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Historias de Plaza


ÍNDICE

INTRODUCCIÓN 3 EL ARCHIVADOR 4 EL RAMO 5 LA ÚLTIMA PLAZA 6 RECATARSIS 8 UNA PLAZA DE RECUERDOS 10 LA PLAZA DE MIS SUEÑOS 12 EL REENCUENTRO 14 MÁS QUE MAGIA, MÁS QUE SUEÑOS, MI PLAZA 15 CIERRA LOS OJOS 16 MI SEGUNDO ENCUENTRO DE MI LLEGADA AL DESTINO 19 LA PLAZA DE LAS ALMAS SIN CONSUELO 20 LA HORMIGA PEREZOSA 21 CÓMPLICES 22 LA FLOR MARIANA 23 LOS NIÑOS Y EL MALETÍN 24 EL CATALEJO MARAVILLOSO 26 AVISTAMIENTO DE UN PRÍNCIPE 29 EL DOMINÓ MÁGICO DE PLAZA NAVONNA 30 EL GUARDIÁN DE LA COMARCA 33 EL HOMBRE 36 EL ROTO 38 EL HOMBRE DEL INODORO 41 EL SECRETO DE MI PLAZA 42 EL SUBE Y BAJA 45 EL ÚLTIMO DÍA QUE VI A MI NOVIO 46 EQUILIBRIO PRECARIO 47 FOTOCAPÍTULOS 48

ISABELA POR LA PLAZA VUELA 51 LA BIBLIO-PLAZA DE MARCELINO 52 LA CHICA EN EL ÁRBOL 55 LA PLAZA COMO TESTIGO 58 LA PLAZA INVISIBLE 60 LA SÉPTIMA MARAVILLA QUE POCOS VEN 62 LA MISMA PLAZA 65 LA SIESTA 66 LO QUE PASA EN UNA PLAZA EN UNA PLAZA SE QUEDA 68 MI VEJEZ Y MI PERRO VICENTE 70 MI PLAZA YUNGAY 73 MIEDO A LAS ALTURAS 74 NECESIDAD DE TI 76 NUESTRA PLAZA, NUESTRO PARAÍSO 77 PLAZA DE LAS EMOCIONES 78 PLAZOLETA 81 RECUERDOS 84 SANTA LUCÍA 86 RECUERDOS DE PLAZA 89 SEMBRAMOS UNA SEMILLA DE AMOR 90 SIMPLE FANTASÍA 92 TERROR NOCTURNO 94 UN MUNDO INTERIOR EN NUESTRA PLAZA 96 UN ENCUENTRO CASUAL 99 UN SÁBADO EN LA PLAZA CON MIS AMIGOS 100 UN NUEVO INTENTO 103 UNA PUERTA SECRETA 104 2


En Marzo de 2012, Biblioteca Viva de Mall Plaza realizó una campaña que tenía como objetivo fomentar la lectura y contar todos los beneficios que tiene la Primera Biblioteca Pública en Centros Comerciales de Latinoamérica. Es por eso que junto a la comunidad digital de Mall Plaza creamos el primer E-Book Social para una Biblioteca Pública en el mundo, llamada: “CUENTA TU CUENTO: Historias de Plaza” Este E- Book social cuenta con 56 historias donde el humor, el suspenso, el amor y la fantasía, son algunos de los temas que decoran estos entretenidos cuentos enviados desde todo Chile. Este libro digital es ahora parte de Biblioteca Viva, con historias que nuestros visitantes podrán disfrutar en cualquiera de los Mall Plaza a lo largo del país. Agradecemos a toda la comunidad que participó e hizo posible este maravilloso proyecto; a todos los que enviaron sus cuentos para dar vida a este libro, a Biblioteca Viva por esta excelente iniciativa y en especial a Francisca Solar (www.fransolar.com), quien fue jurado y parte esencial de este proyecto, como también a todos los que creen en que: “Hay vida en tu Plaza” Este libro es un regalo de Mall Plaza a la comunidad digital mundial, el que puedes compatir con quien desees todas las veces que quieras. ¡Disfrútalo!

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EL ARCHIVADOR Detrás de un arbusto, entre una estatua y una banca, se escondía Simón. Le gustaba sentarse quieto por horas. Camuflado por las ramas escuchaba con atención las conversaciones de la gente que se sentaba en la banca; espiaba los diarios y libros que llevaban para leer y en ocasiones, les robaba pelusas de algodón de azúcar. Otra cosa que Simón amaba era armar pequeñas historias con las personas; no inventarlas, sino que juntar las piezas sueltas de información que podía recoger de sus conversaciones. Las escribía en un cuaderno y tenía a la gente archivada por el orden de interés que tenía por ellas.

Comía tranquilamente mientras escuchaba a Rostropovich interpretar a Bach; el reloj de pie daba las 12 y se levantaba de la mesa. Ya era hora. Se ponía su impermeable negro, los guantes de cuero y lustraba sus zapatos; luego se dirigía a la dirección antes recogida y abría la puerta de atrás. En esta historia en particular, Simón entró por la ventana ya que la puerta tenía triple cerrojo. Había olor a kuchen de manzana en la cocina y un plato sucio en el lavaplatos; sabía que ese día iba a estar sola, ya que se lo había contado a alguien menos interesante en la banca.

Cuando sentía que tenía suficiente información los seguía a sus casas, escondido siempre tras los autos, árboles y cercos. Una vez obtenida la dirección cerraba el archivo de la persona y su obra estaba completa; salía de su escondite un poco más lejos, saludaba a los niños del condominio, ayudaba a cruzar la calle a algún anciano y se compraba un algodón en el carrito de la esquina de la plaza. Le gustaba observar su reflejo en el vidrio del carro mientras el algodón se formaba; sus anteojos de carey, los bigotes bien peinados y el pelo algo desordenado, y mientras disfrutaba su algodón, pensaba cómo archivar definitivamente a la persona cuya historia había decidido terminar. Llegaba a su casa, se tomaba un té, leía un poco; luego subía al segundo piso, bajaba la escalera del entretecho y volvía a subir. Tenía un escritorio con una máquina de escribir al medio, justo bajo un tragaluz, y junto a él, un gran baúl lleno de cuadernos bien archivados: los terminados con una etiqueta roja, los sin remate, pero terminados, con amarillo y los inconclusos con blanco. Tomaba el de etiqueta amarilla que pensaba rematar ese día y en la máquina de escribir anotaba un remate interesante. Doblaba cuidadosamente el papel y se lo metía al bolsillo.

Casi choca con el trombón que estaba en el living; la había escuchado hablar sobre su afición a ese instrumento. Había una caja de arena, pero sabía que el gato había muerto hace un par de días. Repasó el final iluminando el papel con la luz de las luminarias que se colaba entre las cortinas; volvió a la cocina, tomó un cuchillo afilado y una botella de champaña que, según la había oído decir, era para el cumpleaños de su novio que llegaba de su viaje de negocios en un par de días.

EL RAMO Todo comienza con un ramo de rosas a Rossana; ella trabajaba en Almacenes París del Mall Plaza Oeste, y ese día había discutido con su marido. Extrañamente el mismo día le llega un ramo de rosas a su trabajo, pero sin el nombre de quien las mandaba.

Los cinco días siguientes fueron iguales: flores y chocolates sin nombre, hasta que en una de las tarjetas decía “te ves hermosa con ese traje azul”, y fue en ese momento que Rossana se asustó porque le habían descrito su traje y pensó que podía ser un loco o peor aún, alguien que le podría hacer daño. Así es que fue con rosas y todo hasta el lugar donde le llegaban y Rossana llegó a su casa y le preguntó a su marido si había sido le preguntó a la persona quién le mandaba estas rosas, pero le él quien había enviado las rosas, pero él lo negó y dijo que dijeron que él no decía su nombre. no había mandado nada de nada, por lo que ella pensó que quizá las rosas no eran para ella y era una equivocación que le A Rossana se le ocurrió pedir que una descripción y la señora hubiesen llegado. comenzó a decir cómo era este hombre físicamente y ahí fue cuando se dio cuenta quién era su admirador secreto. No lo A los dos días le llegaron al trabajo 40 rosas rojas y una caja podía creer porque era el mismo hombre frío, gruñón, mal de chocolates, otra vez sin nombre más que el de ella, pero humorado y enojón con el que dormía cada noche el que las esta vez Rossana se atrevió a decirle a la persona que las enviaba… entregaba que no podía recibirlas porque estaba casada, pero el repartidor tampoco podía llevárselas ya que el solamente Para poder esta segura llevó una foto y la señora confirmó lo cumplía con su trabajo. Rossana, para no tener problemas en que ella pensaba, pero él jamás lo reconoció. De esta historia su hogar, regaló las flores. ya han pasado 15 años y él lo sigue negando todo… Ésta es la historia de mis padres.

Subió sin hacer ruido por la escalera y la vio tendida en la cama, abrazando su almohada. Con mucho cuidado le puso el pelo detrás de la oreja y rápidamente asestó una puñalada en la nuca. La acomodó bien en la cama, mulló las almohadas y la roció con champaña. Hizo un camino con el resto hacia la puerta, encendió un fósforo y salió tranquilamente por la puerta principal mientras la casa ardía tras él.

Los vecinos salieron alarmados por el fuego y él aprovechó de escabullirse a través de sus patios hasta su casa. Subió al entretecho, puso una etiqueta roja al cuaderno y lo archivó, Mientras esperaba la hora perfecta, preparaba su cena. Cada para luego bajar, ponerse pijama, bata y pantuflas y salir a vez que remataba una historia hacía su plato favorito: carne la calle a mirar el espectáculo: el gran final para una de las mechada en salsa de zanahoria y arroz pilaf acompañado por historias que decidió archivar para siempre. una ensalada de lechuga con palmitos y crutones, marinado con una botella de vino de su colección. No hacía postre, su Escrito por : ADELAIDE WALDORF postre era la satisfacción de la historia terminada. 4

Escrito por : AMOR DE AMORES 5


LA ÚLTIMA PLAZA Siempre me llamó la atención que al medio de la plaza que Al parecer no fui el único porque la gente que al principio se está frente a mi casa, había un monolito con forma de obelisco había agolpado en la plaza a mirar, huía despavorida y gritaba que había sobrevivido a cuanta inauguración y re inauguración como si sus gargantas se desgarrasen en llanto y horror. se había hecho, según la candidatura del alcalde de turno. “Este es el momento más importante de la historia de la Bajo el monolito había una placa que le daba nombre a la humanidad! Más importante que la llegada del hombre a la luna plaza: Victorino Laynez. No sabía quién fue o qué hizo don o incluso, más importante que el nacimiento de Jesús”, pensé Victorino, pero siempre pensé que si había placa, habría y comencé a temblar, pero ya no era de miedo, sino que de alguna estatua que alguna vez estuvo sobre el monolito y que emoción. Mis nervios me traicionaban. en algún período de la historia se perdió. “Mauricio, mantén la cabeza fría” -me dije– “si quisieran Hasta ese día en que todo se iluminó, y me refiero a destruirnos ya lo hubiesen hecho; si pueden viajar por la galaxia, literalmente iluminado; fue cegador porque previo a eso hubo pueden destruir la tierra en un pestañeo, si no lo han hecho es un ruido sordo, como el del chapuzón de una piedra en una porque no quieren”. piscina profunda, que se llevó toda la luz; los computadores, y los relojes se pararon, mientras que los celulares se apagaron. Así es que me acerqué, temblando de adrenalina, pero sabía lo que tenía que hacer…tenía que demostrar que somos Había leído de esto en mis libros -¡un pulso electromagnético!, inteligentes, que podemos ser amigos, que podemos aprender. pensé-, pero la velocidad de mi pensamiento no alcanzó a ser más rápida que la luz que lo invadió todo. Era tan fuerte que Abrí mis manos hacia abajo en señal de paz y la luz se oscureció dolían los ojos, como si cien maestros se hubiesen puesto a en un punto. Se abrió algo parecido a una puerta, que era soldar al arco una reja de metal al mismo tiempo, pero no más bien una membrana brillante, de la cual surgieron tres hubo ruido, sólo silencio mientras la luz devoraba todo. figuras; no eran humanos ni tampoco animales; eran como “¿Habrá sido una explosión atómica?”, Pregunté a mis libros, dos pirámides de cristal pegadas por su base, pero miraban, o que eran mi única compañía. Quizá Asimov sabría lo que era al menos eso creí porque tenían una especie de ojo adelante, esa luz, o Carl Sagan o Michio Kaku o Ray Bradbury; pero no, pero más bien era un semicírculo con párpado, también de no podría haber sido una bomba, porque ya hubiese llegado el cristal. rango de la explosión, y estaríamos muertos. Extendí mis manos hacia abajo, como una señal de que venía Pero la luz seguía ahí, así es que me decidí a mirar bien. Tenía en paz, y al parecer me entendieron porque no me destruyeron aún los lentes que usé una vez para ver un eclipse que venían y sólo se quedaron ahí, esperando. en una revista de ciencia; tardé en encontrarlos y me alegré de no haberlos tirado, me los puse y miré, y pude ver la causa de “Es mi oportunidad de demostrarles que somos inteligentes” la luz. Sobre la plaza, en perfecto equilibrio sobre el monolito, –pensé-, “mi oportunidad de demostrarles que merecemos había un disco de luz que de alguna manera calzaba con la ser tratados como iguales, que nos pueden enseñar cosas… forma del mismo, y dentro de ese disco de luz había figuras Voy a ser el personaje más importante en la historia de la que se movían. humanidad, generaciones hablarán de este preciso momento. Sentí mucho miedo y un indescriptible terror; más que el que jamás sentí en mi vida. 6

Pero ¿cómo me podría comunicar con ellos?, Ya que si les hablo, tal vez no me entiendan, probablemente hablan entre sí con la mente o con sonidos que no puedo oír. Si hago gestos, sólo me encontrarán divertido, de la misma manera en que yo encuentro divertido un perro persiguiendo su propia cola. Tenía que hablarles en un idioma que fuese universal, que fuese inmutable…” y de pronto lo recordé… ¡matemáticas!.

Al quinto círculo lo hice más grande; Júpiter, al sexto círculo le hice un anillo; Saturno. Y al tercer círculo le hice una línea que lo atravesaba, como una órbita alrededor del círculo más grande, que era el sol. Me preocupé de hacerla elíptica, no redonda, tenía que hacerlo bien… Las figuras se miraron entre sí y retrocedieron. “Los impresioné -pensé- ahora sabrán que soy más que inteligente, que puedo aprender de ellos; conoceré el espacio, seré el primero en tocar las estrellas, seré muy famoso! ¿Me invitarán a muchos programas de farándula?...”

No conocen a Pitágoras, pero seguro conocerán su teorema; la matemática es siempre igual. Así es que agarré una rama y en el maicillo de la plaza dibujé un triángulo recto y dejé que lo vieran. Mientras sentía como la gente se iba acercando de a poco.

Miré al cielo y vi muchas luces que bajaban -“lo logré”, pensé“vienen a hacer contacto con nosotros, saben que somos sus amigos”.

“¡Necesito testigos! testigos de lo que estoy haciendo por la humanidad –pensé-. Seré muy famoso, nunca más se burlarán de mí y miles de niños llevarán mi nombre, bibliotecas se fundarán con placas en mi honor…”. Cuando se acercaron a ver el triángulo dibujé tres líneas paralelas al lado de un cateto, cuatro líneas debajo del otro cateto y cinco líneas sobre la hipotenusa.

Giré para saludar a la gente, un buen gesto que les contarán a sus nietos, y pensaba en qué frase diré para ser inmortalizado; tenía que ser algo digno para ocupar en una placa de metal en un monolito de una plaza… “¡Lo tengo!”, Iba a decir algo, pero el sonido no salió de mi boca…no sentí las piernas, tampoco “¡Deben saber que somos inteligentes; que SOY inteligente! La los brazos ni el pecho; no podía respirar, traté de gritar, pero historia se dividirá en este momento, en un antes y después ya no tenía pulmones, caía a toda velocidad, traté de girar para del contacto, seré más grande que Jesús, que los Beatles…”, ver qué había pasado, pero mi cuello no respondía. pensaba. Sólo vi a la gente desapareciendo bajo luces verdes, Las figuras se miraron entre sí y lucían desconcertadas, no sé desintegrada, cabezas rodaban por doquier… Mientras si desconcertadas sea la palabra adecuada porque eran figuras seguía cayendo, aún no perdía la conciencia… ¿Por qué?... de cristal y tenían un ojo, el que fueron abriendo cada vez más. ¿Por qué?... Si les demostré que… Éramos inteligentes… Tal vez… “Los tengo en el bolsillo -pensé- es hora que sepan que nosotros Demasiado… Intelig… sabemos dónde estamos en el universo”, por lo que dibujé un círculo grande y al lado de éste nueve círculos más pequeños de distintos tamaños. Escrito por : KANGREJO 7


RECATARSIS Después de tomarme un cafecito con los colegas en la cafetería frente a la Plaza de Armas; después de hablar y repetir las mismas quejas de siempre, obviamente sin llegar a ninguna solución viable, miro mi reloj y no sé por qué recuerdo que hace varios días que no la llamo. Cruzo hacia mi banco favorito y me siento un rato; vuelvo a caminar y la llamo por el celular desde un lugar donde no hay mucho ruido.

En estos casos, siempre termino compadeciendo a mi hermana por su mala suerte en la vida y afortunadamente mamá se conduele y también agrega un “¡pobrecita tu hermana, ¿por qué tendría tan mal ojo para casarse?, Tanto que le dijimos que no se casara con un gallo sin profesión y sin ambiciones en esta vida, porque si no fuera por tu hermano que le da trabajo, se estaría muriendo de hambre… en fin… -ahora se le quiebra la voz, está a punto de llorar- no sé que voy a hacer con esta niña”.

“¡Ay! Diosito, por favor, que no esté enojada! Señor mío, ¿cuántos días qué no la llamo?”, Pensaba, “debo decirle algo importante para distraerla si es que está molesta por algo…ya, ya, ya sé! tengo una jaqueca terrible hace dos días”, eso siempre la preocupa un poco.

Termina dándome un consejo para mi jaqueca y yo puedo estar tranquila. Siento que no tengo la mochila de cuero sobre mí -“¡gracias, Dios mío!”-, Siento que pierdo el temor y que esta sensación de tranquilidad podrá durar, con suerte, unos días más.

“Hola mamita, apenas puedo hablar; no puedo ni siquiera abrir los ojos del dolor de cabeza… ¿cómo me dijiste que se llamaban las pastillas que toma mi tía Gracia?” -El nombrecito de la vieja, pensar que media ciudad no la puede ver por la lengua de víbora que tiene-, pensé.

malos pensamientos, pero como si no tuviera una conciencia su montgomery de 5 kilos y lo sacaste pesando 20 más?” – permanente o un deseo profundo de cambiarlos, una y otra Pregunté. vez, vuelven a aparecer. Ella me queda mirando y al unísono un risa incontrolable nos No puedo dejar de mirar la enorme pileta que cuando niña invade a ambas. me parecía casi una piscina olímpica…No puedo contener la risa al recordar cuando, sin poderme controlar, empujé a mi “ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja ja”, y agrega –“¡por Dios que impecable hermano hacia ella, mientras él hacía piruetas en la eras mala!, No se te ha pasado mucho, pero no puedo negar que baranda tratando de lucirse frente a unas niñas. ahora desde la distancia me causa mucha risa. ¡Bien famosa esta plaza, pues…cuántas historias…”, comenta mientras me -“Mamá ¿juntémonos en la plaza del Mall, por fa?, Te tengo que abraza. decir algo”. “¿Te acuerdas cuando boté a mi hermano a esta pileta con

Le temo, claro que le temo, pero también la compadezco -¿cómo no hacerlo?-, Si somos tan parecidas. Reconozco que hago esfuerzos enormes para no repetir la historia y muchas veces me sorprendo hablando y haciendo lo mismo que ella, claro que trato de enmendarme rápidamente, pero “¡Ah! Qué pena, no me acuerdo ahora, pero le puedo preguntar…” inevitablemente la marca genética no deja de funcionar. -no tenía la voz normal, tenía ese tono arrastrado que revela cierta distancia. Siento que voy a transpirar, debo cadenciar Raramente, a pesar de mi miedo, me fijo en la pileta de la plaza más mi voz, Dios me escucha, pensaba. y recuerdo el montgomery de mi hermano; ambos teníamos unos muy similares cuando chicos, por supuesto mi mamá se Recuerda de pronto una queja contra mi hermana y olvida la aseguraba de que los usáramos todo el invierno. distancia inicial para contármela y yo solidaricé con ella en su nueva desgracia. No puedo hacer otra cosa, debo siempre ¿Ir al psiquiatra? ¿Para qué?, Yo sé lo que me va a decir, lo concordar con sus lamentos, apoyarla, incluso debo, contra tengo más claro que echarle agua, además a esta edad ya toda mi voluntad y sentido de justicia, agregar algo contra mi no puedo cambiar mi actitud frente a ella, es una pérdida pobre hermana que de seguro le ha tocado peor que a mí con de plata y tiempo, ya estoy muy vieja, le diría que sí a todo ella, y decirle que la Gloria es una descocada y que jamás ha y yo continuaría con mis miedos... Obviamente no tendré podido hacer las cosas como deben ser y siendo tan habilosa nunca resuelto este problema, luego me arrepiento de mis la tonta…

Escrito por : SULLETA 8

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UNA PLAZA DE RECUERDOS Años atrás solía ir a la plaza a jugar con mis vecinos que tenían la misma edad. En aquella época solo había pasto que en invierno no se regaba y en verano se secaba; de noche no había otra luz más que la de la luna para podernos iluminar y cuando no la había, eran noches perfectas para jugar a las escondidas…siempre iba más allá de donde me tenían permitido, pero así jamás podían encontrarme.

Una noche me llevó a la plaza y me presentó uno a uno, pero sin dudas solo un nombre quedó grabado en mi mente: Daniel. Me hacía suspirar cada vez que oía su nombre, pero Dani (así lo llamaban algunos) al parecer no estaba interesado en mí.

Un día se me ocurrió decirle a mi primo que él me gustaba y esa misma noche cuando me acerqué al grupo todos me molestaban; me dio tanta vergüenza, pero me di cuenta que De día, jugábamos bajo el sol sin importar siquiera no usar no tenía que volverle a confiar un secreto. bloqueador solar, y cuando nos sentíamos acalorados, una de mis amigas que vivía frente a la plaza sacaba una manguera Dani me llamó para hablar lejos del grupo y quedamos en y nos mojábamos, incluyendo los zapatos de algunos. juntarnos al otro día –lunes-; día en que no había juntas Afortunadamente nuestro dinero no alcanzaba para un celular porque en la semana se trataba de estudiar más y salir menos. o también los hubiéramos mojado. Cuando llegó el momento de la junta nos sentamos Dani y Los días pasaban y los juegos comenzaban a repetirse. Los yo en una banca frente a los juegos; era el lugar donde había años pasaban y algunos ya no iban a la plaza y perdí el interés menos luz y ahí me preguntó si era verdad lo que mi primo por ir si no estaban mis amigas de siempre. le había dicho. No podía negarlo, así es que admití que me gustaba mucho y minutos más tarde, en que le conté casi toda Unas ganas por saber qué pasaba en la plaza una noche hizo mi vida, él rompió su silencio y me dijo que también le gustaba levantarme de la cama que me sostenía las tardes después de cómo era yo y que deseaba ser más que mi amigo. Los nervios clases, pero allí todo había cambiado; una cancha ocupaba me hicieron temblar tanto que tuve que decir que tenía frío parte de lo que era solo tierra, había juegos infantiles donde -eso fue muy conveniente para mí, porque Dani me abrazó-, y hubo pasto y árboles esparcidos por el lugar lo hacían ver entre tanto abrazo me besó. hermoso; incluso lo podía apreciar de noche porque tenía luz artificial, sin embargo le quitaba parte del romanticismo que Volví a ver esa luna que había desaparecido entre tanto foco y le daba la luz lunar. junto a ella muchas estrellas. Ése fue mi primer y romántico beso con un chico tan apuesto, Allí había jóvenes de mi edad, en su mayoría hombres que se pero que días después me enteré no solo me traía loca a mí, reían de cosas que solo ellos entendían. Pude observar que en sino que a muchas más y entre esas “muchas” se encontraban el grupo estaba uno de mis primos, pero había tanto muchacho todas mis amigas de infancia que jugaban conmigo en la guapo que me dio vergüenza llamarlo, así es que mejor me fui misma plaza donde besé al chico de nuestros sueños. a casa y esperé hasta el otro día para hablar con él. Cuando me lo encontré le dije que extrañaba salir y juntarme con mis El rumor corrió rápido lo que provocó celos en mis, ya no sé amigos, pero ya nadie salía -menos a jugar a esta edad- y le si amigas, pero saben de quiénes hablo. Los días en que, por pedí que me presentara a sus amigos para poder formar parte cualquier motivo, pasaba frente a sus casas escuchaba cómo de su grupo.

me gritaban cosas feas que no quisiera repetir, y me hacían Pasaron los años y descubrimos formas modernas y muy sentir muy mal porque si cualquiera de ellas hubiese estado populares en internet para comunicarnos con gente que en mi lugar, yo las habría apoyado. se encuentra lejos; busqué de todas las formas y con todos los apodos que podía tener a Dani, pero nunca lo encontré. En fin, los días seguían pasando y para mí, de lunes a domingo, Transcurridos ya cuatro largos años, él me encontró a mí. las juntas en la plaza se hacían más de una vez al día, pero sólo Ya no éramos los mismos de antes, pero él siempre me eran entre Dani y yo. recordaba y yo a él. Decidimos juntarnos un día en aquella pequeña plaza que cambió igual que nosotros, esa misma que Tristemente una noche de sábado en que llegué tarde a la me vio crecer y la misma en la que dí mi primer beso. Pero junta grupal me entero que Dani se cambiaba de hogar; esa no todo podía ser tan lindo; él tenía una pareja estable y un noticia me dejó pálida. Era una felicidad para algunas, pero trabajo; yo no podía decir lo mismo, pero estaba feliz por él. tristeza para otras como yo. Nos hicimos muy buenos amigos a la distancia y a veces nos veíamos en el mismo lugar de siempre; cada vez que me siento La noticia había llegado tan repentinamente que Dani no en la plaza recuerdo todos esos buenos momentos que pasé y tuvo tiempo y se despidió de mí con un beso diciendo que nos que son muchos…vienen desde hace muchos años que podría volveríamos a ver algún día y que ése sería el último momento hacer una línea cronológica con todo lo que viví y si tuviera que que estaríamos juntos como pareja…Como es típico de ponerle un nombre sería “La plaza de los recuerdos”. momentos que uno no quiere que terminen, se acabó más rápido de lo esperado y Dani se fue dejando un vacío en el grupo y más aún en mi corazón.

Escrito por : ESTRELLA FUGAZ 10

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LA PLAZA DE MIS SUEÑOS Mi hijo pequeño se balanceaba suavemente en su columpio, empujado por mis delgados brazos de bailarina profesional que se fortalecieron con la crianza de dos niños y la carga de bolsas de feria. Mi vida había cambiado mucho al optar por dejar el baile y hacer familia.

El block del lado en nuestro caso, era en el que vivía mi suegra, el del otro lado en cambio, era donde vivíamos nosotros. Entre medio había un pasaje que daba a la parte de atrás de dos block.

En la plaza se juntaban algunos jóvenes de polera azul para La suegra cuidaba a ratos a mis niños y su departamento daba caminar al encuentro de un clásico. Cuando todos, tanto exactamente a una de las plazas del barrio. Parecía una plaza madres, padres, abuelos e hijos gozábamos de una tarde grata feliz en una tarde feliz cerca de las cuatro de la tarde. y feliz, aparecieron de entre los dos edificios centrales, tres jóvenes corriendo, gritando, asustando y espantando a los Las plazas, como todas las “plazas de pobla”, no eran tan chicos que esperaban en la banca café a sus iguales. grandes y estaban rodeadas por 4 block; uno al lado, otros dos al medio y el último, al otro lado. Casi todos los block que estaban El ejército era pequeño, sólo tres jóvenes de polera blanca con en medio de las plazas, prestaban su costado para grandes negro y uno con un pañuelo de indio cruzado en la frente. Pero murales del Colo o La U, o a muralistas de ideologías políticas o era un ejército fortalecido, porque atacaron con una pistola. “fuerzas de barrio” plasmadas en graffitis. “¡Suelta la bandera conche tu madre, suéltala ya!”- Gritaba el cabecilla de pañuelo, apuntando agresiva y temblorosamente Al otro lado estaba el block donde vivíamos, y entre cada block a la cabeza de uno de los chicos de azul. había un pasaje y en varias plazas el terreno estaba marcado por indios o búhos. En la nuestra, el terreno pertenecía a un Varios volaron como bólidos y otros pocos se quedaron gran búho azul. petrificados por el miedo sin saber si llorar, correr, atacar o desmayarse ahí mismo. Finalmente arrancaron como Mi suegra, en un acto de ternura propio de abuela babosa, baratas descubiertas bajo una piedra dejando la bandera llamó a mi pequeño para que subiera unos minutos; él, ya más dolorosamente en manos de sus contrincantes. independiente con sus 4 años, subió la escalera y yo quedé abajo mirando orgullosa. Me volteé y mi niña grande, amante Las madres, hijos, abuelos y niños desaparecimos en menos del volley, me miró con mirada cómplice para que hiciéramos tiempo del que ocuparon los jóvenes para arrancar, algunas su juego preferido: volleyball sobre el fierro paralelo al suelo, gritando y la mayoría angustiadas y asombradas de tan de los juegos infantiles. terrible cuadro presenciado por sus pequeños hijos. Ya me iba ganando -hoy es seleccionada de volley del Liceo N°1- y en ese momento sólo era una niña de 11 años practicando sin querer su expertise futura. En la plaza había una serie de madres con sus hijos; todas alegres, conversadoras o silenciosas, alertas, pero relajadas, balanceaban, cuidaban o compartían libremente con sus pequeños.

Ya no vivo en ese lugar. Me fui de allí por temor a que mis hijos no conocieran la calma. A una cuadra tenemos una gran plaza por la que caminamos calmos y resguardados; ahora estamos quizá demasiado resguardados.

Mi hija ha hecho amistad con muchos chicos del barrio por su gran corazón y capacidad de solidarizar con diferentes jóvenes. Los chicos no tienen dónde andar con sus skate, a pesar de la gran extensión de la plaza, que ya no es plaza sino un parque. La ciclovía no sirve para sus movimientos y acrobacias y las canchas de básquet y fútbol son para esos mismos deportes. Los han echado del Unimarc de la esquina unos personajes de seguridad ciudadana. Yo defiendo que puedan jugar a media tarde del domingo, frente a mi casa. La calle es libre, pero el terror asedia en todos lados y sin querer me he venido a vivir en una calle de ex carabineros, casi todos armados.

La vida no está calma y feliz. Sufrimos de batallas internas que se van apoderando no solo de nuestras plazas, sino también de nuestras conversaciones. La plaza es un lugar común, como lo es un hogar, un país y un planeta. Nuestra convivencia está devastada por su historia y su decaimiento social. Se construyen lugares lindos que esconden profundidades oscuras.

Espero que con el tiempo, las plazas no se transformen en lugares vacíos y silenciosos; las personas y niños en seres apáticos y agresivos y el país, en un lugar de seres deprimidos Los amigos de mi hija y sus amigos skaters causaban ruido con e infelices, aunque creo que ya lo es. sus skates y un vecino me amenazó diciendo, “aquí estamos todos armados y no queremos delincuentes molestando”. Espero que de a poco vayamos recuperando el significado claro Desde aquel día del colocolino armado hasta hoy, odio las de una plaza, como un lugar de encuentro con la naturaleza, batallas en las plazas de grupos, competencias deportivas, con las personas, niños y abuelos. Con animales y con la vida, diferencias religiosas, o por motivos de rabia entre personas, la simple y maravillosa vida que nos ilumina y nos alimenta tan humanas, unas frente a las otras, pero con ideologías el alma. enfrentadas y con pasiones desatadas. La plaza de mi niñez y de mis sueños, se asemeja al cielo Hoy, cuatro años después, medito sobre la espantosa realidad prometido por el Dios católico y de otras religiones, en que vivimos y que no hemos dejado de vivir diariamente. que hombres, e incluso animales salvajes, se mezclan Ahora, las batallas se han extendido a las plazas centrales de pacíficamente rompiendo con el salvajismo y la crudeza de las mi país; en el norte, en el sur, las calles y ciudades chilenas peleas, el resentimiento y la falta de respeto. son campos de batalla. Hay ira, rabia y dolencias sociales que abren paso a esas mismas rabias y pasiones. Gobernantes y Una plaza de niños jugando libre y alegremente, en que la Fuerzas Armadas no logran contener su avance porque no son paz reina, sin hacer distinciones sociales ni de edad. Esa plaza capaces de llegar más al fondo de los corazones de la gente y es finalmente la plaza de mis sueños, que nostálgicamente no logran parar sus enfrentamientos con otro método que no se aferra a mi corazón y aunque no la encuentro aún, jamás sea la fuerza de sus armas. dejará de ser la plaza que deseo para todos los barrios de mi confundido y malogrado país. Unos contra otros. Unos contra otros.

Escrito por : ALANIS 12

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EL REENCUENTRO Cuando abrieron el Mall Plaza Trébol un amigo me invitó a conocer una niña. Por aquel tiempo él estaba interesado sólo en estar con su nueva polola y me invitó con todos los gastos pagados a visitar este maravilloso lugar, que lo llamé “la ciudad pequeña del amor”. Aquí conocí lo que era el amor a primera vista. Vi a la mujer más linda que podría pisar esta tierra; muy delgada, de mi estatura y el pelo negro, brillante y largo; era morena de ojos verdes y tenía una cara muy limpia. Usaba un perfume inolvidable y ropa exclusiva. De un momento a otro me vi entre sus brazos e inspirado en sus labios le dije “estamos enamorados”. Sin darme cuenta pasaron dos semanas dentro del Mall Plaza Trébol; cine, papas fritas, helado, cigarrillos y mucha menta y su perfume encantador. Lo único que susurraba ella a mi oído era “te amo mi amor, ¡mi vida!, Eres lo más lindo que puede haber en el mundo, te amo una y otra vez”.

MÁS QUE MAGIA, MÁS QUE SUEÑOS, MI PLAZA

Su ropa ya era parte de mí y así mi momento de gloria; era el hombre más poderoso del mundo junto a ella. No puedo parar de nombrarla, su estilo, más linda que una modelo de alta costura y sus zapatillas, las más lindas que había visto jamás. Estaba profundamente enamorado, lo único que hacía era ver el cielo dentro del Mall en el segundo nivel, donde aún no había biblioteca. Miraba y sentía que estaba en otro planeta, completamente cegado por su silueta de bordes ennegrecidos y una dentadura igual a la mía. Éramos el uno para el otro. Luego de acabar con el dinero de los jugos naturales más ricos que he bebido -afrodisíaco perfecto para nuestras bocas y tabaco- nadie sabía dónde estábamos, era ella y yo, y nadie más. Fuimos completamente uno del otro, la armonía más bella y la hora más importante de nuestras vidas. Y le perdí el rastro. Se fue a san Carlos donde solo recibí una noticia: se había casado la mujer de mis sueños, mi mujer.

Como cada fin de semana, específicamente como cada sábado, vamos con mi familia y algunos amigos a Mall Plaza. Sin embargo éste era un día extraño; en la mañana estaba lloviendo, pero estaba soleado, un arco iris cruzaba el cielo y era algo hermoso que no fue un impedimento para disfrutar del día.

la fuente de poder de felicidad que hacía posible todos los sueños, eran los Palomos.

Al momento de llegar a la plaza nos dimos cuenta de algo maravilloso; era el único lugar donde la lluvia no caía, donde la felicidad se sentía en el ambiente. El arco iris que vimos cruzando el cielo provenía de allí. No esperamos más y entramos en él; los árboles de interior brillaban, las personas cantaban y corrían por todos lados; las tiendas resonaban con música, los animales al parecer también estaban adentro y no parecía importarle a nadie. Gotas de colores caían del techo, bandas de jazz en medio del patio y la comida era todo lo que te podrías imaginar o mejor dicho, era inimaginable.

La fuente de felicidad es y somos todos nosotros. Nosotros le damos vida a esta plaza donde todos los días depositamos más felicidad y alegría, y eso era algo más grande que la fuerza unida y organizada de los Palomos. Ellos, enfurecidos comenzaron a lanzar bombas explosivas y con un grito de fuerza y valor todos los sueños hechos realidad comenzaron a manifestarse en arco iris purificadores calmando a los Palomos y volviéndolos dóciles, algo realmente mágico.

Los Palomos eran aves híbridas que querían adueñarse de toda la felicidad porque estaban cansados de que se les echara de acá, lo querían a toda costa.

Al pasar las horas me di cuenta que los Palomos estaban jugando en el barco pirata y me detuve a pensar lo hermoso El cine era algo espectacular, más que real, vivíamos la película que sería si todos los días fueran así y claro, siempre es así, sólo en la vida real; vaqueros, alienígenas y dinosaurios cobraban debemos abrir los ojos y detenernos a pensar en lo hermoso vida. Mis hermanos luchando con espadas en un barco pirata y que puede ser un día acá, como lo fue hoy en mi querida plaza. debajo de ellos, una piscina de chocolate los espera rodeados de tiburones de lego. Había llegado el momento de marcharnos. La luna estaba asomándose y el arco iris desvaneciéndose; los sueños Todo, absolutamente todo tenía vida en Mall Plaza. estaban descansando y volviendo a su hogar. Todos se iban, pero la plaza estaba ahí, siempre brillando… esperando por Era el mejor día de mi vida y no todos mis amigos lo sabían, por un sueño que dé la chispa de encender para que todo vuelva a suerte había ¡teléfonos transportadores moleculares! Gracias a ser como el día de hoy. ellos pude traer a mis amigos rápidamente, pero no todo era felicidad. Había unos trabajadores que querían adueñarse de

Escrito por : GEO GARDEN 14

Escrito por : ESTRELLA FUGAZ 15


CIERRA LOS OJOS “Soy una mala persona, lo acepto y lo llevo con orgullo. Cuando todos lloran, yo río. Cuando ellos gritan es porque yo lo provoco. Disfruto haciendo padecer, me llena de placer ver las dolorosas expresiones que se oponen a mi cruel sonrisa, soy un rebelde y jamás cambiaré”. Así era mi mentalidad entonces, así era como yo reflejaba mis problemas interiores hasta que un día me pasé de la raya… Fue un caluroso domingo cercano a las vacaciones de verano, cuando mis piernas aún jóvenes caminaban junto a las de mis amigos y cada uno en un lenguaje un tanto obsceno relataba sus orgullosas fechorías.

-“No somos mudos, pero la municipalidad parece ser que intenta convencernos de ello: no nos escucha y estos semáforos siguen sin tener sonido. Por favor, ¿podrías avisarme cuando se ponga verde?” Yo le respondí con una vehemente afirmación y esperé unos instantes junto a él. Había pensado que quizás hubiese sido suficiente hacerle la zancadilla, pero el simple hecho de ver a un ciego gritar descontrolado entre el tráfico resultaba una apuesta mucho más divertida. En la silenciosa espera, una cálida ráfaga de viento anunciante de tormenta hizo balancear las crujientes ramas del platanero situado al otro lado de la carretera. Una difuminada gota de agua descendió frente a mi rostro, finalizando sobre la piel de mi calzado, a la vez que mis carnosos labios púrpura se separaron en una diabólica sonrisa.

Nos dirigíamos al portal de un conocido, concretamente al camello que nos proporcionaba los polvos mágicos de la felicidad. Aún teniendo suficientes reservas necesitaba comprar más. Ya no era simplemente consumirlas, el hecho de saber que tenía un buen cargamento almacenado en el doble cajón de mi cuarto hacía que me tranquilizara. -“Ya puede cruzar”. Entonces, en ese preciso momento pude ver por primera vez aquello que hizo cambiar mi vida radicalmente. Era un hombre mayor, un anciano calvo y ciego que dibujaba su camino sobre la acera con un alargado bastón metálico. En efecto, era el blanco perfecto.

El silencio de sus confiados pasos, el chirrido de los frenos desgarrados por el asfalto y por último, la nota de un do menor retumbó dolorosamente en mi corazón. Lo cierto es que no había pensado en aquella posibilidad. ¿Quizá me cegó mi alocada mentalidad adolescente?, Realmente no podía imaginarme que ocurriría algo así, era incapaz de asimilar que Entre risas les hice unas señas para que se detuvieran, aquel líquido carmesí que emergía bajo su cuerpo era la vida seguidamente me situé junto al abuelo, y con un educado que le acababa de arrebatar. “buenos días” le saludé. El hombre intentó buscar mi posición y sorprendentemente acertó. Sufrí unas horas tras el incidente; estaba nervioso ante tanto interrogatorio, pero finalmente cuando llegué a casa como -“Hola chico, ¿podrías hacerme un favor?” -preguntó con una un inocente, todos mis males formaron parte del pasado y voz desgastada por los años. tenedor en mano agarré otro trozo de carne. -“Dígame”.

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Un gran valle verde se dibujaba en compactos acrílicos; la silueta de unas oscuras montañas se mantenían amenazantes tras el paisaje y el sonido de un hombre que susurraba palabras sin sentido caminaba por un solitario camino lamentándose por algo inaudito. De repente se giraba y con su mano derecha me señalaba.

¡No! ¡Ocurrió por segunda vez!. Fue al levantar la cabeza, tras refrescarme la cara cuando su presencia resurgió entre las sombras; esta vez estaba en medio de la plaza de en frente, de pie, con la misma ropa que el incidente, mirándome fijamente mientras que con una coordinación de bastón avanzaba dos pasos hacia mí.

Y allí estaba yo, con las manos manchadas de sangre. -Cierra los ojos-

Grité y retrocedí asustado al presenciar su difuminado desvanecimiento en el aire, a la vez que totalmente horrorizado me preguntaba ¿¡Qué cresta está pasando!?

Me desperté de un salto, agarré el despertador con la otra mano y lo estrellé rabioso contra el suelo. Llegaba tarde y a pesar de recurrentemente hacer novillos, aquel día era distinto a todos los demás; a primera hora tocaba educación física, mi asignatura favorita. Debía correr durante doce minutos seguidos rodeando el campo de fútbol, pero a pesar de saber que aquello tan sólo era una prueba de resistencia física, me empeñaba en posicionarme el primero en aquella personal competencia, quería ser el mejor. Por esto, estaba más acalorado que los demás, mi corazón se aceleraba con descontrol y unas escurridizas gotas de sudor descendían lentamente por mi frente, rodeando mis cejas y deslizándose sobre mis párpados, hasta que finalmente, un repentino escozor salado hizo que cerrase los ojos y me detuviese al instante.

Corrí y corrí, no debía detenerme, ¡estaba en todos los lados! Cada vez que estornudaba, cuando en ocasiones bostezaba, ¡incluso cuando pestañeaba!, Él allí aparecía, esperando el instante que cerrase los ojos para avanzar un paso más. Quería, deseaba con toda mi alma un leve rayo de luz de esperanza, pero yo ya lo sabía… por más que huyera, por más lejos que fuera, cada vez él estaría más cerca -¿Por qué?-, Al principio me lo pregunté ya que no podía imaginar que una respuesta tan evidente fuese a la vez tan escalofriante. Sin saber cómo ni por qué, aquel anciano se había metido en mi cabeza.

Hice mil y un esfuerzos por mantenerlos abiertos, incluso necesité introducir la cabeza en la bañera para sumergirlos bajo el agua y aliviar aquel desesperante escozor que yo mismo En aquel momento la imagen de aquel fallecido ciego resurgió me provocaba. Pero era doloroso, desquiciante, totalmente en mi mente. Seguramente por el cansancio, quizá por un insoportable. No aguantaría mucho más, mi vista se cansaría, cierto remordimiento, ¡pero no!, Me equivocaba. No había mis párpados caerían y él me atraparía. formado parte de mi imaginación, ¡estaba casi seguro! Le había visto en la lejanía; me estaba observando entre la Desgarrado por la angustia me lancé sobre el teléfono, arboleda, y en un abrir y cerrar de ojos ya había desaparecido. necesitaba ayuda. Necesitaba que alguien me tendiese su mano, pero mis amigos se rieron, mi familia me tomó por loco Extrañado y un tanto mareado decidí ir a hidratarme a una y los carabineros me colgaron el teléfono. En aquel momento fuente cercana junto a la cancha de básquet. Debía olvidarme me di cuenta: me encontraba totalmente solo. de lo ocurrido, tampoco había sido culpa mía, no debió pararse en medio de la carretera. 17


MI SEGUNDO ENCUENTRO DE MI LLEGADA AL DESTINO Podía ver su cara; sonreía, disfrutaba del lamentable estado en -Buenos días -dijo la dulce voz de una joven chica- ¿Quiere qué el que me encontraba y mientras yo corría de una habitación a le ayude? otra, impotente, me parecía incluso oír sus crueles carcajadas hacer eco en mi mente. -Sí hija mía, no somos mudos, pero la municipalidad parece ser que intenta convencernos de ello: no nos escucha y estos Llegué a la cocina y el destello de la luz encendiéndose me cegó semáforos siguen sin tener sonido. Por favor ¿Podrías avisarme durante unos segundos. Grité cuando le vi alzar la mano hacia cuando se ponga en verde? mí, cuando su sonrisa bañada en sarro se abrió y su índice en la negrura finalmente me alcanzó. Entonces perdí el control. Estaba claro que muchas cosas desde entonces no habían cambiado, pero aquel rayo de esperanza que una vez deseé Ya han pasado más de cincuenta años desde que me arranqué que me salvara ahora me agarraba delicadamente del brazo los ojos y lo cierto es que a pesar del tiempo sigo pensando ayudándome a cruzar la calle. que aquello ocurrió en realidad. Mi castigo fue mi conciencia, mi dolor el arrepentimiento, y curando mis pecados en la Me reconforta el saber que todos no somos iguales. oscuridad ahora me encuentro. Quizás fuese cosa del destino, puede que incluso estuviese escrito, pero la verdad estaba ahí presente. Aquel incidente hizo cambiar mi mente, me desvié de aquel equivocado camino para siempre. Pero algo aún no ha cambiado, parpadeante me amenaza desde el otro lado, mientras que yo a pulso vibrante me detengo tembloroso junto a la carretera.

Escrito por : CRISTIAN CANDIA 18

Cada mañana y cada tarde no es una simple coincidencia pasar frente del Mall Plaza Norte, ya que el bus que debo tomar hacia mi universidad hace que el Mall se convierta en mi última parada antes de llegar a mi destino. Es inevitable no fijarse -a simple vista- en los grandes locales de comercio: Ripley, Falabella, en fin, lugares restaurados con elegancia y un poco de glamour con los rostros de televisión.

El Mall Plaza Norte no es sólo el local de ventas, sino que es el lugar de la imaginación, ya que los disfraces animados que usan los trabajadores, son para llevar a los niños a un mundo de fantasías dentro de un centro comercial, donde el vestuario para las personas es elegancia y la actitud frente a su día a día dentro de la sociedad; donde la disquería es el lugar del mundo donde la música es la protagonista y nosotros los oyentes o donde la comida es la fuente de energía para las Cada tarde de un día en la semana, además de mi domingo personas y un lugar de reencuentro para otros. en familia, me bajo en aquella parada que me deja grandes impresiones visuales. Al bajarme camino en dirección al Mall ¿Qué más se podría pedir ante semejantes propósitos que a través de una nueva plataforma de entrada, que encontré sólo un lugar nos quiere ofrecer? ¿Imaginación real? ¿Dónde mucho más amena y cómoda, y al acercarme a la puerta de podemos entrar y ver un mundo lleno de ficciones que sólo la entrada, veo un simpático personaje disfrazado de alguna encontraremos en una película o una serie animada? ¿Podrá ser serie infantil, niños a su alrededor con rostros de felicidad que posible que cuando hagamos llegada a nuestro querido lugar miran con asombro el disfraz como si fuera la realidad que se de entretención, cerremos los ojos y veamos lo inimaginable apodera del lugar. en la realidad actual? Donde podamos ver animales feroces, cantantes en la disquería, escritores y novelistas en la sección No es inusual ver que el Mall se ha transformado en el mejor de librería o grandes estrellas deportivas en el sector de panorama para los niños, sobre todo los fines de semanas, ya productos de deportes. Accesorios y vestuarios de diseños que el cine y pequeños eventos familiares hacen que el día sea profesionales representadas por rostros conocidos, actores y un motivo, sin lugar a dudas, para los niños. actrices de películas en las salas de cine, accesorios animados con rostros de niños; un mundo donde nosotros seremos el Al seguir mi tramo por los lugares del Mall, encuentro familias jurado y ellos los protagonistas, donde nosotros entregamos con sus hijos tomando helados o en el patio de comida, el resultado positivo y negativo de esta mansión de la mientras otros simplemente hacen una visita turística; miran entretención, poder ver más allá de lo imaginable; ver que lo vestuario, juguetes o ropa deportiva. Además, pasando por imposible se ha hecho real y que simplemente no sea el Plaza algunos locales me encuentro en un área donde hay discos Norte, si no la fuente que nos lleva a que el día domingo, en de música y dvd de películas, y pensando e imaginando, me mi familia, sea el mejor día para nosotros ya que el hecho de decía a mí misma –“qué ganas tengo de ver un grupo musical entrar o salir del Mall, nos genera una enorme sensación de chileno tocando para la gente dentro del mismo mall, donde sea que este día va a hacer o ha sido mejor. inevitable no oír su música, sus letras y sentir que cada canción será escuchada de forma inevitable por personas que son ajenas No creemos que una tienda nos hará feliz, ya que nuestra quizás a la música”-. felicidad viene primero de nuestra casa, y de nuestra casa la llevamos a nuestro Mall Plaza Norte. Qué mejor palacio podría ser un Mall; para la juventud, para los niños, para los padres y los adultos, y por qué no, para las personas mayores, que sólo buscan una entretención fuera de Escrito por : SOL NOCTURNO su hogar, una distracción distinta. 19


LA PLAZA DE LAS ALMAS SIN CONSUELO Fue una noche de día sábado cuando salí a caminar a la plaza de la Villa Campus, que queda a unas cuadras de mi casa, cuando pasó el extraño y curioso suceso que os contaré a continuación.

Al llegar finalmente a la plaza, recorrí pacientemente el lugar hasta encontrar aquel árbol cuyo tronco parecía una banca para sentarse; al hallarlo me senté. Con la mirada perdida y con un inexplicable dolor en mi corazón, además de un nudo en la garganta, las lágrimas comenzaron a derramarse lentamente Iba tranquilamente transitando por la calle en dirección a por mi rostro. Recuerdos vinieron a mi mente, hermosos, pero ésta; el viento era tibio y la noche más silenciosa que de al mismo tiempo dolorosos recuerdos. costumbre. Para variar, la gente, anexa a mis pensamientos, va por ahí, perdida en sus recuerdos, caminando junto a un Entonces, vinieron a mi mente unas dulces palabras de amigo o simplemente tratando de hacer lo mismo que muchos consuelo, “la vida tan sólo trata de actores que sin importar lo hacemos: analizar el verdadero significado de la vida. En el que ocurra en la trama, deben seguir rodando la película hasta transcurso de una vida, existen muchas cosas diarias de las el final”. Esa noche era 17 de marzo, fecha en que una persona cuales no nos percatamos, sólo unos pocos somos capaces sumamente importante para mí falleció y aquel lugar fue de notarlo, aún así, no es suficiente tal vez para hacer de este donde lo conocí y pasé gran tiempo con él. mundo un lugar mejor. Siempre he pensado que algo tan trascendental como la Muchos pensamientos surgen con más claridad y mayor muerte de un ser querido, jamás se supera… en ningún comprensión de estos mismos, cuando estamos solos, cuando momento de la vida de una persona, simplemente, se aprende nadie perturba nuestra concentración y nuestra mente está a convivir con ello. Y a pesar de que lo extraño, al estar en ese serena, sin nada ni nadie que irrumpa en las infinitas puertas sitio siento como si él aún estuviera aquí. de la sabiduría y las tranquilas aguas de nuestras memorias… Por cierto, aunque no lo crean, a veces, cuando uno sale a Pero ahí me encontraba, caminando con un rumbo fijo caminar de noche y se refugia en una plaza, hay mucha gente hacia aquella plaza, probablemente el único lugar que que también esta ahí, para perder la noción del tiempo y tengo para poder pensar con claridad; sin limitaciones, sin entrar a una especie de inconsciencia, donde muchas tristezas discriminaciones, sin personas ignorantes incapaces de y heridas, son curadas con el abrazo del viento y el desahogo comprender a un ánima que se siente mejor en la dulce de cosas que no se pueden decir con palabras y que solamente libertad de la soledad. la oscuridad es capaz de entender.

LA HORMIGA PEREZOSA Había una vez una hormiguita muy diferente a las demás, su nombre era Annabella. Todas las otras hormigas trabajaban durante todo el verano para recolectar el alimento para la llegada del invierno, pero ella sólo quería ser artista. No le importaba recolectar, ella quería cantar “Lara la lara la”. Anabella se sentaba en un resbalín de la plaza a cantar y las otras hormigas la miraban y le decían “Annabella ven a trabajar”, pero ella las miraba y continuaba cantando. Al anochecer se dirigía a su hormiguero, debajo de los columpios, se iba a su habitación y sus amigas le decían, “Annabella, por favor ¡trabaja! Te van a desterrar”, y ella respondía, “¿por qué tengo que hacerlo? ¡No es lo que yo quiero! Yo quiero cantar, bailar y lograr que algún humano me vea y me haga famosa”. Un día de lluvia -muy raro en verano-, las hormigas no pudieron salir, pero Annabella salió igual; se subió en el resbalín y se puso a cantar con todas sus fuerzas “Lara la Lara la”. Lo raro es que ese día había una niña refugiándose de la lluvia en el techito que tenía el resbalín; la hormiguita la vio y cantó con más fuerza para ser escuchada. De repente la niña dio vuelta su cabecita y mucha fue su sorpresa cuando vio que la vocecita era de la hormiguita. La tomó con mucho cuidado y la llevó a su casa, toda la familia quedó fascinada.

Fue entonces cuando tomó una decisión, tomó sus cosas y se fue. Recorrió muchos lugares, tuvo que comer basura, pero sólo lo hacía para llegar a su hogar. Un día de mucho caminar a lo lejos divisó la plaza, su querida plaza. Salió corriendo y vio la caravana de hormiguitas que recolectaban comida y se puso a trabajar con ellas; todas la miraron y su mejor amiga se acercó a ella y le preguntó, “¿Annabella qué pasó?”, Y ella le dijo “amiga cumplí mi sueño; fui a mucho canales de TV, ¡hice hasta conciertos!, Conocí mucha gente, pero llegó un momento en que extrañaba mi hogar. Por eso tomé la decisión de volver y estar junto a ustedes”. Todas las hormiguitas muy contentas con el regreso de Annabella, prepararon un escenario para que todas la escucharan cantar. Annabella estaba feliz que todas las hormigas se sintieran orgullosas de ella y empezó a cantar; todas las hormigas bailaron y gozaron con ella. Después del espectáculo se fue a su dormitorio con la sonrisa más grande que podía tener, miró hacia el cielo y dijo “no hay nada como el hogar”.

La llevaron a los canales de televisión y Annabella estaba feliz; estaba cumpliendo su sueño. Cantaba en todos los canales, hizo conciertos y viajó al extranjero, pero Annabella se sentía muy cansada, no se imaginaba todo el trabajo que cuesta ser un artista. A veces recibía malos tratos, burlas y en muchas ocasiones pensaba lo feliz que era con sólo cantar en el resbalín de la plaza.

Escrito Escrito por :por CRISTIAN : MARIECANDIA ANNIE

Escrito por : NORIAKO AGASHASHI 20

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CÓMPLICES Ella llevaba varias horas pegada a uno de los ventanales, como si hasta la respiración la tuviera suspendida. Yo miraba desde una corta distancia sus movimientos, pues aún no era suficiente mi estadía para perderme entre el montón de gente; y es que verán, suele suceder algunas veces que luego de estar unos cuantos períodos del reloj inmersos en la plaza del patio de comida, vas perdiendo la capacidad de darte cuenta si eres tú o si en realidad eres ese todo que se mueve sin titubear, en una dirección y otra. Estábamos allí, ambas solas, ocupando un espacio, pero ella estaba como hipnotizada, desde hace un tiempo, por una polilla que se golpeaba una y otra vez contra una gran ventana. El animalucho, sin duda estaba refugiándose de la lluvia -muy irregular, por cierto- en esta gran ciudad nortina; sus alas mojadas por la lluvia eran sus enemigas a la hora de agarrar fuerza. Cuando se dio cuenta que la miraba, fue como si yo pudiese leer su mente, en la que anotaba rápidamente “si un día me convierto en polilla, no volaré en días de lluvia”.

LA FLOR MARIANA

Como queriendo escapar de sus pensamientos y yo, de su mirada acusadora, ambas volcamos la vista hacia el otro costado, donde un señor de gran altura que cargaba su bandeja abarrotada de comida, se agachó a recoger 10 pesos tirados en el suelo. En breve sentimos ella, yo y él, el alarmante sonido de una costura desgarrándose de par en par; sí, el hilo había cedido, dando paso a la voluptuosidad de su trasero. Lentamente el hombre retomó su postura erguida, mientras apretaba fuertemente la pequeña moneda, entre sus regordetes dedos… ¡Era suya!, ¡La moneda era sólo suya! Nos sonreímos, ambas nos habíamos hecho sin querer, cómplices de cierta ambición absurda, que acabó en una torpe comedia y entonces nos reconocimos y todo se hizo más presente, la lluvia, los aromas, los sonidos y ¡el resto de la gente!, y daba igual si eso había sucedido o no. Después de todo, podríamos volver cuántas veces quisiéramos, a perdernos entre ese fragmento de mundo que siempre tiene más, que siempre queda cerca y que siempre es tan suyo, como mío y como tuyo.

Esta es la historia de una flor llamada Mariana, que habita la plaza Monte Negro. Todos los días se despertaba en las mañanas junto a sus compañeras, quienes al amanecer siempre se peinaban y se arreglaban esperando ser regada por los visitantes y acariciadas por los niños que con ellas jugaban. Pero esto lamentablemente nunca ocurría con nuestra amiga Mariana y siempre era ignorada por las personas, nadie la miraba, nadie la acariciaba. Mariana se sentía la flor más fea del lugar y sentía que no era amada por nadie.

Un día inesperadamente pasaron dos ancianos y al pasar al lado de Mariana la quedan mirando con ojos de amor y de ternura. Estos ancianos acariciaron a Mariana y ella se puso muy contenta y se sintió muy valiosa. Fue en ese momento cuando comprendió que no importaba la belleza, ya que siempre habrá gente que la iba a querer y amar. Al pasar del tiempo Mariana comprendió eso y se puso demasiado alegre.

Escrito por : ANY CAROLY 22

Escrito por : DEBORAH MISTRAL 23


LOS NIÑOS Y EL MALETÍN Soy un chico sin mucho que contar. A mis 23 años he vivido situaciones de todo tipo, desde pasar vacaciones en el sur, hasta tener las ganas de pasar horas sin salir de mi habitación, lugar que es como mi casa. No salgo mucho, por ende no puedo jactarme de pasear con mis dos hermanos por lugares por los que quizá sí me gustaría andar. Para estas tareas, por lo general, está mi abuela con la que los dos pequeños pueden ir a lugares más abiertos y salir de la monotonía de Santiago Centro.

para ir a dejárselo. Lo tomé, me dirigí a la plaza, y fue entonces cuando vi algo increíble; un Porsche descapotable color rojo (no pasaba inadvertido frente a nadie) se estacionó frente a la plaza donde se encontraban montones de niños jugando y se bajó un tipo que, a juzgar por su apariencia, cualquiera diría que viene del circo porque estaba vestido de colores muy llamativos, pero sin peluca ni pintura en su rostro. Era más bien normal salvo por los colores de su ropa y la sonrisa que expresaba en su rostro.

Ya le había entregado el monedero a mi abuela, quien me daba las gracias mientras yo no le quitaba la vista al “colorido” que iba en dirección a una de las bancas. Si bien mis ojos se dirigían a él, lo que dentro de su aspecto me pareció aún más raro fue el negro maletín que sostenía con la mano derecha. Se sentó en la banca y luego de estar ahí por casi dos minutos Pero volviendo al tema de mi abuela, hay veces en las que decidió marcharse con dirección a su auto. los lleva a la plaza que se encuentra una calle más arriba de nuestra casa (pasaje) donde pueden jugar cuando están Abrió la puerta de éste y estuvo mirando hacia la banca donde aburridos o no tienen pasatiempos para realizar. había olvidado su maletín. Seguía sonriendo sin importarle en lo más mínimo que alguien pudiera robarlo, y fue entonces Esta plaza es un lugar bastante particular; de día se repleta con cuando un niño se dirigió a la banca y lo abrió con la picardía niños en busca de diversión, pero en la noche la edad cambia de los pequeños. y son los jóvenes los que se juntan para compartir. Lo bueno de ésta es que al ser una plaza pública, todo aquel que quiera Mi sorpresa fue casi magnánima cuando observé que el niño disfrutar o tenderse en el pasto puede hacerlo sin temor a cerró el maletín y se fue corriendo con una sonrisa en su rostro sufrir un reto por parte de algún cuidador, pero lo que más y muchas ganas de hacer algo. Fue entonces cuando miré al me llamó la atención por mucho tiempo fue la visita de unos lujoso auto que estaba estacionado cuando éste comenzó a personajes “llamativos” -por decir lo menos- a dicha plaza. partir. Cuando salgo, sólo puedo llevarlos al centro de la ciudad ya que es el lugar donde me gusta ir y nunca me aburro. De hecho, no creo que se aburran tampoco debido a la sonrisa que siempre se encuentra reluciendo en sus rostros.

En realidad no sé si yo seré el único que los ve, o debido a mi carencia de paseos al aire libre nunca me había tomado el tiempo de observar, pero todo ocurrió un día soleado de otoño como hoy.

“Estaba esperando que alguien abriera el maletín, pero ¿por qué?”. Enseguida me fui a mi casa sin antes mirar a mis hermanos que seguían jugando sin percatarse de nada. Tampoco quise comentarlo con mi mamá o abuela para pensar bien las cosas primero. Estaba en mi casa solo mientras mi abuela, mamá y hermanos capeaban un poco el calor con una visita a la plaza mencionada. Una vez en mi pieza pasaron muchas cosas por mi mente y sin Todo estaba bien hasta que fui a la cocina por un poco de agua. pensarlo mucho me decidí a resolver el misterio. Ahí estaba el “monedero” de mi abuela y quien mejor que yo 24

Llegó el otro día y yo mismo me ofrecí a llevar a mis hermanos Esto no podía quedarse así, pero ¿qué debía hacer yo ahora? a la plaza -mi abuela trabajaba y mi mamá preparaba el té-. ¿Avisar a los carabineros o qué? Dije dentro de mí; luego de Llevé a ambos, pero no les dije el real motivo por el que iba. 48 horas se supone que el hombre será reportado como desaparecido, esperemos a ver que pasa. Cuando llegué no habían muchos niños, pero mis hermanos fueron de inmediato a los columpios como si se sacaran el Al otro día fui nuevamente a la plaza y el hombre no estaba estrés de sus estudios (5º y 7º año respectivamente). limpiando, pero sí estaba el “colorido” sentado con el maletín Me senté en la banca continua a la que el “colorido” (así lo junto a él. Mis hermanos estaban en casa pues no quería que llamaré desde ahora) dejó su maletín. nada pasara, entonces fue cuando saqué fuerzas de no se dónde y esperé que el personaje se levantara de la banca para Estaba tranquilo, pero las ansias querían atacarme; no sabía ser yo quien vería lo que había dentro. lo que iba a pasar o en caso de que pasara algo cómo lo enfrentaría. Esperé que se subiera al Porsche y fui muy raudo al maletín, lo abrí y me llevé la sorpresa, “eres un niño, no tienes los muchos No pasó mucho tiempo hasta que llegó él, el lujoso Porsche problemas que puede tener un adulto, pero sí los puedes ayudar rojo que no sólo traía al “colorido”, sino a cinco personajes más siendo la alegría de sus vidas mientras dure tu infancia dándoles que aguardaban en el interior mientras el primero abría la como mínimo un abrazo”. puerta para salir del auto. No supe qué hacer y fue entonces cuando los “coloridos” Caminó con su sonrisa y su maletín hasta la misma banca del me tomaron del brazo y me subieron al auto. Tenía muchas día pasado. Tal y como lo hizo antes lo dejó caer en la banca y preguntas, pero fueron ellos quienes empezaron a hablar, y estuvo contemplando el paisaje muy sereno y alegre (según entre tanta palabra entendí el meollo del asunto; “los niños son mi punto de vista). la alegría del hogar y la plaza es una fuente de alegría cuando los pequeños juegan ahí”. Luego de casi tres minutos se levantó y fue al auto donde lo esperaban sus “compañeros” quienes no despegaban la Luego me pasaron a dejar a la puerta de mi pasaje y entonces vista del maletín. Ahora eran seis los que dentro del Porsche bajé del Porsche, lo único que supe decir fue; “lindo auto y observaban la banca hasta que ocurrió algo increíble; no fue lindas intenciones”. un niño el que cogió el maletín sino un adulto, específicamente un hombre que se dedica a barrer los alrededores. El Porsche Caminé a mi casa y estaban mis hermanos en el computador. quedó sin nadie luego que los seis personajes (todos coloridos) Sin pensarlo les pregunté si alguna vez abrieron el maletín; al bajaron del auto y tomaron al hombre como si éste fuera un instante corrieron y me abrazaron. rehén. Quedé impactado y miré a todos los niños observando cómo estos jugaban sin importarles lo que ocurría. Entonces me pregunté, ¿por qué al niño solo lo miraron con alegría y hoy se llevaron sin explicación alguna al hombre que se supone solo limpia la plaza donde los pequeños juegan?. 25

Escrito por : JRCRACK90


EL CATALEJO MARAVILLOSO -Mira lo que tengo…

-Estas cosas hay que saberlas manejar, como el microscopio que tiene mi papá, no es llegar y mirar nomás…

Carlitos exhibía triunfante un extraño objeto, era un tubo dorado, alargado, antiguo. Mientras conversaban, en el medio de la plaza del condominio en que vivían, se habían ido acercando otros amigos, curiosos. -¿Y eso?, Preguntó Rosarito. Realmente no le interesaban Julián, muy alto para su edad y algo torpe de movimientos; demasiado las cosas raras que periódicamente le mostraba Mario, gran bromista, y su hermano Teo, con síndrome de su amigo, pero ahora le agradaba verlo tan seguro y orondo, Down. una actitud que normalmente no demostraba. Como era muy corto de vista, los gruesos cristales de sus lentes eran objeto Al enterarse, todos miraron y todos obtuvieron el mismo de burla cotidianamente en el colegio, pero como le caía bien, resultado: ninguno vio nada. tenía que preocuparse cotidianamente de animarlo. Rosarito tomó nuevamente el catalejo y maquinalmente lo Pomposamente, Carlitos respondió: enfocó al azar. Sólo oscuridad, pero de pronto creyó percibir algo. Lo apartó y se dio cuenta que había enfocado a un -Es un catalejo. pordiosero que dormía plácidamente sobre uno de los bancos que circundaban la plaza. Enfocó de nuevo y percibió de nuevo Al ver el rostro interrogante de Rosarito, el modo altivo de una claridad. Pero no se veía al pordiosero durmiendo, sino Carlitos se desarmó. que estaba comiendo un jugoso trozo de carne con papas fritas en un restaurante, pero al mirarlo directamente, seguía -Bueno, es un telescopio o algo así, según mi tata sirve para ver durmiendo. Desconcertada, lo alargó a los otros. Todos vieron de lejos. lo mismo. Algo asustados, empezaron a aventurar posibles explicaciones al extraño fenómeno, hasta que el Teo sentenció: Con displicencia, Rosarito acercó un extremo del objeto a uno de sus ojos. -¡Brrpurrstssft!... ¡brfubmast, frsycxuiv! -No veo nada.

Rosarito reaccionó.

Solo había oscuridad tras el cristal.

-¡El Teo tiene razón! Con esto se puede ver lo que las personas sueñan…

-Pasa, qué sabes tú…

De ahí se inició una discusión, ya que los demás no estaban muy convencidos. Carlitos había recordado que su tata le había dicho que el catalejo no funcionaba, por lo que le -Bueno, no se ve nada… había advertido que no vería nada; Julián argumentaba que los sueños sólo se pueden ver de noche y en el dormitorio, Al observar el incipiente desánimo de su amigo, Rosarito dijo: mientras Mario decía que los sueños están dentro de la cabeza y van saliendo de a uno, igual que los dientes. El niño enfocó hacia la lejanía.

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Entretanto el Teo, que no había participado en la y que la nana del Teo tenía familia en Isla de Pascua (estaba al argumentación, había tomado nuevamente el catalejo. Los lado de los moais). demás callaron al percibir que se agitaba. -Poco y aburrido, sentenció Rosarito. -¡Brrpurrstssft! Debían hacer algo más; querían ver cosas realmente Rosarito tomó el objeto y miró hacia el banco. Nada. Lo apartó interesantes y secretas. Decidieron entonces pasar a un nivel de su vista; en el banco ya no había nadie. Mientras discutían, más avanzado en sus investigaciones, ampliando su búsqueda el pordiosero se había despertado y se alejaba, silbando de imágenes. Tratarían de observar los sueños no sólo de tranquilamente bajo los frondosos árboles de la plaza. sus cercanos, sino también de sus vecinos o de personas que no conocían. Como Rosarito intuyó que el asunto se podía Asumiendo su condición de líder, Rosarito zanjó la discusión complicar, decidió que debían hacer un pacto. Para ello se que se alargaba. formaron en círculo y adelantaron la mano derecha; juraron solemnemente no contar jamás lo que vieran por el catalejo -Ahora no se ve nada porque el señor despertó y se fue. Está claro a ningún extraño, so pena de convertirse para siempre en una que con esto se ven los sueños de la gente. rata de alcantarilla. Todos aceptaron la sentencia. La niña dijo: -Tenemos que hacer un plan… Acordaron que cada uno se quedaría con el catalejo por un día y trataría de mirar a alguien durmiendo; entonces lo entregaría al día siguiente durante el recreo en el colegio. Luego se juntarían allí mismo, “para no despertar sospechas”. Ninguno sabía qué era eso de “no despertar sospechas”, pero a todos les encantó la expresión, sugerente de misterio.

Entonces empezaron a divertirse. Por supuesto, muchos de los sueños que atisbaban eran extraños, como sombras caliginosas por las que se atravesaban temblorosos resplandores. Otros eran muy claros, pero como no entendían nada, los olvidaban inmediatamente. Probablemente también se expusieron a más de alguna pesadilla, pero apenas veían algo tenebroso o que les diera miedo, dejaban de mirar. Aún así, muy pronto empezaron a acumular un respetable repertorio de excéntricas imágenes oníricas trasmutadas a la realidad de prácticamente todas las personas que vivían en el vecindario.

Cuando se reunieron, estaban ansiosos por comunicar sus reportes. Rosarito ordenó el debate; todos se las habían arreglado para ver los sueños de alguna persona de sus casas, aunque muchas de las visiones eran confusas.

El problema fue que la riqueza de las imágenes que observaban era tal, que fueron obviando que sólo se trataba de sueños y empezaron a tomarlas como reales. Y el otro problema fue que inevitablemente comenzaron a relajar el juramento y a deslizar información a personas ajenas al grupo. Al final, sólo sacaron en limpio que la mamá de Rosarito podía Así, empezaron a hacer curiosos comentarios sobre los vecinos hablar con los muertos (había visto cómo conversaba con su a la hora del té, en la cena, cuando los llevaban al colegio…y abuelita ya fallecida en el dormitorio), que el papá de Julián de pronto, el vecindario se vio invadido por una nube de podía volar (lo había visto planear desde una montaña), insidiosos rumores que empezó a contaminar cada vez más belicosamente las relaciones de la comunidad. 27


AVISTAMIENTO DE UN PRÍNCIPE Así, una señora fue a pedirle a la mamá de Rosarito, ya que ella hablaba con los muertos, que se comunicara con su marido fallecido para que le dijera dónde había escondido el dinero que habían ahorrado toda la vida. A la señora del minimarket casi le quitaron el saludo porque se supo que alteraba la fecha de vencimiento de algunos productos; a otro lo empezaron a mirar raro porque creía que podía respirar bajo el agua. De la señorita Amparo se empezó a decir que hacía desaparecer los gatos metiéndolos en el microondas y que tenía piojos voladores. La mayoría no era lo que aparentaba. Un señor pretendía robar el banco en el que trabajaba; otro acostumbraba a manejar como un loco y chocaba con frecuencia, otro iba al trabajo descalzo, un profesor no sabía leer, la perrita Terrier de una vecina en realidad era mestiza…

-Exacto. Lo que haremos será no hablar más del asunto y enterraremos el catalejo. En un tiempo, todo estará olvidado y volverá la normalidad. Los grandes tienen mala memoria. Como Carlitos no puso ningún problema, procedieron a cavar un agujero al pie del un ombú, en el centro de la plaza. Cuando estuvo listo, colocaron el dorado tubo y lo cubrieron con tierra que arrojaron por turno. Julián la apisonó para que no se notara ningún desnivel. Con voz tenebrosa, adecuada a la circunstancia, Rosarito dijo: -Ahí te quedarás, hasta el fin de los tiempos, para que no traigas problemas a nadie en el futuro…

Los niños continuaron con su rutina, pero empezaron a ser Todos asintieron circunspectos. Sólo el Teo expresó presionados para impedir su contacto, fruto inevitable de las vigorosamente una objeción: rencillas entre adultos, vecinos algunos de toda la vida, que a estas alturas casi no se hablaban; aunque se las arreglaron -¡¿Brrpurrstssft?! para seguir viéndose en la plaza. Pero Rosarito se alarmó de verdad al escuchar una conversación entre sus padres; su mamá le decía furiosa a su papá que estaba harta de chismes y no estaba dispuesta a que su hija creciera en ese ambiente, por lo que deberían cambiarse de casa, o sea, nunca más vería a sus amigos. Como no era muy tarde, se reunieron de inmediato.

Todo comenzó una tarde cuando con mi amiga Dalia, fuimos Nos dimos nuestros Facebook y quedamos en hablar por dicha a despejarnos de las rutinarias tareas que nos daban en el red social y que si nos encontrábamos en el parque también. colegio. No te miento, llegué más que rápido a buscarlo para que pudiéramos hablar, es que de verdad me gustaba. Como siempre, nos sentamos en un cerro con un árbol que nos daba mucha sombra y desde ahí teníamos una perfecta visual Concretamos vernos en el parque que nos unió, en el mismo a todo el lugar. cerro en el cual hablamos la primera vez. Cuando el “príncipe” llegó, me tapó los ojos e hizo la típica pregunta: “¿Quién crees que Habitualmente en ese parque, un grupo de chicos jugaban al soy?” Yo, reí, me destapé los ojos y ahí estaba él... mi príncipe, balón y presumían delante de nosotras sus anotaciones al arco y consigo traía una botella de agua y una rosa sacada del y los trucos que hacían; nosotras nos mofábamos de ellos, por parque. lo tontos que se veían, y ellos juraban que eran el centro de atención… y lo eran. Era todo como yo lo había soñado, era simplemente hermoso. Uno de los tantos días que visitamos el parque, uno de los muchachos que jugaba con los “tontos” se acercó a pedirme del agua que yo traía en una botella. Yo, astutamente le di de mi agua, ya que a ese chico le traía la mira encima; siempre lo miraba. Él era el único que no presumía, ¡era perfecto!.

Después de ese lindo episodio, no supe más de él, me eliminó de facebook, no contestó más mis mensajes, no jugó nunca más con los “tontos” en el parque, fue como si se lo hubiese tragado la tierra

Él comenzó una “conversación”, creo que yo a él también le interesaba, por sus preguntas y dudas que le surgían, pero “los tontos” le comenzaron a gritar para que volviera al juego; él, con una voz tierna y agitada me dijo, “vuelvo luego para seguir charlando”, y creo que en ese instante quedé en las nubes…

-Las cosas se han complicado porque los grandes no entienden. Tenemos que terminar con el plan. Todos estuvieron de acuerdo, ya que todos habían sufrido consecuencias similares, y ya se estaban aburriendo del artilugio. El Teo apuntó: -Brrpurrstssft… Escrito por : ANASTASIA

Escrito por : GURBAN RAHN 28

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EL DOMINÓ MÁGICO DE PLAZA NAVONNA Carlos baja a la ciudad caminando por entre los cerros. En la calle Almirante Montt 55, se encuentra con un niño sentado en el jardín de una de las casas coloniales existentes en el residencial barrio Navonna.

Carlitos, conoce a cada uno de los jugadores, pero nunca ha decidido jugar una partida. Prometió no volver a tocar una mesa de juego desde que murió su abuelo hace ya diez años. Sigue caminando y de pronto suena su celular:

-¿Cómo te llamas?, Pregunta Carlos, mientras le ofrece un dulce que lleva en su bolsillo. -Me llamó Iván, y estoy de vacaciones por unos días en casa de mi tía, le responde el niño. -¿Y tú para donde vas?, Le pregunta Iván a Carlos. -A la Plaza Navonna a pagar unas cuentas. -Toma esto, te lo regalo, le dice el niño, mientras le entrega una bolsita de género negra con un objeto en su interior.

-¿Qué tal Don Raúl!, Dice Carlitos. -Tengo malas noticias para usted. Revisé su televisor y no tiene remedio, -le dice el técnico- ¡Le recomiendo que le diga a su mamá que se compre un televisor nuevo! -¡¿Y qué voy hacer ahora sin el televisor?!, Grita Carlitos. -¡Chile juega mañana contra Argentina y no tengo televisor!, Exclama antes de cortar la llamada.

Carlos no alcanza a darle las gracias al niño, cuando la tía se lo lleva hacia el interior de la casa. Carlos decide continuar su camino y en pocos minutos llega a la Plaza Navonna. Se dirige al pasillo de los juegos. En el lugar se ubican 10 mesas de juego perfectamente ordenadas, las cuales reúnen a unos 40 jugadores de Dominó.

Desde el fondo del callejón de los juegos, Carlos recibe un nuevo llamado del guatón Juan. Ante la insistencia, el joven de 19 años camina hasta la mesa 7 y por primera vez se dispone a jugar una partida de dominó con los ex amigos de su abuelo. -Traigan el dominó especial, el nieto de don Ricardo decidió jugar, vocifera el flaco Luis, mientras unos 50 observadores se agrupan alrededor de la mesa Nº 7

Carlos decide avanzar por el pasillo central, cuando escucha que alguien le habla: -En un minuto más, empieza la partida, grita el guatón Juan, que mira fijamente a Carlos a modo de intimidación. -¡Carlitos, acércate, ven a jugar una partida!, Le dice el flaco Luis, con una sonrisa de amistad, mientras se acomoda el pelo. Carlos, saca de su bolsillo veinte mil pesos y los deja de -¡No gracias! Responde Carlitos, y prosigue su camino. apuesta sobre la mesa. El guatón Juan hace lo mismo. Muchos -¡Becerra, Becerra chico! Ven a jugar contra mí. de los asistentes esperaban este momento. Es como recordar -¡Quiero ganarle a un Becerra!, grita en voz alta el guatón Juan. a don Ricardo Becerra, jugando contra todos ellos y siempre terminaba ganando. Todos coinciden que es un verdadero misterio, saber cómo pudo ganar tantas veces.

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La revancha parece ser el único motivo que mueve al Guatón Carlitos lentamente contó uno a uno los 16 billetes que tenía Juan. No le importa la plata. Su afán es derrotar al nieto de en su mano y sacó los últimos veinte mil de la cartera del don Ricardo. pantalón, para completar la apuesta. En la primera partida, Carlitos ganó casi de inmediato el juego, dejando al guatón Juan con 3 fichas en su mano. Carlitos recibe ochenta mil pesos de premio, mientras piensa que ya tiene parte del televisor plasma que desea comprarle a su mamá.

En la tercera partida, el guatón Juan, hace una señal al juez de mesa, quien le entrega de manera discreta tres ficha alternativas más para asegurar su triunfo. En pocos segundos el pasillo de los juegos está repleto de gente.

Para la segunda partida, el guatón Juan, tiene sus ojos color El guatón Juan, alcanza cierta ventaja en el juego. Sin metálico y su boca sedienta. embargo, Carlitos logra equiparar las acciones con una inmensa habilidad mental. -¡Aquí tengo cien mil para la segunda partida!, Grita el guatón Juan alzando los brazos. Carlitos, lo observa y lentamente saca -Esté cabro está haciendo trampa igual que su abuelo, grita el otros veinte mil de su bolsillo, para completar la apuesta. guatón Juan, mientras mira al juez de la mesa. -¡Se fue la segunda partida!, Anuncia el juez, mientras hace un -Me queda sólo una ficha para ganar, dice el guatón Juan, gesto piramidal con sus manos sobre la mesa. mientras gira la ficha del domino con ambas manos sobre la mesa. Esta vez, Carlos vuelve a ganar, aprovechando un error infantil cometido por el guatón Juan. Los demás asistentes -¡Trata de jugar ahora!, Le responde Carlitos, que encierra el comienzan a murmurar que Carlitos tiene la misma habilidad juego al colocar una ficha doble con el número cinco. que su abuelo para jugar y que, de seguir en el juego, podría convertirse en el nuevo campeón. El guatón Juan, mira su última ficha y el número que tiene no le sirve. Busca discretamente las tres fichas restantes entregadas -¡Elevo mi apuesta a $180.000! Grita el guatón Juan, antes de por el juez, pero tampoco coinciden. acomodarse sobre la silla azul. -¡Atrévete Becerra chico, atrévete!, Grita el guatón Juan, -¡Mira lo que jugaste!, Grita el guatón Juan desesperado. repitiendo las misma palabras que hace una década atrás le dijo -¡Por qué no encerraste el juego en doble tres, mocoso de mierda!, a don Ricardo Becerra. Grita el guatón, mientras golpea la mesa con uno de sus puños.

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EL GUARDIÁN DE LA COMARCA Alrededor de la mesa, nadie se atreve a decir nada. El silencio El juego llegó a su fin y en la otra punta de la Plaza Navonna, es total. La expectación aumenta notoriamente y las apuestas un grupo de Salsa, comienza a tocar sus rítmicas melodías crecen, ante el impredecible desenlace del juego. y con ello se desata la fiesta. Los carros de comida rápida, inundan las cuatro puntas de la plaza, en medio de tarotistas, Carlitos se acuerda de la bolsa entregada por Iván e intenta heladeros, vendedores de globos, dulces y algodón de mascar. abrirla. Sin embargo, un viento huracanado se posa sobre la Plaza Navonna, seguido de un fuerte temblor, que remece las Luego del festejo Carlitos emprende el camino de regreso a mesas y provoca desconcierto entre los asistentes al juego. su casa. Raudo sube al cerro por la calle Almirante Montt En medio del asombro Carlitos logra sacar la ficha de la bolsa buscando el numero 55. Carlitos toca el timbre de la casa negra. varias veces.

Desde mi punto de vista, hasta ese día había sido un lugar común, como también lo era para el resto de las personas que iban con sus parejas, hijos y mascotas a pasar un momento agradable. Yo, de vez en cuando, llegaba a aquella antigua plaza y me sentaba en una banca con mi periódico. Pensaba que la lectura era mejor así. El ruido de los niños, ver los perros juguetear, de vez en cuando detenerme para escuchar conversaciones ajenas o tener una conversación agradable con un desconocido, era para mí una experiencia bastante deleitante.

Cuando la normalidad vuelve sobre la Plaza Navonna, el juez le indica con voz autoritaria a Carlitos que juegue su ficha. Carlitos, mira al cielo, besa la ficha y juega su doble cinco en medio del asombro del guatón Juan y de los asistentes al juego.

Aquel día llegue más temprano de lo común, seis y treinta de la mañana. Apenas había recibido el periódico en mi puerta me dirigí a ese lugar cotidiano. Sin duda era el día más frío del invierno, algo de escarcha en el pasto y una neblina que no dejaba ver más de un par de metros hacia adelante. No había personas cerca, quizás ninguna en toda la plaza, pues el silencio era prominente. Me senté en la banca preferida y comencé a leer, pero de improviso y a unos pocos metros de distancia, apareció un pequeño zorzal intentando emprender vuelo desde el suelo.

-¿Qué desea joven?, le dice la mujer que mira por el ojo mágico de la puerta. -Busco a Iván, el niño que estaba sentado en la silla de ruedas hace un rato atrás, responde Carlitos. -Aquí no vive ningún Iván, responde la mujer, que decide entre abrir la puerta principal. -¡Bravo, Carlitos, Bravo, Carlitos!, grita la muchedumbre. -Es un niño que estaba de vacaciones por algunos días, replica -¡Un nuevo Becerra, es el campeón en la Plaza Navonna!, grita Carlitos. el flaco Luis. -¡Eres el Nuevo Campeón! Replica el juez de mesa, en medio de su -No puede ser, dice la mujer. propio asombro, mientras levanta la mano de Carlitos. -¡Iván murió hace exactamente 10 años atrás! ¡Usted está -¡No puede ser!, grita el guatón Juan y se trenza a golpes con el equivocado! Fueron las últimas palabras de la mujer, antes de juez del encuentro. emprender a paso firme su regreso al interior de la amplia casa.

Sentí compasión por el animal y quise tomarlo, pero éste se escabulló en unos arbustos que no sobrepasaban el metro y medio de altura. Me agaché y moví entre ellos, lo seguía a paso lento mientras el animal lo hacía al mismo ritmo y cuando estaba a punto de atraparlo, revoloteaba hacia otro lugar. Algo extraño sucedía, los arbustos se hacían cada vez más altos y el camino recorrido muy extenso, como si el grupo de pequeños arbustos ahora fuese un bosque.

capucha que no dejaba ver su rostro inclinado, todo de un obscuro color. Sentí ganas de voltear y correr por donde venía, pero estaba en una especie de trance; no podía mover ningún músculo de mi cuerpo. El misterioso personaje se encorvó hasta lanzarse al suelo y lentamente estiró sus brazos dejando ver sus manos, sus dedos comenzaron a alargarse hasta alcanzar poco menos de un metro de longitud. Su cuerpo se arrastraba pasivo por el piso bajo la capa y sus dedos se veían como las piernas de una araña, aún más, se movían como tal. Cuando llegó muy cerca de mí, se levantó pausadamente y con una voz tosca se dirigió hacia mí. – El árbol más grande… – dijo firmemente. Pensé, “debe ser una especie de acertijo”, pero no sabía qué contestar. – El árbol más grande… – volvió a decir, pero esta vez parecía molesto. Algo me hacía pensar que esa frase ya la había escuchado antes, al tiempo que él sacaba una daga y decía: - No aceptamos intrusos, si no eres el invitado a nuestra fiesta, debes morir.

Intenté frenéticamente recordar donde había escuchado el acertijo antes y mientras la daga estaba empuñada en alto, recordé que en mi infancia, al dar una moneda a un mendigo, Cuando salí de la vegetación, el pájaro dio unos brincos por la este lo había recitado. tierra y revoloteó hasta posarse en la cabeza de un extraño individuo. Sentí miedo, el sujeto llevaba una capa circular completa que cubría todo su cuerpo de cabeza a pies y una Escrito por : GONZALO MONTEZCO 32

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– Es insignificante frente a la inmensidad de nuestra tierra – respondí frenético. El extraño guardó su daga y dijo – Adelante, te están esperando, esta ave es tu guía, debes seguirla por el laberinto de árboles, si lo pierdes de vista estarás perdido para siempre. Apenas terminó de hablar, el zorzal emprendió vuelo rápido por entre los árboles, corrí desesperadamente siguiendo al animal; el que hace un rato solo brincaba y revoloteaba, ahora volaba velozmente. Me llenaba de rasguños por el camino poblado de ramas cubiertas de espinas, al tiempo que hacía esfuerzos sobrehumanos por no perder el rastro. Al final del camino llegué a una especie de comarca con pequeñas y rústicas casas hechas entre las raíces de los árboles, más sorprendente fue ver salir de ellas a los moradores, unos individuos de contexturas esqueléticas que median más menos dos metros y medio de altura. Con gran dificultad y arrastrándose, literalmente, salían por las puertecitas.

Caminamos hasta llegar a un lugar con muchas mesas redondas, rodeadas de luciérnagas y pequeñas hadas. Los extraños seres se acomodaron cada uno en una silla y unos topos con aspecto humano servían platos y brebajes, los particulares sirvientes a menudo chocaban y botaban los alimentos, pero nadie parecía preocupado por aquello. El líder me invitó a sentarme en su mesa; en ella todos hablaban en una mezcla de distintas lenguas, a su vez bebían brebajes, comían miel, insectos, carnes y frutos. Esforzando mi oído y atención pude distinguir algunas palabras. Hablaban del espacio, la vida, la tierra y la naturaleza. Sentí que sus palabras eran sabias y relataban cosas secretas e inentendibles para cualquier mortal. Anhelaba ser parte de esa conversación o por lo menos comprenderla. Miré el brebaje frente mío y pensé que quizás bebiendo pudiese entender. La cautivante escena superó mi miedo y bebí un sorbo, seguidamente comencé a reír incontrolablemente; me eché hacia atrás y reí mirando el cielo. Sentía que los extremos de mi boca topaban con mis oídos.

– ¡Basta! – gritó uno de los comensales al tiempo que me Uno que parecía ser el líder se me acercó preguntando tomó firme del brazo y me llevó hasta otra mesa. – ¿Estás listo para la fiesta?, te estábamos esperando, llegas un poco tarde. ¿Será una equivocación? Pensé, pero sin verme con otra opción respondí – Sí, estoy listo –.

En la nueva mesa todos reían exageradamente de la misma forma que lo hacía yo. Intenté tomar el brebaje de mi puesto para ver si tenía otro efecto, pero lo escupí en una carcajada y dejé caer el vaso. Pasaron horas hasta que se me pasara la risa cuando decidí levantarme y ser parte de otro grupo.

– Así es que tú eres el guardián que protegería la fiesta de los Ganus. No pareces ser hechicero ni guerrero, vistes extraño, pero no eres ninguna amenaza– dijo el plumífero.

La decisión era difícil, puesto que eran muchas mesas, en todas eran escenarios distintos: en una lloraban, en otra meditaban, en otra chillaban, en otra bailaban sobre los asientos y así un sinfín de acciones. Pensé que en alguna mesa debía estar el brebaje para entender la charla de sabiduría. Pasé el tiempo bebiendo cada una de las pociones, teniendo distintas reacciones las cuales estaban reflejadas en otra mesa, en busca de la pócima deseada.

– Todos vengan a ver a ver, los Ganus preparan un festín para nosotros y traen un bufón para alegrarnos– gritaban una y otra vez.

De improviso el cielo se cubrió de una nube negra compuesta por cuervos, todas bajaron en picada graznando y generando un gran alboroto. Las criaturas en la fiesta comenzaron a gritar y correr por todas partes, mientras sus cabezas eran picoteadas; luego fueron hasta la comarca y se arrastraron para esconderse en sus casas protegidas por los árboles. Hadas y luciérnagas se habían dispersado. Yo me mantuve quieto, justo frente a la mesa que segundos atrás ocupaban los sabios, mientras los cuervos aterrizaban y se comían el festín. Uno de ellos aterrizó frente a mí.

Otros cuervos revoloteaban por mi cabeza burlándose.

Ya no sentía miedo, sino molestia. Pensé por algunos segundos un plan y se me ocurrió algo disparatado. Tomé la jarra en medio de la mesa con la cual se llenaban los vasos y bebí la poción lo más rápido posible, la fuente parecía interminable, caía líquido por mi mentón, pero no terminaba nunca de beber, pronto comenzó la risa y cayó el contenedor al piso. Comencé a reir tan fuerte que la tierra retumbaba, los árboles se torcían, y las mesas rodaban por el suelo. Las aves emprendieron vuelo aterradas y se perdieron en el horizonte. La risa comenzó a disminuir y caí de espaldas rendido por el sueño. Desperté de noche, en el suelo de la plaza que estaba tan corriente como antes, rodeado de hojas de mi periódico y con una nota en el bolsillo que decía: “Al héroe de nuestra comarca, no hay poción para la sabiduría, la hemos ganado con los años, pero tú siendo joven la has usado para derrotar a nuestros enemigos”.

Escrito por : GOVANGH 34

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EL HOMBRE Era un atípico día de otoño. La brisa fría se fundía con un cálido sol en el infinito abanico de colores que se desplegaba desde la copa de los árboles. La gente paseaba despreocupada mientras el rojo, el amarillo, verde y anaranjado se mezclaban de manera idéntica en la alfombra de hojas caídas que cubría el suelo del parque, replicando el cuadro como en un espejo.

Permanecí horas sentado en el suelo y en silencio, luego cuando quise hablar sólo podía emitir un débil sonido casi imperceptible para el oído humano, sin embargo mi mente había cobrado otro tipo de percepción y mis sentidos parecían haberse agudizado.

De pronto comencé a ver el mundo con otros ojos, todo me parecía nuevo y quería saber más y más. Investigaba cada libro viejo que encontraba en mi casa y que jamás había leído, desarrollaba juegos matemáticos para desafiar mi ingenio y comencé a pintar e incluso de vez en cuando escribía algunas líneas en un cuaderno que empecé a llenar a modo de diario. Cuando la casa comenzó a tornarse monótona, descubrí el sector de la plaza ubicada a pocos pasos de mi hogar. Ese lugar era verdaderamente un oasis inserto entre el desagradable Tomar esa decisión no fue fácil y confieso que sobrevino tras ruido de la ciudad y las imponentes torres de cemento. mucho meditar sobre los motivos que me llevaron a hacerlo. Nunca tuve verdaderos amigos, un verdadero trabajo que me Un confortable banco de madera instalado bajo una apasionara y ni siquiera un verdadero amor. Mi familia no me agradable sombra me esperaba cada tarde, lloviera o no, visitaba y para ser sincero, yo tampoco quería verlos. Después para brindarme la comodidad que necesitaba durante mis de un período indeterminado de transición entre mi vida horas de contemplación. Además de ser un buen asiento, pasada y mi actual estado de conciencia ocurrió un hecho que aquel era un punto estratégico desde el cual podía establecer determinaría mi condición para siempre. contacto visual con cada sector de la plaza a través de los senderos de tierra pedregosa que ofrecían un atractivo mapa Un día cualquiera me levanté de la cama y miré a mi alrededor. de posibilidades de observación proyectándose en distintas Estaba completamente solo en ese inmenso caserón antiguo. direcciones. Me puse las pantuflas y caminé de un extremo a otro del pasillo hasta que mis piernas se cansaron al punto de no poder Una tarde llamó mi atención la figura de un hombre sentado avanzar más. Grité, grité muy fuerte y comprendí que aquello frente a mí que parecía llevar bastante tiempo inmóvil era inútil, nadie iba a escucharme. Cerré todas las cortinas de mirando al infinito. la casa hasta que la oscuridad se apoderó por completo de cada habitación y luego de mí. Acostumbraba a ir a la plaza cercana a mi casa bastante a menudo, disfrutaba del aire puro bajo los añosos abedules. Aquel sitio resultaba ser un buen lugar para leer un libro, caminar un rato o simplemente sentarse a observar. Precisamente esa última actividad era la que durante el último tiempo había acaparado la mayor parte de mi tiempo desde que decidí no volver a hablar con nadie.

Al principio evité mirar con insistencia, pero la imagen era tan imponente que me resultaba imposible no fijarme en él. Su rostro no transmitía absolutamente nada y su mirada parecía estar fija en un punto invisible, sin embargo no lucía como un demente o un mendigo, vestía un fino abrigo oscuro y sus zapatos estaban perfectamente lustrados.

De pronto, un camión se estacionó en la vereda del frente y de él se bajaron dos tipos con uniformes rojos; llevaban guantes y un logotipo en la espalda. Se acercaron cuidadosamente al lugar donde se encontraba el extraño y cada uno se paró en un lado de la banca. Inclinando la cabeza en señal de estar listo, el hombre de la derecha le indicó al de la izquierda que levantaran al mismo tiempo una estructura que desde mi Lo más curioso de todo es que las personas que estaban a su lugar parecía imperceptible. alrededor parecían no notarlo y pasaban sin prestarle mayor atención. No era ni joven ni viejo, de hecho era muy difícil En un instante, la figura del extraño se elevó unos cuantos poder determinar su edad verdadera. A pesar que su ropa era centímetros del suelo y me miró fijamente como despidiéndose moderna, su rostro era el de un hombre de épocas pasadas y si mientras se alejaba al ritmo de los pasos de aquellos dos tan sólo me hubiera fijado en sus ojos, podría haber asegurado que lo cargaban y lo subían al camión. Los hombres de rojo que llevaba siglos ahí sentado. se llevaron la figura del hombre gris alejándolo de mí para siempre. La imagen parecía atrapada en un cristal, estática en el tiempo. Las ramas de los árboles se movían en una sincronía Permanecí sentado algún tiempo perdido en la inmensidad perfecta mientras un brillo majestuoso cubría el cuadro del del cielo pálido sin pensar en lo que había ocurrido. De no ser hombre sentado refractando la luz del mediodía. por los árboles desnudos, hubiese creído estar en primavera.

Escrito por : C.MURNAU 36

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EL ROTO ¡Siempre todo pasa atrás mío! Me gustaría voltearme a ver cómo ríen y gritan tanto. Desde aquí solo veo árboles, abuelas cojas, un edificio blanco que se llueve en los inviernos, una ciclovía, minimarkets, niños, padres, estudiantes, basura, micros, autos, borrachos… ¡Borrachos!... Que se dedican a quitarme el trabajo. Creen que son los encargados de dar el toque pintoresco, y a veces, hasta el toque histórico del barrio, por eso se emborrachan, en virtud del turismo, para que gringos locos les saquen fotos. En el lado de Rosas, tienen lugar sus piezas con sus sagradas “camas-bancas” (donde más de una vez falleció uno por hipotermia). Son ecológicos, alimentan a los perros con sus relucientes vómitos y mantienen una bella fauna repartiendo sus aguas menores por toda la plaza: “Chile agradecido de sus hijos por sus virtudes cívicas”. Para qué hablar de la ducha… (Mira hacia abajo resignado)… el agua no se niega, yo sólo los dejo.

Mis queridos inmigrantes, me han hecho recordar los conventillos de los años ´20, viviendo hacinados en las casas más grandes y antiguas del barrio.

Los días pasan y nos acercamos a la festividad del veinte de enero. ¿Qué ocurre?, Es la “Fiesta de la CHALLA”, según otros, “Fiesta del Peruano”. Mis vecinos ya se han hecho conocidos por su concurrencia a la festividad, pero qué más da; ellos no tienen la culpa de querer divertirse en la plaza. Lo que me pregunto es si tendrán idea que aquel día cuando bailan, ríen, se divierten y tiran Challa es en conmemoración al Ejército Restaurador, que en 1839 derrotó por completo a las fuerzas de la confederación Perú-Boliviana en el pueblo de Yungay, ¿recordarán mis queridos vecinos que alguna vez peleamos frente a ellos? Y que luego estuvimos apoyándonos codo a codo y no cara a cara como lo hacemos hoy en día, por algo Virginio Arias me hizo hace ciento treinta años atrás. Al parecer Ojalá alguien pudiera venir a relevarme, alguien que de verdad sólo me tienen como la típica estatua de plaza decorativa. cumpla con el perfil, un roto... ¡Y ser el Roto!... A estas alturas, eso parece algo imposible. Es una gran responsabilidad ser el ícono Durante ese día se tira CHALLA, se vende CHALLA, se habla de una zona típica del país, según el Consejo de Monumentos de CHALLA, se come CHALLA, se saca CHALLA, se odia a la Nacionales. Mi barrio se populariza en el extranjero; así me CHALLA. lo cuentan mis queridos amigos colombianos, peruanos o bolivianos, entre otros. Gracias a ellos, el barrio se ha vuelto Son pequeñas motas de varios colores; rojas, azules, verdes, un poco más tolerante, los niños de ahora ya no tienen la mala naranjas, amarillas, moradas, pero que en su mayoría son costumbre de hacer la afirmación xenofóbica inconsciente al blancas, la famosa: “CHALLA”, para el que no sepa. ver a una persona de piel diferente: ¡Mamá, mira un negro! También hay que destacar la mano que nos han dado con la Ése día nos dedicamos a dar vueltas y vueltas alrededor de la tecnología, gracias a ellos tenemos un gran auge de cybers y plaza, donde al primero que se pilla, se le lanza “CHALLA”. Gana centros de llamados al extranjero en el sector. quien más ojos ha molido y más tácticas tiene para pillar a la gente desprevenida. Casi no hay reglas, todo vale; el viejo le tira al joven, la chiquilla chica le tira al cuarentón y la abuelita en silla de ruedas pelea con el aire.

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Ese conjunto de círculos multicolores se mantienen en el suelo de la plaza casi durante todo el año, como una alfombra de mal gusto. A veces logra desaparecer con las primeras lluvias, pero siempre quedan algunas que se transforman en los ilustres fósiles de nuestro barrio.

Se iba a conversar con los vecinos, con los que no se veían hace tiempo y volvían para ver a sus amigos de infancia transformados en adultos, a presentarse entre familias, a comprar el globo de helio y esperar a que se te soltara para ponerte a llorar de una manera…

CHALLA en la plaza, CHALLA en el suelo, CHALLA en la ropa, CHALLA en los hombros, CHALLA en el pelo, CHALLA en los zapatos, CHALLA en el cuello, CHALLA en el polerón, CHALLA en la cara, CHALLA en la cabeza, CHALL en la billetera, CHALLA en la mente, CHALL en el oído, CHALLA en la uña, CHALLA en las palabras, CHALLA en el aire, CHALLA en mi mamá, CHALLA en mi hermana, CHALLA en el lugar más insólito, CHALLA en mi camino... CHALLA en mi ojo.... ¡Miercale!

La sorpresa a cien, el chupete a cincuenta, el pelotazo en la cara y el rasmillón en la rodilla, perderse, lloriquear y disfrutar de los amigables juegos de madera, como el inolvidable resbalín amarillo que estaba diagonal hacia mí. Todos lo querían por sus suaves tablas que no hacían moler los pantalones en el traste. Fue ahí donde comenzó la competencia con el de la Plaza Brasil, el gran volcán que se escala hasta el día de hoy. En las esquinas estaban los columpios; los de guaguas eran dos, viejos, pero firmes...¡Esos sí que eran columpios! Estaban por la entrada de Sotomayor y Santo Domingo, bajos y precisos. Los de la otra esquina, Santo Domingo con Libertad, eran para los niños más grandes y estaban dentro de una columna de madera escalable, en donde más de alguna vez hubo rasmillones y huesos rotos. En mi día siempre había una gran demanda de columpios, nadie se podía ir sin columpiarse, era una ley fundamental para todos los niños.

Es así como el próximo año los afectados tomarán más precauciones, le comprarán a la señora gorda que se pone entre medio de los árboles y los autos estacionados de la calle Libertad (¡francamente por toda la plaza!), Un antifaz y un tapa boca de última moda para los vidrios, tierra, pelusas, mugre, infecciones, piedritas y ramitas de la particular “fiesta de la...CHALLA”; una fiesta tan original que también se celebra ¡El auge de la madera! Ahora, el plástico. Fue él quién ahuyentó en Valdivia y en otros lugares más de Chile, donde adivinen lo la diversión y la gracia de una tirada de resbalín. que hacen…. Ya no se conoce lo que fue mi fiesta, antes todo era muy diferente.

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EL HOMBRE DEL INODORO Hoy en día los niños se tiran con la sensación de que fuese Hoy me dispongo a bajar. Me lavo la cara en mi pequeña pecado, se pinchan y electrocutan. Los columpios son nada, fuente, total, ya se transformó en baño público. sólo sillas de playa donde se hunde el traste que queda morado y dormido. Se le teme a los juegos, se le teme a la diversión. Miro mi lugar… vacío… la plaza luce diferente desde aquí. Estoy solo, no tengo compañeros, todos se fueron, cambiaron, Generación noventera, la de la transición al plástico, que no evolucionaron… Sólo me quedan como confidentes guarenes se acostumbró a las nuevas modalidades y partió hacia otras voladores que detesto. Sé que son pequeñas e indefensas, plazas. Sin embargo los menos, van en busca del juego más pero hay que decir que son bien molestosas ¡Estoy cansado de antiguo de la historia como perseguir palomas. No los culpo, que me cagen y que me cucurren al oído! ... Eso no va a pasar debe ser entretenido espantar a estos monstruos chicos que más, porque me aburrí de estar parado mirando lo mismo de odio, aunque hay una cosa que si puedo a llegar a odiar más, siempre… ¡YO SOY EL ROTO! ¡¡Y hago lo que se me da la gana!! ¡cómo es posible que todas las celebraciones y jugarretas ocurran a mis espaldas! ¡Pero si es mi plaza! Celebran por mí Nadie sabe adónde va. sin siquiera incluirme, a veces ponen el escenario donde ni los Y al ver al Roto Chileno veo. Que en su zócalo no está Dice otro roto ladino: ¡Gracias Virginio Arias y a todos los residentes que se han No importa una vez al año olvidado de mi!... Apenas me dejan una corona de flores. ¡Ya mañana volverá! Lo más gracioso, es que me la dejan personas que jamás compartirían con un roto. A estas alturas me da lo mismo, yo sólo los recibo con mi parada despreocupada.

Desperté en la banca de una plaza; con olor a humedad, a vómito y a sequedad de garganta y vi que la plaza me rodeaba en su totalidad; esa totalidad que muchas veces me enceguecía, pero nada que un par de pestañeos no solucionara. Pero ese día era distinto: era MI DÍA. Un par de palomas durmieron en mis piernas y echaron a volar cuando me incorporé en el lugar. La pileta también cobró vida, lanzando rayos de agua y luz que asaltearon mis ojos cansados; logré ponerme de pie, me balanceé un poco perdiendo casi el equilibrio, y tratando de recordar qué había bebido para llevarme hasta ese lugar. El señor de la basura me saludó, y si bien había poco movimiento, las viejas caras estaban allí, mirándome, y tal vez encasillándome. Y sí, había bebido hasta perder el conocimiento. Y sí, había vomitado… y sí, había amanecido en aquella plaza con aquellos árboles octogenarios sacudiéndose las hojas, una por una. Y sí, una mujer había sido la culpable. Por lo que, aún sin el equilibrio a flor de piel, me dirigí hasta la glorieta y bajé unos pocos peldaños que llevaban al baño. Deposité ciento cincuenta pesos en la lata que sostenía un viejito que me regaló una semi sonrisa algo forzada.

He realizado actos en mi vida de los cuales me he arrepentido, ésa ha sido una de ellas, ya que de las aguas que descansaban dentro del inodoro una cara me miraba y hacía muecas, tratando de salir desde donde estaba atascada. Sus muecas se contorsionaban, enviaba guiños extraños desde sus ojos, pero habría su boca desdentada y no emitía ningún sonido. Cuando vi que trataba de sacar una mano desde tan ancho lugar, retrocedí, y desde el fondo del inodoro, poco a poco, el extraño ser –hombre o mujer, nunca lo supe- empezó a emerger. Cuando tenía medio cuerpo afuera me dirigió sus ojos oscuros como el barro y abrió la boca tratando de sonreírme, pero como no tenía dientes, no lo pudo lograr. La imagen era perturbadora. Retrocedí. No alcancé a hacer ni siquiera mis necesidades y huí. Jamás conté la ilusión de la que había sido presa, pero sí me hice una promesa, y juré que la cumpliría: jamás volvería a beber, al menos no si una imagen así aparecía en baños solitarios bajo la glorieta, ni en ningún lugar. Creo que ha sido una promesa que he logrado mantener hasta entonces.

El cubículo del baño no era totalmente blanco; florituras, dibujos de mujeres desgarbadas y mensajes obscenos parecían gritar e insultarme. Todo hedía a olores pasados, olores de antaño, de hombres que habían estado allí antes que yo. Fue entonces que subí la tapa del W.C.

Escrito por : ZOILA ROJAS 40

Escrito por : TOMÁS WILSON 41


EL SECRETO DE MI PLAZA En lo más alto de las copas de los árboles, donde el follaje era tan tupido que las hojas olvidaban que provenían de diferentes troncos, se reunía cada tarde el Consejo de las Hadas para evaluar, a través de su desempeño diario, los talentos de las Hadas Aprendices. El Consejo de las Hadas sabía que mantener el delicado equilibrio de una plaza no era tarea fácil. Habían escuchado varias veces, en el rumor traído por el viento, que en otras plazas las Hadas encargadas habían fracasado rotundamente, dejando el lugar a merced de los espíritus del Caos y la Maldad. Como no estaban dispuestas a que esos les sucediera, eran rigurosas en la asignación de las zonas de la plaza que les correspondía a cada una de ellas.

Esos suspiros de alivio y esperanza, eran encapsulados en brillantes esferas por Caridad, quien las lanzaba a los hombres y las mujeres de negocios que caminaban siempre apurados, para recordarles que aún eran humanos con sentimientos y emociones, consiguiendo que algunos de ellos detuvieran su carrera para maravillarse con la vida a su alrededor. En la zona donde se reunían los jóvenes, Lira entonaba sus mejores melodías de paz, unión y fraternidad, para que sus mentes creativas, rápidas y rebeldes, se inspiraran con ideas que los motivaran a cambiar el mundo que existía por uno mucho mejor.

alrededor de las parejas, rogando a las fuerzas de la naturaleza y el universo que su unión fuese próspera y eterna, al tiempo que batía sus alas para capturar entre ellas la esencia más pura del amor, que le llevaba a las parejas que discutían para recordarles que la compresión de aquellos que se aman trasciende los inconvenientes cotidianos. Mimosa sentía que su trabajo era útil a la humanidad y eso la hacía inmensamente feliz, hasta que un día, la vio.

Con el pasar de los días, los enamorados dejaron de acudir a profesarse amor eterno sentados en la plaza y las parejas comenzaron a tener interminables discusiones que no había forma de detener. La puerta se encontraba abierta para que en cualquier momento ingresaran el Caos y la Maldad a adueñarse del lugar.

El sonido de las apasionadas conversaciones juveniles, era atrapado por Musa dentro de una flauta, para llevársela a los En la zona de juegos para niños, Alegra hacía un excelente ancianos sentados en el otro extremo, quienes movidos por el trabajo incentivando a los pequeños a jugar y compartir ritmo de la música recordaban que la vida es una aventura que juntos, sin pelear ni ponerse nombres feos. El toque de sus se comienza todos los días. delicadas manos y el murmullo de sus dulces e imperceptibles palabras de alegría, habían conseguido generar en ese lugar En general, el Consejo se encontraba plenamente satisfecho un ambiente cargado de risas. Risas que eran recolectadas en con el trabajo realizado por la talentosa nueva generación una pequeña bolsa por Compañía, el Hada encargada de llevar de Hadas. Sin embargo, había una zona en la que estaban consuelo a quienes se sentaban solos en los bancos de la plaza; fracasando, lo que comenzaba a afectar la armonía del lugar. personas cargadas de tristeza, dolor y soledad que mantenían la mirada perdida en un horizonte lejano y gris. La pequeña Mimosa, encargada de fomentar y fortalecer la romántica unión de las parejas de enamorados, se encontraba Compañía volteaba sobre ellos todas las risas regaladas por los en problemas. Su trabajo había comenzado siendo tan prolijo niños hasta conseguir que suspiraran con alivio y esperanza. como el del resto de sus hermanas, cantaba bendiciones

El Consejo debía actuar con rapidez para prevenir el desastre, por ello, de lo más alto de las copas de los árboles, donde las Ella estaba sentada en uno de los bancos al centro de la plaza, hojas se encontraban tan juntas que se pensaban hermanas su rostro estaba surcado por las lágrimas que salían sin cesar de tronco, descendió Alelí, maestra de las Hadas del amor, de sus ojos. Sobre ella se encontraba Compañía, vertiendo una quien ubicó a un Hada más joven en el puesto descuidado por y otra vez las risas de los niños, sin que nada cambiara. Mimosa y fue a encontrarla al lugar donde se pasaba la tarde junto a la muchacha. - ¿Qué le pasó? – Preguntó Mimosa llena de piedad. - Le han destrozado el corazón – Respondió Compañía. - Es sabido por todas que los humanos son seres complejos con una alta inclinación hacia las desgracias, dijo Alelí al encontrarse Mimosa, que nunca había visto a una persona con el corazón junto a Mimosa, por eso, cuando vienen a nuestros dominios, destrozado porque no era su área de talento, se acercó con hacemos nuestro mejor esfuerzo para ayudarles a sentir la alegría curiosidad. Aquello del corazón destrozado debía ser algo que de existir en un universo lleno de magia, belleza y perfección… dolía mucho, porque ella no paraba de llorar, sin importar cuantas risas le regalara Compañía. Alelí se sentó sobre el pétalo de una flor, era un Hada anciana que necesitaba descanso. Cada tarde cuando la muchacha iba a sentarse en el mismo banco, ya sin lágrimas en sus ojos, Mimosa descuidaba su – Los humanos son las únicas criaturas que conozco que llegan a labor y acudía a sentarse junto a ella, preguntándose una y creerse vacíos de amor. Como le sucede a esta humana que capta otra vez, cómo era posible que un ser rodeado de tanta belleza toda tu atención. pudiera sentirse tan triste.

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EL SUBE Y BAJA - ¿Amor? – Preguntó Mimosa – Esa es mi área de talento.

encontraba sentada.

- Sí que lo es, querida mía – sonrió Alelí –, la mayoría de las Hadas del amor, nacen bien dotadas para bendecir y fortalecer las uniones de pareja, pero muy rara vez, nace en una generación un Hada como tú, dotada para atraer el amor a la vida de estos pobres seres.

- Pequeñito – dijo ella alegrándose, por primera vez - ¿Estás perdido?

- ¿Yo? – Preguntó Mimosa con sorpresa.

- Yo soy Renata – dijo ella.

- Es mío – dijo él cuando llegó al lugar–. Se llama Arthur. Yo soy Diego.

- Así es, mi pequeña y especial Hadita – dijo Alelí –. Tú te sientas Alelí llegó a ubicarse junto a Mimosa y dijo: aquí con ella, porque tienes el talento para curar su corazón, pero - Ahora tenemos que hacer nuestra magia. te has conformado con acompañarla en su dolor y no has volado un poco más alto para encontrar la solución. Ven conmigo. Juntas rodearon a la pareja, batiendo sus alas y entonando una secreta melodía, en la que pedían a las fuerzas de la naturaleza Alelí y Mimosa se elevaron donde pudieran tener una vista que aquellos dos seres pudieran celebrar eternamente el general de la plaza. Mimosa vio a los niños jugando, las jóvenes milagro de encontrarse y reconocerse. conversando, los ancianos riendo y las personas transitando y en medio de todos ellos, lo vio a él. Alelí regresó portando la buena nueva al Consejo, el que decidió que una nueva Hadita aprendiz sería la encargada Él paseaba un perro con aires despreocupados; parecía disfrutar de fomentar y fortalecer la romántica unión de las parejas de intensamente el sólo hecho de caminar por la plaza cubierto enamorados, permitiendo a Mimosa dedicarse con completa por el sol de la tarde. De vez en cuando miraba a su alrededor, devoción a su talento de reunir parejas de enamorados, como adivinando que podía suceder algo trascendente. devolviéndoles a los seres humanos la fe en el amor. Mimosa miró a Alelí, quien aprobó sus pensamientos asintiendo sonriente y descendió de las alturas en picada sobre el perro que, como todos los animales nobles, supo que tenía que seguirla y lo hizo a toda velocidad, soltándose de la correa que él sostenía.

Algunos están de cabeza, otros imaginando que suben un cerro cuesta arriba de metal; otros, libremente impulsan sus piernas, agarran fuerte las cadenas y sienten que vuelan. Miro desde la banca el “sube y baja’’. Me horrorizaba ante la idea de quedarme arriba y bajar abruptamente.

Un día nos aburrimos de nuestra cobardía y decidimos subirnos de una vez por todas. De pronto mis piernas colgaban, luego empujaban el suelo para darse impulso. Se podía respirar la libertad.

¡Lo logramos! Recuerdo que a mi primo le sucedía lo mismo; la diferencia es que él no sería el que quedaría arriba sin poder bajar, sino todo A lo lejos, mi hermana y mi prima nos divisaban. Ya nunca más lo contrario. nos podrían asustar con el “sube y baja’’. Él era más grande y yo, muy pequeña.

Este es el secreto de cómo mi plaza llegó a conocerse como “La plaza de los enamorados”, lugar de encuentros mágicos e inesperados, donde las pequeñas Hadas, siempre bien ocultas para el ojo inexperto, conspiran con las fuerzas del universo todos los días para cambiar nuestra fortuna.

El perro corrió tras Mimosa hasta llegar donde la mujer se

Escrito por : M. S. ALEGRÍA 44

Escrito por : DANIE G 45


EL ÚLTIMO DÍA QUE VI A MI NOVIO Era un día nublado y oscuro de invierno; estaba en mi casa aburrida, así es que decidí hacer algo entretenido. Le pregunté a mi novio Diego si me podría venir a buscar para que saliéramos a pasar el rato en la plaza más lejana de mi hogar, ya que mi madre me vigilaba constantemente y no me agradaba mucho.

Con mucho miedo le respondimos que no y la niña al instante empezó a reírse y mi novio igual. No sabía qué hacer así es que al igual que ellos me empecé a reír. Diego me pregunta si sabía de qué se reían y le dije que sinceramente no. La niña me dijo “hola, me llamo Yasna y soy la prima de Diego, tu novio. Él me contrató para hacerte esta pequeña broma”. Con una cara de entre enojo y risa miré a Diego y le dije “¿por qué me hiciste una Diego me vino a buscar pasado las cinco de la tarde; me puse broma así? ¡Casi me muero!” A lo que él respondió que quería un abrigo y bufanda, y ya estábamos listos para ir rumbo comprobar si era valiente. a aquella plaza a pasarlo de lujo. Estuvimos allí jugando, riéndonos y tomándonos fotos para luego subirlas a la web. -¿Cómo? No te entiendo, le dije. - Es muy tarde, será mejor que te vayas a tu casa, ¡rápido! De pronto estábamos observando las fotografías tomadas hace unos minutos atrás y nos dimos cuenta que en la foto, atrás de Con temor dije que estaba bien, y asustada corrí hacia mi casa. nuestros rostros había una pequeña sombra. Pensamos que En un momento me di vuelta y noté que mi novio no estaba, era la luz y no le dimos importancia; mi novio puso las fotos ¡no lo podía creer! siguientes y al igual que la primera foto nos dimos cuenta que la pequeña sombra, en la segunda foto era la misma sombra, Al llegar a mi casa estaba aterrorizada, pero traté de disminuir pero un poco más nítida y cercana. mi terror. Al siguiente día recibí una llamada de la casa de mi novio; alegremente contesté, pero no me estaba llamando mi Aterrorizados revisamos la última foto y resultó que la novio sino que era la mamá de él. Preguntó si Diego estaba sombra no era una sombra común, sino que era el rostro de conmigo y yo, angustiada le respondí que no, que no estaba una pequeña niña; era muy bella, pero a pesar de la belleza conmigo. Ella se pone a llorar y me dice no llegó anoche. de aquella niña estábamos aterrorizados. No sabíamos qué Tristemente corté y a los minutos siguiente recibí nuevamente hacer así es que seguimos sacándonos fotos para ver si seguía una llamada que era de la casa de Diego; la señora me aseguró aquella niña que apareciendo en nuestras fotografías. En la que Policía de Investigaciones lo encontró muerto con cinco primera foto no aparecía nada así es que decidimos sacarnos puñaladas en la espalda en la plaza en la que ayer en la tarde otra. Allí fue donde apareció nuevamente. Aterrorizados nos encontramos. quisimos investigar, pero no encostrábamos la forma e instantáneamente sentimos un escalofrío, nos dimos vuelta y Una pequeña niña se encontraba allí cuando sucedió y le contó ahí se encontraba ella, la misma niña que aparecía en nuestras a los policías que él mismo se suicidó. fotografías, pero que ahora estaba en carne y hueso. Desde aquel día lloro sin cesar recordando a Diego y Con mucho miedo mi novio le preguntó si necesitaba algo y cuestionándome por qué se suicidó, pero no me entristezco la niña respondió que sí. Nos contó su historia y preguntó si de aquel sábado 5 de mayo del 2003 y sigo mi vida adelante. habíamos visto a su mamá que hace un par de meses la mató y enterró justo en esta plaza, ya que la mujer tenía serios problemas financieros y no la podía mantener. Escrito por : ROMINA ARÁNGUIZ 46

EQUILIBRIO PRECARIO Mi niñez fue un terreno fértil de accidentes, jugarretas y recuerdos imborrables. Pocas imágenes quedan tan vívidas como aquellas que nos remiten a nuestros espacios de alegría, espacios que acompañan con armonía y amabilidad a través de los años.

Como no quería ser menos, les rogué a mis padres que me enseñaran a andar en bicicleta y disfrutar de ese anhelado momento de expansión. Mi padre, un señor de ceño adusto y actitud siempre distante, accedió a darme mis primeras lecciones.

La plaza de mi pueblo cumplía con todos esos requisitos, pues mirada desde las alturas parecía un gigantesco macetero del que hubiese brotado un vergel, delimitado por una tenue línea bermellón. Efecto generado por los árboles de avellana y tilo que la circundaban: enormes y centenarios moles vegetales que cambiaban de color según la estación del año.

Al principio yo estaba muy nervioso, era la primera vez que me subía a una bicicleta y también era la primera vez que mi padre nos entregaba un tiempo extra. Aún no sé bien cuál de las dos situaciones me estresaba más, si el estar con mi padre en el rol de instructor o el intentar no caerme a cada de instante de la bici…empezó mi primera lección y con gran concentración apenas pude mantener una línea de Cuando sus hojas caían, formaban espesas montañas que navegación, ésta rápidamente se veía interrumpida por mis disfrutábamos con mi hermano hasta el hartazgo, saltando temores a desnucarme y mis consiguientes inseguridades. sobre ella o lanzándonos densos puñados de “granadas café”. Hasta que llegó el momento sagrado; yo había conseguido Las tenues líneas rojizas constituían, más bien, un acierto confiar ciegamente en mi padre, él siempre iba a mi lado municipal, debido a que, en un arranque de originalidad, cuando intentaba pedalear, sin embargo, en este intento él éste decidió poner largos tramos de cerámicas terracota que empujó la base de mi asiento con gran fuerza y yo, como acto acotaran la plaza para que el pueblo tuviese más identidad. reflejo, pedaleé de inmediato y por unos segundos epifánicos, la bici y yo fuimos un solo ser. Y es en estos senderos de cerámica donde me quiero detener; no por sus virtudes arquitectónicas, sino que estos senderos Recuerdo que alcancé a mirar hacia atrás a mi padre y vi una fueron mi primera ruta de conducción, no de un vehículo, sonrisa en su sempiterna actitud militar. Luego de eso mi sino de una pequeña bicicleta Oxford, de esas que tenían un humanidad dio de lleno en el suelo, dejándome una cicatriz sillín largo bicolor que parecían más asiento de moto que de la que todavía me recuerda una de las épocas más felices de mi bicicleta con rueditas que tenía en ese momento. vida. Aún recuerdo cómo emergió en mí ese deseo por pedalear; era cosa de asomarse un rato a la plaza, después de la escuela y ver cómo todos esos niños junto a sus padres pedaleaban en un éxtasis frenético, en una libertad que solo alcanzaba a envidiar.

Escrito por : BRUNO FIORINI 47


FOTOCAPÍTULOS Niños jugando, personas, parejas de la mano y hombres con maletín. La plaza era movimiento, siempre con gente transitando como un plato inclinado de un extremo a otro derramando arvejas en todos los sentidos. Juan era del plato mismo, formaba parte de la plaza como un árbol o una estatua, para su fortuna, las palomas todavía preferían cagar en O’Higgins o en Arturo Prat.

A Juan le causó gracia su ingenuidad. Después comenzó a leer. Fotocapítulo 1: Cuando nos conocimos. Sentados en la plaza, yo con jeans y ella con falda, le dije que le tenía un regalo y se lo entregué. No sé qué habrá esperado, pero cuando vio la pastilla de 10 pesos sobre su mano, parecía dislocada.

Anciano, con 64 años, sentado en una banca y respirando tan calmo como el sol, observaba la fachada de su casa; a una –Cómetela, le dije. cuadra de su hogar, y sin embargo, prefería estar en la plaza, sentado. Ella abrió el envoltorio del dulce y en su interior sólo había un papelito. Decía así: Una joven desconocida tomó asiento a su lado y le preguntó si estaba esperando a alguien, Juan respondió que no. Se “Por ser bonita. Un dulce piropo”. llamaba Antonia. Ella lo miró un rato sin decir nada, después sacó de su cartera un libro antiguo y se lo dio. Le dijo que era Y estalló en risa, tanto, que parecía que se iba hacer pipí. un obsequio y que era el libro más valioso de la tierra. Le rogó Pasaron 5 o 10 segundos y seguía. Mientras, yo ponderaba encarecidamente que lo leyese y se fue. el grado de estupidez al que había recurrido. Cuando ella por fin terminó de espantar a las palomas que nos sobrevolaban y Juan no alcanzó a dar las gracias y la vio irse. Le habría gustado dejó la cabeza quieta y me miró, supe dos cosas; la primera, mi conocerla. Su aparición le intrigó lo suficiente para tener la regalo fue chistoso. Y la segunda, tanto aguantó ella para no certeza que devoraría cada hoja, cada letra, averiguaría el hacerse pipí, que le salió apenas por los ojos. significado del obsequio. Examinó el libro; ni título, ni autor. Entonces Juan empezó a conjeturar. Juan cerró el libro con ambas manos y miró el cielo. En su frente sus arrugas se multiplicaron por cuatro, y sus dudas, por mil. Seguramente lo escribió ella y quiere mi opinión, o es su Intentó buscar asociaciones; él vestía jeans, Antonia también forma de darse a conocer, para presentarse como persona y usaba falda, plaza, palomas, conocerse, amor. Imaginó que el sentimiento y no como una mujer inalcanzable, separada de libro era un mensaje encriptado de Antonia. Pensar aquello le mí por décadas de diferencia. O quizá el libro pretende ser el hizo sentir como un niño dibujando en la pared del comedor lugar común entre nosotros. Quizá soy un imbécil, y ella es con miedo a ser descubierto, pero contento. evangélica y quiere convertirme.

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Dicen que en el cenit de la vida, al igual que un caset de música, Juan leía con riguroso orden cronológico. En los fotocapítulos a veces se da la vuelta. Entonces vuelves al comienzo, a mirar siguientes, adoptando sus respectivos personajes, Juan se como un crío, a sorprenderte, a ver figuras en la oscuridad, a convirtió en C y Antonia en K. temer a la soledad. Según la historia, tras unos meses de gustarse, C y K se También, como un bebé, te vuelves dependiente. declararon. C nunca había dicho “te amo”, para Juan, que acostumbraba a leer en voz alta, tampoco recordaba Juan pensó que esta ilusión infantil y romántica que ahora haberse escuchado diciendo “te amo”. Para ambos fue difícil sentía, era un nuevo síntoma, confirmando la milagrosa pronunciarlo. evidencia de que había renacido. Como si su ser debiera haber fallecido hace unos años y reencarnar, pero como la C tenía 20 años y la voluntad para juntar cientos de hojas muerte olvidó llevárselo, por error regresaba a la infancia secas en otoño, porque en una oportunidad, K, confesó que conservando su cuerpo de anciano, por lo tanto, aquel tiempo le encantaría lanzarse sobre una cama de hojas secas. K le extra de vida podía ser una concesión para que se encontrara amaba. C sentía un deseo tremendo de besarla en privado o con Antonia, como un amor verdadero que llega, muy tarde, indecorosamente en público, a cada momento, y tomarla de la pero llega. Porque él creía que nunca se había enamorado y el cintura para que ella se le colgara del cuello, como si fuera una universo debió compadecerse de que Juan muriese sin nunca medalla de oro que le hacía creer afortunado por conseguir el enamorarse, solo, sentado en una banca. primer lugar. Juan no aguantó la curiosidad y, como el libro carecía de índice, saltó hacia el final. Eran 615 fotocapítulos; 615 fragmentos de una vida. No quería saber más. Podía arruinar su experiencia, como visionar una película conociendo el desenlace, como vivir conociendo el futuro o la fecha de su muerte. De ahora en adelante leería identificándose con el protagonista, sintiendo en lugar de él, valiéndose de esa ficción escrita, utilizando esa vida prestada para sentir aquellos sentimientos que nunca sintió. Juan concluyó que esa debía ser la intención secreta de Antonia; aquel era el lugar común.

Juan cada vez que cerraba el libro, sonreía; buscaba la pausa para saborear la sensación y percibir que su plaza había sido coloreada, con renovada intensidad. Sin embargo, en fotocapítulos sucesivos, el efecto se fue diluyendo. Hubo discusiones; las pequeñas asperezas de la relación existentes desde un principio, comenzaron a ser un problema. Inevitablemente K dejó de quererlo.

Juan ahora cerraba el libro con violencia, pero la ficción perduraba. Juan quería llorar, pero ni lágrimas le salían. La pena, era como si sus ojos ardieran y gotearan hacía dentro, y Antonia también leyó el libro, pero creyendo ser la pareja del él, se inundaba, sin poder secarse. protagonista.

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ISABELA POR LA PLAZA VUELA Una vez tranquilo, prosiguió la lectura y no se detuvo hasta el final. Las únicas referencias a K estaban contenidas en los siguientes fotocapítulos; 210, te casas; 275, también me caso; 368, me divorcio; 369, te extraño. La última mención a K es precisamente en el fotocapítulo final, el 615. Fotocapítulo 615: El último regalo. Tengo 60 y tú debes rondar los 58. Sé que tienes una familia e hijos. Tú, que asegurabas que nunca los tendrías, me alegra que los tuvieras. Pienso que eres feliz, tal cual como yo lo fui, pero de muchas formas diferentes. Éramos jóvenes, quedémonos con eso. De algún modo, el futuro que no compartimos, por mi parte, está escrito aquí. Hace una semana, en un examen, descubrieron que mi memoria se estaba degenerando.Ya he empezado a olvidar. No quiero perder mis recuerdos. No quiero olvidar compartirte mi vida. También me gustaría saber de ti.

Intencionadamente borré nuestros nombres. Dudo que alguien más se interese en leer hasta el final. Espero verte de nuevo. Si otra persona encuentra este libro, le ruego que por favor me lo devuelva. Busca, en la plaza Acevedo, al hombre sin memoria. Juan comprendió que las emociones de este día eran un reflejo del pasado. Comprendió el significado de estar en esa plaza, en esa banca, esperando, aferrado a los restos de un recuerdo. Con su memoria momentáneamente recompuesta y, por supuesto, con su corazón gordito, al dormir esa noche sería diferente; tendría con que soñar… Fueron muchas noches, o cientos de sueños en una sola noche, recapitulando vidas inconclusas, posibles futuros, reencuentros que nunca sucedieron. Reencarnó en realidades excitantes, sufridas y tristes. Y cuando se encontró con ella en la vida definitiva, para no olvidarla, eligió no despertar.

Te perdí el rastro hace años cuando me fui del país. Hace poco creí imaginarte con la misma edad que al conocernos.

Isabela caminaba por la plaza llena de rosas que se hallaba frente a su casa, mientras avanzaba notaba que todo se hacía más y más grande. No era su imaginación, en cada paso que daba las plantas crecían y crecían, hasta que tropezó con lo que pensó era un enorme árbol, pero no era un árbol, era el tallo de un rosa, y no era cualquier rosa, era el botón de una hermosa rosa amarilla.

Isabela miró hacia el cielo estrellado, con una gran luna llena, y la libélula observó el cariño y admiración con que ella miraba y le dijo:

-“¿Quieres ver las estrellas de cerca?”, Ni siquiera alcanzó a decir sí cuando ya estaba montada en su espalda. Viajó atravesando entre las ramas de los árboles llegando al espacio a gran velocidad; muy alegre paseo en medio de las estrellas, Se sentó en la orilla de un lago que desde el centro lanzaba un los cometas y la luna, hasta que amaneció. Y luego volvieron a chorro de agua que salpicaba hasta el cielo, observando muy la plaza, de la que nunca abandonaron. atenta cuando el botón de la rosa abrió; salió una libélula de bellos colores, y no era cualquier libélula, ésta le habló y dijo Su amiga la libélula le dijo “adiós, hasta pronto, ahora debo “¿quieres conocer toda la plaza?”, No creo que pueda excla- visitar otra plaza” y se fue dejándola al costado del tallo de la mó la niña, es muy grande y yo tan pequeña, “ven, sube a mi gran rosa amarilla, que de pronto volvió a ser un botón. lomo, yo te llevaré”, y subió emprendiendo el vuelo. Entonces, caminando de regreso, vio que las plantas se iban El lugar desde arriba se veía majestuoso y extenso, como si achicando cada vez más, hasta que llegó a la puerta de su fuera un sueño, pero no era un sueño. casa, se detuvo, miró hacia atrás y dio cuenta que la bella placita volvía a ser la de siempre… Oscureció y descansaron. Se encogió de hombros, sonrió y a su casa entró.

Eran tus inconfundibles ojos raros. Luego, averigüé que fue tu hija Antonia quién me obligó a detenerme y mirar para atrás, y al pasado. La vi entrar a un edificio. Sólo necesite paciencia para ubicarla y hacerte llegar este libro.

Escrito por : MOUGÑOUZ KINGZ 50

Escrito por : AMBAR KIM 51


LA BIBLIO-PLAZA DE MARCELINO Cada vez que Marcelino era blanco de las burlas de sus Marcelino, sin querer, les dañaba el ego y les robaba la atención compañeros, él sólo agachaba la cabeza y seguía leyendo. de los demás, en el fondo todo era envidia. Nunca demostraba su molestia, y aunque hervía de rabia, se contenía y seguía en lo suyo, el estudio. Un día de regreso a casa, un poco cansado y con hambre, Marcelino se disponía a preparar un examen final que sería Faltaban tan sólo un par de meses para el término del año en cuatro días más, pero para su sorpresa habían cortado la académico y de su buen rendimiento dependía la tan añorada electricidad. Su papá estaba un poco enfermo -nada muy beca para ir a la universidad. grave- y el dinero de la boleta de la luz se había destinado a las medicinas. Marcelino pidió permiso a su madre para ir a la Siendo el quinto de siete hermanos e hijo de un matrimonio biblioteca a estudiar, ella accedió de inmediato, no sin antes más bien humilde, las posibilidades de pagar una carrera eran servirle el almuerzo. cero. Vivía en una casa muy sencilla, con pequeños espacios, aunque todo estaba muy ordenado y limpio. Fue hacia la biblioteca con muchas ganas de poder preparar su materia y al llegar, vio que estaba cerrada por reparaciones – Marcelino iba al colegio con gran esfuerzo -ganas no le era la peor noticia en ese momento, no sabía qué hacer porque faltaban–, pero el dinero estaba justo y no se podía dar el en casa no había luz y la biblioteca estaba cerrada y necesitaba lujo de gastar de más. Por eso ahorraba hasta lo más mínimo; con urgencia poder estudiar para el examen y resolver una caminaba para no gastar en micro, llegaba temprano para guía de otro compañero que le pagaba por ello. tomar una taza de leche y un trozo de pan que siempre le daban en el casino del colegio y también hacía trabajos de Tomó rumbo de vuelta a casa, pero recordó que debía comprar otros alumnos que le daban dinero a cambio. un par de hojas, buscó un almacén y compró lo que necesitaba. Con eso compraba cuadernos para poder practicar y resolver Frente al negocio había una plaza pequeñita; tenía muy bien problemas numéricos; ése era su gran talento. mantenida las flores, el pasto recién cortado, y a simple vista le daba a Marcelino una sensación agradable; tres bancos de Con un cerebro privilegiado para las matemáticas, era el madera cada uno bajo un farol bien iluminado, fue justo en más querido por profesores y la mayoría de los alumnos, ese instante cuando pensó que ese era un buen lugar para aunque para un par de sus compañeros era una molestia. estudiar. Sacó todo lo necesario y comenzó; la tranquilidad se Sus “enemigos” no se explicaban cómo un chico de aspecto había apoderado de él nuevamente. insignificante, delgado, de piernas cortas, bajito y con cara de tenerle miedo a todo, podía ser más destacado que ellos.

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Estudió hasta muy tarde, hasta cerca de las nueve de la noche, pero volvió a casa feliz y le contó a su mamá todo lo que le había pasado y le contó también de su nuevo lugar de estudio. Ella algo asustada por la hora, le escuchó atentamente, le sirvió un vaso de leche y lo mandó a descansar.

Esa plaza se había transformado para Marcelino en una salvación, en ella encontró un amigo, encontró tranquilidad y lo mejor de todo es que tenía luz y ¡gratis! para poder estudiar. Quizá era el único joven del planeta que le podría interesar el farol para estudiar, pero él era así; todo era estudio, Tenía clara su meta y a toda costa quería cumplirla. Le prometió a su A la mañana siguiente Marcelino partió muy temprano al madre que la ayudaría cuando fuera profesional para que ella colegio, era el día del examen y como siempre fue el mejor; y su padre pudieran vivir más tranquilos. logró una nota muy alta y las felicitaciones de su profesor, él, simplemente agradeció. Todos sabían que si el se proponía algo lo cumpliría costara lo que costara. Feliz de la vida por haber cumplido su objetivo, cuando salió del colegio se fue directo a la plaza. Eran cerca de las cinco de Un día de los tantos que Marcelino iba a la plaza, llegó y vio la tarde cuando llegó al lugar y fue desde ese día que Marcelino a don Pedro muy triste, ya que unos hombres de otro sector hizo suyo ese sitio. La segunda banca -la mejor iluminada- era habían destruido muchas flores y su tan preciado farol. su espacio donde su concentración llegaba al máximo. Sentado en su banca-escritorio, comenzó a pensar cómo poder contribuir a mejorar ese espacio que tanta ayuda le había El jardinero, don Pedro, que lo había visto el día anterior aportado. Ese día fue una de las pocas veces que el chico dejó conversó unos minutos con él y al instante hubo una muy de lado sus cuadernos. buena química. Así, pasaron varios días y Marcelino llegaba todas las tardes a la plaza donde don Pedro le regalaba una Marcelino quedó en traer flores y plantas para arreglar el lugar. taza de café y Marcelino le daba un pan de los que hacía su Desde ahora todos los “trabajitos” que le den sus compañeros madre. serán destinados una parte a comprar flores. Junto a su amigo Pedro, lentamente fueron sumando nuevas Don Pedro le contaba sus historias y Marcelino le daba una flores y arreglaron el farol con ayuda de los vecinos, ya que de manito con los números para que aprendiera un poquito otra manera no habrían podido. más –“no hace daño aprender”-le decía el humilde jardinero, siempre riendo.

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LA CHICA EN EL ÁRBOL A esta altura Marcelino era conocido y querido por todos y por Comenzó la graduación; primero unas palabras del director, fin la plaza volvía a ser tan linda como siempre, sencilla, pero luego entregaron los diplomas a cada uno de los graduados y linda. finalmente tocaba la premiación. Ya quedaba muy poco para la graduación, y Marcelino fue a visitar a don Pedro. Esperó que apareciera y una vez que llegó, Marcelino le dio un sobre y le pidió que lo abriera. Era una invitación para la graduación, en agradecimiento por la compañía, las conversaciones y además por tener la plaza tan linda.

Llamaron a los alumnos más destacados al escenario y luego de felicitarlos, el director dijo “quien obtiene la beca es… .¡¡Marcelino Gonzalez !!!” El aplauso y la emoción de sus padres y de don Pedro fue demasiada, al igual que todo el colegio. Estaban felices por el logro, sabían lo sacrificado y bueno para el estudio que era el joven.

Don Pedro, muy emocionado, le dio las gracias y le dijo que iría, y que quería escuchar con sus propios oídos cuando lo Recibió muchos abrazos y besos. Marcelino estaba feliz, muy nombren como el mejor. feliz, ya que se había esforzado mucho por lograrlo. Su mamá emocionada hasta las lágrimas, su padre orgulloso de su hijo y Marcelino, con su sencillez característica, sólo esbozó una don Pedro con una admiración profunda. pequeña sonrisa. Lo besaron y felicitaron, sabían que ahora Marcelino sería un Y llegó el gran día. La tan añorada graduación y Marcelino no gran matemático como siempre quiso. podía más de los nervios. El papá de Marcelino preguntó- ¿y ahora dónde nos vamos a Por fin sabría quién se había ganado la beca. Sí él o la chica celebrar? del cuarto A, su rival más cercana. Sus padres listos, peinados -El chico, mirando a los tres, dijo –“conozco una plaza con flores y arreglados con sus mejores ropas tomaron rumbo al colegio. muy bonitas”- todos se miraron y comenzaron a reír. Pasaron a buscar a don Pedro y los cuatro caminaron cuadras necesarias para llegar. Se ubicaron en la segunda fila de invitados, pero Marcelino tenía que ir junto a sus compañeros, así es que los dejó a los tres juntos y se fue.

Una tarde Kiara se dirigía con paso presuroso a la placita que Quien le hablaba era un joven alto, de más o menos su misma quedaba a un pasaje más allá de su casa. Sus padres discutían edad, que había visto una que otra vez por ahí y que apuntaba nuevamente y ella odiaba, como cualquier hijo, estar presente. con el índice un punto más arriba de la cabeza de la chica. Ella se volteó y vio una pelota roja de plástico atorada entre las Aquella tarde afortunadamente la plaza se encontraba vacía ramas en la que no había reparado cuando se subió. y así, ella pudo trepar a su árbol favorito sin que los demás la miren y piensen en un mono. -¿Cuándo cayó esto aquí? - se preguntó Kiara en voz alta. Una vez apoyada en las ramas, contempló la solitaria plaza. Hace siete años que había llegado al barrio con sus padres y lo primero que hizo fue ir a jugar allí; entre columpios, resbalines y balancines hizo los amigos que hasta el día de hoy tiene y que no cambiaría por nada. Allí pasó su infancia jugando hasta hace pocos años, cuando comprendió que ya estaba muy grande para estos juegos infantiles y sólo frecuentaba aquella plaza para charlar con sus amigos y hacer alguna travesura. Desde el árbol, Kiara recordaba aquellos tiempos, cuando la vida era sólo un juego y sólo había que preocuparse de hacer las tareas para el colegio y pensar qué jugar después. Pero a medida que fue creciendo, iba descubriendo que el juego no duraba para siempre y las cosas eran muy distintas; descubrió que su padre no ganaba tanto dinero en el trabajo y que cuando llegaba tarde no era precisamente por quedarse a hacer horas extra; descubrió también que su madre ya no le decía ‘‘mi amor’’ a su esposo y que la radiante sonrisa que la caracterizaba cada vez aparecía menos.

-Hace un rato. Mi hermano menor la tiró sin querer y no la pudo sacar. Ahora que llegué a la casa me pidió que la viniera a buscar. Kiara no esperaba respuesta y se extrañó. Se levantó para sacar la pelota y se dio cuenta de que estaba fuera de su alcance, las ramas que podría pisar para alcanzarla eran débiles y podrían quebrarse. -No la alcanzo - le anunció al muchacho. -Bueno. Subiré yo entonces. Comenzó a trepar el árbol con mucha facilidad. Kiara se hizo a un lado para darle paso al joven, que desde donde ella había estado estiró el brazo y alcanzó la pelota. Kiara volvió a su puesto. Esperaba que el muchacho se bajara, pero en vez de eso él se acomodó frente a ella.

Gonzalo había esperado mucho tiempo este momento y no lo La pena que sentía al respecto la hizo derramar dos lágrimas iba a dejar pasar. Hace un año que él había llegado al barrio, a que surcaron su rostro. Agradeció estar sola en su alto refugio, una casa ubicada en frente de la plaza. Es por esto que siempre hasta que escuchó que alguien le hablaba. se fijaba en la gente que la frecuentaba y le llamó la atención que aquella chica se subiera a ese árbol, ya que era alto y -Oye, ¿podrías pasarme la pelota que está allá arriba? posiblemente no cualquiera pudiese treparlo. Kiara, sorprendida, se limpió el rostro rápidamente.

Escrito por : INNA 54

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Él adoraba subirse a los árboles y siempre fue caracterizado -Gracias - respondió ella sonriendo tímidamente. por eso, pero siempre subía solo, nadie más se atrevía. Lo mismo vio en esta chica, que subía al árbol en un dos por tres Miró hacia otro lado y Gonzalo advirtió color en sus mejillas. y sus amigos se quedaban abajo mirándola. No quería molestarla, pero tampoco quería que esto terminase allí. También la había visto ir sola y podría apostar a que lo hacía cuando estaba triste. Hace mucho tiempo que quería -¿Hace cuánto que vives aquí?- se apresuró a preguntar. conocerla, pero no sabía cómo presentarse. Así es que estuvo un buen tiempo planeando la mejor manera de acercarse a -Llegué cuando tenía ocho años, hace como siete años, allí en el ella lo más casualmente posible y se le ocurrió dejar la pelota Pasaje Sirio. ahí para ir a buscarla cuando ella apareciera, pero nunca pensó realmente que diera resultado. -Y encontraste esta plaza con este árbol y lo convertiste en tu refugio. A Kiara le causó extrañeza que el joven se quedara ahí mirándola, con una amable sonrisa en los labios. Tenía el pelo -No, me tomó años poder treparlo hasta aquí. Siempre me ha oscuro y rizado, la tez pálida y ojos color miel. gustado subirme a los árboles, pero no era muy buena. Pero éste…no sé, un día lo intenté, lo logré y se convirtió en mi -Y… ¿siempre subes árboles con tanta facilidad?- se aventuró a refugio personal y…espera, ¿cómo supiste que era mi refugio? decir Kiara para romper el incómodo silencio. -No lo sabía, tú me lo acabas de decir. Pero, de todos modos, -Si, la verdad - respondió Gonzalo -. Viví hasta hace un año, vivo al frente, y te he visto varias veces aquí arriba sola, era de más o menos, en una parcela en Pirque llena de árboles y me la suponer. pasaba arriba de ellos. Por eso, todos me dicen ‘‘mono’’. -Vengo aquí cuando estoy… Kiara se rió. -¿Triste?- se apresuró a decir Gonzalo. -A mí también me dicen así a veces. ¿Cómo te llamas, entonces? Kiara se le quedó mirando. No sabía qué sentir. Por un lado se -Gonzalo. ¿Y tú?

preguntaba, ¿qué sabe él de mí? ¿por qué se subió al árbol, no resultara tan fascinante como él había imaginado. se bajó, y decidió hablarme?. Pero, por otro lado, aquel chico le inspiraba confianza y le había dado por un momento la El muchacho le tendió la mano para ayudarla a bajar del árbol sensación de que podían ser buenos amigos. y se despidió. -Perdón - se disculpó Gonzalo, lamentando haber metido la pata -Tienes que saludarme la próxima vez que me veas - le dijo - Es que…me daba esa impresión cuando te veía aquí sola. No Gonzalo. es que me quiera meter en tu vida ni nada. -Claro. Chao, que estés bien. -No, no importa. En todo caso, adivinaste. Las plazas no son sólo para venir a divertirse, creo que he sembrado varias lágrimas por -Tu también. aquí, tanto de pena como de risa. He vivido varias cosas aquí y jamás pensé que iba a conocer a alguien en este árbol. Ambos se fueron con una sonrisa en los labios, con la esperanza de reencontrarse otro día en la placita que presenció su primer Gonzalo se rió. encuentro. -No es algo muy común, pero aún así ha sido genial conocerte. -Pienso lo mismo. Y así se quedaron conversando hasta que el sol bajó lo suficiente para entumecerles los brazos. Como si se hubiesen confabulado, ninguna persona fue a aquella placita, que esa tarde fue sólo para ellos dos. Kiara se olvidó de la pena que traía cuando llegó, riéndose de anécdotas que se contaban. Gonzalo estaba muy contento por al fin conocerla y que

-Kiara. -Kiara - repitió Gonzalo. Por fin sabía cómo se llamaba - Bonito nombre.

Escrito por : CAROLINE 56

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LA PLAZA COMO TESTIGO A medida que pasan los años, los perros de la calle se vuelven más viejos y, con el tiempo, se van renovando. Doña Inés, a sus sesenta y seis años, lo nota diariamente desde su casa al frente de la plaza en Villa el Sol, donde también tiene una panadería, siendo bien conocida y estimada por la vecindad.

Al entrar a enseñanza media en un establecimiento cercano y cuando volvía del colegio se dirigía hasta los ajedrecistas que ya los conocía. Estos se juntaban a jugar los martes y viernes, y le ayudaban con los ramos de matemáticas y física. Posteriormente, cuando estuvo en segundo medio, un poeta que recitaba los sábados por la noche, antes de los Ella ha vivido desde siempre en su negocio; nadie más que ella ya acostumbrados recitales, le ayudaba con lenguaje en las puede ser la mejor testigo de lo que ocurre allí. Ha visto de materias que más le complicaban. Ya cuando iba en cuarto todo, desde peleas callejeras entre pandilleros en las oscuras y medio, conoció a su primer amor, Joaquín Barrientos. frías noches, hasta accidentes de tránsito que, una vez, le costó la vida a un vecino muy querido. Lo conoció mientras barría la calle, éste manejaba una bicicleta azul a toda velocidad y, cerca de la esquina, se A pesar de todo, nunca ha querido alejarse de su hogar, pues accidentó golpeándose en la cabeza contra un poste quedando ha sido demasiado feliz para poder distanciarse para siempre inconsciente. La reacción de, en ese entonces, joven Inés fue de la casa que una vez fue de su madre y anteriormente de obvia y con ayuda de su madre, se lo llevaron a su casa y su abuela. Por lo mismo, ha sido una de las personas más cuando despertó, la madre de Inés lo había invitado para que conocidas y queridas por el vecindario; preocupada casi como tomaran el té con ellas. una madre más de todos los pequeños que juegan en la plaza por las tardes, chuteando el balón por doquier. Mientras ella Con el tiempo, cada vez que se paseaba por el lugar, pasaba los mira hojea una revista a la espera de clientes, alertándose a saludar. Estaba atraído por Inés y lo único que deseaba era cuando estos van en busca de la pelota cerca de la acera. Se poder salir con ella. No fue hasta la cuarta vez que fue que puede decir, que era la centinela y guardia de la plaza. la invitó al cine. Inés, algo insegura de la propuesta, aceptó a malas ganas; lo hizo más que nada por la insistencia de su En su niñez, a pesar de convivir solamente con su madre, su madre por encontrarse un novio rápidamente, para darle en el vida le resultó relativamente cómoda y feliz. Desde niña, fue gusto. Sin embargo, al regresar con Joaquín estaba encantada muy conocida por todos y ya a los seis años se paseaba por la con él, sus expectativas habían sido erróneas y le contó feliz plaza donde encantaba a la gente con su rostro angelical, ojos a su madre lo mucho en común que tenían. Desde aquel azules, su particular pelo negro alisado y su elegancia para momento, Joaquín la visitaba casi todos los días, hasta que al entablar conversaciones con la gente. Gracias a su personalidad segundo mes de conocerse se dieron su primer beso. extrovertida logró desde pequeña jugar en la plaza con otros chicos más grandes de un colegio cercano. Cuando no había Todo transcurría en serio, es más, luego de dos años de nadie con quien jugar, acudía a los mismos perros vagos, pololeo, Joaquín le pidió matrimonio. Terminaron casándose también, conversaba con los vagabundos que merodeaban en la capilla ubicada en la misma plaza. Todos estaban por la plaza de vez en cuando, donde siempre que terminaban invitados, hasta algunos mendigos amigos de Inés asistieron de charlar, iba a su casa y volvía con dos panes envueltos en a la boda. Fue tan concurrida, que la fiesta de celebración una bolsa, uno para que se lo comiera ahí mismo y otro para fue prácticamente en la misma plaza, ya que la casa de Inés que se lo llevara por su travesía; creía que eran viajeros que estaba repleta por decenas de personas. venían desde muy lejos y que para que pudieran seguir con su travesía, era necesario alimentarlos. 58

Inés se fue a vivir con Joaquín, arrendaron una casa amoblada a una distancia de dos cuadras de la plaza, donde dichosamente se mostró yendo diariamente a visitar a su madre. Se sentía igual como en casa, ni siquiera sentía que estuviera lejos de su preciada madre. Al año tuvo que abandonar la carrera que estaba estudiando –Gastronomía-, ya que se encontraba esperando su primer bebé, al cual llamó Rodolfo. Y dos años después llegó al mundo Antonieta, que era idéntica a Inés; tenía un rostro inocente y sumamente tierno. Lamentablemente, a dos años del nacimiento de Antonieta, una llamada inesperada del vecino de su madre la deja sorprendida: su progenitora había fallecido producto de un paro respiratorio en la madrugada de un día de agosto de 1965. Era predecible, pues su madre, en aquel entonces, tenía ochenta y seis años; una edad sobre el promedio de aquel tiempo. Inés decide irse a vivir a la casa de su madre junto a su esposo, donde vivieron y criaron a sus hijos.

Sus hijos recibieron la misma vida de Inés. Ella quería que fueran tan felices como ella. Y lo fueron. Sin embargo, los hermanos tuvieron una educación distinta a la que recibieron sus padres. Los dos entraron a colegios de mejor calidad, lejos de la plaza. Al terminar sus estudios secundarios, Rodolfo entró a estudiar ingeniera comercial, y Antonieta, arquitectura. La madrugada de 29 de febrero de 2009, Joaquín, a los 91 años, fenece por un paro respiratorio. Por otra parte, la mañana de enero de 2010, a la edad de 92 años, Inés fallece por causas naturales. A su funeral asistieron más de dos mil personas. Una semana después, en la misma plaza en que vivió toda su vida, se realizó una ceremonia para darle un nuevo nombre: Plaza Inés María de Los Ángeles.

Escrito por : RODRIGO PINCAÉL 59


LA PLAZA INVISIBLE Nadie se fija nunca en aquella plaza. A pesar que por esa calle transitan muchos automóviles, ciclistas y personas todos los días. Es como si nadie más la viera, o quizá desaparece cuando alguien que no lo necesita de verdad, intenta entrar en ella. No es una gran plaza, pero para mí es hermosa; tiene mucho pasto, grandes árboles y un solitario columpio de madera, y aunque es pequeña, para mí significa mucho. La descubrí un día en el que me sentía triste y absolutamente sola, ¿quién no se ha sentido alguna vez así?, Aunque yo sólo tenía ocho años... Era un día en el que no quería hablar con nadie, en el que necesitaba que alguien simplemente estuviera a mi lado sin hacer preguntas tales como “¿cómo estas? o ¿qué te pasa?”. Realmente me molestaba tener que responder a esas preguntas, cuando era evidente que no me sentía bien. Sólo necesitaba paz y silencio. Iba caminando sin rumbo, con la excusa de querer ir a comprar algunos dulces, cuando la encontré, o mejor dicho, cuando ella me encontró a mí. Estaba tan solitaria como yo. Me pareció extraño que no hubiese un sólo niño jugando en ella, ni un perro callejero revolcándose en el pasto, ni siquiera había algún pajarito buscando comida... no había absolutamente nadie. Me acerqué con curiosidad hasta aquella plaza y al entrar en ella me di cuenta que había encontrado aquello que tanto necesitaba: paz, tranquilidad y ni un sólo sonido.

Me senté y comencé a hundir mis manos entre el largo y vivo pasto. Me incliné para olerlo y luego me acerqué a los árboles, hermosos y gigantes árboles, que me regalaban sombra para protegerme de los rayos del sol. Las sencillas y blancas flores que sobresalían entre medio del pasto dejaban en el aire un aroma suave. Me senté en el viejo columpio y comencé a echarme vuelo hasta que pegué un brinco y caí nuevamente sobre el suave pasto; todo olía como si nunca jamás nadie hubiese estado ahí, todo parecía nuevo para mí, hasta el cielo comenzó a parecerme más azul en ese momento. Me acosté en el pasto, y cerrando mis ojos, comencé a pensar en aquello que me atormentaba tanto a pesar de ser tan pequeña…la soledad... y es que, no se trataba de presencia o ausencia de personas, era esa soledad que viene de adentro; suaves lágrimas de rocío comenzaron a caer de mis ojos y me sobresaltaba abriéndolos con velocidad, pensando que algún vecino pasaría, se me acercaría y me haría aquella pregunta que yo tanto odio, “¿Estás bien?”. Pero nada. Nadie venia, nadie pasaba. Estaba completamente sola… No sé cuántas horas habrán pasado, pero estando ahí, algo en mí cambió. La plaza, permanecía en absoluto silencio, pero yo sabía que ahí estaba, conmigo, acompañándome.

Me di cuenta que el tiempo era mío, que no había prisa, y en preocupaciones me aprisionan, recuerdo aquello que mi plaza ese instante me sentí feliz. me había susurrado: “tienes vida, eso es todo lo que importa”. Cuando estuve preparada me levanté y era como si me Y mientras sonrío dejo que todo se desvanezca. hubiesen quitado esa mochila pesada que llevaba de encima; me sentía ligera como una pluma y feliz, como nunca antes Sigo pasando a aquella plaza cuando necesito tomar un respiro me había sentido. o cuando el destino me lleva de regreso hacia ella. Otras veces, paso por las tardes a hacerle algo de compañía, aunque yo sé Aquella sencilla plaza me había enseñado algo, no importaba que ella no se siente sola, lo hago para agradecerle el que me qué tan sola te sintieras, era sólo un sentimiento que podrías haya hecho cambiar, y cada vez que estoy ahí, vuelvo a sentir transformar, pero lo realmente importante era que yo tenía como si tuviera ocho años una vez más...Y pierdo el curso vida, estaba llena de vida, aunque a veces no me diera cuenta, del tiempo entre los grandes árboles y el viejo columpio de y eso, era algo maravilloso e increíble. madera. Los problemas se devolverían con el tiempo. Las cosas llegarían, Esa plaza existe, es real, pero sólo la encuentran aquellos pero ¡estaba viva! y eso tenía que celebrarlo y disfrutarlo, en que la necesitan de todo corazón... para todos los demás, compañía o en soledad, no importaba en realidad. continuará siendo invisible. Aquella pequeña plaza me enseñó la sencillez de las cosas. Ahora, con los años, y manteniendo aquello que me enseñó mi querida plaza, todo ha ido mejorando. Cuando dejé de sentirme sola, coincidentemente, comenzaron a aparecer personas maravillosas en mi vida. Y cuando los problemas y

Lentamente, esa angustia y vacío que sentía, fueron desapareciendo. Comencé a pensar que la soledad no era algo tan malo después de todo, que me servía para conocerme a mí misma, y estando conmigo misma, no tenía que fingir ser alguien más; podía ser sencillamente yo.

Escrito por : MARY 60

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LA SÉPTIMA MARAVILLA QUE POCOS VEN Son las tres y media de la madrugada y aún no logro conciliar el sueño. Creo que mis sueños y pensamientos son los responsables de todo esto y aunque no es común, mucho menos a estas horas de la madrugada, me encuentro sentada en una piedra gigante, reconocida por su historia y grandeza. Para este pueblo es significado de sudor y sangre, para otros fuerza y sacrificio, pero qué más da cuáles sean sus significados, para mí sólo hay uno y es “equilibrio”. Y aunque todo esto ocurre en la plaza central del pueblo, para mí parece el único lugar del mundo donde puedo lograr verlo tal cual es.

Me siento en mi sillón más preciado, “la piedra del equilibrio”, como lo llamo yo. Su historia es así: era un día de otoño y la plaza se encontraba pintada por el cálido color de las secas hojas de aquella época. En el pueblo todo era algo catastrófico y duro de vivir, pues era un año de guerra donde miles de soldados murieron y otros quedaron en situaciones difíciles de salud; otros sobrevivieron en mejores condiciones, pero todo fue para ambos bandos. A ambos pueblos les era duro aceptar que aquella guerra solo era provocada por problemas y rivalidades de poder, supongo que todos quieren vivir en un mundo donde la fraternidad sea el lazo de unión.

Me levanto y hago lo habitual para un ser humano. Voy camino al mejor lugar del mundo, pensarán que es un lugar fuera de lo común y sí, lo es, pero es una plaza; es muy particular, donde cada día llegan nuevos y escalofriantes conocimientos, de hecho existen más de tres mil personas por día, con una sola autoridad y lo más interesante es que tiene un solo admirador: yo. Los humanos son todo lo que existe en esta realidad y la única autoridad en este lugar es Mi Plaza, ella es quien permite la entrada de todo misterio.

Pues bien, cuenta la leyenda que alrededor de 300 soldados se encontraban en este sector, donde actualmente es la plaza central, y una noche, el bando enemigo cruzó las fronteras para derrotar a nuestro ejército que se encontraba descansando donde su mayor refugio era una piedra gigante -su peso era imposible de calcular y sólo su porte era lo que actualmente es esta plaza-. Para terminar esta trágica historia, el bando enemigo tiró bombas de tal magnitud que apenas quedó un octavo de aquella gran piedra. La mitad de nuestro ejército fue masacrado y dio como resultado el paro de toda esta estupidez; siendo este pedazo de piedra, el único recuerdo Se los explicaré de una manera más fácil; Ella está llena de honorable para este pueblo. lugares, seres visibles e invisibles, emociones y sentimientos, encuentros y despedidas y todo lo que en el mundo puede Veo que llega una pareja de enamorados al lugar, ambos llegar a ser. Y bueno, para Ella es común verme venir en mis tomados de la mano se sientan en una de las bancas y veo días más vulnerables. cómo comienza el dulce coqueteo. Desearía tanto poder sentir ese simple sentimiento de amor, fresco y sincero, pero los años Siento y creo totalmente que este lugar es el gran respiro del que he pasado en este pueblo ha matado mi capacidad de mundo; un lugar sagrado, aunque suene loco y descabellado, recepción de sentimientos. pero en esta pequeña y sencilla plaza los niños crean lugares fantásticos, llenos de magia y fantasías, y son tan reales como los pensamientos y sentimientos existentes en la humanidad.

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Es increíble cómo el amor puede cambiarte la vida; te sientes libre, vivo y apasionado por seguir tus días, y aunque parezca poco creíble, el amor te hace volar hacia un estado espiritual difícil de explicar. Veo que el chiquillo toma una de las hermosas rosas que hay en el pequeño jardín de la plaza, y se la da a la chiquilla, ella se emociona y le da un beso tan apasionado que nunca lo he visto en la vida real. Los chiquillos se marchan y van de vuelta a sus hogares.

El equilibrio se produce cuando logras escribir, marcar y dejar un impactante recuerdo de hechos dolorosos en hechos honorables, donde la humanidad nunca olvidará. Creo que todos deben buscar eso, buscar dejar una parte de ellos en lugares importantes e inolvidables. Segundo caso; la humanidad no se da cuenta que cada gesto de amor es transformado en algo bello, maravilloso e irresistible, tal como vimos hace unos minutos cuando el chico, sin darse cuenta, transformó su propio amor en una rosa única para él.

Es increíble, mi vida ha sido oscura y fría; en el amor sólo he El mundo es así, la humanidad transforma al mundo en lo que conocido el desamor, las despedidas y todo sentimiento de ellos han querido, ¿No me crees? Está bien, no lo hagas, pero te traición. advierto que el mundo es lo que tú has querido que sea para ti. Quiero ahora presentarles un lugar maravilloso; es el jardín de los enamorados. Se dice que en aquel lugar, todo enamorado que entre ahí, transforma su amor en una bella rosa de color carmesí y como había visto, aquella rosa que el chico le regaló a su amante, era producto de su propio amor. Es increíble cómo el ser humano no se da cuenta cómo es su mundo. Primero, no se dan cuenta de la piedra del equilibrio, lugar único en este pueblo donde el dolor, la perdida y la lucha por las causas perdidas dan como resultado el honor, el triunfo y el majestuoso orgullo de cada pueblo existente en el mundo. Se produce el equilibrio por los trágicos hechos, pérdidas inocentes y es donde se escribe la historia de este lugar.

Te presentaré el último lugar de esta plaza, se llama la Fuente de los Deseos. Todo humano que se acerca a ella pide deseos que creerán que nunca pasarán. ¿No crees que es algo ilógico? Pedir algo que crees no puede llegar a ser real… siempre veo a gente pedir deseos, con poca fe, y después se desilusionan de la vida, cuando lo real es que no dieron lo mejor de ellos mismos; no quiero culparlos ni mucho menos ser dura con esto, pero solo pertenezco a este lugar para hacerles ver que cuando estén vulnerables, como siempre lo he estado, que cuando estén deprimidos o desilusionados, felices y enamorados, cuenten conmigo.

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LA MISMA PLAZA Siempre me encuentro en el mismo lugar en esta pequeña plaza -situada en este pueblo honorable de la ciudad de Chile, un pueblo donde pocos seres humanos han podido llegar y el que llega, solo almas perturbadas puede encontrar este bello lugar. La plaza contiene mil misterios y en estas circunstancias, solo tres he podido contar. Espero poder verlos en el más allá, lugar que pocos creen su existencia. Solo fui una de ustedes, un alma perturbada, humano de poca fe, creyente de la realidad e ignorante de las fantasías; sólo les dejo claro que aquí, yacía una muchacha de tan sólo 18 años que pasó momentos difíciles, llenos de dolores y alegrías; el dolor fueron las espinas que acabaron con mi vida y este lugar es el encuentro conmigo misma. Espero que cuando pasen los años puedan encontrar mis maravillas…

- Papá… mira aquella plaza… vamos por favor, vamos… - Hija por favor, no tenemos tiempo… - Vamos… quiero ver algo ahí… El padre lleva a su hija y entran al lugar, y lo único que encuentran es una tumba donde decía, “Sobre espinas, sólo ella podía comprender...Que aquella particular flor sólo era productor de su propio dolor”, el padre impactado ve que su hija trae consigo una hermosa y bellísima flor, él no lo podía creer…cómo un lugar tan desolado y muerto podía tener tales maravillas. - Papi… me he dado cuenta de algo…los lugares más fríos y escalofriantes pueden ocultar maravillas inexplicables… - Si, hija… esta plaza debió guardar riquezas que muy pocos supieron valorar… - No sólo eso…dejaron morir este lugar por la ignorancia hacia las maravillas que la misma vida nos da…

Recuerdo como si fuera hoy el día en que conocí a Gabriela. Pero un día no llegó y en su lugar había una carta para mí. Aquella plaza fue y seguirá siendo nuestro lugar de encuentro. “Querido: Ya no estaré más, sabrás que me he encaminado por la Ese lunes de otoño las hojas que caían acompañaban mi luz, sin embargo, mi corazón se queda contigo y aquí en nuestra caminar; era la música perfecta para un momento perfecto. banca de esta plaza que acogió nuestro oculto amor estaré acompañándote por siempre. Ya tengo ochenta y cuatro años, Gabriela mi nombre dijo, cuando sentí que alguien había veo los árboles y están intactos, los chiquillos revolotean de un ocupado el otro extremo de mi banca favorita. Apenas la vi, lado a otro como siempre lo hicieron, los perros se sacian en la creí que mi corazón explotaría pileta, las palomas esperan el festín de miguitas de pan que les he preparado durante la semana”. –“no lo había visto nunca por acá”, dijo-. -“Siempre visito este lugar”, respondí. Y aquí a mi lado, como cada lunes, mi adorada Gabriela me -“Soy Gabriela”, contestó. acompaña llenándome de magia. Durante 10 años, cada lunes con puntualidad inglesa Gabriela llegaba al mismo lugar para empaparse de aquella naturaleza, de niños, de juegos, de alegrías, de penas, de miedo, de amor.

Escrito por : KMYLY 64

Escrito por : JULIO 65


LA SIESTA El acertijo policial denominado “Tres cabezas de Ajo” estaba a un tris de ser resuelto; sino, ¿qué otra cosa podía explicar la amenaza que recibiera veinticuatro horas antes? Aún faltaban algunas piezas que ajustar al rompecabezas; una o dos, no más. Eso pensó aquel día, pero ahora estaba completamente segura.

Le estaría esperando en el piso bajo, listo para tenderle una emboscada, apenas se asomara. Pero, qué otra alternativa tenía, ¿podría quedarse agazapada y temerosa en su cuarto esperando cobardemente un desenlace ya escrito?

No, ella no haría eso, avanzaría al encuentro de su oponente, le miraría a los ojos y moriría o mataría, en su código de honor Un ruido parecido a vidrio roto le había sacado de un golpe de el asunto siempre había sido un todo o nada. su no tan placentero sueño; es que no todos los días se reciben amenazas de muerte del psicópata de turno. El idiota había cortado la luz. No era más que un simplón cobarde y mentiroso, esperanzado en que la penumbra - Matilde. Si lo deseas puedo poner una patrulla fuera de reinante le diera ventaja para vencer a su oponente. tu casa o un par de policías de civil – fue el ofrecimiento de Alfonso Rivera, capitán en jefe de la prefectura Sur de la PDI. Silenciosamente pasó bala en su pistola. Con el arma por delante asomó medio cuerpo hacia el living y entonces lo vio. - No es necesario capitán. Nuestro villano se ha puesto algo nervioso al ver lo cerca que estamos de descubrirlo, pero no - Hola Matilde, cómo ves he cumplido mi promesa y aquí estoy, creo que sea tan torpe como para realizar un acto de ese tipo listo para llevarte conmigo. en que podríamos descubrirle. - Qué valiente, cortando la luz para tender una emboscada a una mujer. Eso habla muy bien de ti. Ahora un cosquilleo furtivo deslizándose por su espalda le - Vamos cariño, ese asunto de apelar el género femenino no va indicaba que no habría sido mala idea aceptar la generosa con tu estilo directo y luchador. oferta. - Claro que no va con mi estilo – dijo saliendo de un salto de su escondite al tiempo que descargaba dos disparos sobre la silueta - No – se dijo con un murmullo de voz – lo capturaré yo misma. oscura que se recortaba contra la luz que a esa hora se colaba por Ha cedido torpemente a la idea de que callando al principal la enorme venta del living. investigador enmudecerá la investigación completa – sus inteligentes ojillos brillaron de orgullo y ambición mientras Los disparos atravesaron al individuo como si se tratara de una una sonrisa maligna se dibujó en su rostro. cortina de humo y se clavaron en la pared. Matilde bajó la escalera velozmente pese a la oscuridad que - ¿Qué mierda es esto? Maldito ¿cómo hiciste para cambiar las todo lo invadía y que parecía haber llegado para quedarse. balas de mi pistola? Accionó el interruptor de la luz sin resultado alguno; su enemigo debió cortarla a propósito. La treta más vieja del planeta.

- Nada de cambios cariño, intenta darte un tiro en la cabeza y verás cómo tus sesos acaban volando por lo aires – le sugirió provocativamente. - ¿Quién diablos eres? – Dijo con un dejo de temor en su otrora firme voz. - Alguien que siempre cumple con sus promesas. Te dije que vendría por ti y aquí estoy – agregó la sombra que de un suspiro se puso en movimiento y cruzo velozmente la instancia. Matilde descargó dos nuevos tiros que atravesaron la sombra y terminaron sacando astillas de una puerta.

La brillante luz del sol le hirió la vista cuando levantó su cara al celeste firmamento. Dos o tres niños pasaron corriendo a su lado sin prestarle mayor atención, sus ojitos brillantes apuntando a los juegos que los esperaban unos metros más allá.

Se alegró al percatarse que el agua derramada de la botella que descansaba a su lado había sido interpretada como orina durante el sueño y que el lacerante dolor de su cuello se debió a la posición poco natural en que se había dormido. Aún así no pudo evitar pasar una mano por su garganta como temiendo Matilde, presa de pánico, subió la escalera como un rayo y encontrar dos agujeros, comprobó con alivio que todo estaba como un rayo cruzó el vestidor en dirección a su dormitorio. bien. Apenas pudo hacer pie cuando se resbaló en su propia orina. Con mucho esfuerzo logró ingresar al cuarto y de un golpe Tomó en sus manos el librillo que descansaba sobre su regazo cerró la puerta apoyando su espalda contra la fría madera y volvió a sonreír al leer en su portada “Historias de vampiros. mientras su pecho subía y bajaba velozmente. Cuentos para no dormir”. La adrenalina corriendo a raudales por su sistema circulatorio. En su vida había experimentado un pánico como ése. Aquella atmósfera opaca y el individuo comportándose como si fuera un fantasma había hecho efecto en su ánimo, derrumbando en parte su enérgico carácter.

-O para dormirse y terminar envuelto en una escalofriante pesadilla – se dijo en voz baja al tiempo que contemplaba los niños corriendo y el entorno que bullente de vida. Su estómago lanzó un gemido, miró la hora y se dio cuenta que ya era momento de almorzar. Tomó el librillo, lo introdujo en su cartera asombrada de lo vívido que puede resultar soñar Abrió los ojos en la tenebrosa oscuridad para comprobar que con lo que se está leyendo. nada de lo ocurrido había sido una ilusión; y para su mala suerte la sombra aquella había alcanzado a entrar. - Quién diría que muchos piensan que la lectura es una cosa latera y aburrida – fue su tranquila reflexión mientras se - Ahhhhh – gritó de espanto en medio de la oscuridad, cuando ponía de pie. Lenta y despreocupadamente abandonó aquella dos ojos rojos como llamas de fuego le miraron con burla al agradable placilla. Caminó bajo un hermoso sol estival; un tiempo que una negra boca de lobo emergió de las sombras. poco mas allá media docena de chiquillos atiborraban los Gritó de espanto y dolor cuando los enormes y filudos dientes juegos, sumergiendo todo el lugar con sus gritos y alegres se hundieron en la tibia carne de su garganta. sonrisas

Escrito por : DANIELA BISAMA 66

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LO QUE PASA EN UNA PLAZA EN UNA PLAZA SE QUEDA Estaba en la plaza que queda cerca de mi casa, con mis amigas, -Cállate niñita- me dijo un hombre alto y macizo, acompañado todas súper felices y riéndonos a mil, hasta que, de pronto, de dos hombres más, mientras ellos me quitaban mi celular y apareció él, el niño más lindo del colegio. mi dinero. Marcos era quien todas codiciábamos, estaba con su skate en una mano y su celular en la otra. Marcos y sus amigos empezaron a pasear en skate, mientras yo observaba sigilosamente cómo lo hacía, y por un momento me olvidé que existían mis amigas y sólo me dispuse a mirar y suspirar. “Por Dios, él es tan tierno y lindo, y yo no soy nada, ni nadie. Marcos es súper popular, ¡será mejor que no me cree falsas ilusiones! Pero pensándolo mejor no pierdo nada si lo intento, sólo pierdo mi dignidad, pero si me acepta estaré tan feliz…”, pensaba.

- ¿Dónde estoy? ¿Quiénes son ustedes? ¿Qué quieren de mi?- Dije exaltada. - Solo el dinero de tus padres, llámalos y dile que tienen 24 horas para depositar el dinero en nuestra cuenta y no te haremos daño- entonces el hombre sacó de su bolsillo una pistola y me la puso en la cabeza, mientras su secuaz me daba el teléfono. -Llama –me dijo un secuaz.

Entonces llamé por teléfono a mi madre llorando, ella también llorando me dijo que todo estaría bien que no me preocupara Llegando a mi casa, me conecté en el computador y él me que tendrían el dinero para liberarme, aunque yo sabía que habló, un simple “hola” me alegró el resto del día. Quedamos eso no era verdad. de juntarnos mañana en la plaza, aquella plaza que según mis amigas se había convertido en la plaza del amor. Al día Había escuchado un día antes que mis padres tenían siguiente estaba esperando a Marcos, sentada en una silla problemas con el dinero. Así que lo que hice fue esto: muy bajo el sol, realmente estaba muy nerviosa, hasta que de asustada, cuando los ladrones se fueron a sus respectivas casas repente… a dormir, yo traté de escapar aunque no sabía dónde estaba. Empecé a recorrer durante la mitad de la noche aquel lugar -No veo nada, no veo nada, ¡auxilio!! No sé dónde estoy, ayuda escalofriante, hasta que divisé a lo lejos una luz brillante de un por favor–, y me puse a llorar frenéticamente. Lo que vi era un lugar plateado. Me acerqué y descubrí que era una perilla, no lugar lleno de rocas en las paredes y techo tal como si fuera sé por qué, pero en vez de alegrarme me asusté. una cueva, realmente estaba muy asustada.

La perilla por supuesto estaba cerrada, pero esta no era una de esas de máxima seguridad al contrario, era una muy similar a la de mi habitación y yo sabía perfectamente cómo quitarle el seguro desde afuera, en este caso desde adentro ya que la perrilla estaba al revés. Tomé entonces uno de los pinches que tenía en mi cabello y empecé a forzar la cerradura y ¡voilá!, La abrí.

Al llegar mis padres se alegraron mucho y los armados me empezaron a hacer unas preguntas sobre los secuestradores, que capturaron al día siguiente.

Les conté a todos que había un escondite secreto en la plaza. No sé cómo, pero mi padre convirtió ese escondite-cueva en un restaurante. Estaba tan feliz, hasta que me conecté en el computador y descubrí que el día en que Marcos no me había Descubrí un camino oscuro lleno de rocas y tierra al igual que visto en la plaza, conoció a María y ahora son novios, pero no la habitación en la que estaba encerrada. Seguí ese camino sé por qué, pero eso ya no me importa. oscuro como un túnel que no tenía idea hacia dónde me llevaba; sentía que estaba ascendiendo hasta que vi la salida, Ahora lo que quiero, es seguir yendo al psicólogo y recuperar ¡la salida me llevaba a la plaza! Sí, a la misma plaza en que me mi confianza para ir nuevamente a mi plaza favorita de todos esperaba juntar con Marcos. Ya era muy de noche, me puse a los tiempos. llorar y fui corriendo a mi casa, y al llegar descubrí que habían dos carabineros en mi casa y que mis padres se quedaron en vela.

Escrito por : MELYLU 68

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MI VEJEZ Y MI PERRO VICENTE Cada miércoles, como de costumbre, salgo de paseo junto a mi perro Vicente – de raza pastor alemán-. Es muy afectuoso y alegre, y caminamos largas cuadras de piso de cemento, y a pesar de que sus patas están cansadas al igual que su cuerpo que ya demuestra signos de vejez, cada miércoles es sagrado; mueve su cola y ladra cuando por alguna razón olvido en que día de la semana nos encontramos. Al igual que él, también estoy envejeciendo y mi memoria se ha tornado un tanto frágil y mis pasos más lentos. Ya no somos jóvenes, pero los miércoles son sagrados para que ambos estiremos las patas aunque sean algunos minutos. Salimos del departamento quejándonos de cuánto nos duelen las rodillas por el subir y bajar de las escaleras, pero cuando hemos tocado el último peldaño, nos sentimos libres caminando por esos pisos de cemento. La alegría de Vicente es ladrar y mover la cola a cuanta persona se le acerca para acariciarlo y decir lo hermoso que es. Hace una semanas han cercado y derribado unas casas viejas de los alrededores y se comenta en el barrio que harán un nuevo edificio -otro más, digo yo-. Este barrio es de adultos mayores, para no decir viejos; los niños escasean, solo se ven uno que otro los fines de semana, cuando visitan a los abuelos, y lo que más podemos ver, son perros abandonados, flacos, la mayoría muertos de hambre; es una escena diaria. Vicente y yo muchas veces bajamos los días lunes a alimentar a algún pariente lejano, para que su piel no se pegue a los huesos, hacemos un acto de bondad, no de lástima ni caridad, porque los seres vivos como ellos necesitan humanidad y respeto, como he respetado a mi perro Vicente todos estos largos años.

Además le sirve para convivir con su propia especie. Se pone como un niño juguetón y disfruto verle feliz. Hemos pasado cada miércoles por donde dicen los vecinos que habrá un edificio, pero la cosa no avanza. La verdad no me tiene preocupado, pronto algo se verá; es más bien sólo curiosidad; ustedes comprenden, nosotros los viejos nos preocupamos de las cosas mas insólitas para matar el tiempo; algunos leen, escriben, imaginan y piensan, en cambio yo prefiero preocuparme de algo que si me ocupa el tiempo y me sirve de compañía; además de ser mi fiel confidente, amigo y un ser maravilloso con quien puedo conversar lo mas increíble, no pide mucho a cambio solo que lo respete y le entregue mi cariño incondicional. Ha pasado un mes y algo desde que comenzó la extraña construcción de un edificio supuestamente, ya se puede observar que realmente no lo es; más bien parece un espacio de áreas verdes, o sea una plaza pública. Una gigantesca alegría para nosotros los viejos y más para mí, que tengo a mi peludo amigo Vicente. Pronto será la inauguración, se dicen muchas cosas en mi barrio como que vendrá el Presidente o alguna autoridad importante, pero la verdad, lo más importante para nosotros es poder tener un espacio recreativo donde podamos poner las patas en algo blando y qué mejor que el pasto, verde, limpio, y un pequeño pulmón en este viejo barrio se agradecerá. La inauguración fue un éxito. No vino el Presidente, pero el barrio completo pudo disfrutar de este pulmoncito; nos sentamos en los bancos, un tanto duros -siempre encontraremos algún defecto, no descansamos los viejos-, lo que es bien agradable es ver correr algunos niños en la semana y algún can de esos que alimentamos con Vicente.

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Ahora bajamos a diario, ya no son solo los miércoles; más bien son muchas tardes y hasta en la mañanas. Vicente disfruta mucho a sus amigos callejeros y se nos hizo un hábito diario bajar a la plaza y llevar comida; estos amigos ya nos conocen y nos esperan, pero no con el apetito del principio, sino que más bien esperan a Vicente para correr y jugar. Es tan importante tener esta placita que ya me hice de algunos amigotes, con ellos converso y discutimos de temas pasados del cómo, cuándo y dónde ocurrió lo que sea; nos reímos a carcajadas de alguna anécdota, disfrutamos a Vicente a concho y de otros que hemos adoptado con el pasar de los meses. Nos hemos preocupado de tenerles un techo, agua y comida, además de entregarles cariño.

Pláticas largas para convencer a alguno de lo que el otro cree que está correcto; y Vicente juega que juega con sus peludos amigos después de lo solos que estuvimos, ahora la compañía nos sobra, y si bien jamás fui un hombre de muchos amigos y los que tuve ya se han ido al cielo, aún me queda cuerda en este carrete viejo de hilo gastado y huesos adoloridos para dar la batalla a esta vejez que me aqueja día a día. Me quedé solo muy joven, sin padres ni hermanos y ahora de viejo sin vieja ni hijos. Me queda mi perro Vicente, los amigotes de la plaza y esa plaza que llegó cuando ya me estaba sintiendo más viejo.

Los inviernos se tornan fríos y los veranos calurosos, el pasto se seca, pero nosotros no nos preocupa ni el calor ni el frío.

Las copuchas del barrio son pan de cada día. Nos enteramos de cosas fabulosas y criticamos a la juventud, del poco respeto hacia sus padres y la irresponsabilidad de las personas con sus mascotas, que alguien debería poner mano firme en el tema para que estos callejeros tuviesen una segunda oportunidad, que la delincuencia se ha ido agravando, que el precio de la bencina está por las nubes, que es mejor que caminemos, usemos la bicicleta o patines; que comprarse un auto ahora no sirve. Hablamos tantas cosas que el tiempo se acorta y mi Vicente descansa a mis pies, parece un niño cansado al igual que sus amigos echados guata al sol. Le acaricio el lomo, y sigue durmiendo.

Nos abrigamos en invierno y llevamos unas sombrillas para el calor en verano, nos vemos divertidos. Quién diría que unos viejos como nosotros estarían aquí sentados horas y horas, mañanas y tardes completas con una sombrilla o simplemente nos organizamos para ver quien lleva el te o el café en invierno.

Uno de los amigotes de la plaza nos trae una noticia, nos cuenta que tuvo que bajar más tarde de su departamento, ya uno de los hijos de José le comunicó que había fallecido. La noticia nos tocó el alma y fuimos a su velatorio; este amigo José creía fehacientemente en la existencia de ovnis y nosotros, que él

Cómo cambia la gente cuando se puede reunir en algún lugar agradable, cómo he cambiado la vida de mi Vicente; antes le entregaba toda la carga de mis preocupaciones y hoy lo disfruto, compartiendo con estos seres humanos no tan diferentes a mi; la mayoría solos en este mundo como yo, quienes pasan su día a día en esta querida plaza. La bautizaron plaza Dávila ya que queda en barrio Dávila.

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MI PLAZA YUNGAY era marciano. Teníamos que dejarle ir en esta nave de madera tallada al encuentro de un nuevo mundo, la noticia no era la mejor, pero pasamos la semana entera hablando de José en nuestra plaza de barrio Dávila, todos con criterios distintos, pero abiertos a críticas buenas o malas daban igual…algún día seré yo quien me vaya de este mundo les comentaba a mis amigotes y como favor les pido cuidar uno a uno a de mi Vicente, como ahora hacemos con las rosas que planto José en primavera.

Ese día nos las arreglamos bien para podarlas, pronto estarán abiertos esos botones y nos deleitarán con esos aromas a rosas con los cuales quedas enamorado. Y así será cada año hasta que olvidemos su nombre o hasta que dejemos de existir. Qué vejez más larga o ¿fue nuestra juventud que se escapó de las manos? Da igual, sólo nos queda esta plaza llena de carcajadas, de niños corriendo y buenos ratos, y a mi perro Vicente durmiendo a mis pies.

Era un día primaveral cuando salí a caminar por mi plaza, mi querida Plaza Yungay. Era primavera y los árboles estallaron en amarillos y rosados olorosos. Yo tenía doce años y mientras estaba en mi asiento preferido descansando y mirando pasar las micros, me llegó una pelota; detrás de ella un niño colorín me dijo que se la tirara. Le di un buen chute y él me sonrió, con sus dientes disparejos. Fue así que nos hicimos amigos. -Me llamo Carlos Herrera, pero me dicen el “Zanahoria” ¿y tú? -Yo me llamo Juan Valenzuela, pero me dicen “Chino chico”. Nos reímos juntos y jugamos una pichanga larga y entretenida. Terminamos cansados y felices, mojándonos la cara en el bebedero de la plaza, ambos presintiendo el inicio de una larga amistad. “Ven mañana a esta hora” me dijo y así lo hice, luego me invitó a su casa a tomar once. Allí su familia me recibió con mucho cariño. Yo estaba nervioso, porque era muy tímido y no acostumbraba a hacer visitas a otras casas, y ésa era muy elegante. ¡Además el Zanahoria tenía seis hermanas! Eso pone nervioso a cualquiera. Conversando, nos dimos cuenta que íbamos al mismo colegio “Escuela Alemana Nº16”, ubicada en calle Libertad con Mapocho y eso nos permitió venirnos juntos todos los días. Mi nuevo amigo me presentó a sus amigas Matilde, Matu, para los amigos y Pamela. Fue así que entre los cuatro, surgió una amistad maravillosa. Casi todos los días pasábamos a nuestra plaza a jugar a las cartas, a pillarse, nos inventábamos poemas y hablábamos de nuestros sueños.

Los jardines repletos de pensamientos multicolores, se quedaron grabados en mi recuerdo, así como los balancines y columpios, siempre llenos de risas de niños y ancianos dando miguitas a las palomas bajo un cielo claro y un sol luminoso en esos años de dulce inocencia. Un día el Zanahoria llegó un poco triste, con la mirada melancólica y luego de varios rodeos nos dijo que se cambiaba de casa. Un silencio gélido se apoderó de mí, y también de Matu y de la Pame, quien a esas altura era mi polola, mi primera polola. Pero mi amigo por alivianar el momento me dijo Chinito chico, ya no estemos tristes, para eso traje manjares y sacó una bolsa repleta de esos dulces cuadraditos y los comimos sonrientes y esperanzados en que nos juntaríamos en la Plaza Yungay, todos los sábados en la tarde. Sí, era una promesa y las promesas se cumplen. Han pasado cincuenta años. La plaza Yungay ha ido cambiando su rostro a merced del progreso de los años. Hoy paso seguido por sus alrededores y siempre mi corazón late más fuerte con los recuerdos de esos años, de tiempos de felicidad donde descubrí la fuerza de los sueños y el valor indestructible de la amistad.

Escrito por : PABAMA 72

Escrito por : JUANONCHO 73


MIEDO A LAS ALTURAS Salió de casa corriendo esa mañana, dando un portazo que retumbó en toda la casa. Ni ella misma entendía por qué huía de él. Era como si alguna fuerza extrínseca se hubiese apoderado de sus músculos y sus huesos, sin dejarle opción de decidir quedarse. Corrió tan rápido como pudo hacia algún lugar donde pudiera pensar con tranquilidad; atravesó calles, estacionamientos y algún semáforo en rojo para peatones, hasta que pudo lanzarse en el césped de aquella plaza, su plaza.

La valentía se había vuelto algo desconocido y lejano, algo difuso que no lograba alcanzar. Y hoy se encontraba huyendo, no sabía muy bien de qué. Él la esperaba en casa junto con alguna respuesta que ella no se atrevía a dar.

Él había despertado junto a ella esa mañana, y al verla abrir los ojos le había preguntado qué sentía por él. Ella, sin saber qué responder, había saltado de la cama horrorizada y lo había dejado todo en vacío “no sé”.

Tal vez había llegado el momento de aceptarlo. Tal vez sólo tenía que recordar cómo saltar desde las alturas del columpio y caer de pie. O cómo sacudirse las rodillas si no lo lograba. Su plaza seguiría ahí cuando necesitase practicarlo.

Nunca fue buena en las relaciones. El amor era demasiado complicado para ella, por lo que siempre prefirió la fugacidad. Ser una estrella de esas que ves una noche y en la mañana ya ha desaparecido. Aunque eso no significaba que nunca hubiese sentido amor. Lo sentía, claro. Amaba su carrera, su gato, los días nublados. Amaba el olor a café, buscarle formas a las nubes, amaba su plaza. Pero no era sano sentir amor por la personas. Había leído tanto sobre amor y todo siempre acababa mal, ya sea por engaño o cotidianeidad. Y ella no quería eso.

Podría ser algo fácil de responder para cualquiera, menos para ella, que pretendía vivir sin ataduras, sin pretextos. Que se burlaba de los enamorados que contaminaban de idiotez su plaza, que había visto llorar a sus padres y luego verse como dos desconocidos. Pero esa mañana, una parte de ella se había quedado en casa, junto a él. Y esa sensación de volar mientras se columpiaba, se parecía mucho a lo que había sentido en el último tiempo.

Había decidido volver a casa cuando lo vio venir. Y volvió el miedo y el vértigo a las alturas y la confusión.

“Mi plaza”, pronunció entre suspiros, aliviada por la comodidad de acudir a ella siempre que lo necesitaba, sin tardarse demasiado. Podía llegar a ella de noche, en pleno apagón o incluso con los ojos cerrados. ¿Cómo olvidar el camino a ese lugar que la había visto vivir y morir al mismo tiempo? Esa mañana de cierta forma, estaba muriendo un poco. Se levantó de la banca para sentarse en el que fue su columpio favorito cuando era niña. Todavía lo era. Estaba un poquito Se recostó en una banca, justo frente a los juegos que tantas más alto que los otros y eso, siempre le había hecho sentir que veces la vieron ser valiente y sacudirse las rodillas luego de una podía ver la plaza entera desde una altura única, donde los caída. otros, con sus columpios más bajos, no podían llegar. Era un secreto que sonrió al recordar y mientras ganaba altura, iba Cerró los ojos. De pequeña siempre se atrevió a hacer cosas pensando en aquello que había dejado en casa por el miedo que otros no; saltar desde el columpio cuando ya no podía ir a amar. más alto, sin importarle el golpe contra el suelo o escalar el árbol más grande llegando hasta la última de sus ramas. Pero ahora, todo se tornaba borroso.

-Sabía que estarías en tu plaza -pronunció él con un dejo de tristeza. -Tenía que recordar cómo saltar desde las alturas porque realmente me estoy sintiendo muy alto y ya no soy la valiente de antes. -Claro que lo eres –y sonrió. Se detuvo para buscar la sombra de algún árbol, que ya Ella cerró los ojos y saltó. llegando mediodía se asomaba a la orilla de la plaza. Caminó, se apoyó en él y comenzó a tararear una canción que había bailado la noche anterior. Técnicamente, decía, buscamos amor en los lugares sin esperanza para intentar salvarnos, pero esta vez sí había esperanza. Y salvación. Y felicidad. Y amor.

Escrito por : SOPORÍFICA 74

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NECESIDAD DE TI Una lágrima silenciosa baja traviesa mientras circulo por donde tus pies caminaron. Esas baldosas antiguas que nos vieron correr juntos, que vieron cómo un padre jugaba con su hijo demostrándole el amor incondicional; ahora, me ven caminando solo, sin tener un rumbo claro. Esos bancos, donde me senté a dar uno de mis besos más inocentes, ahora me ven llorar por tu ausencia.

NUESTRA PLAZA, NUESTRO PARAÍSO

Tan grande el orgullo que existía entre ambos, que miro hacia una línea turquesa que cruza horizontalmente esta plaza y mi rostro lleno de emoción. A la vez, mi interior se desmorona cada día más, desintegrándome en mil pedacitos que duelen por cada caída.

Esto comenzó en el colegio, junto a esas simples miradas y persecuciones por los pasillos de la mente, en búsqueda de valor. Aquel valor agregado a las intenciones de mi persona, aquel valor que transformó aquellas miradas entrecruzadas en una linda historia para leer.

Es tan grande la fuerza que existió, que me unió de una manera increíble, metiéndome por tus venas sin existir jeringas, hasta Es tan grande la conexión que siento, el olor a felicidad de tu aferrarme con todas mis ganas a tu corazón. Me pude aferrar mirada, al ver a tu pequeño crecer. Siento ese aroma que me tan fuerte, que no te logro soltar. Ni quiero hacerlo, así como entregan las flores y que se entrelazan con el olor a humedad cuando me hacías girar aferrado a tus brazos. de la tierra y lo húmedo de mis ojos, que creo se llama lágrimas.

Empezó un junio cualquiera, un día cualquiera y claramente en un momento inesperado, pero simplemente fue. Aquel día de junio, comencé a hablar con aquella chica a la que observaba... Las pláticas se volvieron eternas.

Es tan grande el amor que siento, la canción de fondo que resuena dulcemente sin dejar ningún silencio musical que entristezca este recuerdo.

Comenzamos a almorzar juntos en un rincón del colegio y a pasar muchas horas acompañándonos en cualquier lugar. Luego, esos lugares se fueron convirtiendo en rutina; no tenían nada nuevo, por lo que comenzamos a buscar otros y en eso, llegamos a una plaza, algo escondida entre poblaciones, pero frente a un extenso paraje donde podía divisarse el mar, vacas pastando y un enorme e intenso cielo azul. A ese lugar lo denominamos “nuestra plaza”. En ella vimos atardeceres, nos picaron mosquitos, pasamos el frío del invierno y lo caluroso de los días de verano, y dentro de todo eso nos llenamos de incontables memorias en esa plaza, nuestra plaza.

Escrito por : ÁLVARO SILVA 76

Corrimos como lunáticos y rodamos troncos, para luego caer cansados a ese pasto húmedo y poder cuidar el uno del otro. Ella, usualmente se dormía entre caricias, para luego despertar exigiendo besos; fueron años increíbles, junto a los árboles, las bancas y las vacas, que en conjunto formaban el más grato espectáculo de la naturaleza. Hoy en día, ya separados, vuelvo a aquel lugar cada cierto tiempo. A veces llevo un libro, en otras ocasiones música y ya en las últimas, sólo cargo mi presencia. No para revivir los momentos pasados ni cambiarlos por los presentes, más bien para ir a ese lugar que es sólo nuestro, donde me puedo dejar caer a gusto mientras observo meteoros o las extrañas y maravillosas luces de un O. V. N. I. Perdido dentro de mi rango visual. Más bien, para sentir ese frío entumecedor de una noche cualquiera, a cielo despejado, de un día cualquiera en la soledad de nuestra plaza, bajo ese cielo hermoso donde juego a formar rectas y figuras. Ahí, donde la luna me observa y cuida con su luz. Ahí, donde el mundo se vuelve aún más hermoso y desconocido de lo que pude llegar a imaginar.

Escrito por : UN CHAT INCONNU 77


PLAZA DE LAS EMOCIONES Han transcurrido sólo 30 minutos, pero pareciera ser toda una vida. Hace media hora Juan Venegas está sentado en uno de los bancos de piedra de la plaza de su barrio, tiene audífonos puestos y juega a sintonizar alguna emisora en una pequeña radio. En realidad, los audífonos son su arma de defensa; los usa para ahuyentar a algún desocupado vecino que se pueda sentir motivado a buscarle conversación,Juan prefiere hundirse en su soledad, en los recuerdos, vivencias y emociones. A fuego tiene marcado en su memoria cuando niño jugaba a la pelota en el corazón de la plaza junto a los otros chicos del barrio. Eran partidos interminables que sólo acababan cuando comenzaba a escasear la luz. Y eso sólo porque la luminaria de la plaza nunca fue buena. A veces los encuentros terminaban igualados a 25 o 30 goles y había que definir al día siguiente, llegando a marcadores asombrosos de 50 o 60 goles por lado.

Para los pelusones del barrio, ella parecía una princesa sacada de un cuento de hadas. Si bien todos pusieron atención en ella, nadie se atrevió a hablarle a excepción de Juan. Y no fue por un arrebato de hombría, sino porque una vez le pegó tan mal al balón que fue a caer al patio de su casa que colindaba con el rectángulo de tierra que servía de cancha. Y como en las reglas de los partidos de barrio, el que chutea desviado tiene que ir a buscar el balón, a Juan no le quedó más remedio que ir tras la pelota.

Maldiciéndose, tocó el timbre de la casa, esperando que le abriera su madre. Grande fue su sorpresa cuando vio que era Angélica y lo conminó a pasar a buscar él mismo la pelota al patio. Invadido por la torpeza y el nerviosismo, Juan hizo este trámite lo más rápido posible, despidiéndose tan sólo con un “gracias”. Sin embargo, en los momentos en que cerraba la reja del jardín vio de reojo que la niña lo espiaba desde el ventanal El peloteo duró varios años. Llegaba del colegio y lo primero del living. que hacía era calzarse sus zapatillas tigre, ponerse un pantalón corto y camiseta. Tomaba la pelota y salía en dirección a la En ese momento, no le prestó mayor atención a dicha situación, plaza. Ahí comenzaban a llegar rápidamente los amigos. Los pero más adelante le hizo envalentonarse y empezar a fijarse equipos se elegían por gusto de los capitanes que siempre más en ella. Incluso, Juan se ofreció más de una vez para ir eran los más altos del grupo, y su vecino, el gordo Troncoso, a buscar la pelota al patio de la casa de Angélica. Al cabo de siempre era el último y a veces era sorteado al gol, tan sólo dos meses, estaban pololeando. Si bien ella estudiaba en un para que no quedara fuera mirando. colegio particular de monjas y él, en el liceo de la Alameda, ello no era impedimento para que cada mañana caminaran juntos Los maratónicos encuentros futbolísticos comenzaron a algunas cuadras, de la mano, besándose con cierta timidez y distanciarse cuando los varones empezaron a fijarse más en hablándose al oído. las niñas que en la pelota. Juan se resistió un tiempo a dicho cambio, pero finalmente sus fuerzas flaquearon cuando llegó La plaza, la misma de los eternos partidos de fútbol, más tarde la vecina nueva procedente de Santiago. Se llamaba Angélica; fue escenario de su despertar sexual. Esa deficiente luz, la era rubia, ojos verdes y de piel tostada. misma que tantas tardes complotó contra el fútbol, luego fue el mejor aliado para los impetuosos pololos.

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Fue en esta misma plaza donde Juan y Angélica tuvieron su primera vez; fue una tarde de mayo, cuando luego de regresar del colegio, se sentaron en el mismo banco de piedra y comenzaron como tantas otras veces a besarse.

La universidad fue allanada y las clases intervenidas abruptamente. Juan escapó jabonosamente de ser detenido en la universidad, pero no así en la propia plaza de su barrio. Sí, la misma plaza en la que gritó goles y amó a Angélica, luego fue escenario de su brutal detención por una patrulla de Nada hacía presagiar que esa tarde llegarían más lejos, pero militares y civiles. así fue. Al cabo de unos minutos, Juan y Angélica estaban detrás de unos arbustos dando rienda suelta a sus impulsos. Fue una mañana de octubre de ese mismo año, cuando al Una exploración dulcemente caótica. Juan besaba y acariciaba percatarse que le seguían Juan se internó en la plaza a fin de a Angélica como si fuera un experto, pero guiado sólo por el evitar que irrumpieran en su casa colocando en peligro a sus instinto. padres. Angélica respondía sus ataques con una suave resistencia y gemidos perturbadores de la inocencia. Juan y Angélica hicieron el amor en el césped de su querida plaza del barrio, siendo vigilados sólo por la luna llena de ese atardecer. Fue el comienzo de una historia que los llevó otras tantas veces sobre el mismo pasto de la plaza y otras a buscar refugio en algún motel parejero. El pololeo duró tres años, sin duda los tres años más hermosos para Juan, hasta que Angélica debió regresar a la capital por el traslado de su padre carabinero. Si bien en un comienzo juraron que la distancia geográfica no los separaría, lo cierto es que el teléfono y el servicio postal fueron testigos de dicha agonía y muerte.

Juan corrió como si fuera tras un balón y como si de ello dependiera la definición de un partido, en este caso el partido de su vida. La aparición de un segundo vehículo en el costado norte de la plaza complicó sus planes, siendo alcanzado por cuatro sujetos.

Sin explicación alguna fue arrastrado hasta una camioneta. Testigos de dicha detención fueron dos señoras que estaban en las puertas del almacén de la esquina. Sin embargo, se hicieron las distraídas. Nadie deseaba involucrarse en problemas. El vehículo arrancó a toda velocidad en dirección desconocida. Juan estuvo desaparecido dos meses y una semana, hasta que fue botado cerca del puente que está junto al cementerio A Juan le costó trabajo reponerse de la pérdida de Angélica. municipal. El asegura que estuvo en el centro de detención de Sólo logró dar vuelta la página una vez que entró a la la calle Dos Sur, donde fue torturado sin clemencia. universidad a estudiar Pedagogía en Historia, participando además del centro de alumnos. En la universidad conoció a otras mujeres que igualmente lo tuvieron contra las cuerdas y el activismo político. Todo marchaba bien hasta el Golpe de Estado de 1973.

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PLAZOLETA Fueron meses en que vivió la peor pesadilla. Días enteros en la oscuridad, vendado y maniatado, apenas alimentándose y siendo sometido a todo tipo de vejámenes. Le pegaron en todo el cuerpo, le pusieron electricidad en los genitales, y le apagaron cigarros en el pecho. La garantía de sobrevivencia era que entregara nombres de la cúpula partidista comunista. Juan no tenía idea, pero estuvo a punto de inventar algunos con tal de salir vivo de dicho infierno.

continuando luego a duras penas con el negocio. Su madre también murió al cabo de cinco años. Nunca más supo de Angélica ni tampoco de sus amigos del barrio, salvo del guatón Troncoso que cursó la carrera militar en la capital, ostentando luego un cargo de cierta importancia en la dictadura.

Juan nunca volvió a jugar fútbol, nunca se casó, nunca volvió a recuperarse de su viaje al infierno. Juan nunca volvió a hacer amistades y hoy, sentado en la misma plaza de antaño, se Así como nunca le explicaron el motivo de su detención, cobija en sus audífonos y en su radio a pilas que, en realidad, tampoco le indicaron el de su liberación. Una noche fue no tiene pilas. introducido en un automóvil y arrojado cerca de un puente. Han pasado años y Juan aún recuerda el rostro de sus padres cuando llegó a casa a la mañana siguiente. Lo habían dado por muerto y por ello es que lo escondieron en casa, sin siquiera intentar investigar lo que había sucedido. Juan no terminó sus estudios, trabajó con su padre en la reparadora de calzado que tenían en casa hasta que él murió,

Hay un Alfredo sentado en una banca. La banca es de madera y fierro y está en la plazoleta de un condominio. El condominio es de casas residenciales. En una de esas casas residenciales vive Alfredo. Las casas son todas iguales. Cada una tiene su particular arreglo en su ante jardín. Todas están pintadas con el mismo tono. Como mucho, alguna que otra se salió del tiesto y cambió su tono ocre por un damasco suave o un ladrillo pálido. Todas tienen la misma techumbre. Todas miran a la plazoleta. La plazoleta está frente a la casa de Alfredo.

Cada día a esa hora de la tarde, Alfredo abría las ventanas de su casa para empaparse de ese aire. A las sirvientas inconscientemente les estaba más que agradecido, inconscientemente por supuesto, a la hora de detenerse a pensar aquello Alfredo desechaba el asunto. Alfredo era parco y no sabía de acoger; sus empatías no alcanzaban ni para un abrazo a su propia sombra, ni las paredes de su casa le pertenecían, ni siquiera era una casa de soltero. Su casa no era nada, aún olía a nueva y a quincallería; parecía vajilla tiesa con una cocina sin memoria y sin ninguna trayectoria. Muros Alfredo salió de su auto y se sentó en la banca de la plazoleta. fríos alrededor, cuadros secos, luminaria hueca, tedio, la rutina Cuando estacionó, aún no había decidido ir a sentarse en la cambiaba solamente a la hora de la tarde, la humedad, las plazoleta frente a su casa. Cuando estacionó su auto se quedó gloriosas sirvientas, y las ventanas abiertas haciendo lo suyo. sentado mirando la pared de su casa pues aún no había decidido qué hacer. Entonces “un cigarrillo”, pensó. Alfredo Así bajó de su auto y caminó hasta el negocio a la salida del ya no fumaba, una muy buena indemnización por supuestos condominio para comprar cigarrillos. Un viejo malas pulgas pulmones dañados por fríos extremos era el motivo. Nada que lo atendió. A la orilla del mesón una muchacha y un pequeño lamentar: le valió lo suficiente como para asegurar el resto de niño miraban congelados el televisor del local amarrado en su existencia y tener un pasar más que tranquilo, demasiado lo alto. Alfredo nunca supo de la existencia ni del viejo, ni de tranquilo; sus hombros tenían la impronta de un viejo jubilado la muchacha, ni del niño. Alfredo nunca supo que allí existió de tan solo 51 años. Y solo. Un viejo solo jubilado de 51 años. alguien. Alfredo, a pesar de no querer volver a verle más la cara a su soledad, vivía en la tierra de Alfredo, nadie más Su devenir rutinario: tedio. Años y esfuerzos para terminar presente allí. sentado solo en el auto mirando una pared sin saber qué hacer. Caminó de regreso a su condominio, se sentó en la banca de la Aún no era de noche. Olía a tarde tranquila de plaza, parejas plazoleta frente a su casa, abrió la cajetilla, fumó un cigarrillo, de adolescentes desparramados alrededor acurrucando oyó la calle, las parejas de adolescentes desparramadas, susurros, alguna que otra nana puertas adentro asomándose las nanas puertas adentro asomándose tímidamente para tímidamente para regar el antejardín, la humedad del pasto regar sus antejardines, la humedad del pasto mojado, la luz mojado, ese aroma que cautivaba tanto a Alfredo de una tenue, un cigarrillo más, dejó que se fuera la tarde, fumó manera inocente casi inquietante. otro cigarrillo, las parejas y las nanas se fueron, le dio frío, se oscureció, temió encontrarse solo en medio de su soledad, y en ese estado vulnerable, sentir todo el peso de la noche.

Escrito por : PM 80

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Dejó la banca del condominio y recorrió el sendero peatonal Ser víctima es un vicio sano si no se difunde mucho y Alfredo iluminado con esas baratas versiones de farolas italianas que fue mucho de ese cántaro al agua, él siempre jugó a ganador, circunda la plazoleta. Fue directo a su casa. es lo que se enseña, no tiene la culpa, ya pasó mucho tiempo, todo cambió, ahora tuvo la pretensión de cambiar la historia Ya no volvió a mirar la plazoleta. El portero del condominio mirándola a la cara presentándose, así como así, a la fiesta le habría dicho buenas noches como siempre, pero Alfredo familiar. tampoco se percató, ¿Dónde me metí las llaves?, Se dijo en secreto, un buenas noches por ahí escuché, agregó Se pensó que tendría la certeza de haber hecho lo que seguidamente pero se quedó enredado en la llave de la puerta podía para aliviar su sequedad mortal por los condenados de su casa, Hay que desconectar la alarma, no sé si habrán incluyéndolo, sin haber hecho diferencia entre Jesús y comenzado las noticias, tengo que ir mañana al banco, mejor ladrones, por la simple razón de que todo esto son cosas de la voy a primera hora para no ver a nadie, la alarma avisa para ser tierra, que van a quedar en la tierra, y de ellas se hace la única desconectada, cerrar la puerta antes que pase algún vecino y historia posible. me quiera saludar, ¿dejé cerrado el auto?, No se puede confiar en nadie en estos días, la alarma que insiste, las noticias ya Y el niño lo miró dolido a Alfredo, el niño se puso de pie y se fue comenzaron seguro, ojalá al menos no haya empezado la a donde su mamá, el niño señalando a Alfredo preguntó quién franja deportiva, la alarma idiota insiste más y no espera, la era ese hombre, el niño mirando a Alfredo con desconfianza clave al fin, alarma desconectada, cerrada la puerta, silencio no le creyó. Alfredo lo miró encogido, Alfredo mirando al total en la casa, pausa. niño se puso de pie, Alfredo buscando al suelo no supo qué decir, Alfredo ocultando sus ojos hacia delante y a lo lejos se El espejo a un costado de la puerta, Alfredo se ve la cara, los abandonó al estrago. ojos, su rostro, mirada doliente, se descubre, Tú no eres mi tío… se recordó del niño de hace algunas horas, Alfredo, no Fue un bochorno completo, de vergüenza ostensible, obscena, sé para qué viniste, nadie de aquí te pertenece… se recordó gratuita sí se quiere. Alfredo no supo decir quién era, el lo que le increpó la mamá del niño quien fuera su cuñada, niño se fue corriendo asustado a donde su mamá, Tú tienes muchos años atrás, y Alfredo entre sillas vacías y restos, entre tres buenos pretextos para marcharte de aquí sin detenerte trozos de pan a medio comer y algunas migas de rescoldo Alfredo… desparramadas sobre la mesa, se puso de pie, miró hacia un costado para aferrarse a alguna de sus antiguas letanías recurrentes, pero nada hubo en respuesta, su distancia no lo salvó esta vez.

Le habría dicho la mujer enrostrando fuego, no sé para qué Todo se fue al olvido, la realidad toda, la fiesta, confirmaron el viniste, vete, nadie de aquí te pertenece… último veredicto, el silencio de los testigos lo corroboró como si una soga hubiera caído alrededor de su cuello y lo hubiera Sentenció certera, más mujer aún, resuelta, con autoridad degollado frente a todos allí mismo. Pausa. Sillón frente al suficiente para la condena como todos alrededor, todo el ventanal, la luz tenue dio paso por completo a la noche. mundo, sobre todo el niño, con su mirada dolida, doliente, con las bocas quietas, y esa distancia Buenaventura, tan - Que se vayan todos a la mierda – dijo a viva voz cerrando familiar. Silencio total horas después, en su casa residencial de las ventanas y tomando la vieja botella de Chivas Regal, jamás condominio. abierta. Hielo. Sillón. Televisión. Apagar la luz. Que el aroma a pasto mojado no se entrometa. Alfredo dejó las llaves en el arrimo de la entrada. Se quedó de pie en medio de la sala mirando silenciosamente a través de la ventana, yo no te recuerdo y mi papá nunca me habló de ti, no sé quién eres… se entrometió otra vez el desdén escupo del sobrino, supuesto sobrino, casi hijo, ya no, hace mucho que ya fue.

Escrito por : MARCELO MUNCH 82

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RECUERDOS Recuerdo con exactitud la primera vez que me vi en ese lugar. Fue cuando mi madre me llevaba de la mano, cuidando que no me perdiera, acompañándome a aquel carrusel donde todo empezaría; subiéndome y permitiendo que disfrutara del relajante “sube y baja”. En ese tiempo las vueltas no me provocaban mareo alguno, sino fascinación; fascinación por la maravilla de colores que entrechocaban frente a mis ojos, el día en que aquel caleidoscopio fantástico pasó frente a mis ojos y que yo comencé a desear por primera vez conocer esas combinaciones, aprender arte. Esa vez que me llevaron a comprar los útiles escolares y yo lloraba por los pasillos sin querer ir en mi primer día; con miedo a lo desconocido de un nuevo colegio, pero que se me pasó cuando encontré quien sería mi compañera en el local, esa compañera que se volvió mi mejor amiga y que dos años después de acabar la escuela se fue a otro país dejándome con el agradecimiento por su fiel amistad y una promesa de volver a vernos en un futuro. El inolvidable momento que pasé bebiendo café en un vaso de cartón al día siguiente de mi graduación, donde acabé Arte en la universidad. Esa vez que completamente sola me senté y pasé horas anotando y describiendo para retratar con exactitud lo que hace años había visto en el carrusel y que me consiguió el trabajo de profesora en una excelente Academia de Artes Visuales.

Aún siento en mí la energía latente de ese día, especialmente mágico; ese momento que quedó grabado en fuego en mi mente, como cuando nos conocimos por sorteos del destino, compartiendo una banca de madera con tiendas a nuestro alrededor. Las primeras palabras que pronunciamos el uno al otro como un simple “¿Qué estás leyendo?”; Las conversaciones que le siguieron, las idas a tomar café, las citas, las risas y encuentros que unieron nuestros corazones eternamente con esa fuerza del destino a la que nadie escapa. Aún pienso en aquella vez que tomaste mi mano y me guiaste con cariño al cine, en esa nerviosa cita en la que por primera vez nos vimos realmente el uno al otro; ésa en la que nos abrazamos, miramos nuestra alma a través del encuentro inminente de nuestros ojos y acabamos fundidos en nuestro primer beso, en la primera demostración de amor que se quedaría para siempre dentro de mí, como una prueba de lo que ya en ese entonces éramos el uno para el otro. Aquella única oportunidad en que me llevaste a la banca de madera donde nos vimos la primera vez, con tus mejillas sonrojadas, las manos sudorosas y los balbuceos nerviosos que me provocaron tanta ternura, para luego y en palabras cortadas, decirme que querías pasar el resto de tu vida conmigo, y arrodillarte como en las películas, sacar una pequeña caja acolchada, mostrarme un anillo. Todo fue suficiente para hacerme llorar de felicidad y que entre hipidos y besos te correspondiera el gesto.

Esa primera vez, aunque no última, en que discutimos y nos dijimos cosas hirientes para acabar abrazados el uno al otro entre llantos desesperados y disculpas silenciosas. Hallando en los brazos del otro, el consuelo que nos hacía falta para sobrellevar el dolor que mutuamente nos habíamos provocado con frases venenosas que nunca tuvimos intención que pasaran por nuestros labios o siquiera por nuestras cabezas. Cuando fue mi turno de darte una sorpresa y te llevé a los juegos, mirando a los niños sonrientes, viendo cómo se divertían entre juegos y a los adultos orgullosos que los seguían por las sendas queriendo protegerlos aunque no hubiera peligro alguno… Esa tarde en la que una mirada compartida, una ligera caricia en mi vientre y una sonrisa fueron suficiente para hacerte saber que pronto nosotros también tendríamos que perseguir protectoramente los poco agraciados pasos de un infante.

Ese sentimiento inolvidable que nos provocó ir a comprar ropa de recién nacido a nuestro nieto, recordando con nostálgica alegría cuando por estos mismos lugares habíamos buscado las ropas de su madre. La alegría que nos embargó luego, al descubrir que serían mellizos y la ropa que pensábamos obsequiarles no era suficiente, o cuando finalmente decidimos regalarle un coche doble y otra cuna para que los bebés estuvieran cómodos y para que nuestra princesa no se preocupara por cosas de ese tipo.

Y finalmente… la extrañamente dulce melancolía que en estos momentos me embarga, tomada de tu mano, con los cabellos encanecidos y las arrugas invadiendo todo mi ser. Mirando fijamente con mis ojos que el tiempo, poco a poco, enceguece a la pequeña niña que de la mano de su madre camina al carrusel; a la pareja que se toma de la mano Esa vez, en que uno al lado del otro, emprendimos camino en la misma banca en que nos encontramos, en la mujer por los pasillos de una tienda de juguetes en busca del embarazada que se acaricia el vientre, y viendo todo eso es regalo perfecto para nuestra princesa que pasaba de kinder que me logro dar cuenta de algo. a la educación básica. O cuando mirábamos teléfonos celulares modernos para obsequiarle en su graduación de Me percaté de lo cíclico que era todo, pues hace años, cuando paso a la educación media y luego, antes de darnos cuenta, yo empecé mi historia, ya había alguien que la había vivido. caminábamos con lentitud viendo los muebles para ayudarla a llenar su nuevo departamento universitario. Cuando nuestra niña, nuestra pequeña, nos recordó que realmente no lo era tanto y nos decía con algo de miedo que estaba esperando un bebé, pero sonriendo de la misma forma que yo me sonreía contigo cuando decía que era el amor de su vida. Cuando nos dio a conocer al hombre con el que había decidido compartir su vida, que luego descubrimos había sido el correcto.

Escrito por : FANNISHA USUI 84

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SANTA LUCÍA Debías ser fuerte y muy valiente para pertenecer a esa familia; luchador y ambicioso, era lo que todos comentaban en Santa Lucía, un pequeño pueblo en el que todo se sabía desde antes que pasara. Los Sotomayor Segura, eran los más acaudalados del lugar, numerosos además de excéntricos y cada uno de sus integrantes tenía algo que ocultar. Eso siempre lo supo Arturo, el más pequeño de todos ellos, introvertido y de gran inteligencia este niño fue capaz de darse cuenta de todo lo que pasaba en la casona que por años había pertenecido a su familia y la cual se encontraba en un privilegiado sector del pueblito cerca de la gran plaza de Santa Lucía.

La señora Gloria acostumbraba a visitar el mercado en la calle Rodríguez cada jueves junto a la mayor de sus hijas, ellas elegantes siempre paseaban y compraban lo que necesitaban para la hora de almuerzo. Paola trataba de no observar demasiado a la gente del pueblo, ya que antes había llegado hasta sus oídos comentarios desagradables de su querida familia, quizá el que su padre fuera dueño de la mayoría de los negocios del pueblito inspiraba al resto a decir cosas que a ella de verdad la enfurecían, pero que sin duda nunca enfrentaría; ni a los que lo comentaban ni a su propio padre, para pedirle alguna explicación, ya que tenía claro desde muy pequeña que ella sólo debía obedecer y no podía cuestionar nada. Quizás esta era la más importante regla de su hogar, por lo tanto no mirar ni hablar más de lo necesario era lo que acostumbraba hacer Paolita, como le decía su madre.

Ésta era la mayor atracción para los turistas que visitaban la región, ya que se convertía en la parada obligatoria de todos ellos, los que regresaban a sus destinos encantados con su Arturo, observaba desde la ventana en la torre más alta de naturaleza y deslumbrante hermosura. la casona la gran plaza y esperaba cada jueves ansioso para mirar a todos los vecinos compartiendo amigables; los más Los inmensos árboles, arbustos y flores de todos los colores pequeños jugando entre los árboles, saltando las bancas y hacían soñar a cualquiera que pasara, por esta razón, era el colgando de cada arbusto. Se emocionaba cada día y rogaba paseo preferido de cada una de las familias los domingos, para que llegara el domingo, ya que este era el único día día propicio para ponerse al día con las noticias de todos los donde podía visitar ese lugar tranquilamente y con el tiempo habitantes de Santa Lucía, o por lo menos, de las que causaban suficiente para juguetear como cualquier niño de su edad, gran interés para los vecinos. Por supuesto en boca de todos se el resto de la semana sólo pasaba por ahí sin esperanza, en encontraban los Sotomayor, el dinero y los secretos iban de la dirección a la escuelita. mano, por eso era imposible que los guardaran por demasiado tiempo, pensaban. - Daniel, Lorena, Gonzalo, Josefina, Florencia y Arturo, el desayuno está servido, bajen de inmediato” -gritó en la Ya que las señoras más distinguidas del lugar nunca lograban mañana la señora Sotomayor. enterarse de algo verdaderamente importante o escandaloso para todos, comenzaban a ocupar su imaginación que a veces era totalmente desmedida y así creaban historias en torno a los Sotomayor Segura y sus seis hijos.

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Era hora de ir a la escuela y no muy distinto al resto de los otros días de la semana estaban retrasados. Arturo y Florencia los más pequeños, bajaron enseguida. Florencia le preguntó a su madre una vez más por qué ellos no podían ir a la escuela caminando como los otros niños, sino que debían ir en auto. Doña Gloria apresuró a todos, tomaron su desayuno e ignoró la pregunta como las veces anteriores.

Los viernes, después de la escuela Rogelio no podía recoger a los más pequeños, ya que debía llevarle al señor de la casa el almuerzo hasta su trabajo, por lo tanto Laurita, la sirvienta tenía la misión de regresarlos a casa a penas terminara el quehacer diario.

Él no sabía por qué doña Margarita tenía una gran pena la cual se reflejaba en su arrugado rostro, pero lo que sí tenía claro es que si alguien sabía sobre el pasado de su familia, el por qué de las acusaciones contra su padre que lo trataban de estafador y mentiroso, y la verdad sobre los Sotomayor a los que todos trataban como misteriosos ladrones, la respuesta claramente la debía conocer la vieja Margarita Sánchez Novoa.

- Hace algunos años vivió un señor al cual todos querían y apreciaban mucho, este era el dueño de los grandes negocios del pueblo, el más rico de toda la región. A pesar de tener gran poder, siempre ayudó a toda la gente pobre, repartía comida, ropas y todo lo que podía dar. Realizaba grandes fiestas a beneficio de los más necesitados y dio todo lo que pudo y lo que no. Nunca tuvo esposa ni tampoco hijos, por esto todos en el lugar estaban preocupados por su gran fortuna, ya que sin herederos nadie

Esta era la oportunidad para pedirle a Laurita una pequeña vuelta por la plaza y así acercarse a Margarita. Y así fue, corrió Al pasar frente a la plaza, Arturito pudo ver a la viejita rápidamente en dirección a la banquita la miró fijamente le Margarita Sánchez, una señora de edad, que se dedicaba a sonrió y se acomodó a su lado sin mediar palabra alguna. escuchar las historias que contaban de la gente que habitaba Santa Lucía, ése era su gran pasatiempo ya que no contaba con -Yo sé por qué estás aquí. Le dijo la señora Sánchez al pequeño. parientes cercanos que vivieran o la visitaran frecuentemente. Los domingos pasaba el día en la banca junto a las rosas, y los Entonces éste la miró extrañado, se sorprendió un poco y jueves, día del mercado, tomaba el sol en los verdes pastos. luego la escuchó atentamente.

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RECUERDOS DE PLAZA sabía donde iría a terminar todo el dinero. Un día tu padre visitó a Don Faustino Reyes; nadie se explicaba por qué, ya que no tenían ninguna relación, nunca se les vio juntos en ningún lugar, y a los tres días el señor Reyes murió, ya que lo aquejaba una extraña enfermedad. Todos en el pueblo impactados con la noticia comenzaron a crear sus propias versiones de los hechos que ahí ocurrieron y más aún cuando todo Santa Lucía se enteró que la gran fortuna del señor Reyes terminó en manos de tu padre, el que se convirtió en el nuevo ricachón de la región. Tu familia comenzó a alejarse de todos los vecinos y a salir cada vez menos de esa casona, la gente rumoreaba en el mercado y en la gran plaza. Niños, jóvenes y viejos se reunían los domingos a conversar acerca de los Sotomayor, su extraño comportamiento ante todos, sus misterios y el gran secreto que ocultaban en torno a la fortuna. Tus hermanas y hermanos callaron ante todo lo que sucedía, tu madre ignoraba todo comentario, tu padre se volvió amargado y nadie los volvió a saludar ni a visitarlos durante todos estos años.

Se decía que don Martín Sotomayor Vera el gran señor del pueblo había robado y estafado en su lecho de muerte al viejo Reyes, y toda tu familia paso a formar parte de los mal mirados en el lugar. Arturito quedó más preocupado aún con lo que escuchó, pero de pronto entendió, por qué se ocultaban en su familia, todo lo que hacían era casi prohibido. Sin darse cuenta su madre llegó a la plaza, Arturo entonces rompió la regla más importante y preguntó. -Hijo. Dijo ella, con seriedad. La verdad no la tiene ninguno en el pueblo, lo cierto es, que nadie sabe que Don Faustino era tu abuelo; tu padre es su hijo no reconocido, y lo que decidió esa noche fue que nadie se enteraría de su vergüenza, esa en la que la gran culpable era su madre al mentir por tantos años. Nos alejamos para no tener que explicar, pero lo cierto es que todos se creen dueños de la verdad y lo único verdadero es que en pueblo chico, infierno grande.

Mis pies corrieron por la plaza de niños, mientras mi alma ya se columpiaba en los brazos ondulantes del aire. Mi boca se estiraba y agrandaba dentro del vértigo de mi estómago, el mismo que desde siempre gozó con esa extraña sensación; mi cuerpo desafiaba la gravedad porfiando con su escaso peso, que flotó como el saquito liviano que suele perder ante la balanza rústica.

Entonces afloró ese moretón en la pierna, aquel que hizo el balancín, cuando, después de volar por los aires, caí sobre él.

Y afloró ese amor infantil que te recogía el corazón cuando te columpiabas mirando su rostro. Y reviví aquellos felices momentos sin tiempo y comprendí que es un deber con la vida vivirla, comprendí lo fácil que es cerrar los ojos y abrir la piel para recordar intensamente la niñez y que hoy cuando el futuro Y mi cabeza, reía, reía y reía, porque encontré en un dulce devuelve mis pasos de la mano de mis propios niños, vuelvo a sueño, la máquina del tiempo que rompió todas las barreras, abrir mis labios para reír sin pausas ni temor al tiempo. y, sin planificarlo, sin siquiera desearlo, ¡te encontré niña, te encontré!, Estabas con un ángel mirándote, escondido tras el árbol, para que el cielo no notara su ausencia.

Escrito por : TAMY 88

Escrito por : ISABEL TORRES 89


SEMBRAMOS UNA SEMILLA DE AMOR Hace ya casi seis años, salía yo de paseo en bicicleta como era mi costumbre. Disfrutaba de pasear por mi hermosa ciudad y recorrer lugares nuevos; cada vez que conocía un lugar diferente me causaba esa sensación de estar descubriendo un tesoro preciado, y es que me impresionaba tanto, que viviendo en una ciudad no tan grande, hubiesen recovecos tan cercanos a mi hogar, que me hicieran sentir como si estuviese en un lejano poblado. Un día de octubre llegué a mi querida “Plaza Cruz”; un lugar mágico, lleno de verdes fascinantes y un aire que hacía sentir que volvía al pasado. Sus calles aún conservan los antiguos adoquines y la arquitectura ha cambiado poco. Allí, en aquel lugar que a primeras luces me parecía mágico, viviría la experiencia más maravillosa de mi corta vida; sin planearlo ni imaginarlo, allí conocí a quien cambiaría mi visión del amor, y por primera vez sentí que dejaba de ser niña…Ahora me sentía como una mujer.

El sueño se convertía en pesadilla y el príncipe en verdugo; él tenía otra. Otra que era la dueña real de su amor. La hermosa y mágica historia de amor llegaba a su fin, pero era tan difícil renunciar a todo, y es que es tan difícil imaginar la vida sin el primer ser amado; aquella persona que llega a abrir los cofres contenedores de los tesoros y virtudes ¡más preciadas de tu juventud!, Aquellos tesoros que regalas sólo con la esperanza de recibir el “amor de ensueño”; ése con el cual vives engañada durante toda tu pubertad, ése que te arranca el corazón cuando despiertas del sueño. Es difícil, y en ocasiones pareciera ser imposible, al menos así pareció ser para mí; inaceptable y enormemente doloroso.

Más temprano que tarde él se marchó. Dejó en mí huellas imborrables que me ahogaban en ríos de pena durante muchas noches; ríos que a ratos se volvían muy torrentosos y que parecían imposibles de cruzar, y es que al parecer, a menor edad, mayor es la sensación de frustración y dolor ante Me enamoré perdidamente y viví situaciones de gran dicha; cualquier situación problemática. conocí grandes amigos y exploré además un sentimiento de entrega total y desinteresada. No sé si llamarlo ego o quizá una cierta “ignorancia” de la vida, pues pasado el tiempo, son cada vez menos las cosas que nos Fui capaz de dejar todo aquello que no se amoldara a mi amor impresionan. e intenté llevar una utopía a la realidad, a costa de sacrificios y más tarde muchos dolores y llantos que me hicieron despertar abruptamente a la realidad.

Volví muchas veces a ese lugar mágico, pero ahora no me entregaba calma, solo nostalgia, por lo que decidí no volver. Poco tiempo después algo dejó de ocurrirme; para abrir paso al único y eterno momento de la vida en que dos habitan en uno: estaba embarazada.

Pasamos tardes enteras jugando allí, andando en bicicleta o disfrutando un helado, a veces solo recostados en el pasto mirando el cielo, y qué paradójica es la vida, mi hijo, que ha crecido desde siempre lejos de su padre ahora recorre los que fueron nuestros lugares, y es su pequeña mano la que ahora abriga la mía, entregando el único y más perdurable amor que Al final de aquella dulce espera, experimentaría por primera una persona puede tener, el de un hijo. vez y para siempre, la sensación de que mi corazón comenzaría a latir también fuera de mi cuerpo; nada fue fácil y sigue sin Esta plaza se convirtió en un momento de mi vida imborrable y serlo. Jamás volví a esa plaza y no lo recordaba ya, pero qué probablemente será un hito en la vida de mi hijo, y quién sabe, curiosa es la vida que se empeña en enfrentarnos una y otra tal vez sea también un recuerdo irrenunciable en la mente de vez a las situaciones que hemos luchado por evitar, pues al aquella persona que, sin quererlo, me entregó la semilla de año de nacido mi pequeño, mi familia decidió trasladarse a dicha más valiosa de la vida… Mi hijo. una linda casa, a una cuadra del lugar que tantas emociones evocaba en mí. Me vi forzada a procesar esto, y el mejor guía para conocer los nuevos colores de esta bella plaza, fue mi pequeño hijo.

Escrito por : BIAN CAI CAI VILÚ 90

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SIMPLE FANTASÍA Sonó la campana que avisaba el término de las clases, pero yo ya estaba fuera del establecimiento. Me encaminé a la plaza que estaba a sólo unas cuadras, y en el camino trataba de no pensar, pero el peso de mi mochila me recordaba a cada instante lo que estaba a punto de hacer. Cuando llegué, Alexandra y Javiera me estaban esperando sentadas en el césped, ambas me dirigieron miradas ansiosas y llenas de nerviosismo. - ¿Trajiste las flores, verdad? - Claro que sí, Javi.

De repente los rayos del sol se tiñeron de los colores del arco iris, las nubes se transformaron en mullidas almohadas hechas de algodón de azúcar, las flores cobraron vida y empezaron a cantar, mientras nos invadía una lluvia de caramelos. Pronto descubrí que el césped ya no era verde sino azul, y que había varios peces nadando en la tierra. Unos duendecillos pasaron corriendo por delante de mi, una mariposa se transformó súbitamente en un hada, los árboles agitaban su follaje con violencia y todas las hojas que caían se convertían en conejos al tocar el suelo.

Me senté junto a ellas y, delante de sus atentas miradas, El aburrido paisaje de la plaza se transformó en un escenario extraje el contenido de mi mochila. Le di una flor a cada una. encantadoramente extravagante. Los conejos corrían de un lado para otro y, al pasar por entre las flores, se transformaban - Recuerden – les dije - sólo una mordida... en liebres bailarinas. Las aves de habían convertido en suntuosos papagayos, que le susurraban palabras de amor al Ambas asintieron. Las tres mordimos las flores al mismo cálido viento primaveral. tiempo, y pocos minutos después caímos en un profundo estupor. No sé – ni me interesa saber – cómo mi cuerpo se elevó del suelo y por un momento pude sentir la brisa golpeando mi Sentía mi cuerpo tan ligero como una pluma, pero mis rostro y mis pies pateando el aire para tratar de impulsarme movimientos eran extrañamente lentos y pesados. Intenté hacia el sol. De repente la burbuja explotó. pronunciar alguna palabra, pero descubrí que mi boca estaba anormalmente seca.

Fue como si el color se escurriera de las paredes de la plaza; el sol dejó de brillar con la intensidad del arco iris, las nubes volvieron al aburrido y monocromático blanco y perdieron su sabor, las flores apagaron su voz y dejaron de llover caramelos. Mi cuerpo dejó de ser ligero, y recuperé – en parte – la movilidad de mis extremidades. Abrí los ojos, el paisaje aparentemente común de la plaza me desilusiono. Sentía los miembros agarrotados y mis párpados adquirieron una pesadez inusitada.

- Cre... Creo que mejor ya nos vamos– sugirió Alexandra algunos minutos después, cuando hubo logrado ponerse de pie. Javiera y yo la seguimos. En todo el camino al paradero no hablamos, pero una vez que nos subimos al microbus estallamos en carcajadas. No sabíamos el por qué de nuestra risa, pero tampoco nos importaba demasiado saberlo.

- Ese fue el sueño más vívido que he tenido en toda mi vida– confesé, una vez que dejamos de reírnos. - La mejor fantasía de todas – reafirmó Alexandra. A duras penas logré incorporarme, al principio me extrañó ver - Y fue tan... tan... tan... tan... ¿infantil? ¿inocente?- comentó todo tan oscuro, entonces levanté la mirada y me encontré con Javiera con voz soñadora, como si aún tratara de captar los la luna, que parecía observarme desde lo alto. últimos retazos de aquella extravagante visión. Lástima que sólo sea una fantasía… Detrás de mi, Alexandra y Javiera parecían despertar, me pregunté si se sentirían tan desilusionadas como yo.

Escrito por : ESPERANZA M. A 92

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TERROR NOCTURNO Jorge era un joven normal, quien a sus 21 años estaba lleno de energía, sueños y aventuras por vivir, pero arrastraba una pesada mochila de los años perdidos en su juventud; delincuencia, drogas y mucho sufrimiento para su familia, pero todo en esta vida tenía solución y él estaba dispuesto a comenzar una nueva vida retomando sus estudios y colaborando económicamente en su hogar. Fue así como luego de mucho tiempo buscando trabajo fue contratado para formar parte del personal de aseo y mantención de la Laguna Redonda, nada mal para comenzar una nueva vida. Era su primer día laboral. Tendría un turno en la mañana, el cual se acomodaba a sus estudios; al llegar fue recibido cálidamente por el resto de sus colegas y pensaba para sí mismo –“si mi madre pudiera ver cómo es esta gente conmigo, perdería su miedo a que la sociedad me rechacé”–, luego de despedirse de su supervisor comenzó el trabajo junto al resto de sus nuevos colegas. Su labor el primer día consistiría en cortar y regar el pasto de dicha laguna. Comenzó a prepararse para cortar el pasto cuando fue interrumpido por un misterioso señor, “seré tu compañero este día”, fue lo único que dijo antes de tomar una cortadora de césped y comenzar a llenarla de bencina. A Jorge le pareció extraño no haberlo visto junto a los demás trabajadores que le dieron la bienvenida, pero no quiso preguntar nada a su nuevo “compañero”, no quería causar una mala impresión.

El hombre lo miró de forma muy pensativa y de un segundo a otro cambió su expresión facial; se notaba preocupado. “Deberías irte de aquí, aún es pronto, aprovecha y aléjate antes que seas juzgado”, dijo el hombre; el joven quedó extrañado por las palabras y por un segundo creyó que el hombre estaba bromeando, pero su cara era sin duda de preocupación. ¿Lo estaba amenazando en serio?, “¿Por qué me dice eso señor?” Preguntó, y el hombre nuevamente cambió su cara; ahora demostraba algo similar a tristeza en sus ojos. “Si no quieres dejar el trabajo, entonces asegúrate de nunca venir de noche a esta laguna, cuando ella descubre tus secretos se encarga de...”, Jorge escuchaba atentamente las palabras de el hombre y el silencio del hombre lo llenó de nervios… -“se encarga ¿de?”, Preguntó. El hombre lo miró a los ojos y sin decir otra palabra se alejó caminando. Ante esta misteriosa conversación Jorge le gritó –“¿Puedo saber su nombre señor?”-, El hombre dio vuelta la cabeza para mirar al joven y respondió –“Rodrigo...Rodrigo Ruiz”. Al terminar su primer día de trabajo Jorge seguía pensando en su colega Rodrigo, en parte por lo que le había dicho y porque lo dejó trabajando solo. Jorge se acercó al supervisor y le preguntó – “¿jefe?, ¿don Rodrigo se encontrará bien?, Se fue de un momento a otro y me dejó solo con toda la pega”. El supervisor miró de forma muy extraña al muchacho y entre sonrisas dijo, “hombre no hay ningún don Rodrigo que trabaje aquí, ¿con quién conversaste?”, Esto perturbó más aún al joven, que sólo respondió a su jefe “debe haber sido un hombre de otra pega que me buscó conversa o quizás un borracho con ropa parecida al uniforme”.

Había transcurrido ya casi una hora cuando su compañero habló nuevamente –“¿qué hace un chico joven como tú haciendo un trabajo como éste?”, Mientras que Jorge no pudo evitar la expresión de asombro en su rostro, pensó que nunca le hablaría. “Fue el único trabajo que pude conseguir con mis recomendaciones”, dijo entre risas. El hombre pareció un poco El supervisor se rió un poco más y lo felicitó por su primer día molesto, pero aún así respondió, “¿a qué te refieres con eso?”, A de trabajo. lo que Jorge respondió “he cometido muchos errores en mi vida, eso me ha pasado la cuenta y no podía encontrar trabajo”.

Al paso de una semana Jorge ya tenía muy buena relación con sus colegas de trabajo y él se había adaptado completamente a la rutina laboral, pero, aunque ya había transcurrido una semana aún le rondaba en la cabeza las palabras del hombre que se identificó como Rodrigo Ruiz; quién era y por qué le había pedido que se fuera y qué significaba sus palabras respecto a la laguna. Para sí mismo había decidido pensar que el hombre era un borracho o alguien que quería su trabajo, esto era mucho mejor que seguir dándole vueltas en su cabeza a la situación. Esa noche finalmente vería a sus amigos. Ya había pasado un poco más de una semana sin verlos pero hoy era el día de carrete y no pensaba perdérselo por nada. Al juntarse con sus amigos decidieron ir a carretiar a la laguna donde trabajaba Jorge, era de noche y nadie los molestaría por tomar ahí. Se tardaron varios minutos en decidir en qué lugar se quedarían a beber hasta que encontraron un sitio ideal en el mirador de la laguna. Comenzaron bebiendo pisco y fumando marihuana; Jorge pensó “esta será la última vez que beba y fume en mucho tiempo”, era una promesa para sí mismo que marcaría el comienzo de su nueva vida. Pasaban las horas y cayó una densa neblina en el lugar, pero a ellos no les importaba, estaban ebrios y drogados y tenían aún mucho más para seguir toda la noche.

Su impresión fue total al leer: “En memoria de Rodrigo Ruiz Astorga 1930 – 2000”. Comenzó a tener miedo y le dijo a sus amigos que pararan de hacer cosas a la lápida, pero ellos rieron y siguieron en lo suyo. Jorge se alejó un poco de sus amigos, no se sentía cómodo con lo que hacían y no sabía qué pensar. De ser verdad, él había conversado con un muerto el que le había dicho que se alejara, por lo menos de noche, de la laguna. Fue en ese momento en que escuchó los gritos de terror de sus amigos. No se había dado cuenta, pero se había alejado bastante caminando al rededor de la laguna; corrió donde estaban ellos y los encontró en el piso. Pensó que se habían caído o quedado dormidos, ya que no se movían, pero al intentar moverlos y despertarlos se dio cuenta que estaban mojados por algo espeso; prendió su encendedor y se dio cuenta que estaban completamente bañados en sangre, sus amigos estaban muertos. Desesperado comenzó a correr en busca de ayuda, quizá aún no era tarde para sus amigos. Corría y corría, pero se dio cuenta que no avanzaba nada y no podía ver por la neblina. Comenzó a ponerse nervioso; luego de correr minutos se cansó y comenzó a caminar lentamente, pero notó que se escuchaban pasos aparte de los suyos.

Una silueta comenzó a dibujarse entre la oscuridad y luego una voz familiar lo saludó. Era la voz de Don Rodrigo, él le hablaba. Uno de los muchachos se levantó y fue a orinar cerca. Luego Jorge comenzó a caminar en su dirección, lo siguiente en oírse de unos minutos escucharon un grito; era su amigo que fue un grito desgarrador y el sonido de un cuerpo cayendo al los llamaba, “cabros cachen una tumba”, les dijo. Todos se suelo. levantaron y fueron a ver; era cierto, había una lápida en memoria de una persona. Los muchachos comenzaron a bromear echando alcohol sobre ella, la orinaron y la rayaron. Luego de un rato, Jorge se sintió intrigado y con un encendedor se dispuso a leer la lápida. Escrito por : JOKER

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UN MUNDO INTERIOR EN NUESTRA PLAZA Dannio, un joven al cual le gusta caminar y observar todo lo que ocurre a su alrededor, piensa en lo que pasa cuando traspasa la línea entre una calle y otra; en lo que se ve interno, dentro de un mundo en el cual no sólo la tristeza y la melancolía recorre los parámetros de la vida, sino que hay algo más dentro de todo eso.

Lo reciben melodías de notas que agradaban a su oír, un plácido pisar que descansaban sus pies, y una vista colorida, que reanimó su pensar. Al seguir caminando, no solo era caminos y canciones, sino que también lugares en el cual la gente entraba y salía, ¿para qué?, no lo sabía, pero tendría que descubrirlo. El lugar irradiaba tal alegría que cualquiera que entrara, se sentiría en un tranquilo momento con su ser, y con Un día, caminando cerca de su casa, Dannio traspasa un límite los que los rodea. que no había conocido hace tiempo y que cuyos senderos se veían radiantes a la luz del día. Al parecerle atractivo, sigue Pero no todo era alegría, personas corriendo y malabares de el sendero que parecía ser prometedor. Al mirar a sus lados, sonrisas, había un lado oscuro de aquel lugar que hizo que ve estructuras de imponente belleza, contempla planos de los Dannio sospechara de ello. Personas que no se veían contentas cuales deleita su interés en internarse dentro de un mundo o cómodas por el solo hecho de estar ahí, sino que se sentía que no conocía. Al entrar a aquel mundo de maravillas, se un grito desgarrador que solo quería libertad, compasión. confunde inevitablemente al admirar dos realidades muy Muchas personas al sentir esto se acobardaban de poder distintas. Mira a través de los caminos que llevan a diferentes comprender lo que sucedía allí dentro, Dannio como muchos lugares, diferentes etapas de la vida en que uno desea que quiso intentar salir, pero una fuerza devastadora encerró a hubiesen pasado al ser niños, jóvenes o ancianos. todas las personas dejándolas aprisionadas en un mundo de tristeza, consumismo, y malas prácticas en el que nadie se Dannio era de aquellos que les gustaba ver disfrutar a los podía arrancar. demás sin importar lo que pasara en su interior; él era feliz en poder descubrir su felicidad y la de los demás, en poder Niños, madres con sus bebes, adolescentes, jóvenes, adultos, comprender en qué mundo estaba viviendo, y de ser capaz de ancianos, todos estaban aprisionados y lo peor de todo es que enfrentarse a él y aprender lo mucho que tiene para entregar, cada quien estaba solo, no habían familiares, ni conocidos, pero aún no se daba cuenta de lo que este mundo podría darle, amores que yacían lejos sin poder tener contacto alguno, hijos y no solamente eso, sino que lo que las personas transmiten. despreciados a la vista de todos sin el apoyo de sus madres, todos y cada uno debía tener un valor el cual vender para El joven piensa en qué cosas puede aprovechar de aquel lugar. poder salir, y comprar lo invalorable para poder sobrevivir. No sabe qué tiene y decide descubrirlo. Cruzando las puertas se ve con una luz que cega su vista por un momento, piensa en que sufrió un accidente y sólo era el camino del cielo, pero Dannio, aterrorizado por lo que veía, se encontraba no era así; ve un lugar muy distinto que el de afuera, con una imposibilitado para seguir con su vida y sus objetivos, y no tranquilidad que estimula y adormece los dolores, con palacios sabía qué hacer para poder ayudar a estas personas y salvarse que disfrutan sus movimientos al caminar, era un lugar en el a sí mismo de lo que estaba viviendo. Hasta que un anciano se que Dannio podría encontrarse consigo mismo, pero eso sería le acercó y pronunciando estas palabras le ordenó: sólo lo que él creía encontrar.

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- La vida no es aquella que se vive disfrutando de los placeres, sino la que vives con lo que te entrega y ser feliz con ella, aún siendo pequeño y despreciable, cada quien sabrá cómo aprovecharla para alcanzar la felicidad.

Dannio no sabía qué hacer, al encontrarse solo no tenia más opción que trabajar sin ayuda posible y evitando caer en vasta miseria y penosa devastación que lo rodeaba, pero con alguna esperanza de encender la llama de la vida y recuperar el lugar que descubrió tan reluciente y maravilloso. Sin ir más Al pronunciar esto, el anciano se queda sin fuerzas y muere allá descubrió un pasillo en el cual no había rastro de alguien en los brazos del joven, este último desesperado por lo que hubiese pasado durante años. escuchó, recuerda lo que debió enfrentar hace ya algunos años y que le ayudó a salvar su vida, y decidido frente a ello, Sin nada de luz y apoyándose en la pared, el joven encuentra comenzó la búsqueda de algo que podría salvar el futuro del un rollo de papel, un pergamino el cual tenía inscrita las lugar. En primer lugar debía distinguir lo que estaba pasando palabras “miseria, devastación, muertes, solo están en uno”. Al con las personas y en el estado en que se encontraban, y al ver leerlo pensó que podría ser algún acertijo o mensaje de algún eso lo perturbó más en su mente, teniendo que sacar fuerzas pasado que predijo que sucedería aquella tragedia. Al abrirlo de sus pensamientos y recuerdos para soportarlo. el joven pensó que hallaría la solución para tal problema, pero solo había un escrito que en ese tiempo no se lograba entender No sólo vio personas muertas, divisó que aquellas que tenían por la falta de cuidado y de comprensión en uno mismo: dinero lo gastaban en estupideces que le hacían perder la cabeza y los sentimientos. Observó también el dolor de “Somos nosotros quienes forjamos nuestro futuro, no los quienes se encontraban solos y desamparados de la ayuda demás, y quien desee encontrarla en lo material y desconocido, que estaban buscando para ser felices; niños buscando a sus se hallará hundido en penurias y tragedias en su mente que madres, pidiendo comida y cariño para su crecer favorable, terminarán por vencerlo. pero no había nada, sólo más personas hundidas en la miseria.

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UN ENCUENTRO CASUAL Los humanos somos más que carne y hueso, somos “Este lugar no es sólo para desperdiciarse a sí mismo, ni para sentimientos y pasiones, objetivos y metas, felicidad y vida. despreciar todo lo bello que te rodea, este lugar deja mucho que tú no puedes descubrir si no eres capaz de entender lo Cada uno tiene que buscar la felicidad en lo que lo rodea sin la que quieres, No sólo se trata de mirar y querer poseer todo lo necesidad de encadenarse a aquello. Tus pasados y presente que puedas en un instante, se trata de contemplar y descubrir son los que te entregan el mensaje de seguir en un mundo sin que lo que te llena de vida y de felicidad, y son los humanos diferencia e injusticia, y te guían en el camino de la sabiduría”. mismos, el cariño que una madre puede tener a su hijo cuidándolo y enseñándole el camino de la vida. Dannio sabía que este mensaje compensaría en algo la búsqueda que llevaba, pero ni él era capaz de comprender El amor de una pareja o de tu familia es lo más grande que tales mensajes. Al salir del pasillo oscuro, miró el sendero que puedas tener y en este lugar lo puedes disfrutar a cada minuto seguía su camino y se dio cuenta que al pisar, dejaba palabras que vives, los recuerdos de las personas quedan talladas en las marcadas que iluminaban todo el lugar. paredes y lo maravilloso lo construyes tu…” Al descubrir esto decide rápidamente escalar por las alturas del Finalmente el joven descubre la felicidad, a ser una mejor lugar, y en lo alto distingue las palabras que su camino había persona y todo por ese lugar que le dio grata experiencia que detallado, ¡era la respuesta! Sabía que no quedaba tiempo y sirvió para mejorar el entorno de vida. debía difundirlo para que todo volviera a la normalidad…

Todo comienza cuando Diego se fija en su compañera -¿compañera de qué?, Te preguntarás-, compañera de tenis, ya que ambos entrenaban. Él llevaba más tiempo en la escuela por lo tanto notó la llegada repentina de Tiare, quedando pasmado por tanta belleza, tanta delicadeza reunida, lo que le atrajo en demasía.

Se encontraron, conversaron y Diego le dijo, “acompáñame”, a lo que Tiare le responde, “¿dónde vamos?” Y él responde, “sólo acompáñame, por favor”. Ella opta por acompañarlo, no teniendo claro lo que él tramaba; llegaron al supermercado, entraron y él sacó pasteles, compró un jugo y salieron. Ella tenía una idea más menos clara de lo que harían, pero el lugar no lo tenía claro; él la llevó a una plaza donde comieron en el Él comenzó a conocerla y a compartir cosas; historias, pasto con una especie de mantel muy gastado. anécdotas, pero esto sólo ocurría cuando estaba en clases de El día pasó veloz y ninguno se aburrió de charlar mientras taller, hasta que decidió romper los esquemas invitándola a comían pasteles con las manos y compartían una caja de jugo. salir. Los nervios que sintió fueron tantos, ya que esperaba que fuese un “no”; estaba acostumbrado a desilusiones amorosas, Eso dejo muy impresionada a Tiare, logrando que salieran pero ella le dio un “sí” como respuesta lo que le hizo sentir una nuevamente, y otra y otra y otra vez. ¿Por qué?, Te preguntarás extraña sensación de alegría. tú; porque ella se enamoró de la sencillez de Diego y a él le encantó la humildad de Tiare. Diego escuchó una frase, “si quieres algo que nunca has tenido, tendrás que hacer cosas que nunca has hecho”. Cosa que para él Ahora te preguntarás qué decisión tomó Diego; la respuesta era así, ya que Tiare, bueno, es una mujer demasiado apuesta, está más que clara. También te puedes preguntar qué pasó con pero lo que enamora a Diego es más que eso; es su sencillez y ellos... Sólo te diré que son felices y que las cosas que quieres humildad, cosa que en una mujer apuesta en estos tiempos es se dan, se logran arriesgando aunque puedes jugártela por lo difícil de encontrar. común, pero te diré que es mejor jugársela por algo que no tienes idea que pasará; algo que te dejará con las dudas, que El punto es que llegó el gran día de la cita y Diego tenía que jugársela por algo que sabrás cómo terminará, sin la necesidad tomar una decisión: jugársela por una cita sencilla o hacer lo de haberse aventurado en la incertidumbre, lo que provocara común, la respuesta la sabrás enseguida. que pongas más de tu parte para lograr tus metas.

Escrito por : ALTAÍR ETTORE 98

Escrito por : YEYOO 99


UN SÁBADO EN LA PLAZA CON MIS AMIGOS Mis amigos y yo habíamos quedado en juntarnos ese sábado en la plaza de nuestro barrio a las nueve de la mañana. Acordamos esa hora, ya que es ahí cuando la plaza se encuentra deshabitada y podríamos gritar y golpearnos sin que nadie nos interrumpiera (todos sabíamos que ese sábado luego del día del “incidente” caería sangre si o si en los pastos de ese lugar). Llegué a las 8:30; los nervios ya me dominaban por completo, no aguantaba un minuto más en la cama, así es que decidí sentarme en la banca más estratégica de nuestra plaza, para poder ver a todos mientras llegaban. Movía mi pie incesantemente, mirando a todos lados y esperando que los minutos pasaran rápido.

-Sí, lo más probable- dije resignada- lo que pasó ayer fue lo más terrible que nos ha pasado, no puedo creer que lleguemos a esto, dije, estaba indignada. Llegaron el par de estúpidos dos minutos después, La Fran y yo los mirábamos con rabia, puesto que ellos eran el núcleo de todos nuestros problemas y los malditos caminaban a paso relajado y lento, con una indiferencia que reventaba a quienes los veían, llenos de orgullo y creyéndose “minos”.

Me levanté de la banca furiosa, no aguantaría esa actitud -¡Apúrense estúpidos que la tienen chica!- insultar a esos dos tontos de esa manera era la mejor forma de traerlos corriendo Primero llegó María, mi más fiel confidente en el amor, y más eficaz. aunque era siempre puntual, no era para nada una chica correcta, como uno pensaría. Es muy llevada a sus sentimientos Dicho y hecho, los dos llegaron en dos segundos donde y no teme decir lo que piensa aunque sean puras locuras sin nosotros. sentido, siempre hablando de una manera antigua. -¡¡Oye qué di…!!- trataron de reclamar, pero los interrumpí -¡Hola Cony!- me dijo con su típica energía. con un dominante “¡¡Cállense y siéntense!!”. -¡Hola María, María!- siempre decía su nombre dos veces con Y así fue, cuando estábamos todos reunidos, nos pusimos sobre esa canción tan pegajosa que lleva su nombre. el pasto húmedo en círculo, nos importó un bledo ensuciarnos porque estábamos mucho más concentrados en el “incidente” Luego de un rato llegaron mi mejor amiga, la Fran, y Jorge. Era que en ese tipo de pormenores. Bueno, “todos” menos el Jorge, muy extraño verlos juntos, pues se llevaban fatal, caminaban que reclamó y se volvió asentar en la banca. sin hablar sólo mirándonos a nosotras, iban directo y rápido. En círculo y mirándonos todos a la cara llegó el momento de los “quiubo” (qué hubo); la batalla a muerte comenzaría ahora. -¡Hola!- saludaron los dos de beso y se sentaron. -Miren, primero lo primero, tenemos que organizarnos, comenzara a hablar quien empezó todo esto o mejor dicho “con Nos quedamos en silencio, todavía faltaba Criss y Lucas, y eran quién” empezó todo esto, y luego en orden quienes se fueron diez para las nueve; si llegaban tarde desdeñaríamos toda la involucrando- dije tranquila y modulando perfectamente para rabia acumulada de ayer en ellos. que entendieran.

-Bueno…-dijo resignada y nerviosa- todo empezó cuando yo estaba en el patio de tierra con Cris. Como siempre, estábamos peleados, la verdad es que no recuerdo por qué estupidez esta vez, pero la cosa es que estábamos peleados cuando llegaron la Cony y el Lucas igual de peleados, se pusieron a nuestro lado y los cuatro estuvimos en silencio y amurrados algunos minutos. Luego llegó María quien, como siempre, llegó llena de energía, pero esta vez, por algo en particular… Francisca paró y con una seña de su mano dejó que María continuara.

-Ahí comenzó el caos -mencionó María meneando la cabeza a los lados-. Todos comenzamos a gritar… -Yo me tiré sobre Lucas, diciéndole un montón de groserías e insultos junto con varios empujones, mientras mi amiga seguía en el suelo, esta vez llorando…- mencionó la Fraan entristecida al recordarme en el suelo.

-Yo me tiré por Lucas, entendía lo que sentía y de alguna manera comprendí su rabia, ya que fue bastante descarado lo que dijo la María enfrente de todos -mencionó Criss mirando a María con -Era tan importante lo que le tenía que decir a mi amiga Cony cara de “tú tienes toda la maldita culpa”. que no pude aguantarme y lo solté todo de sopetón, sin importar a quien tenía a mi lado -tomó aire- ¡CONY EL RICARDO ANDA María se indigno y con “su qué” dijo: DETRÁS TUYO!- grité descontrolada. -¡¡Cómo si tú no te hubieras también con la razón de decirle algunas cosas a gritos a tu polola!!- En ese momento hasta yo quedé boquiabierta, no sabía qué decir, y la verdad es que no le creí lo que me decía tan directo y El silencio y los ojos de huevos fritos se esparcieron por enfrente de ti. Miré a Lucas muy decepcionada de mi misma; esa nuestras caras, nunca esperamos que la María respondiera de frase dicha con el presente parecía una total mentira, todo un una manera tan directa y cruel. teatro que yo conspiré con María para ponerlo celoso luego de nuestro rompimiento. -Y así fue…luego tuvieron que separarnos a todos, para parar los gritos y los empujones, separar la rabia de los llantos y calmar -Me enfurecí por dentro, nunca me esperé que me montaran toda aura de pelea que nos rodeaba- mencioné sin ánimos. un numerito de esas en mi cara, luego de que te lo dijo tú te comenzaste a reír como loca y eso fue lo que me sacó de quicio -Esto de verdad es toda una trama de telenovela, ¡Cony -dijo Lucas sin mirarme a los ojos- por eso me fui indignado, y deberíamos ponerla en nuestra historia animé!-, gritó María con cuando me detuviste te empujé al suelo por casualidad. toda la energía que nosotros no teníamos.

-Oigan, ¿va a quedar la caga?- preguntó Jorge. Él siempre era - Fran, empieza. muy volado en estas cosas, no estaba para nada involucrado en el “incidente”, pero aún así fue, de aburrido.

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UN NUEVO INTENTO -Cállate María- dijimos todos a la vez, reímos y la cara de María fue un desconcierto total con lo que dijimos al unísono, No pudimos parar de reír por su cara y pudimos, por fin, relajarnos un poco.

-¡¡Ahí se sacrificó el Jorge!! ¡¡Ya tenemos una carnada!! Luego de eso nos colamos en la casa de la María a tomar desayuno, dejamos la embarrada en la cocina y salimos a jugar como si tuviéramos 5 años.

-Igual fue divertido que el profe de biología sacara a la Fraan de encima mio, todo rojo y sudado, como si estuviera tratando de cagar y no pudiera- dijo Criss entre risas. Reventamos a reír nuevamente, esta vez, junto con María. -O cuando me separó de Criss el profe de matemáticas con sus largas palabras y tirones ¡yaaaaaaaaaaaaa niños, deeeeeeeeeeeeeejen de pelear!- dije apretando mi estómago, que ya me dolía de la risa.

Aún recuerdo esos tiempos, cuando todos éramos jóvenes, cuando todo enojo se nos desaparecía al instante con una buena broma, cuando los abrazos y cariños podían ser tanto de amigo como de novio y cuando, aunque no podíamos ver nuestro futuro, soñábamos con que fuera con todos juntos.

“...Y recitar en prosa, Una poesía fresca a tu sonrisa”. Eran los versos que acababa de dibujar sobre mi libreta, ahí, sentado en la banca bajo el anciano árbol de la plaza de las cuatro estaciones, cuando de pronto –yo no sé si de tanto pensarte o llamarte en versos cada día por la tarde- logré dar nuevamente con esa mirada que escapa a la mía. Y vuelvo a ver tu frágil piel, tus labios y tu pequeña y fuerte mirada por entre el cobrizo cabello que no quiere mostrarle una seguridad a este momento.

Me proponía pues, a no permitir nuevamente un intento fallido. Me había quitado ya ese miedo a su mirar y a la luz de sus palabras; comenzaba entonces a levantarme, cuando al observar mejor, me percaté que su abrigo verde se había perdido por entre la gente que aleatoria caminaba sobre los reptantes dibujos verdes que tatuaban el suelo.

Nuevamente, como otras veces, comencé a ver la manera de entrar sobre tu paso y preguntarte cualquier tontería, con el único motivo de poder deleitarme más de cerca con tus labios y tus ojos sonrientes, envueltos de esa extraña atracción de la que no puedo escapar; y que paraliza mis labios y omite mis palabras y cualquier intento para que nuestros silencios se hablen un par de cosas.

-O cuando pateé a Cris en las bolas y la mamá de la Cony se lo tuvo que llevar con una bolsita de hielo en la entrepierna- dijo Lucas, llorando de la risa. -jajajaja ¿qué?- preguntó Criss desconcertado- ¡Todos solo me sacaron la mugre a MI!!- gritó furioso, pero a la vez divertido. Parecíamos unos desquiciados riéndonos en medio de la plaza como hienas, despertando a todos los vecinos, incluso a nuestra ex directora (a quien odiábamos) que nos salió a gritar y salimos corriendo como locos; recuerdo que el pajero de Jorge se cayó por tropezarse con su propio pie, al verlo todos nos jodimos de la risa y salimos corriendo gritando.

Escrito por : HELENA SUNFLOWER 102

Escrito por : HABITANTE INCONCLUSO 103


UNA PUERTA SECRETA Hace mucho tiempo en la plaza de la Villa Cousiño, en una tarde tranquila donde los niños jugaban y los padres descansaban en las cómodas bancas, pasó algo inesperado; un niño que estaba jugando en la arena encontró una llave. Ésta era rara, tenía dibujos de la plaza grabados y era grande como de un castillo, y muy vieja; el niño corrió a mostrársela a sus padres quienes al verla quedaron asombrados porque era muy brillante –“de oro debe ser”, dijieron ellos- y todos los padres que se encontraban en la plaza se acercaron a mirar la llave, nadie la había visto nunca.

Camilo dijo “es lo más lindo que he visto en toda mi vida”; cruzaron los tres al mismo tiempo la puerta, pasaron por un puente de madera de uno en uno, y cuando pasó camilo que era el último, la puerta se cerró sola. Se asustaron, pero siguieron caminando. Llegaron a una pileta donde habían unas monedas en el fondo del agua, “debe ser alguna pileta de deseos, se parece mucho a una que vi en una película” dijo Daniel; Pedro sacó una moneda del bosillo, la lanzó y pidió un deseo. “Qué pediste” -le preguntaron-, “pedí algo para comer, sólo estaba probando si funciona”… fue entonces cuando apareció una mesita redonda con un mantel blanco y tres sillas; se sentaron y aparecieron Le preguntaron al niño de dónde la había sacado, y éste les unos platos con unas ensaladas. Daniel dijo “no me da confianza señaló el lugar. Fueron todos a ver y uno de los padres se para comer, será mejor que volvamos ya que los demás deben agachó a mirar más de cerca; fue cuando vió que había algo estar preocupados”, por lo que se pararon y caminaron hacia la más entre la arena. puerta. “No se abre -dijo pedro- esta cerrada desde el otro lado, pero tiene que haber otra forma de salir”. Junto con otro padre empezaron a sacar la arena y vieron que había una puerta; trataron de abrirla, pero se dieron Volvieron a la pileta y vieron que un caminito salía desde los cuenta que estaba cerrada con llave por lo que le pidieron arbustos. “Será mejor que vayamos a ver de qué se trata, no la llave al niño. Introdujieron la llave por el orificio y calzaba podemos quedarnos aquí y ya no tengo más monedas”, dijo perfectamente; todos asombrados, con curiosidad y miedo a Daniel. Siguieron el camino porque tenían curiosidad de lo la vez, vieron cómo abría la puerta. Detrás de la puerta había que iban a encontrar del otro lado, más que miedo de estar unas escaleras de cemento que bajaban a algún sitio, pero no ahí encerrados. se podía ver dónde, ya que la escalera era muy larga. Uno de los padres dijo que había que ir a ver de qué se trataba, Cuando llegaron al final del camino vieron un gran castillo; era pero algunos se negaron, entonces sólo fueron tres: Camilo, de esos que solo se veían en Europa, “a mi hija le encantaría Daniel y Pedro. ver algo como esto, dijo Pedro. Tocaron la puerta y salió un mayordomo que dijo que hace mucho tiempo que nadie los Avanzaron por las escaleras y Pedro sacó una linterna pequeña visitaba, “bienvenidos sean a este humilde castillo, todas las que, por suerte llevaba en el bolsillo. Cuando terminaron de preguntas y dudas que tengan se las reponderá mi Reina. bajar se encontraron con un gran pasillo, y al fondo, se podía Avancen por aquí, por favor, dijo él. dilusidar una puerta; caminaron hasta ella y Daniel trató de abrirla, pero era muy pesada, así es que tuvieron que abrirla entre los tres. Cuando lo lograron, quedaron asombrados al ver lo que allí había.

Llegaron a una sala enorme donde había muebles antiguos, pero muy bien cuidados. “Tomen asiento”, dijo el mayordomo, “mi Reina ya viene”. Esperaron impacientes a que la reina llegara y cuando llegó la quedaron mirando de pies a cabeza; era joven y muy linda, llena de diamantes. “Bienvenidos a mi hogar”, dijo ella, “¿puedo saber cómo llegaron hasta aquí?”, preguntó ella. Pedro le contó todo y la reina dijo “es por esa puerta que ya no recibo visitas”, y Daniel preguntó por qué tenía esa puerta que solo se abre por afuera…ella contó que tenía un hechizo del que nunca podría sacarse, “no puedo salir de aquí, pero los ayudare a salir y pueden visitarme con sus familias cuando quieran. Ya se dieron cuenta que es un lugar muy lindo, así es que les entrego una llave”, y se fue. Ellos felices y entusiasmados por contarle a sus familias lo que habían encontrado se dispidieron y se fueron rápidamente; salieron por la puerta que daba a la plaza y le contaron su anécdota a sus familias; las niñas eran las más felices, ya que siempre habían deseado conocer a una reina y sobretodo, un castillo. Y los niños estaban igual de felices, ya que siempre habían deseado ser un caballero, de esos que andan con espadas y armaduras.

Bajaron inmediatamente a conocer a la reina para decirle que desde ahora en adelante no iba a estar más sola; las niñas le preguntaron si tenía alguna hija de su edad y ella dijo que no, que allí sólo vivían ella y su fiel mayordomo. Las niñas le preguntaron si ella les podía enseñar a ser princesas, y la reina les dijo “ustedes ya lo son, las princesas no son princesas por vivir en un castillo grande o tener muchas joyas; las princesas son las niñas de lindos pensamientos”. Y los niños le preguntaron si ellos podrían ser unos caballeros y ella les dijo, con un tono de risa, “ustedes igual son todo unos caballeros, cuiden mucho a su madres y a sus hermanitas y lo seguirán siendo”, cosa que los niños agradecieron y dijeron “seguiremos siendo unos buenos caballeros y cuidaremos a nuestras hermanitas más que nunca, para que sean unas lindas princesas”. Los padres muy felices por lo que oían decir a sus hijos, al igual que las madres. Desde ese día la reina nunca más estuvo sola; las niñas la visitaban cada vez que podían, pasaban después de clases y llevaban nuevas amigas a conocer el lindo castillo de princesas.

Escrito por : DANAE 104

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