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Los Cuatro Vientos Dan Yaccarino
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Los Uuatro Vlentos Dan Yaccarino
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Roeorá, B¿rcelon¡, Bueno: Atr¿r, Cara.as, Guit.nrl,, Lim¡, Móxi.o, Mi¡nr, P¡n¡mr, Quito, S¡¡Jos¡,5¡nj!¡r, San Srlvador Sxntiaso Je Chil¿, Santo DonÍnso
Los cr¡atro vientos / Dan Yacc¡rrno I ilust¡ado por el autor I traducción Olga Martín. - Bogorá' Crupo Editorial Norrna,
2003. 116 p. , il. ; 18 cm. -- (%rrc d€ papel. Toüe roj¡)
tsBN958-04-7606-l 2. Ven¡r - Cuentos 1. Cucnros infantiLesestadounidcnses infantiles 3. Padree hijos - Cuenrc,snrf:rntilesL Martín, Olga, t¿ IL Tít. lll. Serie I i l 1 3 . 5c d 2 0 e d .
Ar'tR2917 CEP.Bancode la Rcpública-Bibltutec¡Luis'Ansel Arango
Titulooriginalen inglés: WhoreTheFourWindsBlow Textoe ilustraciones de DanYaccarino. Copyr¡ght @DanYaccarino., 2001 Publicado enespañoldc acuerdoconHarpercollinsChildren's Books,unadivisióndeHarpercollinsChildren's,NewYork. Unidos, CopyrightO Editoria¡Norma,S.A.,2003,paraEstados Honduras, México,Guatemala, PuertoRico,CostaRica,Nicaragua, Dominicana, Panamá, Colombia,venezuela, SanSalvadotRepública Arg€ntinayChile Ecuador, Perú,Boliv¡a,Paraguay, Uruguay, A.A. 53550,Bogotá,Colomb¡a Rerervados totlgsli,sderechos. P¡ohibid¡la ¡eprodu€cia)n totalo p;rrcialcleesraobrastrrp¿rmiso cs.ritollc ta Editorial. lq,rcso por E{lito¡i¡l Bucnr Senrilla lmpreso en Colon¡bi¡ - Prirted in Colo¡nhi¡
Direccióned¡iorialiMaríaCandelaria Posada Edición:Crist¡naPuerta y armadaiSoniaRubio Diagramación c . C .l 1 7 2 4 | ISBN9i6,95¡l-04-760ó-l ISBN958,04.?606,1
Contenido Capítulo Uno Capítulo Dos Capítu1oTies CapítuloCuatro Capítulo Cinco CapítuloSeis Capítulo Siete Capítulo Ocho CapítuloNueve CapítuloDiez Capítulo Once
7 23 35 +J 5l
63 67 73 83 B9 101
ParaLucia Rrยกse
CapítuloUno
LJnn ,rnu. brisaentróen la habitaciónde Mateo, desordenando todossuspapeles" -Rayos -di¡o, al cerrarla ventana.Su habitaciónerael único lugar en el quepodíaestara salvode Paula, sufastidiosahermanamayor.Cuando no andabapor ahí diciéndole"Cabezón"y haciéndolela vida imposible, estabahablandoPor teléfono,Peinándoseo en el centro comercial
CapítuloUno
u.u
,l.r"rr"brisaentróen la ha.
bitación de Mateo, desordenando todossuspapeles. -R.ayos -dijo, al cerrar la ventana.Su habitaciónerael único lugar en el quepodíaestara saivode Paula, sufastidiosahermanamayor.Cuando no andabapor ahí diciéndole "Cabezón"y haciéndolela vida imposible, estabahabiandopor teléfono,peinándoseo en el centro comerci¿rl
-iEres un bebégrandel lQué vas a hacer si estásen el trabajo y llega una tempestad?lVas a escondertedebajo de tu mesal Y estalló una discusión. Mateo llamó a mamá para que lo respaidara, pero eila estaba ocupada hablando por teléfono, organizando alguna reunión social,pidiendo una cita con la manicurista o algo por el estilo. -Después, cariño -le había dic h o m e m á - . i D e j ad e p e l e a rc o n t u hermanal lNo ves que estoy ha. blando por teléfono? Papá,por su parte,casinunca esta. ba en casa.Y cuando estaba,se la pasabatrabajandoen su estudio o hablandopor teléfono.Así que cada vez que Mateo y Paulapeleaban-y esto sucedíamuy a menudo- papá regañabaa Mateo automáticamente, aun cuando é1no tuviera ia culpa. -Oy., capitán -solía decir papá-, tú sabeshacer cosas mucho mejoresque andar peleandocon una niña.
A papáparecíano importarleque, aunque fuera una niña, Paula era mucho másalta que Mateo y le daba una palizacadavezquesele presentaba la oportunidad.Mientras que nadieestuvieramirando,por supuesto. Lo único que los padresde Mateo 10 hacíanjuntoserair a fiestasy cocteles, o jugargolfy teñisen el club.Y cuando s e v e í a n , h a c í a n c o s a sb a s t a n t e ridículas.A Mateo le parecíaespe|
|
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que su mama cralmenteclesagradable
le clijera"gordito" o "mi vida" o cualquier otro apodoestúpidoa su papá. El verano pasadolo habían mandadoa un campamentode fútbol.No podía ver televisión,la comida era espantosay lo único que hacían era jugar fútbol. El les habíarogadoque no lo obligarana ir, peromamáy papá 1omandaronde todosmodos;iban a pasarseissemanasen Europay no podíandejara Mateoy a Paulasolos. --Ni que estuvieran mucho en casanormalmentq-protestó Mateo. Perolo castigaronpor esto.Despuéspapále regalóun juegode trenes
que no compensónada: se quedó guardadoen la caja. Sin embargo,ahora estabafeliz porque ya se habíatracabadolas clases,no habíaningún campalnento y teníatodo el veranoparadedicarse a sus proyectoscientíficos.En realidad,a Mateosílegustabael colegio, perosolamentehastael año pasado, cuandoiba al de su antiguovecindario.Todocambiócuandoa papálo ascendieron.La familia se mudó a u n a c a s an u e v ae n u n v e c i n d a r i o nuevo, en donde a Mateo ya no le interesaba nadamásquequedarse en casa,haciendolos experimentosde un libro que había encontradopor ahí Diuertirsecon Ia ciencia.Todo 1o que necesitabaestabadentro de su habitacióny preferíano tener que salir.El aire libre, pensaba,estaba sobrevalorado. A veces,los fines de semanala familiasereuníapara cenar...o algo parecido.lbdos sesentabana la mesa y comíanalgunarecetaextrañaque mamá había preparadoo pedido a
domicilio, pero sin hablar entre sí. Y esto no quiere clecir que f,uerauna cena tranquiia, pues no io era en absr¡iuto.Fapá hablaba por teléfono con algún cliente del trejanoOriente, rnamír m.irabael progralna del chef dc moda en su mini televisión,Paula volumen escuchabasu músicaa toctro y M a t c o j u g a b ac o n n l g ú na p u r a t i r o de video terriblemente estridente. N r d i e p o d í ac s c u c h a rn i s i q u i e r as u propio crujido al masticar ias patas de pulpo rebozado,los huevosde co. dorniz estofadoso 1o que fuera clue mamá había visto en su programade televisiónesasemanay que "simplemente tenían que probar".
-lMamá? -preguntó Mateo un día. -Violeta. Rectrerda,querido,que
debeshablarlea mamápor suprimer nombre-dijo mamá. -,{h... Voleta, lpor quéno haces comidasnormales? lHambursuesas o pollo asadoo algoasí? Ella io miró comosi hubieraolido pescadopodrido. -Jlsrl¡6
-le
respondió-, ahora que va no tenemos comer esascosas. trn lasnocnesque papay mama no estabanen casa, mamá les dejaba notas pegadasal microondas con instruccionespara calentarlas comidascongeladas,o una lista de los me-
núsquepodíanpedira domicilio.De hecho,Mateo pedíatantasvecessu comida a domicilio, que los repartidoresno sólosabíansu nombrede memoria,sinoqueademássabíanque le gustabalapizza con porción extra de quesoo que preferíaque su pollo tailandéscon ajonjolí no llevara ajon-
jolí. Mamá tambiénles dejabauna lista de razonesoor las cualesno
podríaregresara casaantesde la hora de acostarse, asíqueél debíaestaren la camacuandoella lleeaia. La casaen la que vivían era grande.
Bueno,másgrandeque la casaen la queMateohabíavivido hastacumplir ocho años.Antes, habíatenido que compartir una habitacióncon su hermana.Ahora,ellateníaunahabitación propia, ni más ni menosque con teléfono,y él sehatríaconvertido en el Cabezón. Si habíaalgoque a mamáy a papá les encantara,ademásde hablarpor y.lecirsemutuateléfono,ir a fiestas mente nombrestontos, era dar regalos.En sus cumpleañoso en las navidades, Mateorecibíaguantesde béisbol,cascos dejockeyy balonesde fútbol. -Pero a mí no me gustanlos deportes,papá. Esono importaba. -Cy", tigre, todo el mundo deberíahacerdeporte. Y después, comoun relojito,venía la historia de cómo papá había sido
i:l capit:iiL ;.ici ¡:t,rrtiltit
e'l* it[rt.ho!'¡ rJr:,i¡ie: clue r i',i tlrlslrno l.-.1!¡' tt eir!11{1. ]r;i,lLarienl¡rre rer:j[:i¿,]; .;ire l:liitique. ríi: iii-r;ú:1 " fJ.unca ¡.ení¡suticirntc. itlate' 1 ¡.trL,irr"tribía lo i.1iri di rirli:lí;1, pr,rrc
i-)'. ) i i¡ r:llt: 9:i¡.¡¡[i; p ir.i1'/¡.]{--. tr:ltal¡¿-, ¡10,1 I ,! -.. .. ) . : '
-it u,-t,j ¡ .¡t:l ¡ l a-nii ;.,1r;n': s, i¡u c i-it c al-..'¡i¡i
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¡r, i,"ali,ilIdt: haj.sr¡ue,t.' rr r.Xe i¡li:er.{erj¡ tl: .r¡j:iri ir 5¡.¡.1lbir li-,n míls ,¡,,jlli,,-:.., ir.ie,::.1, l-"irrar I'i'i¡ i.arii istati,';'r lii¡rltr.,'li;l ii* iil,':"'.'iliilln ii-:lrj:', t-i'.¡rlr,it i.ii¿.:ir,tiill 'j.....1,:,'i'it.a'ri.4,,ti!lí:\.s r.le li¡ ;:.ier"u:.i'¡¡. 1:¡,.,rrl'jt:1, I
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y [r: ll'.:rgl;,que 5{] lo a busr:al :i :li;;.;rr.1Íh l-1,c:lla i:gta!:a co¡rLrr:;ra. ll¡;ili;-' siit¡,r.'¡tr -úi)tr- :rii::1:j-!í.r.,: lll h¡bli--.1¡.tr¡ "rl¡itt.,scan;-, l g;,., ;'lr¡3 1;.¡ r¡r li l il i,'','l'.l :, a:,11,,-..': i,:r,,,:.,r-i jl.]. ,:cail:l x{lnd;:.r l/.1a,,ii .'-.ila.¡;.
-Mamá,
quiero el telescopioque están anunciando en la tele -dijo Mateo. -Corazón, lqué te he dicho yo? -preguntó ella, un poco enojada. -Violeta -suspiró Mateo-, quiero el telescopioque están anun. ciando en la tele. - i N o i i G h e d i c h oq u e n o i n t e rrumpas a mamá cuando estéhablando por teléfonol -le contestó bruscamente, apuntando con su uña perfectamentelimada y pintada. Mateo sealejó,arrastrandolos pies y refunfuñando para sí mrsmo. Entró en el estudio de su padre para exponer sus argumentos,pero (qué sorpresa)papá también estaba ocupado en el teléfono y sonabadisgustado con la persona con la que e s t a b ah a b l a n d o . M a t e o l o i n t e rrumpió de todos n-rodos. -lCuántas veces tengo que decirte, campeón,que no me molestes cuando estoyaquí adentro?-gruñó, y continuó gritándole a la otra persona. Mateo se fue, murmurando
entre dientesque las cosas no solíanserasí. Una grantormenta arnenazabacon atravesarla ciudad,
y cuandoMateore. gresóa su habitación, allí estaba paPaulaesperándolo ra burlarse. -iViene unagrantormentaliMejor ve y pídelea mamáque te arrope debajode la camaestanochel Y sefue,riéndose. A Mateo no le pareciógracioso. Estabapreparado: linterna,cronómetro y barómetroen mano. Podía e s c u c h alro s t r u e n o sl e j a n o sy v e r tenuesdesrellosreflejadosen el techo. "Debede estaral menosa unos15 kilómetrosde distancia",pensó.Mateo hacíaestecálculopor el tiempo que habíaentre la luz del rayo y el sonidodel trueno. Butnun,eI trueno.íEwtwn! íBuwun! 'tBuuum! Mateo supusoque ahora
estabamuchomáscerca,a unosseis kilómeros. Entoncesllegó la peor parte:el viento.Mateo teníamucha curiosidad(y al mismotiempoestaba aterrado)por el poderosovienroque hacía temblar los vidrios de las ventanas,hacía girar la veleta del viento que había en el techo, y que hacíaeseruido tan aterrador. ¡UUUUUUUUUI, gemíael viento. la temPestad, Mientrasescuchaba en sucama,Mateosevolvió acostado a enfurecer. Tiacd.,trTca, tracd. Una rama del viejo roble chocó contra la pared. Mateo pensóen cómo suspadres habían ignorado su petición del telescopio. ICABUM!, bramóel trueno. A decirverdad,ellosnuncaescuchabannadade 1oque él lesdecía. ICRAAACI, rugió el rayo, iluminandotoda su habitación. Mateo escuchécómo el vendaval losmuetumbabaárboles,arrastraba blesdelospatiosy sellevabalosbotes de basura.
Entremáslo pensaba, másenojado se sentía.Mateo estabatan furioso, que saltó de su camay abrió la ventanade par en par. Una inmensaráfagade viento y de lluvia lnvadió su habitación.Los papelesvolaron por todaspartes,el sistemasolar giró enloquecidoy el globoterráqueosecayóal piso. -Deseo que te llevesa mamá y papábien lejos-gritó enire el viento que le soplabaen la cara. Y en esemomentoseacabó.Todo quedóen calma. Despuésde un rato, Mateo podía ver vagosdestellosde algún rayo y escucharlossonidoslejanosde algún trueno. La tormentasehabíaido. Todob queMateopodíaescuchar erala lluvia cayendosobreel techo.
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CapítuloDos
La a-arilla luz del sol, que entrabaa raudalespor la ventana,despertóa Mateoy lo hizoparpadear. La casaestabaextrañamente silenciosa. Despuésde vestirse,bajó las escaleras:no habíanadie.Mamádebíade estaren su clasecletenisy papá,jugandogoll No había ninguna nota por ningúnlado.Despertéa Paula. -Vete de aquí,Cabezón-refunfuñó su hermana,y se tapó la cara con lascobiias.
Despuésde molestarla un buen rato, lv{ateologró sacarlade la cama. Buscaron en el jardín, en el garaje, en el sótano y por toda la casa, de arriba a abajo.Peropapá y mamá no estaban,eso estabaciaro. -lDónde estarán?-preguntó zq Paula. -De pronto se fueron a Aruba o a Cancún, o a algún otro lugar,y se les olvidó contarnos. -Espero que mamá haya dejado su tarjeta de crédito -se dijo Paula a sí misma. Esperarony esperaron,pero m a m áy p r p á n o v o l v i e ron a.casa ni llamaron
por teléfono. Mateo decidióaprovecharla oportunidadpara llevar a cabo.fiA - .-\ natmente,el expenmento
que considerabacomo el másrevelador de su serie de proyectos cicntíficos. Reunió líquido blanqueador, parr el resfriaJo,aceiteverenrcJi.rs getal y ulgunoslíquiJos lllisteri()s(rs cie un juego de química que había recibido despuésde juntar 28 cajas de un cereal espantosoque había botado secretamenteal inodoro. Echó todo en la bañera.La mezcla p a s óJ e u n g r i s r o s a J or a n c i , 'a u n profundo azul morado, después b u r b u j e óy c r u c t t ' tc, o r ) l (s) i e s t u v i e r a enojada. Olía a huevo podrido y a piesapestosos.Mateo dejó ia venta' na del baño abiertatodo el día y toda del la noche, tratando de desh¿rcerse
fétido olor. Hasta ahí llesaron sus grandesavancesen materia cleciencia "bañística". Al día siguiente, Mateo entró cuidadosamenteal baño para ver cómo iba su experimento, pero la bañera estaba vacía. lSe habría ido por el
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desagüepor su cuenta,o Paulale habría quitado el tapón?Ella insistióen que en ningún momento habíatocado pero Mateo sabía esa"cosaasquerosa", que lo más seguroera que esruviera
mintiendo.La mezcla,obviamente,no por símisma. sepodíahaberescapado paraolviMateo hizoun granesfuerzo darsedel asunto. Despuésde tresdíasde comergalletas,de usarla mismaropa interior y de acostarsemucho despuésde Ia hora establecida,Mateo propuso lo sisuiente:-Thl vez deberíamosir a
buscaramamáypapá. Paulaaceptó,pero solamenteporque se estabaaburriendo y quería ir al centro comercial, Mateo empacó algunos mapas, sus diagramas y el
globoterráqueo,por si acaso.
-En una expedición como esta -di¡o-, uno nunca puede estar demasiadopreparado. Al caminar hacia la puerta de la casa,Paulaseresbalóy secayó.Miró la suelade suszapatos. -Oy", Cabezón,¿regaste mermelada en el piso?iMamá te va a matarl Mateo negóhabercomido mermelada, pero eseextraño color morado le parecióbastanteconocido. Decidió no decirle nada a Paula.Además,ya se iban en buscade mamá y papá. Como no tenían ni la menor idea de adóndeir, Mateo y Pauladecidieron darle una vuelta al vecindario. Perocuando apenasse estabanacercando a la calle, escucharonuna voz extraña. -Kíkirikiii. Bueno, bueno, bueno. Ya era hora de darse cuenta de que no van a regresar. Paula y Mateo no podían ver de dónde venía aquella voz, que les habló de nuevo: -Kíkiriki. Apuesto a qlre no tienen ni idea de adónde ir, lcierto?
-iQuién dijo eso?-preguntó Paula. Arriba, en el techo,el gallo de la veletadel viento sonrióy sacudiólas
atras. -No sabía que pudieras hablar -dijo Mateonmásque sorprendido. -Pues sí, hay muchas cosasque no sabes,nli¡o.Kíkiriki. Deberíassalir de la casa más a menudo. Tír también, niñita, iy el centro comercialno cuental La velem del viento losmiró, mientras giraba lentamente por la suave brisa del mediodía. -Apuesto a que están buscando a sus padres,aunque no sé por qué. Mateo, hace un par de díasno querías ni verlos, lverdad? -iCómo lo sabes? El corazónle latía tan rápido, que dejó caer el globo terráqueo y tuvo que salir corriendo a perseguirlo. -Oy" -exclamó la veleta del viento-, uno no se la pasa dando vueltas en este tccho para no enterarse de nada. Kíkiriki. lQué sucede,
querida, se te acabaronlos lacitos parael pelo?-se burló de Paula. -iCállatel lQuién te preguntó/ iPollobabosol-le gritó ella. -Sigue así, hermanita,y no les diré dóndeestán. Mateo seacercóy le pidió al gallo que lesdijeraqué leshabíapasadoa suspadres. -Les voy a contar.No porqueustedesme agraden,sino porqueodio a los Cuatro Vientos -cacareó la veletadel viento. -l Recuerdanla tormenta que hubohacecomotresnochesJ-Mateo asintiócon la cabeza-. Bueno, pueslos CuatroVientosatravesaron l a c i u d a d b u s c a n d op r o b l e m a s .
p ,rr,:i::l: ,:::.
::: : ::
.,:,i::
iUuuu-Huuul Me hicieron girar como loco. Odio que hagan eso. Arrancaron árbolesde raí2,tumbaron c a h l c sd e e l e c m i c i d ayd. . . -iAl granol -exigió Paula, impaciente. -Bucno -explicó la velera-, eilos decidieron que, como ya no q u e r í aq s u e t u sp a d r e se s t u v i e r apn( ) r ahí, Mateo... ¿Acasono deseasteque se los llevaranl -lDeseaste esol -excl¿rmó Paul a , e r n p u j a n d oa M a t e o - . l E r e s estúpido,o qué/ -¿Ah, sí?Apuesto a que tú tamb i é n q u i s i e r a s q u e e l l c l sd e s a p a . recie¡ande vez en cuando -dijo é1, defendiéndose. -iClaro, pero no antesde que obtengami licencia de conducir,tontol Seinsultaron mutuamente durante un rato, hastr qrre:-Ejcm -inrervino Ia veleta del viento, levantando Iasalas-. lQuieren saberpor dónde se fueron, o no/ Mateo y Paula contestaronque sí y le pidieron que lo hiciera rápido.El
li
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les inclicó que, para encontrar a los C u a t r o V i e n t t . r sd, e b í a nc a m i n a r h a s t a e l h o r i z o n t ey d o b l a r a l a izquierdaen el soi poniente. -No hay forma de perderse. Mateo se burló de estoy explicó q u e n u n c a p o d r í a n a l c a n z a re l horizonte,porque la Tierra era redonda. -Kíkiriki. Eso es 1oque tú crees, pequeñín -se rio la veleta, moviéndosecadavezmásrápido. Entonces Paula y Mateo marcha. emprendieron la Abandonaron su vecindario, atravesaronel estadiodonde papá habíaintentadoenseñarle a Mateoa jugarbéisbol,dejaronatrásárbolesy colinas,se alejaronde todo 1o que conocían. C a mi n a r o n y c a m i n a r o n y caminaronhaciael horizontey el sol poniente,discutiendotodo el tiempo.
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CapítuloTies
A
Ahí estaba:iel horizonreiMatecr no podía creerlo.Se terminabaen 1o que parecía ser ninguna parte. lEra posible que sus libros y sus mapas estuvieran equivocados?A Paula, que estaba agotada,parecía no importarle. Todo lo que quería era encontrar a papáy mamá para poder ir al centro comercialantesde que cerrara.El calor era insoportable;el sol poniente disminuíadelante de eilos.
-Bueno, mira nadamás-dijo el Sol anaranjado,muy sorprendidode verlos-. rQué estánhaciendouste.
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despor aquí,niños?iVáyansea casal ilargo de aquíl iEste no es un lugar parajovenzuelos!-se rio entre dientes. -Deja la charlatanería,motañero. Necesitamosque nos des indicacio-
nes-le gritó Paula. El Sol frunció el ceño: -No
rne
agradaesaactitud, señorita. -Pues vas a tener que aguantár
tela.buñuelo-respondió ella bruscamente. El Sol volvió a fruncir el ceño e irradió tanto calor,quelos hizo sudar y les dolieron los ojos. Uno de los mapasde Mateo se encendió,y él tuvo que tirarlo al sueloy pisarlas llamas. -Está bien,estábien,entendemos -se rindió Mateo-.
Por favor, dinos
dóndepodemosencontrara losCua. tro Mentos y nos iremos. -iLos Cuatro Vientos! lPor qué ravosv centellasestánbuscandoa los
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t,uatro Vientos?-les
preguntó el
So1. -Ellos se llevaron a nuestrospadres-rcsp, rnJió Mare,r. iEstánsegurosdc quc susvicjos -quiso saber el Sol, no seescaparon? malicios¿rmentc. -Escucha, amigo, ¿porqué no te guardasel comentario y nos indicas q u Éd i r c c c i , i nJ c b e m , t .¡ e p ¿ ¡ ) - i ¡ tervino Paula. Mateo le lanzó a Paula una mir:rda cort¿rntey le explicclal Sol: -Alguien
nos dijo que cuando llegáramosal horizonte, debíamosvoltear a la izquierda. Pero ahora ya no estamos seguros.
-2Voltear a la izquierda? iQuienquieraqueleshaya,Jicho esono tiene ni el menorsentidodela orientaciónl is -opinó el Soi,ansioso porconrinuar con su trabajo y poco ansiosopor hablarcon dosniñosmalcriados. -Oy" -dijo bruscamentePau la-. No te pedimostu opinión.Todo lo quequeremos essabercómopode. mosencontrara los CuatroVentos. -Pues bien...iVáyanse a perseguir -gritó sussombrasl el Sol. Con esto,las sombrasde Paulay Mateo, que hasta entonceshabían
imitado fielmente fodr¡s sus movrmientos, salieron corriendo. Paul:ry Mateo corrieron tan rápido comci pudieron para atraparlas,pero entre másaceleraban,másrápido huían las sombras.En rnedio de la persecución, Mateo perdió algunos de sus diagramasy un mapa, y como si fuera poco, se estaban acercando a un bosqueenorme y oscuro. -iGuácalal -dijo Paula,haciendo una rrueca-. lCuándo fue la
última vezque te bañaste?iTüspies apestanl Mateo sequedóparalizado, perci. biendo un tufillo del inconfundible olor a huevopodrido. -lPor qué te detienes?iVamosa perdernuestrassombras,Cabezónl iAndandol -chilló Paula. -Espera *-diio Mateo,olfateando Iabrisa-. ktá aquí-afirmó aterrado. -lQué estáaquí? Mateole contólo desuexperimento en la bañera.Tál vez la mezclase Ias había ingeniado para seguirlos hastaallí. -Bueno, lo lograsteJijo e11a-. Ya sete zafóun tornillo. Mateopodíajurar quehabíavisto, con el filo de un ojo, un pedazode tierra moradasobreuna colina,allá a lo lejos."lSerá posible?",pensó. ttNooott.
-Vamos liio
Paula-. Tenemos
que seguirandando. Todar'íatenían que alcanzara sus . o m h r a sf u g i t i v a s a , s íq u e s e i n t e r naron en el bosque.Al poco riempo,
sevieronrodeadospor árbolesfrondososy matorralesgigantes.El aire e s t a b ah ú m e d o y p e g a c h e n t o y, parecíaqueiba a llover.Estole recordó a Mateoun documentalsobrelas selvastropicalesque habíavisto en televisión.
CapítuioCuatro
P".,1" y Mateo avanzaronsigilosamentepor el bosque,buscandosus sombras.No había ningún rastro de ellas,v entremáscaminaban,másse perdían.Atravesaronviñedosy se abrieroncaminoentreplantasde un color verde intenso,con hojasmás grandesque ellosmismos. Pauladescubrióa susombra,ligera y quieta, tumbadaen un lecho de hojasmojadasy mugre.Se ie acercó
y sele echóencima. silenciosamente perono La sombraintentóescaparse, tuvo suerte,la pobre estabaatada a
Paulitapara siempre. la despiadada Los enormesárbolessusurraban.v disMateosemovíacuidadosamente, puestoa saltarsobresu sombrafugi44 tiva, a unoscuantospasosde é1. -lQuiénes son ustedesl-preguntó, mientrasMateo atrapabasu sombra,unasuavevozqueveníadesde arriba.
Mateo y Paulalevantaronla mirada y se encontraroncon una mujer hermosa,que medía por lo menos unos 30 metros.Teníaguirnaldasde floresen la cabeza,a su alrededorrey pájaroscanvoloteabanmariposas tantes,y sosteníauna sombrillagigante, de dondesalíalluvia. -Oiga, señora-la llamóPaula-. lUstedestáhaciendoque llueva? Apenaspodíaver la carade la muJer. -Sí, lpor qué?-dijo la encantadoramujer,mirándoloscon temura. -iPues deje de hacerlol-chllló Paula-. iEstáarruinandomi vestidol Con esto,la mujerprovocóun chaparrón,y al poco tiempo Paulay Mateo estabancompletamenteempapados. -Bien, lqué me decías,linda? -No importa -respondió Paula, con el lacito del pelo chorreando. -Muchas gracias-le dilo Mateo, escurriendo su camisa. La hermosamujer les contó que ella era la Lluvia y que trabajabaen
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armonía con el Sol para dar vida y hacer que las cosascrecieran.Mientras les explicaba esto, pequeños retoñosde coloresbrotaron de la tie-
rra mojada,donde estabanparados Paulay Mateo, y seestiraronhacia el cielo. -Oh, yo sé cómo se da la lluvia 46 -di¡o Mateo-. Segúnla ciencia,la mayoría de las nubes están hechasde gotitas de agua diminutas. A veces, cuando el aire se enfría, estasgotas crecen hasta ser lo suficientemente grandes y pesadascomo para caer convertidas en lo que ustedes,los nocientíficos,llaman lluvia. -Ay, hermanito -gimió Paula. La mujer sonrió: --Es una forma de verlo. Uno puede aprender muchascosasen los libros...pero el resto se aprende salienclo al mundo y viviéndolo. -iEstá bromeando, señora?-se rio Paula-. iEste cabezónni siquiera salede debajo de su camal Mateo se enfureció y empujó a Paula,y Paulale devolvió el empujón.
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Lo que desencadenóuna nueva discusión entre los dos. La mujer interrumpió la peleay le dijo a Mateo: -Así como yo trabajo en armonía con el Sol, tú deberías hacerlo con tu hermana. Es la única manera de encontrar a tus padres. Todos los retoños a su alrededor habían florecido. I-a mujer miró a Paulay a Mateo, envueltoshasta las rodillas por miles de flores de colores,
y sonrió al ver su asombro.Les dijo que si seguían caminando hacia el norte, en algún momento encontraían a los Cuat¡o Vientos y a suspadres. -lCómo supiste que los estábamos buscando?-preguntó Mateo. Ella les contó que lo sabía todo. Paulay Mateo eran apenaspequeñas gotasde lluvia dentro del vasto y maravilloso mundo y... -Ya entendimos -diio Paula, lo máscorrésmenteposible. -Gracias -le di¡o Mateo. Después, siguiendo sus indicaciones, se encaminaron hacia el norte, teiiendo su rumbo entre lasflores,
con mucho cuidado para no ir a pisarlas. Entre tanto, una cierta rnancha babosay morac{ase desiizabapor el bosque, en su bírsqtieciasilenclosa, hasta quedar atrapactra en rneclit¡cie una tormenta de verano.Entoncesya no tuvo que seguircieslizándose, aho. ra podía caminar. Lln poco torpe al principio, pero caminaba.Y era,tam. bién, mucht¡ más grande
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CapítuloCinco
Lu r.l'on.".,berantey húmedadio lugar a colinasverdesy frescas,sal. picadasde árboles.Mateoy Paulase sentaron a descansardebaio de un
gran manzano.Observaroncómo caíansus hojasamarillasy rojas,y cómo se iban revoloteandoentre la brisa.Mateoseveíatristey cansado, mientrasmasticabauna manzanaque acababade recoger.Empezaba a ex. trañar a papá y a mamá en serio.
-lQué te pasa?-le preguntó Paulabruscamente. -Nada -contestó Matee. lPor qué/ lA ti qué te pasa? Los dos se quedaronsentadosen silencio.El día seoscurecióy seen' frió, y muy pronto sedurmieron.Una temblanvezdormidos,seabrazaron do y sepreguntaronsi algúndía volveríana ver a suspadres. Una frescabrisanocturnale rozó Eslanariz a Mateo,despertándolo. tabaoscuro,másoscuroque nunca. Estabanperdidosen un espesomar de negro salpicadode estrellastitilantes.Mateosentíaquepodíaestirar la manoy agarraralguna.La llevaría a casay la guardaríaen su armarlo. Extrañabasu habitación. Paula,que tambiénse habíades. pertado,le ordenóquedejarade mo' lesrarlay dijo, -Deheríamosseguir caminando.lPordóndeesquequeda el norte? Mateo miró a su alrededor:a lo lejospodíaver la Estrelladel Norte. Entoncescarninaronjuntos hacia
ella, a través de un terreno estéril. Todo estaba en silencio. No había brisa, nada. El único sonido que e s c u c h a b a ne r a e l d e s u s p i s a d a s suavessobrela dens¿rhierba. Mateo siempre le había tenido miedo a la oscuridad,pero estabaespecialmente asustadoahora que no sabíanhacia dónde se dirigían ni con qué podían encontrarse.Paulapercibiósu miedo y lo tomti de 1¿r mano: -Eres un bebégrande-murmuró--, que seasustacon cu¿rlquicrcosa.
ella, a través de un terreno estéril. Todo estaba en silcncio. No había brisa, nada. El único sonido que e s c u c h a b a ne r a e l d e s u s p i s a d a s suavessobrela densahierba. Mateo siempre le habí¿rtenido miedo a Ia oscuridad,pero estabaespecialmente asustadoahora qr.reno sabíanhacia dónde se dirigían ni con qué podían encontrarse.Paulapercibiósu micdo y lo tomti de la mano: -Eres un bebégrande-murmuró-, que seasustacon cualquiercosa.
Despuésde 1oqueparecieronhoras y horasde caminata,amaneció.Los niños llegaron hasta unas rocas Y escucharonel sonidodistantede una sirenade niebla.Siguieroncaminan' do con mucho cuidado.No sabían quéesperarni quéestabanbuscando. Una leve bruma les cubrió ios Pies; estabafríay húmeday,al seguircami' nando, los envolvió Por comPleto. Paulaapretócon másfuerzala mano de Mateo.I-asirenasiibabav silbaba, cadavezmásfuerte'En' haciéndose toncessedieroncuentade que estaban en el borde de lo que apenas podíandistinguir como un gran pre' cipicio que conducía a una PlaYa rocosa,cubiertapor unadensaniebla blanca. De repente,la mano de Mateo se solté de la de Paula,y se lo tragóla neblina. Faula escuchórocasque chocabany ramasque chasqueattan. Después,todo quedóen silenciode de Ia sirena. nuevo,a exccpción -iPaula! -aulló Mateoen un eco ieiano.
-lDónde estás? -imploró Paula. No podíaver naday estabamásasustadaque nunca. -Estoy aquí abajo.Me resbaléy caí.
-iNo puedovertel lDóndeestásJ -Sigue mi voz. Peroten cuidado porqueesmuy empinado. Despuéshubo un largo silencio, hastaque Mateo gritó débitrrnente: -Marco. -lQué? **preguntóPaula,nrientrasnegociabacon lasrocas. -Marco. Como Marco Poio. Di "Fo1o"-le aclaró. -Poio. -Marco. -Polo. Faulalogróbajarlentamentehasta la playa.I-a nebiinaempezaba a desy pudoenconrrara suhervanecerse mano.Estabasentadoen una¡riedra, con una rodiila entre lasmanos.Esy herido.Paulalo miró, tabaasustado aiiviadadeverlo.Lo abrazóy sotriozó: -No vuelvasa hacerlo,Cabezón. l)espuésle dio un golpe.
Mateo sehabíalasdmadobastante la rodilla. Igual que ia vez que quería ver el eclipsesolary secayódel techo del garaje.Paulale examinóla herida. Se desatódel pelo su lazoazulfavorito y 1o amarró cuidadosamenteahededor del rasguño. Ninguno de los dos dijo nada. Siguicron el sonido de la sirena, peñascosafilados, rnientras escalabzrn rodeadosde rocas inmensas.Ahora tan-rbiénpodían oír algo más que el silbido.Pocodespués(iseríaposible?) escucharonel traclueteode platos y el entrechocarde unos cubiertos.Sí, cso era.Pero...laquí?
-lUn pedazo, o dos, querido? -preguntó la Dama de Niebla. -Uno, por favor -respondió el Caballero de Niebla. Paulay Mateo se sorprendieronal ver una pareja de señoreselegantemente vestidosy con unos modales e x t r a o r d i na r i o s . M e d í a n u n o s s e i s metros, estaban hechos de niebla y tomaban el té. -ioh, Diosl -exclamó la Dama de Niebla, mientrasseacomodabalos anteojos para poder ver a los dimi. nutos intrusos-. Qué inapropiado de su partr: presentarsea la hora del té -dijo con un resoplido. -Tianquilízate, querida mí mentó el Caballerode Niebla-. No debemosserdescorteses. Invitó a Paulay a Mateo a merendar con ellos.l,os niños, hambrientos,ya habían ojeado las galletas,la crema batida y los mini sándwiches,asíque aceptaroncon gran entusiasmo.Y se lanzarona devorarlo todo, con unos modalesespantosos.Los scñoresde Niebla no pudicron tolerarlo.
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ll'l'"ly iivlilos, i;r:"!:r]I.i:ii'i: ,l
lxlr.ichiihar¡¡.ble"
-Caballero de Niebla -preguntó Mateo, despuésde haber masticado 32 vecesy haber tragado-' ldónde podemos encontrar a ios Cuat¡o Ventos? La dama y ei caballerose lanzaton una mirada de preocupación. -2Por qué deseanencontrarlos? -preguntó la Dama de Niebla. Paula y Mateo les explicaron su travesíay cómo habían ido a Parara la Playade Niebla. -Queremos encontrar a nuestros padres-di¡o Mateo. --Sí, ya nos están haciendo falta -añadió Paula. Los señoresde Niebla les indicaron el camino hacia el norte, que los llevaba a los Cuatro Vientos. La Dama de Niebla los envoivió a los dos con la mejor bufanda del Ca' ballero de Niebla. -El lugar al que sedirigen es ate' rradoramentefrío -les advirtió a los niños-. Manténganse bien abrigados.
Mateoy Paulasedespidieronde los señoresde Nieblay lesagradecieron por la bufanday la provlsiónde galletas que les habían dado para el viaje. -iNo olvidensusmodalesl-les gritó la Damade Niebla,mientrasse los tragabala brumay desaparecían de su vista.
CapítuloSeis
Trot"ndo sobrerocasy piedras, Paulay Mateo llegaronal norte.Los cristalesy lasarenitascrujíandebajo de suszapatosy les hacíandoler los pies.Nunca habíancaminadotanro en su vida, sobretodo en un terreno sin pavimentar.A Mateo le dolíanlos brazosde tenerquecargarlosmapas, y el globoterráqueo.Le losdiagramas pidió a Paulaque le ayudaracon el giobopor un rato.
-iOlvídalol iNi siquiera sé por qué tenías que traer ese estúpido globo! -le dijo-. iCárgalo túl Mateo 1odejó caer,y Paula1oesperó impacientementemientras iba a recogerlo. Mateo creyó escucharunos pasos. Claramente no eran los suyos,y obviamente no eran los de Paula. -lOíste eso?-preguntó. -Ojalá que no -di¡o Paula,empezando a temblar. Los dos se voltearon y vieron una enorme figura morada que se acercaba a ellos. Gritaron y salieroncorriendo. -iDetrás de esa rocal -señaló Mateo. Se agacharon detrás de un gran peñasco. -lQué vamos a hacer?iNos va a comerl -exclamó Paula. Mateo se asomó por un lado del peñasco.Ahí seguía,esoestabaclaro. Parecía que corría y que además gruñía. Estabaenojaday seveía hambrienta. Mateo desató rápidamente
la bufanda y puso unas cuantas piedrasadentro. Se levantó y le dio vueltasa la bufanda sobresu cabeza, soltándola de un lado. Algunas piedrasle pasarona la baba morada por encima, pero una le dio justo en un ojo. Bueno, en io que parecíaun oJo. -iGgggrrrl -gruñó, al caer ai suelo. Había quedado completanente atont¿rda. Paulay Mateo recogicronsuscosas y se alejaron rápidarnente,mirando todo el tiempo hacia atrás.
CapítuloSiete
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lí aula y Mateo apenaspodíanver el camino, inclinados por el viento torrencial y abriéndosepasoentre la nieve que lesllegabahastalasrodillas. Estaban perdidos.Ninguna de las indicacionesde los osospolareso de los pingüinos les había resultado de gran ayuda.Siguiendolas señalesde una morsa,sedirigían hacia las inces del norte, esclsdestciiosmulticolores que se veían en la distancia. For
desgracia,setoparon con un pequeño problema;el océano. -No debimos haberle hecho castr a esamorsaestúpicla-se quejó Paula. -f6 ¡¡vs que escribirun infclrme sobre las lnorsaspara mi clase de cienciirs -dijo M¿lteo-, y en todo lo que investigué,nunca leí clue tu' vieran mal scntido de la orient¿rción. El trozo de hielo en el que estaban paradosernpezóa rompersey a desprendersede la tierr¿rfirme. Al caer la nochc, Mateo le explicír ¿iPaui¿rque en la región ártica, depcndiendode la époczr,por supuestol los díaser¿rnmuy cortosy las noches podían durar varios días. -Cállate -le respondióPaula. Cuando se dieron cuenta, se habían alejadotanto de la orilla, que su trozo de hielo parecíauna rebanada blancay diminuta dentro del mar azul grisáceo.Una vez más,Paulalc echó la cuipa a Mateo: -iTodo esto es Por tu culpa, Cabezón estúpidol -Ah, icállatel -gimió Mateo-.
lPor qué no te callasy me ayudasa pensaren qué vamos a hacer? Paula se quedó sentada contemplando, sin la nlenor esperanza,la niebla glacial que flotaba inmóvil sobre el océano profundo, oscuro y helado. Despuésde un rato, Mateo escuchóalgo.Era un sonidoapagado, pero reconocible. Paula estaba 11orando.El seacercóa su partedel témpano, sin sabermuy bien qué hacer. La última vezque P¿iulahabíallorado fue cuando se le perdió su mascota,
rrrr
un periquito llamado Lorenzo.Lo habíadejadosalirde la jaulaparaque hicieraun pocode ejercicioy el animal se había ido voiando derechoa travésde la ventana.Paula1oesperó durante días y días, pero Lorenzo nunca regresó.Mateo se sentóa su ladoy la abrazó. -No te preocupes, Paula-le dijo-. Vamosa enconrrara mamáy a papá,te lo prometo. Paulaapoyósu cabezaen ei hombro de Mateo y lloro un poco más. Después de un rato,sequedódormida, arropadapor la bufandagigante. Vajaron horasy irorasa la deriva. N4ateoseenvolrrióen los pocosdiagramasy mapasquele quedabany se quedó dormido. Mientras flotaban y oscuras, sobreaquellas aguasgélidas tuvo variossueñosextraños.Las simelodías; renascantabanmisteriosas lasballenasflotabantranquilamente a su alrededorcomo grandescruceros;y cuandoéi mirabahacia las esÍellas,estasvolabancomosi fueran u n a b a n d a d ad e p á j a r o s .P e r o e l
sueĂąo mĂĄs intenso fue que un oso polar en un kayak se tresacercaba silenciosamente, los cargabaa los dos y se alejabaremando entre la noche impenetrable.
CapítuloOcho
lf
lVlateo se despertó,sin sabersi todo aquello hab?asido cierto. Se enderezóy se frotó los ojos adormi. Iados,sin poderdistinguirtodavíasi había ocurrido en realidad. Paula estabarevolviendoalgo dentro de una olla negragiganteque colgaba sobreuna llama roja en una enorlne chimenea.Fueralo que fuera, olía muy bien. El oso polar del sueñode Mateoestabaparadofrentea é1,sonriendo.
-Ya
era hora de que te despertaras,Mateo -le dijo. EI personajeque lo miraba desde arriba era alto pero amable, llevaba puesto un chaquetón de piel de foca y tenía la sonrisarnásgrandeque uno se pueda irnaginar. Y no era ningún oso polar: era un hoinbre. -Qué bien que te despertaste Jijo Paula,acercándosea Mateo-. Ya casi esrálisto el desayuno" El estabatodavía un poco confundido. ¿Dóndeestabanl lQuién era el
hombredel chaquetón/lPor qué estaba cocinandoPaula?Ella jamás habíatrabajadoen toda su vida. Sesentaronalrededorde una mesa hechade una nievemuy compacta. En realidad,todo 1o que había en aquella habitación con techo de bóvedaparecíaestarhechode nieve brillante,incluyendola gran chimeneade dondeel hombredel chaquetón sacóla olla negra.Peroera un lugar acogedory caliente.Y estono teníamucho sentido. Lo que olía tan bien era una sopa depescado. Mateoodiabael pescado, pero quizáscomeríaun poquito, sólo por educación.La probóy... iestaba deliciosalPaulacontó la historiade susviajes(el encuentrocon el Sol,el pasopor la selvahúmeda,ia Playade Niebla, los Cuatro Vientos y sus padres)hastael precisomomentoen que se habíanquedadoa la deriva, abandonados en mediodel mar sobre un témpanode hielo. El señor Nieve, el hombre del chaquetón,lesdijo quecomoandaba
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por ahí en su kayak, los había recogido mientras dormían y los había llevado a su iglú, donde habían se. guido durmiendo casi dos días enteros. -Estaba probando una nieve que acabo de hacer, porque estoy ensayando una nueva receta.Algunos de mis ciientesse han quejadode la ca. iidad de ciertasbolasde nieve,asíque he estadoexperimentandocon nuevos ingredientes. Mateo ahora estabamás confun. dido que nunca. -Yo pensabaque la nieve se formabapor iastemperaturasheladasen la zonasuperiorde una nube,que dan lugar a ios cristalcsde hielo. Cuanclo las gotas de agua se evaporan y se condensanen partículasde hielo, los cristalescrecen rápidamentey caen a ia tierra. Si ia temperatura de la superficiede la tierra esmuy baja,los cristalesde hielo caen en forma de nieve.Segúnla ciencia,por supuesto. El señor Nieve sonrió: -No. Digan 1o que digan los libros, la nieve
n
se siguehaciendoa la maneraantigua.lQuieresver cómola hagol D e l a e m o c i ó n ,M a t e o a p e n a s podía controlarsea sí mismo. Logró asentircon entusiasmoy decir: -Sí, sí quiero.Gracias. Sisuieronal señorNieve a través de un largo corredor,hechode ladrillos de nieve centelleante,que deen un salónenorme.Su sembocaba tamañoera de unos 20 metroscua' drados,segúncalculóMateo,y en el centro estabael horno más grande quehabíavisto en su vida.Lasllamas (rojas,moradas,verdes,amarillasy naranja)rugíanen la rejilla por la que pequeños hombresde nieve,vestidos con overoles,empujabanel carbón. Mientras veía cómo bailaban los colores,Mateo pensóqüeesasdebían de ser las lucesde las que les había hablado la morsa.Le contó al señor Nieve que la gentelas llamabaunora bcrealisyquepensabanquesetrataba de un fenómenocientífico. -Mmmm,
interesante -dijo
el
señorNieve,sonriendoparasímismo,
se siguehaciendo a Ia manera anti' gua.iQuieresver cómola hago? De la emoción, Mateo apenas podía controlarsea sí mismo. Logró y decir:-Sí, asentircon entusiasm.o sí quiero.Gracias. Siguieronal señorNieve a través 78 de un largo corredor,hecho de ladri llos de nieve centelleante,que desembocabaen un salón enorme. Su tamañoera de unos 20 metroscuadrados,segúncalculóMateo'Y en el centro estabael horno más grande quehabíavisto en su vida.Lasllamas (rojas,moradas,verdes,amarillasY naranja)rugíanen la rejilla por la que pequeñoshombresde nieve,vestidos con overoles,empujabanel carbón. Mientras veía cómo ,bailabanlos colores,Mateo pensóqüeesasdebían de ser las lucesde las que les había habladola morsa.Le contó al señor Nieve que la gentelasllamabamnora krealky qtepensabanquesetrataba de un fenómenocientífico. -Mmmm,
interesante -dijo
el
señorNieve,sonriendoparasímismo'
Luego llevó a los niños hasta una banda transportadora que salía del horno y se deslizabaa lo largo de las paredesheladasde la gran fábrica.Las bandasseenroscabanen una espiral, una encima de la otra, cientos de eilas quizás,hasta llegar al techo, que era de color blanco azuloso. -Cada copo de nieve que hago debesertotalmente único. Cada unt-r es analizado cuidadosamenteantes de ser aprclbado.No se pueden imaginar la canddad de copos de nieve que son ¡echazados. Les explicó que los copos rechazadosse derretían y sereciclaban.No se despcrdiciabanaJa. Después,el señor Nieve y Mateo se enfrascaron en una largadiscusiónacercade Io que sepodía hacer para mejorar la calidad
delasbolasdenieve. -Yo creíaque estábamosbuscandoa mamáy papá*-pt'otestó
Su hermanola alejó. -Dame un minuto -le di¡o. Mateo sugirióañadir algúnpega. mento o incluso azicar,que erablancay pegajosa. Estoirnpresionón-rucho al señorNieve. -lNo te gustaríaquedarteaquíy tñ mabajarconmigo?-tre preguntó. Tiabajar para el señor Nieve sería muy emocionante y divertido. Mateo estabaa punto de aceptar,cuando vio la cara triste de su hermanav diio: -Agradezco mucho tu oferta,pero necesitamosencontrar a los Cua. tro Vientos. -Y a nuestramamá y nuestropa-
pá.Losextrañamosdemasiado--diio Faula con una tristezarepennna.
El señorNieve nodíanotar 1otristesqueestabancon sólomirarlos.Los condujohaciala puertatraserade la fábricay haciael frío de la mañana. Afuera había un trineo gigante,de cokrrrojo brillante,cubie¡tohastala mitad por una gruesacapade nieve. -*Yo puedollevarloscasi todo el camino, pero tendrán que recorrer
soloslos últimoskilómetros.Y debo advertirlesalgoacercade losCuatro Vientos. Les contó que, en su negocio, necesitaba a losCuatroVientospara que distribuyeranla nieve: -Pero debo estar pendientede ellostodo el tiempo,puessonfamosos por su deshonestidad y por llegara ser,a veces,realmentecrueles" El señorNieve empezóa desen. terrarel trineo.Mateoy Paulale ayudaron a destaparlopara ponerseen marcha.Ni Paulani Mateo habíarr tenidoquelimpiarnuncala nieveen la entradade su casa.Papásiempre le pagabaa alguienpara que lo hiciera,y Mateo no sabía1odivertido queestopodíaser. Al poco tiempo, iban zumbando entre la nieve a toda velocidad.Las colinasbiancasy relucientes,los árbolescubiertosde blanco y algún pingüinoocasionalpasabavolando, borrosamente, a su lado.Llegarona dondesedirigíanen un instante.
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**. ,'*49tirrtl*'*rtr'!*!
CapítuloNueve
El t.l.,.o sedetuvo.El solbrillaba, el ambienteestabaun pocomástemplado que antes y la nieve estaba aguaday suavecita. -Hasta aquípuedollevarlos-dijo el señorNieve. Mateo y Paulase bajaronde un brincoy le agradecie. ron unay otra vez.Sedespidieronagitandola manomientrasseaieiaban. Él tambiénsedespidió con la manoy desaparecióentre el cielo gris y la
nievebtranca" Luego, todcl quedti en silencio. Excepto por una cosa.{Jn sonidotan débil, que Mateo y Paula ni io sintieron al principio. En realidad,era un peclueñocco. Mientr¿rscaminaban, ci ligero sonido crecía poco a poco. Cada vcz era másy más fuertc, hasta hacer clue¡r Mateo se lc erizaranlos pckrsde la nuca. Los dossequed:rron paraiiz:rdossobresuspropiashuellas. -Oh, oir -dijo Firula,ai voltearse y encontrarsecon la figura mot¿rda. Ahora medí¿r,por lo menos, unos cinco rnetros.Tenía brazosy la cara r-násfea del mundo. Mateo y Paula inlentatcrnmoversetan rápido como puclieronentre 1¿'r nieve grucsa,percl forma:eraimposibleescapar no habí¿r d-eia i¡estia. -iF{aci:'r arriba, hircia esacolinal -le gritó Mateo a Paula,aferrándose
a su globo terráqueo y a lo que le quedaba de sus mapas y sus diagramas.Paulahizo su mejor esfuerzo por trepar la empinadaloma. -iApúratel -chilló Mateo, em. pujándola por la espaidapara quc se movlera más rápido. La criatura morada se acercaba. -Mateo, lpor qué estamoshaciendo esto? -iTú sólo trepa! Yo tengo una idea. iApúratel -exclamó é1. Finalmente, lograron llegar a la cima y \4ateo empezó a armar una gran bola de nieve. -lEstás loco? -aulló Paula-. Esamasagigantede babaque,déjame recordarte,tú mismo creaste,está a punto de comernos o quién sabe qué...lY tú estáshaciendoun muñeco de nieve? -. No podríasdejarde quejartcpor y lyuJarmcl -gritó i'l. dossegundos -De acuerdo, de acuerdo -re-
funfi.rñí¡etrla" Ah.rra, el renegadocxpenimento de ciencia estabasubiendo la lorna.
,* \\
Podían ver su ojo amarillo y sus dientes afiladcls.I claro, ese olor. Estabanconcienados. - .,,Ay'udanrc a empujar, Parrlci---gritó h4ateo,rnientras intenraba itrevar la bola de nieve hacia etrborde de la colina. I-e dierr¡n un empujón y esta salió rodando hacia abajo. I-a gran no sabíacon qué se masa asqLlerosa había chocado. La bola de nieve giganterodó, loma abajo,con la criatura atrapadaen su interior. Al fin se c{etuvo contra un montén de nieve. Paulaseguíaparalizada,parpadeandosilenciosamente,
con la nariz chcrreándole.Mateo se irguió, orgulloso, en la cima de la colina: con una gran sonrisa,las manos en la caderay el viento aleteando en su cabeza. -Con que estoy loco, inoJ -le dijo. Incluso Paulatuvo que admitir que az su hermanopodíaestarloco, pero era
muy inteligente.Y no dijo ni una sola palabraal cargarel globoterráqueo, mientrasbajabanpor el otro lado de la colina.
CapítuloDiez
Mi"rl,.", avanzabantrotando, Mateo brillaba.Iba con la cabezaen alto y sonreía para sí mismo. Por prirneravez, Paula no podía decirle "Cabezón".El solseasomaba detrásde una nube en medio del cielo azul despejado.Podíanescucharel lejano cantode iospájarosy Mateosepusoa silba¡con ellos. Pero,de repente,se quedófríoy calladoal sentirque una sombragiganterecaíasobreellos.Los dossevoltearony miraronhaciaarriba.
-iGgggrrrrrrmr! Sequedaronpálidosy helados.La grande,moramasahabíaregresado: da y másfuriosaque nunca. -íGgggrrrrrrrrrl -gruñó una vez y sus más;suojo amarillocentelleaba horriblesdientesrechinaban. Mateo sedesmayó. Cuando se despertó,estabasolo. Paulase habíaido. La criaturase la habríallevado o sela habríacomido allí misrno, en un segundo.Todo lo queMateo podíaver ahoraeraun camino de huellaschuecas.Se incor' poró y siguióel camino ondulante, con ese horripilante olor a huevo podrido flotandq en el aire' Avanzó con dificultad entre la nievefangosa, hastallegara una hierbaverdey un cieloazul.Paraesemomento,Mateo ya se había deshechode la gran bufandade los señoresde Niebla' El fin de la nieveera tambiénel fin de lashuellas. "Me imaginoque debo seguir caminandoen estadirección",sedijo a símismoy seacercóa un bosquecillo
que habíaen la cima de una pequeña montaña. Mientras semovía entre ios árboles,escuchóun llanto ciébil' - i A u x i l i o l i Q u e a l g u i e nm e a y u de, por favorl -decía una voceclla. Mateo miró hacia arriba, Pero n0 pudo ver nada. -iPor favor, sáquenlnede aqilíl -volvió a implorarla vocecitrl. Esta vez, Mateo pudo ver de qué se trataba: una Pequeñanube estaba atascadaentre las ramasde un árbol muy alto. Se meneabay se retorcía' pero no lograbaliberarse. -No te preocupes-le gritó Mateo-.TévoyaaYudar.
Mateo se trepó ágilmenteal árbol, resbalándosetan sólo una vez. Se sorprendióde 1ofácil que era,ya que nunca antes lo había hecho. Subió hasta la iama en donde estabaarapada la nube y Ia sacudiótan fuerte que pudo liberarla, pero él perdió el equilibrio y se resbaló.La nube bajó en picada, y Mateo afercizóen una esponjosidadsuavey blanca. Esta lo llevó delicadamentea tierra. -Gracias, muchas, muchas gracias-le dijo Mateo. -No, graciasa ti. Llevaba como una hora atrapadaentre esasramasy creía que jamás iba a poder salir. Mateo Ie contó a la nubecita que necesitabaencontrar a su hermana. -Ya no hay más huellas -le di jo-, solamenteestáeseolor terrible. La nubecita le dijo a Mateo que se montara en su espalda,para poder buscara Paulaobservandodesdearri. ba. Así que subieron y subieron y subieron.Mateo nunca habíaestado tan arriba en toda su vida. Estabaaun rnás alto que aquella vez en que su
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padre lo había llevado a la oficina y lc¡sdos habían mirac{o1aciudacldesde mitresde kiiómetros de attura" E l c r . i c lh c d o rl l c g óh r s r as u n a r j z . -For aquí --gritír, señalandoharetorcidas cia ,¡ll montón clecoL.irras y r o c o s a s .E n p o c o t i e m P o , a t e rrizaron en una pequeña meseta. h.,fateoolfateó ei aire y siguió el oior h:rsta nnil apertura q¡-lehabía en Ltn c.Jstadociela coiina. -Mejor qr-rédateaquí afuera. Ya regreso...espero-le dijo a la nr,rbeCTtA"
si l en ci o s ¡n l c nI e . M ¡ q . ' 1E ' ¡ ¡¡ , i "olu, Fodía escuchar una voz retumbando
en la cueva y percibir un tufo a pies apestosos. Serpenteópor un laberinto de pasillos oscuros,patinando en babamoradade vezen cuando,hasta llegar a una grieta en el muro de la caverna.La voz se iba haciendo más clara. -Escúchame, enormesacode baba: ivasa estarmuy arrepentidosi me comesl Por supuestoque era Paula.Y estaba bien; hasra el momento, por lo menos. Mateo suspiró aliviado y se agachópara acercarse,cuidándosede permanecerdetrásde una gran roca que había en la grieta. Cbservó rápidamente desde ahí y vio que Paula estaba atada a una estalagmita. Ei monstruo morado frotabadospalitos entre sí, intentando encender un paracocinara fuego,probablemente su hermana. "Oh, no", pensóMateo, "iestacosa es másinteligente de lo que yo creíal Debo tener un plan. Un plan que sea brillante e ingenioso.Mmmm, si construyo un pequeñosistemade palancas
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con estaspiedras y estasramas podría...". De repente, el globo rerráqueose Ie deslizóde las manos y salió de la grieta en la que él estabaescondido. Intentó agarrario,pero se resbalóy aterrizójusto frente a ia bestiamora. da. Esta 1o miró desde arriba, cho. rreando espumamoradapor la boca. -iMateol -gritó Paula-. iSácame dc aquíl Cuando Mateo miró a la criatura, estaachicó su ojo amarilloy lanzóun gruñido largo y hambriento. -iHaz algo,Mateol -chilló Pau1a-. iNo te quedesallí sentadol La cabezale d¿rbavueltas.No tenía ningún plan. No tenía nada.Nada de nada. El monstruo selamió los labios y, acercándosea Mateo, abrió comptretamentela boca. Mateo se echó para atrás 1o más que pudo, y tocti algo redondo con la m¿rno.Sin darse cuenta, le metió el globo terráqueo e n l : r h , , c o t aa l a . ' n o r n r cc r i a lu r l . iQué punteríal
-|Aaaarrrgggl -rugió el mons. truo, agarrándose el cuello con sus manosdelgadas, intentandosacarse el globode la boca.iNada mal para un chico al que siempreescogían de último en clasede Gimnasial El monstruo se convirtió en una eB intensa sombramoraday luego se desplomó. Estabamásmuertoqueun clavo.Paraasegurarse, Mateolo pinchó con una astilla. -Te dije quene. c e s i t á b a m o se l globo-dijo. Desatóa Paula, y miennasbuscabanla salidade la cavernaellase volteó haciaé1. -Sabes, si rv fuerasmi i, ] rno i: hermano,di, '
rla que ere-sun cnlco muy valiente -le con. fesó,abrazándolo. l.
Afuera, Mateo le presentó a la nubecita.Los dosniños le explicaron q u e n e c e s i t a b a ne n c o n t r a r a s u s padres,pero cuando mencionarona Ios Cuatro Vientos, la nubecita sc asustóy sepusomásblancaque antes. -Van a tener que hablar con mi papá y mi mamá, pues no me dejan acercarmesola a donde ellos viven -les explicó. Paulay Mateo se encaramaronen su espalday subieronflotando hacia el cielo; hacia arribay másarriba,envueltosen una capade nieblablanca. -tA quiéntenemospor aquíl -preguntó mamá Nube. La nubecita les contó a suspadres adónde querían ir Paulay Mateo. -Mmmm -dijo papá Nube-. lEstánsegurosde que quierenir hasta allá/ Mamá Nube seveíarealmentepreocupada. - E s e n u e s un l u g ar p r r a I ri ñ o s -dijo. -Pero, mamá -dijo la nubeci. t u - , l ,t sC u a t r oV i e n t o rt i c l r c na s u
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papáv a su mem:i.Tíenenqueir" L ¡ s n u b e sa c e p l a r u nl [., n r .a a y u d e r l e na P a u t a' ¡ a M a t c , rd ' t , t n i r s c con suspai:rás.Despliésde peinsartro, decidieron esllerar h:lstiaque oscureciera para lLevar;l 10sdr¡shcrruanos a ¡.]t¡ndevivían los Cuirtro Vientt¡s"
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CapítuloOnce
- U l c i e l , 'p a s ód e u l ) ( r ) l o rr r z upl á lido a un cluraznobrillante y después a un morado profunclo.Paula,Mateo y lasNubes flotaron en silenciohasta llegar al borde de un tcrrcno oscuro y d e s o l a d oe n u n a t i c r r a p l a n a y polvorienta.A lo lcjos,apenaspodían distinguir un¿rcasavieja y clestartalacla,con unasdébilesluccsque centelleabanen l¿lsventanao. -Ahí viven -susurrír papá Nube-. Nosotros iríamoscon usredes
si pudiéramos,pero los Cuatro Ventos nos soplarían y nos separarían para siempre,si nos acercamos. -Por favor, tengan mucho cuidado -imploró mamá Nube. -iUstedes pueden hacerlo! -los animó la nubecita, dándolesla esponjosamanoa Paulay Matetr-. Buenasuelte. Los dos niños les agradecieroninsistentementea las Nubes por toda su ayuda.Mientras estasse alejaban, Paula y Mateo caminaron despacio, tomados de la mano, a través de un largo senderoy bajo un cielo oscuro. Podían escuch¿rrlos silbidos y los zumbidos del viento resollandopor toda la casadestartalada.El corazón les latió con más fuerzaaún, cuando pisaron el primer esc¡rlónde la entrada. I-a vieja casa se tambalcó y traqueteó, azotadapor el viento. Sc podían escucharrisasiejanasy cotorreos chirriantes. Al acercarsea la puerta, esta se abrió de golpe y con estrépito.Una fuerte ráfagahizo t¿rmbaleara Paula y a Matco, pcro ellclsse inclinaron ' '
sobreei viento y entraron.La casa era enorme,Apenas podían ver el techo,de 1oalto quequedaba.I isanto cielo,qué desastrelPolvo,basura y periódicosvolabanen pequeños tornadospor todaspartes. Allí estaban:papáy mamá,esclavos de los Cuatro Vientos.Mamá, cansaday desarreglada, ibade un lado para otro tratandode limpiar y desempolvaqpero los Vientosseguían haciendomásy másmugre.Papáes. tabaocupadosirviéndolesunosenormes platosde comida,y ellosle se. guíanpidiendomás. -iMás rápidol iMás rápidol iVagos perezososliCon razón que sus hi¡os no los queríanl *dijo socarronamenteel Viento gordo. Después,los CuatroVientosserierony lanzarona mamáy a papáen espirales haciael techo. -Bueno, bueno,bueno.Losestá. bamosesperando. lPor qué tardaron tanto? -dijo silbandoel Viento feo. Despuésse rio y les sopló un viento
frío en iascaras,cerrandola puerta.
-iMamál iPapál-gritó Mateo. -iMateol -exclamó papá-. iTú y Paula:salganya mismode aquíliles van a hacerdañol Y con esto,uno de losCuatro\4entos,másgordoy másfeo que ios dos primeros,le lanzóa papáuna ráfaga de viento que lo hizo volar aún más alto, revoloteandoen medio de un huracán de basuray porquería.El Viento grandealzóa Mateoy le dijo: -Tú debesserMateo...iel niñito malcriadoque ya no quería a sus padreslNo te preocupes,inosotros lesestamosdandosu merecidol -iDeje en paza mishijosl-gritó mamá,tratando de bajar del techo haciadondeestabanPaulay Mateo. -lPor qué no los dejair? iUsted, inmensabcllsade airecaliente!-gritó Paula. -iY tú debesser la hermanita consentidaliMe han dicho que eres aún peor que el pequeñocabezónl -dijo el Viento,levantandoa Paula. - i S u é l t e l a i - e x i g i ó M a t e o ,a g i tandolos puños.
I-os Vientos se rieron con tanta fuerza,que ias paredestemblaron. St,plart'ntrna rófagapodcr.rsa contra M:rteo y Paula, que los hizo volar hasta el techo donde seguían mamá y papá. Ahora t,¡dosflotaban y g i r a b a nc n r n l ' J i o J e s r r sp r o p i o s remolinc¡s" -iMateol -gritó papír,mientras la seccitinfinanciera del periódicole rozaba 1a cabeza-. lQué están haciendo aquí tú y Paula? -iVinimos a resc?rtarios, papál -gritó Mateo. -iPaulal iMateol iNo debieron venirl -gritó m¿rmáa travésdel vent:rrrón. Estabaflotando en un remolino de revistasestropeadas,zapatos abandonadosy viejos utensilios de cocina. -iRobertoi,-le dijo a papá-. iHaz nlgol Papáestabalidiando con suspropios problemirs,tratando de quitarse urlos trozos de computador y unos cablesque se le enroscabanentre las piernas.F¿rulaluchaba con el moño
rlc un viejo vr:stir-lorq¡s;rdo alr.ra ixrri:tí:.,r l.rl-,ca. cn nletrirsetea tr¡ - i i , ! , rt¡' " t ' ¡' , h/{iim á y papii il¡;ii,ri,.;ri.r:l;r,.¡l i,tLi.{',.: . ltli¡¡.1: .'.t:,!-
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h4aieo también kr r.¡¡l:',.,,1, D..r.i)3.rsr,il "r't pclcllnrlLr hilst ;;,u¡¿ ll :ti::l u ititíit::ist :t ]¡¡l \ l i . (-i:¡rt, ', ,' :. t-násgt anr-ie.r,-ir:iliti-' :t ilrr-rarrir.i;l:,,r.,i.i, -l.ii\..¡,.fú .: :. .. qiglini:es --itl,
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H l l t t s l t : r i i Í - a i t : [ j , - i i : . 1 r : : j ¡ i: l j i . . i . ; . ; ,i 1 Lit.-!,
y uno cleellos l,; di1'.i; --.1)t-,,:nl-lll,t,iir ¡riir.-.i lir:ir'¡-:,; Lr.ir.-ii,¡r; j;,n;,¡,'
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-;Ah. síl -le nresrrnróel rnás grande.LosCuatroVientosinhalaron y soplaronrachasde viento y tempestad.Le lanzaronrelámpagos, y el estrépitode los truenos retumbó sobresu cabeza.Mateo resistióy resistió.Apretó lospuñosy losdientes, y iuchó por conservarei equilibrio. LosMentos sereíany sereían.Despuésvino un huracánquelo empujó de vueltahastael techo. PaulaIo agarróde la mano.Mateo, Pauia,mamá y papá flotabany girabantodosen el centrode un gran torbellino. Tomadosde la mano, Paulay Mateo ernpezaron a descender haciael piso.Parecíaqueal estar unidos de las manos,los Vientos debíar-r soplarel doble para manteneriosarriba. Mateo sedio cuentade esto. -iMamál iPapáliAgárrensede nLrestrasmanosI --gritó e intentó a c e r c a r s ea e l l o s . M a m á y p a p á tambiénlucharonpor bajar hasta J o n J c e s t r b a nl o s n i ñ o s ,q u i e n e s seguíandescendiendo. Finalmente,
papíi, f?ilü1:i y llateo ri.ri¿].il-rá, -t.lrh.ti,J ,
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lo más todavíade lasmanos,atravesó rápido posiblela puerta principaly bajó lasescaleras. Mateo,Pauia,mamáy papácorrieron como locosa travésde la tierra y ayudánrocosay dura,tropezando doseentresí por todocl camino. Poco después,ilegaronhasta un viejo árbol retorcido, lejos de la casuchade los CuatroVientos.Papá un rato a aconsejóque descansaran su sombra.Mamá abrazóa Paulay cubriódebesosa Mateo.Porprimera vez,él no le dijo:"iDejaeso,mamá|", sinoque la abrazócon fuerza.Nadie perotodosse seatrevióa confesarlo, alegrabanmucho de estarjuntos de nuevo. Mamáacariciócadaheriday cada rasguñode losniños.Papáiosregañó por haberido a buscarlos: -iNo quieroni pensaren lo que lespodríahaberpasadol losabrazóunay on-avez. Perodespués -Estamos bien,papá-dijo Paula. -Sí
v . , tti \ . . ',
rr-rq nr á se ñ' . . l e r e c l a nq u e
viniéramos-di1o Mateo.
Papásonriómientrasles ayudaba -Gracias, Mateo.Graa levantarse' cias,Paula. -No hay de qué -dijo Mateo sonriendo. Marnáselevantó,selimpiólosojos y dijo: -Muy bien.Y ahora,/cuál es rji e l c a m i n oa c a s aM , ateol É1*ir¿ haciael oscurocielonocalgunapista,perono turno,huscando encontrónada. -No estoyseguro... -lNecesitan ayuda?-preguntó una vozdesdearriba.La familiaNube bajóflotandoy aterrizósuavey silenjunto a Mateoy su fan-riciosamente 1.
lla.
-Me imaginoque todo salióbien -dijo la nubecita,mientrasle daba la mano a Mateo.
-Mamá,
papá, esta es ia familia Nube. Ellosnos ayudarona buscarlos. Papá le preguntó al papá Nube cómo podían regresara casa,y papá Nube propuso llevarlosflotando sobre susespaldas. Así que semontarony emprendieron la marcha. Flotaron lentamente entre la noche, pasandopor montañas rocosasy camposverdes. Pocodespués,el Sol aparecióy los saludó: -iVeo que encontraron a su papá y su mamál -exclamó a través del cielo anaranjado. Los dos, Paula y Mateo, agitaronlasmanosy le dieron las gracias. Mateo y Paulase acurrucaronentre Iascapassuavesy calientesde las nubes,mientras atravesabanlos vas. tos camposcubiertosde nieve. - i B u e n a s u e r l e ,M a t e o l - g r i t ó el señorNieve desdela lejanía.Mateo sonrió y se despidiócon la mano. Vieron cómo chocaban las olas contra la costa rocosa,y apenaspudieron vislumbrar al Caballeroy a la
Dama de Niebla saludándolosmajestuosamente. -Qu" te vaya bien, Mateo. Que te vaya bien, Paula -murmuró la Lluvia, cuando Mateo y su familia pasaron por encima de una mancha verde y café de árboles. ii? Pocodespués,las cosasempezaron a parecerlesconocidas.El parque,el colegio de Mateo, su calle. Y' finalmente, su casa. El día siguientesorprendióa toda la familia reunida en el jardín de Ia casa.Papáy Mateo intentaban mantener una cometa bien arriba en el cielo. Paula hablaba con mamá, Y mamá estabapreparandoun verda' dero asado.Bueno... de tofu, pero al menos era un comienzo. Al correr para hacer que la cometa volara, Mateo se chocó contra Paula acci' dentalmente y la hizo caer entre un matorral. -iCabezón estúpidol -le gritó. Pero, sentada en el suelo, se dio cuenta de lo tonta que se veía Y se rio. Mateo la ayutlóa levantarse'
Dama de Niebla saludándolosmajestuosamente. -Qrre te vayabien, Mateo.Que te vaya bien, Paula-murmuró la Lluvia, cuandoMateoy sufamiliapasaron por encima de una mancha verdey caféde árboles. 1,14 Pocodespués, lascosasempezaron a parecerles conocidas.El parque,el colegiode Mateo, su calle.Y, finalmente,su casa. El día siguientesorprendióa toda la familia reunida en el jardín de la casa.Papáy Mateointentabanmantener una cometabien arribaen el cielo. Paula hablabacon mamá, v mamáestabapreparandoun verdadero asado.Bueno...de tofu,peroal menos era un comienzo.Al correr para hacer que la cometavolara, Mateo se chocó contra Paulaaccidentalmentey la hizo caerentre un matorral. -iCabezón estúpidol-le gritó. Pero, sentadaen el suelo, se dio cuentade lo tonta que se veía y se rio. Mateo la ayudó a levantarse.
lograro:rmantenerla come' Después ta en el airee inclusopudieronhacer un par de volteretascon ella. No hubo llamadastelefónicas,ni clasesde tenis,ni fiestas,ni televisión. Mateoestabafeliz.Tánfelizcomono lo habíaestadoen muchotiempo.
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