FAUNA IBÉRICA/]2;
la s i e r r a , a! escuchar las notas del ave nocturna,
Por el Dr. Rodríguez de la Fuente
— V a canta el « b u » , niño — í e d i r á n al rapaz que cabalga e n t r e los cestos de uva. Y se hará un arlenciu solemne, para escuchar la voz del AiGran D u q u e » .
LOS OJOS OE LA NOCHE E
N los dulcen alardeüere^ de s e p t i e m bre^ c u a n d o \as recuas d e m u l o s y b o r r i q u i l l o s regresan p o r I0& c a m i n o s p o l v o r i e n t o s con \a p o s t r e r a carga d e la v e n d i m i a , cuando el b a n d o de p e r d i ces i g u a l o n a í busca d o r m i d e r o e n t r e l o i t o m i l l o s del c e r r o , una voz p r o f u n d a y l ú g u b r e cae al valle desde las penas i l u m i n a d a s p o r los ú l t i m o s rayos del ^ o l .
Es la llamada def b u h o r e a l : un « u u u hus m o n ó t o n o y suave, pero a u d i b l e desde largas distancias y cargado de m a g n e t i s m o . Los c a m p e s i n o s , los niños v o c i n g l e r o s , los a r r i e r o s rudos han cortado y acarreado el f r u t o d u r a n t e t o d o el difl* inzíiferentes al c a n t o de [ilgueroa y p a r d i l l o s , p e r o n o pueden e v i t a r una m i r a d a h a d a el r i n c ó n u m b r í o de
Alevna»^ rapaces nocturnas, como los buhos y autillos, pstán a d o r n a d a s con plum a s enhiestas, que se parecen muclto a orejas o cuemecJIlojH. Pero, hasta la locha, no -SP ha podido <1emosI[»r QUe tengan relaciún alguna con el oído, como las rígidas plumillas que forman los discos f a c i a l ^ de estos caladores noctunios.
Hay imágenes que se graban en el cer e b r o de manera indeleble; recuerdos que permanecen intactos en la m e m o r i a , conservando con frescura todos sus m a tices. Me basta cerrar los o j o s y evocar ia llamada del b u h o para sentir ía sup e r f i c i e rugosa y caliente de la r o c j b a j o la presa d e m i s dedos, Y percibo t a m b i é n el o l o r intenso del enebro qua me p e r m i t e superar un saliente de la pared en mí ascensión hacia la niisleriosa cueva de boca redonda. Seguram e n t e , la calma de fa l a r d e de j u l i o i n tensifica m i s sensaciones, entre las que deslaca el m i e d o . Un miedo a n i m a l , arenazador, específico d e la m o n t a ñ a . Un t e r r o r i n s t i n t i v o q u e sólo dura unos segundos. L_os justos para c o n f i a r l o d o el peso del cuerpo y de Ía vida a las raices d e un v i e j o e n e b r o , no m u c h o más grueso que u n b a s t ó n , soltar los asideros f i r m e s , fle>ionar los bracos, extenderlos, c o m o en un e j e r c i c i o g i m n á s t i c o d e b a r r a f i j a , para t e r m i n a r balanceand o el t r o n c o hacia adelanle hasta besar la f i n a arenilla d e la cornisa superada ya. Debajo, quedan cuarenta metros de despeñadero y Ía i m p r u d e n c i a de los catorce años; tres m e t r o s más a r r i b a , la entrada de la misteriosa cueva de[ b u h o . No pocas veces, al acompañar a los c a l a d o r e s en las duras manos a las perdices p o r la falda d e la sierra, habíamos e n c o n t r a d o en aquel p a r a j e a b r u p t o y s o l i t a r i o , al pie de U risquera, gruesas pellas de pelos grises que los hombres desmenuzaban ante m i c u r i o s i d a d , most r á n d o m e los cráneos y huesecillos que c o n t e n í a n , mientras me contaban invaf i a b l e m e n t e tas hazañas cinegéticas del
buho. Porque aquellas concreacíones d e materias indigeribles eran las egagrópilas q u e el sGrsn Duque» devolvía cada larde ames de p a r t i r a la caza. Y y el rey de la noche, el b u h o , a secaSj para mis paisanoSj era un personaje legendario. Por fo p r o n t o , aunque por aquellos montes los buhos reales debían a b u n d a r , se íe citaba siempre en singular- Y no se reconocía más b u h o que el q u e anidaba en la flcueva del b u h o » . Es c o m p r e n s i b l e , pues, m i c u r i o s i d a d y hasta m i i m p r u dencia por liega" d 1^ ca^/ernilla da boca redonda. INFUNDE PAVOR, PERO ES SUMAMENTE T Í M I D O Al superar ef resaiie que hacia de nat u r a l alféizar en la ventana rocosa, estuve a p u n t o de caerme de espaldas. Tres pares de o j o ; enormes, anaranjados y r e d o n d o s , me m i r a b a n con ejiíraña lijeza. Lo demás era una masa d e plumas pardas que crecía r á p i d a m e n t e , hasta llenar ef estrecho c u b i l . Y c o m o fOTOGEAfiAÍ t^E BlCKEWB*^, BOFOVíCÍENY. I F-TEHASSE, I MCCLET V fATKAÍ.
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Los ojos úe los búboa. ^ItainFnte cspecíalt^fnidos, tíen^Q una .sensibilidad a la Iitz dir dil^z a t'fen VFCPK superior u la del hombre. Como los áe todas las nvKh, poseen un tercer párpado, la m e m b r a n a nictitanlc. ijue les proieee. limpia y lubrifica, como puede observarse en cslas notables Colografias. I ^ mirada de estas aves es o a p a í de perforar las más densa* tinieblas, cuando concentra s u extraordinaria capacidad óptica s o b r e los puntos que a t r a e n su atenciúu en las ^"la^Eaces y silentes expediciones de caza.
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Equipo perfecto para cazar en la noche silenciosa mis asideros eran los bordes mismos de la cueva, tenía la cara a menos de medio metro de los negros y corvos picos que castañeteaban de un modo atroz. Hubiera resultado muy difícil averiguar quién estaba más asustado en aquella forzada y mutua observación. Pero los poiluelos volantones del «Gran Duque» no retrocedieron un milímetro. El espanto provocaba en ellos la específica reacción: inmovilidad, erección de plumas y emisión de sonidos pavorosos. Ignorante yo, entonces, de que tan aterradoras manifestaciones fueran fruto del simple miedo, inicié una prudente retirada, enebro abajo, y no respiré tranquilo hasta que mis alpargatas se posaron en la hierba de la ladera. El ingenioso mecanismo ^natural al servicio del «bluff» había conseguido engañarme. Porque nada debía estar tan lejos de las intenciones de los jóvenes buhos, como lanzarse sobre mi rostro.
Aunque he de confesar que no me humilló en absoluto ser víctima de la mascarada que habrá salvado la vida a infinidad de aves nocturnas. Como yo, muchos lobos, l i n c e s o gatos salvajes, habrán vacilado un momento ante tan perfecto aparato atemorizador. Momento aprovechado por la tímida nocturna para escapar volando. Si hubiéramos recolectado minuciosamente las egagrópilas depositadas debajo de la cueva del buho, para analizar su contenido, como han venido haciendo pacientes ornitólogos en casi todo el mundo, con lechuzas^ cárabos y otras aves nocturnas, tendríamos ante nosotros una prodigiosa colección de mondos cráneos y huesecillos de roedores desde la liebre al ratón campestre, y unos pocos restos de aves y mamíferos carniceros. Naturalmente, los propietarios de estos esqueletos, antes de ser digeridos, fueron cazados por el buho en su ambiente natural. ARTE DEL DISIMULO Y LA HUIDA ESTRATÉGICA Y esto no parece nada fácil, porque los roedores nocturnos son verdaderos especialistas en el arte del camuflaje y la huida estratégica. En pleno día, resulta difícil descubrir a un conejo encamado; de noche, su pelaje pardo es prácticamente invisible. Lo mismo pasa con una rata, un ratón o un topilio. Y
Las aves nocturnas pueden volar en silencio absoluto gracias a la blanda estructura de sus plumas. De este modo sorprenden a sus presas en la oscuridad de la noche. Su escasa agilidad queda compensada, así, por el sistema silenciador de su vuelo que les permite la captura de las presas sin que se aperciban.
basta hacer un ruido sospechoso a cien metros de una conejera para que suene la patada de alarma y sus inquilinos corran hacia el refugio, sorteando pedruscos y matojos, a toda velocidad, sin tropezar una sola vez. Los biólogos, desconfiando de que solamente la vista y el tacto fueran responsables de tan increíble facilidad para evolucionar en las tinieblas, sometieron a los roedores a ingeniosas experiencias, hasta descubrir que radicaba principal-mente en la memoria, su seguridad para regresar a la cueva. Efectivamente, si quitaban durante el día los obstáculos habituales del itinerario de un conejo y le observaban de noche con luz infrarroja, invisible para el roedor, podían comprobar que, al * asustarle, regresaba a todo correr a su agujero, saltando con absoluta precisión por encima de las ramas, piedras y matojos que hubieran debido estar en los lugares ya expeditos. Esta retentiva topográfica se hace posible porque el territorio de cada roedor es muy limitado y, desde su juventud, estos animales van explorando meticulosamente su feudo, a medida que amplían el alcance de sus correrías. Cazar en la oscuridad a unos animales difíciles de descubrir, dotados de un oído finísimo que detecta la más leve alarma y de una memoria que les permite moverse en las tinieblas con la misma seguridad que a la luz del sol, sería tarea imposible para las rapaces nocturnas si no contaran con el equipo más • perfecto que ha inventado la naturaleza para la práctica de esta especialidad cinegética. Pero, si queremos descubrir los asombrosos dones naturales que adornan al cazador nocturno, volvamos al viejo inquilino de «la cueva del buho» y observémosle en su expedición de caza. EL SISTEMA SILENCIADOR DE LAS AVES NOCTURNAS Media hora después de ponerse el sol, un gran pájaro de formas macizas y metro y medio de envergadura, se descuelga del roquedo. Sus alas anchas y redondeadas, su cola muy corta y su plumaje fofo ponen bien de manifiesto sus precarias cualidades persecutorias. Pero, en las tinieblas, la velocidad del halcón o la temeraria agilidad del azor, sólo servirían para empalarse en una rama seca o chocar contra las rocas. El vuelo del buho real es lento, poco acrobático, pero totalmente silencioso. Sus plumas son blandas y aterciopeladas. Y las primeras rémiges, destinadas a cortar el aire, tienen el borde desflecado, para amortizar la fricción. Los tarsos y los dedos están apretadamente cubiertos de suaves plumillas. Hasta el pico permanece escondido, en su mayor parte, por dos haces de plumas rígidas y sedosas como cerdas. La superficie entera del gran cazador de la noche es
bíanda y como acolchada. Sus Ires kilos de músculos de acero se deslizan en \Ü oscuridad silerjcíosos como una sombra de muerie. Mientras el uGran Duque» vuola a media ladera, van cayendo las sombras. Cuando Ifegart a su cazadero, un vallecilfo bien poblado de conefos, el monte está ' ya negro como boca de lobo. Pero el buho se posa suaven>enle y con loda seg u n d a d , en una rama invisible: la atalaya de caza. Sus ojos, que miran de frente como los humanos, son cien veces más sensibles a la luz. Tal prodigiosa capacidad es posible gracias ñ una alta especialízaclón de sus estructuras anatómicas. Los globos oculares, bastante más grandes que íos del hombre, no pueden ^ í j j i r a r Hbremente en las órbíta^n como los de los animales diurnos. Están fijamente encastrados en el cráneo, en el ¡nlC' rJor de un tubo rígido^ como los faros de un coche o los cristales de un telescopio. El cristalino es grueso y límpido, como una lente de aumento, y la córnea muy convexa. Los ejes oculares son divergentes en unos 90 grados, pero como las fóbeas —zonas muy sensibles de la retina— están situadas lateralmente, crean un campo visual de 160 grados, de los cuales, 60 grados son de visón binocular frontal. Este mecanismo concentra la l u ; en una zona reducida, pero con magnífica percepción del relieve, la distancia y el movimiento. La deficiente visibili-
El m á s itrani*Ic y vigoroso ile li>s buhos es d fCirao Duque-» ( a r r i b a ) . En época de nidifiracjón puetle sorprendérsele en pleno día montando la j^aardia del nido. Loa polluelos {urbajo) prrmanecen mucho tiempo en el nido y, antes üe ser capaces de eroprender el vuelo, se aventuran |>or los a l m l e d o r e s v i p l a d o s por sus p a d r e a
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Unos ojos que las tinieblas dad Taleral está pallada por unn gran m o v i f i d a d de la cabeza, que puede g i r a r sotare las vértebras cervicales, ires c u a r tos de c í r c u l o . Así c o m o la r e t i n a h u m a n a e^tá c o m pue^ita p o r células cónicas, destinadas a c a p t a r tos diferentes colores y células cil i n d r i c a s , encargadas de c o n c e n t r a r la luü, los o j o s de las aves n o c t u r n a s son p a r t i c u l a r m e n t e ricos en estas ú l t i m a s e s t r u c t u r a s y e n una sustancia llamada p ú r p u r a v i s u a l , t a m b i é n m u y sensible a
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la \iii, p o r l o q u e se cree q u e 5U percepción de los colores debe ser m u y atenuada. N u e s t r o «Gran Duque-h^ por c o n s i guiente, r e c i b i r á una imagan grisácea del m u n d o p e r o e x t r a o r d i n a r i a m e n t e nftida y l u m i n o s a , siendo r e a l m e n t e capaz de p e r f o r a r la noche at c o n c e n t r a r su cap a c i d a d óptica sobre los p u n t o s concretos que atraen su a t e n c i ó n . ^ Posado en su a l t o o b s e r v a t o r i o , el aspecto del « G r a n DuquQ> no recuerda en nada al ave fofa y a d o r m i l a d a q u e se escondía en un a g u j e r o al sol de m e d i o día. E r g u i d o sobre sus recios m i e m b r o s , e s t i r a d o el cuello, c o r o n a d a la cabeza por dos enhiestas o r e j a s d e p l u m a , su silueta achaparrada se ha hecho c o r p ó r e a y v i b r a n t e . M i e n t r a s , su faz, ampliada p o r los dobles discos cóncavos de p l u m a s rígida^ q u e rodean los ojos, gira lentamente e s c r u t a n d o los alrededores, c o m o la pantalla del radar. La mds dóbif onda sonora será captada p o r las a m p l i a s est r u c t u r a s del o í d o c K i e r n o , f o r m a d a s por pliegues de la piel y p o r las plumas es-
pecializadas d e te discos faciales y enviada al e n o r m e t í m p a n o con un espectro de sansibilidad, desde los ultrasonidos e m i t i d o s p o r los m i c r o m a m í f e r o s hasta los tonos graves de las llamadas de su especie. El o í d o i n t e r n o de las aves nocturnas es tan a m p l i o c o m o el h u m a n o . Y gracias a su p o s i c i ó n l i g e r a m e n t e asimétrica en el ancho cráneo, las ondas no llegan s i m u l t á n e a m e n t e a los dos t f m p a n o s . &asta esta diferencia i n f i n i t e s i m a l para d a r ai ave ia clave de la d i r e c c i ó n det sonJdoPARA LOCALIZAR PfiESAS EN ABSOLUTA OSCURIDAD El c o n e j o o Ja rata p r á c t i c a m e n t e i n visibles en la p e n u m b r a hasta para los ojos del b u h o , será localizado p o r el oído. C o m o un resorte a u t o m á t i c o , la cabeza gira en la d i r e c c i ó n del s o n i d o y la vista eiíplora la zona de donde p r o cede el atractivo roer d e los infatigables incisivos.
Los palluclus del carabu {a lü iz<|iuerda) esperün impacient a la Uceada de sus provccdorES. Sobre estás lincas^ el r^arabo se dispone a comer la r a t a recién c ^ a d a . siguiendo la costumbre de la especie ei decir, IracJ^ndoseia e n l t r a . A ta d c r t c b a , u(ra escena Reniejante, El cárabo es un infatigable cazador forestal que persigue a las ratas de campo y a los topUlos. E s mu>' conocido por su críto l u m b r e y pavoroso. Descubíerla la pieza, la rapaz se lanza desde su alalaya en un p i c a d o t e n d i d o , no l a n r á p i d o c o m o el del azor, pero a b í o l u t a m e n í e silencioso. G e n e r a l m e n t e , ocho uñas agudas c o m o dagas ¿e clavan en el c u e r p o del r o e d o r antes de que se aperciba del ataque. P o r q u e , si le da t i e m p o a eí^capar, la rapaz n o c i u r n a tiene m u y pocaE posibilidades de alcanzarle en una p e r j i e c u d ó n real. Su verdadera arma es la sorpresa, Loü o r n í l á l o g o s no habían conseguido eRpficarse c ó m o se las arreglaban tas lechuzas para cazar. Porque estas n o c t u r nas viven en viejos graneros y mansiones ruinosas / c a p t u r a n la m a / o r p a r l e d e sus presas en cuartos y recobecos donde la o i c u r i d a d resulta p r á c t i c a m e n te a b s o l u t a . El e s t u d i a n t e g r a d u a d o d e la Universidad de C o r n e l l , Rotjer Payne, aclara e! f e n ó m e n o . Para ello ^ o l l ó algunas lechudas en el i n t e r i o r de un cotaeriiio c e r r a d o en el que se podía hacer la o s c u r i d a d [ o í a l . D u r a n t e su ¡nvesligación observaba a sus n o c t u r n a s con luz i n f r a r r o i a .
i m p e r c e p t i b l e para ellas. Pudo así descub r i r q u e si se soltaba un r a t d n en el c o b e r t i z o , en c u a n t o el r o e d o r se movía p o r el suelo, c u b i e r t o ds hojas secas, una lechuza caía sobre él con absoluta precisión y lo c a p i u r a b a , Payne reforzó su eJ(perÍmento demost r a n d o que la lechuza no 5e guiaba p o r el s e n t i d o del olfato^ al d e j a r el ratón i n n i i v i l cerca del ave. T a m b i é n p u d o percatarse de q u e no i n t e r v e n í a n las o n das calóricas encanadas de un f;u^rpo v i v o , c o m o o c u r r e c o n afgunas serpientes. F i n a l m e n t e , al t a p o n a r c o n cera u n o de los o í d o s d e sus lechuzas, éstas e r r a ban siempre el golpe en la o s c u r i d a d , d e m o s t r a c i ó n que hl^o p a l m a r i a la capacidad de estas aves para a t r a p a r una pieza guiándose ú n i c a m e n t e por el o í d o . EL CEPO MORTAL QUE SE CIERRA A U T O M Á T I C A M E N T E Para f a c i l i t a r las capturas en la oscur i d a d , el dedo e ^ l e r n o de las garras de las aveí n o c t u r n a s puede desplazarse
hacia a t r á s , f o r m a n d o una m a n o simétrica t e r m i n a d a en c u a t r o uñas m u y c u r v a s , finas y agudas que f u n c i o n a com o u n cepo a u t o m á t i c o . El m e c a n i s m o de c i e r r e c o r r e a cargo de c u a t r o tendones q u e Se f u n d e n en ur^o más grueso y, pasando por una polea ósea, term i n a en los potentes m ú s c u l o s tibiales. Tan p r o n t o c o m o las puntas de las uñas tocan la presa, éstos músculos se contraen y las garras se c i e r r a n con ter r i b l e fuerza. 5e piensa q u e , en las noches m u y oscuras, los buhos atacarían casi a ciegas, g u i a d o s , c o m o d e m o s t r ó Payne, exclusivamente por el o í d o . Esta t e m i b l e d e t e r m i n a c i ó n en el c o m bate les lleva a e n f r e n t a r s e con seres m u c h o más fuertes q u e ellos m i s m o s , haciendo gala de una t e m e r i d a d que, seg u r a m e n t e , se debe a un simple e r r o r de i n t e r p r e t a c i ó n acústica. Taf p u d o ser el t r i s t e y conocido caso del f o t ó g r a f o a n i m a l i s t a inglés Erík H o s k i n g . Cuando el artista trataba de f o t o g r a f i a r en plena noche un n i d o de cárabos, quizá atraída p o r el click de la máquina o p o r 97
Oídos finísimos, vista certera, vuelo silencioso c u a l q u i e r o t r o s o n i d o , la m a d r e de loa pollüclos se lanzó sobre su r o s t r o , clav á n d o l e la^ uñas con tal fuerza q u e le vació un o j o , Gracias a la increíble agudeza de siii o f d o , et bOho ha localizado Ja pieza; el o j o especializadísimo la ha d e s c u b i e r t o ; el vuelo silencioso ha p e r m i t i d o la sorpresa; las garras automáticas han hecho posible la c a p t u r a . El c o o r d i n a d o y perf e c i o f o n c i o n a m i e n i o d e tan delicados aparatos ha hecho posible q u e n u e s t r o • G r a n Duquej» pueda d i s p o n e r l e p o r f i n a c o m e r un sabroso c o n e j o , Pero esia sencilla o p e r a c i ó n resultaría q u i l a m á s d i f í c i l q u e todas las anteriores frases del proceso, sin la especia I ización de su aparato digestivo.
Arriba, Ta (echuza asoma su blanca fai a la entrada d t su refngifí. Es ave sunU' m e n t e iKnefkJo&i por la cantidad de ratone» que destruye en corrales, palomares j graneros, [>ebajo, una Ifchu;^ se deja eacr sobre ¡m presa. Se ha demos' tr&do que pueden cazar cu la más absoluta oscuridad giiiáiidose Súlo por el oido-
P o r q u e , despedazar una pieza en la o s c u r i d a d , l i m p i a n d o bien sus huesos c o m o hacen las rapaces d i u r n a s , resultaría t r a b a j o s o , Pero, además, el b u h o ve m a l a c o r t a d i s t a n c i a , por ía especial d i s p o s i c i ó n de sus o j o s . Para p a l i a r estos inconvenientes, las rapaces n o c t u r nas se tragan enteras la m a y o r p a r t e d e las piezas. Las que son demasiado grandes, s u m a r i a m e n t e d e s m e m b r a d a s , son engullidas t a m b i é n sin separar la piel ni los huesos. Los jugos gástricos se encargan de ese menester: la carne, grasas y demás partes blandas son digeridas y asimiladas; los pelos, huesos y materias córneas, perfectamente c o m p r i m i d a s y empaquetadas, se e>Lpulsan p o r vJa o r a l , en forma de alargadas pelotas — l a s citadas e g a g r ó p i l a s — ai t e r m i n a r el proceso d i gestivo. y a q u í viene lo interesante para los h o m b r e s de ciencia. Estas egagrópilas contienen dientes, cráneos y huesecülos que p e r m i t e n i d e n t i f i c a r Jas d i s t i n t a s especies de roedores ingeridos por la rapaz, Y c o m o la capacidad de una lechuza o u n cárabo para a t r a p a r ratones y topilloa resulta m u y superior a la d e un r e g i m i e n t o de recolectores d í p i o m a d o s , los sabios han tomadlo Ja d e t e r m i n a c i ó n de buscar egagrópilas en lugar de rato- f nes, para estudiar su c o n t e n i d o sentados cómodamenTe en los confortables labo- I r a i o r í o s - De esle m o d o se h a n i d e n t i f i c a - í do raras subespecies d e roedores noc-1 t u r n o s que el h o m b r e quiza no hubiera descubierto nunca sin la ayuda de sus alados colaboradores. Pero estos pormenores resultaban un poco d i f í c i l d e explicar a los sencillos campe^tinos de la p r o v i n c i a de Vallado-
lid, cuando acompañaba al doclor Valverde en la recolección de pelotas do \echuía por las ermilíS y castrllos en ruinas de tierra de campos, — A l g o lendró esa porquería cuando se la Ilevan^mu5iiaban las buenas genles que nos sorprendían Henando bolsas de plástico con la extraiía mercancía. Con las primeras iuces dei alba^ el tfGran Duquce retorna fl su cotidiano refugio. Vuelve, con PI estómago bien lleno, dando cortos vuelos. Se posa en los pitones solitarios de la^ rocas y en las mochas de fos ¿rboleü 5ecos< dejando oír su voz ululante. Una voz que Mene la virtud de extenderse por iodo el ámbito de su territorio. Y, escuchada de cerca, no resulta tueríe ni ofensiva, A medio kilómetro se oye con parecida Intensidad. UN CAMUFLAJE CONTRA LOS ENEMIGOS DIURNOS ¿Por qué cania el buho cada crepúsculo, incluso no estando en época de celo? Canta porque no se le ve. Porque la naturaleza le ha provisto de un perfecto camufláis para pasar inadvertido a sus muchos enemigos diurnos, Y el buho necesita que sus congéneres se enteren de que existe, de que aquel rico cazadero tiene ya dueño. Para é l . es muy importante evilar cualquier confrontación armada con un competidor. La voz del buho es como la bandera de une gran poiencJa, izada en el centro de una colonia. Los más variados, sorprendentes y pavorosos gritos son emitidos por las distintas especies de ave^ nocturnas para proclamar la propiedad de sus territorios o atraer a la pareja en época de amores; la demencial risotada de! cárabo atemoriia los Caminantes solitarios del bosque; el estertor agonizante dsl canto de fa lechuza h¿ hecho suponer a las gentes sencillas que este pajaro anuncia la muerte; las notas dulces de los mochuelo?^ y autillos destacan como un solo de Maula en el concierto nocturno de los insectos; el ulular del «Gran Duque» pone un maH? misrsrioso y agreste en las serranías que es como el alma misma de fas rocas. Mas. si la naturaleza, tan pródiga con estas aves durante la noche, no las protegiera también de día, las horas de sol íierían para ellas una sucesión de sobresaltos. Porque todas laí aves diurnas las odian a muerte y las persiguen, insultan y atacan en cuanto tas descubren. Paríicularniente, las aves rapaces muestran lal ahinco y tenacidad en estas agresiones, que los buhos han sido empleados con profusión como cimbeles para atraer a estas valientes criaturas y darles ca;a. Tal artimaña, de cuya descripción no me ocupo porque escapa a mis conocimientos y aficiones, está prohibida en casi iodos los países cultos y, en España, ha ^ido fa causa de un notable descenio en la población de rapaces. Hoy la ley prolega a todas estas útilísimas especien y
El buho reaL íorprpnílido por l¡t cámara a la puerta del nido, con un onrJD «n las p i n a s que se übiíoma a cnpiIÜrse. Ba la foto inferior, los pollueios del buho chico miran índÍRnaUus al Toto^iafo que se tía tomatlo la libertad üe turbar su siesta en el viejo nido que sus padres hahian arrebatado antts a la corneja.
Dos lechuzas cazan más t|ue doce gatos ei e m p l e o del b u h o v i v o o disecado, p a r a su caza, e^ absolutan-isnie ilegal. El origen del o d i o e n t r e rapaces d i u r nas V n o c t u r n a s ^e debe a \o q u e los brólogos d e n o m i n a n c o m p e t e n c i a ecológ i c a . Las aves n o c t u r n a s d a n caza, d u r a n t e la noche, al m i s m o género de presas q u e las rapaces d i u r n a s a la luz del soL Por lo t a n t o , ambas t r a t a n d e e l i m i n a r a loa c o m p e t i d o r e s e n sus respectivas horas p r o p i c i a s d e a c t i v i d a d . Para n o ser d e s c u b i e r t o s p o r sus enem i g o s , los b u h o s están d o t a d o s d e u n p l u m a j e de tonos p a r d o s o grisáceos, perfecta m e n t e h o m o c r O m á t i c o en las rocas o c o r t e j a s de los á r b o l e s . Por o t r a p a r t e , d u r a n t e el descanso d i u r n o , en el i n t e r i o r de grietas y de huecos O s i m p l e mente a la s o m b r a del r a m a j e , las aves n o c t u r n a s permanecen a b s o l u t a m e n t e ¡nm ó v i l e s . Se ha o b s e r v a d o q u e , i n c l u s o , c o m p e n s a n los m o v i m i e n t o s r e s p i r a t o -
rios det lórsK c o n sij elástica capa de p l u m ó n . Algunas especies, c o m o los b u hos y autrllos tienen p l u m a s en f o r m a de o r e j a s , m u y a p r o p i a d a s para descompc^ ner el r e d o n d o e i n c o n f u n d i b l e p e r f i l d e sus cabezas, Pero es preciso haber hecho La p r u e b a desalentadora d e buscar con p r i s m á t i c o s al « G r a n Duque» que u n o acaba d e v e r posarse en el r o q u e a d o , para darse cyenta d e lo p í í r f e c i o q u e resulla el cam u f l a j e d e caías aves. LOS BUHOS Y SON
AVES
LECHUZAS
ÚTILÍSIMAS
M e ha sido p o s i b l e r e f e r i r m e ai b u h o real para e s t u d i a r las características generales d e las rapaces nocturnas^ p o r q u e este o r d e n d e aves^ q u e agrupa 133 especies r e p a r t i d a s p o r t o d o el m u n d o , es s u m a m e n t e h o m o g é n e o . La Cabeza v o l u m i n o s a , el c u e r p o r e c h o n c h o , c u b i e r t o d e p l u m a j e b l a n d o y a b u n d a n t e , los larsos e m p l u m a d o s , la cara aplanada y el p i c o s e m i o c u l t o , lo m i s m o r e t r a t a n al a G r a n D u q u e » , con sus tres k i l o s d e peso, q u e al utrllo del t a m a ñ o de u n estorn i n o . Y p o c o i m p o r t a q u e algunas especies estén adornadas con o r e j a s o cuernecillos^ c o m o los b ú h o s , o sean m o c h a s , c o m o ios cárabos y m o c h u e l o s . T a m p o c o a l t e r a n nuestra d e s c r i p c i ó n las especialidades de algunas n o c t u r n a s exóticas, c o m o el b u h o pescador d e Java o la nór-
E1 pequeño mochuelo, abundante (odavíA en toda España, descansa Junto a su pteza ante^ de proceder a devorarla. Es un ratiln de campo, de los ijuí^ estas aves hacen ínfad^ble limpieza. CDIUD la."; del rtücfe de la especie. ROf armas san ti nido, el KÜencín j Isis feúras automiUcas que se derran férreamente t^obre sus presas.
dica lechuda gavilana, q u e caza en pleno día, c o m o un a c c i p i í e r . L l a m a m o s a todas estas aves rapaces n o c i u r n a s p o r q u e cazan insectos, peces, aves o m a m í f e r o s , para s o b r e v i v i r y no p o r q u e estén emparentadas Con las rapaces d i u r n a s . El pico c o r v o y las garras aceradas se deberían a u n s i m p l e p r o ceso evoluliivo de convergencia En cient í f i c o r i g o r , estas ave^ se llaman E s i r i n gidas y están más emparentadas con los cucos y c h o i a c a b r a s que con las águilas. Las c o s t u m b r e s do n i d i f i c a c i ó n de ledas ellas son m u y parecidas. Ponen un n ú m e r o v a r i a b l e de huevos blancos en el i n t e r i o r d e cavidades n a t u r a l e s , en viefos n i d o s de rapaces d i u r n a s , simplemente en el suelo o en cueva'í de conejos y o t r o s roedores. La i n c u b a c i ó n , que c o r r e p r i n c i p a l m e n t e a cargo d e la hemb r a , d u r a d e v e i n t i c i n c o a t r e i n t a y cinco d í a s , según se t r a t e de pequeñas o grandes especies. Los poliuelos permanecen bastante t i e m p o en el n i d o y son alimentados y f e r o z m e n t e d e f e n d i d o s por sus padres. G e n e r a l m e n t e , el n ú m e r o de descendientes está en relación con la abundancia de roedores en los t e r r i t o r i o s donde a n i d a n . Y c o m o ya conocemos las generalidades del f u n c i o n a m i e n t o de sus órganos especializados, es d i f í c i l que nos dejemos engañar por quienes a f i r m a n que los búhos y lechuzas c a p t u r a n perdices, palomas y o t r a s aves. Sabemos que el r u i d o p r o d u c i d o p o r sus presas al com e r o m o v e r s e pone en m a r c h a el me c a n i s m o d e caza, Y sabemos t a m b i é n q u e las perdices o p a l o m a s , cuando duerm e n , hacen el m i s m o r u i d o que una pied r a o un a r b u s t o La d i v e r s i d a d de tamaños y actitudes d e las rapaces n o c r u r n a s las p e r m i t e c o n t r o l a r a todas las especres de nuestros roedores y en i o d o s sus b i o t i p o s . Los grandes buhos actúan en los parajes rocosos Y en montes n o m u y espesos sobre c o n e j o s , ratas y roedores pequeños, l i m i t a n d o , t a m b i é n , la p r o l i f e r a c i ó n de m u s t é l i d o s y rapaces d i u r n a s . Los cárabos cazan en el p i n a r y en el bosque de hoja caduca. La lechuza c a m p e s t r e desratiza las llanuras herbosas y m a r i s mas. Los autillos y mochuelos cazan ratones e insectos sn los huertos y c u l t i vos. F i n a l m e n t e , las lechuzas, que los o r n i t ó l o g o s eshudian aparte con el nombre de T i t o n i d a s , por sus particulares características a n a t ó m i c a s , son ef m a y o r enemigo de los roedores medianos y pequeños en el Interior d e los pueblos, en fos corrales, graneros y p a l o m a r e s . Se dice q u e una pareja de lechuzas d e s t r u ye más ratones que doce gatos. Todos estos p o r m e n o r e s han sido tenidos m u y an cuenta por los especialistas del Servicio Nacional de Pe^ca Fluvial y Caza, para aconsejar el decreto de p r o t e c c i ó n de todas las rapaces nocturnas en n u e s t r o t e r r i t o r i o nacional, apar e c i d o en el «Boletín O f i c i a l del Estado;» del 23 de ¡uíio de 1966.
Félix R. DE LA FUENTE