno relativo a las poblaciones, como muerte que penetra y amenaza permanentemente la vida. ¿Y entonces qué decir de la enfermedad? Según Bernal y Serrato (2011) es un estado natural del cuerpo, sin embargo a través de la historia y los procesos culturales y políticos, a la enfermedad se le han atribuido diferentes formas de asumirla, pues esta ha pasado de ser un factor de exclusión que desmejoraba la raza e impedía el desarrollo de la población a un factor de prevención. Estigmatización y fundamentación del miedo, entonces un cuerpo enfermo es un cuerpo excluido generalmente. ¿Y la enfermedad a propósito de la sexualidad? Esta aparece como el objeto de prevención y se encuentra ligado a la seguridad y al riesgo, entonces el prevenir la enfermedad alrededor de las prácticas sexuales se constituye en una posibilidad para mejorar la calidad de vida y la salud en primera instancia y para asegurar la aceptación de los sujetos dentro de su círculo social: “La estigmatización y discriminación social que genera la enfermedad sumado a la falta de espacios de debate “cara a cara”, impiden construir relaciones de auto cuidado donde la sexualidad sea abordada haciendo énfasis en una educación para el placer, sin culpas, donde la diversidad sexual sea contemplada, en la cual se aprenda a ser responsable y solidario/a.” (Rosado, et al, 2004, p. 41) Es así, como se visibiliza que la responsabilidad se haya como uno de los elementos que posibilita prevenir la enfermedad, mediante el autocuidado, el autorespeto, el amor propio y demás aspectos que están encaminados a garantizar comportamientos correctos en materia sexual, entonces la sexualidad como un práctica segura se encuentra ligada a comportamientos saludables que emergen a propósito del compromiso que se establecen dos personas y de las emociones y afectos que logran entretejer, en esa medida se encuentra que “Una sexualidad saludable no es más que el producto de una relación afectiva, de respeto y consideración por el otro. (Morgan, et al, 1996, p. 6)

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Sin embargo, es relevante destacar que esas prácticas seguras no solo se promueven desde las relaciones y los sujetos, sino que por el contrario circula toda una serie de información desde algunas instituciones pretenden moldear sujetos sexuados y reproducir dichas formas es así que: “…la población aparecerá sobre todo como fin último del gobierno, ya que su fin no es gobernar sino mejorar la suerte de la población, aumentar su riqueza, su duración de vida, su salud, etc; y los instrumentos que el gobierno se procurará para obtener estos logros son en cierto sentido inmanentes a la población, estos serán la población misma sobre la que se actúa directamente mediante campañas, o indirectamente mediante técnicas que permitan estimular, sin que la gente se sienta demasiado presionada, la tasa de natalidad, dirigir los flujos de la población hacia ciertas zonas o hacia una determinada actividad, etc” (Foucaul, 1978, p: 10) En esa medida, esa gubernamentalidad de la población a propósito de la enfermedad de índole sexual y de la vida se expresa en medidas estatales que operan sobre la producción de conocimientos, cuya elaboración emana de un conjunto de instituciones, expertos y disciplinas destinados a consolidar condiciones normalizadoras. Por tanto, todo ese conjunto de saberes e instituciones va dirigido a identificar, clasificar y tipificar el grado de “anormalidad” de los individuos con el propósito de normalizarlos, modificarlos y acomodarlos creando así un deber ser. Por otro lado cabe decir, que es recurrente encontrar que la población que aparece con mayor frecuencia como sujeto de riesgo son los adolescentes, en esa medida, se crean estas estrategias están “relacionadas con la promoción de factores protectores y prevención de riesgos, el acceso de la población a la detección y el tratamiento adecuado de las ITS y el fortalecimiento de las acciones de vigilancia en salud pública.” (Ministerio de protección social). ¿Pero que hace que sea el adolescente el sujeto de necesidad?, suele asociarse esto con el proceso físico y psicológico tendiente a la madurez al cual se enfrenta este sujeto, además, desde el archivo se encuentra que “La sexualidad se relaciona en su mayoría con problemáticas que deben ser abordadas desde la educación, dichos problemas se asocian a la reproducción, la genitalidad y las enfermedades de trasmisión sexual. 55


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Tales situaciones se visibilizan como problema susceptible de ser educado en niños y adolescentes, al parecer los denominados adultos no adolecen, por tanto no deben ser orientados al respecto.” (Roa, et al, 2009). En esa medida, desde los discursos el adulto se constituye en el sujeto experto, ¿tendrá él un saber acabado sobre sexualidad?, ¿La condición de adultez es sinónimo de conocerlo todo sobre el cuerpo y las relaciones con el otro? , es relevante enunciar que todos los sujetos están en riesgo, sin importar edad o sexo dado que todos poseen distintos saberes sobre sí mismos y sobre su sexualidad, todos son sujetos propensos al miedo, a la duda, al desconocimiento independientemente de su experiencia de vida, de ahí que se consoliden discursos de prevención en materia sexual que apuntan a impactar a toda la población en general pues se hace importante su seguridad y bienestar. Otro aspecto que vale la pena visibilizar es ¿qué se previene? a lo cual se halla que se hace inmediata la prevención de ITS y del VIH SIDA , pues éstas aparecen como riesgos que cortan la vida y las posibilidades de acción de posee el sujeto en la interacción con los otros. Es así, que la información que circula a propósito de su prevención se encuentran en su gran mayoría en folletos, imágenes y documentos de instituciones consideradas como expertas en el tema, dentro de las cuales se encuentra Profamilia la cual enuncia que: “La información recolectada en el presente folleto orienta de manera general sobre las ETS con la esperanza de que el conocimiento sirva para prevenir su contagio pues, en los últimos tiempos y a pesar de los avances de la medicina, el incremento de la población sexualmente activa sumada a la promiscuidad sexual, han contribuido al aumento de este flagelo sobretodo en la gente joven” (p. 1) Sin embargo, si bien se reconoce que hay gran cantidad de información de libre circulación alrededor de las ITS y el SIDA entre otros aspectos alusivos a la prevención en materia sexual , se hace pertinente interrogarse si realmente con eso basta pues ¿hasta qué punto el conocimiento termina configurándose en saber para los sujetos?, ¿Es relevante que lo hagan?, ¿De qué manera se podrá recurrir a esta información para hacer de ella un elemento que incida en las prácticas de los sujetos? 56


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Dentro de aquella información que está al alcance de los sujetos es muy probable encontrar aspectos tales como que el hacer frente a la promiscuidad, el poseer una pareja estable y una relación cimentada en la fidelidad y el amor, además, de hallar una recurrencia a propósito del uso el condón, se constituyen como métodos y comportamientos saludables que previenen el contagio de enfermedades: “El condón previene no solo la infección por V.I.H. sino todas las enfermedades de transmisión sexual. También es un excelente método para evitar el embarazo, porque no produce ningún efecto nocivo sobre la salud de la mujer y permite compartir a la pareja la responsabilidad de la planificación. (Gómez, 2003, p: 19) Así mismo, se muestra el papel fundamental que tiene la mujer al ejercer su sexualidad pues si bien recurren a métodos anticonceptivos inyectables u orales, estos no las protegen del VIH SIDA ni de las ITS, de ahí que ella deba exigir el uso del condón. A pesar de esta panorámica que se muestra en relación a las enfermedades y factores de riesgo desde una perspectiva fisiológica y biológica, es importante develar que éstas también son pensadas desde condiciones sociales y económicas que afectan a la la población: “La crisis del SIDA no es fundamentalmente médica: está indudablemente vinculada con la pobreza, la injusticia, la desigualdad, la ignorancia, y la cultura. El VIH SIDA quita a los países su recurso más precioso: la gente. “Cuando ella se pierde en una enfermedad que la debilita y la mata, nuestras naciones quedan en condiciones aún peores para desarrollarse económicamente, mantener una cultura vibrante y una educación sana, gobernarse bien o respetar los Derechos Humanos fundamentales” (Rosado, 2004, p. 3) Sumado a esto, se hallan otros factores de riesgo que se remiten a situaciones asociadas a la juventud tal como el consumo de drogas y alcohol, ligado a conductas irresponsables:

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“Los que trabajan en abuso de drogas opinan que el entorno cultural es determinante en la relación entre el abuso de drogas, VIH,SIDA; además opinan que las relaciones de poder o el uso de la fuerza manifiestan cuando el alcohol y otras drogas asociadas a la rumba se suman la carencia de interés de parte del hombre por las relaciones sexuales protegidas y la falta de autonomía de la mujer para exigir dicha protección” (Rosado, 2004, p: 13) Desde esa perspectiva, se evidencia que el estar enfermo es condición de poca productividad del sujeto debido a que no estaría en condiciones de laborar y aportar desde su acción al crecimiento económico del país, por el contrario se convertiría en un problema de salud pública que implicaría un gasto económico o pérdida que termina afectando a entes gubernamentales y estatales. ¿Y como se integra la educación a lo anteriormente nombrado? la educación desde lo instaurado se constituye en el medio que además de difundir información propende por la formación de sujetos responsables, además, de ser punto de partida a otras posibilidades debido a que “La educación tiene múltiples beneficios ya que contribuye a la reducción de la pobreza, a la mejora de la salud de las mujeres y de sus hijos, al retraso de relaciones sexuales tempranas, a la disminución de prácticas de riesgo, e incrementa la confianza personal y el poder de decisión permitiendo la negociación en la intimidad de sexo seguro.”(Rosado, et al, 2004, p.3) Por tanto, a propósito de la prevención de la enfermedad se encuentran entonces una serie de estrategias pensadas desde el campo educativo y social que buscan propiciar comportamientos “adecuados” alrededor de la sexualidad, para así lograr hacer frente a la enfermedad, es así que “…para posibilitar conductas saludables, placenteras y responsables en materia de educación sexual y reproductiva, es necesario desarrollar un proceso educativo, en el que se reflexione sobre los distintos elementos que intervienen en la conformación de las actitudes y los comportamientos”. (Perdigón, 2001, p:1) Desde la creación de leyes, políticas públicas y servicios de salud accesibles y de calidad también se pretende garantizar a todos los sujetos el goce 58


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de su salud sexual y su salud reproductiva, Es así, que desde el “Proyecto nacional de educación sexual ministerio de educación sexual (1994).” del Ministerio de Educación Nacional se busca fomentar la salud sexual y reproductiva de los educandos tanto física como mental, efectuar campañas que conduzcan a la disminución de las Enfermedades de Transmisión Sexual y del VIH/SIDA y promover los derechos sexuales y reproductivos de la juventud, con una perspectiva de equidad entre los géneros. Además, se propicia la “promoción de políticas y acciones en salud sexual y reproductiva con y para la juventud escolarizada y no escolarizada que responda, por una parte, al fortalecimiento de los mecanismos de concertación entre los sectores salud, educación, defensa, trabajo, y de la otra, a la consolidación de los mecanismos de cualificación, técnicas y materiales en salud sexual y reproductiva, para disminuir el embarazo precoz, las ETS, el VIH/SIDA, la mortalidad materna en las adolescentes y el aborto.” (p.9). Entonces el enunciado enfermedad se constituye en una manera de pensar la población en términos de la regulación de sus procesos vitales, conlleva a problematizar que un cuerpo enfermo es un cuerpo excluido, un cuerpo que se fundamenta desde el miedo a la muerte y el ansia por la seguridad como condición de la salud. De ahí que desde campos como la educación se busque informar y capacitar a la población de la toma de decisiones responsables, como un aspecto que garantiza una sexualidad sana y que va de la mano con las expectativas que se crean alrededor de un sujeto productivo. Pero ¿qué decir desde lo pedagógico?, desde este lugar de saber del maestro la apuesta se haría desde el sujeto y hacia este, desde aquellos saberes y experiencias que lo atraviesan permitiendo reconocer otras condiciones de cuerpo y de la vida misma lejos de aquellos moduladores de subjetividad que se han instaurado a modo de verdad. Una apuesta desde la enseñanza como ejercicio problematizador y de resistencia, que posibilitaría pensarse desde la incertidumbre y desde lo marginal para reconocer otras matices de la existencia. Una relación de sujeto enfermo no desde la imposibilidad, desde lo productivo en términos económicos, sino un sujeto distinto que se configura mediante otras relaciones consigo mismo y con los demás, un sujeto que también crea y es objeto de creación constante no difusa ni determinada.

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El cuerpo perfecto: sin señales del vivir ¿Una desrealización del cuerpo? Desde lo que circula en relación a la forma del cuerpo y lo que se asume como belleza se encuentran aspectos como la simetría, la perfección y la homogenización del mismo, es así, que el cuerpo ya no es bello en el misterio, en la creación y posibilidades que a él atañen si no se circunscribe a unas medidas y formas establecidas y legitimadas por los discursos como el de la moda y la salud, en esa medida, se hace importante destacar lo que enuncia Arboleda (1997) “....tras los argumentos de la salud se ocultan otras razones – el sueño de la eterna juventud, la ilusión de inmortalidad, el ideal ético, el ideal estético, la búsqueda de la “normalidad” propuesta. Se trata entonces de corresponder a los patrones corporales culturales garantizando así la aceptabilidad” (p.16) Bajo este orden de ideas, el cuerpo ideal se configura desde el deleite de la juventud y las medidas perfectas, cuerpos estereotipados que incitan a tejer otras relaciones con la alimentación y el vestuario, transformando en muchas ocasiones el eje de la vida misma a aspectos que pueden llegar a reducirse a la materialidad. Es así, que existe una urgencia por buscar nuevos atributos y otorgarlos al cuerpo, es cambiar la imagen en pro de una mayor aprobación que sustenta la satisfacción y la felicidad, una emocionalidad que no parte del sujeto sino que termina siendo establecida por un desear determinado por otros, un deseo que se constituye en condición de posibilidad de una belleza, el de la belleza como la gran mercancía. Por consiguiente, se evidencia como el mercado al hacer de la belleza el argumento predilecto de la felicidad y del cuerpo su objeto de intervención lo ha transformado en mercancía, en un medio para la creación y distribución de productos y servicios encaminados al embellecimiento del mismo, configurandolo además, en un objeto que vende pues un cuerpo bello socialmente tiene impacto en los demás y por tanto ejerce influencia en los deseos de los sujetos. En esa medida, parafraseando a Bauman (2007) se encuentra que la característica más prominente de la sociedad de consumidores, por cuidadosamente que haya sido escondida o encubierta, es su capacidad de transformar a los consumidores en productos consumibles.

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Al pensar entonces en aquello es posible que la gran estrategia que difunden el ideal de cuerpo y su relación implícita con el mercado sean lo medios de comunicación y la publicidad, entonces se encuentra: “ La publicidad del cuerpo hoy consiste en desrealizar lo natural del mismo, y aquí desrealizar es neutralizar e incluso anular o borrar: anular los rasgos naturales del cuerpo supone hoy en dia ocultar el paso del tiempo, las arrugas, las reservas de grasa, los efectos de la gravedad... lo estético del cuerpo es eliminar toda huella de lo natural...para luego reconstruir el cuerpo desde elementos sensoriales nuevos, utilizando vestido y calzado...presentando el cuerpo según un patrón estético…” ( Ruiz, 2010, p. 6) . Es entonces cuando las imágenes que circulan por los medios de comunicación refuerzan un estilo de vida preestablecido, donde el cuidado del cuerpo (no sólo ejercicio físico, sino la cosmética, el vestido, la higiene etc.) tiene un lugar central, pues se relaciona con unas posibilidades de autorrealización y de estatus concedido por el cuerpo estéticamente bello y saludable. En ese sentido se trae a colación la aclaración que realiza Foucault “El dominio, la conciencia de su cuerpo no han podido ser adquiridos más que por el efecto de la ocupación del cuerpo por el poder: la gimnasia, los ejercicios, el desarrollo muscular, la desnudez, la exaltación del cuerpo bello... todo está en la línea que conduce al deseo del propio cuerpo mediante un trabajo insistente, obstinado, meticuloso que el poder ha ejercido sobre el cuerpo de los niños, de los soldados, sobre el cuerpo sano” (Foucault, 1998, p. 104). Esta permite visibilizar la manera en la que funciona el poder como fuerzas extensivas, en la medida que si bien se reconoce la circulación de un deber ser del cuerpo y del sujeto en general desde agentes externos, muchas veces es el mismo sujeto el que asume ese ideal como suyo y lo apropia con el fin de no caer en un proceso de exclusión.

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Por último, se hace relevante aclarar que tal vez ese debe ser de belleza y juventud se materializa más en el rol que debe asumir la mujer de ahí el afán por el mantenerse y lucir siempre bella, dado el interés de determinar un ideal de cuerpo que se difunde mediante los medios de comunicación y la publicidad, y que indudablemente incitan unas prácticas como la abstinencia a consumir ciertos alimentos y sustancias o usar ciertas prendas de vestir; así como otras que permitan mantener, conservar, y atender las exigencias que trae consigo satisfacer la estética de un cuerpo que se ha normalizado. Sin embargo, Jaramillo (2011) muestra que esta urgencia de evitar y mantener tanto unas cosas como otras, también se encuentra relacionada con la necesidad de emprender una vida amorosa, de despertar en el otro sentimientos y sensaciones de placer, deseo, amor y protección ante los problemas que implican asumir una relación en los planos personales, sociales y económicos. Problematizando lo anterior e interrogando cómo asumir la belleza se recurre a los griegos y a su comprensión sobre la estética de los sujetos, pues ésta emerge como “...un ideal del ser, que trasciende la cualidad física, como cualidad espiritual e intelectual (Flechas, 2009), se trata entonces de asumir la belleza de la existencia quizá más allá desde la óptica ampliada de lo “bonito” desde el ideal preestablecido, como posibilidad de encuentro con la armonía, la sensibilidad y sobre todo, con lo sublime, es decir, aquello que envuelve el placer y el dolor, lo blanco y lo negro, lo dulce y lo amargo, aquello que nos golpea pero que al mismo tiempo permite que nos fortalezcamos dado el acontecimiento que nos fuerza a pensar, a problematizar, a interrogar lo que vemos, lo que decimos y lo que hacemos en relación con el cuerpo, con el amor, con el sexo, consigo mismo, y por supuesto con el otro.” (Jaramillo, 2011, p: 68) Desde esa perspectiva, se mantiene la pregunta por lo bello en relación al cuerpo, pero éste no desde lo que se considera ideal desde su materialidad física, sino lo bello y lo estético que se constituye desde la vida misma, desde el actuar singular de los sujetos y desde aquello que lo cruza, reconociendo la existencia tangible de un cuerpo que a modo de superficie de creación es más que materia física moldeable. 62


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Deseo y placer. Reflexiones e interrogantes a propósito de las sensaciones y el sentir El deseo y placer como modos de llegar al sujeto, de sentir sus gritos y encontrar sus sentidos se constituye en un ejercicio de interrogación sobre sí mismo y sobre los modos en que se puede sentir nuestra existencia, deseos muchas veces compartidos y fabricados pero también sentidos singularmente, placeres que gobiernan nuestra naturaleza humana y en los que encontramos nuestras resistencias o puntos de fuga, son éstos lugares en constante tensión de los cuales resultan unos modos de ejercer poder y crear formas de experiencia. Desde esa perspectiva, al dirigir la mirada a lo que circula en relación al deseo desde la historia se encuentra que desde la filosofía antigua ha tenido una connotación de negación, ha llevado a la preocupación por una vida descontrolada, de ahí se considera que entre más se puedan controlar los deseos y las formas de obtener placer más próximo se estará de la felicidad, tal vez de allí se han derivado prácticas que han permanecido bajo unos sistemas de valor y de moral que establecen unas relaciones con esas formas de sentir la existencia humana, entonces se generan sensaciones de culpa por no responder a lo que se debe hacer, o bien se generan soportes bajo los cuales someter los cuerpos y los sujetos a ciertas verdades y prácticas reguladoras. Es así, que la existencia del sujeto se ha concebido desde una lucha entre la razón que determina lo socialmente bueno y el deseo, donde éste último es asociado a lo caótico de lo humano, el cual necesita ser guiado o encaminado, sin permitir que el alma caiga en los apetitos deliberados del afuera. Estos planteamientos corresponden con lo que circula desde las corrientes cristianas, las que “ven al deseo como algo peligroso que aleja a los hombres de Dios y de lo espiritual. Por ellos se plantean ideas de autocontrol y de abstinencia para alcanzar la virtud y la bondad” (Bernal y Serrato, 2011, p. 42) Así mismo, al remitirse a la edad media se encuentra como referente importante Tomás de Aquino para el que el deseo era tan solo un apetito sensitivo, el cual podría ser sensible o racional y expresa la aspiración por algo que no se posee, entonces se halla que el deseo se encuentra atravesado por una dualidad entre lo bueno y lo malo.

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En esa medida, se observa cómo desde el discurso se encuentran elementos que posibilitan un acercamiento al deseo desde el deber ser y cómo desde la época se comienzan a configurar unos “dispositivos de control y vigilancia implementados por el poder pastoral que han permitido la estructuración del deseo y han creados las condiciones discursivas para la emergencia de una subjetividad deseante” (Naughton, 2005, p:20) Sin embargo, al realizar otro tipo de apreciaciones en torno al deseo y al placer se encuentra lo que circula desde las culturas orientales donde se muestra que no se trata de renunciar a los deseos y placeres, sino de alcanzar una satisfacción a través de la conciencia, para así transformarlos en energía. Por tanto, Calle (2003) plantea que todo el ser humano es receptáculo de las energías cósmicas, permanecen aletargadas, pero pueden ser despertadas en grado sumo, manejadas y orientadas hacia un crecimiento de la consciencia. Desde el sicoanálisis se consolida lo enunciado por Freud, para el que el deseo define la subjetividad y la búsqueda constante de un objeto que va a estar siempre perdido, aparece desde la necesidad y la demanda. El deseo así se configura como una pulsión de vida que se yuxtapone a la pulsión de muerte “…en ese sentido, existe una suerte de equilibrio entre ambas pulsiones. La angustia de muerte podría originarse en el temor de no poder satisfacer el deseo…” (Quesada, 2008, p: 9 ) Todo este panorama muestra cómo el sujeto desde la historia se ha hallado en el entrecruzamiento por el placer y el deseo, a modo fuerzas que tensan su constitución que tiran por un lado hacia un control o negación de sus sentires y emociones respondiendo al modelo de un sujeto deseante y control de un cuerpo pecado y por otro lado hacia dar rienda suelta a lo que lo conmociona sus fibras y su existir.

Otras apuestas e interrogantes hacia el placer y el deseo Desde lo que se logra evidenciar anteriormente se establece un deber ser restrictivo a propósito del sentir y del desear, aspectos que en su gran mayoría responden a planteamientos que circulan desde la religión, la filosofía y el sicoanálisis. Pero bien, ¿qué otras posibilidades se pueden tejer para configurar 64


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el deseo y el placer desde otros lugares? En relación a este cuestionamiento se encuentran algunos puntos de fuga que son sacados a la luz por Foucault, quien comenta la posibilidad de pensar en un arte erótico dónde se aprenda a hacer el amor, a darse y producir placer en el otro, un arte que no sea clandestino y que por el contrario se constituya en posibilidad para recrearse desde la experiencia con el propio cuerpo y con el del otro. Por otro lado, se hace pertinente como apuesta a la creación de otros lugares para el placer y el deseo comenzar a problematizar como desde las relaciones que constituye la moral en los sujetos se establecen reglas de conducta, códigos de comportamiento y por tanto modos de ser, al parecer se conducen los sujetos desde prácticas alejadas de los deseos y los placeres propios puesto que se envuelven en reglas universales, se podría decir incluso que son formas de conducción que reconocen el deseo como condición humana pero ya no para prohibir o negar esa sensación sino para producir verdades sobre ella, es decir, se producen los deseos y por tanto las formas cómo se puede y se debe desear, los objetos de deseos y los sujetos deseantes, se constituye toda una ciencia de los deseos que va ligada a una economía del cuerpo, a una producción de sujetos autónomos y responsables, así como cuerpos productivos en términos de utilidad y función. A propósito de aquello, se encuentra Bauman (2005) quien muestra como el deseo del sujeto se ha visto configurado desde el “anhelo de consumir, de devorar, ingerir y digerir”, un deseo que se constituye en una estrategia para disponer del otro. Entonces, al parecer el deseo, esa condición de sentir, esa fuerza que nos mueve, que crea diferentes experiencia, si no se ha limitado se ha vuelto una cuestión colectiva, entonces deseamos lo mismo, el mismo plan de vida, y los mismos objetos desechables de los cuales cada vez exigimos más, y no es en vano que se legitimen estas sensaciones, hay quienes dicen que el capitalismo como forma de organización social se ha constituido como la organización mundial del deseo2, pero bajo esas condiciones ¿Dónde quedan nuestros propios deseos?, ¿cómo podemos sentir placer desde nuestras propias fibras?¿Cómo encontrar en nuestros deseos y placeres formas de resistencia frente al deber ser instaurado? 2 “Capitalismo como organización mundial del deseo” en palabras de Miguel de Beistegui en la ponencia “Desire within and beyond biopolitics” en el marco del IV Coloquio latinoamericano de Biopolítica y el II Coloquio Internacional de Biopolítica y Educación realizado del 3 al 6 de septiembre de 2013 en Bogotá, Colombia.

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El Amor. Fuerza de configuración Amor, de éste se habla todo el tiempo, en él nacen y terminan las intenciones, se constituye en la principal justificación del vivir y en la fuerza para anunciar la vida. Este se pronuncia en las canciones, en la poesía, en la pintura, en los comerciales, en la política pública, al parecer esta en todos lados, es invisible, intangible, pero emerge y va directo al sentir, allí reside su fuerza, en las prácticas que franquean al sujeto, en la fuerza de su discurso y que plantea e incita formas de ser, ver y saber sobre si mismo. De este modo, el amor más que definición son prácticas que incitan y limitan al sujeto, prácticas que permanecen y cambian en el tiempo y en el espacio, que se constituyen en modo de subjetivación y en un gobierno de la vida. Así se encuentra que para algunos el amor es exclusivo, relacionado con el matrimonio y el altruismo, manifestado a través del gesto, de la caricia, de la genitalidad ¨hacer el amor¨ - ¨la prueba de amor¨, y de este modo de un cuidado de la vida, de preservar el orden natural. El amor como prácticas ha cambiado, y en la actualidad nos encontramos asistiendo a acciones que parecen conflictivas y contradictorias, pero que dejan entrever la búsqueda y emergencia de experiencias singulares, que pretenden ser rotuladas en un nuevo formato, es así que encontramos lo que a ojos de algunos seria un sobre uso del TE AMO, ya no se hace el amor, sino se tiene sexo y ya no es el matrimonio la mayor expresión de amor. 69


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La palabra amor, es entonces un modo de ver al sujeto, pero también un modo de creación del sujeto, de ahí que además de ser política, es ética y estética del vivir, de tal modo al hablar de sexualidad y psicoactivos, se constituye en objeto de problematización, pues permite poner en cuestión lo que aparece como verdad y posibilita dudar de los universales relacionados con el deseo, el placer, el sentir, el educar, entre otras acciones donde el amor se cuela y se convierte en la principal justificación para señalar, premiar y castigar. Al parecer es un fantasma que tiene una visibilidad que reside en lo romántico, puro y eterno, no obstante su decibilidad, su adentro y su afuera se localiza en el dolor, el engaño, el miedo, pero sobre todo en lo imposible, es un juego de querer lo que se sabe nunca se tendrá, es un contrato entre lo que se enseña a soñar (pareja estable, matrimonio, honestidad) y lo que se muestra como realidad (separación, infidelidad, hijos no deseados), lo que alimenta la desesperanza, y la justificación de las acciones que son objeto de señalamiento y reproche, - de enfermedad- así se plantea el juego de verdad, el amor funcionando como fuerza que configura. El amor es entonces prácticas de predeterminación que se enfocan en la pareja, pero que adquiere otras formas con relación a la familia, a la amistad, al trabajo, a los objetos, al ser. Es así que se debe amar a la madre, la madre debe querer al hijo, el padre es cualquiera, los amigos son padres, el trabajo es el motor de la vida, el vestuario es reflejo del amor propio y por ese amor se debe tener un cuerpo sano –delgado y armonioso-, libre de enfermedades como hijos a temprana edad y de adicciones como la marihuana, sin embargo los hijos son la prolongación de la existencia y la coca cola es tomar lo bueno.

Del para siempre al nunca. El amor como prácticas de prescripción va de un extremo al otro, de un radicalismo a otro, del amor para siempre, al amor imposible, de este modo, muchos asumen que todo tiene su final, inician relaciones pensando que se van a terminar o que deben durar para siempre, lo cual se instala en un lugar de imposibilidad, pues si ello no se da, se ratifica dicha condición y se avalan acciones que se toman como protección del corazón –el lugar en el cuerpo donde reside el amor-, como la posesión, el control, la desconfianza, la individualidad y el desconocimiento, entre otras. 70


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Así el matrimonio (no como designio religioso, sino como emblema del para siempre, de la atadura) deja de ser una posibilidad, por el miedo al fracaso y emerge la unión libre como condición de fluidez, de apertura, a vista de algunos de no compromiso, de otros, de realismo, ambos extremos señalan el miedo y el lugar inmóvil en que se úbica al sujeto, pues al parecer no hay creación, cada vez son menos las posibilidades de otras construcciones y si existen, son la excepción que no me cobijará, pero que se añora y pelea con la soledad protectora. La soledad entonces se muestra como posibilidad que garantiza estabilidad y tranquilidad, pues se huye de la incertidumbre y del miedo, así desde ella se hace el quite al reto de vivir con otro, de reconocerse a sí mismo en la relación con otro, de enfrentar los miedos y problematizar la historia que es condición de posibilidad de la aceptación de derroteros tan radicales, pero también de la no creación. Dentro de esos derroteros se encuentra la posesión, asumir que el otro es mio y así debe comportarse a mi gusto y como yo espero que sea, de allí que se justifica acciones relacionadas con el control, la imposición, el castigo e incluso la anulación del otro, pero también de si mismo, pues no se concibe ser, sin ese otro, pues se da por finalizada la relación de someter y ser sometido, que alimenta el ego, que se ha enseñado a negar pero que coexiste con el egoísmo y la individualidad. Así en protección de la individualidad, del daño colateral que se cree es producido por el otro, y en la imposibilidad de planear el futuro se cae en el extremo de la inmediatez, en el afecto que se puede recibir en un juego, en una rumba o un café y se llama amor, se fluye entre estas prácticas y se siente comodidad y tranquilidad. La planeación juega un papel relevante, pues nos enseñaron a planear la vida, entonces esta se configura solitaria y sin la posibilidad de la emergencia, de aquello que no se planea, dado que no se planea en compañía, se planea en soledad, pero igual se planea, pues la noción proyecto de vida, no lo inculca desde muy pequeños, cuando el plan no se ejecuta actúa la frustración y el señalamiento.

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Pero también se encuentran las prácticas asociadas al no futuro y este no asociado al tiempo de vida, sino al tipo de vida, la imposibilidad de la casa, el carro y la beca, pues las condiciones de existencia refuerzan la noción de pobreza y violencia. De este modo, el amor se manifiesta en objetos y los padres trabajan en muy largas jornadas para darles a sus hijos lo que ellos nunca tuvieron –objetos- y de negarle lo que tal ves se tuvo en abundancia ¨acompañamiento¨, en el cual además de no dejar solo, de educar en las normas sociales, se posibilita el reconocimiento a través del gusto, la discusión, el regaño y el cuidado permanente. Ahora son los objetos y la escuela quienes hacen tal acompañamiento, la televisión, las redes sociales, el celular, el profesor llenan esos espacios, es así que en la actualidad la mayoría de niños y jóvenes pasan la mayor parte del tiempo con sus profesores y amigos virtuales, dándoles el lugar de padres, de educadores, de allí la exigencia a la escuela y también la transformación del amor manifestado en un plato caliente a una mano extendida que da el celular de última tecnología. Tecnologías que permiten otras prácticas del cuerpo y por ende otras manifestaciones de amor, hacia si mismo y los demás, evidenciadas en perfiles que señalan todo el tiempo lo que piensan y les gusta, expresando regularmente el afecto a través del te amo, anunciando relaciones abiertas y complicadas, mostrando el mismo gesto para sonreír y ser, se transita de un formato a otro, de un siempre a un nunca.

Sexo ¿con amor? Dado que el amor reside en el corazón, el amor no se manifiesta en otros lugares del cuerpo y como éste es solo materialidad, el sexo aparece como prácticas individuales en grupo, de este modo hay una sobrevaloración de la penetración, al parecer cuando a sexo se refiere, se habla de penes y vaginas, de senos y colas, y los otros lugares del cuerpo?, el tiempo para el tacto, para el roce, para la mirada y la caricia?, el contacto que es poesia de la vida, que permite estremecer la piel, el ser?. Desde lo visible preguntas romanticonas asociadas al amor, no obstante no se pretende reivindicar las prácticas

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genitales relacionadas al amor rosa, ni tampoco hacer una apología al sexo sin amor, solo presentar que ambos son extremos que desconocen al sujeto que ama como al que no ama y señalan solo una forma de expresar el amor. Se emplea el amor, para designar que las relaciones genitales ocasionales son muestra de falta de amor a sí mismo, evidenciando los riesgos de enfermedad y las ventajas de una pareja estable. Pero también en nombre del amor hacia sí mismo se justifican las relaciones genitales que se reducen a la penetración y reflejan lo estereotipado de éstas, donde aparece como experto el mercado porno y las novelas de la tarde y la manera de cuidado por excelencia, el condon. En las canciones se encuentra que la palabra amor designa deseo, placer, engaño, imposibilidad, muerte y razón de vivir, entre otras, donde se salta del amor sublime al deseo de devorar, como si fuesen antagónicos, pero su coexistencia muestra otras formas, de allí que analizar el amor y sus prácticas es relevante, pues podría develar el lugar común que polariza y que niega la singularidad de los sujetos. Lugares comunes como victima, zorra, perro, usado, engañado, por nombrar algunos, que permiten cuestionar acciones como embarazo y adicción. Es aquí donde emerge la pregunta por el cortejo y el amor como juego de doble cara, jugar a los novios para no ser señalados de promiscuos o ser la chica fácil por expresar abiertamente lo que se quiere, en ambos casos se cae en el estereotipo, en el señalamiento, que es mucho mas crudo si se es homosexual, pues el lugar común de esta condición señala promiscuidad y materialismo. De este modo, el estereotipo plantea una forma de amar y la forma de amar un estereotipo. No obstante, al visibilizar la historia de vida, se encuentra que estos extremos tienen una gama infinita de escala de grises, donde hay tensiones entre lo que se ha aprendido como amor y aquello que se vive, que se siente, pero sobre todo que se decide. Pues la decisión implica una elección entre varios caminos que se debaten entre lo bueno y lo malo, categorías que limitan el campo de decisión y que la llenan de un peso emocional que se puede constituir en frustración

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o en satisfacción. Es una lucha entre lo que se quiere, lo que se nos ha enseñado a querer y la vivencia del querer. Es así que aparece el discurso del enamoramiento –asociado al querer-, pero que en su vivencia se caracteriza como amar, pero al ser superada la situación y vivir otra nueva se cataloga de enamoramiento, es como un juego de relevos, así los jóvenes no aman, solo se enamoran, pero los adultos si aman. De este modo, el amor se asocia a experiencia entendida como años de vida, sin embargo, joven, niño y adulto son también estereotipos que señalan prácticas definidas y al emerger la experiencia singular se encuentra que el amor se vive de variadas formas y que no se asocia a la edad, ni tampoco al sexo, ni a los objetos de deseo. Es así, que no podría establecerse una correlación directa entre sexo y amor, pero si se encuentran relacionados, la relación esta dada por cada sujeto que la constituye de modo diferente, pero todos los sujetos se encuentran en tensiones asociadas a su edad, su genero, su trabajo y hasta su posición económica, dónde debe decidir, actuar y pensar.

¿Libertad? ¿Decisión? La sexualidad y los psicoactivos están asociados a la decisión y por ende al amor, pues dado que el amor hacia si mismo seria conducente a elecciones socialmente aprobadas como buenas, entre ellas no embarazarse a temprana edad, usar condón, no consumir marihuana, ni ser adicto. A pesar que en muchas ocasiones el embarazo sea deseado y se consuman psicoactivos que son aprobados legalmente. De este modo, es claro que el abordaje de la sexualidad y psicoactivos en la escuela no se puede reducir a campañas de prevención que hablan de amor propio, pues incluso el amor propio es decidir ser madre a los 16 –como en otro tiempo lo hicieron las abuelas-. Podría cuestionarse qué amor propio hay en estas opciones cuando son obstáculo del plan de vida instaurado?, y es que solo hay un modo de vivir la vida?, claro que no y es así que emerge la apuesta, porque tampoco es el

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único modo de vivir siendo madre a los 16, de este modo se pretende no hacer una apología a los extremos, pero si al retorno al sujeto, a que se posibilite su mirada mas allá de un problema de salud pública y mental. Pues es evidente que el problema y la preocupación son económicas, no es el sujeto, ni su sentir, ni su creación, a pesar que se le subjetive con la muerte social, con el señalamiento público, con la imposibilidad de ser productivo, con el querer ser exitoso y los hijos son obstáculo del vivir. Retornar al sujeto, desde el amor, se encuentra relacionado con decidir, pero la decisión no cae en dos únicos polos, tiene la libertad de la creación singular, donde el reconocimiento de sí mismo, de la historia de la vida, pero también de la región, del grupo social, incluso del conocimiento aportan al sustrato de decisión que no se reduce a la responsabilidad pública, sino a la mirada de sí mismo que cada quien podría hacer. Es donde la escucha, cobra gran sentido, pues implica un acto de comprensión de sí cuando se expresa, pero un retorno a sí cuando se comparte y se espera un retorno que no cae en la aprobación o desaprobación, sino a la problematización –no al problema, no al señalamiento, ni la pregunta por el por qué-, sino a un cuestionamiento del cómo se llega pensar, ser y actuar de un modo u otro, sus limitaciones y posibilidades. La escucha es entonces el reconocimiento de la singularidad, de la acción, de la decisión y de este modo es íntima, pues pone en cuestión lo que debe ser público y lo que se quiere público, lo que es privado y lo que debería ser privado, de este modo el amor, el sexo y el consumo no son objeto de juicio, sino de escucha, de enganche con el otro, que permita recrear, decidir desde sí y para sí, un espacio de libertad que es estético, ético y político, en tal sentido no tiene una única orientación, ni puede reducirse a una receta para evitar embarazos adolescentes o el consumo de marihuana, es problematizar para gritar y romper lo que se pone como impuesto, que constriñe, limita y solo deja espacio para un sujeto ¨sujetado¨ y no un sujeto creador. Se educa en sexualidad y psicoactivos? Es la pregunta que orienta la problematización planteada y como se pudo ver, esta educación se realiza en muchos lugares incluida la escuela, no obstante lo planteado aquí pasa

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por romper la supremacía del conocimiento como la única forma de verdad, por gritar que el maestro es más que un repetidor de tales conocimientos, es un creador, un intelectual, que también es sujeto. De este modo, la enseñanza no es la receta y la escuela no es la salvación pero si una posibilidad para la creación.

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Autores: Paola Andrea Roa García, Leslie Alexa Sánchez Reyes, Deysi Liseth Serrato Rodríguez, Carolina Vargas Niño

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Impreso en el mes de diciembre de 2013 en los talleres de Javegraf Bogotรก, 2013. Colombia.


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