1er día. Después de una larga preparación, llegamos a Tierra Santa. Aterrizamos en Tel Aviv, y, poco a poco, nos fuimos acercando a los lugares que tanto habíamos oído nombrar en las lecturas de la Misa. El primer sitio que visitamos fue el Monte Carmelo, lugar en el que el profeta Elías se enfrentó a los 450 profetas de Baal, y que en el s. XIII eligieron los eremitas cristianos para dedicarse a la vida de oración. Uno de ellos, San Simón Stock, junto a los demás monjes, fueron expulsados de este Monte y de Tierra Santa. Ya en Inglaterra, este fraile recibió de la Santísima Virgen el escapulario. Por eso, estar en el Monte Carmelo remueve el sentir de aquellos que vivimos muy dentro a la Virgen del Carmen; y, desde luego, es difícil expresar nuestras vivencias en unas pocas líneas, pero pienso que todos nos sentimos llenos de su amor de Madre. Desde lo alto del Monte, quedamos impresionados por la hermosa vista de la ciudad de Haifa y del mar de Galilea.
Juan, se transfiguró entre Moisés y Elías. Desde su inmensa vega, el paraje se transforma en paraíso verde. Francisco Rodríguez Fernández
2º día.
3er día.
Salimos de Tiberíades para proseguir la ruta, pasando por Magdala, lugar de donde era María Magdalena. Accedemos al monte de las Bienaventuranzas, donde el Señor pronunció aquellas hermosas palabras que han llegado hasta nuestros días.
El día amanece espléndido: luz, sol..., y, con gran alegría, rumbo a Nazaret. Durante el camino, se leyó el evangelio de San Lucas, que narra la Anunciación, en el mismo lugar en que Dios se hizo carne, precisamente gracias a una mujer: su Madre. En el interior de la basílica, se encuentra la casa de la Sagrada Familia.
¡Qué impresión pisar esta tierra, que en su día pisó Nuestro Señor! A continuación nos dirigimos a la iglesia del Primado de Pedro, donde celebramos la Santa Misa con gran devoción, sentimiento y emoción. Pedimos en la celebración por los nuestros, por el mundo y por todas las cosas que tienen valor en esta vida. Una vez finalizada, bajamos a la orilla del mar de Galilea, tocamos sus aguas dulces y recogemos recuerdos de la orilla. En el interior de la ermita se encuentra la piedra en la que Jesús Resucitado esperó a que los Apóstoles regresaran de arrojar sus redes al mar, para a continuación tomar los peces asados y dirigirse a ellos, indicándoles que ya no serían pescadores de peces sino de hombres. Y ahora nos encaminamos a Cafarnaúm, ciudad de Jesús y de la casa de Pedro: de nuevo afloran sentimientos de recuerdo al tener delante un lugar bíblico. Después fuimos a un embarcadero y dimos un paseo en barco por el mar de Galilea. Tras la lectura del sacerdote, todos reflexionamos sobre dónde nos encontramos. Siguiendo nuestro peregrinar por Tierra Santa, subimos al monte Tabor, en el que Nuestro Señor, acompañado por Pedro, Santiago y
Pasamos por Caná. Allí un grupo de matrimonios renovaron sus compromisos, y, como en toda boda, hubo un ágape. Curiosamente también faltó vino, aunque pronto se solucionó el problema. Esta mañana nos hemos sentido más cerca de nuestra Madre María y con más ganas de imitarla. Tras el almuerzo, hemos visitado una iglesia ortodoxa griega, en cuyo interior se encuentra el pozo de María. De allí marchamos al río Jordán, renovamos nuestras promesas de Bautismo, cantamos, rezamos y, después, hacia el Heptapegon (convento de los benedictinos alemanes), considerado el enclave más tranquilo de los lugares santos, y que además está escrito en el Corán, según nos comentó nuestro guía. Mª Carmen Gil Moreno y Consuelo Álvarez Ruiz
4to día. Esta nueva etapa de nuestra peregrinación transcurre entre el esplendor de dos luces. El sol, testigo de nuestro descenso por la ribera del Jordán, describe en el cielo el sentido de nuestros pasos: el día comienza con su nacimiento en el mar de Galilea y concluye con su muerte sobre la ciudad de Jerusalén. En el camino, que separa la fertilidad del norte y las áridas tierras de Judea, recorremos los vestigios de una historia que nunca muere del todo por estos lugares. Contemplamos las ruinas de Jericó, visitamos el yacimiento arqueológico de Qumram y aliviamos la dureza del sol de mediodía con un baño en las aguas del Mar Muerto. Seguimos la estela del camino emprendido por Jesús, y el eco de sus palabras también acompaña nuestra travesía. En las montañas desérticas de Samaria, pobladas ahora por asentamientos judíos y beduinos errantes, revivimos la parábola del Buen Samaritano y la pregunta de: ¿Quién es nuestro prójimo? vuelve a resonar en nuestra mente. En Betania, la homilía incide en la importancia de abrir nuestro corazón al otro, mientras una llamada a la oración de los musulmanes, que se escucha a lo lejos, parece hacer hincapié en esta necesidad. Y así, llegamos a Jerusalén, mientras las luces del crepúsculo se extienden sobre su horizonte. Esta ciudad tan convulsa, tan agitada, nos muestra su presencia sagrada y se detiene en un encuentro de paz y alegría. Vimos morir el sol sobre Jerusalén con la certeza de que este instante vivirá para siempre en nosotros.
Ramón Ruiz Ruiz 5 to día Salimos bien temprano en dirección al monte de los Olivos, desde donde pudimos ver la puerta dorada, la misma por la que Jesús hizo su entrada triunfal en Jerusalén. Cerca de allí se encuentra la gruta de la traición donde celebramos la Santa Misa, siendo un momento muy emotivo y de recogimiento. A pocos metros, la iglesia de la Asunción, tumba de María, desde donde se fue al cielo. Otro momento muy especial fue la visita a Getsemaní, el huerto donde Jesús fue a orar y donde Judas lo entregó. Junto a éste, se encuentra la iglesia de la Agonía; en su interior se encuentra un trozo de roca sobre la que Cristo sudó sangre. No muy lejos, la iglesia del Paternoster construida junto a la gruta donde Jesús enseñó a sus discípulos a rezar el Padrenuestro. Por la tarde, la visita se centró en el monte Sión, entrando en el Cenáculo y, a continuación, en la iglesia de la Dormición, uno de los monumentos más bellos de esta parte de la ciudad. Bajando por el monte Sión, llegamos a San Pedro “in gallicantu”, donde el apóstol negó a Jesús tres veces, tal como Él se lo había predicho. También se encuentran allí los restos del palacio de Caifás y la prisión donde el Señor estuvo la noche en que fue arrestado por la guardia del Sumo Sacerdote. A la izquierda del Templo pudimos contemplar los restos de una escalera por la que con toda seguridad caminó el Señor
desde Getsemaní. Para terminar la jornada, atravesamos la muralla de la puerta de Sión para dirigirnos al Muro de las Lamentaciones, al que acuden judíos de todo el mundo para lamentar la destrucción del Templo y pedir a Dios la venida del Mesías. Sin duda ha sido un día muy intenso, cargado de ilusiones, que nos ayudará, a partir de ahora, a poner imagen a cada uno de los momentos de la Pasión de Cristo. Familia Márquez Picón 6to día A las 8:45 h tomamos el autobús y hacemos la oración de la mañana con el texto del Nacimiento del Señor. A las 9:15 h llegamos a la cooperativa de San Jorge para hacer las compras de recuerdos. Lo hacemos aquí porque es una cooperativa de cristianos y así ayudamos a los pocos que viven en estas tierras. Volvemos al autobús para ir hacia el Campo de los pastores, en Bier Sahou, a las afueras de Belén. Allí visitamos la iglesia, con mucha luz, como si quisiera
que empezáramos a abrir el corazón a la sorpresa de Dios. En la Gruta de los Pastores, vivimos la Eucaristía, y resonó en nosotros con fuerza: “Os comunico una gran alegría que lo será para todo el pueblo…”. Al terminar, lo celebramos con un brindis y cantando villancicos. Después, entramos por la puerta estrecha de la iglesia de la Natividad. Casi no nos detuvimos, íbamos con prisa al portal. Y allí se produjo el milagro, empezamos a quedar en
silencio ante tanto AMOR, HUMILDAD y TERNURA: Dios nació hombre allí, en la tierra que pisábamos. No es posible describir lo que se respiraba en el ambiente. Comprendíamos el texto del profeta: “…Y tu Belén no eres la más pequeña de las ciudades de Judá…”. El misterio Dios-Hombre nos enmudeció y envolvió. Salimos hacia la iglesia de Santa Catalina, esa desde la que hemos visto tantas veces retransmitir la Misa del Gallo. Aprisa subimos a la casa de Zacarías e Isabel, pasando por la fuente “Marys Spring”, donde cuenta la tradición que bebió María. Allí vivimos el encuentro entre María e Isabel. Sin casi pensarlo, nos brotó a coro el Magníficat. Bajamos al templo que recuerda el nacimiento de Juan Bautista y oramos con el evangelio de Lucas. Todos recitamos el Benedictus. Volvimos a Jerusalén para visitar el Museo donde está la maqueta de cómo era la ciudad en tiempos de Jesús, y así nos hicimos una idea, a vista de pájaro, de los lugares que Él recorrió y el ambiente que lo rodeaba. El tiempo que nos dieron para contemplar los papiros que nos dejaron los esenios en Qumram, fue demasiado corto; una pena, pero tampoco nos cabían en el alma más emociones. Un día lleno de emotividad; había que digerir el regalo que Dios nos había hecho. Por eso podemos
decir como María: “El Señor, hoy, ha estado grande con nosotros y estamos muy alegres”. Mª Teresa Gutiérrez Villafranca 7mo día Amanece nuestro último día como peregrinos en Jerusalén. Es un día grande, porque al final esperamos ser testigos de la tumba vacía. Entramos en la ciudad amurallada por la puerta de San Esteban para visitar la iglesia de Santa Ana, con el feliz recuerdo del Nacimiento de la Stma. Virgen. A su lado, los restos de la piscina de Bethesda, nos recuerdan una vez más la misericordia del Señor y su preferencia absoluta por los que sufren, con la curación de un paralítico. Desde allí, nos dirigimos a la Vía Dolorosa, para acompañar al Señor en su hora más amarga, desde la Torre Antonia hasta el Calvario. ¡Qué dolor el de Jesús inocente, condenado y flagelado! En su rostro desfigurado podemos reconocer el de tantos inocentes que sufren, condenados por nuestros egoísmos e infidelidades. Jesús carga con su cruz y comienza el largo ascenso hacia el Calvario. Nosotros le seguimos, cargando cada uno con su propia cruz, al hombre y en el
corazón, algunos sufriendo fatiga en su propio cuerpo. Camina entre el bullicio que le rodea, el odio de algunos, la curiosidad de muchos y la indiferencia de la mayoría. Por tres veces cae, haciéndonos saber que conoce nuestra debilidad y lo que nos cuesta levantarnos. Y en medio del dolor, su mirada se encuentra con la mirada más amada, la de su Madre que, con el corazón traspasado, le alienta y conforta. Un hombre le ayuda a continuar cuando la carga es insoportable. ¡Cuántos cireneos en nuestro camino! ¿De quién seré yo cireneo? Pero ya va llegando el final. Ya le despojan de todo y le atraviesan las manos y los pies en un mar de dolor y de amargura. Levantan la cruz y, allí clavado, tiene nuestro Señor los brazos decididamente abiertos para acogernos y abrazarnos. Todo está cumplido. ¿Podemos nosotros decir lo mismo? Y otra vez su Madre, recogiéndolo en su seno; primero, a Él, después, a todo el que acude a Ella. Solo queda colocarlo en el sepulcro, en la soledad. ¿Necedad o locura? Aquí no termina nuestra peregrinación, ni en Jerusalén ni en la vida. Entramos en la Basílica del Santo Sepulcro, tocamos con
nuestras manos la roca sobre la que se levantó la cruz del Señor y después esperamos junto a hombres y mujeres de todo el mundo para entrar en el sepulcro y ser testigos de que estaba vacío. Acariciamos y besamos la piedra desnuda. ¡Jesús ha resucitado! ¡Su triunfo es el nuestro! ¡Nosotros somos testigos y os lo anunciamos! ¡Aleluya! Familia Ramos-Chamorro
Fundada en 2003 por D. Antonio Estrada González Redacción: Francisco Rodríguez Fernández, Mª Carmen Gil Moreno y Consuelo Álvarez Ruiz, Ramón Ruiz Ruiz, Familia Márquez Picón, Mª Teresa Gutiérrez Villafranca, Familia Ramos-Chamorro Edita: Rafael Rodríguez Sainz de Rozas. Parroquia Ntra. Sra. del Rosario. La Cala del Moral. lacaladelmoral@diocesismalaga.es totalan@diocesismalaga.es revistalabarca@hotmail.es
Edición y maquetación: Francisco C. Urbano. Imprime: Gráficas MYM. La Cala del Moral