Francisco RamĂrez
Meditaciones instantĂĄneas
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Francisco Ramírez
“Meditaciones instantáneas” (reflexiones de un hombre de 40 años absolutamente harto de la vida actual)
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“Todo el mundo debería tener derecho a acabar con su vida”. (Stephen Hawking)
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Del autor
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A MODO DE INTRODUCCIÓN
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LA “GRAN CONSPIRACIÓN”
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EL TRATAMIENTO
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Meanwhile…
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LOS BUENOS TIEMPOS
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OJITOS ASÍ
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EL “ADIÓS”
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Si todos optan por el lado derecho
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FRAGMENTOS DE UN INFORME ALIENÍGENA
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Querido amigo:
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Tú y tu “obra”.
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El TRATAMIENTO (II)
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TARDE DE DOMINGO
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URGENCIA
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"CARA DE SIDA”
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COLAPSO NERVIOSO
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(IN)SEGURIDAD CIUDADANA
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¿QUÉ TE PASA, MUCHACHO?
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UNA BONITA PAREJA
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¿LO ENTIENDES?
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Quisiera que mi boca,
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EL TRATAMIENTO III
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"ESO"
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LAS INSOSPECHADAS VOCES DE LA LOCURA
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QUEIROZ: EL ENIGMA DE UN ESCRITOR ANTISOCIAL Y SUICIDA 108 “EL LECTOR TIENE LA PALABRA”
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Del autor
Francisco Ramírez, periodista chileno, 40 años. Coautor del libro de poemas “Cuatro Bares Públicos”, impreso en Lom Ediciones (2000). Actualmente, redacta dos proyectos de prosa narrativa. “Revolución Subterránea (o un intento de imaginar la Literatura a futuro): https://framirez2015.wordpress.com/, es el blog que compila parte de sus actuales creaciones. Profesionalmente, se ha desempeñado o colaborado en diversos medios escritos chilenos, entre ellos, Revista Caras Chile, La Nación, El Periodista y El Mostrador. Fue redactor de estilo del Departamento de Documentales de la cadena rusa de televisión “RT en español”, la primera en esta lengua, durante 3 años, con sede en Moscú. Además, es autor de un blog personal sobre su experiencia en ese país: “Una odisea en Rusia”. En tal período, realizó diversos viajes a países entre los que se pueden reseñar China, Turquía, Egipto, Grecia, Finlandia, Suecia, Francia, Italia, España y República Checa. Ex corresponsal de la web de la radio “La voz de Rusia” (hoy “Sputnik Mundo”) y colaborador de “RBTH en español”. Parte de su labor profesional se encuentra “Escritosperiodisticosframirez.blogspot.com”.
reunida
en
el
blog:
@FRamirez1976 FCB: Una odisea en Rusia Instagram: framirez76
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A MODO DE INTRODUCCIÓN Este “libro” comprende una serie de textos –nuevos y antiguos- reunidos en un caótico “azar”. Una fusión aleatoria de alta volatilidad. El orden de los factores nunca ha tenido nada que ver con el producto. En este caso, cualquiera hubiese sido la conjunción de los siguientes escritos el resultado apuntaría a lo mismo: provocar la sorpresa, e incluso, a veces, la perplejidad. Aquí no se proponen “respuestas” a nada, ni atisbos de un camino: usted, lector(a) se verá enfrentado a unidades encriptadas en las que cualquier palabra podría alterar el sentido, incluso individual, de los textos.
I.Muchos componentes de este volumen fueron “concebidos” en las calles de ……... La “inspiración” es una condena y el mito del escritor aterrado ante la “página en blanco” es bastante inoficioso, pues siempre hay temas de los que escribir. Otra cosa es elpavor o el desmoronamiento mental, realidad frente a la que nadie –menos aún los “escritores”- está exento. Llega un momento de fatiga extrema ante el que ni “Hércules” podría responder. Las palabras también se vuelven tan monótonas y hay oportunidades en las que cuesta generar algo nuevo a partir de conceptos usados una y otra vez. Pero traer a la vida algunas líneas aceptables permite sobrellevar ciertas mañanas duras. Personalmente, si no pudiera escribir sentiría que mi vida no tiene razón de ser; que tenga “sentido” ya es otro asunto. Escribir –casi a los 40 años- es lo único que justifica mi diaria respiración.
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II.El título original era “Compendio de la nada”, pero también se barajaba el de “Encrucijada”, concepto que apela a algo existente, pero de resolución indeterminada. Al menos, eso nos gustaría creer. En un intento –imprevisto- de “hacer las cosas bien” nos fuimos a la RAE onlinepara ver que decían nuestros expertos hispanoamericanos de la lengua respecto a tan misterioso vocablo. ¡Oh, sorpresa! ¡Oh, Dios mío! Oh, my gosh! “encrucijada. (De en- y el ant. crucijada). 1. f. Lugar en donde se cruzan dos o más calles o caminos. 2. f. Ocasión que se aprovecha para hacer daño a alguien, emboscada, asechanza. 3. f. Situación difícil en que no se sabe qué conducta seguir. Real Academia Española © Todos los derechos reservados.). ¿Me habían leído la mente? Sobre todo, me gustaba eso de “hacer daño a alguien”: todo mi odio expresado de manera sublime en un par de palabras. Se supone –cuenta la leyenda- que Brian Epstein le dijo a los Fab Four “¿Hay, acaso, algo mejor que esto?”, cuando recibieron la noticia de que actuarían en el célebre show de Ed Sullivan. “No se sabe qué conducta seguir”: te sigo, Brian.
Igualmente, nos pareció –al “autor” y a quien redacta estas líneas- que “Encrucijada” “sonaba” bien. Una Literatura, esencialmente, ORAL. Un proyecto en el que las palabras se sustenten por su capacidad de ser PRONUNCIADAS… o escritas como fórmulas: los rayados de un graffitero exaltado. Aunque, claro está, un día cualquiera llegó lo inesperado: no habíamos inventado la pólvora y tal título ya estaba registrado como volumen de cuentos en Chile. Al traste se fue, pues, la tan famosa “Encrucijada”.
Este proyecto describe episodios comunes a todo el mundo; entre ellos, y en lugar destacado, el amor. No obstante, plantea una mirada un tanto distinta a la usual: la de alguien 10
que ve la felicidad como un Paraíso Perdido. Quizás, sea interesante tal perspectiva, ya que va en contra de la opción “oficial” de nuestros días en la que todos dicen ser “felices” y tienen “miles de amigos”. “¿Por qué no intentar LO CONTRARIO?” Más de algún “alma en pena” o desdichado momentáneo comulgaría con tal tentativa.
III.Hay mucho de impulsivo en estos escritos, al punto que no tengo un registro claro del cómo, el cuándo y por qué vieron la luz. No tengo conciencia del “proceso general”, sólo noches fragmentadas en las que el sueño me venció y me fue imposible continuar. Este es un dato relevante: se trata de un volumen, esencialmente, nocturno, y redactado en lo más profundo de un frío invierno. Si alguien ha pensado que la escritura es un “oficio envidiable” es que no tiene idea de nada. No lo es, nunca lo ha sido y menos aún hoy. Escribir es el ejercicio más autista de todos, lo que origina serios problemas en un mundo globalizado y constituido por un enjambre de redes sociales. Y ahí, el “escritor”, viendo cómo –en medio de la más espantosa soledadsurgen líneas y líneas de palabras… ¿Puede, eso, dar felicidad a alguien? Más aún: “explayarse” en torno a eso que desde el principio de los tiempos se ha convenido en llamar “sentimientos”… es en nuestros días el peor de los negocios. Este es el libro de un neurótico consumido por una ansiedad aterradora y cuyas páginas se vinculan directamente con el hambre, en su concepto más pedestre. Me debilité voluntariamentedurante meses para poder hablar con propiedad de la pérdida, el anhelo... y el vacío. Me descubrí –no pocas veces- durmiendo sobre el teclado del notebook. Miraba la pantalla y me decía: “¡Quién escribió esto!”. El pavor de centrarse en el espejo… y no ver el rostro de quien mira. 11
Era mi condena. Debía seguir hasta el fin de mi “obra”. Y eso hice, engañándome de manera infantil con promesas absurdas. 10, 100 o 1000 años No escribas para el “hoy”, ya desaparecido. Piensa en el futuro. Siempre, enfoca tu destinoen el mañana. Serás descubierto enun mundo que aún no nace. Y no te preocupes por nada: a esas alturas del juego, ya estarás muerto. IV.Algunos de los escritos que siguen fueron redactados en un estado de aniquilación TOTAL. Claro, como la realidad es bastante más vulgar fueron, posteriormente, “editados” con el fin de volverlos más “digeribles” y “humanos”. Aun así, el resultado no deja de reflejar procesos internos bastante dolorosos. Afortunadamente, aquel período de miseria concluyó. Ahora, puedo, con alegría, saludar al sol del verano. “Encrucijada” es un proyecto espeluznante, pero en el que el humor no está ausente. Una risa un tanto retorcida, es cierto. Bromas de un condenado a la horca… que recibe el rigor de la prisión, pero nunca deja de sonreír: “Dame más dolor. ¿Eso es todo lo que tienes? Eres blando de corazón, verdugo”.
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SI EL MUNDO NO SE ASEMEJA A NUESTROS DESEOS ¿QUÉ HACER? NADA EL “MUNDO” NUNCA HA RESPONDIDO A NUESTROS DESEOS. Hay libros que considero “sagrados”, pues su lectura me provocó una “reacción física”, algo que va más allá de la Literatura. Las “Iluminaciones” de Rimbaud me sumergieron en un mareo y un vértigo que duró horas. Leí “El Castillo” de Kafka convaleciente de una enfermedad viral: cada página fue el cielo y el infierno, a la vez. “El almuerzo desnudo” de Burroughs me ha hecho reír más que cualquier otro escrito en la vida. Si uno pudiera siquiera aspirar a la génesis de eso… El Arte es un proceso de repetición interminable y con variables mínimas. El resultado es, cómo no, SIEMPRE EL MISMO: intentar una comunicación “directa” con el interlocutor. Hablar, por tanto, de innovación, es un recurso interesante… para tratar de sacarles dinero a los gobiernos en base a supuestas “obras de arte innovadoras”. Esa es una mera quimera: haz pedazos la Mona Lisa, artista, pero siempre querrás ser Da Vinci. “Es bastante lógico tu anhelo de eternidad. Así les pasa a los hombres de tu edad y que no tienen hijos. Se ponen como tú: desesperados…”, me planteó hace poco una amiga. En tanto mujer, la vi preparada para concebir NUEVA VIDA. Me sentí débil, viejo, moribundo. Entreví óvulos y espermatozoides. Vi vida, vi la existencia en su forma más pura y esencial…
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V.Quisiera un libro rotundo y demoledor como una descarga de 220 voltios. Un violento y frenético “shock” que deje al lector al borde de la muerte, pero que no pueda le borre de las “particularidades” de la vida y el mundo. Varios de estos textos ya fueron publicados. Se trata, pues, de una “compilación” de escritos, algunos de hace casi 20 años, aunque la mayor parte de ellos son totalmente inéditos. Sin embargo, el material antiguo fue reformulado y dispuesto en su forma “actual”, con años de vida y “experiencia” para reinterpretarlos. Que lo “disfrute”.
F. R. 2017.
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LA “GRAN CONSPIRACIÓN”
Julio 17. Año 2033. Los Omicronsigmaipsilon ya dominan gran parte del planeta. La conquista terrícola fue en extremo sencilla y les tomó apenas tres semanas. Como ya conocían a la raza protohumanoíde tras un histórico primer contacto en la Luna entre el jefe de la comitiva ET –nombre clave “HZMALCOMX28DMITRI1917”- y un asistente de tramoyistas del equipo de filmación de la CIA raptado en un descanso del célebre montaje de la llegada del hombre al satélite terrestre (30-02-1954)-, su asimilación fue cosa de tiempo y pronto adquirieron una apariencia similar a la humana, salvo por un pequeño detalle: como carecían de orejas, en su lugar debieron instalar dos implantes postizos –de alta receptividad, según los altos estándares de la tecnología venusiana-, con los que eran capaces de captar hasta los más recónditos sonidos del sistema solar, al punto que podían reconocer la caída de un cabello humano a miles de millones de kilómetros de distancia, circunstancia que se consideró muy provechosa por los grupos de poder político/económico/militar/cultural/geográfico que gobernaban los destinos del mundo a fines del siglo XX. En una maniobra que no haría sino que reflejar toda su malignidad, los más altos líderes del mundo no dudaron en reclutarles como dobles agentes (“D.A.s”) de la “Oficina para el Control Monopólico de la Distribución Planetaria de Drogas” (ex DEA). Conspiración intergaláctica de alcance desconocido, la – pactada- conquista del Tercer Planeta implicaría el despliegue de una serie inabarcable –y, por lo tanto, indeterminable- de “Armas de Dudosa Intención Pasiva” (ADIP) de poder tan mortífero que –tal como consta en unas 780 mil trillones de páginas de Internet dedicadas al tema- el creador de tan nefasto armamento, el científico belga/austrohúngaro/neoyorkino/chicano Denis Williams Retamales (rotulado en el mundo del espionaje anticonspiracionista como Ignatius Sebastópolus Leblanc El Gohary IV), se “autoimplosionó” tras ingerir una sobredosis de 15
Valium Nucleótido 3 para no ver –así lo dijo en la nota suicida que dejó- el “monstruo” que había creado. Afortunadamente, faltarían años para la puesta en marcha de este “Frankenstein post apocalíptico”, cuyo despertar nunca vio. El plan inicial, como se ve, fracasó. No obstante, uno de los hombres fuertes del Aparato de Seguridad de los Amos del Orbe (ASAO), Joseph Raymond McCarthy II había sido comisionado para encabezar una tentativa paralela, en caso de no tener éxito la misión original. Efectivamente, J.R.M.II dispuso en la segunda década del actual siglo la diseminación por puntos estratégicos de todas la ciudades de todos los países de todas las regiones de todos los continentes del mundo de manadas de “robots mutagénicos” – conocidos popularmente como “destructores XWU”- destinados a (la cita es textual y está extraída del documental “La Sigla del Miedo: el destino oculto del ejército XWU”): “identificar, circunscribir, delimitar, inmovilizar, desmoralizar, desestructuralizar, desmotivar y, finalmente, eliminar” a todo sospechoso de simpatizar con los militantes del movimiento “UNMCD”, ubicados en “cualquier espacio real, virtual o ´el que sea´”. Pero este intento tampoco tuvo una resolución exitosa. Fue así, que diversos Representantes del Mundo Libre y Pensante (RMLI) vertieron virulentas declaraciones para desestimar el poderío real de los XWU, planteando que serían “cortinas de humo en una casa incendiada”, en palabras del investigador australiano Maximilian Abrenheimer, quien calificó la maniobra como un “intento reduccionista”, y, yendo aún más allá, la sindicó como una “Farsa de Falsedad Absoluta en el más completo sentido de la palabra Falso”. De esta manera, el autor de textos seminales abocados al desciframiento de los móviles verdaderos del Movimiento Intervencionista -entre ellos, “LA BATALLA FINAL: el Destello Decisivo de la Humanidad en las Últimas 4 horas 26 minutos y 16 segundos antes de su Autodestrucción Total”apuntó a la existencia de una “maquinación interplanetaria” que se plasmaría en el cierre –simultáneo- de los estadios de fútbol, bares, y casinos de juego del mundo para forzar a la 16
población a sentarse frente a sus aparatos televisivos y someterles a una transmisión continua –pero “100% subrepticia”de las palabras del Profeta Onyx Eagle encaminada a convencer a los habitantes del globo de propuestas y enunciados muy simples, pero no internalizados por la población mundial. Entre ellos, los siguientes: “el pecado es perjudicial e incomparable al bien”, “el mal es la aniquilación progresiva de todo lo bueno” y “quien hace el bien es porque se sabe más poderoso que el mal”. Muy pronto surgieron antagonistas a la postura de Abrenheimer. En tal sentido, la eminencia en tecnologías digitales Harold Tesla (Esbjerg, Dinamarca, 1972) planteó en un polémico artículo aparecido en la publicación islandesa “Caída Oblicua” algo que fue calificado como “serias dudas” respecto a las tesis de su colega australiano, las que, posteriormente, complementó en otras inventivas, todas ellas nunca exentas de discusión y controversia. Aficionado a las largas caminatas al atardecer y el esgrima, Tesla dejó entrever en su ya clásica digresión “El Apocalipsis viene y su nombre es Cataclismo Climático Devil Eye VUU3”- que a lo que apuntaban los Grandes Líderes del Mundo Sometido -y sus aliados- era a difundir un mensaje subliminal que no estaría para nada encaminado a hacer surgir la bondad. Muy por el contrario, sostuvo, la razón de esta comunicación “oculta a los ojos de todos” sería la creación de una raza de zombis antropofágicos que devorarían carne humana –independientemente de su condición, raza o estado de conservación-, que infectarían a capas cada vez más numerosas de población con el fin de lograr la “contaminación universal”. Como una demostración de lo “oscuro y totalitario de esta planificación”, según Tesla- los líderes mundiales intentarían una táctica anexa y aún más siniestra: la diseminación del virus cancerígeno “Unwitting Occlusion 1628” (UO1628) en las aguas bebestibles del mundo, con el fin de “regular a la población mediante la distribución masiva de una droga anticorrosiva producida precisamente por los equipos científicos de las naciones más poderosas del orbe”. El problema, alertaría 17
Tesla, estaría en que este antídoto incluiría recursos “altamente manipuladores” de la mente humana, con lo que los vacunados se convertirían en “siervos totales” de los propósitos de las máximas autoridades planetarias. Sin embargo, había un aspecto aún más insólito en esta estructura: las vacunas ni siquiera habían sido aprobadas para su uso y estaban en fase de experimentación animal. (“¿Habrá un ser humano viviente cuando decidan ponerla a disposición de los infectados si es que desarrollan esta terrible maquinación?”, ironizaría Tesla). Afortunadamente, ninguno de estos planes fueron implementados: en 2033 los Omicronsigmaipsilon invadieron el planeta y sometieron a la raza humana, con la completa aquiescencia de los Mayores Grupos Conspirativos del Planeta Tierra (MMGGCCPPTT), los que entregaron la especie terrestre a sus “amigos” del Espacio Exterior. Se dice –en una muestra más de su alta inteligencia y capacidad de ver más allá de las apariencias- que los Omicronsigmaipsilon, por su parte, ya comienzan a sospechar que…
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La “felicidad” no deja de ser “relativa”, un “imponderable”, como se dice por estos días, una de aquellas sensaciones cuyo futuro es incierto… aunque todo lo sea, evidentemente. Hablaba de ello con una amiga. Si gastaba su tiempo conversando conmigo es no tenía con quien hacerlo, a esas altas horas de la noche. Era de madrugada. “¿Puedes hablar? ¿Por teléfono?”. “Soy un hombre soltero. Sí, puedo”. Le hablé un poco de mi amargura generalizada y su diagnóstico fue certero, cual bisturí de cirujano: “creo que deberías tener un hijo. Te sentirías bien, te lo aseguro”. - No empieces. - Te lo digo en serio. Si tuvieras un hijo, serías feliz. Al menos, estarías más tranquilo. Me gustaría comentarle que no puedo “tener hijos”, ya que no puedo concebir…, pero es una mala broma. Me muerdo los labios. Me trago mis palabras. Renuncio a declarar mis pensamientos. “Sé simpático”, me digo. “Trata. Aunque sea, intenta decir algo agradable”. - ¿Tú crees, amiga? - Sí. Totalmente. He visto que publicas unas fotos con unos sobrinos que tienes por ahí. Se te ve contento. - Ah, mis “sobrinitos”. No lo son, realmente. Son los hijos de una pareja amiga. Y sí, les quiero bastante: me pregunto si todos los niños serán así. - ¿En qué sentido? - Hiperquinéticos, salvajes, inestables… - Son así. Así son los niños. - Qué cosa encantadora. - ¡Vez! ¡Lo sabía! ¡Debes tener hijos! ¡Aunque sea uno! - Cuidado con las exclamaciones. No las uses conmigo, a menos que estés emocionada. Y este no es el caso. No quiero emociones que no puedas justificar. Cuando terminé estas palabras, me sorprendí. Profundamente. ¿En qué clase de viejo amargo me estaba convirtiendo? ¿Qué estaba pasando conmigo? Tenía 38 años, 19
Dios, 38 años… Me esperaba una soledad terrible si no cambiaba –urgentemente- de actitud. Yo… ¡dando sermones! Ciertamente, había visto transformaciones monstruosas de personas del estado “joven” al “adulto”, pero como cada cual tiende a mirar su propio espectro… estaba profundamente preocupado. - ¿De qué hablas? Mis dichos no habían penetrado en su interior. ¡Perfecto! Ella estaba dispuesta a borrarlos, o disimulaba muy bien. - Nada, amiga. Es que no sé, verme cambiando pañales no es lo mío. - A nadie le gusta, pero, te aseguro, te acostumbras. Y lo mágico de ver crecer a tus niños no lo paga nada. - ¿Tú crees? - No lo creo: lo sé. - Tal vez, tal vez, si encontrara una mujer que quisiera. - ¿Le has propuesto, siquiera una vez, a una mujer tener hijos contigo? - No. Jamás. - ¿Ves? - Ni siquiera se me ha ocurrido hacerlo. - ¡Ay! A veces no sé si eres idiota o no sabes actuar en el mundo. - Ambas. Quedamos de juntarnos a la semana siguiente y recordar los viejos tiempos. Esa mañana, el teléfono: - Amigo, no podremos juntarnos. - ¿Por qué? - Vengo de ver a un psiquiatra, porque me sentía muy mal en el trabajo. Dijo que tengo “trastorno ansioso-depresivo”, o algo así. Me dio licencia médica por 15 días y una serie de medicamentos.
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No sabía qué decir, pero no me sorprendía. Íntimamente, siempre creí que si le recetas “felicidad” a otras personas es que pueden haber problemas serios con tu percepción del mundo. Improviso: - Ok. Tranquila. Otro día nos vemos. No hay apuro. Tampoco, concluyo a la vista de los hechos, respecto a “tener hijos”. No estoy listo, Señor, para semejante desafío…
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EL TRATAMIENTO
Estoy en la antesala de la consulta del último neurólogo que ha tenido la desdicha de verme en su lista de pacientes. Personalmente, le tengo alta estima y respeto profesional: casi no ha tenido escrúpulos –casi ninguno, para ser preciso- al momento de revelarme las mayores atrocidades respecto a mi “condición” (como uno de sus colegas denominó al estado general de mis angustias y extrañezas funcionales). Desconoce –lleva años en este circo- todo remordimiento. Me pregunto con qué maravilla saldrá ahora. Es capaz de ingenios que ya se quisiera cualquier guionista de Hollywood. “Amigo, afuera lo esperan efectivos de la Interpol que le ayudarán a ponerse una camisa de fuerza para llevarlo a Guantánamo, donde tal vez puedan brindarle un tratamiento efectivo. Yo, me doy por vencido”. También había aprendido algo que no dejaba de asombrarme: podía pronunciar las frases más atroces sin que se moviera un músculo de su cara. Un talento histriónico infravalorado, obviamente. Al Pacino habría aprendido mucho de él para estructurar a su inmutable Michael Corleone si le hubiese conocido. Para el doctor, soy un paciente como otros. Nada especial. Uno de aquellos rostros olvidables y tan anodinos que ni siquiera se refleja en los vidrios de las puertas del Metro. Lo que me parece un tanto insólito es ver su cara de desprecio absoluto cada vez que me ve entrar a su consulta (¿será esto así, o sólo es parte de tu paranoia, Francisco?).La escena es así: abro la puerta y me observa cabizbajo, como si fuera a enfrentar una tortura que no quiere sufrir. “Aquí viene de nuevo este idiota que no sabe para dónde va su vida”. Creo que, en eso, tiene razón: si lo supiera, no gastaría la cantidad fabulosa que desembolso cada vez que pido asistir a su consulta para que evalúe mi cerebro. Pero ¿Qué ha de importarle a él eso? 22
¿CUÁNDO un doctor ha estado interesado en eso tan banal como “el dinero…”? No: ellos, han de cumplir el juramento hipocrático y que el sistema capitalista se joda. Salvar vidas: ESO es lo importante… (También tenemos, amigo Francisco, una importante sintomatología referida a una “severa distorsión de la realidad”. Será mejor que entremos). Me llaman por altavoces. Entro. Nuestro hombre no levanta la cabeza, como se suponía iba a hacer. Percibe mi avanzar débil, vacilante. Me mira a los ojos: pocas veces he sido analizado con tanto DESPRECIO. No sé por qué pero me siento bien, muy bien. Al menos, para él, ESTOY VIVO. Le entregó el examen que solicitó: un scanner cerebral que busca definir la naturaleza de mis reiterados (y horribles) dolores de cabeza, dolencia que sufro por años, casi a diario. - Espéreme afuera. Salgo y pongo el MP3. No pasa ni un minuto de una vieja canción de The Cure, cuando abre la puerta. - Pase. Advierto, de manera preocupante, de que tiemblo. Sé que el examen –leí las conclusiones previamente, ya que algo comprendo de terminología médica- no indica nada grave, pero sucumbo al temor. ¿Y si el doctor puede inferir algo del CD con imágenes que acompaña al informe? Para mí es obvio que debo tener algo malo y muy malo en la cabeza: no se pueden pensar tantas idioteces a diario impunemente. Pero no: nada. Nada. Nada, nada, nada… - He revisado su examen. Está absolutamente normal.
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Casi vomito. Estaba tan sorprendido como cuando a la Virgen María le dijeron que esperaba al niño Jesús. Si no tenía “nada” ¿entonces que explicaba mis dolores craneanos y, en segundo término, la distorsión de mis pensamientos? Estaba listo para extra de “Atrapado sin salida” y el doctor decía que estaba “normal”. (¿Lo estrangulamos o no? Tú me dices. Yo te sigo…). - Sus exámenes no indican nada de lo que haya que preocuparse. Son del todo normales. Titubeo, pero hablo: - Doctor, mis dolores de cabeza no son normales. - Usted tiene una jaqueca tensional. Está estresado y se ve. Lo advertí la primera vez que usted entró por esa puerta. - Doctor, soy adicto a la ergotamina. Veo alrededor a ver si alguna mosca se compadece y rompe el silencio. - Tratemos, primero, de solucionar su problema de falta de sueño. Luego vemos lo “otro”… Tome los medicamentos que le voy a indicar. Por favor, tómelos y en la dosis que le indico. Creo que reducirán sustantivamente sus dolores de cabeza. - Doctor, disculpe: quiero pedirle ayuda para dejar la ergotamina y de manera urgente. Soy adicto, le reitero. Si no lo hago pronto, creo que moriré en cualquier momento. Durante unos 15 o 20 segundos –imaginen que eternidad de tiempo es eso en el despacho de un neurólogo- el facultativo guardó un silencio abrupto, agresivo, negro. Era un búfalo herido. Pensé que me iba a golpear. Esperaba el golpe. - Tome los medicamentos que le estoy dando. Después de 1 mes volvemos a hablar. Eran dos. Uno para dormir; el otro, un compuesto destinado a aminorar el dolor físico tensional. O sea, un pasaje 24
en primera clase para estar un mes en las nubes. (“¿Quisiera algo para beber? ¿Té, café, una gaseosa?”. “Un whisky, por favor, señorita azafata”). De todas formas, no me dejé intimidar. Estaba seguro de que mi adicción tenía mucho que ver con todos mis males. Y debía dejar esa basura química, siquiera por una cosa de honor: de mí podría decirse cualquier cosa, incluso que en mis tiempos libres le conducía la limusina a Satanás, pero llevar el estigma de “adicto” me enfermaba. Fuese o no, una revelación de carácter público. - Doctor, tomo dos pastillas de migreñol cada mañana, todas las mañanas, por el dolor de cabeza con que despierto. - Tome lo que le indicó. Por favor, siga mis indicaciones. Si duerme bien es probable que no despierte con dolores tan intensos. Que duerma bien es lo primero. Poco a poco, iremos solucionando lo otro. Me vi como Martin Luther King segundos antes de ser asesinado. “Hombre, macho, parece que algo está dificultando la correcta interpretación de mi mensaje…”. El doc., no estaba entendiendo nada. (“Doctor Brown, doc., escúcheme doc., ¡he venido de 30 años en el futuro para salvarle y evitar que haya un trastorno completo de los hechos del mañana!”. “Sí, Marty, como no. Como tú digas”). El respetable galeno hacía oídos sordos. Si le hablaba de dos pastillas de ergotamina cada mañana, hablaba de un índice aterrante de adicción, la que no se reduciría si dormía bien o no. Quería recordarle que el prospecto del medicamento hablaba de un MÁXIMO de 8 comprimidos al mes. El ejercicio matemático era simple en mi caso: 2 x 30 días (promedio) = 60. Si a ello se añadía el incremento exponencial de migreñol que requería para paliar las “resacas” de fin de semana llegábamos a una cifra superior a la velocidad que Einstein entrevió para un rayo de luz a comienzos del siglo pasado. Ello, por más de 10 años… Entrevistado para un documental sobre el mítico poeta rockero Jim Morrison, uno de sus amigos declaró: “Uno no podía entender cómo podía 25
mantenerse en pie con las cantidades exorbitantes de alcohol, drogas y cigarrillos que consumía todo el día. Era un verdadero milagro. Sencillamente, no era posible”. De eso se trataba. “Doctor, en el barrio, los chicos me llaman Jim Morrison Ramírez… ¿Sabe? Me gusta drogarme con ergotamina. Es más, me encanta. ME INYECTARIA EL MIGREÑOL si fuera posible. Me lo comería. Lo inhalaría. Me lo metería como supositorios, pero como no he encontrado aún ninguno de esos formatos…”. Búfalo Herido, tenía otras opciones de tratamiento para “tomar a su pariente toro por las astas”: la inducción del sueño. Discrepaba, pero él era el capitán de aquel barco y debía obedecer sus órdenes. Creía que el sueño aminoraría mis migrañas, pero, al parecer, había pasado por alto un antecedente: los dolores comenzaban, justamente, cada mañana al despertar. ¿Quién querría “dormir” así? Ni el distinguidísimo señor Sacher-Masoch dedicaría su tiempo a una causa tan perdida y poco gozosa. ¿Cuál era la idea, entonces? ¿Hacerme una “cura de sueño”? ¿Que tomara mis “medicinas” para que al despertar me sentiría mejor? Para que eso funcionara, debería haberse intentado suprimir el elemento causante de la adicción –la ergotamina- lo que no se hizo. ¿Para qué hacer las cosas bien… si pueden hacerse “más o menos”?). Un compilado de “Greatest Hits” de Rimski-Kórsakov ululaba en mi cabeza día y noche, comenzando por el célebre “Vuelo del moscardón” en todos los tonos y velocidades posibles y he aquí… que mi cerebro estaba “normal”. Quién sabe, tal vez no era algo imposible. ¿Y si la ergotamina aún no me había destrozado a nivel cerebral? Pero no estaba tranquilo, para nada. Al fin y al cabo, harto caro que había costado realizar el scanner. Claro, para los doctores el dinero nunca era “un problema”. (“Hazme caso: reviéntale el cráneo con el pisapapeles. Y después me echas la culpa a mí…”). No podía irme así. Aprovecharía hasta el último peso invertido en la consulta: - Doctor, usted cree que no existe riesgo de aneurisma ni de ningún tipo de accidente cerebral grave. ¿Estoy en lo cierto? 26
- Sí, su cerebro está perfectamente normal. Y dale… Le devuelvo una mirada tan agresiva, que sabe debe decir algo, justificar sus dichos. Involuntariamente, me llevo la mano derecha a la boca y me muerdo el índice. Debo dar miedo. - A usted no le pasará nada. Al menos en este aspecto. Los accidentes cerebrales no suceden de un día a otro. Toman años en desarrollarse y de acuerdo con su examen al día de hoy no tiene de que preocuparse. Quédese tranquilo. Lo principal, como le digo, es que ahora se relaje. Que duerma. Está muy tenso. - Doctor, disculpe, le pregunto de otra forma. “Algo” debo tener… Algo debe haber. Sobre todo, esto no se lo había comentado, tengo miedo de que suceda algo a nivel del corazón. Mi padre murió de un paro cardiaco. No quiero ser el siguiente. El neurólogo mostró un ligero signo de sorpresa: no esperaba tal “petit bouche”. Entendió que le hablaba en serio. Le estaba diciendo y claramente: DOCTOR, NO QUIERO MORIR AÚN. - Se lo voy a decir una vez más: siga mis instrucciones. -O sea, ¿usted me asegura que no tendré un aneurisma? - No, no le dije eso- bueno, al menos ya iba mostrando signos de verdadera sinceridad-. Le dije que, al menos en los próximos cinco años, usted no debería experimentar un aneurisma. Eso puedo asegurárselo. De todas formas, nadie, nadie está libre de padecer uno, pues no son previsibles. Cualquier ser humano está expuesto. Usted no es la excepción. - Doctor, pero estoy tomando vasodilatadores y muchos. ¿Puedo sufrir un paro cardiaco? - Eso es otro asunto. Puede tenerlo. Es más, según veo, y de acuerdo con los antecedentes que me entrega, tarde o 27
temprano USTED TENDRÁ UN PARO CARDÍACO. Es, más o menos, inevitable. Usted fuma dos cajetillas de cigarrillos al día ¿no? Se está matando. No duerme. Come mal. Lleva un régimen de vida irregular. No me corresponde decirlo, pero si sigue con el estilo de vida que lleva, le dará un infarto al miocardio en unos 10 años más. No levanta la cara al decirlo y mantiene su aire indolente: intuyo que dice la verdad. Habla de modo tan serio y con un tono tan cavernario que no puedo sino que pensar que me está dando 10 años de vida. No tengo miedo: siento terror. Es la primera vez que me hablan tan explícitamente. 10 años... Y me iré del mundo. No podré siquiera despedirme. Saldré por la puerta trasera. Probablemente, no tendré hijos. ¿Casarme? Sería una canallada de mi parte, ante semejante pronóstico. ¿Qué me queda? Dos de tres: “Plantar un árbol” y “escribir un libro”. Lo del árbol no parece muy difícil, pero tampoco lo veo muy excitante. Respecto, al libro, tal vez consiga ser publicado en vida, aunque hay tal cantidad de “escritores” – mucho mejores que yo- que es factible que no reciba aceptación editorial, ni siquiera en todo ese tiempo. Moriré antes de los 50 si no cambio el estúpido (sin)sentido de mi vida. Y como es bien poco probable que eso suceda… Tengo que pensar que haré: en 10 años –o quizás hasta menostodos mis proyectos se irán a la mierda. 10 años. 10 años. 10 años. 10… Como “Literatura”, el chiste no deja de tener “gracia” y le da un cierto “malditismo” a mi “acción creadora”. Pero, como la vida no es Literatura… Debo actuar con prisa: a ver si, al menos, alcanzo a escribir este libro.
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Meanwhile… -
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¿Le gusta lo que escribe? No mucho. ¿Por qué lo hace? Es una de las formas más interesantes que he encontrado para gastar el tiempo. ¿Le interesa “gastar” el tiempo? Hubiese querido ser Cristóbal Colón, pero no se pudo… Lo siento. ¿Funciona su método? No estoy seguro. Pero cuando algunas horas después de comenzar el trabajo veo que he gastado varias horas de mi vida en esto, me siento conforme. ¿Siempre es tan irónico? Hasta donde me dan las fuerzas. Cansa actuar, mentir todo el tiempo. ¿Usted actúa todo el tiempo? Sí. ¿Por qué lo hace? ¿Por qué me haces esta pregunta? Es mi trabajo. El mío, mentir. ¿Miente, ahora? No. ¿Miente cuando escribe? Siempre. ¿Nunca es honesto? ¿Para qué? La honestidad es importante en la vida; en el arte, ser honesto es un contrasentido. Me dice suena a Oscar Wilde. ¿Y por qué no? Wilde, Poe, Dostoievski, Baudelaire. deberíamos arrodillarnos ante estos genios universales. Da vergüenza escribir siquiera una línea existiendo semejantes luminarias. Pero nosotros –el siglo XXI- perdimos toda 29
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vergüenza. Todo sentimiento de respeto por la grandeza y “vivir esto” es horroroso. ¿Me habla en serio? Sí: disculpa. Gracias por su confianza. ¿Seguimos? Claro. ¿Qué es para usted un genio? Una palabra “pasada de moda”, lo que es una desgracia. Pero debo ser muy preciso en este punto. Hay miles de genios hoy. ¡Miles! Perdón, miles que “se dicen” genios… Next question. Sigamos un poco con los genios. Es muy complicado referirse a ellos, y sobretodo hoy. ¿El siglo XXI necesita “genios”? ¿El siglo XXII los necesitará? Creo que no: viene una ola de simplificación de todos los discursos, que les volverá obsoletos e innecesarios. ¿Entonces? Llegaremos a un nivel de comunicación reducida a la nada. Bueno, casi a la nada. Soy periodista. Sé algo de eso. ¿Y qué más hace, señor periodista? Sé que hago las preguntas y le pido a usted que responda. ¿Esa es la labor de los periodistas? ¿Hacer preguntas? Se sorprendería de las cosas que pueden conseguirse sólo haciendo preguntas. A propósito… ¿Sí? ¿Consume drogas? Trato de evitarlas. Eso no desmiente que las consuma. ¿Desmentir? ¿De qué hablas, chico? ¿Entiende mi pregunta? Sí, la entiendo. ¿Pero a que te refieres con “drogas? ¿Heroína? No, no la he consumido. Nunca. ¿Cocaína? ¡Qué! ¿Marihuana? 30
- No voy a responder. - Le haré la pregunta de otra manera. ¿Ha escrito bajo el influjo de las drogas? - Sí. - ¿Qué drogas? - No tengo porque decirlo. Pensé esta era una entrevista normal, no un interrogatorio policial. - ¿Podemos intentar otras preguntas? - Adelante. - ¿Cómo escribe? ¿Cuál es su fórmula… si aceptamos que no lo hace bajo el influjo de las drogas? - Sigues con eso… ¿Esto es en serio? Bien, veo que necesitas esta entrevista, si no, te hubieses ido a los cinco minutos… - ¿Entonces? - No podría haber escrito ninguna línea bajo el influjo de las drogas. Así de simple. Hay que ser “genio” para hacerlo y yo no lo soy. Cuando escribo, pongo música clásica. Redacto escuchando a Beethoven. No, no, no. Las drogas no me interesan. - ¿El alcohol? - Eso es otra cosa. - ¿Ha escrito bajo su influencia? - ¿Ya tienes tu entrevista? Digo, para que me dejes en paz. - Se dice que su escritura es “esencialmente” amorfa. ¿Podría responder algo al respecto? - Es absolutamente correcto. - ¿Por qué escribe de una manera tan extraña? Hay mucha gente que se lo pregunta. - La respuesta es sencilla: no sé hacerlo de otra manera. NO SE ESCRIBIR SIMPLE. - Muchas gracias por la entrevista. - Gracias a ti. - ¿Una pregunta más? - No, ninguna. Te dejo en la puerta. - Muchas gracias. - De nada, chico, cuando quieras. 31
LOS BUENOS TIEMPOS Hace unos días vi “Transformers: la venganza de los caídos”, entre otras cosas porque me pareció un título precioso. Pero fue más que eso. Mi infancia estuvo del lado de los “Transformers”. Crecí con ellos. Intuí, al verlos nuevamente, la lucha entre el bien y el mal. Estaban “los buenos” –los “autobots”- y los “malos” –los decepticons. No podía descifrar más que eso entre toda la ola de efectos especiales a la que no estaba acostumbrado. En la infancia estuve siempre del lado de los “buenos” ¿cómo no estarlo en los ´80, cuando ni siquiera tenía 10 años?-, pero la voz y actitud de Megatron me eran altamente seductoras. Era capaz de decirle a uno de los suyos “¡Cállate, IMBECIL!”, o de mandar al sacrificio a su “mano derecha”, “Starscream”, sin remordimientos. Nosotros, los niños de aquellos años, no estábamos acostumbrados a tales niveles de agresividad. Así comenzó todo: los dibujos animados repletos de violencia que surgieron posteriormente le deben mucho, demasiado, a los “Transformers”. Hay demasiado en esa serie animada para resumirlo en este artículo. Eran una elegía, un intento inédito por exaltar la violencia. No hay ejercicio más simple que volver a las raíces y ver esos viejos capítulos de los ´80. Existe ahí un concepto de la vida como algo tan despreciable –es mi hipótesis- como nunca se había visto en los dibujos animados. No hay un solo capítulo en donde la muerte –humana o robótica- esté ausente. Hay que recordar lo que eran aquellos años: no estábamos para nada acostumbrados a ver eso. Como era lógico, pronto nos acostumbramos. Y comenzamos a ver la vida como algo “eliminable”. Un rayo y ya: estabas muerto. No soy capaz de darle ninguna interpretación política a tal fenómeno, pero es bastante improbable que todo eso fuera “gratuito”. Buceando en aquellos años puedo intuir que todo aquello configuró mi ser. 32
¿Tetas metálicas? No, gracias. La marca comercial que creo a los “Transformers” fue “Hasbro”, pero quien lideró al equipo que les dio a la luz fue un GENIO. No se puede sino que serlo para concebir a tal grupo de robots extraterrestre. Un genio, tal como los padres de “Robotech” y “Los Simpson”. Mentes que a partir de ciertos datos contextuales hacen surgir concepciones que nadie antes pudo intuir. El resultado fue simple: ¿puede concebirse el siglo XX sin Homero Simpson? Volvamos a los robots. Formas extraterrestres que pueden convertirse en “algo” más. Eso no es muy original. La ciencia ficción clásica está llena de eso. Pero había cierta novedad muy profunda en los “Transformers” como dibujos animados: robots convertirse en camiones, autos –un Volkswagen, incluso- y aviones como si nada. Uno de ellos tiene un “alter ego” que es un reproductor de música. En el bando enemigo, un perro salvaje que parece anhelar sangre humana. Hay también un “ave espía”, que se adelantó 20 años a los “drones”. Al ver el primer capítulo de los “Transformers” animados se nos indica que “tenían sentimientos” como los humanos. El concepto es reiterado en cada uno de los filmes sobre el tema: sólo falta que los “autobots” lloren… Los “buenos” son nuestros amigos y aliados. ¿Hay algo mejor que esto? Hay otro aspecto que llama mucho la atención: la ausencia TOTAL del mundo femenino. No puede verse nada que se acerque a la matriz femenina en los “Transformers” originales. Nada. Todo es irrefutablemente masculino. Viéndolo desde tal óptica, pareciera que la guerra de “Autobots” y “Decepticons” fuera una pelea de adolescentes que buscan probar quien es “más fuerte”. Ello, tampoco habla mal del producto que se ofreció al mundo: sólo basta recordar lo ridículo que fue ver a “Afrodita” y sus “tetas metálicas” en “Mazinger Z” para ver que había que intentar algo distinto. Y salió bien. Al parecer, se 33
buscó aprender de los errores pasados. Eso, nunca, nunca, puede ser considerado como una mala táctica. ¿WTF? Otro tema. Hay miles de páginas de Internet respecto a los contrastes entre los “Transformers” como dibujos animados y su símil en películas. No me cansaré de repetir la alta capacidad creativa de quienes les concibieron. Me atrevería a decir que son uno de los intentos gráficos “comerciales” más arriesgados del siglo XX. Tengo la impresión de que nadie ha tomado en serio a esta producción, ni intuido su descendencia: la violencia en los dibujos occidentales. Al menos, a nivel de lenguaje. No hablo a nivel gráfico, que nada sé de eso. Pero las palabras de los “malos” son demasiado rotundas para creer que estamos ante un simple producto “para niños”. A la hora de redactar esta nota he visto más de 30 capítulos de la serie original en Internet. Me he quedado con la boca abierta. “Algo” había ahí, pero no sé “qué”. “No había más” Algo respecto a los colores. Cualquier observación rápida dilapidaría todo en base a su uso de gamas primarias. Optimus, rojo; Megatron, gris, y así, seguir y seguir. No es una interpretación errada. Es una coloración casi digna de un niño de 5 años, según nuestros cánones actuales. Pero muchos olvidan el desarrollo prehistórico de la computación por entonces. Era un mundo en ciernes. Desafío a cualquiera a trasladarse en el tiempo y ver aquellas tecnologías con “los ojos con que nosotros las vimos”. No podía existir nada más sorprendente que aquello para gente que casi salía del campo… La computación, en sus orígenes, 34
cambio nuestras vidas. Eso es lo que hace tan interesante a Steve Jobs, un hombre que fue protagonista de TODO el proceso. Para nosotros, que estuvimos ahí cuando todo empezó, las tecnologías actuales nos parecen insípidas. Muéstrame tu mejor teléfono o computador: nada de eso siquiera se acerca a lo que “sentimos” entonces. Estábamos ahí, cuando todo explotó. Ni siquiera puedo imaginar el nivel de emoción que sintieron en USA cuando dieron a luz todo esto. Imagino que fue casi como “crear” el mundo de nuevo. Y tú, te crees tan grande al mostrarme las “aplicaciones” de tu nuevo teléfono… Me das risa, mocoso. Nunca vivirás un momento como ese, pues la tecnología ya fue asumida. No te puedo ni describir la felicidad que sentí al ver mi primer equipo con casetera y dos parlantes grandes. Esos eran nuestro “orgasmos”, inocentes según imagino piensas, pero muy, muy intensos. Todo lo que pueda crearse para nosotros no tiene nada que ver con aquellos momentos. Nunca hubiésemos concebido un teléfono celular, pero nos llegaba un ligero avance tecnológico y con eso éramos felices. Había una simplicidad, déjame contarte un poco de esto, tan grande, chico, que nos pasábamos las tardes gastándonos nuestro poco dinero –que le rogábamos o robábamos a nuestros padres- para ir a jugar esas prehistorias llamadas “Pacman” o “Rally X”. ¡No había nada mejor que eso! Es difícil que lo comprendas, chico. De hecho, no puedes siquiera imaginarte que era eso. Jimmy Hendrix, búscalo en Google. Era como ver a Jimmy en vivo: algo indescriptible. Ese era nuestro universo, un poco reducido, pero no teníamos más. Y éramos bastante felices, fíjate. Veíamos NACER al mundo de la computación. Vimos a los Beatles cuando todo estalló… nuestro Universo era la pantalla misma 35
de un computador opaco, oscuro.... Estábamos en el momento y el lugar justo. Lo que vimos Una mirada actual a los “Transformers” en tanto animaciones nos habla de un universo de colores primarios, pero sus creadores tuvieron la audacia de hundir el proyecto en algo más insospechado. Es cosa de buscar en la red y se llegará a cosas IMPRESIONANTES. Reencontrémonos con aquella creación pionera hoy y pensemos en cómo lo arriesgaban todo por dar a luz un proyecto extraordinariamente novedoso. Al hacerlo, veremos que había cierta mitología e idealismo en sus impulsores. Un sacrificio ausente en las obras de hoy. Hay algunos capítulos de los viejos “Transformers” que demuestran una influencia directa de "2001: una odisea en el espacio” y el “Submarino Amarillo”, algo que no habla mal de la serie, sino que todo lo contrario. Un atrevimiento gráfico que, sencillamente, deja pasmado. En Youtube hay un video que refleja todo lo que referido: “Muerte de Megatron”. Es imposible no quedar asombrado ante esto, pensando en los primitivos recursos gráficos de aquellos días. Eso nos habla de la mejor escuela gráfica del siglo XX, que aquí se sigue y con respeto. Como siempre, la creatividad no es más que una ola gigantesca de movimientos CONTINUOS. Volviendo al presente Unas últimas líneas. “Transformers: la venganza de los caídos” contiene –es mi opinión- una de las escenas más impresionantes del cine de ciencia ficción de nuestra era. Aún tiemblo al pensar si fuera verdad. Un “decepticon” echando abajo una de las pirámides de Egipto. Derrumbándola, haciéndola pedazos. Con sus garras. Ladrillo a ladrillo. 36
Buscando reducir a la nada uno de los mayores monumentos de la humanidad con su furia mecánica. Para mí, la lectura es simple: la tecnología echará abajo la cultura. Vivimos la introducción, pero nadie se hace cargo. Seremos consumidos por la tecnología. No me interesa ningún otro ataque a esta especie, salvo éste. Pues es el único que no podremos –ni queremos- detener. Me da bastante miedo. Afortunadamente en 50 años, ya no estaré acá.
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Un libro que se te queme en las manos mientras lees
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OJITOS ASÍ
Mirando frente a mí esos ojos de maravilloso color verde supe que, desde ese momento, mi vida iba a cambiar y que ya nada podía ser tan frívolo, estéril e inestable como había sido en todos mis segundos, minutos, horas, días, meses y años anteriores a ese momento en el cual mis ojos se embelesaron de modo inenarrable inexpugnable, inquebrantable, indomable e inefable, insuperable, ingobernable e intransitable y, por lo demás, inexorable, inexpugnable, invulnerable, inconquistable, inalterable, inconmensurable e imborrable por decir lo menos, inacabable, inexcusable y lo que es peor aún interminable, inagotable, incalculable, irrealizable, intransitable (también ¿por qué no?), inaplicable, impracticable, improbable (lo que es indubitable), inabordable, inaceptable, inescrutable, indescifrable, pero ¡Oh! igualmente inexplicable, insondable, inexpresable, intolerable, imperturbable e inabarcable (que también es una bonita palabra que termina en "able"), como inaguantable, incuestionable, indisculpable, injustificable, incontestable, innegable, mas también irrefutable, inatacable, irreprochable, intachable. En fin: ahí los tenía frente a mí a esos ojos inobjetables, gigantescos, radiantes y maravillosos, frente a mí y me estaban mirando, me estaban mirando esos ojos tan verdes, verdes, verdes, verdes, ¡Oh, sí! verdes, verdes como la hierba de nuestro campo que conforma gran parte de las venturosas tierras de nuestro mágico y largo y bien amado país al que tanto amamos desde lo más recóndito de nuestro corazón glorioso y perfumado con los aromas entrañables de rosas, azucenas, petunias, claveles, margaritas, gladiolos, 39
crisantemos, valerianas, lirios, magnolias, glicinas, clemátides, saponarias, nenúfares, zarzamoras, manzanillas, geranios, heliotropos1, alhelíes y violetas. Porque sí, ¡SI! yo había visto los ojos verdes y resplandecientes cual el sol del amanecer que con su generosidad nunca bien reconocida da luz y noble y beatífica irradiación por igual a todos, a todos sus hijos, a todos, a todos, ya sean moros, cristianos, judíos o hindúes, pentecostalistas, mahometanos, confucianos o taoístas, islámicos, evangélicos, budistas, marxistas, comptianos, liberales, estructuralistas, socialistas, semiólogos, dialécticos, habermasianos, fenomenólogos, darwinistas, marcussianos, 1
Véase: Brünner, José Joaquín, Globalización Cultural Posmodernidad,FondodeCulturaEconómica,Santiago,1998,Parte 1 ,p.52. Además,puedenconsultarsealgunasobrascitadasporelautortalescomo: 1 /bid,p.55. 2 Vattimo,Gianni,op.cit.,p.83. 3 CitadoenEagleton,op.cit.,p. 97. 4 VeritatisSplendor,(1993),51y53. 5 Me refieroa autores como Foucault, pero antes que éltambién, yporcierto,aFreudyMarcuse. 6 Marx,Ky Engels,F.,Ensayos sobreHeidegger ...,Revista Newsweek, Buenos Aires, 1Ode Octubrede 1990,p. 346.Sobreestaobrapuedenverseademás: 1
y
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Vattimo,Gianni(yporcierto,aFreudy Marcuse),VeritatisSplendor,FondodeCulturaEconómica,BuenosAires,1993,op.cit.,p.55. A los interesadosen ahondar en el pensamiento de lbid,p uedennoexaminar: 1.- Van Clausewitz Karl, Vom Kriege (1903-1959), Aguilar, México,1969,p.3105. 2 ¿QuiereUstedSaberInglésEnDiezDías?,RamónSopena,Barcelona, 1985,IndiceTemático. ' 3 Cameron, N., Personality Development and Psychopathology: a Dynamic Approach, Houghton Mifflin,Bastan, 1963. 4 Selecciones delReader's Digest,artículo ComoSalirAirosoDeCualquierConversación,Chile,Octubrede1996. Otros librosrelacionados con el procedencia de lapalabra"airoso"son: 1 van Clausewitz Karl, Vom Kriege (1903-1960), Aguilar,México,1969,p.3105. 2 ¿Quiere Usted Saber Inglés En Diez Días Con Los Escritos Básicos De Karl van Clausewitz (Nueva Edición Ilustrada), Ramón Sopena, Barcelona, 1985, Portada. 3 Cameron , N., Personality Development and Psychopathology : a Dynamic Approach , Houghton Mifflin, Bastan, 1963. 4 Selecciones del Reader's Digest, artículo Como Era El Hombre de Neanderthal, Chile, Octubre de 1996. Para más referencias consultar:
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Malthusianos, Heideggerianos, Edgar Allan Poesianos, suplementeros, traficantes de tampones, guardias de banco, bebedores de Campari, otorrinolaringólogos, homeópatas, dentistas, ginecólogos, urólogos, jugadores de dominó, y amigos del asesor de imagen del fantasma de Pinochet. Porque sí, ¡sí, SIIIIIIII! el sol luminoso cual estrella en el cielo azul de la primavera brillaba para todo el mundo cuando yo vi los bellos, inestimables e inmaculados ojos de color verde cual la hierba de los lozanos campos de nuestro Chile, larga y angosta faja de tierra al sur del Mundo, pero al rato me aburrí de los bellos, inestimables e inmaculados ojos verdes y me saqué los lentes de contacto.
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EL “ADIÓS” Nunca había dejado de maravillarle su sonrisa. Aquella sonrisa que le dedicaba, mientras le rodeaba con los brazos antes de que comenzaran a rodar por la cama, riendo sin más motivo que su propia satisfacción, el goce primordial del amor en su forma esencial. El mundo podía seguir girando y determinando la vida de los hombres. Ello no les preocupaba, salvo por un detalle: les traería el mayor sufrimiento: la separación. Después, nunca más abrazos, ni besos, ni la fatigada recompensa de los cuerpos extasiados o el silencio de quienes han recorrido los senderos del fuego y el abismo de la armonía de dos cuerpos establecidos como una fortuita, pero poderosa unidad. Él, claro, sonreía. El presente era suyo y trataba de prolongarlo hasta el último minuto, al menos, como un instante lleno de vida. Le asombraba la belleza femenina y en aquellos momentos más que nunca. ¿Era inmune, ella, a la miseria y el dolor humano? ¿Era “intocable” ante las desgracias banales del día a día? La hubiese besado hasta el fin de sus días con tal de recibir algo, aunque fuera la más mínima partícula, de aquel secreto. La besaría sin detenerse, segundo a segundo, enceguecido ante toda aquella luz que le transmitía por medio de su saliva, cuyo sabor y textura ya nunca podría expulsar de la suya. Fue su “adiós”.
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El cerebro se desintegra en medio de una materialidad semejante a la de rocas cayendo. Una ascensión de nulidades y colisiones inconcretas. Suprimir toda especulación como una desesperada búsqueda. Hay una determinada forma de concebir lo real que antagoniza con ciertas funciones irreprimibles que atacan como si autodestruyéndose pudieran alcanzar la germinación de un mundo sereno. Me encuentro en el centro en donde se originan todos los movimientos y acciones humanas. Ciertamente, no “vivo”, aterrado en una circunscripción de incombatibles asociaciones inmediatas. Exasperación total.
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Si todos optan por el lado derecho Quizás Lo
único valioso
Esté a la izquierda. Pero ¿y si todos emigran a ese lado? Se requiere una alternativa. ¿El centro? ¿Superponer la derecha a la izquierda? ¿Hacer, justamente, lo contrario? ¿Buscar, aleatoriamente, puntos de intersección? ¿Que la izquierda “fagocite” a la derecha? ¿Todo lo opuesto? ¿Establecer paralelos infinitos? ¿Negar su existencia y hacer como si nada? ¿Demoler la noción misma de puntos cardinales? ¿Vender a la derecha como izquierda, y viceversa? ¿Actuar como si se fuese de un lado y luego traicionarlo? Opciones hay muchas / Hay muchas opciones Muchas opciones hay Y así hasta nunca acabar.
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Camino, lleno de las preocupaciones (inventadas e irreales) más terribles que pueda tener un ser humano. Hombre en el gentío, me veo en medio de la multitud, perdido, solo.
El bullicio de la capital es tremendo cuando escucho: “Jesucristo te ama. Y quiere salvarte”.
¿Es que no tiene nada mejor que hacer?
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FRAGMENTOS DE UN INFORME ALIENÍGENA “... eso si se les considera una entidad básica y separada del conjunto total de la civilización, lo que, sin embargo, puede resultar contraproducente al distorsionar sus particularidades intrínsecas justamente en lo referido a desenmarcarles de una colectividad unida por una serie de características comunes y específicas, que no viene al caso describir en este acotado resumen. Es preciso seguir avanzando por este campo un tanto infranqueable de considerar a este grupo como parte de la “raza humana”, en tanto prototipo tremendamente individualista y en permanente estado de defensa –no pocas veces, ésta transformada en radical agresividad- respecto al medio que le rodea, incluyendo sus congéneres; es más, especialmente respecto a éstos. No son pocas las muestras de tensión física y psíquica que ha demostrado ante el sondeo (secreto) de sus actividades diarias. Cabe hacer notar reiteradas manifestaciones angustiosas, acompañadas de espasmos involuntarios de las extremidades superiores y el cuello, los músculos faciales y, particularmente, los dispositivos del órgano visual desde el momento mismo del despertar. Esta situación, concretada a partir del surgimiento de los primeros rayos solares, viene aparejada de un breve estupor ante el contexto circundante, período en los que retrae todo su cuerpo y permanece –diríase- en posición fetal, al parecer, evaluando los eventuales focos de peligro. Creemos posible conjeturar que tal desazón puede derivar del recuerdo de situaciones puntuales en la memoria colectiva de su especie, la que se vio expuesta a la amenaza de elementos potencialmente mortales para su propia supervivencia que abarcarían un amplio espectro y en cuya cúspide inmediata se incluirían animales salvajes y carnívoros, estímulo del todo traumático y que habría motivado un singular “reordenamiento social” sustentado en la violencia y mediante unos pocos y que incluiría la acción imprevisible del reordenamiento natural y la eventual violencia de sus propios especímenes habrían concretado una intervención directa de su hábitat en un contexto generalizado de “saqueo pánico” o 46
meramente para delimitar el territorio físico que les correspondería como miembros más fuertes de la comunidad: la constante “intimidación” a sus pares sería una de las tácticas más empleadas en aquellos tiempos primitivos. Un aspecto muy singular se emparenta en una actitud que, pareciera, contradecir la conclusión previa, pero ello no es así: ambos antecedentes no son más que complementarios al momento de definir al sujeto como un ente esencialmente despreciativo de su todo lo que le rodea y, como ya se indicó, sus iguales. En este sentido, pudo constatarse que si determina que las condiciones externas son favorables a su desenvolvimiento inmediato, éste comienza a actuar de modo particularmente activo y laborioso, al punto que no es difícil pensar en una alteración repentina de los nervios que desencadenara una actividad febril. Aunque que su idiosincrasia está incontrarrestablemente centrada en el yo, al parecer tal actitud empalmaría con una preocupación –a todas luces, ancestral- por su núcleo familiar, el que pesa de manera “absoluta” en su vida, incluso en los ejemplares adultos. Reiterase el carácter aterrante que representa lo real para los integrantes de esta comunidad, de igual intensidad en toda su amplia (y confusa) identidad sexual, pero –rasgo importante- de rango altamente decrecido en los exponentes de menor desarrollo etario, los que dejan entrever una confianza – aún más agresiva incluso que la de sus progenitores- que les impulsa a una serie de actuaciones ciertamente y a todas luces incomprensibles, más aún si se realiza el ejercicio –infructuoso, a nuestro juicio- de equipararles con los representantes tradicionales de la raza humana. Entre ellas y dentro de un catálogo profuso y caracterizado por la imprevisión, es posible dar cuenta de: evacuar sus desechos orgánicos líquidos en las manos e ingerirlos bucalmente, defecar y untar su cabello con heces, rasgarse los brazos con los dientes hasta provocar heridas profusamente sanguinolentas cuya cicatrización deriva en la presencia recurrente de costrificaciones y marcas permanentes en la piel, prácticas masturbatorias masculinas consistentes en rodear el órgano reproductor con hojas de plantas rugosas o ásperas, escupidas previamente y que finalmente son consumidas tras ser untadas con el líquido resultante de la expulsión seminal. Complementariamente e 47
impulsados por un razonamiento destructivo cuyos procesos son bastante difíciles de determinar, ejecutan un conjunto de intervenciones totalmente devastadoras de su entorno como, por ejemplo, la imprevista y reiterada matanza –sin fines alimenticios- de los animales que encuentran en las cercanías y de formas complejamente crueles; la magulladura de los troncos de árboles con piedras afiladas, con las que inscriben extrañas signaturas de formas curvilíneas y que aún no ha sido descifradas en su planeta (lo que nos lleva a preguntarnos: ¿se expresan en un idioma particular y que no guarda relación con ninguna familia lingüística desarrollada en la historia de la humanidad?); el removimiento prolongado de la tierra con los pies hasta lograr la conformación de vastas extensiones de polvo que observan concentradamente aunque sin expresividad facial; el expulsar abundantes cantidades de líquido salival hacia el cielo y recibirlo en sus cuerpos (¿qué motiva aquello?, es algo que esperamos dilucidar mediante un estudio exhaustivo de esta misteriosa práctica), todo ello como un simple muestrario de diversos y variados actos privativos de los exponentes más jóvenes, pero que a veces se extienden más allá de sus dos primeras décadas existenciales. Precisando más este cuadro descriptivo, resulta pertinente destacar un fenómeno definitorio de los sujetos de este segmento: realizar la mayor parte de sus actividades de forma vertiginosa, impredecible y, sobretodo, abrupta, lo que, se podría conjeturar, estaría vinculado con ciertas deficiencias neurológicas de lejana data y que, lejos de decrecer siguiendo el normal patrón evolutivo, se incrementarían con el paso del tiempo. También resulta llamativo el profuso movimiento de las extremidades superiores (manos, brazos e incluso el cuello) con que acompañan gran parte de sus acciones -¿para acentuarlas?-, manifestación dirigida a la extroversión de cánones de pensamiento –esto podrá discutirse, pero nos parece evidente que “piensan”, pese a que pudiese parecer lo contrario- que aún no nos resulta posible determinar. ¿Obedece esto a tácticas diferenciadoras del mundo adulto? ¿Corresponde a una estrategia que busca “ahuyentar” la amenaza de los pares etarios e indicar que se cuenta con herramientas efectivas para hacer frente a inopinados episodios de agresión a los que se puedan verse 48
expuestos? ¿Se trata de una manifestación de vitalidad juvenil? Todavía nos encontramos en la fase de las hipótesis respecto a esta materia, sobre todo por la imposibilidad de llegar a un intercambio idiomático exitoso con representantes de este segmento, los que –de esto ya se habló- parecen haber intensificado aún más la desintegración comunicativa del mundo adulto, hasta arribar a - literalmente- sonidos guturales a la hora de expresarse. Efectivamente, algo que cierne aún más incógnitas respecto al fenómeno descrito es la emisión de expresiones sonoras y verbales cuya fonética no guarda relación alguna respecto a lo que se ha podido registrar es el habla prototípica de la comunidad madura a la que se ha tenido acceso. Ello queda de manifiesto al contrastar la (relativa) templanza de la semántica adulta con la abrupta expresividad juvenil, a lo que se añade la inusual repetición de tales elementos lingüísticos, todo lo que redunda en una minimización de vocablos y sinónimos progresiva hasta el absoluto. Resulta interesante ahondar porqué los elementos jóvenes de la colectividad estudiada repiten una y otra, y otra vez tales enunciaciones. ¿Qué buscan? ¿Hay algo que quieran referir o no se trata más que de instancias verbales defensivas? Nos inclinamos por aceptar una conjunción de ambas alternativas, aunque tampoco podemos avizorar algún tipo concreto de mensaje ya que la reacción ante tales categorías discursivas no son explícitas, sino que todo lo contrario: subrepticias, solapadas. Tras décadas de observación, hemos verificado una reiterada práctica del desfalco, la malversación y el pillaje, prácticas cuyos objetivos tampoco quedan bien perfilados pues abarcan todo tipo de resoluciones, desde la sustracción de alto nivel hasta el despojo más mínimo y sin valor. En este aspecto, parece nos hallamos en presencia de una praxis generalizada y que no hace distingos de ninguna especie respecto a sus protagonistas, los que abarcan toda la amplia gama de subcategorías de esta sociedad. En efecto, es común la violación de la propiedad común o privada, empleándose una vertiginosa gama de técnicas, las que van desde el arrebato oculto y encubierta al uso de la mera fuerza, circunstancia esta última no de extraña comisión. Si bien hemos podido evidenciar que el producto conseguido mediante estas acciones son 49
prioritariamente utilizadas para la subsistencia y/o el bienestar personal, igualmente (en un dato que no puede sino que resultar sorprendente) podría plantearse que existen casos “injustificados” en los que la expropiación se sustenta en un inexplicable afán de dañar “al otro”, lo que se vería ilustrado por una costumbre advertida no pocas veces: el entierro de los productos en puntos azarosos de terreno o su arrojamiento, por ejemplo, a aguas de río, con su consiguiente pérdida e inutilización. Se insiste aquí en el concepto de “daño gratuito” y “beligerancia mal intencionada”, teoría que será ahondada en la continuación de este informe a la luz de un fenómeno anexo y del que la constatación en terreno no deja lugar a dudas: parte relevante de la población se ve a menudo aquejada por repentinos ataques de histeria y excitación irracional, usualmente simbolizadas en discusiones verbales, riñas y peleas, muchas veces con resultado fatal. Manifestaciones comunes en esta comunidad humana son: la comisión de saqueos y robos, la destrucción consciente del hábitat y las posesiones materiales de sus congéneres, una alta agresividad e intolerancia manifestada en actos físicos y verbales cotidianos, una alta dependencia y cerrazón en los grupos familiares, una recurrente tendencia al martirio y la autocompasión, un desinterés reiterado y constante ante todo lo que pueda parecer lejano, extraño o desconocido y, en un plano más anecdótico, el consumo de plantas y líquidos estupefacientes y/o estimulantes sumado a la comisión de prácticas sexuales que podrían considerarse aberrantes, entre otras expresiones cuya raíz psíquica aún resulta aventurado conceptualizar con precisión. Resulta imperativo consignar que -más allá de acotar que se trata de actos asociados ante todo al grupo etario joven- se advierte una indesvirtuable transversalidad ya que incluso se han constado actos de esta índole en sujetos que han alcanzado la madurez física y psíquica. Otra cuestión que profundizaremos es el significado de un concepto que surgió reiteradamente en boca de un agente portavoz del segmento de más alto poder en este grupo social: “Nación en desarrollo”, cuyo correlato no nos es posible establecer a la luz de los datos recabados. 50
Y
si sólo por hacer un “ejercicio” invirtiéramos lo que se conoce como “Los Diez Mandamientos”: ¿qué resultaría?
Esto:
1.- No amarás a Dios sobre todas las cosas. 2.- Pronunciarás el Nombre de Dios en vano. 3.- No santificarás las fiestas. 4.- No honrarás a tu padre y a tu madre. 5.- Matarás. 6.- Cometerás actos impuros. 7.- Robarás. 8.- Dirás falso testimonio y mentirás. 9.- Consentirás pensamientos y deseos impuros. 10.- Codiciarás los bienes ajenos. Cómo se ve, una moral bastante inocente, prehistórica. Una ética que no puede sino que sorprender en nuestros días... por su poca “amplitud de miras”.
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Querido amigo: Te agradezco tu largo y atento correo. Realmente, fuiste el único que se tomó el tiempo –no voy a decir de “contestar”, que, al parecer, eso ya es mucho pedir en nuestros días- para mandarme un par de líneas de comentario de mi relato “Tres iglesias sin futuro”. Mi abrazo y gratitud van aún más allá, pues estoy cada día más solo y recibir tu respuesta me alegra. Fuiste el único en escribir, te lo repito. Eso me indica algo: mi entorno se está llenando de vacío humano. Hace sólo un par de años – cuando era un “amigo simpático”- hubiese recibido no uno, sino que varios comentarios. Hoy, todos prefieren dedicarse a otra cosa. Es muy, muy triste todo esto. Hace unos días, vi un documental sobre Nietzsche, nuestro querido Nietzsche. No, me equivoco: era una suerte de “biografía recreada”, con actores. Y ya casi en el final le mostraban recluyéndose en una completa soledad para “escribir”. Picos brillantes de nieve en altas montañas: esa era la imagen que ilustraba tal decisión. Silencio. Austeridad espiritual. Una blancura inmaculada. Todo eso reunido en el espíritu de Nietzsche para dar vida a su resplandeciente obra. Como me sucede desde joven –soy un “eterno adolescente”me identifiqué con todo aquello. Por supuesto, ninguna escritura vale tanta soledad. Estoy solo como nunca antes había estado en la vida. Si alguna vez pude decir que me sentía un “ser maldito” es ahora. Todos mis proyectos me están saliendo mal. Por supuesto, no culpo a nadie de alejarse de mí. He agredido –voluntariamente o no: eso da lo mismo ahora- a todos a quienes quise y me quisieron. Eso da miedo. No los culpo. Se alejan porque quieren vivir la vida y yo estoy acercándome cada día más a la muerte, la negación más tremenda de todo. No hay que ser genio para darse cuenta de eso.
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Ahora, conversar y tener amistad con un posible suicida no tendría por qué ser una experiencia negativa. Disfrutaría hasta el último segundo el acompañar a un suicida o a un condenado a muerte. Seguiría sus reflexiones, sus interpretaciones del mundo, las que, forzosamente, han de ser muy interesantes. No me cierro a ninguna clase de conocimiento. Lo que quiero es captar, conocer, abrazar el mundo en los pocos años de vida que me fueron destinados. La vida es tan frágil como botar un peón a tu contrincante en un tablero de ajedrez, a modo de broma, una vez que les has ganado la partida. Algo inútil. Cuando la gente habla de la “soledad” como un lindo espacio a conquistar en donde ser “libre” puedo entenderlo, pero tengo la certeza que nunca la han experimentado como dolor tal como cuando te conoces íntegramente, en el sentido de un recluso que se mira al espejo día a día. Hablar así de la soledad es hacerlo sólo en términos teóricos. Lo mismo, respecto a la locura. Tanta gente se dice hoy “loca”. Tantos se jactan de su “locura”. Y es fácil “parecer” loco. Un par de tatuajes, piercings, pelo sucio… y ya: “parecer” loco. Todo, tremendamente patético. En un mundo globalizado, todos tratarán de mostrar rasgos de individualidad, y uno de los principales es la apariencia. “Marcar” individualidades mediante gestos externos. La locura no es eso, ni mucho menos. Es todo lo contrario: el “loco” lucha por superar su “locura” pues le separa del mundo, le convierte en un ser esencialmente “extraño”. Nunca se verá a un verdadero loco acentuando sus males: lo que intentará es a aminorarlos. La locura (real) es lo más vergonzoso. Lo que exige nuestro tiempo son seres COMPLETAMENTE INTEGRADOS AL SISTEMA. Todo lo que escape a tal canon no merece sino que desprecio y aislamiento. Te "integras” a la usanza de todos… o estás fuera. Así, simple. Pero eso no desvirtúa lo que te escribo. Y te diré más: soy un adulto, pero tengo serios problemas para aceptar al mundo tal como nos los están dando. No te hablo de macro política. Me 53
refiero a lo más cercano a una vida individual. No tengo el más mínimo aprecio a la tecnología si fue capaz de convertir a todos en unos seres dependientes de sus teléfonos con Internet. Todos estamos metidos en el mismo círculo. Quien no tiene un teléfono de última generación se va quedando fuera de la moda. Y eso es un pecado grave hoy. Acaba de salir el último Iphone – Iphone9, creo-. Quien no accede a eso está fuera del mundo “normal”. Es un mero “detalle”, pero socialmente es muy importante. El acceso tecnológico es uno de los mayores –si no el mayor- símbolos de status. Disculpa, nuevamente. Es la soledad la que me hace escribir estos monólogos. Me escribes desde Londres. El doctorado te está haciendo muy bien. Escribes cada vez más "en complejo", y eso me gusta mucho. Te estás convirtiendo en un filósofo y agradezco tener tal tipo de interlocutor. Cuando dices: "formatos escriturales", respecto a mi relato me pregunto de que hablas. Yo no escribo en un “formato”. Pero aprecio gastes líneas en escribirme. Te encuentro plena razón respecto a que no se sabe para dónde van mis textos. Ni yo lo sé, disculpa amigo. "Cuesta ubicarlo como crítica social, expresión desesperada de un esquizoide o, simplemente, el ejercicio literario de vomitar contextos de angustia y desesperación.", me dices. Intentemos algo distinto: registrar un “estado de ánimo”. Sin la más mínima “denuncia social”. Lo que antes –en nuestro tiempo: los 80 y 90- llamábamos de manera muy gentil el “Arte por el arte”.
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Amigo, escribo por el placer mismo de ESCRIBIR. La Literatura, creo, es sólo eso: el agrado de buscar que ciertas palabras unidas con otras tengan un cierto sentido. Y que esas palabras sean recibidas con gusto por cierta gente. Esa es mi visión de la Literatura. Nada de lo que escribo tiene un “sentido”, como podría decirse. Escribo por un puro ejercicio onanista. Creo que muchos escritores han hecho exactamente lo mismo. Escribir sin la más mínima finalidad. Contar historias solo por contarlas. Un abrazo.
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Tú y tu “obra”. Tú y tu “arte”. Tienes la misma vanidad de todos los artistas. Entiendo, perfectamente, cómo y por qué te alejas de mí. Te he “descubierto” y eso te molesta hasta la angustia. Sigue vendiendo tu “historia de amor” con el Arte. Hay muchos que la comprarán. Lamento no verte hoy. Imagino tienes gente más simpática con la que pasar la noche: seguidores que te dirán cuán “MARAVILLOSO” eres. Disfruta tu propia mentira.
56
S
oy un cobarde. Soy mentiroso, traidor y despreciativo. Todo me es indiferente. La ira me domina. Practico la crueldad, la grosería y la intolerancia. No recuerdo un día sin que alguna enfermedad me acose y acorrale. Mi futuro será una compilación de fracasos basados en mi incapacidad de “enfrentarme” a la vida y asumirla a plenitud. Creo que cualquier proyecto está condenado al fracaso. Mi existencia es vulgar y me avergüenza. Menosprecio el entusiasmo y el empeño de mis congéneres me resulta tan triste que deseo no pertenecer a esta raza. He desterrado todo sueño o meta. Me acerco a la oscuridad como un reptil a lo viscoso y húmedo. Seducir se me aparece como una antesala de la esclavitud y siento terror al escuchar la palabra “convivencia”. Siquiera imaginar que traigo descendencia a este planeta me provoca un asco irrefrenable ante mi propio ser por el egoísmo mismo del acto. Jamás te he dicho una palabra cariñosa, pues me consume una desconfianza visceral, un miedo al rechazo que me hace cometer las peores insensateces con tal de ser “aceptado” y, sobretodo, la certeza del dolor que –sé- te acarreará mi muerte. Me aterra que me rechaces. ¿Por qué, entonces, me amas?
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El TRATAMIENTO (II)
Estoy iniciando el fundamentalmente en...
"tratamiento",
el
que
consiste
El neurólogo: -Señor, Ramírez, quisiera insistirle en lo que le vengo diciendo: usted debe regularizar su estilo de vida y normalizar sus horas de sueño. - ¿Por qué, doc? - No le hace bien. - Lo sé: por eso vine a verle de nuevo. - ¿Cómo le ha ido con sus dolores de cabeza? - Pésimo. - ¿Ninguna mejoría? - Ninguna. Tras una serie de preguntas de rigor, me extiende una nueva receta. No reconozco los nombres de los medicamentos. - ¿De qué se trata, doctor? ¿Calmantes? ¿Paliativos del dolor? - Necesitamos que usted DUERMA. ¿Me dijo que se dormía a las 4 de la mañana? - Eso, cuando me DERROTA el sueño. Usualmente, a las 5. - Eso es muy malo. En la consulta anterior, creí oírle decir que quería "cambiar el mundo". ¿Cree que lo conseguirá durmiéndose a las 5 AM?
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- No lo sé. Al menos, lo intento. - Eso está mal. Muy mal. Necesitamos que usted duerma. Llevo 20 años en esto, pero su caso me llama la atención. - ¿Por qué, doc? Empieza a sudar en la frente. - Generalmente, mis pacientes me hablan de una imposibilidad de dormir, de insomnio. Pero lo suyo es otra cosa: usted NO QUIERE dormir. Usted se niega a dormir. - ¿Y si amanezco muerto? Me doy cuenta, inmediatamente, de la estupidez que digo: al amanecer MUERTO no me daría cuenta de ello. "Sentí" que el doc., apretaba los dientes. Pero yo había "pagado" su tiempo y DEBÍA escucharme. - Debe intentar reducir sus niveles de angustia. Trate de tomar las cosas con más calma. En cuanto lo vi entrar a mi oficina noté que usted está sufriendo un estrés intenso. ¿En que trabaja....? Le conté mi vida... El doctor miraba al vacío, esperando alpróximo paciente. - Imaginaba una historia así. Comprendí que, disimuladamente, se había fijado detalladamente en mis gestos secundarios: morderme las uñas, apretarme las mandíbulas con las manos, escalofríos, la boca casi babeante, el acercarme casi hasta su cara al hablar, el hermético cruce de piernas y el pie izquierdo moviéndose de manera epiléptica, mi insistencia en mirar cada uno de los puntos de su oficina como si estuviera enjaulado, etc. - Doctor, estoy teniendo pesadillas. Y recurrentemente. El otro día, sentí que me estaban ahorcando y desperté gritando. 59
- ... - Era mi ex pareja. Mientras habló, escribe en su computador. Una intensa curiosidad me embarga: ¿QUÉ está escribiendo? Estuve a punto de sucumbir a una acción arrebatada, parame detrás suyo, y ver que escribía. Pensé que hay que respetar a la gente y sus gustos en Internet. ¿Y si estaba chateando con una cam girl de Las Vegas, la que, evidentemente, tendría atractivos bastante más agradables que mi insípida historia? ¿Iba a juzgarlo por ello? Yo, pecador: ¿arrojaría la primera piedra… ante un colega? - ¿Usted consume drogas? No: otra vez… - Sólo las que me recomiendan los médicos. - ¿Marihuana? - La probé en la Universidad, pero no me gustó. Me imposibilitaba comunicarme. Me sumía en un estado de completa mudez. Experimentaba una completa desintegración de mi Ego cuando fumaba esa yerba de efectos psicodélicos. Si bien no estaba seguro de ello, tenía ciertas intuiciones de que podría provocar algún daño permanente a nivel de la corteza somatosensorial secundaria, pero tampoco tenía plena certeza de ello. Estaba esperando a que me echara a patadas, pero...
(Esta historia continuará).
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TARDE DE DOMINGO Nunca había sido un personaje muy carismático o atractivo para sus congéneres. Es más: su recurrente tendencia a criticarlo todo le había granjeado la incomodidad de sus pares, por no decir, directamente, el odio. No era que le importase gran cosa, incluso, le agradaba, a menudo. Le provocaba un singular placer que sus opiniones “antisistémicas” –por definirlas de algún modo- y su actitud de estar en permanente choque contra las ideas y actitudes establecidas causaran impacto y rechazo. Poco a poco, todo eso le hartó. ¿Qué sentido tenía pelear contra el mundo… si a toda la gente le “gustaba el mundo”? Además, conocía el destino de los que se apartan de los cánones sociales: la soledad, la incomprensión, el fracaso y, en casos extremos, la locura y la muerte. Ese domingo, la sensación de haber encaminado mal su vida le pasó la cuenta al despertar. Ahí estaba: solo, y sin interés en afrontar con valentía que el día valiese la pena y no fuese únicamente una sucesión de hechos. El cuarto hedía a humo rancio de cigarros. Al lado de la cama, vio el cenicero repleto de colillas. En la televisión, dibujos animados. Trató de recordar la tranquilidad y plenitud que sentía de pequeño al ver tal tipo de programas, pero eso había desaparecido de su mente. Ni su hermosa infancia era ya un refugio. Prendió un cigarro y comenzó a hacer zapping. Programas de conversación y debate político, infomerciales, dibujos animados, más dibujos animados e infomerciales, ofertas de autos último modelo y departamentos, cuerpos de hombres y mujeres esculpidos en base al ejercicio y la vida deportiva, comunidades religiosas elevando sus plegarias al Señor, más infomerciales, películas que te llamaban a pensar que el cine se había convertido en basura, más dibujos animados -¿es que acaso el ser humano se había “infantilizado” a manos de la tecnología”?-, un poco de debate político… y más infomerciales.
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Le temblaban las piernas. Sentía algo de nausea. Se dirigió al baño, bebió algo de agua y levantó la cabeza. El espejo no reflejaba nada particular, ni siquiera un ser humano devastado: sus rasgos se conservaban humanos e incluso podía intentar el esbozo de una sonrisa. En varias oportunidades, eso le había sorprendido: la sabiduría adaptativa del cuerpo para darle ánimo a la mente y el espíritu. La entereza humana se mostraba en toda su magnitud… Los problemas y conflictos tendrían que vérselas con un hueso muy duro de roer. Debía resistir. Algún día, las cosas debían cambiar y para bien. Era imposible que sucediera lo contrario, o más bien ilógico. Ya había estado sufriendo por demasiado tiempo. “Todo lo que sube, tiene que bajar, y viceversa. Es el curso natural de las cosas...", se vistió esa tarde de domingo, tratando de pensar en cómo solucionar su vida o, al menos, llegar al lunes.
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URGENCIA Yo Tú Él/Ella Nosotros(as) Vosotros(as) Ellos(as) Medito en que “persona” utilizar para el siguiente escrito. Pienso en mezclarlas -¿por qué no? ¿Qué me lo impide?-, difuminarlas de forma aleatoria en el mismo texto. ¿Cómo sería un escrito que contuviera todas las voces humanas vivas en todos los lugares del mundo en este preciso momento y que se expresarán simultáneamente… pero seleccionadas de manera aleatoria? Sería el mayor concierto de voces jamás escuchado en la Tierra. El relato más fiel de nuestra tan famosa “globalización”. Como no fue posible adoptar una decisión, presentamos a nuestros(as) lectores(as), un relato “clásico”. Se trata de: “Sexualidad de un personaje ordinario” No podía evitar que nuestra vida amorosa -y sexual- fuera lo más parecido a la nada absoluta. Tuve compasión y traté darle ideas de cómo ser “seductor”, pero no quiso oírme. Si desde hacía un tiempo ambas venían en franca decadencia, el lastimoso déficit financiero que permeaba su existencia le hacía hundirse en una constante auto conmiseración en torno a su soltería. “¿Qué saco con pensar en conocer a una chica si no tengo ni para invitarle algo decente?”. Las mujeres quieren a su lado a alguien que conserve su dignidad y no les recuerde a un muerto de hambre. Podrán 63
decirme, una y otra vez, que la buena apariencia, el dinero o el poder no son prioridad para el sexo femenino, pero sé que todo eso sí les interesa y mucho”. Dejaba a ese pobre imbécil torturarse. “Si estoy sólo es porque me lo merezco”, clamaba, con su cara de tristeza. Me daba asco, pero nunca se lo hice saber. En tal estado de desintegración anímica, su libido era un cero a la izquierda. Haciendo honor a su cariz cercano a una fantasmagoría, deambulaba entre la gente sin sentir deseos. Con las entrañas y el corazón revestidos de un hielo casi ártico, las –así las soñaba- “edénicas” promesas de disipación carnal y placer le eran tan tangibles y cercanas como un soleado atardecer en Jamaica. Otra meta le quitaba el sueño: lograr un golpe de suerte que le devolviera la felicidad, un instantáneo despertar de la violenta pesadilla en que transcurrían sus días. Y eso sólo remitía a una circunstancia puntual: cambiar de trabajo. Jugando todas las cartas a su alcance, aún mantenía cierta confianza en que Dios se apiadaría de él. Mientras tanto, debía conservar su escasa energía para tiempos mejores. Como un oso hibernando. Moviéndose lo justo y necesario. Meses y meses de reducida vigila. Existía, claro, otra opción: que toda su lucha le condujera a un fracaso radical. De ser ese el caso, ya estaba barajando una solución, pero prefería no acordarse... porque le embargaba el terror. La carne ardía. Más aún en aquellas noches en las que la frustración le condenaba a largos y dolorosas horas de insomnio. ¡Qué hubiese dado por volver a ser aquel quinceañero embelesado por la vida y la alegría! Pero no había forma de volver atrás. Un sábado, a mediados de marzo, no pudo más. Necesitaba sexo y ya. Sexo puro. Nada de galanteo ni palabras de amor. Sexo. Sexo salvaje. Sexo. El sexo más caliente del mundo… Sexo, sexo, sexo, y más sexo. ¡SEXO!
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"CARA DE SIDA” Estoy afuera del "Hilton", en el metro Universidad de Chile, una de las schoperías más concurridas por los pobres en el centro santiaguino. Fumo un cigarro, en el entretiempo del partido mundialista España v/s Chile. No sé que estoy haciendo aquí. Un amigo me invito a “ver el partido”. Es el año 2014 después de la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Se me acerca un "flaite" (carácter netamente chileno, de raigambre popular y tendiente al deporte masivo del asalto y el robo): - Deme un cigarro-. Es una orden, no una petición. Noto, con gusto, que tiene respeto a mis incipientes canas. Me trata como al caballero que soy. Han aprendido, con los años, estas mierdas a tratar a un adulto respetable, pienso. Le paso un cigarro que acabo de encender. - No. Otro. Deme otro. USTED TIENE CARA DE SIDA. Deme otro, por favor. Saco mi cajetilla. Le entrego dos. - Disculpe. Tengo cuatro amigos. Todos tienen SIDA. Fuman "pasta base" todo el día. Yo no quiero pegarme esa.... No alcanza a terminar: lo veo alejarse. Huye, diríase, entre el gentío. DESAPARECE... Para él, nunca me dirigió la palabra: le doy asco. Alcanzo a entrever, a “escuchar” el fin de su enunciado: "mierda". “Yo no quiero pegarme esa mierda”, dice, antes de largarse. Sigo fumando. Agradezco me haya respetado. Pudo asaltarme. Robarme mi billetera y el teléfono, al menos. Estoy indefenso en la principal calle de Chile. Me veo, además, "débil". Supongo que algo me salva de un ataque violento: mi "cara"… La peor epidemia sanitaria del mundo se ha convertido en una "palabra chicle" y un terror para el mundo de los bajos fondos. Camino, orgulloso, dando terror por el centro de Santiago con mi “cara de Sida”.
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- ¿Hablemos mañana? - No tengo nada que hablar contigo. - ¿Y mañana? - Sobretodo mañana.
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COLAPSO NERVIOSO Mayo
Abro la puerta con extrema dificultad. Dejo caer las cosas, precipitada y abruptamente. Camino, como puedo, a la cama. Toda la debilidad del mundo se concentra en mis piernas. Me desmorono y no alcanzo a intuirlo: lo “siento”. Caigo de bruces. En segundos, me hundo en la noche. Mi cuerpo se convierte en “algo”, una cosa ajena a mi persona, nombre o historia. Dejo de estar en el universo. Es sencillo hablar de un desmayo, pero este es un fenómeno distinto. Yazgo inconsciente y permaneceré así por horas, sin reacción. Mis sentidos están muertos. Es la oscuridad total. La ausencia generalizada de reacción. Vivo un colapso nervioso, producto del estrés. He sobrepasado, en los últimos meses, todas mis capacidades. Sabía que esto tendría un costo… pero no éste. Despierto. Me cuesta volver a la vida. Me pregunto si será la antesala de un infarto. Pero me recupero y muy rápido: tengo un millón de cosas que hacer, chicos. Y me pongo en marcha. Son las 7 de la tarde.
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(IN)SEGURIDAD CIUDADANA EN ESTA OCASIÓN Y POR SU CANAL DE TV FAVORITO: “El asalto se registra en una casa de la comuna de ……….., a eso de las 6 de la tarde. En aquellos momentos, la familia – constituida por un indignado esposo que no cesa de repetir que “si el gobierno no adopta medidas firmes contra la delincuencia no nos queda más que armarnos y tomar la justicia en nuestras manos”, su silenciosa esposa y sus hijos (una niña de 13 años y un menor de ocho)- está reunida en torno a la mesa de té, mirando televisión. Según relata el dueño de casa, el arquitecto ……… …………… ……….., tres antisociales entraron violentamente al inmueble tras volar a balazos la cerradura de la puerta principal y les amenazaron con armas de fuego, agregando que les matarían -“sin pensarlo dos veces”, de acuerdo a sus declaraciones- si no cumplían al pie de la letra sus órdenes. Al parecer y según las primeras presunciones policiales, los delincuentes habrían cometido su facinerosa acción en base a un exhaustivo “plan” sustentado en un minucioso seguimiento diario de la rutina de los miembros familiares, estrategia delictiva que se permitió a los peligrosos hampones exigir inmediatamente al dueño de casa que les llevara a la caja fuerte y les acompañase a extraer el dinero de su interior. “O sino tu familia pagará las consecuencias, me amenazaron”, señalaría el acongojado arquitecto. Una vez concretado el atraco, los avezados antisociales (todos menores de edad, pese a que dos de los cuales “contarían con un amplio prontuario policial”, según señaló a este medio una alta fuente uniformada que prefirió mantenerse en el anonimato) maniataron y amordazaron a la familia, incluyendo a la empleada doméstica que también se encontraba en el lugar. Acto seguido, procedieron a desbaratar la casa de artículos de diverso valor, incluyendo dinero, joyas, pinturas y ropa, incluyendo una suma aún no evaluada que extrajeron de la caja fuerte familia, pero que, según ha trascendido, ascendería a 68
“una suma muy elevada y para nada despreciable”, de acuerdo al relato de la misma fuente ya reseñada. Debido a lo cuantioso del robo -el que ascendería a unos 125 millones de …….., en base a una evaluación investigativa preliminar-, el apesadumbrado profesional expresó ante la prensa y la comunidad su impotencia e indignación ante lo que llamó la “indiferencia de las autoridades para frenar la delincuencia”. Evidentemente afectado, el arquitecto declaró a los medios de comunicación presentes su preocupación respecto a las consecuencias que pudiese tener su denuncia pública del atraco sufrido, además de subrayar que su interés esencial estaba en el resguardo de su núcleo familiar. “A mí, las cosas materiales no me importan y casi todo lo que se llevaron tiene seguro, salvo el dinero, pero me da mucha rabia que mi familia tenga que pasar este terror sin que, al parecer, nadie haga nada. Ahora mi hija está llorando y no hay quien pueda tranquilizarla. Y las autoridades… ¿qué hacen? ¿Es que debe uno ser asesinado a manos de los delincuentes para que hagan su trabajo de una vez por todas? No sólo tengo indignación: siento una furia tremenda…”. Antes de finalizar nuestro informe, debemos señalar que aunque los delincuentes no han podido ser atrapados, la Policía hizo un llamado a la calma a la población, asegurando que dispondrá de todos los dispositivos necesarios para dar con su paradero y entregar a estos peligrosos antisociales –todos menores de edad, como ya se indicó- a la Justicia para su pronto enjuiciamiento. Desde el lugar de los hechos, fueron: …….… ……………. en el relato y …………… ………… en las imágenes”
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¿QUÉ TE PASA, MUCHACHO? Fue una linda entrevista, sin duda. No por mis preguntas, sino que por la devastación de sus protagonistas. Había una intervención “externa” para lograrlo... De otro modo, nadie podría haber conseguido un diálogo de tristeza tan infinita. Tan desvalido, tan miserable. Me pregunto cómo podía mantenerme en pie en aquellos días. Me caía a pedazos, día a día, pero me levantaba lleno de energía porque quería ser periodista. Como Superman. Me estaba muriendo. Era joven, y estaba muy débil entonces. Una inocencia tan tremenda que daba lástima. - ¿Qué te pasa, chico? No eras así antes. Algo te pasa. Te conozco. Frente a mí, el máximo representante de la agrupación nacional de los enfermos terminales de… Hemos conversado por semanas para este reportaje. Yo era todo entusiasmo e interés, un joven lleno de pasión, rebosante de amor por la vida y mi profesión. Pero algo había pasado. Prometeo: era Prometeo. Un águila me estaba devorando. Era el amor, una tierna dulzura adolescente que me carcomía segundo a segundo por su ausencia… Me habían mandado a casa y sin pasaje de regreso. Así, simple. -No eres el periodista con el que hablé hace unas semanas. Cambiaste. No tienes el empuje y la fuerza que me parecieron tan interesantes la primera vez. Parecía que querías devorarme con tus preguntas. Ahora, nada. ¿Qué te pasa? Fumo –hablo de los viejos buenos tiempos en que se podía fumar en los bares de Chile- fumo y fumo. No puedo siquiera hablar… ¡Vaya periodista! Miro el cenicero. Estoy a punto de llorar. -Sé perfectamente lo que te pasa. Una mujer… ¡Ay, mi niño! ¡Eres como un niño de pecho! ¡Crece! ¡Madura! ¿Te engañó una 70
mujer? ¿Con un hombre? ¿Y por eso estás así? ¿Eso es todo lo que te pasa? ¿Estás así por una mujer? - Sí. - ¿Y tú crees que ella te está esperando? Me miraba con una conmiseración tan preocupante que me daba miedo. -Si tú chica te quisiera estaría aquí. - No. NO ESTA AQUÍ. - ¿Crees que te quiere? - No lo sé. ¿Qué es eso “querer”? - No te quiere. Ella no te quiere. Y creo que nadie te quiere. Estás solo como no puedo imaginarlo. Estás muy solo, tienes una tristeza tan intensa en tu corazón que no puedo ni imaginarla. Traté de recomponerme, a pedazos como estaba. -¿Empezamos la entrevista?- Podía disimular, como tantas veces había hecho, pero ahora es diferente. -No te voy a da dar ninguna entrevista mientras no mejores esa cara. Lo doloroso era que podría haber soñado con todas las “visiones” idílicas del periodismo y seguir pensando en que los periodistas éramos “poderosos”, pero no lo éramos. Mi entrevistado me decía directamente: NO quiero su entrevista. ¿Qué podía hacer yo? Pensar que las cosas sucedían de distinta manera. ¿Qué te pasa, chico? ¿Es una mujer? Sí. Lo sabía. Bueno. ¿Y qué pasa con esta mujer? ¿Ya no te ama? No, no es eso. Es más obvio. ¿No quiere nada más contigo? ¿Eso es todo? ¿Te desprecia? ¿Eso es todo? Una mujer te desprecia. ¿Una mujer te 71
desprecia y te pones así? ¿Esa es toda tu defensa ante una mujer que te desprecia? Me das vergüenza, disculpa que te lo diga. ¿Por una mujer te vas a deprimir? ¿Por una mujer? De verdad me das pena. ¿Vamos a la entrevista? Me gano la vida con esto. Lo sé, chico, lo sé. Te daré la entrevista. No te preocupes. Me da pena esto. Disculpa que te lo diga ahora. Tal vez no debería habértelo comentado. Sí, está bien. Tengo lo que sabes y me voy a morir. Pero me da pena que te pongas así. Las parejas PASAN. No te aferres a ninguna mujer u hombre en el mundo. Sabía que mi interlocutor no tenía muchos años de permanencia en este mundo, pero eso no me hacía problema. Debía erradicar toda culpa. Yo iba a hacer periodismo. Era un vampiro y el mi víctima. Él y yo lo sabíamos. No te pongas así por una mujer. Las mujeres VAN Y VIENEN. Y tú no le gustas a las mujeres de acá. No me hace falta ser adivino para saberlo. Ha advertido todo. Mis más mínimas desgracias. Me tiene totalmente agarrado. “No le gustas a las minas de acá”. -Ok. No les gusto. ¿Y qué hago? -Es que estás buscando de una manera esencialmente mal… Y te voy a decir algo más. Lo esencial. Si buscas algo y no lo encuentras… es que NO ESTÁ AHÍ. Y si no está ahí, la respuesta es muy simple: debes buscar en otra parte. Lo que buscas… NO ESTÁ AHÍ. Le miro con desconfianza. Me hierven los ojos. Cada una de mis pupilas se carboniza al devolverle la mirada. Le miro. Hundo mis uñas en la madera de la mesa. Aprieto los dientes hasta que me duelen. Se me cierran los ojos, lleno el corazón de rabia. Lo peor de mí está surgiendo, nuevamente. La fase maníaca. Estoy absolutamente convencido de que una
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enfermedad me está consumiendo. No sabría si llamarla “maniaco depresión”, pero se acerca. ¿Y dónde debería buscar? No dónde estás buscando. Sí quieres buscar y volver con tu chica no la busques acá. Estás perdiendo el tiempo. Ella ya no está acá. Es más: creo que la perdiste, y para toda tu vida. Nunca más volverás a verla. Deberías viajar todo el mundo para volver a verla, pero veo que no lo harás. OLVIDALA. FUE y muy bonito. VIVE LA VIDA. Todo lo demás son sueños, estúpidos sueños. ¿Me aconsejas volver con ella? No. Ya no volverás con ella. Nunca. La perdiste y para siempre. Y ¿qué puedo hacer ahora? ¡Qué puedo hacer ahora! Trata de “vivir la vida”. Sé feliz. Intenta ser feliz. Disfruta los años que te quedan. Cuando veo que hablo con un hombre que sabe que va a morir me aterro. Él sí sabe de la pérdida humana y de cómo todos te van dejando, UNO A UNO. El sí sabe de la soledad y del despreciable “desprecio” humano, tan “humano”, al fin y al cabo. Él y yo lo conocíamos y no nos iban a mostrar ninguna revelación al darnos más... Nos entendíamos. ¿Vamos a la entrevista? ¿Puedes hacerla? ¿Te sientes mejor ahora? No, para nada. Pero debo comer. No me interesa mucho, pero debo hacerlo de vez en cuando. ¿Empezamos? Sí. Cuando tú quieras. Ok. Mi primera pregunta es… ¡No! ¡Vas a empezar y con ese formato de mierda…! ¡Tú sí que estás deprimido, mi niño….!
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UNA BONITA PAREJA
Había una vez…
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ran lo que el mundo acostumbra a llamar “una bonita pareja”. El amor y la mutua comprensión duraron cerca de 10 años, un plazo bastante considerable en nuestros días. Entonces, surgió lo de siempre: la divergencia de intereses, la búsqueda de mejores perspectivas de vida, la intuición de que cada mañana traería mayores recelos y suspicacias, la incomunicación, el germen imparable del aborrecimiento. La cercanía intolerable... Se separaron en los hechos, pero sin incurrir en recursos legales. Se dieron “un tiempo”, como suelen hacer las parejas en estas circunstancias. Él, claro, no pudo soportarlo. Necesitaba aquel calor, comprensión y olvido. Estaba tremendamente ebrio aquel sábado, sintiendo que las visiones de aquella felicidad perdida horadaban cada centímetro de su cuerpo. Era como si el dolor mismo se hubiese concentrado en cada uno de sus miembros. Buscó un cuchillo: ¿por qué llegó tan fácilmente a sus manos? Sonó el teléfono: era su esposa. -¿Cómo estás? ¿Cómo va todo? - Nada del otro mundo. Creo que estoy bien, dentro de lo posible. Tengo problemas como todo el mundo, pero aparte de… - ¿Estás bebiendo? - ¿Crees que lo hago? - Conozco tu voz. 74
- Bien, si lo crees, debe ser verdad. Sí, estoy bebiendo. - Esta noche me juntaré con una amiga. ¿Quieres venir? Tal vez nos haría bien conversar. - Sí, nos haría bien, pero tengo otros planes. Discúlpame. Dejémoslo para otro día. - Ok. Muy bien. ¿Has estado bien entonces? - No he estado tan mal. Debemos ser adultos, creo. Unos segundos de silencio. -Es mejor así. - Así también lo creo. - Cuídate. - Tu también. Cortó. Tomó la botella y encendió un cigarrillo. Cuando no despertó… el cuchillo seguía ahí.
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¿LO ENTIENDES? Le había tomado cariño. Recordaba largas conversaciones por chat, cosas sin importancia, diálogos tontos que no hacían sino que reforzar un cierto entendimiento, una que otra concordancia de modales pseudamente “rebeldes”. Pero, en el fondo, no había más. Como artista, veía en mí a una especie de “hermano de armas”. No andaba perdida, pero mi apuesta era por más radical. Una noche, se hartó: - ¡No me escribas más! ¡No me escribas más! ¡Por favor, te lo pido! - Disculpa ¿qué te pasa? - No quiero que me escribas más. No te soporto. ¡De verdad ya no te soporto! - Ok, ok. - ¡Trabaja, por favor, alguna vez trabaja! ¡Déjate de escribir estupideces! Eres un vago, un triste vago. - Ok. Disculpa: estoy sin trabajo ahora, como puede pasarle a cualquier ser humano, como probablemente le pase a todos alguna vez en la vida. Eso no te da derecho a insultarme. ¿Por qué me dices “vago”? ¿Sabes acaso lo que he hecho en mi vida profesional, conoces mi pasado? - No. Y no me interesa conocerlo. ¡Déjame en paz! ¿Te cuesta tanto entenderlo? Ver cómo este diálogo se desgranaba en la pantalla sin que pudiera detenerlo me provocaba mucha tristeza. Poco a poco, mi antigua indiferencia a la opinión de los otros había ido dejando paso a una profunda vulnerabilidad ante el reiterado cuestionamiento y críticas negativas a mí persona. ¿Era, acaso, un demonio en la Tierra? ¿Me lo merecía? Me tomé unos segundos, respiré profundamente, tragándome la furia y concluí: “No, no es justo. No he hecho nada tan grave para recibir estas palabras”. Avancé en mi reflexión: ¿debó dar 76
crédito y fe a todos con quienes dialogo? Y si es así ¿por qué? ¿La gente es perfecta? ¿O buena? Las personas… ¿son acaso todas buenas? Advertí que me había engañado por años: la gente no era “buena”, ni mucho menos. Trataba de creerlo, sólo para evitar el sufrimiento… y el desprecio. - Ok, te dejo en paz. - Sí, por favor. Y te pido algo, como amiga: ¡TRABAJA! Por favor, búscate un trabajo. Todo lo que piensas y escribes tiene que ver con tu vagancia. Eres un vago, y sabes que es verdad. Lo pensé: -Sí, soy un vago. - Lo que escribes… ¿te da para vivir? Empecé a hartarme. Salió el vampiro que llevaba dentro. -No, no me da para vivir: escribir no me da para vivir. Escribo y ME MUERO DE HAMBRE AL ESCRIBIR. ¿Estás conforme? Hoy comí restos de comida casi podrida que encontré en el refrigerador para no tener que ir a comprar “comida”. No me interesa “comer” ¿lo entiendes? ¡Lo entiendes! ¡Acaso lo entiendes! ¡No he comido en todo el día escribiendo estas estupideces! ¡Para mí… esto es importante! ¡Para nadie lo es, pero para mí sí! Si disfrutas comiendo… yo no lo hago, yo no disfruto eso. Disfruto más tratando de escribir siquiera una línea buena, un concepto, arte… ¡Qué me importa a mí “comer”! ¡”Comer”! ¿Para qué voy a comer si no soy digno de estar en la vida, si no soy capaz de CREAR algo nuevo, algo que nunca se haya visto? Come 30 kilos de carne si quieres, yo seguiré buscando, tratando de encontrar algo que nadie nunca haya dicho y que jamás haya dicho de la manera como intento decirlo. Come, come, come. Come todo lo que quieras. Mi idea es otra. Prefiero quedarme escribiendo, muriéndome de hambre: esa es mi forma de “vivir”. Obviamente, ella ya no estaba ahí. Estaba escribiendo un diálogo unipersonal… Y me costaba cada vez más: debía pulsar 77
las teclas fuertemente, mientras sentía que, de un momento a otro, me dormiría sobre el teclado. Casi no podía distinguir las letras en la pantalla, cuando levantaba, rara vez, la cabeza… Poco a poco, las cosas se pusieron feas. Ella volvió. “¿Y a ti quien te dijo que eras escritor? ¿Quién te dio ese atributo? Ser uno es cosa bien seria. No es sencillamente “escribir”. Cualquiera puede hacerlo” “¿Y a ti quien te dio el rango de puta? Pues serlo: también es muy serio. Al menos ser una de “verdad” “¡Muérete, imbécil! “Muérete tú, perra”. “Si te crees “escritor” sé digno. Escribe cosas profundas y no las mierdas que haces”. “¡Quién te crees tú para venir a juzgarme! ¡Quién te crees! Nadie me ha dado el rango de “escritor”, pues eso no se consigue en la Universidad o donde sea”. “¿O sea, si yo escribo “cosas extrañas” que nadie puede leer, como tú, seré escritora? “Bueno, haz el intento. ¿Por qué no?”. “Te estás burlando”. “Siempre que puedo me burlo de ti”. “Imbécil. Eres un enfermo. Y no ha pasado día en que no piense que eres homosexual. Nunca he creído tus flirteos con mujeres”. “Lo soy. Lo soy: ya es bueno que lo sepas”. “Pobre, pobre estúpido…”. “¿Lo soy? Tu eres mil veces más estúpida que yo”. “No lo creo”. Traté de pensar. Rápidamente. 78
“Arreglemos esto. Por favor, te lo pido. Esta discusión no tiene sentido”. “No, no lo tiene”. “¿Arreglamos el asunto? “Sí. Pero quisiera preguntarte algo”. “¿Qué?” “¿Adónde quieres llegar con tu escritura? “No lo sé. Y dudo que alguna vez pueda hacerme sentir bien y mejor”. “¿Y porque lo haces? ¿Por qué depositas tu fe en la escritura? Es ilógico e irracional”. “Te parecerá muy triste lo que te diré, pero… no sé hacer nada más. Sólo sé “escribir”. En todo lo demás, soy un completo inútil”. “En fin, te entiendo. Yo no puedo ser otra cosa que la que soy. Te entiendo profundamente. Y nos parecemos”. “100%. Sin duda. Mira, esto es como el fútbol. Sabes meter un gol o no”. “¿Y tú sabes hacerlo?” “A veces, creo que sí”. “¿Estás seguro?” “Absolutamente”. “No lo creo”. “Ni yo”. “¿Y crees que vas a llegar a algún lado con “escribir”? “NO”. Pasaron cerca de 10 minutos. Seguí bebiendo. Miré mi habitación de típico departamento de soltero: un basural que 79
daba asco y en el que apenas se podía caminar. El suelo estaba lleno de todo lo imaginable. Ropa sucia –incluyendo prendas interiores- tirada hace días, restos de comida en descomposición, colillas de cigarrillos por todas partes, cajas de vino y botellas bajo la cama, cuchillos y tenedores, los restos de un cenicero roto, libros, por todas partes libros abiertos, indescifrables notas en papel escritas a mano. De pronto: - ¿Sabes qué? No quiero conversar ahora. Y te lo repito: si con lo que escribes no puedes vivir ¿para qué sigues haciéndolo? - No escribo por dinero, ni por estatus. Tengo otras ambiciones… Se enfureció, nuevamente: - Ya: no te soporto. De verdad: NO me escribas más. - Ok: no te voy escribir más. Te lo prometo. Pero déjame decirte algo… “Ya” estaba SÓLO, lo sabía. También que nunca tendría respuesta: -Nunca me ha interesado el dinero. El dinero es, como dijo Bogart, “una buena manera para mandar a la mierda a un hijo de puta” Estoy buscando otra cosa y es la inmortalidad. Mi anhelo es escribir textos que me aseguren la eternidad. No “pasar a la historia”, que eso es muy fácil, si no que escribir una línea –siquiera una sola- que resuene 50 años después de mi partida. No sé si lo entiendes. De hecho, no sé si alguien puede entenderlo. Hablo de la ETERNIDAD. Mi búsqueda es la eternidad. Cuando esté muerto, quiero que un libro diga al mundo que estuve aquí. Textos que digan que ESTUVE VIVO. Me daba perfectamente cuenta de que ella se había desconectado del chat, pero “algo” me impulsaba: una suerte de “demonio interior”. Nada me detenía: debía contar A TODOS mi “verdad”. Pobre chica, de verdad la compadecía. Era buena y no merecía este trato de mi parte. Ni de nadie. 80
- En cambio, cuando tú mueras nadie sabrá que exististe... ¡Y tú te crees importante porque tienes un departamento y un auto! Ahora eres bella y fuerte y sana, pero en 20 años más los dolores físicos te harán pedazos. Los malestares te devastarán. Pedirás a Dios clemencia, para soportar tanta degradación. Tome un largo trago de ron. - Y me hablas de si lo que escribo me “sirve” para vivir. Según tus conceptos, no me sirve. Pero yo escribo para no sentir que estoy “muerto”: así de simple. Así es hoy: probablemente algún día, algún día, “madure” y deje de creer en la escritura. Me avergonzaré de mis escritos, pero hoy muestran como soy, y cómo es mi “espíritu” en estos días. Apreté Enter. Esperé unos 15 minutos su respuesta. No llegó. Como no quería “amigas así”, fui a su perfil de Facebook y la eliminé. En segundos. Ha pasado más de un año. Nunca recibí comentario suyo, ni una pregunta respecto a mi decisión. Creo que concluyó que estaba loco y era mejor alejarse de mí. Bueno, no es la primera mujer que lo piensa, y, probablemente… no será la última.
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Quisiera que mi boca, expresara voces llenas de amor brillo eterno y dulzura, del tipo: ”Sé feliz y harás FELICES A LOS DEMÁS”. Generar dicha universal. Pero no me es posible. No va conmigo. Soy, lo lamento, oscuro, tétrico, retorcido. Nada puro, limpio o jovial hondea en mi cabeza. La podredumbre de mis dientes es un reflejo de mi mente.
Para neutralizarme: asesinato o manicomio. Ambas, alternativas inviables.
Pienso en cómo revelar la BELLEZA del mundo pero con sólo 40 años he perdido la capacidad de hablar. Pensamientos vagos y traducciones imprecisas difuminan la bondad como cristales de aire en una tormenta tropical.
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Estoy absolutamente podrido como hombre, presente y proyecto. ¡Dios! ¡Ayúdame! ¡Sálvame de semejante condena!
Lo siento, amigos. No soy profeta: El hoy lo veo gris, opaco. Que otros escriban la esperanza que pueden “crear”. Historias maravillosas de sueño y fantasía.
No puedo hablar “en sencillo” pues no soy un “hombre sencillo”. Benditos los simples de Espíritu que de ellos será la Felicidad en la Tierra. … Y el título honorífico de autores “best seller”. Para mí: la noche, el encierro mental y el desconocimiento absoluto de mis contemporáneos.
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Estás teniendo alucinaciones. ¿No puedes minimizarlas? ¿Controlarlas? ¿Te es imposible superar lo que te está pasando? Creo que sí. Depende de tu voluntad. Mata a tus fantasmas. Elimina tus miedos. Pero hazlo AHORA, ahora mismo. No podrás vivir si tienes esto en tu interior. Sencillamente, NO PODRÁS VIVIR.
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“EL TRATAMIENTO III” (FIN Y CONCLUSIONES VARIAS) - ¿Cocaína? - No. - ¿Se ha hecho recientemente el examen del VIH? - Sí. Lo hice por decisión propia. El resultado fue negativo, pero tenía miedo. - ¿Por qué? - Yo sabía que no tenía SIDA, pero tengo tan, pero tan mala suerte que esperaba me entregaran un examen con resultado positivo. Cuando hubiese regalado todas mis cosas y estar a punto del suicidio, me dirían: "Disculpe, señor, ha habido un error en el resultado de su examen. Es negativo". Errores inexcusables, disculpas insostenibles, evasiones de responsabilidad, echarle la culpa al otro... Algo muy chileno, doctor. - Creo que usted se alimenta mal. - No le doy mucha importancia a eso. Tengo cosas más importantes en las que preocuparme. - ¿Cuáles? - No lo tengo muy claro, pero “comer” no es para mí una prioridad. Ni siquiera encuentro satisfacción al hacerlo. No me interesan los sabores. Suspiró. Profundamente. Juntó sus manos casi en un acto de plegaria, aunque para mí era la actitud típica de un profesional sanitario ante un caso clínico no del todo comprensible.
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- Le he estado mirando. Estoy casi seguro de que usted no presenta daño cerebral. Dudo que lo tenga. Usted consultó por "agudos dolores de cabeza". Creo que se trata de una jaqueca recurrente de tipo tensional. Como le dije, usted debe cambiar sus hábitos de vida y, sobretodo, modificar su concepción ante el entorno. Es preciso que enfrente las cosas con mayor positividad. - ¿Lo cree posible? - Veo una negatividad profundamente arraigada en usted, pero la respuesta es afirmativa. Trataba de comprender lo que sucedía, pero me resultaba difícil. "Tratar de mirar las cosas con mayor positividad". No sé: algo se rebelaba en mi interior. - Doctor, me duele la cabeza. Y se lo estoy pidiendo de verdad: ayúdeme. No soporto más tanto dolor. Le estoy hablando de un dolor intolerable y le estoy pidiendo ayuda URGENTE. Tengo un verdadero miedo, un miedo recóndito, oscuro de que si no consigo eliminar este dolor, si no consigo acabar con toda esta situación, tengo un terror metido en las venas de que voy a suicidarme. - Debe calmarse. Ante todo, debe calmarse. Quería insistirle de que no se trataba de que me calmara o no... si no que de un DOLOR FÍSICO en la parte posterior de la nuca, pero me enterré la uña del pulgar izquierdo en la palma de la mano y callé. Me juzgaría "histérico". La "histeria": aquel viejo mal decretado a todos aquellos que no podían controlar sus sentimientos a niveles socialmente aceptables. Pensaba en ello, cuando le veo escribiendo una receta. Sabía lo que vendría: me "tranquilizaría" con calmante, tratando de anular al monstruo que estaba en mi interior mediante la farmacología. Aquellas drogas molerían todavía más mi cerebro.
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Guardé silencio. Si había consultado a un neurólogo era para conseguir un "tratamiento", medicamentos que "atacaran" mis males. (“Doctor, si quiere dígame enfermo, loco, maníaco peligroso... pero firme esa bendita receta. Necesito esos químicos, urgentemente, pues tal vez sea mi única opción de controlar esto…”). - Usted va a comprar estos medicamentos y los tomará de acuerdo a mis indicaciones. ¿De acuerdo? - Sí, doctor. - Le dejaré unas muestras médicas mientras lo hace. - Sí, doctor. - ¿Puede comprarlas? - Ojalá existan algunas versiones baratas. Estoy sin trabajo. Guardó silencio. Lo vi alejarse mientras se acercaba a su despensa. Estuve a punto de acercarme, dejarlo inconsciente y robárselas... Me inundó el horror: ¿por qué había pensado eso? ¿Qué me sucedía? Dejó dos cajas sobre la mesa. Según me explicó, una era de ansiolíticos; la otra… - Quiero que usted duerma. Para eso, debe tomar una de estas pastillas a las 8 o más tardar 9 de la noche para que a las 12duerma. Usted debe dormir: es absolutamente necesario. El doctor -casi de manera impersonal- me entrega la receta: - Tome esto según las indicaciones. Su expresión de hartazgo es IMPRESIONANTE. No me atrevo siquiera a jugar una broma como despedida. Entreveo lo que debo hacer: buscar la puerta, salir y decir: "Gracias, doctor". 87
Llego a la puerta. Me tiemblan las piernas. Estoy a punto de desmayarme. ¿Así terminará esto, tan mal? ¿No puedo pronunciar ninguna frase FELIZ que arreglé la tensión? Tras cerrar la puerta, la reabro: -Doctor ¿cuándo lo vuelvo a ver? Por poco le explota el cerebro. -Disculpe: pediré hora.
Final alternativo: Originalmente, esta historia tenía un desenlace muy distinto, pero se fue desarrollando según su cadencia propia. La conclusión comprendía la internación del protagonista en una institución psiquiátrica. Pero llevar las cosas a tal extremo podía restar validación al texto, el que, creo, goza de ciertos atisbos de realidad: con ciertas exageraciones, es posible la ocurrencia de un diálogo entre un psiquiatra y su paciente, tal como fue descrito. Lo interesante, a mi juicio, son las respuestas y el carácter contenidamente psicótico de este último. Este era el fin: El paciente sigue desconfiando del neurólogo, y le inunda un total descreimiento de su función. Tiene una rotunda falta de fe respecto a que una institución universitaria pueda entregar mediante un "diploma" la facultad de determinar y dar tratamiento a los males psiquiátricos de otro. ¿Qué o quién garantiza que lleven una vida equilibrada y apta para enfrentarse a daños tan graves como los que pueden afectar a un cerebro humano? - Esto no está resultando- digo. - ¿Qué? 88
- Desconfío de manera absoluta y categórica en ti. - ¿Porqué? - ¿Quién eres tú para juzgar lo que pasa en mi cerebro? - Tengo estudios. - Tus estudios para mí no valen nada. Soy periodista ¿por eso, grabo nuestra conversación? - Lo estás haciendo. Precisamente en este momento. - ¿Ah, sí? - Sí, en tu memoria. Escribirás un cuento con esto. - ¿Tan importante te crees? - Seré el ser más importante del planeta mientras digites tu relato. - No das para tanto, pobre doctor. - Insúltame.... Eso no disminuirá ni un ápice mi verdad. No existes tú ni tu bendito cuento si desaparezco. Querrías matarme para adueñarte de mis drogas… En qué triste ser te has convertido. - Tus interpretaciones me son indiferentes. Eres tan ilusorio como yo. Tú, gran neurólogo, no eres nada sin mí. Pero quiero hacerte una pregunta, antes de que uno de los dos elimine al otro... - Dime. - ¿Crees que tengo un comportamiento anómalo? - Es muy difícil decirlo. Con mis años de profesión, no puedo determinarlo. Pero me pareces extraño. No puedo entenderte. Eres absolutamente antisocial. No "odias" a la sociedad, algo 89
que sería muy fácil. No he notado rasgos de agresividad en ese sentido. Tampoco la gente te es indiferente, pues el dolor ajeno te destroza el corazón. Te has resguardado bajo una coraza, una impenetrable coraza que te mantiene inmune. Eres muy cobarde…Pero, no eres “anti” social. Es casi... No puedo interpretarlo bien... Es como si quisieras ANULAR EL MUNDO. Negar su misma existencia. Convertir al mundo en nada. - Doctor: máteme. Por favor se lo pido. Si no puede hacerlo, consiga que me recluyan en un manicomio. No puedo vivir más entre los hombres. No puedo... Supongo que me inyectó la droga suficiente y supo cómo deshacerse de mi cuerpo. El hecho - indiscutible, a estas alturas- es que estoy muerto.
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En los bordes de las líneas del Metro de Santiago puede leerse “No bajar. Alta Tensión”. Es exactamente… Se trata, precisamente, de…
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"ESO" “Esta enumeración sólo tiene valor de ejemplo” (Michel Foucault)
Estoy harto de cada circunstancia Y estoy harto de que todo sea circunstancia Estoy harto de respirar Estoy harto de caminar Estoy harto de comer Estoy harto de defecar Estoy harto de dormir Estoy harto de orinar Estoy harto de reír Estoy harto de llorar Estoy harto de ver Estoy harto de oír Estoy harto de degustar Estoy harto de oler Estoy harto de tocar Estoy harto de leer Estoy harto de escribir Estoy harto del amor Estoy harto del odio Estoy harto de la luz 92
Estoy harto de la oscuridad Estoy harto del cuerpo Estoy harto del espĂritu Estoy harto de temer Estoy harto del intelecto Estoy harto de los sentimientos Estoy harto del placer Estoy harto del dolor Estoy harto del nacimiento Estoy harto de la juventud Estoy harto de la vejez Estoy harto de la medicina Estoy harto de la salud Estoy harto de la enfermedad Estoy harto de lo insignificante Estoy harto de lo significante Estoy harto del dĂa Estoy harto de la noche Estoy harto de los animales Estoy harto de las plantas Estoy harto de los minerales Estoy harto del fuego Estoy harto del aire Estoy harto del agua Estoy harto de la amistad 93
Estoy harto de la enemistad Estoy harto del orden Estoy harto del caos Estoy harto de la irrealidad Estoy harto de la realidad Estoy harto de todo Estoy harto de nada Estoy harto de la aprobación Estoy harto de la reprobación Estoy harto de lo posible Estoy harto de la sabiduría Estoy harto de lo físico Estoy harto de lo metafísico Estoy harto de la estupidez Estoy harto de lo imposible Estoy harto de la inteligencia Estoy harto de la esclavitud Estoy harto de la libertad Estoy harto de la ignorancia Estoy harto de la inmoralidad Estoy harto de la moralidad Estoy harto de la verdad Estoy harto de la mentira Estoy harto de la justicia Estoy harto de la injusticia 94
Estoy harto de la infelicidad Estoy harto de la felicidad Estoy harto de la armonía Estoy harto de la inarmonía Estoy harto de la cordura Estoy harto de la locura Estoy harto de la quietud Estoy harto del movimiento Estoy harto de palabras. Estoy harto de números Estoy harto del ruido Estoy harto del silencio Estoy harto de esto Estoy harto de la legalidad Estoy harto de la ilegalidad Estoy harto de la paz Estoy harto de la violencia Estoy harto del monólogo Estoy harto de la conversación Estoy harto de la desnudez Estoy harto de la vestimenta Estoy harto del anonimato Estoy harto de la fama Estoy harto de ideologías Estoy harto de la prostitución 95
Estoy harto de la castidad Estoy harto del nombre Estoy harto del apellido Estoy harto del cigarrillo Estoy harto del alcohol Estoy harto de la droga Estoy harto del sexo Estoy harto de la Belleza Estoy harto de las fiestas Estoy harto del dinero Estoy harto de eso Estoy harto de la televisión Estoy harto de la Música Estoy harto de la Literatura Estoy harto del Arte Estoy harto de Universidades Estoy harto del Periodismo Estoy harto. Estoy harto del Pasado Estoy harto del Presente Estoy harto del Futuro Estoy harto del Tiempo Estoy harto del Idioma Estoy harto de la Historia Estoy harto del Génesis 96
Estoy harto del Apocalipsis Estoy harto de la Eternidad Estoy harto del Cielo Estoy harto del Infierno Estoy harto de los Dioses Estoy harto de la muerte de los Dioses Estoy harto de la Máquina Estoy harto de la Mujer Estoy harto del Hombre Estoy harto del Siglo XX Estoy harto del Siglo XXI Estoy harto de todos los siglos Estoy harto de la Comedia Estoy harto de la Tragedia Estoy harto de aquello Estoy harto de la Política Estoy harto de la Filosofía Estoy harto del Deporte Estoy harto de la Ecología Estoy harto de la Globalización Estoy harto de la Posmodernidad Estoy harto de la Modernidad Estoy harto del Desarrollo Estoy harto del Subdesarrollo Estoy harto del Yo 97
Estoy harto del Tú Estoy harto del Él Estoy harto del Ella Estoy harto del Nosotros Estoy harto del Vosotros Estoy harto del Ustedes Estoy harto del Ellos Estoy harto del Ellas Estoy harto de los extraterrestres Estoy harto de los terrestres Estoy harto de la familia Estoy harto del hogar Estoy harto de la pareja Estoy harto del matrimonio Estoy harto del divorcio Estoy harto de este sentimiento Estoy harto de la paternidad Estoy harto de la maternidad Estoy harto del aborto Estoy harto de la desnutrición Estoy harto de la bulimia Estoy harto de interpretaciones Estoy harto del sol Estoy harto de la luna Estoy harto del Otoño 98
Estoy harto del Invierno Estoy harto de la Primavera Estoy harto del Verano Estoy harto del Bien Estoy harto del Mal Estoy harto de la Ciudad Estoy harto del Campo Estoy harto de la Calle Estoy harto de Santiago Estoy harto de Chile Estoy harto de los continentes Estoy harto del mundo Estoy harto del Universo Estoy harto de todo lo que pueda estar más allá. Estoy harto de esta enumeración. Estoy harto de nada Estoy harto de todo Estoy harto de ti Estoy harto de mí
Estoy harto de que todo sea circunstancia y estoy harto de cada circunstancia
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Y sin embargo.... vivir
Estoy harto, sin embargo
... también de “eso”
100
E
l videocolonóscopo EXERA Olympus CF-160-I fue introducido en el tramo final del intestino delgado. El intestino delgado no está deformado, pliegues pequeños, perístole activa, membrana mucosa rosada, aterciopelada. El intestino grueso no está deformado, pliegues expresadas, tono elevado, mas en la parte izquierda, perístole sin cambios. Membrana mucosa del ciego, colón ascendente, transverso. Biopsia del foco de inflamación n°2. El recto: en la ampolla se encuentran hemorroides internas sin signos de inflamación. Fragmentos de la membrana mucosa del intestino grueso con criptas intestinales moderadamente aplanadas, edema desigual y plétora de la lámina propia, donde se distingue esclerosis reticulada y desigualmente expresada, infiltración difusa linfoplasmocitaria mezclada con una cantidad pequeña de macrófagos. Cantidad de células caliciformes sin cambios. En el material investigado no se encontraron índices morfológicos de displasia del epitelio, ni enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa. Descripción macro: pedazo de tejido de color gris de diámetro de 0.2 centímetros. Descripción micro: gastritis crónica cambios degenerativos de las glándulas.
superficial
con
Diagnóstico clínico: gastroduodenitis erosiva.
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Ojear las pรกginas de un libro carbonizado
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LAS INSOSPECHADAS VOCES DE LA LOCURA A menudo, los locos son descritos como gente que “escucha voces”. Siguiendo estos términos tan simples, estoy acercándome a la locura. Un concierto de palabras me acecha. No sé de donde provienen y el esfuerzo titánico que implica averiguarlo es una pérdida de tiempo. Dejo, poco a poco, que me invadan. Me consumen, como un “cáncer”. Si pudiera procesar lo que dicen, pero no: se abalanzan como un tumulto, se atragantan, se superponen, se agreden… todo para hacerme la vida invivible. No alcanzo a comprender porque me hablan en idiomas que desconozco y, a veces, no puedo relacionar con lenguas existentes. Chirridos, son, incomprensibles ruidos que horadan mi cerebro. No falta la ocasión en que me auto compadezco, tratando de verme como aquel hombre que se quitó la vida al no resistir el horror de que una hormiga fuera avanzando al interior de su oído, carcomiéndole segundo a segundo. Su violencia no me da respiro. Me ataca incluso cuando debería “dormir”, palabra cuyo significado me es ya absolutamente indiferente. No me son raros algunos amaneceres en los que no puedo reconocer quién soy. Veo mi devastación y no puedo sino que atribuirla a que algo se complace en despedazarme. No culpo a nadie. Si soy receptáculo de este martirio, es porque lo merezco. Quedaré reducido a la nada, pero las voces me sobrevivirán, merodeando por el mundo, pues mi muerte no vendrá bendecida por el silencio. Si como cualquier manual de Psiquiatría Clínica describe que los esquizofrénicos “escuchan voces”, por fuerza he de serlo. Me costó reconocerlo, pero ahora siento paz y tranquilidad. No me queda más que asumir mi destino. Pero ¿qué digo? Me lo busqué. Esperé por décadas... Debería darle gracias a Dios por consagrar el resto de mis días a esta enfermedad. Me dicen: “sé 103
feliz”, pero advierto mi caminar lento, el desencajamiento progresivo de mis miembros y sé que no es posible. Estoy sólo, pero ¿qué me importa? En efecto ¿qué puede importarme cualquier cosa si soy –ante mí y ante el mundo- un esquizofrénico?
Me veo en un manicomio. Tarde o temprano. Encerrado. Arrancándome los cabellos. Gritando hasta sentir que mis entrañas se desintegran a pedazos. Me he convertido en un rehén y hago lo que se me ordena. Estoy frente a los psiquiatras, ellos con sus típicas fórmulas y lo mejor de lo mejor de sus estudios superiores en dolencias del espíritu y el cerebro, “mí” cerebro, en este caso. Les detesto profundamente. “Lo de usted es contradictorio”. “Hay ciertas cosas que no me calzan entre sus palabras, su historia y su actitud”. “No entiendo adónde pretende llegar”. “No me impresiona: es un caso, como tantos otros”. Me gusta ser reducido a un “caso”, pero también quisiera que supieran cuánto me ha costado volverme loco y lo intolerable que me resulta escuchar sus palabras. Dictámenes aborrecibles de personas aborrecibles. ¿Cómo podrían acercarse a mi malestar y cansancio? (Sueño, sin dudas. Estoy viendo el futuro). Guardo silencio. Inspecciono, analizo sus palabras. Les miro exhaustivamente. Estudio su discurso. Observo sus gestos. Quieren ocultarme algo, pero descifro hasta el cabello que, inopinadamente, cae sobre sus delantales. La vejez les va incomodando y al verse débiles su estrategia es juzgar a los demás. Aprieto los dientes. La asociación es inmediata, De pronto, recuerdo que Sigmund Freud recibió dinero, “aportes para su investigación” para difundir las bondades de la cocaína, de la que terminó siendo adicto. Si uno de los tres “maestros de la duda” cayó… ¿qué confianza he de tener en estos señores? 104
(Siento espasmos. No puedo dejar de pensar en mi soledad y abandono. Me toco el corazón: sus movimientos no son regulares. Aquí hay otra cosa. Una contracción del palpitar. Tal vez llegó mi turno. Experimento el terror). Soy observado, seriamente. No puedo sino que dedicar contemplar como extremada tristeza a mis perseguidores. De manera imprevista, siento congoja: es como si miles de enfermos mentales se concentraran en mis ojos. En cierto momento, les escucho decir: “es periodista”. Es cierto: muchos años atrás me interesaba el devenir del mundo. ¿Por qué me transformé en el ser despreciable que soy? Si la raza humana se extingue, ello me es indiferente. ¿Acaso la gente se preocupa de mi ausencia de esperanzas? Soy un esquizofrénico y me espera un destino tan tremendo que no puedo sino que anhelarlo para poner un broche de oro a mis días, siempre llenos, repletos de mentiras. Es obvio: buscan huellas en escritos “míos”. Por más que intento acomodarme a su raciocinio, no puedo: ¿por qué buscan quien soy en quién fui? Les veo, en grupo, debatiendo sus “indagaciones” en “mis” textos. Buscan “asociaciones”... intentan descubrir mi depravación en las palabras de un texto. Quiero hablar. De verdad quiero hacerlo. Pero no puedo pronunciar palabras, solo sonidos guturales. En mi silla, veo a los doctores sonreír. Siento nauseas. Deben ser las drogas. Es un alivio cuando traen la silla de ruedas y me devuelven a la habitación.
No me gusta el mundo. O, al menos, como “está” el mundo. Deseo la felicidad como los cristianos entrevén el Paraíso. He conocido a miles de personas y siento envidia por su “alegría”, sin embargo, dejo a otros los placeres del instante. Estoy aquejado por un DISPLACER TOTAL. Esa es la palabra: DISPLACER. Podría justificarlo por un “desorden químico” 105
cerebral, pero sé que esa es una falacia que inventó la industria psiquiátrica para vender más medicamentos. La solución directa es el suicidio. He elegido una tercera opción. Tal vez sea extraño decirlo, pero fui feliz, tremendamente feliz. La felicidad es el amor. Si pudiera amar nuevamente, cambiaría; sin embargo, fui decretado esquizofrénico y condenado a la soledad: los enfermos mentales somos tan despreciables –esa es la palabra- como los inválidos. Somos totalmente desdeñables en un mundo exitista. El desgarrado sufrimiento de los inválidos por tratar de insertarse en el mundo es tan inútil como el de un esquizofrénico. Somos los exiliados de por vida. El AMOR es la única matriz de la felicidad. No es el dinero, el poder o el éxito. Amé y fui amado. Sincera y profundamente, me entregué y di amor. No me arrepiento. Fueron los mejores días de mi vida y ello, a mi juicio, habla bien de la vida. Fui feliz. Conocí la mirada cómplice de una compañera. Usufructué hasta el hastío de la plenitud de una mujer. Llegué al extremo y recibí el amor como un desgarro de plenitud. Eso, cuando fui joven y sentía sangre en mi interior. Pero, ahora, estoy viejo y mentalmente enfermo. Me gusta mirar por la ventana. Me encanta ver a la gente, pero no quiero su libertad. Estoy cómodo aquí. A veces, jugamos ajedrez. Veo como tiemblan mis manos, pero también constato que las de mis contrincantes no están en “su lugar”. Una vez fui a la enfermería a pedir morfina, pero me miraron de un modo tan amenazante que nunca volví a pedirla. De todas formas, intento auto conservarme y trato de comer, pero me siento cada vez más desvalido. Nos gusta salir al patio. Nos gusta el sol. Su luz. El calor es vida. El calor es la vida. Nos gusta quedarnos ahí, sintiendo el calor y la luz. 106
Al poco rato, llegan los guardias y nos arrastran.No puedo hacer nada: soy un cuerpo, y me llevan a mi cama. Quiero odiarles, pero no sé cómo. Pienso en el frío del patio y lo vulnerable que estaré si me quedo a dormir ahí. Siento a las babosas del invierno acercarse a mi cuerpo. Siento su hambre, su ansía. Todas, acercándose a mi cuerpo. Da lo mismo en que te hayas convertido y en quien tan exitoso te creas. Siempre te seguirán los gusanos. Los gusanos serán tu condena. Y te seguirán por muchas cosas “interesantes” que hagas. Siempre Los gusanos serán tus mujeres: y te van a devorar, igual que ellas. En todo caso, a estas alturas, quisiera ser sincero: no le costó mucho a los psiquiatras que terminara amando esta cárcel. Poco a poco, el sueño se volvió real, terroríficamente real… “Ya no puedes vivir con los hombres”, me dice una voz. “El Infierno está afuera”. “Las calles… son el infierno”. “Tu vida acabó”. "Abandona la lucha".
Y así, siguen y siguen…
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QUEIROZ: EL ENIGMA DE UN ESCRITOR ANTISOCIAL Y SUICIDA A: A.C. (con mucho cariño … y admiración)
“S
i alguien le conoció durante muchos años… y le soportó fui yo. Creo tengo cosas que contarte”, dice Antonio Cáceres por el
teléfono.
Nos recibe en su departamento. Tiene “tiempo para hablar”, nos cuenta. Hay una amplia sonrisa en su rostro: parece como si hubiese esperado toda su vida para referir el fenómeno que vivió. Mientras transcurre este diálogo no deja de tener en sus manos una guitarra: no interpreta nada, salvo unas notas. No hay un solo momento en que no deje de sonreír. Hasta podría intuirse cierta demencia. Le da lo mismo: todo parece darle lo mismo, pues no se inmuta por nada. Ni siquiera se percata de la agonía del fotógrafo que esperaría algún gesto más “espectacular” de su parte. Hoy, por primera vez, Cáceres nos da luces de la creación del escritor Fabio Queiroz en los años de “Olvídame”, uno de los textos más extraños escritos en el país, según diversos críticos nacionales, y del cual se cumplen 30 años de su publicación. Su autor, como se recordará, fue encontrado muerto a eso de las 7 de la mañana de un día de junio de 2021 en las afueras del edificio que habitaba en el centro de Santiago, su “centro de operaciones”, como una vez lo definió en el mismo libro que motiva esta entrevista estaba en un piso 22. El estado del cuerpo era lamentable. A falta de pruebas que indicasen lo contrario, el caso fue rotulado como “suicidio”, y así se mantiene hasta el día de hoy, pues no se ha solicitado una reapertura del caso. 108
A la hora de su fallecimiento, el autor tenía 42 años y muchos pronosticaban que se convertiría en el nuevo “enfant terrible” de las letras chilenas. ¿Cómo recuerda a Queiroz? Ante todo, como un gran amigo. Le extraño y mucho. Fue una época linda cuando salíamos y nos quedábamos conversando hasta altas horas de la madrugada. Extraño eso. ¿Él pensaba lo mismo? Probablemente, no. Eso es no entender lo que fue. Daba la impresión de estar “de pasada”. Intentaba no aferrarse a nada. Tenía una completa incapacidad para hacerlo, imagino que por ciertas razones de su infancia y juventud que no voy a comentar. No era infrecuente que terminara sus historias justificándose con un “era un chiste. Sólo eso”, y te miraba con cara de perro callejero que no ha comido en tres días. Nunca pedía que le tomaran en serio. Nunca, en los más de 20 años en que le traté, lo pidió. Otra de sus muletillas era “olvídalo. Olvida lo que te dije. Ya no lo recuerdo”. ¿Cómo se enfrentaba a eso? Con mucha paciencia. Había que tenerle una paciencia infinita, tremenda, no para entenderlo, sino que para escucharlo. Hubo veces en las que me arrepentí de juntarme con él y concluí que hacerlo había sido una pérdida de tiempo, pero tenías que ver esa cara de tristeza para entender de qué te hablo. Te juntabas con él por compasión. Era, literalmente, la cara de alguien –ángel o demonioarrojado a la tierra. Nunca entendió lo que le sucedió. Todo pasaba por su cuerpo como una desgracia, una condena. Ya fuera le mordieran perros de la calle o le golpearan delincuentes: no se percataba de nada… Le gustaba la vida, pero al momento de enfrentarle… no estaba aquí. Se iba… Por mi parte, no fui un cable a tierra, pero sé que muchas veces en que junté con él se sentía tan sólo que agradecía profundamente mi gesto. Yo, le escuchaba…
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Un hombre poco “serio” ¿Se aburría usted? A menudo, es que él no hablaba, monologaba. Siempre me preguntaba por mi familia y mis hijos, pero eran lapsos muy, muy breves. ¿Le interesaba? Lo dudo, o tal vez, sólo como algo “transitorio”. Nunca podías saber “qué” había en su cabeza: esa es la mejor manera de definirlo. ¿Bebían al reunirse? Siempre. Bueno, casi la mayor de las veces. Y bastaba que mi amigo se tomara dos tragos de algo para que se perdiera. Se perdía, y mucho. Se iba a otro lugar, un espacio que no puedo describir, pues nunca me lo definió. Sólo había que ver esa mirada perdida para saberlo. Podía responderte, pero no “estaba aquí”. ¿Qué hacía entonces? ¿Qué iba a hacer? Escucharle. Nada más. No puedes ni imaginarte como era cuando se enfurecía. Era uno de aquellos seres a los que “todo” da lo mismo, por lo que la reacción de los demás le era indiferente… Supe de varias veces en las que llegó herido a casa en medio de esas borracheras demenciales que a veces se pegaba. Heridas que le duraban meses. Me llamaba por teléfono y decía: “tengo una tremenda costra en la frente. Y me duele la cabeza”. Al final, no me sorprendía. “¿Qué paso ahora?”. “No sé, Creo que me pegaron”. “¿Quién?” “No sé”. “¿No te acuerdas?”. “No. Sólo hoy, al verme al espejo lo he advertido”. ¿Qué podías hacer ante eso? ¿Y ante un ser, físicamente, tan débil? Pero estaba tan lleno de rabia que te sorprendía. Hubo momentos en que pensé me iba a arrancar los ojos con los dientes. Tenías que haber visto sus dientes… Su hambre… A veces, se rasguñaba la cara… Había una serie de indicios altamente neuróticos en su actitud. La mejor manera de desarmarlo era no dar la más mínima importancia a sus palabras. Como tenía tal susceptibilidad para el sufrimiento, despreciarlo era la mejor manera para contrarrestarlo. Él, lo agradecía. Se reía y ya. No había nada que detestara tanto como la gente que le tomaba “en serio”, como solía decir, con ese gesto de desprecio que le era tan propio. Si algo despreciaba era la “seriedad” como algo 110
institucional… Yo, por lo general, le escuchaba, pero frecuentemente discutía sus dichos. Poseído por la noche No es difícil imaginar las jornadas que pasaron juntos. Queiroz, enfebrecido por el alcohol y la angustia, hablando y hablando, preso de una locura creativa que no podía detener; Cáceres, mirándolo, sonriendo… Todo el tiempo sonriendo. ¿Cómo, seres tan diferentes, pudieron entenderse y tener una relación tan estrecha? ¿Refería ideas extrañas en sus conversaciones? A menudo, sus asociaciones no tenían raigambre en la vida diaria. Hablaba, por decirlo de algún modo, como un “intelectual” y pensaba con ideas, no hechos. Tenía en mente espacios paralelos, alejados del presente. Era pasado o futuro, nunca un hoy. Recuerdo una vez en que me junte a las 6 de la tarde con él. No era sólo que estuviera borracho, que eso ya lo había visto. Fue “verlo” caminar ebrio lo que me aclaró todo: mi amigo no tenía los pies en la tierra. Así de simple. Caminaba sobre algodón, fuera de todo dolor… ¿Drogas? No. No eran las drogas. Era otra cosa. Sé que no consumía alucinógenos ni estimulantes, lo que tampoco quita que tuviera una verdadera “farmacia” en su departamento. Paracetamol, antibióticos, antiinflamatorios, ansiolíticos, depresores, antidepresores, relajantes musculares, vitaminas, analgésicos, antiepilépticos, antiácidos: se los tomaba como pastillas de menta. Una vez, ante mi más completa estupefacción, le vi tragarse unas 20 pastillas de los más diversos colores con un vaso de gaseosa. ¡Apenas se las pudo tragar de tantas que eran! Después, claro, sonrío… “¿Vamos por una cerveza, tío?”. Lo había conseguido: me había irritado. 15 minutos después… imagínate donde estábamos y qué hacíamos. Bueno, esas tardes primaverales de domingo… tenían “ese que se yo ¿viste?”. Ahora… Dame un momento.
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Cáceres se levanta y va a la cocina. “¿Quieres una cerveza, un ron cola, algo?”. Curiosamente, no ofrece té ni café. Trae un tazón con “algo” y se sienta. Saborea su trago – pues eso debe ser- y prosigue: Drogas, en el sentido clásico, no, nada. Bebía bastante, pero eso para nadie es un misterio. Era así, y nada más. ¿Marihuana? Me dijo que nunca la compró y le creo. Por supuesto, en un grupo de buenos amigos podía fumar, pero no le gustaba mucho el efecto. Una vez me dijo: “No me gustan las drogas. No me dejan hablar. Me hunden en el mutismo más absoluto. Y yo, ante todo, quiero hablar”. Me llamó la atención tal declaración, conociendo lo tímido que era. Déjame decirte algo, de pasada, pues he pensado en ello. Su Literatura es la de un tímido que no puede comunicarse con la gente. Un intento de “comunicación”, de hablarle a alguien. Le vi muchas veces rodeado de gente sin que pudiera articular ni una palabra. Estamos hablando de un autismo severo. Mi amigo no podía hablar con desconocidos. Así de simple. Eso explica lo frenético de sus “escrituras nocturnas”: una suerte de “posesión” para poder tener un contacto con aquellos que duermen. Cuando veía que sus correos eran enviados a las 5 de la mañana, algo se encendía en mí. ¿Por qué hace esto? “Algo”, no sé qué le hundió en esa inmovilidad y ese autismo. Eso se fue desarrollando con los años. Cuando le conocí, no era así. De hecho, era un joven bastante sociable, o, al menos, muy simpático y llamativo para cierta gente. Con los años se fue convirtiendo en esa sombra que le dominó. ¿Sombra? Algo le pasó. No sé qué. Nunca se lo pregunté, pero, en cierto momento, se hundió en la introspección. ¿Quién era yo para cuestionarlo? ¿Él, acaso, me cuestionaba? Algo sucedió. Algo grave le pasó. No sé qué fue. Las mentes más “escurridas” podrían hablar de violación. No lo sé. Nunca me lo dijo. De todas formas, no lo creo. Y nunca se refirió a eso. Tampoco lo hubiese hecho. Con nadie. Por eso, no lo descarto. Pero algo le pasó. Algo lo hizo cambiar totalmente. Ni siquiera puedo decir cuando sucedió. Ok: vamos a para con esto. No quiero hablar de este tema. 112
“Werther”: el maldito ¿Intercambiaban opiniones en torno a literatura y libros? Poco, muy poco. A mí no me interesaba el asunto, y a él tampoco, a decir verdad. Así de simple: otras cosas le apasionaban, pero era bastante difícil decir qué. Al menos, cuando nos juntábamos, ese aspecto estaba ausente. Pero una vez hablamos de Shakespeare y Goethe... ¿Sí? El amor y el suicidio. Mi amigo estaba pensando en eso, pero era un mal momento, claro, como todos podemos pasarlos. Él defendió a Shakespeare, argumentando su verborrea para escribir todas las formas posible de “I love you”, de maneras lindas y poéticas. Le gustaba mucho Shakespeare, no alcanzo a entender por qué. Para mí, Shakespeare era un simple, un obvio; mi amigo, en cambio, no sé qué profundidades le veía. Creo que tenía que ver con el estilo. Una vez hasta me leyó algo de “Romeo y Julieta”. Le vi con pena, pero le dejé hacer. “¡Esto es escribir bonito!”, me grito. Yo le dije: “Ya, ya”. Para mí, era un cursi de mierda, con sus visiones tan resplandecientes de la vida. Shakespeare le parecía a mi amigo lo mejor del mundo. Imagino estaba borracho, no puedo atribuir a otra cosa tal admiración. En cambio, Goethe… Se ensombreció su cara cuando hablamos de él, pero no porque ignorara su genio, que lo admiraba. Nunca jamás habló mal de un genio de la Literatura y él no se sentía más que la peor bestia entre las bestias. “Yo sólo trato de hacer algo interesante”, me confesó un día. Era “Werther” el que le sacaba de quicio. Que un hombre se suicidara por el amor de una mujer no le entraba en la cabeza… supongo que porque justamente estaba pensando en esa opción en aquellos mismos instantes. Ni siquiera recuerdo porqué sacamos ese tema: de borrachos que estábamos, supongo. A mí, “Werther” me parecía maravilloso… con mi esposa e hijos, toda una estructura perfectamente constituida. Pero que mi amigo comulgara con eso… Werther le irritaba, pues había logrado éxito en su 113
misión de acabar con su vida. Por aquellos días, el (des)amor le tenía bastante mal. ¿El “desamor”? Eso nos da otra faceta para comprender a este autor, al que todos definen como “cerebral”. Esa es una clave muy importante para, quizás, comprender que le sucedía por aquellos días, el tipo de “Literatura” –te pido lo pongas entre comillas pues estoy bien lejos de creer que lo suyo fuera eso- que desarrolló y, bueno, su final. No soy escritor y nunca lo seré. Tengo un gran amor por los libros y creo haber leído bastante, sin embargo. Y tengo la ligera impresión de que hay escritores de ficción que pueden absorberse del todo en ciertas realidades que crean como, por ejemplo, autores de libros como “El Señor de los Anillos”, y otros a los que la vida golpea segundo a segundo y no pueden escapar a tal “influencia”. Mi amigo estaba en este último grupo, sin duda. Y en aquel momento, le estaban dando duro. Si solo hubieses visto su rostro por aquellos días, te hablo, no sé del 2015 o 2016, no recuerdo con precisión ahora, han pasado tantos años. Sonreía y no veías si no que dos opciones: le vendría una parálisis o un paro cardíaco. Era difícil imaginar un término medio. A veces, veías ciertos temblores en sus mejillas que eran incompresibles para su edad. También, podías ver ciertos temblores en sus manos que –para gente de nuestra edad- eran aterradores. ¿Qué le esperaba? ¿Alzheimer? ¿Una pérdida completa de autocontrol en unos años más? Cada una de esas muestras casi “psiquiátricas” me sumergían en una intensa preocupación. ¿Qué iba a ser de él en los años próximos? ¿Se iba a enfermar (de verdad)? ¿Ese era el futuro que me esperaba? ¿Mover a un imbécil en silla de ruedas? Me importaba un comino su obra como escritor, Eso no era lo importante. Sus “gestos físicos” eran los que me preocupaban. Veía a un ser humano “desmoronarse” al frente mío, sin que pudiera hacer nada. Se me caía pedazos a los pies, y no podía siquiera recogerlo, pues todo era tan imprevisto: se te iba sin que pudieras tener un mísero pronóstico de lo que le sucedía. A veces ibas caminando y se caía al suelo. Tal como te digo. Le “flaqueaban” las piernas, 114
para que me entiendas. Una vez me dijo: “He estado escribiendo dos días sin parar. He comido un pan y galletas. Y, claro, he tratado de tomar agua”. “Escribiendo dos días sin parar”, por supuesto que eso era falso, lo que me preocupaba es que estuviera comiendo galletas. Ya te comenté que una vez se desmayó. Íbamos caminando y dijo: “me pasa algo extraño”. ¿Cómo iba a tomarle en serio, cómo iba alguna vez a tomarle en serio? Decir que se “desmoronó” sería faltar a la verdad: se derrumbó. Ya le había visto así, para que te voy a mentir, pero esto era distinto. Estaba aplanado en la calle. Podían pasar mil años y seguiría así. Pensé en llevarlo a un hospital, pero sabía que me mataría al recobrar el conocimiento. No fue el miedo, ni nada de eso. Yo podía entenderme con él, en términos civilizados. Le lleve a su departamento. Me costó un poco revivirlo para que el conserje de su edificio nos dejara entrar. Busqué las llaves en sus bolsillos y entramos. Su departamento era un asco. Como pude, lo deje en su cama. Se puso a balbucear cosas incoherentes. No era primera vez que lo veía hacerlo. Yo me quedaba tranquilo: estaba en casa. Lo que pasara después ya no era asunto mío. Comienza a interpretar una antigua canción de Silvio Rodríguez. -¿Estás segura de que no quieres beber algo?
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SEGUNDA PARTE Al día siguiente, continuó la conversación. Cáceres, como siempre se veía pacífico y relajado, aunque algo le molestaba al andar. “Dormí muy mal. Un fuerte dolor de columna”. Seguimos profundizando en el estado de ánimo de Fabio Queiroz, el célebre escritor “suicida” nacional que pasaría a la historia con un volumen (807 páginas, Ediciones Armagedón, 2016) de título muy simple, pueril incluso: “Olvídame”. -Él se daba cuenta de que la tristeza le estaba devorando y no hacía sino que desesperarse aún más. “Discúlpame”decía, sorbiendo su vaso de ron, casi como un insecto, agachado, sintiéndose miserable al beber. “No sé qué me pasa. Algo me está sucediendo, pero no sé qué es. No sé qué me está sucediendo. Hay algo que me está consumiendo internamente y no sé qué es. Un “cáncer” emocional. Discúlpame. De verdad, discúlpame. Veo que me está temblando una mano, pero no puedo hacer nada. Estoy temblando. Pero, por favor, no me dejes solo. No me dejes solo. Si me dejas solo ¿qué va a pasar conmigo?”. Esas eran las cosas que debía escuchar. La “plegaria” de un suicida, cada vez que le veía. Te aseguro que esto era desagradable al máximo, pero ¿qué podía hacer ante eso? “¿Compro una cerveza?”, le decía. “Sí, hazlo”. Ahí, empezaba mi suplicio. De sus “hondas preocupaciones”, nunca sabías nada. Solo veías sus temblores. Siempre “temblaba”. Y se quejaba de “frío”. Siempre ese puto frío del que hablaba. Frío, frío, frío, no paraba de mencionar el “frío” que sentía. En invierno, me sorprendía con cosas obvias. “Tengo frío”. “Es comprensible: en invierno uno tiene frío. Es el invierno, y hay que vivirlo”. Ahí, como no, los ataques cercanos a la hemiplejía, que tantas veces vi. “Bueno, pero a mí esto no me gusta. No me gusta el frío, ni el invierno. ¿Por qué tengo que sufrir este frío?” “Porqué eres humano. Todos debemos vivirlo”. “Entonces… tengo que dejar de ser humano. Entonces, dejaré de sentir frío”. ¿Qué ibas a decir ante eso? “Dejar de sentir frío”, muchas veces reflexioné sobre eso. ¿De qué 116
hablaba? ¿Frío? Todos hemos sentido “frío” en invierno, pero él se refería a otra cosa, algo más profundo, si pudiese decirse de esta forma sin parecer cursi. Me llamó mucho la atención eso. ¿A qué se refería? ¿Dónde estaba en esos momentos? -¿Pensaba en el suicidio? -Sí, lo hacía. Pero era incapaz de llevar manos a la obra. Y eso le destrozaba. “¡Soy un cobarde! ¡Soy un maldito cobarde! ¡No soy capaz de poner fin a mis días! ¡Quiero acabar con mi vida y no puedo hacerlo! ¡Sí sólo pudiera ser valiente y acabar de una vez con mi vida, con esta maldita vida que me ha tocado vivir! ¡Nunca elegí esto! ¡Nunca quise esta vida! ¡Si hubiese sido alguna vez LIBRE, hubiese podido elegir, pero no he elegido nada! ¡Nunca he elegido nada, nunca, nunca, nunca! ¡Sólo me he visto arrastrado por las circunstancias! Eso quiere decir –aquí, respiró, ante semejante tumulto de emociones-, eso quiere decir que nunca somos libres. EL SER HUMANO NUNCA ES LIBRE. -No tienes por qué hacerlo-, le decía. -Sí, debo hacerlo. Y debo hacerlo ahora. -Lo estaba pasando mal, pero sabía que podría detener ese sentimiento. Y así sucedió. Al menos, entonces. Amaba la vida, aunque sus sentimientos eran bastante intensos, incluyendo, claro, la desesperación. Pero sólo debías enfrentarlo a lo que estaba haciendo para que entendiera su error. A veces, lo veía como un niño scout que perdiera su mochila. Se la pasabas y ya. Le decías “No te mates”, y él decía OK. Por eso, nunca entenderé lo que pasó después. No puedo creer, ni entender, ni estar seguro de que él se haya suicidado. Le conocí. Él no era capaz ni buscaba eso. -¿Hablaron directamente de esa posibilidad? -De manera muy tangencial. Es más: si le preguntabas y le sugerías que se matara de una vez por todas te miraba con esos ojos llenos de furia que a veces sacaba. Te miraba unos 10 segundos antes de hablar, sentías el rechinar de sus dientes, antes del típico: “De este tema, no se habla. ¿Entendido? Ni una sola palabra. Se acabó el tema” ¿Qué iba a hacer? Se estaba muriendo de dolor. Y, además, veías 117
su furia. Nunca tomé en serio a los vampiros de las películas hasta que cierta vez le vi: me hubiese matado si lo hubiese juzgado necesario. Pensé en su hambre. Una vez me dijo que no había comido en dos días. Me miraba de manera muy extraña. Yo le ofrecía comprar algo, un sándwich, tú sabes. Pero él, no: “Yo no como”. Pero sabía cómo arreglar eso. “Yo compro la próxima cerveza”. Debías ver cómo se iluminaba su rostro. Su felicidad. Mucha veces me pregunté si eso respondía a… ¿qué? ¿Quería una cerveza o conversar con alguien? Si sólo fuera por la cerveza, él vería la manera de comprarla… Se las arreglaría como tantas veces lo había hecho. Si el me pedía esa cerveza era por otra cosa. No quería estar solo. Le daba miedo estar consigo mismo, y creo intuir porqué lo hacía. Yo le aguantaba, lo más que podía. ¿Intentó darle un consejo sobre eso? ¿Consejos? ¿A él? ¡Jajá! Me sacaste la mejor risa de la entrevista. ¿Consejos? ¿A él? Pareces no entender a quien tenía ante mí. Nunca conocí a nadie tan problemático y negativo como él. Estaba pasando por un momento muy malo y yo no podía darle indicaciones de nada. Sólo podía tenerle paciencia. Mucha paciencia. Y la tuve. ¿A él iba a darle yo “consejos”? A pesar de ello ¿nunca se distanciaron? Nunca. Había que aprender a tratarlo y ya. Yo no me juntaba con el “escritor”, si no que con mi amigo. Era un ser sumamente extraño, pero tenía algo a su favor. ¿Qué? Nunca te traicionaba. Él prefería que lo mataran – literalmente- a traicionarte. Siempre que yo podría tener un problema, decía: “Échame a mí la culpa. Yo me las arreglaré después”. Eso no lo hacía por nadie, sólo por unos pocos que le tomaban en cuenta. Por el resto de los seres humanos no estaba dispuesto a hacer nada. Una vez me dijo: “Que estos hijos de puta se mueran. Todos. Todos. Todos. No me interesa en lo más mínimo la raza humana. Que todos se mueran. Que se pudran”. Pero por los cercanos, era capaz de inmolarse. Nunca fue necesario, pero creo que tal vez lo hubiese hecho. Con las mandíbulas apretadas, el corazón ardiendo de furia… 118
Pasados múltiples ¿Le habló de sus proyectos o ambiciones en el mundo de las letras? Casi nunca. No tocaba ese tema. Pero quiero detenerme. Es muy raro. Estoy seguro de que vi diálogos nuestros en sus textos, pero es imposible los recordara debido al alto nivel de borrachera que teníamos. Él estaba casi inconsciente, pero dos meses después veía un escrito suyo en el que reproducía textualmente -palabra por palabra- lo que habíamos hablado. En ese momento, él ni siquiera sabía su nombre y si le hubieses preguntado su número de celular… no lo sabría. Pero era capaz de recordar eso. Tenía una capacidad muy extraordinaria para recordar hechos pasados que cualquiera hubiese olvidado… En cierta ocasión, me contó que sufría recurrentes “flashbacks” que remitían a su pasado, cercano o lejano. Que no podía situarse en el presente y sus visiones futuras estaban siempre permeadas por este pasado que no dejaba de repetirse, una y otra vez. Me comentó que había vuelto a ver “El Efecto Mariposa” y su conclusión fue: “Eso, exactamente eso, es lo que me está sucediendo. Quisiera solucionar mis culpas, pero cada cosa que hago lo hecha todo más a perder”. Cuando traje alguna de las imágenes de esa película a mi mente, me dio bastante tristeza. ¿Cómo alguien podía estar viviendo aquello? Era una historia terrible, y que sólo estaba bien para pasar el rato en casa y tener “emociones fuertes”, pero ¿qué alguien las sufriera? ¿Incidió eso en sus escritos? Creo que es evidente. Creo que cada uno de esos textos está inundado de un pasado doloroso. Eso explica su dolor por aquellos días. Estaba ausente del mundo, era un muerto en vida. Estaba lleno de dolor. Y dos meses después, a partir de una idea trivial, ahí tenías uno de sus nuevos textos. La lógica me indica que veía la realidad “desde otra parte”, pero no podría definirla. ¿Quiere decirme que podía escribir de “cualquier” cosa? Sí, pero a él le interesaba lo que todos desechan, materiales agónicos o simplemente muertos. Cualquier frase sin relevancia. Algo, como por ejemplo, “el día de mañana 119
será mejor que el de hoy”, una de esas ideas estúpidas que uno lanza al azar, la recordaría meses después y elaboraría un “texto” –como le gustaba llamar a lo que hacía- sobre eso. Pero había que pedirle escribir sobre un tema “serio”, como las células madre, por dar sólo una idea. No podía “concentrarse”. Una vez, me dijo: “Quisiera escribir acerca de la nada… y que esa nada fuera nada”. Por supuesto, ni le respondí. En otra oportunidad, se quedó mirando el sol y salió con: “Me gustaría quemarme ahí”. No fue sino hasta que vi sus escritos que pude entender un poco de que hablaba. Jamás hubiese deseado estar en sus zapatos: debió sufrir mucho. Una cabeza asaltada por ideas a cada minuto, debió ser un infierno. Era cosa de verlo entrar a una habitación. Podías tener un “Picasso” original, pero él se fijaría en que había una ampolleta quemada en la lámpara del techo y se comenzaría a preguntar “porqué” estaba así… Tres meses después, recibías un correo que te hablaba de cómo Dios había “apagado” esa ampolleta para que no se viera una trizadura en el muro de la cocina… Pero del cuadro, nada: no existía. Al principio, esa búsqueda pudo ser atractiva para él; con el tiempo, creo, le fue inevitablemente ardua. “Ojalá te guste” ¿Aquella búsqueda de temas poco usuales o desestimados jugó un rol relevante en su obra? Indudablemente. Le hablo de una mente sumamente extraña, inclasificable. Además, fue capaz de redactar algunas historias, cuentos, llámelo como quiera, que aún hoy los ves y dices: “¿Qué es esto? ¡QUÉ es esto!”. Nunca se lo pregunté, pero creo era feliz al construir esas extrañas estructuras. Era su manera de insertarse. ¿Insertarse? ¿Dónde? En el mundo. Así, tal cual. Le hablo de un completo desadaptado, alguien que era incapaz de la más mínima “inteligencia social”. Un “estúpido”, en todo el sentido del término. Uno de esos tipos que… no sé cómo explicártelo. Era capaz de tener una entrevista con el Papa y preguntarle 120
–para empezar-: “¿Usted cree en Cristo?”. Eso, para “ver qué pasa”, como te hubiese dicho al oído, muerto de risa. Adonde fuera, siempre tenía que decir o hacer algo “incorrecto”: no podía ser de otra manera. Por cierto, obviamente, aquello le divertía mucho, pero ¿hasta cuándo tensaría esa situación? ¿Nunca habría de madurar? ¿Qué evolución ve en su trabajo, al conocerlo tantos años? Es difícil hablar de “evolución” en su caso. Cuando joven, andaba siempre con un lápiz en los bolsillos y escribía ideas, anduviese o no con papel, pues lo conseguía donde fuera. Le surgían ideas a cada momento, trivialidades la mayor de las veces. Nunca dejó de sorprenderme eso. Me indicaba un funcionamiento mental distinto al común. “Las ideas me vienen todo el tiempo como una avalancha. No puedo DEJAR DE PENSAR –subraya eso, por favor-.”, me dijo un día. Pensé en ello varias veces. ¿Qué sería una cabeza que no “pudiera” dejar de pensar? Le compadecí. Honda y profundamente. Por dentro, hice comparaciones. ¡Qué insoportable debió serle cada día acorralado por todo tipo de pensamientos! ¿Cómo podía sentir, amar, con semejante maldición? ¿Cómo expresar sentimientos si tienes todo eso por dentro? Aún le recuerdo sacando su lápiz pasta y volviendo con papel higiénico del baño de un bar para escribir una idea, algo que, según él, se le había ocurrido recién y “no puedo permitir que se me olvide”. Era un completo desmemoriado. Le preguntabas su número de celular… y no lo sabía. “Tengo cosas más importantes de las que preocuparme”, era su argumento. Le preguntabas “¿Qué cosas?”. “Cosas”, era su respuesta. Es bastante extraño, pero, ahora que lo pienso, veo que lo único que hizo de adulto fue trasladar todas sus usanzas de adolescente: reemplazó aquel lápiz por un notebook, nada más. Pero el sistema era el mismo: escritos muy crípticos basados en torno a “notas”, “frases”, “reflexiones”. No le veo con la paciencia para “elaborar” algo, madurarlo. Cualquiera puede advertirlo. Sus escritos son absolutamente inmediatos y me quedó perfectamente claro con sus correos. Para él no era importante estructurar algo: lo que le obsesionaba era el 121
punto final… TERMINAR su texto. Escribía como poseído. Pero después, por supuesto, le llegaba la desazón, el cansancio, el fastidio. Caía en vacíos tremendos en los que no podía escribir una línea y el sólo hecho de pensar en ello le hundía en la nada. Después se recuperaba, como no, y volvía a la carga. Sé que hay escritores que siguen un “régimen” y escriben cada día de mañana desde “cierta hora a cierta hora”. Nada podía ser más contrario a mi amigo. Eso implicaba un “método” y él no lo tenía. Definitivamente, carecía de eso. Tal vez, le hubiese ayudado a “profesionalizarse”, pero dudo que lo quisiera. De hecho, miraba con bastante recelo a los escritores de “best sellers” no porque vendieran mucho, sino que por su “dedicación tan absurda al hecho de escribir algo”. No gasté un segundo en tomarle en serio. Pero había algo de verdad en todo eso. En cierta oportunidad, llegó a casa y dijo: “andaba por el centro y se me ocurrió una idea para escribir”. Entonces ¿las ideas le surgían caminando? Nunca se lo pregunté, pero no es tan iluso pensarlo. Un día me trajo una página sobre alguien que le había dicho que tenía “cara de SIDA”. ¿Quién gastaría siquiera un minuto en escribir eso, más aún del descrédito personal que eso implicaría? Él, sí. Nunca dejaré de verlo con ese lápiz de pasta barato metido en cualquier bolsillo que tuviera tomando sus “notas”. Algo tan simple, tan elemental. Creo con eso responder un poco a tu pregunta de la “evolución”. Lo que sí es cierto es otra cosa: su Literatura se volvió muy oscura respecto a lo que hacía en sus primeros tiempos, pues leí aquellos escritos. ¿Qué motivó ese cambio? ¡Vaya a saber uno! Tal vez, sencillamente, el paso de los años se reflejó en su trabajo. Debe haber sido eso. Dudo se haya propuesto una “escritura madura”: no lo veo en lo más mínimo acercándose a algo como eso. Lo “sintió” así, y eso fue todo. Surgió así. Imagino que sus “notas” comenzaron a referirse a otros temas Nada más. ¿Le comentó su idea de reunir sus escritos en un libro, como terminó sucediendo? Por supuesto, pero nunca podías creerle. Siempre había algo de broma en lo que decía. Una tarde, caminábamos por el Parque Forestal y va y suelta: “Voy a 122
reunir todos esos textos y voy a hacer un libro. Que todos se vayan a la mierda. Destrucción total. Ninguna compasión. La más mínima. Ya es hora de ir entregando libros que destruyan al mundo: ya no bastan los cuestionamientos, ni las críticas, hay que pasar a un estado superior: destruirlo”. “¿Crees estar listo para hacerlo? ¡Quién te crees! ¿No crees que estas apuntando muy alto?”. “Seguramente, pero no pierdo nada con intentarlo. Es exactamente lo mismo respecto a “comer” y “mantenerte con vida”. Se te dice: “debes comer cuatro comidas al día”. Pero ¿si pasas tres días sin hacerlo y sólo tomando agua… entonces, qué? No “deberías” hacerlo, pero PUEDES hacerlo. Muchas personas se sorprenderían mucho al darse cuenta de “cuánto” pueden hacer los seres humanos, y de cuán lejos pueden llegar. Antes semejantes declaraciones ¿qué nivel de credibilidad le otorgaba? No mucha. Como te dije, no le gustaba que le tomaran en “serio”. Pero hubo un punto de inflexión: cuando comenzó a mandarme sus textos por correo. No sé porque lo hizo. Supongo que por lo sólo que se sentía. Pues no era yo el mejor juez literario para sus “experimentos”. Comenzó a bombardearme. Sus mensajes eran muy, muy breves. “Esto es lo último que he escrito. Ojalá te guste”. “Escribí esto hoy. A ver si puedes darle una mirada”. Eso comenzó a suceder con tanta regularidad que comencé a borrar sus mensajes, sin leerlos. No me arrepiento. Por aquellos días, quería vivir tranquilo y he aquí que este señor me enviaba unas cosas que harían persignarse a Satanás. No había nada que tuviera cierta “normalidad”… Los primeros días, claro, le contesté. Después cuando vi que él no quería un lector, si no que un “receptor” se acabó el diálogo. Espero que no se haya enojado: nunca hablamos del tema. No era necesario. ¿Eliminó correos con sus escritos? Sí. ¿No cree que debió leerlos? No. Él no lo necesitaba. Guardaba los originales y estaba seguro de lo que quería escribir: se “tenía confianza”, como se dice, por aquellos días. Yo lo dejaba hacer: ¿cómo iba a interponerme –o siquiera a opinar ante esa voluntad? 123
Nunca le vi tan decidido a algo. Al parecer –no sé mucho de Literatura, más allá de los muchos libros que he leído- se dio cuenta de quién era, y hasta donde podía llegar. Intuía que sus recursos creativos y debía usarlos, pues pronto se iban a acabar. No era, en tal sentido, un “escritor”, si uno considera el sentido académico de la palabra, si no que un ser humano cualquiera que creyó podía “comunicar” algo, algo interno y muy íntimo, y lo hizo. Un ser humano “cualquiera”, destaco esto. No pensaba en una “carrera literaria” o algo por el estilo. Estaba aprovechando sus “15 minutos de fama” y ya… ¿Cree se perdieron escritos en esos correos que borró? No, para nada: eran archivos adjuntos, así es que él tenía los originales. Una vez, eso sí, pasó algo bastante extraño. Estábamos jugando ajedrez y le comente que su texto “A…ella”, me había gustado mucho. Era algo “romántico”, por llamarlo de algún modo, pero con una sordidez que no podía si no que impresionar. “¡Eso sí que me gustó!”, le dije. “¿Qué cosa? ¡Ah, esto!”. Como estábamos en el escritorio, abrió el archivo con ese escrito que encontraba maravilloso, lo seleccionó… y apretó borrar. Ante mis ojos, vi la página en blanco. “¿Juegas tú o juego yo?”, comentó. Tragué saliva. Iba a “ordenarle” que deshiciera eso, pero ¿qué conseguía? Si su intención era eliminar ese escrito, iba a hacerlo, ahora o después. Nunca lo publicó. Creo ser la única persona que lo leyó. Reflejaba algo tan extraordinariamente profundo que al final te daban ganas de llorar. Por eso, supongo, lo hizo. Moví un alfil ¿qué más podía hacer? ¿Le enviaba textos “acabados” o después hacía correcciones? Estaba en el éxtasis de su locura creativa –eso nunca se repitió: escribió su mejor obra en aquellos años, del 2014 al 2017: lo que hizo después nunca fue tan bueno-. Por eso, era una “maquina” de producir. Imagino la escena: terminaba un trabajo y se decía “¿qué hago ahora con esto?” La respuesta era fácil… Abría el correo y… Fuera yo o el editor del mejor suplemento literario del mundo, eso le daba lo mismo. Él no quería que lo leyeran o tener “opiniones”; 124
buscaba que alguien supiera que “estaba vivo”. Sus textos eran tremendamente inconexos y muchas veces intuí que eran producto de borracheras atroces, indescriptibles: intoxicaciones, para decirlo claramente. Punto final y correo…. Los enviaba sin la más mínima corrección de forma o fondo. Imagínese mi nivel de horror. A veces me llegaba un párrafo en el que sus ideas no guardaban relación con las otras. Obviamente, eran textos “inconclusos”, pero, a esas horas de la noche, y según su muy particular visión, debían parecerle “obras maestras”. La “desaparición” final del mundo Esos correos ¿contenían datos nuevos para comprender al autor? Nada. Sus mensajes eran mínimos. Los textos literarios son casi los mismos que terminó publicando. Una vez, me faltó el respeto y trató despectivamente: “Lee esto, a ver qué te parece”. Yo era su amigo y le quería. No merecía ese trato. Pero él estaba consumido por sus ideas y el mundo –y todoshabía desaparecido. Se metió en su literatura y que los demás se pudrieran. Se peleó o dejó de hablar con mucha gente. Se aisló. Ojalá algún día comprendiera su error. Lo cierto es que nunca volvimos a hablar de eso. Fuimos envejeciendo y ya… Más valioso es lo que le escuché en algunas de nuestras escapadas a bares. ¿Qué? Han pasado más 20 años, pero aún recuerdo algo que siempre decía… Cáceres toma su guitarra y comienza a interpretar unas notas sin sentido. Se le ve triste. Algo despierta en su interior. La entrevista está pronto a concluir. ¿A qué se refiere? Algo le pasó. Lo perdí. Todos lo perdimos. Se fue… Como escritor y, más importante, como humano. Buscó desaparecer y lo hizo. No puedo ni imaginar que pasó por su cabeza. Sencillamente, pensó que era lo mejor, y lo respeté. Un día me dijo: “Yo no estoy acá. Me voy a ir”. Lo reiteró 125
todas las veces que pudo: “Ya no estoy aquí”. Una vez me hartó: “¡Y donde mierda estás entonces!”. “En otra parte… AQUÍ, no estoy”. Ahí lo perdí. Para siempre. Muchas gracias por recibirnos. ¿Se acabó la entrevista? ¿Ya? ¿Tan pronto? ¿No tiene otras preguntas? ¿De verdad? No, está bien. Gracias. Muchas gracias a usted.
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“EL LECTOR TIENE LA PALABRA” A continuación, PRESENTAMOS A NUESTROS LECTORES una selección de los comentarios posteados en el blog de este libro (www.opineconfranqueza.wordpress.com). Por cierto, sorprende la rudeza de diversos (y no poco numerosos) mensajes. No obstante, ninguno fue intervenido. Se dejó todo tal como los originales. Son opiniones y nos parece importante reseñarlas, tal como fueron formuladas. La ortografía se conservó, pese el hecho innegable de su cuestionable redacción. Modificarla, habría sido alterar el pensamiento de sus autores. Finalmente: suprimimos todo correo electrónico para resguardar la privacidad de sus remitentes: (martie28): ¿Quién te dijo que sabías escribir? ¿Escribes cuentos o periodismo? Tu rollo es muy aburrido, tío ¿lo sabías?” Andrea: A este delincuente sexual deberían cortarle el pene, el puesto en su país y darle más años de cárcel por abuso sexual........pero sí no es así la justicía divina tal vez se tarde pero es segura. Bito: SUICIDATE!!! ES LO MEJOR QUE PEUDES HACER!!! Fernando: ¡A la mierda la biblia no deja disfrutar el mundo! XD 127
Marta: Ho dios mío asta donde llegaremos que cosa tan orrible Henry: se acerca la hora, el anticristo esta en el mundo y se esconde en alguna de esas naciones hacedoras de guerra. Pedro: "ASÍ HA DICHO YAHWEH, EL SEÑOR: UN MAL, HE AQUÍ QUE VIENE UN MAL.VIENE EL FIN, EL FIN VIENE; SE HA DESPERTADO CONTRA TI....AHORA PRONTO DERRAMARÉ MI IRA SOBRE TI, Y CUMPLIRÉ EN TÍ MI FUROR, Y TE JUZGARÉ SEGÚN TUS CAMINOS; Y PONDRÉ SOBRE TÍ TUS ABOMINACIONES..." EZEQUIEL 7. Marcos: Sin ofender pero si quisiera ver desgracia saldría a la calle. Pensé que leería sobre MUERTES, BOMBAS ATÓMICAS, GUERRASY SAQUEOS DE RECURSOS NATURALES POR PARTE DEL IMPERIALISMO. Y no me cuenta nada de eso. Estoy muy decepcionado. ESTEBAN: Esa perra de la que hablas y dices amar no se merece nada! Es un mal ejemplo para las niñas y adolescentes, es promotora de la prostitución y maldad sexual!! Mujer hipocrita, que para aliviar su mente y corazón llena de pecado se pone hacer falsas obras de generosidad para que los TONTOS digan que es buena...pero es una perra como Salomé la incestuosa que bailo sensualmente delante de su tio Herodes...asi es la mujer que se viste provocativamente sexual delante de su padre, tio, primo, hermano..eso es incesto indirecto. Pink: otro más que trabaja para los iluminati sionistas
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Escafandra32 Los Drones son el gangsterismo del siglo 21 con los capos de Londres y su equipo de chicos recios comandados por Obama, han convertido al mundo en un burdel de drogas y crímenes... Qué vergüenza para la humanidad a lo que nos han llevado los señores del Club Bilderberg que pretenden gobernar al mundo sobre las cenizas de la humanidad. Gonzalo: Pues..... quien sabe, igual y si es cierto. Estela: Todos los jovenes promesas latinoamericanas estaran amenazadas por la mano especializada del norte y sus tentaculos. Federickelsanto: Masas desinformadas: Hay que estar preparados para este domingo. En la cábala judía que ellos reverencian el 10 es el nro que representa a Dios. El nro 9 y 11 son los que están entre medio del 10. Crear un autoatentado que parezca agresión del mundo islámico en fomra de ritual cabalístico es su modus operandi. Es una forma de trascender la "iluminación" de Lucifer, prescindiendo de Dios. Diego: OJALA TE PONGA LOS CUERNOS TU MUJER Ricardo: Que se ría el que desee, pero esto me llega……. una vez leí a Nostradamus. Hablaba de "la ruina de Occidente"...se habrá referido a ésto???? Pues, que la hay, la hay. 129
Asdrubal62: !LA MALDAD DE SU CORAZÓN LA REFLEJA EN SU MIRADA, MISERABLE ES SU ALMA CUANDO DE SU CORAZÓN SALE: LA MALDAD, LA INJUSTICIA, EL ODIO, LA INTOLERANCIA, LA MAQUINACIÓN, LAS MALDICIONES Y TODO PENSAMIENTO INMUNDO QUE SALE DEL CORAZÓN¡¡¡ Mony: Eressatanas en persona. el diablo te va a demandar por hacerle competencia Peter582: buenas tardes ayer viernes 28 en el noticiero de mi ciudad hablaron acerca de los seleccionados para puestos en compañías petroleras y me pareció escuchar mi nombre. Teagradecería si puedes verificarlo y enviarme un imail para saber si estoy seleccionado y en que compañía y por supuesto a que hora debo presentarme. de antemano agradezco tu colaboración prestada esperando pronta respuesta me despido FELIZ FIN DE SEMANA Fernandobebe: Es evidente que Occidente ya no tiene razón de ser. No existe ninguna justificación para que esta forma de organización social destructiva tenga derecho a su existencia despues de tantos crimenes.
ANA51: La gente note respeta porque tampoco respetas a la gente. Lo que has sembrado es lo que cosechas y te has enredado en un 130
torbellino vicioso del cual no podras puede salir. Untriste ejemplo de otro payaso soberbio. Eso eres imbécil. John: Eres, simplemente, la escoria de la sociedad. Kathia Jocelyn: una palabra para describirte, sólo una: eres vulgar. Binladden: Hay que destruir a Estados Unidos y fin del problema. Cientificoav32: Antes trabajaba como negro y pobre, ahora robo y no soy mas un exclavo veo que la humanidad esta evulucionando por que ya nadie le da verguenza por robar espreferible a siguir contribuyendo a las maquinas capitalistas q destruyen el planeta, Eddy: Se cumplen las profecias apocalipticas de Los Protocolos de los Sabios de Sion.
Elp&: No estoy de acuerdo con lo que escribes abria que hacer pruebas de laboratorio con animales claro
Victoria: las relaciones homosexuales van en contra de la naturaleza, pobres niños que no sabran que hacer cuando mayores, bueno, 131
terminaran siendo gays de seguro, esto es decadencia y destrucción de la humanidad instintos, Dios destruyo a Sodoma y Gomorra pecado no pasara desapercibido y sin su debido
simbolo de la por sus bajos por esto, y este castigo
Filosofo91: > CUANDO VAMOS A ACAVAR CON EL ANBRE Y LA EXTREMA POBRESA PARA NO MS IN MYGRASION ILEGAR PORTADORA DE ENFERMEDADES Y DELINCUENTES BUSCADOS EN SUS COUNTRY Y REFUJIADOS AGUI Estudioso203: Hay un fenómeno extraño que ha pasado dentro del grupo de personas con las cuales interactuo normalmente: familia, amigos, amigos de mis hijos, compañeros de trabajo, clientes, etc. La mayoría de ellos me ha contado un sueño muy extraño entre todos pero con un denominador en común: TODOS HAN SOÑADO CON UN ATAQUE EXTRATERRESTRE. Es realmente increíble y no creo que sea un suceso aleatorio. ¿Qué pasa con eso?Cuéntame algo, Gracias! Josefina21: drogas,alcoholismo y un desenfrenado sexo con todo tipo de aberraciones inherentes, lo quelleva como resultado al divorcio que es la lápida para la familia, todo esto orquestado por todo tipo de publicaciones y propagandas, cambiando la moral y sembrando con esto la degradación del ser humano, esto sin duda obedeciendo directrices al mas alto nivel de la conducción oculta. Gracias.
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Nicolo09: Vi tu foto, maldito.
Juan Pablo III: Los ataques canibales son cometidos por seres extraterrestres infiltrados... La reciente conjuncion de Marte con la luna y el sol permite la apertura de portales energéticos donde se produce la curvatura del tiempo-espacio y por ende el intercambio de entidades. Sin ir más lejos Marte está habitado por entidades físicas, tanto humanas como reptiloides, debajo de la superficie, y por ello ‘seguros’ de las extremas condiciones en la superficie. También se dice que está habitado (¿en la superficie?) por seres humanos, posiblemente colonos de la Tierra, que de alguna manera fueron capaces de ‘enfrentar’ o generar la estructura molecular de sus cuerpos físicos hacia una existencia de cuarta dimensión en donde se dice que ellos sobreviven sin que les afecten las ásperas condiciones ‘físicas’.Otras colonias de la superficie existen en ciudades “bio domos”, en donde otros aseguran que viven en la contraparte de “antimateria” de Marte - la cual, en el universo “alterno” es parte de una alianza de 12 planetas, llamada la alianza Koldasia, según algunos contactados.. En fin... me gusto tu libro pero falta más información... saludos intergalácticos de un brillo total y positrónico!!! Te mando un abrazo intergaláctico, Francisco!!!!!!!!!!!
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-¿Eres capaz de escribir lo más “extraño” que se te haya pasado por la cabeza? - No. - ¿Porqué? - Esencialmente, porque no me interesa ni me parece productivo. Sería una pérdida de tiempo. -¿Y si lo intentaras…?
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THE END Santiago, Chile. 2017.
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