7 Things Catholics Should Know about Suicide (Spanish Translation)

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Después del Suicidio 7 Cosas Que los Católicos Deben Saber Por Ronald Rolheiser Traducido por Patty Osorio

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¿Qué se tiene que decir sobre el suicidio? Muchas personas viven con el dolor de perder a un ser querido por suicidio. Rara vez paso una semana sin recibir una carta, un correo electrónico o una llamada telefónica de alguien que acaba de perder a un familiar por suicidio. Prácticamente en todos los casos, hay una gran desilusión por el hecho que no hay mucho material disponible, ya sea religioso o secular, que ayude a consolar su pérdida. Aquellos que se quedan en este mundo buscan un respiro, un consuelo humano y teológico. Cuando alguien cercano a nosotros muere por suicidio vivimos con un dolor que conlleva a la confusión (“¿Por qué?”), culpa (“¿Pudimos haber hecho algo al respecto?”), conclusiones equivocadas (“Eso fue un acto desesperado de dolor”) y, si somos creyentes, hay también una profunda ansiedad religiosa (“¿Cómo verá Dios a esta persona? ¿Cuál será su destino eterno?”). Aquí hay siete puntos acerca del suicido que le ayudarán a navegar este tema. 1. El suicidio es una enfermedad. Somos cuerpo y alma. Ambas pueden quebrarse. Podemos morir de cáncer, hipertensión arterial, infarto, aneurismas. Estas son enfermedades físicas. Pero también podemos sufrirlas en el alma. Hay enfermedades y aneurismas del corazón, heridas mortales de las cuales el alma no se recupera. En la mayoría de los casos, el suicidio es el equivalente emocional del cáncer, un derrame cerebral o un ataque al corazón. Como toda enfermedad terminal, el suicidio arrebata la vida de una persona en contra de su voluntad. La muerte no se elige libremente, sino que es una enfermedad, lejos de ser un acto de libre albedrío. En la mayoría de los casos, el suicidio es un intento desesperado de terminar con un dolor insoportable, muy parecido a un hombre que se tira por una ventana porque su ropa está en llamas. Además, algo que aún debe explorarse más a fondo, es el posible papel que desempeña la bioquímica en el suicidio. Dado que algunas depresiones suicidas son tratables con medicamentos, es evidente que algunos suicidios son causados por deficiencias bioquímicas, al igual que muchas otras enfermedades que nos matan. 2. El suicidio es una tragedia, no un acto de desesperación. Durante siglos, el suicidio fue considerado como un acto de desesperación y la misma desesperación fue vista como el pecado más grave de todos- en última instancia, imperdonable. Tristemente, mucha gente en la iglesia todavía ve el suicidio como un acto de desesperación y como un pecado imperdonable contra el Espíritu Santo. Pero esto es una conclusión equivocada. El suicidio no es un acto que no pueda ser perdonado. El suicidio como acto de desesperación no es lo que las Iglesias Cristianas y ciertamente no la Iglesia Católica Romana, creen o enseñan. En la mayoría de los casos, la persona que se quita la vida no lo hace como un insulto o una afrenta a Dios o a la vida (porque para eso se requeriría fortaleza y el suicidio es generalmente la antítesis de eso). Lo que sucede en la mayoría de los suicidios es el polo opuesto. El suicidio es el resultado de una gigantesca derrota. Hay una escena poderosa en la adaptación musical de Los Miserables de Victor Hugo. Una mujer joven, Fantina, yace muriendo. Ella cuenta que una vez fue joven, llena de sueños, pero ahora agotada por toda una vida de pobreza, con el


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