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COMO SENTIR Y DISFRUTAR DE LA FELICIDAD “La Isla del Tesoro encontrado” Un poderoso rey de la antigüedad buscaba con afán la felicidad y ofrecía sumas fabulosas para encontrarla; pero, fue inútil su intento. Un sabio, entonces, le aconsejó vestir la camisa del hombre más feliz, para así adquirir la felicidad. Acompañado de su primer ministro, salió de su reino, en viaje con este objetivo. Visitaron los reyes y súbditos, palacios y chocas, personas pobres y ricas, y no encontraron aquel hombre feliz para comprarle la camisa. Por fin, se acercaron a un labrador que sembraba en un campo y que cantaba a cada paso, a cada lanzo. El rey se aproximó a él y le preguntó: - Es feliz, buen hombre? - Y que me falta señor, para no serlo? Siembro ahora y Dios me dará mañana la cosecha; termino mi trabajo hoy, y en la noche me esperan mi mujer y mis hijos; ellos me lavan los pies y me sirven la comida. No es esto una verdadera felicidad? El rey saltó de alegría al encontrar el hombre que buscaba; juntó sus manos en actitud de súplica y con voz entrecortada por el ansia, le dice: - Véndeme tu camisa! El labrador, conmovido delante de aquel pedido, desabotonó su chaqueta, y descubriendo su pecho desnudo, dice: - Señor, no tengo camisa! Por esto yo no pretendo decir que poseo la felicidad o que la tengo entre las manos para darla a mi voluntad. Pero, estoy seguro de que conozco algunas de sus claves. Escuchadlas: La felicidad no crece sino en terreno debidamente preparado. En la mayoría de los casos, la felicidad o la desgracia no están en los actos en si mismos o en aquel o que nos sucede, sino en la manera de comprender los propios hechos con nuestra disposición adecuada. La felicidad golpea diariamente la nuestra puerta. Si no oímos su llamado y su voz, es porque el pesimismo, con su llanto y su grito, nos ensordece. El pesimista es siempre desgraciado porque solo es capaz de ver el lado tétrico de las cosas. Para él, el pasado es oscuro, el presente es sombrío y el futuro es negro. Muchas veces se encuentra con la felicidad, mas, sistemáticamente la aparta de si, diciendo: Oh, es un espejismo! Buscar la felicidad es ahuyentarla. Ella es nuestra sombra. Si la seguimos, huye. Si no nos preocupamos con ella , nos sigue. En la filosofía oriental se narra el siguiente cuento: "Tanta felicidad, tan inmenso saber y tan gigantesco poder habían alcanzado aquellos hombres de la aldea de Oro, que los Dioses sintieron envidia de ellos, temiendo, con fundamento, que algún día los hombres les usurpasen el inmenso poderío. Decidieron,