Medicos sin Fronteras MSF90

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Febrero 2012 Médicos Sin Fronteras Mugarik Gabeko Medikuak Metges Sense Fronteres Médicos Sen Fronteiras La revista que te informa de las acciones que tú haces posibles

40 años de acción humanitaria independiente

3 Reportaje

Sin fondos para el sida 8 Desde el terreno Etiopía/Kenia/Somalia, Haití, Libia, Sudán del Sur, Turquía y Zimbabue 10 MSF Primer plano República Centroafricana: una crisis silenciosa 12 Noticias MSF 14 En otras palabras Entrevista a Rosa María Calaf, periodista

Editorial

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Por Aitor Zabalgogeazkoa, Director General de MSF-E

La crisis: menos es más

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esde que comenzó a ser notoria la crisis económica en nuestras sociedades hace ya unos cuatro años, en Médicos Sin Fronteras (MSF) nos preguntábamos cuándo y cuánto afectaría esta crisis a las poblaciones a las que servimos.

Las señales no llegaban o no eran evidentes, ya que la mayoría de los individuos y comunidades afectados por crisis humanitarias están fuera de la economía formal.

Es gente que no tiene cuentas bancarias ni ahorros en forma de dinero, muchas de las veces han perdido, o simplemente no tienen, papeles de propiedad ni trabajo que tenga una nómina. Es gente que tiene sus ahorros en forma de ganado o sacos de grano, sus pensiones en forma de muchos niños y una familia extensa en la que apoyarse, su trabajo consiste en buscar algo para el sustento de ese mismo día y sus posesiones suelen caber envueltas en una sábana. Por tanto, en apariencia, la crisis financiera ni les iba ni les venía.

Pero ahora también la están empezando a notar esos colectivos que están siempre al borde de la catástrofe, y los ejemplos son muchos. Los precios de los alimentos y de los productos básicos se han duplicado en los últimos cuatro años. Esto significa que las perspectivas de desnutrición severa en el Sahel y entre las comunidades más vulnerables del Sureste Asiático aumentan exponencialmente.

Que la crisis se note significa que los conflictos se van o se pueden agudizar.

Que los inacabables y crónicos conflictos en África y en el mundo árabe no verán la luz al final del túnel, con la terrible carga de sufrimiento y de pérdidas humanas que ello supone.

Otro elemento a tener en cuenta es la retracción por parte de los grandes donantes internacionales y el resultante incumplimiento de compromisos adquiridos para avanzar en políticas y financiación de programas de VIH/sida, tuberculosis, malaria, Chagas, etc. Esto implica dejar de admitir pacientes en programas o ralentizar investigaciones clave para hacer más accesibles y disponibles los tratamientos y los diagnósticos, entre otras consecuencias.

La crisis también afecta a las agencias internacionales, a las organizaciones sociales, a los programas de ayuda y a los gobiernos más débiles. Los programas de vacunación regulares están teniendo dificultades en el cono sur africano. Los sistemas de salud están haciendo esfuerzos para mantener en marcha estructuras deficientes y personal escaso. Esto significa que lo que no se trata antes, se trata más tarde y muchas veces es más grave. ¿Qué consecuencias tiene esta evolución de los elementos que conforman el paisaje natural de la acción humanitaria?

Los cambios que se están produciendo, para mejor o para peor, en la escena

mundial, empezando por la economía y acabando en las decisiones políticas, tienen ya efectos inmediatos en las sociedades en crisis. Este panorama nos obliga a replantear nuestras intervenciones.

La estrategia que vamos a seguir en los siguientes meses pasará por concentrar las operaciones en nuestro valor añadido fundamental: salvar vidas.

En nutrición, nos concentraremos en los más casos severos ya que llegarán más niños y casos más agudos. Lo mismo tendremos que hacer con las enfermedades infecciosas: cólera, meningitis, fiebres hemorrágicas... En atención de salud, habrá que atrincherarse en los hospitales para obtener lo máximo de nuestras capacidades. En las zonas en conflicto, nos centraremos en las operaciones que tengan más posibilidades de salvar vidas, ya sean víctimas directas o indirectas de la guerra.

Vamos a seguir ahí, concentrando esfuerzos en las intervenciones más críticas.

Los donantes de MSF habéis seguido apoyando nuestro trabajo, me consta, con gran sacrificio por parte de muchos.

Esto nos ha permitido llegar a más gente, a más personas, a más comunidades.

Os lo agradecemos en nombre de los que no tuvieron otro remedio que ser nuestros pacientes. Vamos a concentrar nuestros esfuerzos, ya que, conscientes de que somos la última oportunidad para muchos, no les debemos fallar.

Nos reconforta la fuerza que nos transmitís ante situaciones tan difíciles como el asesinato de nuestros compañeros Philipe y Kace en Mogadiscio o el secuestro de Blanca Thiebaut y Mone Serra, que ya llevan más de 100 días retenidas contra su voluntad. Para este colectivo humano que es Médicos Sin Fronteras y para nuestras familias, es de gran ayuda que mientras hacemos todos los esfuerzos habidos y por haber para que vuelvan pronto a casa, vosotros estéis al lado, dando ánimo y sosteniendo el esfuerzo que hacemos entre todos.

Foto de portada: Paciente de MSF en Zimbabue. La falta de apoyo de los donantes internacionales amenaza con frenar los programas de lucha contra el VIH/sida en muchos países en desarrollo afectados por esta pandemia. © JUAN CARLOS TOMASI Edita Médicos Sin Fronteras. C/ Nou de la Rambla, 26. 08001 BARCELONA - Tel: 933 046 100 Fax: 933 046 102 Consejo de redacción Aloïs Hug, Nondas Paschos, Gemma Planas, Carmen Vicente Coordinación Carmen Vicente Edición Eulàlia Sanabra Colaboraciones Andrea Aguilar, Juanra Atxa, Fernando Calero, Emilio de Benito, Lali Cambra, Silvia Fernández, Cecilia Furió, Susana Oñoro, Mar Padilla, Pilar Pérez-Vico, Gemma Planas, Clara Tarrero, Aitor Zabalgogeazkoa Diseño Diego Feijóo Producción Carmen Vicente, Ana Fernández Impresión Litografia Rosés Depósito legal B-25942/89 Oficinas delegadas MSF España Barcelona: 933 046 100 / Bilbao: 944 231 194 / Madrid: 915 411 375 / Málaga: 952 600 900 / Noroeste: 981 587 091 / Valencia: 963 916 133 / Buenos Aires (Argentina): www.msf.org.ar Versión digital disponible en www.msf.es

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Reportaje

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Por Silvia Fernández, Servicio de Información

Sin fondos para el sida Cuando se cumplen 30 años desde que se detectaron los primeros casos de VIH/sida, la lucha contra la enfermedad se encuentra en una difícil encrucijada. Por un lado, gracias a los últimos avances científicos y los compromisos políticos, nunca hubo tantos motivos para la esperanza. Por el otro, la alarmante falta de fondos amenaza no solo con desaprovechar esta oportunidad histórica sino con socavar los últimos éxitos alcanzados.

E

Mi nombre es Rachel Dlomo.

Estoy casada y tengo un hijo.

Me hice la prueba del sida cuando estaba embarazada de siete meses y el resultado fue positivo.

Fue una época muy difícil para mí. No sabía cómo decírselo a mi marido.

Pensaba que moriría pronto y que mi hijo también nacería con el VIH. Una enfermera me explicó que, a pesar de mi estatus, había un programa que podía reducir el riesgo de transmitir el virus a mi bebé. No podía creerlo; le pregunté si conocía algún caso. Me explicó que en la clínica de Luveve había un grupo de mujeres que habían seguido con éxito el programa y que habían formado grupos de apoyo. Le pedí que me las presentara…”.

Estamos en Bulawayo, la segunda ciudad más grande de Zimbabue. Allí, como en muchos otros países de África subsahariana, la lucha contra el VIH ha avanzado mucho en los últimos años. En 2006, solo un 5% de las personas que necesitaban tratamiento lo recibían.

Actualmente, un 63% lo recibe y el Plan Estratégico Nacional de Lucha contra el VIH/sida quiere llegar al 85% en 2015. Los pasos que se han dado han sido gigantescos.

“En primer lugar, hemos avanzado mucho en la lucha contra el estigma y la discriminación. En nuestros proyectos de VIH por todo el país, el trabajo comunitario es crucial porque la gente tiene que

saber qué es el sida como primer paso para hacerle frente”, explica Mari Carmen Viñoles, coordinadora general de Médicos Sin Fronteras (MSF) en Zimbabue. Y prosigue: “Como ejemplo concreto, cuando en 2004 empezamos a trabajar con grupos de apoyo para informar y asesorar a las comunidades en el área rural de Thsolotsho, apenas eran tres personas; ahora son cientos”.

Los programas de prevención de la transmisión del VIH de madres a hijos (PTMH) son otro de los grandes avances.

El virus del VIH puede pasar de la madre al hijo durante el embarazo, el parto o la lactancia. Sin ningún tipo de intervención, el porcentaje de transmisión puede alcanzar el 45%, pero si se aplican los protocolos médicos adecuados, puede reducirse hasta menos del 1%.

Rachel es un buen ejemplo del éxito de la prevención. “Di a luz en la zona rural donde viven mis padres. Me preocupaba pensar que allí no habría programa de PTMH. Pero en el centro de salud de Luveve me dieron las medicinas que tenía que tomar durante y después del parto, y las que tenía que darle al bebé. Una enfermera me escribió claramente las instrucciones para que el centro de salud donde iba a dar a luz supiera qué hacer.

Luego amamanté a mi hijo de forma exclusiva durante seis meses y paré.

Cuando le hicieron la prueba del VIH, el resultado fue negativo”.

Los programas de PTMH son una pieza clave para lograr una generación libre de sida, un objetivo ambicioso que en los últimos años empieza a verse como posible, gracias sobre todo a los últimos progresos científicos y políticos.

Avances médicos y compromisos políticos MSF empezó a introducir la terapia antirretroviral en sus programas de sida en los países en desarrollo hace ya más de 10 años. Por aquel entonces, los enfermos tenían muy pocas opciones para conseguir el tratamiento que necesitaban, y muchos morían. Sin embargo, en la última década, los esfuerzos conjuntos de gobiernos, organismos multilaterales, organizaciones de ayuda y sociedad civil han demostrado que es posible hacer llegar el tratamiento a las zonas más remotas de los países con pocos recursos.

“A lo largo de estos años hemos aprendido a asistir a más personas en contextos con recursos escasos. Por ejemplo, con la descentralización del tratamiento de los hospitales a los centros y puestos de salud rurales, de modo que los medicamentos estén lo más cerca posible del paciente. También mediante el traspaso de tareas médicas, o task-shifting, del personal médico al personal de enfermería, y en su caso, a trabajadores de salud comunitarios, para hacer frente a la escasez de recursos humanos”, afirma el Dr. Jean François Saint-Sauveur,

Sin fondos para el sida

coordinador médico de MSF en Zimbabue. “Por fin, los métodos de diagnóstico y los tratamientos que ya consiguieron cambiar el curso de la enfermedad en los países ricos, han empezado a llegar también a los países que más los necesitan”.

Por otra parte, estudios recientes han demostrado que el tratamiento precoz del VIH puede tener un impacto significativo en la reducción de la transmisión del virus: una persona que reciba terapia antirretroviral en un estadio temprano de la enfermedad tiene un 96% menos de probabilidades de contagiar el virus a otros. Así que el tratamiento contribuye no solo a salvar vidas, sino que también puede ayudar a reducir la incidencia de nuevas infecciones. A esta nueva evidencia científica se han sumado claros compromisos políticos para seguir priorizando la lucha contra la pandemia.

“Nuestros esfuerzos han ayudado a sentar las bases para la oportunidad histórica que el mundo tiene hoy: cambiar el curso de esta pandemia y dar un paso hacia una generación libre de sida”. Son palabras de Hillary Clinton, la secretaria de Estado de Estados Unidos, en un discurso que tuvo lugar en Washington a principios de noviembre y donde reitera el compromiso de su país en la lucha contra la enfermedad. Un discurso que hasta el momento no ha pasado de ser una declaración de intenciones.

Pocos meses antes, los gobiernos que participaron en la Reunión de Alto Nivel sobre VIH/sida en la Asamblea General de Naciones Unidas celebrada en junio en Nueva York se comprometieron a garantizar que 15 millones de personas tendrían acceso al tratamiento del VIH que necesitan en 2015. Según un estudio de Onusida, si se consiguiera este objetivo, se podrían evitar 12 millones de infecciones y siete millones de muertes desde ahora y hasta 2020.

Estos compromisos concretos, sin embargo, todavía no se han materializado en hechos y corren el riesgo de quedarse solo en palabras en medio de la crisis financiera que afecta a varios países desarrollados.

Recortes que acortan vidas La noticia saltaba a finales del mes de noviembre después de que la Junta Directiva del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria se reuniese en Accra, Ghana: debido a la falta de dinero, el Fondo se veía obligado a cancelar la Ronda 11 de financiación, una decisión sin precedentes en los 10 años de historia del organismo.

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El Fondo Mundial es la principal fuente de financiación multilateral en tratamiento del VIH y financia más del 70% de los medicamentos antirretrovirales que se administran en los países en desarrollo.

Con la cancelación de la última ronda de financiación, muchos de estos países no podrán solicitar nuevas subvenciones para apoyar programas de tratamiento de VIH/sida –tampoco de malaria y tuberculosis– y se verán obligados a reducirlos, con el consecuente riesgo para la vida de los pacientes. En la misma reunión de Ghana, el Fondo Mundial acordó la creación de un Mecanismo Transitorio de Financiación para asegurar la continuidad de los programas en curso de tratamiento de estas tres enfermedades. En el caso del VIH/sida, esto se traduce en que no habrá dinero para que nuevos pacientes inicien la terapia antirretroviral por lo menos hasta 2014.

Una situación muy preocupante en países como la República Democrática del Congo o la República Centroafricana, donde el número de pacientes que reciben tratamiento aún no llega ni al 30% de los que lo necesitan. La falta de fondos comprometerá la continuidad del tratamiento de estas personas y las que aún no lo reciben permanecerán en la eterna lista de espera.

“Es una decisión inaceptable. No podemos decirles a las personas infectadas con el VIH que tienen que esperar años para recibir el tratamiento que necesitan ahora porque no hay dinero.

Para ellos, en muchos casos, será una cuestión de vida o muerte”, afirma Cecilia Ferreyra, referente médica para VIH y Tuberculosis de MSF. Según datos del último informe publicado por Onusida, 6,6 millones de personas están recibiendo tratamiento para el VIH en los países en desarrollo, lo que supone menos de la mitad de las personas que lo necesitan con urgencia.

Un dato todavía peor: solo el 23% de los niños que necesitan tratamiento lo recibían a diciembre de 2011.

El Fondo Mundial vive su peor situación presupuestaria desde su creación debido a la retirada de fondos de los países donantes. Muchos países no han renovado sus compromisos con el organismo y otros no han hecho efectivas sus promesas. El Gobierno español, por ejemplo, había sido hasta 2009 uno de los principales financiadores del Fondo Mundial, llegando a ser el cuarto mayor donante. Pero en 2010 anunció un recorte importante de las aportaciones ya comprometidas, y para finales de 2011 aún no había anunciado las contribuciones para el siguiente trienio.

“Los compromisos de financiación regular deben seguir cumpliéndose, pero aún así tenemos que encontrar nuevos flujos de ingresos sostenibles que puedan compensar la escasez que ya había”, explica Carlos Ugarte, responsable de Relaciones Externas de MSF. “Incluso si los países donantes cumplieran sus promesas, todavía tendríamos que hacer mucho más para poder cumplir con los compromisos políticos marcados. Un pequeño impuesto sobre transacciones financieras destinado a la salud global podría ser un buen mecanismo de financiación”.

La aplicación de esta nueva tasa se está debatiendo en el seno de la Unión Europea pero, de momento, no hay resultados concretos. Tampoco se sabe si el impuesto contaría con el respaldo del grupo de países que forman el G20, un apoyo que podría aumentar su impacto.

Además del anuncio de la cancelación de la Ronda 11 por parte del Fondo Mundial, en los últimos dos años otros donantes y programas de VIH también han reducido su actividad. En el caso de Zimbabue, el tercer país con más casos de VIH/sida en África subsahariana, el Programa Nacional de Apoyo Extendido (ESP por sus siglas en inglés) financiado principalmente por el Reino Unido, Suecia, Noruega, Irlanda y Canadá finalizó el pasado diciembre y ya se anunció que no se renovaría. En su lugar, se creará una nueva iniciativa que no incluirá financiación para los medicamentos. En consecuencia, el Ministerio de Salud zimbabuense necesita encontrar financiación con urgencia para poder seguir tratando a los 80.000 pacientes apoyados por el ESP. Sobre el terreno Mqondisi Mkandla tiene 17 años, es seropositivo y está en tratamiento. Es huérfano y vive con su abuela a las afueras de Bulawayo. En Zimbabue hay alrededor de 1,6 millones de huérfanos.

“Muchos niños han perdido a sus padres, lo que quiere decir que toda una generación intermedia no recibió tratamiento para el VIH. El coraje y dedicación de las abuelas que han perdido a sus hijos víctimas del sida es enorme; se ocupan de una media de 8, 9 o 10 huérfanos. Son realmente las heroínas de esta epidemia de sida en el país”, afirma Sarah Jaffe, pediatra de MSF con experiencia en Zimbabue.

La abuela gogo Makahalima, de 70 años, cuida de sus cinco nietos huérfanos, tres de ellos seropositivos. “Dos están en la escuela secundaria, pero no puedo permitirme pagar las cuotas escolares

Fotos 1 Consulta a una paciente en el programa de prevención de la transmisión del VIH de madre a hijo en Madi Opei, Uganda.

2 Coro Khumbula: información y asesoramiento a través de la música en el área rural de Tsholotsho, Zimbabue.

3 Dos generaciones unidas en la lucha contra el sida en Zimbabue.

© SALOMÉ LIMÓN

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© JUAN CARLOS TOMASI

y apenas puedo darles de comer.

No obstante, verles crecer saludables gracias a los antirretrovirales es lo que me hace seguir adelante”, explica. Como los nietos de Makahalima, existe ahora en Zimbabue una generación de niños y adolescentes que por primera vez está recibiendo tratamiento del VIH. “En el campo del sida pediátrico, hemos avanzado mucho: en la prevención, gracias a los programas de PTMH y en el tratamiento porque cada vez llegamos a más personas y cada vez la comunidad está más implicada y concienciada en la lucha contra la enfermedad.

No obstante, queda mucho por hacer.

Todavía hay muchos niños que mueren porque no se diagnostican y tratan a tiempo, así que no podemos conformarnos. Tenemos que seguir por este camino”, afirma el Dr. Saint-Sauveur, coordinador médico de MSF en Zimbabue.

En los últimos años, las autoridades sanitarias zimbabuenses han trabajado para mejorar sus programas de VIH/sida, por ejemplo, aumentando el número de estructuras médicas donde se diagnostica a los niños para aumentar la detección precoz del virus entre los más pequeños.

Zimbabue también ha apostado por implementar las nuevas recomendaciones para tratamiento del VIH/sida que la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó en 2010. Sin embargo la falta de fondos está retrasando la puesta en marcha de muchos planes.

“No podemos tirar por la borda los progresos hechos en la última década.

Tenemos un compromiso con las personas afectadas por el HIV”, sentencia la coordinadora general de MSF, Mari Carmen Viñoles.

Mientras, en el área rural de Thsolotsho se escuchan las canciones del grupo de apoyo Jimila. Las mujeres que lo integran, todas infectadas o afectadas por el VIH, saben mucho acerca del sida y no están dispuestas a dejar de combatirlo. “No descansaré, no puedo hacerlo. No puedo sentarme y descansar mientras siga el virus. Hay antirretrovirales, hay preservativos. No puedo sentarme y descansar mientras siga el virus”.

© BRENDAN BANNON

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Sin fondos para el sida

Ya estamos en la calle.

El proyecto musical de MSF Positive Generation ha iniciado su andadura y ya es una realidad que conocen millones de personas.

El pasado 1 de diciembre, Día Mundial del Sida, se presentó en Madrid, de la mano del productor Javier Limón, así como en Harare, la capital de Zimbabue, con la presencia de los coros y grupos de apoyo locales, el corazón de este proyecto.

© Salomé Limón

Y queda por delante mucho recorrido.

Positive Generation es una extraña y hermosa aventura que empezó a principios de 2011 de un modo casi casual, gracias a la emoción que el músico y cantante Alejandro Sanz sintió al oír los mensajes y las voces de los grupos de apoyo y coros que recorren los caminos de Zimbabue para sensibilizar sobre el VIH/sida. Sanz, socio de MSF, fue hasta el corazón del continente africano a conocer de primera mano la labor de la organización en sus proyectos de lucha

contra esta enfermedad. Vio el trabajo de nuestros equipos y conoció a algunas de los miles de personas que reciben tratamiento, pero su asombro surgió al descubrir a esos grupos de pacientes que utilizan la música como herramienta para apoyar y acompañar a los que también viven con el virus.

Ahora, un año después, Positive Generation, Voces por un futuro sin sida es música que circula por todos los recovecos de la realidad. En España, en Zimbabue y en el resto del mundo.

Entre otras muchas cosas, Positive Generation es un precioso disco-libro, un álbum on line, una chapa MP3, una web y un espléndido documental del cineasta David Trueba. El disco está a la venta en grandes superficies como El Corte Inglés, FNAC, VIPS o en el grupo de cafeterías Starbucks.

En la red puedes también encontrar el disco en la tienda on line de la web de MSF, en la página web de Universal, en Itunes y en Spotify. Y si prefieres el formato playbutton –un MP3 en formato de chapa para llevar en la solapa– lo puedes encontrar en cada una de las casi 2.500 tiendas de ropa y complementos del grupo Inditex (Zara y Zara Home, Pull&Bear, Oysho, Bershka, Stradivarius, Massimo Dutti, Uterqüe) y también en las páginas on line de sus cadenas.

A nivel internacional, Positive Generation ha iniciado también su periplo: en pocos días estará disponible el disco-libro en formato reducido para Latinoamérica. También está en marcha la versión del libreto en inglés para Zimbabue y otros países de habla inglesa.

Tantos formatos, tantas versiones, tantas posibilidades. MSF da tratamiento a más de 10.000 personas con VIH en Zimbabue y en esta ocasión quiere dar a conocer al mayor número de personas posible el compromiso de lucha y la dignidad de los grupos de apoyo y los coros de zimbabuenses que viven con el virus. A modo de altavoz, a través de MSF y Positive Generation circulan estas voces –de niños, de mujeres, de abuelas– mezcladas con las melodías elaboradas para la ocasión por Alejandro Sanz, Antonio Carmona, Estrella Morente, Carminho, Andrés Calamaro, Juan Luis Guerra, Carlos Vives y otros.

Todo y más para lograr prestar apoyo y dar a conocer al mundo a algunos de los protagonistas de Positive Generation, a sus familias, a sus gentes y a sus comunidades. Así, entre todos, quizás en un futuro no tan lejano, consigamos que nazca la primera generación libre de la oscura huella del sida.

“Gracias a todas las personas que decidan comprar el disco, porque mientras escuchan música estarán ayudando a combatir el sida en Zimbabue. Díganme si no les da un poco de paz. Gracias, en fin, a ese trocito de África que me atrapó para siempre, a los niños y las niñas de Bulawayo y Tsholotsho, a los artistas africanos sin discos de oro, sin reconocimientos ni rollos… Allí es donde nació todo, de allí venimos y allí volvimos a buscar sus voces para no quedarnos solos. Ahora resuenan en mi cabeza los coros del pueblo de arena colorada… son la más alta expresión de virtud humana, son amor. De allí venimos y allí volvimos a buscar sus voces… para no quedarnos solos”.

Alejandro Sanz www.alejandrosanz.com

© Diego Farias

Los caminos de ‘Positive Generation’

© Cristina Rodríguez

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“Ahora que hemos terminado y que el disco está mezclado, me doy cuenta de que esto no ha hecho más que empezar, porque en las voces de esa gente está la esencia de la música, la verdad absoluta despojada de instrumentos, electricidad, electrónica, estudios de armonía, etc… Sus voces y el sonido de sus pies descalzos sobre la tierra como única percusión tienen un concepto milenario y se bastan para emocionar a cualquiera.

Todos nosotros ya no concebimos nuestras vidas y nuestra música sin las voces de estos coros. Espero que al escuchar este disco os pase lo mismo”.

Javier Limón www.casalimon.tv

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Emilio de Benito Licenciado en Ciencias Químicas

Firma invitada Emilio de Benito

y Máster de Periodismo, Emilio de Benito trabaja en el diario El País desde 1999 como redactor especializado en sanidad y ciencia. Destaca su cobertura de la información relacionada con la pandemia del sida, que le ha valido el premio de comunicación de la Fundación para la Investigación y Prevención del Sida en España.

Demasiado tarde… ¿Cuánto tiempo son 30 años?

Depende de en qué se midan.

Porque hay cumpleaños que son en sí mismos una mala noticia. Y que un virus nos haya traído de cabeza todo este tiempo lo es. Son 30 años de muertes (más de 30 millones) y de sufrimiento. Por eso ahora, hagamos lo que hagamos, siempre habrá quien nos lo pueda recriminar: habremos llegado demasiado tarde. …para pedir perdón Lo malo es que todavía no sabemos si vamos a llegar. Porque en el caso de la infección por VIH –y el sida consecuente– el mayor conocimiento se acaba de alcanzar. Y ahora que ya empezamos a vislumbrar cuál puede ser la solución (o, mejor dicho, las soluciones), una crisis absurda la compromete.

Porque ya no es cuestión de ciencia.

Es cierto que se puede mejorar mucho, pero empezamos a tener herramientas para controlar el virus. Ahora es cuestión de políticas, de poner en práctica lo que se sabe.

Imaginemos una persona medianamente formada (e informada) de África.

Y me consta que hay muchas. Sabe desde mediados de los noventa que hay medicamentos que pueden revertir el curso de la infección. Fármacos que son tan eficaces que hasta la revista Science considera el avance del año que se haya demostrado que su uso impide que la persona afectada sea una fuente de transmisión.

Esa persona tiene grabado a fuego que ya hay países y regiones donde ese tratamiento se puede conseguir gratis o a precios muy bajos (hace dos meses, en Ghana, me dijeron que lo compraban

por menos de 10 euros al mes). Pero, a la vez, se encuentra con que no se lo dan. Y que le ponen la excusa del precio.

Ese africano –o, por peso estadístico, habría que violentar el castellano y decir esa africana, como una manera de referirse al conjunto de la población– sabe que los médicos consideran que lo mejor es tratarse cuanto antes. Por una misma, y por las demás.

Esa mujer es consciente de que hay pruebas diagnósticas que en 15 minutos le pueden decir si está infectada y que, aunque así fuera, hay medios para que pueda quedarse embarazada sin que haya riesgo de que transmita el virus a su bebé o a su pareja.

Ese africano –y centrémonos en África, aunque lo mismo podría decirse de asiáticos, americanos e incluso de europeos, aunque nos creamos a salvo– tiene claro que un preservativo puede evitar una infección. Y que, incluso si no lo usa, existe la posibilidad de que le den un cóctel de fármacos –antes o después del acto– que evitará que el virus se instale en su organismo.

Y, ahora, que alguien vaya, se ponga delante de esa persona y le diga que sí, que eso que sabe es verdad, pero que a él o a ella todavía no les ha llegado la hora de recibir los medicamentos, que no hay dinero para pagarlos, que aunque sepa que está infectado tiene que esperar para recibir la medicación, que mejor que no se quede embarazada porque si no tendrá un hijo con el virus y que, si no tiene condones a mano, que practique la abstinencia. Aunque sea prostituta. Aunque esté casada.

Aunque lo más probable es que la violen cuando vuelve a casa del instituto.

Suena absurdo, pero es lo que hacemos a diario.

Pero no se trata de cargar las tintas.

También hay mensajes positivos.

Es posible que en unos pocos años –¿cuánto es poco en este caso?– existan tratamientos para todas las embarazadas. Vuelvo a poner el ejemplo de Ghana porque he estado hace dos meses: en 2020. No en 2012 o 2015.

No ya, como sucede en España.

En 2020.

También es posible que un poco antes haya cremas o geles microbicidas que las mujeres se puedan aplicar vaginalmente para evitar la transmisión.

Y queda el bálsamo de Fierabrás, el remedio universal: alguna vez –¿En una década? ¿En 15 años?– tendremos una vacuna. A lo mejor, si conseguimos mantener el esfuerzo investigador e inversor, la inmunización será una realidad.

He escrito tantas veces sobre ello desde mi atalaya privilegiada, que ya da pereza. Por eso creo que a esa africana de la primera parte de este texto, desde una situación mucho más vulnerable, todos estos anuncios futuros no la van a conmover. Si no hacemos las cosas mejor, me la imagino preguntando que cuánto costará todo eso, que cuándo estará disponible en los países ricos del norte y cuándo en el suyo. Y, sobre todo, la veo preguntando si todo eso no podía haber estado listo antes, que a qué habíamos estado jugando hasta entonces. Y me gustaría pedirle perdón.

Es casi egoísmo. Ahora que parece que estamos a punto de doblar el recodo, de empezar a ver una salida, la puñetera crisis todo lo amenaza. Y yo lo que de verdad quiero es que no vuelvan a repetirme la frase que me dijo el guía en una visita en 2005 a Lesoto: “En este país, el único sector que prospera es el de las funerarias”.

Primer plano

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© ANNA SURINYACH

Por Fernando Calero, Servicio de Información

República Centroafricana: una crisis silenciosa La República Centroafricana es escenario de una de las crisis humanitarias más olvidadas y desatendidas del mundo. Debido a las debilidades de su gobierno y a la indiferencia de la comunidad internacional, el país vive desde hace varios años en un estado crónico de emergencia médica. Las dificultades para acceder a los servicios de salud son cada vez mayores y las encuestas de mortalidad revelan una situación absolutamente crítica.

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Cuando traje a Charline por primera vez al hospital, estaba amarilla y tenía el pelo descolorido. Tenía los pies y los brazos muy hinchados y le dolía el estómago. Los médicos le diagnosticaron anemia, así que decidieron hacerle una transfusión para ver si mejoraba. Días después nos dieron el alta y regresamos a casa, pero tras dos semanas en las que estuvo algo mejor, empezó a ponerse mala de nuevo y tuve que traerla de vuelta al hospital. Charline es hija única y perdió a su madre hace dos meses. Desde entonces vive conmigo y mis cuatro hijos en mi casa, que está a unos 20 kilómetros de aquí. Hoy está mejor, pero volveré a traerla tantas veces como haga falta. Si no hubiera venido cuando se puso mala, soy consciente de que ya la habría perdido".

A simple vista, el testimonio de la tía de Charline podría parecer representativo del de otras muchas mujeres del suroeste de la República Centroafricana (RCA), ya que para los habitantes de esta región fronteriza con Chad y la República del Congo, la desnutrición es uno de sus más graves problemas de salud. Sin embargo, y aunque parezca contradictorio, en este país no muchas personas podrían describir una situación como esta, pues en toda la RCA –cuya extensión supera a la de la península ibérica–, apenas hay 118 médicos generalistas y algunas decenas de especialistas. La mitad de todos ellos se concentra en la capital, Bangui, donde apenas vive un 10% de los 4,4 millones de habitantes del país, así que para el 90% restante apenas queda un pequeño puñado de doctores disponible.

Conflictos, desplazamientos y falta de recursos Situada en el corazón de una de las regiones más inestables del mundo, la RCA vive desde hace más de una década un periodo de inestabilidad provocado por constantes problemas políticos y militares. Y si bien es cierto que hace algunos años se puso en marcha un proceso de pacificación en el que se habían depositado muchas esperanzas, también es verdad que este no ha logrado mejorar la situación en la que vive una población que sufre una degradación constante de sus condiciones de vida y que se encuentra con unas dificultades cada vez mayores para acceder a la atención sanitaria.

La esperanza de vida en el país es de tan solo 48 años, un 30% por debajo de la media mundial, y el presupuesto de MSF para toda la RCA es muy cercano a lo que destina el gobierno a la salud de la población, lo cual sirve para hacerse una

idea de la escasez de fondos del Ministerio de Salud. Además, la RCA es el quinto país del mundo con mayor tasa de mortalidad por enfermedades infecciosas y parasitarias: como media, cada uno de sus habitantes contrae la malaria por lo menos una vez al año.

Si a ello le sumamos el hecho de que en algunas regiones hasta el 50% de la población se encuentra desplazada a causa de los enfrentamientos armados, que el coste de casi todos los servicios médicos debe ser asumido por los pacientes, o que el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria ha suspendido las subvenciones acordadas a causa de las sospechas de corrupción en el país, nos encontraremos con que lo más normal en la RCA es que aquellos que caen enfermos no tengan oportunidad alguna de conseguir la atención médica que necesitan. Así pues, Charline y su tía son al fin y al cabo una triste excepción que confirma la regla, pues el sistema de salud es tan deficitario e insuficiente que MSF, sin llegar a cubrir ni a un 15% de la población, aporta la mitad de todos los servicios médicos de las áreas rurales.

Niveles críticos de mortalidad Hay otros datos que ponen de manifiesto la situación de emergencia crónica que vive la RCA, como por ejemplo el 5,9% de prevalencia de VIH en el grupo de edad de 15 a 49 años (la tasa más elevada de todos los países de África Central), o aquel que nos recuerda que tan solo un 33,5% de quienes necesitan tratamiento antirretroviral urgente tiene acceso a él.

Y también están sobre la mesa los números que se refieren a la enfermedad del sueño: a pesar de los esfuerzos que han permitido desarrollar métodos de diagnóstico más simples y rápidos, así como medicamentos más fácilmente administrables y eficaces, la RCA sigue siendo el segundo país del mundo con más casos por año de esta enfermedad que, sin tratamiento, es mortal.

Desglosando todas estas realidades, parece pues bastante claro que la ayuda médica actual no basta para responder a las enormes necesidades existentes.

Pero, por si aún quedara alguna duda de la gravedad de la situación, cuatro encuestas de mortalidad realizadas por MSF en los últimos 18 meses vienen a confirmar lo que ya era un secreto a voces: la RCA cuenta con unas tasas de mortalidad bruta que en algunas zonas triplican los niveles de emergencia establecidos por la Organización Mundial de la Salud1. Solo en Carnot, un lugar en el que además se respira una apacible

calma y que está alejado de las zonas en conflicto, uno de los estudios de MSF reveló que la tasa de mortalidad bruta era de 3,7 muertes diarias por cada 10.000 personas y de 7 por cada 10.000 en niños menores de 5 años. Son cifras muy superiores a las que se daban el pasado mes de julio en los campos de refugiados de Dadaab, cuando la emergencia nutricional en el Cuerno de África alcanzó sus niveles más preocupantes.

Lo cierto es que debido a las debilidades de su gobierno y a la indiferencia de la comunidad internacional, la RCA se encuentra en un estado de emergencia médica crónica que necesita de una intervención masiva e inmediata. No se puede permitir que esta situación se siga prolongando y es urgente que las organizaciones humanitarias, organismos internacionales y el Gobierno centroafricano pongan en marcha programas de gran envergadura que garanticen el acceso de la población a los servicios de salud. Hay que poner todos los medios necesarios para evitar el sufrimiento y la muerte de miles de centroafricanos y para que todos los niños como Charline puedan acudir a un hospital donde ser tratados cuando lo necesiten.

1 La tasa de mortalidad bruta se usa para definir una crisis humanitaria. El umbral de emergencia está por encima de 1 muerte por cada 10.000 personas al día (Organización Mundial de la Salud).

MSF desde el terreno

Etiopía, Kenia y Somalia La crisis no amaina y aumenta la inseguridad Más de seis meses después de la alerta sobre la crisis nutricional en Somalia, la situación no amaina: las necesidades de la población en el interior del país siguen siendo imperiosas mientras que aumenta la inseguridad no solo en la propia Somalia –atenazada por 20 años de guerra civil–, sino también en el campo de refugiados de Dadaab, el más grande del mundo, en la vecina Kenia.

MSF ha trabajado estos seis meses en proyectos en 22 localidades en Somalia, Kenia y Etiopía, ha atendido a 95.000 pacientes por desnutrición y ha vacunado a 235.000 niños de sarampión. En total, más de 450.000 consultas. Aunque los números pueden parecer elevados, requerirían ser multiplicados para cubrir las necesidades existentes, lo que resulta muy complejo en un país como Somalia, donde el equilibrio entre las necesidades de los ciudadanos y el riesgo que corren los trabajadores humanitarios debe ser continuamente reevaluado. El pasado 29 de diciembre, dos trabajadores de MSF resultaron muertos en un tiroteo en Mogadiscio.

En el campo de Dadaab, donde la organización mantiene el hospital de Dagahaley, la situación de inseguridad ha empeorado desde el secuestro, el pasado 13 de octubre, de nuestras dos compañeras Montserrat Serra y Blanca Thiebaut. A finales de año, dos líderes comunitarios fueron abatidos a tiros. MSF ha condenado los ataques, que ponen en peligro la continuidad de los proyectos humanitarios en la zona.

Haití Dos años después del terremoto El 10 de enero de 2010 permanecerá en la memoria colectiva de Haití para siempre.

Casi todo el mundo perdió a algún familiar o amigo en el terremoto que asoló el país ese día, y muchos supervivientes siguen sufriendo secuelas físicas y psicológicas. En las calles de Puerto Príncipe aún hay montones de escombros, grandes agujeros y falta de infraestructuras.

Cuando tembló la tierra, MSF ya trabajaba en el país y perdió a 12 trabajadores en el desastre. Dos hospitales —el centro de traumatología La Trinité y la clínica de obstetricia Solidarité— quedaron destrozados. En estos dos últimos años, MSF ha dado apoyo a un hospital del Ministerio de Salud en la barriada de Cité-Soleil de la capital haitiana y ha construido cuatro hospitales de emergencia en las zonas más afectadas por el seísmo, donde viven más de dos millones de personas.

Tras el terremoto, una epidemia de cólera llegó al país en octubre de 2010, con más de 500.000 casos registrados.

Hoy en día, cientos de miles de haitianos siguen viviendo en precarias condiciones en campos improvisados.

El acceso a agua potable y saneamiento es muy limitado en todo el país, sobre todo en las zonas más remotas. Esta situación favorece la propagación de enfermedades infecciosas y, aunque los nuevos casos de cólera han bajado considerablemente, MSF aún recibe cientos de ellos a la semana.

© BENOIT FINCK

© YANN LIBESSART

© SAMUEL HAUENSTEIN SWAN

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Libia Presos torturados y privados de atención médica Los detenidos en la ciudad Libia de Misrata están siendo sometidos a torturas y privados de atención médica urgente, lo que ha llevado a MSF a suspender sus actividades en los centros de detención de dicha localidad.

MSF trabaja en Misrata desde abril de 2011, en pleno conflicto libio. En agosto la organización empezó a trabajar en centros de detención de la ciudad para atender a detenidos heridos de guerra.

Los equipos de MSF han realizado 2.600 consultas, 311 de las cuales, por traumatismos violentos. Los médicos de la organización han visto a cada vez más pacientes con heridas causadas por torturas durante interrogatorios realizados fuera de los centros de detención y en algunas ocasiones, después de ser atendidos, los pacientes eran devueltos a los interrogatorios para seguirles torturando.

En total, MSF ha tratado a 115 personas con heridas asociadas a estas prácticas, reportando todos los casos a las autoridades pertinentes en Misrata. Al no emprenderse ninguna acción por parte de dichas autoridades, la organización ha decidido suspender sus actividades médicas en los centros de detención.

MSF seguirá con sus actividades de apoyo de salud mental en escuelas y estructuras de salud en Misrata, así como con su asistencia a 3.000 migrantes africanos, refugiados y desplazados internos en Trípoli y sus alrededores.

© MICHAEL G. NIELSEN

© MSF

© KONSTANTINA BOUJONIKOLOU

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Sudán del Sur Emergencias en cadena

Turquía Atención de salud mental

Zimbabue Traspaso del proyecto de Bulawayo

Varias situaciones de crisis se están desarrollando en distintas partes de Sudán del Sur: la crisis de los refugiados que huyen del conflicto en el estado del Nilo Azul del vecino Sudán; y los últimos enfrentamientos intercomunales en el estado sursudanés de Jonglei. Son síntomas que nos recuerdan que, a pesar de la independencia, Sudán del Sur es escenario de emergencias agudas.

Los refugiados que llegan de Sudán a la zona fronteriza de Doro cuentan que el viaje a pie les lleva entre una semana y un mes. Ya está en marcha la creación de un nuevo campo de refugiados, pero cuando llegaron en diciembre tuvieron que cobijarse bajo los árboles o entre los matorrales. MSF aumentó sus actividades médicas para responder a sus necesidades.

En el estado sursudanés de Jonglei, los últimos enfrentamientos intercomunales provocaron 13 heridos graves que MSF refirió al hospital de Nasir, en el estado del Alto Nilo, donde fueron operados de urgencia. Esta última oleada de violencia se ha desatado tras un ataque en el condado de Pibor entre finales de 2011 y principios de 2012, durante el cual las instalaciones de MSF en la ciudad de Pibor fueron saqueadas y hubo que evacuar a los equipos. MSF reanudó sus actividades médicas de emergencia a los pocos días para atender a la población.

En 2011, tres estructuras médicas de MSF fueron objeto de ataques en el estado de Jonglei.

Un terremoto asoló el este de Turquía el pasado 23 de octubre, cobrándose la vida de 50 personas e hiriendo a unas 2.500.

Un equipo de emergencias de MSF llegó a Van y Ercis, las zonas más afectadas, dos días más tarde. Desde entonces, en colaboración con dos organización turcas, Hayata Destek y Helsinki Citizens’ Assembly (hCa), otras contrapartes y autoridades locales, MSF ha distribuido 2.000 tiendas de campaña adaptadas para bajas temperaturas y 2.000 kits de cocina a 12.000 personas en 37 localidades de la zona.

El sistema de salud del país es fuerte y desde el principio respondió de forma adecuada a las necesidades médicas.

Sin embargo, el equipo empezó a dar asistencia en salud mental a los damnificados, un aspecto importante a cubrir en la fase posterior a un terremoto.

Algunas personas han perdido sus casas, otras temen que haya réplicas del seísmo y no quieren volver a las suyas.

Muchos siguen en estado de shock tras perder a familiares o amigos, algunos se han quedado completamente solos. Hacer frente a esta nueva realidad no será fácil.

Por ello, los equipos de MSF, compuestos por cinco psicólogos y tres psicoeducadores, hacen sesiones individuales y de grupo para adultos y niños en unos 33 pueblos de la zona siniestrada.

En Estambul, MSF también presta apoyo a un proyecto de salud mental para migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, en colaboración con la organización local hCa.

El pasado mes de diciembre tuvo lugar la ceremonia oficial de traspaso de las actividades de VIH/sida de MSF en Bulawayo a las autoridades locales. Después de ocho años de trabajo, la organización ha decidido concentrar sus esfuerzos en Zimbabue en sus proyectos de VIH/sida en los distritos Thsolothso y Beitbridge, donde las necesidades son mayores.

En 2004, cuando MSF empezó a trabajar en Bulawayo, la segunda ciudad más grande de Zimbabue, apenas unas pocas personas VIH-positivas recibían tratamiento antirretroviral en el país.

Además existía un gran desconocimiento sobre la enfermedad y las personas infectadas estaban fuertemente estigmatizadas. Desde entonces MSF ha trabajado conjuntamente con el Ministerio de Salud y las autoridades locales para dar una atención integral a las personas afectadas por el VIH, con servicios de asesoramiento, pruebas diagnósticas, tratamiento y prevención de la transmisión del virus de madres a hijos. Además, a lo largo de estos años se ha conseguido descentralizar el tratamiento a varias clínicas rurales, facilitando que el paciente siga el programa.

En 2009, MSF ya traspasó la atención de VIH a adultos y centró su trabajo en los niños y adolescentes, adaptando los servicios a sus necesidades específicas.

Desde que empezó el programa, aproximadamente 18.500 personas han iniciado la terapia antirretroviral, 5.500 de los cuales son niños y adolescentes.

Noticias MSF Campaña 40 aniversario de MSF Con motivo del 40 aniversario de MSF el pasado 21 de diciembre, unos meses antes lanzamos una campaña a fin de acercar el trabajo humanitario realizado durante estas cuatro décadas a nuestros socios y a la sociedad en general.

La campaña comprende varias acciones: la exposición fotográfica 40 años de acción humanitaria independiente ya ha visitado 16 poblaciones, y se han realizado más de 70 charlas en todo el territorio español. En Vigo, Pamplona, Valladolid, Zaragoza, Málaga y Barcelona hemos celebrado encuentros con los socios para conocernos más de cerca y abrir un espacio de diálogo directo y personal.

Por su parte, la web de la campaña (www.msf.es/gracias) ha recibido más de 35.500 visitas que han dejado más de 700 comentarios.

La campaña seguirá en marcha hasta junio. ¡Os animamos a seguir participando!

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Las 10 noticias médicas más relevantes de 2011

El informe de MSF Las 10 noticias médicas más relevantes de 2011 recoge los hechos que supusieron avances o retrocesos en el acceso a medicamentos esenciales en los países pobres.

Entre los avances destaca una de las noticias científicas del año: las investigaciones que demostraron que el tratamiento del VIH reduce casi a cero el riesgo de transmisión del virus, confirmando que el tratamiento también es prevención. También fue noticia la publicación por primera vez de los precios que paga Unicef por las vacunas que compra; ahora otros compradores dispondrán de referencias con las que negociar con las farmacéuticas y eso incidirá en los precios. La Organización Mundial de la Salud publicó los primeros protocolos de tratamiento para la meningitis criptocócica, una de las principales causas de muerte de los pacientes de VIH. Y en el ámbito de las noticias con matices, la respuesta internacional a la emergencia en Somalia, Kenia y Etiopía demostró que la ayuda alimentaria mejora pero, por contraste, puso en evidencia lo inadecuado de la respuesta en crisis no mediáticas, en las que millones de niños desnutridos reciben alimentos no adecuados a sus necesidades.

En cuanto a las noticias negativas, el Fondo Mundial de Lucha contra el Sida,

la Tuberculosis y la Malaria se vio obligado a suspender su ronda de reposición de fondos por falta de apoyo financiero de los países donantes. En el caso de la tuberculosis resistente a los medicamentos, se confirmó como una de las enfermedades más olvidadas: durante la última década, menos del 1% de los pacientes accedieron a tratamiento. En malaria, la que parecía una buena noticia (la creación de un mecanismo de subsidio para implantar mejores tratamientos) no lo fue tanto: dicho mecanismo contribuyó a triplicar el precio de la materia prima. En cuanto a la lucha contra el Chagas, la escasez del fármaco benznidazol amenazó la continuidad de los programas de diagnóstico y tratamiento.

Asimismo, se confirmó que el acceso a antirretrovirales asequibles en los países de renta media está en peligro, al quedar excluidos de los programas de precios reducidos de las farmacéuticas. Y de nuevo malas noticias sobre la producción de medicamentos genéricos en India: Novartis recurrió de nuevo a los tribunales para anular la Ley india de Patentes, y la Unión Europea siguió presionando a este país en este mismo sentido en las negociaciones del nuevo Acuerdo de Libre Comercio.

El informe está disponible en www.msf.es

Josep Vargas, Gran Cruz de la Orden Civil de la Solidaridad El Consejo de Ministros ha otorgado a Josep Vargas, fundador de MSF España, la Gran Cruz de Oro de la Orden Civil de la Solidaridad Social “en reconocimiento a su trabajo en la asistencia a poblaciones en situación de emergencia humanitaria, mejora de sus condiciones de salud y de acceso a la asistencia médica”.

Josep Vargas, médico valenciano, fue en 1986 el impulsor y primer presidente de la sección española de MSF. Actualmente trabaja en la Organización Mundial de la Salud en Tailandia, previo paso por las agencias de cooperación y ayuda humanitaria de España (AECID) y la Unión Europea (ECHO), y el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), entre otros, además de su experiencia sobre el terreno con MSF. La concesión de la Gran Cruz constituye el mayor reconocimiento público de servicios relacionados con la acción social en España.

Los alumnos de Zafra se unen por Somalia Un año más, la comunidad educativa de Zafra (alumnos, profesores y AMPA) ha apoyado la labor de Médicos Sin Fronteras con la donación de 12.699 euros, recaudados a través de una iniciativa solidaria realizada en diciembre de 2011.

Durante algo más de tres semanas, brigadas de alumnos voluntarios se movilizaron para pedir la colaboración ciudadana, se realizaron aulas de sensibilización sobre la situación en Somalia y se distribuyeron papeletas cuyo único premio era ayudar a la población somalí. Esta donación contribuirá a financiar el tratamiento de niños con desnutrición severa en Somalia. Desde estas páginas, queremos agradecer a la comunidad educativa de Zafra todo el esfuerzo realizado.

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Innovar o morir Para el imaginario colectivo, MSF representa la imagen de la eficacia en la respuesta a emergencias. La clave del éxito ha sido sin duda su capacidad para proponer soluciones a los problemas médicos con los que se ha tenido que enfrentar a lo largo de su historia. Dicho de otra forma, la capacidad de autocrítica y la necesidad de no conformarnos con la respuesta mínima nos han llevado a innovar en el terreno de la práctica médica.

El libro Innovaciones médicas en la acción humanitaria, publicado por MSF en colaboración con Icaria editorial, explica cómo el espíritu de independencia e innovación nos ha llevado a tomar decisiones arriesgadas para lograr una medicina humanitaria más eficaz y adaptada a los contextos donde trabajamos.

Disponible en www.tiendamsf.es

Informe IECAH: la ayuda humanitaria se tensa

El Instituto de Estudios sobre Conflictos y Acción Humanitaria (IECAH), en colaboración con MSF, ha publicado el informe La acción humanitaria en 2010-2011: crisis sobre crisis. Su principal conclusión es que “la ayuda humanitaria se está tensando, ya que las necesidades aumentan a un ritmo mayor que la financiación disponible”.

En efecto, en 2010 el presupuesto internacional destinado a ayuda humanitaria aumentó un 10%, alcanzando los 12.190 millones de euros. Sin embargo, las necesidades de las poblaciones afectadas por conflictos, catástrofes y epidemias crecieron a un ritmo mayor.

El informe apunta a un incremento del fenómeno de dobles y triples afectaciones de poblaciones ya muy vulnerables, personas ya afectadas por crisis que se enfrentan a nuevas amenazas: la epidemia de cólera tras el terremoto de Haití, las inundaciones en zonas de Colombia muy afectadas por la violencia, o la sequía y la emergencia nutricional añadidas a dos décadas de guerra en Somalia. Volvieron a ser agudas las crisis nutricionales en el Sahel y el Cuerno de África, seriamente agravadas por la subida del precio de los alimentos, mientras que la cobertura vacunal en el sur de África dio serias muestras de retroceso, un

síntoma más de la vulnerabilidad de los sistemas de salud en la región.

A pesar de todo ello, y aparte de grandes desastres como Haití, las preocupaciones internacionales estuvieron más centradas en cuestiones políticas, con el terrorismo asentado en la agenda de seguridad y esta última dominando las relaciones internacionales, un multilateralismo debilitado, una crisis económica sistémica, y los conflictos y la violencia social presentes en todos los rincones del planeta.

En cuanto a España, aunque se produjeron progresos en ámbitos como la calidad y rapidez de la movilización de ayuda o la coordinación estatal, en 2010 se produjo por primera vez un considerable recorte de la ayuda humanitaria pública, que se situó en 356 millones de euros, un 23% menos que en 2009. Esta reducción fue mayor que la aplicada a la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD) en su conjunto, y ha sido especialmente fuerte en las partidas de ayuda multilateral. Es especialmente preocupante la retirada de apoyo al Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria de la ONU, del que España llegó a ser el cuarto donante de fondos en 2009.

Informe disponible en www.iecah.org y www.msf.es

Regalo Solidario contra el dolor ajeno Estas navidades un total de 137 empresas nos han ayudado a curar el dolor ajeno, sumándose al Regalo Solidario de MSF. Se trata de una forma muy especial de felicitar las fiestas, en la que las empresas han donado a nuestra organización el importe que destinarían a tarjetas de Navidad o a regalos de empresa. Sus clientes, empleados o proveedores han recibido una felicitación con una caja de Pastillas contra el dolor ajeno como obsequio.

El importe de todas las donaciones se ha destinado al tratamiento de enfermedades olvidadas como el Chagas, la malaria, la tuberculosis, la enfermedad del sueño, el kala azar o el sida infantil.

Año tras año, crece el número de empresas que se suman a esta iniciativa. A todas ellas les agradecemos, en nombre de los beneficiarios, el esfuerzo que realizan. Gracias a su compromiso, seguimos tratando a más enfermos olvidados.

Pastillas contra el dolor ajeno Distribuir más de cinco millones de cajas de pastillas en algo más de un año ha sido todo un éxito.

Gracias a vuestro apoyo, miles de personas que sufren malaria, tuberculosis, kala azar, enfermedad del sueño, mal de Chagas y VIH/sida tienen ahora una nueva oportunidad para seguir viviendo.

Nuestro reto de llegar a los seis millones de cajas vendidas y tratar a muchos más pacientes sigue en pie. Ayúdanos a conseguirlo comprando Pastillas contra el dolor ajeno en tu farmacia más cercana y entra en la web de la campaña (www.gritadedolorajeno.org).

Entre todos, rescataremos del olvido a millones de enfermos.

En otras palabras

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Entrevista a Rosa María Calaf, periodista Por Nuria Mejías, Junta Directiva, y Cecilia Furió, Servicio de Información

‘‘El periodista es la voz de quien no puede hablar” Rosa María Calaf nos saca un año de ventaja: cuando nació MSF, ella ya llevaba un año trabajando en TVE. Ella fue la primera reportera de una televisión que se hacía mayor con un ojo puesto fuera de nuestras fronteras. Su buen hacer, su inconfundible voz y su pelo colorado nos llegaron, en los tiempos del analógico, desde más de 170 países.

A “la Calaf”, como muchos la conocen, aún la paran por la calle para darle las gracias por enseñarnos el mundo.

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Viajar para ti ha sido siempre una forma de vida, ¿verdad?

El viaje es transformación y aprendizaje.

Debes tener los ojos abiertos y una actitud receptiva para no rechazar lo diferente ni tenerle miedo. Se aprende de lo diferente. Hay que buscar lo que une, hacer un ejercicio de comprensión.

Esa es la función esencial de los periodistas: acercar lo distinto, ser los ojos y los oídos de la persona que no puede estar ahí, y la voz del que está en el otro lado y no puede contar lo que le pasa.

El mundo del periodismo ha cambiado desde que tú empezaste.

Cuando yo empecé era mucho más fácil que ahora, por eso no me gusta ponerme medallas. Ahora es más difícil resistir a la estética cinematográfica de la tragedia, que se ha impuesto por encima de la información. También el cooperante lo tiene más difícil. Creo que hay muy pocas ONG que sepan resistir a esas presiones. Una de las que ha conseguido mantenerse al margen del circo mediático-humanitario es Médicos Sin Fronteras. ¿En qué otros aspectos crees que se han traspasado los límites de la ética?

Algo que yo jamás he hecho, por ejemplo, ha sido subirme en los helicópteros destinados a la ayuda humanitaria, sobre todo en las primeras 48 horas. Si tú te montas en ese helicóptero, hay menos hueco para ayuda de emergencia. En el terremoto de la Isla de Nias, en Indonesia, llegué allí tras 12 horas de viaje por carretera y barco. Recuerdo que en la tele me dijeron: “Alguien va a llegar antes que tú”, y yo les contesté: “¡Me importa un bledo! Yo no voy a tener sobre mi conciencia que hayan bajado 300 kilos de carga de emergencia para que nos subamos yo y el cámara”. Siempre he ido por tierra, encontrándome otras historias por el camino.

Pero, llegando antes, también cumples un papel: informar antes al público, generar solidaridad…

Ese no puede ser siempre el pretexto.

Hay casos y casos. Si hay 300 helicópteros, puede haber uno o dos que se dediquen a la prensa y que cumplan esa función de lograr imágenes inmediatas que provoquen antes la solidaridad.

Pero cuando no hay comunicación con la zona afectada, no se sabe todavía el número de muertos y hay pocos helicópteros, no puedes subirte tú. Además, hoy en día, de esos mismos helicópteros muchas veces llegan ya imágenes

de móviles grabadas por los militares o los cooperantes. En esas primeras horas, ese material puede servir a los medios para explicar lo difícil que es acceder a la zona, creando incluso más expectación precisamente por la falta de imágenes propias.

Hay otro factor: la competencia mediática es brutal.

En mi última etapa he visto cómo cuenta más el estar que el saber, y se informa de una forma frívola, sin pensar en el beneficio de la víctima. Es tremendamente contradictorio, porque aquí la gente piensa en la víctima y es eso lo que genera solidaridad. En una catástrofe, en un conflicto o en una emergencia silenciosa, siempre el objetivo para un periodista deber ser la víctima. Esa ha sido siempre mi máxima: ayudar a la víctima contando lo que pasa. Y en ese sentido lo enlazo con la labor de las ONG, que deberían hacer lo mismo y no estar en una crisis por estar, para que se las vea. Ahora vivimos en una industria del espectáculo humanitario. Antes se podía confiar en muchas organizaciones porque trabajaban por el interés de la víctima y no por el de la organización, al igual que el periodista trabajaba por la información y no por la audiencia.

Pocos medios de comunicación hacen autocrítica…

Es muy triste. En toda mi trayectoria, en estos contextos jamás he puesto un micrófono a alguien sin preguntarle antes. Estas víctimas indefensas merecen respeto. Yo tengo una cosa muy clara: si no puedo entrevistarles, lo explico, les saco de cuadro y digo que no se pudo hablar con ellos; pero jamás se debe encender la cámara. Además, un periodista tiene que ser consciente de que lo que el entrevistado diga a cámara puede perjudicarle. En situaciones de dictadura, por ejemplo, tienes que proteger a la víctima de sí misma, porque ella puede no darse cuenta de las consecuencias que le puede acarrear lo que diga. A ti te queda una crónica preciosa, pero esas personas, como ya ha pasado, son detenidas, sufren represalias, acaban encarceladas.

Las ONG son importantes fuentes de información y están sometidas a mucha presión de la prensa en escenarios de conflicto. ¿Qué les recomendarías?

Que tengan cuidado porque, desde determinado sector de la prensa sin escrúpulos, se les va a empujar a que faciliten un acceso a las víctimas que en realidad no viene motivado por una

preocupación por la suerte de estas últimas. Una ONG seria y comprometida no puede caer en este juego. Existe la presión de salir en la foto, porque si no sale, “saldrá otra ONG”. Yo les diría: “Pues que salga cualquier otra”. Lo que no se puede es traspasar determinados límites. Es muy importante que las ONG que verdaderamente trabajan por las víctimas sepan diferenciar las clases de periodistas que cubren este tipo de noticias, porque hoy todo el mundo se llama periodista. Pero muchos se comportan muy mal, hacen tierra quemada para la buena información.

Muchas veces no puedes acceder a ciertas cosas porque la gente ya no te deja, porque le han pasado por encima de tal manera que ya no quieren ni ver a un periodista. Esa falta de credibilidad que tenemos hoy en día los periodistas, esa mala imagen, es culpa nuestra. No puedes pretender que te respeten si tú no respetas a los demás. ¿Cómo ha sido tu relación con MSF? Siempre he tenido la sensación de que MSF estaba donde había que estar.

No era tan fácil acceder a MSF como a otras organizaciones que buscan un efecto inmediato. Eso siempre me ha gustado. Y yo creo que esa política ha respondido a que su objetivo siempre ha sido atender a las víctimas y no estar en el escaparate. Mientras que hay muchas ONG que tienen grandes problemas para transmitir una imagen de seriedad, en MSF creo que no ha habido grandes fisuras. Tal vez por sus orígenes, por cómo nació, y porque los trabajadores de MSF a los que he conocido en mis viajes siempre me han parecido personalidades carismáticas, convincentes, con una gran fuerza personal y, ante todo, muy profesionales. En un contexto en el que la acción humanitaria ha sido desvirtuada con elementos que no la han ayudado, complicándole el ejercicio de su labor, ONG como MSF deberían luchar con uñas y dientes para que no sean identificadas con ningún tipo de ideología, y poder así ayudar a la víctimas…

Algo que también deberían hacer un periodista serio y un buen medio de comunicación.

Positive Generation Música por un futuro sin sida Con tratamiento, las personas con VIH/sida pueden vivir una vida en positivo. Y si cada vez se trata a más gente, un futuro sin sida es posible. El proyecto musical Positive Generation une a artistas internacionales, como Alejandro Sanz, Estrella Morente, Antonio Carmona, Javier Limón, Juan Luis Guerra, Andrés Calamaro, Oliver ‘Tuku’ Mtukudzi y muchos más, con coros de pacientes que luchan contra la enfermedad en Zimbabue para que este mensaje llegue a todo el mundo.

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Los fondos recaudados se destinarán a tratar a personas con VIH/sida en los proyectos de MSF en África.

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