Las Pandillas "Maras" Mendocinas. Foro Seguridad Urbana. Por Juan Aníbal Gómez 28 de enero de 2014 a la(s) 1:59 Público
Las pandillas mendocinas reúnen a chicos de entre 13 y 25 años, No trabajan ni estudian y tienen problemas familiares. Carecen de expectativas para el futuro. " Cuando la pobreza, viene acompañada por la Droga, estamos ante un fracaso social del Estado".
Que es una Pandilla: Una pandilla (de panda, reunión de personas, derivado del latín pandus, curvado) es un grupo de personas que sienten una relación cercana, o íntima e intensa entre ellos, por lo cual suelen tener una amistad o interacción cercana conideales o filosofía común entre los miembros. Este hecho les lleva a realizar actividades en grupo, que puede ir desde salir de fiesta en grupo hasta cometer actos violentos o delictivos. En la actualidad, la características de estas pandillas, son la poca edad de sus integrantes desde 7 años hasta 22 años, con fuerte vinculación, con representantes de los carteles, Dillers, Tranzas, etc. En algunos países como México, El Salvador, Honduras, y Guatemala, también se utiliza el término Mara como sinónimo de pandilla. Debido fundamentalmente a las deportaciones de centroamericanos desde Estados Unidos hacia sus países de origen. A los integrantes de las maras se les denomina "mareros" y en su mayoría son de origen centroamericano. Las maras se encuentra activas en zonas urbanas y suburbanas. Una de las más grandes numéricamente o voluminosas en cantidad de adeptos es la Mara Salvatrucha (MS-13). Ésta no posee un único líder sino que se organiza en pequeños grupos o sub grupos determinados por su ubicación geográfica o territorial, denominadas cómo clicas. En Latinoamérica posee más de 70.000 miembros. Las actividades delictivas de esta mara ha hecho que expandan su "negocio", siendo contratados por el Cártel de Sinaloa para contrarrestar a Los Zetas, con los que mantienen una guerra en la frontera de Estados Unidos. Debido a sus actividades criminales, en el año 2000 d.c el FBI y la DEA comenzaron a realizar redadas en base a investigaciones que pusieron a cientos de miembros de pandillas tras las rejas en Estados Unidos. En 2013 las investigaciones continuan.
Pandilleros:
En Mendoza son grupos de jóvenes de entre 13 y 25 años, puede haber mayores también, que están generalmente con daño social -no trabajan, no estudian y tienen problemas familiares- y que establecen relaciones de apoyo. "Muchas veces entran también en conflicto con la ley, con el Estado y con otras partes de la comunidad", indica Martín Appiolaza, del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia (Ilsed), quien estuvo trabajando entre 2004 y 2008 con distintas bandas que operan en diferentes zonas de Mendoza, El Salvador, Colombia, Brasil y Perú, en el marco de un estudio realizado sobre Violencia en Argentina para Save the Children Suecia. Bandas o pandillas puede tener diferentes significados. La definición apta para Mendoza sería que son un grupo de jóvenes y niños de alta vulnerabilidad social y que establecen relaciones de apoyo, complementariedad y también conflictivas con el Estado y con otras partes de la comunidad. Por su parte, Arturo Piracés, quien estuvo 20 años como director del Cose, afirma que no están profesionalizadas las bandas en Mendoza porque no hay tanto contacto con la mafia adulta.
Características: Luego de estudiar los movimientos de las bandas, Appiolaza, enumera algunas características de las banditas o pandillas locales: "Son menos jerarquizadas que otras organizaciones; defienden el territorio de grupos rivales pero no controlan el movimiento de los miembros de la comunidad que está en su zona; se inhiben ante las fuerzas de seguridad con las que mantienen relaciones conflictivas; no aplican leyes paralelas ni imponen justicia en la comunidad aunque frecuentemente consiguen beneficios por el miedo; tienen problemas con el Estado y la comunidad cuando hay delaciones y se involucran en los mercados ilícitos de sus territorios.
Ingreso, disputa y armas. En Mendoza los menores ingresan a las bandas por amistad o cercanía. "Generalmente siempre hay un amigo que perteneció a un grupo y pasa a pertenecer a ese grupo y están en disputas por la identidad, el territorio o diferentes beneficios. Controlar una cuadra es factor de conflicto", dice Appiolaza quien también sentencia: "Tienen acceso a armas porque la Argentina ha tenido una mala política de armas, las formas de organización es generalmente de autoprotección". Por su parte Piracés destaca que "ingresan buscando identidad porque desertaron de la escuela, la estructura familiar es compleja y no trabajan. Sin dudas buscan contención y en las banditas reciben reconocimiento. Ingresan para identificarse primero, después con un fin económico y para adquirir estatus entre sus pares. Muchos entraban, delinquían y caían con regalos para los que estaban adentro. Con esa lógica han estado operando. Buscan ser aceptados y ser queridos. Estos chicos no tiene expectativas de futuro y tienen mentalidad de jornaleros".
LA REALIDAD QUE MUEVE IMPUNEMENTE: Juan Páez –34 años, sereno de un colegio, apodado "Chicho"– jura que el azar no está implicado y por eso es fácil el presagio. "Sigo yo", avisa. Chicho vive en Campo Papa con mujer y cinco hijos. Cuenta que hace dos años empezó a ser costumbre que menores montados en motos crucen a toda velocidad y suelten una balacera sobre la casa que alquila sobre la calle Granaderos Puntanos. En una entrevista con el diario El Sol de Mendoza, Chicho explicó que Los Angelitos pretenden usurparle la propiedad para instalar un nuevo punto de venta de drogas en el barrio. En diciembre, recuerda resignado, "nos dispararon como 70 tiros y les sacamos fotos para mostrarles a los policías, pero ellos no hicieron nada".
La suerte de los Páez pudo estropearse aún más. El sábado 18 de enero, muy cerca de las once de la noche, una Volkswagen Suran frenó en la esquina de Chapadmalal y Chuquisaca. Cristian Gélvez bajó custodiado. A cada lado un soldado con acné y vestido con ropa deportiva exhibía un arma de grueso calibre. Chicho recuerda que estaba hablando con Cristian Cuello y que después de las amenazas y los estruendos hubo una corrida desesperada. A Cuello una bala lo alcanzó en el gemelo de la pierna derecha. Chicho logró esconderse en su casa, pero la madre, una mujer de 74 años que intentó salir a mediar, fue baleada en el tórax. Aún no están claras las circunstancias pero Gélvez también resultó herido. Tres impactos que perforaron un brazo, el tórax y el abdomen. Los investigadores no pudieron establecer si los autores fueron Los Angelitos, quizás los reclutados para aquella misión todavía eran inexpertos en el manejo de pistolas, o si alguien repelió el ataque a Cuello y Páez también a los tiros. Lo único probado es que Gélvez, de 57 años, agonizó tres días en una cama de Terapia Intensiva del Hospital Lagomaggiore, en la capital provincial, y que el miércoles 22, a la madrugada, murió debido a un paro cardiorrespiratorio provocado por una hemorragia interna. Sandra Jaquelina Vargas todavía lo llora. Era su compañero y también al que le debía todo lo que ella había conseguido. Por eso ordenó que la sangre empiece a derramarse con menos compasión que antes.Chicho lo sabe pero eso no impide que suelte un último ruego: "Yo ya estoy jugado pero pido que no maten a mi familia." Gélvez conoció a La Yaqui a fines de los 80, cuando ella apenas era una adolescente. Después de enamorarla, la inició en el negocio rentable de la venta de drogas, algo que no se interrumpió aun cuando él cayó preso. Entre 1993 y 1995, Gélvez estuvo detenido por un delito contra la propiedad. En 2004 se le abrió otra causa luego de que los policías le encontraran un arma de fuego no declarada. Ya en 2007 tenía un pedido de captura por el cual fue otra vez arrestado. Esa pena, que incluía un permiso para salidas transitorias, era la que estaba purgando cuando encontró su muerte a balazos. Según el recuerdo de viejos investigadores, Gélvez aprovechó su estadía en la cárcel para acaparar el tráfico de estupefacientes intramuros. En simultáneo, a través de varios celulares, controlaba la marcha de sus negocios en el exterior, que debió confiarlos al manejo de su mujer, con quien ya tenía dos hijos. A Yaqui el trato con competidores brutales no la atemorizó. Por el contrario, la blindó hasta convertirla en una jefa implacable, capaz de eliminar a sus rivales para expandir su poder. Para ello se valió del reclutamiento de jóvenes huérfanos de cualquier contención, dotándolos del sentido de pertenencia que implica enrolarse en una banda, aunque sea para delinquir. Pero el argumento más convincente para captar su fidelidad fue haberlos aprovisionado de celulares y motos, fetiches irresistibles para cualquier pibe pobre. La Yaqui también los armó –pistolas, revólveres y hasta escopetas y ametralladoras–, operando cambios en la personalidad de los menores, convidándolos de un sentimiento de poder hasta entonces desconocido. A cambio, los flamantes "soldaditos" debían asumir el rol de brazo armado en la lucha contra otras pandillas y ocuparse de conseguir nuevos espacios para instalar "kioscos" y "aguantaderos". Por eso los vecinos de Campo Papa sufren el acoso. Los Angelitos pretenden desplazarlos y escalar en la consideración de la jefa.
Lo ilícito: Appiolaza indica que el mercado de lo ilícito es administrado por adultos y que esos mercados luego se van conectando con otros. "Por eso concentrar toda la fuerza de persecución penal en el menudeo y no ocuparse de quienes organizan el crimen es gatopardismo. Debe de haber responsabilidad penal de los pibes y medidas de inclusión, pero también ir más lejos aún con la inteligencia criminal y seguir desarticulando bandas".
Piracés da un dato que consolida a la postura de Appiolaza: "A mediados de los 90 resistimos 20 intentos de otras bandas que venían a rescatar a chicos del pabellón de máxima seguridad y eran la mano de obra más calificada. Lograron llevarse a tres".
¿Sicarios? Appiolaza descarta que los miembros de las bandas cobren por matar gente. "Pueden haber estado en problemas con la ley por apropiarse de algún recurso, pero no vimos aquí sicarios como los hay en Colombia". También cometen algunos homicidios que aparecen en los diarios como los famosos "ajuste de cuentas"; y a veces, si el robo se pone complicado pueden matar al que se resiste. Otra opinión: El diputado de la UCR Néstor Parés aseguró que hay bandas organizadas con impunidad para asesinar y robar, y que la provincia se encamina a ser como "Colombia, Méxio o Brasil". El jefe de la Policía lo desmintió categóricamente. Los delitos y los hechos de violencia que ocurren a diario en Mendoza generan roces no sólo entre los delincuentes, que muchas veces mueren por “ajustes de cuentas”, sino también entre funcionarios. “La creación, casi sistemática, de „bandas‟ o „pandillas‟ tiene que ser entendida como una prioridad y detenida de inmediato. Teniendo en cuenta la edad de los agresores y la metodología que utilizan para hacerse de armas y municiones para cometer los delitos, podemos asegurar que estamos ante un fenómeno similar al que pasó en Colombia, Brasil o México”, disparó primero el presidente del bloque de diputados de la UCR, Néstor Parés; da a entender que existen funcionarios que dan protección a organizaciones delictivas para que puedan operar. Como ven, no sólo la Pcia. de Buenos Aires, con su violento conurbano, asola la delincuencua juvenil, a los aterrados vecinos de sus zonas aledañas, como en los centros comerciales, gracias a la moviidad de sus motos, que raudamente escapan por las vías de escape, de avenidas y calles, que no son controladas por las fuerzas policiales. Así eta nuestro interior, como otras localidades.
Juan An铆bal G贸mez Moderador del Foro Seguridad Urbana www.RedAmparo.blogspot.com twitter @RedAmparo RedAmparo@gmail.com