Audaz y enamoradiza como la Penélope de sus historias, cuentacuentos desde que sus compañeros titiriteros comenzaron a necesitar más tiempo para armar el teatrino. Actriz profesional de teatro cuando comenzó a enlazar los tejidos de las tramas del mundo. Artista cuando descubrió la multiculturalidad, el pedacito de cielo que se quedaría sembrado en ella. Así es Flora, encantadora como las flores, tejedora de palabras en blanco y negro.
Afina las voces de sus personajes tal como lo hace con los tĂteres mientras va probando micrĂłfono. Al mismo tiempo en su memoria se van anidando las princesas y sapos, las desilusiones amorosas, las avispa brava de Aquiles Nazoa que despertarĂĄn en el pĂşblico el deseo de viajar con las palabras.
Segundos después comienza a florecer su instinto explorador, las anécdotas de sus participaciones en festivales de España, México, Colombia y Argentina se convierten en el inicio de sus cuentos.
Las palabras comienzan a describir los lugares que visitarรกn los presentes con sus historias. Los cuentos se van enlazando unos con otros al igual que lo hacen los hilos del tejido.
Flora, la feminista pero enamoradiza se coloca de manifiesto. Actitud que logra envolver a quienes la escuchan con cada gesto y sonrisas los seduce para mantenerlos atentos durante el resto del espectรกculo.
El ruido de la brava avispa de Aquiles Nazoa es el recurso tangible de la conexiĂłn con el pĂşblico, con su sonido comienza a nadar entre el manantial de agua dulce de sus palabras y el vaso de agua en el que finalmente se ahoga la avispa bravĂsima.
Decepcionada con su amiga la avispa decide llenar el espacio vacío con la historia de Ulises y Penélope, la muñeca de trapo que buscó en el fondo del manantial de agua dulce el hombre de sus sueños pero no lo encontró.
Impactada con los sucesos de este cuento, se da la vuelta para mirar al coordinador de la funci贸n, quien comienza a enviarle se帽ales para finalizar el tejido de sus historias.
Pero la “Concha venezolana” como es cariñosamente recordada por los titulares argentinos extiende unos minutos su espectáculo para deleitar a los presentes con la historias de la niña que besó a unos cuanto sapos para poder casarse.
Entre besos y risas se va despidiéndose de sus agradecidos interlocutores, pensando en reencontrarse durante su próxima función con sus adorados personajes e invitándolos a recibir la invasión de los muñecos en el marco del Festival Internacional del Teatro de Muñecos.
Finalmente Flora Ovalles, la tejedora de palabras, la mujer seductora, madre, amante y sobre todo artista con una sonrisa cierra el tel贸n de otro semillero de palabras narrado entre cuentos e historias vivenciales.