LIBROS PROFETICOS Los libros proféticos del Antiguo Testamento son dieciséis: cuatro llamados mayores (Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel) y doce menores. Para la mayoría de la gente, el profeta es un hombre que predice el futuro, una especie de adivino. Esta concepción tan difundida tiene dos fundamentos: uno, erróneo, de tipo etimológico; otro, parcialmente justificado, de tipo histórico. a) Respecto al primero, debemos recordar que el término griego prophetes no significa el que “pre-dice”, sino “el que habla en público”; la partícula “pro” no significa “antes de”, en sentido temporal, sino “delante de”, en sentido espacial. b) En cuanto al segundo, no cabe duda de que en ciertos relatos bíblicos presentan al profeta como un hombre capacitado para conocer cosas ocultas y adivinar el futuro.
Personalidad profética 1. El profeta es un hombre inspirado. Nadie en Israel tuvo la conciencia tan clara de que era Dios quien le hablaba y de ser mensajero de Dios como el profeta. Y esta inspiración le viene de Dios, de un contacto personal con El, que comienza en el momento de la salvación. 2. El profeta es un hombre público. Su deber de transmitir la Palabra lo pone en contacto con los demás. El profeta no puede retirarse permanentemente a un lugar sosegado de estudio o de reflexión, no puede limitarse al reducido espacio del templo. Su lugar es la calle y la vía pública. El profeta se halla en contacto directo con el mundo que le rodea: conoce las maquinaciones de los políticos, las intenciones del rey, el descontento de los campesinos pobres, la vida lujosa de los poderosos, la despreocupación de los sacerdotes. 3. El profeta es un hombre amenazado. Los dos rasgos anteriores hacen comprensible este tercer aspecto. El profeta está amenazado por Dios, que le cambia la orientación de su vida, le saca de su actividad normal, como a Amós (7,14s) o Eliseo (1 Re 19, 19-21), le encomienda a veces un mensaje muy duro, casi inhumano. Pero la mayor amenaza para el profeta viene de sus contemporáneos. A Oseas lo tachan de “loco” y de “necio”;a Jeremías, de traidor a la patria. Y se llega incluso a la persecución, la cárcel y la muerte. Elías debe huir del rey en muchas ocasiones; Miqueas ben Yimlá termina en la cárcel; Amos es expulsado del Reino del Norte; Jeremías pasa en prisión varios años Página 1